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La encrucijada
española
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PEDRO Brieger
La encrucijada
española
Del 15-M a la disputa por el poder
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Brieger, Pedro
La encrucijada española : del 15-M a la disputa por el poder / Pedro Brieger.
1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Capital Intelectual, 2015.
264 p.; 20 x 14 cm.
ISBN 978-987-614-493-3
1. Política Internacional. I. Título.
CDD 327.1
Diseño de colección y tapa: Ariana Jenik
Diagramación: Daniela Coduto
Revisión de entrevistas: Nicolás Eisler
Coordinación: Inés Barba
Producción: Norberto Natale
© Brieger Pedro, 2015
© Capital Intelectual, 2015
1ª edición • Impreso en Argentina
Capital Intelectual S.A.
Paraguay 1535 (1061) • Buenos Aires, Argentina
Teléfono: (+54 11) 4872-1300 • Telefax: (+54 11) 4872-1329
www.editorialcapin.com.ar • info@capin.com.ar
Pedidos en Argentina: pedidos@capin.com.ar
Pedidos desde el exterior: exterior@capin.com.ar
Queda hecho el depósito que prevé la Ley 11723. Impreso en Argentina.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación
puede ser reproducida sin permiso escrito del editor.
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Índice
Introducción
I. La encrucijada española ¿Hacia un populismo de izquierda?
Diálogo con Jaime Pastor
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La democracia restauradora y la cuestión catalana
Diálogo con Antoni Domènech
39
Los vascos son capaces de construir su propio Estado
Diálogo con Sabino Cuadra
67
Las dudas del PSOE
Diálogo con Micaela Navarro
87
Izquierda unida y la hipótesis comunista
Diálogo con Alberto Garzón
105
Los partidos tradicionales están tocados
Diálogo con Begoña Villacís
127
II. Del 15-M a Podemos Nos atamos las zapatillas mientras corremos
Diálogo con Íñigo Errejón
El laboratorio de Podemos
Diálogo con Teresa Rodríguez
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Valencia: La Grecia de España
Diálogo con Mónica Oltra
III. Las nuevas experiencias de gestión
y la hipótesis municipalista
¿Cómo luchar hoy contra las desigualdades?
Diálogo con Manuela Carmena
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203
205
Deshipotecar el futuro
Diálogo con Gerardo Pisarello
221
De la calle al despacho
Diálogo con Xulio Ferreiro
241
Epílogo sobre los olvidados: Ceuta y Melilla,
entre España y Marruecos
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Introducción
Mi primer acercamiento a España desde el punto de vista político e
intelectual fue en mi adolescencia, en 1973, cuando casi de casualidad compré en la calle una revista que contenía un extenso reportaje sobre la cuestión vasca. Debo decir que me atrapó la cuestión
nacional planteada por los vascos y que mis primeras lecturas políticas estuvieron atravesadas por esta temática, entrelazada con mi
historia personal. Me interesaba comprender qué movía a un pueblo
a plantear aquello que se definía como “autodeterminación”.
Con el tiempo fui aprendiendo que la cuestión nacional era
un producto del desarrollo capitalista de los siglos XIX y XX, y
que Europa había estado atravesada por la unión y desunión de
pueblos en la conformación de los Estados nacionales. Descubrí
en ese camino que el racismo bebía sus fuentes justamente del
odio hacia “el otro”. También, que la “cuestión judía” había sido
parte de casi todos los debates de los teóricos socialistas y que el
socialista August Bebel, a fines del siglo XIX, había calificado el
antisemitismo imperante en el estado de Sajonia (Alemania) como
“el socialismo de los imbéciles”. En 1914, justamente en Dresden
–la capital de Sajonia– había nacido mi padre, que luego se vería
obligado a huir en 1933 por su condición de judío sin siquiera
conocer la frase de Bebel. Esto me acercaba en lo personal a todo
lo que tuviera que ver con la opresión de un pueblo sobre otro.
Me sumergí en la literatura para tratar de comprender la cuestión
judía y el sionismo, a los habitantes francófonos de Quebec, los
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irlandeses de Irlanda del Norte, los saharauis, los bretones, los
corsos, la situación en Timor Oriental, y a todos los movimientos denominados “de liberación nacional”. Y adentrarme en la
cuestión vasca me llevó a preguntarme también por la situación
particular de Galicia y Cataluña, cuya capital –Barcelona– fue mi
puerta de entrada a España en 1981, cuando llegué tarareando “Al
llegar a Barcelona lo primero que se ve es a los perros fascistas
sentados en el café”, como decía una vieja canción de la guerra
civil española que habían traído a la Argentina los exiliados republicanos. Pero claro, la guerra era cuestión del pasado. En ese
entonces en los cafés de Barcelona se debatía sobre los regates
del eximio Johan Cruyff, que se había marchado en 1979, y nadie
soñaba que al año siguiente Diego Maradona vestiría la camiseta
blaugrana, en un paso que sería fugaz. En 1981, Barcelona era
una ciudad industrial y gris sin la famosa rambla repleta de restaurantes y malabaristas callejeros ni acceso directo al mar, y en
España eran muy populares las canciones melódicas de Roque
Narvaja, a quien tuve oportunidad de escuchar durante aquella
visita. Unos meses antes el militar Antonio Tejero había interrumpido una sesión parlamentaria en un frustrado intento de
golpe de Estado. Era otra España.
Mi posterior regreso a Barcelona, varios años después, encontró una ciudad abierta al turismo, rebosante, alegre, con un casco
histórico embellecido y cientos de lugares por doquier para saborear las típicas tapas, aunque con precios muy elevados, como producto justamente del afluir turístico. Barcelona había cambiado.
España había cambiado. Pero la cuestión nacional seguía presente
en Cataluña y el País Vasco, casi congelada en la historia a pesar
de la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975.
Mi primer viaje a España fue en 1981, apenas seis años después de la desaparición física de Franco. Retorno para hacer este
libro cuando se cumplen 40 años de su muerte. En el ínterin
hubo numerosos viajes para asistir a conferencias, seminarios y
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presentaciones de libros, participar en eventos políticos y sociales, viajes de investigación y también paseos por las diferentes
regiones simplemente para palpar y respirar las bellezas de un
país que está unido a los argentinos desde nuestro nacimiento.
¿Acaso la tortilla en sus múltiples variantes o el puchero no son
ya tan “argentinos” como españoles? Mis atesorados antiguos
cuadernos de notas me ayudaron a recordar momentos que no
siempre estaban integrados en los numerosos artículos que vengo
escribiendo sobre España en diferentes medios de comunicación, hace ya más de 30 años, y que comencé cuando algunos
de los entrevistados en este libro no habían nacido o estaban
aprendiendo a caminar y el nombre de Leo Messi ni siquiera se
vislumbraba en el horizonte.
Los símbolos del franquismo estaban en 1981 y todavía están hoy, aunque la sociedad en su conjunto ha sufrido profundas
transformaciones y algunos de ellos han sido incorporados al espacio urbano. Basta con recorrer algunos lugares en Madrid para
verlos. Allí están el Arco de la Victoria en Madrid y las calles con
nombres de los golpistas de 1936, como si dijeran “Franco no se ha
ido”, a la espera de que las nuevas generaciones los eliminen definitivamente. Han pasado más de 80 años de la instauración de la
llamada “Segunda República” y es innegable que ella forma parte
de la cultura política, así como la guerra civil y sus consecuencias,
la dictadura. El tiempo no ha borrado sus marcas aunque algunos
intenten decir que eso es “sólo pasado”.
En este libro se combinan mis múltiples viajes profesionales
a Madrid y a Barcelona, los del pasado y el del presente. Hace
años que recibo religiosamente el diario El País en mi domicilio
y leo casi todo los días el ABC, El Mundo y La Razón, diarios
de tanta influencia en América Latina; o Público, Eldiario.es, La
Vanguardia de Cataluña, Gara del País Vasco y otros tantos que
las maravillas de la tecnología han convertido en parte de mi
vida cotidiana.
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El 15 de mayo de 2011,1 España despertó con miles de personas fluyendo hacia ese punto neurálgico que es la Puerta del
Sol en Madrid, convertido en horas en un ágora de gigantescas
proporciones. En la era del mundo instantáneo que vivimos, las
imágenes recorrieron el planeta en segundos y pudimos observar
las plazas españolas en vivo y en directo, como si estuviéramos
allí. Algunos de los que habíamos salido a las calles el 19 y el 20
de diciembre de 2001 y formamos parte de la experiencia de las
asambleas vecinales en Argentina nos encontramos con algo familiar y conocido. Mi curiosidad por los fenómenos masivos y
populares me había llevado unos meses antes, en el 2011, a la plaza
Tahrir, en el corazón de El Cairo, donde miles y miles de personas habían gritado hasta el cansancio “el pueblo quiere un cambio
de régimen” y habían logrado derrocar el envejecido régimen de
Hosni Mubarak. La plaza egipcia, frente al Museo Egipcio de El
Cairo, también se había convertido en un ágora de optimismo revolucionario con miles de jóvenes que discutían hasta altas horas
de la noche los pasos para evitar el regreso de los militares. Pocas
semanas después del ágora egipcio estuve en el ágora madrileño,
para presenciar una asamblea de vecinos a escasos metros de la
Puerta de Sol, donde se discutía absolutamente todo en un clima
de democracia participativa y novedosa. Al escuchar a los vecinos
debatir me preguntaba hacia dónde se canalizaría toda esa energía,
la misma pregunta que me hice algunos meses después en Nueva
York cuando apareció el movimiento “Occupy Wall Street” en la
plaza Zuccotti y estuve durante varios días presenciando debates
1 Los españoles tienen la rara costumbre de poner el número y la primera letra del
mes correspondiente para identificar una fecha. Es así que el asalto al Parlamento
del militar Antonio Tejero el 23 de febrero de 1981 es simplemente el “23-F”
y la irrupción de los indignados el 15 de mayo de 2011 es el “15-M”, así que
para simplificar la lectura nos referimos a las fechas tal como lo hacen los
españoles.
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similares, que cuestionaban al capital financiero en el corazón de
la “gran manzana”. Asambleas, debates, ocupaciones. Árabe, inglés,
castellano. En el fondo, las mismas preguntas.
El 15-M, como le dicen aquí, es una bisagra en la historia española contemporánea y así lo reconocen los doce entrevistados con
los que conversamos en este libro. Una de las preguntas fundamentales es si 40 años después de la muerte del dictador Francisco
Franco el Estado español está a punto de dar vuelta una página de
la famosa “transición” y la constitución de 1978. En mayo de 2011
miles de personas salieron a las calles de forma sorpresiva y sin una
nítida conducción política para darle forma a una gigantesca ola
de protestas contra el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y
sus políticas de ajuste, luego profundizadas por el Partido Popular
(PP). Desde el poder central pensaron que era una ola pasajera y
que la espontaneidad del movimiento 15-M acabaría por diluirse
en las arenas de una costa que Madrid no tiene.
Al año siguiente, el 11 de septiembre de 2012, una marea roja
y amarilla llegó desde el mar Balear para inundar las calles de Barcelona, como nunca antes se había visto en Cataluña, desafiando al
gobierno de Mariano Rajoy y a favor del surgimiento de Cataluña
como un nuevo Estado en Europa. En Madrid pensaron que la protesta estaba focalizada en apenas una región y que esa ola no tendría
la fuerza necesaria para llegar a la capital. En mayo de 2014, los españoles asistieron a otra ola inesperada, esta vez de color violeta, el
color de Podemos, en el marco de las elecciones para el Parlamento
Europeo. Los cinco eurodiputados que consiguió Podemos fueron
una sorpresa para propios y ajenos, que vieron como esta nueva formación política, asociada al 15-M, se convertía en la tercera fuerza
más votada en Madrid y la cuarta a nivel nacional. Por primera vez,
los dos grandes partidos no alcanzaron juntos el 50% de los votos,
y todos comenzaron a hablar del “fin del bipartidismo”.
La cuarta ola, convertida ya en una gigantesca marea, se produjo
en las elecciones municipales y autonómicas de junio de 2015. Ni el
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PP ni el PSOE pudieron mantener mayoría propia en las ciudades
más importantes y prácticamente no pudieron formar gobierno
en ninguna de ellas. El Partido Popular, que gobierna España en
2015 con mayoría absoluta y hace 24 años que controlaba Madrid,
obtuvo en la capital apenas un concejal más que la coalición Ahora
Madrid, liderada por la ex jueza Manuela Carmena y que incluye a
Podemos, un movimiento de apenas un año de vida. En Barcelona
la dirigente social Ada Colau, encabezando una gran coalición que
también incluye a Podemos, obtuvo el primer lugar y se convirtió
en la alcaldesa de la segunda ciudad más importante del país. No
se puede comprender la situación actual en el Estado español ni las
elecciones generales de fin del año 2015 sin tomar en cuenta estas
olas que crecen y crecen.
España evolucionó de manera notable en estos últimos años,
pero así como su crecimiento fue presentado como un modelo
“exitoso”, sus cinco millones de desempleados en 2015 y más de
la mitad de los jóvenes sin trabajo permiten dudar de este “éxito”.
Del mismo modo, José María Aznar prometía en 2003 que se construirían al año siguiente “más viviendas que en Alemania y Francia
juntas” (ABC, 27/10/2003). En 2015, al recorrer el sur de España,
uno puede ver los esqueletos de hoteles y complejos habitacionales
vacíos que se construyeron durante el “boom inmobiliario”, donde
antes había campos de cultivo o espacios verdes, y que hoy son
proyectos abandonados de cemento y hierro sin árboles y con autopistas que no conducen a ninguna parte. Verdaderas urbanizaciones fantasma.
Por otra parte, los innumerables casos de corrupción que involucran a tantos políticos han provocado un amplio rechazo de lo que
se denomina “la clase política” y un problema para cualquiera que
intente algún tipo de participación institucional, porque inmediatamente parece quedar manchado y es considerado “más de lo mismo”.
Hoy en día, en el escenario político español hay cinco importantes fuerzas políticas con representación política. El Partido
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Popular (PP), un partido de derecha donde encontraron un lugar
para cobijarse numerosos seguidores del franquismo con nuevas
generaciones de políticos más “modernos”; el Partido Socialista
Obrero Español (PSOE), que se ha convertido en un típico partido
socialdemócrata que aplica las recetas dictadas por los organismos
internacionales; Izquierda Unida, que es la continuidad del histórico Partido Comunista de España, y dos formaciones nuevas
que aparecieron en los últimos tiempos: por un lado “CiudadanosPartido de la ciudadanía”, que nació en Cataluña en 2006 y se expandió por todo el Estado quitándole votos al PP; por otro lado,
“Podemos”, que emergió del 15-M y nació a comienzos de 2014.
El 15-M y Podemos son nuevas expresiones políticas no siempre fáciles de definir y que salen de los cánones tradicionales de
la organización política del siglo XX, esto es, sindicatos y partidos
políticos. Todos los entrevistados en este libro manifiestan la sorpresa que les produjo el 15-M, lo que muestra que las movilizaciones populares tienen condimentos que ni siquiera lo más avezados
lectores de la realidad pueden imaginar y que son un misterio para
los gobernantes y los propios actores de la historia. Y eso las hace
especialmente atractivas, porque hay más preguntas que respuestas,
aunque mirando retrospectivamente se afirme que “estaban dadas
las condiciones objetivas”.
Siempre es una tarea complicada elegir entrevistados, y siempre
habrá alguien que se preguntará por qué no está tal o cual persona.
Toda selección es arbitraria. Desde ya que este libro tiene al 15-M,
a Podemos y a las nuevas coaliciones que accedieron al gobierno
en varias ciudades como eje central, porque son los fenómenos
novedosos que ha producido la sociedad española y representan
un desafío intelectual, porque hay que tratar de comprenderlos
mientras se van desarrollando. Podemos, como formación política,
es el fenómeno político más importante de España en los últimos
años, aunque es imposible saber si será un fenómeno pasajero; el
tiempo lo dirá y no hay por qué especular al respecto. Demasiadas
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sorpresas hubo en estos últimos tiempos como para aventurarse
sobre lo que puede suceder o no; cualquier análisis “concluyente”
podría quedar desactualizado rápidamente. Como dice Jacobo
Rivero en su libro Podemos. Objetivo: asaltar los cielos, “nadie los
vio venir, pocos les dieron importancia y muchos los despreciaron”.
Se podría agregar que numerosos políticos e intelectuales todavía
se preguntan cómo estos jóvenes que crearon Podemos tuvieron la
capacidad de “leer” lo que se estaba moviendo en la sociedad española a raíz de la aparición sorpresiva del 15-M.
Tratamos de que el libro fuera amplio y abarcara tanto diferentes puntos de vista, partidos políticos y dirigentes sociales como
expresiones de las nacionalidades existentes en el Reino de España
–nombre oficial del país–; por esta razón, fuimos a buscar voces
diversas de madrileños, vascos, gallegos, andaluces, catalanes y valencianos, cada uno con sus particularidades. Y si en este libro no
está la voz de algún representante del PP es, simplemente, porque
no respondieron a la convocatoria.
Para comprender la política española desde el franquismo hasta hoy entrevistamos a Jaime Pastor, un reconocido académico y
editor de la revista Viento Sur. Íñigo Errejón, uno de los líderes
de Podemos, nos explicó el significado de esta agrupación desde
“adentro”. Manuela Carmena no podía faltar al haber sido elegida como nueva alcaldesa de Madrid en 2015, al igual que Xulio
Ferreiro, el nuevo alcalde de La Coruña en Galicia, y Gerardo Pisarello que –además de ser argentino– se convirtió en el primer
teniente de alcalde (vicejefe de Gobierno) de la ciudad de Barcelona. Para analizar la cuestión catalana nos encontramos con
Antoni Domènech, editor de la revista Sin Permiso, y para hablar
de la situación en el País Vasco recurrimos a Sabino Cuadra, diputado por Amaiur, una fuerza política vasca. Entrevistar a Mónica
Oltra en Valencia era inexorable, famosa por lucir camisetas con
consignas para eludir la censura y una de las principales figuras de
Compromís. En Andalucía nos pareció interesante contar con la
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opinión de Teresa Rodríguez, una de las mujeres más representativas
dentro de Podemos, que nos explicó mejor que nadie la trama de
las movilizaciones del 15-M y su relación con Podemos; y de Micaela Navarro, la presidenta del PSOE, una voz más que autorizada
para explicar qué sucedió con el Partido Socialista, que en 1981
prometía salir de la OTAN y terminó aplicando políticas de ajuste
neoliberales. Tampoco podían faltar en el libro el diputado de Izquierda Unida Alberto Garzón, para que cuente qué sucedió con la
izquierda tradicional en este país, y Begoña Villacís, candidata de
Ciudadanos a la Alcaldía de Madrid, para obtener una visión muy
diferente de la sociedad española.
Un libro se compone de muchas voces y manos. Desde ya que a
los entrevistados les debo agradecer el tiempo concedido en medio
de sus frenéticas actividades. Me recibieron en despachos o bares,
e incluso me abrieron las puertas de sus casas con hospitalidad.
Algunos ya no están, como Miguel Romero, que en julio de 2011
me ayudó a mirar en un café de Madrid a metros de la Puerta del
Sol lo que se estaba gestando. Lourdes Lucía, que es más que una
editora, me llevó de un lado a otro en varias visitas a Madrid para
que yo pudiera observar de cerca las multitudes en Sol, y ha sido
fundamental en este libro. El 31 de enero de 2015, cuando Podemos organizó una gran concentración en Madrid, gracias a su
sabiduría pudimos entrar en el tradicional Círculo de Bellas Artes
sobre la calle Alcalá, donde estaban los principales referentes de
esa fuerza política. “Vamos por la otra puerta, pagamos un euro
y entramos”, me dijo esta gran conocedora de todos los recovecos
de la ciudad. Una vez adentro, acordamos con Íñigo Errejón que
haríamos un libro de entrevistas. Un tiempo antes, a principios de
2014, Alfredo Serrano Mancilla –que más que “andalú” o “gaditano” es “gallego” y latinoamericano– me dijo que observara esta idea
loca de unos cuantos amigos suyos que estaban armando algo de
nombre “Podemos” y que casi nadie sabía bien qué era. “Tú débe
mirá”, me dijo una y otra vez con su clásico acento andaluz. Cuando
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estuve en Madrid, en mayo de 2014 durante las elecciones del
Parlamento Europeo, me di cuenta de que aquellos –los de esa idea
loca– tenían la loca idea de desalojar del poder ni más ni menos
que al gobernante Partido Popular. En esas noches del 23 y 25 de
mayo frente al Museo Reina Sofía, donde hacía sus actos Podemos,
Pablo Iglesias decía a los cuatro vientos: “Les vamos a ganar”. Hablaba en serio. Y gracias a las maravillas de la tecnología, Alfredo,
en contacto permanente, me decía que escuchara con atención.
Debo agradecer a Heber Ostroviesky que, más que un editor, se
convirtió en un Sancho Panza sobre Rocinante empuñando su lanza
para que este libro saliera y luchando contra molinos de vientos.
Paula Corroto me ayudó a concretar las entrevistas en Madrid, Barcelona, Valencia, La Coruña y Sevilla, para que cada minuto fuera
explotado al máximo, y me aportó valiosos comentarios; y Nicolás
Eisler desgrabó las entrevistas contrarreloj. A Carlos Schmerkin por
aportar ideas de manera permanente y porque siempre me ayuda a
hacer foco en lo nodal. Y, por supuesto, le agradezco a Laura, que a
pesar de tener sangre suiza en sus venas, es una verdadera “gallega”
y me ha enseñado a conocer a los españoles.
En julio de 2011, en Madrid, escribí: “Difícil saber adónde
llevará este proceso del 15-M, pero esta va en serio”. Los escépticos
de siempre lo ponían en duda. Cuatro años después me doy cuenta de que me quedé corto. Esto va muy en serio, y hay una clase
política –“la casta”, como le dicen aquí– que está asustada. Muy
asustada. Tampoco ahora, al escribir este libro, sé adónde llevará.
Pero de algo estoy seguro. Nada será como antes.
Madrid, agosto de 2015.
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