INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL XIII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA ALVARO DE MENDAÑA: EL PACÍFICO Y SU DIMENSIÓN HISTÓRICA CICLO DE CONFERENCIAS - DICIEMBRE 1995 CUADERNOS MONOGRÁFICOS DEL INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL - N.° 26 MADRID, 1995 © Instituto de Historia y Cultura Naval, 1996 Impreso en España - Printed in Spain Depósito Legal: M-21603-1996 ISSN: 0212-467-X ÑIPO: 076-95-015-X Imprime: Artes Gráficas Mundorama, S.L. Brezo, 9 - Pol. "El Guijar" - Arganda del Rey (Madrid) La figura de don Alvaro de Mendaña a los cuatrocientos años de su muerte, sigue siendo tema de primera magnitud. Los hechos y hazañas de este adelantado de la Hispanidad en el Pacífico, constituyen uno de los hitos más importantes de la historia patria. La proyección española no se detuvo en América, sino que con gestas como las de Mendaña, Sarmiento, Quirós, y otros esforzados de su tiempo, se prolongó por todos los mares y océanos del mundo. El Instituto de Historia y Cultura Naval, consciente de la dimensión humana y descubridora de Alvaro de Mendaña y su aún vigente poder de convocatoria, programó un seminario con participación de notables investigadores, que durante tres días aproximaron más la figura del adelantado y de su empresa descubridora al mundo de hoy, con aportación de valiosos datos, inéditos o pocos conocidos, de aquel ilustre hombre de tierra adentro, pero que hizo del mar auténtica razón de vida, sin que fuera tampoco olvidada la figura de su mujer doña Isabel de Barreto, su más eficaz colaboradora y sucesora en el man do de tan preclara empresa. Este número monográfico recoge los textos completos de cada una de las ponencias expuestas en el seminario, en la seguridad de haber contribuido con ello, al rendimento de su especial y merecido recuerdo a uno de los navegantes de mayor prestigio y alcance de nuestro siglo XVI. José Ignacio GONZÁLEZ-ALLER HIERRO Almirante Director del Instituto de Historia y Cultura Naval NUEVA ZELANDA DE MENDAÑA (1567-1568) DERROTA VIAJE COMPLETO SUMARIO Págs. Presentación 3 Sobre los orígenes de Alvaro de Mendaña, por Vicente Fernández Vázquez 7 Isabel de Barreto: Una mujer en el Pacífico, por Belén Fernández y Fuentes 15 Tráfico y Navegación en el Pacífico. El Cedulario, por José María Blanco Nuñez 33 Connotaciones españolas en el Pacífico Austral, por Carlos Fernández-Shaw 47 Españoles en las Molucas: Una aproximación histórica, por Leopoldo Stampa 55 Mendaña y Sarmiento: Dos voluntades concordantes, por José Cervera Pery 71 SOBRE LOS ORÍGENES DE ALVARO DE MENDAÑA Vicente FERNÁNDEZ VÁZQUEZ Licenciado en Geografía e Historia En primer lugar quisiera agradecer al Instituto de Historia y Cultura Naval y especialmente a su director, el contralmirante D. J. Ignacio González-Aller, y al director de la Revista de Historia Naval, el coronel Auditor D. José Cervera Pery, la invitación para participar en las XIII Jornadas de Historia Marítima, dedicadas este año a la memoria de Alvaro de Mendaña, en la celebración del cuatrocientos aniversario de su muerte; ya que me permitirá intentar esclarecer uno de los aspectos más oscuros de su vida, el del lugar de su nacimiento, y de este modo hacer justicia tanto a su persona como a la tierra berciana que le vio nacer. Sin duda son muchos los aspectos sobre la vida de Mendaña que esperan una revisión. La personalidad y el carácter de Mendaña, sus conocimientos maríti mos, sus dotes de mando, o muchas de las circunstancias de sus viajes,... son, entre otros, algunos de los aspectos que precisan una revisión; pero en esta ponencia nos centraremos en el título de la misma, a saber: en sus orígenes bercianos y familiares, y ello debido a que considero que es muy difícil desarraigar un error que al menos se ha mantenido durante los cien últimos años, y que aún en estos mismos días, una vez admitido y probado en distintos foros su origen leonés y berciano, sin embargo se sigue ignorando, voluntaria o involuntaria mente (1). Considerado gallego, por la historiografía oficial y oficiosa durante unos cien años, hoy, y al menos desde 1992, estamos en condiciones de esclarecer el lugar de nacimiento de D. Alvaro de Mendaña, Adelantado de las islas Salomón y uno de los últimos grandes descubridores y navegantes de los Mares del Sur, en el último cuarto del siglo xvi. Nunca fueron firmes las bases de tal consideración, ya que únicamente se basaban en el hecho de apellidarse Neira, lo que equivocadamente servía para relacionar su naturaleza con poblaciones, del mismo nombre, en las pro vincias de Lugo y La Coruña. Jiménez de la Espada y Justo Zaragoza, a finales del siglo xix, y en el presente siglo, Pérez-Estella o Landín Carrasco, (1) Sirvan de ejemplo las Jornadas, que en el mismo día de hoy y casi a la misma hora, tie nen lugar en la casa de Galicia, en Madrid, sobre las Aportaciones de los gallegos a la historia y al desarrollo americano, y que se inician con una conferencia sobre Alvaro de Mendaña y el virreinato del Perú, que si bien en la misma invitación se reconoce su origen berciano," según reciente investigación", sin embargo se "utiliza" como gallego al incluir su persona en tales jor nadas. entre otros, aunque con algunas reservas, han venido considerando y mante niendo dicho origen (2). Fue Jiménez de la Espada, quizás, el que con el mito de "los cuatro gallegos" del primer viaje de Mendaña (3), el que en mayor medida haya contribuido a establecer tal origen. A partir de aquí y tras la opinión de J. Zaragoza, quien lo consideraba "posiblemente gallego", en fun ción de llevar en segundo lugar o tercer lugar el apellido Neira (4), su naturaleza gallega llegó a ser admitida por la totalidad de los historiadores que de una forma u otra se acercaron al tema. En 1992, en la revista de Historia "Bierzo", editada por el Archivo de la Basílica de la Encina de Ponferrada, di a conocer por primera vez la naturale za leonesa y berciana de D. Alvaro de Mendaña, desde entonces, y en estos cuatro últimos años han ido apareciendo diversos artículos especializados que aclaran, sin ningún género de dudas, el origen de D. Alvaro de Mendaña (5). De tal forma que hoy, cuatro años después, no sólo conocemos con rigor científico y documental su lugar de origen, sino también otros aspectos inte resantes sobre su linaje. Mis trabajos sobre el nacimiento de D. Alvaro de Mendaña están en deu da con el marqués de Jaureguizar, ya que en una publicación de 1971(6), sobre los poseedores del Castro y Palacio de Priaranza de El Bierzo y sobre (2) Aunque Amando Landín Carrasco, en su magnífica obra sobre los Descubrimientos Españoles en el Mar del Sur, (1992), mantiene la tradición del pretendido origen gallego de Mendaña, sin embargo en un artículo publicado en la Revista de Historia Naval, La cuna de Alvaro de Mendaña, n° 41(1993), pág. 97-100, admite el origen berciano de Alvaro de Mendaña. (3) De los famosos y míticos "cuatro gallegos" de Jiménez de la Espada, que participan en el primer viaje de Mendaña, dos son leoneses, el gobernador del Perú, D. Lope García de Castro, natural de Villanueva de Valdueza; y Mendaña, de Congosto. Mientras que de Hernán Gallego y de Sarmiento de Gamboa, piloto mayor y cosmógrafo respectivamente en la citada expedicón, no se tiene la certeza de su lugar de nacimiento, existiendo dudas en el caso de Sarmiento y Gamboa, sobre su nacimiento en Pontevedra, ya que hay autores que lo consideran oriundo de Alcalá de Henares. (4) Alvaro de Mendaña y Neira, utilizó con frecuencia, al menos hasta su llegada al Perú el apellido Rodríguez, que llevaba por su padre. Así aparece en varias referencias documentales con servadas en el Archivo de Indias, concernientes a la tramitación y licencia del primer viaje. (5) Martínez Ma c. y paniagua J.; "D. Alvaro de Mendaña, un berciano en el Pacífico", Rev. ASTURICA, N° 12, (1993), pp. 43-64. Fernández Vázquez v., "D. Alvaro de Mendaña y sus orígenes bercianos", Rev. ESPAÑOLA DEL PACÍFICO, N° 4(1994). pp. 51-63. Fernández Vázquez v., "D. Alvaro de Mendaña", Rev. BIERZO (1995), PP. 24-32. Del mismo autor, "Bercianos en América. Siglos xvi-xvm", Rev. BIERZO (1992), pp. 14-16. (6) Sobre la Casa de Mendaña puede verse el libro del marqués de Jaureguizar(1971), Relación de los poseedores del Castro y Palacio de Priaranza del Bierzo de alguno de sus allegados y descendientes de ellos, Madrid. Pese a ser, esta última, una obra fundamental, pre senta algunos errores, como en el caso de Alvaro de Mendaña, que como hemos señalado en otras ocasiones confunde con otro personaje de la misma época y con el mismo nombre, pero tesorero de la Colegiata de Villafranca, y asimismo se equivoca con los padres de María Rodríguez de Castro, mujer de Lope de Mendaña, pariente de Mendaña y sobrino también de D. Lope García de Castro, ya que es hija de Lope Rodríguez y Marina Martínez (A.H.P.L. Protocolos Notariales, Sección de Ponferrada, C- 1501, fol.5-8). la genealogía de su linaje, éste recogía la naturaleza berciana de Mendaña, y aunque confundía a nuestro personaje con un familiar del mismo Mendaña, de idénticos nombre y apellido, sin embargo, me permitiría asegurar los pri meros lazos de los Mendaña y El Bierzo; y asimismo, con los autores del IV Vol. del Catálogo de Pasajeros a Indias, Ma del Carmen Galbis Diez y Luis Romera Iruela, en 1980 (7), ya que en dicho catálogo encontré la informa ción que me llevaría a probar la naturaleza berciana y en concreto de Congoso, de D. Alvaro de Mendaña. La ponencia que vamos a presentar estar dividida en dos partes, en la pri mera me dedicaré a demostrar documentalmente la naturaleza de Mendaña, mientras que en la segunda me referiré al origen y al establecimiento en el Bierzo del linaje de los Mendaña. ORÍGENES Nace Mendaña en el año 1542, en la localidad leonesa y berciana de Congosto, un pequeño pueblo del Occidente de León, que a finales del siglo XVI alcanza una población de 97 vecinos y de los que el 80 por ciento son nobles. Pese a que no se conservan las partidas de bautismo de Congosto, de esos años, a causa de un incendio que acabó con el archivo parroquial; sin embargo se puede considerar como año de su nacimiento la fecha menciona da, ya que, de forma indirecta, se hace referencia, a ese año, en varios documentos de la época. Así, entre otros, en el expediente que la Casa de Contratación de Sevilla abre a Alvaro Rodríguez de Mendaña, con motivo de querer pasar a las Indias, en 1563, el bachiller Juan Barrientos, clérigo del lugar de Turienzo Castañero, lugar próximo a Congosto, y testigo requerido por Mendaña, manifiesta que es "de más de veinte y un años poco más o menos" (8), por lo que Mendaña habría nacido en el citado año. Y el mismo año se deduce en otros momentos del mismo expediente, así como en algunas de las relaciones del primer viaje, en las que consta que, en 1567, fecha del primer viaje, tenía 25 años, por lo que habría nacido en 1542. En su compa recencia como testigo, que presenta el 31 de julio Alonso Maldonado de Torres, Mendaña dice tener 45 años, lo que supone que nacería entre los meses de agosto y diciembre del citado año de 1542, ya que de haber nacido antes hubiese tenido 46 años (9 ). (7) romera iruela,l./ galbi's dÍez, Ma c: Catálogo de Pasajeros a Indias. Siglos XVIXVII-XVIU, Vol.IV( 1560-1566), AGÍ, Sevilla,(1980). (8) AGÍ, Contratación, 5220,N.l.R.12, fol.ll. (9) En Lima 31 de julio de 1588, el Adelantado Mendaña, siendo vecino de esta ciudad, tes tifica ante el Oidor de la Audiencia de Lima a favor del capitán Hernando Lamero, el cual había acompañado a Mendaña en el primer viaje a las Salomón. Pues bien, en esta declaración se espe cifica que Mendaña en dicho año, tenía 45 años de edad. AGÍ, Patronato, Leg. 256, n° 3, fol .31. Tomado de Kelly, C. (1971): Australia Franciscana, Vol.V., p. 201. En el Libro de Asientos de Pasajeros, en 1563, de la casa de Contratación de Indias, se inscribe como: "Alvaro de Rodríguez de Mendaña, Mozo soltero como de 21 años de edad, natural del lugar de Congosto. Hijo lexitimo de Fernán Rodríguez de Mendaña y de Ysavel de Neyra, Vecinos de dicho Congosto. Nieto paterno de Juan Rodríguez y de María Escobar, vecinos de los barrios, y materno del B(achiller) Ruy García de Castro, y de María de Neyra, vecinos de Villanueva de Valdueza, todos Hijosdalgo notorios de solar conocido. Pasó por criado del Lizenciado Castro (su tío) presidente de la Real Audiencia de Lima" (10). Estos datos sobre el lugar de nacimiento de Mendaña, de sus padres y abuelos, tanto maternos como paternos, son corro borados por los testimonios de los testigos aportados por Mendaña, entre otros, por: Lorenzo Álvarez, Luis de la Antigua y Fernando Roco, los tres vecinos de Villanueva de Valdueza, el pueblo de sus abuelos maternos y de su tío D. Lope, el gobernador del Perú; y por otros, de Villar de los Barrios, localidad de donde eran sus abuelos maternos, como Alvaro de Montoto, Alvaro Carbajo,... Todos los testigos coinciden al señalar que habían conoci do a los padres legítimos de Mendaña, así como a sus abuelos; que eran todos hidalgos notorios, de solar conocido; que no descendían de moros, judíos, confesos, ni condenados por la Inquisición. Asimismo, todos los testigos afir man y se repiten en sus testimonios al decir que es un "mozo soltero e no casado ny ympedido por nynguna Religión e de buenas costumbres vida y fama e buen cristiano temerosos de Dios, e un mancebo bien dispuesto que aun agora le comyenca a puntar la barba y tiene el rostro algo Rubio e que en las manos tiene algunas pecas" (11). Estas referencias al aspecto físico de su persona, servían para identificar a la persona en cuestión, ante la falta de una cédula o carnet de identificación personal. En el mismo Libro de Pasajeros, pero en el año 1576, año en el que regre saría al Perú para realizar la colonización de las islas Salomón, aparece como "general" y "natural de Congosto del Reino de León" (12). De este modo, queda demostrado la naturaleza leonesa y berciana de Mendaña, ya que todas las poblaciones citadas están en El Bierzo. La identifi cación de Congosto podría crear algún problema, ya que son muy frecuentes los nombres de lugares y pueblos en el Norte de la península que llevan dicho nom bre, pero el hecho de que sus abuelos sean de los Barrios y de Villanueva de Valdueza, poblaciones, sin lugar a dudas, leonesas, y el hecho de que al embararcar en el segundo viaje al Perú se especifique: natural de Congosto del reino de León, elimina toda duda. Algunos autores, aun reconociendo el origen berciano de Mendaña, mantienen su vinculación con Galicia, en base a que El Bierzo hubiese pertenecido a Galicia. Sobre este particular hay que señalar que (10) AGÍ, Contratación, 5220, N.l.R. 12. fol.l. (11) AGÍ, Contratación, 5220, N.l.R. 12. fol. 3-12. (12) Martínez, Ma c. y paniagua, j., Don Alvaro... . Ob. cit. 10 durante el siglo xvi y durante toda la Edad Moderna, El Bierzo, siempre perma neció al antiguo Reino de León, del que formaba una de las tres provincias o partidos, según la época, y nunca a Galicia. Los primeros 21 años de Mendaña transcurrieron entre Congosto, Villanueva de Valdueza, Villar de los Barrios,...; después vendrá la aventura americana y del Pacífico Sur. Entre 1571 y 1576, y durante un corto período de tiempo, volver a su Congosto, para marchar de nuevo, acompañado, esta vez, por dos bercianos, uno de Ponferrada y otro de Bembibre y para no regresar jamás. Pocas cosas le podían retener en su Congosto natal: su padre había fallecido pocos años antes del primer viaje al Perú; en 1670 su madre, posiblemente, también habría falleci do; por otro lado él nunca llegaría a heredar el Vínculo, Mayorazgo, casa Solariega, Señorío de S. Pedro Castañero,... ya que su padre no descendió de la línea de primogenitura. La muerte le aguardaba en la isla de Santa Cruz, con 53 años; de ellos algo menos de la mitad los pasaría en El Bierzo. LOS MENDAÑA Los primeros Mendaña, que se establecen en León, proceden de la Tierra de Zamora. Tal y como podemos comprobar por el árbol genealógico que adjuntamos, se establecen en la tierra de Astorga en el siglo xiv, en la propia ciudad de Astorga y en pueblos del contorno, convirtiéndose, a mediados de dicha centuria, en un importante linaje, alcanzando a ser señores de lugares, como S. Martín de Agostedo (13). Con el matrimonio de Lope de Mendaña con María Álvarez Osorio, del linaje de los señores de Villalobos, afianzarán su presencia en las tierras maragatas. Ver árbol genealógico de Mendaña en la página siguiente (14). A finales del siglo xv encontramos a los primeros Mendaña en El Bierzo. Durante la citada centuria la nobleza local berciana intenta apoderarse de las posesiones de la Iglesia. En este proceso participaría no sólo la alta nobleza, representada en El Bierzo por los condes de Lemos, sino también la pequeña nobleza, y entre ésta, los Mendaña. Así que, del mismo modo que los condes de Lemos toman, en 1483, la casa fuerte del Obispado de Astorga, en el mismo Congosto; los Mendaña, algunos de este linaje, construirán "torres y casas fuer tes con troneras y saeteras", en las tierras que el obispo y el cabildo de la catedral tienen en El Bierzo, para desde ellas hacer frente al poder del obispo, construyendo una en Molinaseca, localidad próxima a Congosto, en 1480, la cual, aún en 1494, el obispo de Astorga no había conseguido demolerla. Tendrán (13) martin fuertes, j.a.,(1987). El Concejo de Astorga, León, p.133. (14) Para la realización del árbol genealógico me he basado en documetación procedente del AGÍ. Contratación, 5220, N.1.R.12. fol.l. En varios escribanos del A. HP León, Sección de Protocolos. En la documetación que el Marqués de Jaureguizar aporta en la obra Cit.( Nota 6 ) el cual utilizó los fondos documentales de la Marquesa viuda de Zabalegui pertenecientes al Palacio de Priaranza y los Catálogos de los fondos documentales de los Monasterios de Santa Clara de Astorga,y de San Miguel de las Dueñas, ambos publicados por la profesora de la Universidad de León, Gregoria Cavero Domínguez. 11 Pedro Cepeda QQ Inés Álvarez Osorio Alvaro Rguez. de Mendaña 00 Sancha Alfon "PM393. Vec. Benavente Alvaro de Mendaña Pedro Álvarez Osorio QO M*de Uceda Aldonza Leonor R. Mendaña En 1434 Sr. de S. Martín de Agostedo Fd° Álvarez de Ucedo OQ Sancha de Mendaña Sr* de la Casa de Mendaña y de S. Pedro Castañero Mendaña de Vebra Diego de Yebra Diego Hosorio C.f. MoSnaseca Alcde. Cómatelo C.f. Villalibre C.l. Posada del Río C.f.S. Esteban de Vald. Ruy García de Castro QQ M* de Neira Lope de Mendaña QQ María Álvarez Osorio Sres. de la Casa de Mendaña Isabel de Escobar QO Fernando de Mendaña Vec. de Villanueva de Valdueza Vecinos en 1482 de Ponferrada C.f. de Posada del Río Bachiller Lope Rodríguez QQ Lope G'de Castro Ana de Neira 00 Alvaro de Mendaña Gobernador del MannaNúñez T»1569 Perú: 1564-1569 Sr. de S. Pedro C. Sr. Casa de Mendaña 1506 Juan Rodríguez Vec. de Villar ♦ V María Rguez. de Castro (JO Lope de Mendaña Antonia Alvaro Vec. de Villar M' de Escobar Juan Rguez Hernán Rguez Q0 Isabel de Neira Ñuño Rodrigue; Sr. de S. Pedro C. Canónigo Sr. Casa de Mendaña de Villafranca Vecinos de Congosto Barreto 00 Mariana de Castro t Me de Mendaña y Castro Antonio Felipe de Mendaña 00 1575 Francisco Álvarez de Mendaña Alvaro de Mendaña 00 Isabel Barreto Petronila de Castro Nat. de Congosto 1586 Beatriz de Castr0 Leonor de Castro 2° Sr. de Priaranza Lorenzo Barreto "P1593 Diego Barreto Luis Barreto Gerónimo Barreto Antonio Barreto Mariana Barreto Árbol genealógico de Mendaña (14) 12 los Mendaña casas fuertes, al margen de la citada de Molinaseca, en Posada del Río, en S. Esteban de Valdueza, y en Villalibre, y además un miembro de este linaje ser alcaide, en esas mismas fechas de finales de siglo, de la fortaleza berciana de Cómatelo, perteneciente a los condes de Lemos, (15). Como podemos ver en el mapa que adjuntamos todas ellas están cerca de los lugares y villas de Villanueva de Valdueza, Los Barrios y Congosto, lugares muy relacionados con los Mendaña durante los siglos xv, xvi y xvn. Prov. de Asturias >v— Prov. de Lugo > EL BIERZO ¿\ MINO 1 V r 1—x VILLA / i REAL ICONGOSTdl *mJ^fi—^^-'^^BEMBIBRE FRANCA^ J CACABELOS t • / m ^0 t Prov. de León S.PEDRO CASTAÑERO^ DA ■ MOLINASECA 1 ■ni Prov. de Orense H u _VILLAfi DE LOS BA S- ESTEBAN DE Vi LDUEZA cornatel" villanuV /A DE VALDUEZA V 1 U Casas Fuertes y Fortalezas ■ relacionadas con los Mendaña 1 Mapa de El Bierzo, con las casas fuertes de los Mendaña en el siglo xv. (15) Cooper en su obra sobre los castillos señoriales en Castilla relaciona como hermanos a Mendaña de Yebra, Diego de Yebra, y Diego Osorio, poseedores de casas fuertes en Posada del Río, Molinaseca, S. Esteban de Valdueza y Villalibre, respectivamente, en los años finales del siglo xv, entre 1480 y 1494; al mismo tiempo el citado investigador señala que eran allega dos del conde de Lemos. En Cooper E. (1991), "Castillos Señoriales en la Corona de Castilla", Vol. II. p. 1028-1029. 13 El matrimonio formado por Fernando Álvarez de Ucedo y Sancha de Mendaña, serán los primeros miembros del linaje de Mendaña en instalarse en El Bierzo y también los primeros poseedores de la Casa de Mendaña y Señores de S. Pedro Castañero. Algunos de sus hijos entrarán al servicio del Conde Lemos, a finales del siglo xv. Así D. Fernando de Mendaña (16), casado con Da Isabel de Escobar, y establecido en Ponferrada, aparece en 1482 como criado del citado conde, mientras otro miembro de la familia, posiblemente, su herma no, D. Diego de Yebra, (también hermano de Mendaña de Yebra), ser el alcaide de la fortaleza de Cómatelo, también propiedad de los citados condes (17). El linaje de los Mendaña, a partir de estas fechas, finales del xv, y durante la centuria siguiente, y desde S. Pedro Castañero, se extender- fundamental mente por Los Barrios, sobre todo Villar, Villanueva de Valdueza y Congosto. El Vínculo, Mayorazgo y la propiedad de la Casa Solariega recae en el siglo xvi en D. Alvaro de Mendaña (18), tío-abuelo de Mendaña, y de éste pasa a su hijo, D. Lope de Mendaña, que en compañía de su mujer María Rodríguez de Castro, también acompañarán a D. Lope, el gobernador, al Perú, regresando con él, para, a la muerte de su padre, tomar posesión del Señorío, Vínculos y Mayorazgos. A partir de esta centuria los Mendaña seguirán enlazando, mediante matrimonio, con importantes familias bercianas, pertenecientes a la pequeña nobleza: Maldonado, Osorio, Villamañe,... al mismo tiempo que otras ramas del citado linaje se van extendiendo por algunas de las villas y lugares, más importantes de El Bierzo. De este modo los Mendaña se irán estableciendo en: Villar de los Barrios, Salas de los Barrios, Posada del Río, Congosto, S. Pedro Castañero, Bembibre, Ponferrada, Villanueva de Valdueza, Cacabelos, Congosto, Molinaseca,... Además de la Casa de Mendaña, poseerán, los cabeceros del linaje, el seño río del barrio de Abajo de S. Pedro Castañero, al mismo tiempo que gozan del beneficio de varias iglesias repartidas por todo el Bierzo (19). Algunos miem bros de este linaje poseerán a finales del siglo xv, como hemos señalado anteriormente, varias casas fuertes, las de Molinaseca, Villalibre, S. Esteban de Valdueza y Posada del Río, muy cerca de Congosto. Precisamente ésta última pasará a ser propiedad de Ruy García de Castro (20), abuelo materno de Alvaro de Mendaña y padre de D. Lope García de Castro, gobernador del Perú. (16) El 11 de febrero de 1482 la abadesa del monasterio de S. Guillermo de Villabuena, afora a Fernando de Mendaña y a su mujer Isabel de Escobar, vecinos de Ponferrada, y él, como hemos señalado, criado de los Condes de Lemos, todas las propiedades que el monaste rio tiene en Toral de Santa Lucía, cerca de Palacios de la Valduerna. Archivo de S. Miguel de las Dueñas (ASMD), 55, Perg. Tomado de Cavero Domínguez, Gregoria (1994), catálogo del monasterio de S. Miguel de las Dueñas, pp. 37-38. (17) Vid. nota 15. (18) Documentación privada y en varios documentos del A. HP. León, Protocolos Notariales, Sección Ponferrada. (19) Documentación privada. (20) Cooper, E. "Castillos..." Op. cit, pag. 1058. 14 ISABEL DE BARRETO: UNA MUJER EN EL PACÍFICO Belén FERNANDEZ Y FUENTES Historiadora No hace mucho tiempo me comentaban la odisea de una muy querida amiga que sorprendió y dio una lección de temple a sus compañeros de viaje en un bonitero agitado por una mar lo bastante picada como para asustar al más valiente de los viajeros... y si no recuerdo mal, aquella mar picada era la misma que conoció nuestra doña Isabel. La anécdota me hizo pensar que si hoy día, en las puertas del siglo xxi, cuando las mujeres ya no somos tan débiles criaturas y nos sentimos tan capaces de tener las mismas vivencias y aventuras que el género masculino, una actitud femenina de dignidad y fortaleza llama la atención ¿qué sería en el siglo xvi? Es cierto que la historia está llena de mujeres fuertes y luchadoras, de Juanas de Arco que defienden un ideal hasta el final; pero también es cierto que Isabel de Barrete debió ser, dentro de las más fuertes, una número uno porque no solo tuvo que enfrentarse a las inclemencias climáticas ni a los cambios geo gráficos, sino también a una marinería dura, compuesta de hombres bastante rudos y en unas circunstancias de avituallamiento, cuanto menos, difíciles como veremos- esta "frágil mujer del siglo xvi tuvo vocación de mando." Veamos, someramente, el ambiente que pudo vivir esta mujer en su infan cia limeña. La situación americana a mediados del siglo e'ra ya lo bastante avanzada e importante como para atraer a los habitantes desde la península; soldados, clérigos y marinos que fueron los primeros, se dejaron seguir por intelectua les, artistas, artesanos... que quieren buscar otro tipo de vida, siempre un poco mejor de la que se disponen a dejar atrás. Lima es uno de los lugares preferidos de estos viajeros aventureros, ya que desde la mitad del siglo es un lugar culturalmente activo, tiene su propio teatro, sus propios autores de comedias e, incluso, ya a finales del siglo, sus propios corrales, donde estas obras son representadas. Además de las obras de teatro, allí se desarrolla una corriente literaria importante: la crónica, que implica una descripción fiel y fresca de la historia inmediata, de este modo encontramos la obra objetiva de Cieza de León Crónica del Perú escrita entre los años 1541 y 1543, junto con éste tenemos a Garcilaso de la Vega, con sus Comentarios Reales y su Historia del Perú, Juan Santacruz y Pachacuti, Felipe Guarnan Poma de Ayala Nueva crónica y Buen gobierno, Juan Díaz de Betanzos Suma y narración de los incas, José Acosta Historia natural y moral de las Indias, Pedro Sarmiento de Gamboa Historia índica y el gran defensor del pasado preincaica, Fernando de Montesinos. 15 Este hecho favorece, como es lógico, la introducción de la imprenta en la capital, datada en 1580 con la llegada del impresor italiano Antonio Ricardo. Pero para imprimir libros era necesaria la licencia del Rey y de la Audiencia, esta fue conseguida cuatro años más tarde. Por otra parte, en 1517, se instala en América el Arzobispo de Lima, Fray Gerónimo de Loayza, que será constituido como Obispo Inquisidor, procesando a Pedro Sarmiento de Gamboa como culpable de prácticas prohibidas de astrología. El tribunal limeño de la Inquisición perseguía delitos de brujería, astrología, herejía adivinación y otros; pero lo que realmente influyó en la vida cultural fue el ejercicio de censura que se llevaba a cabo sobre los libros importados. En lo referente a la economía monetaria son los españoles quienes traen la moneda metálica y se utilizaba también plata en barras. En 1568 se realiza la primera acuñación de moneda en Lima con la creación, en el año 65, de la Casa de la Moneda por Felipe II, esta casa de la moneda cerró sus puertas tras trasladarse a Potosí. Entre los años 1545 y 1650 el Virreinato vive una etapa de auge marinero. Coincide este momento con la colonización intensiva, la fundación de ciuda des y la creación de reducciones -pueblos indios convertidos al cristianismoy es entonces cuando se produce el proceso de formación de la hacienda colonial y la parcial organización de la economía que este proceso conlleva. Las tierras, que pertenecían al rey en el momento de la conquista, van pasan do a manos de los españoles por una vía o por otra -se tomaban los espacios agrícolas o se recibían mercedes o donaciones de parte de las autoridades-. Estamos ante la posesión de tierras, lo cual era el termómetro del prestigio social y que provocó la formación de una especie de feudalismo colonial. La agricultura también sufrió cambios con la introducción de trigo, ceba da, vid y olivo, sin olvidar ni abandonar los cultivos autónomos como el maíz, papa y coca. De este modo la sociedad colonial se hizo básicamente agropecuaria y minera, pero también la industria tuvo su importancia, ya que se elaboraba aguardiente y azúcar en zonas costeras y valles cálidos de la sierra. Por otra parte estaba la industria textil, que resultó la actividad manufactu rera con mayor demanda, se fabricaban telas de lana, algodón o lino, ya fuera en prendas de vestir o en ropa de casa. Pero además se producían sogas, alpargatas, artículos de cuero, loza o vidrio, pólvora, telas para velas de bar cos...etcétera. En esta situación España prohibió todo el comercio con las Indias salvo aquel que se ejercía por medio de la "carrera de Indias" con lo cual, como la entrada de mercancías debía efectuarse por el sur de España, ésta podía hacer de puente hacia Europa. También para Lima el monopolio era una ventaja, ya que el abastecimiento del Sur de América debía ejercerse pasando por su control. 16 En lo que a población se refiere hay que señalar que se produjo un des censo (debido a epidemias, guerras de conquista o represiones) en la población indígena. También a este descenso contribuyó el sistema de contra tación de mano de obra. Los trabajadores vivían en unas condiciones de higiene pésimas a la vez que trabajaban incansablemente, los dos factores unidos provocaban un alto índice de mortalidad entre los indios. La vida social era intensa, las festividades públicas se repetían frecuente mente, tanto es así que algún autor afirma que en el siglo xvi llegaron a constituirse más de 90 días festivos celebrados con desfiles, procesiones y bailes tradicionales y mestizos. Además los recibimientos a cada nuevo virrey duraban varios días y en ellos participaba toda la población, lo cual predisponía a los indios al buen acogimiento de las disposiciones políticas y religiosas que les eran impuestas desde la lejana España. En esta situación histórica vive la familia de Isabel Barreto; sus padres, Ñuño Rodríguez Barreto y Mariana de Castro, ambos originarios de Galicia, que atraídos por los relatos de ultramar se embarcaron en busca de un mejor porvenir con destino a Nueva Castilla. Además, la perspectiva de que el oro podía reportar una riqueza fácil y abundante era el pensamiento extendido en la España de la época. Se establecen en el barrio de Santa Ana (conocido como los Barrios Altos de Lima) y tienen diez hijos, cinco varones y cinco mujeres (Lorenzo, Luis, Diego, Antonio, Gerónimo, Mariana, Isabel, Petronila, Beatriz y Leonor). Hacia el año 1580 y gracias a los ingresos de don Ñuño la familia Barreto Castro cuenta con una gran fortuna. Isabel compartirá con sus hermanos y hermanas juegos y entretenimien tos, se dice que con una seguridad y desenvoltura masculinas, mientras sus otras hermanas resultaban más tímidas. Seguramente este rasgo arrojado de su carácter fue el que llevó a esta mujer a embarcarse en aquella aventura, además de que embarcaría junto a ella a algunos de sus hermanos, como veremos. Pero hagamos un rápido repaso de la vida que Isabel pudo llevar en Lima hasta el comienzo del viaje por el que la recordamos. Para ello voy a permitirme seguir el hilo de una de las más recientes obras sobre esta mujer, escrita y publicada en Perú, por Hilda Elía de Zevallos, esta investigadora, conocedora de Lima y su historia hace una amplia referencia a las circunstancias que viviría Isabel de Barreto. Según ella la familia Barreto ubicó su casa en una zona entonces bastante apartada del centro de la ciudad, y en la cual destacaban amplios huertos, lugares repletos de cultivos, frutas y flores. La familia era vecina de la iglesia de Santa Ana, donde se bautizó a Isabel, cercana a la casa se encontraba el río Rímac, atravesable fácilmente gracias a un puente de madera por el que podían aproximarse al centro de la ciudad. Parece que muy cerca de la casa existía una "huaca" -lugar sagradodetrás del monasterio de la Concepción, a ella se dirigían los hermanos Barreto, probablemente atraídos por la aventura y lo desconocido. 17 Lima, en la edad joven de Isabel, contaba con cerca de tres mil casas edi ficadas y crecía sobre todo hacia el sur y el este. La célula viva de esta expansión colonial era la actividad de conversación y difusión cultural que se generaba en conventos y monasterios. Por otro lado, a estas alturas del siglo, Lima vive absorbida por la idea de reclusión donde se enclaustran hombres y mujeres y donde empieza a surgir una economía opulenta y estable y se sientan las bases para la administración de las colonias; es en este preciso momento cuando comienza a utilizarse el nombre de Perú. El virreinato de Nueva Castilla, según Raúl Porras "cubre desde entonces el área incaica y en el siglo xvn abarca toda la América Meridional, desde Panamá a Magallanes con excepción del Brasil y de las tierras no descubier tas de la selva amazónica, con una vocación imperial... y el mar del Sur, de Balboa, se transforma bajo el signo predominante del virreinato, en el Oceanus peruvianus". El paisaje observado por la joven Isabel debió ser realmente hermoso: huer tas pobladas de limoneros, naranjos, higueras y granadas, palomas, caballos, bueyes, vacas y otros animales. Todo ello haría de aquel lugar un ambiente rural, detonante del crecimiento de la vida económica. Además los huertos con los nuevos productos recién implantados (olivos, espárragos y hortalizas), pro ductos que sumados a las riquezas del país harían que el nombre de Perú estuviera unido inseparablemente al adjetivo opulento. Pero no sólo fue el nuevo paisaje lo que correspondió ver a Isabel, también el cambio de la estructura social lo viviría directamente. Criollos y mestizos van aumentando en número y ello obliga a la aparición de nuevos barrios y a la generación de un cierto sentimiento de identidad nacional; este sentimiento, no lo olvidemos, siempre de una "occidentalización" favorecida por la educación de los conquistadores (y la conquista fue religiosa y cultural). Ante este espectáculo y ante su propia situación particular, no es de extra ñar que Isabel Barreto, al conocer aquella pacífica mezcla de culturas, comprendiera y compartiera los afanes de colonización del momento, del mismo modo que no dudara en ser una primera colonizadora de aquellas islas Salomón, tan codiciadas y soñadas por su leyenda de fasto y riqueza. ¿No habían emprendido sus padres una aventura similar? Y desde luego, no puede decirse que a la familia le hubiera resultado negativa la "locura", más bien al contrario: ella y sus hermanos habían crecido sanos y felices, sus padres, de haberse quedado en España, seguramente les hubieran proporcionado una vida más constreñida y oscura, entonces ¿por qué no probar? Por otro lado, y lo veremos durante su navegación, Isabel era fuerte, dura y aventurera. Era, en resumen, la mujer ideal para establecer en un mundo ignoto las bases reli giosas y culturales del mundo occidental. De este modo debió pensar el leonés Alvaro de Mendaña al conocerla, ade más él también era aventurero y podía ofrecer aquella quimera que ya había palpado a cambio de una buena dote para el viaje que, de otro modo, no hubiera 18 sido posible. Los designios de la historia son así de poco románticos aunque nos cueste reconocerlo y aunque no nos guste, pero nos queda siempre el con suelo de que muchos grandes matrimonios se hicieron por interés mutuo y acabaron en respeto y cariño. El navegante leonés Alvaro de Mendaña pide audiencia al séptimo virrey del Perú, don Fernando de Torres y Portugal, conde de Villadompardo, para solici tarle una ayuda económica con el fin de poder volver a las islas Salomón, archipiélago descubierto por él años atrás y que, por lo que parecía, era un edén de riqueza y hermosura. En aquel momento la ciudad de Lima había sido asolada por un terremoto y los gastos gubernamentales eran grandes, tanto así que el virrey no cedió ante las solicitudes económicas del viajero. Éste conoce a Isabel,'rara mezcla de feminidad y hombría, con un hablar que, como dice Majó "a la vez acaricia y manda" don Alvaro, hombre curtido, la pide en matrimonio. Como lugar de la boda eligen la iglesia de Santa Ana y el matrimonio se celebrará en el mes de mayo de 1586. La novia aportará una gran dote, gracias a la cual, casi diez años más tarde, don Alvaro podrá llevar a cabo su segunda expedición. Esta mujer se convertirá pronto en el mayor apoyo de su marido, conocido en la corte como el Adelantado, y él ofrecerá a su esposa una quimera: la posi bilidad de convertirse en gobernadora de las Islas Salomón y, si todo sale bien, marquesa. El carácter de Isabel no se hace de rogar y ayuda a su marido desde un primer momento en los preparativos del viaje. Una vez que don Alvaro, tras varios intentos obtuvo la audiencia de Felipe II, consiguió del monarca la firma de unas capitulaciones que le concedían los siguientes privilegios: 1. Ir a su costa y misión a conquistar y pacificar las islas del mar del Sur. 2. Llevar quinientos hombres con armas, y de ellos cuarenta casados, con sus hijos. 3. Llevar veinte vacas de vientre, diez yeguas de vientre, diez caballos, veinte cabras parideras con los machos necesarios, veinte ovejas con los car neros que fuesen menester, diez puercas y dos machos, para que todo se multiplicase. 4. Llevar los navios necesarios. 5. Llevar todas las vituallas, bastimentos y provisiones que fuesen menes ter. 6. Fundar tres ciudades, la una, capital, con sus ordenanzas, dentro de los seis años en que debía tener pobladas aquellas islas. 7. Poner fianza de diez mil ducados, como garantía del cumplimiento de lo estipulado. Todas estas condiciones eran duras para Mendaña, por lo que insistió nue vamente en sus demandas y consiguió una nueva capitulación por la que se le concedía: 1. Licencia y merced del adelantamiento de las islas, por su vida y por la del hijo, heredero o sucesor, cual él lo señalare. 2. Merced de gobernación o capitanía general de las islas, por su vida, la 19 de un hijo o heredero, cual él lo señalase, con el salario que fijare, según la riqueza de la tierra. 3. Merced de alguacilazgo mayor para él, un hijo o heredero, cual, él lo señalare. 4. Licencia para llevar veinte esclavos negros, libres de todo derecho, a las islas y no a otra parte. 5. Para llevar, libre de gastos, hasta ochenta esclavos negros de España o Portugal, de Cabo Verde o Guinea, la tercera parte hembras. 6. Llevar un navio de hasta trescientas toneladas, cargado de mercaderías de España. 7. Licencia para ir cada año un navio con armas y provisiones y todo lo necesario a las tierras pobladas. 8. Concesión de derechos de almojarifazgo en el primer viaje. 9. No pagar del oro, la plata y las perlas más que el diezmo. 10. Exclusión de alcabalas durante viente años. 11. Exclusión de derechos sobre lo que allá se llevare durante diez años y de veinte para el adelantado y su familia. 12. Merced perpetua de dos pesquerías, una de pescado y otra de perlas. 13. Licencia para encomendar repartimientos de los indios, si los hubiese. 14. Dar solares y tierras a los descubridores. 15. Hacer tres fortines, con salario competente, en cada uno de ellos. 16. Para formar por sí y por dos vidas un reparto de indios y, si falleciese sin hijos, que lo disfrutase la viuda. 17. Para que, si tuviere indios encomendados en otra provincia, continuare disfrutando del provecho dellos. 18. Para abrir marcas y punzones para marcar el oro y la plata. 19. Para nombrar oficiales de la Real Hacienda. 20. Para sofocar cualquier rebelión o alteración. 21. Para hacer ordenaciones sobre explotación de minas. 22. Para tener jurisdicción civil y criminal, en grado de apelación, del teniente de gobernador, alcaldes mayores, corregidor y alcaldes ordinarios en lo que hubiere de ir ante los consejos. 23. Merced de que fuese inmediatamente inferior al Consejo de Indias. 24. Que nadie tuviese jurisdicción en las islas más que él. 25. Licencia para poder levantar en España o en Portugal, hasta 500 hom bres, no poniendo las justicias impidiendo alguno. Y el documento termina: "Por ende, cumplimentando vos, el dicho Alvaro de Mendaña, este asiento y capitulaciones, como ofrecéis, tenemos cuenta con vos hacer merced, de vos dar vasallos en perpetuidad y título de marqués u otro". Ahora sí, parecía que todo estaba atado y bien atado. Con la autorización de esta capitulación el Adelantado renovará su solicitud de permiso al virrey García Hurtado de Mendoza, entretanto Isabel ha podido convencer a algunos de sus hermanos para que se unan al viaje. 20 Los preparativos son largos y algún autor nos dice que aún unos días antes de la partida no estarían los navios preparados (Bosch), por fin, tras recomendacio nes, charlas y encuentros, don Alvaro logrará reunir cuatro naves: La San Jerónimo será la nave capitana, en la que embarcará don Alvaro con su mujer y otras 130 personas, la almiranta será la Santa Isabel, cuyo capitán es don Lope de Vega, embarcado con su mujer Mariana de Castro, hermana de doña Isabel y 182 personas más. La galeota San Felipe es más pequeña y conduce 21 personas, mandada por el capitán Felipe Corzo, la fragata Santa Catalina es comandada por D. Alonso de Ley va y llevará a bordo 31 personas. Lorenzo Barreta, herma no de doña Isabel, será nombrado capitán de la primera nave, y como piloto mayor se eligió a uno de los más experimentados del momento Pedro Fernández de Quirós, hombre experimentado en la mar y con un carácter a la vez firme y tolerante. Como maese de campo fue elegido Pedro Marino o Marinho, experi mentado pero impulsivo y capaz de crear conflicto tras conflicto durante el viaje. Pero antes de levar anclas, veamos cuál era el ambiente de una expedición de este tipo en aquel siglo, esto nos será útil para comprender más tarde su actitud tan discutida. Para ello vamos a valemos de un par de textos históricos, uno muy cercano al momento, el otro un poco más alejado, pero no por ello menos ilus trativo: Pedro Fernández de Quirós, en su Descubrimiento de las regiones australes nos cuenta: "Embarcóse el maese de campo y lo primero que hizo fue atravesarse con el contramaestre de la capitana sobre cosas de su oficio, diciéndole palabras de las que obligan poco e indignan mucho. Descartóse el contramaestre, y querien do vengarse el maese de campo, se lo impidieron ciertas personas de cuenta. Estaba a esta sazón hablando el piloto mayor con doña Isabel, quien dijo: Riguroso viene el maese de campo; si aquel fuera el modo de acertar en lo que se pretende, tuviera próspero fin, mas a mí muy lejos me parece de acertar. Y vuelto al maese de campo, le dijo que mirase que el adelantado no gustaría que le tratase su gente con el desamor que mostraba, y más por tan leve ocasión. El maese de campo respondió con gran desgarre: Mire lo que tenemos acá. Y el piloto mayor, lo que es razón en toda parte, mostróse indignadísimo...El maese de campo con altivez replicó: Conóceme, ¿no sabe que soy el maese de campo, y que si navegamos los dos en una nao y le mando embestir con unas peñas que lo ha de hacer? (...)" Como vemos, los problemas comenzaron pronto. Pero sigue Quirós más ade lante: "El maese de campo, porque debía de querer en sus ordinarios y primeros pensamientos de no tener paz, tuvo cierto piconcillo con el almirante, que aun que menudencia, pareció principio a desórdenes: que para haberlas por mínimo que sea, como el demonio atiza, resobra. El adelantado iba deseosísimo de lle var gente de bien, y así por cosas que le movieron echó en tierra ciertos hombres y mujeres, y bien creo que pudiera echarlos a todos e irse solo a su jor nada...". 2i El editor de este escrito nos da una nota a pie de página acerca de este hecho que merece la pena ser reproducida: "Felipe II había escrito al mar qués de Cañete, que una buena solución para sanear el Perú sería enviar a toda la gente haragana, que pululaba por el Virreinato, a la expedición de Mendaña". ¿Para qué más comentarios? Éste era el ambiente del momento en una nave que iba a partir a una expe dición larga y penosa...Las cosas a bordo y en alta mar no debieron ser mucho mejores y menos para una mujer. Pero oigamos también lo que nos cuenta Salazar en "La mar descrita por los mareados", aunque hablamos del año 1573, la diferencia no debía ser tan grande: "Hay aposentos tan cerrados, oscuros y olorosos, que parecen bóvedas o carneros de difuntos (tumbas). Tienen estos aposentos las puertas en el suelo, que se llaman escotillas y escotillones; y porque, como son los aposentos, pare cen senos de infierno -si no lo son- es cosa cuadrante que las puertas y entradas estén en el suelo, de manera que se entren hundiendo los que allí entraren. (...) Los hombres allí dentro parecen pollos y capones que se lleva a vender en galli neros de red y esparto. (...) Hay ríos caudales, no de dulces corrientes cristalinas, sino de espesísima suciedad, no llenos de grano de oro, sino de granso de aljófar más que común, de grandes piojos. (...) El terreno es de tal calidad que cuando llueve está tieso y cuando los soles son mayores se enterne cen los lodos y se os pegan los pies al suelo. De las cercas adentro tiene grandísima copia de volatería de cucarachas y grande abundancia de montería de ratones, que muchos de ellos resisten a los monteros como jabalíes. (...) Por fuera negra, por dentro negrísima: suelos negrales, paredes negrunas, habitado res negrazos y oficiales negretes; y en resolución es tal que desde el bauprés a la contramesana, de la roda al codaste y del un bordo al otro no hay en ella cosa que buena sea ni bien parezca; mas, en fin, es un mal necesario, como la mujer. Hay universidad de gente y población y los vecinos de esta ciudad no tienen más amistad fe ni caridad que los bijagos, cuando se encuentran en la mar." Continúa nuestro narrador con otros horrores más impresionantes; pero con esto tenemos una idea del ambiente a bordo, el resto lo pueden imaginar y se quedarán cortos. Las naves zarparon del Puerto de El Callao en abril de 1595 y los miem bros de la expedición eran: D. Alvaro de Mendaña y Castro, general, jefe de la expedición, como ya hemos visto, a bordo del gal*ón San Jerónimo. Doña Isabel de Barrete, su esposa. D. Lope de Vega, almirante. Coronel don Pedro Merino Manrique. Mayor don Luis Moran. Capitán don Felipe Corzo. Capitán don Alonso de Leyva. Capitán don Manuel López. 22 Doña Mariana Ponce, su esposa. Capitán don Lorenzo Barreto, hermano mayor de doña Isabel. Alférez real don Toribio de Bedeterra. Alférez don Diego Barreto, segundo hno. de doña Isabel. Alférez don Juan de Buitrago. Doña Luisa Gerónimo, su esposa. Alférez don Tomás de Ampuero. Alférez don Jacinto Merino. Alférez don Diego de Torres. Sargento Jaime Gallardo. Sargento Luis Andrada. Juan de la Roca, asistente del capitán Barreto. Raimundo, asistente del alférez Buitrago. Gil Mozo, asistente de Ampuero. Salvador Alemán. Sebastián Lejía. Federico Salas. Miguel Gerónimo, al que acompañan su esposa y cinco hijos. Melchor García. Miguel Cierva. Juárez Mendes. Matías Pineto. D. Pedro Fernández de Quirós. D. Marcos Marín. Damián de Valencia. D. Gaspar Iturbe. Jaume Bonet. D. Martín Groe. D. Francisco Frau. Pedro Juan de la Espinosa, vicario. Padre Antonio de Serpa, capellán. Padre Joaquín. Juan Leal, hermano lego y asistente de enfermos. D. Luis Barreto, hno. menor de doña Isabel. D. Miguel Llano. D. Andrés Serrano. D. Juan de la Isla con su esposa y su hija. D. Andrés Castillo. D. Mariano Castillo. Elvira Delcano, Belita de Jerez y Pancha (doncellas y criada de doña Isabel). Pacito, paje del coronel. Leona Benítez, su lavandera. Myn, negro del general, veterano de la expedición anterior. 23 Además, entre los viajeros, irían colonos con sus mujeres que, como doña Isabel, debían ser también valientes y aventureras, o estar muy enamoradas de sus maridos para compartir tanto tiempo de su vida con el agua salada, el escorbuto, la inseguridad y el miedo... Del puerto de El Callao se dirigen al norte, donde les espera el capitán Lope de Vega con más tripulantes y en este momento tiene lugar uno de los primeros problemas, cuando la tripulación de la capitana se apoderó de un bar co en el Puerto, serían los problemas iniciales, pero también en cuenta el cariz que con el tiempo, tomaron los acontecimientos. También parece que hubo, como hemos entrevisto, desacuerdos graves entre el maese de campo y Quirós y aunque la imagen de Quirós se ha visto dañada por algunos estudiosos, hay que decir a su favor que el maese de campo no dejó de tener problemas con cada uno de los tripulantes ya fueran mandos o marineros y estos problemas se saldarían más tarde con mayor gravedad. En total iban embodegadas 1.800 botijas de agua y el número de viajeros fue de 378 personas de las cuales había 280 aptas para tomar las armas. Mendaña pidió a Quirós que hiciera 5 cartas de navegar, una para él y otras para los demás pilotos, y éstas sólo debían señalar tierra peruana desde Arica hasta Paita y cuya longitud fuera nada más que de 1.500 leguas más allá del Perú, pues se suponía que las Salomón se encontraban a 1.450 leguas. El comienzo de la navegación debió ser alegre y especiante, no olvidemos que la principal idea de los navegantes era lanzarse en pos de nuevos hori zontes. Después de 35 días de navegación será descubierta la primera isla, y se entonaría el Te Deum Laudamus en agradecimiento a la Tierra. Al siguiente día las naves se situaron al sur de la isla y vieron salir setenta canoas peque ñas, ocupadas, la que menos por tres hombres y la que más por diez. Los indios resultaron para los españoles "casi blancos y de muy gentil talla, gran des, fornidos, membrudos, bueno el pie y la pierna, y manos con largos dedos, buenos ojos, boca y dientes (...) Venían todos desnudos, sin parte cubierta alguna, los cuerpos y rostros todos muy labrados con un color azul y dibujados algunos pescados y otras labores"(Quirós). Los indios recibieron bien a los marineros, pero los acontecimientos se complicaron (fuera por miedo o por incomprensión) y las barcas siguieron su camino. Cuenta Quirós que el Adelantado no reconoció aquella isla y por eso deci dieron dejarla atrás, considerándola como descubrimiento nuevo. Este debió ser el primer momento de duda hacia don Alvaro por parte de su tripulación ¿por qué no haberse quedado allí? pensarían más adelante. Después de esta isla vieron otras tres: San Pedro, isla Dominica y Santa Cristina, a las cuales llamó el Adelantado las Marquesas de Mendoza. En Santa Cristina don Alvaro saltó a tierra con su mujer y la mayor parte de la gente para oír la primera misa, luego el general, en nombre de Su Majestad tomó posesión de las cuatro islas, paseó por ellas, sembró maíz y embarcó 24 dejando al conflictivo maese de campo en tierra junto con la gente de guerra. El maese, o los guerreros lograron sembrar su cizaña y se desencadenó una nueva batalla. Los indios atacaban y los españoles respondían de tal modo que los primeros tuvieron que replegarse y, con buen criterio, asumir la infe rioridad de sus armas, de tal suerte que Quirós nos dice que los indios les recibieron amistosamente. La paz venció y tripulación y polinesios convivie ron amigablemente durante algún tiempo, compartieron conversación (la que se podía) y algunas otras cosas. Pero don Alvaro quería llegar a las Salomón y decidió retomar la mar. Durante este tiempo se había arreglado la galera y recogido agua y leña. Los expedicionarios no estaban muy satisfechos de la partida y ello dio lugar a murmuraciones; pero a los pocos días el Adelantado aseguró que se vería tierra en seguida y se calmaron los ánimos. Vana esperanza, porque la tierra tardó en avistarse, comenzando a faltar agua y surgiendo el rumor de que la tierra buscada se había dejado atrás. Y seguimos la narración de Quirós: "... y no hay que espantar, que para seme jantes empresas han de ser muy hechos a trabajos, y muy sufridores dellos, los que han de poder llevar las faltas y cargas". Sin duda alguna, Isabel lo fue. Entre tanto, el capitán de la Santa Isabel solicitó a Mendaña leña y agua. El Adelantado les hizo llegar la leña; pero sin tener en cuenta las demás peti ciones, tal vez influido por el miedo de doña Isabel a que les llegara a ellos la escasez. El día 7 de septiembre se llega a Santa Cruz y las embarcaciones se ponen a la capa hasta el día siguiente; pero la Santa Isabel no está. Mendaña envia rá a las otras naves para asegurarse de que no se ha quedado atrás, la nave no aparece y Quirós dirá poéticamente que si nublado estaba el día, mucho más lo estaban los ojos de doña Mariana de Castro, esposa del almirante. Cincuenta piraguas salieron al encuentro de los navegantes, en ellas iban hombres de color oscuro, con los cabellos rizados y teñidos de distintos colo res, algunos con parte de sus cabezas rapadas, los dientes pintados de rojo, desnudos o con sólo un fino paño por vestidura. Sus brazos se adornaban con brazaletes de bejuco y en sus cuellos lucían collares de pequeñas cuentas, hueso, ébano, dientes de pescados y conchas de diversos tamaños. En un principio Mendaña y su esposa sintieron alivio: habían llegado a su destino. Pero cuando el Adelantado se dirigió a los indios fue consciente de su equivocación porque estos no le comprendían. Sin embargo Mendaña era sabedor de que su gente estaba cansada, que las condiciones del viaje, como hemos visto, eran duras... y decide parar en la isla hasta tener alguna noticia de la Santa Isabel. Para los niños y las mujeres esto debió suponer una gran liberación. Los indios observaban los navios sin atender las invitaciones a subir a ellos que les hacían los españoles y de pronto lanzaron una nube de flechas hacia las velas de las naves. Los arcabuceros dieron respuesta inmediata a este repentino ataque. De este modo Mendaña decidió buscar un puerto mejor 25 y más seguro, abrigado de los vientos para pasar la noche. Lo encontraron y sintieron los cantos y música de los indígenas durante toda la noche. Al siguiente día, un gran número de indios se dirigió hacia las naves para verlas, llevaban flores rojas en sus cabezas y narices, y esta vez sí consintie ron en subir a bordo; así comenzó la amistad de Mendaña con el jauriqui Malope: "Entró luego preguntando por señas quién era nuestra cabeza: el Adelantado le recibió con grande amor y tomándole la mano, le dio a enten der quien era. Él le dijo que se llamaba Malope, y el Adelantado a él , Mendaña y a el Adelantado que se llamase Malope..." Esta primera muestra de generosidad por parte del jauriqui se siguió de cuatro días de intensos intercambios de regalos y comida; pero estalló una nueva revuelta cuando los indios de otro poblado hicieron que surgiera un malentendido entre los mari neros y el jauriqui y su gente. La situación fue sofocada con rapidez y las amistades se reestablecieron. El 21 de septiembre, día de San Mateo, se dirigió el Adelantado con toda su gente a otro puerto más acomodado dentro de la misma bahía y se envió a don Lorenzo para que bojeara los alrededores en busca de la nave perdida. A la mañana siguiente un gran número de indios se dirigió a la nave, aquí se dio un gran número de heridos indios, que huyeron a tierra. D. Lorenzo les siguió y el maese de campo le amenazó desde la nave de lo que según cuenta la crónica "sintióse mucho doña Isabel", al parecer la discusión entre doña Isabel y el maese de campo debió ser dura, pues sabemos que éste no volvió a dormir a la nave, sino que permaneció en tierra. Pocas horas pasaron en calma, porque al siguiente día el maese volvió a sem brar el conflicto, esta vez entre solteros y casados. Los primeros pretendían instalarse en el pueblo recién descubierto, mientras los últimos eran del parecer de que aquellas tierras no eran sanas; al fin se encontró un lugar adecuado y allí se instalaron nuestros viajeros: era la bahía Graciosa. La descripción de estas tie rras por Quirós no tiene nada que envidiar a la de la Tierra prometida que se hace en la biblia. A la isla se dio, como hemos visto, el nombre de Santa Cruz. Pero ni en nuestro siglo ni en los anteriores nunca fue fácil comportarse al gusto de todos, y los problemas tenían que surgir: algunos de los soldados comenzaron a tener quejas con respecto a las ideas del Adelantado, de mane ra que empezaron a correr papeles y pareceres de protesta, don Alvaro salió a tierra, aunque parece que bastante enfermo, para hacer frente a la situación de Merino Manrique y Tomás de Ampuero. En este tiempo una pequeña cuadrilla de soldados, capitaneados por Juan de Buitrago dio muerte al jauriqui Malope, esto dolió profundamente a Mendaña que quiso escarmentar severamente a los culpables; Quirós habló con él en favor del cabecilla, que no sería ejecutado, pero que se dejaría morir poco más tarde. La profesora Annie Baert concluye en lo que se refiere a estos episodios: "pese a que nuestros documentos son muy discretos sobre este punto, parece que ciertas damas de la expedición fueron la causa, real o supuesta, del des26 honor de su marido, lo cual daría una explicación a la decisión de Mendaña. don Lorenzo Barreto, uno de los hermanos de doña Isabel, habría seducido a la esposa de Juan de Buitrago, doña Elvira Lozano. Así mismo, Tomás de Ampuero, personaje ambiguo, exiliado por el virrey de Perú, que esperaba convertirse en gobernador de la expedición a la muerte de Mendaña había, posiblemente gustado a la esposa del último -hablamos de doña IsabelSegún ciertos témoins, estas suposiciones explicarían que Buitrago estuviera en la conspiración para matar a los Barreto y que Mendaña le hiciera matar del mismo modo que a Ampuero. No obstante, no es necesario buscar asuntos amorosos para comprender la situación creada por las rivalidades, el miedo al futuro, la convoitise, y sin duda un cierto vacío de poder. Efectivamente, Mendaña no se mostró nunca lo suficientemente autoritario: esta, que es probablemente una cualidad, en lugar de atraerle el reconocimeinto de sus hombres, se volvió contra él y le hizo pasar por débil e indeciso. De aquí a pensar que era el juguete de doña Isabel sólo hay un paso, que fue franqueado fácilmente por Robert Graves, en su novela "Las islas de la imprudencia ", aunque sin ninguna prueba al respecto ". Por otra parte la situación que podemos llamar "sanitaria" de los españo les va de mal en peor, muchos se encuentran enfermos, el capellán Antonio Serpa muere y es enterrado cerca de la iglesia, Mendaña dictará su testamen to en una noche de eclipse lunar y morirá la tarde siguiente. Se le darán las honras fúnebres propias de un general y en señal de duelo se pondrán dos grandes banderas sobre el suelo al son de los tambores. Es enterrado en la iglesia de Santa Cruz el 18 de octubre de 1595. Aunque más adelante será desenterrado para volver con las naves que quedan a Filipinas, como vere mos. Con este hecho y en virtud de los privilegios de don Alvaro de Mendaña, doña Isabel se convierte en su heredera universal, marquesa de las islas del Mar del Sur y gobernadora de las mismas. Su autoridad la compartirá con su hermano Lorenzo que se convierte en el nuevo general; pero éste morirá el día 2 de noviembre y será enterrado cerca de su cuñado. La muerte del hermano debió sumir a Isabel en un gran desconsuelo, más teniendo en cuenta que ahora se encontraba sola ante una marinería descon tenta que pensaba que toda aquella cadena de acontecimientos era una maldición. Isabel tomó, así, su primera decisión como gobernadora, hizo subir a bordo a los de tierra y aquel poblado se abandonó. La marquesa de las islas del Mar convocó al Consejo, al que asistieron su hermano Diego, piloto mayor que sería nombrado general y el capitán Felipe Corzo. El nuevo general aconsejó que se abandonaran las naves pequeñas, utili zándose sólo la grande, pero don Felipe se opuso defendiendo que su galeota podría aguantar una nueva travesía, de modo que la primera propuesta fue des cartada. Se discutió también sobre el camino a seguir: dirigirse a Filipinas o intentar localizar a la Santa Isabel que, como sabemos, estaba perdida. 27 La decisión fue dirigirse a las Filipinas, aunque comprobando antes que la Santa Isabel no está en las cercanías. Aunque el rumbo a las islas Filipinas suponía un gran alivio para una tri pulación cansada de la búsqueda de unas islas mal ubicadas o -como temían algunos- inexistentes, hay que decir que no significaba una travesía fácil y llevadera. La situación, por otro lado, era peor que la de la partida: 900 leguas de camino, naves en malísimo estado, peligrosísimos arrecifes y aguas y vientos imprevisibles... La navegación transcurrirá sin incidentes hasta el día 10 de diciembre: los días se tornan calurosos, las noches frías, además la galeota se niega a navegar en conserva como se le había indicado e Isabel se ve obligada a increparla. Un día como hoy de hace 4 siglos, el 11 de diciembre, se cruza el ecuador y ese mismo día deserta la San Felipe (comandada por Corzo) que sería juz gado por insubordinación en Manila más tarde. La situación de la San Jerónimo es cada vez peor, no hay casi comida y el agua es sucia, los marineros se encuentran en un estado de debilidad tal que les resulta casi imposible cargar los cadáveres para lanzarlos al mar. A Quirós le preocupa mantener el estado de la nave hasta el destino fijado y para ello se ofrecerá una ración extra a voluntarios que achiquen el agua que entra. Las dos naves que quedaban navegan en conserva: sin jarcias, casi sin velas, los estayes podridos, los tripulantes enfermos y francamente debilita dos... La fragata Santa Catalina solicita auxilio la noche del 19 de diciembre pero Isabel se niega a acercarse a ella por miedo a la oscuridad. Se perdió de vista y ya en Manila pudieron saber que se había ido al garete con toda la tri pulación, cadáver del adelantado incluido. Más adelante encuentran islas habitadas y pueden pedir a los indios cocos y fruta, pero no pueden bajar porque no hay aparejo para soltar la canoa. El día 14 de enero de 1596 llegan a cabo Espíritu Santo, Isabel cae de rodillas y hace publicar un bando prohibiendo a todos, bajar a tierra sin su permiso, tampoco quiso distribuir el agua sobrante hasta no haber llegado a su destino. El 29 de enero se puso rumbo a Manila y se envió a dos de los hermanos de la adelantada para avisar al Gobernador de su llegada. La travesía fue corta pero Isabel no quiere desprenderse de los víveres que sobran en su despensa, Quirós se lo echó en cara pero, al parecer, la contestación de Isabel fue dura y egoísta: "la expedición la había costado muy cara y ella no toleraba intervención en sus intereses" ¿miedo, egoísmo o locura? no lo sabre mos nunca, sin embargo Quirós es tozudo y sigue exigiendo un reparto justo; para ello se enfrenta con Isabel y le hace ver que ella ha dado mucho pero que también han sido muchos los muertos y los que sufren por culpa de que el Adelantado no supo fijar correctamente la situación de las Salomón. Isabel, ante semejante argumentación, con buena o mala cara, se ve obligada a abrir su des pensa y por fin la marinería goza de un buen almuerzo en mucho tiempo. 28 No somos quienes para juzgar este comportamiento tan mezquino a primera vista, pero el hecho en sí nos da pie para vislumbrar el carácter de esta mujer de voz suave pero autoritaria. En esas circunstancias la lucha por la superviviencia ha de ser atroz, tal vez el miedo y la impotencia ante tantísimo fracaso hizo a esta mujer protegerse de todos y de todo. De cualquier modo la fuerza de la con vicción de los propios hechos que Quirós expuso les enfrentaría, pero también le hizo ceder. Quizás no sabremos nunca si fue por miedo a la realidad o por que su conciencia se ablandó ante las circunstancias... cada uno que piense y novele lo que le parezca. Los tripulantes, ya lo hemos visto, comieron como habían olvidado que podí an comer y el viaje continuó sin rumbo, esto es lo que importa. El 11 de febrero avistaban Manila. Isabel y Quirós habían vencido. Majó dice: "Fueron muchos los daños causados por el viaje, muchas las muertes, las penurias, pero Isabel permanecería sin daño, valerosa, con el corazón traspasa do de heridas invisibles que a la vez la llenaban de luz", puede ser una visión muy romántica de la situación; pero tal vez se acerca bastante a la realidad. Don Alonso de Albarrán, centinela de la isla subiría a bordo con dos barangais llenos de provisiones, el día 12 de febrero entran en el puerto de Cavite con una desnudez arrogante recibiendo los honores. Todo debió ser revuelo en las islas Filipinas. Se decía que el barco venía de las Salomón y a Isabel comenzaron a llamarla la "Reina de Saba", nombre que perduraría con el tiempo. Es fácil imaginar que si hoy la hazaña de esta mujer nos llena de estupor, entonces debió ser más impresionante. Mandó barcos y sol dados, venció el océano del Perú a Filipinas... Isabel fue agasajada en Manila junto con sus hermanos y la tripulación, el piloto mayor redactó un informe diciendo los motivos por los que, a su juicio, no pudo llevarse a buen fin la expedición: "1. Por la imperfección de los instrumentos y el desconocimiento que de la circunferencia de la tierra se tenía. 2. Si Mendaña conocía la verdadera situación no quiso revelarla antes de salir, por temor a asustar a la gente ante la distancia, o tal vez, dudando de arribar a ellas. 3. Que Gallego, el único técnico de la expe dición que con Mendaña descubrió las islas Salomón en 1567, hubiese engañado a Mendaña y a Quirós, para no desembarcar allí y así, no pudieran rescatar el oro de Guadalcanal." Pero Isabel tenía sangre aventurera, y su vida no terminaría aquí. En Manila conocerá a Fernando de Castro, con el que se casará en noviembre de 1596, y junto con su nuevo esposo, decidirá terminar la obra emprendida por Mendaña. Para ello se prepara la San Jerónimo y se realizan informes, el día 10 de agosto del año 97 Isabel, Fernando y Quirós se dirigen hacia Nueva España, lle gando el 11 de diciembre a Acapulco, desde donde Quirós pondrá rumbo a Perú con la intención de solicitar al virrey Luis de Velasco licencia y ayuda. De allí viajará a España para obtener una Cédula del Rey, llegando a Sanlúcar en febre ro de 1600. 29 Los esposos se han quedado en Méjico, pero no parados. Envían al Rey un atestado solicitando permiso para una nueva expedición, al no obtener res puesta se dirigen a Madrid donde según Bosch llegaron con dos hijos hacia 1609. No logran el permiso y regresa a Perú, donde Fernando ha sido nombrado gobernador y justicia mayor de Castrovirreina. Tiempo después se enterarán de que Quirós ha obtenido una real cédula por la que se le concede el permi so para colonizar las Salomón. Redactan una protesta recordando al Rey los derechos de Isabel, pero no obtienen respuesta. Se dirigen, entonces, al Puerto de El Callao, donde Isabel increpará a Quirós, el cual se defenderá diciendo que la nueva Real Cédula invalida las anteriores. La Reina de Saba verá como Quirós parte sin ella, que es lo mismo que ver que su reino es in existente. Los últimos días de esta mujer fuerte, activa y valerosa son, por tanto, tranquilos hasta su muerte en 1612, será enterrada definitivamente en el con vento de Santa Clara de Lima. Me voy a permitir terminar esta comunicación parafraseando las reflexio nes finales del libro mencionado de Hilda Elias de Zevallos que, me parece, describen y analizan con seriedad el carácter y la actuación de esta mujer tan desconocida en datos pero tan importante para la historia naval, en un siglo difícil para el sexo femenino: Dice esta autora: 1. La autorización para la colonización, el título de Adelantado de las Islas y el de Almirante, transmisible a su hijo o heredero se lo concedió el rey Felipe II en 1573. Este documento permite a Alvaro de Mendaña nombrar a Isabel Barreto como heredera en todos los cargos concedidos por el Monarca. 2. Isabel Barreto conoce sus derechos y sus alcances y una vez que asume las responsabilidades actúa con seguridad y decisión. 3. Los preparativos, tripulaciones, avituallamiento y labores menores rela cionadas con el viaje, se realizan en la costa del Perú y se considera como "peruleros " a sus tripulantes. 4. Isabel, mujer paradigma, nació, creció, vivió y se casó en Lima. De allí partió hacia Oceanía y de allá retornó a morir a su tierra natal. 5. Es la primera y única mujer que ostenta el título de Adelantada, Capitana de la Flota y Gobernadora. 6. Cruzó dos veces en una frágil nave, el océano más grande del mundo. 7. El deseo de Alvaro de Mendaña, de colonizar las Islas Salomón e incor porarlas al reino de su Majestad española fue también el anhelo de Isabel. Por eso continuó la expedición. Lamentablemente, pasaron cerca de las islas sin poder reconocerlas. Ya no tenía tripulantes sanos, ni colonos, ni fuerzas para iniciar un proceso de colonización. 8. La férrea voluntad de Isabel y su carácter orgulloso y despectivo, le per mitieron sobrevivir a trances muy difíciles. Por llevar a buen término su empresa, al lado de su esposo sacrificó fortuna, juventud, salud y maternidad. 30 Se rodeó de una coraza de egoísmo y frialdad, que tal vez fue la única forma de vencer adversidades y exigencias propias de varones. 9. El temple de su carácter iba al mismo ritmo que su fortaleza física. Por lo que sabemos de ella a través de testigos de sus viajes, jamás se quejó de dolo res o padeció algún mal. Se le puede tomar por mujer justa y equilibrada. Si algo cambia esta actitud es a raíz de la muerte de Mendaña y ante la incertidumbre del buen término de su misión. Se torna celosa en extremo en la distribución de víveres. 10. Como mujer de empresa, probó que era capaz de llevarla a buen término, tenía fe y seguridad en lo que hacía. Conoció las flaquezas del carácter de Mendaña y lo respaldó con su personalidad autoritaria. 11. Isabel Barreto Castro fue una mujer fuera de serie. Invirtió toda su dote matrimonial en el viaje, comprometiendo su futuro y su vida. Renunció a los placeres de una existencia en la capital, dentro de la corte virreinal, para cam biarla por la estrechez e incomodidades de una nave insalubre. 12. Siendo Isabel una mujer que vive en los albores de la edad moderna, su tiempo aún lleva el peso de la mentalidad medieval, en la que se concibe la independencia del proceder femenino. Isabel fue pionera y abanderada de la mujer responsable, de convicciones y de temple. Fue una verdadera mujer marinera. 13. Isabel Barreto Castro es" único Adelantado del océano de sexo femenino que menciona la historia ". 31 BIBLIOGRAFÍA barras Y DE ARAGÓN, F. de las: «Mujeres viajeras», en Publicaciones de la Real Sociedad Geográfica, serie B, núm, 254 1951. Fernández de quirós, p.: Memoriales de las Indias Australes, Historia 16, Madrid, 1990 Ed. de Osear Pinochet. Fernández de quirós, p.: Descubrimiento de las regiones Australes, Historia 16, Madrid, 1990 Ed. de Roberto Ferrando. elÍas de ZEVALLOS H.: El entorno de Isabel Barreto Castro de Mendaña y su viaje hacia las Islas Salomón: 1595-1596. Lima, 1995. GRAVES, R.: Las Islas de la imprudencia. EDHASA, 1984. bosch barrett, M.: Doña Isabel Barreto, Adelantada de las Islas Salomón, Juventud, 1943. Sánchez, J.: Mi viaje a los Archipiélagos del Pacífico, Plaza y Janes, 1992. baert, A.: «Doña Isabel Barreto, marquise de la Mer du Sud et premiére femme gouverneur» en Tahiti Pacifique Magazine, nums. 42 y 44 oct.-dic. 1994. céspedes del castillo, g.: (ed. lit) «Textos y Documentos de la América Hispánica (1492-1898)». En: Historia de España; Labor, 1986. T. xm. 32 TRÁFICO Y NAVEGACIÓN EN EL PACÍFICO: EL CEDULARIO José María BLANCO NÚÑEZ Capitán de Navio Investigador Naval INTRODUCCIÓN En unas Jornadas dedicadas a Don Alvaro de Mendaña y Neira: el Pacífico y su dimensión histórica, nos pareció oportuno investigar y tratar de averiguar cómo nació el tráfico marítimo y la navegación en aquel mar y para ello recurri mos a un viejo amigo, los libros cuentan entre las mejores amistades, el Cedulario Indiano de Diego de Encinas, cuyos cuatro tomos de la edición facsí mil de 1945 recibí en herencia hace una década y a cuyo quinto tomo, maravilloso estudio preparado en ese mismo año de 1945 por Don Alfonso García Gallo y aparecido con motivo de los faustos del 5° Centenario, es decir, con medio siglo de retraso, he tenido acceso gracias a la buena gestión y eficacia de la bibliotecaria de nuestra Biblioteca Central, Doña Mercedes Dorda. ¿En qué consiste el Cedulario de Encinas? pues nada menos que en la reunión de las: "PROVISIONES, CÉDULAS, CAPÍTULOS DE ORDENANZA, INS TRUCCIONES Y CARTAS LIBRADAS Y DESPACHOS EN DIFERENTES TIEMPOS POR SS.MM. LOS REYES CATÓLICOS DON FERNANDO Y DOÑA ISABEL Y DON CARLOS Io Y DOÑA JUANA SU MADRE Y DON FELIPE IIo, CON ACUERDO DE LOS SRES. PRESIDENTES Y DE SU CONSEJO REAL DE INDIAS, QUE EN SUS TIEMPOS HA ÁVIDO TOCANTES AL BUEN GOBIERNO DE LAS INDIAS, Y ADMINISTRA CIÓN DE LA JUSTICIA EN ELLOS. SACADO TODO ELLO DE LIBROS DE DICHO CONSEJO POR SU MANDADO, PARA QUE SE SEPA, ENTIENDA, Y SE TENGA NOTICIA DE LO QUE CERCA DE ELLO ESTÁ PROVEÍDO DESPUÉS QUE SE DESCUBRIERON LAS INDIAS HASTA AHORA. EN MADRID IMPRENTA REAL MDXCVI (1.596)". Así resulta que un recio navarrico, Oficial Mayor de la Escribanía de Cámara, dejó 20 años de su vida y su vista, en un incómodo cuartucho del anti guo Alcázar Real, examinando y copiando más de quinientos volúmenes, con la sola ayuda de dos escribientes, a los que pagó de su pecunio. Recogió pues, la legislación de Indias hasta 1596, es decir, el primer siglo de colonización y sin llegar a la exhaustividad, reprodujo con toda fidelidad e íntegramente miles de documentos esenciales para comprender la magnitud de lo que allí hicimos 33 "...para que se sepa entienda y se tenga noticia de lo que cerca de ello esta proveydo después que se descubrieron las Indias hasta ahora..." Las cédulas revelan, como dice el profesor García Gallo, el estado moral, político, social, o económico de cada región, los problemas, dificultades, inte reses y pasiones -nobles y mezquinas- que agitaron aquella sociedad en formación y constituyen la obra más fundamental para el estudio de las institu ciones del siglo xvi. Por eso mi elección para extraer de ellas información náutica y comercial, ayudado a modo de derrotero por la excepcional crónica de la conquista del Perú de Cieza de León, escrita entre 1541 y 1550, y por esa maravillosa y monumental obra: Sevilla y el Atlántico de Pierre Chaunu. LA DERROTA ATLÁNTICA De sobra conocida por todos Uds., sólo dos palabras para recordar que a vela se iba y se va al Nuevo Mundo con los Alisios, bien por las Canarias, bien por Cabo Verde. Se regresa con los generales del Oeste, el primer regre so rindió en Bayona de Vigo, en cuanto se cogió el tranquillo, el seno gaditano fue el final del viaje redondo, como era también principio, con reca ladas ocasionales en las rías gallegas, los galeones de Rande lo atestiguan y en Lisboa, durante los sesenta años de unión, sin olvidarnos, por supuesto de Sevilla y su Guadalquivir, que durante dos siglos fueron Alfa y Omega de todo el sistema. Estas derrotas son surcadas por las flotas, en el lenguaje de hoy en día, los convoyes, escoltadas por las Armadas, mandaba el conjunto el capitán gene ral, que navegaba normalmente al frente de la vanguardia, llevando como segundo a un capitán llamado almirante que manda la retaguardia, sus res pectivas insignias se denominaban nao capitana y almiranta. En el Cedulario se encuentran las instrucciones generales dadas a dichas autoridades para realizar los viajes redondos a Indias, con tal género de detalles que sería muy fácil ordenarlas y presentarlas con el formato de una orden de operaciones moderna. LA MAR DEL SUR El día 29 de septiembre de 1513, Vasco Núñez de Balboa tomó posesión del mar que había divisado cuatro días antes desde un cerro, lo bautizó DEL SUR, pues ese era el rumbo que él traía en su camino desde la orilla del mar que entonces pasó a ser del Norte, mucho más tarde, el 28 de noviembre de 1520, anotaba Pigaffetta en su diario: "El miércoles 28 de noviembre desem bocamos del estrecho para entrar en el gran mar, al que enseguida llamamos Pacífico, en el cual navegamos durante tres meses y veinte días sin probar ningún alimento fresco". Ese Pacífico ya ascendido a la categoría de océano, arrebata el nombre al Mar del Sur que fue la denominación oficial durante todo el siglo xvi. Con tal posesión, Vasco Núñez originó la creación de una interesante 34 gobernación, la Castilla del Oro, y de un istmo para el cual no nos sirve la defi nición del diccionario: "lengua de tierra que une dos continentes" porque con el establecimiento del fabuloso Perú en 1530, se convertirá en lengua de tierra que separa dos océanos y nunca cobrará más valor la famosa frase de San Agustín, que sobre mármol adornaba la escalera de nuestro entrañable cuartel de la E.N.M.: "La mar une los pueblos la tierra los separa". PANAMÁ Aunque venían del Norte, de la orilla atlántica, la más cercana a casa, la ciudad más importante la fundaron en el Sur, ¿razones?, de todo tipo, la más pueril pero quizás la más verosímil, la apunta Cieza: "... por la costa junto a las casas de la ciudad, hallan entre la arena una almeja muy pequeña que llaman chucha, de la cual hay gran cantidad; y creo yo que al principio de la población desta Ciudad, por causa de estas almejas se quedó la ciudad en aquesta parte poblada porque con ellas estaban seguros de no pasar hambre los españoles...". También se asombra el sevillano de ori gen leonés de que en los ríos haya "gran cantidad de lagartos que son tan grandes y fieros que es admiración verlos". Chuchas o berberechos aparte, la razón estratégica de la elección parece evidente, las "paludes" (lagunas) que la rodean facilitaban la defensa, tenían el precedente veneciano, su posición central en el golfo la hacían ideal para la concentración del cabotaje que enseguida se estableció pues si bien la Ciudad de Panamá se fundó en 15 de agosto de 1519, sabemos por Pascual de Andagoya que escribió sobre los "Descubrimientos, colonización y discordia en la Tierra Firme" que "en este tiempo (finales de 1514) partió del Darien un capitán que se decía Gaspar de Morales a descubrir la Mar del Sur, y pasó a ella (la isla de las perlas) y el Señor de ella le vino en paz y le dio perlas ricas; este fue el primero que entró en ellas". Por lo tanto deducimos que el primer tráfico importante que hubo en la mar del Sur fue el de las perlas, cuyas pesquerías ya estaban reglamentadas con cédulas de 1512 y 1513, para las que en tanta abundancia aparecieron el la isla Margarita de la actual Venezuela, reglamentación en forma de provisión de los Reyes Católicos "permitiendo y dando licencia a todos los vecinos y pobladores que puedan ir a rescatar perlas pagando el quinto a SS.MM.", que más tarde continuó mejo rándose y extendiéndose al Pacífico. Por ejemplo, en 1539 se ordena que en la Tierra Firme no se pesquen con "Chinchorrio", red a modo de barredera y semejante a la jábega, aunque de menor tamaño, jábega que es arte a utilizar desde la orilla y con la cual en Galicia se han pescado muchísimos millones de sardinas. Las perlas eran consideradas como el oro y la plata a efectos del Almoxarifazgo, es decir "pagaban el quinto" no excesivo si consideramos los impuestos que en el día se pagan al Estado. Anotemos también que, desde el primer momento se empiezan a construir naves o navichuelos y recordemos que el propio Vasco Nañez, hizo construir en Acia algunos que despiezados fueron a hombros de indígenas a través del Istmo 35 y no enteros, como yo me imaginaba al leer aquel libro de mi "primaria" que se llamaba " 100 figuras españolas". Panamá fue la tercera Audiencia de América, luego perdida en favor de La Ciudad de los Reyes, Lima, en 1542 y más tarde recuperada, y en esta recuperación una nota importante: "no tiene encomienda de indios, porque no los hay en aquella Provincia". Efectivamente, la capitanía más chica de América, compuesta de las provincias de Veragua y Darien, por causa de las enfermedades que exportamos de Europa, por las fatigas que correspondieron a los indios en la explotación de la riqueza minera, a pesar de los desvelos de los Reyes de los cuales hay múltiples ejemplos en el Cedulario, terminaron por desaparecer y entonces nació la importación de mano de obra negra, que como mercancía, es duro pero fue así, también pagaba Almoxarifazgo y pre cisamente en Panamá dio origen a lo que Chaunu bautiza como colonia dentro de la colonia, que son los negros cimarrones. Saben Uds. que se dice cimarrón al animal doméstico que huye al campo y se hace montaraz y que aplicado a personas, se decía del esclavo negro que huía y se refugiaba en el monte. El problema cimarrón en Panamá fue de envergadura pues se dedica ban al pillaje de las mercancías entre Nombre de Dios y Panamá y así una cédula de 1542 explica los daños que se derivan de que los negros anden de noche y por lo tanto prohibe tales andanzas. Y desde que el istmo sirvió de nexo de unión entre el Perú y España, el nombre de Panamá va siempre aso ciado al del Nombre de Dios, puerto del que nos ocupamos a continuación. NOMBRE DE DIOS En la Luz de Navegantes de Don Baltasar Vallerino.de Villalobos (1592), gracias entre otros al Museo Naval y a Doña Ma Luisa Martín-Meras divulgada, encontramos la descripción de tan "miserable" puerto, que sin embargo fue en Rotterdam en el xvi hasta que Portobello le arrebató su tráfico. "Este puerto y pueblo de Nombre de Dios está en altura de 9o y medio setenta lenguas de Tolu (Colombia cerca de Cartagena). La vuelta del Oeste donde suele haber de ordinario hasta ciento cincuenta vecinos que están debajo de la gober nación de la Real Audiencia de Panamá y en este puerto se descargan todas las mercaderías de España que pasan por el Mar del Sur a la provincia del Perú por que de aquí se llevan en lenguas por tierra y en barcos por el río del Chagres al mar del Sur. El temple y sitio de la ciudad del Nombre de Dios es muy contrario a la vida humana especialmente en los meses de julio, agosto y septiembre y así conviene huir de ese puerto en estos tres meses, en los que las mujeres españolas no sue len concebir ni parir y si pare alguna, es muy casual criarles y llegar a edad. No se suele coger aquí casi fruto ni mantenimiento alguno ni criarse ganado considerable, de ningún género que sea, y así no hay otras granjerias sino sola mente el trato de las mercaderías que en aquel puerto entran y salen". (Ven como las chuchas eran fundamentales). El puerto más grande de las Indias, hasta que se traslada a Portobello, no fue 36 en realidad más que una playa que, como dice Chaunu fue solo un lugar de encuentro episódico entre dos mundos. El río Chagres, desembocaba no lejos del mismo paralelo de su fuente, en el Océano Atlántico junto al pueblo del mismo nombre, hoy en día desemboca en el lago Gatun que forma parte del canal de Panamá. Era la principal vía fluvial del país con 80 km navegables. La cédula más antigua en que aparece citado Nombre de Dios es una de 1545, que ordena que en dicha localidad "... el oro y la plata valgan por la Ley verdadera que tuvieren". Nombre de Dios, para un estadístico que mida en miles de toneladas movi das en sus orillas, o miles de millones del valor de aquellas, es importantísimo, para un ingeniero de puertos es cero, pues allí no se invirtió nada, no tenía muelles, ni almacenes, incluso por cédula de 1536 se dispone que ninguna per sona pueda hacer casa de aduana en el río del Chagres, de la provincia de Panamá, además de la que la Ciudad de Panamá tiene hecha; y "si alguno la quiere hacer sea de piedra o tapia para guardar sus mercaderías"; otra de 1574 dispone que no debía tener ni tiendas ni barracas, y todo se deposite en la Casa de Contratación. Por tanto vemos que Nombre de Dios, no tuvo autonomía con respecto a la capital Panamá y fue más que nada un lugar de trasiego de mercancías, con población flotante dependiente del arribo y la zarpada de las flotas, con grandes problemas de abastecimiento para esa población y, nunca mejor dicho, la flotan te que suponían las dotaciones de flotas y Armadas. Que resolvía con cabotajes a la costa de Nueva Granada, de ahí la referencia de Vallerino a Tolu y que nunca contó con defensa propia, seis piezas de artillería en 1570 marcaron el máximo de su fuerza. EL ISTMO El insano eje Panamá-Nombre de Dios primero y después Panamá-Portobelo, a partir del establecimiento del Perú, 1530, constituyen el istmo por antonomasia pero tuvo también competidores como el de Tehualtepec y el de Puerto caballos (Honduras) a Nicaragua, e incluso el que ha inmortalizado la bella cumbia: "Tengo de subir subir las bocas del Magdalena y llegar a Bogotá y besar a mi morena" Ese eje se traza sobre la antiquísima capitanía general de la Castilla de Oro a la cual se dirigía esta Cédula en 1514: "...y mando a Pedro Arias de Ávila nuestro capitán general y gobernador de la Castilla del Oro (fundador de Panamá y verdugo de Vasco Núñez), haga guar dar y cumplir a los vecinos de la provincia del Darien la merced de no pagar el 37 quinto del maíz yucamaxi..." merced que venía impuesta por la terrible escasez de comida que, en tan aparentemente fértiles tierras, existía. Cinco años más tarde, "el Rey dice a su gobernador o lugarteniente e capitán de la Castilla del Oro e nuestros tesoreros y contadores e veedores e factores della que agora son o serán, en cualquier tiempo...la orden que se manda tener y guardar en fundir el oro labrado en piezas, que de poder de los indios venía a los españoles, de rescates, entradas, comercio como en otra manera..." dada en Barcelona a 14 de septiembre de 1519, por lo tanto el toponímico no estaba mal puesto, aunque el oro de Panamá proveniente en su mayoría de los ríos se agotó pronto, a pesar de la importación de mano de obra negra para sustituir la india, también y por razones de la caída de la población indígena e ignorancia en su cultivo, desapareció la producción de perlas, con lo cual la población española del istmo, salvo el funcionariado, que en parte también lo hizo, empezó a dirigir se hacia el Sur en busca de las riquezas del Perú. Hablando de funcionariado, asombra la perfección de la que ha sido cali ficada "la más perfecta burocracia del mundo", se fijaron las lineas de cada Cédula, para que no se aprovechasen los escribanos. ¿Cómo se atravesaba el istmo? Se establecieron dos rutas, una, totalmente terrestre, más sana, más segura y más cara que la fluvial del río Chagre hasta un punto distante cinco leguas (27,5 km) de Panamá, conocido como lugar de Cruces, donde tomaban el mismo camino de la ruta terrestre, así lo describía Cieza: "...porque el trato es tan grande que casi se puede comparar a la ciudad de Venecia; porque acaesce venir navios de la mar del Sur a desembarcar en Panamá, cargados de oro y plata; y por la mar del Norte es muy grande el núme ro de flotas que allegan al Nombre de Dios, de las cuales gran parte de las mercaderías vienen por el río Chagre, en barcos..." barcos añadimos que eran poco más que almadías planas, donde debido a lo turbulento de las aguas y a los frecuentes aguaceros, la mercancía sufría de lo lindo, de ahí lo importante de la Caja de la Avería; y continúa Cieza"...y del río a Panamá en grandes y muchas recuas que los mercaderes tienen para este efecto." Las recuas por cierto se compraban en Costa Rica, que se especializó en su producción, según Velasco llegaron, en 1570, al número de 500 a 600 muías y datos de finales del siglo de la Audiencia de Panamá, citan 850. Los neo-maragatos panameños, aunque mandados por blancos, eran en general negros y los peligros de todo tipo de alimañas y fieras, amén de los mosquitos, unido al ya citado de la rapiña cimarrona, encarecen enormemen te este corte del transporte no resuelto hasta la apertura del canal, pues la ruta de Magallanes nunca alcanzó valores de intercambio apreciables. LA DEFENSA DEL ISTMO Acabamos de ver que la orilla atlántica del intercambio comercial estaba indefensa, no es verdad, la defensa se ejecutaba, con indudable sapiencia estratégica, desde Cartagena de Poniente o de Indias, como prefieran. En Cartagena se constituyó la defensa militar por excelencia de la Tierra Firme y 38 si algún peligro se cernía sobre Nombre de Dios, o los puertos vecinos que lo abastecían, se efectuaba el repliegue sobre la amplia bahía de los magníficos castillos, donde andando el tiempo se inmortalizó don Blas de Lezo que impidió al inglés apoderarse y destruir la fuerza organizada española. El régimen de vientos, el interland, la capacidad de concentración, en fin todos los factores modernos que definió Clausewitz y luego navalmente Mahan, para la elección de una base, llevaron a nuestros increíbles hombres del xvi a la óptima selección cartagenera. Otra defensa la proporciona el propio sistema de convoyes pues cuando la flota esta faenando en Nombre de Dios, su protectora Armada sigue con su misión y cuando no carga o descarga, no hay nada que pillar pues, como vimos, al terminar la feria se marchan los feriantes, se recogen las casetas y allí no quedan más que dos centenares de casuchas cuyas vigas hay que reemplazar a menudo por la maldita broma y los "rezagos" que se comercia ban con ayuda del cabotaje. La orilla pacífica o sureña, hasta la primera violación de ese mar español, ejecutada por Drake a partir del 17 de agosto de 1578 en que cruza Magallanes, hasta el 13 de febrero del año siguiente en que saquea el Callao, no necesitó de defensas especiales y los "barquichuelos", según los cronistas de la época, que aseguraban las comunicaciones imperiales bien los cabotajes a Nueva España, Perú y Chile o los grandes galeones de Manila, navegaban en la paz del Señor con el solo enemigo, el permanente del marino: la mar, aquí, repetimos, pacífica. Más adelante veremos la repercusión de esta violación que dio lugar a establecer el sistema de convoyes en el Mar del Sur y por lo tanto a crear la armada del mismo mar, con base en El Callao de Lima. LA PROGRESIÓN HACIA EL SUR Teníamos el precedente de la exploración portuguesa de África, con su "bombordo" guineano y angoleño, hasta montar el Cabo, pero aquí la cosa fue más intrépida, en parte más sencilla y sobre todo mucho más rápida. Ya relatamos la llegada al archipiélago de las Perlas, de allí se saltó a punta Carachine, puerto de las Pinas, cabo Corrientes, isla de Palmas, bahía de Buenaventura, que es el puerto de Cali, siempre nuestro continentalismo haciendo las capitales en el interior y eso que aquí no había peligro morisco, isla Gorgona, "aquí estuvo el marqués don Francisco Pizarro con trece cris tianos españoles compañeros suyos, que fueron los descubridores de esta tierra que llamamos Perú. Muchos días ellos y el Gobernador pasaron gran des trabajos y hambre, hasta que enteramente Dios fue servido que descubriese las provincias del Perú. Trece cristianos que fueron los que se pusieron de su lado cuando trazó la famosa raya ante la llegada de las naves que envió don Pedro de los Ríos, sucesor de Arias, para hacerle regresar ante lo calamitoso de la expedición. La isla Gorgona es alta y adonde jamás deja de llover y tronar... explica Cieza. 39 De la Gorgona a la del Gallo, pasando antes por el río de San Juan, punta Manglares, bahía Santiago, ancón (ensenadita) que llaman de las Sardinas,"...está en el grande y furioso río de Santiago que es donde comenzó la gobernación el marqués Francisco Pizarro...", luego cabo de Passaos, en la ecuatorial, los cuatro ríos quiximies, la sierra de Quaque, la bahía de Caraques el puerto viejo, la ciudad de Santiago, Monte Cristo, el cabo de San Lorenzo, la isla de la Plata,"... la cual tendrá en circuito legua y media, donde en los tiempos antiguos solían tener los indios naturales de la Tierra Firme sus sacrificios y mataban corderos y ovejas y algunos niños y ofrecían la sangre de ellos a sus ídolos o diablos la figura de las cuales tienen en piedra a donde adoraban..." Aquí encontró Pizarro la plata precur sora del Potosí. De esta isla se saltaba a punta Santa Elena y de allí a los puertos Callao y Zalango. Después los cabos de San Lorenzo y Santa Elena,"...Un tiro de ballesta del primero está una fuente, donde nace y mana gran cantidad de un betún que parece pez natural y alquitrán: salen de esto cuatro o cinco ojos, entonces no se gritaba": ¡petróleo!. Luego al río de Tumbez donde estaba la casa de la "mama conas" que eran mujeres principales vírgenes dedicadas al servicio del templo, la isla Puna, la de Santa Clara, el cabo Blanco, la punta Parina y el que fue impor tante puerto de Paita, hasta que el Callao no lo dominó todo, punta Aguja, puerto Casmayo, mal abrigo, Trujillo, Guanape y Santa y por fin: Ferrol, si no se extra ñen alguno de los trece sería de mi pueblo y aquí les presento una carta náutica actual para que los constaten...y de Ferrol al Callao, recalando en Casma, Barranca Guara donde encontraron cantidades ingentes de sal, los farallones de Guabra, la isla de Lima"...la cual está de tierra a nueve o diez leguas..."hace de abrigo al Callao, que es el puerto de la Ciudad de los Reyes; y con este abrigo que da la isla está el puerto muy seguro, y así lo están las naos...". Esta era la derrota habitual de Panamá al Callao a mediados del xvi, pero además decía el derrotero: "El.navegar de Panamá al Perú es por el mes de enero, febrero y marzo, porque en este tiempo hay grandes brisas y no reinan los vendavales y las naos con brevedad allegan a donde van, antes que reine otro viento, que es el Sur, el cual gran parte de año corre en la costa del Perú; y así antes que vien te el Sur, las naos acaban su navegación, también pueden salir entre agosto y septiembre, mas no van también como en el tiempo ya dicho". Por otras relaciones sabemos que eran necesarios nueve meses para ir de Panamá a Chile, tres hasta Lima, tres allí para esperar los vientos, aprovecha dos para la carga y descarga y contar la mercancía y tres de Lima a Chile. El derrotero es tan primitivo que desconocía la corriente de Humboldt que per mitía, ellos lo practicaban pero no sabían el porqué, obviar la escala en el Callao al regresar a Panamá. Es necesario ahora detenerse y dar unas pinceladas al cuadro peruano. Pizarro con sus trece leales, los que quedaron al lado de él cuando trazó la famosa línea sobre la húmeda arena de la playa, en una hazaña solo comparable a la que más al Norte había realizado el marqués del Valle, otro extremeño uni10 versal, tras cobrar el rescate a Atahualpa trazando otra famosa raya, esta vez sobre la pared de una estancia, regresa a capitular con el Emperador sobre la conquista y colonización del nuevo y riquísimo territorio. En 1529 se publican y el Cedulario las recoge, las Capitulaciones y Asiento con Francisco Pizarra sobre el departamento del Perú. En síntesis decían: - Los descubridores y colonizadores no pagarán en diez años, ni alcavalas ni tributo alguno. - Durante los seis primeros años pagarán diezmos del oro de las minas que extraigan."...y cumplidos los seis años el noveno y asi descendiendo en cada un año hasta llegar al quinto..." - "...del que hubieren de recates, cabalgadas, o en otras cualquier manera desde luego nos habrán de pagar el quinto..." - A los conquistadores y pobladores les podrá dar tierras, solares y caba llerías. Por cierto en el "very begining" la provincia nació con el nombre de Nueva Castilla, perdido en bien del flamantísimo y potentísimo virreinato del Perú. Por fin en 1535, en cuyo 6 de enero funda Pizarro la ciudad de los Reyes, dada la festividad del día, y también perdido en aras de LIMA, nombre del valle, se publica la cédula que consideramos como origen del comercio orga nizado en el mar del Sur: "El Rey. Por quanto somos informados que muchos de los vecinos de la pro vincia de Guatemala, hacen navios en los puertos de la mar del Sur, para descubrir tierras e islas en la dicha costa, y porque esto es cosa de que Dios Nuestro Señor será servido por el ensalzamiento de su Santa Fe Católica, y sería acrecentamiento de nuestras rentas y patrimonio Real, por la presente doy licen cia y facultad a los dichos vecinos de la dicha provincia de Guatemala para que puedan hacer y hagan en los dichos puertos de la Mar del Sur, qualesquier navi os que quisieren y por bien tuvieren. Y mandamos al nuestro Gobernador de la dicha provincia y a qualquier nuestros justicias de ellos, que no les pongan en ello embargo ni impedimento alguno, antes lo favorezcan y ayuden para ello. Fechada en Madrid a 6 de marzo de 1535. Yo el Rey, por mandato de S.M., Francisco de los Cobos. Comendador Mayor". Por ello los barquichuelos construidos en las rudimentarias atarazanas o car pinterías de ribera guatemaltecas y panameñas, y más tarde en el río Guayas, asiento de la floreciente Santiago de Guayaquil, empiezan a proliferar y a volte jear, entre la Nueva España y el Perú primero en el descubrir, luego en el colonizar que es simultaneo al comerciar, enseguida para traslados migratorios de los españoles, sobre todo, y entre Perú y Panamá con el oro, las esmeraldas y la plata, reiteramos y pido por ello perdón que, hasta 1778, en total y entera paz y libertad, por lo cual los gastos en defensa son escasos por no decir ridículos. 41 COMERCIO Y NAVEGACIÓN Para que puedan darse idea de la magnitud de los intercambios entre la Metrópoli y sus posesiones de Ultramar, he entresacado de las células lo que iba y venía, por activa y pasiva, es decir de las prohibiciones deduzco los fraudes, pues cuando se ordena que no vayan por ejemplo pilotos portugueses, es que iban y de ello hay múltiples ejemplos, comenzando por el gran Magallanes. Tráfico humano: Tenían prohibido pasar a las Indias y si ya estaban allí debían retornar: - MOROS, JUDÍOS, HEREJES, RECONCILIADOS, EXTRANJEROS, PERSONAS PROHIBIDAS (Cédular de 1501, 1510, 1538, 1540). - HIJOS Y NIETOS DE QUEMADOS. 1511. - PILOTOS PORTUGUESES. 1515, varias veces reiterada. - NEGROS LADINOS. 1526. - ESCLAVOS NEGROS GELOFES (SENEGALESES). 1529. - ESCLAVOS O NEGROS CRIADOS CON MORISCOS. 1550. - NEGROS DE CABO VERDE, si no es en Flota... 1559. -LUTERANOS. 1559. - MARINEROS EXTRANJEROS. 1560. Muy reiterada. - CASADOS, debían regresar a causa de la despoblación en que estaba cayendo la Península. - POLIZONES, DESERTORES, GALEOTES - INDIAS VIUDAS DE ESPAÑOLES CON SUS HIJOS (podían venir a España) Podían ir: - MUJERES PÚBLICAS. UNA CÉDULA DE 1526 manda que "habiendo necesidad se pueda hacer casa de mujeres públicas en Santo Domingo..." - ESPAÑOLES A DESCUBRIR, CONQUISTAR, COLONIZAR Y CRISTIANIZAR (frailes y monjas). - No podían venir a España tampoco: INDIOS NI CACIQUES DE ELLOS. En cuanto a los pilotos se constata el gran prestigio de los vascos y guipuzcoanos, pues eran los únicos autorizados a no examinarse ante el tribunal de la Casa de Contratación en Sevilla. Comercial: - LOS AZOGUES. MUCHÍSIMAS CÉDULAS AL RESPECTO, DE DON DE SE DEDUCE TAMBIÉN EL TRÁFICO DE ELLOS ENTRE LOS VIRREYNATOS Y GOBERNACIONES. - LADRILLOS (lastre a la ida, para los obreros mudejares que llevaron los gobernadores). 42 - VINO DE CASTILLA...no se le venda a los indios. - MEDICINAS Y BOTICARIOS. - LIBROS, una cédula, digamos liberal, de los Reyes Católicos estimulaba la importación de todo libro de ciencia. Otra conservadora de Felipe II prohi bía los de historia profana y los prohibidos. - OBJETOS DE CULTO. VINO Y ACEITE DE LAS LAMPARAS. - ARMAS. PICAS, ALABARDAS, LANZAS, CAÑONES Y PÓLVORA. En cantidades ridiculas para la extensión del Imperio. Cuando lo de Draque se dispone vayan artificieros y constructores de cañones. - FIERROS, Y TODO TIPO DE HERRAMIENTAS, PARA CONSTRUC CIONES TERRESTRES Y NAVALES. BREA, JARCIAS Y DEMÁS. - NOTICIAS: Bodas, Alumbramientos, Defunciones, de Reyes e Infantes. De la Batalla de Lepante No debían ir: - NAIPES, DADOS, BUQUES EN MAL ESTADO. Venían: - ORO, PLATA, PERLAS, ESMERALDAS (las únicas que eran en su totali dad propiedad real. 1536. "...he sido informado que hay en ellas un río donde se han hallado y hayan esmeraldas de precio y que así mismo diz que hay minas dellas...nadie ande en ese rio o minas y las embieis a nues tros oficiales de la Casa de contratación...para que ellos las envíen al Emperador mi Señor... Madrid 30 de marzo de 1536." Además de todo esto, todo tipo de SEMILLAS, MADERAS, FRUTOS, ETC. Lima además exportaba al istmo gran cantidad de maíz (anécdota de las plantaciones) a cambio de arroz. Panamá recibía el cacao de Quito, vía, claro está, Guayaquil, tras la decaden cia del de Sansonate (Nicaragua) y antes de que se imponga el venezolano. LA PRIMERA VIOLACIÓN. Como paces eternas no hay más que una, en Badajoz, a 26 de agosto de 1580, se data de la siguiente: "El Rey. Don Francisco Toledo (acaso el más brillante de todos sus) mi Mayordomo e Visorrey, Gobernador e Capitán General...después que por vues tras cartas, y por otras de diferentes partes de esas nuestras Indias, se entendieron los muchos daños y robos que el corsario inglés Francisco Draque hizo en estas costas, habiendo pasado por el Estrecho de Magallanes...llegó vuestra carta de 27 de noviembre, del año pasado del 79, en que nos dais aviso como de acuerdo vuestro y de esa nuestra Real Audiencia, Alcaldes, Fiscal y 4? otras personas...aviades embiado a descubrirle con dos navios y en ella gente bien armada y apercibida...(es la expedición de Sarmiento de Gamboa, con la trágica fundación del hoy Puerto del Hambre)". Por otra inmediata posterior de 30 de septiembre de 1580, también fechada en Badajoz, se le ordena, al mismo Toledo: "que haga proseguir la fabrica de dos galeras que nos dio aviso avia dado orden se hiciesen allí para asegurar las costas de aquella provincia y demás de las galeras haga hacer dos bergantines e fragatas que anden con ellas". Y en 30 de septiembre del mismo año, le manda informar sobre la conve niencia de hacer tres o cuatro galeones que anden en compañía de las galeras y sobre la de subir los fletes de las mercaderías para hacer frente a los gastos. Entre esas cédulas otras importantísimas para comprender, y aquí enlazamos con Mendaña, el avance explorador, conquistador y evangelizador que, siguien do, más o menos, la derrota magallánica, nos condujo a tantas partes del Pacífico y nos pudo haber conducido al dominio de la entera Oceanía, sobre todo si se hubiese escuchado a un insigne pontevedrés, del que luego hablaremos, Pedro Sarmiento de Gamboa. DOS PALABRAS SOBRE CHILE Como el tema peruano es inagotable es preciso decir, que la progresión hacia el Sur continuó implacablemente a pesar de la primera guerra civil sudamerica na, la habida entre los Pizarra y Almagro, Pedro de Valdivia, en su carta al Emperador de 15 de octubre de 1550 dándole cuenta de los variados sucesos que ha presenciado entre los años 1541 y 1550, en Chile y Perú. "...en 1541, tras fundar Santiago de la Nueva Extremadura (24.02.41)...para enviar por socorro y dar a V.M. cuenta di orden de hacer un bergantín, y el traba jo que costó, Dios lo sabe, hecho me lo quemaron los indios y mataron 8 españoles de los 12 que estaban de guarda de él..." "En julio de 1544 llegó a Valparaíso, que es el puerto desta Ciudad, el Capitán genovés Juan Bautista de Pastene, piloto general de este Mar del Sur, por los señores de la Real Audiencia de Panamá, con un navio suyo, que por ser vir a S.M. y por contemplación del Gobernador Vaca de Castro, le encargó de mercaderías para el socorro de esta tierra, en el que habría 15.000 pesos de empleo". En 1544, Valdivia nombra a Pastene nada menos que teniente general en la mar, enviándole a que descubriese Magallanes, lo que no consiguió aunque se trajo información. Llegó hasta los 41°-15' de latitud Sur y fundó Valdivia. Más tarde Pastene con un tal don Antonio de Ulloa, natural de Cáceres, salió con despachos para el Emperador, pero Ulloa los traicionó "muda de proposito" y no regresa a Panamá. 44 LAS INSTRUCCIONES PARA NUEVOS DESCUBRIMIENTOS. En 1543, año en que se establece por otra Cédula el cabotaje pacífico, pues se dispone que : "dejen salir de sus puertos qualquier navio con sus mercaderías de Panamá al Perú y de Perú a Panamá", se dicta nueva instrucción para los des cubrimientos que disponía: "Io.- Respetar lo que pertenece a Portugal según la Bula Intercaetera. 2o.- Tomar la dirección de "Mediodia e de Poniente" es decir el SW "... e mostrareis a Reyes, Príncipes é Repúblicas y comunidades, la carta que les escri bimos y darle heis de entender lo que en ella se contiene y la causa que os enviamos a ella por nuestros embajadores". 3o.- Predicareis Ley Evangélica y Nuestra Santa Fé Católica. 4o.- Concertaréis perpetua amistad...nunca recibirán mal de Nuestro mandado y perseguiremos a los infractores. 5o.- Establecer comercio y contratacó por una y otra parte y podréis poner condiciones, limitaciones y clausulas que convengan. 6o.- Llevarlos al conocimiento del verdadero Dios, introducirlos en la Iglesia...guardándoles todos sus privilegios, preeminencias, señoríos, libertades, leyes y costumbres... 7o.- Concertadas y asentadas paces alzaréis cruces en señal de nuestra Santa Fe y de nuestra Corona Real y poblaréis de cristianos españoles... y haréis monasterios. 8o.- Todo lo anterior no es inmutable y es flexible. 9o.- Daréis de todo cuenta por carta y de la Conversión de aquellas gentes. Barcelona 1 de mayo de 1543" En el Cedulario, lo cual demuestra su inexhaustividad, no aparecen nuevas instrucciones hasta 1568, que son las dirigidas al virrey Toledo cuando fue nom brado. Éstas no son las que obedeció Mendaña, que ya estaba navegando en ese momento, pero por Landin, que cita a Celsus Kelly, sabemos que hay otra de 1563 que en esencia es igual a la del 68 ya citada. Esta última ampliada en 1573, que son "las últimas que se proveyeron para nuevos descubrimientos" y "las que se han de guardar", aclara el Cedulario, sirvieron para la expedición de 1595. Las instrucciones dadas a Toledo, se dividen en terrestres y marítimas, las primeras no difieren mucho de las anteriores. En las segundas al comentar sus disposiciones las hemos ido comparando con la ejecutada por Mendaña, para juzgar el grado de obediencia, veamos: Io.- Cada año se dispondrán seis carabelas y otros navios pequeños, menores de 60 toneladas, para seguridad entre puntas y bajos. Las naves del primer viaje de Mendaña fueron dos, Los Reyes de 300 tons, 29 mts de eslora y 9 de manga, y Todos los Santos de 200, 25 y 8, por eso tuvieron que construir en las Salomón un bergantín de 30 tons. para bojear las islas. 2o.- Irán de dos en dos, y de las dos por diferentes derrotas, si una da al 45 través, la otra salvará su dotación. Cumplida. 3o.- La dotación será de al menos treinta marineros y dos pilotos. Fueron mayores, entre 150 y 160 los dos. 4o.- Víveres para doce meses y mercaderías de poco valor "...tixeras, peynes, cuchillos, hachas, ancuelos, botones de color, espejos y cascabeles, cuentas de vidrio y otras cosas desta calidad para contratar con indios y dár selos si conviene...". Así lo hicieron. 5o.- Los pilotos harán bien el punto y establecerán las derrotas, observan do corrientes, mareas y vientos ordinarios. En una palabra confeccionarán un derrotero. Las catorce relaciones del viaje, trabajadas por Landin, avalan el cumplimiento de esta orden. 6o.- Sondarán frecuentemente. 7o.- Tomarán posesión en Nuestro Nombre. Harán los autos que conviene "...los cuales traigan en forma pública y en manera que hagan fe." 8o.- Si alguno de la tierra les quiere acompañar lo haga y lo traten bien. 9o.- Aprendan todo lo del país, minería, agricultura, especiería, drogas (Pimientas, clavo, canela, gengibre, nuez moscada y otras). Hablan las relaciones de todo esto y citan varias veces un árbol como de canela y clavo... 10°.- Dejen religiosos si pueden para doctrinarles y dejarles en buena policía. No pudieron dejarlos porque no poblaron. 11°.- Se provean de buenas comidas e vituallas de la tierra. No lo consi guieron plenamente. 12°.- Sigan hasta gastar la mitad de la comida, entonces regresen a contar lo que han descubierto. Este criterio fue el que prevaleció en la asamblea convocada por el General, ante el dilema de poblar o regresar. 13°.- No se empeñen en guerras ni en conquistas, ni en ayudar unos indios contra otros, sino solo en contratar y traer auto y relación de la calidad de la tierra y Vos decidiréis. "Había entre unos y otros continuas discordias, y no faltaron caciques que solicitarán la ayuda de Mendaña para someter a sus rivales". Mendaña obede ció la ordenanza y no siguió la doctrina de Cortés. 14°.- ¿Tienen sus habitantes noticias de cristianos, de otras naciones?. Informen por escrito de ello. 15°.- Informen de animales domésticos, plantas, arbolado cultivado, e "incultos" de los usos e aprovechamiento que de ellos se tienen... 16°.- No roben y solo tomen lo que ellos les den en gana. Aranjuez a postrero de noviembre de 1568. Feo de Eraso. Señalada en consejo. 46 CONNOTACIONES ESPAÑOLAS EN EL PACÍFICO AUSTRAL Carlos M. FERNÁNDEZ- SHAW Embajador de España Una recapitulación sobre la dimensión española del Pacífico es, en el momento presente, oportuna, porque la gran muralla que América supuso para Colón y otros europeos que le siguieron y, aún más, para los españoles en su búsqueda de Cipango, ha ocultado o, quizás mejor, ha alejado de nues tra conciencia histórica el cuidado que muchos de nuestros antepasados dispensaron a las aguas, las tierras y las civilizaciones que surgían en torno a dicho gigantesco océano. Porque el Atlántico que bañaba el costado occiden tal de Europa, ya era conocido, si bien en una diminuta dimensión, por los marineros y los intelectuales de la antigüedad, pero el Pacífico no había sido intuido -ni por Marco Polo- en su verdadera magnitud hasta entrado el siglo xvi. La humanidad que hoy a éste se asoma está adquiriendo una relevancia justificada y su cuenca se dibuja como la protagonista planetaria para el siglo xxi. Estamos conmemorando en este año de 1995 el 400 aniversario del des cubrimiento de las islas Marquesas por don Alvaro de Mendaña. Es significativo y oportuno, pues, que al hilo de la hazaña de Mendaña, agrupe mos nuestras reflexiones y recordemos las contribuciones de nuestros antepasados en el desvelo del otrora gran desconocido mar. Voy a intentar realizar una apretada síntesis, a vuelo de pájaro, de los ava lares de la presencia española en el Pacífico austral desde el siglo xvi hasta nuestros días. Pretenderé mencionar los hechos importantes, a costa del olvi do inevitable de otros menores, y ello, con la preocupación de otorgar ligereza a la exposición y con el deseo de perjeñar un cuadro informativo y plástico de lo que aquella presencia supuso y supone. En el tratado de Tordesillas (1494), al estipularse en base a la bula papal de Alejandro VI la partición del planeta en dos mitades, tuvo lugar el corri miento hacia el oeste del meridiano divisorio hasta los 370 grados con la repercusión en el hemisferio austral de que Australia quedara dividida por su parte central por una línea que hoy coincide con la separación del estado de Australia Occidental de los demás de dicho país. La aspiración de la parte española a las islas de la Especiería, supuso el planteamiento de cómo llegar a ellas, si es que resultaran situadas en el hemisferio occidental. En un princi pio se proyectó alcanzarlas por la vía del cabo de Buena Esperanza (recuérdese la capitulación de Juan Díaz de Solís en 1512, que no llegó a tener efecto); pero pasados varios años se impuso la idea de abordarlas por occidente, ribeteando las tierras del Nuevo Mundo y navegando por un mar de insospechadas dimensiones. Fue Núñez de Balboa el primer occidental que en 1513 divisó la gran mancha de agua -y días después se bañó en ella-, bautizándola como Mar del 47 Sur: jugó el conquistador extremeño, pues, el importante papel de haber alza do el telón en la gran representación histórica de que ha sido escenario el Pacífico. Le siguieron compatriotas en cabotaje hacia las costas del Perú y hacia el norte. Pero son los intentos de llegar hasta las islas de la Especiería desde el Este los que deben ocupar ahora nuestra atención (1). Ya hemos aludido a las noticias llegadas a la Corte española sobre la posibili dad de que las islas Molucas se encontrasen en la zona asignada a España y todavía no halladas por los portugueses, estimularon al Emperador Carlos a dis poner la formación de una serie de expediciones exploratorias, la primera encomendada al portugués Fernando de Magallanes, quien conocía el océano Indico y había doblado el cabo de Buena Esperanza. Tras la firma de unas capi tulaciones con el Monarca español en 1518, Magallanes consiguió zarpar con cinco naves desde Sanlúcar de Barrameda el 8 de septiembre de 1519. Muchas peripecias hubo de sufrir la expedición, no siendo la menor la travesía en el sur americano del estrecho que posteriormente llevaría el nombre de su desvirgador, tras la que desembocó en el anchuroso mar, denominado por sus novatos transe úntes "Pacífico" -debido a sus aguas calmas- con solo tres naves. Siguió la expedición una línea de sur a noroeste para alcanzar la isla de Guam en marzo de 1521, tras cien largos y penosos días, y arribar a varias islas del archipiélago de San Lázaro -años después, Filipinas-, en una de las cuales fue muerto el capi tán el 27 de abril de 1521. Muchas pérdidas de vidas se sucedieron y quedaron dos navios -la Trinidad y la Victoria-para ser tripulados por los supervivientes, pero sólo la Victoria, al mando de Juan Sebastián de Elcano, conseguirá partir de las Molucas, no tan sana y salva, para completar la navegación hacia el Oeste y arribar al puerto andaluz de partida el 6 de septiembre de 1522, después de haber circunnavegado el globo terráqueo por primera vez y por cuya hazaña recibió la concesión real de un escudo, portador en su cimera de un globo terrestre con la leyenda "Primus circumdediste me". Esta circunnavegación constituye uno de los acontecimientos cruciales en la historia de la humanidad: enlazó a la vieja Europa con el continente asiáti co por su lado oriental, abrió la puerta a la exploración del quinto continente, Oceanía, tras haber bordeado el Nuevo Mundo, dio paso al asentamiento español a lo largo de los siglos en una serie de islas y -como afirma Amancio Landín Carrasco- "el arte de navegar experimenta tras aquella ardua prueba un adelantamiento innegable" (2). Estas consideraciones sirvieron de base a la decisión de constituir en 1980, en Canberra, capital de Australia, un instituto cultural hispano-luso-filipino -que todavía goza de gran vitalidad- con el nombre de "Sociedad Magallanes" ("Magellan Society"), en el seno de la Universidad Nacional: tal denominación era aceptable para todos los países (1) prieto c: El Océano Pacífico: navegantes españoles del siglo XVI. Revista de Occidente, Madrid 1972. (2) landín carrasco a.: Los hallazgos españoles en el Pacífico. Revista Española del Pacífico, Madrid 1992, n. II, año II, p. 18. de origen español -sin gasto de funcionamiento alguno-, al enlazar a España, promotora de la expedición, Portugal cuna del navegante, Hispanoamérica, circunnavegada por la expedición del marino, y Filipinas, lugar de su muerte. La segunda expedición, ordenada por el Emperador con el fin de conseguir noticias de lo acaecido a la de Magallanes, se confió a Andrés Niño a base de tres naves y un bergantín, partidos de Sevilla en septiembre de 1520, el carga mento de las cuales fue transportado a través del istmo de Panamá, a siete naves allí construidas y que pusieron rumbo al Oeste a principios de 1521, sin que jamás se supiera de su suerte. Ante el regreso de Elcano y sus 18 supervivientes, la Corona encomendó a frey García Jofre de Loaisa la organización de una tercera armada, llevando al marino de Guetaria como piloto mayor y éste al joven Andrés de Urdaneta. Siete naves partieron el 24 de agosto de 1525 de La Coruña, pero sólo cuatro atravesaron el estrecho de Magallanes y una alcanzó las Molucas, pereciendo en la jornada el capitán Jofre, así como Elcano (3) y Toribio Alonso de Salazar, sucesores de aquél en el mando. Los arribados permanecieron seis años en Tidore hasta 1532, pero al conocer la cesión de la isla por España a Portugal, negociaron su regreso a su Patria, a la que llegaron en 1536 (entre otros, Urdaneta, el segundo en dar la vuelta al mundo). En relación con una de las naves perdidas, la San Lesmes, es interesante la teoría del profesor aus traliano Robert Langdon sobre la presencia de sus náufragos en atolones de las Tuamotu y en las islas de Sociedad y Australes, su mezcla con los indíge nas y su contribución a la raza neozelandesa de los maoríes y la presencia de sus genes vascos en habitantes de la isla de Pascua y de Nueva Zelanda(4). Con esta expedición se terminaron las salidas de la península; las cuatro siguientes partirían de Nueva España: así la aparejada por Hernán Cortés con tres naves bajo las órdenes de Alvaro de Saavedra que zarpó del puerto de Zihuatanejo en octubre de 1527 y que, tras arribar a algunas islas del grupo de las Marshall, llegó a las Filipinas en tan sola una unidad y más tarde a Tidore, en marzo de 1528, isla en la que fue recibida con gran alegría por los españoles allí establecidos. Pero el intento de Saavedra de regresar a Nueva España fracasó y hubo de retornar a su punto de partida, después de haber descubierto Nueva Guinea. Una nueva tentativa de volver a México costó a Saavedra un nuevo fracaso en la vida, con una reiterada vuelta de la nave Florida a las Molucas (5). De cualquier manera, constituye -concordando con Landín- "la primera empresa exclusivamente transpacífica de la Historia" (6). Es a Hernando de Grijalva con la nao Santiago a quien encomendó Hernán (3) Su impresionante testamento puede consultarse en el Museo Naval de Madrid. (4) langdon r.: The lost caravel. Pacific Publications Sydney 1975. The lost caravel re-explored. Brolga Press, Canberra 1988. (5) diaz-trechuelo L.: El Tratado de Tordesillas y su proyección en el Pacífico. Revista Española del Pacífico, n. 4. Año IV. Enero-diciembre 1994, p. 12. (6) LANDÍN CARRASCO A., op. cit., p. 20. 49 Cortés atender en 1536 un requerimiento, desde el Perú, de Francisco Pizarro, el cual, una vez cumplimentado aquél, encargó al navegante, en el año siguiente, rumbear hacia el Oeste, lo que produjo el descubrimiento de alguna de las islas Gilbert, la muerte por sublevación de Grijalva y el arribo de los revoltosos a una isla de Nueva Guinea, en la que perecieron a manos de los nativos. El mencionado Landín afirma que la Santiago "rompió todas las mar cas de permanencia en el mar sin escalas ni avistamientos, entre ocho y diez meses, y navegó una distancia equivalente a media circunvalación de la Tierra por el ecuador (unos 20.000 kms.)" (7). Correspondió al virrey Antonio de Mendoza la siguiente iniciativa, al mando de Ruy López de Villalobos, quien zarpó del puerto de Navidad en noviembre de 1542, descubrió una serie de islas de las Marshall, Carolinas y Palaos, y alcanzó la isla filipina de Luzón, en la que intentó formar una colonia. Por causas de fuerza mayor, Villalobos se acercó a la ahora portuguesa Tidore en donde fue socorrido, lo que motivó que en el navio San Juan, íñigo Ortiz de Retes, al tratar de navegar hacia México -en lo que falló-, visitara el norte de Nueva Guinea, bautizara con este nombre a la isla y tomara posesión de ella en nombre de su Rey (junio de 1545). El fracaso de atravesar el Pacífico por quinta vez de Oeste a Este movió al capitán a pactar con los portugueses una nueva repatriación de sus hombres, lo que consiguieron 143 supervivientes dos años después, pero no así el jefe, quien murió en Amboina, consolado por San Francisco Javier (8). El transcurso de veinte años y el conocimiento de la residencia en la Nueva España del ahora agustino Andrés de Urdaneta, movieron a Felipe II a atender las recomendaciones del virrey Luis de Velasco de formar una nueva expedición, las que dieron su fruto e hicieron posible que una flota de cinco naves, al mando de Miguel López de Legazpi saliera del puerto de Navidad en noviembre de 1564, alcanzando las Marianas, y llegara a Cebú en el mayo siguiente, conquistara Luzón y, -a pesar del parecer contrario, basado en el Tratado de Zaragoza (1526), de la comisión de expertos, nombrada por Felipe II- fundara cuatro años después la ciudad de Manila en la que falleció en 1572. En el entretanto, y siguiendo sus instrucciones, Urdaneta había iniciado el 1 de junio de 1565 la ruta Oeste-Este, de Asia a Norteamérica, siguiendo la corriente de Kuro-Shivo, a lo largo del paralelo 42, y sacándose la espina de los fracasos anteriores de sus compatriotas. De manera un tanto anárquica, un patache, mandado por Alonso de Arellano, se separó de la expedición, tanto a la ida como a la vuelta, e incluso se adelantó a Urdaneta en su arribo a California, si bien sus informes no tuvieron para el futuro el valor de los del agustino (9). El tornaviaje, que en adelante sería efectuado por el famoso galeón de Manila o nao de Acapulco, impulsaría durante doscientos cincuenta años el comercio entre Filipinas, China y España (10). (7) LANDIN CARRASCO A., Op. CÍt., p. 21. (8) LANDIN CARRASCO A., Op. CÍt., p. 23. (9) LANDIN CARRASCO A., Op. CÍt.. p. 27-8. (IO)lytleschurtz w.: El galeón de Manila. Ediciones Cultura Hispánica. Madrid 1992. 50 Las tres siguientes expediciones partirán del Perú (11). Y es este año de 1995 muy a propósito para que nuestra memoria navegue por las aguas del Pacífico, con ocasión de la celebración -como antes he dicho- del cuarto Centenario del descubrimiento de la islas Marquesas por la expedición de don Alvaro de Mendaña. No fue para él tal experiencia marinera la primera, dado que bastantes años antes habían surcado los mares del Sur dos barcos bajo su mando y habían descubierto en 1567 el archipiélago que el navegante leonés bautizaría con intrigante nombre de Salomón (que hoy conserva). Casi treinta años habrían de transcurrir entre ambas expediciones partidas del Perú: en la segunda, don Alvaro, realizó el citado descubrimiento del archipiélago de las Marquesas, perteneciente hoy a la Polinesia francesa -descubrimiento conme morado "in situ" el pasado verano por una delegación española, en la que participé-: a causa de aquél, hubo desembarco, toma de posesión y primera misa dicha en el Pacífico. Don Alvaro halló días después la isla de Santa Cruz, en la que falleció el 18 de octubre de 1595. Su viuda, doña Isabel Barreto, en su papel de Adelantada del mar Océano, consiguió llevar a cuan tos quedaban de la expedición hasta Manila. Dichas exploraciones "peruanas" se completarían con una tercera de don Pedro Fernández de Quirós -el piloto de la segunda empresa de Mendañaquien alcanzaría las Nuevas Hébridas en 1605 y quien aspiraría a incorporar a la Corona de España el quinto Continente, Australia, de haber conseguido el éxito anhelado alguno de los 54 Memoriales que durante el resto de su vida elevó a S.M. y otras superiores autoridades (12). Quirós se estableció en la que él bautizo como "Australia del Espíritu Santo" -hoy Santo-, fundaría la Nueva Jerusalén y daría nombre a una serie de accidentes geográficos. He tenido la fortuna de conocer personalmente estos parajes quironenses y de haber presen ciado la independencia del nuevo país -con su cambio de nombre como "Vanuatu"-, en representación personal de S.M. el Rey de España, y es que el convenio de constitución del condominio franco-británico disponía que el pre sidente del Tribunal Superior fuese un español nombrado por S.M. (se terminó tal mandato en 1939). Partido Quirós el 11 de junio de 1606, rumbo a América, las dos embarca ciones que quedaron, al mando de Luis Váez de Torres y con Diego de Prado y Tovar a bordo, emprendieron una navegación rumbo a las Filipinas, en la que encontraron tierras de las hoy Papua-Nueva Guinea y Australia, llegando a Manila el 22 de mayo de 1607. Tengo asimismo de este área entre la gran isla y el gran Continente un conocimiento personal: un guarda-costas austra liano me la hizo recorrer hace unos años, bajo la experta guía del capitán (11) baert A.: Las condiciones prácticas de los viajes de Mendaña y Quirós a Oceanía. Revista Española del Pacífico, Madrid, n. 4, año IV, enero-diciembre 1994. ps. 23 y ss. (12) pinochet o., editor de: Memoriales de las Indias Australes, por Pedro Fernández de Quirós. Editorial Historia 16. Crónicas de América, 64. Madrid 1991. 51 Brett Hilder, autor de una minuciosa narración sobre la proeza de Torres, narración a la que tuve el honor de escribir un prólogo (13). Quirós continuó solicitando el permiso para regresar a las tierras de su descubrimiento, empleando muchos años y mucho esfuerzo. Cuando iba a conseguir su empeñó, murió en Panamá en el camino hacia el Perú. La reali dad es que el Consejo de Indias emitió un dictamen renunciando a las exploraciones australes, que Quirós presentaba como muy prometedoras y equiparables a las americanas; el Reino se encontraba en difíciles situaciones poblacional y económica y la mínima prudencia aconsejaba atender al Nuevo Mundo y no meterse en el Novísimo, por el que tanto postulaba Fernández de Quirós, denominado "el Quijote del Pacífico". Con Quirós se cerró el magnífico siglo xvi en el que las exploraciones españolas convirtieron al océano Pacífico en el "Spanish Lake", al decir del historiador australiano Osear Spate, en el primer volumen -así titulado- de su trilogía sobre el gran Mar (14). El siglo xvii y la mitad del siglo xvm contem plarían una ausencia española en sus singladuras, excluyendo naturalmente a las navegaciones anuales del "galeón de Manila" y demás contactos maríti mos con las islas Filipinas. Pero, en cambio y en las tres últimas décadas del siglo xvm, verían sus aguas surcar a tres históricas expediciones, entre otras menores (no me refiero tampoco, claro está, a las navegaciones por su sector nordeste). Fue el virrey del Perú, Manuel de Amat, quien se encargó de volver a las andadas -más propio sería decir a las navegadas-, en la línea propulsora del ilustrado monarca Carlos III. Se tenían noticias de la numerosa presencia en el Pacífico, con propósitos de asiento, de navios extranjeros, lo que podría perjudicar a los dominios de S.M. en América. La segunda navegación con trascendencia por el Pacífico fue la de Mourelle, y no digamos lá tercera, la de Alejandro Malaspina al finalizar la centuria. Ordenó Amat al capitán Domingo de Boenechea, con el teniente Tomás Gayangos como segundo, viajar en la fragata Águila hacia Tahití, zarpando desde El Callao el 26 de septiembre de 1772. Se descubrió entre otras la isla de Tahití (8 de noviembre), bautizada "isla de Amat", se la circunnavegó y se levantó su plano. Regresaron al Callao el 31 de mayo de 1773. A la vista de los favorables informes, Amat encomendó a Boenechea una nueva visita a Tahití, portando esta vez a dos misioneros y al intérprete Máximo Rodríguez, en el paquebote Júpiter y la fragata Águila. Se establecieron los viajeros en el entorno del puerto de Tautira -el que he tenido el honor de visitar el pasado verano-, en el que construyeron la casa-misión. Tras descubrir las islas de Raiatea y Bora Bora, entre otras (Moorea lo había sido en la anterior expedi ción), regresó el capitán enfermo y murió el 26 de enero de 1775, siendo (13) hilder b.: The Voyage of Torres. University of Queensland Press, 1980. Brett Hilder: "El viaje de Torres de Veracruz a Manila". Min. Asuntos Exteriores, Madrid 1990. 14 h.k. spate o.: The Spanish Lake. Vol. I de The Pacific since Magellan. Australian National University, Canberra 1979. 52 enterrado enfrente de la casa-misión, junto a una gran cruz de madera que lle vaba la inscripción "Christus vincit" y "Carolus III, Imperator 1774" (durante nuestra reciente visita hemos contemplado otra, con ocasión de la presencia del obispo español Capmany, el 1 de enero de 1995, en compañía del perio dista Alonso Ibarrola). Un tercer viaje a Tahití fue encomendado a Cayetano de Lángara, con el exclusivo objetivo de cancelar el proyecto de establecimiento y de repatriar a los misioneros, al eficaz intérprete y a un marinero. La operación se extendió desde el 27 de septiembre de 1775 al 17 de febrero siguiente (15). La segunda importante presencia española a finales del siglo xvm fue la de Francisco Antonio Mourelle de la Rúa (16) quien, hallándose en Manila fue comisionado, ante el peligro británico, para mandar la fragata Princesa y llevar pliegos reservados a Nueva España, encargo que se frustró por razones climáticas adversas, pero que le proporcionó la oportunidad de descubrir una serie de islas, entre otras el grupo de Vavao, en febrero de 1781 (por mí visi tado y a cuya capital aporté una placa, recordatoria del paso del marino gallego), grupo perteneciente al reino de Tonga (descubrimiento que me fue recordado por S.M. el Rey cuando le presenté las Cartas Credenciales en 1981, coincidiendo con el 200 aniversario de aquél). Queda por ocuparnos de la expedición Malaspina. Tras la circunnavega ción 4el globo en el navio Astrea, era lógico que el marino Alejandro Malaspina fuera escogido por el ministro de Marina, Antonio Valdés, para mandar, junto con José de Bustamante, la expedición científica a llevar a cabo por el océano Pacífico en las corbetas Descubierta y Atrevida. Extendida de 1789 a 1794, el largo viaje ha recibido en los últimos años múltiples recono cimientos en exposiciones, publicaciones y congresos -en los que he tenido el honor de ser parte-. Las corbetas surcaron las costas occidentales de las Américas, llegando hasta Alaska, para cruzar el océano hasta las Filipinas y pasar por Nueva Zelanda, Australia y el archipiélago de Vavao, y terminar en el Callao y Valparaíso y regresar a la península ibérica (17). Tras las mencionadas presencias marítimas, España aparecería por el área del Pacífico austral durante el siglo xix, en las siguientes oportunidades, entre otras: a través de los contactos comerciales entre las Filipinas y Australia, el establecimiento de relaciones consulares entre esta colonia y España con el (15) mellen F.: "Expediciones al Pacífico en el virreinato de Amat, 1770-1776". En "España y el Pacífico". Asociación Española de Estudios del Pacífico, Madrid 1989. ps. 135-151. (16) landin carrasco a.: "Mourelle de la Rúa, explorador del Pacífico". Ediciones Cultura Hispánica, Madrid 1971. (17) Estudios sobre Malaspina y su entorno y Exposición sobre el viaje a América y Oceanía de las corbetas Descubierta y Atrevida. Centro Cultural de la Villa, 6 nov.-15 dic. 1984, Madrid. Ministerios de Cultura y Defensa. "La expedición Malaspina, 1789-1794". Varios autores. Edit. por la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz 1991. Jornadas Internacionales MALASPINA 92. Real Academia Hispanoamericana, Cádiz 1994. 53 nombramiento de Antonio Arrom, como cónsul general en Sydney (1853-59) (18), la fundación del monasterio de Nueva Nursia en Australia Occidental en 1847 por los padres Rosendo Salvado y José Serra, la repetida circunnavega ción del globo de 1892 a 1894 por la corbeta Nautilus al mando de Fernando Villaamil con escalas importantes en Australia y Nueva Zelanda (19), y la pérdida en 1898 de las Filipinas, Marianas, Carolinas y Palaos. Estas han sido las connotaciones españolas en el Pacífico austral, al que un montón de españoles de finales del siglo xx, pretende reacercarse con la memoria del pasado y la esperanza del futuro, aproximación de la que son buena prueba los homenajes a Alvaro de Mendaña y demás componentes de su expedición a través de estas "XIII Jornadas de Historia Marítima", el reciente homenaje de la Casa de Galicia de Madrid, el Congreso celebrado el pasado mes de noviembre en Córdoba -bajo la organización de la "Asociación Española de Estudios del Pacífico" y la Universidad de dicha ciudad- y los actos organizados en la capital de la nación, Toledo y León con su entorno (en la berciana localidad de Congosto nació Mendaña) en honor de los alcal des de las islas Marquesas que acaban de pasar unos diez días en España para retribuir la visita que en julio pasado les hizo una delegación española. (18) m. fernández-shaw c: Antonio Arrom de Ayala, Primer Cónsul de España en Australia. Ministerio de Asuntos Exteriores. Madrid 1988. (19) villaamil F.: Viaje de circunnavegación de la corbeta Nautilus. Editorial Naval. Madrid, 1989. 54 ESPAÑOLES EN LAS MOLUCAS: UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA Leopoldo STAMPA Embajador de España El 11 de mayo de 1502, Colón salió de Cádiz con cuatro carabelas y 140 hombres. La intención del almirante, en este cuarto viaje a América, era recono cer lo que él llamaba la Tierra de Paria, al sur de la Española (Santo Domingo) y encontrar el estrecho. Pero el viaje terminó en un fracaso. El 7 de noviembre regresó a Sanlúcar con las manos vacías, enfermo y decepcionado. La ruta occidental hacia las Molucas continuaba siendo un enigma, pero Colón, siguiendo fiel a sus apreciaciones particulares, moriría creyendo que aquellas tierras halladas quedaban a las puertas del Quersoneso Áureo de Ptolomeo, es decir, la actual península malaya, en cuya cercanía se situaban las islas de las especias. El misterio de las nuevas tierras perduraría once años más. Cuando el 25 de septiembre de 1513, a las diez de la mañana, el español Vasco Núñez de Balboa divisó desde las costas de Panamá el océano Pacífico, se cumplió lo que se presentía hacía tiempo, que "las Indias" no eran Asia. Unos días después Núñez de Balboa tomó posesión de aquel "mar" en nombre de los Reyes de España. Lo que ni el descubridor ni nadie más podía suponer era que estaban pisando las aguas del mayor de los océanos del planeta: precisamente al otro lado, a miles de millas se encontraban las anheladas costas de Asia. LA PRIMERA HUELLA. Elcano: La primera circunnavegación al Globo La flota de Magallanes Tanto los Reyes de España como los de Portugal confiaban en que las islas de las especias estuvieran dentro de su campo de acción. En este convencimiento se preparó y financió la expedición de Fernando de Magallanes, un noble portugués que había estado en la India y visto de cerca la riqueza de la especiería. Problemas entre Magallanes y el rey Don Manuel de Portugal llevaron a este último a poner a disposición de Carlos V (nieto del rey Fernando: Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano) sus proyectos de encontrar el paso entre el Atlántico y aquel "Mar del Sur" que había descubierto Vasco Núñez de Balboa, y tomar posesión del "Maluco" para España. Por lo demás, Magallanes estaba seguro de que la distancia a recorrer entre el Nuevo Mundo y Asia era corta y que en el camino se encontraban islas grandes que harían el viaje muy asequible. Un océano tan corto era coherente con su convencimiento de que las Molucas pertenecían a España, según la delimitación establecida en Tordesillas. 55 La expedición de cinco naves con 250 tripulantes salió el 20 de septiembre de 1519; de la dureza del viaje hasta encontrar y pasar el estrecho que más tarde se llamaría de Magallanes, es buena prueba el hecho de que sólo llegaran a con seguirlo tres de los barcos. Pigafetta recoge el sentir de los expedicionarios con estas frases: "El miércoles 6 de noviembre descubrimos cuatro islas de gran elevación, a 14 leguas. El piloto, que seguía en la nave, afirmó que aquellas cuatro eran el Maluco, así que dimos gracias a Dios y por júbilo descargamos la artillería toda. No era para que nadie se maravillase que nos sintiéramos tan alegres, pues habíamos empleado veintiséis meses menos dos días en encontrar el Maluco". El 6 de noviembre de 1521 las Molucas aparecían a la vista de la Victoria y la Trinidad. Fondearon en el puerto de Témate, una pequeña isla de menos de diez kilómetros de diámetro, cuyo Sultán estaba enfrentado al de Tidore, isla gemela situada al sur. Los portugueses, con una concepción imperial distinta a la española, habían estado comerciando en Témate desde 1511, pero no habían lle gado a crear ninguna factoría. La recepción en Témate no fue calurosa y terminaron refugiándose dos días más tarde en Tidore. En Tidore, el Sultán Al-Mansur, les recibió espléndidamente. Diario de Pigafetta: "Tres horas antes de la puesta del sol, el viernes, 8 de noviembre de 1521, entramos en el puerto de una isla llamada Tidore, y echamos anclas cerca de la playa a veinte brazas donde hicimos fuego con toda nuestra artillería. Al día siguiente el Sultán se acercó a los barcos en un prau y navegó alrededor de ellos. Inmediatamente largamos un bote para salir a su encuentro y honrarle. Nos hizo subir a bordo de su prau y sentarnos cerca de él. Estaba sentado bajo un toldo de seda que le protegía por todos los lados. Delante de él uno de sus hijos con el cetro real y dos personas con dos jarras de oro para verter agua en sus manos y otros dos con dos estuches dorados repletos de betel. El Sultán nos dio la bienve nida y nos dijo que había soñado hacía tiempo que algunos barcos vendrían al "Maluco" desde remotos lugares; y para tener más seguridad en ello había deci dido consultar la luna, después de lo cual había visto que los barcos venían y qué éramos nosotros. Cuando el Sultán entró en nuestros barcos todos besaron su mano y tras ello le guiamos hacia popa. Cuando entró en el castillo de popa no se inclinó sino que entró erguido. Habiéndose sentado en una silla de terciopelo rojo le cubrimos con una manta de terciopelo amarillo al modo turco. Con objeto de hacerle los honores nos sentamos a su alrededor en el suelo y cerca de él. Cuando estuvimos todos sentados el Sultán comenzó a hablar y dijo que tanto él como su pueblo deseaban por siempre ser los amigos más leales y vasallos de nuestro Rey de España". Quería incluso bautizar a la isla con el nombre de "Castilla" en homenaje a los expedicionarios y les ofreció su ayuda. Pigafetta escribiría: "Nos recibió como hijos suyos y pudimos ir a la costa como si estuviéramos en nuestra propia casa, y desde entonces su isla fue llamada no Tidore sino 56 "Castilla", por causa del amor que tenía a nuestro Rey, su soberano. Le hicimos presentes que consistían en una túnica, un trozo de delicado lino, ocho yardas de paño escarlata, una pieza de seda brocada, una pieza de damasco amarillo, algún paño indio bordado con oro y seda, una pieza de "beranía" (lino blanco de Cambaia), dos gorros, seis collares de cuentas de cristal, doce cuchillos, tres espejos grandes, seis pares de tijeras, seis peines, algunas copas doradas, y otros artículos. A su hijo le dimos un paño de la India de oro y seda, un espejo grande, un gorro y dos cuchillos y a cada uno de los otros nueve -todos ellos jefes- gorros de paño de seda y dos cuchillos y a muchos otros, gorros y cuchillos. Continuamos ofreciendo presentes hasta que el Sultán nos rogó desistir. Tras ello nos declaró que no tenía nada que darnos excepto su propia vida para ofre cerla al Rey, su soberano. Debíamos situarnos más cerca de la ciudad y cualquiera que fuese el que se aproximara a los barcos por la noche debíamos matarlo con nuestros mosquetes. Dejando la popa, el Sultán no inclinó su cabe za. Cuando se hubo ido descargamos nuestras armas. Este Sultán es un moro de cerca de cuarenta y cinco años. Es de complexión fuerte y tiene una presencia real y es un excelente astrólogo. Vestía con una camisa de la más fina tela blanca cuyos puños estaban bordados en oro, y una tela que le llegaba de la cintura al suelo. Iba descalzo, y con un pañuelo de seda envolvía la cabeza ("doublet" en el manuscrito original) y coronada con una guirnalda de flores. Se llama Rey Sultán Al-Mansur". La isla impresionó profundamente a los recién llegados, especialmente su natura. Antonio Galvao, en su Historia de las Molucas, diría: "A fin de enero las aves comienzan a poner huevos y a criar en los árboles que tienen su base en el mar o en los ríos, para que las hormigas no se coman los huevos de las crías". "Algunos pájaros son de tantos colores que no puede imaginarse. Otros son encarnados o coloreados y los llaman "nuri". Se consideran los mejores para aprender a hablar. A los blancos se les llama "kakatua" y parecen buhos, y tienen crestas de plumas blancas en la cabeza y las encrespan y agitan mucho". Sobre peces escribió: "Hay merlangos, rodaballos, caballas, salmonetes y lenguados, sábalos, sar dinas, tortugas; otros pescados son como los de España pero no en sabor". Galvao mencionaba lo que hoy es la especialidad gastronómica de las Molucas: el cangrejo de coco. "Hay tortugas y ranas grandes como sapos, y cangrejos peludos y venenosos; quien los come muere de inmediato. Y hay otros buenos como los que nosotros comemos, y cangrejos de tierra que son capturados por la noche con unos hilos de alambre y una antorcha. Se dice que si entran en el agua se ahogan. Son como langostas y no hay quien no diera una gallina cebada por ellos. Su comida son los cocos y nueces "kenari" (canarias), a pesar de su dureza las parten con la boca y dicen que así lo harían con el hierro. Los tienen en grandes vasijas para cebarlos". Por fin, en Tidore las transacciones para la compra de especias iban a llevarse 57 a cabo. Con base a esas transacciones comerciales se construyó una factoría, la primera europea en las tierras que serían más tarde denominadas Indonesia. Durante días se recogió canela y clavo, las especias se amontonaban, los barriles iban llenando las bodegas, la cubierta, el puente... Cuenta Pigafetta que un bahar de clavo (406 libras) se podía conseguir con "veinte yardas de paño rojo, o quince hachas, 35 tazas de vidrio, 150 cuchillos ó 50 pares de tijeras". Pero en ese mismo año los portugueses establecerían una factoría comercial en Témate, de manera que la competencia entre los mercaderes de uno y otro país hizo que en los años siguientes las especias triplicaran su precio. La estancia de los españoles en las Molucas estaba amenazada por la presen cia portuguesa en la zona. Portugal no terminaba de aceptar que sus competidores hubieran descubierto otro camino que llevase a la especiería, la ruta española del Pacífico, y desde Lisboa se había ordenado al virrey de la India que la flota de Malaca capturase a la expedición de Elcano, y cuantas otras pudiera haber. De ello les llegó aviso a los españoles de Tidore a través de Pedro Antonio Larosa, un portugués amigo asentado en la escuadra portuguesa, y Elcano, prudentemente ordenó apresurar las labores de carga en los barcos y levar anclas. Los españoles de Elcano cargaron hasta 1.500 y 700 quintales de clavo en las bodegas de las naos Trinidad y Victoria, respectivamente. El 18 de diciembre de 1521, se pusie ron rumbo a España. Pero la Trinidad no pudo seguir a la Victoria. El Caracolillo había carcomido el casco de la Trinidad que con el peso de la carga empezaba a tener vías de agua. Debían regresar a Tidore para reparar, pero ello implicaba perder días y correr el riesgo de ser capturados por la flota portuguesa. Elcano conferenció con el comandante de la Trinidad, Espinosa, y ambos decidieron que los marineros escogieran. Aquéllos que lo deseasen podían que darse en la isla para regresar más tarde. Los demás se acomodarían en la Victoria: fueron 47 europeos y quince moluqueños. El resto del viaje de Elcano fue -como toda la expedición- una auténtica aven tura. Elcano no sólo había conseguido hacer realidad el sueño no logrado por Colón de llegar a la especiería por la ruta occidental, sino que había conseguido algo más: la primera circunnavegación al globo. El Emperador Carlos V comprobaría que los beneficios obtenidos eran notables. La venta del clavo de Tidore (cerca de 25.000 ducados) compensó sobradamente la inversión que se había realizado en la preparación de la expedición. ¿Qué había sido de los demás? En Tidore habían quedado cincuenta y tres marineros junto a Espinosa. Cuando la Trinidad estuviera reparada intentarían el tornaviaje por el Pacífico. Emplearon este tiempo en hacer pactos de amistad con los Sultanes de varias islas, en previsión de la futura colonización de las Molucas. Cuando los españoles se fueron, dejaron parte de la carga y a la artille ría del barco en la factoría por ellos levantada con el fin de hacer más fácil el viaje de regreso a España por la ruta del Pacífico. El intento de descubrir este camino de vuelta fracasó, de manera que los espa58 ñoles volvieron a Tidore, pero la Trinidad se hundió en uno de estos canales entre el arrecife y la fortaleza de Témate, donde una tormenta llevó al buque a su trágico fin. Los españoles sobrevivieron sólo para ser hechos prisioneros y devueltos a España por los portugueses, quienes se habían apoderado de la factoría española en su ausencia. Los problemas entre españoles y portugueses en torno a los derechos sobre las Molucas continuaron; los esfuerzos diplomáticos para encontrar una solución no resolvieron nada y las negociaciones para el trazado de la línea divisoria en Extremo Oriente fueron imposibles. A fin de cuentas, ninguna de las coronas tuvo inconveniente en dilatar una solución incierta, porque ello les permitía reducir el problema a una carrera por el establecimiento, de hecho, en aquel archipiélago. Carlos V estimó que las Molucas y el Pacífico eran además una fuente de financiación desbordante, y en línea con lo que más tarde harían otros países europeos como Portugal, Holanda, Dinamarca y Gran Bretaña, creó en La Coruña (Galicia) una nueva Casa de Contratación, una Compañía para las islas de la especiería. Banqueros castellanos, flamencos y alemanes participaban en esta operación imperial. El regreso de Elcano supuso la apertura de una nueva vía ultramarina para la Corona Española. La especiería se incorporaba a la economía hispánica y a la expansión del comercio exterior. Pero, ¿a quién interesaban las especias? Por supuesto a las poblaciones berberiscas del norte de África, no. Los países que podrían adquirir los exóticos frutos eran los del norte de Europa: franceses, ingleses, flamencos, alemanes. Había que buscar una localidad estratégica en el noroeste de la península para que atrajese la atención de los comerciantes euro peos y evitar que continuasen negociando en Lisboa. Estas razones fueron las que se tuvieron en cuenta para establecer una Casa de la Contratación, dedicada exclusivamente al control de las especias, en la ciu dad gallega de La Coruña, y fue aquí, donde se organizó, en 1525, el segundo viaje. Las magníficas perspectivas y las ventajas que proporcionaba un camino de ida ya conocido, llevaron al Rey español a proyectar el asentamiento en las Molucas y el establecimiento de una línea de comercio regular para la introduc ción de especias en el mundo europeo. La estrategia imperial de Carlos V era sin duda más ambiciosa que la de los anteriores Reyes de España. No bastaba con descubrir, era necesario conquistar y establecerse. La Armada de Loaysa En 1525 se preparó una nueva expedición con Elcano como organizador de la flota y piloto mayor. La armada, al mando de García Jofre de Loaysa, que lleva ba el título de gobernador general de las islas de Maluco, estaba formada por siete naves. Con los navegantes zarpó Andrés de Urdaneta, un personaje inquieto, que 59 anotó con precisión en su diario todos y cada uno de los acontecimientos de la expedición. Nuevamente el durísimo viaje cobró un precio dramático en vidas humanas, entre otras las de Elcano. García Jofre de Loaysa como capitán general de una vistosa flota -en la que figuraba como segundo Juan Sebastián Elcano- se lanzó desde las abruptas cos tas de Finisterre hacia el Atlántico sudamericano. La travesía del estrecho ya no fue un obstáculo tan duro de vencer: iban varios supervivientes de la expedición de 1519 que conocían todos los secretos geográficos del intrincado paso. Pero, nuevamente, el Pacífico marcaba una nueva ruta de penalidades. El hambre y la enfermedad volvieron a hacer su aparición, y la situación era cada vez más angustiosa. Una depresión, puso fin a la vida de Jofre de Loaysa; era el 30 de julio de 1526, a la altura de la línea equinoccial, muy cerca de la isla Gilbert, y allí, en aquellas oscuras aguas, fue arrojado su cadáver. Abiertas las instrucciones reales, el encargado de reemplazarlo en el mando era Juan Sebastián Elcano, pero desgraciadamente su jefatura iba a ser muy bre ve. A los poco días, el 4 de agosto, moría. Su cuerpo fue lanzado sobre las olas del océano, que rompían con estruendo sobre las cuadernas de las embarcacio nes. Nuevamente había que reunirse para elegir un nuevo jefe, y el seleccionado fue Toribio Alonso de Salazar, quien venciendo una penosa travesía, con una reducida tripulación, logró llegar a las islas de los Ladrones, donde murió. Por cuarta vez se volvía a presentar la difícil tarea de elegir un nuevo capitán. A juicio de todos, el que reunía más méritos era Martín Iñiguez de Carquizano. Con rumbo seguro logró arribar a las Molucas. Témate seguía bajo el control lusitano. Las otras dos islas próximas, Tidore y Gilolo (la actual Halmahera) mantenían una rivalidad con aquella, intentando defender a toda costa su inde pendencia. La llegada de los castellanos tranquilizó a los nativos. El jefe del pueblo de los castellanos tranquilizó a los nativos. El jefe del pueblo de Zamafo, Bubacar, ofreció toda su ayuda a Carquizano. Lograron cruzar el Pacífico tan sólo dos naos; una de ellas llegó a Mindanao, en donde los supervivientes fueron apresados por los nativos, y la otra, fue a parar a Jailolo (Halmahera) a finales de octubre de 1526, con 105 hombres. Allí fueron bien recibidos por los habitantes, que guardaban un buen recuerdo de los españoles, y comenzaron la labor de asentamiento con los portugueses en condi ciones de notoria desventaja, puesto que Portugal tenía una sólida base en Malaca. Mientras, los portugueses habían abandonado Tidore. Cuando el 1 de enero de 1527 la Santa María de la Victoria fondeó en Tidore el Sultán sucesor de Al- Mansur recibió bien a los españoles con quienes concertó una alianza. Sin embargo, la presencia española en Tidore no dejó de llamar la atención de los portugueses. Una flota cañoneó la Santa María de la Victoria que tuvo que ser incendiada para evitar su captura. Los españoles se refugiaron en el puerto de Tidore donde ofrecieron resistencia. 60 Los supervivientes de la expedición de Loaysa, un total de unos 150 hombres a las órdenes de Hernando de la Torre hicieron grandes preparativos en Tidore para operaciones de defensa u ofensa, según fuera el caso. Habían pasado unos días y un atardecer, vieron aparecer una embarcación portuguesa; a bordo venía un emisario de don García Enríquez, capitán de la for taleza de Ternate. Era portador de una carta, sin firma, dirigida al capitán español. En ella le manifestaba que abandonasen aquellas islas y se trasladasen a Ternate, de lo contrario, emplearía la fuerza. El capitán español se negó a aceptar aquella misiva, y le manifestó al envia do, para que se lo transmitiese a su jefe, primero, que él no respondía a cartas sin firma y, segundo, que estaban allí para defender los intereses del Emperador Carlos. Pasó el tiempo, y en la fortaleza de Ternate hubo relevo. Ahora el nuevo jefe era Jorge de Meneses, quien se apresuró a enviar otro interlocutor para que manifestase a los españoles que él pretendía la paz y la concordia entre todos. Sus palabras fueron acogidas con gran entusiasmo. Para celebrarlo organizaron un banquete. Valdaya, el emisario luso, tras reiterar la misiva de paz, brindó con el jefe español, no sin antes, y aprovechando un descuido, haber vertido un vene no que traía sutilmente oculto en una uña, muriendo al poco tiempo Carquizano, tras haber bebido el vino emponzoñado. Nuevamente sin jefe, los castellanos eligieron a Fernando de la Torre. Con mucho esfuerzo mantuvo la soberanía hispánica de Giolo y Tidore. Don Jorge Menesez, capitán portugués destinado en Ternate, persuadió al hermano del Sultán, el príncipe Tarruwense, quien veía un posible triunfo en la fusión de Tidore y España como algo peor que una temporal alianza militar entre Ternate y Portugal, para unirse a una invasión de Tirode. Una fuerza de cien por tugueses y mil tématenos cruzó el estrecho de noche y fácilmente conquistó la isla. Los invasores tomaron, saquearon y destruyeron la recientemente recons truida ciudad real de Merieku y cercaron las fortificaciones adyacentes en las que los españoles, aunque escasos de comida y municiones, rehusaron rendirse. Al otro lado del Pacífico, se había encomendado a Hernán Cortés que enviara a la especiaría una armada para socorrer a los hombres de Loaysa y con el obje tivo de apoderarse de la factoría que los portugueses habían levantado en Ternate. Hernán Cortés llegó a concebir un ambicioso proyecto de imperio cons truido por Nueva España, cuya extensión hacia el norte parecía no tener límites, que se nutriría, como base fundamental de financiación, del comercio de espe cias con el "Maluco". Cortés envió auxilio a Tidore mediante una escuadra de tres barcos al mando de Alvaro de Saavedra, primo de Cortés, que zarpó de Nueva España (México) el 31 de octubre de 1527. La flota enviada no pudo ser más oportuna. De los tres barcos, uno de ellos, la Florida con 450 hombres a bordo bien provistos de armas y equipos, llegó a Tirode. Los españoles que permanecían allí al mando de Hernando de la Torre lograron hostigar a los portugueses con los refuerzos enviados por Cortés, hasta rechazarlos. 61 La fuerza de Hernando de la Torre se dividió en dos grupos: este último man daba el grupo principal con base en Tidore y Urdaneta, con un destacamento de 27 hombres se estableció en Jailolo (Halmahera). Mientras tanto, enviaron de vuelta a la Florida para pedir más refuerzos de Nueva España. Pero fracasaron al tratar de encontrar la ruta de regreso a América. Después de dos intentos en 1528 y 1529, Saavedra regresó a las Molucas, en donde encontró que Hernando de la Torre había acordado la rendi ción de los suyos, aunque todavía quedaban algunos españoles que no aceptaban el acuerdo con los portugueses, al menos hasta que llegase la noticia de la firma del Tratado de Zaragoza. En ese tratado, firmado en 1529, el emperador Carlos V había cedido a Portugal sus derechos sobre el archipiélago. Urdaneta, que no había querido rendirse, se dedicó abiertamente a la piratería apoyado por los malayos de Jailolo. La boda de Carlos I de España con Isabel de Portugal, celebrada el 11 de marzo de 1526, al reforzar los lazos familiares que unían a las dos Coronas, creó un ambiente propicio al acuerdo en el espinoso tema de las Molucas. La política europea del Emperador influyó también de modo decisivo, puesto que él necesi taba desembarazarse de esta antigua rivalidad, y además, el interés de Castilla por la especiería había disminuido mucho, al ver que no se encontraba el derro tero de regreso por el Pacífico, única vía permitida a España. Portugal seguía manteniendo su irreductible postura: en virtud del Tratado de Tordesillas, aquellas tierras le pertenecían. Por eso puede decirse que en Zaragoza es la Corona portuguesa la que cede, puesto que al comprar los dere chos españoles sobre las Molucas, tácitamente los reconocía. Por este convenio España vende "todo derecho, acción, dominio, propiedad y posesión o casi posesión y todo derecho a navegar, contratar y comerciar en el Maluco", por 350.000 ducados de oro de 375 maravadíes cada uno. Es un pacto de retro vendiendo puesto que el Rey de España se reserva la facultad de anular estas renuncias, previa devolución a Portugal de la mencionada suma. Mientras el trata do estuviera vigente no podrían ir a la especiería naves españolas y todo cargamento de especias que no fuera traído a España por subditos y barcos portu gueses, debía no levantar nuevas fortalezas en el Maluco, que se considera situado al oeste de una línea que pasa por las islas de las Velas o de los Ladrones, y de Santo Tomé. La línea fijada en Zaragoza va a tener especial importancia en lo que respecta a las islas Filipinas. Una mirada al mapa actual nos muestra claramente que este archipiélago queda comprendido en la zona asignada a Portugal, pero en 1529 se desconocía por completo la existencia de este conjunto de islas pues sólo se había tocado tangencialmente en algunas de ellas: Magallanes estuvo en Samar, Leyte, Cebú y Mactán, donde encontró la muerte. Después, sus barcos tocaron en Mindanao, a la que llegó también, un año después, la Victoria de Loaysa, pero del resto de las islas no se tenía noticia aún. La armada de López de Villalobos Las circunstancias diplomáticas, como el Tratado de Zaragoza, no fueron sin embargo impedimento para que la Corona española continuara intentando encontrar el asentamiento en la zona de la especiería. Esta misión llevó la armada de Ruy López de Villalobos, enviada desde el virreinato de Nueva España en 1542, con intrucciones de descubrir nuevas islas para ese fin, pero no tocar en las Molucas ni ninguna otra tierra de dominio portugués. A pesar de estas recomendaciones, los temporales obligaron a Villalobos a refugiarse en Jailolo y luego en Tidore, en donde quedaron reunidos todos aquéllos que habían conseguido cruzar el Pacífico ante el recelo de los portugueses, que acordaron permitirles tomar provisiones y regresar. De nuevo el Pacífico se mostró hostil y no fue posible para los españoles hallar el camino de vuelta. En uno de los intentos de volver a América, en junio de 1545, íñigo Ortiz de Retes descubrió una isla a la que los españoles bautizaron con el nombre de Nueva Guinea. Finalmente, el gobernador portugués de Témate, capitán Gregorio de Castro, dio un ultimátum al almirante Villalobos: luchar y ser aniquilados o rendirse y ser repatriados a España vía Goa. Villalobos, cuyas fuerzas eran claramente infe riores y cuya confianza en sus aliados de Tidore y Jailolo era más bien escasa, rechazó el ultimátum pero de una manera que implicaba la posibilidad de nego ciar. El capitán replicó ofreciendo a los españoles, previamente a la rendición y a la repatriación, la oportunidad de unirse a él en una expedición contra Jailolo y así ganar una importante parte del rico botín que sin duda se conseguiría. Tras debatir los respectivos méritos de la caballerosidad y del oportunismo en los tra tos con su antiguo amigo, el sultán Katara Bumi de Jailolo, los españoles optaron por lo último tras recordar que hasta el momento tenían poco más que cicatrices que mostrar como trofeos de sus viajes, y que volver a España con las manos vacías no era propio de conquistadores. Medio centenar de españoles, por tanto, se unieron a los doscientos portugueses y a un ejército de tématenos del sultán Hairun en un ataque sobre Jailolo. Tras un primer ataque en el que todos participaron, el almirante Villalobos y sus hombres consiguieron ser repatriados a España. Durante el prolongadísimo viaje que incluyó una escala de un mes en Ambón, los españoles permanecieron recluidos en un atestado y miserable puerto. La mayoría de ellos, incluyendo el almirante Villalobos, murieron de beri-beri y otras enfermedades. Sólo un puña do de supervivientes regresó finalmente a España. Tras la partida de los españoles, la alianza entre Portugal y Témate continuó con un penoso y prolongado asedio. Los portugueses sufrieron grandes pérdidas por las heridas recibidas en la lucha y por la dureza de las condiciones. El sitio de Jailolo terminó finalmente, no por el poder de los portugueses o por la debilidad de los tématenos, sino por catástrofes naturales. Una serie de erupciones volcánicas y de terremotos acabaron con las defensas y la moral de las fuerzas de Jailolo. El sultán Katara Bumi, cuyos soldados y subditos eran víctimas del hambre y las epidemias, no tuvo otra opción más que capitular. 63 Intentando evitar las respresalias portuguesas, el Sultán ofreció aceptar la con versión. Sin embargo, cambió de opinión cuando los sacerdotes que le instruían en la doctrina cristiana le exigieron que renunciara a todas excepto a una de sus esposas como condición final para ser bautizado. En vez de eso, el Sultán eligió tomar un veneno; su hijo fue designado heredero y su reino quedó separado de Tidore y unido a Témate. La guerra de Jailolo coincidió con el período de actividad en las Molucas de Francisco Javier. Tras pasar meses en Ambón donde tuvo ocasión de administrar la extremaunción al almirante Villalobos, Francisco Javier se dirigió hacia el norte con el objetivo específico de convertir al sultán Hairun. El jesuita y el sultán establecieron pronto una relación de mutuo respeto. Francisco Javier veía al sultán como un hombre libre de prejuicios y genero so; un juicio, en el que sin duda no todos coincidían. El sultán por su parte, encontró en el misionero a uno de los europeos, además de Antonio Galvao (que fue gobernador de Témate), cuya erudición y carácter le inspiraban un profundo respeto. Ambos mantuvieron prolongadas sesiones de discusión filosófica y teológica. El sultán pidió al misionero le ilustrara sobre las dife rencias que existían entre la doctrina islámica y la cristiana. Aunque declinó el convertirse, expresó el deseo de que los seguidores de las dos religiones pudieran un día reconciliar sus diferencias y sus creencias. Tras su regreso de las Molucas, Urdaneta -quizás para lavar las culpas de su vida de pirata en las islas- había ingresado como religioso en la Orden de San Agustín. Sin embargo, no había perdido su pasión por los mares. Por ello escribió una carta al nuevo Rey, Felipe II, asegurándole tener la solución del problema crucial de la navegación del Pacífico, aún sin resolver: el tornavia je. Como resultado de tal misiva, el 21 de noviembre de 1564 salían de Nueva España dos galeones y dos pataches rumbo a las islas de Poniente al mando de Miguel López de Legazpi con Urdaneta como piloto mayor. A principios de 1565 llegaban a una isla que llamaron de los Barbudos, por el aspecto de sus habitantes, descubierta por Alvaro de Saavedra en 1527 (más tarde islas Marshall) y poco más tarde fondeaban en las Ladrones. El 27 de abril de 1565, sus cuatro naves zarpaban de la isla de Cebú, poco después Legazpi fundaba la primera ciudad española: San Miguel. Comenzaban así los asentamientos. Había que comunicar la buena nueva, y era urgente pedir refuerzos, recabar fondos y solidificar la fundación. Andrés de Urdaneta resolvió el problema principal que planteaba esa per manencia, es decir, lo que los navegantes llamaban la "Vuelta del Poniente", la ruta Filipinas-California-Acapulco, que sería utilizada durante más de tres siglos por el galeón de Manila y que fue la vía de entrada en América de los productos orientales, entre ellos las especias. LAS EXPEDICIONES DESDE FILIPINAS La presencia española en las Molucas no había llegado a su fin. De hecho, ésta perduraría un siglo más y algunos fuertes que se conservan hoy día, tales 64 como el de Nuestra Senhora del Rosario y el de San Pedro y San Pablo en Témate, y otros como el Fuerte Torre en la isla de Tidore, son testimonio de esa historia posterior. La ayuda a Portugal de Pérez Desmariñas La unión de las coronas de España y Portugal en la persona de Felipe II en 1580, obligó a los gobernadores de Manila a prestar apoyo a los esclavos portugueses en Ternate y Tidore, que estaban siendo amenazados por los holandeses. En 1580 y 1585 se enviaron expediciones desde Manila a fin de hacer de esa ciudad el nuevo centro de comercio de las especias. En 1593, el recién nombrado gobernador general de España en Filipinas, Gómez Pérez Desmariñas, se empeñó en culminar los esfuerzos de sus ante cesores con el envío de una expedición formada por un galeón, seis galeras y al menos cerca de cien barcos menores que llevaban a bordo mil soldados españoles junto con otros mil soldados filipinos auxiliares. La mayor parte de la expedición se congregó en Cebú donde estaba previsto que el gobernador general y su séquito se unieran a la fuerza expedicionaria. Desmariñas y su escolta personal compuesta por cerca de ochenta españoles se embarcaron en Manila en medio de una gran expectación en el galeón que sería el buque insignia, y zarparon para la cita concertada en el sur. Todos los preparativos expedicionarios parecían magníficos, sin embargo nadie prestó atención a la tripulación compuesta por 250 remeros chinos o siendo más exactos, comer ciantes y artesanos chinos, que habían sido enrolados como remeros. El reclutamiento se había llevado a cabo bajo la amenaza de expulsión de Manila si rehusaban, además de percibir por adelantado una paga sustanciosa en metálico, y la promesa de que apenas se les ordenaría realmente remar gracias a los vientos monzones que se creían favorables. Los chinos que se consideraban abiertamente agraviados y despreciados, se quejaron y protesta ron sin reparos sobre sus pagas, al mismo tiempo que mostraban cuchillos y dagas; y cuando los vientos y las corrientes les obligaron a remar, se amoti naron. Los españoles, sin preocuparse demasiado, pasaron la noche festejando la victoria que habrían de conseguir en la Molucas. Aquella noche, mientras dormían, los remeros chinos fueron apuñalando sigilosamente uno por uno a los miembros de la tripulación y se hicieron dueños del buque insignia. El gobernador general Desmariñas fue una de las primeras víctimas; de sus ochenta miembros de la escolta española no pasaron de diez los que sobrevi vieron, algunos gravemente heridos, y lograron nadar hasta ser rescatados por los barcos menores de la flota. El hijo de Desmariñas, Luis, que era segundo comandante pero que viajaba en otro navio, al enterarse de la trage dia ordenó el regreso inmediato a Manila del resto de la flota. De esta manera fue sangrientamente abordada la espléndida expedición de Desmariñas. Los remeros chinos pusieron el galeón del gobernador general rumbo a las costas de Indochina y cuando el barco encalló debido a su poca 65 precaución, el rey de Tonkin confiscó tanto el buque como su carga. A los remeros se les permitió continuar su camino lo que hicieron finalmente diri giéndose al interior de China. Una década más tarde, la pérdida de los fuertes ibéricos de Ambón y en Tidore y la alianza de los holandeses con los tématenos, movió a don Pedro de Acuña, gobernador general español de Filipinas, a decidir la restauración del prestigio y del poder ibérico en las Molucas haciendo de ello un objetivo personal. Envió a Gaspar Gómez, principal de la Misión jesuíta de Manila, como mensajero a la corte del rey Felipe II para exigir del soberano, que no era especialmente generoso, la promesa de financiar los gastos de una nueva expedición incluyendo un fondo de reserva de 120.000 ducados. Los hom bres y los barcos fueron concentrados a su debido tiempo en el sur de las filipinas: "cinco navios, cuatro galeras, tres galeotas y trece fragatas", según Antonio de Morga, junto con un total de 3.095 hombres, que incluían a 1.300 españoles, 40 soldados filipinos y 649 remeros, esta vez filipinos en vez de chinos. Las provisiones y las armas, dice de Morga, eran suficientes para aguantar al menos nueve meses sin necesidad de reabastecimiento desde Manila. La expedición de Acuña El gobernador general Acuña asumió personalmente el mando y el 15 de enero de 1606 la expedición se hizo a la mar. Un galeón se hundió en una tem pestad, pero el 26 de marzo los otros buques se congregaron prácticamente intactos en la bahía de Talangame. El primero de los buques que arribó, sorpren dió a un mercante holandés, cargado hasta los topes con el que se enzarzó con un breve intercambio de cañonazos, que tras ello se retiró para unirse a otros buques holandeses que se divisaban más allá del horizonte. Daba la impresión de que los holandeses no deseaban arriesgarse en una batalla. Los españoles establecieron una base en Tidore. El sultán aprobó con entu siasmo su plan de utilizar Tidore como base para invadir la isla de Témate. Prometió proporcionar una flota de kora-kora y un ejército de seiscientos hom bres y sorprendió efectivamente a los españoles al llevarlo al cabo. El ataque conjunto hispano-tidoreño sobre Témate se inició al amanecer del 1 de abril de 1606 con una serie de desembarcos conjuntos bien coordinados en los puertos más accesibles a lo largo de la rocosa costa. Don Pedro dividió a sus fuerzas en dos columnas para converger sobre el recientemente construido fuerte San Pedro y San Pablo que, más que el Gammalamma, era el centro de la defen sa de Témate. Desplegó a sus fuerzas para efectuar una descarga y descubrió que los tématenos estaban bien nutridos de cañones con los que replicaron al fuego. La maniobra de los españoles pronto proyectó una seria amenaza tan seria al fuerte, que los defensores imprudentemente se aventuraron a saltar fuera de los muros para empeñarse en un combate cuerpo a cuerpo, pero después del medio día estaban tan agotados que muchos de ellos se rindieron y los españoles llegaron a tener la victoria claramente a su alcance. 66 Tras ello Don Pedro realizó una maniobra de diversión con sus fuerzas desde el fuerte San Pedro y San Pablo con objeto de tomar el castillo y la ciudad de Gammalamma, cuartel general y residencia del sultán. Pero antes de que los españoles pudieran realmente desplegar sus fuerzas y tomar posi ciones, el sultán Said, nieto del sultán Hairun, escapó. El sultán Said aceptó regresar a Ternate para someterse y los españoles muy inteligentemente convirtieron su vuelta a casa en una sucesión de actos oficiales a lo largo de los cuales rindieron al sultán honores reales. Don Pedro y su séquito pusieron al sultán bajo una fuerte custodia en la mejor casa de la ciudad, mientras ellos ocuparon el castillo-palacio y se dispusieron a reorganizar el reino. Enviaron una serie de expediciones a través de la región con el fin de persuadir a los jefes de los poblados que cumplieran sus instrucciones. En Motir, Batjan, Makjan y otros lugares, los españoles construyeron puestos for tificados y establecieron pequeñas guarniciones. En Tidore reconstruyeron el castillo y en Ternate ampliaron y reforzaron el castillo de Gammalamma y el Fuerte de San Pedro y San Pablo. Don Pedro había traído con él desde Manila sesenta y cinco civiles españo les, hombres y mujeres, quienes se establecieron en la ciudad de Gammalamma. Entre ellos había carpinteros, albañiles, armeros, toneleros y personas con diver sos oficios que, se esperaba, sirvieran como ciudadanos modelo. El hábil gobernador general Acuña quedó complacido al haber establecido las bases de una nueva y saludable sociedad. El 10 de abril de 1606 en el gran salón del castillo de Gammalamma los españoles y los tématenos firmaron formalmente un tratado de paz y el sultán Said y su familia prestaron juramento de fidelidad al rey Felipe III. Don Pedro estimó que su misión había terminado. Inicialmente pensó dirigir a su expedición hacia el sur en dirección a Ambón para desalojar a los holandeses del castillo que había sido tomado tan impunemente en 1605, pero decidió aplazar la operación. El 4 de mayo de 1606, junto con su escolta y veinticuatro tématenos subió a su buque insignia y dio vela a Manila. Solo un mes más tarde, los holandeses tomaron la iniciativa y se establecieron en Ternate. El 10 de junio, el capitán L'Hermite se consideró listo para el combate. Reconstruyó una fortaleza a la que bautizó como Fuerte Malayo y montó seis cañones de bronze en sus murallas asignando al mando al capitán Gerard Gerardszoon van der Bus y a su fuerza de cuarenta hombres como guarnición. Con objeto de persuadir al capitán van der Bus y a sus hombres de que no se rebelasen contra tan arriesgada situación, prometió a cada uno de ellos una recompensa de 12 rijksdaalders (25 florines) por año y con objeto de tranquilizar a los nuevos aliados, los regentes de Ternate, prometió enviar más hombres desde Bantam. El 12 de junio dejando dos buques para que abastecieran y protegiesen al nuevo fuer te, zarpó con el resto de su flota hacia las costas de China. LA LUCHA CONTRA LOS HOLANDESES El fuerte Malayo, más tarde rebautizado Fuerte Oranje y convertido en cuartel general de la V.O.C. en las Indias hasta que el gobernador general Jan Pieterszoon Coen transfirió su sede a Batavia en 1619, probó casi inmediatamente su utilidad al resistir un ataque de los españoles. Desplazándose sigilosamente por la noche desde el castillo Gammalamma a través de tortuosos caminos, una fuerza españo la compuesta de 250 hombres cayó sobre el fuerte Malayo al amanecer, pero fue rechazada después de un furioso combate cuerpo a cuerpo en el cual cerca de cuarenta holandeses y cien soldados tématenos auxiliares se impusieron. La bata lla del fuerte Malayo en el 1606 demostró ser el único enfrentamiento realmente serio entre fuerzas holandesas y españolas en la región. No quiere decir que falta sen encuentros, tanto en tierra como en el mar. Los holandeses que perseguían siempre las mayores ganancias al menor coste, se limitaron a sondeos y escara muzas de carácter menor perdiendo así la oportunidad de lo que hubieran podido ser, a veces, grandes victorias. Para los holandeses comenzó a ser una cuestión delicada la extensión de control más allá del fuerte Oranje. Para los españoles la situación comenzó a convertirse en un caso de progresiva guerra de desgaste y de retirada que culminó con el abandono voluntario del castillo da Gammalamma. A lo largo de los varios años que duró el asentamiento español en las Molucas del norte, tres grandes expediciones de Témate y Tidore, en la que encontraron, sólo de manera intermitente, oposición y obstrucción por parte de los españoles. La primera expedición fue la del almirante Paulus van Caerden en 1608, seguida de la del almirante Francois Wittert en 1609 y en tercer lugar la expedición del almirante Verhoef, al mando del almirante Simón Janszoon Hoen, igualmente en 1609. Van Caerden fue el que permaneció más tiempo en la zona pero no por elección propia, ya que fue capturado, para su desgracia, como cautivo, y rehén en el castillo de Gammalamma. Aunque los servicios de van Caerden en otros escenarios habían sido realmente distinguidos, en la Molucas no fue ron pocas las ocasiones en las que dio el patinazo. Trajo con él una flota de siete buques y un ejército de trescientos soldados holandeses con lo que sin duda hubiera podido asaltar sin dificultades los fuertes españoles. Sin embar go, prefirió capturar primero la isla de Makjan, lo que le costó dos barcos y varias docenas de hombres, para después comprometerse en una pequeña campaña de diversión con la intención aparentemente de aislar las islas de Témate y Tidore e interceptar a los buques españoles. En agosto de 1608 mientras navegaba desplegando una febril actividad de una a otra isla, van Caerden condujo a su buque insignia contra los arrecifes. Los exultantes españoles pronto capturaron al almirante y a su buque como trofeos. Siendo puesto fuera de combate de esta manera ignominiosa, van Caerden fue cons tituido en rehén y se pidió rescate por él. Varios meses más tarde fue dejando en libertad y asumió nuevamente el mando de las fuerzas holandesas pero, dado su desgraciado sino, cayó en manos de los españoles una vez más. Los holandeses intentaron dar una nueva orientación táctica a sus opera68 ciones a través del almirante Francoise Witter. Witter llevó una nueva expedi ción a las Molucas y negoció un nuevo contrato con el sultán Modafar, hijo del sultán Said. Los acuerdos para su misión militar y el monopolio del clavo fueron confirmados y se prometió llevar a cabo acciones más resueltas. Witter pensó que el mejor modo de cumplir sus compromisos militares era conducir su expedición hacia el norte para bloquear Manila. Así lo hizo sufriendo la pérdida de todos sus buques, (dos capturados y uno incendiado), la de la mayor parte de su gente y, finalmente, la de su propia vida. Poco tiempo después, el almirante Simón Janszoon Hoen llegó con los supervivientes de la gran expedición Verhoef quienes estaban aún asombra dos por sus experiencias recientes en Banda donde el almirante Verhoef y muchos de sus hombres perecieron en un combate con los bandaneses. El almirante Hoen no estaba dispuesto a arriesgarse en acciones temerarias contra los españoles. Después de moverse alrededor de las islas durante algunas semanas dirigió una incursión contra el fuerte español en Tidore. Desembarcó sus tropas, ordenó emplazar las piezas y ponerlas en posición y comenzó el sitio. Hoen fue alcanzado por una bala durante el combate y sus fuerzas se desbanda ron. Los españoles que se habían sentido más amenazados de lo que la realidad demuestra, evacuaron el castillo de Tidore prácticamente al mismo tiempo y se concentraron virtualmente en todas las demás fortalezas de Témate. Los españoles mientras tanto no permanecieron inactivos. Manila despa chó una flota de seis fragatas y dos juncos para aprovisionar Témate con víveres y refuerzos. Los holandeses interceptaron dos de esos buques y ofre cieron restituirlos, junto con su carga y tripulación, a cambio de la liberación del que iban a hacer un buen negocio, y quedaron complacidos cuando com probaron que era mucho mejor de lo que habían esperado. El almirante tan dado a las desgracias, una vez fue liberado, llevó a cabo un viaje por tierra desde Gammalamma hasta el fuerte Oranje sin particulares contratiempos. Pero en la primera ocasión que se hizo a la mar en un viaje de Témate a Makjan, cayó de nuevo en poder de los españoles. A estas alturas las relaciones hispano-holandesas habían tomado un nuevo aspecto determinado por los acontecimientos en Europa. Tras décadas de gue rra intermitente, el 9 de abril de 1609 las dos naciones firmaron una tregua por doce años, noticia que llegó a Témate a principios de 1610. Prácticamente nadie en España ni en los Países Bajos, ni en las Filipinas o en las Molucas tomó esa tregua muy en serio. La tregua no fue obstáculo para que los directo res de la V.O.C. intruyeran secreta y repetidamente a sus agentes a que recurrieran a cualquier tipo de violencia que fuese necesaria con objeto de impedir el acceso al mercado de las especias a cualquier otro europeo, sin exceptuar a los españoles, la noticia de la tregua sirvió para que los holandeses del fuerte Oranje tuvieran la oportunidad de notificar a los españoles del veci no castillo de Gammalamma su intención de observarla escrupulosamente, por lo que esperaban que sus estimados vecinos hicieran lo mismo. Insistieron en que sería adecuado por lo tanto liberar a su, una y otra vez, capturado almiran69 te van Caerden. Los españoles cortésmente dieron cumplimiento a esta peti ción. La expedición de don Pedro de Heredia Una nueva y última expedición procedente de Filipinas en el año 1623, bajo el mando de don Pedro de Heredia, sirvió para reforzar las defensas y mejorar el comercio. Los españoles cada vez dependían menos de Ternate, como centro de comercio, que de la nueva factoría que habían construido en Makassar cuyo sultán había convertido en atractivo puerto para los diversos mercaderes europeos. Por el pacto de Münster de 1648 los españoles acorda ron no extender sus ya disminuidos operaciones en las Molucas y finalmente, decidieron abandonarlas. D. Francisco de Attleinso, el último gobernador español del castillo de Gammalamma, procedió a embarcar a sus hombres, sus cañones, sus mercancías y sus especias y la mayoría de los europeos que habitaban el pueblo, en una flo tilla de doce juncos y se hizo a la mar rumbo a Manila el 2 de mayo de 1663. 70 MENDANA Y SARMIENTO: DOS VOLUNTADES CONCORDANTES José CERVERA PERY Director de la Revista de Historia Naval Si he titulado esta conferencia como "Mendaña y Sarmiento: dos voluntades concordantes" no ha sido por caer en la fácil tentación de seguir a Plutarco, en sus vidas paralelas, porque en realidad no lo son. En un época de sus vidas tra bajaron juntos, pero se llevaron mal, pues había poco en común entre la identidad de Sarmiento, navegante experto, cosmógrafo y geógrafo, filósofo y hasta poeta y la de Mendaña, de extracción aristocrática, mozo imberbe de 25 años como lo ha dicho Landín, sobrino de virrey y que de rebote se dedica a los descubrimientos alentado por su tío, (lo cual no ha de quitar mérito a sus empre sas). Hay evidentemente cierto paralelismo de contemporaneidad: Sarmiento nace en 1532 y Mendaña en 1541, es decir que se llevan nueve años, e incluso sus fallecimentos están cercanos; (Sarmiento en 1592 y Mendaña tres años más tarde) pero donde concuerdan y encajan plenamente sus voluntades, son en los afanes descubridores de uno y otro que permiten la identificación de los hallaz gos españoles en el océano Pacífico; el Mar del Sur que un día descubriera para España Vasco Nuñez de Balboa, y cuyas rutas se abrieron para las proas de las naves españolas. En Sarmiento puede encontrarse el designio de un hombre que tenía como los grandes del Renacimiento, universalidad, de conocimiento -ya digo- geógra fo, poeta, latinista, navegante y astrónomo, que llevó a más de 300 modestos labriegos españoles a la grandiosa aventura de fortificar el estrecho de Magallanes y cerrar este paso a las costas occidentales de la América descubier ta, que la codicia de otras potencias europeas querían arrebatar a España. Un sello de tragedia griega puso desde el comienzo su impronta en la aventura, y de todos estos seres, hombres, mujeres y niños no quedó sino uno solo que lo contó y dejó a'la posteridad lo que fue la empresa. También Mendaña en su segunda expedición embarcó a numerosas familias dispuestas a iniciar una nueva vida en una nueva tierra. Voluntades concordantes por tanto en la firmeza del asenta miento. El viaje conjunto que Mendaña y Sarmiento realizaron y que dio como feliz resultado el descubrimiento de las islas Salomón, comenzó el 19 de noviembre de 1567 y casi dos meses después, el 15 de enero de 1568, la pequeña escuadra (sólo eran dos naos, Los reyes y Todos los Santos, conocidos más familiarmente como la Capitana y la Almiranta) dio vista a una isla que fue bautizada como "del buen Jesús" y en la que no desembarcaron por no permitirlo el estado de la mar. El 1 de febrero descubren y bautizan los bajos de la Candelaria y seis días después avistan la isla de Santa Isabel, desde la cuál iniciarían la expedición y descubrimiento de las islas Salomón. Sarmiento impulsor de la empresa quedó 71 relegado por su mala avenencia con Mendaña, que se valía de los conocimientos del piloto Hernán Gallego, y no recurrían a Sarmiento más que cuando necesita ban realmente de su saber y su experiencia. No obstante las divergencias, se descubrieron las islas que bautizaron Ramos, La Galera, Buena vista, San Dimas, Flores, San Jerónimo y Recife. Semanas después en nuevas salidas, hallarían la isla de Malaita, Atreguada, Tres Marías, Santiago, San Juan, San Cristóbal, Santa Ana y Santa Catalina. Todas estas islas o la mayor parte de ellas, recobraron sus primitivos nombres indígenas, (Guadalcanal sin embargo conserva el de la colonización) y quien sea gustoso de conocer su ubicación no tiene más que consultar el magnífico libro de Amancio Landín, «Islario español del Pacífico». Las voluntades siguen en discordancia cuando se discute si conviene seguir la navegación hacia el sudeste -como proponía Sarmiento de Gamboa-, de fun dar y poblar las islas salomónicas, o de indicar el tornaviaje hacia las costas americanas. De haberse continuado en busca de nuevas tierras, quizá se hubiese anticipado en varios decenios el descubrimiento de Australia, pero Mendaña por lo que se ve no era muy proclive a complacer a Sarmiento, y el 11 de agosto levó la armada en el puerto de la Visitación en la isla de San Cristóbal en demanda de la costa oriental de Nueva España. Recalaron sin embargo en Perú, sufriendo serios temporales, y costeando lle garon al Callao donde el virrey García de Castro recibió con grandes agasajos a su sobrino pero ignorando poco menos que al esforzado Sarmiento. Habían reco rrido en este viaje en común aproximadamente mil quinientas leguas y fue la navegación de más importancia realizada hasta el momento, desde el descubri miento de América. Mendaña hizo de las islas unas fabulosas descripciones como de un país poseedor de las riquezas del rey Salomón y que fue la razón por la que el archipiélago se bautizara con el nombre del rey bíblico. Sarmiento dis conforme con el protagonismo mendañino quiso venir a España a exponer al rey lo sucedido en el viaje con criterios realistas, pero su pretensión fue boicoteada por sus antiguos compañeros de fatigas. Con el nuevo virrey Francisco de Toledo, Sarmiento obtuvo mejores favores, reteniéndolo como ayudante en su visita al virreinato y permitiéndole escribir no solo las descripciones geográficas de sus descubrimientos, sino una interesante historia del pueblo inca. No volveremos a encontrar juntos a Sarmiento y Mendaña, tras la experien cia del descubrimiento de las Salomón, pero las voluntades concordantes de seguir adelante nos invitan a afrontarlos por separados. A Sarmiento en sus correrías contra el pirata inglés Drake y en su desdichado viaje de fortificación y proyectado asentamiento en las inhóspitas tierras colindantes al estrecho de Magallanes; a Mendaña en su segunda expedición, treinta años después de la primera, con el propósito de establecer colonias en las islas descubiertas en unión de Sarmiento. Rindamos el justo tributo de admiración a uno y otro en tales empresas, admirables en su concepción y desdichadas en su resultado. Pero el genio de la raza está presente en ambas. Pasado el esplendor imperial de la España de Carlos V, seguía imponiendo su 72 fama de invencible y seguían llegando a la península bajo Felipe II los navios cargados de riquezas. Para los otros reinos poderosos del resto de Europa eran codiciado botín y a capturarlo partían unas tras otras expediciones armadas en corso, y capitanes había que hipotecaban sus bienes para equipar flotillas, o emprender la aventura con un solo barco. Tal razón indujo a la primera tentativa de fortificar el estrecho de Magallanes y cerrar de este modo su paso a las Indias a los osados aventureros del mar. Su gestación y denodado empeño va surgiendo de los documentos de la época, elo cuentes en su precisa terminología, y su barroca semántica. La causa principal la expresa el virrey del Perú, Don Francisco de Toledo en carta al gobernador del Río de la Plata en 1579. De ella son estos expresivos párrafos: Por el estrecho de Magallanes pasó a este Mar del Sur un navio de ingleses corsarios y llegó a las provincias de Chile y Puerto de Santiago a los cuatro de diciembre del año pasado del setenta y ocho y robó un navio con cantidad de oro que había en aquel puerto. Y en otros de los de esta costa hizo otros daños. Y a los trece de febrero llegó al de esta ciudad (Callao) estando descuidados de semejante novedad, porque habiendo tanto tiempo para darme los de las provin cias de Chile aviso de esto; nunca se hizo, con ocasión de estar el Gobernador en el estado de Arauco con la guerra y no se aventuran los oficiales ni la ciudad a comprar un barco que me trajera esta nueva con que se hubieran escusado hartas perdidas y gastos que han recrecido a Su Majestad y a los particulares, principal mente en un navio que robó (el inglés naturalmente) con harta suma de plata que iba de esta cuidad al reino de Tierra Firme. Hanse hecho muchas diligencias para haber este corsario y enviado dos navios de la armada en su busca. Mas como la mar es tan ancha y el ha ido con tanta priesa recorriéndola no ha podido ser habido. Y lo que mas se siente es la noticia que lleva tomada todo lo de acá y la facilidad conque se podía venir cada día a entrar por aquesa puerta del estrecho que ya tienen sabida y reconocida". El lenguaje es barroco pero su sentido se entiende perfectamente. El temor a que el pirata inglés campe por sus respetos obliga a que se tomen cuantas medi das defensivas y de fortificación sean pertinentes: Continúa el virrey: "Y porque por esa parte del estrecho es necesario ponerse ahora con tiempo y brevedad remedio, y este en negocio que no es sabido ni entendido sería dificul toso, nos ha parecido inviar dos navios fuertes, bien avituallados, con buenos pilotos y marineros, para que hagan este descubrimiento por esta parte de la Mar del Sur y vayan tanteando y mirando la parte y lugar por donde con mayor comodidad se puede hacer alguna población o fortaleza con artillería previnien do tomar aquella entrada antes que los enemigos la ocupen, para que ningún otro corsario pueda entrar y para que reconozcan si por esta parte de la Mar del Sur o en el mismo Estrecho o fuera de él, en la banda de la Mar del Norte haya alguna población de los dichos ingleses y en que parte y lugar y en que cantidad para que se provea lo que mas al servicio de Su Majestad convenga". Para este viaje de explotación del estrecho de Magallanes, Pedro Sarmiento 73 de Gamboa, del que el virrey conocía sus anteriores viajes descubridores, fue designado capitán superior de ambos navios, el mayor llamado Nuestra Señora de la Esperanza elegida capitana por Sarmiento y la otra la almiranta el San Francisco, donde iba como almirante Juan de Villalobos. Los navios zarparon el 11 de octubre de 1579 desde el puerto de El Callao. Reconocieron conciezudamente el estrecho desde el 24 de enero de 1580 en que entró por la Mar del Sur con la nao Esperanza (la otra huyó por el temporal) hasta el miércoles 24 de febrero de 1580 en que salieron a la Mar del Norte, es decir al Atlántico. Su energía y decisión tropezaron con el hambre y con la resistencia de la tripulación a quedarse en aquellas inhóspitas tierras y las del almirante Juan de Villalobos que saboteaba su actuación. El memorial que Pedro de Sarmiento remitió al rey Felipe II sobre este viaje, fue dado a conocer después al Real Consejo de Indias, y en él informa meticulosamente la llegada al estrecho de Francis Drake. Por su extensión no lo transcribo, pero en él se aconseja "que a la mayor brevedad, se haga y ponga a punto una armada de doce o quince navios con la gente de mar y guerra y todo lo que fuese necesario, la cual vaya al estrecho y si hallaren alguna fuerza hecha por los enemigos procuren ganarla y hagan allí o en la parte que les pareciere más cómoda una fuerza y población, y que sea desde donde puedan acudir a todo. Y si para ello fuese menester más de una fuerza, hagan las que convinieren y las provean de la gente de artillería que fuere, tomándola de la Armada, y que Pedro de Sarmiento, (el mismo se autopostula) y los soldados y marineros se entretengan y no se despidan para que vayan con la Armada, que como gente que por vista de ojos tienen noticia de aquello, darán mucha luz y serán de mucho provecho. En comunicación posterior del 1 de marzo de 1581 el Consejo de Indias dice al Rey: El capitán Pedro Sarmiento parece que es muy necesario que vaya en esta jornada, porque es el que ha de dar lumbre para todo. En cuanto a los fuer tes -opina el Consejo- se han de hacer en la boca del estrecho en las partes que él (Pedro Sarmiento) señala, porque allí se cierra la puerta de entrada para todo el estrecho y donde estos fuertes se hicieren ha de haber dos pueblos españoles (voluntad de asentamiento) los cuales parece que son muy necesarios y que sin ellos en ninguna manera se puede esperar buen suceso. Parece al Consejo que esto conviene, y que vayan pobladores para que estos dos pueblos se funden y que de allí se provean los bastimentos y todo lo que fue re necesario para los fuertes adonde han de estar los soldados, porque de los indios no se podrá haber, si no fuere con los daños que están dichos, y de acá no se puede proveer tan de ordinario como convendrá, ni en aquella comarca hay de donde cómodamente los que dan haber... Da su opinión al Consejo sobre el mejor gobierno de esas poblaciones y comarcas. "... Con este presupuesto parece que necesariamente ha de haber gobernador de aquella provincia y éste será el que vuestra majestad fuere servi do, y el Consejo nombró a Pedro Sarmiento para ello, entendiendo la noticia y experiencia que tiene de todo aquello y que los indios le conocen y que es hom bre que tiene las partes que se requieren para este ministerio, mayormente en 74 aquella tierra que la tiene ya hollada y entendida y el gobierno de la ciudad de Castro no parece que cuadra porque además que está debajo de lo de Chile, está a trescientas leguas de donde se han de hacer los fuertes y poblaciones". Prestó oídos Felipe II a la recomendación del real Consejo de Indias, porque el 20 de marzo de 1581 el secretario del rey, Antonio de Eraso, hacia saber desde Tomar la desigación de Sarmiento en estos términos. "Su Majestad concedió a Pedro de Sarmiento el título de gobernador para cuando hubiese población en el estrecho y mandó que fuese en el Armada que agora se junta cerca de la persona del general con cien ducados de entreteni miento al mes por el tiempo que durase el viaje y que se le dieran tres mil ducados de renta que al Consejo pareció y otros tres mil de salario con el gobier no de los frutos de la tierra, y dos mil ducados de ayuda de costa, librándole allí la mayor parte o al menos la mitad. El general que menciona Eraso es Diego Flores de Valdés, marino asturiano encargado antes de llevar y traer las flotas de las Indias, despectivamente consi derado por Sarmiento de Gamboa como acarreador del mar. Como almirante de la Armada se nombró a Diego de Rivera, que según dice el Consejo de Indias, "al presente es tesorero de la Armada; es hombre que tiene mucha experiencia de las cosas de la guerra... y es hombre de entendimiento y buena persona". Muy concienzudamente se estudió todo el plan para la fortificación del estrecho. Trazó los planos de los dos fuertes un ingeniero versado en este arte militar, de nombre Tiburcio Spanoqui, y terminados los aprestos la Armada salió de Sanlucar de Barrameda el 27 de setiembre de 1581. En relación al rey, Sarmiento le dice: La gente que embarcó fueron casi tres mil hombres, digo raciones, 600 de Chile, 350 pobladores del estrecho, chicos y grandes, que son novecientos, los demás eran soldados y gente de mar de la Armada de los cua les se habían de preveer los cuatrocientos soldados para los fuertes del estrecho. Tras vicisitudes sin cuento, naufragios, estrecho cinco de los veintitrés navios que significó un intento loable y comportó un tantas actitudes, sigue siendo esclavo de su temporales, muertos; solo llegaron al partieron. Hablaremos algo de lo que fracaso rotundo. El hombre como en circunstancia. Es evidente que si se atienden a las realidades políticas y económicas inme diatas, tanto la expedición de Sarmiento a las tierras australes como la primera de Mendaña, resultaron un fracaso. Pero no ocurriría lo mismo en cuanto a los adelantamientos en los aspectos geográfico y náutico. Sarmiento define y loca liza con la mayor precisión la entrada de la boca occidental del estrecho de Magallanes para lo cual fue necesaria la exploración de muchos de los canales que configuran la geografía marítima de la zona. Mendaña lleva a cabo el pri mer viaje redondo al Pacífico meridional y en alguna de sus relaciones se refleja la intuición de que al sudoeste del archipiélago de las Salomón hay grandes tierras o quizá un gran continente. Además, las informaciones redacta das por los cronistas de aquella empresa tienen un considerable valor para antropólogos, etnólogos y naturalistas. Curiosamente y aunque lo intentaron 75 una y otra vez los navegantes europeos tardarían dos siglos en dar nuevamente con las Salomón (Bougainville en 1768 y Surville en 1769). Sarmiento de Gamboa después de sus experiencias negativas en la experien cia mancomunada con Mandaña emprendió un segundo viaje al estrecho con la misión de poblarlo. Haría falta tener la imaginación de un Shakespeare para narrar las terribles aventuras de su navegación. Salieron las naves de Cádiz con Flores Valdés como capitán general de la Armada (lo que no gustó a Sarmiento), comenzando casi de inmediato las disensiones entre don Pedro y Flores, perdiéndose una de las naves. En Cabo Verde, Sarmiento en compañía de Flores y de Antonelli el ingeniero, designó en la isla de Santiago los puntos a fortificar, pero el primero hizo que el plan no llegase a manos del rey. Invernaron en Río de Janeiro logrando al fin salir los 16 navios que componían la flota para el estrecho de Magallanes, el día de Todos los Santos de 1582. Sufrieron terribles temporales que diezmaron de tal modo la agrupación que llegó al estrecho reducida a dos naos y tres fragatas, fondeando "al abrigo de la gran barranca del cabo de las Vírgenes". El viento y la corriente de marea, echó fuera del estrecho a la nao capitana, navegando a un rumbo del primer cuadran te y Sarmiento hubo de seguirla por sublevarse la dotación y obligarle a ello. Volvieron pues a Río de Janeiro donde estaba el general Diego de Olcega con cuatro naos cargadas de víveres enviadas por el rey para la expedición al Magallanes. Para Sarmiento se había perdido un tiempo precioso, en tantas idas y venidas, máxime cuando el propio rey advertía a Sarmiento y a Flores, que en Francia se aprestaban corsarios y que por ello urgía fortificar el estrecho. Pero el deseo de Flores de regresar a España, en una actitud totalmente negativa, pudo más que la recomendación del monarca y de los propósitos de Sarmiento de cumplir la orden, y en cuanto tuvo ocasión se llevó los mejores barcos, con el fútil pretexto de ayudar al gobernador de Brasil. Sarmiento con el general Diego de la Rivera, de Flores Valdés, llevó a cabo la empresa con lo poco que le dejaron, (cinco naves y 530 hombres) llegando al estrecho en febrero de 1584. No pudieron entrar a causa de los vientos contrarios, pero pudo desem barcar en la costa norte y por tierra se dirigió a la zona mas estrecha con cien arcabuceros, luchando contra la insalubridad del clima y las acechanzas de los indios. Fundó dos poblados que denominó Nombre de Jesús y Ciudad de Don Felipe, cuando uno de sus barcos pudo pasar la primera angostadura. De ambos poblados se apoderó después el hambre y la miseria, no pudiendo ser socorridas por Sarmiento, que abandonado también de Rivera, solo se quedó con la nao María siendo arrojado por los temporales a las costas de Brasil y naufragando a la entrada del Salvador de Bahía. La epopeya con todos sus trágicos matices ha sido magníficamente narrada por el novelista argentino Reinaldo Lomber que la plasmó con el título sobrecogedor pero auténtico de «Puerto del Hambre». El futuro por tanto de estos enclaves de colonización fue absolutamente des venturado. Se quiso iniciar con ellos una etapa de dominio y control del estrecho de Magallanes que resultó infructuosa. Con su segundo viaje se buscaba una nueva 76 dimensión oceánica, pero la naturaleza se mostró implacable y derrotó el ímpetu de esta empresa dando muerte a los pocos años a sus intrépidos pobladores. Todavía en las proximidades de Punta Arenas, pueden verse las reliquias del emplazamiento con aquella famosa y sobrecogedora leyenda: "Aquí estuvo España". Silenciosamente Sarmiento había abierto al mundo esta vía de comunicación, y aunque su intento de poblamiento y fortificación haya que asumirse como un simple paréntesis, no cabe la menor duda que sus expediciones provocaron a la larga un giro en la concepción del estrecho como paso de comunicación inter oceánica. Muy pronto comenzaron a sucederse múltiples viajes; pero a Sarmiento le cabe el honor de la primacía, ya que había desafiado reiteradamen te los prejuicios existentes en torno al Magallanes y la nave capitana de la primera de sus expediciones, había sido el primer navio que llegaba a Europa desde el Pacífico, atravesando el estrecho de Magallanes. En todo trance y circunstancia, la conquista y la exploración fueron para navegantes y conquistadores un duro calvario, y ello se evidencia claramente en las expediciones de Sarmiento y Mendaña, ya que los hombres y mujeres que en ellas figuraron tuvieron que soportar la dureza de unas condiciones climatológi cas adversas, con marchas interminables, a través de terrenos cálidos y pantanosos que producían fiebres, bajo verdaderas nubes de mosquitos, y donde la sed y el hambre, el aire rarificado y los saltos bruscos de temperaturas y la excitación nerviosa minaban rápidamente las energías, y provocaban disputas y rencillas, algunas de extremada gravedad. Las flechas envenenadas de los indios hacían el resto. Pero el español ya sea costero ya de tierra adentro, resiste las fatigas. Un generoso orgullo les mantiene de pie ante las adversidades. El propósito de fun dar nuevas poblaciones, de levantar nuevas ciudades y beneficiarse del producto de nuevas tierras, propicia la segunda expedición de Mendaña, que no puede rea lizar hasta casi treinta años después de la primera, y que ha de costarle la vida. Varias familias embarcaran con él dispuestas a iniciar una nueva vida sobre un nuevo mundo desconocido pero fascinante. Contaba don Alvaro con dos naos, una galeota y una fragata en la que tam bién tomó plaza su propia esposa Isabel de Barreta asistida por la compañía de tres hermanos. De los avatares de la expedición se ha hablado prolíficamente a lo largo de este ciclo de conferencias, y no es cosa de repetir conceptos, aunque sí lo sea un poco el de fijar posiciones. Partieron del puerto de El Callao 368 personas entre las que iba como piloto mayor el portugués Pedro Fernández de Quirós, (el Quirós de los españoles) que al correr los años adquirirá notable cele bridad y del que yo sugiero se tome su figura, digna de estudio como básica para otras de las Jornadas de Historia Marítima. Después de descubrir dos grandes archipiélagos en el Pacífico sureño (Marquesas y Santa Cruz), y de contar los muertos a centenares, (entre ellos el propio Mendaña) dos años y medio mas tar de llegaría Doña Isabel con la nao capitana al puerto de Acapulco. Todo esto nos lo relató Belén Fernández en su bien estructurada conferencia. Como la anécdota 77 muchas veces complementa a la substancia y la dota de una especial significa ción, quiero antes de terminar, hilvanar una serie de ellas, no demasiado conocidas y extraídas de los diferentes diarios de navegación o memoriales que se redactaron de los diferentes viajes. En el que hicieron conjuntamente Sarmiento y Mendaña, la nao almiranta estuvo a punto de zozobrar al chocar con una ballena dormida. En la isla Santa Isabel de la Estrella acto seguido de su toma de posesión realizada según las buenas reglas, se redactó un acta en la que se registró que el jefe de los indígenas, que había acudido por curiosidad, había rendido homenaje al rey de España. A pesar de esta señal de una buena voluntad, los nativos no parecían ser unos catecúmenos ideales ya que su pasatiempo ideal era el comerse unos a otros. Como manjar exquisito y en pruebas de una también exquisita cortesía un jefe hizo llegar a Mendaña un cuarto de niño, que el espa ñol enterró decentemente, hecho que se tuvo por los indígenas como una ofensa singular. En la visita a otras islas, la acogida de sus pobladores más deseosos sobre todo de procurarse carne de esta nueva raza era a menudo pérfida y siem pre violenta; A las pruebas me remito, se hizo un prisionero papú y los papúes mataron a diez hombres que iban a hacer aguada, respetando solamente a un negro, sin duda por considerarlo carne desdeñable; en revancha los españoles mataron veinte papúes e incendiaron las cabanas. Este desagradable preámbulo -ha escrito Jean Amsler- en su historia general de las explotaciones, y las pérdidas debidas al clima hicieron que Mendaña se diese cuenta de su fracaso y partiese por donde había venido, no sin antes reco nocer otras islas, remontar hacia el Norte, dirigirse después al Este y alcanzar Acapulco después de haber sido seriamente probado por las tempestades. Su "matrimonio" entre comillas con Sarmiento había terminado desafortunadamen te en divorcio. Este cansado y desilusionado regresó al Perú y se puso a relatar seriamente su crónica. Del segundo viaje de Mendaña se ha dicho también casi todo. No encontró las Salomón descubiertas por él treinta años antes, pero sí descubrió para honra del Imperio, el archipiélago de las Marquesas, al que Don Alvaro bautizó así en honor de su protector el marqués de Mendoza gobernador del Perú. De tales islas, la Magdalena vuelve a llamarse en nuestros días Fatu-Jiva; isla Cristina volvió a ser Tahuata, y la Dominica tomó otra vez el nombre polinésico de Huva Oa, pero el nombre del propio archipiélago ha sobrevivido, incluso en los mapas de mas hostilidad hacia lo español o los españoles. La segunda expedición de Mendaña tiene en la historia de los descubrimien tos una significación especial porque cierra el ciclo de los descubrimientos una significación especial porque cierra el ciclo de los grandes viajes llevado a cabo en el Mar del Sur durante el reinado de Felipe II muerto en 1598. Lo que viene después -como ha suscrito Landín Carrasco- incluidas las estupendas campañas de Quirós Vaez de Torres son destellos de un panorama decadente, cuando España agotada por un esfuerzo apenas concebible pierde su protagonismo en el mayor de los océanos. Queda sin embargo una huella indeleble y tangible: los inventos científicos y 78 los descubrimientos introdujeron un cambio profundo en la vida e ideología de los hombres del siglo xvi. Los que tuvieron la suerte de vivir en aquella época tan venturosa como corta -una generación tan solo- debieron darse cuenta de que vivían paisajes y experiencias completamente nuevas. Las consecuencias que de los descubrimientos se derivaron fueron múltiples y trascendentales. Las conquistas y roturaciones de nuevas tierras y la continua acción en todos los mares, incrementaron el orgullo nacional y elevaron el prestigio de sus gober nantes y sus monarcas. Se ha dicho con razón que si estos descubrimientos que propiciaban la apertura de nuevas rutas marítimas, no estuvieran tan probados, parecerían especulaciones mitológicas. Porque fueron mitológicas las hazañas, audacias y temeridades de aquellos españoles, inquietos, dinámicos, heroicos, que como dijo aquel poeta sevillano del siglo de Oro Luis Belmonte, "nombre dieron al mar, nombre a los ríos, midiendo estrellas y afijan de imágenes". Es por ello que la estela abierta por los Sarmientos y los Mendañas, las epopeyas que reflejan los instantes fugaces y frágiles de la vida humana sean todavía memoria viva y permanente en el latir del tiempo. 79