Romance anónimo José Martí Octavio Paz Juan Ramón Jiménez Rafael Alberti SELECCIÓN DE POESÍA ESPAÑOLA Gloria Fuertes Federico García Lorca Ángel Figuera Aymerich Tomas de Iriarte Gustavo Adolfo Bécquer Lope de Vega Rublén Blades Carmen Martín Gaite Gabriel Celaya Vicente Núñez Antonio Machado Rosalía de Castro José de Espronceda Pedro Salinas José Agustín Goytisolo Miguel Hernández 2º ESO IES Séneca Córdoba Romance del enamorado y la muerte Un sueño soñaba anoche, soñito del alma mía, soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía. Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. —¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? Las puertas están cerradas, ventanas y celosías. —No soy el amor, amante: la Muerte que Dios te envía. —¡Ay, Muerte tan rigurosa, déjame vivir un día! —Un día no puede ser, una hora tienes de vida. Muy deprisa se calzaba, más deprisa se vestía; ya se va para la calle, en donde su amor vivía. —¡Ábreme la puerta, blanca, ábreme la puerta, niña! —¿Cómo te podré yo abrir si la ocasión no es venida? Mi padre no fue al palacio, mi madre no está dormida. —Si no me abres esta noche, ya no me abrirás, querida; la Muerte me está buscando, junto a ti vida sería. —Vete bajo la ventana donde labraba y cosía, te echaré cordón de seda para que subas arriba, y si el cordón no alcanzare, mis trenzas añadiría. La fina seda se rompe; la muerte que allí venía: —Vamos, el enamorado, que la hora ya está cumplida. Los dos príncipes Idea de la poetisa norteamericana Helen Hunt Jackson I El palacio está de luto y en el trono llora el rey, y la reina está llorando donde no la pueden ver: en pañuelos de olán fino lloran la reina y el rey: los señores del palacio, están llorando también. Los caballos llevan negro el penacho y el arnés: los caballos no han comido, porque no quieren comer: el laurel del patio grande quedó sin hoja esta vez: todo el mundo fue al entierro con coronas de laurel: -¡El hijo del rey se ha muerto! ¡Se le ha muerto el hijo al rey! ANÓNIMO (S. XV) II En los álamos del monte tiene su casa el pastor: la pastora está diciendo «¿por qué tiene luz el Sol?» Las ovejas, cabizbajas, vienen todas al portón: ¡una caja larga y honda está forrando el pastor! Entra y sale un perro triste: canta allá dentro una voz: «¡Pajarito, yo estoy loca, llevadme donde él voló!» El pastor coge llorando la pala y el azadón: abre en la tierra una fosa; echa en la fosa una flor. -¡Se quedó el pastor sin hijo! ¡Murió el hijo del pastor! Aquí JOSÉ MARTÍ (s. XIX) Mis pasos en esta calle resuenan en otra calle donde oigo mis pasos pasar en esta calle donde Si vas deprisa, el tiempo correrá delante de ti como una mariposilla loca. sólo es real la niebla. Si vas despacio, el tiempo te seguirá como un buey manso. OCTAVIO PAZ (s. XX) JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (s. XX) Se prohíbe hacer aguas Los doce meses Verás entre meadas y meadas, más meadas de todas las larguras: unas de perros, otras son de curas y otras quizá de monjas disfrazadas. Las verás lentas o precipitadas, tristes o alegres, dulces, blandas, duras, meadas de las noches más oscuras o las más luminosas madrugadas. Piedras felices, que quien no las mea, si es que no tiene retención de orina, si es que no ha muerto es que ya está expirando. Mean las fuentes… por la luz humea una ardiente meada cristalina… y alzo la pata… pues me estoy meando. En enero, zambomba y pandero. En febrero, (San Valentín) di te quiero. En marzo, sortija de cuarzo. En abril, tararí que te vi. En mayo, me desmayo. En junio, como una vaca rumio. En julio, veo a mi amigo Julio. En agosto, mi tío bebe mosto. En septiembre (que buenas notas siembre). En octubre, hojas secas el suele cubre. En noviembre el aire hace que tiemble. En diciembre, la nube nieva nieve. RAFAEL ALBERTI (s. XX) Caracola A Natalia Jiménez Me han traído una caracola. Dentro le canta un mar de mapa. Mi corazón se llena de agua con pececillos de sombra y plata. Y durante todo el año, que nadie nos haga daño. GLORIA FUERTES (s. XX) Me han traído una caracola. FEDERICO GARCÍA LORCA (S. XX) Siesta Entre un álamo y un pino mi hamaca se balancea. Hojitas de verde plata bailan sobre mi cabeza; hojitas de verde oscuro el verde las contonea. Dulce pereza me llueve del sol que las atraviesa Los juncos de celuloide montan su guardia en la arena. El Duero moja las cañas y se abanica con ellas. El río pasa y se va: mi barca se queda en tierra. Llenos de verdes y azules, mis ojos se cierran. ÁNGELA FIGUERA AYMERICH (s. XX) ► Paisaje Nocturno La tarde equivocada se vistió de frío. Toma y toma la llave de Roma, porque en Roma hay una calle, en la calle hay una casa, en la casa hay una alcoba, en la alcoba hay una cama, en la cama hay una dama, una dama enamorada, que toma la llave, que deja la cama, que deja la alcoba, que deja la casa, que sale a la calle, que toma una espada, que corre en la noche, matando al que pasa, que vuelve a su calle, que vuelve a su casa, que sube a su alcoba, que se entra en su cama, que esconde la llave, que esconde la espada, quedándose Roma sin gente que pasa, sin muerte y sin noche, sin llave y sin dama. Detrás de los cristales turbios, todos los niños ven convertirse en pájaros un árbol amarillo. La tarde está tendida a lo largo del río, y un rubor de manzana tiembla en los tejadillos. FEDERICO GARCÍA LORCA (S. XX) La cigarra y la hormiga Cantando la Cigarra pasó el verano entero, sin hacer provisiones allá para el invierno; los fríos la obligaron a guardar el silencio y a acogerse al abrigo de su estrecho aposento. Viose desproveída del precioso sustento: sin mosca, sin gusano, sin trigo, sin centeno. RAFAEL ALBERTI (s. XX) Habitaba la Hormiga allí tabique en medio, y con mil expresiones de atención y respeto la dijo: «Doña Hormiga, pues que en vuestro granero sobran las provisiones para vuestro alimento, prestad alguna cosa con que viva este invierno esta triste cigarra, que alegre en otro tiempo, nunca conoció el daño, nunca supo temerlo. No dudéis en prestarme; que fielmente prometo pagaros con ganancias, por el nombre que tengo.» Jaca negra, luna grande, y aceitunas en mi alforja. Aunque sepa los caminos yo nunca llegaré a Córdoba. La codiciosa hormiga respondió con denuedo, ocultando a la espalda las llaves del granero: «¡Yo prestar lo que gano con un trabajo inmenso! Dime, pues, holgazana, ¿qué has hecho en el buen tiempo?» Córdoba. Lejana y sola. Canción del jinete Córdoba. Lejana y sola. Por el llano, por el viento, jaca negra, luna roja. La muerte me está mirando desde las torres de Córdoba. ¡Ay qué camino tan largo! ¡Ay mi jaca valerosa! ¡Ay que la muerte me espera, antes de llegar a Córdoba! FEDERICO GARCÍA LORCA (S. XX) «Yo, dijo la Cigarra, a todo pasajero cantaba alegremente, sin cesar ni un momento.» «¡Hola! ¿conque cantabas cuando yo andaba al remo? Pues ahora, que yo como, baila, pese a tu cuerpo.» TOMAS DE IRIARTE (s. XVIII) Los reyes de la baraja Si tu madre quiere un rey, la baraja tiene cuatro: rey de oros, rey de copas, rey de espadas, rey de bastos. Corre que te pillo, corre que te agarro, mira que te lleno la cara de barro. Rima XXIX Sobre la falda tenía el libro abierto; en mi mejilla tocaban sus rizos negros; no veíamos las letras ninguno creo; mas guardábamos entrambos hondo silencio. ¿Cuánto duró? Ni aun entonces pude saberlo; sólo sé que no se oía más que el aliento, que apresurado escapaba del labio seco. Sólo sé que nos volvimos los dos a un tiempo y nuestros ojos se hallaron y sonó un beso. ......................... ......................... Creación de Dante era el libro, era su Infierno. Cuando a él bajamos los ojos yo dije trémulo: -¿Comprendes ya que un poema cabe en un verso? Y ella respondió encendida -¡Ya lo comprendo! GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER (s. XIX) Del olivo me retiro, del esparto yo me aparto, del sarmiento me arrepiento de haberte querido tanto. FEDERICO GARCÍA LORCA (S. XX) Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso; huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor süave, olvidar el provecho, amar el daño; creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño; esto es amor, quien lo probó lo sabe. LOPE DE VEGA (S. XVII) Pedro Navaja Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar con el tumbao que tienen los guapos al caminar, las manos siempre en los bolsillos de su gabán pa que no sepan en cuál de ellas lleva el puñal. Usa sombrero de ala ancha de medio lao y zapatillas por si hay problemas salir volao, lentes oscuros pa que no sepan que está mirando y un diente de oro que cuando ríe se ve brillando. Como a tres cuadras de aquella esquina una mujer va recorriendo la acera entera por quinta vez y en un zaguán entra y se da un trago para olvidar que el día está flojo y no hay clientes pa trabajar. Un carro pasa muy despacito por la avenida, no tiene marcas pero tos saben que es policía. Pedro Navaja, las manos siempre dentro del gabán mira y sonríe y el diente de oro vuelve a brillar. Mientras camina pasa la vista de esquina a esquina, no se ve un alma, está desierta toa la avenida, no se ve a nadie y esa mujer sale del zaguán y Pedro Navaja aprieta un puño dentro el gabán. Mira pa un lado, mira pa'l otro y no ve a nadie y a la carrera pero sin ruido cruza la calle y mientras tanto en la otra acera va la mujer refunfuñando pues no hizo pesos con qué comer. Mientras camina, del viejo abrigo saca un revolver, esa mujer, y va a guardarlo en su cartera pa que no estorbe, un 38 Smith and Wilson del especial que carga encima pa que la libre de todo mal. Y Pedro Navaja, puñal en mano, le fue pa encima, (el diente de oro iba alumbrando toda la avenida), mientras reía el puñal hundía sin compasión cuando de pronto sonó un disparo como un cañón. ¡PPPPPPUUUUUMMMMMM! Y Pedro Navaja cayó en la acera mientras veía a esa mujer que revolver en mano y de muerte herida a él le decía: «Yo que pensaba “hoy no es mi día, estoy salá”, pero Pedro Navaja, tú estás peor, no estás en ná» Y créanme gente que aunque hubo ruido nadie salió, no hubo curiosos, no hubo preguntas, nadie lloró, sólo un borracho con los dos cuerpos se tropezó, cogió el revólver, el puñal, dos pesos y se marchó. Y tropezando se fue cantando desafinao el coro que aquí les traje, y mira el mensaje de mi canción: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios”, La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios. Pedro Navaja, matón de esquina, quien a hierro mata a hierro termina... La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios. Maleante pescador, el anzuelo que tiraste, en vez de una sardina un tiburón enganchaste. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios. Ocho millones de historias tiene la ciudad de Nueva York. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios. Como decía mi abuelita: “El que ríe último se ríe mejor”. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios. Cuando lo manda el destino no lo cambia ni el más bravo, si naciste pa martillo del cielo te caen los clavos. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios. RUBÉN BLADES (s. XX) Escondite inglés Por fin tengo un amigo Una, dos y tres, escondite inglés, a esa niña de rojo ya no la ves. Jugaba con naranjas, les mordía el zumo, arrancaba tomillo, niña de humo. Baja a la calle, vuelve a subir, las estrellas la miran, no se quiere dormir. Cuéntame un cuento, cuéntame ciento, dame la mano, se la lleva el viento de aquel verano. Una dos y tres, escondite inglés, a esa niña de rojo ya no la ves. Por fin tengo un amigo, otro pequeño imbécil como yo, sonriente, que no lee los periódicos, que no está preocupado, que no tiene opinión formada sobre Europa. Nos paseamos juntos charlando tontamente, contándonos mentiras, repitiendo en voz alta los nombres de los barcos o inventando otros nuevos para las pobres nubes que lo están esperando. ¡Qué bonitas mañanas con aeroplanos blancos! ¡Qué bonitos los pinos, la hierbecilla mansa, la brisa siempre alegre, las parejas amigas, de la mano, volando! CARMEN MARTÍN GAITE (s. XX) Los meses Enero es un viejo que viste de blanco. Febrero es un loco que viste de tul. Marzo llorón cuerdo. Abril es poeta. Mayo es invertido. Y junio es la siesta. Julio es arrogante. Agosto sensual. Septiembre es el mar. Octubre es un libro. Noviembre una vela. Diciembre es un Niño que nace y que tiembla. GLORIA FUERTES (s. XX) GABRIEL CELAYA (s. XX) Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar. ANTONIO MACHADO (s. XX) Cuando ayer me pediste que escribiera unos versos de amor, para regalo de quien tú tanto amas, sentí que no debía negarme a tu deseo, pues con él me brindabas la ocasión, tal vez única de revelarte todo el que por ti yo escondo. Y así, cuando en el pecho de tu dulce criatura mis palabras estallen como encendidas rosas, yo no estaré del todo ausente a ese perfume. Yo vibraré un instante tan cerca de vosotros como de ti lo está, mientras viva, mi alma. VICENTE NÚÑEZ (s. XX) Cuando te nombran Cuando sopla el Norte duro y arde en el hogar el fuego, y ellos pasan por mi puerta flacos, desnudos y hambrientos, el frío hiela mi espíritu, como debe helar su cuerpo, y mi corazón se queda, al verles ir sin consuelo, cual ellos, opreso y triste, desconsolado cual ellos. Cuando te nombran, me roban un poquito de tu nombre; parece mentira, que media docena de letras digan tanto. Mi locura sería deshacer las murallas con tu nombre, iría pintando todas las paredes, no quedaría un pozo sin que yo me asomara para decir tu nombre, ni montaña de piedra donde yo no gritara enseñándole al eco tus seis letras distintas. Mi locura sería enseñar a las aves a cantarlo, enseñar a los peces a beberlo, enseñar a los hombres que no hay nada como volverse loco y repetir tu nombre. Mi locura sería olvidarme de todo, de las 22 letras restantes, de los números, de los libros leídos, de los versos creados. Saludar con tu nombre. Pedir pan con tu nombre. ─Siempre dice lo mismo ─dirían a mi paso, y yo, tan orgullosa, tan feliz, tan campante. Y me iré al otro mundo con tu nombre en la boca, a todas las preguntas responderé tu nombre ─los jueces y los santos no van a entender nada─ Dios me condenaría a decirlo sin parar para siempre. Era niño y ya perdiera la costumbre de llorar; la miseria seca el alma y los ojos además; era niño y parecía por sus hechos viejo ya. Experiencia del mendigo, era precoz como el mal, implacable como el odio, dura como la verdad. ROSALÍA DE CASTRO (S. XIX) GLORIA FUERTES (s. XX) La canción del pirata Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela, no corta el mar, sino vuela, un velero bergantín. Bajel pirata que llaman, por su bravura, El Temido, en todo mar conocido, del uno al otro confín. La luna en el mar rïela, en la lona gime el viento, y alza en blando movimiento olas de plata y azul; y ve el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul: «Navega, velero mío, sin temor, que ni enemigo navío ni tormenta, ni bonanza tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor. Veinte presas hemos hecho a despecho del inglés, y han rendido sus pendones cien naciones a mis pies.» Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. ► «Allá muevan feroz guerra, ciegos reyes por un palmo más de tierra; que yo aquí tengo por mío cuanto abarca el mar bravío, a quien nadie impuso leyes. Y no hay playa, sea cualquiera, ni bandera de esplendor, que no sienta mi derecho y dé pecho a mi valor.» Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. A la voz de «¡barco viene!» es de ver como vira y se previene, a todo trapo a escapar; que yo soy el rey del mar, y mi furia es de temer. En las presas yo divido lo cogido por igual; sólo quiero por riqueza la belleza sin rival. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. ¡Sentenciado estoy a muerte! Yo me río; no me abandone la suerte, y al mismo que me condena, colgaré de alguna entena, quizá en su propio navío. Y si caigo, ¿qué es la vida? Por perdida ya la di, cuando el yugo del esclavo, como un bravo, sacudí. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. Son mi música mejor aquilones, el estrépito y temblor de los cables sacudidos, del negro mar los bramidos y el rugir de mis cañones. Y del trueno al son violento, y del viento al rebramar, yo me duermo sosegado, arrullado por el mar. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. JOSÉ DE ESPRONCEDA (s. XIX) Si me llamaras, sí... ¡Si me llamaras, sí, si me llamaras! Lo dejaría todo, todo lo tiraría: los precios, los catálogos, el azul del océano en los mapas, los días y sus noches, los telegramas viejos y un amor. Tú, que no eres mi amor, ¡si me llamaras! Y aún espero tu voz: telescopios abajo, desde la estrella, por espejos, por túneles, por los años bisiestos puede venir. No sé por dónde. Desde el prodigio, siempre. Porque si tú me llamas -¡si me llamaras, sí, si me llamaras!será desde un milagro, incógnito, sin verlo. Nunca desde los labios que te beso, nunca desde a voz que dice: "No te vayas." PEDRO SALINAS (s. XX) Los dos conejos Por entre unas matas, seguido de perros, no diré corría, volaba un conejo. De su madriguera salió un compañero y le dijo: ―Tente, amigo, ¿qué es esto? ―¿Qué ha de ser? ―responde― Sin aliento llego... Dos pícaros galgos me vienen siguiendo. ―Sí ―replica el otro―, por allí los veo, pero no son galgos. ―¿Pues qué son? ―Podencos. ―¿Qué? ¿Podencos dices? Sí, como mi abuelo. Galgos y muy galgos, bien vistos los tengo. ―Son podencos, vaya, que no entiendes de eso. ―Son galgos, te digo. ―Digo que podencos. En esta disputa, llegando los perros, pillan descuidados a mis dos conejos. Los que por cuestiones de poco momento dejan lo que importa, llévense este ejemplo. TOMÁS DE IRIARTE (S. XVIII) Palabras para Julia Tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja como un aullido interminable. Hija mía es mejor vivir con la alegría de los hombres que llorar ante el muro ciego. Te sentirás acorralada te sentirás perdida o sola tal vez querrás no haber nacido. Yo sé muy bien que te dirán que la vida no tiene objeto que es un asunto desgraciado. Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso. Un hombre solo, una mujer así tomados, de uno en uno son como polvo, no son nada. Pero yo cuando te hablo a ti cuando te escribo estas palabras pienso también en otra gente. Tu destino está en los demás tu futuro es tu propia vida tu dignidad es la de todos. Otros esperan que resistas que les ayude tu alegría tu canción entre sus canciones. Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso. Nunca te entregues ni te apartes junto al camino, nunca digas no puedo más y aquí me quedo. La vida es bella, tú verás como a pesar de los pesares tendrás amor, tendrás amigos. Por lo demás no hay elección y este mundo tal como es será todo tu patrimonio. Perdóname no sé decirte nada más pero tú comprende que yo aún estoy en el camino. Y siempre siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso. JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO (s. XX) Nanas de la cebolla La cebolla es escarcha cerrada y pobre: escarcha de tus días y de mis noches. Hambre y cebolla: hielo negro y escarcha grande y redonda. En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre, escarchada de azúcar, cebolla y hambre. Una mujer morena, resuelta en luna, se derrama hilo a hilo sobre la cuna. Ríete, niño, que te tragas la luna cuando es preciso. […] […] Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea. Al octavo mes ríes con cinco azahares. Con cinco diminutas ferocidades. Con cinco dientes como cinco jazmines adolescentes. Es tu risa la espada más victoriosa. Vencedor de las flores y las alondras. Rival del sol. Porvenir de mis huesos y de mi amor. Frontera de los besos serán mañana, cuando en la dentadura sientas un arma. Sientas un fuego correr dientes abajo buscando el centro. […] Vuela niño en la doble luna del pecho. Él, triste de cebolla. Tú, satisfecho. No te derrumbes. No sepas lo que pasa ni lo que ocurre. Desperté de ser niño. Nunca despiertes. Triste llevo la boca. Ríete siempre. Siempre en la cuna, defendiendo la risa pluma por pluma. MIGUEL HERNÁNDEZ (s. XX) POESÍA CON MÚSICA Escucha en estos enlaces cuatro versiones musicales de poemas leídos anteriormente Romance del enamorado y la muerte. Anónimo Música e interpretación de Joaquín Díaz http://www.youtube.com/watch?v=-oZ3CpwTYKY Pedro Navaja. Letra y música: Rubén Blades Interpretación: Rubén Blades http://www.youtube.com/watch?v=xT05OcLI1OY Palabras para Julia. José Agustín Goytisolo Interpretan: Los Suaves http://www.youtube.com/watch?v=IKc8ub5rj-U Nanas de la cebolla. Miguel Hernández. Música e interpretación: Juan Manuel Serrat http://www.youtube.com/watch?v=I_qXZhO0UeA