LA GUERRA EUROPEA NÚ M ERO 3 1 .— BARCELO N A 23 DE EN ERO DE [9 I 5 Loa proyectores de París explorando el firmamento con sus haces luminosos, para evitar un ataque de los aviones alemanes CRÓNICA INTERNACIONAL I. Los nuevos beligerantes.- -II. Inglaterra y los Estados Unidos.—III. E l espíritu público en Francia y en los demás países beligerantes 1.— L o s n u e v o s b e lig e r a n t e s C on profu sión de detalles y u n a seguridad que desconcierta, se vien e an u n cian d o hace días que R u ­ m an ia tom ará parte en la gu e rra, por supuesto, al lad o de lo s aliad os, a m ediados de febrero; q u e B u l­ garia h ará lo m ism o, y que en m arzo ias secundará Italia. N adie pu ed e profetizar lo q u e ha d e suceder, y por lo tanto ign o ram o s si se con firm arán o no estos au g u rio s. Pero no deja de ser extrañ o q u e, si efecti­ vam en te aqu ellas tres potencias piensan desen vai­ nar la espada, sean tan incautas q u e an u n cien sus propósitos con uno o dos meses de an ticip ació n ; es la m e jo r m anera de que sus futuros riva les se prepa­ TO M O I I ren y preven gan . S i la g u e rra no ha tom ado y a un cariz m ás franco y encam in ado a u n a cla ra decisión, se debe prin cipalm en te a la sagacidad de R u sia , que h abia m an ten ido secreta su m o vilizació n m ilitar: esto ocasionó el fracaso del plan alem án , que sú bi­ tam ente y con verdadero aso m bro se d erru m b ó por la necesidad que se dejó sen tir im p eriosam en te de a cu d ir con tra R u sia , en m om en tos q u e todo el m u n do creía que se en con trab a en los preparativos de la m o vilizació n . P u es si tan buen os resultados dió a los aliad os el secreto y la rapidez d e acció n , ¿cóm o ha de ad m itirse que ah o ra R u m a n ia y B u lg a ria y la astuta Italia sean u n cándidas q u e pregon en a los cu atro vien tos lo q u e harán o dejarán de hacer? L a in vasión de B u k o v in a por R u sia ha d e sp e ru - Ayuntamiento de Madrid «2 do los sentim ien tos n acion ales d e los ru m an o s, que ansian apoderarse de la T ra n s ilv a n ia y de la m ism a B u k o vin a , com arcas h ab itadas en gran parte por ru ­ m anos, d e ia m ism a m anera q u e si los austriacos hu­ bieran triu n fad o y arro jad o a lo s rusos hacia la B e sarabia, las asp iracion es ru m an as se concretaran en la reivin d icació n de ese país, m ás ru m an o aún que la T ra n silv a n ia . E n cu an to a B u lg a ria , su verdadero interés y toda su política trad icio n al se resu m en en la an exión, p a rd a l o total, de S e rb ia y de u n a parte de A lb an ia, para tener salid a al A d riático. Pero claro está que si com prende que este pensam iento es irrealizable, y en cam bio m u y factible u n a traslación de sus fronteras en T ra c ia . hacia el S ., tendrá q u e contentarse con lo m enos y esperar con pacien cia a , q u e llegu e el m om om enio de alcan zar lo m ás. Italia sigu e du eñ a de sí m ism a y dando un alto ejem plo de patriotism o, O cupada V a llo n a , la opi­ nión p ú b lica, y el G o b iern o tam b ién , se ha p ro n u n ­ ciado contra la an ex ió n d e A lb a n ia; la conquista de este inqu ieto y tu rb u len to país, ex ig iría grandes sa­ crificios y el em pleo d e ejércitos q u e pueden hacer m ás falta a los italianos en otra parte. Pero no se oculta a nadie en la P en ín su la de los A p en in o s, que para ser provech osa la ocu p ación de V a llo n a , ha de seg u irla la de u na extensión de terreno bastante m a­ y o r, ú n ico m odo de que aquel punto llegu e a ser u n a buena base n aval. E l problem a está aún algo con fu so, y e n tanto no lo despeje, Italia no fijará sus m iras en otro lugar. I I . - I n g l a t e r r a y lo s E s t a d o s U n id o s L a respuesta de In glaterra a la nota de los E sta­ dos U nidos, ha sid o m ás am istosa q u e la reclam a­ ción de los segundos. E l h ech o es n u evo en la histo­ ria de la G ra n B retañ a, pero m ás nu evo todavía que este Im p erio se en cu entre colocado en u n a situación algo crítica. S u arro gan cia legen d aria ha sido subs­ titu id a por la p ru d en cia y la m an.sedum bre. Esto tienen q u e agradecerle lo s Estad os U n idos y todos los neutrales a A lem an ia. E n su nota de rép lica, m ister G re y hace algunas concesiones, cu y o detalle sólo interesa desde el p u n ­ to d e vista co m ercial, pero que no satisfacen por com pleto las dem andas del go b iern o de la Casa B lan ca. L o m ás in teresante es la co m paració n entre el com ercio de exportación de varios países n eu tra­ les en 19 13 y 19 14 , d em ostrativa de q u e m uchas m ercaderías, au n q u e consign ad as a n eu trales, va n a A lem an ia y A u stria. H e a q u í las cifras. Noviem bre d e 1913 N o v iembre de 1914 E xp ortacion es de N u eva Y o rk para: D in a m a r c a .. 558,000 dollans. 7. lo i.o o o doilars. S u e c ia 377.000 » 2.858.000 » N oru ega 477-ooo » 2 .318 .0 0 0 . I ta lia 2.9 71.0 0 0 » 4 .781,00 0 » H olanda. . . . 4.389,000 » 3.960,000 » L a elocu en cia de estas cifra s n o necesita com en ­ tarios, S e ha h ech o y se está h acien d o u n fabuloso contrabando, im p rop iam en te llam ad o de gu e rra, y cu an do In glaterra y F ra n c ia creían q u e h abían cerra­ do las puertas de A le m a n ia, se encuentran con que esta nación sigue traficando com o de ord in ario . L a s estadísticas relativas al com ercio danés, h o ­ landés. sueco y n o ru ego, é italian o , son todavía más sign ificativas. L o s neutrales han estado obteniendo esplénd id os y pingtíes beneficios de ia g u e rra , sir­ vien d o a A le m a n ia, es verdad, pero ante todo á sus propios intereses. Pero el caso es que m ien tras In ­ glaterra pretende que todos se sacrifiquen por ella, lo m ism o su s aliad os que los n eutrales, á estos ú lti­ m os no se les alcan za p o rq u é han de re n u n c iar a las ventajas q u e Ies ofrece el actual con flicto y por qué han de pagar las con secuen cias de Jas am b icio n es y proyectos de la G ra n Bretaña. Y tienen razón. Ja m á s se h abía dado el caso de q u e se declarara contrabando de g u e rra , tanta y tan ­ ta m ercan cía que nada tien e que ver con fines m ili­ tares. In glaterra, v o lvien d o por pasiva el fam oso proyecto de bloqu eo co n tin en tal, causa de la ru in a de N apoleón, ha q u erid o m atar de ham bre a su s ri­ vales, y no ha visto que esto con d en aba al agota­ m iento económ ico y á la m uerte ai com ercio de los países neutrales. S i vence en la gu e rra, podrá im p on erse otra vez a los dem ás, com o ha hecho hasta a q u í, pero, entre tan to, su escuadra está dem a­ siado ocupada para que los Estad os U n idos tengan que gu ard arle excesivas con sid eracion es. E l punto de vista de la gran nación am erican a no puede ser m ás claro y más razonable; le dice a la G ra n Breta­ ña; ¿vam os a a rru in arn o s nosotros para que V . sa ­ tisfaga sus deseos, y luego nos im p o n g a con más pesadum bre todavía el y u g o secu lar que sin m ira ­ m ientos ha aplicado a todos los pueblos q u e eran m ás déb iles? M al acostum brada In g late rra , está ah o ra com o aquel niño m im ad o q u e de pronto en ­ cu en tra resistencias a sus caprich os: no se le alcanza q ue pueda haber algu ien q u e no se preste a su ju e­ go, y con la m ayo r buena fe— m ás v a le creerlo así— pretende que todos se sacrifiquen y m olesten por ella. U I.— E l e s p ír it u p ú b lic o en F r a n c ia y en lo s d e m á s p a ís e s b e lig e r a n t e s S e va acen tu an do en la vecin a nación el con ven ­ cim ien to de que la g u e rra no podrá term in ar a su favo r por la fuerza de las arm as, y q u e Inglaterra ha m etido a la R e p ú b lica en u n callejón sin salid a. L a e-speranza ru sa se v a desvaneciendo poco a poco, el agotam ien to m oral y m aterial se extiende m ás ca­ da día, y en todos Jos cerebros se agita la idea de que co n ven d ría una pazdecorosa, antes de q u e pase para siem pre la ocasión de con certarla en buenas condi­ ciones; porqu e el triu n fo de Jos aliados, si por acaso llega, ya se va v ie n d o q u e no será tan esplendoroso com o alg u n o s entusiastas im agin ab an , y nada podrá com pen sar las pérdidas inm ensas sufridas por F r a n ­ cia. E n la su perficie, F ra n c ia sigu e tan resuelta y an i­ m ada com o en agosto, pero en el fondo no sucede así. E l m u n d o oficial y la prensa, su jeta a u n a cen­ sura rigorosa, reflejan optim ism o, pero por desgra­ cia para el buen pu eblo Irancés, esos o ptim ism os no se realizan nunca. E s in d u d ab le que si Ja diplom acia alem an a hu­ biera sido algo m ás perspicaz y pu siera alg ú n em pe­ ño en con ocer a fondo la psicología del pueblo fran­ cés, o no estallara la g u e rra o está h ab ría ten ido ya Ayuntamiento de Madrid 83 térm in o. S e eq u ivocó profundam en te, ju zgan d o a todos los pueblos com o si fueran alem an es, y ahora em pieza, h ay que hacer esta ju sticia , a en m en d ar este error, a u n q u e no con la eficacia y el acierto que de­ biera, De todos m odos algo ha hecho para borrar antagon ism os; esta lab or está siendo en parte n eu ­ tralizada po r la cam pañ a violenta, q u e en los paí­ ses aliad os se sig u e haciendo contra A lem an ia, a la cual ésta com ienza a contestar en form a m ás ase­ qu ib le a los entendim ientos latin os y b ritán icos, que en los prim eros tiem pos de la gu erra. R egistrem os con satisfacción este h ech o. T ie n d e n a b orrarse los odios entre A le m a n ia y R u sia y entre A lem an ia y F ra n c ia ; subsisten las rivalidades h is­ tóricas entre .Austria y R u sia ; y se han agigantado las d iferencias y el encono en tre la G ra n B retañ a y A lem an ia. E l balance de esta situación esp iritu al es m ás favo rab le a la paz que hace cinco meses. N o se­ rá el m odo de pensar y de sen tir de cada ciud ad an o , m ientras no se m anifieste colectivam en te, lo que haga concertar la paz a los gob iern os, pero no deja de ser un sín tom a y un elem ento que predispone en buen sentido. E n com pen sación , por desagradable q u e sea d e­ cirlo , cada tentativa de aproxim ación entre los ac­ tuales en em igos, es un peligro para Jo s neutrales in ­ m ediatos a ellos, que han de preven irse sin perder tiem po para afro n tar la situación q u e se com ienza a d ib u ja r. P o rq u e la cuestión no puede ser m ás clara: si la g u e rra no term in a con la derrota com pleta de un gru p o de potencias, y por con siguien te si las com pensaciones y los pagos no han de pesar e x c lu ­ sivam en te sobre los beligerantes, todos ellos, lo m is­ m o los q u e gan en que los que pierdan, h an de v o l­ ver sus ojos a otras partes para en con trar y ofrecer las reparaciones necesarias. No o lvid e el lector lo que antecede, y esté atento a Jos acon tecim ien tos que se a vecin an , a u n q u e todavía con len titud, por­ q u e a u n q u e lo s G o b iern o s no es posible q u e dejen de darse cu en ta de todo, bueno y co n ven ien te es q u e la o p in ió n pú b lica se vaya form and o, para apo­ yar, en ei m om en to critico , á sus h om bres de E s ­ tado. F . L a r ín . SOBRE LA B A T A LLA D EL 16 OE DICIEMBRE EN LA POLONIA RUSA ■De nuestro corresponsal en B erlín ) L a gran b atalla que durante varias sem anas se ven ía riñ en d o en la P o lo n ia rusa h a term in ad o con la b rillan te victo ria del ejército austro-alem án , es­ crib ien d o u n a página gloriosa en la historia m ilitar moderna. E l colosal ejército ruso se h alla en retirada. S u ofensiva co n tra S ile sia y Posen totalm ente fracasada. S in em bargo, no se puede co n sid erar a ú n q u e lo.s austro-alem an es han llegado al final de la jorn ada; todavía les resta q u e hacer y «en la gu erra— com o decía N apoleón — no se h a h ech o nada cuando toda­ vía queda algo por h acer.» E ste p rin cip io fun da­ m ental lo com prend e y lo va cu m p lien d o con m aes­ tría el m ariscal H in d en b u rg, q u ien ha declarado «qu e no en con trará sosiego hasta no h ab er term i­ nado con el ú ltim o ruso.» Y a se deja en trever que la decisión recaerá en el E . o al otro lado del paso de C alais. N i u n a n i otra cosa se h abía pensado. L a dirección del ejército ale­ m án resolvió prim ero buscar la decisión en el O . y a llí d irig ió su fuerza prin cipal. F allad o el go lpe, por m otivos conocidos, se vió o b ligad a a aplazar la deci­ sió n en este teatro y buscarla en el otro fren te. Esta resolución del E s u d o M ayo r alem án ha sido a tre v i­ da por dem ás, porqu e los rusos y a habian com enza­ do su o fen siva y , avanzando victo rio sos en el su r de G a lizia , o b ligaron a los austriacos a retirarse. E l 4 de octubre p rin cip ió la o fen siva gen eral del ejército aliad o, au stro -alem án , que llegó después de sostener va ria s batallas y com bates victo rio sos, hasta el V ístu la . E l sitio de P rzem ysl tu vo q u e ser a b a n ­ donado por los rusos y entonces los austriacos lo ­ graron ocupar la lín ea del S a n . L o s aliad os pensaban ya en atravesar el V ístu la y sitia r V a rso v ia e Iv a n gorod . T ro p a s rusas fueron derrotadas cerca de Ivangorod y el ataque de los austriacos co n tra el ala iz­ q u ierd a de Jas posicion es rusas al este y sudeste de P rzem ysl h ab ía progresado. L a s tropas rusas que in ­ vadieron H u n g ría fueron com pletam en te derrotadas y arro jad as sobre los C árp ato s, qued an d o así am e­ nazada la posición izq u ierd a de toda el ala rusa. T a m b ié n en C zern ow itz penetraron victoriosos los austriacos. A l m ism o tiem po el distrito de S u w a ik i fué ocupado por los alem an es y rechazados todos los ataq u es rusos. D e pronto se a n u n c ia el avance de gru esas co lu m n as rusas que vin ie n d o de V arso via am enazan el flanco izqu ierd o de los aliados, Para esq u ivar esta am enaza el m ando alem án in icia el cé­ leb re m o vim ien to retró grad o . que tiene lu g a r a fi­ nes de octubre y prin cip io s d e n o viem b re. L a reti­ rada se efectúa sobre la lín ea C raco via -T h o rn . U n nu evo «agrupam ien to» tiene lu g a r, en el cual se refu erzan las alas, m ien tras el centro se m antiene débil apoyán dose en su s atrin ch eram ien to s de cam ­ paña. T e rm in a d o el agru pam ien to en la fo rm a que lo dispuso el m ariscal H in d en b u rg, el i . ° de no­ viem b re se tom ó de nu evo la ofen siva. P rim eram en ­ te avanzó el a la norte y derrotó al ala derecha rusa, en los días 13 y i 5 en L ip n o y W lo c la w e c k . G ru esas co lu m n as rusas fueron arrojad as en dirección S . y S E . y perseguidas po r los alem an es. S e crey ó otra vez en la p osib ilidad d e u n decid id o ataq u e en vo l­ vente q u e cortara las co m u n icacio n es d e retaguardia d el ejército ruso a V arso via. E sta esperanza pareció ser tanto m ás probable cu an to que todos los otros ataques de lo s rusos fueron rechazados. Pero, n u eva­ m ente. el 22 de n oviem bre entran en lín ea conside­ rables fuerzas rusas de refresco, y la o fen siva de los aliad os qu ed a paralizada. L o s rusos in ician una en érgica co n tra-ofen siva, q u e fué esq u ivada con felicidad por el ejército aliado en todo el frente d e batalla, el 23 d e n o viem bre. In ­ m ediatam ente el ala norte del ejército alem án tom ó la ofen siva y co n q u istó las posicion es rusas cerca de L o d z, el 6 de diciem b re. E l ejército ruso, derrotado, se retiró detrás del sector del M iaga, donde levantó atrin ch eram ien to s y estuvo en contacto inm ediato con las posiciones del ala derecha ru sa detrás del B zu ra. L o s alem anes con tin u aron sus ataques, que se d irigiero n p rin cipalm en te con tra el frente Low itzV ístu la. M ien tras tenían lu g a r estos com bates en el ala Ayuntamiento de Madrid 81 Batería alemana marchando al galope a ocupar una posición de tiro norte, los rusos pretendieron reforzarse con tropas sacadas del su r de P o lo n ia sobre N ow o-R adom sk, pero los aliad os, en varios com bates cerca de Petrek au , los o b lig aron , y a en m arch a, a retirarse. E n tre tanto, ¡os austríacos, que habían concluido la concentración de su ala izquierda en C raco via, com enzaron el ataque con tra el ala izqu ierd a rusa, que term inó, después de va rio s com bates fructuosos, el 12 de d iciem b re con la batalla de L im an o w a! A dem ás tropas a u stro -h ú n g a ras avanzaron sobre los C árp atos y p rolongaron el ala izquierda hasta ios sectores d el S an . M ien tras tanto, los alem anes con tin uaban sus ataques en las cercanías de L o w icz con tra las posi­ ciones rusas del B zu ra, q u e lograron tom ar. D errotadas al m ism o tiem po las dos alas del ejér­ cito ruso, y vista la im p osib ilid ad de una ruptura del frente alem án , se doblegó la fuerza de resistencia ru sa. L a situ ación de los rusos se puso crítica y para no verse cortados totalm ente de su s com un icacion es de retaguard ia y acorralad os, se resolvieron a e m ­ El compañerismo en campaña: heridos auiiliándose mutua­ mente para dirigirse a un barco-ambulancia en el Vístula prender ia retirada en todo el frente de batalla. Esta retirada no ha sido vo lu n ta ria con el objeto de crear­ se una n u eva situación estratégica favorable, sino o b lig ad a bajo el peso del im petuoso avan ce del ejér­ cito aliado. E l ejercito ru so , colosal por el n ú m ero, ha sido derrotado en todo su extenso frente. E l gran d io so h ech o m ilita r de las arm as ge rm a ­ nas aliad as, pone los nom bres de H in d en b u rg y L u ­ d e n d o rf en la p rim era línea de los jefes de ejército, cu b iertos con el m anto de glo ria de sus valerosos soldados. E l ejército austro-alem án ha dado pruebas, en esta cam pañ a, de su gran capacidad de resistencia, ¿Q ué hace ese ejército aliad o del O. q u e no apro­ vech a la ocasión de la ofensiva alem an a en el E , y con d u ce u n a en érgica ofen siva sobre el en em igo que le está al frente? ¿O es que no tiene el poder sufi­ ciente para acom eter sem ejan te em presa? S i esto es así ¿dónde está la gran su perioridad, tan decantada? E n las co lu m n as de la prensa y en las agen cias R e u t e r y H avas están deshechos los ejércitos alem anes. Embarque de soldados alemanes heridos en un barcoambulancia cerca de Plock (Polonia) Ayuntamiento de Madrid 85 S . M. el rey de Rumania Fernando I S . M. la reina María de Rumania vistiendo el traje nacional pero en el terreno de los hechos van m arcadas paso a paso las etapas de la victoria. L o s franceses debilitan sus propias fuerzas en una serie de ataqu es «a palo de ciego» q u e se estre­ llan siem pre con tra el m u ro alem án y se despedazan. ¿Q ué con siguen con esto? Gasto in ú til de fuerzas y nada m ás. L a esperanza de los aliad os del O. en el coloso ruso p rin c ip ia a d ilu irse en el éter del desengaño. L o s franceses e ingleses están q u e trin an con tra los ru sos. S u s crítico s m ilitares Ies acu san de falta de activid ad . E sto es u na in ju sticia, p orqu e, por el con ­ trario, la causa de la derrota rusa es su exagerada activid ad . L o s rusos lejos de con d u cir u n a ofensiva enérgica en u n o de los puntos, han procedido a d irig irla en varios a la vez, sin concentrar en uno solo lo s elem entos suficientes para afirm arla. Están com etiendo la m ism a falta q u e los turcos en 19 12 y ya casi se puede predecir que se h allan al m árgen del desastre. Q uien m u ch o abarca poco aprieta. pro pia, los hechos generales q u e se van presentando con relieve sin gu lar son los siguientes; F ran c ia y la G ra n B retañ a carecen de fuerza pa­ ra derrotar a A le m a n ia en tierra. A le m a n ia no dis­ pon e tam poco de fuerzas suficientes, teniendo com o d e n e g ra n parte d e s u ejército en P'rancia, para aplas­ tar a R u sia ; a R u sia le es im p o sib le d esarro llar a la vez con éxito la doble cam pañ a co n tra A u stria y A le ­ m an ia; y A u stria bastante tien e q u e h acer con m an ­ tenerse a la defensiva co n tra la presión rusa. Los nuevos elem entos m arciales q u e podrán entrar toda­ v ía en el tablero, no alterarán fun d am en talm en te este cálcu lo , si no m ienten las aseveracion es de los que se creen más enterados, y la g u e rra seguirá len ta e in ­ decisa, hasta q u e ¿queden arru in ad as A le m a n ia y A u stria o carezcan de alim entos? jN ada de estol E l fin se deberá a otra cau sa, pero antes digam os que la or­ gan ización alem ana está n perfecta que el eq u ilib rio económ ico se sostiene a pesar de la gu e rra: todos los J. C . G uerrero. B erlin , d iciem b re 19 14 . CÓMO TERM IN ARÁ LA GUERRA Y C UÁLES SERÁN SU S CONSECUENCIAS Para el observador im p arcial q u e no se deja im ­ presionar po r los alegatos y exageracion es de los beligerantes, la g u e rra v a tom ando u n sesgo real­ m ente inesperado y que se d ib u ja con m ás clarid ad cada día. D ejan do a u n lado los ju ic io s de los técn i­ cos, q u e com o es n atural sólo tienen en cu en ta un o de los aspectos del problem a, y las fantasías de los que lo esperan todo de la ru in a de los pueblos riva­ les y de la acción de los aliados, que no en la suya La hermosa princesa Isabel, hija de los reyes de Rumania Ayuntamiento de Madrid 86 recursos fin an cieros de A le in an ia se gastan, casi sin excepción , dentro dei Im p e rio , y el din ero no sale d e é J, de suerte q u e no hace m ás q u e ca m b ia r de d u e ñ c, peto sien d o éste siem p re alem án ; m enos pro­ bable es todavía q u e falten a lim en to s en aquellos países: las cosechas han sido buenas, la d isciplin a social ha facilitad o la reglam entación y dosificación deciertos a lim en tos de p rim era necesidad, y nuestros tiem pos no son a q u ello s en q u e era posible condenar a la m iseria a u n vasto pueblo; brazos, so bran , porque en ú ltim o térm in o se echará m ano d é lo s prisioneros, y sem illas y gran os y rebaños se poseen en cantidad m ás que suficiente para dos años. E n este largo p e­ ríodo ha de so b reven ir la paz por otros m otivos. S i A le m a n ia es im poten te para d erro tar a su s r i­ vales, y éstos, a su vez, tam poco pueden desangrar a su poderoso adversario, en lo s cam pos d e E u ro p a, ha de buscarse la decisión fu era de ellos. A esta idea obedece la in terven ción de T u r q u ía en la gu erra, em pujada por A le m a n ia , p o rq u e se espera, con su ayu d a, poder lle v a r la agitación y la revuelta a E g ip ­ to y la in d ia : pero los ingleses se están preparando hace tiem po, co n ven cid os, y tienen razón, de que más funesta les sería u na d errota en E g ip to , q u e un desastre en F ra n c ia ; de su erte que cu an do las tropas turcas lle gu en , si lle ga n , a la vista del canal de Suez, tropezarán con una m asa enem iga capaz de conte­ n erla, por lo m enos, y de hacer m u y largas las ope­ raciones. T a m p o co se ve por este lado el fin próxim o de la gu erra. S i In g late rra pone a cu b ierto su s dos p rin cipales im perios colon iales d e E g ip to y la In dia, y no ve destruida su escuadra, se en con trará en condiciones de resistir todo el tiem po que le parezca conveniente, hasta que su s adversarios se vean ob ligad o s a pedir gracia. P ero n i F ra n c ia ni R u sia se en cu en tran en ei • m ism o caso. F ra n c ia está agotada, y dentro de poco tiem po no podrá m ás; n i le q u ed ará gente n i tendrá d in ero , n i le será posible cu id ar los cam pos, fábricas y talleres, salvo los de efectos m ilitares, están aban ­ donados. R u sia , sin m ercados d ond e en con trar re­ cursos, y con el descontento en lo s cam pos, tam poco se h alla en estado de resistir m ás; u n a cam pan a v ic ­ toriosa todavía le d aría fuerzas para pro segu ir las operaciones u n año m ás, pero com o por desgracia para ella esas victo rias no se vislu m b ran siq u iera, va com prendiendo q u e lo está exp on ien d o todo y tiene m u y pocas probabilidades de gan ar algo. De donde resulta, y ello es tan evidente que seria ocioso extenderse en d em ostrarlo, que Jas á rb itras de la paz o de la co n tin u ación de la gu erra son A le m a ­ nia e In glaterra. A u n q u e flaqueen su s aliad as, la G ra n B retaña Jas em p u jará e in fu n d irá n u evos alien tos. P odría darse ei caso de que F ra n c ia y R u sia le volviesen francam ente las espaldas, pero ello es. hoy por hoy, algo rem oto, y h ay q u e esperar que am bas potencias se lim ite n a ir d ism in u yen d o poco a poco la energía de su acción m ilita r, ten d iend o a establecer un esta­ do de eq u ilib rio que perm ita esperar la paz en las condiciones m enos onerosas; ello no tendrá lu gar, seguram ente, sin que antes se lib ren los últim os ch o qu es en q u e cada partido a rro je en u n postrer esfuerzo el resto de sus recursos m ilitares: llegado el período de contem porización , cuando la persuasión de que no es posible vencer se h aya exten did o en F ran c ia y R u sia , In glaterra ten d rá q u e m editar m u y m u ch o el partido que tom a, porque de él depende todo su p o rven ir. ¿E n qué se fu n d a el poderío de la G ra n B retaña y cuál es el in stru m en to de que se vale para m ante­ n er su posición en el m u n do y d o m in ar a todos? La escuadra. S in ella, In g late rra sería u n a potencia de segun d o o tercer o rd en , y só lo co n servaría su s colo­ nias el tiem po in d ispen sab le para q u e acudieran otros a arrebatárselas. P eto esta escuadra va siendo deb ilitad a poco a poco, y antes de q u e co n clu ya la gu e rra, m e jo r dich o, antes de u n añ o, los nuevos golpes que h ab rá su frid o la dejarán ba.stante que­ brantada. P ero , au n q u e no se repitan los ataques de los su b m arin o s alem an es y Jas m inas fondeadas no causen m ás estragos, h ay que pensar en el estado en q u e se en con trarán , en q u e se van y a en con tran do, los barcos de g u e rra , con las m áq u in as siem pre en presión y sin poder lim p ia r fondos n i en trar en los astilleros. S e habrá gastado por sí m ism a y no será ya a q u e lla tem ible y reputada escuadra que in sp ira­ ba respeto en todos los m ares del planeta, A m edida q u e d ism in u ya el poder com batiente de aq u ella flo ­ ta, irá aum en tan do la im p ortan cia m u n d ial y el po­ derío n aval de los E stados U n id o s, de Italia, de J a ­ p ó n .,. Y dentro de un par de años, si por un m o­ m ento adm itim os q u e la g u e rra pu diera d u rar tanto, esos tres E stados superarían en fuerza naval a In g la ­ terra; habría term in ad o la su prem acía de ésta y co ­ m enzaría irrem ed iab lem en te a d eclin ar: sería un coloso in erm e, tanto más atacado y con m ás saña, cu an to m ás hizo pesar su vo lu n tad sobre los dem ás pueblos de la tierra. ¿D e qué le serv iría a ia G ran B retañ a d e rro tar a A lem an ia, si quedaba luego a m erced de Italia , de los E stados U n id o s, del Jap ó n , cada una de las cu ales potencias ocupa u n a situ a­ ción geográfica m ejo r que la de A le m a n ia y en dis­ posición de d o m in ar lo s m ares? In glaterra h ab ría gan ad o u n a gu e rra, pero h ab ría perdido su existen ­ cia com o Im p erio m u n d ial. A este precio, por g ra n ­ de que sea el odio q u e los britan os sientan por A le ­ m an ia, no dude nadie que In glaterra se detendrá en el cam in o y no q u errá llegar al fin. puesto que este fin no sería sólo el d e A le m a n ia, sin o el de ella tam bién. De co n siguien te, así que In glaterra com prenda q u e la victo ria no ha de so n reír a los aliad os en los cam pos de E u ro p a y q u e éstos v u elve n su s ojos a la escuad ra b ritán ica, com o su prem o argu m en to y re ­ cu rso fin al, depon drá su a rro gan cia y antes de que­ d ar in u tiliz ad a en trará en los p relim in ares d e la paz. T o d o , an tes que la pérdida de la escuad ra, bien bajo el piorno en em ig o, y a por la acción len ta, pero im ­ placab le, del tiem po y del agu a. E n cuanto a A lem an ia, sabe perfectam ente que m ientras posea sus buques, que están m ejo r aten d i­ dos y cuidados que los británicos, porqu e perm an e­ cen a la defensiva y disponen de unas bases ex celen ­ tem ente preparadas con m u ch os años de an telación , su derrota defin itiva es im p osib le: tendrá que acep­ tar u n a paz m ás o m enos favorable, pero no quedará a m erced del rival aborrecido, porqu e al hundirse los barcos en el m ar, arrastrarán con ellos el único p rin cip io vital de Jos in gleses. Y en tierra, ¿concibe n adie q u e los aliad os, n i los rusos, llegu en a B erlín ? ¿C o n cib e nadie que piense serenam ente que llegue Ayuntamiento de Madrid 1 < R7 un día en q u e sean barridos esos ejércitos que han derrotado a los rusos y a los aliados, y que no han cedido u n a pu lgada de terreno a pesar de batirse con­ tra fuerzas m u y su periores, lo m ism o en u n a fro n te­ ra que en otra? Pero tam poco se ad vierte q u e A le ­ m an ia pueda derrotar decisivam ente a su s enem igos, porque es claro q u e si para obtener este éxito fuera m enester lle va r al frente de batalla a los centenares de m iles de hom bres que qu ed an en el territo­ rio n acional, ya lo habría hecho y no espera­ ría un d ía m ás. S i no los derrota, si no lle va más gente a ias líneas de batalla, es sencillam ente porque sabe que ni a ú n así ob tendría la victo ria decisiva. N o será derrotada, pero tam poco derrotará a su s ri­ vales, Podrá gan ar m ás o m enos victo rias, pero la decisión de la g u e rra no vendrá por u n a batalla afor­ tunada. M ientras su s barcos con tinú en a flote, A le ­ m an ia podrá seguir am enazando a F ra n c ia , a R u sia , a In glaterra, a Italia, al m undo entero, y por lo tan­ to no se encontrará en situación desesperada n i ten­ drá que ad m itir la paz q u e le quieran im p o n er sino la que le con ven ga, cu id an d o em pero de no exig ir tanto que se encuentre Inglaterra en el caso de arries­ gar el todo por el todo. S a lv o con tin gen cias im p revistas, y no h ay que decir que n in gu n a situ ación com o la de gu erra para ofrecer hechos inesperados, verem os por con siguien ­ te cóm o viene la paz por el acuerdo de In glaterra y A lem an ia, que pondrán térm ino a su q u ere lla para co m p artir entre am bas el d om in io del m u n do. De este acuerdo nacerá un eq u ilib rio diferen te del que h abía antes de tu rb arse la paz; R u sia , A u stria, F r a n ­ cia, etc., verán d ism in u id a su im p ortan cia. ¿Serán tan cándidas q u e perm itan la co ntin u ación de la g u erra hasta q u e los colosos se pongan de acuerdo con p erju icio y m enoscabo de aqu ellas naciones? T o d o es de esperar de la ceguera que se apo dera de los pueblos cuando desenvainan la espada. Para term in ar, dos palabras sobre A u stria. M ez­ cla de nacion alidades, de religiones y de razas, el Im perio a u stro -h ú n garo se sostiene m ás q u e por sus fuerzas, por la conven ien cia de los dem ás países. S i com o consecuencia d el presente conflicto se preten­ d iera hacer el deslinde d e a q u ellas nacion alidades, resu ltaría que u n a gran parte de A u stria caería ab ­ sorb ida por A le m a n ia, y au m en taría enorm em ente la potencia y la grandeza de ésta, cosa que n i Italia n i In glaterra deben consentir. O tra porción se des­ m em b raría y q u ed aría planeada la form ación de un nu evo im p erio , bajo el cual se a gru p arían todos los Estados b alkánicos, quisieran o no qu isieran los de­ m ás g o b iern o s. No y a In glaterra e Italia, sin o tam ­ bién R u sia , se alzarían contra la form ación de tal Im p erio, que será no obstante necesario m ás ade­ lan te, m u ch o m ás adelante, para o p o n er un dique a la absorción rusa de E u ro p a, pero q u e po r el m o­ m ento es todavía p rem atu ro. De donde se co n clu ye q u e los cam bios de fronteras que la g u e rra actu al ha de ocasionar, serán bastante m enores de lo q u e ge­ n eralm ente se cree. LA S B A T A LLA S DE LEMBERG po r e l D r. K u r t F lo e rick e (Conclusión) L o s ru sos han concedido u n a extra o rd in a ria im ­ portan cia a la batalla de L e m b e rg , pero no han di­ cho u n a palabra sobre la ordenada retirada de los austriacos, n i por qué no Ies persigu ieron , Q ue alg u ­ nas piezas y unos g ru p o s de dispersos cayeran en m anos de los rusos, no son hechos que em pañen el m érito de los austriacos. L a reso lu ció n de la batalla corresponde al gen eral B ru silo v , ei cu a l, después de h ab er atacado y tom ado posesión de H alicz, al S . E . de L e m b e rg , dispuso que M ik o la y o v se a trin ch e­ rara fuertem ente y avan zó con el resto de su s fu er­ zas, de suerte que los austriacos qu ed aro n b ajo el p elig ro y la am enaza de ten er cortada su lin ea n a­ tu ral de com un icación G ro d ek -P rzem ysl. E n estas circu n stan cias, el gran cuartel general exp id ió , en la n oche d el 2 ai 3 de sep tiem b re, la ord en de evacuar sin com bate la ciud ad de L e m b e rg . No tenía ya obobjeto, en efecto, em peñarse en resistir en los fuertes de cam p añ a que se h abían co n stru id o en las alturas cercanas, para exponerse a q u e la ciud ad fuera cañ o­ neada y som etida a las con secuen cias de un asalto. De lodos m odos, la ord en debió ser algo im p revista para la ciu d ad , porqu e só lo tu viero n tiem po de par­ tir dos trenes, en los cuales m ontaron los principales com prom etidos en el m ovim ien to polaco, para evi­ tar ser captu rados po r los rusos. E n tre ello s figu ra­ ba el burgom aestre N eu m an n , un o de los o rgan iza­ dores de la legión polaca, p o r cu ya cap tu ra habían ofrecido los rusos u n a gru esa su m a. E l arzobispo, conde Szeptck i, perm an eció valien tem en te en ia c iu ­ dad , y fué in tern ado en R u sia , sin q u e hasta ahora se sepa Ja suerte q u e le ha cabido. F u e ro n aban do ­ nadas en la ciudad gran des cantidades de provisio­ nes. S o n de señ alar varios actos de traición . A n tes de la retirada fueron fu silados alg u n o s reos de este deli­ to po r orden gu b ern ativa. E n tre los prin cipales, figu­ rab a el jefe de estación R e d i, a q u ien parece extraño se le encom en dara u n cargo tan im portan te en aq u e­ llas circu n stan cias. In fo rm ab a a los ru sos de los m o­ vim ien to s de Jas tropas, y d ejó aban don ados en vías m u ertas lo s trenes de p rovision es, m ientras pasaban h am b re las tropas que se estaban batiendo. E l que­ brantado ejército au.striaco se replegó a u n a excelen ­ te posición protegida por las lag u n as de G ro d ek , sin q u e la retirada fuese m olestada en lo m ás m ín im o po r el en em igo, por lo q u e fué fácil restablecer el orden en las tropas. P ara ocu ltar sus gran des pérdidas y reponerse de ellas, sin que se trasluciera n ada que pu diera em pañ ar el éxito o bten ido, los rusos perm a­ necieron in activo s hasta el 3 de septiem b re, con su artille ría pesada en los atrin ch eram ien to s ab an don a­ dos al E . de L em b erg ; en la tarde dei d ía 4 el gene­ ral R u sz k y hizo su entrada en la indefensa capital de G a lizia . D ebe decirse en h o n o r de la d iscip lin a de las tropas rusas, que el vencedor se co n d u jo con m o­ deración y pru d en cia; quedaron pocos m ilitares en la ciu d ad ; delante d e todos los ed ificios p ú b lico s y alm acen es de com estibles se m ontaron gu ardias. E xa m in a n d o en co n ju n to el resultado de la p ri­ m era fase de estas sangrientas batallas, se deduce que am bos adversarios quedaron m alparados. El Ayuntamiento de Madrid Voladura de un puente aobre el Aisne, por los zapadores franceses, para dificultar el avance alemán g ru p o de la izqu ierd a del ejército austríaco obtuvo u n a victo ria com pleta, pero el ala derecha, aun qu e no fué derrotada, tu vo q u e retirarse, obligan d o al gru eso de las tropas a replegarse para no perder el enlace con las dos alas, S e ría in ju sto d ejar de reco­ nocer que fué un grave contratiem po para los aus­ triacos la pérdida de u n a gran parte de la G alizia, con su capital, así com o la de las desem bocaduras de los pasos de los C árp ato s, lo cual tuvo por conse­ cu en cia detener el m ovim ien to nacion al de lo s pola­ cos y despertar los sen tim ien tos hostiles del pueblo rum ano. C om o en estos form idables encuentros pa­ deció poco la consistencia del excelente ejército aus­ tríaco, bastó u n pequeño descanso de tres días para q u e, con la ayu d a de las circu n stan cias, aq u ellas tro ­ pas se en con traran de n u evo en estado de reanudar la ofen siva. E n ei referido in tervalo sólo hubo alg u ­ nos cañoneos, que no llegaro n a m olestar seriam ente a n in g u n o de io s dos ejércitos, S e trabajó feb rilm en ­ te, entre tanto, en d ar sepu ltu ra a los m uertos, eva­ cu ar los heridos y en ferm os, m ejo rar los m edios de trasporte, co m pletar los pertrechos y reabastecerse de m u n icio n es, reordenar las unidades y lle n a r las bajas, co m p letar los cu adros de oficiales, lla m a r a las reservas y otros refuerzos, preparar abastecim ientos q u e perm itieran a las tropas ejecu tar n u evo s esfuer­ zos, y situ ar las masas en las posiciones convenientes para la n u eva cam pana. T o d as estas labores tropeza­ üno de los morteros alemanes de 21 centímetros Ayuntamiento de Madrid «9 Una de las calles de Lille, poco después de su ocupación por los alemanes; en el fondo, la iglesia principal ron con la obstrucción q u e en los cam in os se produ­ jo por la h u id a de los habitantes, que escapaban en todas direcciones llevándose sus enseres y m uebles, fueran ú tiles o n o, en sus carretas y cab allos. E l cuer­ po del arch id u q u e Jo sé F ern an d o se in co rp o ró al ejército austriaco, cerca de G ro d ek, en el ala izqu ier­ da, y del lado de los rusos u na parte del gru p o B ru ­ silo v se m ovió al N. en dirección a R ava-R u ska. E n las jorn adas del 8 y 9 de septiem bre, el objeti­ vo de los austriacos fu é, naturalm ente, to m ar la ofen­ siva para recobrar L e m b erg . A I N. de e s u ciud ad , cerca de R a v a -R u s k a , las altu ras q u e alli h ay fue­ ron fortificadas sólidam ente por los ru sos, d e m odo que había de atacarse por los in tervalos q u e quedan entre las lagunas, para ro m p er las co lu m n as en em i­ gas adelantadas hacia el S . Esto fu é causa de q u e el avan ce tropezara con grandes d ific u lu d e s y h ubiera de hacerse paso a paso, preparán d olo con el tiro de a rtille ría , q u e tu v o q u e realizar u n a m isión len ta y obstinada. L o s rusos apenas esperaron en n in gú n caso el ataque a la b a y o n e u ; gen eralm en te se retira­ ban antes a sus posiciones y trin ch eras previam ente preparadas, retrocediendo siem p re, pero m u y le n u m ente. L a tierra se ib a em papan d o en san gre y los ataques sólo daban por resultado ad elan tar u n o s po­ cos k ilóm etros al día. E sta b atalla presentó el asp ec- Abrígos en la vertiente de una altura, para proteger a las reservas austríacas Ayuntamiento de Madrid (H) to de las gran des com bates m odernos, con su carac­ terístico va cío , pareciendo q u e el terreno estaba aban ­ donado. y sin que denotasen el fragor y el em peño del com bate m ás q u e las n u b ecillas de h u m o de los pro ­ yectiles de a rtille ría , el zum bido de las granadas, el tronar de los m orteros, el crep itar y ch asquido de las am etralladoras, el silb id o de los cascos de gran a­ da y shrapneis, que convertían a q u ello s lugares en un in fiern o. L o s austriacos utilizaron sus trenes acorazado.s con buen éxito. U n o de ellos recibió un cas­ co de granada en la cám ara de vap o r de la locom o­ tora, pero la a vería fué reparada en el cam po de ba­ talla, sin que los once coches de q u e constaba el tren dejasen de d isp arar y causar grandes pérdidas a los rusos. E n estas desfavorables con d icion es lu ch a­ ron los m ejores regim ien tos h ún garos, an im ados por la presencia de los com andantes en jefe y de lo s ar­ ch id u q u es, entre ellos el heredero de) tron o; du ran ­ te cinco días co nsecu tivos riñeron un com bate cada vez m ás san griento y ob stin ad o, acercándose poco a poco a la capital de G a liz ia . y llegan do finalm en te a u n punto situado a u n o s 20 k iló m etros al S . de L e m ­ b erg. S u s pérdidas fueron de consid eración , aunque el n ú m ero de los heridos excedió m ucho al de m u er­ tos, por la m ala puntería de la infan tería rusa. E n cam bio las heridas de io s ru sos fueron , por lo gen e­ ral, m ás graves, en la cabeza y en el pecho, porque estaban abrigados en sus trincheras y a llí perm a­ necían hasta que se les acercaban las lin eas de ata­ que de los húngaros. T a m b ién se co n d u jero n bravam ente los b o sn iacos, los cuales en los m om entos decisivos solían aban don ar sus arm as para caer sobre el enem igo y cogerle por la gargan ta con sus férreas m anos; de esta m anera hicieron m uchos prisioneros. E l ataque de los austriacos avanzó, por con sigu ien te, con buen éxito entre L e m b erg y G ro d ek , pero no fué posible llegar a la capital de G a lizia , porqu e los rusos iban prolon gando ia resistencia desde posiciones m ás re­ tiradas cada vez, con el evidente propósito de pro ­ lo n gar la defensa. U n o de los episodios más san­ grien tos tu vo lu g a r en la pu nta de un bosque al N. de G ro d ek , lu gar que fu é perdido y recobrado varias veces. L o s rusos habían cortado lo s árboles con ha­ ch as, form ando en el lin dero u na tala defendida con am etralladoras, que barrían las líneas de asalto. F u é necesario a cu d ir a un v iv ísim o fuego de artille ría , que desgajó las ram as, hizo astillas Jos troncos y puso a los defensores en u na situ ación im p osib le, por la llu v ia de granadas y sh rapn eis que sobre ello s cayó. Por fin quedó aq u el disp utadísim o punto en m anos de los austríacos; el cam po quedó cu b ierto por m o n ­ tones de cadáveres ru sos. E n la dirección de L e m ­ berg todo ib a bien , hasta el punto de que el ejército del general B ru silo v recibió uno de Jos descalabros más fuertes de esta gu e rra, toda vez que dejó en m a ­ nos del venced or 10.000 prision eros y 80 piezas de artille ría . Pero tantos esfuerzos no podían menos de p ro d u cir un ex traord in ario cansancio en las tropas. E l cañón com enzaba a retum bar hacia el N , y con los gem elos podían divisarse en a q u e lla dirección masas de tropas, que no eran sin o los victoriosos soldados del experto A u Jfe n b e rg , q u e se acercaban po r el ca­ m in o de R a va -R u sk a. L a lu ch a fué debilitán dose in ­ sensiblem ente, a d q u irien d o a poco el carácter de un cañoneo m ás o m enos vigoroso. S e encontraba en el ejército austríaco el general in spector de A rtille ría , arch id u q u e L eo p o ld o S alva ­ dor, personalidad de gran relieve y u n a de las más distin gu id as de la casa de H ab sbu rgo. q u ien con la m ayo r san gre fría pasaba largas horas expuesto al fuego del en em igo. De todos lados llegaban gran a­ das y shrapn eis, entrecruzándose por los aires, en te­ rrándose en tierra las granadas pesadas, elevándose en otros puntos largas colu m n as de h u m o o de pol­ vo q u e llegaban a obscu recer el sol. E n la extrem a ala derecha, en la región de las la g u n a s .s e encon­ traban los tiradores polacos, todos jóven es y deseo­ sos de derrotar al en em igo, que se em peñaban sin m iedo en la batalla a pesar de constarles que los ru ­ sos ahorcaban sin piedad a quienes caían en su s m a­ nos. C u an to más se prolon gaba Ja batalla y a m ayo­ res pruebas se som etían los n ervios y el corazón, tanto m ás resaltaba la su perioridad de los austriacos y m ás se ponían de m anifiesto los defectos de los ru ­ sos, patentizados en ias cam pañas an teriores contra los turcos y los japon eses: m ezcla im p rem editada de los electivos, jó ven es con viejos; pocos reservistas realm ente preparados para la g u e r r a ; falta de disci­ p lin a ; deseo de lib rarse del peligro (a m en ud o para retirar u n h erid o salían de las filas ocho o diez so l­ dados, que de esta m an era se alejaban del fuego); re­ beldía con tra aqu ellas personas que no fuesen sus jefes directos y n aturales; caren cia de entusiasm o en los ataques y de ardor im p u lsivo , y en cam bio una pasividad y u n a tenacidad en la defensa q u e les lle­ vaba hasta soportar una especie de m artirio . «N o son soldados, sin o cam pesinos arm ados y u n iform ados,» era el ju icio u n án im e de los oficiales austriacos, que se en o rgu llecían de sus excelentes tropas, con razón. De aquí que fueran frecuentes ios pánicos in ju stifi­ cados, sobre todo d u ran te las noches. B astaba un solo disp aro de fu sil en ia obscuridad, para que m i­ llares de personas perdieran la tra n q u ilid a d : cun día la alarm a, ios soldados se despertaban y m edio dor­ m idos veían enem igos por todos lados, se acu día a las arm as y no se sab ia qué era lo q u e pasaba. ¿Acaso un ataq u e po r sorpresa? S in tin o, ro m p ían a dispa­ rar sin a p u n ta r ni sab er a dónde tirab an , corrían , an daban , gritab an , se estrujaban q u erien d o s a lir por la go la de la posición; esto, con Jos lam en tos de los heridos y los estertores de los m oribu n dos, form aba un cu ad ro característico del ejército ru so . C u an d o se aclarab a la situación y se co m pren d ía que el ene­ m igo no atacaba, se m iraban los unos a los otros com o ax'crgonzados y despertando de un su eñ o. En cierta ocasión, u n a avanzada hizo fuego sobre un caballo extraviad o q u e se acercó a la lín ea; n o ta r­ daron en q u ed ar en aquel lu gar alg u n as docenas de m uertos y heridos. A l llegar la batalla a su sexta ¡o rn ad a parecía ya in evitab le e in m in en te la com pleta derrota del ejér­ cito de B ru silo v, y las tropas austro-húngaras se re­ go cijab an pensando q u e iban a lo g ra r po r fin el fru ­ to de tantos esfuerzos y que en trarían pronto en la capital de G a liz ia , cu yas torres se veían claram ente a sim ple vista, cu an do de pronto se extendió a lo largo de todo el frente Ja inesperada orden de rom ­ per el com bate y em pren d er la retirada en dirección a G ro d e k . L o s oficiales no q u erían dar crédito a lo que o ían , y Jas tropas experim en taron el dolor de haber su frid o un cruel desengaño. Pero ia fu eried is- Ayuntamiento de Madrid <jl cip ü n a estaba tan bien cim entada, q u e sin u n a m u r­ m u ració n se obedeció la orden d el com andante en jefe, aban donando la presa que y a se ten ía en las manos. O rgu lloso puede estar C o n rad o von Hoetzend o r f de la con d u cta del ejército en aq u ella ocasión; todos, desde ei gen eral al ú ltim o soldado, co m p ren ­ dieron que cu an d o el m ando daba aquella orden , m o ­ tivos fundados h ab ría, y habia que obedecer. E n tre los oficiales pronto co rrió de boca en boca que se acababan de recib ir m alas noticias del ejército de A uffen berg, y que se im p on ía la retirada dei a la v ic to ­ riosa en L e m b erg , si no se q u ería fia r la suerte de la m asa p rin c ip a l del ejército a una sola carta y arries­ gar a u n solo go lp e el resultado de toda la cam paña. E fectu ó se, pues, la retirada h acia G ro d e k , y aun más allá , en la d irección de P rzem ysl, sin q u e el en em i­ go la estorbase en lo m ás m ín im o, ni tratase de em ­ pren d er la persecución; por contentos se dieron los ru.sos con lib rarse tan im p revistam en te de la presen­ cia de aq u el tem ib le adversario. ¿Q ué le había acontecido al general .A ulfenberg, cu yas victorias h a d a n creer a todos que m archaba sin tropiezos en la ejecución d e su com etido? Des­ pués de haber em p u jad o al enem igo hacia C h o lm y el H u tzw a, por la brillante victoria de Zam osc, A u ffen b erg había recibido la orden de hacer una con versión con todo su ejército hacia el S ., para tom ar la lín ea T om asch o v-L asch tsch ov, avan zar s o ­ bre R a v a -R u s k a y prolon gar el frente del ejército austriaco, cayendo contra ei ala derecha del ejér­ cito ruso de L e m b erg . E i plan era gen ial y estaba perfectam ente concebido; y de seguro h ab ría dado los resultados que de él se esperaban, si la en orm e su perioridad de los rusos no lo h u b ie ra hecho fra­ casar. E n esta ocasión p rod u jo de n u evo sus n atura­ les frutos la nefan da lab or de espías y traidores. P rin cip alm e n te in flu yó la ayu d a de los pops (sacer­ dotes ortodoxos), ardientes en em igos d e la nobleza polaca, los cuales pops ad virtiero n y tu viero n al c o ­ rrien te a los rusos de los m ovim ientos de los austría­ cos. D e todos m odos, el enem igo dispuso de tiem po bastante para lla m a r fuerzas considerables hacia el .N., con tra las de A u ffen b erg, y u tilizó toda la red de ferro carriles p ara hacer aflu ir de los depósi­ tos in agotables del in te rio r de R u s ia gran des masas q u e se iban concentrando en L u b lin y C h o lm , Estas m an iobras resolvieron el con ju n to de las batallas en G a liz ia , y dem ostraron cuán funesto era m enos­ p reciar al adversario. Es in d u d ab le que en la seg u n ­ da batalla de L e m b erg se reunieron m as d e u n m i­ llón de rusos, m ientras que la fuerza de los austría­ cos no llegab a a 6 5 o,ooo hom bres. Las circu n stan cias fueron m ás particu larm en te desfavorables para el ejército de A u ffen b erg , q u e tuvo q u e lu ch a r contra un efectivo por ¡o m enos doble, y probablem ente trip le que el su yo . E n su ataque sobre R a v a -R u sk a , no solam ente fué contenido por masas tan su p erio ­ res, sin o que no tardó en verse am enazado por su flanco izqu ierd o por ios ejércitos rusos que llegaban de C h o lm y dei B u g . tropas que al m ism o tiem po se le colocaban a la espalda, m ientras que nuevas m asas iban interponién dose en form a de cu ñ a entre los ejércitos de D an kl y de A u ffen b erg; fué por con­ sigu ien te u n a obra m aestra de táctica la retirada que ejecutó A u ffe n b e rg , evitando que se trocara en un desastre, perdiendo m u y poco m aterial de gu e rra, y con siguien do tom ar la dirección S O ., atravesar el San y reun irse, a l otro lado de este río , con los de­ m ás ejércitos austríacos. L a en orm e responsabilidad q u e pesó en estos críticos días sobre el general que­ brantó su salu d, y la historia m ilitar refiere bastantes casos d e jefes de ejército que no han podido resistir la tensión nervio.sa en situ acion es peligrosas; A u ffe n ­ berg dejó ei m ando de las tropas L a retirada de su ejército no se ejecutó sin gran des pérdidas, com o era de prever, e incesantes com bates. Ha de señalarse es­ pecialm ente e! regim ien to nú m ero 4 () (Bru n n y Sain t P olten), que estaba en la extrem a retaguard ia y per­ dió 800 hom bres en el cam po del honor. E l general A u ffen b erg , en u n a orden del día, d ijo de aquel cuerpo q u e era el regim ien to m ás bravo de su ejér­ cito. O tro regim iento fué atacado en la retirada; su coronel en vió su ú ltim a tropa aún disp on ible: la bandera con su escolta. L a v ie ja enseña despertó el entusiasm o en los soldados, y reavivó sus en ergías, y el en em igo acabó por ser rechazado. T o d o s lo s o f i­ ciales y soldados besaron fervorosam en te la bandera, sím bolo d e la patria al que debían el éxito , pero en aquel m om ento cayó en el g ru p o u n a gran ada de gran calib re y causó trem endos estragos en los aus­ tríacos. E n otro lu gar, u n a m u ch ach a de doce años de edad, despreciando la m uerte, se arrastró hasta ia lín ea de gu errillas para lle v a r agua y m u n icion es a los soldados, pero no tardó en ser gravem en te herida por u n shrapn el en un pie. L a pobre n iñ a fué reco­ gid a en brazos y trasladada a un tren que la con dujo al hospital de V ie n a; fué m enester am p u tarle el pie, pero tu vo el consuelo de q u e la visita ra el v ie jo E m ­ perador, quien la felicitó y la regaló una cadena de oro, E n tre los m uertos figu ró el h ijo de C on rad o von H oetzendorf. E l jefe del E stad o M ay o r general se encontraba trabajan do en su cuartel general, cuando u n com andante, cuadrándose en su presen­ cia y con frases m ilitares, pron un ciadas con hondo d o lo r, le dió la triste noticia. E l gen eral quedó m o­ m entáneam ente anonadado y pareció a punto de desfallecer; «¡H erberto m íol», exclam ó . ,N o obstante, recobró enseguida su presencia d e án im o , dió las gracias al com andante y . volvién d o se a los oficiales de su estado m ayor. Ies d ijo ; «¡Señ ores, vo lvam os a nuestro trabajol ¿D ó n de h abíam os quedado?» Del lado de los rusos, quedó herido el general R adko D im itriev , el «N apoleón b úlgaro», aq u el hom bre que h ab ía ingresado com o v o lu n ta rio en el ejército ruso y abandonó luego el ejército dei Z a r para pasar al b ú lgaro . M u ch os regim ien tos austro-húngaros perdieron casi todos sus oficiales. T a n bravam ente com batieron y tanto castigaron al en em ig o, que a pesar de estar éste recibiendo refuerzos cada hora, no aum entaba la su perio ridad de su s fuerzas. Pero éstas eran tan en orm es, q u e en las posiciones de las q u e acababa de ser desalojado aparecían luego n u e­ vos regim ien tos, com o si brotaran de la tierra. Por lo dem ás, la táctica rusa de la m an iob ra de masas les dió el resultado apetecido. C ad a vez que la m e­ tralla barría sus filas, la tropa cerraba los claros y sin hacer caso de los m uertos seguía avanzando con el apoyo de n uevos refuerzos. L a s tropas austríacas a lp in as, cu ya excelente p u n tería es bien conocida, causaron grandes destrozos a! en em igo. D onde tales soldados estaban em peñados, bastaba q u e u n ruso asom ara la cabeza sobre la cresta del parapeto, para Ayuntamiento de Madrid 92 Vista de la plaza fuerte de Przemysl que los a lp in os lo d erribaran con sus balas. T a m b ién un em peñ ado com bate de retaguardia, y p ro lo n gá n ­ las am etralladoras ejercieron su s desastrosos efectos dose de hecho ei frente de batalla hasta K rasn oslav en las masas de ataqu e, p o r lo q u e los rusos tuvieron y V ie p riz . L a s tropas m ás avanzadas de D ankl fueron que re p etirlo s ataques plenam ente d erro ta­ n o ctu rn o s, com o en d as, au n q u e c o n s i ­ T o m a sch o v y Ravagu iero n con ten er ei R u sk a. em pu je de los fo rm i­ E l ejército del ala dables c u e r p o s allí izq u ierd a, m a n d a d o acum ulados porlos ru ­ por el general D an kl, sos. S i las dificultades no pudo co n tin u ar su dei terreno habían en­ victorioso avan ce, te­ torpecido el avance de n iendo, al con trario, los austriacos. claro es que replegarse a n t e que la retirada tuvo L u b lin y d esand ar el que hacerse en peores cam ino. C o n t r a las condiciones aú n . C on piezas de sitio sacadas previsión e j e m p l a r , por los rusos de sus los rusos habían d e ja ­ plazas fuertes, no po­ d o s in vías férreas dían los cañones de aq u ella r e g i ó n , d e c a m p a ñ a austriacos suerte que las tropas lu ch a r ventajosam en ­ d e D a n k l tuvieron te, y adem ás los rusos que m an io b rar sin los habían aprovechado la m edios de co m u n ica­ pausa de tres días en ción tan necesarios a los com bates para acuun ejército m oderno, m u l a r refuerzos en y las tropas avanza­ aq u ella parte de la lí­ Siluación de los ejércitos ruso y austro-húngaro el 6 de septiembre das soportaron el ch o­ nea, traídos por las que sin casi poder ser tres vías férreas que en ella desem bocan. E l defensor apoyadas. A pesar de tan grandes contratiem pos, no tardó en trocarse en atacante, y el ejército de D ankl pudo retirar la masa prin cipal de su ejér­ D an kl fué em pu jad o de un m odo irresistib le en la cito sin gran des pérdidas ni aban don ar el p rin ­ dirección S O ., trabándose en la región de K rasn ik cipal m aterial de gu e rra, llevan do a cabo una Paisaje del N. de Qaiízia Castillo Olesko, en Qalizia, en la línea Lemberg-Brody Ayuntamiento de Madrid {13 operación notable, que la h istoria m ilitar alabará con ju sticia m ás adelante. U n o de los regim ien tos q u e más padecieron fué el 45 de in fan tería, q u e fué arrojad o h acia el S E . y sólo pudo reu n irse al gru e­ so al cabo de alg u n o s días y en gru p o s separados. E n tre los ejércitos de D an kl y A u ffen b erg a van ­ zaron al m ism o tiem po fuertes con tin gen tes ru­ sos, q u e causaron daños de consid eración . C erca de F ra m p o l, un destacam ento de cosacos destruyó una co lu m n a del tren, y otras colu m nas aparecieron s ú ­ bitam ente cerca de Jo sefo v y A n n op o l, cañoneando am bas poblaciones. E n estas circu n stan cias, co n tri­ buyó m ucho a m ejorar la situación la ap arició n de tropas alem anas, form adas por regim ien tos silesianos de la lan d w eh r, que se h abian ya distin gu ido en los com bates de K.rasnik; con la llegada de tales socorros, fué m ás fácil la retirada a la o rilla izq u ierd a del V ís ­ tula. E n resu m en , lo m ism o que en la prim era ba­ talla de L em b erg , el enem igo pudo avan zar victoriosam eh ie en esta ala, trocando en retirada lo que había sido en los prim eros días u na in vasió n triu n fal. F re ih e rr C o n rad o von H oetzendorf pudo por fin re u n ir las tropas austro-h ú n garas en u n a lín ea más retirada, com o después de ia p rim era batalla de L e m ­ berg, en una serie de posiciones que corrían de O. a E . a lo largo de una cadena de altu ras, con su s dos flancos apoyados en las plazas fuertes de P rzem ysl y C racovia y la espalda cu bierta por los C árp ato s. S i es cierto que los rusos pudieron considerarse victo­ riosos, porqu e cayó en sus m an os u na gran parte de G a lizia , no alcanzaron, con todo, u n a v ic to ria deci­ siva, toda vez que dieron a los austríacos tiem po su ­ ficiente para reforzar y reorganizar sus tropas en buenas condiciones, así com o para que llegaran tro ­ pas alem anas en n ú m ero suficien te p ara que desapa­ reciera la en orm e su perio ridad de las fuerzas en em i­ gas. C o m o q u iera, se desistió de co n tin u ar la ofen ­ siva en dirección de L e m b erg , y los rusos, adem ás de su éxito táctico, alcan zaron las im p ortan tes ve n ­ tajas de exp u lsar a su en em ig o de la P o lo n ia rusa, o cu p ar los pasos d e los C árp ato s y asegu rar la pose­ sión de L em b erg , No obstante, todos estos éxitos tenían m ucho parecido con las victo rias de P irro . A pesar de su s colosales fuerzas, sólo m u y lentam ente y paso 3 paso habían podido avan zar con tra su dé­ bil adversario , tanto por las in m en sas pérdidas su­ fridas, com o por haber com enzado a la sazón las llu vias y d esequ ilibrios atm osféricos d e la estación otoñal, m u y rigorosa en aq u ella latitu d . S o b re v in o u n a paralización en las operaciones, de m ás larg a d u ­ ración . R echazado, a u n q u e no derrotado, el ejército de ia doble m o n arq u ía no tardó en encontrarse de nu evo en situa­ ción de reanudar la ofen siva, para cu y o com ienzo sólo esperaba la llegada de refuerzos de su s aliados, con cu ya presencia iba a m ejorar la m archa de los acontecim ientos. C on rad o von H oetzendorf se en­ contró entonces en u n a situación estratégica parecida a la d e W e llin g ton en W aterlo o : com o en aq u ella ocasión, ah o ra tenían la palabra los alem an es. Esto era sabido por todos lo s soldados, a q u ien es se re­ partió, por orden del alto m ando, u nas plaquitas (com o representa el grabado) señ alan do la un ión en tre los dos ejércitos. (De D e r K rie g ) .1 CRÓNICA MILITAR 1. Sobre la pasividad de las operaciones militares.— 11. Cuestión de nervios.—III. Particularidades del ataque al■Formidable.—IV Los preparativos de ataque ai cana! de Suez.—V . La situación militar el 19 de enero. I. — S o b r e l a p a s iv id a d d e la s o p e ra c io n e s m ilit a r e s L a m onotonía de los partes oficiales relativos a las operaciones en F ra n c ia , y la concisión y lacon is­ m o de los referentes a P o lon ia y G a lizia , hacen creer a m uchas personas que apenas se riñ en com bates de im p ortan cia y que los adversarios se lim ita n , en lo esencial, a observarse y tantearse. Nada tan lejos de lo cierto. C om en zan d o por el teatro occiden tal, es in d u d a­ ble que d u rante los meses de octubre y n oviem bre h ub o u na situación de e q u ilib rio , rota só lo de vez en cu an do por los beligerantes para in ten tar un avance b ru sco, rechazado pronto, y plan ear otro m o­ vim ien to con los consiguientes preparativos de tras­ lados de fuerzas y acopios de elem entos. Pero en el extrem o NO . de la línea, ju n to a las costas del canal, se lib raron sangrientas y em peñadísim as batallas, que d u raron va rio s días, por el deseo resuelto que te o ían los ingleses de a rro jar al en em igo de aquellos parajes^ peligrosos para la escuadra y para las costas británicas. D esde D ixrau id e a N ieu po rt y el m ar, se peleó con verdadera fu ria, los aliad os para avanzar hacia O stende, y los alem an es para co n servar sus po­ sicion es, sin p erju icio de atacar a su vez así que re­ chazaban los asaltos de los enem igos. N o conocem os en detalle las batallas q u e a llí se riñ ero n , pero desde lu ego cabe asegu rar q u e han de o cu p a r uu puesto im p ortan tísim o en la h istoria de esta gu e rra. C erca de Ipres, los aliad os ejecu taro n otro esfuerzo casi sobreh um an o, para ro m p er la lín ea enem iga y o b li­ gar a toda la extrem a derecha a apartarse del m ar, si no q u ería ser cortada y destru ida. Fracasó este plan y fracasó igu a lm en te el con traataque de los alem anes para avanzar por aquel punto e in d u cir a la retirada a la extrem a izq u ierd a de ios aliados. H ay q u e reco­ nocer en ju sticia q u e lo s alem an es llevaro n la m ejor parte en estos en cuentros, y q u e su o fen siva sólo se detuvo cuando se rom pieron los d iqu es y se in u n ­ daron los llanos de! Iser. Pero este obstáculo natu­ ra l, in fran q u eab le, opuesto al avan ce del in vasor, se ha vuelto posteriorm ente co n tra ios que lo em p le­ aro n , toda vez que les ha im p ed id o en el m es de d i­ ciem b re realizar u n ataque a fondo con un frente lo bastante am plio para p erm itir el d esp liegu e de fuer­ zas suficientes. D e aquí que la ofen siva ordenada por el general Jo ffre h a y a tenido q u e desarrollarse Ayuntamiento de Madrid por la estrecha faja q u e queda entre N ieuport y el m ar, habiendo sido relativam ente fácil a los alem a­ nes oponerle fuerzas bastantes, a u n q u e m u y in ferio ­ res a las del adversario, y con ten er el avan ce. De to­ dos m odos, la con qu ista de San Jo rg e po r ios aliados fué el fruto de u na batalla terrib le, q u e por ahora sólo es posible m en cionar; y otra batalla de iguales caracteres fué la derrota de los ingleses en Festubert, el 24 de diciem b re, en la que perdieron 900 p risio ­ neros, 14 am etrallad oras y 12 lanzadores de torpe­ dos E n las batallas del Iser. del 11 al i 5 de n o viem ­ bre, hicieron tam bién los alem anes 5 ,6 5 o prisioneros y cogieron varios cañones. E n el m ism o sector, en la región de L a Basée, en la de A rras, en la de N oyon, y en la de Soisson s, h ub o tam bién serias batallas, de gran consideración; pero tanto éstas com o las ante­ riores no han con segu ido m odificar la situación gene­ ral, y de aq u í que hayan pasado in advertidas o poco m enos. U ltim am en te, en la A lsacia se ha luchado con verdadero frenesí, a u n q u e los efectivos em pe­ ñados no han sido tan fuertes com o en ia izquierda de ios aliados. Pero la verdadera causa de que no hayan llegado al pú b lico las noticias m ás o menos concretas de to­ das esas batallas, y de otras va ria s, no es precisam en­ te su escasa o nu la in flu en cia sobre la situ ación ge­ neral, sin o otra de un orden m u y diferente. En la gu erra an terio r entre F ra n c ia y A lem an ia, en la tu rco -ru sa y d u ra n te la ru so-japonesa, Jos g ra n ­ des órganos de p u b licid ad , los que poseen m ejores y m ás com pletos datos de in fo rm ació n y un núm ero extraordinario de com petentes corresponsales, e.sto es. los m ás reputados periódicos ingleses, no estaban directa e in m ediatam ente interesados en ia con tien ­ da, su país era n eu tral, y podían sin inconveniente dar noticias y satisfacer Ja cu riosid ad de su s lectores. E s claro que sus relatos n o eran ni exactos n i im p ar­ ciales, pero daban u n a idea a p ro xim ad a de Ja verdad y , sobre todo, reflejaban la im p ortan cia de los hechos de arm as a q u e se referían , En la gu erra de 18 7 0 -71, los alem anes seguían la m ism a con ducta que ahora; dedicar tres o cuatro líneas a sus m ás gran des victorias y no volverlas a m en cion ar; si en la actu alid ad se ha in terru m pid o esta costum bre y ei gran cu artel gene­ ral co m u n ica partes relativam en te detallados de los acontecim ientos del teatro occidental, ello se debe a contrarrestar el efecto q u e causan los partes m u y de­ tallados en cierto aspecto de los franceses. E n la c i ­ tada gu erra de 18 7 0 -7], los franceses no se d istin ­ gu ieron por la veracidad, ni siq u iera por la oportu­ nidad de su s noticias. L a s batallas de Ja gu erra rusojaponesa, com o antes Jas de la tu rco -ru sa , fueron conocidas, gracias a la prensa inglesa, a Jas pocas ho­ ras de h aber term inado, sin p erju icio de que más adelante los relatos e h istorias oficiales co rrigieran y am pliaran aquellas prim eras inform aciones. Pero en la presente gu e rra, la prensa in glesa se­ gún reconoce ella m ism a (y en el m ism o caso se en ­ cu en tra la de todos los países beligerantes), no debe ni puede m oralm ente ser tan exp lícita com o en otras ocasiones, y com o ella era casi exclu sivam en te el ú n ico conducto por el q u e se satisfacía el interés g e­ neral, han quedado en la penum bra y desvanecidos u na m ultitud de hechos d e arm as, que causarán ver­ dadero asom bro al ser conocidos. E n estas colum nas se ha publicado ya la descripción de bastantes co m ­ bates, y seguirán apareciendo las de los dem ás, co m ­ pletam ente desconocidos por el lector. Pero estos rela­ tos no es posible hacerlos a poco de o cu rrid o el hecho de arm as, y forzosam ente han de pu b licarse con retraso. E n cu an to a las batallas d e .P o lo n ia y G a lizia (que ya han com enzado a describirse en esta publicación), su im p ortan cia y .sus proporciones dejan atrás a las m ás célebres d e N apoleón. P o r con siguien te, cuando se dice que la situación no presenta cam b ios o al dedicarse u n corto párrafo a cada un o de los com bates en P olo n ia, no h a de e n ­ ten d eré ! lector que no ha ocu rrido nada, en el prim er caso, o que ha carecido de im p ortan cia lo a co n tec i­ do, en ei segun d o, sin o q u e para la decisión d efin iti­ va de la g u e rra no se han presentado n uevos hechos, y q u e se carece de noticias detalladas, resp ectiva­ m ente E jércitos de m illon es de hom bres no perm a­ necen in activos por com pleto, frente a frente, largos meses, en nuestros días, y el m ás in sign ifican te co m ­ bate, pasado a m en ud o en silen cio , ten d ría en otras épocas an teriores m erecidam ente el calificativo de gran batalla. II. — C u e stió n de n e r v io s U n a de las frases m ás gráficas, y sin duda más acertadas, con las q u e se ha caracterizado la presen­ te gu erra, es la del m ariscal H in d en b u rg en su entre­ vista con el corresponsal de u n o de los periódicos de V ien a. « L a presente gu erra es ante todo u n a cu es­ tión de nervios», d ijo aq u el fam oso cau d illo , y así es en efecto. N i bastan las m ejores co m bin acion es es­ tratégicas. n i la in stru cción y el valo r del soldado, n i la eficacia del m ando, n i la ab u n d an cia y ex celen ­ cia del m aterial, para d ecid ir rápidam ente las cam ­ pañas, cu an d o cada un o de los dos beligerantes dis­ pone de m illo n es de hom bres con que reem plazar las bajas y form ar n uevos ejércitos, y cu an d o todos los recursos de poderosos Estados se han en cam in a­ do y puesto al servicio de los fines bélicos. Hace cin cuen ta añ os, a la victo ria de T a n n e n berg, seguida po r la de In sterb u rg, h u b iera seguido in m ediatam en te la invasión d e la L ith u a n ia ; pero e.sto l i o fu é posible en septiem bre, porque detrás de los ejércitos rusos puestos en dispersión y en parte destruidos, aparecieron otros tanto o m ás iuertes que los deshechos. L a victoria de Lo d z, por ejem plo , fué m ucho m ás brillan te q u e las ganadas por N apoleón en la cam paña de R u sia , y sin em bargo, ni siq u iera quedó abierto al vencedor el cam in o de V a rso via. S ie m p re la razón fué la m ism a. L a llegada de nuevos ejércitos, intactos y descansados, que restablecían el eq u ilib rio del com bate, cosa que no o cu rría hace cien , ni hace cin cu en ta años. L a s batallas de L e m ­ berg, perdidas por los austriacos, apen as tuvieron trascendencia m ilita r, concretándose su resultado en la evacuación de la G alizia occiden tal, pero sin des­ po jar de capacidad com batiente al ejército austroh ú n garo , que a las pocas sem anas vo lvía a tom ar una ofen siva bastante afortunada. E n pequeña escala, lo m ism o ha ocu rrido en el otro teatro de la guerra. G uando el alto m ando no com ete torpezas de consi­ deración , el n ú m ero, si reviste proporciones extrao r­ din arias, retarda la consecución de ias m ejores co m ­ b in acion es estratégicas. Recuérdese si no la cam pañ a Ayuntamiento de Madrid 95 de F ran c ia en 18 14 . u n a de las m ejores de N apoleón, en las que este gran capitán gan ó todas las batallas y perdió la gu e rra, porqu e el alud de fuerzas en em i­ gas in fin itam en te su periores le acosaba y estrechaba por todos lados, y le o b ligó a abandonar la capital y a presentar su abd icación. S e necesita u na extrao rd in aria perseveran cia y u n a en ergía m oral a toda pru eba, para co n tin u ar lu ­ chando y planeando nuevas com binacion es a pesar de h aber derrotado al en em igo en batallas que hasta ahora se llam ab an decisivas; y claro está que esta energía y esta perseverancia son aún m ás necesarias en el cam po que lleva la peor parte. E i sold ad o , por patriota y bravo que sea, que cree llegar a la meta de sus esfuerzos y h allar el térm ino de sus sacrifi­ cios en u na batalla disputada y sangrien ta, se e n ­ cuentra con q u e a los pocos días h ay que com enzar de n u evo , casi com o si no h u b iera obtenido n in gu n a ven taja; y el que se ha acostum brado a retroceder y reconoce en su in terio r su in feriorid ad con respecto al enem igo, ha de m enester de una cohesión y de u na abnegación a toda pru eba, para v o lv er a probar íortun a y seg u ir batiéndose con la m ism a fe y la m is­ m a confianza en el éxito final. D e con siguien te, m ientras no intervengan en la guerra otras naciones que arrojen un peso a b ru m a­ d or en uno de los platillos de la balanza, puede a fir­ m arse que la victoria final, en los cam pos de batalla, será para aquel partido que posea m ayo r fuerza de n ervios y u na m oral m ás d isciplinada y robusta. L a educación m ilita r, no la in stru cción , el espíritu m ili­ tar, tienen ahora u na im p ortan cia extrao rd in aria, y a poco q u e ayu d e el m ando y no abru m e dem asiado el n ú m ero, ia victoria ha de ser para el ejército que posea en m ayor grad o aqu ellas preem inentes cu a li­ dades. A dviértase que digo en los cam pos de batalla, porqu e la gu erra probablem ente habrá de resolverse tam bién por otros m edios y acaso en otros teatros. III _ P a r t ic u la r id a d e s d e l a ta q u e a l «F o r m id a b le » L a m anera cóm o se llevó a cabo el ataque al aco­ razada británico F o rm idab le por un su b m arin o a le ­ m án su giere alg u n as reflexiones, que han p reo cu p a­ do y a a los críticos navales de In glaterra. D ado el estado del m ar, oleaje vio len to , y la hora en que tu vo lu g a r el ataqu e, todavía de n och e, se ha con ciu íd o q u e el su bm arino no lanzó su torpedo desde debajo de la su perficie, sino que se m an tu vo a flote. E l periscopio en aqu ellas circunstan cias no po­ día serv ir para exp lo rar el m ar. porqu e las olas y la obscuridad im p ed ían la visió n . P o r co n sig u ien te, el su b m arin o ob ró a la m anera de u n torpedero, d e sli­ zándose sobre la superficie de la.s aguas y acercán d o ­ se al acorazado bajo la protección de la obscu ridad y de la espu m a de las olas. D e aq u í se deduce que los su b m arin o s podrán operar de dos m aneras dife­ rentes, según el tiem po y las circu nstan cias: durante el día, cu an d o reine adem ás buen tiem po, el su b m a­ rin o se m antendrá en los m ares donde sea probable se presente alg ú n barco enem igo, acechando la o ca­ sión de su m erg irse y de lan zar su torpedo sin ser visto; su escasa velocidad cuando está su m erg id o no le perm ite correr detrás de su ad versario n i darle caza, sin o que h a de agu ard ar y m antenerse a la es­ pera, procuran do acercarse y cortando el ru m b o de la n ave adversaria. De noche en cam b io y si el m ar está m u y agitado, el su b m arin o no tien e necesidad de su m erg irse, sino q u e m anteniéndose sobre el agua podrá desplegar toda su velocidad y m an io b rar exac­ tam ente lo m ism o que un torpedero, con la ventaja sobre éste, de ser m enos su visib ilid ad y substraerse al tiro en em igo, con sólo su m erg irse, si arrecia m u ­ cho el fuego. A este propósito se recu erd a que los fam osos ataqu es de los torpederos japon eses a ia es­ cuadra ru sa d e P o rt-A rlh u r h u b iesen ten ido m ucho m ás éxito si en lu g a r de aq u ellas u n idades se e m ­ plearan su bm arin o s de alta m ar. E ste nu evo em pleo aconseja la construcción de su b m arin o s de gran to ­ n elaje, y de m u ch a velo cidad, de los cuales poseen algun os ias m arin as inglesa y alem ana. U n a escua­ d rilla de barcos de esta clase, apoyad a po r destroyers y crucero s pequeños, podrá a ta c a ra u n a escuadra de gran des u n idades si las condiciones se presentan fa­ vorables. O tra p articu larid ad puesta de m anifiesto po r el ataq u e al F o rm id ab le es que el alm iran tazgo alem án tu vo noticia del hecho a los pocos m in u tos de reali­ zado, lo cual sólo se exp lica si el su b m arin o estaba dotado de u n a in stalación de rad iotelegrafía; y efec­ tivam en te así lo con firm a ei repetido alm iran tazgo. S e supone q u e la m ayor d istan cia d e tran sm isión de las instalaciones radiotelegráficas de los su bm arin o s alem anes no excede de unos 350 ó 400 kilóm etros, pero ella es suficiente para que la pequeñ a unidad pueda recib ir in d icacio n es útiles desde tierra firm e y desde lo s dem ás barcos de la escuadra, lo cual faci­ litará y hará m ucho m ás peligrosa la m isión enco­ m endada al su bm arin o . En resum en , la im p ortan cia del su b m arin o p are­ ce crecer y su papel en las operaciones navales tien ­ de a ser cada d ía m ayor. IV . — L o s p r e p a r a t iv o s d e a ta q u e al c a n a l d e Suez Desde el in terio r de S iria al canal d e S u e z se extien de un vasto desierto, sólo cruzado po r dos m alos cam inos en los que se en cu en tran los únicos puntos de aguada. C u a lq u ie r tropa que se aven tu ra­ se fuera de ios expresados cam inos, ten d ría q u e trans­ p o rtar el agua necesaria para los h om bres y ganado, y esto aum en taría considerablem ente las dificultades de la expedició n . P ero , aun sigu ien do aquellos ca­ m in os, cu a lq u ier co lu m n a m ilitar que trate de salvar la distancia entre la frontera tu rco -e g ip cia y el canal de S u e z, necesita lle va r con sigo un n ú m ero p ro p o r­ cion ado de bestias de carga, toda vez q u e las opera­ cion es m ilitares, el despliegue y el ataq u e fin al, no pueden realizarse n u n ca en el estrecho frente de un solo cam in o de h erradu ra. Estas in d icacion es bastan para d ar a co m pren d er las inm ensas dificultades con que ha de tropezar T u r q u ía si se em peñ a en lle v a r la g u e rra a E g ip to , o por lo m enos cerrar e! canal. N o obstante, los turcos han reun id o en aq uella región de S ir ia un ejército que se hace ascender a 50,000 h om bres, y han acopiado un n um eroso ga­ nado, in clu yen d o cerca d e 13,000 cam ellos. A dem ás, gran des cantidades de abastecim ientos, m u ías, caba­ llos, carretas, etc., están ya organizándose para fo r­ m ar va rio s convoyes, L a m archa de u n ejército por Ayuntamiento de Madrid 90 cam inos bastante m alos, con puntos de etapa casi obligados, y ten iendo que lle v a r u n a im pedim enta tan m olesta, a u n q u e in d ispen sab le al m ism o tiem po, ha de ser forzosam ente len ta y de dudosos resulta­ dos. S i el éxito no la aco m palla, el desastre puede ser total y perderse hasta el ú ltim o h om bre y la últi­ m a acém ila, O ficiales alem an es son los encargados de organ izar las co lu m n as y lo s con voyes, pero a pe­ sar de su p ericia y de su s dotes organizadoras, la ta­ rea que se les ha encom endado es a b ru m ad ora y m u y dada a u n fracaso. L o s ingleses han organizado d efen sivam en te las dos o rillas del can al, co n stru yen d o numero.sas obras de cam paña a va rio s k ilóm etros de d istan cia de aq u el, y m ontan do cam pam entos enlazados po r pues­ tos de v ig ila n cia, L o s cu erpos de cam elleros in d íge­ nas prestan serv icio perm anente a va n gu ard ia ; se han enviad o varios aeroplanos, q u e no cesan en sus recon ocim ientos; alg u n as u n idades navales exploran las dos entradas del canal y todo el m ar R o jo , y , en sum a, se han tom ado todas las precauciones im agi­ nables para q u e no sea posible n i un ataque po r sor­ presa, n i un go lp e de m ano ejecutado po r un corto n u m ero de ind vid u o s. C om o la agitación se extien de en las fronteras de L ib ia , y podría ser q u e se propagara ai in terio r, así com o al desierto del O. del m ar R o jo , fuertes con ­ tingentes coloniales, indostánicos con preferencia, han sido concentrados en E g ip to , donde tam bién se encuentran num erosas tropas británicas, enviadas desde la m etrópoli. E n estas co nd iciones, es m u y posible q u e no tenga éxito la tentativa contra E g ip to y el canal, au n q u e con ella ha con seguido y a A le m a n ia u n re­ sultado no despreciable: detener el en vío a In g la ­ terra de las tropas coloniales y o b lig ar a su enem igo a m antener algun as de su s m ejores tropas y varios barcos de gu erra en un teatro secu n d ario , apartán ­ dole la aten ción del teatro p rin c ip a l; F ran cia . V .— L a s it u a c ió n m ilit a r e l 19 d e en ero U na ten tativa de a van ce de los rusos en las fro n ­ teras de la P ru sia O rien tal ha sido rechazada, su­ friendo fuertes pérdidas el atacante. E n P o lo n ia , G a liz ia y lo s C árp atos, no ha cam ­ biado apen as la situación . E n el C áucaso con tin ú an los com bates entre tur­ cos y rusos a los dos lados de la frontera, y se ha con firm ad o q u e los en cu en tro s de A rd ah an y S a r y k am ysch , a u n q u e desfavorables para lo s turcos, no tu vieron la trascend en cia q u e se dijo , L o s dos beli­ gerantes han entrado en P ersia, donde se han lib ra ­ do tam bién alg u n o s com bates; no se sabe quiénes fu eron io s p rim eros en in v a d ir aquel territorio, a u n ­ que parece probable que los rusos tom aran la in icia­ tiva y acu dieran después los turcos para a p o yar a los persas. E n el teatro occidental, el m al tiem po ha parali­ zado las operacion es en casi todo ei frente. L o m ás saliente ha sido la batalla de C ro u y , a N . de Soisson s, term in ada con la derrota de íos franceses. E stos, que habían obtenido alg u n as v e n ­ tajas en sus aiaque.s de los prim eros días de enero, q u isieron com pletarlos apoderándose de la altu ra q u e d o m in a todo aquel sector, pero contraatacados violen tam ente y am enazados de ser en vu eltos por su izqu ierd a, tu viero n q u e replegarse h acia el río y quedaron en m anos del venced or 5.200 p risio­ neros y 35 cañones. E n los partes oficiales france­ ses se dice q u e el efectivo de las tropas em peñadas fué de tres brigadas, con ia a rtille ría correspon dien ­ te, de lo cu al resulta que aq u ella fuerza perdió apro ­ xim ad am en te la m itad de su efectivo (in clu yen do los m uertos y heridos) y de su m aterial de artillería. H a sid o por co n siguien te este descalabro el m ayor que han padecido los franceses desde el mes de sep­ tiem b re. A u n q u e o ficialm en te se pretende ju stificar el revés con la crecida del A isn e, que im p id ió el o portu n o en v ío de refuerzos, es in d ud ab le que si los puentes existentes bastaron para que pasara el rio la m itad de la fuerza, en plena retirada, ellos m ism os pudieron ser u tilizados am p liam en te para el en vío de tropas de socorro. Probablem en te el origen del descalabro ha de buscarse en la co n vicción que ha­ bía en el cu artel gen eral francés de q u e los alem anes no saldrían de su actitu d d efen siva, y que sus reac­ cion es ofen sivas seg u irían ten ien do u n alcance pu­ ram en te lo cal, y la creencia de que el gru eso de las t r o p ^ en em igas no se en con trab a en el A isn e. S i algu n a duda cu piera todavía acerca de q u e los alem an es perm anecen a la defensiva porque su s fuer­ zas son n u m éricam en te in feriores a las de lo s aliados, la batalla de C ro u y lo ha cou firm ado, L a retirada en desorden d e los franceses y el paso del río bajo el fuego y la presión del vencedor, eran circunstancias m u y propicias para q u e los alem anes intentaran a su vez cruzar ei A isn e y co m pletar el éxito ; lejos de esto, se detu vieron antes de llegar al río y no h icie­ ron la m en or tentativa para salvarlo . E sta m anera de o b rar pu gn a con los m étodos q u e han aplicado los alem an es hasta ahora. L o s partes oficiales franceses, tq u e com o los de los dem ás beligerantes siem pre tienden a au m en tar las fuerzas del adversario) afir­ m an que con tra las tres brigadas francesas llegó a reunirse u n cuerpo de ejército alem án , es d e cir, cu a­ tro brigadas de infantería con las tropas a u xiliares correspon dien tes; la diferen cia no era tan gran d e que ju stifiq u e la pérdida de la m itad del efectivo y el aban don o de u nas posiciones que tanta san gre co su ron a m ediados de septiem bre. A dem ás, si el en em i­ go llegó a re u n ir u n cuerpo de ejército, claro es que antes tenía u n a masa m u y in ferio r fren te a las tres brigadas francesas, lo que com pru eb a que la den si­ dad de ocu pación de la lín ea alem an a, por lo m enos en aq u el sector, es m ás débil que la d e los franceses, y q u e los prim eros su p iero n sacar m ejo r partido de la agru p ació n y em pleo de las reservas. Desde el 9 de d iciem b re, día en que com enzó la o fen siva de los aliados, han caído en m anos de los alem anes 17,500 franceses, y poco m ás de un m illar d e ingleses. J u a n A v il e s T eniente Coronel de Ingenieros i g de enero d e ig t S . Im o. C asm io.— Arihau. 777. Derechoe reservados Ayuntamiento de Madrid