II Congreso Nacional de Estudiantes y Graduados en Filosofía: la Filosofía en su contemporaneidad 21, 22 y 23 de junio de 2013.Mar del Plata. Argentina Departamento de Filosofía. Facultad de Humanidades. UNMdP ISBN 978-987-544-537-6 “Desde la mirada del otro, una criatura podría tener conceptos sin tener nuestros conceptos” María Cecilia Biocca UNMDP Introducción El siguiente proyecto intenta profundizar la problemática del antropocentrismo en la medida en que la praxis implica un compromiso frente a la realidad del hombre en su pluridimensionalidad, entendida como una realidad problemática, esto es, una dimensión que convoca a cuestionamientos, reflexiones, e inquietudes. En ese marco problemático, así definido, se privilegiará la particularidad de la relación entre el hombre, animal humano y los animales no humanos. Para ello analizaremos el concepto antropocéntrico, la posición del hombre en la naturaleza y el punto de vista de Aristóteles sobre su reflexión de que los animales pueden ser prudentes. Para lograr comprender la alteridad, hay que dejarse hablar por lo otro. Pues, no alcanza con el reconocimiento de lo otro sino que, es preciso oír lo que con la alteridad se nos da a pensar. La apertura de la pregunta se dirige hacia el modo de ser de algo e implica poner en suspenso opiniones y prejuicios, reconociendo la propia ignorancia, esta ocurrencia supone un padecimiento por la inseguridad de lo sabido. Desarrollo. Antropocentrismo El antropocentrismo,1 es un concepto que considera que el hombre debe permanecer en el centro de la comprensión humana. La conciencia del hombre sobre sí mismo y sobre los fenómenos que lo rodean no ha ocurrido sólo en Grecia, pero fue allí donde, en virtud de una cultura dedicada a la figura humana, que se ha ocupado de desarrollar explicaciones racionales, tales como las matemáticas, la medicina y la filosofía, el hombre podía ser visto como “centro de todas las cosas”. Pues, ésta es una teoría filosófica que surge a principios del siglo XVI, que sitúa al ser humano como medida de todas las cosas, o centro del universo. El “antropocentrismo” es el remplazo moderno del “cosmocentrismo” antiguo y del “teocentrismo” medieval, tan antropocéntrico como ellos (aunque con distinta modalidad) y que procede a nuevas trascendentalizaciones ilegítimas desde su punto de partida del Ego cogito cartesiano. La racionalidad del “Yo” es elevada a universalidad, el “Yo” es proyectado como modelo de lo universal humano, por lo que en nombre de la racionalidad se procede a la negación de cualquier otra racionalidad alternativa bajo la denuncia de su irracionalidad. En la actualidad el antropocentrismo ha sido defendido en el contexto de la discusión sobre el especismo y la consideración moral de los animales de otras especies, 1 Antropocentrismo: a)/nqrwpoj, anthropos, “hombre” y ke/ntron, kentron, “centro”. ~ 61 ~ María Cecilia Biocca afirmando que los humanos son los únicos seres que deben ser objeto de dicha consideración, o que sus intereses deben anteponerse a los intereses de los animales de otras especies. El antropocentrismo lleva milenios separando psicológicamente al Homo sapiens de su condición animal, y su impacto es peligroso. Sin embargo los estudios de los últimos decenios sobre la conducta social de peces, insectos, reptiles, aves y mamíferos han hecho cambiar de opinión a muchos científicos y equilibran la balanza hacia un mundo en el que todos los animales deberán ser debidamente considerados. La sociedad humana no es la única que importa en el contexto ecológico del planeta. ¿Qué es lo que hace que el ser humano se distinga del resto de los seres vivos? Aristóteles, en la “Ética Nicomaquea”, toma el concepto de phrónesis, no ya como una ciencia de lo necesario e invariable, sino como la virtud dianoética 2 propiamente humana, cuyo cometido es lo contingente, ella permite al hombre dirigirse hacia el bien realizable en el mundo. En dicha obra, la phrónesis es presentada como una virtud intelectual exclusiva de los seres humanos. En efecto, según Aristóteles, la phrónesis pertenece a la parte racional del alma, condición que, desde su perspectiva, le otorga tal exclusividad. No obstante, en “Historia de los animales”, el propio Aristóteles transfiere esta virtud al reino animal, al calificar como prudentes a algunos animales. Este traslado parece desafiar el sentido del término expuesto en la “Ética Nicomaquea” y conducir al reconocimiento de una inconsistencia en el corpus aristotélico. Para evitar esta aparente dificultad, resulta necesario indagar acerca del sentido en que el Estagirita sostiene que los animales pueden ser prudentes. De ahí, la importancia de resolver las siguientes preguntas: ¿A qué se refiere Aristóteles cuando califica como prudentes a algunos animales? ¿En qué consiste y cómo debe entenderse la phrónesis animal? En el siglo IV a.C, el filósofo griego Aristóteles, propuso que había distintos tipos de animales en el mundo que podían diferenciarse unos de otros. Creía también que la naturaleza estaba organizada de lo más simple a lo más complejo: primero los cuatro elementos (aire, tierra, fuego y agua), después venían las formas de vida más simples y luego las más complejas. ¿Qué es lo que hace que el ser humano se distinga del resto de los seres vivos? Los seres humanos eran distintos y superiores a todos los animales porque tenían la capacidad de pensar. La razón por la cual el hombre es un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier animal gregario, es evidente: la naturaleza, como decimos, no hace nada en vano y el hombre es el único animal que tiene palabra. Pues la voz es signo del dolor y del placer, por eso la poseen también los demás animales, porque su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer e indicársela unos a otros. Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio del hombre frente a los demás animales: poseer, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo…Pues así como el hombre perfecto es el mejor de los Son las virtudes del Alma de la parte Intelectual, racional. Se originan y crecen principalmente por la enseñanza y requieren experiencia y tiempo. 2 ~ 62 ~ II Congreso Nacional de Estudiantes y Graduados en Filosofía: La Filosofía en su contemporaneidad animales, así también, apartado de la ley y de la justicia, es el peor de todos.3 Hay un pasaje crucial del libro VIII de la “Historia de los animales” que abre la puerta para considerar la existencia de una phrónesis animal, gracias a una facultad análoga a la facultad intelectual del hombre. El pasaje es el siguiente: Existen, en efecto, en la mayoría de los animales, huellas de estados psicológicos que, en los hombres ofrecen diferencias más notables. Así, docilidad o ferocidad, dulzura o aspereza, coraje o cobardía, temor u osadía, apasionamiento o malicia, y en el plano intelectual una cierta sagacidad, son semejanzas que se dan entre muchos animales y la especie humana y que recuerdan las analogías orgánicas de las que hemos hablado a propósito de las partes del cuerpo. Pues unos animales difieren del hombre más o menos en ciertas cualidades, y lo mismo sucede con el hombre comparado con un gran número de animales (en efecto, algunas de estas cualidades se encuentran más en el hombre, otras en los animales); otros animales, al contrario, presentan relaciones de analogía. Así lo que en el hombre es arte, sabiduría e inteligencia, corresponde en algunos animales a una facultad del mismo tenor.4 Al afirmar Aristóteles que “se pueden observar en los comportamientos vitales de los demás animales numerosas imitaciones de la vida humana”,5 surge la propuesta de entender las afirmaciones en las que ciertos comportamientos animales son calificados como inteligentes en un sentido metafórico.6 Según esta perspectiva, Aristóteles pudo referirse a comportamientos animales que se parecen a los actos humanos y en los que los animales se comportan “como si” gozaran de inteligencia (los delfines controlan su respiración como si calcularan la distancia)7. Esta alternativa de interpretación conduce en cierto modo a una posición antropocéntrica, si se entiende por ésta el uso de categorías propias de los seres humanos para referirse a los animales. Por otro lado, se afirma que la techné, la sophía y la synesis, disposiciones intelectuales propias de los hombres,8 encuentran su correspondiente en los animales gracias a una facultad análoga a la racional presente en ellos (vale la pena señalar que, en los escritos biológicos, Aristóteles emplea indistintamente los términos “phrónesis” y “synesis” para designar la inteligencia práctica en los animales).9 Así, aunque los animales 3Aristóteles: Política, Libro I, 1253 a 1 a 14. Aristoteles: Investigación sobre los animales. Traducción de Julio Pallí Bonet. Madrid: Editorial Gredos, 1992. Libro VIII, 588a 18 ss. 5 Ibíd., Libro. IX, 7 ,612b 18. 6 Vale la pena señalar que, para Aristóteles, la capacidad racional (inteligencia) es la que posibilita hablar de phrónesis. 7 Ibíd., Libro, IX, 48, 631a 27. 8 Para ello, ver la exposición de las virtudes intelectuales que realiza Aristóteles en E.N VI. 9 El propósito, es examinar si los animales poseen inteligencia práctica. Si bien Aristóteles se refiere a ésta en el ámbito humano (E.N) mediante el concepto estricto de phrónesis, en la esfera animal (H.A) utiliza como sinónimos los términos phrónesis y synesis De ahí que, tal como lo subraya Labarrière, pueda leerse indistintamente phrónesis o synesis para referirse a este tipo de inteligencia en H.A. Para observar el uso indistinto de estos términos, remitirse a los siguientes pasajes: -para phrónesis- H.A. 611a 16, H.A. 612ª 3, H.A. 612b 1 y -para synesis- H.A. 588a 24, H.A. 588a 29, H.A. 589a 1, H.A. 630b 21. 4 ~ 63 ~ María Cecilia Biocca estén privados de logos, tal y como se entiende en el caso de los seres humanos, algunos de ellos poseen una facultad análoga que se presenta como “un cierto tipo de conocimiento y de comportamiento que no se reducen al sólo instinto de conservación”, que permite llamarlos prudentes o sagaces. La phrónesis, afirma Aristóteles, permite examinar adecuadamente lo relativo a uno mismo y a los bienes que, a su vez, son relativos. De esta manera, tal como lo indica Aristóteles en “Ética Nicomaquea”, VI, 1141a 30ss, no podría existir una sabiduría acerca de lo que es bueno para todos los animales, sino una diferente para cada uno. De lo que se trata es de una nueva alternativa de comprender en qué sentido habla Aristóteles en “Historia de los Animales”, de animales prudentes. Podemos entender la phrónesis en un sentido más amplio y más flexible, relacionado con la facultad de previsión, con la capacidad para salvaguardar la vida y con la búsqueda del bien relativo a los intereses de cada especie. Si se acepta lo anterior, se debe reconocer que quizás no existe una única manifestación de la phrónesis animal, sino una pluralidad de formas en las que la phrónesis se presenta en los animales teniendo en cuenta el bien que persigue cada uno de ellos. Según lo visto, la propuesta aristotélica permite considerar dos sentidos del concepto phrónesis. El primero se entiende como exclusivo para el hombre, que implica un cálculo racional y un proceso de deliberación. Esta opción, desarrollada en “Ética Nicomaquea”, II, III y VI, no parece aplicable al ámbito animal, pues los animales no son capaces de deliberar, ni sus comportamientos persiguen una excelencia ética, por lo que no pueden ser juzgados en estos términos. Por otra parte, según lo expuesto por Aristóteles en “Ética Nicomaquea”. VI, 7, la phrónesis se puede concebir, en un sentido más amplio, como una capacidad de previsión y de determinación de lo que resulta adecuado para salvaguardar la vida. Precisamente, es esta concepción la que avala el uso de la misma noción en el ámbito humano y en el animal. Tanto para los hombres como para los animales es la phrónesis la que permite alcanzar el bien que es propio a cada ser. Esta alternativa da veracidad, por lo tanto, al uso del concepto phrónesis en el ámbito animal. A partir de la propuesta anterior es posible hablar de phrónesis animal, no como una virtud intelectual exclusiva del hombre, sino como una excelencia relacionada con los actos vitales de los animales. A partir de este nuevo enfoque, es posible sostener que los actos de los animales son inteligentes cuando se relacionan con los hábitos y los métodos que les permiten alcanzar su propio bien a través de la reproducción, la alimentación, la crianza y la preservación, principalmente. Al respecto, Alasdair Maclntyre,10 nos comenta que, a pesar de ser diferentes los animales con respecto al ser humano en cuanto hablante de un lenguaje, son capaces de crear relaciones no sólo con miembros de su propia especie, sino también con seres humanos y descifrar las interacciones y propósitos de esos seres humanos, a la vez que expresan sus propias intenciones y propósitos. Al hombre la naturaleza no le hizo la lengua semejante a la de los demás animales, pues, la aprovecha para percibir los sabores y para hablar, mientras que los labios los emplea para hablar y proteger los dientes. En efecto, la palabra que pronuncia la voz está compuesta de letras, pero la mayor parte de ellas no serían pronunciadas si la lengua no fuese así, ni los labios estuviesen húmedos: unas se producen por impacto de la lengua y otras por la articulación de los labios. Alasdair Maclntyre. Animales racionales y dependientes. Por qué los seres humanos necesitamos virtudes. 2001. Editorial Paidós Barcelona. Pág. 79. 10 ~ 64 ~ II Congreso Nacional de Estudiantes y Graduados en Filosofía: La Filosofía en su contemporaneidad Pues, la lengua de los animales se halla en la boca bajo el velo del paladar y es prácticamente igual en todos los animales terrestres. La lengua humana es la que mayor libertad de movimiento tiene, además, es muy ancha y muy blanda para que pueda cumplir sus dos funciones, además es la que resulta útil para el habla. Al ser de tal clase y tener gran libertad de movimiento, podría combinar y emitir cualquier tipo de sonido. Esto lo demuestran aquellos animales cuya lengua está muy sujeta: emiten sonidos torpes y balbucean, y esto supone un defecto para articular las letras. Entre las aves, las que mejor pronuncian las letras tienen la lengua más ancha que las demás. Los cuadrúpedos vivíparos sanguíneos tienen una escasa articulación de la voz, pues su lengua, además de ser dura y estar sujeta, es gruesa. Todos utilizan la lengua para comunicarse entre sí, pero unos más que otros, hasta el punto que parece que unos enseñan a los otros.11 Muchos ovíparos terrestres sanguíneos no pueden usar la lengua para la emisión de sonidos porque la tienen fija y dura. El uso del cuerpo humano como modelo conforme al que estudiar el resto de los animales es una constante en la obra biológica de Aristóteles. La razón teórica, al margen de posibles motivos culturales, es que el hombre realiza todas las funciones propias del viviente, desde las más elementales (nutrición, crecimiento y reproducción) a las relacionadas con su carácter racional, pasando por la percepción y el movimiento. La posición del hombre en la naturaleza. Desde Descartes en adelante, el principal argumento filosófico en contra de conferir pensamientos y conceptos a los animales ha sido que tanto una cosa como otra requieren lenguaje. Sin embargo, las investigaciones recientes de etología cognitiva sugieren que los chimpancés y los bonobos son capaces de adquirir destrezas lingüísticas elementales. Estos hallazgos han sido discutidos por lingüistas chomskianos, quejándose en particular de que esos simios carecen de las capacidades sintácticas propias del lenguaje. La posición del hombre en la naturaleza, desde el punto de vista de George Gaylord Simpson,12 es que, el hombre es una de las formas actualmente dominantes de vida, la última en aparecer y la única en la secuencia particular de dominancia a la que pertenece. Es evidente que dicho autor apoya la validez del punto de vista antropocéntrico, pues para él, el hombre es el animal más avanzado. El hecho de que sea el único capaz de emitir un juicio es, en sí mismo, parte de la evidencia de que esta posición es correcta. Por otra parte, Hans Johann Glock,13 admite la posibilidad de que los animales tengan algún tipo de pensamiento perceptivo sin conceptos, ya que la posesión de ellos no está ligada al lenguaje, sino a la capacidad de hacer discriminaciones sujetas a evaluación normativa. 11Ibíd. HA 504b 1, 536a 20 y ss., 597b 26 y 608a 17. En este punto Aristóteles formula una importante observación: atribuye función comunicativa a los sonidos emitidos por algunos animales. Además es cierto que el canto de los pájaros es, en cierta medida y en algunas especies, aprendido, de modo que estamos ante un rasgo cultural en sentido amplio (véase en este sentido J. Tyler Bonner 1980). 12 George Gaylord Simpson. El sentido de la evolución.(1977). Traducida por José Manuel Calvelo con la colaboración de Renata Wulff. Editorial EUDEBA. 13 Hans-Johann Glock: La mente de los animales: problemas conceptuales. (2009). Introducción de Josep Lluís Prades. Traducción de Víctor M. Santamaría Navarro. KRK Ediciones. ~ 65 ~ María Cecilia Biocca Conclusión El actual debate antropológico se basa más menos en las siguientes preguntas: ¿Cuánto nos parecemos a nuestros parientes biológicos?, ¿Son los animales No humanos posibles criaturas lingüísticas?, ¿Pueden los animales sin lenguaje tener pensamientos? Pues, viéndolo desde la mirada del otro, una criatura podría tener conceptos sin tener nuestros conceptos. Esto significa que no hay argumentos holistas independientes en contra de los conceptos de los animales. El holismo, no ofrece una objeción convincente en contra de la posibilidad del pensamiento de los animales. Hay principios holistas plausibles 14 que excluyen la posibilidad de que una criatura tenga sólo una única creencia. En cualquier caso, la complejidad que requiere una creencia conceptual es incompatible con un repertorio conductual que sea sólo capaz de poner de manifiesto una única creencia. Pero estas reflexiones no establecen que la red de la que cualquier creencia debe ser parte necesite extenderse tanto como la red del pensamiento humano sofisticado. Puede haber redes más grandes y más pequeñas. El tipo de red que se requiere puede depender de la creencia y la criatura en cuestión. A partir del hecho de que un animal carezca de nuestra red de creencias y conceptos, no se sigue que no tengan creencias ni conceptos. Entonces, ¿cómo podemos ser capaces de afirmar que los animales no humanos no tienen ni pensamientos, ni creencias?, si sólo podemos analizarlos desde el punto de vista del hombre, dado que no podemos salirnos de nuestro cuerpo y mente y meternos por ejemplo en el de un perro. Solo si fuéramos capaces de realizar tal acción, de esa manera sí podríamos afirmar que son criaturas sin lenguaje, sin pensamiento, ni creencias o a la inversa, que son seres superiores a los animales humanos y allí caeríamos en un zoo centrismo. La cuestión es que casi todas las investigaciones, cada cual con sus razones, le otorgan el monopolio de la inteligencia, pensamiento, creencias y conceptos, sólo al animal humano. Pero las experiencias han demostrado, a mi juicio, que hay acciones de los animales no humanos que no pueden explicarse totalmente por instinto y por procesos asociativos, sino que en algunos casos se trata de auténticas acciones inteligentes. El animal no humano no es un mero mecanismo de impulsos. Es erróneo negar que el animal pose la acción electiva y creer que siempre le mueve el impulso más fuerte en cada caso. Bibliografía Aristóteles (1988). Política. Introducción y notas de Manuel García Valdés. Madrid. Editorial. Gredos. ________(1998). Ética Nicomaquea. Introducción por Emilio Lledó Iñigo. Traducción y notas por Julio Pallí Bonet. Madrid. Editorial Gredos. ________(1992). Investigación sobre los animales. Traducción de Julio Pallí Bonet. Madrid: Editorial Gredos. ________ (1992).Obra biológica. Sobre las partes de los animales. Traducción del griego Rosana Bartolomé. Introducción y notas Alfredo Marcos. Madrid. Editorial. Gredos. Esto significa que, entre las cosas entrañadas por los pensamientos, por ejemplo de los árboles, no hay una lista establecida que “a” deba ser capaz de tomar en cuenta y por tanto, que “a” sólo necesita ser capaz de tomar consideración alguna de las cosas entrañadas por “b”. De acuerdo con este principio, si un ser humano es incapaz de comprender siquiera alguno de los teoremas entrañados por los axiomas de Euclides, sus creencias sobre esos axiomas no tienen el mismo contenido que la creencia de un ser humano que sea capaz de comprender estos teoremas y en este sentido, los dos tienen diferentes creencias. 14 ~ 66 ~ II Congreso Nacional de Estudiantes y Graduados en Filosofía: La Filosofía en su contemporaneidad Descartes, René (1983). Discurso del Método. Barcelona. Ediciones Orbis, S.A. Glock, Hans-Johann (2009). La mente de los animales: problemas conceptuales. Introducción de Josep Lluís Prades. Traducción de Víctor M. Santamaría Navarro. KRK Ediciones. Maclntyre, Alasdair (2001). Animales racionales y dependientes. Por qué los seres humanos necesitamos virtudes. Traducción de Beatriz Martínez de Murguía. Barcelona. Editorial Paidós Simpson, George Gaylord (1977). El sentido de la evolución. Traducida por José Manuel Calvelo con la colaboración de Renata Wulff. Editorial EUDEBA. ~ 67 ~