Semana del 25 al 31 de octubre de 2010 • DISTRIBUCIÓN GRATUITA Semanario del Diario Oficial El Peruano | Año 103 | 3a etapa | N° 196 INSPIRADAS MÁSCARAS DEL PUNEÑO EDWIN LOZA Caretas de los Andes Nuevo circuito Complejo Kuntur Wasi Zapatero del Papa Un peruano en el Vaticano PERSONAJE 2 • VARIEDADES RESUMEN 4 | CRÓNICA Una visita a los tesoros del templo de Kuntur Wasi, en Cajamarca. 6 | TURISMO El impresionante nevado Pariacaca, un antiguo apu prehispánico. 8 | ARTE POPULAR La historia de Edwin Loza, Amauta de la Artesania Peruana 2010. 14 | GASTRONOMÍA El sabor único de la comida de Pozuzo, mezcla de varias culturas. 16 | EL OTRO YO Walter Alva afirma que la paciencia debe ser una cualidad del arqueólogo. PORTADA LA HISTORIA DE ANTONIO ARELLANO El zapatero del Papa Desde hace años es el responsable de mantener en buenas condiciones los zapatos del Papa. Su habilidad, herencia de una tradición familiar, es reconocida por Benedicto XVI. ESCRIBE / FOTOS: DOMÉNICA CANCHANO L TRADICIÓN. La máscara de enormes cuernos forma parte de la indumentaria de los danzantes puneños. Foto: Jesús Raymundo Taipe. DIRECTOR FUNDADOR : CLEMENTE PALMA DIRECTORA (E) : DELFINA BECERRA GONZÁLEZ SUBDIRECTOR : JORGE SANDOVAL CÓRDOVA EDITOR : MOISÉS AYLAS ORTIZ EDITOR DE FOTOGRAFÍA : JEAN P. VARGAS GIANELLA EDITOR DE DISEÑO : JULIO RIVADENEYRA USURÍN TELÉFONO : 315-0400, ANEXO 2030 CORREOS : VARIEDADES@EDITORAPERU.COM.PE MAYLAS@EDITORAPERU.COM.PE Variedades es una publicación del Diario Oficial 2008 © TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. a mañana del 7 de julio, pocas horas antes de iniciar sus vacaciones y partir hacia la residencia papal de Castel Gandolfo, el papa Benedicto XVI realizó la última audiencia general en el aula Paulo VI, a donde acudieron más de 9 mil peregrinos. Entre ellos estaba el trujillano Antonio Arellano, su esposa Isabel y su hijo Daniel: ansiosos de que llegara su turno para encontrar al papa Joseph Ratzinger, pues habían sido escogidos para tener su primera audiencia. “Ecco il mio ciabattino!, dijo el Papa al verlo comparecer ante él, mientras Antonio Arellano emocionado, pero muy atento, siguió el protocolo religioso: se agachó casi de rodillas para besar su mano tendida y el anillo papal. Hizo lo mismo toda su familia. “¡Miren, él es mi zapatero!”, continuaba el Papa, esta vez dirigiéndose a su colaborador y a unos que otros cardenales que lo rodeaban. Luego levantó las manos para bendecir a la familia Arellano y los saludó. Una entrevista que duró poco menos de cinco minutos, pero que Antonio afirma es el regalo más grande y más bello que recibió en toda su vida. “Me reconoció, ¿entiende? Es increíble cómo una persona tan importante como él pudo haberme reconocido y saludado con tanto afecto. Estaba tan asombrado que no recordaba su voz tan tierna, tan afectuosa, que entró en mi corazón como una dulce melodía. Mi esposa no lo podía creer.” En realidad, Antonio Arellano, 41 años, migrante de origen trujillano con más de 21 años viviendo en Italia, conocía al Papa desde que Ratzinger aún era cardenal. “Me traía sus zapatos personalmente. Y desde entonces siempre lo recuer- ITALIA Lunes 25 de octubre de 2010 • 3 TRABAJO. Antonio Arellano abrió su taller en plena plaza San Pedro en 1998 y el clero católico forma parte de su clientela. ES INCREÍBLE CÓMO UNA PERSONA TAN IMPORTANTE COMO ÉL PUDO HABERME RECONOCIDO Y SALUDADO CON TANTO AFECTO. ESTABA TAN ASOMBRADO QUE NO RECORDABA SU VOZ TAN TIERNA, TAN AFECTUOSA, QUE ENTRÓ EN MI CORAZÓN COMO UNA DULCE MELODÍA... do. Cuando supimos que fue nombrado Papa, para nosotros fue una inmensa alegría. Pocos meses después, tras su viaje en Polonia, su “badante”, la señora que lo asiste, vino a mi negocio trayéndome los inconfundibles zapatos color cereza para lustrarlos y arreglarlos, y con una larga sonrisa dijo: “El Santo Padre te envía un rosario para ti y tu familia, y te agradece por sus zapatos.” Zapatos color cereza que reconoce desde que en 1998, fecha en que abrió su taller en plena plaza San Pedro, un señor los llevó a su taller para lustrarlos y ponerles una suela de goma. Fue a la noche siguiente que Antonio, mirando en la televisión reconoció que aquel señor que se presentó como Stanisław Dziwisz era el secretario personal del papa Juan Pablo II. No cabía duda: los zapatos del Papa habían pasado por sus manos y aquel día se instauró una alianza (telepática) entre él y los zapatos color cereza. “¡Quién lo iba a creer! Hasta ahora mis familiares en el Perú –que son muy católicos– se quedan incrédulos cuando les cuento que tuve como cliente al papa Juan Pablo II y al actual papa, Benedicto XVI”. La suya es una familia con varias generaciones de artesanos que en la ciudad de la Eterna Primavera se dedica de manera exclusiva a los calzados de obra fina. Es por eso que llegando a Italia Antonio Arellano decidió no abandonar su profesión (algo sumamente difícil para los inmigrantes, que en muchos casos se adaptan a los trabajos, principalmente en el sector de servicios). Durante ocho años, trabajó como empleado para una gran empresa de zapatos, pero siempre pensó en independizarse: “En aquel tiempo no hablaba bien italiano, pero mis manos hablaban por mí”. Y no podía ser de otra manera; a los 12 años confeccionó sus primeros zapatos para venderlos en el mercado, a los 14 fabricó calzados en obra fina para boutiques; y a los 15 años, sus colegas mayores lo llamaban el “maestrito”. “A los pocos días me dieron mi primera docena que terminé de hacer en un día y medio. Mi destino estaba escrito: tenía que continuar por este camino”. Hoy su taller-laboratorio no es muy grande, pero está lleno de recuerdos: impreso en un bloque tallado de madera resalta la escrita “Il calzolaio”, que significa “El Zapatero”, sobre eso dos pequeñas banderas que representan la Ciudad del Vaticano y el Perú. En la misma pared conviven también varias fotos, cruces e imágenes de santos italianos y peruanos. Detrás del mostrador Antonio atiende a curas, monjas, obispos y cardenales. Pero también a personas comunes, como a sus mismos compatriotas, que lo felicitan por su labor. “Aquí todos son bienvenidos. Un día espero que también se aprecie mi trabajo de estilista: muy pronto sacaré mis modelos para venderlos aquí en Italia. Por el momento, soy zapatero arreglando zapatos.” “¿Cuánto dinero gasta el Papa para arreglar sus zapatos? Bueno, aquí los precios son altos, no como en el Perú. Claro, depende de que se trata, de todos modos el precio promedio es de 25 euros. Se sabe que el trabajo es trabajo y para mí todas las personas son iguales.” CRÓNICA 4 • VARIEDADES Ahora los secretos del sitio arqueológico de Kuntur Wasi, en Cajamarca, por muchos años de difícil acceso para los turistas a falta de vías de comunicación, quedan a sólo tres horas de la costa norte o a menos de dos horas de Cajamarca. VUELA MÁS CERCA La casa del cóndor TEXTO Y FOTOS: JOSÉ VADILLO VILA 1. “La Casa del Cóndor”. O Kuntur Wasi, en quechua. La misión del Museo Nacional de Antropología y Arqueología, enviada por Julio C. Tello, bautizó así al sitio arqueológico hace 64 años, cuando llegaron a investigar unos monolitos antropomorfos que se ubicaban en la cima del cerro La Copa, cerca del pueblo de San Pablo, en el distrito homónimo, en Cajamarca. Y Kuntur Wasi, de plataformas escalonadas y estructuras funerarias, estuvo casi empolvado para los estudios (salvo trabajos en 1955 y el período 1982-1983) hasta que en 1988 llegó la Misión Arqueológica de la universidad de Tokio, encabezada por el doctor Yoshio Onuki. Un año después, el equipo peruano-japonés hizo su gran descubrimiento y el asunto de los cóndores pasó a un segundo plano. Se hallaron tumbas y en ellas objetos ceremoniales –más de 200– de oro, trazando así una relación entre este sitio del período Formativo, con la cultura Chavín (800-200 A.C.). Siete de los monolitos tienen rostros de felinos, de jaguar, y también de serpiente, seres que adoraban los chavín. Kuntur Wasi es raro, porque también hay elementos de la cultura Cupisnique. A este lugar, que Julio C. Tello situó dentro del período Formativo, los estudios posteriores dieron una antigüedad entre mil 100 y 50 antes de Cristo, con diversas “superposiciones arquitectónicas”, cuatro fases: Fase Ídolo (1100-800 A.C.); fase Kuntur Wasi (800-500 A.C.); fase Copa (500-250 A.C.) y fase Sotera (250-50 A.C.). 2. Hace ocho años finalizaron las temporadas de excavaciones (12) que realizó una misión japonesa en la cima de La Copa. Pero el doctor Onuki vuelve religiosamente cada año, tiene su propia casa, para estar más cerca de la “Casa del Cóndor”. Es el vecino más célebre de “La Conga”, nombre como el que antes se conocía al centro poblado menor de Kuntur Wasi, a tres kilómetros del pueblo de San Pablo. Los campesinos y Onuki integran la Asociación Cultural Kuntur Wasi que administra el museo homónimo. El mes pasado, Onuki, de 73 años de edad, también estuvo por aquí. Pero en “La Conga” casi nadie sabe que este año el arqueólogo recibió en Lima el Doctor Honoris Causa de la universidad de San Marcos por su “contribución académica y científica al conocimiento del Perú Antiguo”. Sí, Onuki viene al Perú desde los años sesenta y también formó parte del equipo que descubrió el Templo de las Manos Cruzadas de Kotosh, en Huánuco. Hay quienes le incriminan por haber reconstruido el sitio CAJAMARCA Lunes 25 de octubre de 2010 • 5 APUNTE Museo de sitio Kuntur Wasi. Atención: de martes a domingo, de 09.00 a 17.00 horas. Entrada: S/. 4.00; adultos: S/. 4,50, estudiantes: S/. 2 y escolares: S/. 1. EN EL CENTRO POBLADO DE KUNTUR WASI ESTÁN FELICES PORQUE LA PISTA CAJAMARCASAN PABLO-CHILETE, QUE SE ESTÁ TERMINANDO DE CONSTRUIR, PERMITIRÁ QUE EL FLUJO DE TURISTAS HACIA EL COMPLEJO ARQUEOLÓGICO AUMENTE CONSIDERABLEMENTE. arqueológico utilizando las técnicas precolombinas antes de restaurarlo. Pero los vecinos del centro poblado están conformes con lo que se hizo en el sitio arqueológico. Ellos venían protegiendo el sitio a su manera desde hace 33 años, pero cuando Onuki y su equipo descubrieron las joyas, hubo mucha preocupación para saber cuál sería el mejor destino para el sitio arqueológico ahora que se sabía de su importancia, para las piezas de oro con 89 por ciento de pureza –entre ellas la corona en que se reproduce catorce veces la cara de ese dios degollador tan presente en las culturas del norte–, las hachas de piedra; para los ídolos de piedra; para los trabajos en cuentas de spondylus... porque entonces era muy difícil desplazarse a Cajamarca y había pocas probabilidades de tener real cuidado y exhibir las piezas en el propio lugar. Así se decidió que la misión exhibiera los objetos encon- trados en Tokio y con el dinero recaudado en la muestra, se pudo construir el museo, ubicado en un área de tres mil metros cuadrados, donde los propios campesinos son los guardianes y los guías que nos presentan los secretos de Kuntur Wasi. 3. Veinte minutos de caminata separan el museo del sitio arqueológico en la cima de “La Copa”. Del camino se puede ver el valle que forma el río Jequetepeque. Estamos a un poco más de dos mil metros de altura y el clima es templado. El sitio arqueológico está a un puñado de kilómetros del distrito de Chilete y de ahí uno avanza por la carretera a Pacasmayo en sólo tres horas. En el centro poblado de Kuntur Wasi están felices porque la pista Cajamarca-San Pablo-Chilete, que se está terminando de construir, permitirá también que el flujo de turistas para este monumento arqueológico aumente considerablemente. COMPLEJO. Kuntur Wasi fue descubierta en 1946, pero es recién a partir de 1989, con la presencia de la misión japonesa, liderada por Yoshio Onuki, que se realizan los hallazgos más contundentes. Carlos Díaz Miranda lleva más de una década como especialista en todo el circuito Nor-peruano. Explica que Kuntur Wasi fue durante años uno de los museos menos visitados del norte por los turistas, justamente por el tema de la accesibilidad, aunque se sitúa a sólo 93 kilómetros de Cajamarca. Y ahora con la nueva vía, que está a punto de ser entregada, significará que Kuntur Wasi podrá integrarse fácilmente a los paquetes turísticos porque sólo se necesitan unas horas para visitarla, y uno puede llegar tomando un avión y luego viajar en carretera desde Cajamarca. 4. Del museo al sitio arqueológico son alrededor de 20 minutos de plácida caminata y encontrarse con sus plataformas donde fueron hechas las excavaciones. Es un camino donde priman los árboles de tara. Dicen que es endémica de la región, la debieron de ver quienes construyeron piedra por piedra Kuntur Wasi en los distintos estadios que tuvo. Recuerda Carlos Díaz que los hallazgos en las tumbas de los sacerdotes de Kuntur Wasi son fundamentales para contar la relación de la cultura Chavín, o cómo el estilo Cupisnique también llegó por aquí. Emperatriz Campos, presidenta de la Cámara de Comercio de Cajamarca (CCC), comenta que lo de la vía de acceso es ya una gran facilidad para desarrollar el turismo hacia Kuntur Wasi. Además, para darle impulso a la zona, la CCC acaba de crear la Cámara de Comercio de San Pablo, con empresarios semiindustriales, los que ya están exportando a Europa la tara y aguaymanto. Claro, el distrito de San Pablo tiene sus propios méritos. En otro de sus cerros, “El Montón”, se desarrolló un episodio de la Guerra del Pacífico el 13 de julio de 1882: la Batalla de San Pablo, donde los ejércitos patriotas lograron su única victoria en el norte peruano. Ahora, la Casa del Cóndor y otros retazos de la historia están más cerca del camino, más cerca de usted. No se olvide de visitarlos. TURISMO 6 • VARIEDADES PASOS DE NIEVE Y GRANIZO EN EL CAMINO DE LOS INCAS El Apu Pariacaca MITO. En la cosmovisión andina, el nevado Pariacaca es una deidad principal, un Apu mayor al que le rendían culto. En una cueva grande (Cuchimachay) se levantó un adoratorio (foto derecha abajo). ESCRIBE / FOTOS: ROLLY VALDIVIA CHÁVEZ El nevado impresiona a primera vista. A este apu se llega siguiendo el camino inca. Durante la visita cayó una inusual nevada que puso a prueba a los caminantes. N ieve. Mucha nieve. Demasiada nieve. En todos y por todos lados. Sobre la carpa heroica, en el camino prehispánico y la carretera sin asfalto que se entromete con sus quiebres por el abra de Portachuelo. También está en el ichu, en las piedras y en los cerros que hoy no tienen faldas, que hoy lucen tupidos ponchos. Albos, blanquísimos, congelados. Y eso que la noche taimada se disfrazó de tranquilidad. Apenas unos cuantos rayos que por gracia divina o intervención de los apus, no hicieron blanco en el campamento, aunque estuvieron cerquita, metiendo miedo y sirviéndole de pantalla o coartada a los mechones de nieve que caían con profusión y sin tanta alharaca, transformando la puna amarillenta y deslucida en una resplandeciente pista de esquí. O al menos esa fue la primera impresión al observar el renovado panorama, desde un indiscreto resquicio de la carpa. Este era total y completamente distinto al de la tarde anterior, cuando esa couster que partió de Jauja en pleno y vivificante mediodía, se detuvo para que un par de viajeros bajaran –rapidito, a la volada y con entusiasta pie derecho– a la nada amigable altura de 4,770 m.s.n.m. Ahí pernoctarían. En medio de la nada o de la casi nada, porque ni muy cerca ni muy lejos, un hito anunciaba el acceso inminente a un tramo del camino inca, y, a pocos metros, estaba también la carretera, por la que no aparecería ningún vehículo, después de la mencionada couster jaujina o mejor dicho tanteña, porque Tanta (un pueblo de la provincia de Huarochirí) era su destino final. Un destino que no estaba en los planes de ese par de viaje- HUAROCHIRÍ Lunes 25 de octubre de 2010 • 7 ros. Como tampoco estaba en sus planes aquella nevada, fuera de época y de tiempo, cortesía, quizás, del cambio climático y el calentamiento global o, tal vez, por puro capricho del apu Pariacaca, el dios montaña venerado desde siempre por los caminantes y arrieros que van y vienen por los intrincados senderos de la sierra de Lima y de Junín. Esa nevada nocturna pudo ser una señal de advertencia o un anuncio de que el gigante huarochirano no estaba muy conforme con la visita de aquellos andariegos. Pero en esa nívea mañana en la que el sol despertó con brillante tibieza, era difícil imaginar lo que ocurriría posteriormente. Así que partieron libres de inquietudes y malos presagios. La ruta tenía que recorrerse y si bien la nieve entorpecía los pasos, no lograba enfriar sus ímpetus. Ambos avanzaban enérgicamente por el Qhapaq Ñan, el gran camino de los chasquis, de los señores del Tawantinsuyo. A paso seguro y confiado. Explorando los dominios de la mítica montaña. Ofrendando hojitas de coca en una apacheta desde la que se vislumbraba la cumbre del Pariacaca. Bordeando pequeñas lagunas y oscuros espejos de agua. Subiendo y bajando por la nieve menuda, picadita, como de raspadilla. Fotografiando las pinturas rupestres de la cueva de Cuchimachay. Hasta allí todo iba de lo más bien. Se disfrutaba plenamente de ese tramo de la fabulosa vía pedestre diseñada por los hijos del Sol, que unía el Cusco con el certero oráculo de Pachacámac. Una parte ínfima de una extensa red caminera que habría superado los 23 mil kilómetros. Obra de alta ingeniería que dejaría boquiabierto a los primeros occidentales que la recorrieron. No por el agotamiento y las amenazas de soroche que genera con sus subidas, bajadas y quiebres, sino por su magnificencia. En esos años de invasiones y conquistas, el cronista Pedro Cieza de León, escribió que una de las cosas que admiró "de este reino fue pensar cómo y de qué manera se pudieron hacer caminos tan grandes y soberbios por él. Y qué fuerzas de hombres bastaron para poder hacerlos". Igual de admirados se encontraban los personajes de este relato, Felipe Varela, infatigable investigador del sistema vial de los antiguos peruanos, y el siempre sufrido y obstinado autor de estas líneas que, vaya uno a saber por qué razón, jamás escarmienta y sigue participando en travesías que en el 99 por ciento de los casos, lo dejan al borde del nock out. En ese estado andaría en la inacabable Escalerayoc, una monumental gradería de casi dos mil peldaños y más de 300 metros de altura, y en el estrechísimo pliegue faldero de uno de los cerros que bordea la laguna Mullucocha. Al salir de aquel pasaje de equilibrista se creyó libre de cualquier penuria, porque lo que venía era planito hasta Huachipampa. Lo que sucedería después solo puede ser contado como si fuera parte de una leyenda, porque el apu, posiblemente indignado por la presencia de esos extraños carentes de mullu, ordenó el escarmiento, entonces, el cielo se llenó de sombras y el viento se convirtió en vendaval. Ese fue el principio. Luego, una furibunda y golpeadora granizada ametrallaría a los intrusos. No había dónde cobijarse. El frío cala y llega a los huesos. Se hace difícil avanzar, pensar, gritar, encontrar un poco de calor... de pronto, cuando la esperanza empezaba a congelarse, varias casitas se pintaron en el horizonte. Salvados. Eran las tres de la tarde cuando los viajeros hallaron refugio en un cuarto rústico de la estancia Masho. El dios montaña había puesto a prueba su resistencia y sus afanes aventureros. El calor volvería con pellejos de cordero, un par de frazadas y un humeante caldo de papas con charqui. A la mañana siguiente se retomaría a la ruta. Nuevas visiones: la laguna Piticocha, el fantasmal anexo de Huachipampa, la cumbre del Pariacaca, el pueblo de San Juan de Tantaranche. Andanza sin mayores sobresaltos, sin rayos, sin nieve, sin granizo. El poderoso apu ya había aplacado su furia. ARTE POPULAR 8 • VARIEDADES Su arte nace de la fe y la vida. Las máscaras del puneño Edwin Loza Huarachi, Amauta de la Artesanía Peruana 2010, se inspiran en los dioses que protegen a los pueblos andinos. FOLCLOR. Las máscaras que los danzantes lucen en las festividades se inspiran en los dioses que conviven con los pobladores andinos. EDWIN LOZA HUARACHI El mascarero de ANHELO. El mascarero Edwin Loza Huarachi ESCRIBE: JESÚS RAYMUNDO TAIPE C on los ojos desorbitados, exaltados y fulgurantes, el dios de las minas se enternece con la música que extrae sus sentimientos desde las profundidades de su ser. Entonces, danza cerca de la luz y de la fe, exhibiendo sus enormes cuernos que imitan los movimientos de las serpientes y se pintan con los colores del fuego. En las festividades, su rostro, adornado con gestos exagerados y variadas figuras, es tan familiar como la algarabía. Lejos de la urbe puneña, la figura del diablo traído por los españoles no existe en la memoria colectiva, al igual que el infierno y el purgatorio. Los campesinos solo conocen al janchanchu, el dueño de todos los metales que se encuentran en las entrañas de los cerros y de las lagunas que se ubican cerca de las bocatomas. Y su figura, que ha cambiado por magia de los artesanos, es la que encabeza las agrupaciones de danzantes. Su poder es innegable. El notable mascarero y experimentado danzante Edwin Loza Huarachi recuerda que su padre Alejandro Loza Paredes fue castigado por construir canales para llevar agua a la escuelita de Moho, provincia de Huancané, donde era director. "Él cayó gravemente enfermo. A pesar de que lo llevaron a muchos sitios, las hemorragias no le paraban. Hasta que un yatiri le dijo que tenía que hacer un ritual de pago". Desde entonces ha aprendido que debía respetar y conocer este mundo diferente, que para algunos es de fantasía. Los ancianos de su pueblo solían reunirlos para contarles todo lo que habían vivido y les enseñaban sobre la pachamama y la influencia del Sol y la Luna en sus vidas. Allí aprendió que el mundo andino es sagrado y que todas las actividades se relacionan con rituales. Allí se enamoró de la danza y la música. TRADICIÓN VIGENTE Su pasión por las máscaras nació del juego inocente que hasta hoy evoca. En vísperas de la fiesta de Todos los Santos, aprendió a mezclar la papa cocida y el yeso para fabricar mascaritas para las populares tanta wawas, panes que tienen forma de bebés y que se ofrendan a los difuntos. En aquel entonces se guió de un modelo que había sido elaborado de arcilla. En Puno, a donde viajó acompañando a su hermano danzante y músico, conoció el taller del afamado caretero Kar Kar Velásquez. Se asombró al ver que utilizaba la misma masa con la que trabajaba en su comunidad y se animó a aplicar la técnica para hacer máscaras de mayor tamaño. Desde esa fecha empezó su convivencia con el arte popular, trayectoria PUNO Lunes 25 de octubre de 2010 • 9 FOTOS: ARTÍFICE COMUNICADORES los dioses sueña con enseñar su técnica a los jóvenes puneños y convertir su taller en un museo inspirado en las tradiciones del Altiplano. que ha sido reconocida con el Premio Nacional Amauta de la Artesanía Peruana. "Me convertí en el restaurador de la máscara de mi hermano y, luego, en el de sus amigos. Me compraba un poco de yeso y lo cernía para preparar el engrudo. Al comienzo trabajaba en un rincón de la casa", me comenta sobre sus inicios. No solo sus profesores de primaria le incentivaron a cultivar su vocación, sino también su padre. "Él me decía que si me gustaba hacer máscaras, que lo hiciera nomás". Edwin Loza Huarachi es un artista autodidacta. Todo lo que sabe lo ha aprendido viendo cómo trabajan los demás artesanos, recogiendo los aportes de sus amigos y aceptando las exigencias de los clientes. También se motivó con los elogios en la escuelita, donde su profesor de arte le regaló un libro sobre la vida de Eugène Louis Boudin, porque descubrió que le gustaba el dibujo y la pintura. En su adolescencia, su popularidad como artista empezó a conocerse a medida que su técnica mejoraba y sus obras se difundían más. Incluso, era la atracción de las chicas de su pueblo. En aquellos años formó un grupo musical con el que solía participar en las serenatas. El repertorio lo conformaban huainos románticos y temas irónicos. Los últimos eran interpretados para protestar ante los padres celosos, quienes hasta le arrojaban orina desde lo alto. Cuando culminó la educación secundaria, empezó su etapa de danzante. Con las propinas que recaudaba por ser voluntario del programa de wawa wasis que Cáritas había formado en Puno se matriculó en una agrupación de diablada. "Fue una experiencia inolvidable que duró veinte años, la mayoría de los cuales bailé como ángel. Cuando más me lucía, más interés despertaba en las personas, quienes se acercaban para sacarse fotos conmigo". Durante esta etapa conoció nuevas técnicas de fabricación e inquietudes de los danzantes, los cuales influyeron para alcanzar la madurez artística. Precisamente, su primera máscara la elaboró para bailar como diablo, que por su diseño original y fino acabado le gustó a un turista extranjero, quien le pagó 200 soles. A diferencia de otros, cada pieza suya es única, porque la prepara a pedido del cliente. La más cara de todas es la de un caporal, que fue comprada por 500 dólares. FIEL A SUS RAÍCES Aunque estudió educación y se especializó en química y biología, Edwin Loza Huarachi, de 63 años, no ha perdido su compromiso con el arte popular de su pueblo. Durante los años en que se formaba como profesor realizó actividades de promoción cultural y participó en organizaciones preocupadas por el arte. Posteriormente, ha ejercido cargos relacionados con el desarrollo, la difusión y la preservación de expresiones culturales. Ahora que ha recibido el reconocimiento del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, mediante la Dirección Nacional de Artesanía, se prepara para asumir nuevos desafíos. "Un amauta tiene que enseñar, si no lo hace, no puede llamarse así. Para enseñar a fabricar máscaras necesito un yachay wasi. Mi sueño es que cada uno de los 160 barrios tenga su taller de máscaras y convertir el mío en un gran museo". Sus dos hijas no solo conocen los secretos de su técnica, sino también han contribuido a mejorarla. "Son mucho más acuciosas y analíticas que yo", dice. La mayor es comunicadora, pero estudia derecho en Arequipa, y la menor es ingeniera de sistemas y trabaja en Lima. Junto a su familia ha aprendido que la vida es una sucesión de éxitos y fracasos, de aciertos y desaciertos, y ha cultivado su gran amor por las entrañas de la tierra. CULTURA 10 • VARIEDADES UNA MIRADA A LA COSMOVISIÓN ANDINA En pos del inca La momia que más amé novela la historia de un arqueólogo que busca a la momia de Pachacútec para desterrar de la Tierra el caos que la gobierna ESCRIBE: RUBÉN YARANGA MORÁN N o se puede ir en contra de la historia y más que nada de aquella que guarda relación con nuestro grandioso pasado, que se puede preciar de su riqueza y que tiene de mágico-religioso. Un pasado que tiene presente porque está en la memoria de un pueblo que permanece fiel a un ideal que es la instauración de un orden socioeconómico, que no posee nada de novedoso, sino de justo ante el caos imperante. Esa memoria no claudica ante los rigores del tiempo que clava en sus carnes las garras del olvido, de eso trata la historia del viejo arqueólogo Teodoro Qamaq, quien tiene una misión: encontrar la momia del inca Pachacútec, para equilibrar el mundo. En esa continua búsqueda excava en diversos lugares del país, con ayuda de los testimonios escritos por los cronistas españoles, para ubicar el paradero del inca y revertir el orden en este mundo que se debate en el desorden, restituir el equilibrio y unir a un pueblo fragmentado para equiparar fuerzas. La existencia de un mito milenario, el de Inkarri, habla del resurgimiento de los Andes. La momia que más amé, novela de la autoría de Francisco Mejorada Chauca, aborda variados temas, entre ellos la historia, identidad, ciencia, mitos, intriga, muerte y amor, en sus 228 páginas. Es la lucha encarnizada entre dos mundos diferentes y contrapuestos: la modernidad, por afirmar su hegemonía; y lo andino, por no ser devorado por ese monstruo de largos tentáculos que encubre sus intenciones nada santas. Lucha desigual por las trampas que utiliza la modernidad por sojuzgar al mundo andino y que se manifiestan en los supuestos beneficios que ofrecen y que solo sirven a su codicia de acumular riquezas. Por boca del autor, la obra fue escrita en dos años y se desenvuelve en dos momentos históricos: el actual y el antiguo, de los incas. Con certeras palabras, el maestro Jaime Guardia nos dice en el proemio: “La momia que más amé es una original y entretenida forma de valorar y fortalecer esa vigencia ancestral de nuestra andinidad, consecuencia de la inmensidad de un mundo que siempre será más grande que todo buen libro que planee interpretarlo”. Esta novela es una manera de aproximarse o acercarse para ofrecer una interpretación de la cosmovisión andina. Esa permanente búsqueda de un personaje que tiene de integrador y un mito que vive en la memoria de la colectividad andina. La entretenida novela nos trae a la mente la inquieta figura intelectual de Alberto Flores Galindo. Un glosario ayudaría a la comprensión de algunos términos o palabras que se emplean en el desarrollo de esta obra que habla de un mundo al que pertenecemos, y si no, habrá que conocerlo. FICHA TÉCNICA La momia que más amé Autor: Francisco Mejorada Chauca Editorial San Marcos EIRL Lima-Perú, 2010. Tintafresca ESCRIBE: MOISÉS AYLAS ORTIZ Grau, el navegante P oco a poco, la novela histórica ha ganado su espacio en la literatura superando las críticas iniciales. Este subgénero busca reconstruir una época pasada, tomando como fuentes hechos históricos y personajes reales y ficticios, pero narrados a partir del punto de vista del autor. En la obra En el horizonte. La historia del Caballero de los Mares, Hernando Carpio cuenta la historia del héroe de Angamos, Miguel Grau Seminario, haciendo hincapié en el lado humano de los personajes, destacando sus miedos, dudas, conflictos internos, pero también su sentido del deber. El argumento, presentado como una historia de aventuras, describe al protagonista, un párvulo Miguel Grau, que vive múltiples aventuras durante sus travesías en el mar. Poco a poco, se convierte en un experimentado hombre de mar, a sus cortos 18 años, e ingresa a la Marina peruana, casi de inmediato se ve envuelto en los conflictos y revoluciones que sacudieron al Perú a mediados del siglo XIX hasta hacerse un lugar en la Armada y en la sociedad. ¿Qué de nuevo aporta esta obra respecto de otras que han tratado la vida del héroe de Angamos? La ventaja de ser una novela histórica le permite a Carpio Montoya liberar su imaginación, llenar vacíos que no fueron tocados por los historiadores y abordar temas poco conocidos, como por ejemplo que Grau nació en Paita y no en Piura, que dio la vuelta al mundo cuando era aún un adolescente, que le propusieron ser candidato a la presidencia por el Partido Civil, entre otros apuntes. El autor, en esta su primera novela, investigó con profundidad y consultó directamente a las fuentes, incluso realizó varios viajes que llevaron desde Cartagena, Colombia hasta Antofagasta, Chile. También revisó documentos históricos y entrevistó a los descendientes de los héroes de la guerra del Pacífico. FICHA TÉCNICA En el horizonte Autor: Hernando Carpio Montoya Editatú, editores e impresores Lima-Perú, 2010. NUESTRAMÚSICA Escribe: Manuel Acosta Ojeda Lunes 25 de octubre de 2010 • 11 Y EL “PERÚ DE SUS AMORES” El último Inga Más de 80 canciones entre valses, panalivios, festejos, marineras limeñas, norteñas son de su autoría. Carlos Inga es un ejemplo de artista, dueño de una voz impresionante y de un estilo de canto único. L a palabra criollo, en el Perú ha cambiado muchas veces de significado. Actualmente, para ser criollo se requiere antes que nada haber nacido en la costa y preferentemente en la capital, ser pícaro, trompeador, bebedor, excesivamente alegre, hasta el extremo de ser sinónimo de estafador. Con estas condiciones el personaje que motiva el presente artículo no sería un criollo. Nacido en el distrito de Matahuasi, provincia de Jauja, en Junín, un 13 de octubre, del amor de Timoteo Inga Escobar y doña Benjamina Segovia, nació Carlos Inga Segovia. Luego del Oncenio de Augusto B. Leguía vinieron épocas de gran agitación política y de fuerte represión contra el pueblo, causadas por la dictadura de Sánchez Cerro. Lo que obligó al padre de Carlos a enviarlo de la mano de su abuelita, hasta Lima. En esa época se escuchaba por la radio la voz de Carlos Gardel, despertando la afición por la música argentina, haciendo que Inga debutara con un tango en 1936 en Radio Internacional, situada en el callejón de Petateros –hoy Pasaje Olaya– dentro del programa “La escuela de Maruja Venegas”, compartiendo escenario con Lucy Smith –a quien le compuso un hermoso valse grabado por Los Cholos, en triste recuerdo a su fallecimiento– y Leonidas Collantes, dueño de una voz con tesitura de tenor. Del barrio de Mercedarias, Barrios Altos, se mudó a Lince en 1939, donde vive hasta ahora. Teniendo como vecinos a muchos cantantes famosos de la época, como Los Hermanos Govea, el dúo Costa y Monteverde y un joven trujillano llamado Luis Abanto Morales. La amistad con este último se afianzó al integrar el conjunto denominado “Melodías Criollas” con Ramón Urizar en el piano y las guitarras de Mateo Lazo, Manuel Balta y Manuel Zavala, actuando en Radio Goycochea en 1941 –después de dos largos años de ensayo–, teniendo el honor de ser apadrinados por dos grandes: el piurano Francisco Reyes Pinglo y CARLOS INGA REPRESENTA PARA LA CANCIÓN COSTEÑA LIMEÑA UNO DE LOS PILARES EN LA FORMACIÓN DE LOS NUEVOS VALORES, POR SU EJEMPLO DE ARTISTA SOLIDARIO Y HONESTO. CANTOR, COMPOSITOR Y GRAN SEÑOR. la moqueguana Amparo Baluarte Cornejo. El “boom” de los auditorios de las Radios, era tal, que cada uno contaba con su propio marco musical y sus integrantes eran “exclusivos”. Es por esta razón que el conjunto llega a su fin, ya que sólo convocaban a solitas y dúos. Así Carlos y Luis conforman el Dúo Segovia-Morales, recorriendo Radio Victoria, América y Nacional. Poco tiempo después, a finales de la década de 1940 el gran Filomeno Ormeño los llamó a trabajar con él, viajando a Santiago de Chile para grabar 80 canciones para la RCA Víctor de ese país. En el viaje los acompañaron las hermanas Aída y Rosina Martorell. Allá se encontraron con Manuel “Chato” Raygada, con quien grabaron también. Los contratos iban y venían, había que viajar hacia Argentina, pero su corazón ya le pertenecía a doña Josefina Parra Sánchez con quien se casa el 18 de mayo de 1947, quedándose en Lima a trabajar en una empresa constructora. En 1952 decide formar el “Trío Lima” con José Arbulú y Guillermo Santos, trabajando para Radio San Cristóbal donde cada martes se rendía homenaje a un compositor criollo, entre los cuales estuvieron Felipe Pinglo Alva, representado por su hijo Felipe, Eduardo Márquez Talledo y Lorenzo Humberto Sotomayor. Dentro de sus composiciones encontramos los valses “Pablo Casas Padilla”, “La Oración del Huérfano”, “Perú de mis amores”; los festejos “Tierra Limeña” y “La dulcera Tomasa”; y el tondero “Acurrucutú limeña”. Carlos Inga representa para la canción costeña limeña uno de los pilares en la formación de los nuevos valores, por su ejemplo de artista solidario y honesto. Cantor, compositor y gran señor. GASTRONOMÍA 12 • VARIEDADES PLATOS TÍPICOS SE LUCEN EN FESTIVAL El sabor de Pozuzo El principal atractivo de Pozuzo es su gente, descendientes de migrantes austroalemanes, y sus bellos paisajes; pero los lugareños reivindican su gastronomía local, que rescata la sazón europea de su cocina original, a la que han agregado los ingredientes peruanos. ESCRIBE: LUCIANO GORRITI / FOTOS: JOSIP CURICH (PROMPERÚ) L os mejores chefs del mundo coinciden en que la riqueza de la gastronomía peruana está en su mezcla. De sabores, de costumbres, de culturas y de generaciones. No es gratuito que el festival más importante de comida nacional se llame Mistura. El Perú combina sabores de distintas regiones y tradiciones. Por eso la pasión por fusionar conocimientos culinarios se percibe en el ámbito nacional. El llamado boom de la gastronomía se ha sentido en todo el país, especialmente ahí donde la mixtura es más notoria. SELVA Lunes 25 de octubre de 2010 • 13 APUNTES • Los restaurantes más representativos de Pozuzo son: El Típico Pozucino, El Mango. • También El Típico Prusia, Las Orquídeas y El Mirador. VARIEDAD. Una diversidad de platos se prepara en Pozuzo. Sus comidas combinan los sabores de origen austro-alemán con ingredientes peruanos. Pozuzo es un ejemplo perfecto. Provocados por el reciente éxito de Mistura 2010 los pozucinos han decidido tener su propio festival gastronómico. No es para menos, la combinación de ingredientes y recetas austroalemanas con peruanas ha dejado a este pueblo de la selva central la mesa servida. El domingo 11, Pozuzo celebró su primer festival de comida local. Como cierre de un fin de semana largo con fiesta ganadera, los principales restaurantes de este pueblo austroalemán expusieron y vendieron sus platos estrella. EL ORIGEN Los primeros colonos austroalemanes que fundaron Pozuzo hace 151 años no sabían nada de ají de gallina, cebiche ni arroz zambito. A la hora de comer pensaban en strudels, brialas y karbanatalas. Sin embargo, cuando se asentaron se dieron cuenta de que no tenían todos los ingredientes a la mano y tuvieron que adaptarse. "Cuando llegaron no había manzana en Pozuzo, así que tuvieron que cambiar el Apple Strudel (pastel de manzana) por Strudel de Plátano", comenta la señora Hilda Ruiz Schuler, dueña del restaurante El Típico Pozucino. Del mismo modo, tuvieron que reemplazar las austriacas bolitas de pan por las selváticas bolitas de arroz. La cara y escasa harina de trigo se utilizó solo para fiestas especiales y se empezó a preparar panes de plátano y de maíz. Las nuevas generaciones mantuvieron las recetas europeas y siguieron incorporando ingredientes peruanos. Se comenzó a criar aves de corral y ganado vacuno y porcino, que en los platos fueron acompañados por otros insumos locales como el chincho, la yuca, culantro, ají, achote, limón, cebolla, papa y un variadísimo etcétera. MOTIVO DE ORGULLO Estos sabores se mantuvieron en las cocinas de las familias pozucinas hasta la década de 1990. En 1993, Pozuzo recibió una visita que le cambiaría la vida. Sus hermanos austroalemanes de la colonia venezolana de Tovar cumplían 150 años de fundación y decidieron celebrarlo intercambiando costumbres con sus parientes sudamericanos. Los pozucinos asumieron que ellos también podían vivir PLATOS TÍPICOS Si viaja hacia Pozuzo no necesita hablar alemán, pero sí debe aprender los nombres de estos imprescindibles platos: Knödelsupe, sopa de albóndigas con arroz; Strammer Max, pastel de carne; y Karbanatala, albóndigas de carne. Wiener Schnitzel, bistec apanado con salchicha y cecina; Shtrukala, pionono de plátano y canela; Rouladen, bistec enrollado de lomo, cerdo, tocino o pechuga de pollo y vegetales; Briala, gallina o chancho, sazonado con ají y limón; Kazkugen, pastel de relleno de queso; y Strudel de plátano "remolino" o pastel de plátano. del turismo. Los charcuteros los capacitaron para potenciar la gastronomía y el turismo local. Junto con la revaloración de la comida se empezó a abrir una serie de restaurantes. "Hasta ese momento se valoraba más los sabores de la comida criolla, pero se apostó por los platos de influencia alemana, se trabajó más su presentación y se les empezó a dar prioridad en las cartas de los restaurantes", recuerda Irma Ballesteros, vicepresidenta de la Cámara de Comercio y Turismo de Pozuzo. Desde Austria también se siguió promoviendo la preservación de sabores y recetas originales. Hace diez años un chef austriaco les enseñó a los cocineros de El Típico Pozucino la receta para lo que hoy es su plato de bandera: el Wiener Schnitzel (bistec apanado con salchicha y cecina). Hoy, los cocineros de Pozuzo saben que tienen en sus manos un enorme potencial. Por eso la Cámara de Comercio y Turismo viene preparando un libro con decenas de recetas producidas por el trinomio peruano austroalemán. Seguro ya se le abrió el apetito. Este primer festival gastronómico, provoca y vienen muchos más. MÚSICA 14 • VARIEDADES Su disco debut salió hace poco y confirmó las expectativas que sus conciertos habían suscitado. Gracias a ello, Moldes ya ganó un sitio entre los mejores grupos de rock local. El joven cuarteto nos cuenta su historia y delirios. EN EL PISO. Efrén Castillo, Marta Postigo y Katia de la Cruz miran al cielo y sus límites. Chicho Rebagliati, bajista, no llegó para la sesión de fotos. LA ECLÉCTICA PSICODELIA DE MOLDES TOMA VUELO INTERNACIONAL Elogio de la locura ESCRIBE: FIDEL GUTIÉRREZ MENDOZA / FOTOS: JUAN CARLOS GUZMÁN L a música permite a quien la hace y a quien la aprecia crear o explorar mundos distintos a aquel al que nuestra racionalidad nos ata. Cuando mantiene su condición de arte noble, es capaz de trascender lo coyuntural y lo inmediato, convirtiéndose en proveedora de nuevas experiencias sensoriales y mentales, y en materia de asombro constante. Esto último es lo que produce escuchar el disco debut del cuarteto limeño Moldes; un despliegue heterodoxo de estéticas y sonidos provenientes de las fases y vertientes más osadas del rock, manejadas con inteligencia y una capacidad de síntesis inusuales en nuestra escena musical. De allí que no resulte exagerado tenerlo en cuenta cuando se trate de buscar el primer lugar de la lista de las mejores grabaciones de este año. “Como grupo no tenemos un modelo”, dice Katia de la Cruz, quien canta y toca teclados en esta banda integrada en un 50 por ciento por mujeres. “Nuestras influencias tan variadas hacen que salga algo muy mezclado”. Marta Postigo, la baterista, enlista entre ellas al rock de garaje de los años 60, el kraut rock alemán de los 70 y el shoegaze inglés de la década de 1990. “Lo que hacemos se puede resumir como psicodelia, aunque hay varios elementos más”, añade Efrén Castillo, guitarrista y cantante. “Seguimos varias direcciones musicales, pero estas tienden más a mezclarse que a ir hacia un solo sentido”, añade. Una pieza como "El amante" ilustra esta afirmación. Sus aires impregnados de killer rock, hip hop y electroclash la convierten en ejemplo ideal de síntesis y en preclaro modelo del rumbo por el que transita la mejor música juvenil del momento. Además, dada su cuidada estructura y la historia que relata –un romance en el que no se distingue lo sórdido de lo placentero–, resulta ser una estupenda canción pop. A esfuerzos propios como este hay que sumar el tratamiento dado ESCENA a las dos composiciones ajenas incluidas en esta producción, los que revelan también una fuerte personalidad. Añadir una trompeta desquiciante (tocada por el bajista Chicho Rebagliatti, la cuarta pieza de Moldes) a "El entierro de los gatos", de los Saicos, lo demuestra. “En el CD se ve el proceso que hemos seguido para ir desde nuestra idea inicial lúdica de mezclar sonidos y estilos hacia la búsqueda de una ruta”, anota Castillo, al tratar de explicar cómo es que tanta diversidad nunca roza lo incoherente. COMO JUGANDO Pocos años –tres– han pasado desde que Moldes debutara sobre un escenario, pero mucho es lo que ha cambiado en su forma de percibir y hacer las cosas. Verlos y escucharlos en disco o en directo revela detallismo y bastante cohesión interna, además de suponer una experiencia de intensidad psicotrópica. “Cuando empezamos, además de los instrumentos, tocábamos con un minicomponente, un ventilador y con un motor de juguete”, dicen Karla y Efrén. “Salíamos disfrazados con máscaras de los Power Rangers y con viseras”, añaden, al recordar una época en la que el sonido lo-fi o de baja fidelidad, desarrollado por bandas estadounidenses de culto como Beat Happening o Moldy Peaches (a quienes el cuarteto limeño debe su nombre), era su máxima influencia. Fue al empezar a grabar cuando decidieron cuidar al detalle la forma en que sonaban. “Nos fuimos dando cuenta de lo que queríamos”, dice la vocalista. “Hacer bien este tipo de música, que es medio ‘ruidista’, es más difícil de manejar. Que uses esos elementos en tus canciones no quiere decir que tengas que sonar mal”. No es por pura suerte pues que, con tan solo un disco en su haber, Moldes haya sido invitado al Festival de Procesos de Creación Contemporáneos La Otra, que se realiza desde el jueves en Bogotá, Colombia, y que culminará este miércoles. El cuidado con el que hacen sus cosas ha generado una oportunidad valiosa que esta joven banda no está dispuesta a desperdiciar. “Todos tuvimos grupos antes, pero lo más importante ahorita es Moldes”, dice Marta. Katia añade que esta es la primera experiencia grupal de los cuatro en la que el devenir de las cosas, así como la compenetración y empatía musical, está generando una mayor proyección y trabajo. “En realidad, tener una banda así es como una historia de amor media enfermiza, porque, a pesar de todo, te dan ganas de seguir”. UNIÓN DE SOLEDADES Al hablar de Moldes es imposible no mencionar a toda esa camada de bandas nuevas junto a la cual este cuarteto surgió, formando una escena que comparte escenarios pese a sus diferencias estilísticas. Tampoco es posible dejar de referirse a La Casa del Auxilio. El local en cuestión –una clínica abandonada del penumbroso jirón Chota– fue recuperado por Katia de la Cruz y otros amigos y sirvió de refugio durante más de un año a grupos roqueros de todo tipo, generando una actividad artística constante, que ahora ha debido descentralizarse debido a la necesidad de reestructurar su infraestructura. Pero para entonces, además de los singulares Moldes, ya se habían fogueado en su escenario varias de las bandas jóvenes más renovadoras de la escena local, como Plug-Plug, Cocaína, Adictos al Bidet, Vieja Skina y The Muertos. A FIDELID AD EL DISCO DEBUT DEL CUARTETO LIMEÑO MOLDES ES UN DESPLIEGUE HETERODOXO DE ESTÉTICAS Y SONIDOS PROVENIENTES DE LAS FASES Y VERTIENTES MÁS OSADAS DEL ROCK, MANEJADAS CON INTELIGENCIA Y UNA CAPACIDAD DE SÍNTESIS INUSUALES EN NUESTRA ESCENA MUSICAL... ALT Lunes 25 de octubre de 2010 • 15 ESCRIBE: FIDEL GUTIÉRREZ M. Paso en falso D e simple a simplón hay un espacio mayor que el que ocupan dos letras. En música, la simplicidad no tiene por qué ser antónimo de lo artístico ni tampoco una excusa para justificar la ausencia de vuelo y pretensiones o para asestar golpes contra la inteligencia, como lo hacen ciertas canciones incluidas en el disco del que hoy nos ocupamos. Invadidas por una simplonería lírica y musical innegable, las composiciones de Zinple redundan en resaltar los esquemas más previsibles del pop rock, los cuales conviven junto a baladas y toques latinos de raigambre colombiana, a los que acoplan letras que, de tan ramplonas que resultan, ni llegan a rozar lo que suele calificarse despectivamente como sentimentalismo. “Envidio al Sol que tiene al cielo; en cambio yo estoy sin ti”, canta el vocalista Ricardo Quiroz en el tema "Nostalgia". “¿Dónde estarás querido amor? Te extraño tanto”, clama en la pieza que da título a esta producción. No es exagerado decir que esos dos ejemplos ilustran todo lo que ofrece la lírica de este debutante quinteto, proveniente de Chota, Cajamarca. Mucha redundancia y poca sutileza. Pero si algo puede resaltarse en este trabajo sería la calidad de sonido lograda, aparentemente orientada hacia el formato de ciertas radios ‘latin pop’ de la FM. Las guitarras a cargo de Deiner Díaz, por mostrar diversos matices, destacan en medio de tanta insustancialidad y convencionalismo. Otro punto destacable sería la fusión entre reggae y pop latino de la canción "Recuerdos", que rompe por unos instantes el clima anodino que impera en todo el disco. Después de todo eso, poco de lo aquí ofrecido puede subrayarse. Queda pensar que Zinple ha preferido mostrar en su primer CD el lado más amable y comercial de su creatividad. Es mejor eso a quedarse finalmente con la imagen de un grupo que, a pesar de identificarse con el rock, no muestra ni un ápice de la originalidad, la audacia o el afán de innovar propios de este género. FICHA TÉCNICA: ARTISTA: Zinple CD: Mi universo sin ti PAÍS: Perú SELLO: Independiente ELOTROYO 16 • VARIEDADES WALTER LEONEL ALVA ALVA “Sipán cambió mi vida radicalmente” El arqueólogo cajamarquino Walter Alva no pasará de moda jamás, porque descubrir al Señor de Sipán no sólo le cambió la vida a él, sino a todos los peruanos. No se imagina en otro oficio y la paciencia continúa siendo su sino. ENTREVISTA: SUSANA MENDOZA SHEEN ILUSTRACIÓN: TITO PIQUÉ ROMERO ¿Fue buen alumno en historia? –El más preguntón. ¿Y en matemática? –Muy malo, a pesar de que mi padre era matemático. ¿Se siente más peruano por seguir descubriendo restos arqueológicos moches? –Siento una satisfacción inmensa por saber que estamos contribuyendo a conocer la historia de este país. Nuestro país... –Así es. ¿Se lo imaginó de niño? –Desde muy pequeño me gustó la arqueología, y este trabajo es parte de mi existencia. ¿Qué le gustó de la arqueología? –Conocer el pasado, la historia... ¿Y a quién atormentaba con sus preguntas? –Tuve la suerte de conocer a don Max Díaz, arqueólogo y fundador del museo de la universidad de Trujillo. Fue amigo de mi padre, y gracias a él desperté a este mundo maravilloso. ¿Cree que la arqueología es apreciada? –Antes la prensa no le daba mucha importancia al patrimonio cultural, se lo digo con mucha franqueza; aunque suene poco modesto, el descubrimiento del Señor de Sipán impactó mucho en la vida nacional. ¿En qué sentido? –Creo que fue un fenómeno parecido al de Tutankamón. La tumba del Señor de Sipán trajo al presente esplendor, misterio y la fascinación de conocer más sobre nuestro pasado. Nos mostró que más que los objetos, lo importante era el personaje, su condición humana, su forma de vida. ¿Las personas se resisten por indagar en su pasado? –Tal vez. Los peruanos perdimos autoestima a causa del impacto de la conquista española, la destrucción de una civilización magnífica y la imposición de otros valores. Eso afectó sobre todo a las comunidades nativas; y a los mestizos los alejó de su lado indígena. ¿Las culturas preíncas son poco valoradas en relación con la inca? –No, creo que eso está cambiando. Las investigaciones en la huaca de la Luna, el complejo arqueológico El Brujo y la tumba de la Dama de Cao, nos muestran el desarrollo extraordinario de la cultura Mochica. Antes de descubrir al Señor de Sipán, ¿tuvo ganas de dedicarse a otra cosa? –Nunca. No concibo mi vida fuera de la arqueología. Es un hombre con mucha paciencia... –Es una de las cualidades que debe tener un arqueólogo, porque si no la posee, es mejor que se dedique a otra cosa. ¿Cuál es su otra virtud? –Más que cualidad, me gusta compartir con los jóvenes con los que trabajo la experiencia que he adquirido, me interesa formar nuevas generaciones. ¿Y su defecto? –Uhmmm...un poco difícil decirlo... ¿Cuál es su máxima aspiración? –Seguir trabajando y publicar lo que falta: veinte años de investigaciones del Señor de Sipán y lo último descubierto en Ventarrón. Tengo pendiente también un trabajo sobre la arqueología de Lambayeque, pero en lenguaje que lo entienda el gran público. ¿Sipán le ha dado energía positiva? –La energía es la que mueve a los seres humanos y al mundo. Sipán cambió mi vida radicalmente, ahora sólo me dedico a él, pero también a otros proyectos. Sipán marcó un hito para la arqueología peruana y para mí. Usted pasará a la historia ¿Qué siente? –Eso no me preocupa mucho. No pienso en la fama y sigo siendo el mismo. Pero si hay algo de fama, creo que debe ser útil para la ciencia, la arqueología y para asumir nuevas responsabilidades. ¿Cuál es la mejor hora para excavar? –Mientras haya luz. Siempre.