University of Massachusetts Boston From the SelectedWorks of Reyes Coll-Tellechea 1994 Subjetividad, mujer y novela picaresca: el caso de las pícaras. Reyes Coll-Tellechea, University of Massachusetts Boston Available at: http://works.bepress.com/reyes_coll-tellechea/7/ 'Ecfi toria[13oan{ jOl1'R:}{M. OJ I:NT''E'R'DISQPll:N5t'RY ilT'E1U\'RY STU'DI'ES Catherine Nickel Editor Editorial Assistants: Mayela Vallejos, loRee Peery, Jeff Yowell Jour naIof Inte r-aisc iyfinary Literary Stuaies D an ny J. A nderso n University of Kansas Diane Marting Columbia University Douglas K. Benson Kansas State University Thomas Mermall Brooklyn College Graduate H . L. Boudre au University of Massachusetrs , The Journal af InLeTdisdplinary Literary Studies publishes studies examining Hispanic literary texts as part ,of the broader sphere of communications and cultural studies, exploring the economic, political, psychological, philosophical, linguistic, social, aesthetic trends or other factors that impact upon this literature. The Journal afInterdisciplinary literary Studies appears twice a year. JU.5 subscription rates for delivery within the United States are: $15 a year for individuals ' $25 ayearforinstitutions Manuscripts for JILS may be in English or Spanish, between 3000 and 9000 words in length excluding notes andreferences, and must be prepared according to MLA Style Manual (1985) guidelines. Send t\\,O copies of an article with a self-addressed envelope and W'\attac:hed return postage. Additional information on submissions . available on the inside back cover. new. Books dealing with literary theory or · any of the areas co~ In l~ by the journal, as well as creative writing by Hispanic mav be sent to the Editor. The opinions expressed by the authors are their exclusiv~ respon­ sibility and do not ~essarily reflect the Views of the Editor. Alberto Moreiras Duke Unillersity Frederick A . de Armas The Pennsylvania Stale! University Hortensia R. Morell Temple University Dru Dougherty Kirsten F. Nigro Unillersity of Cincinnati The University of Ca1ftJiTUa, Berkeley David Giclitz University of Rhode 1siaTUJ Copyright 1994 JILS Walter Oli ver California State Unillersity, San Bernardino Hazel Gold Rosa Perelmuter Emory University University of North Carolina, Luis Gonzalez-del -Valle The University of Colurru./o. Boulder German G ullan 'he University of Ca1famJa, Davis Asuncion Homo -Delgado Roberta Johnson University of Kansas Gayana J urkevich. Baruch College, City University of New York Gwen Kirkpa trick The University ofCalifomia, Send manuscripts and subscriptions to: Catherine Nickel, Edjtor, ]TI.S. Department of Modem Languages and literature~, University af Nebraska-Lincoln, Lincoln NE 68588-0315. . CUNY Amherst The University of ColaraJo, Boulder 'The)or.rrnal of InLeTdisciplinary literary Studies welcomes books for ana Ceruer, Berkde:J Martha LaFollen e Miller University of North Carolina a! Charlot/e Jose A n tonio Madrigal A uburn U niversity Chapel Hill Randolph D. Pope Washington Universi[y , SL Louis Stephanie Sieburth Duke University Elzbieta Sklodowska Washington University, SL Louis Robert Spires University of Kansas Akiko Tsuchiya Washington University, St. Louis Harriet T umer University of Nebraska-Lincoln Sharon Keefe Ugalde Southwest Texas Scare University Noel Valis Johns Hopkins University JOURNAL OF INTERDISCIPLINARY LITERARY STIJDIES Volume 6 Number 2 (1994) Subjectivity in Early Modern Spain Guest Editor Oscar Pereira Zazo Introduccion Oscar Pereira Zazo 103-105 Historia literaria y articulacion de identidades en la transicion a la Espana liberal Jose A. Valero 107-130 Subjetividad, mujer y novela picaresca: El caso de las pfcaras Maria de los Reyes CoU-TeUetxea 131-149 The Fragmented Subject in Sar Juana's El cetro de Jose Michael McGaha 15 1-161 Elusive Subjectivity in Maria de Zayas Marina S. Brownlee 163-183 Models of Subjectivity in Early Modem Spain David Castillo and Nicholas Spadaccini 185-204 Hacia una hermeneutica de 10 publico. Riqueza simbOlica y teatralidad en el siglo XVII espanol Francisco}. Sanchez 205-218 Instinct and Object: Subjectivity and Speech-act in Garcilaso de la Vega Anthony}. Cascardi 219-243 Subdito y comunidad cortesana: Sabre el papel de la literatura vemacula en la Castilla del siglo XV Oscar Pereira Zazo 245-277 SUB]ETIVIDAD, MUJER Y NOVELA PICARESCA: EL CASO DE LAS PiCARAS Maria de los Reyes Coll-Telletxea University of Massachusetts- Boston Maravfllome, dixo entonces riendo Gaspar Palla vicino, que pues dais a las mujeres las letras, la continencia, la grandeza del animo y la rempJanza, no que rais tambienque ellasgobiemen lasciudades, y hagan las (eyes, y traigan los exercitos, y que los hombres se esten quedos hilando, 0 en la cocina. Respondi6 sonriendose el MagnIfico: Aun quiza eso no seria maloj{ ...) Mas yo no he querido dalles este cargo, porque mi intinci6n es fonnar una Dama, y no una reina. B. Castiglione La modema noci6n de 'individuo', producto de la progresiva desmembraci6n del orden feudal que llega a su punto culminante en la fonnulaci6n del concepto conocido como 'sujeto universal' burgues, es el resultado de una sincronizaci6n en el pensamiento cientifico, politico y econ6mico del XVIlI (Williams 161-2). Pese a esto, la idea de individuo p uede rastrearse mucho antes de ese momenta: en el coraron h umanista del Renacimiento, asentado en el reconocimientode la centralidad del hombre yaLm antes (Mara vall 404). En el caso de Espana , las avenidas por que discurri6 este desarrollo aparecen marcadas por sus caracteristicas condiciones sociohist6ricas: el proceso de adaptaci6n de funciones de la nobleza -convertida en aristocracia en el nuevo estado absolutista---el desarrollo del mercantilismo, la actuaci6n de los monarcas, el movimiento con tra rrefo rmista, etc. (Maravall, Dominguez Ortiz). 132 Maria de los Reyes CoII-Telletxea JILS 6.2 (1994) Dicho esto, interesa senalar q ue---en Espana y fuera de ella-Ia idea de individuo va tomando forma a traves de una gran variedad de practicas y discursos. N o se trata, pues, de una proposici6n filosofica posteriormente llevada a la practica, sino de 10 contrario. EI arte renacentista, por ejemplo, muestra consistentemente este punto: el interes por la biograf(a, los libros de vidas de santos y soldados, los retratos pic toricos, todo ello enfocado a la representaci6n del individuo. El auge de la comunicaci6n epistolar, la lectura realizada en silencio y soledad-gracias ala imprenta­ la proliferaci6n de manuales decomportamiento, los nuevos estudios medicos y psicol6gicos, el establecimiento de la confesi6n, la paulatina disociaci6n de las esferas publica y privada, entre otros, contribuyeron en gran medida a la formaci6n y evoluci6n de la idea de individuo. En el ambito de la p rosa literaria en castellano, resalta el desarrollo de la autobiografla fic ticia de hombres y mujeres de los bajos fondos conocida hoy como "novela picaresca". EI prop6sito de este trabajo es explorar la construcci6n del sujeto picaresco femenino: la pfcara. La tesis que se propone es que, a diferencia desus contrapartes masculinas, la representaci6n literaria de la mujer libre muestra, ademas de los rasgos formalescaracteristicos de la serie, ciertos rasgos de rivados de la presencia de la mujer en el texto. Al elegir una mujer como protagonista, los autores se ven enfrentados a distintos problemas derivados de las polemicas en tomo ala naturaleza y funci6nsocial de las mujeres y sus subversivos anhelos de autonomfa. El control de la fuerza sexual, por una parte, y la amenaza de su combin aci6n con discursos alternativos de subjetividad, por otra, hacen delcasode las pfcaras-tan magramente atendido por la crftica-un objeto pri vilegiado para el estudio de las actitudes culturales hacia la mujer, y de la formulaci6n de nuevas herramientas discursivas pa ra su debido control. La desmembraci6n del orde n feudal a que hacfa alusi6n se presenta en fntima conexi6n con el proceso llamado "demolici6n del heroe": la entrada en juego de la idea de que ellugar social que ha de corresponder al individuo procede de sus rn.entos y riquezas y no de su nacimiento (Iglesias) . Las conexiones entre las novelas picarescas espanolas y esta idea e mergente han sido ampliamente Sub jeu\l'idad, m ujer y novela picaresca: EI caso de las picaras 133 rastreadas, apuntando los sucesivos analisis a la probable presencia en tales textos de un contradiscurso dirigido directamente contra las ideas de Iimpieza de sangre, nobleza heredada, etc.,tradicionales herramientas para la definicion del indi viduo en la Espana del Siglo de Oro (Castro, Bataillon).l La q ue se percibe enel panorama sociocultural del XVII espanol, en el cual se producen casi todas las narraciones picarescas, es preeisamen te eI recurrente enfrentamiento de la forma de subjetividad prevaleciente (aristocratica) con otras formas in cipien tes y al terna tivas de subjetividad que, andando el tiempo , tomanan cue rpo plenamenre y llevanan a la superficie la figura del individ uo b urgues (Ma riscal 38) . El proceso al que hago referencia no es, como a primera vista podria parece r, un doble p roeeso de formaci6n de dos subj eti vidades, antes bien, se lle va a cabo en el ambito aristoeratico y es contestado y manipulado desde los nUlrgenes, desde los que s urgen a Iterna tivas . En el proceso de demolici6n del heroe, la antigua nobleza renegocia su es tatus social con el esrado absolutista en la esfera publica, y 10 haee eehando mana de todo tipo de estrategias de manipulaci6n de 10 externo (E\(a5, Pere ira) . Estas estrategias seran guardadas de los grupos subalrernos para impedir su acceso. T extos tan cuidadosamente formulados como El Cortesano de Balta5ar de Cas tiglione permiten ver el componente es tra tegico que sustenra e l conce pto de subjetividad cortesana: una estricta manipulacion de 10 ex terior que, sin embargo, no permita ser identifieada como tal ,la consciente producci6n de una imagen que, no obstan te, d ebe atajar roda posibilidad de ser percihida como artitk ial y p roeura r pareeer na tural. La cual, segun Castiglione, solo p uede lograse a base de 'virtud'. La p roble m.hieo del modelo es la posibilidad que se deja abierta al enga no. En ultima instanci a parece ser que la 'virtud' no es innata y, po r ranro, podria ser adquirida mediante aprendizaje, de 10 cual se deduciria que cualquiera, en principio, podria tener acceso a la cla ve del individ ualismo aris[Qcratico y a los privilegios que conlleva (Ma riscal 35) . Pues bien, el pica ro li terario, desde el Lazarillo, resulta ser un 134 Maria de los Reyes ColI-Telletxea JILS 6.2 (1994) maestro en el arte de manipular 10 extemo para intentar el acceso al ambito privilegiado (medro). Tradicionalmente caracterizado como un hombre sin honor, de dudosa estirpe y azarosa vida, aparece en la literatura empufiando la pluma para autorretratarse y proyectar asi al exterior una imagen tan variada como la ideologfa delescritor que la impulsara. En cualquiercaso, se vale impunemente y se fie de esa "construccion natural" impulsada en textos como el de Castiglione; y, asi como la elaboracion del cortesano perfecto contiene una no menos detallada produccion de su correia to, la perfecta dama (El Cortesano, libros II y III), tambien la picaresca tiene su version femenina: la pfcara. Lamentablemente la atencion a las pkaras en los estudios literarios ha sido y sigue siendo escasa. Las siguientes paginas se concentran por ello en estos personajes de mujer y en las peculiares representaciones literarias a que dan lugar, enel convencimientode que su consideracion puede arrojar luz sobre el problema de la construccion y/o contencion de una subjetividad femenina, aspecto que, a su vez, tambien ha sido tradicionalmente obviado por los historiadores. Si, comodeciamos anteriomlente, los distintos grupos subalternos Uudios, conversos, moriscos, indigenas americanos, pobres, etc.) quedaban irremediablemente fuera del ambito privilegiado del indi vidualismo aristocratico, las mujeres, en general, constituian un grupo aparte: todas, en todos los ambiros sociales y ernicos, se encontraban en una posici6n marginal con respecto a las nuevas coordenadas de la individualidad, masculinas por definicion. Esto es asi incluso en el caso de la dama de palacio habilisimamente compuesta en El Cortesano. Por ello, para llegar a la picara, inversion del modelo ideal, debemos detenemos en tal modelo: la compafiera de 1 cortesano. La Darna Castiglione recurre a una sofisticada estratagema para construir una imagen ideal de la dama, perfecta en todo como el cortesano y, sin embargo, distinta en 10 esencial: la capacidad para la acci6n politica y el mantenimiento de su autonomia. Ladamade Castiglione Subjetivid ad, m ujer y novela picaresca : EI caso de las picaras 135 10 tiene todo porq ue, co mo el cortesano, tiene capacidad para la 'virtud' , pe rc sus estrategias de manipulacion de 10 externo son di versas y carece de la autonomia necesaria para la accion politica. Es mas, si la cons truccion del perfecto cortesano se realiza disc ursivamente sin impedimento alguno, a la hora de elaborar el modelo feme nino se levan ta entre los interlocutores una fuerte polernica en tomo a la naturaleza y funcion social de la mujer. En tiendase bien, 10 que se pone en entredicho es algo central, la capacidad de la mujer, en general, para la 'virtud', algo que se tomo por sen tado en el caso del varon (Benson 79-80). El resultado es q ue, en el caso de la dama de palacio, nt el estar cap aci tada para la 'virtud', ni la maestria en la manipulacion de 10 exterio r garantizan la autonomia individual necesaria para la accion. Lo curioso de la pole mica sobre la naturaleza y funcion social de las m ujeresque atraviesa el tercer libro de El Cortesano es que se realiza con min imas in tervenciones de las mujeres presentes, es decir, es una polernica entre h ombres, que recoge y reelabora las tradicionales polemicas e n torno a las mujeres. Lo mismo que, como veremos, ocurre con las pkaras. De manera general , la polemica sobre la naturaleza y funcion social de las muje res puede seguirse en una gran variedad de textos de la epoca: tratados medicos, teologicos, de conducta, textos legales, etc 0/igil, Perry). Es evidente que la polemica no comienza aq ui, sino que es ampliacion de la llnea misogina medieval; ahora bien , los re planteamientos de la polemica en romo a las mujeres en el momento en q ue se plantean las coordenadas de la individualidad necesariamen te adquieren un matiz particular. Otorgar 0 denegar capacidad de autonomia a las mujeres o--al menos-a las mujeres de palacio era igual a otorgar 0 denegar capacidad de accion politic a (de ahi la reaccion de Gaspar Pallavicino que iniciaba estas paginas) . De dondese sigue, q ue 10 q ue se poniaen juego era nada menos que la posibilidad de tener q ue compartir los mas preciados privilegios masculinos. La ideologfa de la 'virtud' podia llegar a constituir un serio peligro social si se admitia, como hace Castiglione, que era tan aplicable al hombre como a la mujer de palacio. La ideologia de la 136 Maria de los Reyes Coll-Telletxea JILS 6.2 (1994) 'virtud', efecti vamente, abria las puertas cerradas por la de la sangre a un cierto sector social, pero tambien permitia, por mor del aprendizaje y el disimulo, la entrada en competicion de un amplio sector social y de una serie de eventuales alternativas a la propia subjetividad aristocratica. No es de extranar que la constitucion de la individualidad aristocratica se realizara en gran parte a base de subrayar los atributos del cuerpo masculino y que, por tanto, aquelloselementos ajenos al cuerpo aristocratico fueran repetidamente asociados con rasgos femeninos, necesariamente excluidos e identificados como excrecencias e impurezas que habfan de purgarse del cuerpo aristocratico (Mariscal 44). Mas que ningCm otro grupo, la mujer independiente 0 autonoma, infiltrada en todos, constitufa una amenaza al orden social. Siendo esto asf, y habida cuenta de que la picaresca parece hundir sus rakes en las aguas de la burla y la advertencia sobre la instrumentalizacion de las estrategias elitistas de individualidad, mi propuesta es que, el grupo de picarescas protagonizadas por mujeres son un lugar privilegiado para la investigacion de los azares de la evolucion de la subjetividad femenina y de las particulares actitudes culturales y polemicas que rodearon a las mujeres de la Espana del Siglo de Oro. En este sentido, tomo la llamada "novela picaresca" como un ejemplo de una de las variada s practicas cui turalesq ue contribuyeron en su momento a la delimitacion de sujetos. De ahf que en las siguientes paginas me aparte de las multiples polemic as de caracter formal que generalmente asolanel campo. El estadode semidescuido en que se encuentra este grupo de novelas de pfcaras contrasta con la apabullante atencion critica prestada a su contraparte masculina, razon por la cual dejo tambien esta vfa para otro momento. lAs picara5 Tres son las novelas de plearas que van a tratarse aqul: La Picara Justina (1604), La Ingeniosa Elena, La hija de Celestina (1612 y 1614) y Teresa de Manzanares (1637). Todas elias protagonizadas por mujeres marginales, de vida errante, dudosa sangre, habiles Subjetividad, mujer y novela picaresca: EI caso de las picaras 137 manipuladoras de la apariencia externa, desenfrenada sexualidad e irreprimible afan de medro y lucro. T odas elias escritas por varones: Lo pe z de Ubeda, Salas Barbadillo y Castillo Solorzano respectiva mente. SOlo la primera esta escrita como aurobiografla fictieia (en primera persona), siendo las otras dos narradas 0 en tercera persona (Elena) oen una primera persona totalmente pri vada de verosimilitud (Te resa). He aquf un problema no solo formal: las tres pfcaras­ Justina incl uida-muestran claros signos de constrenimiento de voz.lncluidas en un molde caracterizado por la capacidad de auto­ reflexi6n del narrador-protagonista (la serie "picaresca"), estos tres casos de mujer pleara son, sin embargo, mudos (Elena) 0 diseursivamente incoherentes 0us tina) ,0 a mdas luces artificiales (reresa) . Inreresa notar aqul una gradacion. La primera de las plearas, do tada de voz por suautor, no parece capazde articularla de manera coheren te; las dos siguientes aparecen representadas desde una posicion narrativa extema. T odas, sin embargo, son representaciones de una particular "excreeencia" social, la llamada "mujer libre": un elemento inherentemente danino para el orden social, irrecuperable y merecedor no solo del recelo, sino del ajusticiamiento publico. Si las posiciones ideologic as del Lazarillo, el Gtlzrru:Zn y el BuscOn son di vergen ces en practieamente todo, mi propuesta es que, en el caso de las pfcaras la posicion ideologica de losaurores es similar; se tra ta en todos los casos de un acosO feroz a la mujer independiente (aut6noma) y de una llamada de atencion sobre los peligros que conlleva la aeeptaeion de la eapacidad de auronomla para este a mplio seetor de la poblacion. No es de extranar que una vez ensayada la autonomla diseursiva Uustina), no vuelva a reeurrirse a es ta formula . Algo que no ocurre en el easo del pfcaro varon. Pero h a y algo mas. Las tres novel as identifican a la pfcara no s6Lo con el peligro de la manipulaei6n de la aparieneia externa, deri vado del h abil manejo e inversion de los criterios de 'virtud', sino tambien con un contradiscursoesencialmente enemigo: la riq ueza. En efeem, las tre:; m uje res se mueven por intereses estrlctamente economicos, y el hecho de ser mujeres aparentemente les brinda mayor aceeso al incip iente mercado. 138 Maria de los Reyes Coll-Telletxea JILS 6.2 (1994) A diferencia de sus contrapartes masculinas, las pfcaras no sirven a sucesivos amos, sino que se ganan la vida a base de seducir varones adinerados ylo nobles, contraer sucesivos matnmonios, manipular herencias e incluso establecer negocios. No moralizan, no muestran arrepentimiento alguno, ni tenninan tranfoffiladas. Su vida transcurre en un ir y venir de identidades usurpadas, matrimonios, estafas y pe rsecuciones. Su principal affi1a-ademas de laastucia--es el propio cuerpoysu impulsoesenciallaconsecuci6n de una cierta autonomia a base de la acumulaci6n de dinero. Los planteamientos de la piceresca de mujeres son, asf, ajustados a su condici6n de ser mujer. Vayamos por partes: 1. Justina: Los tres modelos, sin embargo, difieren tambien en algunos aspectos y planteamientos a que resulta necesario aludir para esta discusi6n. EI caso de La Picara Justina es esencial, por tratarse del primer modelo de pfcara espanola (al menos dentro de la "novela picaresca"). La incoherencia discursiva de la que tradicionalmente ha sido acusada la novela ha tenidocomo resultado la consideraci6n de la narradora-protagonista como producto "travestido" de la picaresca y, consecuentemente, el abandono de la consideraci6n de la figura de la mujer como eje sobre el cual gira la narraci6n. 2 La novela gira precisamente en tomo a la naturaleza y funci6n social de la mujer yel inminente peligro que su autonomfa acarrea para el orden social establecido. Pese a las fabulas intercaladas, las digresiones y las interrupciones de la voz moral del autor, tanto los episodios de la vida de Justina como sus disquisiciones cobran significado si se contemplan como un acoso y un claro intento de ridiculizaci6n de los discursos subaltemos de subjetividad, especialmente cuando los individuos subaltemos en cuesti6n son mujeres; vease la introducci6n del propio LOpez de Ubeda: En este libro hallara la do ncella el conocimiento de su perdicion, los peligros enque se pone una mujer libre que no se rinde al consejo de los otros; aprenderan las casadas los inconvenientes de los malos ejemplos y mala criama de sus hijas; los esrudiantes,los soldados, los oficiales, los mesone ros, los ministros de justicia y, finalmente, todos los hombres, de SubjetJll'idad . m ujer y novela picaresca: EI caso de las picaras 139 cualquicr caud ad y estado , aprenderan los enredos de que se h ande libra r, los peligros que han de huir, los pecados que les pued.en saltear las almas. A quf hallaras todos cuantos sucesos p ueden vern r y acae ce r a un a mujer libre. Uustina Introducci6n) La identifica ci6n de la pfcara como "mujer libre" en un mome nto en que Ia palabra "libe rtad" se ca rgaba de connotaciones negativas (deseo no auto ri zado de a UlOnOmla in dividual) no da lugar a dudar de que 0.1 menos uno de los prop6sitos del texto sea el de persuadir de la maugrudad y destructividad intrfnsecas del intento, mediante la descarada burLa del disCUf:>a en q ue se sostiene. En efecto, dado q ue el auror c1aramente especifica su objetivo y su objem, no es de extranar que gran cantidad de las digresiones por los que se eruarda J ustina esten dirigidas a polemizar en tomo ala naturale:a y fund 6n social de La m uje r. Ocurre, sin embargo, que a la pro tagonista se Le traba la [engua en mas de una ocasi6n de modo q ue parece escar a ambos lados del dialogo. Por una parte predica y hace gala de su libertad , no se arrepiente jamas y no se justifica; es decir,despliega ante nosotros la o rgullosa posibilidadde autonomfa; por otra, d.edica innumerables digresiones a acusar pred samente aquello que eUa vive: El hombre fue h echo para ensenar y gobemar, en 10 cuallas mujere s ni damo s oi. co mamos. La muj e r fu e h echa principalmente para ayudarle ... a la propagacion dellinaj e hum ano y a cuidar de la famil ia. (Libra I, Numero II) Po r regia general, el discu rso de la propia Justina contradice sus obras echando mana de las ideas transmitidas por la tradici6n rnisogina occidental, ejemplos comoel anterior pueden multiplicarse. La incoherencia se acrecienta cuando en la boca de la misma narradora aparecen asercionesde caractermixto, como la siguiente: Las mujeres nacimos esd avas y sujetas y como, por nuestros pecados, roda dominio y sujeci6n es aborrecibLe, aunq ue sea natural y para nuestro bien, n i cosa hay mas amable que el mandar , viene a ser q ue no haycosa de nosotras mas estimada 140 Marla de los Reyes CoII-Telletxea JILS 6.2 (1994) que vemos concetro sobre las vidas y sobre las almas, aunque sepamos q ue han de durar poco. (Libro IV, Capitulo IV) Aquf la narradora va de la natural sujeci6n d e la mujer al aborrecimiento de la mujer ante tal asignaci6n. El problema de la construccion social del modelo natural de mujer permea la novela por completo: el problema central es elcontrol que la sociedad quiere ejercer sobre las mujeres y los mecanismos de defensa y resistencia que plantea este variado grupo. Poco despues, Justina volveni a la carga: Tresgeneros de gente hay que, portener vinculada la necesidad pagan fuero ala avaricia: ninos, viejos y mujeres. Los ninos, porque no tienen ni saben que es tener; los viejos, porque han menester tener mucho y no tienen nada; las mujeres porque demas de que tienen el mal de los ninos y de los viejos, tienen extremo en antojos, con el cual pueden menguar el caudal imaginable. (Libro IV, Capitulo IV. Enfasis mio) En es te caso el discurso sobre la naturaleza de la mujer parece mezclarse con su necesidad social; necesidad medida aq ui en terminos claramente economicos. De hecho , la historia que Justina cuenta­ en realidad m uy simple-muestra a una mujer sola, mo vida exclusivamen te por la necesidad de asegurar y acrecentar en 10 posible su seguridad econ6mica para salvaguardar su autonomia. Mas aun, ella no reconoce ya otra division de linajes si noes la puramente economica: Pues lque en este tiempo, en el cual en materia de linajes hay tantas opinio nes como mezclas? Verdad es que algun buen voto ha habidode que en Espana, y aun en todoel mundo, no hay sino solos dos linajes: el uno se llama tener, yel otro, no tener. Y no me espanto que la codicia del dinero es mondonguera y hace morcillas de sangre de toda broza, por ser toda ella de un color. (Libro I, Capitulo II) La alusion al pode r igualado r del dinero y, por elio, al debilitamienro de los discursos de sangre y de virtud, es clara. Entre los tres, el unico al que Justina puede aferrarse para alcanzar su SUbjetiVldad , mujer y novela picaresca: EI caso de las plcaras 141 necesaria a uronomfa es del dinero, capaz de borrar los obsnkulos planteado s poe las constr ucciones sociales de la naturaleza (de la mujer en este caso, pe ro tambien de aquellos de linajes "impuros") diseminadas en todo tipo de tratados. En suma, la primera n ovela de pfcaras apunta sus armas hacia la incoherencia de conceder autonomfa necesaria para la fo rmulacion de una subjetividad alremativa y contra los peligros sociales que tal accion necesariamente acarrearia, en el caso de la mujer, dadas su inferioridad natural y la presencia de un peligroso contradiscurso de apoyo centrado en catego rias economicas y plenamente capaz de amena zar las esteuct uras basic as del estado absolutista . La combinacion de la sex ualidad femenina (intrinsecamente maligna), y las posibilidades de una economfa de mercado, con la habil manipulacion de los signas extemos, canstituye una seria amenaza para el con trol de los geupos subaltemos en el estado absolutista. Esta combinacion se repi te, de manera diversa, en el caso de las pfca ras. La vo z de Jus tina se co ntradice a cada paso, como si se Ie hubiera o rorgado con el p reciso objetivo de que se mordie ra la le ng ua. Comparada con Lazaro , a quien se Ie permitio el control total de la voz y. por eonsiguiente , el control de su auto-representacion, Justina es una ma rioneta en las manos de lOpez de Ubeda, que gestieula al sonque Ie toean. Dicho esto, habra que admitir tam bien que al utilizar el ejemplo de una mujer libre, lOpez de Ubeda se pilla las manos: pa ra q ue se muerda la lengua , inevitablemente hay que hacerla h abla r, confundir en su discurso los argumentos no es suficiente pa ra acallar la representacion de una vo z claramente suhversiva. Asf, aunque La figura de Justina se levante ala manera de una burla acompanada de cierta admonicion , 10 ciecto es que se Ie brinda un espacio disc ursivo. La pfcara literaria recibe una voz que a la muje r libre se Ie niega. En la historia de Justina se contienen los argumen tos para arnbas situaciones. N i que de cir tie ne que las si gui e ntes pfc a ras son convenientemen te presentadas sin voz propia. Como las dama s de palacioque conscr uyera Castiglione,la mujer libre es inmediatamente apartada de la discusion de su posible eS [a [Us co mo sujeto, pe ro la 142 Maria de los Reyes CoII-Telletxea JILS 6.2 (1994) discusi6n en ningun momento cesa, a juzgar por la proliferacion de tratados, manuales, instituciones, leyes, obras dramaticas y novelas fielmente dedicadas a su contenci6n Pasado el experimento de Justina, la pfcara se convierte de lleno en un objeto de investigaci6n, no en un sujeto con voz propia. No estamos ya ante un auto-retrato,sino ante un puro retrato dominado por entero por una perspectiva externa. La diferencia mas radical de estas con respecto a}usuna reside en el caracterfstico perfil social con que estan dotadas: no son campesin as como la primera sino "cortesanas" (en el sentido peyorativo que la palabra ya posefa en la epoca), se dedican sin ambajes a la prostituci6n, como medio de ganarse la vida y se introducen sibilinamente en los ambientes aristocraticos con exito, a base de manipular su apariencia externa y de imitar las maneras propias de las damas. Estas pfcaras van de la prostitucion a los salones aristocraticos con aparentemenre muy poco esfuerzo. A partir de ahora el ambito cortesano y el picaresco coliden. 2. Elena: La segunda pfcara,llamada Elena (La Hija de Celestina), es una picara muerta. Muerta por la justicia, por haber asesinado a su marido y rufian. Elena es descaradamente prostituta; trabaja para su rufian y de ello viven ambos. Pues cosa es cierta que ha de ver vuestra merced muy premiado en la otra vida el cuidadoque siempre ha tenido de que las mujeres que ha trarado no sean vagabundas, puniendolas a o/icio y haciendolas trabajadoras, que no solamente carnian de la labor de sus TTUlnos, sino de la de todo su cuerpo. (Elena 82, enfasis mlos) Es decir, aunq ue es una prostituta no sujeta al control legal del burdel, parece sin embargo sujeta al conrrol del varon; esro, aunque no parece ser 10 que mas preocupa a Salas Barbadillo, representa sin embargo un paso mas en la caracterizaci6n de la pfcara, ya que su subsistencia-medida en tenninos econ6micos-se realiza a base de un acuerdo de compra-venta de su propio cuerpo. Basicamente esta novela gira en tomo al engano de un caballero noble , honrado y rico: Don Sancho, seducido y enganado por la Subjetividad, mUjer y novela picaresca: EI caso de las p fcaras 143 picara con vinc.entemen te disfrazada de dama. El engano es tal, que Don Sancho jamas Ilega a saber que Elena no es tal dama, aunque 10 sepa ellector. G::>n Elena, e1 planrea mie nto de la prostituci6n femenina co mo media de sub.istencia se ex tiende sobre el tapete picaresco sin tapujos pero , ademas, 13 peligrosa proximidad de la pkara con el caballero a rticula la amenaza social de la mujer libre de manera aCm mas explkita .3 La protago rusta es presentada como un ser aberrante q ue usa a los hombres (nobles 0 rufianes) para ob tener provecho economico y se vale pa ra eUo de su maestna en eI manejo de los signos exte rnos . En efec to , la pkara se vale de los discursos del honor, de la sangre y la vi rtud para implicar al no ble, del criterio econ6mico (el necesario usa de su cuerpo para el trabajo) para e nganar al rufian. Una amenaza y rebeli6n tan completas solo padian temlinar en el patlb ulo, como asi ocurre. El libro parece constituir una seria advertencia de la capacidad de acci6 n desestablli.:adora de W1a mujercon ansiasde independencia a autonomla . Acd6n que afecta mas, 16gicamenre , a quienes mas [ienen que pe rde r. La voz de la mujer no queda registrada, 0 se regis tra sOlo minimamenre, es el narradorquien polemiza y advierte de la malignidad esencial del modelo construido in absentia. EI poder sexual de este tipo de plcara (de la sexualidad femenina en gene ral) , combin ado can su fa ka de escrupulos, su interes de autonornla­ impulsado a base de c riterios estrictamente econ6micos-y su facilidad pa ra inst rumen tali zar (la imitaci6n de) la conducta cortesana (vi rtuosa). hacende esta plcara W1a combinaci6n mortifera q ue a t.:x1a costa de~ se r abo rrada, tal como ocurre y se nos exp lica desde el principia. No 5610 no se Ie da voz, sino que se Ie da m uerte. Publica. Si Justina renninaba con la admonici6n de su a utar para q ue se conside ra ra su q uema p uritk adora en efigie, Elena comienza ya en el padbulo . Los pkaros, de Lazaro a Estebanillo, jugaban al m enos can la ilusi6n de la posibi lidad de establecerse como sujetos discursivo;;. En el casode las pfcaras ello resulta imposible, dad o que los atributos que las ca rac te rizan cobrarfan en sus voces la calidad de Ul'la amenaza d emasiado explicita. 144 Maria de los Reyes Coll-Telletxea JILS 6.2 (1994) 3 . Teresa: La vida de la tercera pfcara gira en corno ados ejes que se cruzan: el trabajo manual remunerado y el matrimonio. Cuatro veces se casa ycuatro veces intentaestablecerse independientemente para vivir de su trabajo_ Sus artimanas y robos se intercalan entre estos cuatro dobles intentos fallidos. Como las anteriores pfcaras, 10 que mueve a Teresa es la necesidad de supervivencia medida en tenninos economicos, pero en este caso, la escala aumenta un grado mas; Teresa esta dotada de una inquebrantable voluntad de cambiar de estado, 10 que la lleva a usurpar la identidad de una dama noble. Esta aspiracion a ser mas irrumpe constantemente los industriosos afanes de la protagonista que esta, asf, a caballo entre la opcion tradicional (el matrimonio) y una nueva y radical opcion: el trabajo remunerado, no simplemente la prostitucion_ Teresa actua como dama, esposa,artesana y actriz, fracasando finalmente en todos sus papeles, y si en] ustina destacaba el discurso de la riqueza yen Elena la agresi va subversion de todos los valores establecidos, en Teresa destaca la conciencia de la protagonista sobre sus anhelos y las bases ideologic as que los apoyan: No debe ser culpable en ningun mortal el deseo de anhelar a ser rruis, el procurar hacerse rruis calificada sangre que la que tiene, supuesto 10 cual, en mf no se debe culpar 10 que he hecho, puesto que fue con esta intenci6n de valer rruis. (Teresa cap XIV. Enfasis mfos) Estas palabras dan cuenta de la clara conciencia social del personaje creado par Castillo Solorzano: todos debieran tener acceso a los privilegios derivados de los estados regulados por las autoridades y, en efecto, todos reclaman esos privilegios que el orden social establecido solo garantiza para ciertos individuos. Par tanto, la manipulacion de la apariencia extema es la unica alternativa para parecer rruis, y el trabajo la unica alternati va viable para tener rruis. 4 EI caso de Teresa, pese a sus obligados fracasos, abre definitivamente las puertas de la picaresca a nuevos discursos alternativos de subjetividad, y descaradamente da farma textual a los planteamientos que los apoyan. EI planteamiento estructural de la novela dice mucho sobre el asunto. Narrada en primera persona, Subjetividad, mujer y novela p icaresca: EI caso de las picaras 145 la voz de Teresa va, sin embargo, precedida de la del autor, que comunica a sus lenore:; que esta no es sino una construccion "fonnada de los sucesos de muchas que han servido de hacer aquf un comp uesto". La ve ro:;imilitud de la autobiograffa queda asi completamente fracturada . De nuevo, la voz de la picara es obviamente reapropiada y su discurso con veniente mente redirigido hacia la moralidad. Las picaras enninguncaso so n presem adascomo "recuperables" 0 recuperadas ; sus deseos de auronomla so n repetidamente presentados, juzgados y sentenciados p(iblicamen te. La contencion de sus discursos se re aliza mediante apelaciones a su naturaleza inferior, a su falta de adherencia a los principios legales 0 as u identificacion con discursos cla ramente subversivos. En todos los casos, sin embargo, se hace necesaria la represen tacion de los discursos de estas "mujeres libres" como subaltemos. Condusiones En la representacion de los anhelos de autonomfa de la pfcara, los a utores coinciden en apun tar el factor economico como fin y el sexual como medio. ali ados con la conveniente manipulacion de los signos extemos ca racre ristica de la picaresca. Las picaras, sin embargo, dada su fuerte carga sexual, tienen exito en penetrar los lfmites del ambi to cor tesa no. Asf mismo, destaca la instr u, mentalizacion que todas elias hacen del matrimonio como vehfculo para proteger sus logros economicos. Como si resultara imposible tan siquiera imaginar a la pfca ra realmente sola e independience (como ocurre ca n el plca ro ). Con tenidas por la misma prosa que les da la vida, las pfcaras espanolas son un ejemplo de romo detenninadas practicas discursi vas operaban en la Espana pre moderna al objeto de definir la legalidad o ilegalidad de cienos disc ursos alternativos de subjetividad co rrespondien res a grupos marginados. Criterios filosoficos, teol6gicos, medicos, jurid icos e ideologicos se lanzaban a trompazas con tra cualquier sospecha de subversion de las mujeres. La cual, a su vez, apoya la so:;pecha de q ue tal impulso de subversion se habfa materializado. La represe nracion de la mujer en la picaresca apunta en esa misma direccion. 146 Maria de los Reyes CoII-Telletxea JILS 6.2 (1994) Las polemicas en ro mo a si esras novelas son, fOffi1almenre , "picarescas" 0 no, debieran tener en consideracion el factor que las hace distintas: el estar protagonizadas por nw.jeres (grupo mixto sobre el cual la bateria de impedimentos para la autonomfa era claramente distintiva) destruye a priori la ilusion de que existe un sujeto que las impulsa , quedando este rebajado a la funcion de objeto. La hipotesis de q ue esto ocurre debido ala "implausibilidad" de existeneia real de rales personajes (Rodriguez) queda desvirtuada por las recientes investigaciones historicas. 5 Mas fructffera parece 1a revision del material textual a la luz de las polemicas habidas en tomo ala natura1eza y funcion social de la mujer, en un perfodo en que se esraba forrnulando y reforrnulando la funcion social de los individuos. En un momenco en que los criterios de sangre, virtud, obras y riqueza se enco ntra ban en profunda tension, la picaresc a protagonizada po r m ujeres y escrita por varones coincide en com­ binar los faetore s de sexualidad, aspiracion a la autonomfa lograda por medio de trabajo remunerado y manipulacion de apariencias. Los dos primeros fac tores parecen privativos de las pfcaras, el tercero es comlin en coda la picaresca. Algo en la combinacion sexualidad-remuneracion-autonomia distingue a las pfcaras (mujeres pobres) y las hace hasta tal punto peligrosas para el orden social que incluso la autonomfa discursiva caracteristica de la picaresca (la voz) les es denegada. El hueco social abierto por la incorporacion del discurso cortesano de 'virtud' como definidor de 1a subjetividad aristocratica, se agranda y profundiza con la competencia del dinero. Las reflexiones literarias en tomo a la mujer pobre, su anhelo de autonomfa y la fuerza y capacidad de su sexualidad, testifican el cemor ala materializacio n de tal eombinacion y, al mismo tiempo, su existencia. Mientras tanto , la linica posibilidad de acceso a la subjetividad segufa siendo parrimonio del varon: (...) generalmente mdas las mujeres desean ser hombres por un eierto ins tin to natural que las gufa a desear su perficion. Respondio a esto el manffico Julian: Las cuitadas no desean Subjatividad , mujer y novela picaresca: EI caso de las picaras 147 ser homb res par se r mas perfetas, sino por alcanzar alguna libertad y h uir de aq uel senorfo que IDs hombres malamente se han usurpado contra ellas. B. Castiglione NOTAS 1. El u-abajo de Castro centraba el asunto en el probable origen conve rso de los au to res de novelas picarescas; esto justificarfa la acid e z que parece nota rse en elias acerca de los criterios de sangre. Bataillon, sin embargo , avanza la tesi, en se n tido inverso: no son los autores---entre lo s que, por eje mplo esta el nada dudoso Quevedo---sino los procagonisr.as picarescos lo s que son de origen ciertamente dudoso, cuando n o abierta mente judro, CO [lVe rso 0 morisco. Bataillon estudia con detenimie nto el caso de La Picara Justina, y documenta de manera convincente la relaci6n de su au ro rco n la corte y con cierto senor de Calder6n de dudosa alcurnia, pew ce rcano al poder. No obstante, no:;e examinan a fondo las implic aciones de q ue sea una mujer la protagonista de la historia. 2. La suertc de las nove las de plcaras en los estudios puede resumi rse en tre s palahras: tn"ac(lCamerue no irueresan. La crftica de los siglos XIX y X X ha apartado esras novelas de la serie picaresca relegandolas a a la categoria de engendros de escaso uvalor estetico", "forma vada", "not fully de ve l­ oped p fc a ro$~ , ucom puestosdegeneradosde arte", etc. Para 10 relaciona do con esta siruacion puede consultarse Coli (1993). SubJetividad . mujer y novela picaresca: EI caso de las pfcaras 148 Marfa de los Reyes Coll-Telletxea 149 JILS 6.2 (1994) 3. Cruz (1989) sostiene que la picaresca de mujeres no comparte can la de los picaros ni sus origenes ni sus prop6sitos. En cuanto a 10 primero, Cruz opina que el origen de la picaresca de picaras esta en La Celestina. A pesar de q Ue comparto la conexi6n del mode 10 de la picara con la vieja de Rojas, no creo que haya h asta el momento manera de demostrar una propuesta tanconcreta.Ademasdel mode 10 de Rojasestan losde Delicado y Juan RUlz, por no hablar de Aretino y otros autores excranjeros. En cuanCo al segundo aspecto, Cruz parece ligarlo unicamente a la cuesti6n sexua l, y, especiflcamence a la proscicuci6n. Ahora bien, explicita 0 implicitamente hay tambien prostituci6n de mujeresen las tlidas de Lazaro yde Guzman, aunque sedesarrolle masen lasde las picaras. En miopini6n, no se trata s610 de prostituc i6n, hay variables que van de la alcahueteria alserviciodomestico, pasandoporel teaaoyel trabajomanual remunerado. La figurade la picara se moldea ademas sobre un fuerce componence racial que no puede dejarse de lado, aunque tampoco sea, en mi opini6n el cricerio basico. 4. Blanco Aguinaga ( 1989) realiza un estudio centrado precisamente en las relac iones de dineroencendidas posicivamence que aparecen en esta novela. Las conclusiones de mi escudio confirman, en parte, la incerpre taci6n de Blanco. Sin embargo, su analisis parte de la comparaci6n de T eresacon una novel a inglesa y posterior, MoU Flanders, en mi caso, esto se escudia sin salir de las plcaras espanolas, todas elias anceriores a la inglesa. 5. Vease porejemplo una disposici6n de las autoridadesde Madrid del ano 1631 que claramente identiflca el tipo (tomada de Vigil): Se pregone en esca Co ree, acento a la muchedumbre de mozas que pueden servir, que han venido y vienen a esca Corte y andan vagando por ella por bodegones y cabemas que no so lo son vagab undas, sino que andan por las calles, portales y cajones incicando a los hombres a qUe ofendan a Dios con elias y asiscan con los amos. OBRAS CITADAS Ba taiLlon, Marcel. Picams y picaresca. Madrid: Taurus, 1969. Blanco A gui naga, Carlos. "Picaresca espanola, picaresca inglesa: sobre las de tenni nacio nes del ge ne ro". Edad de Om2 (1989): 49-65. Be nson, Pamela. The Inveruion of the Renaissance Woman. 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