DEBATE 3 La incidencia de la educación sobre el bienestar de los hogares Educación y distribución del ingreso en México Fernando Barceinas Educación y distribución del ingreso en México Fernando Barceinas Universidad Autónoma Metropolitana, México Introducción En los últimos años México ha experimentado un proceso de escolarización de manera incesante, aunque ciertamente a un ritmo menor del deseado. Este fenómeno es fácilmente apreciable a través del incremento de la media de los años de escolaridad (que pasa de 6,7 años en 1992 a 7,8 años en 2002) y de una avance en la distribución de la educación entre la población (mientras en 1990 sólo el 37% de la población tenía un nivel educativo superior al de secundaria completa, en el 2000 este porcentaje asciende a 47%, véase Cuadro 1). Por otro lado, un razonamiento simple derivado de la teoría de capital humano nos daría pauta a suponer que este mejoramiento de la situación educativa general debería conducir a un fenómeno similar en la distribución del ingreso. Lamentablemente este no ha sido el caso. Cuadro 1. Distribución porcentual de la población de 15 años y más por niveles educativos y sexo. Nivel educativo Sin instrucción Total ambos sexos 1990 2000 13.7 10.3 Hombres 1990 11.7 Mujeres 2000 8.8 1990 2000 15.6 11.7 Primaria incompleta 23.2 18.1 23.1 17.8 23.5 18.5 Primaria completa 19.7 19.4 19.3 18.5 20.0 20.1 6.3 5.3 7.0 6.1 5.6 4.6 Secundaria completa 14.0 19.1 14.5 19.8 13.5 18.4 Media superior 14.6 16.8 14.1 16.3 15.1 17.3 8.5 11.0 10.3 12.7 6.7 9.4 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 Secundaria incompleta Superior Total Fuente: INEGI Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 2 La evolución de la distribución del ingreso de los hogares en México durante el período 1992-2002, medida a través del curso del índice de Gini, muestra grosso modo el siguiente comportamiento: entre 1992 y 1994 se sitúa alrededor de 0,47, posteriormente, en 1996, alcanza su menor nivel al ubicarse en 0,45 para elevarse abruptamente hasta 0,48 en 2000 y, finalmente, descender nuevamente a 0,45 en 2002. En conclusión, la distribución del ingreso en la década de los ’90 ha experimentado pocos cambios. En la Gráfica 1 se muestra el índice de Gini en relación al promedio de años de escolaridad. En este contexto una correspondencia totalmente acorde con la teoría de capital humano mostraría una relación negativa entre ambos indicadores. No obstante, como resulta evidente, la correlación no es en ningún sentido clara. ¿Por qué la mejoría en los niveles educativos no está acarreando una correspondiente en la distribución del ingreso? A tratar de responder esta pregunta nos abocaremos en las siguientes secciones. Gráfico 1. Años de escolaridad promedio e índices de Gini. 1992-2002. 0.49 índices de Gini 0.48 0.48 0.47 0.47 0.46 0.46 0.45 6.6 6.8 7.0 7.2 7.4 7.6 7.8 8.0 años de escolaridad promedio Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 3 1. Ingreso de los hogares según niveles educativos del jefe del hogar. La distribución de los hogares por niveles educativos experimenta un cambio sustancial durante los años ‘90: mientras en 1992 aproximadamente el 69% de los hogares contaban con un jefe hombre con un nivel educativo de primaria terminada o menor, para 2002 dicho porcentaje se reduce a 58%. En el caso de los hogares con jefa mujer el descenso entre ambos años es de 72% a 65%. Empero, cabe notar que el porcentaje de hogares que tiene a una mujer como jefa se incrementa de 11% a 18% entre 1992 y 2002. En principio, sería natural suponer que el mejoramiento general en los niveles educativos debe ser un factor a considerar en el incremento general que los diversos grupos experimentaron en sus ingresos reales. En este sentido, y de acuerdo al Cuadro 2, todos los hogares por niveles educativos experimentaron un incremento en sus ingresos reales aunque, en el caso de los hogares con jefes hombres, el incremento fue menor para los de primaria no terminada. En el caso de los hogares con jefas mujeres los mayores incrementos se dieron para los hogares cuya jefa tenía educación secundaria y superior. No obstante, es importante resaltar que mientras el promedio de los incrementos para los hogares con jefe hombre es del orden del 41%, para los hogares con jefe mujer es de apenas el 23%, o sea, casi la mitad. Cuadro 2. Ingresos medios equivalentes del hogar (I.M.E.H), desviación estandar (D.S.) y número de hogares (N) según nivel educativo alcanzado y sexo del jefe de hogar. Universo: Jefes de hogar menores de 65 años. México,1992 – 2002. Pesos de 2002 Sexo del jefe Año/ Nivel educativo 1992 Jefe Hombre I.M.E.H D.S Jefa Mujer N I.M.E.H D.S N Hasta Prim. Incom. 5,770 5,030 2,503 6,589 4,462 379 Primaria Completa 7,720 8,189 1,673 10,404 9,063 171 Secundaria Completa 13,050 12,800 1,525 14,862 15,286 158 Sup / Univ Completa 30,882 26,245 390 32,333 32,965 51 9,736 12,360 6,091 10,901 13,855 759 Total Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 4 Sexo del jefe Año/ Nivel educativo 2000 Hasta Prim. Incom. Jefe Hombre I.M.E.H D.S Jefa Mujer N I.M.E.H D.S N 7,489 7,617 4,185 8,146 7,593 1,067 Primaria Completa 11,180 10,170 2,948 11,960 10,581 626 Secundaria Completa 18,780 18,040 4,150 19,177 18,591 765 Sup / Univ Completa Total 44,667 35,098 930 40,821 29,470 147 15,048 18,543 12,213 14,146 16,250 2,605 Fuente: INEGI De lo anterior queda claro que la mujer está participando cada vez más en el mercado laboral como jefe de hogar, pero al mismo tiempo es evidente que sus premios salariales no están incrementándose en la misma magnitud que los de los hombres. Sin embargo, cabe mencionar dos atenuantes a considerar al respecto: en primer lugar, y de acuerdo al Cuadro 3, las mujeres trabajan, o al menos reportan trabajar, en general, sustancialmente menos horas semanales que los hombres. Por otro lado, los hogares encabezados por mujeres tienen en promedio menos dependientes, lo que provoca que sus ingresos equivalentes sean relativamente mayores1, esto es, si se tienen dos hogares con el mismo ingreso equivalente, pero uno encabezado por hombre y el otro por mujer, en promedio y debido al menor tamaño del hogar del segundo, éste se encontraría en mejor situación económica. A pesar de las atenuantes expuestas, ciertamente puede concluirse que a menos que se revierta la discriminación salarial en contra de las mujeres, la distribución del ingreso puede deteriorarse, o al menos no mejorar en la cuantía programada. 1 Recuérdese que el parámetro θ = 0.5, o sea, que el ingreso considerado ni es por hogar, ni tampoco estrictamente per cápita. Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 5 Cuadro 3. Horas semanales trabajadas por nivel educativo y sexo. 1992 y 2002 Nivel educativo 1992 Hombres 2002 Mujeres Hombres Mujeres Hasta Prim. Incom. 42 23 39 22 Primaria Completa 47 30 45 27 Secundaria Completa 47 32 48 33 Sup / Univ Completa 42 32 43 34 Total 44 27 44 27 Fuente: INEGI No deja de ser interesante detenerse en el anteriormente mencionado indicador de horas trabajadas. En primer lugar, nótese que el promedio de horas trabajadas por los jefes hombre está, en general, ligeramente por encima de la jornada considerada oficial de 40 horas. Sin embargo, lo que resulta a todas luces sorprendente es el promedio tan bajo de las horas trabajadas por parte de las mujeres, en particular las de niveles educativos bajos. Este resultado puede ser un reflejo de la temporalidad o del trabajo de medio tiempo que, voluntaria o involuntariamente, las mujeres detentan. Por otra parte se trata, sin duda, de un indicador a tomar con cierta cautela pues, a diferencia de los ingresos, las horas trabajadas es una estadística expuesta a severos errores de medición. En particular cabe mencionar que estos se acentúan cuando el dato proviene de individuos cuya jornada laboral se desarrolla en un trabajo por cuenta propia, fenómeno que se intuye puede ocurrir también en el grupo de hogares con jefe con primaria incompleta (albañiles, plomeros, mecánicos, etc.) y con universidad completa (patrones, médicos, arquitectos, etc.). Este hecho podría estar explicando el menor número de horas trabajadas reportadas por este tipo de hogares en el indicador en cuestión. Por otro lado, resulta también preocupante constatar el siguiente fenómeno: las diferencias salariales entre grupos con distintos niveles educativos son muy grandes y, lo que es peor, se están incrementando en el transcurso de los años, sobre todo en el caso de hogares con jefes hombres. Mientras en 1992 el promedio de los ingresos de los hogares cuyo jefe tenía educación superior era 5,4 veces mayor que el correspondiente a los hogares cuyo jefe tenía primaria no Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 6 terminada, para 2002 esta diferencia era 6 veces mayor. Otro resultado sugerente es que el mayor incremento salarial relativo se da para el último nivel educativo (de secundaria completa a superior completa), y el menor para el primer incremento (de primaria incompleta a primaria completa). Dicho de otra manera, a medida que se escala educativamente, el premio salarial se va incrementando.2 Ahora bien, ¿qué puede estar detrás de este fenómeno? Muy probablemente la respuesta pase por analizar los cambios en la demanda de trabajo. Como es conocido, una economía que experimenta un proceso tan marcado de integración comercial y liberalización como la mexicana, da lugar a cambios en la demanda de trabajo inducidos por lo que se conoce como el sesgo por cambio tecnológico: mayor demanda de trabajo calificado a costa del menor calificado, lo que en definitiva explicaría el mayor premio salarial para los más educados. Empero, cabe hacer notar que este fenómeno puede agotarse, como de hecho parece estar sucediendo, según estudios, en los albores del siglo XXI. Sin embargo, lo que puede no estar agotándose, sino más bien confirmándose como un hecho, es que la demanda de trabajo por los menos educados se esta homogeneizando en el sentido de que la diferencia entre demandar un individuo con primaria incompleta y uno con primaria completa se está diluyendo, en otras palabras, el mercado puede estar considerando a la primaria como un nivel tan básico e inapropiado que prácticamente lo esta igualando con los individuos con primaria no terminada, hecho que explicaría la cada vez menor diferencia salarial entre ambos niveles educativos. Ciertamente esto no indica necesariamente que la distribución del ingreso se esté deteriorando3, dado que si bien las diferencias salariales por niveles educativos se están acrecentando, también es cierto que cada vez hay más hogares que tienen jefes con niveles educativos superiores, lo que sin duda aminora el efecto perverso de la distribución del ingreso que proviene de las diferencias salariales. Sin embargo, también habría que considerar que estos indicadores ocultan lo que está ocurriendo al interior de cada grupo de hogares por niveles educativos del jefe de hogar. Por ejemplo, es claro que el grupo de hogares con jefe con educación superior completa es cada vez más numeroso y 2 En diversos estudios de rendimientos de la educación, esto se manifiesta y confirma a través del hecho de que los rendimientos de la educación superior son los mayores, y los de primaria los menores. 3 Si nos atenemos a la ya mencionada evolución del índice de Gini, incluso puede decirse que en los 90 la distribución del ingreso ha experimentado una ligera mejoría. Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 7 ostenta mayores ingresos reales en el 2002 respecto a 1992, tanto en términos absolutos como relativos en función de los otros grupos, pero ¿ha mejorado o empeorado la distribución al interior de ese grupo? A responder esta pregunta apunta el siguiente apartado. 2. Distribución de los hogares entre quintiles de ingreso según niveles educativos del jefe del hogar. En el Cuadro 4 se aprecia, en primer lugar, un fenómeno un tanto particular: entre 1992 y 2002 la distribución del ingreso de los hogares con jefe hombre mejora ligeramente, pero los correspondientes a los jefes mujeres, por el contrario, ha empeorado. Mientras en 1992 los dos primeros quintiles de hogares con jefe hombre concentraban aproximadamente el 40% de los hogares, para 2002 este porcentaje había descendido alrededor de 36%, pero a los hogares con jefe mujer les había ocurrido el fenómeno inverso: 32% estaban en 1992 en los dos primeros quintiles y 38% en 2002. Cuadro 4. Distribución de los hogares entre quintiles de ingreso medio equivalente según nivel educativo alcanzado y sexo del jefe de hogar. Universo: Jefes de hogar menores de 65 años. Méxcio, Total urbano, 1992 – 2002 1992 Jefe Varón Nivel educativo Hasta Prim. Incom. Primaria Completa Jefa Mujer Quintiles de I.M.E.H 1er 2do 3er 4to 34,8 24,6 18,5 14,9 5to Total Quintiles de I.M.E.H 1er 2do 3er 4to 7,3 100,0 21,9 25,1 24,0 19,5 17,6 24,2 25,0 20,9 12,3 100,0 5to Total 9,5 100,0 8,2 18,1 19,9 31,6 22,2 100,0 Secundaria Completa 5,6 13,3 21,1 26,8 33,2 100,0 3,8 8,2 15,2 31,6 41,1 100,0 Sup / Univ Completa 0,3 0,0 0,0 Total 1,3 3,1 14,1 81,3 100,0 7,8 13,7 78,4 100,0 20,6 20,2 19,9 19,5 19,9 100,0 13,6 18,3 20,2 24,4 23,6 100,0 Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 8 2002 Jefe Varón Nivel Jefa Mujer Quintiles de I.M.E.H educativo Hasta Prim. Incom. 1er 2do 3er 4to 31,6 28,0 19,8 14,6 Primaria Completa 5to Total Quintiles de I.M.E.H 1er 2do 3er 4to 6,0 100,0 27,9 27,4 20,0 17,8 5to Total 6,9 100,0 17,7 20,4 25,5 23,0 13,4 100,0 14,2 24,0 24,9 20,8 16,1 100,0 Secundaria Completa 8,4 10,7 21,4 28,3 31,2 100,0 8,8 12,5 17,8 26,1 34,8 100,0 Sup / Univ Completa 3,2 2,0 Total 2,0 5,3 14,0 75,5 100,0 0,7 6,1 20,4 70,7 100,0 18,2 18,3 20,6 21,2 21,6 100,0 17,5 20,7 19,7 21,1 20,9 100,0 Fuente: INEGI Ahora bien, la mejor distribución del ingreso entre los hogares con jefe hombre se debe básicamente a lo acontecido en los hogares cuyo jefe tiene primaria completa y secundaria completa, pues en el grupo de primaria incompleta se da una ligera concentración de hogares en los quintiles más bajos, y en el grupo de hogares con jefe con educación superior completa sucede algo realmente interesante: mientras en 1992 los dos primeros quintiles apenas tenían hogares (1,6%), para 2002 ya existen 5,2% de hogares en esos quintiles de hogares más pobres. El caso de las mujeres es más preocupante en tanto prácticamente en todos lo niveles educativos la distribución del ingreso, según este indicador, va deteriorándose. En particular, y a manera de ejemplo, llama la atención que en 1992 sólo 26% de los hogares con jefa mujer con educación primaria completa se encontraban en los dos primeros quintiles, y en 2002 el procentaje había crecido a 38%. No deja de ser alarmante el hecho de que gran parte de la desigualdad del ingreso se deba a las diferencias del mismo al interior de cada nivel educativo. En este sentido, resulta evidente que la disminución de la desigualdad del ingreso en México pasa no sólo por dotar de educación a la población, sino por disminuir las diferencias salariales entre niveles educativos pero, sobre todo, por igualar las oportunidades de ingreso entre individuos que en principio ostentan las mismas condiciones en términos educativos. Este asunto no es de ninguna manera banal: según estudios llevados a cabo al respecto, aunque el fenómeno de señalización no se presenta a niveles educativos básicos, sí tiene cierta tendencia a Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 9 manifestarse para la demanda de trabajo calificada. Así entonces, es por demás lamentable que cada vez más la obtención de un título de una universidad privada (o de algunas de ellas) sea una garantía para obtener un trabajo bien remunerado, a costa de los egresados de universidades públicas. Si esta demanda seleccionada responde a un asunto de calidad de la educación y/o de un perfil social y, por ende, de valores y visiones políticas, es una cuestión todavía por debatir y analizar. Empero, lo que parece más que evidente es que al interior del grupo de los que tienen educación superior completa, las diferencias salariales están creciendo notablemente. Por último, e igualmente como una futura línea de investigación, vale la pena apuntar que el mercado laboral mexicano puede estar caracterizándose por una presencia cada “sobreeducación”: vez ante la más importante restricción del de lo mercado que se laboral conoce y la como mayor competencia, algunos individuos pueden estar dispuestos a aceptar puestos de trabajo que requieran una calificación menor a la que ellos ostentan, con el evidente castigo en su ingreso. Este fenómeno tiene mayor probabilidad de estar presente en los mercados laborales de los más instruidos, y explicaría la mayor desigualdad del ingreso dentro de este grupo.4 3. Riesgo e intensidad de la pobreza. Como es conocido, el indicador FGT0 es simplemente la fracción de la población que se encuentra debajo de la línea de pobreza (definida en este caso como la mitad de la mediana de los ingresos equivalentes de los hogares). A pesar de lo directo y fácil de su lectura, el indicador tiene serias limitaciones en cuanto no toma en consideración el nivel o intensidad de la pobreza y, por ejemplo, no se ve afectado por una política que convierta a un pobre en uno aún más pobre: el indicador FGT0 otorga la misma ponderación de pobreza a todos los pobres, estén ellos exactamente por debajo de la línea de pobreza, o bien muy por debajo de la misma. Una manera de resolver este inconveniente es a través del indicador FGT1 en donde la contribución de cada hogar i a la pobreza agregada es mayor entre mayor sea la pobreza del hogar i. En otras palabras, FGT1 puede interpretarse como una medida per cápita de los déficits totales de los niveles de bienestar de los hogares que se localizan debajo de la línea de Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 10 pobreza, o sea, es la suma de todos los déficits divididos por la población y expresados como una fracción de la línea de pobreza. La interpretación del indicador FGT0 (tabla 3 de los indicadores proporcionados) no es del todo transparente. En primer lugar, resulta acorde con la teoría del capital humano el hecho de que los hombres cabezas de familia, como consecuencia de la adquisición de experiencia laboral, sean menos propensos a ser pobres, lo que se refleja en las pronunciadas disminuciones del riesgo de pobreza cuando se comparan los jefes hombres de 40 años con los de 65, tanto en 1992 como en el 2000. En particular resulta interesante hacer notar que cuando el jefe tiene un nivel de educación superior este abatimiento en el riesgo de pobreza es el más pronunciado (por ejemplo, en el año 2000 el riesgo para los jefes hombres con educación superior pasa de 10,6% para los menores de 40 años a 3,7% para los mayores a esta edad). También es claro, en el caso de los jefes hombres, que el nivel educativo es un factor esencial para explicar el riesgo de pobreza, pues las disminuciones de éste son evidentes a medida que se escala en el nivel educativo. Empero, nuevamente llama la atención que la disminución más pronunciada se da al pasar de secundaria completa a educación superior completa. La interpretación en el caso de las mujeres es más complicada. En primer lugar, no es un resultado generalizable que la mayor edad disminuya el riesgo de pobreza. Por ejemplo, en 1992 las jefas mujeres universitarias mayores de 40 años tenían un mayor riesgo que sus correspondientes menores de 40, y lo mismo acontece en el año 2000 con las jefas mujeres con secundaria completa. Además de la existencia de una muy probable discriminación laboral en contra de las mujeres, es menester mencionar que el ciclo de vida laboral de las mujeres es mucho más accidentado que el de los hombres, en cuanto se puede ver sujeto a muchas interrupciones (actividad de “ama de casa”, cuidado de los hijos, embarazos, etc.), y que puede ser la explicación de porqué el tiempo no premia por igual a hombres que a mujeres o, en otras palabras, que para una misma edad, la experiencia real de las mujeres está siempre por debajo a la de los hombres. Además, y aunque desafortunamente no existe en México una base de datos laboral con información longitudinal que lo corrobore, se intuye que las mujeres experimentan una mayor rotación en los puestos de trabajo, que en 4 Al respecto resultaría interesante indagar la relación entre “sobreeducados” y universidad de origen (pública o privada). Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 11 definitiva hace más complicada la adquisión de experiencia en el trabajo que, finalmente, redunda en menores incrementos de los premios salariales en el tiempo. Tomando en consideración, como se menciona anteriormente, que la participación laboral de la mujer se está acrecentando, adquiere mucho sentido repensar una política que las protega laboralmente, pues de eso dependerá en gran medida que la distribución del ingreso mejore. Por otro lado, y a pesar de que los ingresos equivalentes promedio reales se han incrementado en todos los niveles educativos durante los 90, esto no ha traído consigo una disminución automática en el riesgo de pobreza, más aún, y salvo unas pocas excepciones, éstos se han incrementado de 1992 a 2000. En aras de aclarar esta aparente paradoja resulta pertinente llevar a cabo una reflexión al respecto. En primer lugar, conviene dejar patente, como reiteradamente se ha hecho, que el crecimiento no genera automáticamente mayor igualdad y menor pobreza, más aún, cabe la posibilidad que un fenómeno como el proceso de liberalización de la economía mexicana, que si bien inicia en la década de los 80 y se acentúa en los primeros años de los 90, pudo haber contribuido a aumentar las diferencias en las primas salariales a través del incremento de la demanda de trabajo más calificado, al mismo tiempo que se reducía la protección de las industrias más intensivas en mano de obra. Adicionalmente, debe recordarse que a finales de 1994 México experimentó una terrible crisis económica cuya recuperación no fue del todo homogénea, esto es, pudo darse el caso (como aparentemente apuntan ciertos estudios) que los más instruidos pudieron recuperarse más rápidamente que los menos. En este orden de ideas, si tomamos en consideración la información de los indicadores relativos a la probabilidad de trabajar en el sector formal de la economía y la de ser trabajador no precario (cuadros 6 y 7 de los indicadores proporcionados) puede aventurarse una hipótesis: en tiempos de crisis económica, o concretamente, si la economía experimenta un fuerte shock, los más afectados son aquellos que trabajan en sectores informales y/o son trabajadores precarios, pues o bien carecen de organizaciones sindicales que los defiendan o bien están contratados de forma temporal, de manera que prescindir de ellos no es tan costoso para los empleadores. Ahora bien, los trabajadores que más probabilidad tienen de ser precarios o trabajar en los sectores informales son precisamente los menos instruidos. Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 12 En resumen, parece ser que durante la década de los ´90 se contraponen dos fuerzas que afectan la distribución del ingreso: positivamente, el mayor incremento general de la escolaridad y el buen funcionamiento de la economía en los primeros y últimos años de la década y, negativamente, el proceso de globalización de la economía y la crisis del finales del 94. En consecuencia, y a pesar de que en promedio los ingresos mejoraron, los riesgos de pobreza se incrementaron y las probabilidades de trabajar en el sector formal o ser trabajador no precario se mantuvieron hacia finales de la década de los 90. Por otro lado, una cuestión técnica: la línea de pobreza como se define en este debate no es fija, pues depende de la mediana de los ingresos. Si en términos reales ésta se incrementa (como sucedió realmente entre 1992 y 2002) la línea de pobreza también lo hace y entonces puede darse el caso que alguien que en 1992 no era pobre, para 2002 ya lo fuese. Tal vez, en aras de comparar dos años, valdría la pena volver sobre las definiciones de línea de pobreza en términos de canastas de consumo y/o de calorías. El indicador FGT1 no proporciona mucho mayor información en términos comparativos que el FGT0, esto es, la intensidad de la pobreza parece no experimentar cambios en función del nivel de estudios o de la edad: ésta disminuye notablemente en cuanto el jefe(a) del hogar está más instruido(a) o de mayor de edad (con la excepción nuevamente de las jefas mujeres con secundaria completa en 2002 que incrementan su intensidad de pobreza al pasar de los 40 años). Un fenómeno por demás interesante y del que da cuenta tanto el FGT0, como el FGT1 se refiere al hecho de que, en general, en los hogares con jefes menores a 40 años el grupo encabezado por jefas mujeres son menos propensas a ser pobres (tanto en riesgo como en intensidad), pero en el grupo de hogares con jefes mayores a 40 años esta situación se revierte, esto es, son los hogares encabezados por mujeres los que se encuentran más cercanos a la pobreza. Dos cuestiones a reflexionar al respecto: el tamaño del hogar es mayor cuando éste es encabezado por un hombre que cuando lo es por una mujer, y como el ingreso equivalente utilizado en este análisis está, hasta cierto punto, ponderado por el tamaño del hogar, cabe la posibilidad que esto explique en parte porqué los hogares con jefa mujer con un hogar más pequeño estén en mejores condiciones para evadir la pobreza. En segundo lugar, nuevamente queda en evidencia que el paso del tiempo es mucho más benéfico para los hogares con jefe hombre que con jefa mujer. Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 13 REFLEXIONES FINALES • Ciertamente del análisis de los indicadores se desprende que la escolaridad del jefe(a) del hogar explica en gran parte la distribución del ingreso. No obstante, habría también que interesarse por lo que acontece con la escolaridad del “resto de la familia”. En general, cabría esperar que la correlación entre la escolaridad del jefe del hogar y la del resto de la familia sea muy marcada. Empero, el gobierno mexicano en los últimos años ha estado llevando a cabo un gran programa de becas educativas para la población más pobre y que, en consecuencia, tiene jefe(a) de hogar con un nivel educativo muy precario. Entonces, la correlación antes mencionada afortunadamente puede empezar a no ser tan directa, esto es, cabría esperar que en los próximos años los miembros de hogares con jefes(as) de nivel educativo elemental experimenten un mejor nivel educativo y formen un hogar que no pertenezca al grupo educativo más bajo. • Una línea de investigación íntimamente ligada a la relación educacióndistribución del ingreso pasa por lo que acontece en el plano regional. Una pauta de comportamiento que parece deducirse de diversos estudios es que la evolución de la desigualdad regional está positivamente asociada a la evolución económica general. Es decir, en los ciclos expansivos de la economía, la desigualdad regional tiende a aumentar. En concreto, en tales fases, la distribución regional del ingreso empeora y la aportación explicada por la desigual distribución del capital humano entre regiones se incrementa. El motivo puede radicar en que en tiempos de crecimiento económico podría darse un proceso de migración de individuos de educación superior hacia determinadas regiones, lo que terminaría por explicar la participación creciente de este factor en la explicación de la desigualdad regional, cuyo origen es la desigual distribución del capital humano entre regiones. Como se apunta previamente, las fases de prosperidad económica se caracterizan por un aumento en los premios salariales para los más instruidos, más abundantes en las regiones más desarrolladas que en las más deprimidas, lo que ha comportado que las diferencias regionales de renta se acrecienten. Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 14 • Sería interesante indagar la características del tipo de demanda de trabajo por género y niveles educativos y su impacto sobre el ingreso y su distribución. Por ejemplo, se intuye que la división del trabajo para personas con niveles educativos bajos puede ser muy estricta y poco flexible, en particular para los hombres, y que ello explique porqué la situación de las mujeres es relativamente mejor que las de los hombres en los grupos con niveles educativos bajos, pero que se va diluyendo conforme se escala en los niveles educativos. Debe también considerarse que la competencia entre hombres y mujeres por un mismo puesto de trabajo se intensifica en los grupos con niveles superiores de educación. De hecho para trabajos que requieren mano de obra no calificada (trabajo doméstico e industria de la construcción, por ejemplo) los mercados laborales por género pueden estar muy segmentados, mientras que para trabajos altamente calificados el mercado laboral tiende a no distinguir por género. Así, si se da por descontado algún tipo de discriminación salarial en contra de las mujeres, parece evidente que aquella se presenta con mayor fuerza en mercados que demandan trabajos con niveles de educación superiores.5 • A pesar de todos los atenuantes, una lección que debería ser tomada en consideración es que la mejor política para aminorar los efectos de procesos que tiendan a concentrar el ingreso, continúa siendo mejorar la distribución de la educación. Si aquella no experimenta una evolución claramente positiva, las diferencias de los premios salariales por niveles educativos puede causar serios estragos en la distribución del ingreso. En este sentido, si bien es cierto que las políticas de liberalización han podido contribuir al aumento de la desigualdad, de aquí no se concluye ineludiblemente que eficiencia y equidad deban mostrarse necesariamente como dos objetivos contradictorios. En efecto, en términos de política educativa, el aumento más que proporcional de las primas salariales en los 5 Si se piensa que en una situación de probable promoción laboral, los que toman la decisión lo harán en función de la estabilidad y apego al puesto de trabajo, entonces se entiende que muchas decisiones se decanten a favor de los hombres que no tienen, o lo tienen en mucho menor grado, riesgo potencial de abandono del trabajo (para cuidar hijos, personas mayores, embarazos, etc.). Adicionalmente, las mujeres dedicarían menos energías a su ascenso promocional, pues va en menoscabo de su papel social de permanecer más tiempo en el hogar ejerciendo las tareas domésticas y familiares. Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 15 niveles educativos más elevados sólo implicará a largo plazo una mayor desigualdad en la distribución del ingreso si los estratos de renta menos favorecidos se enfrentan a dificultades difícilmente salvables para acceder a los estratos educativos superiores. En este contexto, se trata de allanar el camino para que los distintos grupos poblacionales puedan beneficiarse de la educación superior, sin que las restricciones financieras representen un obstáculo infranqueable. En tal contexto, la política de gasto público debe facilitar el acceso de toda la población a la educación básica, condición necesaria para la erradicación de la pobreza y la marginación, a la vez que pasillo obligado para el acceso a la educación superior. • Algunas de las ideas vertidas en este trabajo dejan al descubierto que restan cuestiones por investigar, como lo son: la posible existencia de mercados segmentados que tomen en consideración no sólo el nivel educativo, sino la profesión de los individuos, y una explicación de las divergencias salariales entre niveles educativos, que muy probablemente pase por tomar en consideración la calidad de la educación. Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 16 BIBLIOGRAFÍA > Barceinas, F. (2002) “Rendimientos privados y sociales de la educación en México”, Economía Mexicana, Vol. XI, N° 2. > Barceinas, F, y J. L. Raymond (2003), “Hipótesis de señalización versus capital humano. 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Este Programa comenzó a funcionar a comienzos del año 2003. Los objetivos del programa son: - Producir, sistematizar y analizar información cuantitativa y cualitativa orientada a la toma de decisiones - Transferir la información a la comunidad de interés: decisores políticos, académicos, técnicos, docentes, estudiantes, periodistas, etc. El SITEAL está orientado a monitorear la inequidad en el acceso y en los logros educativos de la población, así como el impacto de la educación en la calidad de vida de las familias y en la dinámica social. En su primera etapa, el Programa se concentrará en la producción y análisis de información proveniente de las Encuestas a Hogares que se implementan en casi todos los países de la región, ya que esta fuente, por su periodicidad y cobertura temática, posibilita diagnosticar la situación y la evolución de la relación entre educación y sociedad. Esta iniciativa busca aportar un mayor conocimiento sobre la situación social y educativa de la región, como contribución al fortalecimiento de las políticas educativas ante el desafío de garantizar una educación de calidad para todos. Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina http://www.siteal.iipe-oei.org Pág. 18