El negocio de las farmacéuticas con pacientes de cáncer terminal

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El negocio de las farmacéuticas con pacientes de cáncer
terminal
Reportaje
Durante más de una década, algunas
farmacéuticas han manipulado la compra de
medicamentos mediante el uso de amparos
en contra del Instituto Guatemalteco de
Seguridad Social (IGSS). Una red de
abogados, médicos, asociaciones de
pacientes y especialistas del IGSS han torcido
la voluntad de esa institución para forzar la
compra de productos farmacéuticos onerosos
que no se encuentran en los listados básicos
de medicamentos de más bajo costo. Es la
última oportunidad para varios pacientes
terminales a pesar de que muchas veces no
ha funcionado. Ganar es el negocio a partir de
los que luchan por vivir.
Oswaldo J. Hernández
29 05 16
Era —y ha sido desde entonces— torcer el
brazo de esta institución con el fin de generar,
poco a poco, necesidades institucionales
donde el gran beneficiario —millones y
millones de quetzales, cientos y cientos de
compras directas— son las farmacéuticas.
Los encargados de Comunicación Social del
IGSS se manifestaron “preocupados” por el
tema de los amparos, pero no tramitaron las
entrevistas solicitadas con los directivos de la
institución. Dejaron de atender las llamadas
de los periodistas.
En este lugar la vida va a contrarreloj:
—Veinticuatro semanas o menos.
—Es un caso avanzado: dos meses nada más.
—Es la etapa final, lo sentimos, es probable
que este domingo sea el último domingo en
familia.
Los diagnósticos de cáncer suelen ser duros y
tajantes. Son como un golpe, seco, directo al
abdomen y te deja quieto, sin aliento. Justo
ahí, en una sala de consulta externa del área
de oncología y hematología del Instituto
Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), te
lo dicen y te quedas tirado sobre la lona de un
cuadrilátero de boxeo. Pueden hasta decir el
número de horas, días, semanas o meses en
que se estima que todo dejará de funcionar.
Los médicos pronostican el día del KO final,
mientras el mundo de los pacientes se viene
abajo.
Entonces muchos de los pacientes y sus
familiares se aferran a la vida, con todas sus
fuerzas, pelean con toda la desesperación
que les puede permitir una noticia así.
La mayoría ha llegado a una primera consulta
en un punto de no retorno. Ya invadidos por
las células contaminadas que no mueren y
que como zombis parecen morder a otras
para reproducirse sin control dentro del
organismo. Etapas III o IV (metástasis: cáncer
en todo el cuerpo). Muchos son los pacientes
que llegan con la idea de que su primer
diagnóstico —una úlcera o una infección, la
mayoría dictámenes realizados en otro
hospital u otra clínica— seguirá siendo algo
para no preocuparse. Es la fe con la que
vienen. Pero luego de exámenes, de
peregrinajes por laboratorios, el doctor
anuncia la posibilidad de una hora exacta en
que el reloj se detendrá para siempre.
—Ocho semanas de vida.
—Quizá un año, pero depende del
tratamiento… —dicen los médicos
especialistas.
El bolsillo, entonces, también forma una parte
vital dentro de este cuadro de impotencia. Un
tratamiento para controlar el cáncer es caro y
son contados los pacientes que pueden
pagarlo por su propia cuenta. “Precisamente
porque nadie puede pagar es que el último
recurso es el IGSS. Un tratamiento de cáncer
cuesta entre Q40 a Q50 mil al mes. El más
barato es el tratamiento de cáncer de mama
(Herceptin/Her+) y cuesta alrededor de Q22
mil al mes” explica el cirujano oncólogo,
Eduardo Gharzouzi Bassila, especialista del
Instituto Nacional de Cancerología (Incan).
Ocho meses de trabajo, con salario mínimo,
para pagar un mes de tratamiento.
Los pacientes, en consecuencia, con todos los
pronósticos en su contra, hacen lo que sea
para sobrevivir. Pedirán opciones a los
médicos especialistas del IGSS y luego —casi
de inmediato— desconfiarán del tratamiento
que ofrece el Seguro Social. Serán referidos
por lo médicos del IGSS a empleados de
diversas farmacéuticas en busca de
alternativas. Buscarán abogados. Se afiliarán
a fundaciones de pacientes. Buscarán
médicos particulares para validar un nuevo
diagnóstico, un nuevo tratamiento. Todo lo
necesario para ganar algo de tiempo. Porque
el reloj avanza y el cáncer también. Y, poco a
poco, los pacientes serán el recurso humano
de un entramado legal que se repite una y
otra vez y que es utilizado por médicos,
farmacéuticas, abogados, laboratorios y
asociaciones cuyo fin es que el Estado, a
través del IGSS, compre tratamientos
onerosos, muy específicos, de más reciente
fabricación, aun cuando este instituto tenga
los suyos propios, de menor costo.
—Es estar contra la espada y la pared. Tu
papá o tu mamá tienen los meses contados.
¿Qué te queda por hacer? Haces lo que sea,
lo que se te pide. Aunque te parezca raro,
aunque sean extrañas las vueltas que toca
dar, lo haces. No cuestionas. No piensas —
dice M desde su intensa solicitud de
anonimato. Su madre murió en 2015 de
cáncer en el colon. A M los médicos
especialistas del IGSS, desde la consulta
externa, le proporcionaron un número de
teléfono para seguir instrucciones. Una
empleada de Bayer S.A. contestó el celular…
Doblegar al IGSS
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Entrada a las salas de oncología del IGSS
Desde 2004 el IGSS se ha visto obligado a
cambiar parte de la lógica de inversión de su
presupuesto. A través de órdenes judiciales
–sentencias–, una tras otra, cientos, se ha
debido comprar sistemáticamente productos
farmacéuticos que no forman parte del “listado
básico de medicamentos” del Seguro Social.
Se ha tratado en todo caso de una dinámica,
una forma legal para incentivar la adquisición
de productos en distintas unidades del IGSS.
Era —y ha sido desde entonces— torcer el
brazo de esta institución con el fin de generar,
poco a poco, necesidades institucionales
donde el gran beneficiario —millones y
millones de quetzales, cientos y cientos de
compras directas— son las farmacéuticas.
[frasepzp1]
En octubre de 2015, con el caso denominado “
Negociantes de la Salud”, la Fiscalía Especial
contra la Impunidad (FECI) del Ministerio
Público y la Comisión Internacional Contra la
Corrupción en Guatemala (CICIG)
desarticularon una estructura criminal
integrada por funcionarios, empresarios y
empleados del IGSS que se dedicaban a
modificar el “listado básico de medicamentos”
del Seguro Social en beneficio de los grandes
proveedores farmacéuticos. Entre los
acusados se encontraba Gustavo Alejos
Cámbara, el poderoso secretario privado del
expresidente Álvaro Colom (2008-2012),
catalogado como uno de los hombres de
mayor influencia en el país, tanto en el
Ejecutivo como en el Legislativo. Alejos
Cámbara, para ese caso fue ubicado como el
operador de las farmacéuticas droguería
Colón, Evolución Farmacéutica S.A. y
Sabiapharma S.A.
“La lógica era intervenir en el modo en que el
IGSS compra medicamentos, en beneficio de
los proveedores”, explicó entonces el
Comisionado de la CICIG, Iván Velásquez.
En las Cortes de Apelaciones del Organismo
judicial, y sobre todo en el Sistema de
Jurisprudencia de la Corte de
Constitucionalidad, hay cientos de sentencias
que evidencian un patrón particular: un
afiliado del IGSS presenta un amparo en
contra de esa institución por no brindarle
cierto medicamento. La Corte analiza la
solicitud. Hay un abogado que lo representa y
que al mismo tiempo ha representado a más
de un centenar de pacientes en cinco años,
en las mismas circunstancias. También,
detrás, hay un médico particular que ha
atendido este caso, y cientos de casos
similares, que además respalda el diagnóstico
de cáncer, y que receta un medicamento que
sólo vende una casa farmacéutica en toda
Guatemala. En cada sentencia siempre hay
un medicamento que el IGSS está obligado a
comprar, fuera de su planificación, fuera de su
listado básico de medicamentos.
Una fuente cercana a la Fiscalía Especial
Contra la Impunidad (FECI), tras conocer esta
manera de alterar la compra de
medicamentos mediante amparos, y los
cientos de sentencias que generan un patrón
que se repite, no descarta que este caso
pueda ser analizado como una estructura
dedicada a la modificación del listado básico
de medicamentos del IGSS, donde podrían
estar involucrados médicos, abogados,
farmacéuticas y funcionarios públicos. “El
paciente es un negocio. El paciente con poco
tiempo de vida es el mejor salvoconducto que
estos grupos tienen para esconder la
corrupción”, indica la fuente.
La odisea de los pacientes
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El oncólogo Luís Fernando García
Es lunes 7 de abril de 2014 y JS ha salido de
la consulta externa del IGSS, preocupada. Se
trata de su tercera visita con el oncólogo
especialista Hugo Raúl Castro Salguero. Esta
vez le ha dicho que hay una regresión en su
caso. El cáncer está de vuelta, con más
fuerza, en otras partes del cuerpo: colon y
pulmón. Hay metástasis. El Dr. Castro le ha
dicho a JS que la quimioterapia y el
medicamento dado hasta ahora ya no son
suficientes. Le ha dado un tiempo de vida
estimado de un año, como la primera vez que
solicitó una cita con el IGSS. Pero el médico
ha sido amable y, sin dejar de sonreír,
dándole una palmadita en la espalda, le ha
indicado que hay un medicamento, el mejor
de todo el mercado, que puede ayudarla:
Stivarga. El problema, ha dicho el especialista
del IGSS, es que el medicamento que puede
curar la mutación del cáncer de JS no está
dentro del listado básico de medicamentos.
JS no sabe qué sucede. JS no quiere
escuchar que el IGSS no puede proporcionar
su tratamiento. JS blasfema, insulta al IGSS.
JS sabe que la muerte es una posibilidad.
Pero JS no quiere morir, se lo ha dicho a M,
su hijo, que la acompaña, que llora junto a ella
afuera de la consulta externa de oncología del
IGSS en zona 9.
JS tiene un papelito entre sus manos. El
doctor del IGSS se lo dio. Es el mecanismo, le
ha dicho, para salvarse. En el papelito hay un
número de teléfono. Al otro lado de la línea
está la forma de obtener el medicamento que
el IGSS no tiene en su listado básico de
medicamentos. El IGSS se negará a darlo, le
han dicho. Pero hay una posibilidad…
—Sí sí sí, sabemos de su caso. Estamos
enterados —le dice Zulema Cruz,
representante de ventas de Bayer S.A., a M al
otro lado del teléfono.
—Nos dijeron que… Stivarga —contesta M.
—Mire, lo primero que hay que hacer es
buscar un médico particular para hacer
respaldar el diagnóstico. Luego un abogado.
Poner un amparo. El IGSS no le puede negar
el derecho a la vida, a la salud. Usted
entiende, verdad.
–¿Cómo?, ¿cuánto cuesta? —murmura M.
—Tiene que afiliarse a una fundación. Le doy
el número. Alma de Robles, de Héroes de
Esperanza le dirá cómo es el trámite…
A JS le suena raro. No entiende. Sólo sabe
que no quiere morir. Lo intentará.
Lo que sigue es una odisea por la ciudad, de
ir y venir, de visitar clínicas y bufetes jurídicos,
donde JS nunca entrará a consulta con su
nuevo doctor, nunca conocerá al abogado que
llevará su caso. Llegan a los edificios (zona
14, zona 10, zona 4), y JS y M esperan juntos
en la calle a que doctores y abogados les
proporcionen los documentos necesarios para
solicitar su medicamento. Ahí está el
diagnóstico. Ahí está el amparo. Todo listo
para presentar una acción legal en contra del
IGSS. JS no sabe de leyes, pero le han dicho
que así funcionan las cosas. Lo único que le
interesa es que sólo pagó Q100 de afiliación
en la fundación Héroes de Esperanza y listo,
no se sabe quién pagó al abogado, al médico,
el trámite de amparo. M sospecha de alguna
farmacéutica que vende los medicamentos.
Pero no importa; importa sí, JS, su vida.
El IGSS recibe en menos de un mes la
notificación desde una Sala de Apelaciones.
Es una orden legal para comprar el Stivarga.
JS se puede salvar. JS siente alivio. JS
recibirá su medicamento. M está contento. M
debe llevar el número de amparo hasta la
farmacia del IGSS para recibir el tratamiento.
Q60 mil al mes, algo que de otra manera no
podría pagar. El IGSS lo paga. Pero JS no
presenta mejoría. No reacciona al tratamiento
como esperaban. El médico especialista del
IGSS le dice que espere, que pronto el cuerpo
reaccionará. El IGGS apela la decisión de los
magistrados de Sala de Apelaciones pero JS
muere tres meses después de haber sido
amparada por la Corte de Constitucionalidad
(CC). El IGSS, aún después de su
fallecimiento, compra durante dos meses el
tratamiento de JS (Q120 mil) hasta que M es
llamado por los abogados para presentar la
renuncia total al amparo ante el IGSS y la CC
luego del fallecimiento de su madre. M se
siente como si JS lo regañara, aunque ya no
esté presente. M se siente usado por los
médicos, por las farmacéuticas y por los
abogados. “El pisto fue para ellos”, dice y M
blasfema, y se recuerda a sí mismo frustrado,
sin nadie con quién llorar afuera del IGSS el
día en que tuvo que indicar que JS había
fallecido para que dejarán de comprar su
medicamento a la Bayer S.A.
Plaza Pública pidió la versión de Bayer S.A.
sobre esta dinámica de amparos que forzó la
compra de Stivarga. La farmacéutica, por
medio de un correo electrónico, contestó: “En
Bayer somos absolutamente respetuosos de
la legislación de cada país en el que
operamos; en este sentido y en relación con el
proceso al que su consulta se refiere,
debemos indicarle que, por tratarse de un
asunto legal ajeno directamente a nuestra
operación, no nos corresponde referirnos.
Como laboratorio ético, nuestra principal
responsabilidad es brindar información
médico-científica seria y precisa, sobre
nuestros productos y las indicaciones
aprobadas, a la comunidad científica. Bayer
no fomenta de ninguna forma a que pacientes
o familiares interpongan acciones legales de
ningún tipo”.
El amparo, metástasis del IGSS
El IGSS parece ser el gran perdedor ante el
Sistema de Justicia. Son cientos de
sentencias en su contra con la orden, tajante,
de comprar productos farmacéuticos que no
están en su listado básico de medicamentos.
No hay mayor cosa qué hacer más que
obedecer. La mayoría de amparos otorgados
por la CC o por las Cortes de Apelaciones son
individualizados, a título personal de los
afiliados, y casi nunca en colectivo. El IGSS
suele alegar, apelar, pero su voz apenas tiene
fuerza ante los magistrados que argumentan
en sus sentencias que “el derecho a la vida es
prioridad número uno (SIC)”.
No resulta una tarea sencilla sistematizar las
sentencias que Plaza Pública obtuvo
mediante acceso a la información pública. El
programa de análisis de texto DocumentCloud
otorga un panorama más limpio, donde
nombres de abogados se repiten, al lado de
nombres de medicamentos que se solicitan
una y otra vez, y médicos particulares que
prestan su nombre para validar diagnósticos
ante la CC. Desde las sentencias de amparo
de la CC se puede establecer que hay una
red, un vínculo entre médicos y abogados que
se articulan en un eje: medicamentos y casas
farmacéuticas.
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Por distintos productos farmacéuticos que no se encuentran en el
listado básico de medicamentos del IGSS, existen redes de
abogados que trabajan en conjunto con médicos particulares que
interponen amparos en favor de las farmacéuticas. Algunos
médicos han trabajado para las empresas que benefician, y
diagnostican los medicamentos que sus patrocinadores venden.
En esta red de abogados y medicamentos
específicos resalta la participación desde
2007 a 2011 de la Procuraduría de Derechos
Humanos (PDH), cuando Sergio Morales
dirigía la institución en defensa del pueblo. De
hecho, en un reciente número de la revista
ContraPoder, Morales anuncia su regreso a
partir de sus “logros” en la interposición de
amparos contra el IGSS.
“Se desnaturalizó una noble institución como
el amparo para hacer negocio”, dice cortante
la abogada constitucionalista Annabella Morfin
Mansilla, asesora legal de la PDH, a cargo de
Jorge de León Duque desde 2012. A partir de
los casos de corrupción en el IGSS y el caso
Pisa, explica la abogada, la PDH realizó una
investigación para verificar contratos de
compra provocados por esta procuraduría.
“Establecimos que vía amparos se estaba
comprando medicamentos con nombre y
apellido para favorecer a determinadas casas
farmacéuticas”, dice la constitucionalista. “No
era posible que obligáramos a una institución
a comprar determinados medicamentos”,
añade.
La PDH dejó de presentar acciones en contra
del IGSS una vez que, mediante amparo, una
de las muchas asociaciones de enfermedades
desastrosas que existe en Guatemala, solicitó
un medicamento que era para cáncer en el
páncreas, cuando el paciente padecía cáncer
en otro órgano. “Detectamos esa anomalía y
no nos íbamos a prestar a ese juego”, dice
Morfin.
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Luís Fernando García presencia una conferencia sobre nuevos métodos
terapéuticos patrocinada por casas farmacéuticas
Hoy la PDH tiene las puertas cerradas para
este tipo de fundaciones como Héroes de
Esperanza. Alma de Robles, presidenta de
esta fundación, indica que es lamentable que
la PDH ya no los apoye. Robles es
entrevistada durante una reunión de la
fundación en la que sus asociados recibirán
una charla sobre el cáncer de colon. Hay al
menos diez nuevos asociados. El ambiente es
extraño. Hay logos de productos
farmacéuticos en el salón. El patrocinio —el
que agradecen durante la oración inicial—
está a cargo de Asofarma Centroamérica, una
de las farmacéuticas beneficiadas con los
amparos presentados en contra del Seguro
Social. La charla es impartida por Luis
Fernando García, médico especialista en
oncología del IGSS. En resumen:
farmacéutica-médico-fundación en un solo
lugar. “El seguro social está en obligación de
darle los medicamentos y los tratamientos a
los pacientes. Buscamos que, mediante
amparos, los tratamientos sean de alta
calidad. Somos —Robles es sobreviviente de
linfoma— un costo para el IGSS. Pero
tenemos evidencia de pacientes que luego de
los amparos tienen mejor calidad de vida. Hay
una sobrevida con los medicamentos que
solicitamos”, asegura.
—¿Las farmacéuticas están detrás de los
amparos que presenta la Fundación Héroes
de Esperanza? —se pregunta a Robles (a
pesar del evidente patrocinio de la reunión).
—Eso es muy negativo. No tenemos ningún
vínculo con farmacéuticas, nos debemos a los
pacientes. Porque nos interesan. Hay
pacientes que bajo su misma pobreza han
podido financiar sus amparos —dice Robles.
Después de los casos de defraudación (Pisa y
Negociantes de la Salud), el IGSS ha
realizado muy pocas convocatorias para
adquirir nuevos medicamentos. “Hay un
desabastecimiento que obedece a los muchos
vicios en los procedimientos. Falta de
estadísticas sobre la demanda de atención de
ciertas enfermedades. Pero lo más grave era
que los productos amparados se estaban
comiendo el presupuesto del Seguro Social,
más del 40% para este rubro, muy específico
para enfermedades desastrosas”, dice la
abogada Morfin.
[frasepzp2]
En el IGSS todo es opaco y cada quien juega
un papel para mantener algo oculto. Los
guardias de seguridad, por ejemplo, cierran el
paso en el momento en que alguien se
identifica como periodista. Y cuando se pide
entrevistar a doctores o pacientes, en el área
de hematología y oncología, los encargados
del Departamento de Comunicación se
convierten en centinelas, vigilantes,
protectores de la institución. Así Plaza Pública
entrevistó al oncólogo especialista del IGSS,
Luis Fernando García, que habló de cáncer y
los tratamientos especializados, pero una vez
planteadas las preguntas sobre los vínculos
de las farmacéuticas y las recetas de
medicamentos que él mismo firma, la
encargada de comunicación, Ana Alvarado,
intervino para que varias dudas no fueran
aclaradas. Imposible saber cuántos pacientes
se han salvado del cáncer gracias a esos
procedimientos. Los encargados de
Comunicación Social se manifestaron
“preocupados” por el tema de los amparos,
pero no tramitaron las entrevistas solicitadas
con los directivos de la institución. Lucía
Dubón, jefa de esa oficina, dejó de atender las
llamadas de los periodistas.
Médico-abogado-farmacéuticamedicamento
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El abogado Guillermo Cifuentes
En las sentencias de amparo hay
medicamentos que podrían catalogarse como
los grandes ganadores, que en términos
estadísticos podría decirse que casi están
controlando brotes epidemiológicos de cáncer.
Son medicamentos que se repiten —tanto en
médico como abogado— una y otra y otra vez,
durante varios años, en cientos de sentencias:
una metástasis de amparos. Para cáncer de
mama, de ovario: Herceptin (Tykerb) de
Roche JI Cohen, al menos 16 sentencias
consultadas por Plaza Públcia. Para tumores
cerebrales: Avastín (Bevacizumab) de Roche
JI Cohen, al menos once. Para mieloma
múltiple: Revlimid de Asofarma Centroamérica
al menos 31 amparos. Para cáncer en artritis:
Infliximab (8 amparos), Tocilizumab (6
amparos), Tofasitinib, de Merck y Co. Para
cáncer de cabeza, cuello o colon: Erbitux de JI
Cohen al menos 24 amparos... la lista es
enorme. Plaza Pública analizó 146 sentencias
en las que se solicitan productos fuera del
listado básico de medicamentos. Los amparos
piden y piden, son cientos y cientos de
pacientes que solicitan de forma
individualizada y sistematizada. Mismos
abogados, mismos médicos particulares.
Productos que no están en el listado básico
de medicamentos del IGSS. Tratamientos de
Q50 mil a Q90 mil al mes.
El medicamento Revlimid cuenta con una
tendencia firme, estadística, que describe
cómo funciona la lógica del amparo: un
abogado que utiliza el diagnóstico de un
médico particular para solicitar un
medicamento a nombre de un paciente. Son
así decenas y decenas de pacientes que
solicitan medicamentos amparados en contra
del IGSS. Por ejemplo: 27 amparos en los que
figuran el abogado Guillermo Cifuentes de
León y el presidente de la Asociación de
Oncólogos de Guatemala, el hematólogo
Óscar Avendaño Flores.
El mieloma múltiple es una enfermedad rara.
En Guatemala, sólo 14 de cada 100 mil
habitantes, padece este tipo de cáncer que
destruye la médula ósea, como asegura una
investigación de la hematóloga María Eugenia
Samcam. El número de sentencias de amparo
que solicitan este medicamento (31 a las que
tuvo acceso Plaza Pública), por tanto, resulta
elevado para las estadísticas epidemiológicas
de esta enfermedad en Guatemala.
Durante varias semanas Plaza Pública intentó
contactar con el médico Avendaño Flores,
pero siempre se excusó por motivos de viaje.
En su perfil de Linkedin, el hematólogo
Avendaño resalta su faceta de vendedor
profesional para Farmacéutica Janssen.
Como representante legal de la empresa
Medical Solution, Avendaño ha trabajado bajo
el patrocinio de Asofarma Centroamérica. El
Revlimid, el medicamento que Avendaño
recomienda a sus pacientes mediante
amparo, es vendido por esa farmacéutica. En
otras palabras: el médico Avendaño, como
diagnóstico externo, recomienda la compra
del medicamento que él vende y utiliza el
amparo para forzar la adquisición de parte del
IGSS.
El abogado Cifuentes de León afirma que
desde 2004 ha presentado amparos a favor
de pacientes que el IGSS ha violado sus
derechos. En promedio, dice, son 35 a 45
amparos por año. Por cada uno cobra Q5 mil.
“No conozco al doctor Avendaño Flores”,
afirma Cifuentes a pesar de que es el médico
particular que aparece en más de 30 amparos
interpuestos por él mismo. “A mí lo que me
interesa para plantear un amparo es que
llenen los requisitos de solicitud. Lo más
importante es la vida digna de las personas.
Todos los gané. Todos fueron apelados por el
IGSS. Sí perdí, fueron como tres porque se
presentaban en asociación o colectivo. Pero la
CC cuando es por asociación los deniega, por
falta de legitimidad activa”, explica el abogado.
Desde su bufete, Firma Regional, Cifuentes
de León explica que antes la PDH era un gran
aliado. Ahora, sin la PDH involucrado en el
tema de los amparos, y el sentido de
proyección social como abogado, Cifuentes
dice que su trabajo ha llenado un vacío que
ampara a los pacientes para solicitar
medicamentos. “La PDH era como el bufete
popular para plantear amparos. Un consuelo.
¿A quién se haya favorecido económicamente
y a qué casas farmacéuticas se benefició con
los amparos? De mi parte nunca volteé a ver
eso. Mi enfoque es el sentido social del
amparo”, dice.
Enrique Aguilar, presidente de la
Gremial de Productos Farmacéuticos
(Grefarma), indica que el sector empresarial
es consciente de lo que ocurre con los
amparos, que la gremial ha analizado el tema.
“A la fecha no se han hecho investigaciones
serias. Se debería investigar por los entes
correspondientes porque es algo que ha
afectado al sistema de salud pública”, dice
Aguilar. Todo el sistema de compras debe ser
transparente, agrega. “Si hay anomalías es
importante investigar”.
Obligados a comprar
De las compras obligadas a partir de los
amparos, hay poco rastro. Es difícil seguir la
pista. El IGSS no cuenta con información al
respecto. Y Lucía Dubón, jefa del
departamento de Comunicación, no pudo
aclarar las dudas en torno a la modificación
del listado básico de medicamentos y cómo
ejecutan su presupuesto para solventar el
tema de los amparos. Y en Guatecompras,
aparecen como compras directas
esporádicas: un paciente, un medicamento,
un amparo, una compra. Es casi como una
manera de evadir la publicación de los
concursos, dar un tratamiento de Q50 mil al
mes, y no dejar demasiada evidencia gracias
al amparo. “Si hay decenas de amparos hay
decenas de compras directas y no un
concurso para abastecerse por completo”,
explica la abogada constitucionalista,
Annabella Morfin.
A partir de diciembre, con las modificaciones a
la Ley de Contrataciones del Estado, se
añadieron tres nuevas modalidades de
compra a la cinco que existían. “Fue como
una especie de candado para la compra de
medicamentos por compra directa. Ahora se
tiene un monto, un techo presupuestario para
la compra de medicamentos vía amparos”,
dice la abogada constitucionalista Anabella
Morfin.
“En el panorama actual de la Ley de
Contrataciones del Estado, sólo es posible
adquirir cierta cantidad de medicamentos
cada mes. Esto reduce la vida de los
pacientes amparados en 50 y 48 %. Es grave,
no todos quedan protegidos, no todos
conseguirán sus medicamentos”, dice el
abogado Cifuentes de León.
En Guatecompras ya hay indicios de estos
ajustes en la compra de medicamentos vía
amparo. Por ejemplo, el Revlimid, para
atender el mieloma múltiple, el IGSS ha
solicitado en dos ocasiones —una en mayo y
otra en abril de 2016— más de mil
tratamientos para la consulta externa del
Seguro Social. En total son compras
millonarias, aún no adjudicadas. Las únicas
casas farmacéuticas que venden Revlimid en
Guatemala son Asofarma Centroamérica, a un
costo que ronda entre los Q3,700 y lo Q4,200
cada unidad. El IGSS, a través de los
encargados de comunicación, se abstuvo de
aclarar este tipo de compras por más de Q4
millones en un mes, tampoco si existe el
número de pacientes que pueda llenar las
estadísticas de una enfermedad como el
mieloma múltiple cuya epidemiología es de
sólo 14 por cada 100 mil habitantes, cuando la
prevalencia mundial de Mieloma Múltiple es
entre 8 a 10 casos por cada 100 mil habitantes
.
En principio, Evelyn Castillo, asistente de la
gerencia de Asofarma Centroamérica, se
comprometió a explicar la forma en que
Asofarma distribuye el Revlimid para el
tratamiento del mieloma múltiple, la opinión
institucional de la farmacéutica en torno los
abogados y médicos particulares que solicitan
la compra de sus productos mediante
amparos en contra del IGSS. Luego de
decenas de intentos de contacto durante dos
semanas, Castillo dejó de atender los correos
y las llamadas telefónicas de Plaza Pública.
A pesar de que la PDH ya no los apoya, y que
las miradas están puestas sobre el Seguro
Social, los amparos siguen llegando contra el
IGSS. Los mismos abogados, los mismos
médicos, las mismas farmacéuticas. Ahí
donde todo es ganar a partir de quienes,
desesperados, intentan cualquier cosa en
contras de sus diagnósticos desfavorables.
Aclaración: El doctor Rodolfo Gutiérrez Longo
envió a Plaza Pública esta carta para aclarar
que aunque su nombre aparece en las
sentencias, él no pertenece a ninguna red.
Uno de los cuartos de hematología en el hospital del IGSS
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Pacientes reciben terapia en la sala de hematología del IGSS
Uno de los cuartos de hematología en el hospital del IGSS
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Pacientes reciben terapia en la sala de hematología del IGSS
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Botes de fármacos
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Botes de fármacos
Máquinas implementadas en las terapias
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Máquinas implementadas en las terapias
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IGSS
IGSS
Simone Dalmasso
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