EL CORREOULITAR ^" DEFINSOR DEL EJÉROITO Y M LA IITIGRIDAD ÍÍACIOEAL TODO POR ESPAÑA Y PARA ESPAÑA ANO XXII ADVr^KiTE'NttAS IMPORTANTES. La suscripción comi ^¡j^a en cualquier día del mes; s u importe ha de ser «dttanlado, en letras 4^íácilcobro ó liliranzas. Numero suelto en Madriü:*í provincias un real La redacción s o l - , se ocupa de las obras cuando recllre dos ejemplares.' No se cambia IP ^ residencia de ningiin suscriptor sin previo aviso, n i se •Bvuelven los orí ^i^'ales recibidos, aunque no se inserten. PUNTOS DE SUSCRIPCIÓN. E n las oficinas de este diario, calle de Hortale» , n ú m . 142, piso principal de la derecha, y en las de los corresponsales autorizados. La correspondencia se dirigirá en esta forma: Sr. Administrador de E L CORREO MILITAR, apartado B4m e r o l o e , Madrid. Los empleados que vienen á robar son unos perfectos canallas. Pero ¿qué diremos de esos hombres políticos, oradores, publicistas, hombres de Estado, que van á la parte? L o DE '."iiBA. Oteiza ha robado y se ha deshonrado. Los que O M I S I Ó g .ó Ï I « í ! A L I D A D . lo l»*n -enviado aquí se guardarán lo que les toM Á S ' jíïiUHB LAS ADUANAS I>B CUBA. que en él robo. GoM íjsTTARIOS.—Sueltos, Juicios y polemicen L a podredumbre colonial no es más que una ^ s r /anpú 0 g t EJÉRCITO—E¿ espirihi de asooiacvhi. coneecoencia de la podredumbre madrileña. OteiCH &«¡rcA EXTERIOR.—FRANCIA; Rtorganizacióitde sa no hubiera podido justificar el origen del d i la marina.—ITALIA; Provecto de canal. nero que, según él, le robó el corredor; pero esos •P í T l í H O G R á f Í A . ft©i.BTÍN>BEL DÍA.— Gücetü d-e koy.—Ei conflicto personajes de Madrid que mandan aquí ahijados, langlo-.fovtugiUs.—Santos del día 30.—Noticias ¿podrían justificar el origen del dinero que gastan en e! juego, en queridas en veranear? |Guanbarias, tos veetidos de seda comprados con las filtracioÏKRSOI«.L.—Ascensos.—N-emòramiet^s.—SVasnes do estas Aduanas! ¡Cuántos diamantes que lacicKes y disposiciones <6éciales. han salido de la Intendencia! ¡Cuantos pechos de Ssavieías. gonerales cubiertos con placas recamadas d e b r i TEATROS. ílantes pagados por los infelices tenedores de OORSESPONDENCIA PARTFODÍLAR. abonarés! AMÜÍIC!I08 Ese es el régimen político, es-a es la administración, esa es la carne del presidio, defendidos por la prensa (8i hubiera tenido cuidado no hubiera debido leer este párrafo, porque es una ineigue injusticia lo que aquí se cometo si es que se refiere á la prensa de la Península) conservadora y amparada con los tribunales cuando los Hace tres ó cuatro dias publicamos un artícnataca la prensa de oposición. ?lo en que, hablando de loa escándalos ocurridos ^«n la isla de Cuba, pedíamos el auxilio de todos Pues bien; con los robos de oficina ha de pamaestros compañeros en la prensa, tenaz, enérgico •y decisivo á fin de acabar de una vez con las in- sar igual que con el bandolerismo. L a prensa, con sus denuncias, ha logrado evitar alguno. Lo moralidades que desfaoiiran nuestro nombre y que ahora necesita es que sean castigados los acaban de agotar el empobrecido Tesoro d é l a que se descubran » g r a n d e Antilla. E l Sr. V i c e p r e s i d e u t e (duque de Almodóvar del Kío): ár. Dacazca!, ruego á S. S. que Muy ajenos estábamos entonces de que en las Cortes se habla de suscitar un incidente como se concrflte á formular la pregunta. E l Sr. I t u c a z c a l : Voy á formularla en el promovido ayer por el Sr. Ducazcal, que ha cuanto termine de leer este artículo. venido á poner de manifiesto con cuánta razón E l Sr. V i c e p r e s i d e n t e (Duque de Almo©levábamos nuestros clamores ante el tribunal de dóvar del E,ío): Yo someto á la discreción de su l a opinión pública, ya que quienes más obligación señoría si es necesario para formular su pregunta tienen de escucharlos, aunque no sea más que leer ese artículo dejándole á S. S. la absoluta responsabilidad. por atender á las exigencias de su propio decoE l Sr. S f u e a z e a l : Voy á terminar. (El señor ro, parecían sordos á las voces que cruzan el Pando pide la palabra). Atlántico, denunciando tantas ignomias. «Si el pueblo no tuviera más garautías que el Nuestros colegas madrileños oo parecen ha • celo de las autoridades gubernativas y la ÍDtet e r dado á este asunto toda la importancia que á gridad de la magistratura, se divertiría. Sin el aguijón de la prensa, unos y otros funcionarios nuestro juicio merece, y a que se limitan á consaharían lo que siempre han hecho: la vista gorda. g r a r unas cuantas lineas á las preguntas que diE u la persecución de periódicos, el ministerio rigió al Gobierno el diputado por Madrid y á las fiscal es de uu carácter polític:'; recibe inspiragravísimas manifestaciones hechas por el señor ciones directas del Gobierno. general P a n d o . Si esto es así, ¿qué significa, señor general Salamanca, que vos por una parte ordenéis la Nosotros no hemos de imitar esta conducta. Conocíamos el artículo de La Discusión que persecución de los ladronea del Estado eu la J u n t a de la Deuda, y por otra los señores fiscales ayer leyó, aunque truncado, el Sr. Ducazcal, y á de la Audiencia de la Habana se pongan al lado él nos referíamos en el editorial á que antes he- de esos ladrones? mos aludido, y si no nos atrevimos á trasladarlo 4 nuestras columnas, fué, como también decíaOteiza no ha sido egoista; ha repartido 100.000 mos, porque el número de La Discusión, correspesos de los robados, tocándole á uno de los más pondiente al 2 de Enero, estaba denunciado y de gordos empleados que ha mediado eu el negocio ello teníamos conocimiento. nada menos que 30.000. Hoy podemos ya darlo á nuestros lectores, Señalan un giro hecho por Oteiza de 20.000 pesos para los empleados del ministerio de Ultratomando del Extracto Oñcial este incidente. mar que lo ayudaban en sus robos. Dice asi: Además hizo otra giro por conducto de la caisa «El Sr. U u c a z e a l : Uno de los periódicos de Gelats de 75.000 pesos. más publicidad en España publica lo que voy á ¿Sabéis por qué hasta ahora se ha fracasado leer á los Sres. Diputados, si quieren oirlo, copiado de un periódico también importante de la en estos procesos? Os lo diremos cómodamente: en unos casos, porque tan pillo era el juez como isla de Cuba. los acusados; en otros casos, porque ni ei ministro, Dice asi: ni el general, ni el intendente querían que hubie«De algunos bien escritos artículos de nuestro ra culpables. Jueces amovibles, nombrados por "preciable colega La Discusión, de la Habana, padrinos de Madrid, ¿qué habían de hacer más tomamos los siguientes sustanciosos parrafitos: que torcer la vara por no perder la carrera? Y el Ladrones de real orden.—Robo de 200.000 pe final de los procesos ha sido siempre éste: han **>*•—Oteiza^ sus padrinos.—Otvo escándalo de ascendido los encausados... y también los jueces.» Sigue diciendo una porción de lindezas por n f r l ^ U ^ ^''^ '•°*'°· ^"^«^ ^^^^^''' '"«'JOr d i c h o , este estilo, que no leo porque no quiero continuar otn)s ladrónos. E l caso ni es nuevo ni será el úh molestando á la Cámara, y agrega para concluir ¡Qué buena reapuesta da la fuga de Oteiza á el periódico de Madrid que inserta estas amel a s desinieresadas defensas de esos periódicos nidades: que echan un manto protector sobre las pillerías «Por nuestra parte no añadiremos una sola del Ayuntamiento d« la Habana! palabra, limitándonos tan sólo á advertir al señor Algunas veces los periódicos de oposición lo fiscal, para no tropezar con él, que todo esto no lo a t a c a b a n . Y los hombres de orden, los apoyos decimos nosotros, lo dice tLa Discusión^, de la del trono, de la familia, de le propiedad, del or- Habana. •» d e n , se indignaban y decían: Yo, que conozco la rectitud, la justificación, ¡Qué prensa tan despreciablel la probidad y las condiciotes de carácter que ¡Ah! Será muy despreciable; pero tiene ol don adornan al señor ministro de Ultramar, seguro d e descubrir á los ladrones dos años antea que la estoy de que ha de tomar todas las determinaciopolicía, y que todos esos jueces y fiscales, que nes necesarias, no sólo para que los dignos em»olo desplegan actividad para perseguir perió- pleados del ministerio de Ultramar, & quienes aqai de tan insidiosa manera se alude, qaedea ea SXJM^HIO LO D £ CUBA NUM. 4288 Tercera Época.—Miércoles 29 de Enero de 1890.—Edición de Madrid PRECIOS DE LOS ANUNCIOS. Cincuenta céntimos de peseta línea para los suBcriptores. Los q u e no lo sean abonarán el doble de dicho precio. Anuncios extranjeros, remitidos, comunicados y reclamos á precios convencionales. CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN. En Madrid y provincia.;, mes V50 pesetas; trimestre, 4; semestre, T50f año, 15. Este diario deja do publicarse los domingos y los días de gratf des festividades religiosas ó nacionales. ^ La menor suscripción que se sirve en provincias es de trimestre. El pago de las atrasadas costará 1'50 pesetas por mes, pues la rsbaja de precios sólo se hace adelantando el trimestre, semestre ó año. el lugar que les corresponde, sino para que se imponga el correctivo que semejantes apreciaciones merezcan.» No estaba en el banco azul el Sr. Becerra y pidió la palabra para contestar el ministro de la Gobernación, para decir en nombre de su colega que éste creia que en el artículo en cuestión había mucho de injurioso y da calumnioso, y que en su opinión no había más remedio que ordenar al fiscal de la Audiencia que proceda á lo que haya lugar en derecho. No dijo contra quién el Sr. Oapdepón, por lo cual nos asaltaron ciertas dudas, que quisiéramos ver aclaradas, porque seria curioso que lo único que resultase de todo esto fuera la denuncia de algún periódico. Lo que todos echamos de uienos en el discurso del señor ministro fué la indignación que nosotros sentimos, no contra los periódicos que escriban de ese modo, sino contra loa indignos empleados que dan lugar á que se escarnezca de tal suerte el nombre español. Lejos de eso, el Sr. Oapdepón aún empleaba la forma dubitativa, diciendo: «Podrá haber habido un fraude; podrá haberse cometido algún delito; podrá haber algúu culpable; pero esto no es razón de ninguna manera, señores diputados, para que la mancha que sobre ese delincuente deba recaer se haga extensiva á otras personas dignas y honradas que ocupan elevados puestos en la Admidistraoión española.» - á P a e a no ha de poder señor ministro? L a defraudación es,un hecho que, por desgracia, no ofrece ningún género de duda. No podía el digno general Pando dejar sin correctivo, mejor dicho, sin espüoaoión lo que se refería á la prensa qae el periódico cubano llama conservadora, aunque sólo fuera para contestar & las risas con que la parte más indocta de la mayoría había subrayado esta palabra, y una vez puesto en pié, necesitaba hacer justicia á dos distinguidos generales qne han desempeñado el mando superior de la grande Antilla antes que el Sr. Salamanca, Ambas cosas las hizo cumplidamente en el discurso que & continuación copiamos, y en el cual se hacen indicaciones, cuya gravedad no se puede ocultar á nuestros lectores: «El Si*. P a n d o : Aun cuando el Sr. Ducazcal, al decir que el artículo se refería á la prensa conservadora, hacía desde luego S. S. mismo la rectificación de que uo era exacto, yo voy á decir más por si el Sr. Ducazcal no lo sabe. E í e articulo no se refiere á la prensa conservadora de Madrid, sino á la que malamente lia man prensa conservadora en la isla de Cuba, y contra la cual tampoco tiene razón el articulista ni aun remotamente, pues la prensa de referencia llena cumplidamente su deber descubriendo los fraudes á irregularidades administrativas. Debo añadir que tambíéu conocía el artículo cuya lectura ha creído conveniente el Sr. Ducaz cal; y tanto lo conocía, que puedo afirmar ane S. S. ha pasado por alto ciertas particularidades que vienen antes de lo último que ha leído, y que le ha parecido deber callar. Felicito al Sr. Ducazcal por la omisión que ha hecho de lo que contra el señor ministro de Ultramar injusitamente se dice en ese periódico, que no os poco, pero no puedo felicitarle por haber callado aquello único en que no sólo no ataca, sino que hace justicia, puesto que el artículo salva por completo en este particular la gestión de los dos capitanes gen-^rales de la isla de Cuba Sres. Marín y Calleja. No quiero cansar la Cámara leyendo íntegramente la parte del articulo á que me refiero por haber sintetizado lo más importante; pero comunicaré á los taquígrafos para su inserción lo que se dice de los dos dignísimos capitanes generales que he nombrado, pues es preciso que se vea claramente de donde proceden las cosas, y asi se conocerá la parte que á cada cual corresponde en este desgraciado asunto. Lo mismo que ha tenido á bien hacer el Sr. Ducazcal, reservaré lo que se dice del señor ministro de Ultramar, porque me parece prudente no dar á conocer siquiera ciertas afirmaciones que, por la gravedad que encier r a n , merecen pasar & los tribunales de justicia, y no dudo que se depurar&n las responsabilidades. Dice La Discusión, de l a H i b a n a , correspon, diente &1 31 de Diciembre: «Ya en tiempo del general Calleja, la prensa honrada é independiente señalaba á Oteiza como uno de los que robaban al Tesoro. Tan mala fama tenía y tales cosas hizo, que el general Marín io declaró cesante. Oteiza volvió colocado, y nada menos que en el gobierno general, junto á Marín, que lo había echado de aquí.» Después de tanto como en el artículo se dice se hace siquiera algo de justicia á las dos menr clonadas autoridades, única excepción que s a n o t a en ese trozo de prosa que me guardaré de calificar, y que el Sr. Ducazcal ha juzgado conveniente dar á conocer aunque no en su totalidad.» P a r a terminar este incidente, ei diputado por Cuba Sr. Vergez quiso llamar la atención sobre una circunstancia que considera agravante d i ciendo que el periódico La Discusión ha podido circular libremente por la Habana y venir á l a Península, y deduciendo de aquí un cargo contra el capitán general. E n cuanto al hecho de que La Discusión sea considerado como órgano oficioso del general Salamanca, y que su secretario particular haya c o laborado bajo su firma en dicho periódico, sólo podremos decir que esto debería explicarse detalladamente para que pudieran comprenderse la razón y el motivo de que estas cosas sucedan e n la perla de las Antillas. Por lo demás, dada esta situación, el remedio no consiste ya en denunciar periódicos, sino en depurar responsabilidades y hacer justicia sin contemplación de ninguna especie, y caiga el qne caiga. La cuestión ha sido ya planteada en el Parlamento. Esperamos que no se deje de la mano. Omisión ó ilegalidad Bajo el epígrafe Retiros se ha publicado en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, correspondiente al 18 del actual, una real orden, que lleva fecha 16, por virtud de la cual se deja sin efecto el retiro concedido á un teniente coronel de la escala de reserva del arma de infantería, disponiendo que el interesado sea alta nuevamente ea el Ejército, en 1." de Febrero próximo, para el solo objeto de completar el plazo reglamentario, una vez que al concedérsele dicho retiro no se tuvo en cuenta que el aludido jefe n a coutaba, en posesión de su empleo, los dos años exigidos por la vigente ley, para regular su h a ber con los 90 céntimos del suelde de teniente coronel. E s de advertir que la resolución que se deja sin efecto, fué dictada á solicitud del interesadOf según evidencia la real orden de 27 de Julio de 1889, inserta en el Diario Oficial ò^aX 31, habiendo tenido lugar la baja por fin del expresada mes, lo cual acredita que dicho jefe se encuentra en situación de retirado desde hace medio afio. No habíamos parado la atención en este asunto, sin duda porque el epígrafe de la real orden de 16 del actual, velaba el verdadero carácter de la diisposicióu, lo que ha sido remediado por otra de 24 del mismo publicada bajo el nuevo epígrafe de Vueltas al servicio, en la que se ordena e l destino del jefe retirado al cuadro eventual del regimiento infantería reserva de Lucena número 21, con el objeto de que complete los dos añosde efectividad en su actual empleo. Extrañándonos el acuerdo del anterior ministro, por considerarle contrario á la ley, hemos buscado la real orden de 30 de Noviembre d e 1886, que por inocente equivocación se cita con el núm. 553 debiendo ser 533, que sirve de fundamento á la de 16 del corriente, y lejos de h a l a r nos convencido de la justificación de lá medida,, homos afirmado nuestra creencia de que se t r a t a de un acto más de polaquismo. Dícese en el preámbulo de la citada real cri e n de 1886: