La Guerra Europea 1914-1915, del 23 de enero de 1915, nº 31

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LA GUERRA EUROPEA
NÚ M ERO
3 1 .— BARCELO N A
23
DE
EN ERO
DE
[9 I 5
Loa proyectores de París explorando el firmamento con sus haces luminosos, para evitar un ataque de los
aviones alemanes
CRÓNICA INTERNACIONAL
I. Los nuevos beligerantes.- -II. Inglaterra y los Estados Unidos.—III. E l espíritu público en Francia y en los demás
países beligerantes
1.— L o s n u e v o s b e lig e r a n t e s
C on profu sión de detalles y u n a seguridad que
desconcierta, se vien e an u n cian d o hace días que R u ­
m an ia tom ará parte en la gu e rra, por supuesto, al
lad o de lo s aliad os, a m ediados de febrero; q u e B u l­
garia h ará lo m ism o, y que en m arzo ias secundará
Italia.
N adie pu ed e profetizar lo q u e ha d e suceder, y
por lo tanto ign o ram o s si se con firm arán o no estos
au g u rio s. Pero no deja de ser extrañ o q u e, si efecti­
vam en te aqu ellas tres potencias piensan desen vai­
nar la espada, sean tan incautas q u e an u n cien sus
propósitos con uno o dos meses de an ticip ació n ; es
la m e jo r m anera de que sus futuros riva les se prepa­
TO M O I I
ren y preven gan . S i la g u e rra no ha tom ado y a un
cariz m ás franco y encam in ado a u n a cla ra decisión,
se debe prin cipalm en te a la sagacidad de R u sia , que
h abia m an ten ido secreta su m o vilizació n m ilitar:
esto ocasionó el fracaso del plan alem án , que sú bi­
tam ente y con verdadero aso m bro se d erru m b ó por
la necesidad que se dejó sen tir im p eriosam en te de
a cu d ir con tra R u sia , en m om en tos q u e todo el
m u n do creía que se en con trab a en los preparativos
de la m o vilizació n . P u es si tan buen os resultados dió
a los aliad os el secreto y la rapidez d e acció n , ¿cóm o
ha de ad m itirse que ah o ra R u m a n ia y B u lg a ria y la
astuta Italia sean u n cándidas q u e pregon en a los
cu atro vien tos lo q u e harán o dejarán de hacer?
L a in vasión de B u k o v in a por R u sia ha d e sp e ru -
Ayuntamiento de Madrid
«2
do los sentim ien tos n acion ales d e los ru m an o s, que
ansian apoderarse de la T ra n s ilv a n ia y de la m ism a
B u k o vin a , com arcas h ab itadas en gran parte por ru ­
m anos, d e ia m ism a m anera q u e si los austriacos hu­
bieran triu n fad o y arro jad o a lo s rusos hacia la B e sarabia, las asp iracion es ru m an as se concretaran en
la reivin d icació n de ese país, m ás ru m an o aún que la
T ra n silv a n ia .
E n cu an to a B u lg a ria , su verdadero interés y toda
su política trad icio n al se resu m en en la an exión,
p a rd a l o total, de S e rb ia y de u n a parte de A lb an ia,
para tener salid a al A d riático. Pero claro está que si
com prende que este pensam iento es irrealizable, y en
cam bio m u y factible u n a traslación de sus fronteras
en T ra c ia . hacia el S ., tendrá q u e contentarse con lo
m enos y esperar con pacien cia a , q u e llegu e el m om om enio de alcan zar lo m ás.
Italia sigu e du eñ a de sí m ism a y dando un alto
ejem plo de patriotism o, O cupada V a llo n a , la opi­
nión p ú b lica, y el G o b iern o tam b ién , se ha p ro n u n ­
ciado contra la an ex ió n d e A lb a n ia; la conquista de
este inqu ieto y tu rb u len to país, ex ig iría grandes sa­
crificios y el em pleo d e ejércitos q u e pueden hacer
m ás falta a los italianos en otra parte. Pero no se
oculta a nadie en la P en ín su la de los A p en in o s, que
para ser provech osa la ocu p ación de V a llo n a , ha de
seg u irla la de u na extensión de terreno bastante m a­
y o r, ú n ico m odo de que aquel punto llegu e a ser
u n a buena base n aval. E l problem a está aún algo
con fu so, y e n tanto no lo despeje, Italia no fijará
sus m iras en otro lugar.
I I . - I n g l a t e r r a y lo s E s t a d o s U n id o s
L a respuesta de In glaterra a la nota de los E sta­
dos U nidos, ha sid o m ás am istosa q u e la reclam a­
ción de los segundos. E l h ech o es n u evo en la histo­
ria de la G ra n B retañ a, pero m ás nu evo todavía que
este Im p erio se en cu entre colocado en u n a situación
algo crítica. S u arro gan cia legen d aria ha sido subs­
titu id a por la p ru d en cia y la m an.sedum bre. Esto
tienen q u e agradecerle lo s Estad os U n idos y todos
los neutrales a A lem an ia.
E n su nota de rép lica, m ister G re y hace algunas
concesiones, cu y o detalle sólo interesa desde el p u n ­
to d e vista co m ercial, pero que no satisfacen por
com pleto las dem andas del go b iern o de la Casa
B lan ca. L o m ás in teresante es la co m paració n entre
el com ercio de exportación de varios países n eu tra­
les en 19 13 y 19 14 , d em ostrativa de q u e m uchas
m ercaderías, au n q u e consign ad as a n eu trales, va n a
A lem an ia y A u stria. H e a q u í las cifras.
Noviem bre d e 1913
N o v iembre de 1914
E xp ortacion es de N u eva Y o rk para:
D in a m a r c a ..
558,000 dollans. 7. lo i.o o o doilars.
S u e c ia
377.000 »
2.858.000
»
N oru ega
477-ooo »
2 .318 .0 0 0
.
I ta lia
2.9 71.0 0 0 »
4 .781,00 0
»
H olanda. . . . 4.389,000 »
3.960,000
»
L a elocu en cia de estas cifra s n o necesita com en ­
tarios, S e ha h ech o y se está h acien d o u n fabuloso
contrabando, im p rop iam en te llam ad o de gu e rra, y
cu an do In glaterra y F ra n c ia creían q u e h abían cerra­
do las puertas de A le m a n ia, se encuentran con que
esta nación sigue traficando com o de ord in ario .
L a s estadísticas relativas al com ercio danés, h o ­
landés. sueco y n o ru ego, é italian o , son todavía más
sign ificativas. L o s neutrales han estado obteniendo
esplénd id os y pingtíes beneficios de ia g u e rra , sir­
vien d o a A le m a n ia, es verdad, pero ante todo á sus
propios intereses. Pero el caso es que m ien tras In ­
glaterra pretende que todos se sacrifiquen por ella,
lo m ism o su s aliad os que los n eutrales, á estos ú lti­
m os no se les alcan za p o rq u é han de re n u n c iar a las
ventajas q u e Ies ofrece el actual con flicto y por qué
han de pagar las con secuen cias de Jas am b icio n es y
proyectos de la G ra n Bretaña.
Y tienen razón. Ja m á s se h abía dado el caso de
q u e se declarara contrabando de g u e rra , tanta y tan ­
ta m ercan cía que nada tien e que ver con fines m ili­
tares. In glaterra, v o lvien d o por pasiva el fam oso
proyecto de bloqu eo co n tin en tal, causa de la ru in a
de N apoleón, ha q u erid o m atar de ham bre a su s ri­
vales, y no ha visto que esto con d en aba al agota­
m iento económ ico y á la m uerte ai com ercio de
los países neutrales. S i vence en la gu e rra, podrá
im p on erse otra vez a los dem ás, com o ha hecho
hasta a q u í, pero, entre tan to, su escuadra está dem a­
siado ocupada para que los Estad os U n idos tengan
que gu ard arle excesivas con sid eracion es. E l punto
de vista de la gran nación am erican a no puede ser
m ás claro y más razonable; le dice a la G ra n Breta­
ña; ¿vam os a a rru in arn o s nosotros para que V . sa ­
tisfaga sus deseos, y luego nos im p o n g a con más
pesadum bre todavía el y u g o secu lar que sin m ira ­
m ientos ha aplicado a todos los pueblos q u e eran
m ás déb iles? M al acostum brada In g late rra , está
ah o ra com o aquel niño m im ad o q u e de pronto en ­
cu en tra resistencias a sus caprich os: no se le alcanza
q ue pueda haber algu ien q u e no se preste a su ju e­
go, y con la m ayo r buena fe— m ás v a le creerlo así—
pretende que todos se sacrifiquen y m olesten por
ella.
U I.— E l e s p ír it u p ú b lic o en F r a n c ia
y en lo s d e m á s p a ís e s b e lig e r a n t e s
S e va acen tu an do en la vecin a nación el con ven ­
cim ien to de que la g u e rra no podrá term in ar a su
favo r por la fuerza de las arm as, y q u e Inglaterra
ha m etido a la R e p ú b lica en u n callejón sin salid a.
L a e-speranza ru sa se v a desvaneciendo poco a poco,
el agotam ien to m oral y m aterial se extiende m ás ca­
da día, y en todos Jos cerebros se agita la idea de que
co n ven d ría una pazdecorosa, antes de q u e pase para
siem pre la ocasión de con certarla en buenas condi­
ciones; porqu e el triu n fo de Jos aliados, si por acaso
llega, ya se va v ie n d o q u e no será tan esplendoroso
com o alg u n o s entusiastas im agin ab an , y nada podrá
com pen sar las pérdidas inm ensas sufridas por F r a n ­
cia.
E n la su perficie, F ra n c ia sigu e tan resuelta y an i­
m ada com o en agosto, pero en el fondo no sucede
así. E l m u n d o oficial y la prensa, su jeta a u n a cen­
sura rigorosa, reflejan optim ism o, pero por desgra­
cia para el buen pu eblo Irancés, esos o ptim ism os no
se realizan nunca.
E s in d u d ab le que si Ja diplom acia alem an a hu­
biera sido algo m ás perspicaz y pu siera alg ú n em pe­
ño en con ocer a fondo la psicología del pueblo fran­
cés, o no estallara la g u e rra o está h ab ría ten ido ya
Ayuntamiento de Madrid
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térm in o. S e eq u ivocó profundam en te, ju zgan d o a
todos los pueblos com o si fueran alem an es, y ahora
em pieza, h ay que hacer esta ju sticia , a en m en d ar este
error, a u n q u e no con la eficacia y el acierto que de­
biera, De todos m odos algo ha hecho para borrar
antagon ism os; esta lab or está siendo en parte n eu ­
tralizada po r la cam pañ a violenta, q u e en los paí­
ses aliad os se sig u e haciendo contra A lem an ia, a
la cual ésta com ienza a contestar en form a m ás ase­
qu ib le a los entendim ientos latin os y b ritán icos, que
en los prim eros tiem pos de la gu erra.
R egistrem os con satisfacción este h ech o. T ie n d e n
a b orrarse los odios entre A le m a n ia y R u sia y entre
A lem an ia y F ra n c ia ; subsisten las rivalidades h is­
tóricas entre .Austria y R u sia ; y se han agigantado
las d iferencias y el encono en tre la G ra n B retañ a y
A lem an ia. E l balance de esta situación esp iritu al es
m ás favo rab le a la paz que hace cinco meses. N o se­
rá el m odo de pensar y de sen tir de cada ciud ad an o ,
m ientras no se m anifieste colectivam en te, lo que
haga concertar la paz a los gob iern os, pero no deja
de ser un sín tom a y un elem ento que predispone en
buen sentido.
E n com pen sación , por desagradable q u e sea d e­
cirlo , cada tentativa de aproxim ación entre los ac­
tuales en em igos, es un peligro para Jo s neutrales in ­
m ediatos a ellos, que han de preven irse sin perder
tiem po para afro n tar la situación q u e se com ienza a
d ib u ja r. P o rq u e la cuestión no puede ser m ás clara:
si la g u e rra no term in a con la derrota com pleta de
un gru p o de potencias, y por con siguien te si las
com pensaciones y los pagos no han de pesar e x c lu ­
sivam en te sobre los beligerantes, todos ellos, lo m is­
m o los q u e gan en que los que pierdan, h an de v o l­
ver sus ojos a otras partes para en con trar y ofrecer
las reparaciones necesarias. No o lvid e el lector lo
que antecede, y esté atento a Jos acon tecim ien tos
que se a vecin an , a u n q u e todavía con len titud, por­
q u e a u n q u e lo s G o b iern o s no es posible q u e dejen
de darse cu en ta de todo, bueno y co n ven ien te es
q u e la o p in ió n pú b lica se vaya form and o, para apo­
yar, en ei m om en to critico , á sus h om bres de E s ­
tado.
F . L a r ín .
SOBRE LA B A T A LLA D EL 16 OE DICIEMBRE
EN LA POLONIA RUSA
■De nuestro corresponsal en B erlín )
L a gran b atalla que durante varias sem anas se
ven ía riñ en d o en la P o lo n ia rusa h a term in ad o con
la b rillan te victo ria del ejército austro-alem án , es­
crib ien d o u n a página gloriosa en la historia m ilitar
moderna.
E l colosal ejército ruso se h alla en retirada. S u
ofensiva co n tra S ile sia y Posen totalm ente fracasada.
S in em bargo, no se puede co n sid erar a ú n q u e lo.s
austro-alem an es han llegado al final de la jorn ada;
todavía les resta q u e hacer y «en la gu erra— com o
decía N apoleón — no se h a h ech o nada cuando toda­
vía queda algo por h acer.» E ste p rin cip io fun da­
m ental lo com prend e y lo va cu m p lien d o con m aes­
tría el m ariscal H in d en b u rg, q u ien ha declarado
«qu e no en con trará sosiego hasta no h ab er term i­
nado con el ú ltim o ruso.»
Y a se deja en trever que la decisión recaerá en el
E . o al otro lado del paso de C alais. N i u n a n i otra
cosa se h abía pensado. L a dirección del ejército ale­
m án resolvió prim ero buscar la decisión en el O . y
a llí d irig ió su fuerza prin cipal. F allad o el go lpe, por
m otivos conocidos, se vió o b ligad a a aplazar la deci­
sió n en este teatro y buscarla en el otro fren te. Esta
resolución del E s u d o M ayo r alem án ha sido a tre v i­
da por dem ás, porqu e los rusos y a habian com enza­
do su o fen siva y , avanzando victo rio sos en el su r de
G a lizia , o b ligaron a los austriacos a retirarse.
E l 4 de octubre p rin cip ió la o fen siva gen eral del
ejército aliad o, au stro -alem án , que llegó después de
sostener va ria s batallas y com bates victo rio sos, hasta
el V ístu la . E l sitio de P rzem ysl tu vo q u e ser a b a n ­
donado por los rusos y entonces los austriacos lo ­
graron ocupar la lín ea del S a n . L o s aliad os pensaban
ya en atravesar el V ístu la y sitia r V a rso v ia e Iv a n gorod . T ro p a s rusas fueron derrotadas cerca de Ivangorod y el ataque de los austriacos co n tra el ala iz­
q u ierd a de Jas posicion es rusas al este y sudeste de
P rzem ysl h ab ía progresado. L a s tropas rusas que in ­
vadieron H u n g ría fueron com pletam en te derrotadas
y arro jad as sobre los C árp ato s, qued an d o así am e­
nazada la posición izq u ierd a de toda el ala rusa.
T a m b ié n en C zern ow itz penetraron victoriosos los
austriacos. A l m ism o tiem po el distrito de S u w a ik i
fué ocupado por los alem an es y rechazados todos los
ataq u es rusos. D e pronto se a n u n c ia el avance de
gru esas co lu m n as rusas que vin ie n d o de V arso via
am enazan el flanco izqu ierd o de los aliados, Para
esq u ivar esta am enaza el m ando alem án in icia el cé­
leb re m o vim ien to retró grad o . que tiene lu g a r a fi­
nes de octubre y prin cip io s d e n o viem b re. L a reti­
rada se efectúa sobre la lín ea C raco via -T h o rn .
U n nu evo «agrupam ien to» tiene lu g a r, en el cual
se refu erzan las alas, m ien tras el centro se m antiene
débil apoyán dose en su s atrin ch eram ien to s de cam ­
paña. T e rm in a d o el agru pam ien to en la fo rm a que
lo dispuso el m ariscal H in d en b u rg, el i . ° de no­
viem b re se tom ó de nu evo la ofen siva. P rim eram en ­
te avanzó el a la norte y derrotó al ala derecha rusa,
en los días 13 y i 5 en L ip n o y W lo c la w e c k . G ru esas
co lu m n as rusas fueron arrojad as en dirección S . y
S E . y perseguidas po r los alem an es. S e crey ó otra
vez en la p osib ilidad d e u n decid id o ataq u e en vo l­
vente q u e cortara las co m u n icacio n es d e retaguardia
d el ejército ruso a V arso via. E sta esperanza pareció
ser tanto m ás probable cu an to que todos los otros
ataques de lo s rusos fueron rechazados. Pero, n u eva­
m ente. el 22 de n oviem bre entran en lín ea conside­
rables fuerzas rusas de refresco, y la o fen siva de los
aliad os qu ed a paralizada.
L o s rusos in ician una en érgica co n tra-ofen siva,
q u e fué esq u ivada con felicidad por el ejército aliado
en todo el frente d e batalla, el 23 d e n o viem bre. In ­
m ediatam ente el ala norte del ejército alem án tom ó
la ofen siva y co n q u istó las posicion es rusas cerca de
L o d z, el 6 de diciem b re. E l ejército ruso, derrotado,
se retiró detrás del sector del M iaga, donde levantó
atrin ch eram ien to s y estuvo en contacto inm ediato
con las posiciones del ala derecha ru sa detrás del
B zu ra. L o s alem anes con tin u aron sus ataques, que
se d irigiero n p rin cipalm en te con tra el frente Low itzV ístu la.
M ien tras tenían lu g a r estos com bates en el ala
Ayuntamiento de Madrid
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Batería alemana marchando al galope a ocupar una posición de tiro
norte, los rusos pretendieron reforzarse con tropas
sacadas del su r de P o lo n ia sobre N ow o-R adom sk,
pero los aliad os, en varios com bates cerca de Petrek au , los o b lig aron , y a en m arch a, a retirarse.
E n tre tanto, ¡os austríacos, que habían concluido
la concentración de su ala izquierda en C raco via,
com enzaron el ataque con tra el ala izqu ierd a rusa,
que term inó, después de va rio s com bates fructuosos,
el 12 de d iciem b re con la batalla de L im an o w a!
A dem ás tropas a u stro -h ú n g a ras avanzaron sobre los
C árp atos y p rolongaron el ala izquierda hasta ios
sectores d el S an .
M ien tras tanto, los alem anes con tin uaban sus
ataques en las cercanías de L o w icz con tra las posi­
ciones rusas del B zu ra, q u e lograron tom ar.
D errotadas al m ism o tiem po las dos alas del ejér­
cito ruso, y vista la im p osib ilid ad de una ruptura
del frente alem án , se doblegó la fuerza de resistencia
ru sa. L a situ ación de los rusos se puso crítica y para
no verse cortados totalm ente de su s com un icacion es
de retaguard ia y acorralad os, se resolvieron a e m ­
El compañerismo en campaña: heridos auiiliándose mutua­
mente para dirigirse a un barco-ambulancia en el Vístula
prender ia retirada en todo el frente de batalla. Esta
retirada no ha sido vo lu n ta ria con el objeto de crear­
se una n u eva situación estratégica favorable, sino
o b lig ad a bajo el peso del im petuoso avan ce del ejér­
cito aliado.
E l ejercito ru so , colosal por el n ú m ero, ha sido
derrotado en todo su extenso frente.
E l gran d io so h ech o m ilita r de las arm as ge rm a ­
nas aliad as, pone los nom bres de H in d en b u rg y L u ­
d e n d o rf en la p rim era línea de los jefes de ejército,
cu b iertos con el m anto de glo ria de sus valerosos
soldados. E l ejército austro-alem án ha dado pruebas,
en esta cam pañ a, de su gran capacidad de resistencia,
¿Q ué hace ese ejército aliad o del O. q u e no apro­
vech a la ocasión de la ofensiva alem an a en el E , y
con d u ce u n a en érgica ofen siva sobre el en em igo que
le está al frente? ¿O es que no tiene el poder sufi­
ciente para acom eter sem ejan te em presa? S i esto es
así ¿dónde está la gran su perioridad, tan decantada?
E n las co lu m n as de la prensa y en las agen cias R e u t e r y H avas están deshechos los ejércitos alem anes.
Embarque de soldados alemanes heridos en un barcoambulancia cerca de Plock (Polonia)
Ayuntamiento de Madrid
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S . M. el rey de Rumania Fernando I
S . M. la reina María de Rumania vistiendo el traje nacional
pero en el terreno de los hechos van m arcadas paso
a paso las etapas de la victoria.
L o s franceses debilitan sus propias fuerzas en
una serie de ataqu es «a palo de ciego» q u e se estre­
llan siem pre con tra el m u ro alem án y se despedazan.
¿Q ué con siguen con esto? Gasto in ú til de fuerzas y
nada m ás.
L a esperanza de los aliad os del O. en el coloso
ruso p rin c ip ia a d ilu irse en el éter del desengaño.
L o s franceses e ingleses están q u e trin an con tra los
ru sos. S u s crítico s m ilitares Ies acu san de falta de
activid ad . E sto es u na in ju sticia, p orqu e, por el con ­
trario, la causa de la derrota rusa es su exagerada
activid ad . L o s rusos lejos de con d u cir u n a ofensiva
enérgica en u n o de los puntos, han procedido a
d irig irla en varios a la vez, sin concentrar en uno
solo lo s elem entos suficientes para afirm arla. Están
com etiendo la m ism a falta q u e los turcos en 19 12 y
ya casi se puede predecir que se h allan al m árgen del
desastre. Q uien m u ch o abarca poco aprieta.
pro pia, los hechos generales q u e se van presentando
con relieve sin gu lar son los siguientes;
F ran c ia y la G ra n B retañ a carecen de fuerza pa­
ra derrotar a A le m a n ia en tierra. A le m a n ia no dis­
pon e tam poco de fuerzas suficientes, teniendo com o
d e n e g ra n parte d e s u ejército en P'rancia, para aplas­
tar a R u sia ; a R u sia le es im p o sib le d esarro llar a la
vez con éxito la doble cam pañ a co n tra A u stria y A le ­
m an ia; y A u stria bastante tien e q u e h acer con m an ­
tenerse a la defensiva co n tra la presión rusa. Los
nuevos elem entos m arciales q u e podrán entrar toda­
v ía en el tablero, no alterarán fun d am en talm en te este
cálcu lo , si no m ienten las aseveracion es de los que se
creen más enterados, y la g u e rra seguirá len ta e in ­
decisa, hasta q u e
¿queden arru in ad as A le m a n ia y
A u stria o carezcan de alim entos? jN ada de estol E l fin
se deberá a otra cau sa, pero antes digam os que la or­
gan ización alem ana está n perfecta que el eq u ilib rio
económ ico se sostiene a pesar de la gu e rra: todos los
J. C .
G uerrero.
B erlin , d iciem b re 19 14 .
CÓMO TERM IN ARÁ LA GUERRA Y C UÁLES SERÁN
SU S CONSECUENCIAS
Para el observador im p arcial q u e no se deja im ­
presionar po r los alegatos y exageracion es de los
beligerantes, la g u e rra v a tom ando u n sesgo real­
m ente inesperado y que se d ib u ja con m ás clarid ad
cada día. D ejan do a u n lado los ju ic io s de los técn i­
cos, q u e com o es n atural sólo tienen en cu en ta un o
de los aspectos del problem a, y las fantasías de los
que lo esperan todo de la ru in a de los pueblos riva­
les y de la acción de los aliados, que no en la suya
La hermosa princesa Isabel, hija de los reyes de Rumania
Ayuntamiento de Madrid
86
recursos fin an cieros de A le in an ia se gastan, casi sin
excepción , dentro dei Im p e rio , y el din ero no sale
d e é J, de suerte q u e no hace m ás q u e ca m b ia r de
d u e ñ c, peto sien d o éste siem p re alem án ; m enos pro­
bable es todavía q u e falten a lim en to s en aquellos
países: las cosechas han sido buenas, la d isciplin a
social ha facilitad o la reglam entación y dosificación
deciertos a lim en tos de p rim era necesidad, y nuestros
tiem pos no son a q u ello s en q u e era posible condenar
a la m iseria a u n vasto pueblo; brazos, so bran , porque
en ú ltim o térm in o se echará m ano d é lo s prisioneros,
y sem illas y gran os y rebaños se poseen en cantidad
m ás que suficiente para dos años. E n este largo p e­
ríodo ha de so b reven ir la paz por otros m otivos.
S i A le m a n ia es im poten te para d erro tar a su s r i­
vales, y éstos, a su vez, tam poco pueden desangrar
a su poderoso adversario, en lo s cam pos d e E u ro p a,
ha de buscarse la decisión fu era de ellos. A esta idea
obedece la in terven ción de T u r q u ía en la gu erra,
em pujada por A le m a n ia , p o rq u e se espera, con su
ayu d a, poder lle v a r la agitación y la revuelta a E g ip ­
to y la in d ia : pero los ingleses se están preparando
hace tiem po, co n ven cid os, y tienen razón, de que
más funesta les sería u na d errota en E g ip to , q u e un
desastre en F ra n c ia ; de su erte que cu an do las tropas
turcas lle gu en , si lle ga n , a la vista del canal de Suez,
tropezarán con una m asa enem iga capaz de conte­
n erla, por lo m enos, y de hacer m u y largas las ope­
raciones. T a m p o co se ve por este lado el fin próxim o
de la gu erra.
S i In g late rra pone a cu b ierto su s dos p rin cipales
im perios colon iales d e E g ip to y la In dia, y no ve
destruida su escuadra, se en con trará en condiciones
de resistir todo el tiem po que le parezca conveniente,
hasta que su s adversarios se vean ob ligad o s a pedir
gracia. P ero n i F ra n c ia ni R u sia se en cu en tran en ei
• m ism o caso. F ra n c ia está agotada, y dentro de poco
tiem po no podrá m ás; n i le q u ed ará gente n i tendrá
d in ero , n i le será posible cu id ar los cam pos, fábricas
y talleres, salvo los de efectos m ilitares, están aban ­
donados. R u sia , sin m ercados d ond e en con trar re­
cursos, y con el descontento en lo s cam pos, tam poco
se h alla en estado de resistir m ás; u n a cam pan a v ic ­
toriosa todavía le d aría fuerzas para pro segu ir las
operaciones u n año m ás, pero com o por desgracia
para ella esas victo rias no se vislu m b ran siq u iera, va
com prendiendo q u e lo está exp on ien d o todo y tiene
m u y pocas probabilidades de gan ar algo.
De donde resulta, y ello es tan evidente que seria
ocioso extenderse en d em ostrarlo, que Jas á rb itras de
la paz o de la co n tin u ación de la gu erra son A le m a ­
nia e In glaterra.
A u n q u e flaqueen su s aliad as, la G ra n B retaña
Jas em p u jará e in fu n d irá n u evos alien tos. P odría
darse ei caso de que F ra n c ia y R u sia le volviesen
francam ente las espaldas, pero ello es. hoy por hoy,
algo rem oto, y h ay q u e esperar que am bas potencias
se lim ite n a ir d ism in u yen d o poco a poco la energía
de su acción m ilita r, ten d iend o a establecer un esta­
do de eq u ilib rio que perm ita esperar la paz en las
condiciones m enos onerosas; ello no tendrá lu gar,
seguram ente, sin que antes se lib ren los últim os
ch o qu es en q u e cada partido a rro je en u n postrer
esfuerzo el resto de sus recursos m ilitares: llegado el
período de contem porización , cuando la persuasión
de que no es posible vencer se h aya exten did o en
F ran c ia y R u sia , In glaterra ten d rá q u e m editar m u y
m u ch o el partido que tom a, porque de él depende
todo su p o rven ir.
¿E n qué se fu n d a el poderío de la G ra n B retaña
y cuál es el in stru m en to de que se vale para m ante­
n er su posición en el m u n do y d o m in ar a todos? La
escuadra. S in ella, In g late rra sería u n a potencia de
segun d o o tercer o rd en , y só lo co n servaría su s colo­
nias el tiem po in d ispen sab le para q u e acudieran
otros a arrebatárselas. P eto esta escuadra va siendo
deb ilitad a poco a poco, y antes de q u e co n clu ya la
gu e rra, m e jo r dich o, antes de u n añ o, los nuevos
golpes que h ab rá su frid o la dejarán ba.stante que­
brantada. P ero , au n q u e no se repitan los ataques de
los su b m arin o s alem an es y Jas m inas fondeadas no
causen m ás estragos, h ay que pensar en el estado en
q u e se en con trarán , en q u e se van y a en con tran do,
los barcos de g u e rra , con las m áq u in as siem pre en
presión y sin poder lim p ia r fondos n i en trar en los
astilleros. S e habrá gastado por sí m ism a y no será
ya a q u e lla tem ible y reputada escuadra que in sp ira­
ba respeto en todos los m ares del planeta, A m edida
q u e d ism in u ya el poder com batiente de aq u ella flo ­
ta, irá aum en tan do la im p ortan cia m u n d ial y el po­
derío n aval de los E stados U n id o s, de Italia, de J a ­
p ó n .,. Y dentro de un par de años, si por un m o­
m ento adm itim os q u e la g u e rra pu diera d u rar tanto,
esos tres E stados superarían en fuerza naval a In g la ­
terra; habría term in ad o la su prem acía de ésta y co ­
m enzaría irrem ed iab lem en te a d eclin ar: sería un
coloso in erm e, tanto más atacado y con m ás saña,
cu an to m ás hizo pesar su vo lu n tad sobre los dem ás
pueblos de la tierra. ¿D e qué le serv iría a ia G ran
B retañ a d e rro tar a A lem an ia, si quedaba luego a
m erced de Italia , de los E stados U n id o s, del Jap ó n ,
cada una de las cu ales potencias ocupa u n a situ a­
ción geográfica m ejo r que la de A le m a n ia y en dis­
posición de d o m in ar lo s m ares? In glaterra h ab ría
gan ad o u n a gu e rra, pero h ab ría perdido su existen ­
cia com o Im p erio m u n d ial. A este precio, por g ra n ­
de que sea el odio q u e los britan os sientan por A le ­
m an ia, no dude nadie que In glaterra se detendrá
en el cam in o y no q u errá llegar al fin. puesto que
este fin no sería sólo el d e A le m a n ia, sin o el de ella
tam bién.
De co n siguien te, así que In glaterra com prenda
q u e la victo ria no ha de so n reír a los aliad os en los
cam pos de E u ro p a y q u e éstos v u elve n su s ojos a la
escuad ra b ritán ica, com o su prem o argu m en to y re ­
cu rso fin al, depon drá su a rro gan cia y antes de que­
d ar in u tiliz ad a en trará en los p relim in ares d e la paz.
T o d o , an tes que la pérdida de la escuad ra, bien bajo
el piorno en em ig o, y a por la acción len ta, pero im ­
placab le, del tiem po y del agu a.
E n cuanto a A lem an ia, sabe perfectam ente que
m ientras posea sus buques, que están m ejo r aten d i­
dos y cuidados que los británicos, porqu e perm an e­
cen a la defensiva y disponen de unas bases ex celen ­
tem ente preparadas con m u ch os años de an telación ,
su derrota defin itiva es im p osib le: tendrá que acep­
tar u n a paz m ás o m enos favorable, pero no quedará
a m erced del rival aborrecido, porqu e al hundirse
los barcos en el m ar, arrastrarán con ellos el único
p rin cip io vital de Jos in gleses. Y en tierra, ¿concibe
n adie q u e los aliad os, n i los rusos, llegu en a B erlín ?
¿C o n cib e nadie que piense serenam ente que llegue
Ayuntamiento de Madrid
1
<
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un día en q u e sean barridos esos ejércitos que han
derrotado a los rusos y a los aliados, y que no han
cedido u n a pu lgada de terreno a pesar de batirse con­
tra fuerzas m u y su periores, lo m ism o en u n a fro n te­
ra que en otra? Pero tam poco se ad vierte q u e A le ­
m an ia pueda derrotar decisivam ente a su s enem igos,
porque es claro q u e si para obtener este éxito fuera
m enester lle va r al frente de batalla a los centenares
de m iles de hom bres que qu ed an en el territo­
rio n acional, ya lo habría hecho y no espera­
ría un d ía m ás. S i no los derrota, si no lle va más
gente a ias líneas de batalla, es sencillam ente porque
sabe que ni a ú n así ob tendría la victo ria decisiva.
N o será derrotada, pero tam poco derrotará a su s ri­
vales, Podrá gan ar m ás o m enos victo rias, pero la
decisión de la g u e rra no vendrá por u n a batalla afor­
tunada. M ientras su s barcos con tinú en a flote, A le ­
m an ia podrá seguir am enazando a F ra n c ia , a R u sia ,
a In glaterra, a Italia, al m undo entero, y por lo tan­
to no se encontrará en situación desesperada n i ten­
drá que ad m itir la paz q u e le quieran im p o n er sino
la que le con ven ga, cu id an d o em pero de no exig ir
tanto que se encuentre Inglaterra en el caso de arries­
gar el todo por el todo.
S a lv o con tin gen cias im p revistas, y no h ay que
decir que n in gu n a situ ación com o la de gu erra para
ofrecer hechos inesperados, verem os por con siguien ­
te cóm o viene la paz por el acuerdo de In glaterra y
A lem an ia, que pondrán térm ino a su q u ere lla para
co m p artir entre am bas el d om in io del m u n do. De
este acuerdo nacerá un eq u ilib rio diferen te del que
h abía antes de tu rb arse la paz; R u sia , A u stria, F r a n ­
cia, etc., verán d ism in u id a su im p ortan cia. ¿Serán
tan cándidas q u e perm itan la co ntin u ación de la
g u erra hasta q u e los colosos se pongan de acuerdo
con p erju icio y m enoscabo de aqu ellas naciones?
T o d o es de esperar de la ceguera que se apo dera de
los pueblos cuando desenvainan la espada.
Para term in ar, dos palabras sobre A u stria. M ez­
cla de nacion alidades, de religiones y de razas, el
Im perio a u stro -h ú n garo se sostiene m ás q u e por sus
fuerzas, por la conven ien cia de los dem ás países. S i
com o consecuencia d el presente conflicto se preten­
d iera hacer el deslinde d e a q u ellas nacion alidades,
resu ltaría que u n a gran parte de A u stria caería ab ­
sorb ida por A le m a n ia, y au m en taría enorm em ente
la potencia y la grandeza de ésta, cosa que n i Italia
n i In glaterra deben consentir. O tra porción se des­
m em b raría y q u ed aría planeada la form ación de un
nu evo im p erio , bajo el cual se a gru p arían todos los
Estados b alkánicos, quisieran o no qu isieran los de­
m ás g o b iern o s. No y a In glaterra e Italia, sin o tam ­
bién R u sia , se alzarían contra la form ación de tal
Im p erio, que será no obstante necesario m ás ade­
lan te, m u ch o m ás adelante, para o p o n er un dique a
la absorción rusa de E u ro p a, pero q u e po r el m o­
m ento es todavía p rem atu ro. De donde se co n clu ye
q u e los cam bios de fronteras que la g u e rra actu al ha
de ocasionar, serán bastante m enores de lo q u e ge­
n eralm ente se cree.
LA S B A T A LLA S DE LEMBERG
po r e l D r. K u r t F lo e rick e
(Conclusión)
L o s ru sos han concedido u n a extra o rd in a ria im ­
portan cia a la batalla de L e m b e rg , pero no han di­
cho u n a palabra sobre la ordenada retirada de los
austriacos, n i por qué no Ies persigu ieron , Q ue alg u ­
nas piezas y unos g ru p o s de dispersos cayeran en
m anos de los rusos, no son hechos que em pañen el
m érito de los austriacos. L a reso lu ció n de la batalla
corresponde al gen eral B ru silo v , ei cu a l, después de
h ab er atacado y tom ado posesión de H alicz, al S . E .
de L e m b e rg , dispuso que M ik o la y o v se a trin ch e­
rara fuertem ente y avan zó con el resto de su s fu er­
zas, de suerte que los austriacos qu ed aro n b ajo el
p elig ro y la am enaza de ten er cortada su lin ea n a­
tu ral de com un icación G ro d ek -P rzem ysl. E n estas
circu n stan cias, el gran cuartel general exp id ió , en la
n oche d el 2 ai 3 de sep tiem b re, la ord en de evacuar
sin com bate la ciud ad de L e m b e rg . No tenía ya obobjeto, en efecto, em peñarse en resistir en los fuertes
de cam p añ a que se h abían co n stru id o en las alturas
cercanas, para exponerse a q u e la ciud ad fuera cañ o­
neada y som etida a las con secuen cias de un asalto.
De lodos m odos, la ord en debió ser algo im p revista
para la ciu d ad , porqu e só lo tu viero n tiem po de par­
tir dos trenes, en los cuales m ontaron los principales
com prom etidos en el m ovim ien to polaco, para evi­
tar ser captu rados po r los rusos. E n tre ello s figu ra­
ba el burgom aestre N eu m an n , un o de los o rgan iza­
dores de la legión polaca, p o r cu ya cap tu ra habían
ofrecido los rusos u n a gru esa su m a. E l arzobispo,
conde Szeptck i, perm an eció valien tem en te en ia c iu ­
dad , y fué in tern ado en R u sia , sin q u e hasta ahora
se sepa Ja suerte q u e le ha cabido. F u e ro n aban do ­
nadas en la ciudad gran des cantidades de provisio­
nes. S o n de señ alar varios actos de traición . A n tes de
la retirada fueron fu silados alg u n o s reos de este deli­
to po r orden gu b ern ativa. E n tre los prin cipales, figu­
rab a el jefe de estación R e d i, a q u ien parece extraño
se le encom en dara u n cargo tan im portan te en aq u e­
llas circu n stan cias. In fo rm ab a a los ru sos de los m o­
vim ien to s de Jas tropas, y d ejó aban don ados en vías
m u ertas lo s trenes de p rovision es, m ientras pasaban
h am b re las tropas que se estaban batiendo. E l que­
brantado ejército au.striaco se replegó a u n a excelen ­
te posición protegida por las lag u n as de G ro d ek , sin
q u e la retirada fuese m olestada en lo m ás m ín im o
po r el en em igo, por lo q u e fué fácil restablecer el
orden en las tropas. P ara ocu ltar sus gran des pérdidas
y reponerse de ellas, sin que se trasluciera n ada que
pu diera em pañ ar el éxito o bten ido, los rusos perm a­
necieron in activo s hasta el 3 de septiem b re, con su
artille ría pesada en los atrin ch eram ien to s ab an don a­
dos al E . de L em b erg ; en la tarde dei d ía 4 el gene­
ral R u sz k y hizo su entrada en la indefensa capital
de G a lizia . D ebe decirse en h o n o r de la d iscip lin a de
las tropas rusas, que el vencedor se co n d u jo con m o­
deración y pru d en cia; quedaron pocos m ilitares en
la ciu d ad ; delante d e todos los ed ificios p ú b lico s y
alm acen es de com estibles se m ontaron gu ardias.
E xa m in a n d o en co n ju n to el resultado de la p ri­
m era fase de estas sangrientas batallas, se deduce
que am bos adversarios quedaron m alparados. El
Ayuntamiento de Madrid
Voladura de un puente aobre el Aisne, por los zapadores franceses, para dificultar el avance alemán
g ru p o de la izqu ierd a del ejército austríaco obtuvo
u n a victo ria com pleta, pero el ala derecha, aun qu e
no fué derrotada, tu vo q u e retirarse, obligan d o al
gru eso de las tropas a replegarse para no perder el
enlace con las dos alas, S e ría in ju sto d ejar de reco­
nocer que fué un grave contratiem po para los aus­
triacos la pérdida de u n a gran parte de la G alizia,
con su capital, así com o la de las desem bocaduras de
los pasos de los C árp ato s, lo cual tuvo por conse­
cu en cia detener el m ovim ien to nacion al de lo s pola­
cos y despertar los sen tim ien tos hostiles del pueblo
rum ano. C om o en estos form idables encuentros pa­
deció poco la consistencia del excelente ejército aus­
tríaco, bastó u n pequeño descanso de tres días para
q u e, con la ayu d a de las circu n stan cias, aq u ellas tro ­
pas se en con traran de n u evo en estado de reanudar
la ofen siva. E n ei referido in tervalo sólo hubo alg u ­
nos cañoneos, que no llegaro n a m olestar seriam ente
a n in g u n o de io s dos ejércitos, S e trabajó feb rilm en ­
te, entre tanto, en d ar sepu ltu ra a los m uertos, eva­
cu ar los heridos y en ferm os, m ejo rar los m edios de
trasporte, co m pletar los pertrechos y reabastecerse
de m u n icio n es, reordenar las unidades y lle n a r las
bajas, co m p letar los cu adros de oficiales, lla m a r a las
reservas y otros refuerzos, preparar abastecim ientos
q u e perm itieran a las tropas ejecu tar n u evo s esfuer­
zos, y situ ar las masas en las posiciones convenientes
para la n u eva cam pana. T o d as estas labores tropeza­
üno de los morteros alemanes de 21 centímetros
Ayuntamiento de Madrid
«9
Una de las calles de Lille, poco después de su ocupación por los alemanes; en el fondo, la iglesia principal
ron con la obstrucción q u e en los cam in os se produ­
jo por la h u id a de los habitantes, que escapaban en
todas direcciones llevándose sus enseres y m uebles,
fueran ú tiles o n o, en sus carretas y cab allos. E l cuer­
po del arch id u q u e Jo sé F ern an d o se in co rp o ró al
ejército austriaco, cerca de G ro d ek, en el ala izqu ier­
da, y del lado de los rusos u na parte del gru p o B ru ­
silo v se m ovió al N. en dirección a R ava-R u ska.
E n las jorn adas del 8 y 9 de septiem bre, el objeti­
vo de los austriacos fu é, naturalm ente, to m ar la ofen­
siva para recobrar L e m b erg . A I N. de e s u ciud ad ,
cerca de R a v a -R u s k a , las altu ras q u e alli h ay fue­
ron fortificadas sólidam ente por los ru sos, d e m odo
que había de atacarse por los in tervalos q u e quedan
entre las lagunas, para ro m p er las co lu m n as en em i­
gas adelantadas hacia el S . Esto fu é causa de q u e el
avan ce tropezara con grandes d ific u lu d e s y h ubiera
de hacerse paso a paso, preparán d olo con el tiro de
a rtille ría , q u e tu v o q u e realizar u n a m isión len ta y
obstinada. L o s rusos apenas esperaron en n in gú n
caso el ataque a la b a y o n e u ; gen eralm en te se retira­
ban antes a sus posiciones y trin ch eras previam ente
preparadas, retrocediendo siem p re, pero m u y le n u m ente. L a tierra se ib a em papan d o en san gre y los
ataques sólo daban por resultado ad elan tar u n o s po­
cos k ilóm etros al día. E sta b atalla presentó el asp ec-
Abrígos en la vertiente de una altura, para proteger a las reservas austríacas
Ayuntamiento de Madrid
(H)
to de las gran des com bates m odernos, con su carac­
terístico va cío , pareciendo q u e el terreno estaba aban ­
donado. y sin que denotasen el fragor y el em peño del
com bate m ás q u e las n u b ecillas de h u m o de los pro ­
yectiles de a rtille ría , el zum bido de las granadas, el
tronar de los m orteros, el crep itar y ch asquido de
las am etralladoras, el silb id o de los cascos de gran a­
da y shrapneis, que convertían a q u ello s lugares en
un in fiern o. L o s austriacos utilizaron sus trenes acorazado.s con buen éxito. U n o de ellos recibió un cas­
co de granada en la cám ara de vap o r de la locom o­
tora, pero la a vería fué reparada en el cam po de ba­
talla, sin que los once coches de q u e constaba el
tren dejasen de d isp arar y causar grandes pérdidas a
los rusos. E n estas desfavorables con d icion es lu ch a­
ron los m ejores regim ien tos h ún garos, an im ados por
la presencia de los com andantes en jefe y de lo s ar­
ch id u q u es, entre ellos el heredero de) tron o; du ran ­
te cinco días co nsecu tivos riñeron un com bate cada
vez m ás san griento y ob stin ad o, acercándose poco a
poco a la capital de G a liz ia . y llegan do finalm en te a
u n punto situado a u n o s 20 k iló m etros al S . de L e m ­
b erg. S u s pérdidas fueron de consid eración , aunque
el n ú m ero de los heridos excedió m ucho al de m u er­
tos, por la m ala puntería de la infan tería rusa. E n
cam bio las heridas de io s ru sos fueron , por lo gen e­
ral, m ás graves, en la cabeza y en el pecho, porque
estaban abrigados en sus trincheras y a llí perm a­
necían hasta que se les acercaban las lin eas de ata­
que de los húngaros.
T a m b ién se co n d u jero n bravam ente los b o sn iacos, los cuales en los m om entos decisivos solían
aban don ar sus arm as para caer sobre el enem igo y
cogerle por la gargan ta con sus férreas m anos; de
esta m anera hicieron m uchos prisioneros. E l ataque
de los austriacos avanzó, por con sigu ien te, con buen
éxito entre L e m b erg y G ro d ek , pero no fué posible
llegar a la capital de G a lizia , porqu e los rusos iban
prolon gando ia resistencia desde posiciones m ás re­
tiradas cada vez, con el evidente propósito de pro ­
lo n gar la defensa. U n o de los episodios más san­
grien tos tu vo lu g a r en la pu nta de un bosque al N.
de G ro d ek , lu gar que fu é perdido y recobrado varias
veces. L o s rusos habían cortado lo s árboles con ha­
ch as, form ando en el lin dero u na tala defendida con
am etralladoras, que barrían las líneas de asalto. F u é
necesario a cu d ir a un v iv ísim o fuego de artille ría ,
que desgajó las ram as, hizo astillas Jos troncos y puso
a los defensores en u na situ ación im p osib le, por la
llu v ia de granadas y sh rapn eis que sobre ello s cayó.
Por fin quedó aq u el disp utadísim o punto en m anos
de los austríacos; el cam po quedó cu b ierto por m o n ­
tones de cadáveres ru sos. E n la dirección de L e m ­
berg todo ib a bien , hasta el punto de que el ejército
del general B ru silo v recibió uno de Jos descalabros
más fuertes de esta gu e rra, toda vez que dejó en m a ­
nos del venced or 10.000 prision eros y 80 piezas de
artille ría . Pero tantos esfuerzos no podían menos de
p ro d u cir un ex traord in ario cansancio en las tropas.
E l cañón com enzaba a retum bar hacia el N , y con los
gem elos podían divisarse en a q u e lla dirección masas
de tropas, que no eran sin o los victoriosos soldados
del experto A u Jfe n b e rg , q u e se acercaban po r el ca­
m in o de R a va -R u sk a. L a lu ch a fué debilitán dose in ­
sensiblem ente, a d q u irien d o a poco el carácter de un
cañoneo m ás o m enos vigoroso.
S e encontraba en el ejército austríaco el general
in spector de A rtille ría , arch id u q u e L eo p o ld o S alva ­
dor, personalidad de gran relieve y u n a de las más
distin gu id as de la casa de H ab sbu rgo. q u ien con la
m ayo r san gre fría pasaba largas horas expuesto al
fuego del en em igo. De todos lados llegaban gran a­
das y shrapn eis, entrecruzándose por los aires, en te­
rrándose en tierra las granadas pesadas, elevándose
en otros puntos largas colu m n as de h u m o o de pol­
vo q u e llegaban a obscu recer el sol. E n la extrem a
ala derecha, en la región de las la g u n a s .s e encon­
traban los tiradores polacos, todos jóven es y deseo­
sos de derrotar al en em igo, que se em peñaban sin
m iedo en la batalla a pesar de constarles que los ru ­
sos ahorcaban sin piedad a quienes caían en su s m a­
nos. C u an to más se prolon gaba Ja batalla y a m ayo­
res pruebas se som etían los n ervios y el corazón,
tanto m ás resaltaba la su perioridad de los austriacos
y m ás se ponían de m anifiesto los defectos de los ru ­
sos, patentizados en ias cam pañas an teriores contra
los turcos y los japon eses: m ezcla im p rem editada de
los electivos, jó ven es con viejos; pocos reservistas
realm ente preparados para la g u e r r a ; falta de disci­
p lin a ; deseo de lib rarse del peligro (a m en ud o para
retirar u n h erid o salían de las filas ocho o diez so l­
dados, que de esta m an era se alejaban del fuego); re­
beldía con tra aqu ellas personas que no fuesen sus
jefes directos y n aturales; caren cia de entusiasm o en
los ataques y de ardor im p u lsivo , y en cam bio una
pasividad y u n a tenacidad en la defensa q u e les lle­
vaba hasta soportar una especie de m artirio . «N o son
soldados, sin o cam pesinos arm ados y u n iform ados,»
era el ju icio u n án im e de los oficiales austriacos, que
se en o rgu llecían de sus excelentes tropas, con razón.
De aquí que fueran frecuentes ios pánicos in ju stifi­
cados, sobre todo d u ran te las noches. B astaba un
solo disp aro de fu sil en ia obscuridad, para que m i­
llares de personas perdieran la tra n q u ilid a d : cun día
la alarm a, ios soldados se despertaban y m edio dor­
m idos veían enem igos por todos lados, se acu día a
las arm as y no se sab ia qué era lo q u e pasaba. ¿Acaso
un ataq u e po r sorpresa? S in tin o, ro m p ían a dispa­
rar sin a p u n ta r ni sab er a dónde tirab an , corrían ,
an daban , gritab an , se estrujaban q u erien d o s a lir por
la go la de la posición; esto, con Jos lam en tos de los
heridos y los estertores de los m oribu n dos, form aba
un cu ad ro característico del ejército ru so . C u an d o
se aclarab a la situación y se co m pren d ía que el ene­
m igo no atacaba, se m iraban los unos a los otros
com o ax'crgonzados y despertando de un su eñ o. En
cierta ocasión, u n a avanzada hizo fuego sobre un
caballo extraviad o q u e se acercó a la lín ea; n o ta r­
daron en q u ed ar en aquel lu gar alg u n as docenas de
m uertos y heridos.
A l llegar la batalla a su sexta ¡o rn ad a parecía ya
in evitab le e in m in en te la com pleta derrota del ejér­
cito de B ru silo v, y las tropas austro-húngaras se re­
go cijab an pensando q u e iban a lo g ra r po r fin el fru ­
to de tantos esfuerzos y que en trarían pronto en la
capital de G a liz ia , cu yas torres se veían claram ente
a sim ple vista, cu an do de pronto se extendió a lo
largo de todo el frente Ja inesperada orden de rom ­
per el com bate y em pren d er la retirada en dirección
a G ro d e k . L o s oficiales no q u erían dar crédito a lo
que o ían , y Jas tropas experim en taron el dolor de
haber su frid o un cruel desengaño. Pero ia fu eried is-
Ayuntamiento de Madrid
<jl
cip ü n a estaba tan bien cim entada, q u e sin u n a m u r­
m u ració n se obedeció la orden d el com andante en
jefe, aban donando la presa que y a se ten ía en las
manos. O rgu lloso puede estar C o n rad o von Hoetzend o r f de la con d u cta del ejército en aq u ella ocasión;
todos, desde ei gen eral al ú ltim o soldado, co m p ren ­
dieron que cu an d o el m ando daba aquella orden , m o ­
tivos fundados h ab ría, y habia que obedecer. E n tre
los oficiales pronto co rrió de boca en boca que se
acababan de recib ir m alas noticias del ejército de A uffen berg, y que se im p on ía la retirada dei a la v ic to ­
riosa en L e m b erg , si no se q u ería fia r la suerte de la
m asa p rin c ip a l del ejército a una sola carta y arries­
gar a u n solo go lp e el resultado de toda la cam paña.
E fectu ó se, pues, la retirada h acia G ro d e k , y aun más
allá , en la d irección de P rzem ysl, sin q u e el en em i­
go la estorbase en lo m ás m ín im o, ni tratase de em ­
pren d er la persecución; por contentos se dieron los
ru.sos con lib rarse tan im p revistam en te de la presen­
cia de aq u el tem ib le adversario.
¿Q ué le había acontecido al general .A ulfenberg,
cu yas victorias h a d a n creer a todos que m archaba
sin tropiezos en la ejecución d e su com etido? Des­
pués de haber em p u jad o al enem igo hacia C h o lm y
el H u tzw a, por la brillante victoria de Zam osc,
A u ffen b erg había recibido la orden de hacer una
con versión con todo su ejército hacia el S ., para
tom ar la lín ea T om asch o v-L asch tsch ov, avan zar s o ­
bre R a v a -R u s k a y prolon gar el frente del ejército
austriaco, cayendo contra ei ala derecha del ejér­
cito ruso de L e m b erg . E i plan era gen ial y estaba
perfectam ente concebido; y de seguro h ab ría dado
los resultados que de él se esperaban, si la en orm e
su perioridad de los rusos no lo h u b ie ra hecho fra­
casar. E n esta ocasión p rod u jo de n u evo sus n atura­
les frutos la nefan da lab or de espías y traidores.
P rin cip alm e n te in flu yó la ayu d a de los pops (sacer­
dotes ortodoxos), ardientes en em igos d e la nobleza
polaca, los cuales pops ad virtiero n y tu viero n al c o ­
rrien te a los rusos de los m ovim ientos de los austría­
cos. D e todos m odos, el enem igo dispuso de tiem po
bastante para lla m a r fuerzas considerables hacia
el .N., con tra las de A u ffen b erg, y u tilizó toda la
red de ferro carriles p ara hacer aflu ir de los depósi­
tos in agotables del in te rio r de R u s ia gran des masas
q u e se iban concentrando en L u b lin y C h o lm , Estas
m an iobras resolvieron el con ju n to de las batallas
en G a liz ia , y dem ostraron cuán funesto era m enos­
p reciar al adversario. Es in d u d ab le que en la seg u n ­
da batalla de L e m b erg se reunieron m as d e u n m i­
llón de rusos, m ientras que la fuerza de los austría­
cos no llegab a a 6 5 o,ooo hom bres. Las circu n stan cias
fueron m ás particu larm en te desfavorables para el
ejército de A u ffen b erg , q u e tuvo q u e lu ch a r contra
un efectivo por ¡o m enos doble, y probablem ente
trip le que el su yo . E n su ataque sobre R a v a -R u sk a ,
no solam ente fué contenido por masas tan su p erio ­
res, sin o que no tardó en verse am enazado por su
flanco izqu ierd o por ios ejércitos rusos que llegaban
de C h o lm y dei B u g . tropas que al m ism o tiem po
se le colocaban a la espalda, m ientras que nuevas
m asas iban interponién dose en form a de cu ñ a entre
los ejércitos de D an kl y de A u ffen b erg; fué por con­
sigu ien te u n a obra m aestra de táctica la retirada que
ejecutó A u ffe n b e rg , evitando que se trocara en un
desastre, perdiendo m u y poco m aterial de gu e rra, y
con siguien do tom ar la dirección S O ., atravesar el
San y reun irse, a l otro lado de este río , con los de­
m ás ejércitos austríacos. L a en orm e responsabilidad
q u e pesó en estos críticos días sobre el general que­
brantó su salu d, y la historia m ilitar refiere bastantes
casos d e jefes de ejército que no han podido resistir
la tensión nervio.sa en situ acion es peligrosas; A u ffe n ­
berg dejó ei m ando de las tropas L a retirada de su
ejército no se ejecutó sin gran des pérdidas, com o era
de prever, e incesantes com bates. Ha de señalarse es­
pecialm ente e! regim ien to nú m ero 4 () (Bru n n y Sain t
P olten), que estaba en la extrem a retaguard ia y per­
dió 800 hom bres en el cam po del honor. E l general
A u ffen b erg , en u n a orden del día, d ijo de aquel
cuerpo q u e era el regim ien to m ás bravo de su ejér­
cito. O tro regim iento fué atacado en la retirada; su
coronel en vió su ú ltim a tropa aún disp on ible: la
bandera con su escolta. L a v ie ja enseña despertó el
entusiasm o en los soldados, y reavivó sus en ergías, y
el en em igo acabó por ser rechazado. T o d o s lo s o f i­
ciales y soldados besaron fervorosam en te la bandera,
sím bolo d e la patria al que debían el éxito , pero en
aquel m om ento cayó en el g ru p o u n a gran ada de
gran calib re y causó trem endos estragos en los aus­
tríacos. E n otro lu gar, u n a m u ch ach a de doce años
de edad, despreciando la m uerte, se arrastró hasta ia
lín ea de gu errillas para lle v a r agua y m u n icion es a
los soldados, pero no tardó en ser gravem en te herida
por u n shrapn el en un pie. L a pobre n iñ a fué reco­
gid a en brazos y trasladada a un tren que la con dujo
al hospital de V ie n a; fué m enester am p u tarle el pie,
pero tu vo el consuelo de q u e la visita ra el v ie jo E m ­
perador, quien la felicitó y la regaló una cadena de
oro, E n tre los m uertos figu ró el h ijo de C on rad o
von H oetzendorf. E l jefe del E stad o M ay o r general
se encontraba trabajan do en su cuartel general,
cuando u n com andante, cuadrándose en su presen­
cia y con frases m ilitares, pron un ciadas con hondo
d o lo r, le dió la triste noticia. E l gen eral quedó m o­
m entáneam ente anonadado y pareció a punto de
desfallecer; «¡H erberto m íol», exclam ó . ,N o obstante,
recobró enseguida su presencia d e án im o , dió las
gracias al com andante y . volvién d o se a los oficiales
de su estado m ayor. Ies d ijo ; «¡Señ ores, vo lvam os a
nuestro trabajol ¿D ó n de h abíam os quedado?» Del
lado de los rusos, quedó herido el general R adko
D im itriev , el «N apoleón b úlgaro», aq u el hom bre
que h ab ía ingresado com o v o lu n ta rio en el ejército
ruso y abandonó luego el ejército dei Z a r para pasar
al b ú lgaro . M u ch os regim ien tos austro-húngaros
perdieron casi todos sus oficiales. T a n bravam ente
com batieron y tanto castigaron al en em ig o, que a
pesar de estar éste recibiendo refuerzos cada hora,
no aum entaba la su perio ridad de su s fuerzas. Pero
éstas eran tan en orm es, q u e en las posiciones de las
q u e acababa de ser desalojado aparecían luego n u e­
vos regim ien tos, com o si brotaran de la tierra. Por
lo dem ás, la táctica rusa de la m an iob ra de masas
les dió el resultado apetecido. C ad a vez que la m e­
tralla barría sus filas, la tropa cerraba los claros y
sin hacer caso de los m uertos seguía avanzando con
el apoyo de n uevos refuerzos. L a s tropas austríacas
a lp in as, cu ya excelente p u n tería es bien conocida,
causaron grandes destrozos a! en em igo. D onde tales
soldados estaban em peñados, bastaba q u e u n ruso
asom ara la cabeza sobre la cresta del parapeto, para
Ayuntamiento de Madrid
92
Vista de la plaza fuerte de Przemysl
que los a lp in os lo d erribaran con sus balas. T a m b ién
un em peñ ado com bate de retaguardia, y p ro lo n gá n ­
las am etralladoras ejercieron su s desastrosos efectos
dose de hecho ei frente de batalla hasta K rasn oslav
en las masas de ataqu e, p o r lo q u e los rusos tuvieron
y V ie p riz . L a s tropas m ás avanzadas de D ankl fueron
que re p etirlo s ataques
plenam ente d erro ta­
n o ctu rn o s, com o en
d as, au n q u e c o n s i ­
T o m a sch o v y Ravagu iero n con ten er ei
R u sk a.
em pu je de los fo rm i­
E l ejército del ala
dables c u e r p o s allí
izq u ierd a, m a n d a d o
acum ulados porlos ru ­
por el general D an kl,
sos. S i las dificultades
no pudo co n tin u ar su
dei terreno habían en­
victorioso avan ce, te­
torpecido el avance de
n iendo, al con trario,
los austriacos. claro es
que replegarse a n t e
que la retirada tuvo
L u b lin y d esand ar el
que hacerse en peores
cam ino. C o n t r a las
condiciones aú n . C on
piezas de sitio sacadas
previsión e j e m p l a r ,
por los rusos de sus
los rusos habían d e ja ­
plazas fuertes, no po­
d o s in vías férreas
dían los cañones de
aq u ella r e g i ó n , d e
c a m p a ñ a austriacos
suerte que las tropas
lu ch a r ventajosam en ­
d e D a n k l tuvieron
te, y adem ás los rusos
que m an io b rar sin los
habían aprovechado la
m edios de co m u n ica­
pausa de tres días en
ción tan necesarios a
los com bates para acuun ejército m oderno,
m u l a r refuerzos en
y las tropas avanza­
aq u ella parte de la lí­
Siluación de los ejércitos ruso y austro-húngaro el 6 de septiembre
das soportaron el ch o­
nea, traídos por las
que sin casi poder ser
tres vías férreas que en ella desem bocan. E l defensor
apoyadas. A pesar de tan grandes contratiem pos,
no tardó en trocarse en atacante, y el ejército de
D ankl pudo retirar la masa prin cipal de su ejér­
D an kl fué em pu jad o de un m odo irresistib le en la
cito sin gran des pérdidas ni aban don ar el p rin ­
dirección S O ., trabándose en la región de K rasn ik
cipal m aterial de gu e rra, llevan do a cabo una
Paisaje del N. de Qaiízia
Castillo Olesko, en Qalizia, en la línea Lemberg-Brody
Ayuntamiento de Madrid
{13
operación notable, que la h istoria m ilitar alabará
con ju sticia m ás adelante. U n o de los regim ien tos
q u e más padecieron fué el 45 de in fan tería, q u e fué
arrojad o h acia el S E . y sólo pudo reu n irse al gru e­
so al cabo de alg u n o s días y en gru p o s separados.
E n tre los ejércitos de D an kl y A u ffen b erg a van ­
zaron al m ism o tiem po fuertes con tin gen tes ru­
sos, q u e causaron daños de consid eración . C erca de
F ra m p o l, un destacam ento de cosacos destruyó una
co lu m n a del tren, y otras colu m nas aparecieron s ú ­
bitam ente cerca de Jo sefo v y A n n op o l, cañoneando
am bas poblaciones. E n estas circu n stan cias, co n tri­
buyó m ucho a m ejorar la situación la ap arició n de
tropas alem anas, form adas por regim ien tos silesianos
de la lan d w eh r, que se h abian ya distin gu ido en los
com bates de K.rasnik; con la llegada de tales socorros,
fué m ás fácil la retirada a la o rilla izq u ierd a del V ís ­
tula. E n resu m en , lo m ism o que en la prim era ba­
talla de L em b erg , el enem igo pudo avan zar victoriosam eh ie en esta ala, trocando en retirada lo que
había sido en los prim eros días u na in vasió n triu n fal.
F re ih e rr C o n rad o von H oetzendorf pudo por fin
re u n ir las tropas austro-h ú n garas en u n a lín ea más
retirada, com o después de ia p rim era batalla de L e m ­
berg, en una serie de posiciones que corrían de O.
a E . a lo largo de una cadena de altu ras, con su s dos
flancos apoyados en las plazas fuertes de P rzem ysl y
C racovia y la espalda cu bierta por los C árp ato s. S i
es cierto que los rusos pudieron considerarse victo­
riosos, porqu e cayó en sus m an os u na gran parte de
G a lizia , no alcanzaron, con todo, u n a v ic to ria deci­
siva, toda vez que dieron a los austríacos tiem po su ­
ficiente para reforzar y reorganizar sus tropas en
buenas condiciones, así com o para que llegaran tro ­
pas alem anas en n ú m ero suficien te p ara que desapa­
reciera la en orm e su perio ridad de las fuerzas en em i­
gas. C o m o q u iera, se desistió de co n tin u ar la ofen ­
siva en dirección de L e m b erg , y los rusos, adem ás
de su éxito táctico, alcan zaron las im p ortan tes ve n ­
tajas de exp u lsar a su en em ig o de la P o lo n ia rusa,
o cu p ar los pasos d e los C árp ato s y asegu rar la pose­
sión de L em b erg , No obstante, todos estos éxitos
tenían m ucho parecido con las victo rias de P irro . A
pesar de su s colosales fuerzas, sólo m u y lentam ente
y paso 3 paso habían podido avan zar con tra su dé­
bil adversario , tanto por las in m en sas pérdidas su­
fridas, com o por haber com enzado a la sazón las
llu vias y d esequ ilibrios atm osféricos d e la estación
otoñal, m u y rigorosa en aq u ella latitu d . S o b re v in o
u n a paralización en las operaciones, de m ás larg a d u ­
ración . R echazado, a u n q u e no derrotado, el ejército
de ia doble m o n arq u ía no tardó
en encontrarse de nu evo en situa­
ción de reanudar la ofen siva, para
cu y o com ienzo sólo esperaba la
llegada de refuerzos de su s aliados,
con cu ya presencia iba a m ejorar
la m archa de los acontecim ientos.
C on rad o von H oetzendorf se en­
contró entonces en u n a situación
estratégica parecida a la d e W e llin g ton en W aterlo o : com o en aq u ella
ocasión, ah o ra tenían la palabra los alem an es. Esto
era sabido por todos lo s soldados, a q u ien es se re­
partió, por orden del alto m ando, u nas plaquitas
(com o representa el grabado) señ alan do la un ión
en tre los dos ejércitos.
(De D e r K rie g )
.1
CRÓNICA MILITAR
1.
Sobre la pasividad de las operaciones militares.— 11. Cuestión de nervios.—III. Particularidades del ataque al■Formidable.—IV Los preparativos de ataque ai cana! de Suez.—V . La situación militar el 19 de enero.
I. — S o b r e l a p a s iv id a d d e la s o p e ra c io n e s
m ilit a r e s
L a m onotonía de los partes oficiales relativos a
las operaciones en F ra n c ia , y la concisión y lacon is­
m o de los referentes a P o lon ia y G a lizia , hacen creer
a m uchas personas que apenas se riñ en com bates de
im p ortan cia y que los adversarios se lim ita n , en lo
esencial, a observarse y tantearse. Nada tan lejos de
lo cierto.
C om en zan d o por el teatro occiden tal, es in d u d a­
ble que d u rante los meses de octubre y n oviem bre
h ub o u na situación de e q u ilib rio , rota só lo de vez
en cu an do por los beligerantes para in ten tar un
avance b ru sco, rechazado pronto, y plan ear otro m o­
vim ien to con los consiguientes preparativos de tras­
lados de fuerzas y acopios de elem entos. Pero en el
extrem o NO . de la línea, ju n to a las costas del canal,
se lib raron sangrientas y em peñadísim as batallas,
que d u raron va rio s días, por el deseo resuelto que te
o ían los ingleses de a rro jar al en em igo de aquellos
parajes^ peligrosos para la escuadra y para las costas
británicas. D esde D ixrau id e a N ieu po rt y el m ar, se
peleó con verdadera fu ria, los aliad os para avanzar
hacia O stende, y los alem an es para co n servar sus po­
sicion es, sin p erju icio de atacar a su vez así que re­
chazaban los asaltos de los enem igos. N o conocem os
en detalle las batallas q u e a llí se riñ ero n , pero desde
lu ego cabe asegu rar q u e han de o cu p a r uu puesto
im p ortan tísim o en la h istoria de esta gu e rra. C erca
de Ipres, los aliad os ejecu taro n otro esfuerzo casi
sobreh um an o, para ro m p er la lín ea enem iga y o b li­
gar a toda la extrem a derecha a apartarse del m ar, si
no q u ería ser cortada y destru ida. Fracasó este plan
y fracasó igu a lm en te el con traataque de los alem anes
para avanzar por aquel punto e in d u cir a la retirada
a la extrem a izq u ierd a de ios aliados. H ay q u e reco­
nocer en ju sticia q u e lo s alem an es llevaro n la m ejor
parte en estos en cuentros, y q u e su o fen siva sólo se
detuvo cuando se rom pieron los d iqu es y se in u n ­
daron los llanos de! Iser. Pero este obstáculo natu­
ra l, in fran q u eab le, opuesto al avan ce del in vasor, se
ha vuelto posteriorm ente co n tra ios que lo em p le­
aro n , toda vez que les ha im p ed id o en el m es de d i­
ciem b re realizar u n ataque a fondo con un frente lo
bastante am plio para p erm itir el d esp liegu e de fuer­
zas suficientes. D e aquí que la ofen siva ordenada
por el general Jo ffre h a y a tenido q u e desarrollarse
Ayuntamiento de Madrid
por la estrecha faja q u e queda entre N ieuport y el
m ar, habiendo sido relativam ente fácil a los alem a­
nes oponerle fuerzas bastantes, a u n q u e m u y in ferio ­
res a las del adversario, y con ten er el avan ce. De to­
dos m odos, la con qu ista de San Jo rg e po r ios aliados
fué el fruto de u na batalla terrib le, q u e por ahora
sólo es posible m en cionar; y otra batalla de iguales
caracteres fué la derrota de los ingleses en Festubert,
el 24 de diciem b re, en la que perdieron 900 p risio ­
neros, 14 am etrallad oras y 12 lanzadores de torpe­
dos E n las batallas del Iser. del 11 al i 5 de n o viem ­
bre, hicieron tam bién los alem anes 5 ,6 5 o prisioneros
y cogieron varios cañones. E n el m ism o sector, en la
región de L a Basée, en la de A rras, en la de N oyon,
y en la de Soisson s, h ub o tam bién serias batallas, de
gran consideración; pero tanto éstas com o las ante­
riores no han con segu ido m odificar la situación gene­
ral, y de aq u í que hayan pasado in advertidas o poco
m enos. U ltim am en te, en la A lsacia se ha luchado
con verdadero frenesí, a u n q u e los efectivos em pe­
ñados no han sido tan fuertes com o en ia izquierda
de ios aliados.
Pero la verdadera causa de que no hayan llegado
al pú b lico las noticias m ás o menos concretas de to­
das esas batallas, y de otras va ria s, no es precisam en­
te su escasa o nu la in flu en cia sobre la situ ación ge­
neral, sin o otra de un orden m u y diferente.
En la gu erra an terio r entre F ra n c ia y A lem an ia,
en la tu rco -ru sa y d u ra n te la ru so-japonesa, Jos g ra n ­
des órganos de p u b licid ad , los que poseen m ejores y
m ás com pletos datos de in fo rm ació n y un núm ero
extraordinario de com petentes corresponsales, e.sto
es. los m ás reputados periódicos ingleses, no estaban
directa e in m ediatam ente interesados en ia con tien ­
da, su país era n eu tral, y podían sin inconveniente
dar noticias y satisfacer Ja cu riosid ad de su s lectores.
E s claro que sus relatos n o eran ni exactos n i im p ar­
ciales, pero daban u n a idea a p ro xim ad a de Ja verdad
y , sobre todo, reflejaban la im p ortan cia de los hechos
de arm as a q u e se referían , En la gu erra de 18 7 0 -71,
los alem anes seguían la m ism a con ducta que ahora;
dedicar tres o cuatro líneas a sus m ás gran des victorias
y no volverlas a m en cion ar; si en la actu alid ad se ha
in terru m pid o esta costum bre y ei gran cu artel gene­
ral co m u n ica partes relativam en te detallados de los
acontecim ientos del teatro occidental, ello se debe a
contrarrestar el efecto q u e causan los partes m u y de­
tallados en cierto aspecto de los franceses. E n la c i ­
tada gu erra de 18 7 0 -7], los franceses no se d istin ­
gu ieron por la veracidad, ni siq u iera por la oportu­
nidad de su s noticias. L a s batallas de Ja gu erra rusojaponesa, com o antes Jas de la tu rco -ru sa , fueron
conocidas, gracias a la prensa inglesa, a Jas pocas ho­
ras de h aber term inado, sin p erju icio de que más
adelante los relatos e h istorias oficiales co rrigieran y
am pliaran aquellas prim eras inform aciones.
Pero en la presente gu e rra, la prensa in glesa se­
gún reconoce ella m ism a (y en el m ism o caso se en ­
cu en tra la de todos los países beligerantes), no debe
ni puede m oralm ente ser tan exp lícita com o en otras
ocasiones, y com o ella era casi exclu sivam en te el
ú n ico conducto por el q u e se satisfacía el interés g e­
neral, han quedado en la penum bra y desvanecidos
u na m ultitud de hechos d e arm as, que causarán ver­
dadero asom bro al ser conocidos. E n estas colum nas
se ha publicado ya la descripción de bastantes co m ­
bates, y seguirán apareciendo las de los dem ás, co m ­
pletam ente desconocidos por el lector. Pero estos rela­
tos no es posible hacerlos a poco de o cu rrid o el hecho
de arm as, y forzosam ente han de pu b licarse con
retraso.
E n cu an to a las batallas d e .P o lo n ia y G a lizia (que
ya han com enzado a describirse en esta publicación),
su im p ortan cia y .sus proporciones dejan atrás a las
m ás célebres d e N apoleón.
P o r con siguien te, cuando se dice que la situación
no presenta cam b ios o al dedicarse u n corto párrafo
a cada un o de los com bates en P olo n ia, no h a de e n ­
ten d eré ! lector que no ha ocu rrido nada, en el prim er
caso, o que ha carecido de im p ortan cia lo a co n tec i­
do, en ei segun d o, sin o q u e para la decisión d efin iti­
va de la g u e rra no se han presentado n uevos hechos,
y q u e se carece de noticias detalladas, resp ectiva­
m ente E jércitos de m illon es de hom bres no perm a­
necen in activos por com pleto, frente a frente, largos
meses, en nuestros días, y el m ás in sign ifican te co m ­
bate, pasado a m en ud o en silen cio , ten d ría en otras
épocas an teriores m erecidam ente el calificativo de
gran batalla.
II. — C u e stió n de n e r v io s
U n a de las frases m ás gráficas, y sin duda más
acertadas, con las q u e se ha caracterizado la presen­
te gu erra, es la del m ariscal H in d en b u rg en su entre­
vista con el corresponsal de u n o de los periódicos
de V ien a. « L a presente gu erra es ante todo u n a cu es­
tión de nervios», d ijo aq u el fam oso cau d illo , y así
es en efecto. N i bastan las m ejores co m bin acion es es­
tratégicas. n i la in stru cción y el valo r del soldado,
n i la eficacia del m ando, n i la ab u n d an cia y ex celen ­
cia del m aterial, para d ecid ir rápidam ente las cam ­
pañas, cu an d o cada un o de los dos beligerantes dis­
pone de m illo n es de hom bres con que reem plazar
las bajas y form ar n uevos ejércitos, y cu an d o todos
los recursos de poderosos Estados se han en cam in a­
do y puesto al servicio de los fines bélicos.
Hace cin cuen ta añ os, a la victo ria de T a n n e n berg, seguida po r la de In sterb u rg, h u b iera seguido
in m ediatam en te la invasión d e la L ith u a n ia ; pero
e.sto l i o fu é posible en septiem bre, porque detrás de
los ejércitos rusos puestos en dispersión y en parte
destruidos, aparecieron otros tanto o m ás iuertes que
los deshechos. L a victoria de Lo d z, por ejem plo , fué
m ucho m ás brillan te q u e las ganadas por N apoleón
en la cam paña de R u sia , y sin em bargo, ni siq u iera
quedó abierto al vencedor el cam in o de V a rso via.
S ie m p re la razón fué la m ism a. L a llegada de nuevos
ejércitos, intactos y descansados, que restablecían el
eq u ilib rio del com bate, cosa que no o cu rría hace
cien , ni hace cin cu en ta años. L a s batallas de L e m ­
berg, perdidas por los austriacos, apen as tuvieron
trascendencia m ilita r, concretándose su resultado en
la evacuación de la G alizia occiden tal, pero sin des­
po jar de capacidad com batiente al ejército austroh ú n garo , que a las pocas sem anas vo lvía a tom ar una
ofen siva bastante afortunada. E n pequeña escala, lo
m ism o ha ocu rrido en el otro teatro de la guerra.
G uando el alto m ando no com ete torpezas de consi­
deración , el n ú m ero, si reviste proporciones extrao r­
din arias, retarda la consecución de ias m ejores co m ­
b in acion es estratégicas. Recuérdese si no la cam pañ a
Ayuntamiento de Madrid
95
de F ran c ia en 18 14 . u n a de las m ejores de N apoleón,
en las que este gran capitán gan ó todas las batallas
y perdió la gu e rra, porqu e el alud de fuerzas en em i­
gas in fin itam en te su periores le acosaba y estrechaba
por todos lados, y le o b ligó a abandonar la capital y
a presentar su abd icación.
S e necesita u na extrao rd in aria perseveran cia y
u n a en ergía m oral a toda pru eba, para co n tin u ar lu ­
chando y planeando nuevas com binacion es a pesar
de h aber derrotado al en em igo en batallas que hasta
ahora se llam ab an decisivas; y claro está que esta
energía y esta perseverancia son aún m ás necesarias
en el cam po que lleva la peor parte. E i sold ad o , por
patriota y bravo que sea, que cree llegar a la meta
de sus esfuerzos y h allar el térm ino de sus sacrifi­
cios en u na batalla disputada y sangrien ta, se e n ­
cuentra con q u e a los pocos días h ay que com enzar
de n u evo , casi com o si no h u b iera obtenido n in gu n a
ven taja; y el que se ha acostum brado a retroceder y
reconoce en su in terio r su in feriorid ad con respecto
al enem igo, ha de m enester de una cohesión y de
u na abnegación a toda pru eba, para v o lv er a probar
íortun a y seg u ir batiéndose con la m ism a fe y la m is­
m a confianza en el éxito final.
D e con siguien te, m ientras no intervengan en la
guerra otras naciones que arrojen un peso a b ru m a­
d or en uno de los platillos de la balanza, puede a fir­
m arse que la victoria final, en los cam pos de batalla,
será para aquel partido que posea m ayo r fuerza de
n ervios y u na m oral m ás d isciplinada y robusta. L a
educación m ilita r, no la in stru cción , el espíritu m ili­
tar, tienen ahora u na im p ortan cia extrao rd in aria, y
a poco q u e ayu d e el m ando y no abru m e dem asiado
el n ú m ero, ia victoria ha de ser para el ejército que
posea en m ayor grad o aqu ellas preem inentes cu a li­
dades. A dviértase que digo en los cam pos de batalla,
porqu e la gu erra probablem ente habrá de resolverse
tam bién por otros m edios y acaso en otros teatros.
III _
P a r t ic u la r id a d e s d e l a ta q u e
a l «F o r m id a b le »
L a m anera cóm o se llevó a cabo el ataque al aco­
razada británico F o rm idab le por un su b m arin o a le ­
m án su giere alg u n as reflexiones, que han p reo cu p a­
do y a a los críticos navales de In glaterra.
D ado el estado del m ar, oleaje vio len to , y la hora
en que tu vo lu g a r el ataqu e, todavía de n och e, se ha
con ciu íd o q u e el su bm arino no lanzó su torpedo
desde debajo de la su perficie, sino que se m an tu vo a
flote. E l periscopio en aqu ellas circunstan cias no po­
día serv ir para exp lo rar el m ar. porqu e las olas y la
obscuridad im p ed ían la visió n . P o r co n sig u ien te, el
su b m arin o ob ró a la m anera de u n torpedero, d e sli­
zándose sobre la superficie de la.s aguas y acercán d o ­
se al acorazado bajo la protección de la obscu ridad
y de la espu m a de las olas. D e aq u í se deduce que
los su b m arin o s podrán operar de dos m aneras dife­
rentes, según el tiem po y las circu nstan cias: durante
el día, cu an d o reine adem ás buen tiem po, el su b m a­
rin o se m antendrá en los m ares donde sea probable
se presente alg ú n barco enem igo, acechando la o ca­
sión de su m erg irse y de lan zar su torpedo sin ser
visto; su escasa velocidad cuando está su m erg id o no
le perm ite correr detrás de su ad versario n i darle
caza, sin o que h a de agu ard ar y m antenerse a la es­
pera, procuran do acercarse y cortando el ru m b o de
la n ave adversaria. De noche en cam b io y si el m ar
está m u y agitado, el su b m arin o no tien e necesidad
de su m erg irse, sino q u e m anteniéndose sobre el agua
podrá desplegar toda su velocidad y m an io b rar exac­
tam ente lo m ism o que un torpedero, con la ventaja
sobre éste, de ser m enos su visib ilid ad y substraerse
al tiro en em igo, con sólo su m erg irse, si arrecia m u ­
cho el fuego. A este propósito se recu erd a que los
fam osos ataqu es de los torpederos japon eses a ia es­
cuadra ru sa d e P o rt-A rlh u r h u b iesen ten ido m ucho
m ás éxito si en lu g a r de aq u ellas u n idades se e m ­
plearan su bm arin o s de alta m ar. E ste nu evo em pleo
aconseja la construcción de su b m arin o s de gran to ­
n elaje, y de m u ch a velo cidad, de los cuales poseen
algun os ias m arin as inglesa y alem ana. U n a escua­
d rilla de barcos de esta clase, apoyad a po r destroyers
y crucero s pequeños, podrá a ta c a ra u n a escuadra de
gran des u n idades si las condiciones se presentan fa­
vorables.
O tra p articu larid ad puesta de m anifiesto po r el
ataq u e al F o rm id ab le es que el alm iran tazgo alem án
tu vo noticia del hecho a los pocos m in u tos de reali­
zado, lo cual sólo se exp lica si el su b m arin o estaba
dotado de u n a in stalación de rad iotelegrafía; y efec­
tivam en te así lo con firm a ei repetido alm iran tazgo.
S e supone q u e la m ayor d istan cia d e tran sm isión de
las instalaciones radiotelegráficas de los su bm arin o s
alem anes no excede de unos 350 ó 400 kilóm etros,
pero ella es suficiente para que la pequeñ a unidad
pueda recib ir in d icacio n es útiles desde tierra firm e
y desde lo s dem ás barcos de la escuadra, lo cual faci­
litará y hará m ucho m ás peligrosa la m isión enco­
m endada al su bm arin o .
En resum en , la im p ortan cia del su b m arin o p are­
ce crecer y su papel en las operaciones navales tien ­
de a ser cada d ía m ayor.
IV . — L o s p r e p a r a t iv o s d e a ta q u e
al c a n a l d e Suez
Desde el in terio r de S iria al canal d e S u e z se
extien de un vasto desierto, sólo cruzado po r dos
m alos cam inos en los que se en cu en tran los únicos
puntos de aguada. C u a lq u ie r tropa que se aven tu ra­
se fuera de ios expresados cam inos, ten d ría q u e trans­
p o rtar el agua necesaria para los h om bres y ganado,
y esto aum en taría considerablem ente las dificultades
de la expedició n . P ero , aun sigu ien do aquellos ca­
m in os, cu a lq u ier co lu m n a m ilitar que trate de salvar
la distancia entre la frontera tu rco -e g ip cia y el canal
de S u e z, necesita lle va r con sigo un n ú m ero p ro p o r­
cion ado de bestias de carga, toda vez q u e las opera­
cion es m ilitares, el despliegue y el ataq u e fin al, no
pueden realizarse n u n ca en el estrecho frente de un
solo cam in o de h erradu ra. Estas in d icacion es bastan
para d ar a co m pren d er las inm ensas dificultades con
que ha de tropezar T u r q u ía si se em peñ a en lle v a r la
g u e rra a E g ip to , o por lo m enos cerrar e! canal.
N o obstante, los turcos han reun id o en aq uella
región de S ir ia un ejército que se hace ascender
a 50,000 h om bres, y han acopiado un n um eroso ga­
nado, in clu yen d o cerca d e 13,000 cam ellos. A dem ás,
gran des cantidades de abastecim ientos, m u ías, caba­
llos, carretas, etc., están ya organizándose para fo r­
m ar va rio s convoyes, L a m archa de u n ejército por
Ayuntamiento de Madrid
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cam inos bastante m alos, con puntos de etapa casi
obligados, y ten iendo que lle v a r u n a im pedim enta
tan m olesta, a u n q u e in d ispen sab le al m ism o tiem po,
ha de ser forzosam ente len ta y de dudosos resulta­
dos. S i el éxito no la aco m palla, el desastre puede
ser total y perderse hasta el ú ltim o h om bre y la últi­
m a acém ila, O ficiales alem an es son los encargados
de organ izar las co lu m n as y lo s con voyes, pero a pe­
sar de su p ericia y de su s dotes organizadoras, la ta­
rea que se les ha encom endado es a b ru m ad ora y
m u y dada a u n fracaso.
L o s ingleses han organizado d efen sivam en te las
dos o rillas del can al, co n stru yen d o numero.sas obras
de cam paña a va rio s k ilóm etros de d istan cia de
aq u el, y m ontan do cam pam entos enlazados po r pues­
tos de v ig ila n cia, L o s cu erpos de cam elleros in d íge­
nas prestan serv icio perm anente a va n gu ard ia ; se
han enviad o varios aeroplanos, q u e no cesan en sus
recon ocim ientos; alg u n as u n idades navales exploran
las dos entradas del canal y todo el m ar R o jo , y , en
sum a, se han tom ado todas las precauciones im agi­
nables para q u e no sea posible n i un ataque po r sor­
presa, n i un go lp e de m ano ejecutado po r un corto
n u m ero de ind vid u o s.
C om o la agitación se extien de en las fronteras de
L ib ia , y podría ser q u e se propagara ai in terio r, así
com o al desierto del O. del m ar R o jo , fuertes con ­
tingentes coloniales, indostánicos con preferencia,
han sido concentrados en E g ip to , donde tam bién se
encuentran num erosas tropas británicas, enviadas
desde la m etrópoli.
E n estas co nd iciones, es m u y posible q u e no
tenga éxito la tentativa contra E g ip to y el canal,
au n q u e con ella ha con seguido y a A le m a n ia u n re­
sultado no despreciable: detener el en vío a In g la ­
terra de las tropas coloniales y o b lig ar a su enem igo
a m antener algun as de su s m ejores tropas y varios
barcos de gu erra en un teatro secu n d ario , apartán ­
dole la aten ción del teatro p rin c ip a l; F ran cia .
V .— L a s it u a c ió n m ilit a r e l 19 d e en ero
U na ten tativa de a van ce de los rusos en las fro n ­
teras de la P ru sia O rien tal ha sido rechazada, su­
friendo fuertes pérdidas el atacante.
E n P o lo n ia , G a liz ia y lo s C árp atos, no ha cam ­
biado apen as la situación .
E n el C áucaso con tin ú an los com bates entre tur­
cos y rusos a los dos lados de la frontera, y se ha
con firm ad o q u e los en cu en tro s de A rd ah an y S a r y k am ysch , a u n q u e desfavorables para lo s turcos, no
tu vieron la trascend en cia q u e se dijo , L o s dos beli­
gerantes han entrado en P ersia, donde se han lib ra ­
do tam bién alg u n o s com bates; no se sabe quiénes
fu eron io s p rim eros en in v a d ir aquel territorio, a u n ­
que parece probable que los rusos tom aran la in icia­
tiva y acu dieran después los turcos para a p o yar a los
persas.
E n el teatro occidental, el m al tiem po ha parali­
zado las operacion es en casi todo ei frente.
L o m ás saliente ha sido la batalla de C ro u y , a
N . de Soisson s, term in ada con la derrota de íos
franceses. E stos, que habían obtenido alg u n as v e n ­
tajas en sus aiaque.s de los prim eros días de enero,
q u isieron com pletarlos apoderándose de la altu ra
q u e d o m in a todo aquel sector, pero contraatacados
violen tam ente y am enazados de ser en vu eltos por
su izqu ierd a, tu viero n q u e replegarse h acia el río
y quedaron en m anos del venced or 5.200 p risio­
neros y 35 cañones. E n los partes oficiales france­
ses se dice q u e el efectivo de las tropas em peñadas
fué de tres brigadas, con ia a rtille ría correspon dien ­
te, de lo cu al resulta que aq u ella fuerza perdió apro ­
xim ad am en te la m itad de su efectivo (in clu yen do
los m uertos y heridos) y de su m aterial de artillería.
H a sid o por co n siguien te este descalabro el m ayor
que han padecido los franceses desde el mes de sep­
tiem b re. A u n q u e o ficialm en te se pretende ju stificar
el revés con la crecida del A isn e, que im p id ió el
o portu n o en v ío de refuerzos, es in d ud ab le que si los
puentes existentes bastaron para que pasara el rio la
m itad de la fuerza, en plena retirada, ellos m ism os
pudieron ser u tilizados am p liam en te para el en vío
de tropas de socorro. Probablem en te el origen del
descalabro ha de buscarse en la co n vicción que ha­
bía en el cu artel gen eral francés de q u e los alem anes
no saldrían de su actitu d d efen siva, y que sus reac­
cion es ofen sivas seg u irían ten ien do u n alcance pu­
ram en te lo cal, y la creencia de que el gru eso de las
t r o p ^ en em igas no se en con trab a en el A isn e.
S i algu n a duda cu piera todavía acerca de q u e los
alem an es perm anecen a la defensiva porque su s fuer­
zas son n u m éricam en te in feriores a las de lo s aliados,
la batalla de C ro u y lo ha cou firm ado, L a retirada en
desorden d e los franceses y el paso del río bajo el
fuego y la presión del vencedor, eran circunstancias
m u y propicias para q u e los alem anes intentaran a su
vez cruzar ei A isn e y co m pletar el éxito ; lejos de
esto, se detu vieron antes de llegar al río y no h icie­
ron la m en or tentativa para salvarlo . E sta m anera de
o b rar pu gn a con los m étodos q u e han aplicado los
alem an es hasta ahora. L o s partes oficiales franceses,
tq u e com o los de los dem ás beligerantes siem pre
tienden a au m en tar las fuerzas del adversario) afir­
m an que con tra las tres brigadas francesas llegó a
reunirse u n cuerpo de ejército alem án , es d e cir, cu a­
tro brigadas de infantería con las tropas a u xiliares
correspon dien tes; la diferen cia no era tan gran d e que
ju stifiq u e la pérdida de la m itad del efectivo y el
aban don o de u nas posiciones que tanta san gre co su ron a m ediados de septiem bre. A dem ás, si el en em i­
go llegó a re u n ir u n cuerpo de ejército, claro es que
antes tenía u n a masa m u y in ferio r fren te a las tres
brigadas francesas, lo que com pru eb a que la den si­
dad de ocu pación de la lín ea alem an a, por lo m enos
en aq u el sector, es m ás débil que la d e los franceses,
y q u e los prim eros su p iero n sacar m ejo r partido de
la agru p ació n y em pleo de las reservas.
Desde el 9 de d iciem b re, día en que com enzó la
o fen siva de los aliados, han caído en m anos de los
alem anes 17,500 franceses, y poco m ás de un m illar
d e ingleses.
J u a n A v il e s
T eniente Coronel de Ingenieros
i g de enero d e ig t S .
Im o. C asm io.— Arihau. 777.
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