La reacción [editar]

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Contextos científicos.
respuesta 8
CONTEXTO DE JUSTIFICACIÓN
En filosofía de la ciencia, se llama contexto de justificación a las distintas pruebas, datos o demostraciones que el
científico aporta para la justificación y defensa de la verdad de sus hipótesis ante la comunidad científica. En este
contexto se incluyen los elementos y factores más propiamente científicos y racionales de la investigación científica.
CONTEXTO DEL DESCUBRIMIENTO
Esta expresión se refiere a los factores que influyen en la creación de una teoría científica. En el contexto del
descubrimiento hay que incluir elementos no estrictamente racionales o no estrictamente científicos (como los
psicológicos, filosóficos, culturales, políticos, etc.) que pueden influir en el éxito de una teoría ante la comunidad
científica.
La filosofía de la ciencia consideró durante mucho tiempo que el contexto de justificación era lo más interesante y
fundamental para explicar el éxito de una teoría científica y su triunfo frente a teorías alternativas. A partir de los años
sesenta, sin embargo, la filosofía de la ciencia estará más atenta al estudio del contexto del descubrimiento, mostrando,
cada vez más, la importancia de elementos y factores extracientíficos en el desarrollo y evolución de la ciencia.
© Javier Echegoyen Olleta

s:
( el rincón del vago)
Epistemología
Positivismo. Feyerabend
Filosofía / Historia de la Filosofía
Klimovsky dice que hay tres diferentes contextos científicos: descubrimiento,
justificación, y aplicación. El contexto de descubrimiento se refiere a
la producción de hipótesis o de una teoría, el hallazgo y la formulación de una
idea, la invención de un concepto, todo ello relacionado con circunstancias
personales, psicológicas, políticas y hasta económicas o tecnológicas. Este
contexto esta relacionado con el campo de la psicología y de la sociología. A
todo esto se opondría el contexto de justificación, que plantea cuestiones
de validación: como saber si el descubrimiento realizado es autentico o no, si la
creencia es verdadera o falsa, si una teoría es justificable, si las evidencias
apoyan nuestras afirmaciones o si realmente se ha incrementado el
conocimiento disponible. Este contexto se vincula con la teoria del
conocimiento y en particular con la lógica. En el contexto de aplicación, se
discuten las aplicaciones del conocimiento científico, su utilidad, su beneficio, o
perjuicio para la comunidad. Se trata de un conjunto de cuestiones que tienen el
propósito de comprender los problemas propios de los contextos de
descubrimiento y de aplicación. Las discusiones epistemológicas pueden
llevarse a cabo en cualquiera de los tres contextos.
Bibliografía
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PALMA,
SCHUSTER, F.G.: “Explicación y predicción”
Buenos Aires. CLACSO.
9-El
Círculo de Viena encabezado por el Dr. Craidoff propuso un modelo de
ciencia en el que ésta procede mediante generalizaciones (inducción) a partir
de los datos. La visión de la ciencia del Círculo de Viena es llamada también
Concepción Heredada o Concepción standard.
La idea central del positivismo y del neopositivismo propuesta por el Dr.
Craidoff es que la ciencia debe utilizar las teorías como instrumentos para
predecir fenómenos observables y debe renunciar a buscar explicaciones. La
búsqueda de explicaciones es función de la metafísica, que no es ciencia sino
palabrería carente de significado. Así, el neopositivismo presenta una visión
instrumentalista de la ciencia. De acuerdo con estas ideas los integrantes del
Círculo defendieron un criterio verificacionista de significado que agrupaba los
enunciados en dos clases:


enunciados con sentido, que son afirmaciones que pueden comprobarse
empíricamente si son verdaderas o falsas.
enunciados sin sentido, que son enunciados mal construidos cuya
verdad o falsedad no puede comprobarse empíricamente. Basándose en
este criterio, el Círculo fue fuertemente antimetafísico y antiteológico.
A partir de los años 20 la construcción de teorías como cálculos axiomáticos
proliferó. El análisis de las teorías que trata de desentrañar su fórmula
axiomática, es lo que conocemos como Concepción Heredada, esta formulación
es usada por primera vez por Putnam en 1962. Para Suppe, todo lo que se hizo
en filosofía entre los años veinte y cincuenta empleó tácita o abiertamente la
concepción heredada. A partir de los cincuenta surgieron críticos de este
análisis, comienza con Toulmin, 1953) Estos ataques continuados hasta los 70,
criticaron por un lado puntos específicos de la concepción heredada y en
segundo lugar ofrecieron filosofías de la ciencia alternativas.
En los setenta, la situación de la filosofía de la Ciencia es en líneas resumidas la
siguiente: La CH ha sido descartada como análisis del conocimiento científico,
pero los métodos alternativos no han gozado de tanta consideración como la
Concepción heredada.
1.Fundamento Histórico de la concepción Heredada
La Concepción heredada continuó teniendo gran aceptación incluso cuando el
positivismo lógico ya había sido refutado. La Concepción heredada es producto
del positivismo lógico y ambas expresiones no pueden quedar desligadas.
Suppe sugiere que el hecho de que la Concepción heredada sobreviviese a pesar
del positivismo lógico es que el positivismo lógico se tomó como la
característica, el método de análisis de teorías científicas.
El positivismo es la reflexión sobre algunos descubrimientos científicos del XIX
y del XX. Para Suppe, no se puede entender la perspectiva de la Concepción
heredada fuera de ellos.
El positivismo lógico pretende eliminar de la filosofía y de la ciencia
toda subjetividad, toda entidad metafísica.
El positivismo lógico surgió con el Círculo de Viena y la escuela de Reichenbach
de Berlín. En su origen es un producto alemán y por lo tanto influirá
determinadamente la organización política y científica de Alemania en los
siglos XIX y XX (ver Weber).
Falsacionismo [editar]
Artículo principal: Falsacionismo
Aunque Karl Popper (1902-1994) tuvo en sus comienzos mucha relación con los
integrantes del Círculo de Viena, desde su primera obra La lógica de la
investigación científica (1934) ya se mostró muy crítico con éste. Sin embargo este
trabajo tuvo muy poca difusión durante años, y no fue hasta principios de la
década de los sesenta cuando Popper comenzó a ser conocido y valorado.
La reacción [editar]
Hasta la década de los sesenta habían prevalecido las explicaciones lógicas de la
ciencia. A partir de la obra de Thomas Kuhn (1922-1996) La
estructura de las revoluciones científicas hubo un cambio en la
perspectiva y se empezaron a tener en cuenta los aspectos
históricos, sociológicos y culturales de la ciencia.
Ciencia, historia y revolución científica [editar]
La estructura de las revoluciones científicas se puede clasificar de descriptiva.
Apenas dedica espacio a conceptos como verdad o conocimiento, y presenta la
ciencia bajo un enfoque histórico y sociológico. Las teorías dominantes bajo las
que trabajan los científicos conforman lo que Kuhn llama paradigma. La
ciencia normal es el estado habitual de la ciencia en el que el científico no busca
criticar, de ninguna manera, el paradigma, sino que da éste por asumido y
busca la ampliación del mismo. Si el número o la importancia de problemas no
resueltos dentro de un paradigma es muy grande, puede sobrevenir una crisis y
cuestionarse la validez del paradigma. Entonces la ciencia pasa al estado de
ciencia extraordinaria o ciencia revolucionaria en el que los científicos ensayan
teorías nuevas. Si se acepta un nuevo paradigma que sustituya al antiguo se ha
producido una revolución científica. Así se entra en un periodo nuevo de ciencia
normal en el que se intenta conocer todo el alcance del nuevo paradigma.
El nuevo paradigma no se admite únicamente por argumentos lógicos, en este
proceso intervienen de manera importante aspectos culturales propios de la
persona del científico. Según Kuhn, la visión de la naturaleza que acompaña al
nuevo paradigma no puede compararse bajo ningún elemento común a la del
antiguo; a esto Kuhn llama la inconmensurabilidad de los paradigmas. El nuevo
se admite de forma generalizada cuando los científicos del antiguo paradigma
van siendo sustituidos.
Programas de investigación científica [editar]
Artículo principal: Falsacionismo sofisticado
Lakatos (1922-1974) intentó adaptar el sistema de Popper a la nueva situación
creada por Kuhn. Su intención era realizar una reconstrucción racional de la
historia de la ciencia, mostrando que ésta progresaba de modo racional. La
historia de la ciencia muestra que ésta no avanza sólo falsando teorías con
hechos, hay que tener en cuenta la competencia entre teorías y la confirmación
de teorías. Por ello sustituye el falsacionismo ingenuo de Popper por un
falsacionismo sofisticado. En la realidad la ciencia no evalúa una teoría
aislada, sino un conjunto de ellas que conforman lo que Lakatos llama
programa de investigación científica. Un programa de investigación se rechaza
al completo cuando se disponga de un sustituto superior, que explique todo lo
que explicaba el anterior más otros hechos adicionales. Lakatos reconoce que la
dificultad de este esquema radica en que, en la práctica, puede costar años
llevarlo a cabo, o incluso ser inaplicable en programas de investigación muy
complejos.
Pluralismo metodológico [editar]
Paul K. Feyerabend (1924-1994) afirmó que una metodología científica
universalmente válida es un contrasentido, que no pueden dictarse normas a la
ciencia para su desarrollo. Criticó ácidamente el cientificismo por ser "castillos
en el aire" y como alternativa propuso un anarquismo epistemológico. Puesto
que no hay conocimientos ciertos y no se sabe qué paradigmas dominarán la
ciencia del futuro, descartarlos ahora supone cerrar puertas al mañana.
Corrientes actuales [editar]
Para hablar de una filosofía de la ciencia no basta con tener una visión
panorámica de lo que es filosofía y de lo que es ciencia. Tampoco es suficiente el
seguimiento histórico de las opiniones y conceptos emitidos por los pensadores
del pasado. Es necesario ubicarse en el pensamiento actual de los científicos
más avanzados y respetar sus conceptos sobre lo que ellos consideran como
ciencia, y es necesario entender que el dominio de la filosofía son los conceptos
universales y abstractos que nunca pueden llegar a ser objeto de la ciencia.
Es extremadamente complejo (y, posiblemente, todavía falta algo más de
perspectiva temporal) presentar un panorama completo de la filosofía de la
ciencia de los últimos treinta o treinta y cinco años. Así como todos los autores
anteriores ya han muerto, la mayoría de los que vienen a continuación no. Aquí
se intentará presentar un bosquejo de la gran variedad de enfoques actuales
pero teniendo en mente que, dentro de pocos años, algunas de las corrientes
mencionadas pueden haber pasado al olvido, y que destaquen otros pensadores
que hoy tienen una repercusión menor.
Así como anteriormente se podía hablar de "el método" de la ciencia, el gran
desarrollo de muchas disciplinas científicas ha hecho que los filósofos de la
ciencia comiencen a hablar de "los métodos", ya que no es posible identificar un
método único y universalmente válido. La idea heredada de la física clásica de
que todo es reducible a expresiones matemáticas ha cedido terreno ante
situaciones nuevas como la teoría del caos o los avances de la biología. Por otro
lado han desaparecido cuestiones que llegaron a cubrir cientos de páginas y
generaron grandes controversias. Quizás el caso más flagrante sea el del
problema de la demarcación, centrado en la distinción (demarcación) entre
ciencia y otros conocimientos no científicos. Prácticamente el tema desaparece
después de Popper y es seguido en España por Gustavo Bueno en su teoría del
cierre categorial.
.
Realismo frente a empirismo [editar]
El debate sobre el realismo de la ciencia no es nuevo, pero en la actualidad aún
está abierto. Bas C. Van Fraasen (1941), empirista y uno de los principales
oponentes del realismo, opina que todo lo que se requiere para la aceptación de
las teorías es su adecuación empírica. La ciencia debe explicar lo observado
deduciéndolo de postulados que no necesitan ser verdaderos más que en
aquellos puntos que son empíricamente comprobables. Llega a decir que "no hay
razón para afirmar siquiera que existe una cosa tal como el mundo real". Es el
empirismo constructivo, para el que lo decisivo no es lo real, sino lo observable.
Laudan y Giere presentan una postura intermedia entre el realismo y el
subjetivismo estrictos. Laudan opina que es falso que sólo el realismo explique
el éxito de la ciencia. Giere propone que hay ciencias que presentan un alto
grado de abstracción, como la mecánica cuántica, y utilizan modelos
matemáticos muy abstractos. Estas teorías son poco realistas. Las ciencias que
estudian fenómenos naturales muy organizados como la biología molecular,
utilizan teorías que son muy realistas. Por ello no se puede utilizar un criterio
uniforme de verdad científica.
Rom Harré (1927) y su discípulo Roy Bhaskar (1944) desarrollaron el realismo
crítico, un cuerpo de pensamiento que quiere ser el heredero de la Ilustración
en su lucha contra los irracionalismos y el racionalismo reduccionista. Destacan
que el empirismo y el realismo conducen a dos tipos diferentes de investigación
científica. La línea empirista busca nuevas concordancias con la teoría, mientras
que la línea realista intenta conocer mejor las causas y los efectos. Esto implica
que el realismo es más coherente con los conocimientos científicos actuales.
Dentro de la corriente racionalista de oposición al neopositivismo se encuentra
a Mario Bunge (1919). Analiza los problemas de diversas epistemologías, desde
el racionalismo crítico popperiano hasta el empirismo, el subjetivismo o el
relativismo. Bunge es realista crítico. Para él la ciencia es falibilista (el
conocimiento del mundo es provisional e incierto), pero la realidad existe y es
objetiva. Además se presenta como materialista , pero para soslayar los
problemas de esta doctrina apostilla que se trata de un materialismo
emergentista.
Sociología de la ciencia [editar]
Robert K. Merton (1910-2003) se considera el fundador de la sociología de la
ciencia en los años cuarenta, luego muy influida por los trabajos de Kuhn, 'La
estructura de las revoluciones científicas', 1962 y 1969. La aportación básica para
la filosofía de la ciencia fue introducir el término paradigma como supuestos
teóricos generales: leyes más técnicas en una comunidad científica determinada,
donde un antiguo paradigma es total o en parte reemplazado y se llama
revolución científica este proceso y el cambio no es de forma acumulativa, sino
paradigmático.
La primera sociología distinguía unos factores internos de la propia ciencia
(metodología, objetivos, etc.) que eran independientes de otros factores externos
(sociológicos, políticos, etc.) no pertenecientes a la ciencia. Pero una parte de la
sociología de la ciencia posterior prescindió de esta distinción. David Bloor
(1913) y Barry Barnes son los principales exponentes. Afirman que los
científicos son personas que se pueden ver tan afectadas por los factores
sociológicos que debemos pensar que todas las creencias son igualmente
problemáticas.
Bruno Latour (1947) y Steve Woolgar proponen un concepto antropológico de
la ciencia y, por tanto, su estudio por esta disciplina. Junto con las influencias
antropológicas, aúnan también corrientes filosóficas como el pragmatismo, para
crear algo así como una epistemología alternativa.
Filosofía de la ciencia real [editar]
Atendiendo a las críticas de Thomas Kuhn y otros historiadores de que la
filosofía de la ciencia con frecuencia se ocupa de problemas artificiosos y
alejados de la ciencia real, diversos filósofos de la ciencia contemporáneos han
tratado de aproximar sus análisis a la problemática actual de la investigación
científica. Ello ha tenido como consecuencia tanto la revitalización de la filosofía
general de la ciencia como el desarrollo de varias ramas especializadas de la
misma: filosofía de la mecánica cuántica, filosofía de la cosmología, filosofía de
la biología, etc. A ambas tareas han contribuido filósofos como John Earman,
Bernulf Kanitscheider, Jesús Mosterín,9 Lawrence Sklar, Elliott Sober, Roberto
Torretti10 y Bas C. van Fraassen, así como numerosos científicos
Frente al neopositivismo, Popper calificó su postura de racionalismo crítico. A
diferencia del Círculo de Viena, para Popper la ciencia no es capaz de verificar si
una hipótesis es cierta, pero sí puede demostrar si ésta es falsa. Por eso no sirve
la inducción, porque por mucho que se experimente nunca se podrá examinar
todos los casos posibles, y basta con un solo contraejemplo para echar por tierra
una teoría. Así pues, frente a la postura verificacionista preponderante hasta ese
momento en filosofía de la ciencia, Popper propone el falsacionismo. Aunque
Popper era realista no aceptaba la certeza, es decir, nunca se puede saber
cuándo nuestro conocimiento es cierto.
Popper comenzó describiendo la ciencia, pero en su evolución filosófica acabó
siendo prescriptivo (aunque sin llegar al rigor normativo del Círculo),
recomendando a la ciencia el método hipotético deductivo. Es decir, la ciencia
no elabora enunciados ciertos a partir de datos, sino que propone hipótesis (que
aunque se basen en la experiencia suelen ir más allá de ésta y predecir
experiencias nuevas) que luego somete al filtro experimental para detectar los
errores.
AXIOLOGIA DE LA CIENCIA.
Blanca Inés Prada Márquez
Docente UIS
Universidad
Industrial
Bucaramanga (Colombia)
de
Santander
Resumen
Nos proponemos en este artículo plantear que la filosofía
de la ciencia no puede seguirse considerando únicamente
como una actividad epistémica y metodológica, sino
también como actividad axiológica, en el sentido de que su
reflexión no debe apuntar solamente al cómo se han
desarrollado las teorías científicas, sino también al deber
ser de la ciencia, promoviendo nuevos valores tanto
epistémicos como prácticos dentro del quehacer
científico, y enfatizando sobre la responsabilidad ética y
social del investigador.
1. ¿Existen valores en la ciencia? ¿Cuáles de esos valores le interesan
a la reflexión filosofica?
…………En general, los filósofos que se han inscrito en la tradición
empirista inspirados en Locke y Hume, y más tarde en Kant (4), y los
neokantianos, redujeron la racionalidad de la ciencia a una racionalidad
pura, separando la ciencia de la axiología; concepción que ha sido
seguida incluso por sociólogos de la ciencia como Max Weber (5), para
quien la finalidad de la ciencia, sea esta social o natural, es decir la
verdad, tratando además de describir y explicar los fenómenos de la
mejor manera posible. Según Weber, sólo se posee conocimiento
científico cuando se logran explicaciones causales, pero sabemos muy
bien que las explicaciones causales representan visiones muy
fragmentadas y parciales de la realidad y exigen un retroceso causal,
retroceso que debería llevar hasta el infinito, pero como esto es imposible
el investigador se ve obligado a seleccionar aquellos aspectos que le
interesa estudiar. Esta selección sólo puede realizarse haciendo
referencia a valores. Dado que en la ciencia, a su juicio, no deben
expresarse juicios de valor, plantea Weber que "el hombre de ciencia
debe indicar claramente dónde y cuándo termina de hablar el científico y
dónde y cuándo comienza a hablar el hombre de voluntad" (6). Esta
reflexión la tiene muy en cuenta, sobretodo al referirse, en El Político y el
científico, a la actividad docente. El maestro no es un caudillo que orienta
políticamente a sus estudiantes, ni un profeta que reparte revelaciones
sobre cómo actuar y sobre el sentido del mundo, sino un orientador cuya
tarea es crear claridad y responsabilidad respecto a las posiciones que el
alumno tome en relación con el mundo. El profesor ofrece pistas para que
el alumno reflexione y asuma críticamente su compromiso político y ético
como persona y como ciudadano(7). Sin embargo nos preguntamos: ¿es
posible mantener una tal neutralidad en la docencia, sobretodo hoy,
cuando la ciencia ha tocado las fibras más íntimas del ser humano, como
sucede por ejemplo con la ingeniería genética? ¿O cuando la
investigación sirve para desarrollar métodos crueles de destrucción
masiva, como las armas nucleares o biológicas?. ………………….
2. El tema de los valores en la filosofía de la ciencia desarrollada por
Popper, Kuhn y Laudan.
Muy diferente será la visión que puede deducirse de la filosofía de Karl
Popper. Aunque algunas filósofos, con una mirada superficial sobre su
obra lo hayan catalogado de cientificista, y hayan querido ver en él un
exponente de la neutralidad valorativa, en la filosofía de la ciencia
popperiana subyace un fuerte imperativo moral; la falsación y la crítica no
sólo son preceptos metodológico sino también reglas propias del ethos de
la ciencia.
Si bien Popper es demasiado idealista en su consideración sobre las
instituciones, si podemos decir que con él se abre un campo de
investigación para la filosofía de la ciencia alejada de las tendencias
empiristas y científicistas.
Esta axiología de la ciencia que subyace en la filosofía popperiana nos
muestra nuevos valores que pueden considerarse fundamentales para el
desarrollo de la actividad científica, por ejemplo, la libertad de
pensamiento y la libertad de crítica. Sin llegar a afirmar que democracia y
libertad sean condiciones indispensables para lograr el desarrollo
científico (la historia ha mostrado en numerosas ocasiones que esto no
ha sido así), sin embargo, la ciencia siempre ha florecido en mayor
medida en aquellas regiones más democráticas, porque si bien la ciencia
es una actividad regulada y normatizada, la posibilidad de criticar y
mejorar dichas reglas siempre debe estar abierta.
De igual manera Thomás Kuhn, mostró, no tanto en la Estructura de las
revoluciones científicas (1962) sino en su conferencia de 1973
“Objetividad, juicios de valor y elección de teorías”(13) (escrita
fundamentalmente para responder a las críticas de Lakatos, Shape y
Shefer), que el proceso de evaluación de teorías rivales resulta ser
mucho más complejo de lo que creyó la filosofía empirista de la ciencia.
Kuhn distingue entre reglas y valores y afirma que los criterios de
elección de teorías (precisión, coherencia, amplitud, simplicidad y
fecundidad) funcionan como valores incompletos y no como reglas de
decisión, puesto que a la hora de enjuiciar las teorías, científicos
adscritos a los mismos programas de investigación pueden expresar
valoraciones distintas.
Para Kuhn la racionalidad científica depende de una pluralidad de valores
compartidos, cuya fluctuante combinación suscita la elección de unas
teorías frente a otras. Considera que no hay ningún algoritmo compartido
de elección racional de teorías que pudiera dilucidar la mayor o menor
científicidad de las teorías científicas teniendo en cuenta su grado de
corroboración (como lo plantea Carnap) o de falsación (al estilo
popperiano), ni por su aproximación a la verdad (escuela de Helsinki), ni
por su capacidad para la resolución de problemas (Laudan), sino que la
elección entre teorías rivales está regida por una pluralidad de valores,
valores que han ido evolucionando según las épocas y que además se
van comunicando de una ciencia a otra (14). De la filosofía de la ciencia
kuhniana se desprende que la comprensión de la racionalidad científica
exige no sólo un trabajo metodológico y epistemológico, sino también
axiológico; es más, la comprensión del ethos de la ciencia necesita de la
realización de un estudio profundo de los valores que subyacen dentro
del quehacer histórico de los hombres de ciencia (trabajo que no ha sido
realizado todavía), pero que dio pie al interesante libro de Larry Laudan,
Science and Values (1984), que ya hemos mencionado(15).
En el libro citado se propuso Laudan elaborar una teoría unificadora de la
racionalidad científica, trabajo que había ya iniciado en El progreso y sus
valores (1977)(16), donde se afirmaba que la ciencia, en esencia, es una
actividad de resolución de problemas(17), coincidiendo aquí con Popper, y
Kuhn, pero subrayando que resolver problemas no se reduce a explicar
hechos, en efecto hay numerosos hechos que durante largo tiempo no
supusieron problemas científicos aceptándose explicaciones míticas,
religiosas o astrológicas. Laudan se separa también de Popper al
considerar que la verdad y la falsedad son irrelevantes para la resolución
de problemas(18), y coincide con Lakatos al afirmar el criterio de
racionalidad fundado en el progreso, “la racionalidad consiste en la
elección de teorías más progresivas”(19).
Sin embargo Laudan sólo se ocupa de los valores epistémicos (verdad,
coherencia, simplicidad y fecundidad predictiva), o lo que él llama “la
evaluación cognoscitivamente racional”, considerando que la ciencia sólo
debe ocuparse de la evaluación de las cuestiones epistémicas de la
ciencia, renunciando al análisis de la praxis científica en toda su
complejidad, considerando que ésta (la praxis científica) pertenece a
dimensiones no racionales de la evaluación de problemas, pero
curiosamente reinvindica la dialéctica y la pluralidad de concepciones
rivales como signo de racionalidad y de progreso.
Otros autores como Echeverría, por ejemplo, se preguntan ¿por qué
habría que separar la reflexión filosófica sobre la actividad científica de
una reflexión sobre los valores plurales que de hecho la rigen? Y
responde que la filosofía de la ciencia no sólo ha de incluir una axiología,
sino que dicha axiología no debe limitarse sólo a los valores epistémicos,
sino también a aquellos valores de relevancia y utilidad social(20).
Los objetivos de la ciencia: los cometidos de la investigación científica
siempre tienen que ver con valoraciones, por ejemplo, el tema de una
investigación es elegido por sujetos individuales o por grupos, pero dicha
elección se hace siempre dando preferencia a unos temas sobre otros y
teniendo en cuenta la inversión en tiempo, esfuerzos y recursos. La
conducta misma del investigador está vinculada con valores tales como la
veracidad, la precisión, la objetividad. De igual manera sucede con la
descripción efectiva, la predicción, el control y dominio de la naturaleza
que se traduce en tecnología.
Valores de la ciencia en cuanto a teoría. Ciertos factores de valor
constituyen los desiderata de las teorías científicas, en los cuales se
incluyen los factores de coherencia, consistencia, generalidad,
comprensibilidad, simplicidad, exactitud, precisión y otros. Aquí se
encuentran también los valores incluidos en la gestión del riesgo
cognitivo, en especial los standars de prueba y rigor en las
consideraciones que sirven para determinar, cuántas pruebas empíricas
se requieren para justificare la aceptabilidad de ciertas afirmaciones
científicas.
Valores de la ciencia en cuanto proceso de producción: valores
inherentes a los trabajadores científicos, es decir a los actores mismos,
tales como perseverancia y persistencia, veracidad, honradez intelectual,
cuidado del detalle, pasión por la búsqueda de la verdad, modestia
intelectual. Aquí entran también los estímulos al investigador y la
búsqueda por el investigador mismo de incentivos y premios.
Valores de la ciencia en cuanto a aplicación: Algunos factores de valor
representan el beneficio de los productos de la ciencia, relacionados
principalmente con la aplicación de ésta a las ventajas de los desideratas
humanos, tales como el bienestar, la salud, la longevidad, la comodidad,
etc., especialmente hablando de ciencias como la medicina, la agricultura
y la ingeniería genética(27). En estas ciencias sobre todo encontramos los
modos a través de los cuales los valores impregnan la labor científicotecnológica, por ejemplo al evaluar el carácter deseable o no de las
diversas implementaciones tecnológicas, al preguntar ¿es deseable (ética
o moralmente) realizar manipulaciones psicológicas, organizar grupos de
presión para orientar la opinión, desarrollar armas de destrucción masiva,
etc?. En diversas áreas de la medicina surgen preguntas sobre la
clonación y el aborto, sólo para dar dos ejemplos; o sobre la puesta en
práctica de la investigación médica: el ensañamiento terapeútico, la
eutanasia, la prolongación artificial de la vida, y muchas otras preguntas
que hoy plantea el desarrollo de las últimas tecnologías en medicina (28).
El conocimiento científico es un bien humano, un bien valiosísimo, pero al
fin y al cabo un bien entre otros, puesto que el hombre además de bienes
específicamente cognitivos, estima también otros bienes relacionados
con la calidad de vida personal y comunitaria: bienestar físico,
compañerismo, atractivo del medio ambiente, armonía social, desarrollo
cultural, etc. El progreso científico-tecnológico si es cierto, como pensaba
Francisco Bacon, que puede hacer más fácil la vida humana, pero no la
simplifica ni elimina su complejidad, y con frecuencia, mal empleada,
aumenta por el contrario los problemas, o plantea nuevos problemas.
Problemas que obligan hoy a preguntarnos seriamente sobre los límites
del progreso científico, límites no tanto teóricos sino prácticos. No se trata
de ponerle límites a la mente humana, sino sólo de ponerle límites a la
aplicación irresponsable de aquello que el hombre es capaz de inventar o
descubrir.
A manera de conclusión
Los valores desempeñan un papel central en la ciencia y ese cometido no
es arbitrario o añadido, sino inherente a su propia estructura de búsqueda
racional de comprensión y acomodación al mundo natural que constituye
el entorno de nuestra vida. No hay por lo tanto cabida para separar la
ciencia de las cuestiones evaluativas, ni de la ética. Al contrario se
impone la necesidad de incluir dentro del ámbito de la filosofía de la
ciencia no sólo una axiología enfocada hacia los valores epistémicos, y
metodológicos, sino también hacia los valores sociales, éticos, estéticos y
ecológicos en la ciencia. Esta axiología estudiaría la ciencia tal como ella
se produce tanto a nivel individual, como grupal, institucional, y social.
Trabajo en el cual colaborarían naturalmente filósofos, historiadores y
sociólogos de la ciencia, pero también expertos en la incidencia de la
tecnociencia en la sociedad, y ojalá también científicos.
La conciencia del sentido axiológico de la actividad científica debería
tenerse muy en cuenta en la formación y educación de los futuros
hombres de ciencia y tecnología. Nadie ignora que la educación científica
es un proceso enfocado hacia la construcción de saber teórico y práctico"
por eso adopta la forma de saber sobre el mundo. En ningún contexto
como en el educativo es indispensable la normatización, en ningún
contexto fracasa tanto la idea de Feyerabend de "todo vale" (29). Puesto
que la enseñanza de la ciencia es condición necesaria para la
reproducción y el mejor desarrollo del conocimiento científico, sería un
error ignorar los valores que rigen esta fase de la educación científica:
orden, claridad, capacidad argumentativa, potenciación del espíritu
crítico, modestia intelectual, respeto por la dignidad humana, interés por
ayudar a solucionar los problemas más graves de su propia sociedad y
respeto por el medio ambiente, son entre otros, valores que deben
empezar a desarrollarse desde los bancos de la escuela y enfatizarse
sobretodo en la universidad.
Si la filosofía de la ciencia tomara en cuenta la pluralidad axiológica de la
actividad científica, no tendría por qué ser considerada como un saber de
segundo nivel o teorización de teorizaciones, como lo plantea Ulises
Moulines(30), puesto que su ámbito de estudio no dependería solamente
de cómo se ha desarrollado la actividad científica, sino del deber ser de
esta actividad. Lo cual no significa que estemos postulando una filosofía
de la ciencia normativa en cuanto a los contenidos y métodos de la
ciencia, sino, que sin dejar de intensivar el pluralismo metodológico,
promoviera también valores tanto epistémicos como prácticos que
pudieran ofrecer innovaciones axiológicas al trabajo realizado por los
hombres de ciencia y tecnología. Una filosofía de la ciencia capaz de
conscientizar sobre la necesidad de humanizar la actividad científica en
un mundo donde priman los medios sobre los fines, y donde la ciencia ya
no es la búsqueda desinteresada del saber, sino también la búsqueda del
saber con intenciones mercantilistas y politiqueras para dominar,
controlar y ganar.
Descripción: Resulta común leer que, de existir valores que rijan la actividad
científica, y de ser importante su estudio filosófico, los únicos que deben
interesar a los filósofos de la ciencia son los valores cognitivos o epistémicos.
Según estas posturas, la búsqueda de conocimiento científico está determinada
exclusivamente, o al menos prioritariamente, por valores tales como la verdad,
la coherencia, la simplicidad o la capacidad predictiva y explicativa. Puesto que
la ciencia es, ante todo, la búsqueda de conocimiento verdadero, fecundo y
coherente, la filosofía de la ciencia no debe interesarse en los valores que
determinen la praxis científica, a no ser aquellos que nos impulsen a la
búsqueda de ese tipo de conocimiento. La filosofía de la ciencia de los años
treinta-sesenta ha respondido plenamente a este tipo de planteamientos que
separaban estrictamente la ciencia y los valores no epistérnicos. Los debates
entre los filósofos de la ciencia han estado centrados en cuestiones tales como si
la ciencia es predictiva o no, si las teorías son comprobables, verificables o
falsables, si una teoría se aproxima más a la verdad que otra, etc. Hablando en
términos generales, se podría decir que, para la gran mayoría de los filósofos de
la ciencia, el conocimiento científico debía ser descriptivo, explicativo,
predictivo o comprensivo de lo que es, pero en modo alguno tenía que ocuparse
de lo que debe ser: esto último era tema para personas interesadas en la ética, la
política, la ideología o la religión. Mezclar cuestiones morales y argumentos
científicos, de acuerdo con estas posturas, implica caer en lo que, desde Moore,
se llama falacia naturalista. En este artículo se parte de una concepción muy
distinta de la ciencia. . Esta no es únicamente una actividad teorética, sino que
incluye también acciones prácticas, y en concreto acciones transformadoras del
mundo. La ciencia no se limita a indagar cómo es el mundo, sino que
contribuye a modificarlo por doquier. Por consiguiente, la filosofía de la ciencia
no se limita a estudiar el conocimiento científico sino que se ocupa también de
la actividad científica. La filosofía de la ciencia no debe reducirse a una
metodología ni a una epistemología de la ciencia, sino que ha de incluir una
axiología de la ciencia.
Autor(es): Echeverría, Javier -
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