POR UN SISTEMA UNIVERSITARIO QUE APUESTE POR ÁFRICA EN LA ENSEÑANZA Y LA INVESTIGACIÓN. Miembros y entidades del ámbito académico, de sectores profesionales y de la sociedad civil catalana en general nos reunimos para expresar conjuntamente nuestra preocupación en relación a la oferta de estudios sobre el continente africano. 1. A pesar de la proximidad geográfica e histórica con el continente africano, la formación de especialistas dedicados a las realidades específicas de África, en cualquier disciplina o ámbito del conocimiento, siempre ha sido escasa tanto en el Estado español como en Cataluña. El aumento de la demanda y del interés social para los temas africanos se ha tenido que paliar, a menudo, con iniciativas a título individual de profesores aislados, por definición precarias y de poco revuelo. La única excepción la encontramos en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona (UB), donde el campo de estudio africanista estaba reconocido, y también era visible en el nombre del Departamento de Antropología Social y Cultural e Historia de América y África. Asimismo, dos acontecimientos recientes han hecho que este reconocimiento haya quedado diluido. Por un lado, la reorganización de los Departamentos ha eliminado la referencia a África como campo de estudios específico. Por otro lado, la jubilación del Dr. Ferran Iniesta Vernet, que ocupaba la única plaza de titular en Historia de África, ha abierto un período de incertidumbre. A pesar de que tanto el departamento como el ViceRectorado de la UB han hecho esfuerzos loables para cubrir esta plaza con un nuevo profesor titular, lo cierto es que la fórmula que se ha encontrado es provisional. Por lo tanto, en este caso concreto, tan sólo para lograr el nivel de mínimos que ya había, aún se debería garantizar la continuidad de la plaza de titular, y formalizar la presencia de los estudios africanos en el nuevo mapa departamental. 2. El Centro de Estudios Africanos e Interculturales (CEA) se fundó el año 1988 con la voluntad de llegar a ser un centro de investigación asociado a las Universidades, pero en aquel momento ninguna Universidad mostró suficiente interés para acogerlo. Entonces, el CEA prefirió ser una entidad sin fines lucrativos, y dedicarse tanto a la difusión rigurosa sobre las realidades africanas, como a la formación generalista en cuestiones africanas. Durante todos estos años, el CEA ha estado haciendo una función de articulación entre la Academia, las ONGs y las asociaciones de africanos residentes en Cataluña. En este sentido, ha sido un lugar de encuentro y debate entre colectivos diferentes, y muchos académicos han encontrado en el CEA el espacio y la cobertura institucional para impulsar aquellas iniciativas que no se podían llevar a cabo en las Universidades. El curso y el diploma de postgrado sobre Sociedades Africanas ofrecido por el CEA y la Universidad Pompeu Fabra, es un buen ejemplo de esta confluencia de varios colectivos. El CEA es ahora el promotor del debate que está detrás de esta declaración, el objetivo del cual es dejar claro que, además de la difusión y la denuncia, es imprescindible que haya una investigación científica que se avenga con los estándares internacionales. Además, se debe insistir en qué corresponde a las Universidades hacer esta investigación. 3. La investigación en sociedades africanas no es algo que interese solamente a eruditos o aventureros. La sociedad catalana tiene mucho que ganar de un conocimiento profundizado con el continente vecino. En primer lugar porque cada vez hay más catalanes que son de origen africano, y esta tendencia no parará de aumentar. En segundo lugar, porque los africanos nos aportan innovaciones contrastadas delante de problemas que nos afectan directamente, como por ejemplo la desigualdad social creciente, la migración al extranjero de jóvenes bien formados, o los efectos sociales derivados de las políticas de austeridad. Lo cierto es que muchos de estos problemas se han hecho más evidentes en Cataluña desde el 2008, mientras que las sociedades africanas hace muchas más décadas que los afrontan. Además, las sociedades africanas tienen el hábito de combinar diferentes epistemologías, integrando lo que viene de afuera sin tener que renunciar a lo que es propio, con el espíritu de conservar lo mejor de los dos mundos. Las universidades catalanas no podemos dimitir de la posibilidad de aprender de esta experiencia: No sólo nos hace falta saber más, sino que también actuar de maneras distintas. Finalmente, también hace falta apostar para África porque los indicadores macroeconómicos indican que el continente africano es el que más crece, y muy probablemente lo continuará siendo en las próximas décadas. Si África crece y todavía tiene fuerzas para emigrar es por alguna razón y, aunque sólo sea por motivos puramente pragmáticos, tendríamos que conocerla, y poder avaluar hasta qué punto podemos aprender algo aplicable en nuestra sociedad. 4. Para mejorar nuestro conocimiento in situ sobre el continente africano, es necesario formar especialistas que no sólo sean buenos profesionales en cualquiera de las disciplinas que se enseñen en las diferentes facultades y departamentos - desde la geología a la enfermería, y desde la ingeniería a la administración pública- sino que, además, también conozcan los condicionantes imprescindibles para poder ejercer su profesión en contextos africanos. Por ejemplo, ni los tipos de suelos, ni la concepción y la problemática de la salud y la enfermedad, o el modo de avaluar la necesidad y el impacto de grandes infraestructuras son iguales que en Cataluña, y tenemos que ser conscientes de estas diferencias. A la vez, también hay que decir que cuando hablamos del continente africano como una unidad, a menudo, asumimos precipitadamente, que existe una hipotética similitud entre diferentes sociedades africanas. Para salvaguardarnos contra esta simplificación, también es necesario que nuestras universidades formen en la diversidad cultural y lingüística generada por la larga historia del continente, que se remonta al período en que los primeros grupos homínidos empezaron a expandirse por el planeta. Las iniciativas que hasta ahora han asumido el reto de tener en cuenta todos estos aspectos con propuestas interuniversitarias, internacionales (con presencia de universidades africanas) y de excelencia, como es el caso del Máster Cultura y Desarrollo, no han recibido, desgraciadamente, el apoyo que merecían. 5. La investigación de calidad requiere plazos largos, personal estable, financiación adecuada y una buena combinación entre investigación básica e investigación aplicada, ambos con la necesaria experiencia empírica. La investigación en y para África no es una excepción. Sin embargo, cuando la investigación se hace desde Universidades no africanas, se tienen que añadir dos aspectos importantes: (1) Un esfuerzo de colaboración y diálogo constantes con los colegas de las universidades africanas, lo que requiere apoyo logístico, administrativo y financiero, (y 2) La voluntad de evitar la reproducción de las relaciones de poder que, de manera más o menos sutil, persisten entre Europa y sus antiguas colonias. Estas relaciones de poder implican que, a menudo, se asuma que sólo hay un modo -el nuestro- de pensar y organizar la economía y la política. Creemos que la misma soberanía que queremos para nosotros, tenemos que respetarla a los africanos cuando se trata de decidir el modelo de sociedad en el que quieren vivir, así como sus prioridades en materia de infraestructuras y tecnología. 6. Por lo tanto, en vista de lo que se ha expuesto en los puntos anteriores, creemos que es imprescindible un refuerzo generalizado de profesorado especializado en el continente africano, y, en determinados casos, también una adaptación de los currículos vigentes para incluir las problemáticas propiamente africanas y encuadrar las investigaciones sobre el terreno. Los signatarios de esta declaración también afirmamos la voluntad de coordinarnos y complementarnos, cada uno desde su ámbito de actuación, para ampliar la oferta en la docencia y la investigación en cuestiones africanas. Barcelona, 26 de febrero de 2016.