ANALISIS PSICOSEMIOTICO1 DEL DISCURSO DEL HACER EN PROTOINFANTES Carácter dialógico de la subjetividad, deixis y modalidad en el discurso no verbal Eduardo Giriboni UBA Nuestro análisis está dirigido a comprender las relaciones que se establecen entre la actividad espontánea de un niño y los procesos mentales que sostienen y desarrollan dicha acción. Por lo tanto se hace necesario establecer algunas precisiones respecto de la noción de hacer dada la relevancia que la misma adquiere en el análisis de la narratividad ya que el hacer define por sí mismo una de las modalidades posibles del sujeto. En el nivel actancial sujeto /objeto /programa etc. son categorías relacionales que la semiótica analiza como estructura de una materialidad significante (el discurso) y al cual el semiólogo intenta describir en tanto proceso de generación de sentido. De por sí, entonces la propia noción de hacer, nos plantea una serie de dificultades en la medida que dicha modalidad supone algunas competencias por parte del sujeto que convierten el hacer ya sea en una intencionalidad o en una capacidad de percibir los cambios introducidos en el medio a través de dicho hacer. En el período particular de la infancia que nos ocupa, la determinación del hacer resulta particularmente importante dado que nuestro interés apunta decididamente a poder avanzar en el conocimiento del proceso por el cual a través del hacer se va construyendo el sujeto hasta alcanzar la capacidad de simbolización que compromete, en última instancia los procesos cognitivos de la edad adulta. En otras palabras, resulta absolutamente pertinente la necesidad de determinar qué cosa es hacer, tomando en cuenta la propia perspectiva del sujeto, ya que éste por su sólo estar en el mundo, desde la más temprana edad, introduce en el mismo modificaciones, desde las más complejas y graves hasta las más sencillas, que significan hacer desde el punto de vista social y en el mundo de los adultos, por así decirlo, pero que no necesariamente constituyen hacer en la antedicha “perspectiva del sujeto”.2 1 El análisis psicosemiótico fue desarrollada e introducido por el Dr. Yvan Darrault-Harris en la formación de Psicomoticistas y retomada en la Cátedra de Psicosemiótica de la Licenciatura en Psicomotricidad de la Universidad Nacional de Cuyo, por la Dra. María Victoria Gómez de Erice. De ellos tomamos los conceptos propios de esta disciplina. 2 Quizá resulte interesante advertir en este punto, que en nuestra gramática el verbo hacer al igual que el resto de los verbos “modales” (poder ,soler, deber, querer etc.) son parte de los llamados verbos “ligados”, es decir 1 El hacer que el niño desarrolla durante su actividad espontánea, se convierte ante la mirada atenta de un otro, en expresividad motriz, una vía privilegiada de acceso a las representaciones mentales que promueven y sustentan el discurso de la acción3. En el intento de precisar qué constituye un hacer para este análisis diremos con H. Wallon: “lejos de constituir un sistema cerrado, el niño no tiene al comienzo ninguna cohesión íntima y se encuentra entregado sin el menor control a las influencias más fortuitas. El recién nacido no tiene en su comportamiento sino reacciones discontinuas, esporádicas y sin otro resultado que el de liquidar, por los medios en ese momento disponibles, las tensiones de origen orgánico o las suscitadas por excitaciones exteriores”4 Por eso es que reafirmamos que en este análisis solo constituyen hacer aquellos movimientos que suponen algún tipo de conocimiento previo, por elemental que parezca dicho conocimiento, hecho que supone un sujeto de alguna manera “modalizado”. “La transformación, operación abstracta, pero formulada en un nivel más superficial, como un hacer del sujeto, obliga a imaginar condiciones previas a ese hacer, a imaginar una competencia modal del sujeto narrativo que permita su realización”. 5 Sin embargo es necesario destacar que esa “mirada atenta de un otro” ya mencionada, no es necesariamente una mirada externa. Es más, uno de nuestros argumentos fundamentales, alude a la condición dialógica de la subjetividad, condición fácilmente reconocible en presencia de discursos verbales y que nosotros, de la mano de Benveniste hacemos extensiva a toda subjetividad posible. En presencia de discursos no verbales, cuando la adquisición del lenguaje (con toda su capacidad simbólica) es apenas un proceso incipiente, el análisis de los fenómenos enunciativos nos aproxima a una mayor comprensión del proceso de construcción del sujeto y del mundo (del sujeto) fenómeno que debe ser analizado simultáneamente ya que se trata de un proceso de diferenciación, de desagregación. que aparecen siempre conformando frases verbales, acompañados de un “objeto directo” que bien puede ser un infinitivo (quise llorar, pude entender etc.), o una frase nominal (hice pan dulce, quiero agua etc.) objeto sin el cual el sentido propio del verbo modal se pierde. La expresión “puedo” fuera de un contexto conversacional, que seguramente deja implícito el objeto directo, carece en gran medida de sentido en la medida que sólo alude a una capacidad del sujeto cuya naturaleza ignoramos. 3 Chokler, M. Jugar-se en la ontogénesis. A la búsqueda de la significación. Revista La Hamaca No. 11. 2001 4 Wallon ,H. “El papel del otro en la conciencia del yo. En: psicología y educación del niño. Madrid 1987 5 A.Greimas y J.Fontanille Semiótica de las pasiones. 2 Advertimos, en la actividad espontánea una serie de transformaciones sobre el mundo por él introducidas que parecen en principio responder a sus necesidades exploratorias, lúdicas etc por alguna necesidad que no estamos en condiciones de explicar sino de manera hipotética. Sin embargo ateniéndonos a una serie de indicios tales como su atención concentrada, su asombro, su actitud de cuestionamiento (fundamentalmente expresiones emotivas), nos permiten establecer una serie de relaciones (veremos posteriormente cuánto más o menos podemos precisar dichas relaciones) entre las transformaciones que un sujeto introduce en el mundo y cómo esas modificaciones del mundo lo modifican a él, tanto en sus aspectos emotivos como cognitivos. “Para el caso lo que de manera más notoria les sucede (a las leyes de la naturaleza) es que las figuras del mundo no pueden “hacer sentido” más que a costas de la sensibilización que les impone la mediación del cuerpo”6 Es decir que cuales quiera que sean nuestras consideraciones ontológicas “eso ahí” , “lo real”, el mundo sólo se vuelve una construcción de sentido en su encuentro con el sujeto y esta sensibilización que les impone la mediación del cuerpo: “movimiento”, ”delante”, detrás” reposo”, “causa” “efecto”, son relaciones todas atribuidas al mundo, articuladas en el sujeto que -para decirlo en términos peirceanos- han transformado lo ineficiente en “eficiente”.7 Esta problemática es la que, desde nuestra perspectiva, constituye el núcleo de la cuestión: avanzar en la comprensión de los procesos discursivos que hacen posible que una disposición caótica en si se construya como una unidad de sentido: el mundo. SUJETO, ACCION Y MUNDO La actividad del niño considerada como un relato dado el carácter estructurante que el tiempo adquiere en la construcción de la experiencia postula en el análisis de las categorías semio narrativas el desarrollo de un Programa narrativo de base cuyo “objeto “es resolver la falta (de carácter cognitivo) ante “novedades” y “anomalías” que le presenta el entorno; el “obstáculo” en términos de Peirce : “Siempre que llegamos a conocer un hecho es porque se nos resiste”. 6 A.Greimas y J.Fontanille Semiótica de las pasiones. Para Peirce , conocer es transformar en “eficientes” las relacione “ ineficientes” (por ejemplo dos fenómenos vinculados por la causalidad) 7 3 Dicho Programa se despliega a través de una serie de secuencias que surgen de la segmentación del continuum que constituye el relato. Realizamos la segmentación en relación a las disjunciones espaciales y operativas que plantea el mismo discurso. Nuestra hipótesis fundamental en esta investigación es que el discurso de la acción de R. manifiesta un proceso de experimentación en el “medio” que provoca el desarrollo de un proceso cognitivo, que como tal aún en una edad tan temprana sigue las características del discurso argumentativo. Se trata de una estructura dialógica entre diferentes “sujetos de estado” que corrobora a partir de algunas capacidades ciertas relaciones entre el movimiento del objeto y el sujeto (la causalidad), la permanencia del movimiento en el objeto (inercia), las condiciones del objeto para que se produzca el movimiento (lo plano, lo curvo). Entendemos dichas capacidades como conocimientos que se ubican básicamente como un grado importante de diferenciación del sujeto respecto del medio e implican el consiguiente manejo de la espacialidad etc.) Siguiendo a Wallon8 en la idea del “socius” habría un yo lanzado a la experiencia, que dialoga con otro yo que es el “conocedor” de la experiencia anterior. Quizás lo más importante a considerar en este punto y como apoyo de una hipótesis derivada, es que el sujeto se encuentra lanzado, quizá por única vez en su vida a una confrontación casi pura entre la empiria y la propia racionalidad. Porque a medida que avance el proceso de simbolización (con todas sus ganancias) se producirá por una parte la apropiación del socius por lo social con la consiguiente carga de prejuicio, sentido común etc.; por otra parte un “alejamiento” que implica al orden de lo real y al orden de lo simbólico (la palabra “caballo” no relincha).9 De todas maneras, lo que me interesa destacar es que el proceso de conocimiento es un discurso argumentativo y como tal implica procesos lógicos (racionales) y también de significación social; la base de dicha “lógica “ o dicha racionalidad (en la edad de R.) parte de elementos muy simples tales como lo igual y lo diferente (donde lo más probable es que lo diferente constituya la anomalía, en relación al estado de indiferenciación inicial del sujeto con el medio y por consiguiente el proceso de aprendizaje se presenta como una 8 Wallon ,H.”El papel del otro en la conciencia del yo. En: psicología y educación del niño. Madrid 1987 Ante la duda de que este alejamiento se produzca nosotros podríamos preguntar ¿ qué pasó con el conocimiento de todos los hombres anteriores que vieron moverse un objeto más allá de su impulso pero que tuvimos que esperar que naciera Galileo para que se enunciara el principio de inercia? 9 4 pérdida de la inmediatez del mundo que va a ser recuperado en otro orden: el orden simbólico. ESPACIO Y PERSONA EN EL DISCURSO DE LA ACCION La semiótica estructural se presenta a sí misma como una sintaxis modal que investiga la narrativización de una competencia modalizante.10 La semiótica de las modalidades ha sufrido un importante desarrollo desde que la postulara Greimas, lo que nos permite hablar de un “giro pragmático” en el análisis. Con dicha perspectiva H .Parret11 distingue cuatro tipos de “impacto modal”: A) su lexicalización a través de los verbos auxiliares, modales, tales como querer, poder, saber, deber etc; B) Las modalidades epistémicas y deónticas vinculada a los grados de aserción de los enunciados a las cuales llama subsistema del “modo proposicional”. C) Las actitudes ilocutorias, o actos de habla donde se presentan las intenciones linguísticamente establecidas por el locutor respecto del contenido proposicional y a través de las cuales se expresan la aserción , el pedido, la orden, la interrogación etc. D) las modalizaciones axiológicas que manifiestan subjetividad, racionalidad e intencionalidad. Tal como presenta el problema H. Parret estos cuatro tipos son manifestaciones complementarias de la competencia modalizante. La modalidad es analizada en el discurso como un aspecto de la enunciación. Entendemos por enunciación la puesta en funcionamiento del discurso.12 En el caso del discurso de R. nos interesa en su dimensión significante al margen de toda intención comunicativa (por otra parte difícil de observar en el documento que disponemos). Por esa razón privilegiamos la definición dada por H.Parret en el sentido de que “la teoría del discurso es una teoría de la instancia de enunciación, que es al mismo tiempo e intrínsecamente un efecto de enunciado”. Básicamente esto quiere decir que ese procedimiento de puesta en funcionamiento del discurso (la enunciación) aunque marcada en el discurso nunca aparece enunciada, que la enunciación es un espacio elíptico a ser llenado, repuesto por un esfuerzo de interpretación13 .Este concepto de enunciación tiende inmediatamente a dispersarse en dos direcciones diferentes: la deictización y la modalización Por la deictización los distintos enunciados organizan en los universos 10 En el análisis de las modalidades seguimos en lo fundamantal a A. Greimas en Semántica Estructural. Parret, H. Semiótica y pragmática. 12 Fenómeno profundamente analizado en el nivel de los discursos verbales, es uno de los ejes del estudio de la comunicación. 13 Ver M .I. Filinich, La Enunciación 11 5 discursivos las personas, el tiempo y el espacio: en su lexicalización “yo” es siempre el agente del discurso, “acá” es el espacio por “yo” ocupado, “ahora” es el presente discursivo, el tiempo de la enunciación a partir del cual se organizan el futuro y el pasado. Es decir que se trata de palabras que carecen de una referencialidad completa fuera de la instancia de enunciación. Se trata, en términos peirceanos de símbolos (como lo son todas las palabras) pero también de índices es decir de signos que contienen un elemento de la situación, algún vínculo con lo real: “tu” puede ser eventualmente cualquier persona del mundo, pero en la instancia de discurso es sólo aquella persona a quien especialmente le dirijo la palabra, acá cualquier lugar del universo a condición de que sea el espacio ocupado por el locutor. En el nivel narrativo la acción de R. puede ser analizada en seis programas narrativos de uso que implican distintas manipulaciones sobre el objeto segmentadas a partir de los cambios emotivos expresados corporalmente (agitación de brazos y piernas, mirada concentrada, toma de distancia respecto del objeto irguiendo el torso, estirando los brazos etc.). Planteados de manera sumamente esquemática el despliegue de dichos programas narrativos de uso implican: 1)el sujeto empuja el objeto haciéndolo pivotar para tomarlo de un extremo 2) hace rodar hacia sí el objeto hasta que lo suelta y el mismo sigue girando; 3) empuja el objeto alejándolo 4)voltea el objeto que aparece en posición vertical y lo trae hacia si girándolo con la palma de la mano; 5)toma el objeto de un extremo y lo suelta 6) toma el objeto para aproximarlo a su rostro En el despliegue de la acción quedan comprometidos desde nuestro punto de vista: el sujeto (como agente), el objeto con sus peculiaridades de forma, (tamaño, posición) y estado (movimiento, reposo) y la relación entre ambos, como un tercero.En la relación agente-objeto se articulan la construcción del espacio con eje en el agente, la causalidad (que determina la condición de agente) etc. Es decir que se trata de una acción sumamente compleja que trasciende sobre el plano cognitivo, según lo expresan las reacciones emotivas que interrumpen las operaciones sobre el objeto expresando la sorpresa, la atención, la alegría etc. El eje temporal como condición inherente a la experiencia no genera reacciones observables ¿Qué registros de la temporalidad ocurren en el sujeto? no estamos por el momento en condiciones de abordarlo, salvo por lo que sería la reversión del tiempo sobre 6 el espacio: como observadores sabemos que dos posiciones distintas de un objeto en el espacio implican una consumición de tiempo, un antes y un después, que hasta donde nosotros alcanzamos a ver en el sujeto son un aquí y allá. 14 Es decir que si desde nuestra perspectiva el ser se encuentra lanzado en el tiempo, más allá de sus posibles registros por parte del sujeto en cuestión, si tomamos en cuenta las operaciones espaciales, más allá de la intervención de algún elemento azaroso, hay intencionalidad por parte del sujeto, causalidad, y sobre todo registro de las mutaciones introducidas en el medio a partir de un hacer. Esto se fundamenta sobre todo, en las reacciones de carácter emotivo, que por un lado permiten la segmentación del discurso en distintas secuencias (según el objeto buscado en cada una de ellas) y por otra parte le dan continuidad al discurso en la medida que vuelven a lanzar al sujeto hacia la acción en la búsqueda de la repetición, la constatación y aún la indagación. Por ejemplo: R. necesita volcar el objeto que se encuentra en posición vertical apoyado sobre su cara plana para que el mismo pueda girar como lo había hecho anteriormente. Es decir que la diferenciación entre lo plano y lo curvo surge de la distinción entre dos estados de conciencia que también son opuestos: R. necesita resolver esa contradicción; el objeto no puede girar y no girar a la vez. R. incluye dos sujetos de acción y de conocimiento que dialogan en la misma persona: el primero, sabe, conoce que ese objeto responde a los impulsos de su mano girando; el segundo está constatando que el objeto no gira. El hacer de R., resuelve ese diálogo con una opción superadora: el cambio de posición del objeto permite nuevamente el giro. Y poco importa a los efectos de lo que queremos demostrar si en este caso el cambio de posición del objeto es el resultado de una acción intencional (es decir que el sujeto “recuerda” que el objeto giraba acostado sobre su parte curva) o el resultado del azar. En todo caso, lo que interesa es que de esta manera R. aprendería qué es lo plano y qué lo curvo y de qué elementos dispone en este nivel de desarrollo para ir construyendo su personalidad. 14 Esta relación entre el tiempo y el espacio en la perspectiva del sujeto nos sugiere un conjunto de preguntas y problemas que exceden el alcance de este trabajo, pero en todo caso nos parece de capital importancia poder avanzar en el tema. 7 Cuando nos referíamos anteriormente al hacer de R. como una acción compleja, no nos referíamos a las dificultades que presenta frente al análisis ( que son muchas) sino más bien a su entramado, a su constitución abigarrada por el conjunto de relaciones que dispara: Por una parte , podemos hablar de la construcción opositiva de un YO enfrentado a un NO YO (que sería “el mundo” ).Y esto es así porque el mundo se modifica en la medida que YO es el agente de una serie de transformaciones que se producen en el objeto, que es lo “otro”.(Conviene aquí recordar la etimología de la palabra objeto: “ob- jectum”, lanzado fuera, puesto enfrente). Pero además y simultáneamente las modificaciones que YO introduce en el objeto consisten en una serie de movimientos aferentes y eferentes desde un centro ocupado por YO, una localización, que luego se llamará “acá” en oposición a “allá” Por otra parte YO se vincula al NO-YO no sólo en el espacio sino por las condiciones también opositivas de agente y paciente que remiten a categorías más generales como la causalidad. A propósito, en la secuencia que identificamos como programa narrativo de uso 2 nos encontramos con que el objeto parece tomar autonomía, al seguir girando por efectos de la inercia. Este fenómeno que parece interrumpir la relación causa-efecto expresado en la reacción de sorpresa (cómo no sorprenderse), nos remite a pensar a qué distancia del mundo nos coloca nuestra capacidad de simbolización. 15 En síntesis, lo que hemos podido inferir a partir del discurso de R. y en relación con los procesos cognitivos del sujeto es que se trata de un proceso argumentativo, por lo tanto dialógico (en el sentido de que una cierta variedad de imágenes y operaciones se desplazan unas a otra, se complementan, es decir “dialogan” entre si con mayor o menor vehemencia) a partir de categorías sumamente simples que son constitutivas de la racionalidad (se las podría encuadrar en las “categorías del entendimiento” kantianas : modo, cantidad, causalidad etc.) y que van conformando en la experiencia (con el aporte social del lenguaje) el proceso de deictización que trasciende en la modalización del sujeto a nivel epistemológico (nos referimos al primer impacto modal del que habla H Parret, el que puede ser expresado por los verbos modales poder, saber, etc.) y que nos permitirá una vez obtenida la plena capacidad del lenguaje definir la enunciación como el proceso de apropiación del aparato formal de la lengua, entendiendo por ello el yo, aquí, y ahora, 15 La escritora Graciela Montes en El Corral de La Infancia refiere al hecho de que las palabras nacen pegadas a las cosas y que para ella “vereda” era una palabra con ruido a cadena de bicicleta y uñas pintadas con pétalos de malvón. Tal es el proceso de distanciamiento, de separación, de diferenciación, al que nos conduce la plena adquisición del lenguaje y de conceptualización. 8 (personas espacio y tiempo) del discurso que permiten la emergencia de las modalidades ilocutorias ( tercer impacto de Parret) y de la subjetividad. Sin embargo la espectacularidad de los procesos ligados a la aparición del lenguaje verbal no debe opacar a nuestros ojos la riqueza, complejidad y carácter fundante de la subjetividad de las operaciones mentales ligadas al hacer en las etapas preverbales. 9