CAPITULO XLVI.- ABUNDANCIA POR DOQUIER,ESCASEZ EN LA VALLA. El asesinado del Duque de Berry el 13 de febrero de 1820 y el posterior nacimiento el 29 de septiembre del Conde de Chambord, único heredero legítimo, modificó la atmósfera política. Las elecciones parciales en noviembre de 1820 señalaron un aumento de los "ultras" en la Cámara. Estos propusieron a Luis XVIII la necesidad de "fortalecer la autoridad religiosa en el pueblo y purificar las costumbres con un sistema de educación cristiana y monárquica". El instrumento apto para lograr ambas facetas de tal programa parecían ser las "Congregaciones de enseñanza, tanto de varones como de mujeres". 1.- PROFUSIÓN DE "PEQUEÑOS HERMANOS". Resucitados, los Hermanos de las Escuelas Cristianas de Juan Bautista de La Salle se desarrollaron prodigiosamente. En diciembre de 1820 sumaban unos 570 religiosos, procedentes de 10 noviciados, y regenteaban 193 escuelas con un total de 39.560 alumnos. En cada establecimiento solían trabajar tres Hermanos para dos aulas de alumnos. Cobraban 1.800 francos anualmente, o sea 600 francos por cada Hermano. Añadían 3.600 francos para gastos y mejoras del edificio y 1.800 francos más para el sostenimiento de sus noviciados. Estos dos últimos cobros se efectuaban una sola vez. Las condiciones resultaban tan elevadas, que sólo las ciudades o pueblos grandes podían sostenerlas. Eran los "Grands Frères", y gozaban de autorización desde 1808. A semejanza de ese modelo, pululaban por doquier "Petits Frères" dedicados primordialmente a los niños de las zonas rurales, y cuyos honorarios no excedían la capacidad de las parroquias o de los municipios que los solicitaban. En 1713 Charles Tabourin fundó los "Hermanos de San Antonio" para los suburbios. Restablecidos una vez pasada la Revolución, se establecieron en los arrabales de París y ciudades colindantes, extendiéndose por la llanura de Langres. Luis XVIII los autorizó el 23 de junio de 1820 para toda Francia. Eran tildados de jansenistas. En el Oeste francés aparecieron varias congregaciones. Del 9 al 15 de septiembre de 1820 Gabriel Deshayes y los hermanos Juan María y Felicidad de La Mennais reunieron en Auray (Morbihan) 42 Hermanos y novicios para darles Regla y voto de obediencia. La divisa "Sólo Dios" y su hábito propio los distinguía. Los llamaron "Hermanos de la Instrucción Cristiana". El 14 de noviembre de 1821 esa nueva congregación constaba de 70 miembros,17 escuelas,2 noviciados, uno en Saint-Brieuc y el otro en Saint-Laurent-sur-Sèvre. El obispo del Mans reconoció canónicamente a los Hermanos de San José, fundados por Jacques Durajié. Al mismo tiempo el Consejo General de la Somme concedía, en agosto de 1820,12.000 francos al obispo de Amiens para fundar otra congregación de Hermanos, llamados también de San José. En Lorena, Dom Fréchard, en octubre de 1821 instalaba un noviciado en Vézelise para Hermanos de la Doctrina Cristiana de la diócesis de Nancy. El mismo año había ya suministrado a Ignacio Mertian algunos jóvenes para Hermanos de la Doctrina Cristiana, en la diócesis de Estrasburgo. Fueron aprobados por el obispo en enero de 1821 y oficialmente por Luis XVIII el 5 de diciembre para Alsacia. El maestro de Novicios instalado en Ribeauvillé era Luis Rothéa, de la Sociedad de María de Burdeos, fundados por Guillermo José Chaminade. Estos "Marianistas" dirigían un pensionado en Burdeos desde 1819 y un gran colegio elemental en Agen (Tarn-et-Garonne) desde 1820. En Lyon se desarrollaba la "Sociedad de la Cruz de Jesús", dirigida por el Vicario General Bochard, abarcando todo tipo de enseñanza y predicación. Hacia 1820,Andrés Coindre juntaba sus Hermanos de los Sagrados Corazones de Jesús y de María con los que el señor Rouchon había reunido en la antigua abadía de Valbenoîte (Saint-Etienne). Esa unión se rompió por la Navidad del año siguiente. Por todas partes surgían Hermanos para la enseñanza, dispuestos a trabajar en la recristianización de la juventud francesa. 2.- LA VALLA COMO LAMPARA SIN ACEITE... Cuando las nuevas fundaciones prosperaban rápidamente, encontramos una excepción: ¡La Valla! Los Hermanos de María, obra de Marcelino Champagnat, se encuentran solos, terriblemente solos, y en clandestinidad jurídica total, canónica y civilmente. No solamente Monseñor Bochard, pieza clave como autoridad diocesana, sino hasta Monseñor Courbon, que tuvo palabras alentadoras en octubre de 1820,dudaba ahora. Además, el 22 de mayo de 1820 ¿no había notificado al Prefecto de la Loire que el Arzobispo de Lyon no autorizaría, en general, que los sacerdotes se dedicaran a la enseñanza? Marcelino no podía, de ninguna manera, mostrar autorización alguna. Además una ordenanza del 2 de agosto renovó los Comités Cantonales, de los que dependía la enseñanza primaria, y al mismo tiempo suprimía el derecho que tenían los sacerdotes desde 1817 de poder conceder ellos mismos el diploma de tercer grado. Se preveía una mayor exigencia en los exámenes. El Hermano Lorenzo, catequista en El Bessat, sabiendo que pronto iba a ser enviado a una escuela, se apresuró a solicitar examen ante el señor cura párroco de Saint-Chamond. Este le envió una larga cuenta de sumar, encargándole que la efectuara y se la devolviera. Bien podía el Hermano solicitar que se la resolviera alguno de los más inteligentes, pero no, efectuó la suma, se la devolvió al señor cura y recibió su diploma de tercer grado antes de que entrara en vigor la ordenanza ministerial. De hecho, además de la oposición diocesana, una amenaza académica se cernía sobre la naciente congregación de los Hermanos de María. A mediados de abril de 1819 dos inspectores oficiales recibieron el encargo de cerrar todas las escuelas clandestinas que descubrieran. Uno de ellos, Guillard, se vio impedido por un grave catarro bronquial. El otro, Poupar, no pudo llegar a los pueblos montañosos porque su corpulencia no le permitía viajar a caballo. Al año siguiente Guillard inspeccionó la escuela de Marlhes, encontrando allí al Hermano Luis, quien ya se había presentado al examen del examinador oficial Mingot. Allí tuvo noticia el inspector Guillard de que en Tarentaise funcionaba una escuela de latín con 30 alumnos y que el Padre Marista Seyve dirigía una escuela primaria. "Me propuse ir allí, escribe el inspector, y también a La Valla en donde el vicario tiene escuela para maestros en una casa comprada ad hoc. Pero encuentro que está muy lejos; tendría que subir varias montañas y el tiempo amenaza. Creo que la noticia anticipada de mi propósito hará que los alumnos se dispersen cuando yo esté en Saint-Chamond o en Saint-Etienne. Esos maestros clandestinos hacen mucho daño a los colegios de la región. Si el señor Rector quiere que los visite, tiene que ser entrando por Saint-Chamond". Es natural que el Fundador, viendo y pesando tantas dificultades como le venían encima, sufriera; especialmente palpando la falta de vocaciones para La Valla. Todos los otros noviciados de Hermanos estaban llenos, y él no había recibido más que un postulante en los dos últimos años. El reclutamiento local se había agotado, el horizonte se veía muy negro. En esta angustia mortal, Marcelino Champagnat frecuentaba la capilla cercana de Nuestra Señora de la Piedad y celebraba en ella la santa Misa. Propuso varias novenas y se confió plenamente a María, protectora de su naciente Instituto. "Es tu obra, le decía; Tú nos has reunido, a pesar de las contradicciones de los hombres, para promover la gloria de tu Hijo. Si no acudes en nuestro auxilio, pereceremos; nos extinguiremos como lámpara sin aceite. Pero si esta obra perece, no es nuestra obra la que perece sino la tuya, puesto que Tú lo has hecho todo entre nosotros. Confiamos en Ti, contamos y contaremos siempre con tu ayuda poderosa". [Présence Mariste. Nº. 161. 1984/4] sur.htmsur.htm