UNA MIRADA SOCIO-HISTÓRICA ALTERNATIVA PARA LA FORMACIÓN Y DESARROLLO DE LA CONCIENCIA MORAL, ÉTICA Y CIUDADANA A SOCIO-HISTORICAL LOOK ALTERNATIVE FOR THE FORMATION AND DEVELOPMENT OF MORALS, ETHICS AND CITIZEN AWARENESS M. Sc. Franklin Pimentel-Torres San Cristóbal, República Dominicana E-mail: ptfranklyn@gmail.com RESUMEN En este artículo se toman en cuenta aquellos acontecimientos, situaciones y personajes de la historia nacional de los últimos cinco siglos, que han incidido en la formación y desarrollo de la conciencia moral, ética y ciudadana del pueblo dominicano y de la escuela pública y que pueden convertirse en hechos inspiradores para las prácticas educativas transformadoras, que aportan en la construcción de un modelo social económico y político justo e inclusivo, alternativo al proyecto neoliberal vigente. Se tienen en cuenta también aquellas situaciones que han colaborado a la manipulación de la conciencia social, al servicio de los intereses económico-políticos de una élite económica y política enriquecida. Se toman en cuenta algunos presupuestos necesarios para hacer un acercamiento crítico a la realidad histórica que pueda contribuir a la formación de la conciencia moral, ética y ciudadana. Se hace énfasis en la necesidad de mantener la memoria histórica de aquellos acontecimientos, situaciones y personas que pueden servir de fuentes para el fortalecimiento de la ideología y de las prácticas educativas transformadoras. Se concluye señalando la necesidad fortalecer la formación de la conciencia histórica de las y los estudiantes y sus comunidades educativas, así como de las personas que participan en espacios de formación ético-ciudadana articulados por organizaciones e instituciones de la sociedad civil, para lograr que estos sectores sociales, conscientes y 1 empoderados, puedan colaborar en el proyecto de la construcción de una nueva sociedad dominicana. Palabras claves: conciencia moral, ética, ética ciudadana. Abstract This article takes into account those events, situations and people of Dominican history of the last five centuries, that have influenced the formation and development of conscience, ethics and citizen of the Dominican people and the public school and practices, which can inspiring to become contribute in building a facts transformative educational social model of economic and political fair and inclusive alternative to the current neoliberal project. It also takes into account situations that have contributed to the manipulation of social consciousness in the service of economic and political interests of a rich economic and political elite. They take into account some assumptions needed to make a critical approach to the historical reality that can contribute to the formation of conscience, ethics and citizenship. It emphasizes the need to maintain the historical memory of those events, situations and people that can serve as sources for the strengthening of ideology and transformative educational practices. It concludes by pointing out the need to strengthen the formation of historical consciousness of the students and their educational involved in ethical training and civil society institutions to communities, spaces articulated as well as those by civic organizations achieve these social sectors, aware and empowered, to collaborate on the project of building a new Dominican society. INTRODUCCIÓN En este artículo se toman en cuenta aquellos acontecimientos, situaciones, personajes, que han incidido en la formación y desarrollo de la conciencia moral, ética y ciudadana del pueblo dominicano y de la escuela dominicana y que pueden convertirse en hechos inspiradores de las prácticas educativas transformadoras. Se tienen en cuenta también aquellas situaciones que han colaborado a la 2 domesticación y manipulación de la conciencia social, al servicio de los intereses económico-políticos de una élite enriquecida. Para hacer la periodización histórica se han tenido en cuenta algunos presupuestos: 1. El pueblo originario de la isla tenía una organización social justa y había dividido el territorio de la isla en 5 cacicazgos o regiones. 2. Las potencias europeas, sobre todo España y Francia, introdujeron la división territorial en la isla, exterminaron la población nativa, trajeron esclavos y esclavas de África y crearon las condiciones para el surgimiento de dos pueblos: el haitiano y el dominicano. 3. La creación del territorio de cada pueblo fue el fruto de la lucha de las potencias europeas y, posteriormente, de los líderes y hateros haitianos y dominicanos por el control del territorio de la isla. 4. Cualquier proceso de transformación social dirigido hacia la creación de un nuevo modelo económico y político que se desarrolle en la isla debe contar con el apoyo decidido de los sectores sociales progresistas, tanto haitianos como dominicanos. Para realizar una periodización histórica que sirva de base a la elaboración de una estrategia pedagógica integradora para la formación y el fortalecimiento de la conciencia moral, ética y ciudadana, se agrupan los acontecimientos históricos en tres bloques: a. El período previo a la invasión-colonización europea (6000 a.e.c. a 1492 e.c.) b. Desde la llegada de los invasores-colonizadores a la independencia de las potencias europeas (1492-1804/1865). c. Desde la Independencia de Europa al período neo-colonial, en donde los dos pueblos que comparten el territorio dependen económica y políticamente de los centros imperiales del Norte y de las empresas multinacionales (1804/1865-2008). 3 Se toman en cuenta, en primer lugar a aquellos acontecimientos, situaciones, personales que pueden ser fuentes del pensamiento transformador. Haremos relación también a aquellas situaciones que producen la manipulación de la conciencia. Personas, situaciones históricas y proyectos que han contribuido a la formación de la conciencia moral, ética y ciudadana de las y los estudiantes de la escuela pública dominicana Cuando llegaron los invasores y colonizadores europeos a la isla que los aborígenes llamaban Quisqueya o Haití, ya el pueblo taíno tenía una historia de permanencia y de organización tribal en la isla por más de 2000 años (Cassá. 2006, 96). Sus ancestros habían emigrado a la isla que los colonizadores bautizaron con el nombre de “La Española”, desde la parte norte de Sudamérica, en la actual Venezuela. De acuerdo con estudios modernos la población de la isla, a la llegada de los colonizadores, en 1492, debió oscilar entre 400,000 y 600,000 personas. Sin embargo en 1538, 46 años después, las autoridades coloniales hicieron un censo y sólo había 60,000 indígenas (Moya. 2008, 33.36). Fueron rápidamente exterminados por los colonizadores al obligarlos a trabajar como esclavos/as en la empresa de la búsqueda de oro. La organización del pueblo taíno era predominantemente comunitaria; en donde los bienes eran repartidos según las necesidades de la población. Tenían una organización comunitaria del trabajo para satisfacer las necesidades de sus familias y tribus (Martínez. 2003, 14-15). Los europeos invasores destruyeron la sociedad comunal e impusieron la institución de la propiedad privada (Bosch. 2005,15), con lo cual les obligaron a trabajar para satisfacer las necesidades de la monarquía española y de sus generales y militares de alto rango. Es necesario destacar el papel desarrollado en la defensa de las y los indígenas por la primera comunidad de la congregación religiosa dominica que llegó a la isla. Esto se dio al mismo tiempo que otros grupos religiosos servían de soporte ideológico a la colonización española y al maltrato de las y los indígenas. En esta comunidad cabe destacar el papel jugado por los frailes Pedro de Córdoba, 4 director de la comunidad, y Antonio Montesino, quien fue el portavoz de la comunidad en el famoso sermón de adviento de Diciembre del 1511. Ha sido el historiador Bartolomé de las Casas, que de encomendero se convirtió en defensor de la causa indígena, quien nos narra lo que sucedió aquella mañana de diciembre de 1511, en una celebración dominical en donde se encontraban las autoridades coloniales: “Llegado el domingo y a la hora de predicar, subió en el púlpito el susodicho padre fray Antonio Montesino… para os dar a cognoscer me he sobido aquí, yo que soy la voz de Cristo en el desierto desta isla, y por tanto, conviene que con atención, no cualquiera, sino con todo vuestro corazón y con todos vuestros sentidos, la oigáis; la cual voz os será la más nueva que nunca oísteis, la más áspera y dura y más espantable y peligrosa que jamás pensasteis oír. Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y la tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas; donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir otro cada día? (…) ¿Estos no son seres humanos? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? (citado por Campos. 2008,79-80). Desde el principio de la colonización hubo resistencia indígena y negra a la explotación de los colonizadores. El inicio de la colonización se puede citar la reacción del cacique Canoabo ante los abusos de los invasores europeos, al mandar a quemar el fuerte de la Navidad que había hecho construir el jefe de la operación colonizadora, Cristóbal Colón (Franco 2008, 32) y la sublevación del Cacique Enriquillo, entre 1518-1519, en el suroeste del país (Franco 2008, 57). 5 En esa actividad participaron juntos los indígenas y los negros esclavos escapados de las plantaciones (Moya 2008, 122). La isla Quisqueya o Haití fue el principal centro de esclavitud en el Caribe. Desde el principio del siglo XVI hay comercio de esclavas y esclavos negros, siendo el siglo 18 el de mayor auge del comercio esclavista. En 1789, por ejemplo, había en la colonia francesa de Saint Domingue unos 452,000 esclavos y esclavas. La población blanca era apenas unas 38,826 personas (Moya 2008, 68). La mayor parte de esta población trabajaba en las plantaciones de caña de azúcar, que comenzó a funcionar desde los primeros años de la colonización (Franco 2008, 67). Los negros y negras, traídos a nuestra la isla desde África, a principios del siglo 16, no sólo se fugaban de las plantaciones en donde eran sometidos y sometidas a trabajos forzados, sino que buscaron la manera de organizarse en espacios de libertad que se llamaron palenques, kilombos o manieles, en donde vivían de acuerdo a sus propias normas y reproducían, de alguna manera, el estilo de vida de sus tribus africanas de origen (Franco 2008, 70-71). En 1542 había, en la parte occidental de la isla entre 2000 y 3000 esclavos negros alzados (Moya. 2001, 78). Algunos de esos palenques fueron destruidos por los ejércitos de los amos, pero otros lograron resistir, permanecer y desarrollarse como comunidades autónomas, sembrando las bases para la integración de la población negra en la isla como actores políticos y se proyectaron significativamente en el devenir histórico de la creación de los dos pueblos de la isla. La construcción de dos proyectos de naciones liberadas del coloniaje francés y español En 1791 comienza la rebelión de las y los esclavos de la colonia francesa de la parte occidental de la isla. A medida que el movimiento emancipador iba tomando fuerza los franceses se ven en la obligación de declarar, teóricamente, la abolición de la esclavitud en 1793. En esto influyeron los principios de igualdad y fraternidad proclamados en la revolución francesa (Franco 1981, 11). 6 Por el tratado de Basilea, realizado entre Francia y España en 1795, toda la isla pasa a ser colonia francesa. A partir de 1798 se fortalece la rebelión de negros, negras y mulatos contra los colonizadores blancos y sus sirvientes. Se destacan varios líderes negros, entre ellos Toussaint Louverture y Jean Jacques Dessalines. El 1 de enero del 1804 se proclama la independencia de la parte occidental de la isla, lo que se llamó Haití, del imperio Francés. La inmensa mayoría de la población negra y mulata, temerosa del retorno al antiguo orden esclavista, veía en el gobierno haitiano la garantía de su libertad (Franco 1981, 479). El nuevo Estado puso en vigencia su propia constitución, que había sido elaborada en 1801, en la que quedaba abolida la esclavitud y se repartían las tierras de los amos entre las personas libertas que antes habían sido esclavos y esclavas. En este sentido señala el historiador F. Franco, refiriéndose a la constitución haitiana: “Esta Constitución, promulgada el 8 de julio de 1801, fue la primera en el mundo que condenaba abiertamente la esclavitud y la servidumbre, y se pronunciaba contra la desigualdad racial.” (Franco. 2008, 148). J. P. Duarte, considerado el principal ideólogo de la creación de una nación diferente a la haitiana, en la parte oriental de la isla, reconoció la capacidad de lucha del pueblo haitiano: “Yo admiro al pueblo haitiano desde el momento en que, recorriendo las páginas de su historia, lo encuentro luchando desesperadamente contra poderes excesivamente superiores, y veo cómo los vence y cómo sale de la triste condición de esclavo para constituirse en nación libre e independiente. Le reconozco poseedor de dos virtudes eminentes: el amor a la libertad y el valor” (Miniño. 2000, 45). El gobierno haitiano tomó control de la parte occidental de la isla desde 1822 hasta 1844. El grupo que presentó mayor resistencia al gobierno haitiano fueron los criollos independentistas, que fundaron la sociedad secreta la Trinitaria, una organización que buscaba separar el territorio oriental de la isla del gobierno haitiano y construir un proyecto de nación independiente, que llamaron República Dominicana. Ese grupo estaba liderado por Juan Pablo Duarte, hijo de padre 7 español, que logró articular en el movimiento a un grupo de jóvenes sobre todo de la ciudad de Santo Domingo. Ese grupo logró el apoyo del grupo de los hateros conservadores, liderados por un caudillo de la región Este: Pedro Santana. Los Trinitarios aprovecharon la circunstancia de la debilidad del gobierno de Jean Pierre Boyer para fortalecer y desarrollar el movimiento de separación del gobierno haitiano. Al ser derrocado el gobernante haitiano, J.P. Boyer, en 1843, se presentó la oportunidad esperada para proclamar la separación del control del gobierno haitiano de la parte occidental de la isla. Entonces se dio la coyuntura histórica oportuna para que los trinitarios separatistas proclamasen la separación de Haití y diseñaran las estrategias adecuadas para construir un proyecto social, económico y político en la parte oriental de la isla que se llamaría “República Dominicana”. El 16 de julio de 1838, J. P. Duarte y un grupo de jóvenes se reunieron con la intención de hacer el juramento que les comprometía a trabajar en la creación del nuevo proyecto político. El juramento decía así: “En nombre de la Santísima y Augustísima e indivisible Trinidad de Dios omnipotente; juro y prometo, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una República libre y soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules, atravesados por una cruz blanca. Mientras tanto, seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales: Dios, Patria y Libertad. Así lo prometo ante Dios y el mundo. Si lo hago, Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta y mis consorcios me castiguen el perjurio y la traición, si los vendo” (Miniño. 2000, 19). El grupo liberal de Los Trinitarios, cuyo principal ideólogo fue Juan Pablo Duarte 1, logró redactar la primera constitución liberal de la historia dominicana. Dicha constitución fue promulgada el 6 de noviembre de 1844 (Franco. 2008, 212). Y aunque el día 27 de febrero de cada año se celebra la independencia nacional, 1 Juan Pablo Duarte fue un criollo, hijo de padre español y madre criolla, de la ciudad de Santo Domingo, que se convirtió en el principal ideólogo del proyecto de la creación de un nuevo estado político en la isla que luego se llamó República Dominicana. 8 podemos señalar que no se trata de una real independencia, sino de una separación del gobierno haitiano, lo cual permitió que se fueran poniendo las bases para la articulación del proyecto de otro estado, diferente al haitiano, en la isla. El movimiento que propugnó por la separación de la parte oriental de la isla del Estado Haitiano, en el que participaron aliados los liberales trinitarios y los conservadores hateros liderados por Pedro Santana, fue utilizado por éstos últimos para implantar su hegemonía de grupo. Como consecuencia de ello persiguieron a los trinitarios; a unos los asesinaron y a otros los deportaron del país. De hecho, el ideólogo del movimiento, J.P. Duarte, tuvo que exiliarse en Venezuela por 20 largos años: 1844-1864 (Franco. 2008, 210). En 1861, Pedro Santana, hatero de la parte oriental de la isla, que fue varias veces presidente de la República, anexa el país al imperio español. Con esto la parte oriental de la isla se convierte nuevamente en colonia española. Las reglas de juego de la colonia impuesta por España motivó a las y los patriotas dominicanos a unirse para realizar una guerra de guerrilla durante dos años (18631865) que culminó con la derrota y la retirada del ejército español. El principal líder de este movimiento fue Gregorio Luperón, un negro, originario de Puerto Plata, quien quería liberar al país del gobierno de los conservadores, que “Niegan la posibilidad de la patria y tienen manos sobornables” (Franco. 2001, 204. 170). Aunque a esta empresa se le suele llamar “La Restauración”, se trata de la verdadera independencia nacional. Un elemento importante a destacar en estas luchas fue la participación conjunta de las y los negros dominicanos y haitianos, para de alguna manera impedir que de nuevo se volviera a imponer la esclavitud en la isla. El movimiento independentista, liderado por el partido liberal, el partido azul, logró tomar el poder, aunque por breves períodos. El historiador y sociólogo dominicano F. Franco señala: “La guerra de la Restauración fue un acontecimiento de profundas raíces populares que originó un viraje en el ordenamiento de las fuerzas 9 que tradicionalmente habían controlado el poder político del país desde 1844” (Franco. 2008, 289). El movimiento azul puso en vigor la constitución de 1858, una de las cartas magnas más progresistas que habían regido la joven república hasta ese momento (Franco 2008, 277). La política de Estado de los gobiernos azules tuvo diferencias significativas con la de los grupos conservadores, quienes detentaron el poder en la mayor parte de la historia republicana (Franco. 2001, 205). No obstante, uno de los líderes azules, Ulises Heureaux se convirtió en dictador (1887-1899), traicionando la causa del partido progresista azul y la causa independentista (Cassá. 2004, 162-171). La Escuela Normal Hostosiana: promotora de la conciencia ética nacional En 1880 llegó al país el educador de origen puertorriqueño Eugenio María de Hostos, quien fundó la Escuela Normal en donde se formaron muchos de los jóvenes que luego aportarían una contribución significativa a la vida social y política del país. El 14 de febrero de 1880 se iniciaba la inscripción de estudiantes para la escuela normal. La Escuela Normal nace en la coyuntura política del gobierno liberal del partido azul, liderado por el líder independentista Gregorio Luperón (Castro. 1998, 1879). Hostos permanece en el país de 1880-1888, cuando se ve obligado a salir por la persecución desatada contra él por el dictador U. Heureaux. Regresaría al país después de la muerte del dictador, el 6 de enero de 1900. Eugenio Ma. De Hostos contó con la colaboración de un número significativo de educadoras y educadores dominicanos y con la especial colaboración de la educadora y poetisa Salomé Ureña, quien fungió como directora del Instituto de señoritas, en donde se formaron algunas de las educadoras más prominentes del país. Las clases comenzaron el 3 de noviembre de 1881. Refiriéndose a la labor educativa desarrollada por la educadora Salomé Ureña afirmó el maestro Hostos: “Naturalmente, no había de ser una maestra vulgar, y 10 tomó sobre sus hombros la tarea de ayudar a la reforma de la enseñanza que entonces se estaba efectuando con grandes penalidades del reformador. La reforma de la enseñanza aplicada a la de la mujer, dio útil y fructuosa ocupación a aquella alma tan ansiosa de bien para sus semejantes. Gracias a la sinceridad de su enseñanza y el cariño realmente maternal con que trataba a sus discípulas, formó un discipulado tan adicto a ella y a sus doctrinas, que bien puede asegurarse que nunca, en parte alguna y en tan poco tiempo, se ha logrado reaccionar de una manera tan eficaz contra la mala educación tradicional de la mujer en nuestra América latina, y formar un grupo de mujeres más inteligentes, mejor instruidas y más dueñas de sí mismas, a la par que mejor conocedoras del destino de la mujer en la sociedad.” (Castro. 1998, 111). La Escuela Normal se convirtió en un centro de formación ético-política en donde se proponía una forma responsable y comprometida de hacer política pública. Por eso afirmó el maestro Hostos: “La política que buscamos es una política al revés de la enseñada por el coloniaje. En vez de encaminarla al poder político, se encamina al poder social; en vez de buscar el dominio de todos y todas por una persona, busca el dominio de cada persona por sí mismo, por sí misma; en vez de afanarse por fabricar partidos en el aire, se desvive por cimentar en la conciencia de la triste patria la noción de sus derechos, el conocimiento de sus deberes y el reconocimiento de sus responsabilidades.” (citado por Villarini. 2005, 26). La Escuela Normal para varones y el Instituto para Señoritas fueron la experiencia educativa más significativa del siglo XIX en la República Dominicana y sentó las bases para esa corriente formadora de conciencia crítica y promotora de un compromiso ético-ciudadano que se llamó el “hostosismo pedagógico”, que sigue manteniendo sus influencias positivas hasta el día de hoy en la educación dominicana. Luces y aportes significativos en la época trujillo-balaguerista (1930-1996) Durante la era de la dictadura de Rafael L. Trujillo (1930-1961) se desarrolló un gobierno represivo, que acaparó las riquezas en manos del dictador, su familia y 11 sus allegados. En ese contexto tenemos la indignación ética de grupos, familias y personas que se vieron involucrados en movimientos de resistencia a la tiranía. Uno de los ejemplos más significativos fue el de las hermanas Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa, que junto a sus maridos formaron parte de un movimiento político –llamado 14 de Junio- que fue creando las bases para la oposición consciente y organizada a la dictadura trujillista y la elaboración de una propuesta concreta para crear un nuevo sistema económico y político en la República Dominicana fundamentado en la justicia social, en la equidad, en la solidaridad y en el reparto equitativo de los bienes y de las riquezas. Las hermanas Mirabal fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960, en un supuesto accidente de carretera cuando regresaban de la ciudad de Puerto Plata, en donde fueron a visitar a sus maridos, que estaban presos por su militancia antitrujillista y por su participación decidida en el movimiento 14 de junio, que buscaba el derrocamiento de la dictadura. Las hermanas Mirabal se han constituido en el símbolo nacional de la lucha social contra toda opresión y de propuesta ético-política transformadora, orientada hacia la creación de una sociedad justa, inclusiva y democrática. El 30 de mayo de 1961 el tirano Rafael L. Trujillo, que había gobernado al país de forma dictatorial y déspota por 30 largos años (1930-1961), es ajusticiado y comenzó a raíz de esos acontecimientos un período de inestabilidad política en el país. En diciembre de 1962 se organizan las primeras elecciones verdaderamente libres del siglo XX en República Dominicana. Dichas elecciones son ganadas por el liberal Juan Bosch, perteneciente al Partido Revolucionario Dominicana, un partido anti-trujillista que había sido creado en La Habana, Cuba, en 1937, por dominicanos exiliados de la dictadura trujillista. “El gobierno de Bosch propuso una serie de reformas sociales de corte liberal que buscaba una repartición más equitativa de las riquezas del país. Se proclamó una nueva constitución considerada como la constitución más democrática de la historia dominicana. Afirmó que mientras él estuviese en el gobierno no perecería 12 la libertad en la República Dominicana. Y aunque Bosch sólo pudo gobernar 7 meses, pues recibió un golpe de estado liderado por los militares conservadores, con el apoyo de la burguesía, la embajada norteamericana y sectores de la jerarquía católica, la propuesta de ese gobierno ha permanecido en la historia nacional como el intento más serio por crear un Estado al servicio de las grandes mayorías nacionales empobrecidas y excluidas y no al servicio de los grupos élites como había sido hasta entonces la norma de la política.” (Franco. 2008, 615-616). En 1965 se desató la guerra civil entre los que querían que se repusiera el gobierno de Bosch y la constitución de 1963, que había sido anulada por un gobierno de triunviros y el sector conservador liderado por un grupo de militares golpistas. En 1965 hubo un intento de reinstalar el gobierno de Bosch y la constitución del 1963. Sin embargo la invasión inesperada de 40,000 soldados norteamericanos, el 28 de abril del 1965, rompió la correlación de fuerzas entre los combatientes constitucionalistas que apoyaban la vuelta de Bosch y los militares que defendían los intereses de los grupos dominantes, de corte conservador. Entre las personas que se destacaron en los años 70 por su compromiso en la lucha de la defensa de la tierra de los grupos campesinos está Florinda Soriano – llamada por la comunidad “Mamá Tingó”. Fue una líder campesina de la región de Yamasá, en la provincia Monte Plata. Mamá Tingó estuvo integrada en la Federación de Luchas Agrarias Cristianas –FEDELAC-Como consecuencia de su lucha, tuvo que enfrentar al terrateniente Pablo Díaz, quien le quería quitar la tierra en donde nacieron un número significativo de sus familiares y ancestros. Mamá Tingó murió asesinada en el periodo conocido como “los 12 años del gobierno de Joaquín Balaguer” (1966-1978), el 1 de noviembre de 1974, en Gualey Hato Viejo, Yamasá, prov. Monte Planta. Murió a manos de Ernesto Díaz, capataz al servicio del amo latifundista, quien la asesinó después de que ella interpusiera una querella en contra del terrateniente Pablo Díaz. A la hora de su muerte tenía 53 años de edad. La lucha y la memoria de Mamá Tingó se han convertido en un símbolo de la lucha campesina por la tierra y por hacer valer los derechos de las comunidades 13 rurales a una vida digna. Por eso hoy siguen cantando los campesinos y las campesinas, organizadas en federaciones defensoras de los derechos de las personas que viven en ambientes rurales, la salve 2 a Mamá Tingó: “Sí, Señor. Óiganme esta salve que canto yo. No me dejen sola, suban la voz. Dijo en Hato Viejo doña Tingó. No me dejen sola, que suba el sol. Tenemos la salve, falta el arroz. No tenemos tierra, pero hay valor, en Yamasá dijo, Mamá Tingó. Agarre la mocha, suban la voz, que la tierra es mucha, dijo Tingó. En el campo entero se oye una voz: ¡A seguir la lucha, Mamá Tingó! En el campo entero se oye una voz, ¡hay que hacer la tumba a Doña Tingó!” (Tomado del cancionero popular, “Cantos del Pueblo para el Pueblo”, Pág.238). En la historia nacional de las últimas décadas ha habido periodistas –hombres y mujeres- comprometidos y comprometidas con la transformación de la realidad socio-política del país. Dos comunicadores que se destacaron por su compromiso social, en la segunda mitad del siglo pasado, fueron Orlando Martínez y Narciso González, ambos asesinados por los esbirros del déspota Joaquín Balaguer, quien gobernó al país durante 22 años, en el período posterior a la dictadura y quien ha impuesto su herencia y su estilo de gobernar fundamentado en la corrupción, el privilegio de las clases dominantes y la aplicación de la convicción de que el fin justifica cualquier medio. Orlando Martínez en su columna “El Microscopio”, en el periódico El Nacional, denunciaba continuamente los atropellos que se cometían en el gobierno de los 12 años de Balaguer (1966-1978). Se convirtió en un constante llamado a la conciencia nacional. El régimen balaguerista decidió callar la voz de Orlando. Fue a raíz de aquel artículo titulado “¿Por qué no doctor Balaguer?”, publicado en El Nacional de Ahora el 25 de febrero de 1975, cuando se reactivó persistentemente el operativo para matarlo. Orlando Martínez fue asesinado por militares del régimen déspota de J. Balaguer el 17 de marzo de 1975. Hoy están prisioneros los actores materiales del asesinato, pero no así los autores intelectuales. 2 La salve es un canto popular del campesinado dominicano. 14 En resumen se puede señalar que todos estos acontecimientos, personas, e instituciones, señaladas más arriba, han contribuido con la formación y desarrollo de la conciencia moral, ética y ciudadana que mantiene una minoría de militantes comprometidos que hacen vida comunitaria comprometida en la geografía nacional, y en la isla entera. En la formación de este liderazgo social han influido considerablemente algunos centros educativos y algunos proyectos de formación y educación popular promovidos por organizaciones e instituciones al servicio de las comunidades. Personas, instituciones y procesos históricos que han contribuido a la formación de la conciencia dominada al servicio de los intereses de los sectores enriquecidos y opresores Se señalan a continuación algunos acontecimientos, personas e ideologías que han colaborado con la formación de una conciencia ingenua, mágica, manipulada. Los efectos de ese adoctrinamiento ideológico tienen sus repercusiones negativas en la actual situación social, ecológica, económica, política y cultural de la sociedad dominicana. El tiempo del coloniaje y la sustentación ideo-política de la esclavitud A partir de octubre del 1492 se inicia el proceso de invasión y colonización europea del territorio llamado por los pueblos originarios de la isla, Quisqueya o Haití. La invasión comenzó con el imperio español, luego siguieron los franceses, los ingleses, los holandeses… hasta disputarse entre los imperios el control de la isla. Una primera justificación ideológica que algunos sectores siguen repitiendo hasta el día de hoy es que la isla fue “descubierta” y no colonizada. Y así hablan de “encuentro de culturas” y definen a República Dominicana como parte de los pueblos “iberoamericanos”. 15 Uno de los soportes ideológicos más significativos de la colonización europea provino de la religión de los colonizadores: el cristianismo español y francés, de corte monárquico y opresor. Se trataba de un cristianismo de corte constantiniano,3 que había perdido su identidad, que había sido recuperado y domesticado por los sectores monárquicos, alejándose así del proyecto propuesto y de las prácticas educativas y solidarias de Jesús de Nazaret. De hecho cuando llegaron a nuestra tierra los colonizadores plantaron una cruz, como símbolo de posesión de las tierras invadidas, en nombre del “rey de los reyes” de los “imperios cristianos”, el Papa de Roma. La argumentación ideológica era muy simple. El imperio español creía en una divinidad que había sido la creadora del mundo. Esa divinidad monárquica tenía como lugarteniente al Papa de Roma. Este personaje, para mantener su poder y su hegemonía, había hecho alianza con los reyes llamados “católicos” de España, y de otros países europeos. Y como el Papa era el representante de la divinidad creadora y dueña del mundo, entonces les concedía el poder del dominio y la explotación de las riquezas de las tierras invadidas. Junto a los colonizadores vinieron los ministros de las diversas congregaciones cristianas: mercedarios, dominicos, jesuitas…, la mayor parte de las cuales fueron aliados del sistema opresor de las encomiendas, con la honrosa excepción de la comunidad de los padres dominicanos, quienes asumieron la defensa de la población indígena maltratada. Estos grupos se encargaron de adoctrinar a las y los nativos, obligándoles a convertirse al cristianismo, la religión de las y los invasores. Por eso señala el poeta chileno P. Neruda, con mucha lucidez, que “los indios vivos se convirtieron en cristianos muertos.” A finales del siglo 18 y principios del s. XIX se desarrollan en la isla movimientos de liberación de la población negra en la parte occidental de la isla, y el movimiento de los criollos, hijos e hijas de españoles nacidos en territorio de la isla, por tomar control del poder, ante la debilidad mostrada por los imperios 3 El cristianismo, que fue una religión perseguida por el imperio romano en los primeros siglos, fue declarada la religión imperial por el emperador Constantino a principios del siglo cuarto de nuestra era (314). De esta manera, el cristianismo perdió su identidad como religión de los grupos excluidos y de los sectores empobrecidos, para convertirse en la religión oficial, liderada y controlada por los sectores del poder económico-político y religioso. 16 español y francés y por la influencia que ejerció en la isla la llamada revolución francesa (1789-1799) con su proclama de “igualdad, libertad y fraternidad.” La escuela del siglo XIX en la isla, tanto en la parte oriental (lo que hoy es Rep. Dominicana) como en la parte occidental (lo que hoy es el territorio haitiano) reprodujo la ideología de los nuevos amos que tomaron el poder económico y político. En la parte occidental la de los líderes negros, auto-llamadores “emperadores” y en la parte oriental, los líderes hateros, que abortaron el proyecto educativo progresista y renovador de los trinitarios, liderados por J. P. Duarte. En síntesis, se puede afirmar, que los criollos y nativos, una vez que tomaron el poder, reprodujeron el mismo sistema de opresión y de represión ideológica que habían mantenido tanto el imperio español como el imperio francés. Proyectos autocráticos y el control ideológico de la escuela pública En 1880 se había formado la Escuela Normal de formación de estudiantes. Dicha escuela, fundada por el educador boricua y antillanista E. M. de Hostos, en tiempos que era presidente G. Luperón, líder del partido progresista y del movimiento político que lideró el proyecto independentista de imperio español. Junto a la escuela normal para la formación de los varones, se creó su homóloga, para las mujeres. Se llamó el Instituto de Señoritas, liderada por la educadora y poetisa Salomé Ureña. El gobierno de U. Heureaux, apodado “Lilís”, determinó la clausura de la Escuela Normal, porque sus planteamientos ideológicos entraron en confrontación con los soportes ideológicos del proyecto dictatorial que encabezaba el líder del partido azul, que de progresista se convirtió en conservador y en dictador. Los planteamientos de la Escuela Normal entraban también en contradicción con la escuela liderada por sectores de la Iglesia católica, ideológicamente cercana a los diferentes sectores de la derecha política conservadora. 17 Más adelante, en el tiempo de la invasión norteamericana, se crearon las bases para la articulación del sistema de educación pública nacional. Naturalmente, esta escuela respondía a las orientaciones ideológicas del ejército invasor. La invasión estadounidense creó las condiciones para la llegada de la sangrienta dictadura de Rafael L. Trujillo Molina (1930-1961). La escuela sirvió de soporte ideológico para el mantenimiento de la dictadura. La orientación de la escuela post-trujillista y post balaguerista4, con la excepción del gobierno efímero de 7 meses de J. Bosch (1963), ha seguido reproduciendo una ideología dominante manipuladora de la conciencia nacional, al servicio de los intereses de las élites económicas, políticas y religiosas, aunque en el discurso oficial se hable de formar personas conscientes, críticas, participativas. La ideología anti-haitiana. La interpretación de la historia de la relación entre los pueblos del este y el pueblo del oeste de la isla ha servido de base para crear en la mentalidad de la población dominicana en general, y en particular en los grupos del poder dominante, un sistema de animadversión hacia el pueblo haitiano. Esto fue fortalecido de una manera especial en la etapa de la dictadura trujillista y durante los gobiernos balagueristas del post-trujillismo. Ese sentimiento de desvalorización del pueblo del oeste, y de violación de sus derechos por parte de sectores de poder del este de la isla, tuvo su momento álgido con ocasión de la masiva matanza de haitianos decretada y ejecutada durante la tiranía trujillista (1937). En la educación que reciben los niños y las niñas en la escuela dominicana se ha ido introduciendo ese sentimiento antihaitiano. Esto se hace desde el hogar y también desde la escuela, pues los textos que se utilizan tienen una visión de la historia claramente antihaitiana. La dictadura trujillista tuvo varios intelectuales que se encargaron de fortalecer el sentimiento anti-haitiano en la población dominicana y en la orientación de los 4 Joaquín Balaguer Ricardo fue unos de los funcionarios más identificados con la ideología y las prácticas opresoras de la dictadura trujillista desde los años 30. A la hora del asesinato del dictador (30 de mayo del 1961) fungía como presidente “títere” del país. En la era post-trujillista fue presidente de facto por 6 períodos y por 22 largos años (1961.1966-1978; 1986-1996). 18 currícula educativos tanto a nivel de la escuela básica, media y también en el nivel universitario. E. Balcácer, intelectual al servicio de la dictadura trujillista se refiere de esta manera a la relación histórica entre dominicanos y haitianos: “Desde el 1801, fecha de la primera invasión depredatoria de Toussaint hasta el 1861, transcurrieron sesenta años cabales en los que sólo al conjuro de la amenaza haitiana años lográbamos movernos los dominicanos. La historia de estos sesenta nos llenó de espanto y nos entristeció el alma para siempre. Nunca alcanzaremos librarnos de los complejos que sembró en nuestro temperamento colectivo el fenómeno social de la libertad haitiana. El drama de libertad en Haití lo deploramos los dominicanos como interminable drama de opresión y de esclavitud en nuestro país, y por qué no pueden coincidir los historiadores dominicanos con los haitianos cuando, en símil no muy feliz, personifican en Toussaint-Louverture a la libertad, en Dessalines a la igualdad y a Petión a la Fraternidad. Si el pueblo dominicano vive hoy al amparo de un régimen institucional democrático y libre se lo debe antes que a ningún otra cosa al fracaso de los propósitos discriminatorios y esclavizantes de aquellos personajes haitianos. Su influencia entre nosotros nunca fue de libertad, ni de igualdad ni de de fraternidad.” (Balcácer. 1989, 354-355). La ideología anti-comunista. La ideología anti-comunista se desarrolla sobre todo al interior de la dictadura trujillista y de los gobiernos post-trujillistas de J. Balaguer. Se concibe la ideología comunista, con su propuesta de nacionalización de la propiedad privada, como un atentado a la “democracia”, y a los principios éticos “occidentales y cristianos”. Esa ideología anti-comunista se fortalece sobre todo a partir del triunfo de la revolución cubana y la implementación en el Caribe de una propuesta de sociedad alternativa al proyecto capitalista concentrador de las riquezas en pocas manos y generador de pobreza, miseria y opresión de las mayorías populares. 19 Esta ideología anti-comunista estuvo fortalecida por la tensión entre los imperios del este y del oeste, entre el imperio norteamericano y al antiguo imperio del Este, liderado por Rusia. La persecución y asesinato de los líderes juveniles, populares y comunitarios. La influencia de la ideología conservadora no se quedaba en el ámbito de las ideas, sino que las dictaduras, tanto de R.L. Trujillo, como de J. Balaguer, perseguían a quienes mantenían una ideología diferente a la oficial y asesinaban impunemente a los líderes populares que se oponían a sus proyectos de dominación. Durante los 12 años del gobierno despótico de J. Balaguer se asesinaron muchos líderes juveniles, lo cual ha creado un vacío de liderazgo en la generación nacida entre los años 50. Entre esos líderes asesinados podemos señalar a Orlando Martínez, Amin Abel, Sagrario Díaz, Mamá Tingó, entre otros y otras. El fortalecimiento de las ideologías y las prácticas neoliberales excluyentes En la historia post-trujillista han gobernado el país tres partidos políticos: los gobiernos del Partido Reformista Social Cristiano, los del Partido Revolucionario Dominicano y los del Partido de la Liberación Dominicana. Con la excepción del gobierno efímero de siete meses de Juan Bosch (1963) los gobiernos han estado al servicio de un proyecto de exclusión social y concentración de la riqueza nacional en pocas manos. Dichos gobiernos han ejercido la manipulación de la opinión pública para presentarse como “democráticos”, “justos”, “modernos”, “progresistas”, “revolucionarios” y “liberadores”. Tanto el Partido Revolucionario Dominicano, como el Partido de Liberación Dominicana abandonaron sus principios fundadores para integrarse a la escuela neo-liberal y realizar gobiernos al servicio de los intereses transnacionales y de los sectores minoritarios y enriquecidos de la sociedad, convirtiéndose en herederos de la tradición conservadora fortalecida en la época trujillo-balaguerista (19301966). Los proyectos de educación promovidos en esos gobiernos –incluidos los llamados planes decenales de educación- aunque en teoría promueven una 20 educación para formar personas críticas, responsables, activas, en la práctica ejercen una manipulación ideológica al servicio de los intereses de los grupos dominantes, al promover una visión reformista, y no transformadora, de la realidad social. Uno de los elementos básicos de todo proyecto de formación ético-política en el contexto de nuestro país, es ayudar a generar la conciencia de que es necesario desenmascarar la ideología neoliberal, para descubrirla como una propuesta global de organización social que en definitiva fortalece la postura de las y los opresores, aunque también los deshumaniza, convirtiéndolos en personas sin compasión e incapaces de mirar a la otra persona como un ser humano, y no simplemente como una o un cliente. Esa ideología también se introduce en las conciencias de las y los oprimidos y los pone a vivir en función de los intereses de las y los opresores, de las multinacionales, de los grupos enriquecidos, del negocio de la venta de armas y del narcotráfico. En conclusión, es necesario afirmar que la conciencia moral, ética y ciudadana tiene que ser desarrollada en la escuela dominicana y en otros espacios de formación ligados a las organizaciones comunitarias y populares; por lo tanto, es necesario generar procesos educativos que permitan el desarrollo de la conciencia colectiva y de la conciencia personal y grupal que puede generar un compromiso ciudadano con la construcción de una sociedad fundamentada en un modelo económico y político, sustentado en los valores de la justicia, la equidad, la inclusión y el reparto equitativo de las riquezas del país. Para esto es necesario situarse críticamente en el marco de una sociedad orientada según los lineamientos del proyecto económico-político neoliberal, que promueve el individualismo, el deterioro de las políticas públicas y la concentración de las riquezas en pocas manos. Por eso es necesario recrear la memoria histórica de los procesos liberadores y al mismo tiempo desenmascarar los proyectos de manipulación de la conciencia social al servicio de los intereses de los grupos dominantes de la sociedad dominicana y de sus aliados de las multinacionales, y del poder imperial al servicio de los intereses de las grandes corporaciones y transnacionales. 21 BIBLIOGRAFÍA: 1. Balcácer, J. D. (comp.). 1989. Manuel Arturo Peña Batlle. Ensayos Históricos. Santo Domingo: Taller. 2. Campos Villalón, L. Pedro de Córdoba. Precursor de una comunidad defensora de la vida. Santo Domingo: MSC. 3. Cassá, R. 1997. Apología de Pedro Francisco Bonó. Santo Domingo: FLACSO. 4. Cassá, R. 2004. 2006. Historia social y económica de la República Dominicana. 2 vols. Santo Domingo: Alfa y Omega. 5. Ceballos, R. 2004. Violencia y comunidad en un mundo globalizado. Estudio sobre la violencia en los barrios empobrecidos de la ciudad de Santo Domingo. Santo Domingo: MSC. 6. 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