Aura Tampoa Lizardo Una elipse entre Eros y escritura Recuperar lo que he sido, lo que estoy siendo, se hace más fácil si comienzo por describir cuatro escenas inscritas como momentos de inflexión en mi experiencia. Decido partir a través de ellas porque su manifestación ha significado: expansión de universos, elongación de la mirada. Imagínalo de la siguiente manera: una tarde de trabajo frente a la pantalla del ordenador, en tu habitación empiezan a materializarse ventanas de distintos tamaños y colores, estas ventanas, dependiendo del día, calientan o enfrían tu espacio, permiten que el aire acaricie cada superficie que conforma tu intimidad, cada caricia es una corriente vestida de aromas que, aunque son nuevos, intentan asociarse al pasado. En cada aliento la percepción se expone a la convención o a la incertidumbre. Podría decir que en mi práctica feminista han aparecido, por ahora, cuatro ventanas que ordenan y dotan de sentido mi experiencia. La primera -engendrada por la imaginación- tiene su origen a mis 5 años de edad, cuando, encerrada en el cuarto, pensaba: debe existir una niña al otro lado del mar cuyas vivencias puedan darme luces para aceptar y transitar mejor las mías; la imaginaba de mi edad, pero con un fenotipo distinto, rubia (y no por casualidad, porque mi madre es rubia), también imaginaba que sus circunstancias eran diferentes de las mías, pero que, por alguna razón, ella tendría la sabiduría suficiente para aconsejarme con respecto a mi situación familiar; por eso la invocaba y la instaba a hablarme. Ahora, con el paso de los años, puedo entender que este juego simbólico fue un mecanismo desarrollado por mi psique para matizar el presente de aquel entonces, para darle una medida viva al mismo; fue una especie de proyección de lo que más adelante me esperaría: la creación de un diálogo continuo con las mujeres que autorizo y a las cuales me voy affidando1 lenta y confiadamente. Fue un guiño al destino, una superposición de los planos en el tiempo. El inicio de la apertura al misterio. DUODA Estudis de la Diferència Sexual / Estudios de la Diferencia Sexual 43 | 2012 La segunda ventana tiene que ver con el reconocerme mujer y, en tanto que mujer, feminista. Este descubrimiento llegó de la mano de la profesora Alba Carosio, quien una vez dijo: ¨toda mujer que se preocupe por el bienestar de otra mujer es una feminista, no hace falta más¨. Yo venía pensando desde hace tiempo que nosotras éramos ontológicamente feministas por el hecho de ser mujeres y su afirmación me llenó de alivio. A veces, más que comprobar intuiciones, necesitamos sentir que nuestras compañeras se han detenido también en nuestras certezas; creo que este compartir espanta la locura... Soy consciente del peso que trae consigo esta afirmación. Sé que ser mujer no es garantía de movimiento y relación -exclusivamente- desde el orden simbólico materno, sin embargo, lo que quiero dar a entender con ella es que, en primer lugar, el feminismo, mi concepción del mismo, nunca pasó por la incorporación del pretendido neutro masculino como modelo a emular, así como tampoco pasó por el deseo de subordinación de la alteridad sexuada en masculino; simplemente fue una búsqueda -incluso ingenua- de un modelo de vida distinto, más armónico, coherente y justo, acorde con lo que había aprendido en casa y, aunque durante mi juventud milité en partidos convencionales -de izquierda- y fui líder estudiantil de la escuela en la que cursé los estudios universitarios, cada una de estas experiencias sirvieron para afirmar mi deseo de ir más allá de lo instituido, mi deseo de hacer política a otro nivel. Renunciar a la carrera de ¨cuadro político estudiantil¨ me llevó a interesarme por las formas que tenemos las mujeres de hacer política, me llevó a reposar mi experiencia en el plano del pensamiento para dotarla más adelante del sentido justo. Mientras meditaba al respecto desde la soledad, trabajé para el Ministerio de Interior y Justicia en el ¨Centro Penitenciario Región Andina, Lagunillas¨ (Venezuela); allí realizaba entrevistas a mujeres y hombres privados de libertad con la finalidad de indagar si ellas y ellos se encontraban aptos para salir de la prisión 63 El feminisme de les més joves / El feminismo de las más jóvenes, Tema monogràfic Aura Tampoa Lizardo y/u obtener medidas alternativas de cumplimiento de sus penas. Esta fue una etapa de efervescencia para mí, una etapa de aprendizaje continuo de la cual quisiera rescatar una lección en específico, aquella referente a la magnitud de la diferencia sexual a nivel relacional. Como ustedes saben, por lo general las prisiones se encuentran separadas de acuerdo al sexo, mujeres por un lado y hombres por otro; la institución donde trabajé no era una excepción en este sentido, lo significativo de tal separación fue la sensación de desencuentro generada en mí al estar entre ambos universos. Tal separación me forzaba a vaciarme, a recomponer mi visión en base a las líneas definitorias que ellas y ellos iban trazando. Es que una no sabe nada a priori, ellas y ellos me enseñaron a callar para comenzar a leer, a escuchar. Al callar, esto fue lo que vi: El pabellón femenino tenía como líder a una mujer que ellas denominaban ¨La Madre¨. Al preguntar por qué le decían de esa manera, ellas explicaban: porque se lo ha ganado. Entonces, yo insistía, pero cómo, y respondían: protegiéndonos, ella es la única capaz de resolver cualquier conflicto que se presenta en este pabellón. A pesar de las múltiples diferencias contenidas en la población femenina, la madre lidiaba con cada una de ellas sin que esto implicase un peso añadido. ¿Por qué lo hacía? Porque no tenía otra manera de habitar ese espacio, esa era la única que conocía, además se sentía libre y cómoda haciéndolo. Algunas dirían: se trata de sexismo, no todas las mujeres tenemos que encajar dentro de ese rol y, yo, obviamente estoy de acuerdo, no todas nacemos para ser madres (la maternidad no ha de ser destino sino elección), sé que cada una es libre en y desde sus deseos y que cada deseo es extraordinario como el ser que lo ha creado. Sin embargo, esta vivencia me ha enseñado que desear la maternidad ha de salir del estigma acuñado históricamente (ese que intenta expulsarnos de la esfera privada y nos proyecta a la esfera pública como único asidero de revolución e independencia). Reconocer que esa madre simbólica hacía de la cárcel un espacio más vivible y que sus ¨hijas¨ le estaban agradecidas por DUODA Estudis de la Diferència Sexual / Estudios de la Diferencia Sexual 43 | 2012 ello es también reconciliarse con ese elemento nuestro al cual, a veces, le damos la espalda. Pero cuidado, reconocerlo no implica ¨tener que desearlo¨ sino devolverlo adonde pertenece y agradecer ese retorno. Es ese el quehacer de la política primera.2 Esa mujer, ¨La Madre¨, motivaba a cada una de las hijas a inscribirse en las diferentes actividades que eran parte de la oferta formativa de la prisión, las alentaba cuando se deprimían, les hablaba, era la única que conocía todas las historias de las demás y ¿cómo había llegado la madre a ese lugar? Gracias a la autoridad concedida por sus ¨hijas¨. En este punto se preguntarán dónde reside la diferencia, en torno a qué parámetro se establece, entonces, yo les diré que el pabellón masculino se organizaba de manera jerárquica, el líder, denominado ¨Pran¨, ocupaba ese lugar después de asesinar a un líder anterior, es decir, se posicionaba como jefe mediante del ejercicio indiscriminado de la violencia y el poder, cada Pran era sucedido por un nuevo Pran más fuerte, allí la fuerza residía siempre en la capacidad de matar. El Pran se encontraba protegido por el carro y el carro era una especie de ejército alrededor del cual el líder llevaba a cabo su mandato. El Pran no tenía relación directa con el resto de los hombres privados de libertad, además, una vez instalado en el poder no solo establecía las normativas a seguir sino también el sistema económico desde el cual se regularía la prisión, es decir, él dirigía cada una de las mafias que circulaban dentro, desde el tráfico de drogas, la prostitución, el tráfico de armas, hasta los secuestros y asesinatos que se producían fuera de la institución. El Pran mandaba y se hacía temer, quien desobedecía pagaba con la vida. Supongo que ahora resultan más visibles las diferencias. El único punto de conexión entre estas poblaciones aisladas relacional y simbólicamente sigue siendo la madre porque no hubo hombre privado de libertad, por muy ¨malo¨ que fuese, que no se emocionara al hablar de su madre. De hecho, las guerras continuas en los tres pabellones mas- 65 El feminisme de les més joves / El feminismo de las más jóvenes, Tema monogràfic Aura Tampoa Lizardo culinos, por lo general, solo tenían tregua los domingos porque es el día de visita y ellos saben que la única visita constante es siempre ella, la madre; aunque la condena sea de 10 o 20 años, ella estará allí cada domingo con su amor y su vianda de comida. Ahora cerremos el capítulo de los ejemplos y retomemos el hilo discursivo que nos llevó hasta ellos, el ser ontológicamente feminista. Entender mi ser mujer de esta manera me fue útil para estrechar los vínculos y correspondencias entre cada una de las olas gestadas al interno de este movimiento; además, me invitó a elaborar una narración histórica que estuviese por encima del maniqueísmo y las dicotomías, me posibilitó entender que, cada una a su manera, de acuerdo a sus circunstancias y deseos, ha hecho de su vida un espacio de entrega a la alteridad sexuada en femenino. Que cada una de esas mujeres a partir de las cuales intento situarme simbólicamente, han estado al servicio de la vida y no han hecho mas que intentar nutrir y sanar el pedazo de mundo que habitan. Esta intuición la originan dos circunstancias concretas: haber nacido y crecido en una familia de mujeres, lo cual me sitúa desde que tengo uso de razón, en mi cuerpo de mujer, dándome la libertad suficiente como para no querer irme de él. Y, la otra, es la dimensión de los cuidados, ya que este grupo de mujeres me enseñó que no existía la propiedad privada, ni la competencia, ni el egoísmo, ni la rivalidad. Ellas me enseñaron que si seguíamos cuidando las unas de las otras, la vida sería siempre más sencilla. Mi abuela materna lo expresa claramente diciendo: ¨Lo que siempre traté de inculcarles a mis hijas es que fueran unidas. Y lo son... ¨ Yo como nieta afirmo: lo somos. La tercera ventana se abrió aquí, en Duoda. Fue a través de la experiencia educativa vivida con las compañeras, el compañero y las maestras como pude verbalizar eso de ¨haber nacido de una mujer¨; pude comenzar a nombrar los procesos/ventanas anteriores, dotando a mi madre del amor que merecía, devolviéndola a su lugar, que es una especie de DUODA Estudis de la Diferència Sexual / Estudios de la Diferencia Sexual 43 | 2012 ciénaga en la que, si me descuido, desaparece para situarse en un limbo inasible. Este juego de buscarla para agradecer y devolver la armonía, es un ejercicio constante, parece un subibaja, pero es mucho más complejo. Las transformaciones simbólicas, aunque dejan huellas de sosiego y goce, no quedan jamás petrificadas; un movimiento no es garantía de llegada, de punto final y nuevo principio, cada transformación trae consigo sus laberintos, en los cuales, si estamos atentas volvemos a encontrarlas, a ellas, a las madres, a nuestra relación con las madres. La cuarta ventana la ocupa el lugar de la creación artística. Esta también estuvo presente desde que tengo uso de razón, aunque fue aquí donde sentí la libertad para darle cabida. Con la llegada del reconocimiento del orden simbólico materno llegó también la necesidad de hurgar en la escritura con el deseo de vivir más intensamente lo que me está sucediendo. El arte vino a ocupar el lugar ancestral del ritual y se imprimió en el cuerpo como Posibilidad. La apertura de estas ventanas generó un microclima simbólico específico, al cual, evidentemente ha sido muy sencillo adaptarse. En la habitación, allí dentro, el microclima generado por las corrientes resulta placentero; el problema se presenta cuando una de las corrientes se impone sobre otra, o cuando las puertas de los sótanos y terrazas que fueron clausuradas por descanso y convicción, se abren. Las aperturas desordenan, instauran el caos y con él, de nuevo, la posibilidad, una línea que se extiende como pausa. El no hacer, el desgano, el sueño, los dedos empeñados en dormir. Una noche de cansancio soñé con la doble hélice de ADN, esta vez no se comportaba solo como una estructura biológica sino como la imagen explicativa de un proceso interno. La doble hélice se había convertido en un dibujo de mis deseos eróticos y de escritura. Cada uno autorizado por una abuela, de modo que cada banda era ocupada por una de ellas y, en el centro, nos encontrábamos mi madre y yo, mi madre como una fuerza de empuje sonriente ante mis desplazamientos y nuevas alianzas. 67 El feminisme de les més joves / El feminismo de las más jóvenes, Tema monogràfic Aura Tampoa Lizardo Pensarme molécula incitó al desmenuzamiento, a la incursión de la mirada en las huellas forjadoras del sí. El sí de ese ser que dice soy en mi voz. Una voz/membrana porosa, apertura en ausencia y presencia. Mientras transitaba mis huellas adjudiqué la inauguración de la banda erótica a la abuela Aura, quien me inició -junto a mi madre- en el mundo de los cuidados y el amor; ella me enseñó que éramos una con el universo, con la alteridad, que, para decirlo con Chantal Maillard, la naturaleza y sus cuerpos se dolían en nosotras y nosotras en ella, que cada encuentro con la alteridad es un instante digno de devoción. Cada encuentro, una experiencia mística. La experiencia mística es algo tan común como esa falta de distancia entre quien contempla y lo que contempla. La unidad contemplativa es pérdida de uno y ganancia de todos para nadie, porque nadie queda, en la pérdida, que pueda tener conciencia de haber ganado algo. Tampoco se trata de unificarse con un concepto -y el ¨Uno¨ es un concepto-. No se empatiza con un concepto; se empatiza con un ser, con un gesto, con algo, se empatiza con otro. Se trata de deslizarse en otro, de sumergirse, como el búfalo se sumerge en el río. Sumergirse en el río y ser río, ser búfalo, serlo todo porque todo está en el búfalo y el búfalo es río y lo es todo. Se trata de perder las fronteras (Chantal Maillard, 2009: p. 227).3. Cuidar de alguien, cercano o no, íntimo o no, es perder las fronteras; para ello no hace falta desplazarse geográficamente. El desplazamiento que borra las fronteras es siempre simbólico y le atañe directamente al sí poroso, al sí devenido aporía,4 sediento de alteridad a la cual amar. La banda escritural fue inaugurada por la abuela Estílita, madre de mi madre, quien me inició en el mundo de la poética y la escritura a través del duelo por ¨la amputación de un ser amado¨ (Chantal Maillard: 2009). El dolor por la pérdida, por la distancia y sus rituales para acortar el vacío, para insistir en la vida más allá de la ausencia despertó en DUODA Estudis de la Diferència Sexual / Estudios de la Diferencia Sexual 43 | 2012 mí el deseo de escribir para ¨matar a la muerte¨ (Hélène Cixous, 2001: 27).5 Escribir para recordar el vacío, para aspirar a él, parar li– diar con los sueños donde nunca pasa nada porque una se despierta y nada existe porque nada se recuerda. Escribir como regar plantas, como brindar con un cava que te punza la cabeza y solo aspira a disolverse, ser tragado para desaparecer. Escribir para borrar los cuadros que marcan el trazo del hilo en punto de cruz, porque yo no quiero líneas rectas, yo quiero círculos y elipses y esas no se logran a puerta cerrada, pero las puertas se cierran y, a veces, hay que quedarse dentro, hasta que alguien cante, hasta que se tambaleen las paredes y la voz se haga audible. Ven. Tengo miedo, pero ven. Contemplar y recordar la trayectoria de las líneas es también una manera de iluminar experiencia y pensamiento. Una manera de invocar las palabras que luego serán boceteadas. De pequeña, recuerdo haber sido afectada por la presencia de las líneas mixtas; enterarme de que existía un trazo ¨aparentemente¨ indeterminado que contenía en su interior el germen de la pluripotencialidad me causaba asombro. Fue como entender que los pasos previos para llegar a esta línea, en lugar de ser absolutos, eran fragmentos de algo más complejo que estaba por revelarse (es decir, que una línea vertical, no sería de por vida ¨solo¨ una línea vertical, que ella es receptiva a las mediaciones y a su modelado). Detenerme en las líneas mixtas fue también detenerme en mi ser mujer mestiza, un poco indígena, negra y blanca; un poco del llano, de los Andes y de la selva; mucho de la costa, mucho del agua de mar. Fue despertar la atención a las voces que me hablan desde todos esos lugares haciéndome saber que no estoy sola, que me acompañan dondequiera que esté. Entonces, las falacias de la individualidad y la independencia modernas se derrumban y tengo la certeza de ser sostenida por algo que me supera. En este punto, quiero volver al sueño con la doble hélice de ADN que, en su momento funcionó a modo de respuesta 69 El feminisme de les més joves / El feminismo de las más jóvenes, Tema monogràfic Aura Tampoa Lizardo gráfica ante una inquietud; sin embargo, a medida que fui adentrándome en ella, se presentaron cuatro dudas importantes: ¿Queda la doble hélice abierta infinitamente? ¿Cómo es posible que las asociaciones de las bases nitrogenadas varíen sin que estas causen una mutación? ¿Cómo entregarse a las mutaciones a pesar del miedo? ¿Cómo entregarse a la indeterminación de la existencia? Sé que no debería darle cabida a la simpleza de mis dudas, sé que ellas son la muestra de la basta razón que se impone para arrasar, pero están, son. Quiero nombrarlas, quiero dejarlas pasar. La barrera que da pie a la emergencia de mis dudas tiene que ver, por un lado, con la ¨aparente¨ inamovilidad de la doble hélice y, por otro, con la repetición infinita de las mismas asociaciones establecidas entre bases nitrogenadas. Tales circunstancias producen sensación de claustrofobia, claustrofobia mental extensiva, porque demuestran que debo volver a la ciencia para explicar aquello que se desborda a través de mí y no quiero, hoy necesito ver nacer un movimiento puro, un grito, algo por encima de las abstracciones pre-codificadas; entonces, volteo hacia la siguiente imagen: la elipse, me detengo en ella porque recuerda ese punto primigenio que origina el universo, porque se asemeja a la expansión del centro de un círculo plano y toda planicie es mágica en su plasticidad. Escojo la elipse y en ella me quedo a la espera de nuevas rutas; como el pensamiento es torpe e insiste en repetirse, me dirijo al diccionario de la RAE6 a mirar la definición de mi nueva imagen, ante lo cual obtengo la siguiente respuesta: “La elipse es el lugar geométrico de los puntos del plano cuya suma de distancias a otros dos fijos llamados focos, es constante. Resulta de cortar un cono circular por un plano que encuentra a todas las generatrices del mismo lado del vértice.” Entiendo que la presencia de dos puntos fijos, llamados focos, es análoga a la presencia de cada una de las bandas que constituyen la doble hélice de ADN; sin embargo, liberarme de la idea de los enlaces predeterminados desvela DUODA Estudis de la Diferència Sexual / Estudios de la Diferencia Sexual 43 | 2012 el elemento de innovación propio de aquellos ojos dispuestos a ver siempre por primera vez: cada mirada, una nueva mirada. Desde la inocencia de esta mirada dispuesta a sorprenderse por los pilares que la sostienen, por la suavidad de su trayectoria, por su capacidad de engrosamiento, desvanecimiento, arraigo y vuelo, me abro a la voz de esta elipse que soy. Me reconozco óvalo compacto, completo, indivisible, tengo la certeza de una ancestralidad femenina hecha huesos, saliva y piel, quiero permanecer en ella, mi deseo es tan firme y oscuro como las palabras que faltan a una frase completa. Contemplo la elipse y recuerdo que somos el mismo misterio, que el misterio nos hizo y solo en él me libero; por eso, mi práctica se detiene ahora en el trabajo con las palabras, en el doblez entre el verbo y la carne, entre eros y escritura, en el destello convertido en susurro a medianoche. Me propongo volver a la danza y a la risa que la danza trae siempre con ella; mi nueva tarea política se adscribe a la sangre y es amante del silencio, mi tarea política quiere hacer renacer el pensamiento. Agradecimientos Agradezco a mis abuelas, a mi madre y a mi hermana por su amor. Agradezco el apoyo y la presencia a cada una de mis amigas y maestras. Agradezco a Marisé Clement sus sabios consejos. Agradezco a Pilar Dalmases por compartir conmigo su amor hacia la filosofía y, en concreto, hacia el pensamiento de María Zambrano y Chantal Maillard. Agradezco a Andreína Jaimes su reflexión sobre la creatividad y los cuidados compartida durante la presentación de la revista Duoda 41, sus palabras han sido fuente de inspiración. Agradezco a la noche, al misterio y a los sueños, compañeros eternos... Fecha de recepción del artículo: 21 de junio de 2012. Aceptación: 12 de julio de 2012. 71 El feminisme de les més joves / El feminismo de las más jóvenes, Tema monogràfic Aura Tampoa Lizardo Palabras clave: Eros — Abuela — Escritura — Genealogía — Feminismo. Keywords: Eros —Grandmothers —Writing —Genealogy — Feminism. notas: 1 Affidarse no es reflejarse idénticamente en la otra para ratificarse en lo que de hecho es, sino pedir y ofrecer a la experiencia humana femenina el medio de significarse para que pueda alcanzar su auténtica y gran existencia en el mundo (...). El affidamento encauza prácticamente este movimiento liberador de energías femeninas. Comienza con una relación entre dos, pero no es una relación de pareja y pronto la vemos ramificarse en otras relaciones suscitadas por la nueva posibilidad de poner en juego la totalidad de la propia humanidad, mente y cuerpo de mujer (Librería de Mujeres de Milán, 2004, p. 233). 2 La política femenina no ha sido nunca recolectar buenas consciencias o representaciones justas de sí. Ha sido desde sus inicios, y sigue siendo, una guerra contra lo que divide a la mujer de su igual, privándola de su fundamental recurso de libertad que es la pertenencia al género femenino. No era, como se ha dicho, una guerra contra los hombres, pero era y sigue siendo una guerra contra la intromisión masculina en las relaciones entre las mujeres y de estas con el mundo. La intromisión masculina no impide, como sabemos, la agrupación de mujeres en una comunidad genérica en términos perdedores. Impide la relación valorizante, la estima, la autoridad (Librería de Mujeres de Milán, 2004, p. 232). 3 Maillard, Chantal (2009), Contra el arte y otras imposturas, Valencia, España: Editorial Pre-textos. 4 Según Muraro, el origen mitológico de la erótica se remonta a la concepción de Eros fruto de la unión de Carestía o Miseria (una humana) y el dios Poros, hijo de Metis, quien después de una haber festejado con un gran banquete el nacimiento de Afrodita, se encontraba tumbado en el jardín borracho de néctar y, súbitamente, Carestía al ver la escena, pensó: “yo soy una aporía, si al menos tuviera un hijo de él” (Muraro, 2006, p.158). Ella hizo lo necesario para dar cabida a su deseo y lo consiguió. Es así como nace Eros, producto de la unión de una que se encuentra deseosa e intenta alcanzar lo que desea y otro que, teniendo los medios para complacer su deseo, no desea nada, resignado en su potencial, deja entrever que el amor es también áspero y que frecuentemente suele toparse con la indiferencia (Luisa Muraro, El Dios de las Mujeres, Madrid: horas y Horas, 2006). 5 Cixous, Hélène (2001), La risa de la medusa, Barcelona: Anthropos. 6 www.rae.es DUODA Estudis de la Diferència Sexual / Estudios de la Diferencia Sexual 43 | 2012