2014 REVISTA DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE NEUROPSIQUIATRÍA No tengas miedo, Eudoxia Gay Pamos. La Instrumentalización de los psiquiatras: El poder que no queremos. Matilde Blanco Venzalá, Mª Ángeles Morgado, Mª José Rodríguez Sánchez, María Iriarte Rivero. Aplicación del modelo de la recuperación a la psicosis en la práctica clínica cotidiana. Una experiencia grupal de 2 años. Carolina Lozano Serrano, Alberto Ortiz Lobo, Carlos González Juárez. Tratamiento y uso de recursos en salud mental de pacientes sin patología Javier Manjón González. La Autoayuda y el Consejo como Procedimientos Psicoterapéuticos José Ramón Boxó Cifuentes, Joaquín Aragón Ortega, Orlando Benito Riesco, Leonor Ruiz Sicilia, Miguel Ángel Rubio González. La dimensión terapéutica del espacio relacional público. María Fernández Rodríguez, Patricia Guerra Mora, Elena García-Vega. La 7ª versión de los Estándares Asistenciales de la WPATH. Un enfoque diferente que supera el dimorfismo sexual y de género. Diego Enrique Londoño. La legitimización de la semiología psiquiátrica y su conjunción con .los conceptos de “normal” y “patológico”: una visión de la Era de la revolución (siglos XVIII-XIX). Federico Menéndez Osorio. Salud Mental Infantil: de qué hablamos al referirnos al niño en psicopatología. Prevención y clínica en psicopatología infantil. Julia Rodríguez Millán, Eva Garnica de Cos, Pablo Malo Ocejo. Psicosis parece, encefalitis es (o un caso de inicio con síntomas psiquiátricos en una encefalitis limbica). Antonio Espino Granado. Crisis económica, políticas, desempleo y salud (mental). Juan Medrano, Reflexiones nerviosas. Olvidados por el DSM-5. PARA LEER PÁGINAS DE LA ASOCIACIÓN no es sonido de guerra ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE NEUROPSIQUIATRÍA 122 sino de vida. Órgano de la A.E.N., fundada en 1924 Año 34, Abril - Junio, 2014 122 Junta Directiva AEN: Año 34, n.º 122. Abril - Junio, 2014 Director: Oscar Martínez Azumendi (Red de Salud Mental Bizkaia - Osakidetza, Bizkaia). Secretaria de Redacción: Nekane Sagasti Legarda (Hospital de Galdakao - Osakidetza, Bizkaia). Consejo de Redacción: Sergi Andrés Fradera (PIR Red de Salud Mental Bizkaia – Osakidetza, Bizkaia). Paz Arias García (CSM I. Gijón, Asturias). Alberto Fernández Liria (Hospital Universitario Príncipe de Asturias, Madrid). Manuel Gómez Beneyto (Universidad de Valencia, Valencia). Irantzu González Llona (MIR Hospital de Basurto - Osakidetza, Bizkaia). Juan Francisco Jiménez Estévez (Hospital Universitario San Cecilio - Servicio Andaluz de Salud, Granada). Lola López Mondéjar (Psicoanalista. Escritora, Murcia). Iñaki Markez Alonso (Red de Salud Mental Bizkaia - Osakidetza, Bizkaia). Juan Medrano Albéniz (Salud Mental Álava - Osakidetza, Álava). Encarnación Mollejo Aparicio (Hospital Universitario del Sureste, Madrid). José Juan Uriarte Uriarte (Red de Salud Mental Bizkaia - Osakidetza, Bizkaia). Consejo Asesor: Yrjö O. Alanen (Finlandia); Tiburcio Angosto (Vigo); Víctor Aparicio (Oviedo); Enrique Baca (Madrid); Eduardo Balbo (Madrid); Germán Berrios (Reino Unido); José Miguel Caldas de Almeida (Portugal); Fernando Colina (Valladolid); Valentín Corcés (Madrid); Manuel Desviat (Madrid); Julián Espinosa (Madrid); Alberto Fernández Liria (Madrid); Juan Fernández Sanabria (Huelva); Ramón García (Valencia); José García González (Oviedo); Elena Garralda (Reino Unido); Onésimo González (Huelva); Manuel González de Chávez (Madrid); José Guimón (Bilbao) Rafael Huertas (Madrid); Nobuko Kobayashi (Japón); Alberto Lasa (Bilbao); Isaac Levav (Israel); Fernando Lolas Stepke (Chile); Fernando Marquínez (Bilbao); Odette Masson (Suiza); Federico Menéndez (La Coruña); Vicente Mira (Madrid); Marcos Pacheco de Toledo (Brasil); Tomás Palomo (Madrid); Francisco Pereña (Madrid); Pierre Pichot (Francia); Fabricio Potestad (Pamplona); Giuliana Prata (Italia); Luis Prieto (Madrid); Antonio Rey González (Valencia); Jaime Rodríguez Sacristán (Sevilla); Maria E. Ruiz de Velasco (México); Benedetto Saraceno (Italia); Jaime Szpilka (Madrid); J. Manuel Susperregui (Valladolid); Michele Tansella (Italia); G. H. Ten Horn (Holanda); Amalia Tesoro (Almería); Jorge Luis Tizón (Barcelona); J. Thierry Tremine (Francia); Ernesto Venturini (ltalia). Edita: Asociación Española de Neuropsiquiatría (www.aen.es). Magallanes, 1, sótano 2, local 4. 28015 Madrid, España. Tel. 636 725 599. Fax 918 473 182. correo-e aen@aen.es Página web: www.RevistaAEN.es Depósito legal: M. 17149-1981 ISSN: 0211-5735 Periodicidad: Trimestral / N.° ejemplares: 2.200 Maquetación: Cristina Díez Fernández Impresión: Imprenta Arenas. Ezequiel Aguirre 15. 48930 Las Arenas-Getxo (Bizkaia) Suscripción anual: incluido envíos (4 números): Socios: gratuita. 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Suscripciones y números sueltos disponibles en: www.tienda-aen.es La Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría está incluida en los siguientes índices y bases de datos: Índice Médico Español (IME), Índice Bibliográfico Español en Ciencias de la Salud (IBECS), Índice Ciencias Sociales y Humanidades (ISOC), Centro Latinoamericano y del Caribe de Información en Ciencias de la Salud (BIREME/OPS/OMS), Latindex, Scientific Electronic Library Online (SciELO España), Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal (Redalyc), Dialnet, EBSCOhost, Plataforma Open Access de Revistas Científicas Electrónicas Españolas y Latinoamericanas - CSIC (e-revistas), Directory Open Access Journals (DOAJ), Psicodoc, Dulcinea, MEDicina en ESpañol (MEDES), Anuario de Publicaciones de Psicoterapia en Lengua Española - FEAP. Open Archives Initiative (OAI). Presidenta: Eudoxia Gay Pamos Vicepresidente: José Leal Rubio Secretario: José Carmona Calvo Vicesecretaria: Ana Moreno Pérez Tesorera: Amalia Tesoro Amate Director de Publicaciones: Óscar Martínez Azumendi Vocales: Natalia González Brito, Mikel Munárriz Ferrandis, Candela Santiago Alfaro. Presidentes de Asociaciones Autonómicas: Francisco del Río (Andaluza), Ana Martínez Calvo (Aragonesa), Paz Arias García (Asturiana), Catalina Sureda García (Balear), Francisco Rodríguez Pulido (Canaria), Deirdre Sierra Biddle (Cántabra), José María Redero San Román (Castellano-Leonesa), Juan A. Estévez Salinas (Castellano-Manchega), Francisco Villegas (Catalana), Alfonso García-Ordás (Extremeña), Iván de la Mata Ruiz (Madrileña), María José Lozano Semitiel (Murciana), Ana Sánchez Guerrero (Valenciana), Iñaki Markez Alonso (Vasco-Navarra). La REVISTA DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE NEUROPSIQUIATRIA es la publicación oficial de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN) - Profesionales de Salud Mental. Dirigida a un público profesional en el ámbito de la salud mental, la Revista AEN considerará preferentemente para su publicación trabajos relacionados con la Psiquiatría, la Psicología y cualquier otro campo relacionado con la salud y enfermedad mental, recogiendo aportaciones de las ciencias médicas, psicológicas y sociales, básicas y aplicadas, así como desde otras áreas de la cultura que permitan entender mejor al ser humano y su funcionamiento desde una perspectiva no reduccionista. Sólo los autores son responsables de la opinión que libremente exponen en sus artículos. 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El haiku, en español también jaiku (siguiendo la transcripción fonética), es una forma de poesía tradicional japonesa consisten en un poema breve, generalmente formado por tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, que suelen basarse en el asombro y el arrobo que produce en el poeta la contemplación de la naturaleza. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 2014; 34 (122), 241-447. SUMARIO EDITORIAL Eudoxia Gay Pamos. La Instrumentalización de los psiquiatras: El poder que no queremos............. 243 ORIGINALES Y REVISIONES Matilde Blanco Venzalá, Mª Ángeles Morgado, Mª José Rodríguez Sánchez, María Iriarte Rivero. Aplicación del modelo de la recuperación a la psicosis en la práctica clínica cotidiana. Una experiencia grupal de 2 años ..................................................................................................................... 249 Carolina Lozano Serrano, Alberto Ortiz Lobo, Carlos González Juárez. Tratamiento y uso de recursos en salud mental de pacientes sin patología.................................................................................. 267 Javier Manjón González. La Autoayuda y el Consejo como Procedimientos Psicoterapéuticos....... 283 José Ramón Boxó Cifuentes, Joaquín Aragón Ortega, Orlando Benito Riesco, Leonor Ruiz Sicilia, Miguel Ángel Rubio González. La dimensión terapéutica del espacio relacional público ...................................................................................................................................... 301 María Fernández Rodríguez, Patricia Guerra Mora, Elena García-Vega. La 7ª versión de los Estándares Asistenciales de la WPATH. Un enfoque diferente que supera el dimorfismo sexual y de género ............................................................................................................................... 317 Diego Enrique Londoño. La legitimización de la semiología psiquiátrica y su conjunción con los conceptos de “normal” y “patológico”: una visión de la Era de la revolución (siglos XVIIIXIX) .......................................................................................................................................... 337 Federico Menéndez Osorio. Salud Mental Infantil: de qué hablamos al referirnos al niño en psicopatología. Prevención y clínica en psicopatología infantil .............................................. 353 NOTAS CLÍNICAS Julia Rodríguez Millán, Eva Garnica de Cos, Pablo Malo Ocejo. Psicosis parece, encefalitis es (o un caso de inicio con síntomas psiquiátricos en una encefalitis limbica) ............................................. 375 PARA EL DEBATE Antonio Espino Granado. Crisis económica, políticas, desempleo y salud (mental) ..................... 385 MÁRGENES DE LA PSIQUIATRÍA Y HUMANIDADES Juan Medrano, Reflexiones nerviosas. Olvidados por el DSM-5 .................................................. 407 PARA LEER VV. AA., Libros ............................................................................................................................. 421 Juan Medrano, Documentos en la red .......................................................................................... 425 PÁGINAS DE LA ASOCIACIÓN Posición de la Asociación Española de Neuropsiquiatria de Profesionales de Salud Mental sobre el anteproyecto de la ley del aborto. ................................................................................................... 437 Escrito de la Asociación Española de Neuropsiquiatría contra la inclusión de las enfermedades mentales en el documento “Intervenciones sanitarias en situaciones de riesgo para la salud pública” (Dirección General Salud Pública, Calidad e innovación). ............................................................ 440 TABLE OF CONTENTS EDITORIAL Eudoxia Gay Pamos. The instrumentalization of psychiatrists: The power that we don’t want.......... 243 ORIGINAL PAPERS AND REVIEWS Matilde Blanco Venzalá, Mª Ángeles Morgado, Mª José Rodríguez Sánchez, María Iriarte Rivero. Recovery model in psychosis. Use in dayly clinical practice. A two years group experience ....... 249 Carolina Lozano Serrano, Alberto Ortiz Lobo, Carlos González Juárez. Treatment and use of resources in mental health of patients without pathology........................................................................... 267 Javier Manjón González. Self Help and Counsel as Psychotherapeutic Procedures........................... 283 José Ramón Boxó Cifuentes, Joaquín Aragón Ortega, Orlando Benito Riesco, Leonor Ruiz Sicilia, Miguel Ángel Rubio González. The therapeutic dimension of public relational space ........ 301 María Fernández Rodríguez, Patricia Guerra Mora, Elena García-Vega. The 7th version of Care Standars of WPATH. A different approach that goes beyond sexual dimorphism and gender ....... 317 Diego Enrique Londoño. The legitimization of psychiatric semeiology and its conjunction with the concepts of “normal” and “pathological”: a vision during the Age of Revolution (18th-19th centuries) .................................................................................................................................. 337 Federico Menéndez Osorio. Infantile Mental Health: what are we talking about whe referring child in psychopathology. Prevention and clinics in infantile psychopathology ..................... 353 CLINICAL CASE RECORDS Julia Rodríguez Millán, Eva Garnica de Cos, Pablo Malo Ocejo. Psychiatric symptoms as initial presentation in limbic encephalitis: case report................................................................................. 375 FOR DISCUSSION Antonio Espino Granado. Economic crisis, politics, unemployment and (mental) health ............ 385 ON THE VERGES OF PSYCHIATRY AND HUMANITIES Juan Medrano, Nervous reflections. Forgotten by DSM-5 ........................................................... 407 FOR READING Books ........................................................................................................................................... 421 Documents on the Web ................................................................................................................. 425 OFFICIAL ACTIONS Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 2014; 34 (122), 243-246 doi: 10.4321/S0211-57352014000200001 EDITORIAL La Instrumentalización de los psiquiatras: El poder que no queremos. Eudoxia Gay Pamos Desde el inicio de esta legislatura se está produciendo en todo el Estado una disminución de la inversión en los servicios públicos en general y en los sanitarios en particular, afectando de lleno a la atención a la Salud Mental. Además se están proponiendo modificaciones legislativas que merman el derecho a la salud, como la exclusión de la asistencia sanitaria de determinados colectivos, o tener que contribuir económicamente en el sostenimiento de los tratamientos, sobre todo en personas con enfermedades crónicas y escasos recursos económicos. En Salud Mental, asistimos a otras actuaciones que nos devuelven a situaciones que creíamos ya superadas, al menos legislativamente. Vuelve a estigmatizarse a los ciudadanos con problemas mentales, marcándolos con disposiciones y leyes específicas como si éstos necesitasen un estatus especial que requiere medidas y consideraciones más allá de las necesarias para cualquier ciudadano. El rol profesional de los psiquiatras se utiliza para coartar los derechos de las mujeres, mediante la denominada sarcásticamente “Ley Orgánica de la Protección de la Vida del concebido y no nacido y de los Derechos de la Mujer Embarazada” contra la que la AEN-profesionales de la Salud Mental, llevamos varios meses posicionándonos y debatiendo en diferentes foros. Como Asociación científica, cuyas señas de identidad incluyen compromiso con la sociedad, independencia, defensa de un modelo de atención público, una práctica profesional basada en principios técnico-científicos y éticos y respetuosa con los derechos de los ciudadanos, es nuestra obligación ética oponernos frontalmente a su contenido. La interrupción voluntaria de embarazo (IVE) está incluida entre los Derechos de la Salud Sexual y Reproductiva (SSR). Se estima que cada año se interrumpen unos 45 millones de embarazos en el mundo y unos 19 millones de esos abortos son peligrosos. El 40% del conjunto de los abortos peligrosos se da en jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años. Según las estimaciones, los abortos peligrosos se cobran cada año la vida de 68.000 mujeres, lo que representa un 13% del total de defunciones relacionadas con el embarazo. Además, llevan asociada una considerable carga de morbilidad: los estudios indican, por ejemplo, que de cada cinco mujeres que se someten a abortos peligrosos, al menos una padece infecciones del aparato reproductor como resultado de ello; en algunos casos, se trata de infecciones graves que causan esterilidad1. En esta línea se entiende que las interrupciones del embarazo 1 Organización Mundial de la Salud, 2004. “Estrategia de Salud Reproductiva para Asegurar el Avance hacia la Consecución de los Objetivos y las Metas Internacionales de Desarrollo”. 244 EDITORIAL inseguras son un grave problema de salud pública. En algunos países, incluso, en los casos de embarazos producto de violaciones se niega el derecho a una interrupción voluntaria del embarazo. En estos países con grandes restricciones en derechos de SSR la Sociedad Civil Organizada precisa desarrollar redes y plataformas para la promoción de los servicios de salud sexual y reproductiva encaminadas a eliminar las barreras que impiden el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo en condiciones seguras, por medio de estrategias de información, derivación y acompañamiento. En España, el actual “Anteproyecto de Ley Orgánica para la protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada” aprobado el pasado mes de diciembre, por el Consejo de Ministros introduce importantes novedades sobre la ley actualmente en vigor. En términos generales supone un cambio de la ley de plazos por otra de supuestos, más restrictiva incluso que la de 1985 lo que no sitúa, desde la vanguardia de los derechos de las mujeres en éste ámbito, lograda con la ley de plazos del 2010, en el furgón de cola de los países menos respetuosos con la voluntad de las mujeres. Supone una regresión que pone en precario los derechos de las mujeres, estigmatizando sobre todo a las que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad y, por ende, tiene un impacto negativo en toda la sociedad. En el caso de aprobarse, esta ley supondrá un retraso en la realización de las IVEs, sumiendo a la mujer en un verdadero laberinto sanitario administrativo, con el consiguiente aumento del sufrimiento mental, tanto para la mujer como para su familia. La depresión, la ansiedad, la inseguridad y la culpa traerá ineludiblemente un incremento de cuadros de la esfera depresiva y ansiosa, además de un aumento de los viajes a nuestro entorno próximo (Francia, Portugal), para interrumpir el embarazo en condiciones más civilizadas. Para las mujeres con menos información y recursos económicos y sociales supondrá un aumento de las IVEs en condiciones lamentables y clandestinas, con riesgos graves para su salud. Es bien sabido que no existen predictores clínicos ni psicopatológicos que evalúen futuribles en relación con cualquier circunstancia vital estresante, con suficiente evidencia científica de lo “importante y grave” del daño que puede causar ni de su permanencia en el tiempo, por tanto evaluar en una mujer sana, que quiere abortar, una futura vulnerabilidad o enfermedad mental no es fiable, si nos atenemos a una práctica científica y ética. Sin embargo, existen datos que nos orientan sobre el papel de los psiquiatras en las legislaciones españolas anteriores concernientes a la IVE. Desde la aplicación de la ley de 1985 (Ley de supuestos), hasta la promulgación de la nueva en 2010 (Ley de Plazos), un 96,77% de mujeres que abortaban lo hacían por el supuesto de riesgo psíquico para la madre constatado por un informe emitido por un psiquiatra2. 2 Las intervenciones se realizaron en más de 97% de los casos en clínicas privadas salvo en 2012 que fue en un 93%. En estadísticas del 2012 un 68% de IVE se produjeron dentro de las primeras 8 semanas. Fuente: Ministerio de Sanidad. http://www.msssi.gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/embarazo/tablas_figuras.h EDITORIAL 245 Tras la ley orgánica 2/2010 (Ley de Salud sexual y reproductiva y la interrupción voluntaria del embarazo) que permitía abortar en las primeras 14 semanas sin que fuera necesario que la mujer argumentara motivos, el 89,58 % de mujeres lo hicieron por decisión propia y sólo en un 7,3% se argumentó riesgo para su salud. Estamos plenamente seguros de que en el caso de que se aprobara la ley tal como está configurada, el argumento de “enfermedad mental” aparecerá como causa mayoritaria de las interrupciones del embarazo, ya que con la nueva ley que se propone, ni siquiera el riesgo psíquico es motivo legal para abortar, como sí lo era en el 1985. Estos datos estadísticos tan elementales deben ponernos en guardia sobre el dudoso papel que la psiquiatría, realiza cuando se ocupa de tareas que no le corresponden. Puede lograrse fácilmente la perversión de datos epidemiológicos y, lo que es aun más grave, supone que las mujeres, para poder abortar legalmente, deban presentar dos informes psiquiátricos que valoren “un daño psíquico y persistente en el tiempo”, prácticamente que sean consideradas como enfermas mentales. Esta etiqueta diagnóstica puede condicionar que, en otra circunstancia vital, por ejemplo en caso de conflicto posterior respecto a la custodia de los hijos, se vuelva a valorar esa vulnerabilidad psíquica, cerrando un círculo infernal contra la mujer. Desde sus orígenes la psiquiatría ha constituido uno de los elementos del poder para dominar a la población mediante medidas de control especialmente en el ámbito de la libertad sexual (hasta 1973 se diagnosticaba que la homosexualidad como una condición patológica). No faltan desgraciadamente casos de utilización espuria de los psiquiatras, Lo demuestra la participación de algunos psiquiatras prestigiosos en los programas eugenésicos de los nazis, que llevaron a la muerte a miles de discapacitados psíquicos y mentales. O la depuración de la disidencia en la Unión Soviética. Quién sabe si también en la sofisticación de los interrogatorios en Guantánamo u otros agujeros negros del sistema. De esta manera, la función de los profesionales de la Salud Mental: promover la salud psíquica y las condiciones que la favorecen, prevenir la enfermedad, diagnosticarla, tratarla y acompañarla en alianza con los afectados, se ha pervertido en múltiples ocasiones en aras de utilizarla ideológicamente. Afortunadamente no estamos en el mismo caso, pero aquellos terribles acontecimientos tendrían que ser suficiente aviso del peligro que tenemos los psiquiatras cuando nos dan un poder que no nos corresponde. Este uso ilegítimo de la psiquiatría posibilita que los sectores más conservadores de la sociedad se amparen, y calmen su mala conciencia, apelando a un supuesto saber científico para justificar la imposición a toda la sociedad, de su moralidad y sus temores: a la homosexualidad, a la libertad de las mujeres, etc. invocando criterios profesionales, pretendida y falsamente científicos. El resultado final es una instrumentalización de los psiquiatras. 246 EDITORIAL En este Anteproyecto, a los psiquiatras se nos confiere el papel de tutores de la voluntad de las mujeres. Coloca a la mujer embarazada en la posición de ceder el control de su cuerpo a terceros, a nosotros los psiquiatras, otorgándonos un poder que no queremos: “el de tutelar en una decisión de relevancia biográfica crucial a personas adultas y competentes, por el simple hecho de ser mujeres, pasando de inmediato a ser consideradas incompetentes o menores de edad”. Así, este gobierno condena a las mujeres a ser ciudadanas de segunda, incapaces de ejercer la responsabilidad y su derecho a decidir cuándo, cómo y cuántas veces quiere ser madre. Como nos recordaba hace varios años Álvaro Múzquiz en un artículo titulado “colaboraciones, escisión y reconstrucción del lugar de la psiquiatría en la política del presente” publicado en en las páginas del Boletín de la AMSM: “En una sociedad en la que la vida es el mayor de sus valores políticos, en que toda política es biopolítica, la medicina y la psiquiatría son las disciplinas políticas por excelencia, en ellas es donde se está haciendo política. Los supuestos problemas técnicos de la psiquiatría son, entonces y sobre todo, problemas políticos”. El Ministro Gallardón con su reforma de la ley del aborto o el rescate de concepto de peligrosidad social en el nuevo anteproyecto de ley del Código Penal nos recuerda este lugar central de nuestras práctica. Este anteproyecto nos pone, también, en el dilema ético de la objeción de conciencia, que muchos reclaman para no ser instrumentalizados ni mentir en los futuros informes: tener que objetar y abandonar a la mujer en un trance vital estresante o hacer algo que no se ajusta a los criterios éticos de la práctica de la psiquiatría y reconocer un problema mental que no existe para que una mujer pueda abortar. Los pactos de objeción de conciencia que niegan actividad asistencial a aquellos cuya moral, etnia o religión no nos gusta no buscan proteger una parte frágil de los facultativos, inherente a ellos por ser personas; buscan otorgar a los médicos una categoría superior; buscan convertirles en ciudadanos de primera con potestad para regular los derechos de los ciudadanos de segunda, es decir, los usuarios. Una licenciatura en medicina, un título de especialista en psiquiatría no nos hacen ni mejores, ni expertos para decidir por las mujeres qué es moralmente adecuado y qué no lo es; cuándo una mujer desea o puede tener un hijo y cuándo no. Los psiquiatras no deseamos esa autoridad a la hora del aborto. Son las mujeres quienes deben decidir libremente sobre su embarazo y la ley debería establecerlo así sin disimulos, en vez de dejarlo en manos del psiquiatra, que no es guardián de la conciencia, de legisladores o sacerdotes. Cada uno a lo suyo y cada cual en su faena. Los psiquiatras con la nuestra ya tenemos bastante. ORIGINALES Y REVISIONES Me harte de mi, de inviernos congelados y me rehice. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 2014; 34 (122), 249-266. doi: 10.4321/S0211-57352014000200002 Aplicación del modelo de la recuperación a la psicosis en la práctica clínica cotidiana. Una experiencia grupal de 2 años. Recovery model in psychosis. Use in dayly clinical practice. A two years group experience. Matilde Blanco Venzalá a, Mª Ángeles Ramírez Morgado b, Mª José Rodríguez Sánchez c, María Iriarte Rivero d. Facultativa Especialista en Psiquiatría. bEnfermera Especialista en Salud Mental. cTrabajadora Social. Facultativa Especialista en Psiquiatría. a, b, c y d Unidad de Salud Mental Comunitaria de Alcalá de Guadaira. Unidad de Gestión Clínica de Salud Mental de Valme. Sevilla, España. a d Correspondencia: Matilde Blanco Venzalá (matilde.blanco.sspa@juntadeandalucia.es) Recibido: 20/04/2013; aceptado con modificaciones: 18/12/2013 RESUMEN: Introducción: Las premisas teóricas de la recuperación cuestionan el concepto kraepeliniano de la psicosis. Asumir la reversibilidad de esta condición favorece la incorporación de tratamientos integrados con el fin de abordar de forma eficiente las distintas dimensiones que la conforman. Objetivos del estudio: Describir la puesta en marcha de intervenciones grupales desde el punto de vista de la recuperación en personas con psicosis en un dispositivo comunitario de la red pública. Confirmar la eficacia de dichas intervenciones identificando los factores clínicos mejorados. Analizar el efecto de las intervenciones terapéuticas prolongadas en la evolución clínica. Pacientes: 28 personas con diagnósticos incluidos en los códigos CIE-10 (F20-25, F31, F60.0 y F60.1), tradicionalmente relacionados con la psicosis. Método: Se describe la estructura y el contenido del grupo, que han sido adaptados al contexto de trabajo: Grupo abierto en cuanto a pacientes y profesionales, sesiones quincenales, incorporación de técnicas corporales, evolución hacia la ayuda mutua etc… Se evalúa la situación clínica mediante las escalas PANSS y GAF. Resultados: Se objetiva una mejoría significativa a nivel de los síntomas negativos y sociales que se mantiene e incrementa entre los pacientes que continúan en seguimiento a lo largo del tiempo. Discusión: Dichos hallazgos resultan especialmente valiosos dada la resistencia de las dimensiones emocionales y sociales a los abordajes exclusivamente farmacológicos. Se plantean líneas de trabajo futuras, las dificultades en la generalización de los logros obtenidos en el contexto terapéutico a las actividades de la vida cotidiana y los ensayos que se han puesto en marcha para vencer dichas trabas. Asimismo se considera la posibilidad de incluir otros instrumentos de evaluación de naturaleza cualitativa que incluyan la visión subjetiva de los pacientes en su propio proceso. PALABRAS CLAVE: Psicosis, consultas externas, recuperación, grupo terapéutico. ABSTRACT: Introduction: Theoretical background in recovery confronts the kraepelian concept of psychosis. Considering this condition as reversible involves looking for more efficient therapies for some of the dimensions. Objectives: Description of the process to start a group with people with psychosis under the recovery paradigm in a public health team. Confirmation of the efficacy of group intervention and treated symptoms. Analysis of effect of long-term group intervention. Patients: This work is based on a recovery group therapy experience in a community mental health team from a public health service in Spain. 28 subjects were diagnosed of disorders included in ICD10: F20-25, F31, F60.0 and F60.1 related to psychosis. Method: The study describes structure and contents of the group and clinical assessment trough PANSS and GAF scales. Results: Negative and social symptoms remarkably improved in a progressive way trough the two years course. Discussion: These facts are considered especially worthy given their traditionally resistant condition to an isolated pharmacological assessment. Future lines of study are drawn. Difficulties in generalization of results in real framework are discussed. We are considering new measurement tools including subjective and qualitative instruments. KEY WORDS: Psychosis, outpatients, recovery, group therapy 250 M. Blanco, M. A. Ramírez, M. J. Rodríguez, M. Iriarte ORIGINALES Y REVISIONES Introduccion La corriente conceptual de la recuperación en los trastornos psicóticos se ha extendido progresivamente entre parte de los clínicos, las personas con psicosis y las instituciones sanitarias (1). La aparición de este movimiento coincide con la crisis del modelo kraepeliniano, cuyo paradigma falla al integrar las observaciones clínicas que refutan el deterioro crónico y progresivo de las personas con psicosis a largo plazo (2). A partir de estas observaciones discrepantes con el constructo teórico se originan cambios en la práctica clínica (3): - La toma de decisiones sobre el proceso terapéutico se desplaza desde el modelo médico tradicional hacia un modelo más consensuado y flexible. La presunción de defecto del paradigma previo excluía al paciente como sujeto activo y apto en la toma de decisiones sobre su propio tratamiento. - El hecho de recibir el diagnostico de una enfermedad mental de características psicóticas pasa de ser un elemento definitorio de la persona a constituir una experiencia integrable en la biografía del individuo, visualizando la psicosis como una crisis y no como un proceso. -Los objetivos, tratamientos y estrategias se hacen más ambiciosos, tendentes a minimizar o hacer retroceder los aspectos patológicos observados, trabajando desde las áreas sanas del individuo. Se sobreentiende que la corriente de la recuperación no plantea que la psicosis sea un estado de ausencia absoluta de síntomas sino una actitud a lo largo del proceso para mejorar la calidad de vida usando la resiliencia (4) de la persona diagnosticada y manteniendo las expectativas de mejoría en el futuro. Se entiende que no todas las personas con psicosis obtendrán un nivel de funcionamiento completo ni lo harán a la misma velocidad pero en todos los casos es posible contemplar un potencial de crecimiento. En este panorama los fármacos aunque necesarios en la gran mayoría de los casos no son suficientes para abordar todas las necesidades que se generan (5-6). Los tratamientos integrados a nivel práctico requieren analizar el plan terapéutico individualizado de manera que se clarifiquen los objetivos comunes aunque se lleven a cabo mediante tareas, herramientas y profesionales diferentes (7-8). Para precisar las intervenciones a realizar es útil identificar la fase del proceso de recuperación donde se encuentran las personas con psicosis. Las fases no son estáticas ni universales pero se han ido perfilando a través de las observaciones clínicas constituyendo descripciones sindrómicas que sitúan a los clínicos con respecto a las necesidades y habilidades de las personas con las que se está trabajando (9): -Primera fase: Encajando la enfermedad. Se trata de un periodo flexible que varía de un individuo a otro y que se inicia en el momento del diagnóstico con Aplicación del modelo de la recuperación a la psicosis en la práctica clínica cotidiana. ORIGINALES Y REVISIONES 251 una duración que puede oscilar de meses a años. La persona desarrolla estrategias como intento de comprender y controlar la situación, negando la enfermedad en múltiples ocasiones, lo que facilita las recaídas y los ingresos de repetición. -Segunda fase: Luchando con la enfermedad: Búsqueda de explicación y aceptación de la enfermedad como parte de la vida del individuo por un tiempo prolongado. Asimilación de la necesidad de desarrollar estrategias de afrontamiento y reconocimiento de las mismas para poder reproducirlas de forma explícita. -Tercera fase: Vivir con las dificultades: La psicosis se transforma en un elemento más dentro de la vida del individuo distanciándose de la propia identidad. La experiencia en el manejo de los síntomas y la relación con las situaciones estresantes permite desarrollar el sentimiento de control. Las estrategias de afrontamiento son estables, bien reconocidas y manejadas con fluidez. -Cuarta fase: Vivir más allá de las dificultades, el fenómeno de los cuasi pacientes. El alejamiento de la psicosis como elemento de definición hace que no solo no precisen intervenciones intensivas sino que las limiten, colocando el foco de interés en otros aspectos de su vida que no incluyen el diagnóstico. Las etapas descritas son continuas, reversibles y modificables mediante las intervenciones terapéuticas tendentes a la adquisición de herramientas físicas, emocionales, interpersonales, intelectuales y sociales que permitan avanzar a través de los estadios de forma estable. De acuerdo con las recomendaciones generales para la psicoterapia en psicosis, dichas intervenciones deberán ser flexibles multimodales y adaptadas al individuo (10). El contexto del grupo nos parece el método más idóneo para asumir lo referido, al permitir desarrollar espacios donde se pueden tolerar afectos intensos y niveles altos de ambivalencia sin desarrollar dependencias (11) permitiendo: La incorporación de lo corporal/emocional/ comunicacional, la vivencia en profundidad de lo inmediato y la consideración del componente relacional (12), todo ello dirigido a la mejora de la cognición social. Partiendo de los presupuestos teóricos expuestos y de las experiencias pilotos ya realizadas en otro dispositivo similar al actual por parte del equipo terapéutico, planteamos el desarrollo de un grupo cuyos objetivos incluirían describir la puesta en marcha de intervenciones grupales desde el punto de vista de la recuperación en personas con psicosis en un dispositivo comunitario de la red pública, confirmar la eficacia de dichas intervenciones identificando los factores clínicos sobre los que actúa y analizar el potencial efecto beneficioso en la evolución clínica de las intervenciones terapéuticas prolongadas en un dispositivo comunitario. A continuación se expondrán los datos y las observaciones recogidas en los dos primeros años de esta experiencia en forma de estudio descriptivo. 252 M. Blanco, M. A. Ramírez, M. J. Rodríguez, M. Iriarte ORIGINALES Y REVISIONES Material y método La experiencia se inició en Marzo de 2010. El contexto de trabajo es una Unidad de Salud Mental Comunitaria en una zona semiurbana de la provincia de Sevilla con una población de 73.000 habitantes. Dicho dispositivo pertenece a la red pública sanitaria del Servicio Andaluz de Salud. Dadas las características de la atención en los dispositivos comunitarios nuestra intención fue crear un grupo abierto sin límite de tiempo que permitiera la salida y la reentrada de las personas diagnosticadas de psicosis sin trámites intermedios y sin fecha de finalización. La flexibilidad del planteamiento incluye también al equipo terapéutico que está formado por una psiquiatra, una enfermera especialista en salud mental y una trabajadora social. No todas las sesiones grupales tienen la misma estructura ni son lideradas por la misma profesional y no todas las profesionales están presentes en todas las actividades. La elección de esta metodología poco ortodoxa ha venido impuesta, en parte, por el propio funcionamiento del dispositivo comunitario ya que no podía garantizarse la presencia del equipo terapéutico al completo todos los días programados. La estructura base de las sesiones grupales tiene una periodicidad quincenal y una duración de 90 minutos con una orientación metacognitiva en la que se trabaja la conexión e integración de los aspectos conductuales, afectivos y cognitivos incluyendo los elementos relacionales intra y extra grupales con el objetivo de incrementar la cognición social (13). El formato de las intervenciones sigue las recomendaciones en este tipo de orientación: Realizar sesiones abreviadas, participación activa del terapeuta (se evitan silencios de más de 30-60 segundos), prácticas conjuntas, discusión reflexiva después de las prácticas para explicar y normalizar dudas y dificultades e inclusión de algunos ejercicios de duración limitada, 10 minutos, por sesión (14). Adicionalmente se han ido realizando, con las mismas personas, intervenciones paralelas a las sesiones grupales programadas. Dichas actividades han ido surgiendo a partir de los contenidos y sugerencias desarrollados en los espacios terapéuticos sensu estricto. De esta forma, se han realizado grupos de relajación (liderados por enfermería), sesiones aisladas con técnicas bioenergética (participación de todo el equipo), y por último de forma también estable y programada una actividad de baile (gestionada y coordinada por la trabajadora social) fuera de las instalaciones sanitarias, destacando el cuerpo como nexo común entre las 3 opciones. Los criterios de inclusión en el grupo son los siguientes. Edad adulta: 18-45 años. La elección del rango de edad se basó en el tiempo de evolución, que debía ser mayor de 5 años, tras el segundo período crítico (7), Aplicación del modelo de la recuperación a la psicosis en la práctica clínica cotidiana. ORIGINALES Y REVISIONES 253 siendo la media del grupo de 8.5 años de evolución. Se pretendía evitar el predominio de los factores cognitivos y los antecedentes de periodos prolongados con fármacos antipsicóticos típicos. Diagnósticos codificados mediante la CIE-10 en las categorías incluidas en los códigos F20-25, F31.También se han incluido personas con diagnósticos de trastorno de personalidad en la línea de lo esquizoide, paranoide y límite (con predominio de sintomatología psicótica). (F60.0, 60.1 y F60.3) Estabilidad clínica parcial. Se permite la posibilidad de síntomas positivos activos sin repercusión conductual severa. Estadio con respecto a la recuperación 1 ó 2 con predominio de la fase 1. A lo largo de los 2 años analizados, 28 personas han pasado en algún mo mento por el grupo terapéutico, 19 de ellas han sido hospitalizadas una o más veces en Unidad de Hospitalización de Salud Mental de Hospital General y 14 han realizado tratamientos previos en Hospital de Día de Salud Mental. Con respecto a los recursos de FAISEM (Fundación de Ayuda a la Integración Social del Enfermo Mental) uno de los integrantes pertenecía al programa residencial de pisos supervisados y 6 fueron derivados al programa ocupacional de la misma fundación, abandonando 2 de ellos el grupo al iniciar la actividad laboral regla da. Dentro de las 28 personas existe una importante variabilidad con respecto al número de sesiones al que han atendido, siendo el rango de 1-37 (Figura 1): 10 personas de 1-5 sesiones, 9 personas de 5-10, 4 personas de 10-15 y 5 >15. FIGURA 1.DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA POR NÚMERO ATENDIDO DE Figura 1. SESIONES Distribución de la muestra por número atendido de sesiones 254 M. Blanco, M. A. Ramírez, M. J. Rodríguez, M. Iriarte ORIGINALES Y REVISIONES Hay que tener en cuenta que el momento de la incorporación se ha ido escalonando a lo largo del tiempo y que en los subgrupos de 1-5 sesiones (10 personas) y de 5-15 sesiones (9 personas) se entremezclan individuos que no se han vinculado al espacio o lo han abandonado en algún momento, con otros que se han incorporado recientemente y están empezando a acudir de forma regular. En el colectivo de 10 personas con 1-5 sesiones los motivos de salida se distribuyen de la siguiente manera: Cambio de domicilio:1; Derivación a Comunidad Terapéutica:1; Incorporación laboral:2; Inicio reciente:2 y abandono definitivo del grupo:4. Entre los que han acudido 5-15 sesiones, 9 personas: 1 ha cambiado de domicilio y continúa acudiendo a algunas sesiones de forma esporádica, 2 han abandonado, 2 han interrumpido el tratamiento en varias ocasiones volviendo al grupo tras modificarse de nuevo sus circunstancias manteniendo una vinculación intermitente, y 4 se han incorporado más tarde con atención regular desde entonces. A nivel descriptivo en cuanto a genero 11 son mujeres y 17 son hombres, con edades dentro del rango entre los 23 y los 47 años, predominando el subgrupo de los mayores de 40 (Figura 2.). Recalcamos que a pesar de que los criterios de inclusión iniciales tenían 45 años como límite superior el mantenimiento a lo largo del tiempo del grupo permite que la muestra se vaya desplazando a edades crecientes. Figura 2. Distribución de la muestra por edad FIGURA 2. DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA POR EDAD Aplicación del modelo de la recuperación a la psicosis en la práctica clínica cotidiana. ORIGINALES Y REVISIONES 255 En cuanto a los diagnostico (Figura. 3) predominan las personas con esquizofrenia: 19, seguidos de trastorno afectivo bipolar: 6 y en menor proporción, trastorno esquizoafectivo: 1 y trastorno de personalidad: 2. Figura 3. Distribución de la muestra por diagnostico FIGURA 3. DISTRIBUCIÓN DE LA MUESTRA POR DIAGNOSTICO La evaluación se realiza mediante la PANSS (15) y la GAF(16) eligiendo estas escalas por su amplia implantación y validación internacional. Las mediciones se repiten anualmente a finales de Junio ya que las sesiones se interrumpen durante los meses de Julio y Agosto. Resultados En el análisis a nivel observacional, se aprecian cambios en la fase de recuperación predominante entre los participantes. En el inicio de la experiencia la mayoría de las personas se encontraban entre las fases 1 y 2 verificándose una transición progresiva hacia las fases 2-3. En cuanto a los contenidos del grupo durante el primer año las temáticas se centran en los síntomas positivos, el sentimiento de desesperanza con respecto a la enfermedad, el miedo al reingreso y la vivencia de fracaso. El concepto de enfermedad mental predominante es esta fase se comparte con la sociedad observándose el fenómeno del autoestigma lo que dificulta la aceptación al no querer identificarse con la imagen de enfermo mental predominante en nuestro entorno. Esto se traduce en un contacto ambivalente con la actividad grupal con llegadas 256 M. Blanco, M. A. Ramírez, M. J. Rodríguez, M. Iriarte ORIGINALES Y REVISIONES tarde, abandonos tempranos, escasa participación y casi nulo dialogo entre los participantes pivotando todas las intervenciones a través del equipo terapéutico. De forma progresiva nos desplazamos a la fase dos caracterizada en cuanto a los contenidos por un cierto sentimiento de control pero sobre todo por un miedo paralizante a las recaídas. Los esfuerzos para recuperar funciones, roles, habilidades etc, se viven en ocasiones como estresantes y peligrosos en cuanto a la posibilidad de fomentar la reaparición de los síntomas positivos identificados con la hospitalización. Presentan dificultades para medir las capacidades propias y calcular las posibilidades de éxito en la tarea iniciando en ocasiones actividades poco apropiadas para ese momento vital, viviéndose en muchos casos la incapacidad para llevarlas a cabo como una confirmación del fracaso y una imposibilidad de mejora. Una buena parte del trabajo terapéutico de esta fase está en transmitir la necesidad de ajustar los esfuerzos y ser capaz de monitorizarse en cuanto a capacidades y deseos. Este hecho no impide ser ambicioso a largo plazo sin poner límites definitivos a priori ya que estos se irán expandiendo en función de los logros adquiridos y el momento personal. La presencia de síntomas positivos activos es expresada cada vez con mayor naturalidad, perdiendo la importancia por si mismos y vinculándose a las situaciones vitales y emocionales de los integrantes del grupo incluyendo el uso del humor al abordar la propia sintomatología. Se van estableciendo relaciones de ayuda mutua inicialmente con carácter instrumental (monitor de baile, profesora de inglés, información sobre las ofertas ocupacionales y laborales, etc)… y posteriormente a nivel emocional. Las diferencias entre las fases de la recuperación se observan más claramente al seguir incorporándose personas que han debutado posteriormente y se encuentran en estadios previos. La coincidencia en el espacio del grupo con los miembros con más bagaje y que actúan utilizando su propia experiencia como modelo modifica la estructura grupal hacia la ayuda mutua soportada y estructurada por el equipo terapéutico. Con respecto a la dinámica grupal se incrementa el tiempo de intervención de los pacientes, la fluidez verbal y la capacidad para relacionar las situaciones externas con escenarios mentales a nivel cognitivo y emocional, viviéndose a sí mismos con un papel más activo y menos indefenso en la resolución de los síntomas (empoderamiento de los participantes como expertos en el terreno de su recuperación). Se incrementa el dialogo sin participación del terapeuta y proliferan las actuaciones encuadradas en el concepto de ayuda mutua extrapolándose al espacio terapéutico extra sanitario para hacerse presente en el desarrollo cotidiano de los participantes. De forma paralela a estas observaciones, en el ámbito extra-terapéutico se objetiva un aumento en la incorporación a actividades normalizadas individuali- Aplicación del modelo de la recuperación a la psicosis en la práctica clínica cotidiana. ORIGINALES Y REVISIONES 257 zadas: asistencia a cursos para población general (fotografía, informática, inglés baile etc…), recuperación de rol de cuidadores en sus sistemas de referencia (hijos y padres) y mejoría en la integración del uso de los recursos con la enfermedad. Como expresión de estas observaciones se han producido modificaciones con respecto a la vivencia de los ingresos hospitalarios. Durante estos años se han producido 2 descompensaciones en miembros activos del grupo. En ambas ocasiones, la persona afectada se ha apartado preventivamente y ha solicitado el ingreso programado a su referente clínico, interpretándose como un intento de proteger el espacio grupal. A destacar que en estos 2 casos existían antecedentes de ingresos involuntarios traumáticos con graves trastornos de conducta y repercusión negativa posterior en los sistemas familiares que eran culpabilizados por el ingreso. En los 2 casos referidos tras los ingresos programados se ha permitido la incorporación de la familia a las entrevistas individuales respetando la frecuencia y las formas que previamente se habían pactado con los interesados. Anecdóticamente también se ha dado la situación en la que otra de las participantes ha gestionado el ingreso involuntario de un conocido con diagnostico de trastorno mental grave en el contexto de una descompensación psicopatológica con serios trastornos de conducta. La estructura flexible también ha permitido derivar en momentos puntuales a otros dispositivos terciarios como la comunidad terapéutica o el hospital de día y acoger a la persona a su vuelta garantizando su continuidad asistencial. También ha permitido que los pacientes se ausenten por razones familiares (tener que hacerse cargo de algún familiar, hijos, hermanos o padres) laborales (cursos de formación o actividad laboral reglada) o judiciales (cumplimiento de pena judicial), fomentando el desarrollo de los roles sanos extragrupales y el sentimiento de permanencia y pertenencia. Los contenidos de estas “ausencias” son elaborados en el grupo según los deseos y necesidades de las personas y el acontecimiento en particular. En cuanto al análisis cuantitativo, la primera consideración se plantea desde las dificultades para realizar evaluaciones en la estructura terapéutica descrita. Dadas las características metodológicas es difícil encontrar 2 participantes que hayan tenido exactamente la misma ruta terapéutica. Estas circunstancias complican la obtención de resultados numéricos y reduce el peso de la evidencia pero tiene a su favor haber primado los elementos terapéuticos y realizar las cuantificaciones desde la realidad clínica. Aun con estas limitaciones metodológicas las tendencias en las puntuaciones en las escalas confirman las impresiones de los clínicos y de los propios pacientes. La evolución de la media de las puntuaciones de la GAF de las 6 personas que llevan acudiendo 2 años es 34.6 (año 2010); 51.2 (año 2011) y 60,2 (año 258 M. Blanco, M. A. Ramírez, M. J. Rodríguez, M. Iriarte ORIGINALES Y REVISIONES 2012) indicando una mejoría progresiva del funcionamiento social (Figura 4). Destaca que la mejoría experimentada en el primer año se mantiene e incrementa en el segundo periodo anual aunque en menor proporción. FIGURA 4. EVOLUCION GAF Figura 4. Evolucion gaf Los mismos avances se reproducen en las mediciones de las 12 personas que solo han permanecido un año en el grupo, pasando la media de la GAF de 50,2 (año 2011) a 66 (años 2012) (Figura 4). A pesar de que el análisis inicial la GAF da una primera impresión de mejoría de los aspectos sociales las características del instrumento no permiten sacar conclusiones específicas en cuanto a los factores recuperados y aún deficitarios. Con respecto a las puntuaciones de la PANSS global, suma de las subescalas de síntomas positivos, negativos y psicopatología general se verifica una evolución favorable. En la Figura 5 se muestra que la media de las puntuaciones de las 6 personas que han permanecido 2 años en el grupo sigue una tendencia a la mejoría a lo largo del tiempo, manteniéndose e incrementándose en el segundo año: 98 (2010); 65.8 (2011) y 52.4 (2012) Aplicación del modelo de la recuperación a la psicosis en la práctica clínica cotidiana. ORIGINALES Y REVISIONES 259 Figura 5. Evolución escala panss FIGURA 5. EVOLUCIÓN ESCALA PANSS Un análisis pormenorizado muestra que la reducción observada se ha producido especialmente a expensas de los síntomas negativos cuya media ha pasado desde 28.3 (2010) a 16.6 (2011) y 15.5 (2012). El valor de estos hallazgos adquiere su verdadera importancia al tener en cuenta que tradicionalmente los síntomas negativos son los más resistentes al abordaje farmacológico único. Señalar que la disminución de las 3 escalas, síntomas positivos, negativos y psicopatología general siguen un curso paralelo entre sí y con la GAF, la reducción es mayor en el primer año, aunque se mantiene e incrementa durante el segundo año. Discusión Como primer punto a discutir planteamos como denominar nuestra experiencia clínica. La diversidad de las actividades emprendidas a lo largo de su desarrollo nos ha hecho considerar que su naturaleza excedería el concepto de grupo terapéutico para pasar a ser lo que hemos bautizado como una plataforma de recuperación. En el término de plataforma de recuperación se incluiría una oferta de actividades diversificada y estable en el tiempo a la cual los pacientes pueden recurrir en los momentos necesarios permitiendo la salida y la reentrada de forma fluida sin intermediarios ni fecha de finalización. Este soporte resultaría plena- 260 M. Blanco, M. A. Ramírez, M. J. Rodríguez, M. Iriarte ORIGINALES Y REVISIONES mente integrable en la estructura y la filosofía de los servicios comunitarios de salud mental uno de cuyos puntos fuertes es la estabilidad y la accesibilidad en el espacio y tiempo en la vida de las personas con psicosis. El hecho de que la plataforma esté constituida por un amplio número de elementos terapéuticos diversifica y multiplica las opciones de recuperación permitiendo el desarrollo de itinerarios individualizados para cada uno de los integrantes, de acuerdo con sus gustos, necesidades y habilidades. Asimismo, el término plataforma también hace referencia al concepto de red donde las interrelaciones entre los miembros tejen una estructura de apoyo mutuo que sobrepasaría las características típicas grupales y estimularía el desarrollo de contactos dentro y fuera del contexto terapéutico, generalizando el uso de los recursos adquiridos a la vida cotidiana real. El ámbito de acción sobrepasaría el espacio puramente sanitario fomentando el desarrollo de otros encuadres como grupos de ayuda mutua y/o asociaciones de pacientes. Planteamos que la opción que se expone supone un puente terapéutico entre los programas intensivos y los programas transversales para poder garantizar la continuidad asistencial en el proceso de la recuperación. En los últimos años ha existido la tendencia al desarrollo de programas terapéuticos como las intervenciones tempranas en las psicosis o los hospitales de día que permiten avances terapéuticos importantes mediante actuaciones en profundidad en un periodo limitado de tiempo más o memos prolongado. No obstante, la critica a estas intervenciones proviene de la fragilidad que los avances obtenidos demuestran cuando las personas son altadas y pasan a ser seguidas por dispositivos comunitarios que se caracterizan por el alto número de pacientes y la limitación en las ofertas terapéuticas. Existen datos de que una vez se desplaza el tratamiento habitual en los dispositivos comunitarios se objetiva una perdida de los avances adquiridos y una homogenización de las evoluciones con aquellos que nunca recibieron tratamientos específicos (17). Entendemos que ofertas de tratamiento como la expuesta en este trabajo permiten acompañar a las personas en el proceso de transición entre las distintas estructuras sanitarias sin que se pongan en peligro los avances terapéuticos. El contacto terapéutico a lo largo del tiempo facilita el desarrollo de relaciones estables y de confianza con los terapeutas y los otros miembros del grupo. También facilita el avance hacia fases más autónomas sin cortes bruscos pudiendo permanecer en un segundo plano en la vida de la persona con psicosis que puede recurrir a esta estructura de apoyo en el periodo y la frecuencia que considere oportuna y necesaria. Estos aspectos teóricos se complementan con en el análisis de los datos descriptivos obtenidos en el estudio donde se muestra que parte de los integrantes del grupo han superado los 45 años y que el subgrupo predominante es el de Aplicación del modelo de la recuperación a la psicosis en la práctica clínica cotidiana. ORIGINALES Y REVISIONES 261 mayores de 40. En nuestra opinión, la lectura de estos datos se relaciona con la existencia en nuestra Unidad de Gestión Clínica de un programa de Intervención Precoz de la Psicosis que aglutina los casos de inicio reciente y que podría explicar el menor número de sujetos más jóvenes y un Hospital de Día donde una buena parte de las personas pertenecientes a la plataforma han realizado un periodo de tratamiento intensivo en el pasado. Esta organización confirma el hincapié clínico sobre las fases precoces y su importancia en el curso posterior de la patología y también demuestra que hasta ahora se ha dejado en inferioridad de condiciones, con respecto a la oferta terapéutica, a la población > 35 años. Por ello, consideramos que la plataforma puede ser especialmente valiosa para este sector de personas ya que su continuidad en el tiempo y su accesibilidad podrían tener un papel crucial para prevenir la cronicidad y fomentar la autonomía disminuyendo la necesidad de institucionalización residencial a medio-largo plazo y permitiendo la reincorporación a roles sanos y la mejoría de la calidad de vida percibida. A lo largo del proceso tanto a nivel individual como grupal, se pueden establecer paralelismos con las fases de desarrollo humano sin patología apreciándose en espejo la postura de los sistemas cuidadores formales e informales. • En la primera fase (leída como infancia), predomina la dependencia, correspondiéndose con la sobreprotección de la familia y de los sistemas profesionales de cuidado, se habla de la alta emoción expresada del sistema familiar pero no se tiene en cuenta que los profesionales en ocasiones también tendemos a la sobreprotección y al hipercriticismo intentando imponer nuestras tesis sobre la enfermedad. • En la fase de lucha (leída como adolescencia) destacan los roles ambivalentes potenciados por las ganancias secundarias. Se recupera la funcionalidad pero paralelamente existe el miedo a la recaída, y el peligro de instrumentalización del rol de enfermo. En los sistemas cuidadores se adopta las posturas complementarias como por ejemplo el concepto de conciencia de enfermedad o “ser un buen enfermo”, tradicionalmente sinónimo de obediencia o asumir el modelo médico de la enfermedad. • Fase adulta: los cuasi pacientes. Se coloca la enfermedad de forma periférica e incluso se rechaza el exceso de cuidado. No se trata de una negación ya que siguen manteniendo los seguimientos, la medicación etc… pero no desean pertenecer a grupos terapéuticos, de pacientes, etc… predomina la reincorporación a actividades normalizadas no definidas por la enfermedad. Es un punto crítico también en los sistemas cuidadores que tienen que soportar la distancia sin disminuirla para acallar la propia angustia a riesgo de que la persona con psicosis decida algo contrario a nuestro propio criterio. 262 M. Blanco, M. A. Ramírez, M. J. Rodríguez, M. Iriarte ORIGINALES Y REVISIONES A nivel de expresión emocional se observa la presencia de emociones básicas negativas como miedo, ira y tristeza. La tristeza suele estar centrada en la pérdida de la identidad y de su valor mientras que el miedo y la ira son frecuentemente proyectados mediante sintomatología positiva. El efecto terapéutico generaría alternativas sanas en la integración de los elementos emocionales y comunicacionales (18) en el grupo modificando la vivencia del otro como objeto acompañante o protector y no amenazante y la vivencia de uno mismo como elemento útil tras ser desposeído de este valor por parte de la enfermedad. A nivel corporal, no hemos realizado mediciones aunque destacan el cambio postural, la disminución de la rigidez, el aumento de la expresividad facial y de los movimientos espontáneos, la velocidad de expresión y la riqueza en el vocabulario. Consideramos que a pesar de que alguno de ellos se asocia con una disminución de la medicación antipsicótica el fenómeno observado está más en relación con los cambios psicopatológicos y vitales. Lo corporal adquirió su cara más autónoma cuando los participantes se hacen cargo del desarrollo por medio de la propuesta de las clases de baile, aunque las gestiones y contactos con el Ayuntamiento se realizaron por parte de la Trabajadora Social se trata de un espacio propio en el que la intención es que los encuentros funcionen de forma autónoma desarrollándose a lo largo del tiempo como grupo de ayuda mutua. En esta línea en el futuro también es deseable que las sesiones se amplíen a otras actividades propuestas por los propios participantes permitiendo enriquecer la oferta ocupacional, especialmente durante las tardes, periodo que tradicionalmente no ha tenido cobertura por parte de los dispositivos sanitarios (19). Desde el punto de vista cuantitativo las mediciones que hasta ahora hemos realizado nos permiten concluir que la realización de esta experiencia terapéutica grupal a nivel comunitario tienen un efecto positivo en la situación clínica general y específicamente en los síntomas negativos, comunicacionales y sociales. Estos cambios se traducen en una mejoría en el funcionamiento social según la GAF y de la escala PANSS en general y de su subescala de síntomas negativos en particular. Los hallazgos coinciden con los efectos beneficiosos descritos en la literatura internacional de la terapia grupal en personas con psicosis basada en habilidades sociales(20) que demuestran un efecto positivo moderado sobre la adquisición de habilidades sociales y sobre la sintomatología negativa. Destacamos que en el metanálisis referenciado se apunta una disminución del efecto de la intervención a lo largo del tiempo conforme se produce un alejamiento de la intervención terapéutica. Por ello, destacamos que, en nuestro estudio, los avances se mantienen e incrementan en el segundo año, aunque de forma asintótica, con una ralentización de la mejoría. De hecho, en los datos recogidos existen indicios Aplicación del modelo de la recuperación a la psicosis en la práctica clínica cotidiana. ORIGINALES Y REVISIONES 263 de que el efecto terapéutico del grupo parece tener una relación proporcional al numero de sesiones al que se atiende aunque el escaso tamaño de la muestra y la heterogeneidad de los datos complica el calculo de coeficiente de correlación. Por otra parte, en el momento actual no existe suficiente evidencia que avale la Terapia de Mejora Cognitiva, en cuyo marco teórico-práctico podría encuadrarse nuestro grupo, pero existen indicios de que podría tener un efecto positivo sobre el procesamiento de la información, el estilo cognitivo, la cognición social y el ajuste social (21) lo que concuerda con nuestros resultados. En este sentido a pesar de que los datos son prometedores, tras completar el análisis de nuestros datos, una de nuestras conclusiones es que los instrumentos elegidos no nos permiten afinar sobre los factores que se han movilizado específicamente ni confirmar las hipótesis terapéuticas expuestas a lo largo de todo este epígrafe de discusión. Por lo tanto para continuar profundizando en el conocimiento de los mecanismos de la recuperación y su aplicación clínica precisamos añadir nuevos instrumentos que resulten más específicos en la identificación de los factores concretos en los que se ha incidido y en los que quedan pendientes de trabajar. Nuestra propuesta para verificar la mejoría e intentar desarrollar vías de tratamiento diferenciadas en función de la persona pasa por incluir herramientas semicualitativas basándonos en instrumentos como la escala de niveles de conciencia emocional (22). Este instrumento plantea escenarios potencialmente emocionales y sitúa al individuo con respecto a sus emociones y a las del otro, puntuando el nivel de conciencia en función del número de términos incluidos y la complejidad afectiva de los mismos. En la misma línea planteamos incluir la escala de calidad de vida(23) para poder identificar con mayor detalle en que áreas se están produciendo los cambios a nivel funcional y como potenciarlos y determinar si existen patrones comunes o diferenciados en la recuperación. Destacable también la similitud en la estructura de nuestra propuesta terapéutica con la presentada por otros dispositivos comunitarios públicos, como los del País Vasco (24), que tras una revisión extensiva de las evidencias existentes en la literatura y sus experiencias previas plantean el desarrollo de un ensayo clínico aleatorizado en el que compararan su propuesta terapéutica (fase cerrada más estructurada y fase abierta en tiempo y contenido) con el tratamiento habitual. Para terminar, consideramos que trabajar desde el paradigma de la recuperación supone asumir que se van a producir movimientos espontáneos que no son planificados por los terapeutas y que en ocasiones precipitan cambios que son necesarios gestionar para convertir en avances. Movernos en una estructura tan flexible supone una gran cantidad de ventajas y una considerable cantidad de incertidumbre. 264 M. Blanco, M. A. Ramírez, M. J. Rodríguez, M. Iriarte ORIGINALES Y REVISIONES Como ya hemos expuesto con respecto a la edad cuyo rango se amplia a lo largo del tiempo también sucede lo mismo con el número de participantes simultáneos y las fases de recuperación. Es posible que estas situaciones en un futuro no muy lejano nos obliguen a formularnos nuevos abordajes como subdividir el grupo y mantener uno comunal fuera de nuestras instalaciones, impulsar y colaborar en el movimiento asociativo etc.. A través de la experiencia estamos aprendiendo que a pesar de estas movilizaciones francamente positivas se objetivan retrocesos posteriores, en los que el miedo a la recaída individual o grupal se hace patente y requieren la intervención más activa del grupo profesional por lo que es importante la continuidad terapéutica. Al igual que en otras opciones la dificultad es la generalización de tras los avances obtenidos dentro del contexto del grupo al mundo real. En ocasiones existe la imagen de pseudonormalidad con la incorporación a actividades y grupos de población general pero con una clara preferencia por permanecer en lo que consideran un grupo de iguales y donde los códigos de comportamiento y comunicación permanecen explícitos. A nivel teórico nos resulta grato comprobar que esta experiencia no se produce de forma aislada y fuera de contexto. Encontramos elementos comunes en la lectura de modelos como el finlandés que ha reconocido que la confianza y el acompañamiento son la base de la acción terapéutica. El concepto de la confianza estaría detrás del desmantelamiento progresivo de dos pensamientos automáticos omnipresentes en la patología psicótica, “No te puedes fiar de nadie” y “Ya no valgo nada como persona”. Intuimos que parte del efecto terapéutico que observamos se relaciona con la vivencia del otro como menos hostil, colaborador, no persecutorio y con la recuperación de la confianza en uno mismo al vivirse como útil para los demás. Nuestra intención es mantener la oferta terapéutica tal como se ha descrito en este articulo a lo largo del tiempo. Pensamos que trabajar en un dispositivo comunitario, a pesar de la sobrecarga asistencial, permite ser ambiciosos en cuanto a los objetivos. Antes, las expectativas de la gente con psicosis terminaba en los fármacos y la ausencia de ingresos hospitalarios, ahora el futuro se abre a partir de ahí y se extiende hasta donde seamos capaces de llegar entre todos. BIBLIOGRAFÍA: (1) Anthony, W: Recovery from mental illness: The new visión of services researches. Innovation and Research 1991; 1: 13-14. 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Neuropsiq., 2014; 34 (122), 267-281. doi: 10.4321/S0211-57352014000200003 Tratamiento y uso de recursos en salud mental de pacientes sin patología. Treatment and use of resources in mental health of patients without pathology. Carolina Lozano Serrano a, Alberto Ortiz Lobo b, Carlos González Juárez c. Psiquiatra. a CSM Leganés. Instituto Psiquiátrico José Germain. Leganés, Madrid, España. b CSM Salamanca. Hospital La Princesa, Madrid, España. c Hospital Severo Ochoa. Leganés, Madrid, España. a, b y c Correspondencia: Carolina Lozano Serrano (carolinalozser@gmail.com) Recibido: 16/06/2013; aceptado: 05/09/2013 RESUMEN: Objetivo: Determinar si existen diferencias en el uso de recursos y la actividad terapéutica llevada a cabo con las personas con y sin trastorno mental diagnosticable (códigos Z según CIE-10) en los Servicios de Salud Mental. Metodología: Diseño: estudio descriptivo comparativo. Ámbito: área sanitaria urbana. Población: todos los pacientes derivados al Centro de Salud Mental (n=1187) durante un año. Variables: se han analizado la indicación clínica, el número de citas y la intervención terapéutica a lo largo de un año de seguimiento. Asimismo, se recogieron también variables sociodemográficas, clínicas y asistenciales mediante la entrevista clínica, el test GHQ-28 y una escala de expectativas, para poder completar el estudio. Resultados: Los códigos Z son dados de alta en mayor proporción, reciben un tercio de visitas a lo largo de un año, faltan a mayor número de citas y tienen una probabilidad casi 5 veces mayor de abandonar tras la primera consulta que los trastornos mentales. Los pacientes diagnosticados de trastorno mental llegan con más tratamiento pautado desde atención primaria, se les añade más tratamiento, sobre todo si habían llegado sin ello a consulta, si viven solos y en el caso de ser derivados vía normal, que los códigos Z. A los 12 meses también están tomando psicofármacos en mayor proporción. Conclusiones: La indicación de alta o seguimiento en la primera entrevista, el número de citas y los abandonos discriminan las dos poblaciones mejor que en trabajos previos. Nuestros pacientes tienen más medicación pautada en el momento de la consulta, sobre todo en el caso de los códigos Z, que en los estudios internacionales. No obstante, la intervención farmacológica con los códigos Z suele ir encaminada en su mayoría a suspender los psicofármacos. Palabras clave: Códigos Z, trastornos mentales, uso de recursos, tratamiento farmacológico. ABSTRACT: Aims: to establish the differences in the use of resorurces and treatment with the people with and without diagnosable mental (Z codes according to CIE 10) in a Community Mental Health Center. Method: Design: comparative descriptive study. Scope: urban area. Population: all patientes referred to de mental health service during a year (n=1187). Variables: clinical indication, number of consults and therapeutic intervention throughout a year of pursuit have been analyzed. Also, were also collected sociodemographic, clinical and health services utilization variables by clinical interview, the test GHQ-28 and a scale of expectations, in order to complete the study. Results: Z codes are discharged to a greater extent, receive one-third of visits over a year, missing more citations and have a nearly 5 times more likely to leave after the first consultation that mental disorders. Patients diagnosed as mental disorder come with more prescribed treatment from primary care, further treatment is added, especially if they come without it to see, if they live alone and if they are referred for normal track than Z. codes At 12 months are also taking psychotropic drugs in greater proportion. Conclusions: The indication of discharge or pursuit in the first interview, the number of consults and drop-outs discriminates the two populations better than in previous works. Our patients have more medication at the moment of the consultation, mainly in the case of the Z codes, than other studies. However, the pharmacology intervention with Z codes usually goes directed in its majority to suspend the psychotropic drug. Key words: Z codes, mental disorder, use of resources, psychotropic drug treatment. 268 C. Lozano, A. Ortiz, C. González ORIGINALES Y REVISIONES Introduccion En los últimos años estamos asistiendo al fenómeno de la medicalización de la vida por el cual la medicina está expandiendo sus límites hacia estados o situaciones que antes no se consideraban objeto de atención sanitaria. En el campo de la salud mental, las reacciones emocionales normales en forma de sentimientos legítimos y adaptativos como la tristeza, la rabia, el miedo o la indignación son consideradas con mayor frecuencia, entidades que precisan un tratamiento. Esto supone que muchos pacientes que no pueden ser diagnosticados de trastorno mental (los que la CIE-10 denomina códigos Z) son tratados no solo en atención primaria (AP), sino en los servicios de salud mental y expuestos a los efectos secundarios de los tratamientos que se les prescribe (1-2). Se ha señalado que el tratamiento de los códigos Z y del disconfort de la vida diaria, no tiene fundamento científico (3), es éticamente cuestionable (4) y daña a los pacientes (5). Además representa un gasto innecesario en los servicios públicos de salud mental y perjudica a los pacientes más graves porque se proporciona mayor atención a quién la demanda y no tanto a quien la necesita por la ley de cuidados inversos (6). No es sencillo trazar la frontera entre los códigos Z y los trastornos mentales porque probablemente no la hay. Se trata más bien de un territorio caracterizado por el sufrimiento y el malestar que bordea entre la salud y la enfermedad. Sin embargo, en ningún caso este grupo de pacientes debería ser tratado en un servicio de salud mental especializado porque incluso los trastornos mentales leves ya deberían recibir el tratamiento en atención primaria. Detectar a los códigos Z permite evitar exponer a esta población a la mayor iatrogenia de un servicio especializado y favorece la racionalización de los recursos asistenciales. Sólo hay cuatro trabajos publicados en la literatura científica que revisan el fenómeno de los pacientes sin trastorno mental diagnosticable y comparan esta población con la de los trastornos mentales de forma escueta y en un sistema sanitario diferente (7-10). El objetivo de nuestro estudio es determinar si existen diferencias en el uso de recursos y la actividad terapéutica llevada a cabo con las personas con y sin trastorno mental diagnosticable en los Servicios de Salud Mental. Material y métodos Diseño Estudio descriptivo longitudinal. Tratamiento y uso de recursos en salud mental de pacientes sin patología ORIGINALES Y REVISIONES 269 Emplazamiento Este estudio se realizó en el Centro de salud mental (CSM) del Distrito de Salamanca que pertenece al Área Sanitaria 2 de Madrid y atiende a una población urbana de 140.000 habitantes. Población Se incluyeron a todos los pacientes mayores de 18 años derivados al CSM que solicitaron atención durante un año, que no tenían historia clínica abierta o, si la tenían, habían transcurrido más de dos años desde su último contacto en el centro. La derivación desde AP se realiza cumplimentando un volante por el médico de familia, en el que se especifica si solicita una cita preferente (en menos de dos semanas) o normal (entre uno y dos meses de espera). Por defecto, se cita como normal. Excepcionalmente se reciben derivaciones desde el hospital de referencia, otros servicios médicos especializados, Servicios Sociales del distrito o de los juzgados. Finalmente acudieron a la consulta 1004 pacientes. Se obtuvo una muestra total de 244 pacientes sin trastorno mental diagnosticable. Se seleccionó otra muestra de igual tamaño de pacientes con trastorno mental diagnosticable mediante un muestreo aleatorio simple entre los 760 pacientes diagnosticados de trastorno mental. Mediciones e intervenciones En la primera cita en el CSM (cita de evaluación) previo a la consulta, se invita a los pacientes a participar en el estudio y se solicita su consentimiento informado. Se les entrega el cuestionario GHQ-28 (11-12) para ser autocumplimentado en la sala de espera, el SCL-90-R (Symptom Check List) (13) y una escala de expectativas, tipo likert, puntuada de 0 (nada) a 10 (completamente), en la que se le pregunta al paciente cuánto cree que va a mejorar al venir al centro de salud mental. Se consideraron expectativas negativas a aquellas que puntuaron entre 0 y 4,5, positivas a las que lo hicieron entre 5 y 8,5 y mágicas las de aquellos pacientes que puntuaron entre 9 y 10. A continuación, se realiza una entrevista clínica de una hora realizada por uno de los cinco psiquiatras o dos psicólogos del equipo del CSM según la práctica asistencial habitual. Todos los profesionales involucrados en el estudio tiene una experiencia clínica de al menos de 10 años en la valoración del trastorno mental y en el uso diario de la CIE 10. De todos modos, para incrementar la fiabilidad, previamente se consensuaron los criterios CIE-10, se delimitó qué se consideraba trastorno mental con todos los profesionales implicados y se realizó un estudio piloto durante 3 meses. Tras la evaluación se emitía un juicio diagnóstico y se clasificaba a los pacientes como trastornos mentales o no, según la CIE-10, y se decidía la actitud terapéutica de alta o seguimiento. 270 C. Lozano, A. Ortiz, C. González ORIGINALES Y REVISIONES De todos los pacientes se recogían las siguientes variables dependientes: indicación tras evaluación, indicación terapéutica a los 6 y 12 meses de seguimiento, mantenimiento o no del tratamiento inicial pautado desde Atención Primara, tratamiento que se suspende y tratamiento que se añade tras la evaluación, tratamiento farmacológico a los 12 meses de seguimiento y el número de citas y ausencias relativas a lo largo de los 6 y 12 meses de evolución. Se estableció un punto de corte en 6 visitas al centro de salud mental para poder comparar los resultados con otros estudios. Además se recogieron variables sociodemográficas (sexo, edad, estado civil, convivencia, nivel educativo, situación laboral), asistenciales (tipo y sexo del profesional, tipo de derivación) y clínicas (antecedentes psiquiátricos, tratamiento inicial) para poder realizar un análisis estratificado de las variables dependientes. Para conocer los datos correspondientes a los 6 y 12 meses de seguimiento se consultaron las historias clínicas de los pacientes. Estrategia de análisis Se realizó un análisis comparativo de las dos muestras. Para ello se emplea t de Student para muestras independientes para la comparación de variables cuantitativas y chi cuadrado para variables categóricas. En segundo lugar se realizó un análisis estratificado para las variables que recogen la indicación terapéutica tras la evaluación, la intervención psicofarmacológica en el momento de la entrevista y a los 12 meses y el número de citas y ausencias con el objeto de identificar factores de confusión o modificadores del efecto. Resultados Los códigos Z son dados de alta con mayor frecuencia en la primera cita y realizan menos seguimientos al cabo de 6 y 12 meses que los trastornos mentales. El seguimiento, cuando se produce, es con mayor frecuencia, psiquiátrico, para los trastornos mentales y psicológico para los códigos Z (Tabla 1). Los códigos Z tienen pautado con menor frecuencia un tratamiento psicofarmacológico desde atención primaria respecto a los trastornos mentales, pero tienen prescritas más benzodicepinas que estos. Cuando llegan al CSM, se añade tratamiento a un 25% de los códigos Z y suele ser benzodiacepinas mientras que a los trastornos mentales se les añade, en un 38%, principalmente antidepresivos (Tabla 2). El añadir tratamiento está modulado por el tipo de derivación, el tratamiento inicial y el resultado del GHQ-28 (Tabla 3). Globalmente no hay diferencias entre códigos Z y trastornos mentales al modificar tratamiento psicofarmacológico en la primera cita, aunque esta variable está 271 Tratamiento y uso de recursos en salud mental de pacientes sin patología ORIGINALES Y REVISIONES Tabla 1. Indicación terapéutica tras la evaluación y a los 6 y 12 meses. Códigos Z Trastorno mental x2 n (%) n (%) p 127(52,0) 51 (20,9) Seguimiento psiquiátrico 39 (16,0) 155 (63,5) Psicoterapia individual 74 (30,3) 36 (14,7) Psicoterapia de grupo 1 (0,4) 1 (0,4) Relajación 1 (0,4) 0 (0) Trabajo social 2 (0,8) 0 (0) Rehabilitación 0 (0) 1 (0,4) Total seguimiento 117(48) 193(79,1) Abandono 58 (23,8) 44 (18,0) Alta 161 (66) 101 (41,4) Seguimiento Abandono 25 (10,2) 66 (27,0) 99 (40,6) 64 (26,2) Alta 157 (64,3) 113 (46,3) 21 (8,6) 67 (27,5) Categorías Alta Indicación terapéutica tras 1ª cita Resolución a los 6 meses Resolución a los 12 meses Seguimiento <0,001 <0,001 <0,001 modulada por la convivencia, el tipo de derivación y si tienen tratamiento inicial pautado en AP (Tabla 4). La suspensión de tratamiento en la primera cita es más frecuente entre los códigos Z y esta variable está modulada por el tipo de derivación, la convivencia y las expectativas del paciente (Tabla 5). Al cabo de un año, la mayoría de los códigos Z no tiene prescrito ningún psicofármaco (59,3%) en tanto que la mayoría de los trastornos mentales (73,6%) sí que lo tienen pautado (Tabla 2). A los 6 y 12 meses de la evaluación, los trastornos mentales tienen 1,84 y 272 C. Lozano, A. Ortiz, C. González ORIGINALES Y REVISIONES Tabla 2. Frecuencia de intervención terapéutica de las dos poblaciones. Variables Categorías No Benzodiacepinas (BDZ) Antidepresivos (AD) Tr a t a m i e n t o Benzodiacepinas + antidepresivo inicial desde AP Neurolépticos + - BDZ + - AD Otros Total con tratamiento No Benzodiacepinas Antidepresivos Tr a t a m i e n t o Benzodiacepinas+antidepresivo Neurolépticos + - BDZ + - AD suspendido Otros Total con tratamiento Trastorno mental x2 n (%) n (%) p 124 (50,8) 98 (40,1) 63 (25,8) 16 (6,6) 37 (15,2) 2 (0,8) 1 (0,4) 43 (17,6) 40 (16,3) 30 (12,3) 29 (11,8) 4 (1,6) 120(49,2) 146(59,9) 195 (79,9) 218 (89,3) 20 (8,2) 20 (8,2) 7 (2,9) 2 (0,8) 0 (0) 10 (4,1) 8 (3,2) 2 (0,8) 4 (1,6) 2 (0,8) 49(20,1) 26(10,7) 183 (75,0) 153 (62,7) 52 (21,3) 3 (1,2) 6 (2,5) 0 (0) 0 (0) 25 (10,2) 31 (12,7) 24 (9,8) 11 (4,5) 0 (0) 61(25,0) 91(37,3) Ninguno 86 (59,3) 23 (26,4) Benzodiacepinas (BDZ) Antidepresivos (AD) Benzodiacepinas + antidepresivos Neurolépticos + - BDZ + - AD Otros Total con tratamiento 37 (25,5) 8 (5,5) 12 (8,3) 0 (0) 2 (1,4) 7 (8,05) 10 (11,4) 23 (26,4) 19 (21,8) 5 (5,7) 59(40,7) 64(73,6) No Benzodiacepinas (BDZ) Antidepresivos (AD) Tr a t a m i e n t o Benzodiacepinas + antidepresivo Neurolépticos+ - BDZ + - AD añadido Otros Total con tratamiento Tratamiento a los 12 meses* Códigos Z <0,001 0,005 <0,001 <0,001 * Respecto a 146 códigos Z que pueden ser reevaluados y 88 de los trastornos mentales de los que se han podido obtener datos por la historia clínica o registro informatizado del centro. El resto de las variables se analiza en el total de la muestra. 273 Tratamiento y uso de recursos en salud mental de pacientes sin patología ORIGINALES Y REVISIONES Tabla 3. Moduladores de la relación entre ser diagnosticado Código Z o trastorno mental y no recibir variación en el tratamiento en la primera cita. No se varia tratamiento Se varia tratamiento n % n % 34 68,0 16 32,0 p = 0,050 Trastorno mental 27 49,1 28 50,9 Código Z 119 61,3 75 38,7 OR = 2,204 (0,995-4,882) p = 0,448 Trastorno mental 123 65,1 66 34,9 Derivación Código Z 128 66,3 65 33,7 ordinaria Derivación Trastorno mental 101 60,1 67 39,9 Código Z 25 49,0 26 51,0 preferente Sin trat. Trastorno mental 49 64,5 27 35,5 Código Z 98 79,0 26 21,0 inicial Trastorno mental 48 49,0 50 51,0 Código Z 54 45,4 102 69,9 OR = 3,926 (2,184-7,057) P<0,001 Trastorno mental 65 54,6 44 30,1 OR = 0,358 (0,216-0,594) Código Z Viven solos Viven acompañados Con trat. inicial OR = 0,851 (0,562-1,290 p = 0,222 OR = 1,306 (0,850-2,007) p = 0,083 OR = 0,530 (0,257-1,091) P<0,001 Tabla 4. Moduladores de la relación entre ser diagnosticado Código Z o trastorno mental y que se añada tratamiento en la primera cita. No se añade tratamiento Derivación ordinaria Se añade tratamiento n % n % Código Z 148 76,7 45 23,3 p = 0,002 Trastorno mental 103 61,3 65 38,7 OR = 2,076(1,316-3,274) p = 0,739 Derivación preferente Código Z 16 31,4 35 68,6 Trastorno mental 26 34,2 50 65,8 Sin trat. Código Z 99 79,8 25 20,2 de AP Con trat. Trastorno mental 48 49,0 50 51,0 Código Z 83 69,7 36 30,3 de AP Trastorno mental 105 71,9 41 28,1 Código Z 33 91,7 3 8,3 Trastorno mental 24 70,6 10 29,4 Código Z 133 71,9 52 28,1 OR = 4,5 (1,138-18,461) p =0,028 Trastorno mental 129 61,4 81 38,6 OR = 1,606(1,051-2,455) No caso psiquiátrico Caso psiquiátrico OR = 1,138(0,533-0,427) p<0,001 OR = 4,125 (2,284-7,449) p = 0,699 OR = 0,90(0,529-1,533) p = 0,23 274 C. Lozano, A. Ortiz, C. González ORIGINALES Y REVISIONES Tabla 5. Moduladores de la relación entre ser diagnosticado Código Z o trastorno mental y que se suspenda tratamiento en la primera cita. No se suspende tratamiento Se suspende tratamiento p n % n % Código Z 60 67,4 29 32,6 p = 0,082 Trastorno mental 68 79,1 18 20,9 D e r i v a c i ó n Código Z preferente Trastorno mental 11 36,7 19 63,3 OR = 0,548(0,277-1,084) p<0,001 52 86,7 8 13,3 Viven Código Z 20 74,1 7 25,9 solos Trastorno mental 26 76,5 8 23,5 Derivación ordinaria OR=0,089(0,031-0,255) p = 0,829 OR = 0,879 (0,273-2,832) P<0,001 Código Z 51 55,4 41 44,6 Trastorno mental 94 83,9 18 16,1 Expectativas Código Z 11 78,6 3 21,4 negativas Expectativas Trastorno mental 12 80,0 3 20,0 Código Z 30 60,0 20 40,0 positivas Expectativas Trastorno mental 43 81,1 10 18,9 Código Z 17 53,1 15 46,9 OR = 0,349 (0,143-0,850) p<0,001 “mágicas” Trastorno mental 35 87,5 5 12,5 OR = 0,162 (0,050-0,520) Viven acompañados OR = 0,238 (0,124-0,457) p = 0,924 OR = 0,917(0,152-5,531) p<0,018 3,14 citas más que los códigos Z y faltan a una cita de cada 5, mientras que los códigos Z faltan a una cita de cada 2,5 al cabo de 12 meses. Este uso de recursos no está modulado por ninguna variable (tabla 6). Los trastornos mentales de mayor edad y casados han recibido menos citas que los solteros y, paradójicamente, los que puntúan como no caso en el GHQ-28 reciben dos citas más que aquellos que puntúan como caso al cabo de 12 meses (Tabla 7). Si marcamos un punto de corte en 6 visitas, los trastornos mentales tienen una probabilidad 4 veces mayor que los códigos Z de recibir más citas de seguimiento en el centro de salud mental (OR = 4,219, p< 0,001) y los códigos Z tienen casi cinco veces más probabilidad de abandonar el tratamiento que los trastornos mentales (OR = 0,183, p < 0,001). 275 Tratamiento y uso de recursos en salud mental de pacientes sin patología ORIGINALES Y REVISIONES Tabla 6. Citas y ausencias relativas a los 6 y 12 meses. Media Códigos Z Mediana Rango Trastorno mental Media Mediana Rango Citas en 6 meses 2,32 1 1-11 4,16 1 1-24 Citas en 12 meses 2,97 1 1-18 6,11 3 1-38 Ausencias relativas en 6 m. 0,4 0,3 0-1 0,2 0 0-1 Ausencias relativas en 12 m. 0,4 0,3 0-1 0,2 0,8 0-1 *Diferencia entre medias 1,84 (1,2-2,3) 3,1 (2,2-4,1) 0,233 (0,149-0,319 0,213 (0,131-0,295) *Esta es la diferencia entre las medias medido por la t de student con una p<0.001 tanto a los 6 como a los 12 meses. Tabla 7. Modulación del número de citas a 12 meses según convivencia y el GHQ-28 Convivencia GHQ-28 Soltero Casado alguna vez Diferencia de medias Caso psiquiátrico No caso psiquiátrico Diferencia de medias Código Z 2,8 3,0 0,2 2,3 3,0 0,7 Trastorno mental 6,7 5,4 1,3 5,8 7,8 1,9 p 0,095 0,046 Discusión Indicación clínica en la primera cita Tras ser evaluados en la primera consulta los códigos Z son dados de alta en mayor proporción (52%) que los trastornos mentales (21%). Parece que es el propio diagnóstico el que influye más en que el paciente realice o no seguimiento, ya que ninguna variable sociodemográfica, ni clínica, ni asistencial influye a la hora de hacer una indicación terapéutica. En el estudio llevado a cabo por Siddique (7) en tres centros de salud mental comunitarios en Canadá, fueron dados de alta el 37% de los códigos Z y el 32% de los trastornos mentales. En el estudio holandés de Spinhoven (8) sólo el 11% de los códigos Z y el 7% de los trastornos mentales fueron dados de alta tras la 276 C. Lozano, A. Ortiz, C. González ORIGINALES Y REVISIONES primera consulta. Nuestras cifras son más elevadas sobre todo en el alta de los códigos Z. Este dato resulta más llamativo si consideramos que en nuestro sistema no se permite la autoderivación y los pacientes siempre vienen “filtrados” por la Atención Primaria. Por otra parte, existe una diferencia mayor entre las altas dadas a trastornos mentales y códigos Z en nuestro estudio que la que obtienen el estudio canadiense y holandés. Probablemente las características asistenciales de nuestro CSM, público y con buena continuidad asistencial con AP, favorece la posibilidad de dar altas a los pacientes en los que no queda clara la necesidad de tratamiento o que este se puede llevar a cabo por su médico de familia. En nuestro estudio, los pacientes que continúan en seguimiento lo realizan con mayor frecuencia con el psicólogo en el caso de los códigos Z y con el psiquiatra en el caso de los trastornos mentales. En una línea parecida, el estudio de Siddique (7) revela que más del 90% de los códigos Z que realizaron seguimiento, se llevó a cabo por un profesional no médico y el 60% de los seguimientos de los trastornos mentales fueron psiquiátricos. De todas maneras, no hay que olvidar que el seguimiento de los pacientes está muy relacionado con la composición local de los equipos asistenciales y el perfil particular del profesional que ve al paciente. Situación asistencial al cabo de 12 meses Al cabo de un año, el 56,4% de los códigos Z que no fueron dados de alta en la primera cita abandona el tratamiento frente al 33,1% de los trastornos mentales. Esto tendría que hacernos reflexionar sobre el tratamiento que ofertamos a los códigos Z que parece que, o bien no se ajusta a sus expectativas o se mantiene innecesariamente cuando ya han mejorado lo suficiente. En el estudio de Spinhoven (8) la tasa de abandonos es de un 13% para ambos a lo largo de los doce años que valora el estudio. Este dato, junto con la baja tasa que tenían de altas tras la valoración (11% para los códigos Z y 7% para los trastornos mentales) nos indica que los pacientes del estudio holandés realizan y completan tratamiento en su mayoría. En el estudio de Siddique a los 12 meses siguen en tratamiento el 15% de los códigos Z y el 23% de los trastornos mentales frente al 8,6% de códigos Z y el 27,5% de trastornos mentales de nuestro estudio. Parece que nuestra actitud asistencial discrimina más las dos poblaciones que los estudios anteriores, ya que existen diferencias en las altas tras la primera cita, en el porcentaje de seguimientos y en el de abandonos. Tehrani y colaboradores (14) señalan que el abandono del tratamiento está asociado a vivir solo, estar desempleado, ser joven y haber habido cambios en el tratamiento demandado por el paciente en contra de la orientación de su terapeuta. La razón argumentada por los pacientes en cuanto al abandono era la insatisfacción respecto el cuidado y la necesidad de tratamiento, aunque el 30% de los que abandonaban estaban satisfechos. Concluyen además que los resultados de los estudios no son constantes, que algunos coinciden en la edad y el desempleo Tratamiento y uso de recursos en salud mental de pacientes sin patología ORIGINALES Y REVISIONES 277 como predictores (15-16) y otros no lo hacen y que la metodología y el concepto de abandono es diferente en unos y otros estudios. Tratamiento farmacológico Los códigos Z tienen tratamiento psicofarmacológico pautado en casi el 50% de los casos al llegar a consulta, mientras que los pacientes diagnosticados de trastorno mental lo tienen en un 60%. En el estudio canadiense (10) solo un 11% de los códigos Z tenía tratamiento pautado en el momento de la evaluación, un 8% benzodiacepinas sobre todo y un 3% antidepresivos/neurolépticos. Los trastornos mentales tenían tratamiento en mayor proporción (48%) y eran benzodiacepinas y neurolépticos/ antidepresivos en un porcentaje parecido (23 y 25%). La misma diferencia encuentra Spinhoven en su estudio (8), solo el 13 % de códigos Z traen tratamiento farmacológico frente al 49 % de trastornos mentales. En ambos casos predomina el tratamiento con benzodiacepinas (10% para los códigos Z y 25% para los trastornos mentales). Con estos resultados podemos concluir que en nuestro estudio los pacientes llegan con más medicación pautada en el momento de la consulta, sobre todo en el caso de los códigos Z. A diferencia de los otros trabajos, todos los pacientes de nuestro estudio han sido valorados por un médico de atención primaria, lo que favorece la posibilidad de iniciar un tratamiento farmacológico. Ya se ha descrito que alrededor del 50% de las prescripciones de antidepresivos en atención primaria se realizan a sujetos que no cumplen los requisitos necesarios para establecer un diagnóstico psiquiátrico (17-19). Por otro lado, nuestro estudio es el más moderno y en los últimos años estamos asistiendo a un gran incremento en la prescripción de tratamientos antidepresivos, propiciado por la enorme popularidad que estos tratamientos han alcanzado actualmente y la propaganda realizada por la industria farmacéutica que obtiene una enorme rentabilidad con las ventas de estos productos (20-23). Unos fármacos cuya eficacia está cada vez más cuestionada, no ya en las reacciones emocionales normales y trastornos adaptativos, sino en los episodios depresivos leves y moderados (24-27). Respecto al tratamiento psicofarmacológico en el centro de salud mental, tan solo en el estudio de Spinhoven (8) reflejan más uso de psicofármacos entre los trastornos mentales a lo largo del seguimiento, pero no especifican cómo se modifica ni con qué psicofármacos respecto al tratamiento inicial con el que llegan a consulta. En nuestro estudio hemos visto que hay un porcentaje bastante alto, tanto para códigos Z como para trastornos mentales, a los que se le deja con el mismo tratamiento con el que llegan a consulta. Esta actitud prudente puede explicarse porque el psiquiatra está de acuerdo con el tratamiento pautado por el médico de familia, especialmente si se le va a dar el alta y remitirlo de nuevo a atención primaria, pero también para ver la evolución en los que se quedan en seguimiento. Respecto a los pacientes a los que se les varía el tratamiento, en el caso de los códigos Z la tendencia es suspender psicofármacos especialmente a los que 278 C. Lozano, A. Ortiz, C. González ORIGINALES Y REVISIONES han sido derivados de manera preferente y si viven acompañados probablemente porque se considera que se han tratado con precipitación y cuentan con el apoyo y la contención de la convivencia. En el caso de los trastornos mentales la tendencia es añadirse sobre todo si habían llegado sin tratamiento a consulta, si viven solos y en el caso de ser derivados como normales. La actitud de prescribir psicofármacos en estos pacientes se intensifica quizá porque al ser derivado de esta forma, el malestar pueda ser mayor por el tiempo de evolución y carecen de cierto apoyo al vivir solos. En nuestro estudio el 23 % de los Z y el 26% de los trastornos mentales están con tratamiento farmacológico a los 12 meses. Llama la atención en nuestro estudio que el porcentaje de pacientes que sigue con tratamiento a los 12 meses es bastante similar para códigos Z y para trastornos mentales aunque el perfil sea distinto (benzodiazepinas los primeros y antidepresivos y neurolépticos los segundos). Esta cifra da cuenta de la farmacologización que se realiza de malestares cotidianos que no constituyen un trastorno mental. Uso de recursos El número de citas, menor para los códigos Z, sí que los discrimina frente a los trastornos mentales en nuestro estudio. En los trastornos mentales se dan más citas a los más jóvenes quizá para intentar que el trastorno tenga la menor repercusión posible, y en personas que carecen de la contención o el apoyo de una pareja. Respecto al GHQ-28, que es autoaplicado, el número de citas aumenta si el paciente con trastorno mental puntúa como no caso. Esto puede significar que aquellos pacientes con menor conciencia de enfermedad precisan más citas para poder efectuar una alianza terapéutica. En el estudio canadiense establecen un punto de corte de 6 visitas y hallaron que el 24% de los códigos Z y el 36% de los trastornos mentales recibían más de 6 visitas. Por otro lado calculaban el tiempo por visita y encontraron que el 27% de los códigos Z y el 31% de los trastornos mentales reciben más de 300 minutos de atención en consulta. Finalmente, no había diferencias significativas en el tiempo total de uso de recursos y este no es un predictor del diagnóstico. En nuestro estudio sí que hay una diferencia significativa entre ambas poblaciones, solo el 11,1% de los códigos Z frente al 34,4% de los trastornos mentales reciben más de 6 visitas en un año. En el estudio holandés el 46% de los códigos Z y el 56% de los trastornos mentales reciben más de 6 visitas en su tratamiento. En este estudio tanto las tasas de alta tras la evaluación como de abandono son menores que en nuestro trabajo. Esto puede deberse en parte a que proporcionan terapia de pareja o de familia al 36% de los códigos Z, como una atención específica para buena parte de la problemática de esta población. Tratamiento y uso de recursos en salud mental de pacientes sin patología ORIGINALES Y REVISIONES 279 En el estudio de Figueiredo (9) que compara los códigos Z con problemas familiares frente a los trastornos mentales, el número medio de visitas del total de los pacientes a lo largo de 2 años es de 10. Hay diferencias claras en el uso de recursos de ambas poblaciones, los códigos Z tienen una media de visitas de 8,3, y los trastornos mentales con o sin problemas familiares tienen unas medias de visitas de 25,6 y 27,5 respectivamente. Nuestro estudio coincide en encontrar diferencias en ambas poblaciones, pero el número medio de citas en el estudio americano es mayor para ambas poblaciones. Desconocemos si esta diferencia tiene que ver con la organización y estructura del centro sanitario o la forma de trabajar los profesionales (diferencias en la distribución del tiempo de visita, terapias de grupo, etc.). Conclusiones La atención en los centros de salud mental, además de ser eficaz, ha de ser efectiva, eficiente y reducir al mínimo la iatrogenia. Para ello, entre otras cosas, es fundamental discriminar el grupo de personas que no presentan ningún trastorno mental diagnosticable para que no sean expuestos a tratamientos excesivos, innecesarios, perjudiciales y que acarrean un detrimento en la atención a los pacientes que sí se pueden beneficiar de las intervenciones. Nuestro estudio discrimina en buena medida a estos pacientes ya que los códigos Z, comparados con los trastornos mentales, llegan con menos tratamiento pautado desde AP, se les añade menos tratamiento y se les da con mayor frecuencia el alta en la primera cita. Por otra parte, los códigos Z faltan más a las citas de seguimiento y abandonan con mayor frecuencia el seguimiento que los trastornos mentales lo que da a entender que esta población se ajusta menos a la atención proporcionada en el CSM. No es sencillo delimitar la frontera entre los códigos Z y los trastornos mentales, pero es una tarea importante para frenar la progresiva medicalización de la vida cotidiana que se está produciendo y que lleva a que muchos ciudadanos se expongan a los efectos secundarios de psicofármacos y terapias que se prescriben innecesariamente. Tal vez, frente al dilema cosificador de si el paciente tiene o no un diagnóstico psiquiátrico, la pregunta es si su problema mental se va a beneficiar o no de considerarlo una enfermedad y tributario de un tratamiento. 280 C. Lozano, A. Ortiz, C. González ORIGINALES Y REVISIONES BIBLIOGRAFÍA (1) Double D. The limits of psychiatry. BMJ 2002; 324:900–4 (2) Ortiz A, García-Moratalla B, Lozano C, De la Mata I, Rodriguez F. Conditions that do not reach the threshold for mental disorder in Spanish psychiatric outpatients: prevalence, treatment and management. Int J of Soc Psychiatry 2011; 57(5): 471-479. (3) Charlton, B.g. & McKenzie, K. 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Esta configuración de la persona al tiempo promueve y es promovida por la cultura de la autoayuda y la práctica del consejo. Este es uno de los marcos en los que se configuran los sujetos y los problemas psicológicos materia de estudio y trabajo de la psicología y la psicoterapia. Se proponen como alternativas de interés en psicología y psicoterapia los conceptos de génesis y proceso, tanto a nivel individual como colectivo. Palabras clave: Psicoterapia; Consejo; Autoayuda. ABSTRACT: Self-Help and Counsel are different activities though can overlap each other in some aspects. The meaning of self help frecuently promotes an individualist conception of a subject which is dissociated from his context, and a perspective of the psychological functioning in terms of parameters and entities. This conception of the person at the same time promotes and is promoted by the self-help culture and counsel procedures. This culture is one of the frames that shape the subjects and psychological problems that became object of study and work for psychology and psychotherapy. Genesis and process are proposed as worth considering alternative concepts for psychology and psychotherapy, both at an individual and at a colective level. Key words: Psychotherapy; Counseling; Self-Help. Agradecimientos Este artículo surgió a partir de una sesión sobre autoayuda, consejo y psicoterapia que preparé por petición de Jose Carlos Sánchez. Por eso y por muchas cosas más, entre las que se cuenta ser un estímulo constante para la reflexión y el trabajo intelectual, quiero agradecerle su contribución. Quiero agradecer también la lectura y comentario de diversos borradores a Carlos Veiga, Fátima Valencia, Juan García Haro, Maru de la Viuda, Edgar Cabanas y especialmente a Andrés Cabero, que posee ese desmedido talento de estar siempre al pie del cañon. Y al “London Calling” de los Clash, por recordarme que afuera, en la calle, hay algo que nos llama, siempre. 284 J. Manjón ORIGINALES Y REVISIONES Introducción ¿Son lo mismo la autoayuda y el consejo? ¿operan del mismo modo como procedimientos psicoterapéuticos? ¿La autoayuda consiste en consejos que puede aplicarse uno mismo? ¿El consejo es una forma de ayudar a los demás que aplicada sobre uno mismo se convierte en autoayuda? Las sociedades occidentales apuntan progresivamente al individualismo y hedonismo, al tiempo que los cursos de vida prefijados se desdibujan y se deshacen en múltiples alternativas. Lo psicológico, investido de marchamos normativos a partir de la idea de salud psicológica o crecimiento personal, se convierte cada vez más en referencia en un mundo de criterios cambiantes. La Psicología extiende su ámbito de aplicación navegando entre el conocimiento técnico “neutral” y la guía moral de los valores que deben conformar el comportamiento, cognición y sentimientos. En este contexto proliferan los métodos de manejo, mejora y control de lo psicológico, tanto aplicados profesionalmente como autoaplicados. Este artículo busca esclarecer las similitudes, diferencias e implicaciones de la autoayuda y el consejo, y con ello sus características como procedimientos psicoterapéuticos. Autoayuda y Consejo Convienen inicialmente unas notas definitorias de autoayuda y consejo. La autoayuda remite a las abundantes y heterogéneas obras que abarrotan las secciones correspondientes de las librerías. Su auge en las sociedades occidentales se produce a partir de los años 80 (1-4), siendo los Estados Unidos un foco irradiador. Es un ámbito complejo por su variedad y diversidad de influencias. Por su popularidad es relevante en relación a la conformación de la individualidad y de la matriz psicológica y social en la que luego se desarrollan los problemas que tanto el consejo como la psicoterapia abordan. Los textos para guiar y regular la conducta no son algo nuevo. Foucault (5), bajo el concepto de “tecnologías del yo”, ha estudiado los modos de dominación individual en los que el individuo actúa sobre sí mismo ya desde la filosofía grecorromana y la espiritualidad cristiana. Posteriormente encontramos también una larga tradición de manuales de buenas maneras y guías cortesanas tales como el “Oráculo Manual y Arte de Prudencia” de Baltasar Gracián. En la cristalización contemporánea de la autoayuda cabe señalar diversas influencias. Una no menor remite a la secularización del Calvinismo en Estados La Autoayuda y el Consejo como Procedimientos Psicoterapéuticos ORIGINALES Y REVISIONES 285 Unidos. En este contexto se desarrolla un individualismo positivo conforme al cual la búsqueda de la felicidad es un imperativo moral, que se logra con un continuo proceso de autocontrol y mejora del yo, del que el individuo es el único responsable (6-8). La Psicología Humanista (Maslow, Rogers, Rollo May...) puso el foco en la experiencia subjetiva individual y el autodesarrollo, situando el crecimiento personal en primer plano (9). La Contracultura de los 60, por su parte, aportó entre otras cosas un énfasis en las transformaciones personales con inspiración espiritual (3), abriendo la puerta a diversas prácticas y textos orientales, tales como la meditación y el mindfulness, y las recapitulaciones de cuentos y sabiduría sufi o budista. Cabe señalar también las obras divulgativas o populares sobre sexualidad y pareja que surgen a partir de los 60 y 70 (1), al hilo de la revolución sexual y el surgimiento de la Sexología Clínica (Kinsey, Masters y Johnson...), orientadas a un mejor manejo de la intimidad en las relaciones afectivas. Hoy abarcan temas diversos, que van desde manuales de ligue y guías para la satisfacción sexual o la mejora de la pareja hasta libros sobre las diferencias entre hombres y mujeres. Illouz (10) señala que se produce una confluencia entre consumismo y liberación sexual donde ambos hacen del yo, la sexualidad y la vida privada elementos centrales en la formación y expresión de la intimidad. Los mensajes de autonomía y liberación de los años 60 contribuyen también a que la liberación y bienestar pasen a ser un derecho y el campo de la terapia se extienda y defina no solo lo patológico sino también la salud. El mundo emocional se amplía y se crean nuevos ámbitos de competencia emocional y comunicativa. Bajo ese amparo (11) proliferan las narrativas terapéuticas. La política de vida incluye ahora asuntos como la autorrealización, la emoción y la intimidad. El yo se convierte en el emplazamiento principal para el manejo de las contradicciones de la modernidad, y la Psicología ofrece técnicas para ello. Esto repercute también en el ámbito de la autoayuda donde aparecen textos que pretenden ser una extensión autoaplicada de diversas psicoterapias más formales o de los abordajes de psicólogos prestigiosos, a modo de adaptación para todos los públicos. A partir mediados de la década de los 60 (8) se pasa de recomendar silencio respecto a los sentimientos a la prescripción de hacerse cargo de las propias emociones y de llegar a ser “natural”. Es a partir de esta época cuando se convierten en líderes de ventas libros situados en el cruce entre la etiqueta y la interioridad emocional. En la configuración de la autoayuda a partir de los 80 cabe distinguir sin embargo algunos rasgos específicos. Dicha literatura parte de un contexto de problematización de la intimidad y la vida psicológica. Propone el bienestar psíquico a través de la acción psicológica de la persona sobre sí. Se trata (12) de resolver 286 J. Manjón ORIGINALES Y REVISIONES problemas personales y sociales definiéndolos como psicológicos, y para ello se propone el cuidado del yo como obligación ética. El lector tiene una relación equivocada con su yo, y debe aprender a amarse, nutrirse y conocerse como prerrequisito para desarrollar una vida plena y unas relaciones sanas con los demás. Los problemas y dificultades de la vida son atribuidos al ámbito personal, individual, lugar en el que se propone su resolución. El lector tiene el poder de cambiar su vida. En ese contexto se delimitan algunos núcleos temáticos característicos y fácilmente reconocibles, como la autoestima, el crecimiento personal, el niño interior, la conexión con uno mismo, la codependencia o la dependencia emocional. Una variante es la autoayuda de corte New Age (13), donde en formatos más o menos metafísicos se busca restaurar la autenticidad perdida a través de una reconexión con el verdadero yo, la naturaleza y el cosmos, muchas veces mediante el redescubrimiento de conocimientos y tradiciones supuestamente puros, no contaminados por la modernidad, provenientes de culturas preindustriales indígenas o aborígenes. De acuerdo con Ehrenreich (7) otro enfoque popular es el del Pensamiento Positivo, bajo la idea de que pensar positivamente favorecerá que todo salga bien. La explicación racional sería que el optimismo mejora la salud, eficacia, confianza y adaptación. Propuestas en esta línea se han defendido desde la Psicología Positiva, cuyo objetivo sería el estudio científico de las emociones positivas y cómo promoverlas, a fin de alcanzar mayores niveles de bienestar y felicidad (14). Una explicación menos racional pero extendida del pensamiento positivo es sin embargo la de que los pensamientos positivos tienen una incidencia directa en el mundo materializándose en forma de salud, prosperidad y éxito. Frente a la idea de que estos conocimientos tienen un poder despolitizador, otros autores los han abordado desde una óptica foucaltiana (4, 12-13, 15). Se trataría entonces no tanto de juzgar su bondad o maldad cuanto de valorar el modo en el que contribuyen a la producción de nuevas subjetividades. Se ha señalado cómo fomentan la confianza en uno mismo y restituyen la agencia personal en el individuo, en una sociedad en la que la multitud de expertos y saberes la difuminan. Promueven una individualidad psicologizada basada en la autonomía, elección, libertad, responsabilidad personal. Estos valores son significativos para una ciudadanía democrática, y dicha individualidad es consistente con la racionalidad política de las democracias liberales. Sin embargo cuando esta individualidad y valores se radicalizan generan un individuo que es responsable de sí mismo, y no de los demás, y ello de un modo peculiar: la persona se convierte en el responsable único y último de lo que le sucede. Los conflictos humanos serían entonces psicológicos, y se dominarían con autodisciplina individual, quizá lo mismo una depresión que un conflicto laboral. La Autoayuda y el Consejo como Procedimientos Psicoterapéuticos ORIGINALES Y REVISIONES 287 Esta particular versión de la agencia del ciudadano exagera e hipertrofia la capacidad individual, obviando condicionantes interpersonales y sociales. El resultado es la producción de un sujeto desvinculado de su entorno y circunstancias. El individuo de la autoayuda (1) se autorregula y se define por los rasgos de autoaceptación, autenticidad, desculpabilización, rechazo de los deberes externamente impuestos y en general por su sospecha de la sociedad como instancia que coarta y empobrece, lo que le conduce a buscar una independencia que lo haga ajeno a la aprobación o desaprobación de los demás. Contrariamente a los sucedido en décadas anteriores, a lo largo de los últimos 30 años las sociedades occidentales han vivido un progresivo aumento de la desigualdad. En Estados Unidos y Reino Unido en especial la promesa neoliberal de una mayor libertad y poder individual se ha traducido, entre otras cosas, en una disminución de la movilidad entre clases sociales. La proporción de población con trastornos mentales se eleva notablemente en los paises con mayor desigualdad económica. Estados Unidos y Reino Unido ocupan el lugar más alto en ambos indicadores entre los paises occidentales (16). Diríamos que el sueño americano como futuro de éxito individual conlleva algunos elementos de mal sueño colectivo. Pero no tanto para aquellos que pueden seguir disfrutando de una realidad ventajosa sino preferentemente para los que, por su situación de desventaja de partida, más desearían consolarse soñando con un futuro prometedor al alcance de su esfuerzo. Un sujeto desvinculado que se hace cargo individualmente de toda la responsabilidad, tanto del éxito como del fracaso, resulta la unidad ideal de este marco político y económico. El sujeto de la autoayuda posee al tiempo justificación para el orden social colectivo y esperanza de cambiarlo para sí mismo como individuo concreto. El consejo requiere alguna explicación terminológica y conceptual. De acuerdo con la Real Academia Española (17) el consejo es el “parecer o dictamen que se da o toma para hacer o no hacer algo”. Aconsejar a otros o pedirles consejo a los demás es un modo habitual para colaborar en la solución de problemas. Respecto a lo psicológico el consejo tendría que ver con una orientación explícita y más o menos directiva por parte de un experto sobre cómo abordar un problema o cómo manejar las propias emociones, pensamientos o comportamientos. Actualmente la amistad, la pareja, la familia, la crianza de los hijos e hijas, las relaciones en general, el trabajo y el manejo de diversas dificultades, problemas y patologías van situándose, en mayor o menor medida, bajo la autoridad y competencia de la Psicología. Esta se convierte en fuente de consejo experto en un número de cuestiones cada vez mayor abarcando tanto consultas privadas como foros públicos tales como conferencias, talleres, cursos, revistas, libros y programas de radio y televisión. Es conveniente diferenciar el consejo del counseling. El counseling supone (18) “explorar creencias, atribuciones y expectativas del paciente en un plano de 288 J. Manjón ORIGINALES Y REVISIONES igualdad en la toma de decisiones que le conciernen”, se realiza desde una relación de simetría moral y sigue los postulados rogerianos de empatía, congruencia y aceptación incondicional. El counseling implica por tanto procedimientos “no directivos”, dirigidos a facilitar la clarificación y toma de iniciativa por parte del propio paciente. Esta posición “no directiva” del counseling supondría en principio una diferencia con lo que hemos denominado procedimientos de consejo, que suponen la opinión o dictamen de alguien que se atribuye un conocimiento y autoridad para pronunciarse. Sin embargo hay que señalar que toda exploración tiene aspectos de intervención, al orientar la percepción hacia unos aspectos y con un sentido y unas presuposiciones (19). Cabe señalar aquí la diferencia entre lo directivo y lo conminativo. Lo directivo sería aquello “que tiene la facultad o virtud de dirigir” (17), sea consciente e intencionado o no. Conminar supone “apremiar con potestad a alguien para que obedezca” (17). Lo conminativo sería por tanto aquello relativo a las peticiones explícitas que hacemos. Pero sin conminar podemos igualmente ser altamente directivos por medios indirectos o tácitos. El counseling sería un procedimiento no conminativo, sin mandatos explícitos, y no sería un procedimiento de consejo ejercido desde un conocimiento experto del problema. Sí sería sin embargo un procedimiento en algún grado directivo, al tender inevitablemente a apuntar en unas direcciones y no en otras, y ejercido desde el conocimiento de una técnica de conversación. Sería algo distinto del consejo, el cual tiene un carácter más conminativo al instruir de modo explícito acerca de cuál es la mejor perspectiva a considerar o cuál es la pauta adecuada de acción a emprender. Medios Paramétricos y Medios Estratégicos ¿Bajo qué criterios valorar los procedimientos de autoayuda y consejo? Consideraremos la distinción de Elster (20) entre medios paramétricos y medios estratégicos: -Medios paramétricos. Son medios que pueden manejarse como relaciones entre magnitudes. Funcionan con reglas estables que relacionan esas magnitudes. Ejemplos serían los términos en los que se describen los problemas físicos o químicos. El agente aquí es un observador que a partir de las reglas del sistema introduce cambios en los parámetros para llegar al objetivo deseado. Un ejemplo sería ajustar las proporciones adecuadas de productos químicos para que se produzca una reacción química concreta, o localizar y reparar una avería en un motor. Si una comida está sosa se añade sal, y si nos excedemos compensamos con un poco de azúcar, o La Autoayuda y el Consejo como Procedimientos Psicoterapéuticos ORIGINALES Y REVISIONES 289 agua. Porque los elementos de la comida no funcionan conforme a sus iniciativas psicológicas, sino a sus características físicas o químicas. -Medios estratégicos. A diferencia de los anteriores estos son medios que remiten a sujetos psicológicos, que utilizan estrategias para alcanzar fines. El agente, que es un sujeto más en el medio, utiliza una estrategia que debe medirse con las estrategias que emplean otros actores. En esta acción recíproca las estrategias pueden ser modificadas por los actores. El rendimiento de cada estrategia es relativo a lo que hacen los demás. Por ejemplificarlo si queremos acariciar un gato que no nos conoce lo mejor quizá no sea perseguirlo, porque si intentamos acercarnos posiblemente sea él el que se aleje. Puede ser más sencillo ofrecerle comida, para que sea él el que se acerque, y no nosotros. Claro que si el gato está acostumbrado a que otros lo acaricien, quizá acercarse funcionaría. Los medios paramétricos funcionan según reglas y magnitudes, y son más regulares y predecibles. Los medios estratégicos parten de la consideración de lo psicológico, funcionan según las metas de los sujetos y sus estrategias para alcanzarlas, y pueden ser más cambiantes. Niveles de Consejo Partiendo de la distinción entre medios paramétricos y estratégicos estableceremos tres niveles en el uso del consejo: 1. Consejo “Estás estresado, deberías trabajar un poco menos y relajarte”. La solución a este problema consiste en disminuir la cantidad de estresor y aumentar la cantidad de “relajador”. Otros ejemplos serían “Tienes que tomarlo con más calma”, o “Deberías discutir menos con tu madre”. El consejo adopta una descripción de los problemas en términos de parámetros, de cantidades de cosas que hay que aumentar o reducir. Así se solicita que haya más o menos calma, relajación, estrés o discusiones. Reviste habitualmente el formato “deberías hacer x”. La solución es una apelación a una voluntad, la cual libremente pone en marcha o no el consejo. Los parámetros desde los que definimos el problema no tienen capacidad de agencia unos sobre otros. Funcionan conforme a reglas combinatorias y cantidades, como ecuaciones. Se trata de actuar sobre esos parámetros para alcanzar el resultado deseado, al estilo de un problema físico o químico. El agente queda reducido a la voluntad de poner en marcha o no la solución del problema. No hay una conceptualización estratégica de los problemas, no se 290 J. Manjón ORIGINALES Y REVISIONES precisan los cambios como algo más o menos posible dependiendo del enfoque y estrategias empleadas. El consejo es por tanto un procedimiento paramétrico, que interpreta los problemas como magnitudes a variar en una ecuación. El individuo queda reducido a la voluntad de hacerlo o no hacerlo. 2. Consejo Psicológico “Cuando tu madre te recrimina algo es porque está nerviosa, lo que sucede es que como tú te enfadas siente que te alejas de ella y eso la irrita más, con lo que termináis peleados. Para que eso no pasara tendrías que conseguir que ella no te sintiera tan lejos. Te iría mejor si fueras más cariñoso de vez en cuando, o si le preguntaras alguna vez si la puedes ayudar en algo.” Los procedimientos de consejo psicológico explican una situación no en términos de parámetros, sino de las estrategias y acciones de los agentes que participan en ella. La intervención consiste en exponer este análisis a la persona implicada. En el consejo la intervención consistía en una apelación a la voluntad. Aquí se recurre a un análisis psicológico más sofisticado de las estrategias, objetivos y medios implicados en la creación y resolución de un problema, valorando su coste, su papel, sus efectos, y sugiriendo pautas más eficaces de acción. Remite a una explicación en términos psicológicos, relativos a la acción y estrategias de los sujetos, de qué es lo que está pasando y cómo puede actuar el sujeto para solucionarlo. La asunción que se hace es que una vez que la persona comprenda el análisis y advierta cómo funcionan las cosas, cambiará. Se asume que el cliente tendrá la capacidad de maniobra suficiente como para asimilar esa información y convertirla en cambios en su forma de ver las cosas, en su estrategia y en su comportamiento. Puede suponer una apelación racional en situaciones en las que son las emociones, y no las razones, las que facilitan o dificultan la acción El consejo psicológico reviste distintas formas, elaboradas, una posible es “cuando tú haces esto, para conseguir aquello, sucede lo otro, así que es mejor que tú...”. Remite a una descripción del problema en términos de actos psicológicos. 3. Consejo Psicoterapéutico Los consejos pueden usarse también en un sentido más cercano a la psicoterapia. Lo que cambia respecto a los casos anteriores es el marco de referencia para su empleo. Los consejos psicoterapéuticos no estarían referidos a una concepción paramétrica de los problemas, como en el caso del consejo. Sí a una descripción estratégica de la situación y los agentes implicados, como en el consejo psicológico. Pero no solo. En psicoterapia los consejos psicoterapéuticos, al igual que las restantes intervenciones, tendrían como marco de referencia la competencia y disposiciones a actuar de los sujetos. La eficacia sucede cuando las acciones y comentarios del tera- La Autoayuda y el Consejo como Procedimientos Psicoterapéuticos ORIGINALES Y REVISIONES 291 peuta se adecuan a los modos de funcionamiento, disposiciones y competencias del cliente, de ese sujeto particular, de modo que este pueda traducir las pautas o acciones del terapeuta en acciones que le ayuden respecto a su problema. Esto nos lleva a diferenciar entre lógica psicológica y lógica psicoterapéutica (21). La lógica psicológica es aquella relativa al funcionamiento del problema, a aquellas acciones del cliente que contribuyen a que el problema empeore, se mantenga o mejore. La lógica psicoterapéutica, por su parte, es aquella relativa a qué puede hacer el terapeuta para conseguir que el cliente haga algo distinto respecto a su problema, para que el cliente actúe de un modo diferente respecto a la lógica psicológica de su problema. El consejo psicoterapéutico es por tanto un consejo que busca la efectividad a partir de una estimación de la competencia y disposiciones a actuar del otro, maximizando así la eficacia de la prescripción, petición, comentario o acción del terapeuta. De este modo la tarea del psicoterapeuta podría valorarse por analogía con el concepto vigotskiano de Zona de Desarrollo Próximo (22). Ezama, Alonso, González, Galván y Fontanil (23) han propuesto la pertinencia del concepto de andamiaje para referirse a la tarea terapéutica. Recordemos que de acuerdo con el concepto original de andamiaje expuesto por Wood, Bruner y Ross (24), este es un proceso que incorpora una delegación de responsabilidad progresiva que se va adecuando a la creciente competencia del sujeto que aprende. Implica por tanto que la persona que “andamia” actúe teniendo en cuenta tanto cuál es la lógica de la tarea como cuál es el nivel de competencia de la persona “andamiada” para realizarla. No obstante conviene señalar, quizá saliendo del marco original de Wood, Bruner y Ross, la importancia que puede tener la relación afectiva y de confianza para el funcionamiento de un problema de andamiaje. En muchas ocasiones no es la competencia cognitiva o práctica o las aptitudes sino que son las emociones y actitudes lo que facilita o dificulta la realización de una tarea psicoterapéutica. En este sentido Nardone y Salvini (25) han señalado la importancia de las experiencias emocionales, de la sensación por encima de la cognición para facilitar el cambio en la visión de los problemas y la puesta en marcha de nuevas soluciones. De modo que no bastaría en psicoterapia con el conocimiento y la explicación de la lógica de los problemas psicológicos, sino que se precisaría también el ejercicio de una lógica psicoterapéutica por parte del terapeuta que facilite que el cliente se mueva de otro modo en sus emociones y ponga en marcha acciones que superen aquella lógica psicológica que crea o mantiene los problemas. 292 J. Manjón ORIGINALES Y REVISIONES Autoayuda, de nuevo Retomaremos ahora la autoayuda para contemplar qué nuevo paisaje se nos alumbra. Hemos destacado cómo a partir de los años 60 lo psicológico se cuece en un crisol en el que se funden la idea de realización personal, la individualidad, la búsqueda del yo, la reflexividad, la interioridad y la competencia en la expresión y manejo de los sentimientos. Las definiciones y contradicciones de la autoayuda tienen interés no solo en sí mismas sino porque reflejan el manejo popular de lo psicológico y muestran sus contradicciones. Los rasgos más señalados de la autoayuda se exponen a continuación. La Autoayuda como versión del Consejo y del Consejo Psicológico La literatura de autoayuda se mueve habitualmente en el terreno del consejo, con la propuesta de pautas fijas e invariables de acción como si fuesen válidas para toda persona y situación. Se trata de guiones o principios a seguir a fin de alcanzar el bienestar, la felicidad o aquello para lo que se haya escrito el libro en cuestión. Lo característico es cómo el optimismo, la positividad, la empatía, la asertividad, el agradecimiento o cualquier otra actitud o pauta se convierte en la regla infalible para llegar a buen puerto. Dichas estrategias o normas todoterreno se instituyen como un parámetro relevante, como variables independientes con poder casi causal. El modo de alcanzar la meta deseada consiste en aumentar la cantidad de ese parámetro en toda circunstancia. Estos materiales de autoayuda caen por tanto en lo que hemos llamado procedimientos de consejo, paramétricos. En muchas ocasiones se diseñan ejercicios que permitan entrenar la habilidad a aumentar. Un ejemplo característico es el caso de las autoafirmaciones o afirmaciones positivas. Se trata aquí de promover determinadas actitudes, pensamientos o emociones a base de repetir y tener presentes ciertas frases. Los supuestos mecanismos de actuación son diversos, y van desde pretender la reeducación del pensamiento o la emoción en direcciones más ética o personalmente deseables (“merezco ser respetado” “soy valioso” “me merezco lo mejor” “soy responsable de mi vida”) hasta la pretensión metafísica de influir en el mundo a través de la fuerza de la fe ( “Mis ingresos aumentan constantemente. Merezco prosperar” (26), “Me siento fabulosamente bien. Irradio buena salud“(27). No todos los textos de autoayuda caen, sin embargo, en la categoría de consejo paramétrico. Hay también materiales que ofrecen una descripción detallada de situaciones y estrategias y valoran cómo actuar en cada caso en relación a sus condiciones particulares. Manejan una definición estratégica de los problemas y proponen pautas alternativas y técnicas contextualizadas en el marco de las estrategias propias y de los demás. Es decir, que se mueven en una concepción de la lógica psicológica de los problemas, dentro de lo que hemos denominado procedi- La Autoayuda y el Consejo como Procedimientos Psicoterapéuticos ORIGINALES Y REVISIONES 293 mientos de consejo psicológico. Un ejemplo de este tipo de obras lo encontramos en Berckhan (28-29). Cabe señalar no obstante que este tipo de abordaje en la línea del consejo psicológico es mucho menos frecuente que el anterior. Las propuestas de la autoayuda remiten por tanto a los procedimientos de consejo y consejo psicológico, dependiendo de la sofisticación y complejidad de cada caso. Un material o protocolo escrito puede estar elaborado recogiendo consejos o describiendo perfectamente una lógica psicológica valiosa y funcional del problema. Su uso depende de las habilidades del lector. El consejo psicoterapéutico y la psicoterapia incorporan además un interlocutor psicoterapeuta, lo cual permite otra valoración del funcionamiento del cliente, de sus competencias y disposiciones. Esto facilita el ajuste de las tareas o procedimientos terapéuticos para maximizar su eficacia. Ese ajuste por parte de un experto queda fuera del ámbito de acción de los materiales de autoayuda. La ubicación de los Parámetros de la Autoayuda en la individualidad Los parámetros que maneja la autoayuda presentan además una ubicación peculiar. Suelen ser entidades psicológicas que remiten únicamente al individuo. No se trata de colaborar, compartir o mejorar la justicia social. Se pretenden cuestiones como gobernar nuestra propia dependencia emocional, alimentar nuestro niño interior o aumentar la autoestima. Son parámetros ubicados en las cualidades del individuo, modificar los cuales es responsabilidad exclusiva suya. De hecho (12) en muchas ocasiones el lector compra un libro de autoayuda animado por dificultades en sus relaciones, con sus padres, pareja, hijos, amistades o compañeros de trabajo. Lo que el manual de autoayuda le propone entonces es que su problema no es en realidad el que pensaba, sino que consiste en un problema en su yo o en la relación que mantiene consigo mismo. Para solucionar aquel otro problema debe entonces primero amarse, nutrirse y conocerse, porque no es posible amar a otros si uno mismo no se ama, ni estar en paz con los demás mientras uno no lo este consigo mismo. Debe ocuparse de sí, no de los demás, ya que la relación adecuada con uno mismo es el requisito necesario y suficiente para la realización personal y la consecución de objetivos. Los problemas remiten a cómo el individuo maneje sus cualidades y características individuales, no al tipo de situación en la que éste se encuentre. Soroujón (30) ha señalado cómo este desarrollo del individuo como agente responsable de sí que se autodetermina es una idea moderna que provendría tanto de la razón cartesiana desligada como de la autonomía de la voluntad kantiana, que fortalece la idea de una razón procedimental. Sin embargo este autor señala la existencia de otra vía que juzga más importante. Esta vía remite a la idea romántica de autenticidad, proveniente de una esencia individual ligada a los sentimientos y emociones. Esta autenticidad llevaría implicada la exigencia de autorrealización, 294 J. Manjón ORIGINALES Y REVISIONES de realización de esa originalidad en forma de un destino y camino personal. Lo que sucede en la moderna autoayuda es que esa autenticidad y autorrealización se independizan de las exigencias del vivir, del marco de los otros, la sociedad o la historia. Entonces la autorrealización de la autoayuda, sin más marcos de referencia que uno mismo, queda al amparo de impulsos cambiantes, de la búsqueda de experiencias personales o el cultivo de bienes “internos”. Los logros y las elecciones pierden el sentido cuando carecen de referencia a un objeto, se vacían sin marco de referencia. En todo caso, sea por una u otra vía, tanto la radicalización de la autonomía como la radicalización de la subjetividad en la autenticidad y la autorrealización llevan al mismo resultado, que es el de un sujeto desvinculado. Este sujeto desvinculado es un individuo que se autodetermina y autogestiona y es responsable último y único de lo que le sucede, que estaría en el fondo siempre bajo su control. Es la unidad ideal de un marco político y económico neoliberal, y en ese sentido no extrañaría el papel de los EEUU como foco irradiador de la literatura de autoayuda. La radicalización de la autonomía, autenticidad y autorrealización, sin referentes más allá de uno mismo, ubica los problemas en la individualidad y ensombrece cualquier otra influencia relevante. El cambio sobreviene por un esfuerzo de la voluntad, que modifica entidades y parámetros personales, aumentándolos o disminuyéndolos. Este marco dificulta valorar cuáles son las influencias interpersonales, familiares, sociales, éticas, políticas o históricas que conforman también la acción. Dichas influencias tienden a ser soslayadas más que reconocidas o manejadas, y el individuo queda en mayor grado inerme ante ellas. El sujeto pasa aquí de una competencia relativa, en su relación con aspectos que no controla directamente, a una incompetencia por desconocimiento premeditado de esos mismos factores y del modo en que le influyen. El único punto de referencia y el único campo de acción del individuo es su yo. Paradójicamente, bajo el amparo de esa ceguera autoimpuesta, ese individuo supuestamente autodeterminado queda desorientado y con ello más vulnerable a la extradeterminación que nunca, modelado por factores que ni conoce ni contempla conocer. La idea de Génesis y Proceso frente a la idea de Entidad y Parámetro La autoayuda radicaliza en ocasiones el llamado a entender los parámetros psicológicos como entidades individuales, esenciales, ahistóricas incluso, autogestionadas a través de la acción del individuo sobre sí mismo. La solución a los problemas consiste en que la voluntad trabaje para aumentar la cantidad de algunos parámetros o entidades, como pueda ser la autoestima. Frente a esta opción convendría poner en valor que, en un sentido constructivista, la acción psicológica es un ejercicio de génesis (31). No se trata solamente de que las acciones psicológicas sean construidas. Se trata además de que cada nueva La Autoayuda y el Consejo como Procedimientos Psicoterapéuticos ORIGINALES Y REVISIONES 295 repetición de la acción es un ejercicio de reconstrucción que en parte mantiene la pauta anterior y en alguna medida incorpora novedad. Es una nueva génesis, lo suficientemente análoga para funcionar de un modo equivalente pero nunca idéntica a otra acción previa. Este es el sentido de la reacción circular formulada por Baldwin y Piaget como modelo de función psicológica. En este sentido las formas de acción implican una génesis individual de los problemas y las soluciones. La psicoterapia, por su parte, no se resuelve generalmente en una apelación a la voluntad para que el individuo haga lo que tiene que hacer, para que añada o quite a los parámetros psicológicos. La psicoterapia conlleva, de un modo implícito o explícito, una reconstrucción de los procesos por los cuales los problemas se generan o mantienen, identificando los aspectos intervinientes y modificables a fin de utilizar y abrir vías alternativas de acción. Trataremos de ejemplificar la cuestión respecto a la agresividad. Seguramente la agresividad puede medirse como cualidad de los individuos, ordenándolos como más o menos agresivos, incluso buscando determinantes orgánicos de dicha agresividad. Un proceder psicoterapéutico sería, a mi juicio, diferente, en el sentido de incorporar esa idea de génesis y proceso. La agresividad no sería escuetamente una cualidad o propiedad del individuo, sino un proceso que sucede en un curso de acontecimientos, en relación con unos fines y unos medios, a una historia personal y a unos condicionantes personales y sociales. Se trata de explotar las cualidades de lo contextual y lo biográfico, frente a las determinaciones de lo orgánico. Desde un punto de vista psicoterapéutico la agresividad no se solucionaría con mayores dosis de calma, administrable quizá a través de consejos o a través de fármacos. Una vía psicoterapéutica precisaría incidir en las situaciones o modificar los procesos en los cuales la agresividad llega a suceder. Suponer que se trata de añadir mayores dosis de calma es un cierre en falso del problema, un cierre paramétrico que pone todo el peso en la voluntad del individuo, cuyo fracaso mostraría su incapacidad. Estos procesos de génesis individual de las formas de acción, son simultáneos y correlativos a la génesis histórica y social de los marcos de acción y verdades. Estos valores, verdades y marcos de comprensión y actuación remiten a condiciones culturales, sociales, antropológicas, sociológicas, que son el contexto en el que se desenvuelven las acciones individuales y colectivas. Un ejemplo antropológico lo constituye la institución del mayorazgo. Me referiré a su funcionamiento en Asturias, donde se denomina en asturiano meirazu o mayorazu. Su presencia es significativa en zonas de economía rural del área occidental. El meirazu, mayorazgo o herencia indivisa consistía y consiste (32) en que generalmente el primer hijo varón heredaba más de 2/3 de la casería, mientras que los restantes hermanos se orientaban hacia la emigración o la soltería, y las hermanas hacia la boda, sobre todo en caso de disponer de dote, o la soltería. 296 J. Manjón ORIGINALES Y REVISIONES El hombre casado de mayor edad, o amo de la casería, padre del heredero, asumía las tareas de mayor rango y responsabilidad, y el heredero iba aprendiendo progresivamente. La mujer casada de mayor edad, o ama de la casería, madre del heredero, asumía las tareas domésticas y ligadas a la administración y organización de la casa de un mayor prestigio, mientras la nuera y futura ama, la esposa del heredero, venida de otro lugar, iba aprendiendo las tareas propias de su sexo. El traspaso de funciones era progresivo, y la autoridad de los ancianos consolidaba el papel de la tradición y presionaba al heredero para acomodarse a ella como modo de ir ganando en estatus dentro del núcleo familiar. Aquellas zonas de Asturias en las que predomina el meirazu tienden de hecho a ser más inmovilistas y arcaizantes. La mujer que con la boda se incorporaba a la casa, la “nueva”, estaba en situación de fragilidad, al tener que acomodarse, muchas veces sumisamente, a una nueva casa y una nueva jerarquía en la que ocupa el último lugar, el más ingrato, con escaso poder de influencia y realizando labores duras y de poco prestigio. Respecto a la evolución del meirazu (33) desde mediados de los 70 las chicas jóvenes emigran casi masivamente a la ciudad, buscando una forma de vida distinta y mejor, muchas veces prefiriendo casarse con un obrero y formar su propia familia antes que casar con un heredero agrícola. De modo que los varones con tierras ahora se ven condenados a una soltería forzosa, con la progresiva desaparición de la casería como núcleo familiar y económico, mientras los segundones, antes en peor posición social, ahora se casan y forman una familia más fácilmente. En este contexto los núcleos de sufrimiento personal podrían tener que ver para los abuelos con el dolor por la desaparición de su casería y linaje, y la negociación de su cuidado con hijos o más frecuentemente hijas emigradas a la ciudad a las que antes no se les pedía tal cosa. Para los herederos solteros con el fracaso de su proyecto vital y su incapacidad para afrontar un nuevo destino para el que no están preparados. Para las mujeres que emigran a la ciudad con la pertenencia a dos mundos de reglas culturales diferentes, que pueden ser difíciles de conciliar, donde el marido e hijos pertenecen a un medio urbano, mientras la familia de origen se gobierna en el ámbito rural del mayorazgo. Tampoco sería extraño, desde este marco, problemáticas derivadas de una suegra o suegro cuidados o acogidos por un hijo o hija ya radicados en la ciudad, que quieren imponerse a su cuidadora, habitualmente mujer, o que quieren ejercer su autoridad en la casa que los acoge, como siempre vieron hacer. Siendo así que ahora, en entornos urbanos, con nuevas pautas culturales y sin el poder económico que antes significaba la posesión de la casería, no pueden ya cobrarse la obediencia que ellos prestaron a sus mayores en su momento. Estas constituirían condiciones de posibilidad para los conflictos, sufrimiento personal y psicopatología en su caso. Cabe señalar como de hecho, con muestras de La Autoayuda y el Consejo como Procedimientos Psicoterapéuticos ORIGINALES Y REVISIONES 297 población del occidente de Asturias, se ha señalado el meirazu o mayorazgo como factor de riesgo para Trastorno Mental (34). Valga esto como ejemplo de condiciones de vida cuya consideración es pertinente a la hora de definir o manejar las dimensiones de los problemas de un individuo. Condiciones que difícilmente encajan en la malla del manejo individual de las dimensiones personales que propugna muchas veces la autoayuda en cuestiones tales como el trabajo de la autoestima, la asertividad, o cualquier dimensión intrapsíquica. Seguramente podríamos leer condiciones semejantes, de tipo social e institucional, en cómo vivimos la soltería, la pareja, la familia, el trabajo, el ocio, la amistad... Estas y otras condiciones son los marcos de gestión y posibilidad, de deberes y obligaciones de las acciones individuales en relación con los demás. Se trata de realidades mantenidas a través de las prácticas repetidas, cambiantes histórica y socialmente pero no por ello menos reales e influyentes. Estas condiciones orientan además nuestros criterios de sentido, de éxito y fracaso, el tipo de contradicciones y conflictos que manejamos en nuestras vidas, y son difícilmente reducibles a dimensiones puramente intrapersonales. Podríamos poner otro ejemplo al respecto. Se trataría del caso de una mujer que acude a consulta en un Centro de Salud Mental. La mujer presenta sintomatología depresiva acreedora de un diagnóstico en tal sentido. Podría recibir un tratamiento psicofarmacológico o un tratamiento psicoterapéutico centrados en los síntomas que describe. Si el profesional explora adecuadamente encuentra conflictividad marital con la cual poner en relación la sintomatología. Podría entonces tratar de abordar dichos conflictos bien trabajando con la paciente exclusivamente, o bajo un formato de terapia de pareja. Si su exploración es cuidadosa podría tal vez darse cuenta que no se trata solo de conflictos de pareja, sino que se trata de un caso de maltrato, donde la posición de autoridad de uno de los miembros de la pareja se utiliza intencionada y reiteradamente para dañar al otro. En este caso hay unas condiciones de vida que causan perjuicio. Si esas condiciones de vida continúan inalteradas la expectativa de éxito de los tratamientos sintomáticos será sin duda mucho menor. Una mujer víctima de violencia de género dice en ocasiones que su problema es que le falta autoestima, y no cabe dudar de que sea cierto. Pero quizá esa no sea la mejor definición del problema para comenzar a resolverlo, sino que resulte de mayor interés abordar las condiciones de relación en las que esa falta de autoestima toma forma. En la realización de un tratamiento psicológico hay que considerar no solo las “técnicas” empleadas, sino también el modo de definir los problemas, que es una dimensión igualmente técnica. El fondo ideológico individualista, intrapsíquico y desvinculado de buena parte de la literatura de autoayuda reflejaría quizá la deriva en ese sentido de nuestra sociedad y nuestros modelos culturales y técnicos. 298 J. Manjón ORIGINALES Y REVISIONES Recapitulación final La literatura de autoayuda es ya un referente en la cultura occidental. Es al tiempo un reflejo de la psicología popular y al tiempo contribuye a configurarla. Probablemente el ejercicio de la Psicología Académica y la Psicoterapia no escapa a su influjo. Los procedimientos de consejo parten con frecuencia de un análisis paramétrico de las situaciones, que considera lo psicológico como parámetros, como entidades a las que aumentar o disminuir su cantidad. Pese a la aparente sencillez y claridad de este tipo de consejos en muchas ocasiones no funcionan, y resultan más tranquilizadores para el que los da que útiles para el que los recibe. Esto tendría quizá que ver con su carencia de una comprensión y elaboración psicológica de los problemas y los sujetos implicados. La autoayuda emplea habitualmente este tipo de procedimientos de consejo. Propone trabajar unas entidades o parámetros a los que dota con un poder prácticamente causal sobre el comportamiento y a los que ubica como cualidades de la interioridad de los individuos. Contribuye así a conformar un sujeto desvinculado de su contexto. Frente a estas ideas de parámetro y sujeto desvinculado hemos planteado la importancia para Psicología y Psicoterapia de las nociones de génesis y proceso, tanto a nivel personal como social. Nuestras acciones son procesos más que entidades. Esos procesos a través de los cuales tejemos y destejemos nuestros actos se dan en un contexto de relación con los otros y con lo que nos rodea. Implican límites, normas y verdades que se generan individualmente y también histórica y colectivamente. Los problemas no solo tienen dimensiones “individuales” sino también interpersonales, sociales, familiares, éticas, políticas, antropológicas. Dimensiones que difícilmente pueden anularse mediante la petición a la voluntad para que maneje parámetros de su propia individualidad más eficazmente. El sujeto de la autoayuda puede pretenderse desvinculado. Pero sus éxitos y fracasos, objetivos, acciones, estrategias, relaciones, emociones y conocimientos difícilmente lo estarán. No contemplar lo “extraindividual” no elimina su relevancia. Contemplar únicamente lo “intrapersonal” es un modo de generar falsa conciencia más que una manera de mejorar el funcionamiento. El modo en el que esto se problematiza en la autoayuda señalaría también una dificultad, en buena medida cultural, para nuestros modelos terapéuticos. Esta dificultad se hace patente cuando pretenden, sin conseguirlo, tener éxito focalizándose en síntomas específicos sin prestar atención a las condiciones efectivas de vida y de relación con los demás y con uno mismo en las que se desenvuelven las personas. Conviene recordar que la técnica no consiste solo en procedimientos estandarizados. Cómo definimos y enfocamos un problema es también un procedimiento técnico. El sujeto desvinculado de la autoayuda es responsable único de lo que le sucede, que estaría siempre bajo su control. Resulta coherente con modelos económi- La Autoayuda y el Consejo como Procedimientos Psicoterapéuticos ORIGINALES Y REVISIONES 299 cos y sociales occidentales especialmente de corte neoliberal. En estas sociedades se han producido avances y grados de bienestar innegables, pero existen también aspectos conflictivos. Uno de ellos sería el progresivo aumento de la desigualdad y desmantelamiento social, paralelo a un psicocentrismo en el que cada ciudadano es responsable de sí, y de nada más. Los conflictos humanos serían entonces psicológicos, y se dominarían con autodisciplina individual, tanto la ansiedad o la autoestima como el desempleo o la pobreza. Tal individualismo formaría ya parte de nuestras presuposiciones compartidas. Sería a día de hoy “sentido común” hasta haberse confundido con el paisaje, permaneciendo en algún grado oculto a la mirada, inadvertido. BIBLIOGRAFÍA (1) Ampudia de Haro F. Administrar el yo: literatura de autoayuda y gestión del comportamiento y los afectos. Revista Española de Investigaciones Sociológicas 2006; 113: 49-75. (2) Cheng M (2008). The selves of self-help books: Framing, argument, and audience construction for social and autonomous selves. LORE 2008; 6.2: 1-27. 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José Ramón Boxó Cifuentes a, Joaquín Aragón Ortega b, Orlando Benito Riesco c, Leonor Ruiz Sicilia d, Miguel Ángel Rubio González e. a Terapeuta y médico de familia. bTerapeuta de familia, enfermero especialista en salud mental y antropólogo social. cTerapeuta de familia y psicólogo clínico. dTerapeuta de familia y psiquiatra. eTerapeuta de familia y enfermero especialista en salud mental. a, b, c, d y e Programa de terapia familiar. Hospital Universitario Virgen de la Victoria. Málaga, España. Correspondencia: José Ramón Boxó Cifuentes (terapiafamiliarmalaga@gmail.com) Recibido: 08/04/2013; aceptado con modificaciones: 03/11/2013 RESUMEN: Presentamos un modelo de trabajo en terapia familiar organizado en torno a la representación por parte del equipo de profesionales de los componentes del espacio público de comunicación interpersonal. Analizamos los componentes conceptuales de los espacios privado y público y el trabajo práctico con ellos basado en la adaptación del equipo terapéutico a las fases evolutivas de la familia durante el proceso de la terapia, que permite definir un itinerario guía en su progreso hasta su conclusión. Palabras clave: Privacidad, Relación con lo público, Terapia familiar, Comunicación, Relaciones interpersonales, Terapia narrativa. ABSTRACT: We present a working model in family therapy organized around the representation by the team of professionals of public space components of interpersonal communication. We analyze the conceptual components of private and public spaces and practical work with them based on the adaptation of the therapeutic team to the developmental stages of the family during the therapy process, which allows to define a itinerary guide in his progress up to his conclusion. Key words: Privacy, Public relations, Family therapy, Communication, Interpersonal relations, Narrative therapy. Introducción El desafío que supone para un equipo de terapia familiar la solicitud de ayuda por parte de los consultantes y los profesionales que los derivan, hace pertinente una reflexión en torno al modo en que se organiza la atención y los fundamentos sobre los que reposa la racionalidad de la ayuda y su aplicación. El proceso parece iniciarse con una disposición a escuchar. La mera acción de escuchar, pone en marcha una pluralidad de poderosos fenómenos con repercusiones sanadoras en el sentido de resolución de conflictividad y sufrimiento evitable. En un trabajo preliminar (1) proponíamos cuatro aspectos fenomenológicos de la disposición a escuchar que podrían hacer de ella una acción terapéutica teniendo en cuenta las correlaciones subyacentes que le atribuimos: 302 J.R. Boxó, J. Aragón, O. Benito, L. Ruiz, M.A. Rubio ORIGINALES Y REVISIONES 1. Migración comunicacional desde el espacio privado de relación al espacio público: enfrenta la patología de la puntuación de los hechos 2. Apertura de la reflexividad y recuperación del sentido común: enfrenta la distorsión de la percepción del mundo 3. Validación del self: enfrenta la crisis de identidad 4. Estructura narrativa: enfrenta la historia saturada por el problema En este trabajo pretendemos centrarnos en la dimensión terapéutica que supone la toma de decisión por parte de la familia de sacar su conflictividad privada a una esfera de análisis configurada por lo público. Tras una revisión de la literatura pertinente seleccionamos aquellos conceptos y aportaciones de otros autores que se han mostrado relevantes para la creación de este texto; también recogemos datos de nuestra actividad como equipo de terapia familiar en un modelo público de salud bajo un paradigma sistémico evolucionado que incorpora elementos de la teoría de la acción comunicativa y de la teoría del reconocimiento (2). Para una mejor comprensión remitimos al lector a dos textos elaborados por los mismos autores y que han sido referentes en el proceso de construcción del presente artículo (3-4). Circunscribimos el espacio público al encuentro propiciado por el sistema de salud, donde familias con dificultades tienen oportunidad de acceder para el diálogo facilitado por un equipo profesional acreditado, tras llegar a un acuerdo mínimo entre sus miembros y aceptar un marco ético de conversación. De los enfoques clásicos de la terapia familiar sistémica podemos destacar algunas formas de abordaje: La orientación estructural, tras la puesta en escena de las pautas disfuncionales, trabaja sobre el establecimiento de límites equilibrados entre los subsistemas familiares y la modificación de las construcciones cognitivas que perpetúan las relaciones conflictivas (5). Los modelos estratégicos buscan provocar desafíos que lleven a la familia a contemplar el absurdo de su sistema de distribución del poder dentro del grupo y sustituirlo por un equilibrio aceptable (6). Los modelos narrativos trabajan sobre la deconstrucción de la historia problemática de la familia mediante un proceso conversacional en el que se intenta explicitar lo no explicado, la vida familiar expresada fuera del problema, y la construcción de una historia alternativa que tiene en el presente terapéutico un origen (7). Nuestra aportación a los modelos de organización del proceso terapéutico pretende diferenciar fases de trabajo específico por parte del equipo y métodos de análisis comunicacional concreto que faciliten y unifiquen el trabajo con las familias. La dimensión terapéutica del espacio relacional público ORIGINALES Y REVISIONES 303 Pretendemos hacer ver el proceso terapéutico como el camino que ha de andar la familia desde la configuración de sus relaciones, propias de un espacio privado limitado que les mantiene en un conflicto hiriente que les hace pedir ayuda, hasta una nueva configuración relacional más propia de los valores del espacio público en la que el reconocimiento y respeto mutuo les aporten mejores condiciones existenciales. Los espacios comunicacionales Partimos de la fenomenología de la vida activa propuesta por Hannah Arendt y sus distinciones entre la esfera pública y la privada, que desarrollamos apoyándonos en las aportaciones de Ernesto Garzón Valdés para la diferenciación de los distintos espacios relacionales y teniendo en cuenta, en la práctica terapéutica concreta, los niveles de legitimación de las instituciones sociales de Berger y Luckman aplicados a la familia por Salvador Minuchin. Si de una manera gráfica pudiéramos delimitar el componente físico de estos espacios en el que se producen las relaciones humanas, la esfera de la intimidad se verificaría al cerrar la puerta de la alcoba y la esfera privada al cerrar la puerta del hogar que sería su limitante. La esfera social se verificaría en la calle pudiendo, las más de las veces, representar una extensión poblacional de los valores privados, quedando para el espacio público, aquel en el que la libertad del discurso y de la inserción de la identidad en el diálogo con los otros es posible. El espacio privado aporta un mínimo de bienes y un lugar de pertenencia para fundamentar la dignidad personal y el único lugar oculto del mundo común público a donde los miembros puedan retirarse y proteger la intimidad. La palabra privado cobra de su original sentido privativo, su significado. Para Hannah Arendt vivir una vida privada por completo significa, por encima de todo, estar privado de cosas esenciales a una verdadera vida humana: estar privado de la realidad de ser visto y oído por los demás, estar privado de una objetiva relación con los otros que proviene de hallarse relacionado y separado de ellos a través del intermediario de un mundo de cosas, de intereses comunes; estar privado de insertar en el mundo la propia vida y comenzar una historia personal (8). En la familia los otros está severamente restringido. Esta diferenciación de espacios relacionales no pretende ser maniquea sino funcional. La propia diferenciación entre estas esferas reclama una reconsideración ya que lo privado también alberga el lugar que toda existencia humana necesita para cuidar las bases de la vitalidad sin las que no habría realmente un quién que saliera al espacio público. La familia entendida como totalidad, necesita producir cierto tipo 304 J.R. Boxó, J. Aragón, O. Benito, L. Ruiz, M.A. Rubio ORIGINALES Y REVISIONES de consenso acerca del sentido y finalidad de sus vidas juntas y esta necesidad se gesta en las remodelaciones evolutivas que se producen en el espacio privado. Garzón Valdés considera que lo íntimo es el ámbito de los pensamientos de cada cual, de la formación de decisiones, de las dudas que escapan a una clara formulación, de lo reprimido, de lo aún no expresado y que quizás nunca lo será. Dentro del ámbito de la intimidad caen también aquellas acciones cuya realización no requiere la intervención de terceros y tampoco les afecta. A la privacidad correspondería el ámbito donde pueden imperar exclusivamente los deseos y preferencias individuales reservado a un tipo de relaciones interpersonales en donde la selección de los participantes depende de la libre decisión de cada individuo. Lo público está caracterizado por la libre accesibilidad de los comportamientos y decisiones de las personas en sociedad. Si lo íntimo estaba caracterizado por su total opacidad, lo que caracteriza a lo público es la transparencia. Entre estos dos extremos cabría ubicar el ámbito de lo privado como aquél en donde impera una transparencia relativa (9). En el ámbito de lo privado, aceptamos reglas de convivencia que, por una parte, tienden a preservar nuestra intimidad y, por otra, erigen barreras a la invasión de lo público. Las líneas de demarcación de los distintos espacios en la estructura familiar se realizan mediante sistemas de legitimación que reposan en tradiciones y mitos y se expresan en el lenguaje. Tienden a la protección del entramado relacional de la familia y contienen esquemas explicativos simples que sirven a los miembros para dotar de significado a los hechos (5). La terapia familiar tiene sentido en la medida en que las propias reglas activas dentro del espacio privado familiar están generando y perpetuando conflictividad y sufrimiento. Es más, amenazan la preservación de la intimidad y restringen la incorporación de los miembros a un espacio donde insertar su identidad, el público. No obstante hemos comprobado cómo estos conceptos relacionales no deben ser identificados sólo con referentes espaciales físicos del tipo espacio privado igual a domus, espacio público igual a calle. Más bien pensamos que hablamos de espacios relacionales en tanto que lo que realmente los define son las dinámicas relacionales que en ellos se establecen, de forma que podemos observar espacios públicos en la privacidad doméstica, porque cumplen las características que les asignamos al espacio público y viceversa, observamos dinámicas relacionales que se corresponden con los espacios privados que tienen lugar en la vida pública; nuestra actualidad social y política ofrece numerosos ejemplos donde las características de la relación descritas para el espacio privado son fácilmente detectables para el observador medio. En el apartado siguiente conceptualizamos las características del espacio privado familiar involucradas directamente en la conflictividad sin menosprecio La dimensión terapéutica del espacio relacional público ORIGINALES Y REVISIONES 305 de las potencialmente beneficiosas y necesarias que deben ser explicitadas durante el proceso de una terapia familiar. Conceptualización del espacio privado Identificamos en el espacio privado las siguientes características: Asimétrico, Jerarquizado, Mitológico, Normativo. Asimétrico porque la distribución de autoridad está necesariamente concentrada en unas pocas figuras en orden a asegurar la subsistencia de la prole; jerarquizado en el sentido de que los roles determinan la posibilidad de ejercicio del poder y son difícilmente intercambiables; mitológico en el sentido que en su organización y normas internas, la distribución de roles e identidades toman sus significados de una narración simbólica que actúa como matriz de las orientaciones de sentido de una tradición transgeneracional, y normativo porque está definido por reglas tanto explícitas como implícitas que provocan la recurrencia de pautas conductuales (10). Demarcación conceptual del espacio público El espacio público por su parte debe presentar las siguientes características para identificarlo: Igualitario, Democrático, Razonable, Ético. Igualitario pues posibilita la expresión de la pluralidad humana con su doble carácter de igualdad y distinción mediante un equilibrio en el montante de poder que cada miembro necesita para asegurar su propia representatividad en el discurso conjunto de la familia. Ser visto y oído por otros deriva su significado del hecho de que todos ven y oyen desde una posición diferente (8); democrático porque basará sus representaciones, el imaginario que construye, sobre las aportaciones de todos los miembros que desarrollan el discurso, asegurando que nadie quede silenciado ni nadie se reserve información privilegiada. Razonable porque 306 J.R. Boxó, J. Aragón, O. Benito, L. Ruiz, M.A. Rubio ORIGINALES Y REVISIONES el imaginario que se construye debe ser argumentado en aportaciones llenas de sentido común, es decir, percibidas por todos los participantes, y ético porque las acciones deben ser justificadas sobre la base de evitar el sufrimiento. Lo que hay en juego En la acción de escuchar se rompe la reiteración del diálogo yo-mí con la solicitud de ser escuchado porque la reflexividad lleva en sí misma la amenaza de replegarse sobre sí, en lugar de una apertura hacia el establecimiento de la identidad. El sentido común entraña la característica de poder pensar particularmente con los otros y desde la perspectiva de otros dando una sensación de realidad y de estabilidad al cambiante mundo de las relaciones humanas. Esto no solo se debe a que el ser humano sea un ser pensante, sino también a que existe sólo en lo común propio de la pluralidad, de modo que su razón demanda comunicación y podría extraviarse si no lo hace, pues como observó Kant, la razón no se adapta al aislamiento sino a la comunicación. La traslación de un espacio a otro, que implica el inicio de una relación ayuda, se enfrenta decididamente con la patología derivada de la puntuación de la secuencia de hechos que se fundamenta en el uso inadecuado del poder y en la privación del acceso a la información (11). Puntuar equivale a establecer el valor o el carácter de la relación desde una situación de legalidad: pretende imponer el sentido y el juicio de valor de las conductas. Practica una apertura en lo real que va más allá de lo dado, privilegiando a alguien o a un grupo, que se pone aparte con la intención de convertirse en absoluto y dilucidar el sentido último de todo lo que acaece. En otras palabras, la puntuación privilegia juicios y personas sobre otras perspectivas y seres. Se apoya en la utilización incorrecta de los privilegios del espacio privado de relación. En la familia remite a un ejercicio inadecuado de la conyugalidad o la parentalidad cuyas consecuencias quedan fuera del control de quién actúa introduciendo un elemento adicional de arbitrariedad. Cada mensaje tiene valores informativos y valores conativos o de control. Estos últimos pretenden definir la relación. La puntuación pretende quitar a algunos su propia voz aunque paradójicamente necesita de ellos para afirmar su dominio. La comunicación derivada de un marco de puntuación opresivo está limitada a lo permisible en una estructura relacional en la que a algunos les es permitido hablar, mientras otros pueden hablar dentro de los límites impuestos por los primeros. La psicoterapia viene a suplir la comunicación no efectuada en la cotidianidad (12). Es una invitación a pensar, particularmente a pensar desde el punto de vista de otros. La dimensión terapéutica del espacio relacional público ORIGINALES Y REVISIONES 307 En las distintas modalidades de abordaje de la problemática familiar podemos distinguir la presencia de este intento de migración: los terapeutas pretenden confrontar las dificultades familiares contrastándolas, mediante técnicas de comunicación, con las nuevas posibilidades de relación que podrían experimentarse si se incorporan valores del espacio público a la convivencia familiar. El proceso de incorporación de estos valores es variable según los autores. Castilla del Pino señala que uno de los efectos de la incomunicación es el desarrollo en el aislamiento, en la individualidad, y, en consecuencia, sin el refrendo por parte de los demás de la viabilidad del proyecto que para sí mismo se traza o del pensamiento obtenido sobre una realidad (12). Esto implica que la introspección, el interés de la conciencia por su propio contenido, no puede construir una identidad ya que está limitada a un mundo construido por la propia mente sin validación. En nuestro caso, el equipo toma sobre sí la responsabilidad de representar al mundo, al espacio público con sus valores. La terapia será una reiteración recuperadora y confrontadora que pretende que salga a la luz lo no dicho explícitamente y supuesto en todo pensamiento o conducta. Busca modificar la puntuación hacia otros significados que alivien sufrimientos. En otras palabras, dar voz al sufriente. El sentido común que defendemos es el relacional, la participación en un mundo común. La terapia enfrenta a la familia con la necesidad de recuperar el sentido común, de enfrentar su distorsión del mundo, con la intromisión de parte del mundo, el espacio público, que representa el equipo terapéutico. ¿Cómo se efectúa esta migración entre espacios? Distinguimos tres etapas guía por las que transita la familia durante la terapia. Su reconocimiento determina las actividades del equipo en cada fase y proporciona indicadores relacionados con el alta clínica o la recomendación de seguimiento por los terapeutas individuales que hayan realizado la derivación. Estos son: 1. La familia como comunidad asociativa 2. De la comunidad asociativa a la comunidad colaborativa 3. De la comunidad colaborativa a la comunidad comunicativa 1.La familia como comunidad asociativa El rasgo distintivo de la familia como comunidad asociativa es que en esta esfera doméstica sus miembros viven juntos llevados por sus necesidades y exi- 308 J.R. Boxó, J. Aragón, O. Benito, L. Ruiz, M.A. Rubio ORIGINALES Y REVISIONES gencias para su mantenimiento individual y supervivencia; necesitan para ello la compañía de los demás y ejercer un sistema de interdependencia y gobierno. La familia en esta configuración relacional se encuentra en medio del conflicto y de sus intentos de solución siendo esta fase una etapa lenta en la que los terapeutas sabemos que es muy difícil, cuando no imposible que sus miembros miren más allá del propio sufrimiento, de la propia defensa individual, de la propia puntuación de los hechos y del uso particular de las características limitantes del espacio privado. Esta situación favorece el desarrollo de jerarquías basadas en la fuerza, asimetrías paradójicas con un núcleo de importante contradicción, normas sin autoridad moral y uso de la mitología como recurso amenazante de exclusión, en lugar de su percepción como el esfuerzo interpretativo de las generaciones precedentes. La familia en estos momentos se comporta como una comunidad estratégica donde cada individuo es incapaz de hacer concesiones, pues aún espera lograr la imposición de su propia puntuación de hechos, el éxito de su cosmovisión. Sin embargo aceptan problematizar mediante el discurso sus pretensiones, de modo que el dialogo se presenta como un medio para alcanzar sus intereses personales, es decir como un instrumento de poder en lugar de una herramienta para la comprensión. La lucha reiterada por la imposición de perspectivas y el sufrimiento y desgaste de ella derivados, constituyen un embrión de la necesidad comunicacional entre los miembros de la familia y expresa la vinculación íntima que los une. La intensidad de la lucha es proporcional a la falta de reconocimiento que tienen los miembros entre sí. Desde una óptica hermenéutica estas tensiones reflejan las dificultades para incorporar la experiencia diversa de los miembros dentro de un patrón de relaciones que se ha quedado insuficiente y que busca a través del conflicto nuevas posibilidades. Familia T. El hijo mayor vive en una situación de alejamiento con la amenaza de exclusión del resto de la familia formada por la madre y dos hijas más. La mitología que posibilita esta acción a la madre toma su poder de la narración que ella misma hace de su propia vida: sola se ha enfrentado a numerosas adversidades y no ha sido carga para nadie. Establece la norma de que a partir de cierta edad se es independiente o se es un aprovechado que debe ser expulsado. Las hijas menores ocupan un lugar preferente en la jerarquía al no haber tenido que demostrar aún su competencia para cumplir la norma. La asimetría determina que las razones del hijo para explicar sus dificultades no sean tenidas en cuenta. Contenidos de la tarea terapéutica 1. El objetivo será el contrato, acuerdo entre voluntades individuales bajo la premisa de preeminencia del egoísmo. La explicitación de estos pactos no pasa de la expresión de la ganancia particular para cada miembro quedando en un segundo plano el beneficio familiar. La dimensión terapéutica del espacio relacional público ORIGINALES Y REVISIONES 309 2. El contrato es una idea de indudable utilidad práctica, implica una obligación de acatamiento individual para conquistar la paz familiar como forma de bien común. Intenta poner las bases para alcanzar una situación favorable a la comunicación racional. Contratos más habituales 1. La firma del contrato terapéutico. El contrato que nuestro equipo propone define principios de confidencialidad, solicitud de permisos, da primeros pasos en la participación colectiva en la consulta, afronta la disipación de información oculta y crea compromisos temporales para dar oportunidad a dialogar suficientemente sobre todo. Nuestro contrato terapéutico (extractos): Cumplimentando esta solicitud de tratamiento, firmada por los miembros de la familia, quedan ustedes anotados en la lista de espera del Programa de Terapia Familiar Sistémica… La cumplimentación y firma de esta solicitud supone una aceptación de las características del trabajo clínico antes señaladas… La información escrita por ustedes en esta solicitud debe reflejar las opiniones de común acuerdo, para lo que sugerimos se reúnan todos los miembros de la familia para contestarla… ¿Todos los miembros de la familia conocen la totalidad del contenido de este documento? Especificar quién sí y quién no… Fecha, firma, nombre y apellidos de los miembros de la familia. 2. El pacto por la vida: deponer la amenaza de autolisis para mantener la cohesión familiar. Limitar la escalada simétrica cuya máxima expresión en este momento es la apuesta de la propia vida para doblegar las voluntades de los miembros y garantizar la estabilidad del estatus sistémico alcanzado. 3. El pacto contra la violencia: toda violencia se opone a la terapia, el dominio por el terror impide la libre comunicación. Aquí la escalada simétrica llega a su máxima expresión apostando la integridad del otro para mantener la cohesión del grupo. 4. El pacto para el uso de la palabra durante el encuentro. El respeto a los tiempos de expresión, la valoración equivalente de las perspectivas, y la concisión son elementos que comienzan a demarcar el respeto a la autonomía de cada participante en el encuentro clínico. 5. Pacto para realización de tareas terapéuticas. Las tareas son ejercicios conductuales de entrenamiento en el ámbito extra-clínico que suponen un compromiso de los distintos miembros para hacer cosas diferentes a las que hasta ahora han sido recurrentes y agotadoras. 310 J.R. Boxó, J. Aragón, O. Benito, L. Ruiz, M.A. Rubio ORIGINALES Y REVISIONES 2. La familia como comunidad colaborativa La distinguimos como la familia bajo la contención de los contratos terapéuticos. Este logro representa el primer y fundamental paso de la familia hacia metas comunes más allá de la percepción de beneficios individuales: Si en la primera etapa los miembros de la familia escuchaban más al equipo, ahora comienzan a escucharse entre ellos mismos. Por tanto, el objetivo del equipo es la comunicación en la familia. La percepción de dificultades en la comunicación, no sentirse visto u oído o entendido, más que no ver, oír o entender a los otros miembros, es una constante en la descripción de los motivos de consulta que manifiestan las familias al rellenar la solicitud de tratamiento. El equipo debe ser experto en comunicación, en la familia los expertos son los propios miembros de la familia (7). Asumimos las propuestas habermasianas de la pragmática universal para la que la comprensión por medio del lenguaje representa el caso más básico de acción comunicativa. El equipo pone su técnica al servicio de la razón comunicativa en el convencimiento ingenuo de que existe una necesidad de intercomunicación orientada a la emancipación humana en todos los miembros y que esta necesidad confiere un cierto grado de reflexividad sobre la propia conducta lingüística y la de sus interlocutores (13). La idea subyacente es que los miembros de la familia saben cómo llevar a cabo realizaciones comunicativas satisfactorias sin ser capaces de dar una explicación explícita de los criterios en que se basan, si bien son capaces de reconocerlos cuando los ponen en práctica. Contenidos de la tarea terapéutica El equipo revisa y depura las pretensiones de validez de cada afirmación en un ejercicio de claridad comunicacional donde vayan emergiendo las personas y retrocediendo los discursos. Procura en todo momento señalar el potencial emancipatorio incluido en las diferentes intervenciones que realizan los miembros especialmente en las paradójicas porque al encerrar una contradicción de términos facilita el análisis dialéctico. En estos momentos la familia es una comunidad colaborativa con el equipo. El equipo terapéutico pretende que todos puedan hablar de todo y para ello se guía por la aplicación de las tareas propias de la pragmática. Siguiendo a Habermas, la tarea del equipo terapéutico consiste en identificar y construir con la familia los presupuestos generales de la acción comunicativa orientada a alcanzar el entendimiento intersubjetivo. El fin de una comunicación es la provocación de un estar de acuerdo que termina en la comunión intersubjetiva de la comprensión recíproca, del saber participado y de la confianza recíproca (14). El equipo enmarca la conversación bajo dos principios conversacionales que Paul Grice definiera de una forma sencilla y efectiva (15): La dimensión terapéutica del espacio relacional público ORIGINALES Y REVISIONES 311 • El principio cooperativo: los participantes esperan que cada uno hará su contribución conversacional tal como es requerida, en el escenario en que ocurre, para el propósito o dirección aceptado en el intercambio verbal. • El principio informativo: el destinatario tiene la licencia para aplicar su conocimiento del mundo para inferir un sentido implícito que es más intensamente informativo que la actual expresión. La obra de Grice aporta, a nuestro entender, una consideración de eficacia a la comunicación de modo que sea exitosa para las personas implicadas. Familia B. Formada por padre, madre y dos hijas que viven con sus parejas pero que se encuentra atrapadas en su familia de origen donde expresan manifestaciones de angustia, somatizaciones y preocupación por sus padres. - Madre: hay cosas que sé pero que me reservo para no dañar a mi familia (Aparentemente transgrede el principio cooperativo. Es paradójico, pues si es un secreto no hablaría de su existencia y como lo hace es su contribución conversacional de modo que realmente sí quiere hablar de ello) - Terapeuta: entendemos que quiera cuidar a su familia llevando sola esta información. No obstante sabemos que las personas podemos cuidarnos mejor si compartimos los pesos que llevamos dentro con los demás. De este modo nos informamos a través de los que nos cuidan y no por personas ajenas que no tengan este interés por nosotros. (Amparándose en el principio informativo intenta desactivar los secretos que se presentan como información privilegiada; instrumento éste del dominio relacional al condicionar la puntuación de los hechos) El marco proporcionado por estos dos principios, nos permite trabajar directamente con las pretensiones de validez propuestas por Habermas aplicadas a las unidades comunicacionales que cada miembro de la familia comparta con los demás. El equipo estará atento a que estas se cumplan, proporcionando la base del ejercicio comunicativo de las sesiones. Su cumplimiento da cuenta y ejercita las competencias comunicacionales fundamentales: distinguir entre un mundo público (lo que realmente es) y uno privado (lo que parece ser); distinguir entre el sí mismo individualizado y sus distintas expresiones y acciones en las que se manifiesta; y, distinguir en la reciprocidad de expectativas interpersonales entre lo que es y lo que debe ser (14). Las pretensiones de validez que propone Habermas y que el equipo tiene en cuenta en la moderación del diálogo entre los miembros de la familia son las siguientes: 1. Inteligibilidad: expresiones comprensibles para todos 2. Verdad: coherencia con la historia construida 312 J.R. Boxó, J. Aragón, O. Benito, L. Ruiz, M.A. Rubio ORIGINALES Y REVISIONES 3. Veracidad: genuinas y sinceras 4. Rectitud: tender a un acuerdo recíproco sobre la base de normas y valores considerados como válidos. El estar de acuerdo reposa sobre la base del reconocimiento de las respectivas pretensiones de validez: comprensibilidad, verdad, sinceridad y justicia en relación a normas y valores. El que habla debe elegir una proposición comprensible, para que el que habla y el que escucha puedan entenderse el uno al otro; el que habla debe tener la intención de comunicar un contenido proposicional verdadero, para que el que escucha pueda compartir su saber; el que habla debe querer exteriorizar las propias intenciones de modo verdadero, para que el que escucha pueda tener confianza en aquello que dice; el que habla debe finalmente buscar la expresión justa en la consideración de normas y valores vigentes, para que el que escucha la pueda aceptar de modo que ambos, el que habla y el que escucha, puedan ponerse de acuerdo en orden a un fundamento normativo reconocido (14). El fracaso en alcanzar estas pretensiones dentro de la narración se intenta resolver habitualmente mediante dos salidas que perpetúan la conflictividad y que el equipo debe reconocer para no involucrase en ellas: • Recurso a la acción estratégica orientada al éxito en la que se podría utilizar cualquier medio de seducción incluida la fuerza. • Traslado de la comunicación al nivel del discurso donde es problematizada y llevada a la búsqueda cooperativa de argumentos. Durante el curso de la terapia, el terapeuta debe asegurar que todo lo expresado sea inteligible de modo que cada avance se incorpore como material de un pacto de lectura: todos entendemos que estamos hablando de lo mismo. La verosimilitud se desarrolla en el modo de la coherencia de la narración. El terapeuta la utilizará como la herramienta principal de la racionalización del discurso. Por último la rectitud hace referencia a la necesidad de un ajuste ético o moral del discurso de modo que todo lo que produzca sufrimiento debe ser explicitado y enjuiciado de cara a su afrontamiento. El abandono del sufrimiento tiene que ser sentido como una conquista de una libertad afirmativa en la que sus condiciones de realización son la auto-realización y el reconocimiento intersubjetivo. De este modo la verdad y la rectitud constituyen las pretensiones más relevantes para la racionalidad comunicativa. Familia H (6ª sesión). Formada por la madre y dos hijas adultas jóvenes no emancipadas. Acuden a la Unidad tras una larga historia de sufrimiento y conflictividad que les ha llevado a la imposibilidad de hablarse y escucharse sin La dimensión terapéutica del espacio relacional público ORIGINALES Y REVISIONES 313 sentir el riesgo de la ruptura. La pareja parental estaba dañada desde sus inicios. El embarazo y posterior aborto de la hija mayor fue utilizado por la pareja para poner fin a su convivencia, trasladando la responsabilidad de su fracaso como pareja, a la entonces adolescente. La madre penaliza durante dos años a esta hija con descalificaciones y culpa. Cuando es confrontada por el relato de las hijas aduce una amnesia selectiva durante esos años. - Madre. No recuerdo nada de lo que ellas me dicen. Estaba tan deprimida entonces y además bebía. Ahora me siento mal porque ellas me ven como culpable. - Hija. Me arrepiento de haber comentado aquí todas estas cosas porque el ambiente en casa es peor. Antes lo llevaba yo sola pero ahora ella se hace una víctima. El cierre que propone la madre transgrede las pretensiones de verdad, veracidad y corrección. No se adecúa a los recuerdos de las dos hijas y de una hermana suya; no es aceptable la autenticidad de la amnesia que además resiste a la actualización realizada por el relato; no se presenta bajo el valor de responsabilidad, de asunción del daño y solicitud de perdón. La hija pone en su persona lo que espera de la madre, arrepentimiento. El equipo orienta la conversación hacia otras posibilidades ya que la comunicación en estos términos es un fracaso e imposibilita un consenso emocional de reconciliación. 3. La familia como comunidad comunicativa Entendemos la comunicación sanadora como la experiencia de reciprocidad entre sujetos en la que cada miembro reconoce a los otros como agentes morales portadores de razones y concede el derecho a la igualdad y libertad. Cuando los miembros de la familia experimentan y expresan esta vivencia tenemos la razonable certidumbre de que han alcanzado esta etapa de crecimiento personal. El diálogo es un fin en sí mismo ya que lo que se comunica son formas de vida. Sujetos capaces de interpretar y dar sentido a la realidad. El objetivo es el reconocimiento. El reconocimiento de sí por parte de la persona actuante y sufriente se caracteriza como saberse capaz de ciertas realizaciones. Contenidos de la tarea terapéutica La posición activa del terapeuta estriba en su comportamiento racional con el que puede reaccionar a las cualidades valiosas de una persona y saber explicitar esa capacidad de acción en el encuentro clínico mediante una perspicaz percepción de los valores de cada uno. El terapeuta asume la representación de una continuidad simbólica de la comunidad humana que concede el reconocimiento negado en la experiencia del paciente. El reconocimiento en terapia familiar tiene 314 J.R. Boxó, J. Aragón, O. Benito, L. Ruiz, M.A. Rubio ORIGINALES Y REVISIONES una dificultad añadida que no parece existir en la terapia individual. En esta la función simbólica del terapeuta es determinante, pero en aquella, la simbología se difumina ante el papel real de los miembros de la familia que son los que tienen que conceder el reconocimiento. El terapeuta representa a una comunidad mediadora, el espacio público, pero la familia es la comunidad reconocedora. No puede ser sustituida por el terapeuta porque donde hay presencia real, la simbología toma otras dimensiones secundarias. El reconocimiento restituye a la familia su capacidad de cuidar como un complejo de actitudes y disposiciones, de saberes y competencias, cuya relevancia, puesta de manifiesto en el espacio público, vuelve a la privacidad e intimidad con la impronta del valor democrático (16). Conduce al establecimiento de relaciones privadas éticas en las que la reconstrucción de las condiciones de comunicación dañadas y la resistencia práctica del sujeto moralmente dañado abocan a una situación renovada de reconocimiento recíproco (17). Familia H (Última sesión): - Madre a la hija: Lo siento. Perdóname por los malos momentos. Quiero ser un punto fuerte de apoyo en tu vida. Eres mi vida. El pasado, pasado está. Confío en ti y quiero que confíes en mí. No te voy a volver a decepcionar. Viviremos con un optimismo que merezca la pena. No volveremos a pasar por ahí. Procuraré recompensarte. - Hija a la madre: (Le entrega un collage con escenas de las dos desde pequeña) Está todo olvidado. Confío en ti. Por encima de todo te quiero. Eres mi madre, la que me ayuda, sufre y siempre está ahí. Te pido perdón porque no te he facilitado el camino. - Hijas entre sí: Te quiero mucho. Eres la primera persona en quién confío y tú lo sabes. El fin de la terapia se anuncia. Cuando los miembros de la familia alcanzan este nivel, el diálogo es el medio para reconocer y su posibilidad libre es el reconocimiento mismo. Hasta la polémica se incorpora al diálogo pues encierra la promesa de un reconocimiento. La razón carece de entidad dictatorial, depende del consenso de ciudadanos libres. El ejemplo anterior presenta una familia que transitó por las distintas fases hasta un alta consensuada por alcanzar los objetivos, plenos en este caso. No siempre es así. En nuestros registros solo un tercio de las familias llegan a un alta consensuada con el equipo debido al logro de los objetivos terapéuticos comunes. Algunas familias prefieren permanecer en un estadío colaborativo modulado por algunos pactos de supervivencia y otras, lamentablemente, prefieren permanecer en una posición conflictiva cronificada. La dimensión terapéutica del espacio relacional público ORIGINALES Y REVISIONES 315 Conclusiones La terapia familiar se enriquece y orienta teniendo en cuenta la interacción entre los espacios relacionales y la conflictividad que surge de la transgresión de fronteras o de la falta de permeabilidad a los valores del espacio público. Atendiendo a las posibilidades de la familia en cada fase del proceso terapéutico, los terapeutas podrán centrar sus actuaciones sin tensar inapropiadamente el momento evolutivo del que la familia es capaz. Los valores del espacio público se pueden aplicar de forma práctica siguiendo las propuestas de la pragmática universal de Habermas y las nociones de la teoría del reconocimiento. Bibliografía (1) Boxó Cifuentes JR. La acción de escuchar. Med fam Andal 2010; 2: 178-183 (2) Benito Riesco, O.; Rubio González, M.A.; Boxó Cifuentes, J.R.; Ruiz Sicilia, L.; Aragón Ortega, J. Family Profiles and Activities of a Public Unit Family Therapy. WPA Thematic Conference. Granada 2012. (3) Boxó Cifuentes JR, Aragón Ortega J, Ruiz Sicilia L, Benito Riesco O, Rubio González MA. Análisis de la connotación positiva como promotor lingüístico de cambios. Mosaico 2013; 54: 16-22. (4) Boxó Cifuentes JR, Aragón Ortega J, Ruiz Sicilia L, Benito Riesco O, Rubio González MA. 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Unidad de trastornos de Identidad de Género del Principado de Asturias (U.T.I.G.P.A.). Hospital San Agustín de Avilés y Centro de Salud Mental I (C.S.M. I) “La Magdalena”, Avilés, Asturias, España. bBecaria predoctoral de la Facultad de Psicología, Universidad de Oviedo, España. cProfesora Titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo, España. a Correspondencia: María Fernández Rodríguez (maria.fernandezr@sespa.princast.es) Recibido: 13/03/2013; aceptado con modificaciones: 14/11/2013 RESUMEN: El objetivo de este trabajo es analizar y reflexionar sobre los cambios introducidos en los Estándares Asistenciales (EA) de la 7ª versión de la Asociación Mundial de Profesionales para la salud Transgénero (World Profesional Association for Transgender Health, WPATH, 2011). Intenta despatologizar sustituyendo el diagnóstico “trastorno de identidad de género” por “disforia de género” y se amplía la población objeto de atención y las opciones de tratamiento. No es un prerrequisito realizar la experiencia de la vida real y/o psicoterapia para el tratamiento hormonal, elimina la obligatoriedad del tratamiento hormonal para la cirugía de mamas y la comorbilidad psiquiátrica no excluye necesariamente el acceso a las terapias hormonal y quirúrgica. Uno de los apartados más controvertidos es el dedicado a niños y adolescentes. Los nuevos estándares asistenciales suponen una superación del modelo dicotómico tradicional, estableciendo que el género sentido y expresado no tiene porqué ir indisolublemente ligado al sexo biológico. Palabras clave: Estándares asistenciales; disforia de género; trastorno de la identidad de género; transexualismo. ABSTRACT:The aim of this presentation is to analyse and reflect on the changes brought in the Care Standards of the 7th version of WPATH (World Professional for Transgender Health). It attempts to depathologize replacing the Diagnostic “Gender Identity Disorders” by “Gender Dysphoria” and extends the target population and treatment options. It is not a prerequisite to carry out the real life experience and/or psychotherapy for the hormonal treatment, the obligation to carry out the hormonal treatment for breast surgery is removed and the psychiatric comorbidity does not neccesarily exclude the access to the hormonal and surgical therapy. One of the most controversial sections is the one dedicated to children and teenager treatment. The new standards involve an overcoming of the traditional dycotomic model, setting that gender, felt and expressed, does not need to be inextricably linked to biological sex. Key words: Standard of Care; gender dysphoria; gender identity disorder; transexualism. 318 M. Fernández, P. Guerra, E. García-Vega ORIGINALES Y REVISIONES Introducción Las normas de cuidado para las personas con disforia de género que tienen más aceptación general entre los distintos equipos de tratamiento están basadas en los Estándares Asistenciales (EA) propuestos por la “Asociación Internacional de Disforia de Género Harry Benjamin (HBIGDA)” (1-2). A esta asociación desde el año 2007 se la conoce como Asociación Mundial de Profesionales para la Salud Transgénero (WPATH) (3). “El objetivo de esta asociación es promover atención, tratamiento, educación, investigación, defensa y actuación pública basados en las pruebas existentes sobre la salud transgénero” (4). Se constituye en 1979 y aprueba unos protocolos estándares de tratamiento para personas transexuales que se revisan periódicamente y sirven de guía asistencial. Desde el documento original se han realizado distintas versiones, en 1980, 1981, 1990, 1998, 2001 y en el Simposio bianual de la WPATH, celebrado en septiembre de 2011 en Atlanta, fue presentada la séptima y última versión (4). Desde que Harry Benjamin (5) definiera el transexualismo como entidad patológica, la atención a las personas con disforia de género ha ido orientada fundamentalmente a seguir un proceso transexualizador estableciendo una serie de pasos a seguir que conducen a la reasignación de sexo. Las versiones 5ª y 6ª plantean la triada terapéutica como tratamiento habitual para los hombres y mujeres biológicas que presentan un trastorno de identidad de género (TIG) o transexualismo según las clasificaciones diagnósticas en vigor, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales en su cuarta versión revisada (6) y la Clasificación Internacional de Enfermedades en su décima edición (7). La triada terapéutica consiste en la realización de psicoterapia y/o experiencia de la vida real (adoptar plenamente el rol nuevo o evolutivo de identidad sexual ante los acontecimientos y circunstancias de la vida cotidiana), seguido de tratamiento hormonal correspondiente al sexo de identificación y finalmente, tratamiento quirúrgico. Una vez establecido el diagnóstico de transexualismo, se puede avanzar en dicha secuencia terapéutica si cumplen los criterios de elegibilidad y disposición establecidos. La 7ª versión (4) amplía el colectivo objeto de atención y en consecuencia, la oferta de tratamientos. La propia denominación de los nuevos EA hace explícito que abordan la salud de las personas transexuales, transgénero y con disconformidad de género. Además, realiza otras modificaciones que conllevan importantes implicaciones tanto para los usuarios como para los profesionales de las unidades que tratan la disforia de género. La 7ª versión de los Estándares Asistenciales de la WPATH. Un enfoque diferente... ORIGINALES Y REVISIONES 319 Intento de despatologización En mayo de 2010 la WPATH publicó un manifiesto demandando la no psicopatologización de la disconformidad de género (8). Señala que “La expresión de las características de género, incluyendo las identidades, que no estén asociadas estereotípicamente con el sexo asignado al nacer, es un fenómeno común y multicultural humano que no debe ser juzgado como implícitamente patológico o negativo”(4). La 7ª versión hace referencia explícita a esta declaración del Consejo de Dirección de la WPATH y establece que para su aplicabilidad, los profesionales de la salud deben tener en cuenta 8 principios básicos. El primero hace referencia a la necesidad de mostrar respeto para los pacientes no conformes con sus identidades de género aclarando que no se patologicen las diferencias en identidad o expresiones de género. Mientras que la 5ª (1) y 6ª (2) versión de los EA parten del diagnóstico de transexualismo (7) o de trastorno de la identidad de género (6), los nuevos estándares hablan de la disforia de género que pueden presentar en algún momento de su vida las personas transexuales, transgénero y disconformes con su género. Esta disforia de género alcanzaría el estatus de trastorno mental, sólo si por su gravedad, el sufrimiento cumpliese criterios para un diagnóstico formal. Por lo tanto, las personas transexuales, transgénero y disconformes con su género no están implícitamente trastornadas, es el sufrimiento de la disforia de género lo que es diagnosticado. Además, no solamente las personas transexuales, transgénero y disconformes con su género pueden presentar disforia de género, sino también otros colectivos como los drag queens o las personas homosexuales (9). El término “disforia de género” acuñado por Fisk (10) y posteriormente introducido en el DSM-IV-TR (6), es un concepto más amplio que el de transexualismo. La disforia de género hace alusión al malestar o sufrimiento causado por la discrepancia entre la identidad de género de una persona y su sexo de nacimiento. Según las clasificaciones actualmente en vigor, (6-7), la disforia de género no sólo puede presentarse en las personas transexuales sino también en otros trastornos de identidad de género como pueden ser en el travestismo no fetichista, en algunas parafilias como el transvestismo fetichista o en estados intersexuales. La 7ª versión se ha adelantado a los cambios del la nueva versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales, el DSM-5 (11). La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) presentó el 10 de febrero de 2010 el primer borrador de la quinta versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (12). En un primer momento, proponen una modificación terminológica con respecto al DSM-IV-TR, se cambia el concepto de “identidad de género” por el de “incongruencia de género” (“gender Incongruence”). Posteriormente y debido a las críticas recibidas (12), en la versión definitiva del 320 M. Fernández, P. Guerra, E. García-Vega ORIGINALES Y REVISIONES manual se reemplaza el término de “incongruencia de género” por el de “disforia de género”. Distintos colectivos y asociaciones internacionales (Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) han reivindicado que la transexualidad desaparezca de las clasificaciones diagnósticas (13-14). Hasta la fecha no se han cumplido sus expectativas, sin embargo, al eliminar el término “trastorno”, posibilita la desaparición del diagnóstico cuando tras el proceso de reasignación sexual, el desajuste psicológico desaparece y la persona siente que existe congruencia entre el género que se le asigna y el género con el que se identifica (11). Se amplía la población objeto de atención La demanda de las personas transexuales de someterse a tratamiento de reasignación sexual a través de terapias hormonales y quirúrgicas, ha estado presente en el terreno de las clasificaciones diagnósticas (15-19, 6) y en las aportaciones que los distintos autores han realizado sobre el fenómeno del transexualismo (5, 20-21). El objeto de atención de la 5ª y 6ª versión (1-2) serían los hombres y mujeres biológicos que presentan un diagnóstico de TIG o transexualismo (6-7). La atención, por tanto, estaría orientada fundamentalmente a seguir un proceso transexualizador, estableciendo una serie de pasos a seguir que conducen a la reasignación de sexo. Estas versiones marcaban criterios específicos de elegibilidad y adicionales de disposición de obligado cumplimiento tanto para la terapia hormonal como quirúrgica (1-2). El objeto de tratamiento de la 7ª y última versión (4) son las personas que presentan disforia de género, siempre y cuando la disforia no sea secundaria o esté mejor explicada por otros diagnósticos. Ya no sólo son subsidiarias de atención las personas que presentan un transexualismo, sino también aquellas que trascienden las definiciones culturales de género (transgénero) y las que presentan disconformidad de género siempre y cuando presenten disforia de género. La 7ª versión mantiene que lo que definiría a la persona transexual es el deseo de realizar o haber realizado la reasignación sexual. Es decir, sujetos que buscan cambiar o han cambiado sus características sexuales primarias y/o secundarias a través de intervenciones médicas feminizantes o masculinizantes (hormonas y/o cirugía), acompañadas típicamente de un cambio permanente en el rol de género. Otro grupo de atención son las personas transgénero, es decir, sujetos que cruzan o trascienden las definiciones culturales de género. La identidad de género de una persona transgénero difiere en varios grados del sexo que se le asigna La 7ª versión de los Estándares Asistenciales de la WPATH. Un enfoque diferente... ORIGINALES Y REVISIONES 321 al nacer. Por último, estarían las personas disconformes con su género. Se trata de sujetos cuya identidad de género, rol o expresión del mismo difiere de lo que es normativo a su sexo natal en una cultura y período histórico determinado. Sólo algunas personas disconformes con el género experimentan disforia de género en algún momento de sus vidas. Una novedad importante sería la introducción en estos nuevos EA de la asistencia y tratamiento de las personas con trastorno del desarrollo sexual (TDS) cuando presentan disforia de género El DSM-5 (11), a diferencia de manuales anteriores (6-7) establece que se debe especificar cuando se hace un diagnóstico de disforia de género, si la persona presenta o no un trastorno del desarrollo sexual. Se amplía la oferta de tratamientos: el tratamiento hormonal y quirúrgico no es la única opción de las personas con disforia de género. Al incorporar nuevos colectivos también se amplía la oferta de tratamientos. La 7ª versión establece que para las personas con disforia de género se pueden tomar en consideración una “variedad de opciones terapéuticas”(4). Es decir, mientras que las anteriores versiones hacían referencia a la triada terapéutica para hombres y mujeres biológicas (aunque no tenían que llegar siempre al último paso de la secuencia, consistente en cirugía genital), esta versión expone que “la cantidad y el tipo de intervenciones a aplicar y el orden en que se haga podrán cambiar de persona a persona”(4) Las opciones de tratamiento que incluye la 7ª versión son: - Cambios en la expresión e identidad (como vivir parcial o totalmente en un rol de género distinto al asignado y consistente con la identidad de género que siente como propia). - Terapia hormonal para masculinizar o feminizar el cuerpo. - Cirugía para cambiar las características sexuales primarias y/o secundarias. - Psicoterapia (individual, en pareja, en familia o en grupo) con diversos objetivos como: explorar la identidad, rol y expresión de género; centrarse en el impacto negativo de la disforia de género y el estigma en la salud mental; reducir la transfobia internalizada; buscar el apoyo social y de iguales; mejorar la imagen personal; o fomentar la resiliencia. Aunque esta última versión elimina la psicoterapia como criterio de elegibilidad para el acceso a terapia hormonal o quirúrgica, le otorga mucha importancia a través de la gran cantidad de funciones que se le asignan. Postula que aunque no es un requisito, sí es muy recomendable. 322 M. Fernández, P. Guerra, E. García-Vega ORIGINALES Y REVISIONES El objetivo de la psicoterapia es encontrar maneras de maximizar el bienestar psicológico, la calidad de vida y autosatisfacción personal. No está pensada para cambiar la identidad de género de la persona y que sea congruente con el sexo de nacimiento, sino para ayudarle a explorar problemas de género y aliviar su disforia. Según la 7ª versión, los profesionales atienden la disforia de género en el contexto de evaluación y de ajuste psicosocial: “La evaluación puede no resultar en diagnóstico, en un diagnóstico relacionado con disforia de género, y/o otros diagnósticos que describen aspectos de la salud” (4). El papel del profesional de salud mental, además de cerciorarse de que la disforia de género no es secundaria o esté mejor explicada por otros diagnósticos, consiste en informar sobre las distintas opciones de identidad y expresión de género (no sólo sobre un modelo dicotómico: hombre masculino y mujer femenina) así como las intervenciones existentes. El profesional debe ayudar a las personas con disforia de género a afirmar su identidad de género, explorando el abanico de posibilidades para la expresión de dicha identidad y tomando decisiones al respecto de las distintas opciones de tratamiento para aliviar esa disforia. El tratamiento hormonal y quirúrgico no es la única opción de las personas con disforia de género. De la misma forma, debe de asesorar, diagnosticar e intervenir sobre los problemas de salud mental coexistentes. La psicoterapia desaparece como criterio de elegibilidad. Disminuye la obligatoriedad de la experiencia de la vida real y el tratamiento hormonal es solamente un criterio recomendable pero no de obligado cumplimiento. Como ya hemos mencionado, la 5ª (1) y 6ª (2) versión establecen la triada terapéutica como tratamiento habitual. Una vez establecido el diagnóstico de transexualismo, se puede avanzar en dicha secuencia terapéutica si cumplen los criterios de elegibilidad y disposición establecidos. Los criterios de elegibilidad serían los requisitos mínimos que la persona debe cumplir para avanzar en las diferentes fases de la triada terapéutica. Se trata de requisitos objetivos que el clínico debe documentar. Los criterios de disposición serían más subjetivos y se fundamentan en el juicio clínico del profesional sobre la consolidación de la identidad de género durante la intervención y la estabilidad de la salud mental en el nuevo o confirmado rol de género. La 7ª versión establece que, para las personas con disforia de género, existen una variedad de opciones terapéuticas y ya no hace mención a la triada terapéutica como secuencia de intervenciones. Además, a diferencia de las anterio- La 7ª versión de los Estándares Asistenciales de la WPATH. Un enfoque diferente... ORIGINALES Y REVISIONES 323 res, no hace distinción entre criterios de elegibilidad y de disposición, sino que establece criterios únicos. La psicoterapia, en la 5ª y 6ª versión, aparece como criterio opcional de elegibilidad y no como requisito de obligado cumplimiento. La 7ª versión no lo contempla como criterio elegible. En las versiones 5ª (Tabla 1) y 6ª (Tabla 2) la psicoterapia no es un prerrequisito para la terapia hormonal siempre y cuando se realice la experiencia de la vida real. Sin embargo, en la 5ª versión puede exigirse durante la experiencia de vida real, cuando el profesional valore esta necesidad de psicoterapia del individuo. Por el contrario, la 6ª versión establece la posibilidad excepcional de no realizar ni la psicoterapia ni la experiencia de la vida real en la terapia tripartita (por ejemplo, para evitar la autohormonación). Mientras que la 5ª versión prohíbe explícitamente la administración de hormonas cuando no se cumple con la experiencia de la vida real o la psicoterapia, la 6ª versión permite en situaciones determinadas que se suministren hormonas a quienes rechazan realizar la experiencia de la vida real y la psicoterapia. Mantiene como en la 5ª versión la posibilidad de prescribir hormonas a las personas que no deseen someterse a intervenciones quirúrgicas. Tabla 1. Criterios de elegibilidad y disposición para aplicar la terapia hormonal en adultos (5ª versión, HBIGDA, 1998) Criterios 1. Tener al menos 18 años. 2. Conocimiento de los efectos de las hormonas desde el punto de vista médico, así como de sus desventajas y riesgos. Elegibilidad 3. Experiencia de vida real documentada de al menos tres meses antes de empezar con la administración de hormonas, o 4. Un período de psicoterapia cuya duración determinará el psicólogo clínico tras la evaluación inicial (mínimo tres meses). 5. En ningún caso se administrarán tratamientos hormonales a personas que no cumplan los requisitos 3 ó 4. 1. Consolidación de la identidad de género durante la experiencia de la vida real o la psicoterapia. Disposición 2. Realizar algún progreso para controlar otros problemas al objeto de mejorar o mantener una salud mental estable (ausencia de sociopatías, abuso de sustancias, psicosis, tendencias suicidas,…). 3. Uso responsable de las hormonas. 324 M. Fernández, P. Guerra, E. García-Vega ORIGINALES Y REVISIONES Tabla 2. Criterios de elegibilidad y disposición para aplicar la terapia hormonal en adultos (6ª versión, HBIGDA, 2001) Criterios 1. Tener al menos 18 años. 2. Conocimiento demostrable de lo que pueden y no lograr las hormonas, y de los riesgos y beneficios sociales. Elegibilidad 3. Uno u otro de: a. Experiencia de la vida real de al menos tres meses antes del suministro de hormonas. b. Un período de psicoterapia de duración especificada por el profesional de salud mental después de la evaluación inicial (normalmente un mínimo de tres meses). 1. El paciente ha reafirmado más su identidad de género durante la experiencia de la vida real o durante la psicoterapia. Disposición 2. El paciente se ha adelantado hacia superar otros problemas identificados, así para mejorar o mantener un estado estable de salud mental (implica control de problemas como sociopatías, abuso de sustancias, psicosis, tendencias suicidas,…). 3. Uso responsable de las hormonas. La 7ª versión, de forma más absoluta, elimina la obligatoriedad de la psicoterapia y de experiencia de la vida real como requerimientos indispensables para la terapia hormonal (Tabla 3). Tabla 3. Criterios para la terapia hormonal en adultos (versión 7ª, WPATH, 2011) Criterios 1. Disforia de género persistente y bien documentada 2. Capacidad de tomar una decisión y dar un consentimiento al tratamiento plenamente informados 3. Alcanzar la mayoría de edad en el país 4. Si hay problemas de salud mental o médica presentes, deberán estar bajo razonable control. La 7ª versión de los Estándares Asistenciales de la WPATH. Un enfoque diferente... ORIGINALES Y REVISIONES 325 La 5ª versión, a diferencia de la 6ª, estable criterios comunes para la cirugía genital y mamaria. Para todas las cirugías, requiere dentro de los criterios de elegibilidad, el cumplimiento de 12 meses de tratamiento hormonal y 12 meses de experiencia de vida real continua con éxito (Tabla 4). Esta versión añade que la psicoterapia no es un prerrequisito, aunque el profesional puede exigirla durante la experiencia de la vida real. Asimismo, señala que Si una persona ha vivido de forma convincente como miembro del sexo opuesto durante un periodo de tiempo prolongado y se le considera en la evaluación como una persona psicológicamente sana tras el preceptivo periodo de psicoterapia, no existen razones fundadas por las cuales deba tomar hormonas antes de someterse a cirugía mamaria o genital (1) Es decir, la versión 5ª ya establece la posibilidad de no realizar el tratamiento hormonal cuando el individuo realiza la experiencia de la vida real y ha llevado a cabo un tratamiento psicoterapéutico. Tabla 4. Criterios de elegibilidad y disposición para la cirugía reconstructiva (genital y mamaria) en adultos (5ª versión, HBIGDA, 1998). Criterios 1. Mayoría de edad legal en el país del paciente. 2. Doce meses de tratamiento hormonal continuado para quienes no presenten contraindicaciones médicas. 3. Doce meses de exitosa y continua experiencia de la vida real a tiempo total. Elegibilidad 4. Si así lo exige el psicólogo clínico, una participación regular en un proceso de psicoterapia durante la experiencia de la vida real con la frecuencia que determine el profesional. 5. Poseer conocimiento demostrable del coste requerido para la hospitalización, probables complicaciones y los requerimientos de rehabilitación quirúrgica que requiere cada tipo de intervención. 1. Progresos demostrables en la consolidación de la nueva identidad de género. Disposición 2. Avances demostrables en sus relaciones familiares y laborables, y en su modo de afrontar problemas interpersonales, que den lugar a un estado de salud mejor (ausencia de sociopatías, abuso de sustancias, psicosis, tentativas de suicidio,…). En el caso de la cirugía de pecho, la 6ª versión indica que los transexuales masculinos (TM, de mujer a hombre) pueden someterse a cirugía al mismo tiempo que comienzan la terapia hormonal. En el caso de las transexuales femeninas (TF, de hombre a mujer), pueden realizar la mamoplastia de aumento si se verifi- 326 M. Fernández, P. Guerra, E. García-Vega ORIGINALES Y REVISIONES ca que el aumento de pecho que resultó después de 18 meses de terapia hormonal no le proporciona la comodidad suficiente. Es decir, con respecto a la 5ª versión, aumentan los meses requeridos para la hormonación en el caso de las TF (de 12 a 18 meses) pero no es necesario en el caso de los TM. La experiencia de vida real también deja de ser un prerrequisito. Los criterios de elegibilidad para la cirugía genital de la 6ª versión, siguen indicando al igual que la versión anterior, 12 meses de terapia hormonal continua y 12 meses de experiencia de vida real exitosa (Tabla 5). Esta versión contempla también la posibilidad de realizar intervenciones genitales sin hormonación, siempre y cuando la persona ha realizado durante largo tiempo y de forma convincente, la experiencia de la vida real y además, tras un periodo requerido de psicoterapia la evaluación psicológica sea favorable. Es decir, mientras la 6ª versión establece como criterios de elegibilidad previo a la cirugía genital, la realización de la terapia hormonal y de la experiencia de la vida real, abre la puerta a que excepcionalmente se pueda realizar sin realizar el tratamiento hormonal. Tabla 5. Criterios de elegibilidad y disposición para la cirugía reconstructiva genital en adultos (6ª versión, HBIGDA, 2001) Criterios 1. Mayoría de edad legal en el país del paciente. 2. Doce meses de tratamiento hormonal continuado para quienes no presenten contraindicaciones médicas. 3. Doce meses de exitosa y continua experiencia de la vida real a tiempo total. Elegibilidad 4. Si así lo exige el psicólogo clínico, una participación regular en un proceso de psicoterapia durante la experiencia de la vida real con la frecuencia que determine el profesional. 5. Poseer conocimiento demostrable del coste requerido para la hospitalización, probables complicaciones y los requerimientos de rehabilitación quirúrgica que requiere cada tipo de intervención. 6. Conocimiento de varios cirujanos competentes 1. Progresos demostrables en la consolidación de la nueva identidad de género. Disposición 2. Avances demostrables en tratar asuntos laborables, familiares e interpersonales, lo que resulta en un estado mejor de salud mental (ausencia de sociopatías, abuso de sustancias, psicosis, tentativas de suicidio,…). La 7ª versión de los Estándares Asistenciales de la WPATH. Un enfoque diferente... ORIGINALES Y REVISIONES 327 Los criterios para la cirugía de pecho de la 7ª versión no incluyen, en ningún caso, la necesidad de terapia hormonal previa (Tabla 6). La 6ª versión si la requería en el caso de las TF. Esta última versión, recomienda la hormonación en las TF, pero durante un periodo menor de tiempo, 12 meses. Además, aunque establece como criterio general realizar 12 meses continuados de terapia hormonal previa a la cirugía genital, también posibilita abstenerse del tratamiento hormonal si la persona no lo desea (Tabla 6). A diferencia de versiones anteriores, plantea diferencias de criterios entre unas cirugías y otras. Establece solamente como requisito ineludible la realización de la experiencia de la vida real en el caso de las cirugías genitales (metoidioplastia, la faloplastia o la vaginoplastia). Tabla 6. Criterios para las cirugías en adultos (versión 7ª, WPATH, 2011) Criterios para mastectomía y creación de pecho masculino y para aumento de pecho en transexuales femeninas (TF) 1. Disforia de género persistente y bien documentada 2. Capacidad para tomar una decisión y consentimiento plenamente informados sobre el tratamiento. 3. Mayoría de edad en el país 4. Si hay problemas médicos o psicológicos presentes, deberán estar bajo razonable control. Criterios para cirugía genital Histerectomía y ovariectomía (TM) y orquiectomía (TF) 1. Disforia de género persistente y bien documentada 2. Capacidad para tomar una decisión y consentimiento plenamente informados sobre el tratamiento 3. Mayoría de edad en el país 4. Si hay problemas médicos o psicológicos presentes, deberán estar bajo razonable control. 5. 12 meses continuados de terapia hormonal adecuada a la meta del genero del paciente (a no se que tenga contraindicaciones médicas o no pueda o no quiera tomar hormonas). Metoidioplastia o faloplastia (TM) y vaginoplastia (TF) 1. Disforia de género persistente y bien documentada 2. Capacidad para tomar una decisión y consentimiento plenamente informados sobre el tratamiento. 3. Mayoría de edad en el país 4. Si hay problemas médicos o psicológicos presentes, deberán estar bajo razonable control. 5. 12 meses continuados de terapia hormonal adecuada a la meta del género del paciente (a no ser que tenga contraindicaciones médicas o no pueda o no quiera tomar hormonas). 6. 12 meses continuados de experiencia de la vida real en un rol de género que sea congruente con su identidad de género 328 M. Fernández, P. Guerra, E. García-Vega ORIGINALES Y REVISIONES Una de las implicaciones que conlleva la no obligatoriedad de la terapia hormonal, sería la necesidad de revisar los requerimientos de la “Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas” (22), que reconoce el derecho de las personas transexuales a cambiar su sexo legal y que éste se corresponda con la identidad que reclaman como propia. Esta ley establece unos requisitos que se deben cumplir para hacer uso de este derecho. Como principio general, se establece la obligatoriedad de que la persona haya sido tratada médicamente al menos dos años para acomodar sus características físicas a las correspondientes al sexo reclamado, y este requisito será acreditado mediante informe del médico colegiado responsable del tratamiento o en su defecto, de un médico forense especializado. Quedarían exentos de cumplir este requisito las personas que aporten certificado médico que justifique la no conveniencia de tratamiento por razones de salud o de edad. Es frecuente la demanda de las personas con disforia de género de iniciar un proceso que les lleve a cumplir los requisitos necesarios para llevar a cabo el cambio registral. Las personas transexuales que están realizando la experiencia de la vida real se quejan de la sorpresa del entorno cuando presentan documentación con un nombre y una mención de sexo que no da cuenta del género sentido. Esta disonancia dificulta la integración socio-laboral y favorece la estigmatización. Dado que según los actuales EA no es obligatorio realizar el tratamiento hormonal, las personas con disforia de género pueden prescindir de someterse al tratamiento médico. Sin embargo, si no siguen el tratamiento con las actuales condiciones legales no pueden modificar el sexo y nombre de nacimiento en el registro para adecuarse al género que sienten como propio. La comorbilidad psiquiátrica no es necesariamente un criterio de exclusión para el acceso al tratamiento médico Los criterios de disposición de la 5ª y 6ª versión (1-2) establecen que para iniciar tratamiento hormonal es necesario mejorar o mantener una salud mental estable. Mientras que en la 5ª versión quedan excluidas las personas que presentan sociopatías, abuso de drogas, psicosis, tendencias al suicidio, etc., en la 6ª versión, tendrían acceso al tratamiento siempre y cuando estos problemas estuviesen bajo control (Tablas 1 y 2). En esta misma línea, la 7ª versión establece entre los criterios para el acceso a la terapia hormonal que “Si hay problemas de salud mental o médica presentes, deberán estar bajo razonable control” (4). Es decir, la presencia de problemas de salud mental coexistentes no necesariamente impide el acceso a hormonas femi- La 7ª versión de los Estándares Asistenciales de la WPATH. Un enfoque diferente... ORIGINALES Y REVISIONES 329 nizantes/masculinizantes, sino que dichos problemas deben de ser tratados antes o durante el tratamiento de la disforia de género. Estos planteamientos también se reflejan en el apartado relativo a la infancia. Mientras que la 5ª versión requiere explícitamente como criterio la “ausencia de psicopatología grave” (1) en los casos que excepcionalmente se realicen intervenciones que retrasen la pubertad, la 6ª versión no lo incluye como criterio elegible, sino que establece como principio general la necesidad de investigar, entre otros, los aspectos psicológicos del individuo. La 7ª versión, introduce este principio general dentro de los criterios necesarios para llevar a cabo la primera fase de tratamiento hormonal, manteniendo la generalidad de este requisito al establecer que han de señalarse y tener en cuenta cualquier tipo de problemas médicos, psicológicos o sociales que puedan interferir con el tratamiento. Nuevas perspectivas en el tratamiento de la disforia de género en la infancia y adolescencia La 5ª versión establece que nunca deberán emplearse terapias hormonales o quirúrgicas en niños. En adolescentes el tratamiento debe ser conservador, ya que el desarrollo de la identidad de género puede evolucionar rápida e inesperadamente. Por tanto, la edad mínima general a partir de la cual se pueden realizar intervenciones hormonales son 18 años y preferiblemente con consentimiento parental. El tratamiento hormonal para adolescentes deberá realizarse en dos fases únicamente después de que la pubertad se haya establecido plenamente. Según la 5ª versión, “existen pocos casos en los que sea recomendable la administración de hormonas a adolescentes menores de 18 años” (1). La 7ª versión mantiene el planteamiento de la 6ª versión. Establece que los adolescentes pueden ser elegibles para recibir hormonas que demoran la pubertad tan pronto como empiezan los cambios de la misma, recomendando que se haya llegado hasta la Etapa dos de Tanner. Para evaluar el desarrollo puberal se utilizan las tablas de Tanner, quien estableció 5 etapas en el desarrollo mamario y del vello pubiano en niñas y del desarrollo genital y del vello pubiano en niños. La 5ª versión aunque mantiene, como norma general, los 18 años como punto de corte para iniciar el tratamiento hormonal, las excepciones que contempla continúan prohibiendo la administración de hormonas que inducen características del sexo opuesto (segunda fase) antes de los 16 años. En la 6ª y 7ª versión, la excepción se ha convertido en la norma y establece que los adolescentes pueden ser elegibles para comenzar tratamiento hormonal cruzado (segunda fase) cuando tienen 16 años, preferiblemente con consentimiento paterno. 330 M. Fernández, P. Guerra, E. García-Vega ORIGINALES Y REVISIONES La versión 5ª no prevé las intervenciones totalmente irreversibles en menores de edad, es decir, las cirugías. La 6ª plantea que las intervenciones irreversibles deben retrasarse tanto como sea posible, estableciendo la mayoría de edad (los 18 años en España) o dos años de experiencia de vida real. La 7ª versión requiere para la cirugía genital dos criterios: la mayoría de edad en el país en el que se encuentren y haber vivido de forma continua durante al menos 12 meses en el rol de género que es congruente con su identidad de género. Tabla 7. Resumen de los principales cambios en las tres últimas versiones de los EA QUINTA VERSIÓN y SEXTA VERSIÓN Parten del diagnóstico de “transexualismo” o de “trastorno de identidad de género” (TIG) Plantean la triada terapéutica (psicoterapia y/o experiencia de la vida real, tratamiento hormonal y quirúrgico) como tratamiento habitual para las mujeres y hombres biológicos con TIG. Establecen criterios específicos de elegibilidad y adicionales de disposición de obligado cumplimiento tanto para la terapia hormonal como quirúrgica. Se exige la experiencia de la vida real y/o psicoterapia para el acceso a la terapia hormonal. La sexta versión permite en situaciones excepcionales que se suministren hormonas a quienes rechazan realizar la experiencia de la vida real y la psicoterapia. La quinta versión requiere para cirugía mamaria, 12 meses de tratamiento hormonal previo y 12 meses de experiencia de la vida real. La sexta versión aumenta los meses de tratamiento hormonal previo a la cirugía de pecho en TF (18 meses) y no es necesario el tratamiento hormonal previo en TM. La experiencia de la vida real deja de ser un prerrequisito. SÉPTIMA VERSIÓN En un intento por despatologizar sustituye el diagnóstico “trastorno de identidad de género” por “disforia de género” (DG). No hace mención a la triada terapéutica. Amplia el colectivo objeto de atención (personas transexuales, transgénero, con disconformidad del género y con trastornos del desarrollo sexual) y la oferta de tratamientos (el tratamiento hormonal y quirúrgico no es la única opción de las personas con DG) No hace distinción entre criterios de elegibilidad y de disposición, sino que establece criterios únicos. Elimina la obligatoriedad de la psicoterapia y de la experiencia de la vida real como requerimientos indispensables para la terapia hormonal. Para la cirugía de pecho no incluye, en ningún caso, la necesidad de terapia hormonal previa. Recomienda la hormonación en las TF durante un periodo de 12 meses. Se mantiene la no obligatoriedad de la experiencia de la vida real. La quinta versión mantiene para la cirugía genital los mismos criterios que para la cirugía mamaria. La sexta versión también establece como criterios de elegibilidad para la cirugía genital la realización de 12 meses terapia hormonal y 12 de experiencia de la vida real. Esta versión plantea la excepcionalidad de realizar esta cirugía sin tratamiento hormonal previo. Establece12 meses continuados de terapia hormonal previa a la cirugía genital. Posibilita abstenerse del tratamiento hormonal si la persona no lo desea. La experiencia de la vida real no es necesaria para algunas cirugías (histerectomía y ovariectomía en TM y orquiectomía en TF), pero para otras cirugías genitales (metoidioplastia, la faloplastia o la vaginoplastia) es requisito indispensable La 5ª versión establece que nunca deberán emplearse terapias hormonales o quirúrgicas en niños (Edad mínima general para intervenciones hormonales son 18 años). La 6ª versión establece que los adolescentes pueden ser elegibles para recibir hormonas que demoran la pubertad tan pronto como empiezan los cambios de la misma, recomendando que se haya llegado hasta la Etapa dos de Tanner. Los adolescentes pueden ser elegibles para recibir hormonas que demoran la pubertad tan pronto como empiezan los cambios de la misma, recomendando que se haya llegado hasta la Etapa dos de Tanner y también pueden ser elegibles para iniciar tratamiento hormonal cruzado a los 16 años. La 7ª versión de los Estándares Asistenciales de la WPATH. Un enfoque diferente... ORIGINALES Y REVISIONES 331 Esta última versión hace referencia a los riesgos tanto de contener las intervenciones como de realizar tratamientos precoces (4). La mayoría de los niños con disforia de género evolucionan hacia la homosexualidad o bisexualidad y sólo una minoría evoluciona hacia la disforia de género en la edad adulta (23-26). Debido a lo cambiante del ciclo vital de los adolescentes y a las dificultades para establecer un diagnóstico definitivo de disforia de género en estas edades, las intervenciones tempranas de este colectivo es uno de los temas más controvertidos y polémicos. Se incluye en la Tabla 7 un resumen de los principales cambios acontecidos en las tres últimas versiones. Discusión y conclusiones La nueva versión de los EA (4) introduce significativos cambios con respecto a sus versiones predecesoras (1-2). En algunos aspectos supone un avance por la apertura y liberalización de sus presupuestos. En consonancia con el DSM-5 (11), el primer cambio que no se escapa a la vista es la eliminación del término “trastorno de identidad de género” por el de “disforia de género”. En un intento de despatologización elimina el concepto de “trastorno” y amplía la población objeto de atención. Ya no son sólo subsidiarias de atención las personas que presentan un transexualismo, sino también aquellas que trascienden las definiciones culturales de género (transgénero) y las que presentan disconformidad de género, siempre y cuando que presenten disforia de género. A pesar de este intento de despatologización, esta última versión sigue partiendo del diagnóstico de disforia de género como trastorno mental. Los nuevos EA asumen lo que históricamente (5-6, 15-21) ha sido rasgo característico de las personas transexuales, su deseo de reasignación sexual. Sin embargo, por distintos motivos, no todas las personas transexuales buscan cambiar o han cambiado sus características sexuales primarias y/o secundarias y no por ello dejan de ser transexuales. Además, personas no transexuales, que presentan algún grado de disforia de género, también pueden hacer demanda de tratamiento hormonal y/o quirúrgico (4). Esta última versión deja de lado la distinción entre criterios de elegibilidad y de disposición, estableciendo criterios únicos. Aunque elimina la necesidad de la psicoterapia para el acceso a terapia hormonal o quirúrgica, la recomienda por la gran variedad de funciones que se le asignan. Al incorporar nuevos colectivos (personas transgénero, disconformes con el género y con trastorno del desarrollo sexual), establece una diversidad de tratamientos que puedan tener en cuenta 332 M. Fernández, P. Guerra, E. García-Vega ORIGINALES Y REVISIONES las necesidades de los distintos usuarios. Sin embargo, otros colectivos pueden ver mermadas sus posibilidades de acceso al tratamiento hormonal y quirúrgico cuando no se pueda justificar “una disforia de género persistente y bien documentada” (4). En relación a los requisitos para la administración de la terapia hormonal, ha habido cambios muy significativos. La psicoterapia no es un prerrequisito imprescindible para el acceso a la terapia hormonal en ninguna de las versiones de los EA. En la 5ª y 6ª versión, sólo sería requisito de obligado cumplimiento si la persona no realiza la experiencia de la vida real. Además, en la 5ª versión la psicoterapia puede exigirse durante la experiencia de vida real diseñando el programa en función de la necesidad de psicoterapia del individuo. Mientras la 5ª versión exigía experiencia de vida real y/o psicoterapia, la 6ª versión sólo exige una u otra e incluso de forma excepcional ninguna. En la 7ª y última versión la excepción es la norma, ya que ni la experiencia de vida real ni la psicoterapia son criterios de obligado cumplimiento para iniciar la terapia hormonal. La no obligatoriedad de la experiencia de la vida real como requisito para acceder a la terapia hormonal o incluso en la 7ª versión, para algunas cirugías (cirugías de pecho, histerectomía y ovariectomía en TM y orquiectomía en TF), tiene ciertas implicaciones en la labor del clínico. La experiencia de la vida real es un instrumento que le sirve al profesional para corroborar la permanencia de la disforia de género, es decir, si la persona se arrepiente o duda del género con el que dice identificarse. Permite comprobar que la persona se mantiene en la identidad de género y desempeña los roles que siente como propios. Es una prueba que garantiza el diagnóstico y su permanencia. El profesional podía utilizar el éxito de la experiencia de la vida real como criterio en la consolidación de su nueva identidad. El acceso a las cirugías también ha sido modificado. En la 6ª versión el tratamiento hormonal previo a la cirugía de pecho en TF era necesario durante 18 meses mientras que en la 7º ya no es un requisito necesario aunque sí recomendable durante 12 meses. Para la cirugía genital, la 6ª versión establece que para las personas que excepcionalmente no desean tratamiento hormonal, realicen conjuntamente experiencia de vida real y psicoterapia. La 7ª versión, por un lado libera del cumplimiento de la realización de la terapia hormonal previa a las cirugías y por otro lado, establece que la experiencia de la vida real es un requisito de obligado cumplimiento sólo para las genitoplastias. La “Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas” (22), establece la obligatoriedad de La 7ª versión de los Estándares Asistenciales de la WPATH. Un enfoque diferente... ORIGINALES Y REVISIONES 333 que la persona con disforia de género haya sido tratada médicamente al menos dos años. Sin embargo, los nuevos EA ya no contemplan que el tratamiento hormonal sea un criterio de obligado cumplimiento previo a las cirugías y además, al ampliar las opciones de tratamiento, libera a las personas con disforia de género de tener que someterse a tratamiento hormonal de por vida, posibilitando manifestaciones de género que no se correspondan con el sexo de nacimiento. Esta divergencia muestra la necesidad de que se revise dicha ley. En relación a la comorbilidad psiquiátrica, la última versión, continuando con los planteamientos de la 6ª , establece que la presencia de problemas de salud mental coexistentes no necesariamente tiene que impedir el acceso a hormonas feminizantes/masculinizantes, sino que dichos problemas deben de ser tratados antes o durante el tratamiento de la disforia de género. La 7ª versión amplía el apartado que hace referencia a la atención y al tratamiento de niños y adolescentes con disforia de género. Mantiene, al igual que la 6ª versión, las intervenciones a edades tempranas e incorpora los argumentos a favor y en contra de instaurar estos tratamientos hormonales precozmente. Establece, que los adolescentes pueden ser elegibles para recibir hormonas que demoran la pubertad tan pronto como empiezan los cambios de la misma, recomendando que se haya llegado hasta la Etapa dos de desarrollo puberal de Tanner y también pueden ser elegibles para iniciar tratamiento hormonal cruzado a los 16 años. Mientras que las primeras versiones de los EA (1-2) no se escapan del pensamiento dicotómico y quedan atrapadas en él, la nueva versión (4) realiza un planteamiento totalmente diferente. El modelo de tratamiento planteado por Harry Benjamin (5) se fundamenta en el dismorfismo sexual y de género (hombre masculino y mujer femenina). Por lo tanto, aquellas personas cuya autopercepción (identidad de género) no coincide con su sexo biológico, presentarían disforia de género y en consecuencia harían demanda de terapia hormonal y quirúrgica para hacer congruente su sexo biológico con el género que sienten como propio. La 7ª versión, con un enfoque diferente, tiene en cuenta que no siempre hay esta demanda, que hay distintas expresiones de género dentro de un espectro entre los dos polos binarios. Por tanto, la 7ª versión supone una superación del modelo dicotómico tradicional (hombre masculino y mujer femenina), estableciendo que no sólo hay dos géneros y que el género sentido y expresado no tiene porqué ir indisolublemente ligado al sexo biológico. Supera el modelo de asistencia basado en la triada terapéutica (1-2) para atender las necesidades y las demandas de las personas que presentan diversidad de expresiones de género. 334 M. Fernández, P. Guerra, E. García-Vega ORIGINALES Y REVISIONES bibliografía (1) The Harry Benjamin International Gender Dysphoria Association. The standards of care for gender identity disorders. 5ª version. Mineapolis: HBIGDA, 1998. (2) The Harry Benjamin International Gender Dysphoria Association. The standards of care for gender identity disorders. 6ª version. Mineapolis: HBIGDA, 2001. (3) World Professional Association for Transgender Health. Bienal Symposium. Chicago, 2007. Recuperado de: http://blog.yam.com/readingintheruins/article/11656759 (4) The World Professional Association for Transgender Health. Standards of Care for the Health of Transsexual, Transgender, and Gender Nonconforming People, 7ª version. WPATH, 2011. Recuperado en marzo de 2012 de http://www.wpath.org/publications_standards.cfm (5) Benjamin H. The transsexual phenomenon. New York: Julian Press, 1966. (6) American Psychiatric Association. Diagnostic and statistical manual of mental disorders. 4ª ed. rev. Washington, DC: APA, 2002. 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Correspondencia: Diego Enrique Londoño (delp81@yahoo.com) Recibido: 23/06/2013; aceptado con modificaciones: 08/11/2013 RESUMEN: Este artículo tratará una pregunta esencial: ¿Qué es lo que le va dar validez y legitimidad dentro del ámbito psiquiátrico a la semiología? Para responder, inicialmente se analizan las características, las reglas y algunas de las problemáticas para la configuración de signos como elementos semiológicos y clínicos; enseguida se da una mirada a lo que se entiende por normalidad desde la perspectiva de Georges Canguilehm. Se examinará entonces la historia y los orígenes filosóficos y médico-psiquiátricos de la semiología en lo que se llamó la Era de la revolución. Se sale de la esfera psiquiátrica para tocar el ámbito de la retórica y la oratoria, y su función normalizadora y categorizadora de ciertos signos clínicos relativos al lenguaje, para regresar a la psiquiatría y analizar cómo Michel Foucault de una manera original concibió la sintomatología y la semiología a partir del concepto de “instinto”, el eje voluntarioinvoluntario, y la influencia de la neurología en la mitad del siglo XIX. Finalmente, se ve como la estadística y la eugenesia jugarán un papel igualmente importante en la conceptualización de la norma y por ende del discurso científico detrás de los signos clínicos establecidos. Palabras clave: semiología, epistemología, normalidad, facultad, aspectos históricos, filosofía, retórica, instinto, estadística. ABSTRACT: This paper will address an essential question: What is it that will give validity and legitimacy to the psychiatric semeiology? To answer this, initially we analyze the characteristics, rules and some of the issues for configuring semiological signs and clinical elements; next we take a look to what is understood by “normality” from the perspective of Georges Canguilehm. We then examine the history, and the philosophical and medicalpsychiatric origins of semeiology during what is called the Age of Revolution. To continue, we leave the psychiatric field in order to take a glance of the field of rhetoric and oratory, and the categorizing and normalizing function of certain clinical signs related to language; then we come back to psychiatry and discuss how Michel Foucault conceived in an original way symptomatology and semeiology as a result of the concept of “instinct”, the voluntary-involuntary axis and the influence of neurology in the mid 19th century. Finally, we analyze how the statistics and the eugenics played also an important role in the conceptualization of the norm and therefore the scientific discourse behind the established clinical signs. Key words: signs and symptoms, knowledge, normality, faculty, historical aspects, philosophy, rhetoric, instinct, statistics. 338 D.E. Londoño ORIGINALES Y REVISIONES Introducción “Existe una continuidad entre el comportamiento humano juzgado normal y el que se tiene por patológico. Entonces, ¿cómo y dónde fijar el paso de lo normal a lo patológico? ¿Quién debe legítimamente hacerlo: el sujeto que sufre, el médico con el que se reúne, o la sociedad? El sujeto que sufre es a menudo poco consciente de su estado (delirio). El médico (y cada vez más el paciente) es el objeto de presiones diversas que apuntan a reconocer de la patología, allí donde quizás ella no existe, aquello que contribuya a aumentar formidablemente el consumo médico. La sociedad, es decir lo cultural, es dependiente del lugar y del momento, por consiguiente eminentemente variable en sus intereses (1).” Con esta cita del psiquiatra francés, Edouard Zarifian, arrancamos con algunos de los interrogantes que se van a desarrollar a lo largo de estos textos y que conciernen directamente la psiquiatría y la creación de su semiología. Una de las más importantes autoridades en epistemología e historia de la psiquiatría, el filósofo y psiquiatra, Georges Lantéri-Laura, cita en una de sus obras más importantes que “el conocimiento semiótico en psiquiatría, como en el resto de la medicina, constituye el origen de la psiquiatría—ya que sin la clínica no se podría localizar ni síndrome, ni enfermedad, ni estructura y se ignorarían incluso las cuestiones arregladas en otras esferas—y sin embargo éste permanece desprovisto de autonomía. Éste se funda sobre su propia historia y sus propias observaciones, pero hemos aprendido que aquel no observaba nada sin remitir en múltiples ocasiones a la antropología, a la psicopatología y a la patología misma (2).” Ahora bien, para entender mejor las cosas, a partir de Littré, el “síntoma” está en relación con el sentido, especialmente con la aparición del psicoanálisis el “síntoma” tendrá un significado y una relación con la subjetividad, mientras que el “signo” es un indicio o señal, y está en relación con el juicio de valor. La idea del médico es partir de un síntoma, observable por una gran cantidad de personas—lo que cae bajo el peso del sentido—, para transformarlo en signo, quien sería el producto de una combinación y de un trabajo crítico para no tener en cuenta sino los rasgos únicos dentro de una entidad nosológica. Existen cuatro tipos de signos: los propios—exclusivos a un diagnóstico—, los comunes con otras áreas de la medicina, los patognomónicos—donde un solo signo es suficiente para el diagnostico pero éste no es idéntico al síndrome o enfermedad—y los signos cardinales—donde un grupo de signos es necesario (al menos uno propio) para el diagnostico. De todas maneras es de resaltar que la conformación y la aparición de estos signos se han incrementado de manera exagerada con el tiempo y con la evolución de la disciplina. ¿Pero a qué se debe ese crecimiento en los signos y los diagnósticos psiquiátricos? Si se tiene en cuenta que la particularidad de la psiquiatría es la ausencia de marcadores biológicos—a penas se descubre un marcador biológico la enfermedad deja de pertenecer a la psiquiatría para pertenecer a La legitimización de la semiología psiquiátrica y su conjunción con los conceptos... ORIGINALES Y REVISIONES 339 otra especialidad de la medicina, como el caso de la sífilis patética que pertenece ahora a la neurología y a la medicina general—, ¿a qué se debe entonces este incremento desmesurado en menos de un siglo de la cantidad de signos, de trastornos y enfermedades mentales? Por el momento la respuesta es difícil de acordar, y para tratar de responder de alguna manera, aunque jamás exhaustiva, vamos a tratar de entender otro aspecto importante que permitirá al lector llegar a sus propias conclusiones: ¿Qué es lo que le va a permitir a la psiquiatría decidir qué es un signo normal o patológico? ¿Qué es lo que le va dar una validez y una legitimidad dentro del ámbito psiquiátrico a la semiología? Para esto daremos una mirada a la época de nacimiento del alienismo y de la psiquiatría, que concuerda justamente con el periodo histórico denominado la “Era de la revolución”. ¿Cómo se constituye un signo? “Debemos fijar la más gran importancia en los elementos extrínsecos y en las cualidades del contacto no verbal y verbal; pero solamente existe la semiología psiquiátrica si se extraen unas invariantes, idénticas, cualesquiera que sean las condiciones del contexto y las singularidades del contacto. Es decir que no sabríamos hablar de signos en psiquiatría si algunos elemento idénticos no aparecieran en la entrevista, ya sea que se trate de un sujeto que viene por su propia voluntad a consulta por trastornos que nos confía en una situación de contacto excelente, o ya sea en un peritaje judicial mal aceptado, donde el detenido hostil emplea digresiones y evasivas. La semiología psiquiátrica no puede realizarse como tal si no dispone de signos que se encuentren idénticos a pesar de las variaciones del contexto donde aparecen y las particularidades del contacto establecido (2).” Georges Lantéri-Laura retoma el caso de las obsesiones como signo clínico e imparte dos condiciones que hacen de las obsesiones, en ejemplo, signos legítimos de la clínica psiquiátrica: primero porque anteriormente muchos alienistas y clínicos las habían caracterizado, identificado y descrito en sus variedades, introduciéndolas en un thesaurus semioticus; y segundo, las obsesiones son signos clínicos porque se trata de aspectos diferentes de la norma corriente. LantériLaura propone tres puntos de referencia para aceptar a las obsesiones (como ejemplo) como signos clínicos. Primero, éstas hacen sufrir al paciente en múltiples ocasiones, de manera que no se trata de una singularidad fugaz sino de una iteración de la misma molestia típica. Segundo, las obsesiones se encuentran de un paciente al otro, si no son exactamente las mismas por lo menos sí se mantienen los mismos rasgos formales que permiten reconocerlas fácilmente. Y tercero, 340 D.E. Londoño ORIGINALES Y REVISIONES las obsesiones deben distinguirse de otras alteraciones igualmente típicas de la experiencia interior, por ejemplo una obsesión es obsesión porque no es una fobia o una fuga de ideas (2). El signo adquiere su poder designativo, por el cual el concepto es juntado en un enlace necesario al significante, gracias a su oposición a los otros signos. Para Lantéri-Laura las obsesiones no son un elemento aislado en la semiología psiquiátrica sino que tienen un lugar propio y diferenciado dentro de un grupo bastante homogéneo de afecciones de la experiencia vivida (2). Como podemos ver, Lantéri-Laura enuncia una aparente lógica formal para la conformación de signos clínicos. Empero, él es el primero en cuestionar esta misma lógica haciendo entender que ciertos elementos no merecen el calificativo de signos clínicos a pesar de ser reconocidos por muchos clínicos como tales, es el caso del suicidio o de las tentativas de suicidio, o de los trastornos de la conducta. Para el maestro en psiquiatría, el suicidio no es un signo psiquiátrico porque muchos suicidios están en relación con cuestiones personales y valores sociales que no tienen nada que ver con la patología mental, y segundo, se trata de un conjunto bastante complejo que no se deja tratar como una unidad semiótica. Estos elementos son demasiado complejos, demasiado globales y demasiado implicados en múltiples redes como para poder ser considerados como unidades semióticas. Sin embargo, el suicidio o la tentativa de suicidio pueden aparecer o ser determinados por una afección mental, por ejemplo del desencadenamiento psicótico, o puede ser la etapa por la cual se concretiza una delirio altruista en la melancolía. De todos modos, y como buen estructuralista, Lantéri-Laura afirma en otro texto (3) que una conducta no es suficiente para determinar un diagnostico. Por otro lado, el psicoanalista Pierre-Henri Castel aduce que si “tal signo X de la locura no tiene una significación social eso no quiere decir que ese X sea directamente biológico, pero tampoco quiere decir que si ese X no es biológico, y está desprovisto de una significación social, que X no sea real. Es difícil tratar esos signos o la locura como una realidad natural sin dar testimonio al mismo tiempo del tipo de cultura y su concepción de la moral o el sufrimiento psíquico que nos impregna (4)”. Por consiguiente se puede esperar que la psiquiatría pueda determinar qué es o no es un signo patológico según un cuadro y un marco social en el cual ella está inscrita. Signo normal y signo patológico: la “ciencia” detrás de todo esto La problemática de lo normal y lo patológico, de lo normal y lo anormal en medicina ha sido ampliamente discutida por muchos teóricos e historiadores, sin embargo es tal vez la obra del médico Georges Canguilhem (5) quien se presente La legitimización de la semiología psiquiátrica y su conjunción con los conceptos... ORIGINALES Y REVISIONES 341 como una de las más completas en relación a estos conceptos. Para él, la salud es la capacidad de gozar con las normas existentes y resulta de esas normas existentes del organismo; la enfermedad pone al organismo a inventar nuevas formas de funcionamiento, nuevas normas. “Una norma se propone como un modo posible de unificación de lo diverso, de resorción de una diferencia, de arreglo de un diferendo. Pero proponerse no es imponerse. A diferencia de una ley de la naturaleza, una norma no necesita su efecto. Es decir que una norma no tiene ningún sentido de norma totalmente sola y totalmente simple. La posibilidad de referencia y de arreglo que ella ofrece contiene, del hecho de que no se trata de una posibilidad, la latitud de otra posibilidad que sólo puede ser inversa. Una norma, en efecto, es sólo la posibilidad de una referencia cuando ha sido instituida o escogida como una expresión de preferencia y como instrumento de una voluntad de substitución de un estado de cosas satisfacientes por un estado de cosas decepcionantes (5).” A pesar de lo que la fisiología significa para la medicina y la biología humana, el concepto de norma no se deja reducir a un concepto objetivo determinado por los métodos científicos. En muchas ocasiones la norma es una cuestión de acuerdos y de negociaciones, es una cuestión que escapa al ámbito biológico o puramente médico o estadístico, y salta al campo social y antropológico, e incluso subjetivo, quienes terminan por indicar esas preferencias de las que habla Canguilhem (5). Como lo afirma él mismo, no existe una ciencia biológica de lo normal, existe una ciencia de las condiciones y las situaciones biológicas normales la cual traduce la relación de las ciencias de la vida a la actividad normativa de la vida y a las técnicas biológicas de producción y de instauración de lo normal (5). Esta ciencia es la fisiología. Pero, ¿y cómo aplicar esto al campo de la psicopatología? ¿Las normas biológicas y somáticas se aplican por igual al ámbito mental y psicológico? Para algunos autores, como Castel (4), la psiquiatría y la psicopatología (sin importar su orientación: psicoanalítica, neurocientífica, conductista, etc.) sí pueden determinar una norma objetiva de la locura porque éstas no tienen ningún ideal preconcebido de la normalidad que alcanzar, ellas tienen que negociar y debatir entre las razones en favor de diagnosticar según ciertos parámetros la locura o la enfermedad mental (como el suicidio), con las razones o los argumentos que se erigen en contra de estos parámetros (4). Y devolver a la norma a un organismo o a un ser que se alejaron de ésta, es la función de sanación del galeno. Para el psiquiatra es cuestión de traer a la norma al sujeto que se alejó de la representación normal común en un momento dado y un contexto preciso de lo que es la salud, o en su defecto, la cordura. De ahí que alguien como Lantéri-Laura utilice la noción de “norma corriente” como medida para dictaminar como patológicos los signos que se alejen de ésta misma. No obstante, algunos autores van a dar su perspectiva del asunto en lo que atañe a la psicopatología y a la normalidad de la mente. Para Freud (6) la normalidad es una “ficción ideal”, y entre la neurosis y 342 D.E. Londoño ORIGINALES Y REVISIONES la normalidad existirían “transiciones graduales”; para el padre del psicoanálisis entre la neurosis (término redefinido por Freud y Janet) y la normalidad existiría una continuidad y ambas adquirirían tintes de la una y de la otra. Se trata de un valor convencional acordado el cual establece los límites entre lo normal y lo anormal, sin ser necesariamente lo anormal algo patológico. Las sensaciones y la razón en el periodo pre-pineliano: La cuestión de las facultades Desde los griegos hasta el siglo XVIII, esencialmente, la locura se dividía simplemente en manía y melancolía. Para el médico savoyardo Joseph Daquin, quien publicó en 1791 su Ensayo sobre la filosofía de la locura (7), existen otros tipos de loco: el loco de atar, el loco tranquilo, los extravagantes, los insensatos, los imbéciles y los dementes. Lo que según Daquin—considerado por algunos como el verdadero padre del alienismo francés—es común a todas estas formas de locura, además de estar cada una escalonada a diferentes grados de enajenación, es el fallo de la razón. Ella misma sería la facultad principal de la mente humana, a diferencia del animal, la cual le permite conocer la verdad en tanto que ésta le es necesaria para su subsistencia y con la cual la obviedad de los objetos golpea a su mente. En cada una de las formas de la locura, la facultad intelectual se ve alterada o afectada de una manera u otra. Son los propósitos de cada uno de los locos, el carácter de los discursos, la forma y el tipo de las ideas que enuncian, la utilización del lenguaje, que sirven de guía semiótica; hay toda una seria de comportamientos típicos que se desdibujan y que la observación de Daquin utiliza para clasificar en las seis variedades de locura. Hay que partir de Francis Bacon y Descartes, quienes retomando a Platón y sus tres facultades del alma, proponen las tres facultades de la mente: la memoria, la imaginación y la razón. Para Daquin esta última es la corona del entendimiento, es el conocimiento de cómo debemos arreglar las operaciones del alma. Las sensaciones vienen enseguida a jugar un papel importante a la hora de excitar el cerebro, según W. Cullen, si la sensación sólo estimula una parte del cerebro entonces resultan falsas percepciones y falsas asociaciones. Sin embargo para entender mejor el abordaje de Pinel y los primeros alienistas de los signos particulares que harán parte, en tanto patológicos, del diagnostico y la legitimación de éste, hay que comenzar a ver en la corriente sensualista iniciada por John Locke y Etienne Bonnot de Condillac las primeras aprehensiones de estos signos. Esta corriente filosófica planteaba la idea de que todo el conocimiento y todas las ideas provenían de los sentidos. Para Locke el La legitimización de la semiología psiquiátrica y su conjunción con los conceptos... ORIGINALES Y REVISIONES 343 conocimiento en el Hombre aparece mediante la confluencia de ideas simples e ideas complejas, las primeras son las ideas que no se nos pueden ser comunicadas o transmitidas, solamente se adquieren a través de la experiencia, como la sensación de calor, frío, etc., y es completamente imposible engendrar una idea simple nueva (8). Las ideas complejas son la combinación de las simples. Para Locke el conocimiento verdadero y objetivo es la percepción de una relación entre las ideas. Por otro lado, para Condillac toda sensación puede engendrar una facultad, y el empleo de signos para nombrarlas y hacer abstracción de ellas las extiende; el lenguaje es la esencia y la base de toda forma de análisis (8). Para este filósofo, los fenómenos brutos de un campo deben ser clasificados y nombrados, una observación puramente objetiva es de todos modos intuitiva, en consecuencia se deben crear conceptos que deberán “adquirir una estructura enunciable” (9). La psicología de las facultades, proveniente de la escuela escocesa del sentido común, ha abierto también un campo bastante amplio sobre los elementos a tener en cuenta dentro de la semiología psiquiátrica. Para esta escuela el “sentido común” designa las “leyes fundamentales” de la creencia; las reglas esenciales e inmediatas, necesarias y universales. Si para Condillac y Locke la percepción estaba separada del juicio, en tanto que el sentido era una simple facultad receptiva, para la escuela escocesa en la lengua común la palabra sentido implica necesariamente el juicio (buen sentido, sin sentido, sentir) (8). Thomas Reid fue el gran pensador de esa corriente quien propuso una serie de facultades psicológicas descriptivas y categorizadas, basadas en el juicio, para dar cuenta del conocimiento y de la razón. Reid habló de las facultades de la memoria, del aprendizaje, de la inteligencia, de la percepción y de la voluntad. Por consiguiente, las alteraciones del pensamiento, del humor y la vida afectiva, de la conciencia, de la percepción, del sentido crítico, etc., se han deducido poco a poco como variaciones mórbidas provenientes en gran medida de esas facultades psicológicas que se erigen como los elementos indispensables a la hora de capturar, nombrar, clasificar y configurar un signo. Lo que heredó Pinel Según ciertos autores, como Bercherie, Pinel le da un estatuto científico a la investigación y observación de la locura a partir de una mirada médica. El sería, siguiendo los preceptos de los Ideólogos—sobre todo en medicina—, el fundador de la psiquiatría como una idea de ciencia o pre-ciencia, como una ideología, en su sentido epistemológico (9). “Uno puede naturalmente interrogarse sobre esta epistemología un poco ingenua, pero un hecho se mantiene: Pinel abre allí la 344 D.E. Londoño ORIGINALES Y REVISIONES exploración sistemática de un campo y la organización de los fenómenos que lo constituyen. Este proceso ha sido el fundamento sobre el cual se constituyó enseguida un saber realmente positivo de la psiquiatría, una vez que, como a menudo en el nacimiento de las ciencias, un descubrimiento inesperado habrá proporcionado un método nuevo para explorar y clasificar los fenómenos (9).” Para tal fin los métodos de los naturalistas, como Carl von Linné o el conde de Buffon, van a permitir que prosiga el saber psiquiátrico de una manera organizada y metódica, suponiendo que toda las problemáticas anteriores han sido resueltas, la clasificación al mejor estilo de la botánica va a tomarse toda la medicina y va a permitir la creación de los primeros tratados taxonómicos en el siglo XVIII. Aunque ya se tenían registros de los primeros tratados taxonómicos desde el Imperio Romano, en especial el de Areteo de Capadocia (10), médico griego del siglo I d.C., donde la manía, la melancolía y la epilepsia ya tenían sus primeros signos clínicos y sus indicaciones terapéuticas. La cuestión de los humores era trascendental, la melancolía era una enfermedad aguda de la bilis negra, donde prevalecían algunos signos como la irascibilidad, la tristeza, o la sumersión en un abatimiento profundo. La visión de Pinel en cuanto a la manía y a la melancolía en las dos versiones de su Traité médico-philosophique sur l’aliénation mentale no están muy alejadas del abordaje particular semiológico de Areteo de Capadocia, son muy parecidos ambos en cómo cada uno retoma la cuestión a partir del concepto de delirio general y delirio parcial o exclusivo, o del tema del abatimiento profundo y la inclinación hacia la desesperanza. Como bien lo resalta Lanteri-Laura (2) lo que hace que un signo como el abatimiento profundo o el “dolor moral” sean signos legítimos del diagnostico de la melancolía, es que ya en el pasado otros los hayan reconocido como tal, la semiología es antes que nada un saber cumulativo y heredado; y segundo, para este epistemólogo de la psiquiatría lo que hace que, por ejemplo, la fuga de ideas se constituya bien como un signo que se pueda aislar como tal, es el hecho de que ésta se presente correctamente como un signo para que se pueda enseguida establecer el diagnostico de manía. La retórica y la semiología psiquiátrica: las pasiones internas y los signos externos Uno de los elementos del saber que más ha influenciado la semiología psiquiátrica desde el momento en que apareció el alienismo a finales del siglo XVIII y principios del XIX fue tal vez la retórica. La gran tesis doctoral del profesor de literatura francesa de la Universidad de Fribourg (Suiza), Juan Rigoli (11), mues- La legitimización de la semiología psiquiátrica y su conjunción con los conceptos... ORIGINALES Y REVISIONES 345 tra con hincapié—como lo señalan Alvarez, Esteban y Sauvagnat (12)—cómo la mayor parte de los cuadros clínicos surgidos en el siglo XIX fueron descritos siguiendo los lineamientos y las convenciones propias a la retórica del siglo XVII al siglo XIX. Los signos retomados a la retórica mantienen una referencia a ella mediante la noción de un verosímil y un aceptable (12). Personajes como Pinel, Esquirol o Leuret, fueron marcados en su formación juvenil por la filosofía y el arte de la retórica y las bellas-letras en especial por el tratado de Charles Rollin, De la manière d’enseigner et d’étudier les belleslettres, par rapport à l’esprit et au coeur, de 1726-1728, o incluso las lecciones de literatura antigua y moderna, el Gradus ad Parnassum y numerosos textos de literatura clásica como las Leçons de litterature et de moral de Noël y Deplace, entre muchísimos otros (11). Todo lo que concierne el lenguaje de las “pasiones” (del griego pathos, “sufrimiento”, “enfermedad”), a las que Cicerón en sus Disputaciones Tusculanas definió como aquello que perturbaba o alteraba el ánimo, pusieron el acento sobre la elocuencia y los instintos del orador. Para Aristóteles en las artes de la persuasión retórica, el pathos era el medio por el cual se debía tocar la sensibilidad y la emoción del auditor, a diferencia del ethos el cual debía remitir su fuerza de persuasión a la integridad del orador. La pasión (pathos) es un elemento que va a ser de gran importancia en la retórica desde sus inicios y más tarde en la lingüística, pero también tocará al campo de la medicina y el alienismo. En la obra de Esquirol (13) y de Pinel el concepto de pasión está muy presente en el origen de la locura y de sus causas. Las pasiones van tanto a influenciar al arte de la retórica como éste último al alienismo. La semiología médica se manifestará como los signos exteriores de las pasiones internas del alma. De ahí que muchos tratados de semiología médica del siglo XVIII y XIX trataran los efectos exteriores de las pasiones del alma. La principal de estas manifestaciones, para un alienista como Guislain, son las expresiones del rostro las cuales delatarían las emociones y las pasiones que dominan al alienado (11). Pero para muchos otros alienistas es a través del lenguaje, la voz, el discurso y la escritura que se podrán de verdad desvelar estas pasiones mortíferas del alma. En el famoso Dictionnaire de sciences médicales par une société des médecins et de chirurgiens, en un artículo de 1821 (14) los autores retomando la noción de “signo” y sus “efectos”, explican el paso que se va a realizar de la estética de la retórica y sus elementos principales (dispositio, elocutio, pronuntiatio) a la semiología médica. “Los ‘efectos’ del ‘alma’ sobre la palabra… se redoblan de un ‘efecto’ de la palabra sobre el ‘alma’ de aquel que la recibe. Las pasiones son a la vez sufridas y suscitadas; el discurso no es únicamente depositario sino generador de afectos; el ‘hombre que manifiesta su pensamiento y el estado de su alma’ no está reducido a una simple pasividad; si él está ‘agitado por la pasión’ éste agita también las pasiones del prójimo. Aún más: el efecto ‘poderoso’ que él produce se retorna, directa o indirectamente, contra él (11).” 346 D.E. Londoño ORIGINALES Y REVISIONES El uso de la palabra y la voz serán signos exteriores de la locura; la mirada del alienista sobre el lenguaje empleado en los escritos de los enajenados pasa por una evaluación de tipo retórico a un punto en el cual se superponen el léxico clínico y la tópica literaria. Como nos lo recuerda Rigoli, “es la expresividad emotiva del lenguaje, vinculada al mito del origen afectivo de las lenguas, y la retórica de las pasiones, quienes atraviesan y reorientan el discurso de los alienistas; una de las convicciones menos declaradas, pero sí de las más firmes del alienismo, es que ‘el lenguaje hablado tenga su fundamento natural en las expresiones sensitivas y de sentimientos’. Las representaciones médicas de la palabra exaltada del alienado, arrastrado por esta pasión exacerbada que es la locura, hacen curiosamente retomar la expresión del loco a ese punto de origen designado por Rousseau donde la pasión omnipotente precede y genera el lenguaje… (11).” Los anormales de la psiquiatría: Foucault y el “instinto” Los Anormales es el título del curso que dictó Foucault en el Collège de France entre 1974 y 1975 (15). Para este autor, a partir de un análisis de la cuestión médico-jurídica o médico-legal, y del involucramiento de la psiquiatría y el alienismo dentro de esta esfera, buena parte de la semiología y la sintomatología psiquiátrica nacen a partir de la problemática del concepto de “instinto”. Según este filósofo, la psiquiatría conceptualiza el vocablo instinto a partir del tristemente célebre caso de Henriette Cornier quien en 1825 decapitó a una niña sin motivo alguno1. Justamente el hecho de que la homicida no presentara un estado de delirio contundente, no presentara alienación mental visible, todavía menos motivos del crimen atroz, llevó a la psiquiatría a una transformación de las llamadas locuras parciales, pero especialmente la llevó a postular al instinto como motor de la enajenación, así sea parcial, dentro de las operaciones discursivas de la misma. “Es a partir de la noción de instinto que toda la problemática de lo anormal podrá organizarse alrededor de lo que era antes el problema de la locura, de lo anormal a nivel de las conductas más elementales y más cotidianas (15).” Lo que según Foucault ha permitido que este concepto de instinto haya adqui1 La psiquiatría y el alienismo se interesan en los crímenes y en el peritaje porque según Foucault estas dos no se constituyen inicialmente como una especialidad de de la medicina sino que se consolidan como una de las ramas de lo que se conoció como la «higiene pública». Esta última nace de una preocupación por combatir las epidemias masivas (cólera y tuberculosis) que azotaron a Europa durante el siglo XIX. La psiquiatría viene como higiene y protección del cuerpo social contra los peligros de la locura, por consiguiente era necesario una doble codificación: la locura como una enfermedad, su patologización, crear toda una jerga médica alrededor de ésta para acercarla a la higiene pública; y la segunda codificación es la de asimilar la locura a la peligrosidad, la locura portadora de un cierto número de riesgos para el orden social. La legitimización de la semiología psiquiátrica y su conjunción con los conceptos... ORIGINALES Y REVISIONES 347 rido tanta fuerza dentro de toda la actividad psiquiátrica sin que siquiera ésta lo haya notado es gracias a tres factores fundamentales que conciernen la inserción de la psiquiatría en los mecanismos de poder (poder exterior a ella): en primer lugar se trata de una reforma administrativa, la ley de 1838, instancia que va a dar la legitimidad a la psiquiatría de internar sujetos y de recibirlos en asilos y hospitales; segundo, la reorganización de la demanda familiar, con la ley de 1838 la familia o el entorno pueden pedir que el familiar enfermo sea internado; y el tercer proceso que entra en juego es la aparición de una nueva demanda política a la atención de la psiquiatría. Esta demanda política consiste en pedirle a ésta que provea un discriminante psiquiátrico-político entre individuos o un discriminante psiquiátrico con efecto político entre individuos, entre grupos, entre ideologías, y entre los mismos procesos históricos. Para Foucault, entre 1845 y 1850 aparece la verdadera psiquiatría, y desparece el alienismo, el de Esquirol y Pinel, donde la noción de la verdad era la que jugaba el papel más importante; a partir de 1845-1850 es la fusión de la psiquiatría con la neurología y la cuestión del doble juego de la acción voluntaria e involuntaria que se torna en algo apremiante; el loco es aquel donde la jerarquía entre lo voluntario y lo involuntario se encuentra perturbada; ni los delirios a grandes rasgos, ni el frenesí, ni la demencia son necesarios para esta nueva disciplina que es la psiquiatría. Ya no serán necesariamente las facultades mentales, principalmente la razón y la moral, quienes tengan que verse afectadas para dictaminar la enajenación o una forma de locura. Ya no importa la relación del sujeto con la aprehensión de la verdad, ahora son los ejercicios involuntarios de las facultades, lo instintivo y lo automático—la pérdida de uno como agente causal de sus actos—como nuevos ejes de constitución de la semiología psiquiátrica. Si los primeros alienistas aprehendían una conducta o fenómeno como mórbido era porque éste guardaba algún fragmento de delirio en su interior, para los psiquiatras de mitad del siglo XIX, en especial a partir de Baillarger en Francia y Griesinger en Alemania, lo que hará de una conducta un signo clínico es, lo primero de todo, su distanciamiento o desviación de la norma, de las reglas de conformidad que fueron definidas desde un trasfondo administrativo, familiar y político que ya vimos más arriba; y segundo, una conducta es signo según como ésta se sitúe en el eje involuntario-voluntario. El distanciamiento de la norma y el hundimiento en el automatismo instintivo serán las dos referencias, según Foucault, que van a establecer la nueva semiología psiquiátrica y los comportamientos señalados como mórbidos. 348 D.E. Londoño ORIGINALES Y REVISIONES La estadística, la norma y el distanciamiento de la norma: Quetelet, el “hombre promedio”, y la eugenesia de Galton La eugenesia fue una doctrina social que se formó a finales del siglo XIX en los países mayoritariamente anglo-sajones y que promovía la idea, muy en boga en la época, de un mejoramiento de la herencia de todos los factores y rasgos biológicos, intelectuales y fisiológicos humanos. El británico Francis Galton fue el padre de la eugenesia, durante años sistematizó la idea de una “selección artificial” o “selección racional” al contrario de la “selección natural” de Darwin. A través de estudios biométricos y estadísticos, siendo él el fundador de lo que se conoce como la biometría o la bio-estadística, le dio forma a los elementos que conforman la estadística moderna para tratar de, a partir de las visiones de Darwin, poner en funcionamiento la posibilidad de un mejoramiento biológico de la especie humana. A diferencia del astrónomo y matemático Alphonse Quetelet, Galton no buscaba el hombre común u hombre promedio (homme moyen), él buscaba las diferencias y las particularidades de cada individuo, sus aptitudes naturales. Mientras que Quetelet se interesaba en los hombres medios o promedios como un valor central en torno al cual una medida característica humana se agrupaba de acuerdo a una curva normal, Galton se interesaba en la distribución relativa de hombres no promedio, pero si creía, como Quetelet, que existían ciertos atributos humanos distribuidos en una curva alrededor de un valor normal (16). Para Galton lo que va a ser interesante de observar no es tanto que existan una norma o un hombre promedio en general, sino que existan individuos que se alejen de esa norma, hecho que él va llamar la ley de desviación, y que va a fundar la estadística moderna. Como lo define el sociólogo Alain Desrosières (16), Galton va a crear un espacio de medida para una serie de objetos o nociones que parecían hasta entonces inconmensurables: las aptitudes humanas (16). Quetelet intentó hacerlo con algo relativamente sencillo de aprehender y de transponer al mundo cifrado, la estatura, pero Galton va a ir más lejos y va a tratar de deducir a partir de las medidas estadísticas el origen de los genios o superdotados. Este autor se va a centrar en la ascendencia de personajes como Bach, Darwin o Bernoulli para probar la hipótesis de una herencia en línea directa de la genialidad. Para Galton, ni el entorno, ni la educación, ni la crianza, parecen tener mayor importancia. Por ejemplo, este autor utilizó una investigación sociológica sobre la pobreza en Londres y la posición de los hogares en una escala social y económica con ocho grados o valores, como medio para afianzar sus hipótesis. Esta investigación se realizó para contar y comparar las categorías de pobreza según los barrios de Londres, pero Galton se sirvió de ella como un indicador de aptitudes naturales, desde una perspectiva naturalista y esencialista, asimilando unos “valores cívi- La legitimización de la semiología psiquiátrica y su conjunción con los conceptos... ORIGINALES Y REVISIONES 349 cos” a “valores genéticos” naturales (16). De acuerdo con el padre de la eugenesia moderna, los valores cívicos ya estarían inscritos en el cuerpo y harían parte de su esencia, estos se transmiten de padre a hijo, y de generación en generación. Lo que es importante de remarcar es que Galton asimila lo que es codificado en esa investigación social como atributos biológicos comparables a la estatura o a la fisionomía. Si para Quetelet la estatura promedio, del hombre promedio, permitía colegir la existencia de un objeto más general, para Galton la distribución normal es supuesta, lo que se codifica en la investigación socio-económica lo toma como un atributo natural heredado que se puede medir (16). Esto va a permitir a que más tarde las aptitudes (inteligencia, emociones, personalidad, etc.) puedan ser medidas y objetivadas, transformadas en cifras y en conceptos claves para la medición de su frecuencia y para establecer diagnósticos y leyes probabilísticas sobre la etiología o sobre los tratamientos, pero más importante en lo que nos concierne, para establecer signos particulares (e.g. el test de inteligencia de Binet y Simon, o los tests de personalidad, entre otros). Todos estos elementos que se reconceptualizan, generaran una medida: se puede suponer entonces que para hacer ciencia y tener algún tipo de medida infalible objetiva una serie de conceptos mentales abstractos deben reducirse de modo que puedan ser parametrables y por lo tanto se puedan dar el lujo de juzgar, de distinguir claramente entre el hombre “normal” y “anormal”, el que se aleja de la norma y el que se le acerca. La eugenesia abre una puerta y genera una ruptura sin precedentes en los anales de la clínica, no tanto a partir de la noción o de la idea de que todas las aptitudes humanas o los tipos humanos (genio, criminal, retrasado, enfermo mental, etc.) sean heredados—idea que ya existía en la psiquiatría—sino en el hecho de que esos atributos puedan ser medidos y cifrados para tomar decisiones, legitimar teorías y semiologías clínicas. Conclusión Como se puede observar, este artículo no es exhaustivo, se quedan por fuera otras corrientes y disciplinas que igualmente aportaron al desarrollo de un thesaurus semioticus, como es el caso de la anatomopatología, el conductismo, el psicoanálisis, la fenomenología (como corriente filosófica) o las ciencias cognitivas, entre otras. Todas estas orientaciones suministran particularidades diversas y disimiles a este campo complejo, pero autorizan la distinción interna y el reconocimiento de las distintas aptitudes inherentes al sujeto de la psiquiatría. “De la caracterización de esas diferencias arranca la semiología cuyo desarrollo transita de lo uno a lo múltiple, de lo tosco a lo sutil, de los grandes fenómenos 350 D.E. Londoño ORIGINALES Y REVISIONES a los pequeños indicios, de lo genérico a lo elemental, tal como se puede observar de forma meridiana en los estudios sobre las alucinaciones que van desde Esquirol hasta Clérambault, pasando por Baillarger y Séglas (17).” Muchos de estos signos provenientes de estas orientaciones son en su fondo polisémicos y la operación de su combinación intenta buscar la monosemia, por consiguiente, el diagnóstico (18). Se remite al lector a la obra de Rafael Huertas (19) para una mirada más en profundidad del acontecer semiológico de la psiquiatría, y la conceptualización de lo normal y lo patológico durante el siglo XIX. De igual manera el artículo de Manuel Desviat (20) aporta una visión crítica del síntoma en la actualidad y el orden social en donde éste se asienta y adquiere sentido. Por un lado vemos como la semiología es un sistema heredado y cumulativo, existe una transmisión de generación en generación de una cierta cantidad de signos considerados mórbidos y ya legitimados con anterioridad. Por el otro lado, la filosofía ha hecho su parte de contribución, a través de la percepción y las sensaciones, por un lado, y por el otro el de las facultades en tanto poder de acción o potencia, el cual “expresa una idea de la razón primera, cualquiera que ésta sea, la cual vuelve a un objeto capaz de llevar a cabo las acciones que éste último manifiesta (21).” Es a partir de estas facultades que, retomadas a las corrientes filosóficas ya mencionadas, debemos observar “el principio o el origen de los fenómenos que el (21)” objeto de la psiquiatría presenta. Estos fenómenos son una cuestión de arreglo y de debate al interior de la psiquiatría misma, la cual por estudiar y mantener una tradición epistemológica seria recibe una legitimidad a la hora de considerar nuevos signos o de tener que descartarlos, con la posibilidad de que ésta misma pueda estar sujeta a un debate interno donde se discutan los pros y los contras de una decisión consecuente. La retórica y la oratoria determinaron igualmente las características de una “lengua del enajenado” o el objeto del alienismo naciente, y así, demarcaron esas variaciones que el alienista debía detectar en la lengua del loco, así como lo que de esta lengua se alejaba de la norma. Por el otro lado, los instintos (las pasiones) y los aspectos motores para Foucault trazaron la división entre los signos normales y patológicos mediante su fusión con la neurología y las cuestiones de los actos voluntarios e involuntarios. Esto cambió hasta cierto punto la dirección que esta semiología del alienismo tomaba con respecto a las facultades, encaminándola más hacia una inclusión de la neurología como nueva fuente de signos. Mientras que la estadística, la construcción de ésta misma y las escalas evaluativas, facilitaron no solamente el diagnóstico, también determinaron los elementos y los signos a tomar en cuenta a partir de una objetivación y una cosificación de las aptitudes humanas en un contexto socio-cultural proclive a esto; y al mismo tiempo sirvieron de discriminantes entre lo normal y lo patológico, lo normal y lo anormal. La legitimización de la semiología psiquiátrica y su conjunción con los conceptos... ORIGINALES Y REVISIONES 351 BIBLIOGRAFÍA (1) Zarifian E. Des paradis plein la tête. Paris: Editions Odile Jacob, 1994. (2) Lantéri-Laura G. Psychiatrie et connaissance. Paris: Science en situation, 1991. (3) Lantéri-Laura G. Normal et pathologique: esquisse d’un point de vue médical. 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Prevention and clinics in infantile psychopathology. Federico Menéndez Osorio a. a Psiquiatra. Correspondencia: Federico Menéndez Osorio (femeos@telefonica.net) Recibido: 02/07/2013; aceptado: 06/12/2013 RESUMEN: Toda práctica psicopatológica presupone una teoría y una concepción del sujeto/objeto de su estudio. En el caso de la clínica infantil este presupuesto se obvia al existir una visión del niño dominada por los estereotipos y la ignorancia. Saber de la infancia es dar cuenta de su historia, de su estatuto como sujeto, de su condición psíquica, biológica, social, etc. Se señalan los dos registros e instrumentos específicos y diferenciales de nuestra práctica clínica: el lenguaje y la subjetividad. De estos dos registros se derivará el tipo de intervención a realizar tanto en la prevención como en la práctica clínica. Respecto a la prevención, cuestionando el concepto de vulnerabilidad como lo anómalo, dando entrada al concepto de resiliencia como necesario para entender lo preventivo. Asimismo se replantea el falso mimetismo con el modelo de prevención médicobiológico, dado lo específico y propio de lo psíquico. Respecto a la práctica clínica, se formulan varios puntos, cuestionando el reduccionismo cientificista –que no científico- de los conocimientos en lo psíquico; la confusión diagnóstica de síntoma con enfermedad; la patologización de las conductas, etc. entre otros replanteamientos de la clínica psicopatológica. Finalmente, hemos de proporcionar al niño un lugar y un espacio donde pueda dar cuenta de la expresión de su sufrimiento psíquico. Palabras clave: Salud Mental Infantil. Prevención. Clínica. Infancia. Subjetividad. Lenguaje. Psicopatología infantil. ABSTRACT: Every psychopathological praxis involves a theory and a conception of the individual, the object of its study. As for the infantile clinics, this assumption is left out by a view of the child dominated by stereotypes and ignorance. Knowledge of childhood represents to account for the story, the individual statute, his/her psychical, biological, social… condition. The two specific and differential records and tools of our clinical praxis are marked: language and subjectivity. The recommendable intervention for prevention and clinical praxis is shaped upon those. With regard to prevention, by questioning the concept of vulnerability as the anomalous, and by introducing the concept of resilience as needed to understand the preventive praxis. We also rethink the false mimicry with the medical-biological model of prevention, given the specificity and genuine condition of the psychical sphere. In relation to the clinical praxis, several topics are formulated, questioning the ‘scientificist –not scientific- reductionism’ of the psychical knowledge; the diagnostic confusion of the symptom with the disease; the ‘pathologization’ of behaviors, etc., among other reconsiderations of the psychopathological clinics. Finally, we have to supply the children with a place and a space where they can account for the expression of their psychical suffering. Key words: Infantile Mental Health. Prevention. Clinics. Subjectivity. Language. Infantile Psychopathology. 354 F. Menéndez ORIGINALES Y REVISIONES I.- De qué hablamos cuando hablamos del niño en psicopatología. Toda práctica psicopatológica presupone y sostiene una teoría y una concepción previa del objeto de estudio, en nuestro caso, el niño. Cuando no se plantea este presupuesto, al no saber que se está manejado por una teoría, no se tiene control sobre la teoría y los conceptos que se manejan y esto lleva a serios problemas en la práctica clínica (1). Como afirmaba Kant (2): “… al no precisar suficientemente su concepto, ese autor hablaba o pensaba incluso de forma contraria a su objetivo…” (p. 310) “… la verdad consiste en la conformidad de un conocimiento con su objeto… pues un conocimiento que no coincide con el objeto al que es referido es falso…” (p. 98). Por esto es importante tener claro los conceptos. Y esta advertencia es muy oportuna al abordar la clínica infantil, ante el desconocimiento y los estereotipos sobre la infancia. Si al hablar de la clínica del adulto se comienza por entender que es el ser humano adulto: su condición biológica, psicológica, social, antropológica, cultural, etc., al referirse a la clínica en S.M.I. será importante comenzar por la base, lo primero o básico del objeto de estudio específico: ¿qué es el niño?, es decir, su estatuto como sujeto, su entidad, su historia, su ser biológico, psicológico y social, etc., fundamentos para entender la psicopatología infantil. Historia de la infancia: función y valor del niño Aunque se utiliza el término de infancia como etapa cronológica, es preciso señalar que se hace referencia a la infancia como lo genérico, porque cada niño –al igual que todo ser humano- es diferente y tiene diferentes reacciones ante los mismos estímulos. Como afirma Spinke Jonze: “… el problema es que se ha extendido la idea de que los niños son sólo de una determinada manera.” (3). El concepto de infancia aparece, según Ph. Ariès (4) en el S. XV al XVII, como un constructo de la historia moderna. La infancia, hasta entonces, estaba subsumida y diluida como un todo del adulto. Para algunos, hablar de la infancia es apelar a un sentimiento de ternura, a una visión rosa, cándida, inocente y angelical del mundo infantil. Frente a esta idealización, hay otra realidad del niño. La historia de la infancia nos muestra la función tan distinta que el niño ha tenido a lo largo de los tiempos. Así, por ejemplo, etapa como la adolescencia, es algo reciente, que no existió anteriormente como tal. Salud Mental Infantil: de qué hablamos al referirnos al niño en psicopatología. ORIGINALES Y REVISIONES 355 El niño como ser social, no queda fuera de las leyes del intercambio, de la economía y de la producción. Siguiendo a Lloyd de Mause (5), si en una época fue el infanticidio o el abandono en las amas de cría, la forma de responder a lo que suponía el valor y papel del niño; en otros tiempos, fue la explotación laboral, en los albores de la sociedad industrial; y hoy lo es, como consumidor en nuestra sociedad, aunque se den todavía formas y desarrollos muy desiguales (manteniéndose en no pocos lugares, la explotación, el maltrato y el abandono). La sociedad de consumo actual nos muestra el auge que ha alcanzado el emporio económico montado sobre y en torno al niño: moda infantil, juguetería, turismo-ocio, educación, salud, etc. Especialismos de todo tipo de consumo infantil. De tal manera que si el niño dejase de consumir o se anulase el gasto consumista infantil, tendríamos una quiebra de la economía mundial. Como botón de muestra valgan algunas cifras ilustrativas del gasto consumista infantil: • En USA (1985) (6) Adolescente/por año 5,7 billones de pesetas en ropa, videojuegos, discos, golosinas. 1,56 billones de pesetas en juguetes. • En INGLATERRA (6) Niños de 7 a 15 años/por año 66.560 millones de pesetas en ropa 22.800 millones de pesetas en patatas fritas 44.184 millones de pesetas en dulces • En ESPAÑA (Revista El Publicista nº 36. Diciembre 2000) Inversión en publicidad para niños= 38.372 millones de pesetas Estas cifras nos muestran que, además de receptor y dador de amor, cariño y dulzura, así como continuador de la especie, el niño actual tiene también una realidad muy material y necesaria en el proceso productivo de nuestra sociedad y esto es importante a valorar y a tener en cuenta para quienes se interesen y quieran analizar “las causas del niño” (7). Es preciso añadir y señalar que todo lo anterior se refiere al niño occidental y de nuestra sociedad, porque la realidad de otros niños y otros países o zonas, es muy diferente y dramática (115 millones de niños hacen trabajos que la OIT considera peligrosos) (8) 356 F. Menéndez ORIGINALES Y REVISIONES Visiones de la infancia Hay un enfoque habitual de ver al niño desde una visión paternalista y adultomórfica, como reservorio de ideales e ilusiones, paraíso de ternura y época dorada en la que la naturaleza humana se refleja como bondad, inocencia y candor. Todo lo cual contrasta con la otra realidad que se nos presenta más recientemente del niño agresivo, despótico, delincuente, asesino… (no faltan noticias periodísticas y de los medios de difusión pródigas en mostrar casos y sucesos relativos a actos de este tipo realizados por niños). El niño no es malo, ni bueno por naturaleza. Es lo uno y lo otro. Tiene la capacidad de hacer el bien y el mal, ambos inscritos en todo ser humano dotado de razón. Como refiere Winnicott , “En el niño hay amor y odio, bien y mal… y estos sentimientos no son experimentados con mayor violencia por el adulto que por el niño pequeño…” (9). Todos los padres saben como un niño puede ser cariñoso y encantador, o bien, caprichoso, tiránico… Dada la idea de la inocencia y del estado de naturaleza en el que está el niño, tendemos a creer que no discierne el bien y el mal y que está en el limbo o no se entera de todo aquello que le circunda o atañe. Ya Margarita Yourcenar señalaba: “Nuestra época ignora o niega el talento de la infancia” (10). A su nivel, dada su condición particular y singular, su capacidad, su cultura, etc. el niño capta, comprende, rechaza, hace, deshace, imita, integra-asimila y se identifica. Es preciso un apunte clínico al respecto de la imitación y de la identificación. Son términos que se confunden y erróneamente se manejan conceptualmente al abordar el saber sobre el niño (y el adulto), con las consecuencias prácticas que ello conlleva y la ligereza de conceptos que supone. Imita el mono, en el ser humano se da un proceso de identificación y asimilación. El percibir, sentir, la conciencia, etc. no son un acto de simple registro imitativo o especular (propio del animal); en el humano es intelectivo, simbólico, creativo, singular y particular. Lo mismo sucede al confundir la empatía atribuida a las neuronas espejo, con la simpatía que, tanto a nivel de los circuitos cerebrales como de la elaboración mental, tiene diferentes registros y fenómenos explicativos. Todo esto, si no se tiene en cuenta, va a tener repercusiones en la clínica y en la observación y valoración del acto del niño. El niño como sujeto Hay una resistencia a reconocer en el niño que es sujeto de su historia. No entender que el niño es sujeto de su historia es relegarlo a objeto ahistórico sin Salud Mental Infantil: de qué hablamos al referirnos al niño en psicopatología. ORIGINALES Y REVISIONES 357 capacidad de deseo, volver a las visiones organicistas de pura necesidad biológica o a las visiones dulzonas-humanistas prestas a salvar al niño sin uso de razón y lanzarlo al limbo de los justos. Este desconocimiento o negación de la realidad del mundo infantil, nos lo vamos a encontrar también en relación al campo de lo psíquico. Hasta no hace mucho se pensaba que el niño no tenía problemas mentales (sólo muy recientemente se aprobó la especialidad de psiquiatría infantil), en tal caso, los malestares o trastornos que pudiera presentar, serían una falta de la naturaleza, sea ésta biológica, o del medio, educativa, etc. Al niño se le excluye así y se ignora que sea capaz de sufrir y gozar, sentir y padecer, deprimirse y exaltarse, delirar y razonar…, es decir, tener un psiquismo que al igual que los demás mortales –y a su propio nivel- se pregunta sobre los temas de todo lo humano: el amor, el sexo y la muerte. Asimismo, el poder padecer todo cuanto atañe al existir, entre ello, al desvarío. Cierto que ahora y por razones similares a las expuestas, está deslizándose un fenómeno opuesto: si antes había un desconocimiento e ignorancia sobre los problemas mentales del niño, ahora hay una psicopatologización y medicalización de la vida cotidiana, del sufrimiento, de los malestares, de los problemas y de las relaciones con el saber o con los otros… Toda conducta del niño, si no encaja con una norma, puede ser diagnosticada patológica por los manuales al uso… y lo que se escape ya entrará en los códigos Z (11). Antes por ignorancia, ahora por patologizar toda conducta, en definitiva, el niño sigue excluido de su capacidad de ser y de la expresión de su sufrimiento psíquico. Se obvia con todo ellos las preguntas e interrogantes acerca de las conductas del niño, de cómo se confronta en tanto sujeto, a la vida (como todo humano), a su deseo y a su goce, es decir, el no excluirlo de la ética y del existir. Estas formas particulares de arreglárselas con su deseo y su goce, se van a manifestar en las formaciones sintomáticas, en la angustia, en la depresión, en la queja, en la inhibición, en los problemas de aprendizaje, en definitiva, en la clínica. La cuestión y el reto que se nos plantea es: cómo cada niño da cuenta y se las arregla con estas formas particulares y singulares, de la expresión de su demanda, de su deseo y de la inscripción de su goce. Éste es uno de los retos de la psicopatología. Pero en lugar de dar una respuesta a esto, lo que nos encontramos es que ante todo desajuste, ante todo problema o dificultad en el niño, se le pone un diagnóstico, o mejor, se busca una lesión (cerebral, genética, neurotransmisores, etc.) y se le aplica un tratamiento ad-hoc. 358 F. Menéndez ORIGINALES Y REVISIONES La responsabilidad en el niño Esto nos lleva de la mano a otra reflexión en esta línea: la de la anulación del valor del acto del niño, de su responsabilidad. La confusión entre responsabilidad y culpa hace más difícil comprender el problema. La responsabilidad no se agota en la culpa, es fundamento de ella. Como dice Günter Grass: “Hay que pasar del sentimiento de culpa al sentido de responsabilidad” (12). Responsabilidad es valor del acto, que mi acto tiene un valor, me pertenece, depara consecuencias. La anulación de la responsabilidad en el niño, supone su borramiento como sujeto y el del valor de su acto, de su pertenencia. Para un niño ser responsable (= respondere), es saber que su acto en tanto expresión del ser (conducta, palabra, gesto, acción), le confiere un valor (positivo o negativo), conlleva una atribución (le pertenece, es de él, lo hizo), depara unas consecuencias (válidas o lesivas). Quitar la responsabilidad al niño, es decir, el valor de su acto, supone abolirlo de pertenencia subjetiva y reducirlo a mero ente de la especie, haciendo equivalente su acto, al del animal, la planta o la piedra… Como afirma Ricoeur “Somos verdaderamente libres cuando somos responsables” (13). No sería bueno quitarle al niño la capacidad del compromiso con los otros, de sostener la libertad y hacer propias las decisiones, aprender a tener autonomía y capacidad crítica, máxime cuando en casa, colegio, calle, etc. no se hace más que bombardearle y mandarle que tenga responsabilidad. El niño sabe bien de estas cosas y pide le den un lugar y un reconocimiento. Es difícil hacer ver este valor del acto del niño cuando los propios términos de infantil, pueril, niñato, menor, hombrecito… suponen términos devaluados y usados despectivamente para descalificar lo dicho o las conductas de alguien. Las funciones parentales Hay otra pata sobre la que se apoya y pivota la responsabilidad del niño. Esta es la de los padres, en tanto responsables legales y a todos los efectos del niño. De la responsabilidad de los padres y sobre todo de las funciones parentales, sería muy importante y necesaria una reflexión en profundidad -que rebasaría el propósito de este trabajo- porque en la clínica infantil con toda alegría y creyendo dar ciencia y dentro de los tratamientos, se dan a los padres pautas, normas, indicaciones de cómo actuar, es decir, de cómo ejercer la autoridad, la educación, el dar valores, conductas, etc. ¿De dónde les viene y dónde se forman los clínicos en tales saberes y Salud Mental Infantil: de qué hablamos al referirnos al niño en psicopatología. ORIGINALES Y REVISIONES 359 conocimientos? ¿Es de su intuición y de la proyección de los propios ideales o valores, así como del buen parecer? No hay patente de corso para estos saberes. Como lo expresa F. Pereña (14): “Para plantearse la responsabilidad de los padres en los trastornos psíquicos de los hijos hay que tener en cuenta, en primer lugar, que en la vida afectiva no funciona la articulación causa/efecto necesaria y universal y, en segundo lugar, que la respuesta en la que consiste la subjetividad del niño es imprevisible… “. Y añade “… nuestros hijos, son hijos de nuestra afecciones y de nuestras contradicciones, no son hijos sublimes de la mente… El adoctrinamiento pretende enseñar a los padres a legislar qué es un buen padre o una buena madre, qué conductas llevar… en lugar de valorar el sentir-se madre o hijo, en el modo de vínculo afectivo”. En este trabajo con los padres, es preciso restituirles un saber, ayudarles a encontrar y elaborar su función de padres, su compromiso en la elección hecha de de serlo. Otro fenómeno a señalar es el declive de la figura paterna, la deriva del padre colegui, gestor, management –de su hijo- y las consecuencias derivadas de ello, como las agresiones o amenazas por parte de padres a profesores o, simplemente, a quien llame la atención a su hijo de una gamberrada o acto irrespetuoso, siendo vivido por ese padre como fallo de su gestión como padre y no como apoyos comunitarios (escuela, mayores, etc.) en la educación de todo niño. Asimismo, es importante plantearse el papel de los “expertos”, “técnicos”, etc. que vienen a usurpar el saber intrínseco de todo padre o madre –construido a lo largo de siglos y generaciones- pretendiendo que van a “enseñar” y pautar cómo hay que amar, sufrir, gozar, sentir… como si esto se pudiese pautar y recetar. El releer alguno de los escritores de otro tiempo acerca de las relaciones padre/hijo o comportamientos de los jóvenes, nos puede hacer reflexionar sobre la realidad que nos encontramos y que había sido descrita entonces. Cito, por poner simples ejemplos, tres autores españoles: - Baltasar Gracián. El Criticón (15). - José del Campillo y Cossío (16). Ilustrado asturiano que en el 1741 describía los comportamientos caprichosos de los hijos y la permisividad y complicidad de los padres. - Ortega y Gasset (17) al referirse al hombre masa, al niño mimado y al señorito satisfecho. II.- Los registros de los psíquico Entre los diversos registros e instrumentos que dan cuenta de la psicopatología hay dos que atañen específicamente a nuestro quehacer: el registro del lenguaje y la subjetividad. 360 F. Menéndez ORIGINALES Y REVISIONES Recojo de M. Bunge en su Filosofía para médicos: “Aunque no lo sepa, el médico de hecho filosofa todo el día… cuando razona bien, practica la lógica; cuando da por descontado que los pacientes, el personal, las cosas existen fuera de su conciencia, practica el realismo ingenuo; cuando supone que los genes y virus son reales, aunque no los perciba, adopta el realismo científico; cuando rechaza que las enfermedades tengan origen espiritual, suscribe una concepción materialista del mundo; y cuando presta una ayuda o en su práctica intenta curar sin dañar, está practicando una filosofía moral humanista… en resumen, el médico filosofa aunque sin saberlo” (18) (y aunque no le importe saberlo). Pues bien, algo similar ocurre con estos dos registros, el lenguaje y la subjetividad, que están formando parte de la base teórica y de la práctica de nuestro quehacer psicopatológico (aunque no importe saberlo o se ignore su valor y sus conceptos). A) REGISTRO DEL LENGUAJE Valor y lugar de la palabra El niño habita, mora, vive al menos en dos espacios o lugares. Uno es su casa, su pueblo, su medio sociofamiliar, aquello que constituye su hábitat, su entorno físico. Pero hay otro espacio, donde vive plenamente, y éste nos va a interesar y afectar en nuestro trabajo específico psicopatológico. Es aquél que en bellas y precisas palabras nos señala Heidegger: “El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre” (19). O bien, como dice Wittgenstein: “El lenguaje es una parte de nuestro organismo” (20). En tanto hablante ser, el niño está bañado en palabras, vive inmerso en el lenguaje. El poeta gallego Bernardino Graña al preguntársele si relataba en sus historias lo que aprendiera de su abuela y de su madriña, respondió: “Antes de nacer xa escoitaba o ambiente da taberna do meu padriño … O’nacemento non é realmente o momento do parto … Ao ventre da miña nai chegábanme as conversas, as tertulias da taberna do meu padriño…” (21). Para Habermas: “En la intuición inmediata el espíritu es todavía animal, sólo con el lenguaje y en él se separan el ser de la conciencia y el ser de la naturaleza para la conciencia … el lenguaje rompe el dictado de la intuición inmediata y ordena el caos de la diversidad de sensaciones en cosas identificables, les da nombre…” (22). El niño una vez que pasa de ser infans –el que no habla- y entra en el lenguaje -que ya le precede y le inscribe como humano en el orden simbólico- trasciende el orden de la naturaleza para entrar en lo que Levi-Strauss (23) refiere como el orden de la cultura, propio y específico de lo humano, no reducido a un mero organismo, ni a la condición animal. Salud Mental Infantil: de qué hablamos al referirnos al niño en psicopatología. ORIGINALES Y REVISIONES 361 Pensamiento y lenguaje No hay pensamiento sin lenguaje. “El lenguaje –en palabras de M. Foucault (24)- representa el pensamiento […] no es un efecto exterior del pensamiento, sino pensamiento en sí mismo”. (Esto lleva a repercusiones clínicas, por ejemplo, acerca de la semiología de los delirios, o bien, si puede hablarse de diferencia entre trastornos del lenguaje y trastornos del pensamiento). Continúa Foucault: “Lo que erige a la palabra como tal y la sostiene por encima del aullido, los gritos, o los ruidos, es la proposición oculta en ella. El niño salvaje del Aveyron, por ejemplo, no llegó a hablar porque para él, las palabras seguían siendo marcas sonoras de las cosas […] podía pronunciar muy bien la palabra “leche” ante el tazón que le era ofrecido, pero esta palabra nunca se convirtió en signo representativo de la cosa” (Podría decir leche como el loro habla, pero por la lingüística sabemos que no hay que confundir habla y lenguaje). En el niño psicótico hay una falla simbólica en tanto la palabra no remite a lo que metaforiza o simboliza en el registro del lenguaje, es decir, a lo que constituye la representación. La palabra queda cosificada, petrificada, en su literalidad. Es el caso de una madre de un niño diagnosticado de Asperger que refería cómo su hijo tomaba las frases al pie de la letra, de tal forma que si le decía que iba a “echar un ojo a la sartén” en la cocina donde estaba haciendo la comida, el niño se angustiaba porque su madre lo echase realmente. O cuando le decía que tal equipo de fútbol jugaba en casa, le respondía que en su casa no podía ser, que jugaban en el estadio. Queda lo dicho en un puro decir, literal, sin relación significado/significante como signo lingüístico, sin hacer cadena significante que remita al orden simbólico propio de lo humano y que lo diferencia de la mera señal, o de la simple comunicación animal. Ha perdido lo metafórico como esencia del lenguaje. Lo que significa la diferencia entre habla y lenguaje puede sernos muy útil para comprender y no confundir algunas cosas en la psicosis, el autismo, lo deficitario, etc. Estos conceptos recogidos de la lingüística y aplicados a la clínica son importantes para entender lo que hacemos en nuestra práctica. En este sentido ya nos alertaba Castilla del Pino cuando afirmaba: “Si se piensa que los síntomas de los cuadros psiquiátricos los detectamos porque se nos hablan, resulta incompresible que se pueda hacer psicopatología ignorando la lingüística, ciencia que enriquece el saber psiquiátrico” (25). Efectos de la palabra De la importancia de la palabra y sus efectos dan cuenta hoy las neurociencias. Así, E. Kandel –Premio Nobel de Medicina 2000- afirma: “En la medida que nuestras palabras producen cambios en la mente de nuestros pacientes, las intervenciones psicoterapéuticas producen cambios en el cerebro … imágenes 362 F. Menéndez ORIGINALES Y REVISIONES cerebrales realizadas en pacientes antes y después de someterse a psicoterapia o psicoanálisis demuestran que el cerebro se reorganiza plásticamente tras el tratamiento … y concluyen, que ya no pueden existir dudas de que la psicoterapia puede propiciar cambios detectables en el cerebro” (26). Ya en la antigüedad, Platón señalaba como la palabra era Pharmakon –veneno o medicamento- según la intención cómo se emplee, puesto que la palabra modifica la physis de quien la oye (27) (observación que todos hemos experimentado de como una palabra puede abatirnos o hundirnos o puede estimularnos y animarnos). Si se hace hincapié en el valor e importancia del lenguaje, es porque es un instrumento específico y diferencial de lo humano y es de esto de lo que vamos a disponer para nuestro trabajo psicopatológico: un saber escuchar como clínicos. El niño habla, hay que escucharlo y no una escucha con el embeleso de la seducción. Hemos de dar al niño un lugar propio en la clínica, abrirle a una demanda, a una escucha, a un espacio, donde pueda recoger y elaborar su decir, su historia, su patología. Es algo suyo –aunque venga por la vía de encargo o traído por otro – hay que escucharlo, porque para él, su sufrimiento es lo más importante en ese momento; a veces, lo único que tiene y de lo que dispone en el mercado de los valores y de los intercambios afectivos. Y cabe, quizás, que note que es la primera vez que alguien está interesado por su sufrimiento psíquico. B.) LA SUBJETIVIDAD El otro registro e instrumento para comprender y trabajar en la clínica psicopatológica es la subjetividad. La naturaleza y la cultura El niño en el proceso de su existir y de su ser, rompe con el orden de la naturaleza y el instinto, deja de ser mero organismo, mero cuerpo biológico (órganos, vísceras, hormonas, etc.), para inscribirse todo ello en el orden de la cultura y de lo simbólico, donde rigen saberes y leyes propias, objeto de un conocimiento diferenciado, específico y particular de lo subjetivo, que no se agota en las ciencias físico-matemáticas, ni en las leyes de la naturaleza. El niño en tanto humano, no responde a unas leyes naturales ni instintivas ya dadas, inscritas y determinadas, que le diseñan y marcan un lugar y su papel en el mundo, como en el caso del animal y la planta. A esta indeterminación de la especie humana no regida por las leyes de la naturaleza –“La naturaleza peculiar del hombre es la sociedad”, nos dirá Mª Zambrano (28)-llamémosle por su nombre, la libertad, es lo que hace necesario la existencia de normas que no son puramente naturales, sino lingüísticas (29). Salud Mental Infantil: de qué hablamos al referirnos al niño en psicopatología. ORIGINALES Y REVISIONES 363 Como lo describe Dostoievski: “La mosca, la planta, el rayo de sol, etc., saben cuál es su lugar y participan del coro común y siguen unas leyes marcadas, mientras que sólo el hombre es un proscrito” (30) (está fuera de las leyes de la naturaleza). Para Ortega y Gasset (31): “Esa vida que nos es dada no nos es dada hecha, sino que cada uno de nosotros tiene que hacérsela, cada cual la suya. Esto no acontece con el animal o la planta o la piedra, a ellos les es dado su ser prefijado y resuelto [ ] Por eso vida, en el sentido de vida humana, en el sentido radical de la palabra vida, se la entiende cómo biografía y no como biología” (Por ello al hacer una historia clínica es importante que nos cuente su biografía). El que el hombre no se reduce al instinto, puede hacer comprender por qué puede atentar contra sus más primarios y básicos instintos: la vida, el hambre, el placer, etc. El hombre no queda reducido a la mera necesidad, sino que lo atraviesa el deseo. La vulnerabilidad constitutiva E. Fromm nos señalaba: “Como el hombre -el niño- es el animal más desamparado y desvalido, pero esta debilidad biológica -no limitada, ni fijada al instinto ni a la naturaleza- constituye la base de su fuerza, la causa primera de sus cualidades humanas” (32). (Importante entender esto para no confundir la vulnerabilidad como una anomalía). El niño, el hombre, al estar carente, descarriado y desvalido, en dependencia del otro, le hace abrirse al deseo y al conocer, forjarse una existencia singular, consustancial con su realidad, “…la capacidad y desazón de sentirse perdidos, es su trágico destino y su ilustre privilegio” nos dirá Ortega (31). Cada etapa que de niño al adulto recorre el hombre, le deja inconforme y perplejo y esta perplejidad le hace encontrar soluciones nuevas. Su vulnerabilidad constitutiva le hace capaz de buscar y resolver. No hay una forma única, dada, fija y estructurada de resolver este desvalimiento y extravío, esta dependencia, este extrañamiento y esta incertidumbre propias del ser humano. La respuesta –como el sistema inmunológico que reacciona en relación a los patógenos que encuentra- es de cada uno, en el encuentro con la vida, subjetiva, singular, particular, personalizada, del caso por caso y se va a modificar en relación con las circunstancias y hechos de la vida. La infinita diversidad de cada uno, es una característica de la existencia en tanto sujetos. La propia medicina tiende a los tratamientos personalizados. La subjetividad no puede tener una medida, una homologación o unos parámetros generales y universales. No hay escalas, cuestionarios, test, ítems, que reflejen un saber de lo singular, de lo subjetivo, de lo particular, del caso por caso, de lo específico. “No hay sino enfermedad individual: no porque el individuo re- 364 F. Menéndez ORIGINALES Y REVISIONES acciona sobre su propia enfermedad, sino porque la acción de la enfermedad se desenvuelve, por derecho propio, en la forma de la individualidad” (33). Estatuto de lo subjetivo – los correlatos neuronales La subjetividad, siguiendo la reflexión de F. Pereña (14), “Nace de las experiencias del vínculo que no pueden codificarse y que hace que un niño haga una experiencia particular de una misma situación o de un mismo acontecimiento de como lo hace otro niño…” y añade, “No hay un correlato neuronal del yo de la subjetividad … la actividad neuronal no origina la experiencia subjetiva. A los llamados neurotransmisores se les llama neuromoduladores ya que modulan la actividad en función de la vivencia de una situación o acontecimiento determinado. Esta modulación tiene que ver con el estado de ánimo o los modos particulares del ser afectados…” (los vínculos afectivos, las experiencias emocionales, los intercambios, etc.). Para C. Moya, “Los conceptos de lo mental son realmente peculiares. No son simplemente distintos de los neurofisiológicos, sino que la atribución en primera o en tercera persona se rige por criterios distintos” … “Yo no poseo especial autoridad con respecto a los estados de mi cerebro. De hecho un neurólogo es más competente que yo para determinarlos” … “Pero este mismo neurólogo habrá de confiar en mis declaraciones para saber si tengo dolor cuando me implanta un electrodo” … “tiene sentido que dos o más personas están observando el mismo proceso cerebral, pero no que dos o más personas están informadas de la misma experiencia interna” … “los términos mentales no sólo tienen un significado diferente de los términos neurofisiológicos sino también una lógica diferente” … “Si yo afirmo sinceramente que no tengo dolor y otra persona se empeña en atribuírmelo observando mi cerebro, no estamos hablando de lo mismo. La palabra dolor habrá cambiado de significado en boca de esta persona” … “que una propiedad llamada dolor distinta de lo que ahora entendemos por dolor, fuese un estado del cerebro será tal vez un hecho interesante, pero no una respuesta al problema de la naturaleza de la mente…” (34). Podemos visualizar las imágenes cerebrales que muestran las zonas neuronales estimuladas al oír una melodía, pero serán los pacientes quienes saben de la calidad, y de la vivencia de lo que sienten al escuchar dicha melodía, así como los sentimientos complejos y diversos que pueden darse en cada uno de los sujetos (35). III.- La clínica en S.M.I. A) PREVENCIÓN Los conceptos señalados en los registros anteriores dan pie para entender la prevención en salud mental infantil, sobre todo para cuestionar una cierta idea de la prevención que se basa en la vulnerabilidad como concepto equívoco y confuso. Salud Mental Infantil: de qué hablamos al referirnos al niño en psicopatología. ORIGINALES Y REVISIONES 365 Al analizar la prevención en salud mental infantil es necesario precisar: 1º) Vulnerabilidad y resiliencia No se puede hablar de prevención tomando como base el criterio y concepto de vulnerabilidad tal y como viene entendiéndose como algo anómalo y alterado. La vulnerabilidad es intrínseca y le confiere al ser humano la capacidad de buscar y forjarse la construcción de su ser y de su identidad, “Es la base de su fuerza y la causa primaria de sus cualidades humanas” dice E. Fromm (32). Por lo tanto habrá que rescatar el concepto de resiliencia que cuadra más para entender la prevención, que no el de vulnerabilidad tomado éste como algo anómalo y ajeno a la esencia humana. Resiliencia entendida como la capacidad de resistencia, tal como lo describe B. Cyrulnik (36): “La capacidad de resistir las magulladuras de las heridas psicológicas y el impulso de reparación psíquico que nace de esa resistencia”… “el proceso de resiliencia permite a un niño herido trasformar su magulladura en un organizador del yo, a condición de que a su alrededor haya una relación que le permita realizar una metamorfosis”. 2º) Lo preventivo en salud mental La demanda, el saber, el sufrimiento, el mundo inconsciente, el síntoma, lo subjetivo, lo aleatorio y contingente, etc. no entran en el registro de lo medible, cuantificable y objetivable, ni de lo homogéneo y homologable por la bioestadística. López Ibor señalaba como, “El conocimiento científico se basa en la búsqueda de lo que es igual en los fenómenos, en la analogía, en la relación de causalidad”… “en lo psíquico esto no es posible, falta lo que hay de igual en ellos”… “como la imagen de Heráclito, la corriente de lo psíquico, es como un río que nunca es igual en dos momentos consecutivos” (37). En los modelos preventivos de salud mental no podemos aplicar mecánicamente una prevención como si de una víscera, un órgano, una función fisiológica, o un objeto, se tratase. El Premio Nobel de Física, R. Feynman (38) al referirse a los cambios en la física y en la ciencia, explicaba: “Otro cambio muy importante en las ideas de la ciencia que trajo la mecánica cuántica es que no es posible predecir exactamente lo que va a suceder en cualquier circunstancia […] la naturaleza tal como la entendemos hoy, se comporta de tal modo que es fundamentalmente imposible hacer una predicción precisa de qué sucedería exactamente en un experimento dado” . Esta misma idea la encontramos reflejada en el principio de incertidumbre de Heisenberg o en el teorema de Gödel. Un falso mimetismo del modelo médico-biológico de prevención no tiene en cuenta lo específico y diferencial en salud mental, como es lo subjetivo, lo 366 F. Menéndez ORIGINALES Y REVISIONES singular, lo aleatorio, lo contingente, el caso por caso… donde lo llamado preventivo tiene otros modelos y métodos de actuación. Por supuesto que hay, por otro lado, necesidad de protección y cuidados: del maltrato, del abandono, de la explotación, de los derechos del niño, de su salud y de su bienestar, etc. Ante la tendencia a medicalizar y patologizar los malestares de la vida cotidiana y los sufrimientos, no estará de más alertar y preguntase el porqué de esta deriva actual de potenciar toda la fragilidad y vulnerabilidad, ignorando y obviando la resiliencia. Existe una compulsiva necesidad de ejercer el furor sanandi y protector a toda la sociedad, haciéndola cada vez más vulnerable, incapacitada, irresponsable, infantilizada, frágil y dependiente, y por ello, necesitada de expertos, técnicos, guías y salvadores, ante cualquier evento o hecho supuestamente traumático, reforzando así la falta de decisión e iniciativa, de creatividad y de autonomía y de solidaridad, favoreciendo por contra la pasividad, la dependencia y la sumisión. Se hace actualidad el lema kantiano de la ilustración: ¡Sapere aude!, ¡Atrévete a saber, ten el coraje de servirte de tu propia razón! B) LA CLÍNICA EN SALUD MENTAL INFANTIL Con respecto a la práctica clínica, de forma sintética, es necesario destacar cuatro puntos de reflexión y debate. 1º) Las patologías del desarrollo madurativo Es preciso replantear las patologías del desarrollo madurativo tal como vienen entendiéndose. El criterio de maduración es de uso habitual en el mundo animal y vegetal, y en cierto orden biológico de los organismos de cada especie. Como refiere F. Pereña: “Conceptualmente la maduración implica que hay un objeto que tiene en sí mismo su propio código de desarrollo o de normalización”… “en la medida en que la subjetividad es una alteración de la vida corporal y de la vida instintiva, la categoría de la maduración no es aplicable a la psicopatología” (39). Siguiendo a D. Siegel, “La maduración genéticamente programada del sistema neuronal está sometida a la modulación de la experiencia”… “el yo -para F.Pereña (14)- no es un dato previo ni mental, ni corporal, ni espiritual, ni anatómico. Es un proceso. El cerebro con que nace un bebé con sus millones de neuronas, es un órgano que ha de desarrollarse y este desarrollo va a depender de cómo se modula, y esto es una actividad constante mientras se vive” (lo que se conoce por neurogenesis) “…la voz de la madre, el tacto, etc. crean una red relacional en permanente actividad, no como un proceso madurativo lineal, sino en constante relación con las emociones que vertebran las relaciones del sujeto con los demás. Esa permanente actividad convierte al sujeto en un ser alterado y un cerebro siempre pendiente nunca acabado” (Es la neuroplasticidad cerebral). Salud Mental Infantil: de qué hablamos al referirnos al niño en psicopatología. ORIGINALES Y REVISIONES 367 Como señala el biólogo molecular y neurocientífico S. Rose (40): “Se hace difícil analizar el desarrollo en función de unas respuestas típicas de especies”… ”hasta la generalización más simple está abierta a salvedades”…”entre los niños pueden darse unas desviaciones considerables en torno a la edad en que empiezan a caminar o a hablar sin que parezca haber ninguna diferencia posterior en su actuación”…”inevitablemente la experiencia individual se superpone a las generalizaciones que se aplican a una población, una característica más propia de la plasticidad del cerebro que de su especificidad” . La clínica del sujeto es una clínica de historias, del caso por caso, de lo contingente, de las biografías, de las diferencias específicas. Ya nos alerta H. Arendt: “La conducta uniforme que se presta a la determinación estadística, por lo tanto a la predicción científicamente correcta, no es en modo alguno inofensiva”…”las ciencias del comportamiento -anulando la subjetividad- apuntan a reducir al hombre (en nuestro caso al niño) a un animal de conducta condicionada” (41). 2º) El saber psicopatológico y el sujeto de conocimiento ¿Qué nos confiere especificidad como campo de conocimiento propio de lo psíquico infantil? Epistémicamente ¿qué nos da entidad propia como especialidad? ¿De qué sujeto nos ocupamos y qué saberes nos son propios? ¿Nuestros saberes se agotan en las ciencias de la naturaleza o bien, hay otros saberes no reducidos a lo científico, a las ciencias? No caer en el error del cientificismo creyendo que la ciencia es el único saber. Hay conocimiento -saber- ciencia. La ciencia es una parte del saber y el saber es una parte del conocimiento. El deslumbramiento cientificista -que no científico- ha llevado a que perdamos la riqueza y el rigor, la sutileza y finura de la semiología de los casos clínicos de la psiquiatría y la psicología clásicas; de la observación y la anamnesis; de la escucha y la mirada clínica; de la creatividad como modo de conocimiento, para quedarnos reducidos a la mirada por los aparatos y las pruebas, o las escalas, cuestionarios, test, etc. (En las consultas se mira hoy más al ordenador que al paciente). No puede haber una ciencia de la belleza, de los valores, de lo justo e injusto, del amor, de los sentimientos, del bien y del mal, etc. A todo esto no le es aplicable lo científico, son otros saberes los que están en juego. El Premio Nobel de Física Feynman, en relación con lo científico ironizaba: “La matemática no es una ciencia en el sentido de que no es una ciencia natural. La prueba de validez no es el experimento. Que algo no sea una ciencia no quiere decir necesariamente que sea malo. Por ejemplo, el amor no es una ciencia. Por lo tanto si se dice que algo no es una ciencia, no quiere decir que haya algo erróneo en ello; quiere decir simplemente que no es una ciencia” (38). 368 F. Menéndez ORIGINALES Y REVISIONES Como dice Mª Zambrano: “El saber es experiencia ancestral o experiencia sedimentada en el curso de la vida; experiencias vitales, no repetibles a voluntad como las que se efectúan en los laboratorios […] Saberes que aparecen tras un acontecimiento extremo, enfermedad, muerte de un ser querido, un desengaño amoroso, o la alegría y la felicidad” (42). Estas historias, estos saberes, son lo que, en tanto personales e intransferibles constituyen las biografías del sujeto, las vidas vividas, y dan cuenta de la verdad de la existencia y del sufrimiento psíquico. Verdad y sufrimiento que en tanto clínicos de lo “psi”, vamos a “tratar” específicamente. El físico y Premio Príncipe de Asturias, Etxenique, señala: “Podemos saber qué ley física gobierna la vida, pero ¿eso quiere decir que entendemos la vida, la belleza de un cuadro, el amor o el pánico en un estadio? Las propiedades de la vida como la belleza, la conciencia, etc. pueden no tener sentido a escala celular” (43). O bien, como dice S. Rose (40): “Creer que la bioquímica es de algún modo más fiable que los sentimientos que comunica una persona será un ejemplo de lógica ex-juvantibus…” “…la bioquímica y la biología molecular no son lugares para buscar la sede del alma…”. 3º) La demanda en S.M.I.: La escucha clínica En la consulta infantil por lo general el niño es traído. La demanda viene a través de lo que el síntoma representa para quienes se ocupan del niño (padres, escuela, medio social, etc.). Pero esta demanda, como toda demanda clínica, habrá que estudiarla, evaluarla, elaborarla, no tomarla al pie de la letra. Habrá que tener en cuenta en dicha demanda, el sufrimiento del niño y lo que para él representa ¡que en el intento de salvarlo, no lo arrojemos con el agua sucia! Hay que escuchar la trama de historias que entretejen el lugar del niño, las historias de sus padres y familia, el medio, la escuela, etc. Pero hay que darle a él también su lugar, para que construya su relato, su decir, su biografía, su malestar… El niño habla, hay que escucharlo –además y también de a quien lo trae-. No substituir su relato por la deriva actual de que antes de oír su historia, se le apliquen escalas, cuestionarios, pruebas, test, etc., en busca de una etiqueta o un diagnóstico previo. Hay que construir una historia, una anamnesis. Una historia clínica que dé cuenta de su sufrimiento y de su dolor, de su deseo y de su goce. Construir en la historia clínica, la biografía que recoja su relato, lo que el paciente narra de sí mismo, de su realidad, de su verdad. No la historia que busca cuadrar los síntomas y la biografía, con un saber y una verdad ajenos: la de la enfermedad catalogada, externa y prefijada. Una historia que no sea de preguntas que sólo escuchan lo que encaja y se adapta al texto del diagnóstico, a los ítems de la enfermedad abstracta. En el fon- Salud Mental Infantil: de qué hablamos al referirnos al niño en psicopatología. ORIGINALES Y REVISIONES 369 do, de esta forma, se asigna al paciente una realidad biográfica que responde más a la entidad mórbida preestablecida, general y universal, que a la particularidad, lo subjetivo y lo específico del caso por caso. Se va a aplicar una identidad atribuida en tanto diagnóstico que debe aceptarla como condición de su curación (la llamada conciencia de enfermedad). Esta imposición de la verdad médica como omnipotencia del poder disciplinario (44) en tanto realidad impuesta, con la presunción de un saber universal y abstracto ha escotomizado la propia historia y biografía del sujeto, y no atiende al significado que para él tiene su malestar o sufrimiento psíquico. Como refiere Gadamer: “La anamnesis, el recuerdo, es una forma del pensamiento, del logos, es decir, de la búsqueda…” (45). 4º) La patologización de las conductas y el reduccionismo de la psicopatología infantil: La abdicación de las credenciales clínicas. La creciente patologización de los malestares de la vida cotidiana y del sufrimiento, hace que cualquier reacción vivencial, cualquier conducta o malestar propio del niño, sea tomada como patológico. El simplismo y reduccionismo al que se ve abocada la clínica actual, lleva a confundir y hacer pasar: - El síntoma por la enfermedad - La parte por el todo - Las causas por sus efecto Así nos encontramos, como la clínica se está reduciendo a un prontuario de ítems que protocolizados y envasados como guías clínicas, definen un trastorno o enfermedad, al cual se le asigna un tratamiento ya establecido (se cumpliría así el sueño del recetario o del manual de instrucciones). El profesor Berrios en su reflexión acerca de la M.B.E. hace una acerada crítica de las guías y protocolos en Psiquiatría: “Dichas guías en la práctica destruirían la espontaneidad terapéutica de la Psiquiatría y cambiarían el antiguo arte de prescribir, que pasaría de ser creativo y flexible a mecánico y uniformado”… “Finalmente ni siquiera requeriría que los prescriptores psiquiátricos estuvieran medicamente cualificados” …”esto conllevaría que la vieja relación médico/paciente y el paciente que sufre, han desaparecido para siempre” (46). La presidenta del Comité de Ética del British Medical Journal, Iona Heath, al referirse a los protocolos afirmaba: “La atención médica parece cada vez más producto de protocolos empíricos cuya naturaleza hace que se considere a los pacientes como unidades estándares de enfermedad. Esos protocolos no tienen manera de dar cabida al relato de cada individuo, a los valores, las aspiraciones y las propiedades de cada persona diferente y a las formas en que los mismos van cambiando con el tiempo” (47). 370 F. Menéndez ORIGINALES Y REVISIONES En la clínica psicopatológica infantil, los trastornos o enfermedades de los manuales diagnósticos, son en general meros síntomas, que en el empobrecimiento y el simplismo al que se está reduciendo la clínica, se los erige en estructuras o cuadros clínicos. Nunca la medicina –la clínica- estuvo tan lejos de sus credenciales: no confundir síntoma con enfermedad (no ser cazasíntomas). En última instancia, este recorte de la clínica en síntomas, sigue sin abordar la realidad de las estructuras clínicas y la expresión del sufrimiento en el niño. En la línea de lo referido, basten dos ejemplos sacados de los manuales diagnósticos: el T.G.D. (Trastorno Generalizado del Desarrollo), esa etérea entidad nosológica cajón de sastre de confusión y mezcolanza; el T.D.A.H. (Trastorno Hipercinético y Déficit de Atención) erigido en categoría diagnóstica eminente y unidad de destino en lo universal de la Psiquiatría Infantil, llegando en algunos servicios o unidades de salud mental infantil a ser el 70% u 80% -a veces más-de los diagnósticos, convirtiéndose de esta forma en la prácticamente única entidad de la psicopatología infantil (48). La hipercinesia y el déficit de atención (que, claro está, existen, sino no existirían la motricidad ni la atención) en tanto síntomas o signos, remiten a una multiplicidad de expresiones, estructuras o cuadros clínicos, pero si se toman como entidad clínica diagnóstica única, se obvia o ignora el saber de su expresión y de su etiopatogenia, es decir, de qué entidad o cuadro clínico se trata en realidad (pura semiología). Expondré otro ejemplo de cómo se desvirtúa y condiciona la clínica infantil, tan sólo mostrando cómo se presentan o nombran hoy día en las consultas, los problemas que puede presentar el niño y como esto va a determinar la clínica. “Hay que llamar otra vez a las cosas por su nombre” (R. Argullol). Rabietas- perrenchas- pataletas……………….... Agitación No aguantarse- hacer lo que le da la gana……… Impulsividad Caprichoso- trasto- rebelde……………………… Disruptivo Contestón- desafiante- oposicionista……………. Negativismo desafiante Voluble- incontinente- prontos………………….. Explosivo intermitente Desasosiego- nervioso- malestar………………… Ansiedad Inquieto-no para- como una moto……………..… Hipercinético Distraído- no se centra- en las nubes………..…… Déficit de atención El venir a consulta con una u otra forma de presentar el problema del niño, va a predisponer toda una práctica clínica y diagnóstica por consecuencia. Y esto no es una banalidad o anécdota ingeniosa. El nombrar las cosas patologizándolas, patologizar las conductas y comportamientos, supone que el hacer las cosas bien o mal, el portarse adecuadamente, no será efecto de la probidad Salud Mental Infantil: de qué hablamos al referirnos al niño en psicopatología. ORIGINALES Y REVISIONES 371 moral, del esfuerzo, de la templanza, del dominio o de la libre elección, sino de los neurotransmisores, o de la genética, las lesiones cerebrales, etc. Confundir las conductas, patologizándolas, (claro está que hay conductas patológicas que hay que evaluar y tratar), cuando se patologizan sin serlo, supone que los esquemas ordenadores de las buenas o malas acciones, se substituyen por trastornos cerebrales o mentales. “La retórica de enfermedad y terapias sustituyen la libertad del sujeto para decidir sobre su vida, para responder de sus actos” (49). Impera así la inocencia y la impunidad como horizonte moral. La desresponsabilización generalizada. La exoneración de la persona del compromiso de su propia vida. Retomando el proverbio de A. Machado, “Es el mejor de los buenos quien sabe que en esta vida, todo es cuestión de medida: un poco más, algo menos”, se podría añadir: Un poco más de rigor científico, de semiología, de escucha biográfica y de clínica psicopatológica. Algo menos de pereza intelectual, de cazasíntomas y de patologizar las conductas y el sufrimiento. BIBLIOGRAFÍA (1) Berrios, G.Vieja y nueva Psiquiatría. Maristán, 1994, III, 6-7; p.36 (2) Kant, I, Crítica de la razón pura. 3ª Ed. Madrid: Taurus. 2010; p.310 (3) Spinke Jonze. El Mundo (10-XII-2009) (4) Ariès, Ph. El niño y la vida familiar en el antiguo régimen. Madrid: Taurus. 1987 (5) Lloyd de Mause, Historia de la infancia. Madrid: Alianza. 1982 (6) Clark, E. La publicidad y su poder. Barcelona: Planeta. 1988; p.172 (7) Bauman, Z. Vida de Consumo. Madrid: Fondo de Cultura Económica. 2007, p.91 (8) Niños explotados. El País (24-I-2012) (9) Winnicott, D.N. 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Julia Rodríguez Millán a, Eva Garnica de Cos b, Pablo Malo Ocejo c. a MIR Psiquiatría: Osakidetza-Servicio Vasco de Salud, Red de Salud Mental de Bizkaia (RSMB), Bizkaia, España. bPsiquiatra adjunta: Osakidetza-Servicio Vasco de Salud, RSMB, Hospital de Zamudio, Bizkaia, España. cPsiquiatra adjunto: Osakidetza-Servicio Vasco de Salud, RSMB, Centro de Salud Mental Bombero-Etxaniz, Bizkaia, España. Correspondencia: Julia Rodríguez Millán (julia.rodriguezmillan@osakidetza.net) Recibido: 13/06/2013; aceptado con modificaciones: 09/09/2013 RESUMEN: Introducción: La encefalitis límbica es una enfermedad autoinmune y con frecuencia paraneoplásica, caracterizada por síntomas neuropsiquiátricos y asociada con frecuencia a diferentes tumores como el cáncer de células pequeñas de pulmón, timoma, teratoma testicular o cáncer de mama. Se han identificado varios autoanticuerpos, uno de los cuales es anti-NMDAR, asociado con más frecuencia a teratoma ovárico y síntomas psiquiátricos en pacientes jóvenes. Caso clínico: Una paciente de 14 años con alucinaciones auditivas, problemas de lenguaje, agitación, movimientos anormales y pobre respuesta a antipsicóticos es finalmente diagnosticada de encefalitis anti-NMDAR, encontrando y tratando después en ella un teratoma ovárico. Discusión: La encefalitis anti-NMDAR es tratada con frecuencia primero por psiquiatras por su presentación con cambios de personalidad, alucinaciones, agitación etc. Los psiquiatras deberíamos conocer esta enfermedad autoinmune para dar a los pacientes un correcto y temprano diagnóstico y tratamiento. Palabras Clave: encefalitis límbica, anticuerpos anti-NMDAR, psicosis ABSTRACT: Introduction: Limbic encephalitis is an autoimmune and often paraneoplastic disorder, characterized by neuropsychiatric symptoms and frequently associated with several tumors such as small cell lung cancer, thymoma, testicular teratoma or breast cancer. Several autoantibodies have been identified linked to limbic encephalitis, i.e. the anti-NMDAR, frequently associated with ovarian teratoma and psychiatric symptoms in young patients. Case report: A 14-year-old girl with auditory hallucinations, speech problems, agitation, abnormal movements and poor response to antipsychotics was diagnosed of anti-NMDAR encephalitis, and there after an ovarian teratoma was detected and treated. Discussion: Anti-NMDAR encephalitis is often first treated by psychiatrists because of its presentation with personality changes, hallucinations, agitation etc. Psychiatrists should consider this autoimmune disorder in order to give patients correct and early diagnosis and treatment. Key Words: Limbic encephalitis, anti-NMDAR antibodies, psychosis Introducción Son muchas las enfermedades neurológicas, oncológicas y autoinmunes que pueden presentar síntomas psiquiátricos a lo largo de su evolución, y en algunos casos incluso debutar con sintomatología psiquiátrica previa al resto de síntomas (1-2), por lo que el diagnóstico puede confundirse, y demorarse el tratamiento más adecuado. Hay líneas de investigación que incluso apuntan a una 376 J. Rodríguez, E. Garnica, P. Malo NOTAS CLÍNICAS disfunción autoinmune en las enfermedades psiquiátricas (2), y trabajos que objetivan que hay un riesgo aumentado de diagnóstico de cáncer en los primeros meses posteriores a un primer ingreso en un hospital psiquiátrico (1). Las encefalitis límbicas fueron descritas por primera vez en los años 60s, como entidades frecuentemente paraneoplásicas (3), pero en los últimos años se han ido pudiendo describir con más detalle y en sus diferentes subtipos, gracias a la detección de los anticuerpos implicados, aunque también cabe señalar que en hasta un 50 % podrían no identificarse los anticuerpos (3). En los estudios más recientes, se apuntan procesos autoinmunes idiopáticos de base, y no orígenes paraneoplásicos o virales como se creía antes (2). Las características comunes a todas ellas, y de ahí su interés para los psiquiatras, es que con frecuencia debutan con clínica psiquiátrica, que puede ser muy variada, incluyendo episodios psicóticos con ideación delirante paranoide, alucinaciones auditivas y visuales, soliloquios, cambios en la personalidad, agitación psicomotriz, trastornos afectivos incluyendo manía, ansiedad, e incluso síntomas obsesivo-compulsivos (1, 3-4). Hasta en un 60 % de los casos estos síntomas neuropsiquiátricos preceden, con una media de 3,5 meses, al diagnóstico del cáncer (3-4). El resto de síntomas más neurológicos pueden comprender anomias, problemas de memoria, crisis convulsivas, catatonía y discinesias orolinguales (que pueden también ser confundidas en el contexto de un trastorno psiquiátrico), oscilaciones del nivel de conciencia, coma e incluso muerte (A, B, C, D). La bibliografía recoge casos en que los pacientes han sido incluso ingresados en Unidades de Psiquiatría previamente a conocer su verdadero diagnóstico, ya que no siempre las pruebas diagnósticas muestran alteraciones, pudiendo llegar a ser todas normales (5). Las alteraciones más significativas suelen encontrarse en LCR con una ligera pleocitosis linfocítica, RMN alterada en algunos casos, y EEG que puede mostrar una lentificación difusa (2, 5). Ante la sospecha de una encefalitis de este tipo y según la clínica, se debería solicitar en la analítica el autoanticuerpo específico (en sangre y LCR). El tratamiento general es la inmunoterapia y la resección del tumor si lo hay, y el pronóstico depende sobre todo del tumor de base y su detección precoz. Se han descrito varios subtipos, asociados con más frecuencia, cuando son paraneoplásicas, a cáncer de pulmón de células pequeñas (el primero descrito), tumores testiculares, teratoma de ovario, linfoma de Hodgkin y cáncer de mama (3). Frecuentemente se clasifican en función de si atacan a antígenos intracelulares o de superficie. Dentro de los primeros, y por su frecuencia y gravedad del tumor de base, cabe destacar la encefalitis asociada a anticuerpos anti-Hu, la más conocida, asociada al cáncer de pulmón de células pequeñas, típica de fumadores en su 5ª-6ª década de vida, que puede asociar depresión, alucinaciones y fallos de memoria (1). Debido al cáncer de base, el pronóstico es malo a pesar del tratamiento (5).También se encuentra en este grupo la encefalitis asociada Psicosis parece, encefalitis es (o un caso de inicio con síntomas psiquiátricos... NOTAS CLÍNICAS 377 al anti-Ma, de tumores de testículo en jóvenes, o cáncer de pulmón o mama en adultos mayores (5) confundida a veces con una entidad puramente psiquiátrica por la aparición de miedo inexplicable, ataques de pánico o comportamientos obsesivo-compulsivos en varones en la 3ª década (1). Dentro de las encefalitis por anticuerpos contra antígenos de superficie se encuentra por ejemplo la asociada a anticuerpos contra los canales de potasio, frecuentemente no paraneoplásica, aunque en un 20 % asociada al cáncer de pulmón de células pequeñas o a un timoma (1) que suele presentar apatía e irritabilidad, disfunción autonómica (hipersudoración y sialorrea) y posibles alucinaciones visuales. También se encuentra la mediada por anticuerpos anti-AMPA, más frecuentes en mujeres en su 6ª década, con cáncer de pulmón, mama o timoma, con pérdida subaguda de memoria, agitación y agresividad (1), pero existe también un caso descrito de un paciente de 19 años diagnosticado de manía (2). La más interesante para el conocimiento de los psiquiatras es la encefalitis límbica por anticuerpos contra los receptores NMDA (encefalitis anti-NMDAR). Se encuentra dentro de las mediadas por anticuerpos contra antígenos de superficie, lleva pocos años identificada, pero ya son muchas las publicaciones y los casos clínicos referidos, estimándose ya que puede ser la más frecuente (5). Su máximo interés es que alrededor de un 75 % de estos casos identificados fueron primero vistos por psiquiatras o ingresados en Unidades de Psiquiatría (1), y en general tiene mejor pronóstico que el resto de encefalitis paraneoplásicas (6). Describiremos a continuación un caso clínico, para posteriormente profundizar en el conocimiento de este subtipo de encefalitis. Caso Clínico Motivo de consulta: Presentamos el caso de una paciente de 14 años que acudió a Urgencias por la aparición de alucinaciones auditivas y dificultades en el lenguaje. Antecedentes personales: Menor de 2 hermanos. Embarazo sin complicaciones y parto eutócico. Desarrollo psicomotriz normal. Estudios completados hasta el momento satisfactoriamente, hasta 3º de ESO. Buen desarrollo de habilidades sociales, con buena cobertura tanto a nivel social como familiar. No presentaba antecedentes psiquiátricos personales ni familiares. Enfermedad Actual: La paciente acudió al Servicio de Urgencias refiriendo un cuadro de confusión de palabras, con cambios en la nominación, y afirmaba haber oído voces que 378 J. Rodríguez, E. Garnica, P. Malo NOTAS CLÍNICAS la llamaban, con cierta conciencia de realidad. La paciente no refería otra clínica asociada a este cuadro. Se le realizó una exploración neurológica y pruebas complementarias (TAC craneal y LCR) que resultan ser normales, es por ello que fue dada de alta de este servicio. La paciente tras unos días acudió nuevamente a la urgencia por un nuevo cuadro de confusión de palabras con alteración de la nominación puntual y alucinosis auditiva, sin otra clínica asociada. En nuevas pruebas complementarias, se le realizó una nueva punción lumbar donde se observó en líquido cefalorraquídeo la presencia de un ligero aumento de linfocitos, siendo el TAC y EEG normales. Tras este hallazgo la paciente fue ingresada en el Servicio de Pediatría para estudio. Evolución: Estando la paciente ingresada en el Servicio de Pediatría avisaron al médico de guardia por un cuadro de agitación psicomotriz con alucinaciones auditivas y disforia importante, que no mejoró tras la administración de Haloperidol oral y Lorazepam de 1mg, es por ello que fue ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos. Su evolución en UCI fue fluctuante, consistente en alteraciones severas de la conducta con agitación psicomotriz, desinhibición, fluctuaciones del nivel de conciencia, hasta un estado similar a un cuadro de catatonía que duró alrededor de 4-5 días. En ocasiones presentaba cun predominio de movimientos coreoatetoides complejos de extremidades, pelvis y abdomen, con incorporación tónica, con extremidades hiperextendidas en la cama, discinesias orofaciales, chupeteo, salivación e hipertonía. Posteriormente cedió el cuadro motor dando paso a un estado con predominio de alucinaciones auditivas, acompañado de manera intermitente de ecolalia, mutismo, lenguaje ininteligible, y gritos. Este cuadro fue tratado en primer lugar con antibioterapia extensa y antivíricos por la sospecha de Meningoencefalitis (Ceftriaxona, Ampicilina, Doxiciclina, Ganciclovir, y Amikacina), por los hallazgos en la punción lumbar. Posteriormente se retiraron los antibióticos dado que los resultados de diversos cultivos de Líquido Cefalorraquídeo fueron negativos. Se introdujo un anticomicial para evitar las crisis (Fenitoína) y corticoides (dosis de 60mg/día de metilprednisolona que posteriormente se disminuyeron a 40mg/día). Se realizó una interconsulta a Psiquiatría con el fin de poder controlar farmacológicamente las agitaciones de la paciente, pautándosele clorazepato dipotásico 15mg, alprazolam 1 mg, y Haloperidol (dosis creciente). Debido a que no se logró controlar en ningún momento estas agitaciones se introdujeron Propofol y Cloruro Mórfico iv que consiguieron frenar los episodios más graves de agitación. Después de un mes de ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos la paciente empezó a mejorar con un lenguaje coherente y sin discinesias aunque aún Psicosis parece, encefalitis es (o un caso de inicio con síntomas psiquiátricos... NOTAS CLÍNICAS 379 persistían de manera recortada los cuadros de agitación y de desorientación. Dada a la estabilidad del cuadro ingresó en la Unidad de Neurología para proseguir con su estudio. Pruebas Complementarias en Neurología y diagnóstico: Analítica con hematimetría y bioquímica básicas normales; ANAS, anticardiolipina, serología para Borrelia, VIH, sarampión etc. negativos. Punción lumbar con resultado de 140 células el 100% linfocíticas que van en descenso según avanza el ingreso. TAC y RMN cerebral normales. Ante la sospecha de una posible encefalitis límbica (por la clínica y el resultado de la punción lumbar) se analizó la presencia de Anticuerpos Anti-NMDAR, que resultaron positivos, por lo que se diagnosticó a la paciente de Encefalitis por Anticuerpos antiNMDAR. Así mismo debido a la estrecha relación de esta Encefalitis Límbica con el Teratoma Ovárico se le realizó a la paciente un TAC Body que reveló la presencia de una masa de más de 6 cm en ovario izquierdo, por lo que se le realizó una quistectomía laparoscópica confirmando un Teratoma Ovárico Maduro. Tratamiento: Además de la resección del tumor fue tratada con Inmunoglobulina IV 0,4 mg/kg de peso/día durante 5 días con importante mejoría de la paciente. Discusión La encefalitis anti-NMDAR (contra el receptor N-Metil-D-Aspartato), descrita en 2005 en mujeres con teratoma ovárico (6-8), es la más común, y quizá la más interesante para los psiquiatras ya que todos los pacientes presentan síntomas psiquiátricos o problemas de memoria (9), y con frecuencia son primero tratados por Psiquiatría (6). El receptor NMDA se ha asociado a esquizofrenia, epilepsia y algunos tipos de demencia, y las drogas que lo afectan (como la ketamina) dan lugar a paranoia, alucinaciones y discinesias, como ocurre con frecuencia en esta encefalitis (6). Los primeros casos descritos eran mujeres jóvenes con teratoma de ovario, como en el caso presentado, que presentaban psicosis o problemas de memoria, que progresaron a déficits neurológicos progresivos que requirieron atención en Unidades de Cuidados Intensivos. A pesar de esta gravedad, la mayoría se recuperaban tras la extirpación del tumor e inmunoterapia (6, 7, 9). Es típico un pródromos de un síndrome vírico unas semanas previas al resto de síntomas hasta en un 70 % de los pacientes (6, 8, 10), cuya influencia aún no se ha podido determinar, aunque se especula que podría bien ser una activación inmune temprana, o bien que la infección facilite el paso de los autoanticuerpos a 380 J. Rodríguez, E. Garnica, P. Malo NOTAS CLÍNICAS través de la barrera hemato-encefálica (9). En algunos casos se encuentra el antecedente de haber sido vacunados (8). La mayoría de los pacientes se presentan de inicio con síntomas psiquiátricos, lo cual ocurre a dosis menores del autoanticuerpo (8) incluyendo ansiedad, agitación, comportamiento bizarro, delirios paranoides, o alucinaciones auditivas y visuales, risas inmotivadas, afecto lábil, aislamiento social, hiperreligiosidad etc. (8-11). Posteriormente (semanas después) la mayoría de pacientes van presentando síntomas de apariencia más “neuropsiquiátrica”, asociados a mayores concentraciones de autoanticuerpo (8): oscilaciones del nivel de conciencia, progresando a un estado catatónico con períodos de acinesia alternados con agitación, una disminución o paradójica respuesta a estímulos (no responden a estímulos dolorosos pero se oponen a la apertura de los ojos) (8, 11). Algunos verbalizan palabras incomprensibles o presentan ecolalia (con ecopraxia) o mutismo, o con un discurso incoherente, pobre en contenidos y con asociaciones laxas (8, 11). Son típicos los fallos de memoria. Presentan a veces discinesias orofaciales, temblor, rigidez en rueda dentada, posturas distónicas, flexibilidad cérea e inestabilidad autonómica (6, 8, 10-11). Pueden llegar a presentar incluso hipoventilación con necesidad de soporte ventilatorio, y crisis convulsivas (8-9). La hospitalización suele ser larga, incluso siendo correctamente tratados, y en ocasiones persisten al alta ciertos déficits cognitivos o alteraciones psiquiátricas, como la impulsividad, desinhibición, o alteraciones del sueño (8-9). Es típico que los pacientes presenten una amnesia del episodio (9). Las recaídas pueden ocurrir después de meses o años, hasta en un 25 % (8). Es importante señalar que en los últimos años se han descrito cada vez más casos de encefalitis anti-NMDAR en jóvenes varones y en niños, aunque un 80 %, como en el caso presentado, son mujeres (8). Hasta en un 41 % puede no encontrarse un tumor subyacente, y esto ocurre más cuanto más jóvenes son (8-11). En sólo un 5 % de los varones mayores de 18 años se encuentra tumor (8). En los no paraneoplásicos es menos frecuente la alteración autonómica, incluida la hipoventilación, y en los niños las alteraciones neuropsiquiátricas suelen ser más sutiles (11). Por la existencia de estos casos no paraneoplásicos se especula con la presencia de un factor genético que favorezca la autoinmunidad quizá sumado a algún factor asociado a la enfermedad de apariencia viral típicamente prodrómica (10). La importancia de conocer esta encefalitis es que se trata de una entidad potencialmente mortal hasta en un 4 % (8), incluso en casos de teratoma ovárico (F) y un buen diagnóstico, pero sobre todo lo más precoz posible, les puede salvar la vida. Como antes hemos señalado, las pruebas iniciales habituales pueden ser normales o inespecíficas (TAC suele ser normal, RMN es normal en la mitad de los casos, el EEG puede dar una lentificación difusa) (6, 8), y frecuentemente se presentan en pacientes jóvenes (7-9), lo que puede demorar el diagnóstico correcto, llevándoles incluso a ingresar en Unidades de Psiquiatría por periodos Psicosis parece, encefalitis es (o un caso de inicio con síntomas psiquiátricos... NOTAS CLÍNICAS 381 prologados (11). Algunos hallazgos como el TAC normal y una elevación de la CPK, nos pueden de nuevo confundir a los psiquiatras y, si se han tratado con antipsicóticos esos primeros síntomas psiquiátricos, podemos pensar en efectos secundarios con la aparición de discinesias, temblor etc. o incluso en un síndrome neuroléptico maligno. El diagnóstico diferencial debe hacerse con trastornos psicóticos primarios, trastornos afectivos, trastornos del control de impulsos o del sueño, así como con el síndrome neuroléptico maligno y el síndrome serotoninérgico (11). La prueba que es anormal en más casos, hasta en un 80 %, es el líquido cefalorraquídeo, como ocurrió en el caso que presentamos, presentando en general una pleocitosis linfocítica y a veces concentraciones aumentadas de proteínas (6, 8), y por tanto debería ser una prueba a considerar por nuestra parte en este tipo de casos. Con este hallazgo y la clínica, se deberían solicitar anticuerpos anti-NMDAR para confirmar el diagnóstico, y si es así, buscar exhaustivamente un tumor, sobre todo un teratoma ovárico. Como para el resto de encefalitis, el único tratamiento eficaz es la inmunoterapia y la resección del tumor si lo hay (7), pero hay poca información acerca del manejo de los síntomas psiquiátricos (11). Se han probado diferentes antipsicóticos incluyendo varios de los atípicos, sin respuesta, o haloperidol con un aumento de la rigidez y bradicinesia. Se han ensayado anticolinérgicos para tratar la rigidez. Se han utilizado también benzodiacepinas (lorazepam) con una ligera mejoría en el nivel de agitación y en el insomnio, que también mejoró con la administración de trazodona (11). Se ha utilizado la Terapia electroconvulsiva en los síntomas catatónicos, pero se conoce poco acerca de su utilidad (8, 11). Para tratar la agitación, a falta de respuesta a medicaciones psiquiátricas antes mencionadas, se refiere la inducción del coma. Se han descrito casos tratados con valproato y litio, e incluso un niño de 6 años tratado con psicoestimulantes para tratar la hiperactividad (11). En general, es necesario saber que los síntomas psiquiátricos mejoran con la mejoría del proceso de base, sin un tratamiento específico psiquiátrico (11). Por último, aunque en el caso presentado el diagnóstico acertado fue relativamente rápido, es interesante preguntarse por qué esta encefalitis es vista con tanta frecuencia por los psiquiatras antes que por otros especialistas. Probablemente el hecho de que se presente con más frecuencia en mujeres jóvenes de unos 20-30 años que debutan con sintomatología psiquiátrica lo explique en parte (mientras que otras aparecen con más frecuencia en hombres más mayores, sin antecedentes psiquiátricos previos). Recordamos que es importante (en este caso sí de “vital importancia”) que los psiquiatras no obviemos los síntomas menos típicos en un paciente con síntomas psiquiátricos de nueva aparición, sea cual sea su edad, para un correcto y rápido diagnóstico, y por tanto un acertado tratamiento. 382 J. Rodríguez, E. Garnica, P. Malo NOTAS CLÍNICAS BIBLIOGRAFÍA (1) Kayser M, Kohler C, Dalmau J. Psychiatric manifestations of paraneoplastic disorders. Am J Psychiatry 2010; 167:9: 1039-48. 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Economic crisis, politics, unemployment and (mental) health. Antonio Espino Granado a. a Médico Psiquiatra. Correspondencia: Antonio Espino Granado (to. pino@telefonica. net) RESUMEN: En la ponencia del último Congreso de la AEN “Vida laboral, estrés y salud (mental)” se analizaron los problemas de estrés laboral que estaban llegando de manera creciente a nuestras consultas generando distintos problemas emocionales sobre los que tratamos de dilucidar su impacto psicopatológico y clínico real. Con el desarrollo de la crisis financiera en nuestro país ha cogido protagonismo una forma severa de estrés relacionada con la ausencia de trabajo contra la voluntad del trabajador sin expectativas de solución en el corto plazo. Y su doble, la precariedad laboral, el trabajo sin derechos. Estas formas crecientes de estrés, más frecuentes en varones, pueden trascender los cuadros ansioso-depresivos habituales y dar lugar a una clínica psiquiátrica más severa con riesgo para la propia vida. Analizar este problema es el objetivo del artículo, que desarrolla las interrelaciones entre la gestión de la crisis de la deuda, el alto desempleo mantenido y su impacto negativo sobre la salud (mental), con especial hincapié en la patología psíquica generada, la mortalidad general y el suicidio, los cambios en la demanda sanitaria y en la capacidad y organización de los sistemas sanitarios frente a la misma y las medidas dirigidas a mitigar su impacto negativo sobre la salud (mental). El autor del artículo se pregunta qué razones existen para que un problema de tanta magnitud siga teniendo tan poca repercusión investigadora en nuestro país. Palabras clave: Crisis financiera. Desempleo. Precariedad laboral. Recortes de la protección sanitaria. Trastornos adaptativos. Depresión. Suicidio. ABSTRACT: During the last Congress of AEN (The Spanish Association of Neuropsiquiatry) the paper “Working Life, Stress and (Mental) Health” analyzed the increasing situations of labor stress that were coming to our consultation. At that moment we tried to explain the psychopathological and real clinical impact of these emotional problems. As the financial crisis has advanced in our country, a particularly malignant form of labor stress has taken prominence: joblessness. This phenomenon is against the worker’s will and does not enable short-term solutions. Other forms of malignant labor stress are job insecurity and employers’ lack of rights. These increasing types of stress - which are more frequent in men - can transcend the regular anxiety-depressive disorders causing severe psychiatric symptoms dangerous to life. The aim of this article is to analyze in depth this problematic. It expound on the connection between the management of the debt crisis, the long-term unemployment and its negative impact on (mental) health. An emphasis is made on the psychiatric pathology generated, the global mortality and suicide, the changes in health services’ demand and the system ability and organization to face it, together with the measures that could be taken to mitigate its negative impact on people’s (mental) health. The author wonders what are the reasons why a problem of this magnitude has such a small research impact in Spain. Key Words: Financial Crisis. Unemployment. Work Precariousness. Cuts Health Care. Adjustment Disorders. Depression. Suicide. 386 A. Espino PARA EL DEBATE «Guardaos de los falsos profetas, que disfrazados de ovejas, son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis”. Del Evangelio según Mateo UNO. El trabajo en nuestra sociedad ¿Qué significa hoy “el trabajo”? El trabajo (remunerado) ha ocupado históricamente un papel central en la vida de las personas. Más allá de la cobertura económica garante de la subsistencia propia y de la familia, proporciona un conjunto de “nutrientes” necesarios para nuestra existencia y que sentimos especialmente cuando los perdemos: introduce orden en nuestra actividad cotidiana, facilita la organización estructurada y estructurante de nuestra vida, aporta relaciones sociales más allá del ámbito familiar, amplía nuestras metas y objetivos personales, participa en la definición de nuestro estatus social, nos aporta identidad personal frente a los demás y mantiene y fomenta nuestra vida activa al imponernos la realización concertada de una actividad, algo esencial si tenemos en cuenta que el mantenerse activo y ocupado es una de las principales motivaciones para trabajar y que uno de los mayores costes psicológicos de estar desempleado es, precisamente, el derivado de la propia inactividad (1). Sin embargo, los objetivos de pleno empleo que caracterizaron a las sociedades de posguerra se han ido diluyendo a partir de la crisis de los años 70 (2). La globalización financiera y la deslocalización de la producción de bienes de consumo ha aumentado la independencia de las élites económicas frente al mundo del trabajo. La actual primacía del mercado (global) sobre los territorios (Estados) influye de forma negativa sobre el grado de autonomía y libertad real con que cuentan las personas para desarrollar su proyecto vital (3). El déficit de empleo disponible se ha convertido en condición estructural creciente en las nuevas sociedades capitalistas “de mercado”, agravado en la actualidad por la recesión económica y la ineficacia de gran parte de las medidas tomadas frente a la misma por los gobiernos. La vida laboral de las personas A lo largo de su vida las personas van construyendo su “vida profesional”, la suma de la experiencia del primer empleo (remunerado), las distintas condiciones de desempeño (grado de estabilidad, de reconocimiento y de regulación del mis- Crisis económica, políticas, desempleo y salud (mental) PARA EL DEBATE 387 mo), su adecuación a las competencias profesionales, los cambios de trabajo, las mejoras en el mismo, su pérdida y las condiciones de desempleo; su duración y la experiencia de buscar uno nuevo; la calidad y adecuación del nuevo empleo y por último, el impacto de los trabajos sumergidos y no regulados. Las distintas situaciones de nuestra vida laboral afectan a nuestro mundo emocional e influyen sobre nuestra salud (mental): no es lo mismo disponer de un trabajo fijo que eventual, bien o mal remunerado, con o sin derechos laborales, adecuado a nuestras competencias profesionales o no. Situaciones como la edad (jóvenes, mediana edad), el género (hombre/mujer), la duración del tiempo de desempleo (corto/ largo), el grado de apoyo social (institucional y comunitario), el grado de implicación previa con el trabajo o la variación en los ingresos económicos resultante de su pérdida, también influyen sobre el impacto emocional de las diferentes condiciones laborales (4, 5). Sobre el impacto diferencial del trabajo – y su ausencia -, según género y grupos de edad. Los desempleados constituyen un grupo cada vez menos homogéneo en la sociedad actual (6). La experiencia del desempleo (y el valor del empleo remunerado) varía según sea la situación personal, el momento laboral y el contexto cultural, habiéndose estudiado características especiales en el caso de los jóvenes (“diferencias por grupos de edad”) y de la mujer (“diferencias de género”). - Importancia del primer empleo La experiencia de la búsqueda del primer trabajo y el compromiso ejercido hacia el mismo influye sobre el propio proceso de socialización laboral en los jóvenes. Las dificultades encontradas para entrar en el mercado de trabajo van a influir negativamente en la motivación y actitud de búsqueda de empleo y el compromiso futuro con el trabajo, de forma más acusada cuanto más se alargue el tiempo de entrada al mismo (7-9). - El diferente impacto del trabajo (remunerado) en hombres y mujeres Se han encontrado diferencias en el impacto del desempleo sobre el hombre y la mujer. Un estudio de la Agencia de Salut Publica de Barcelona (ASPB) con datos de la Encuesta de Salud de Cataluña de 2002 encontró que las mujeres catalanas en paro mantenían una mejor condición de salud que los varones desempleados y que la mujer trabajadora tenía un mayor riesgo de mala salud (mental) que la desempleada con subsidio (en proporción de 2 a1), justo lo contrario que el hombre (de 1 a 4). 388 A. Espino PARA EL DEBATE Se aporta como explicación que las mujeres suelen tener peores condiciones laborales que los hombres y una sobrecarga añadida por la “doble” jornada laboral – fuera y dentro del hogar – en muchos casos. Por su parte, entre los varones, los trabajadores manuales, con hijos pequeños y sin subsidio, percibían de forma más dramática el incumplimiento de sus obligaciones de sustentar a la familia, con un riesgo añadido para su salud (mental) (10). Consecuencias generales del desempleo y el trabajo precario (11). Ni contigo ni sin ti Tienen mis males remedio Contigo, porque me matas Y sin ti, porque me muero Copla Popular La situación actual, caracterizada por un alto desempleo mantenido y el crecimiento del empleo precario, facilita la aparición de una forma de estrés laboral donde adquiere especial relevancia tanto la inseguridad del presente como el miedo al futuro (perder el trabajo, no encontrar uno nuevo), resultando tan estresante la preocupación por el riesgo de perder lo que se tiene como la pérdida en si, el despido, que abre la posibilidad de elaboración del duelo, al menos, por una pérdida real, el empleo. Las consideraciones de Freud, en Duelo y melancolía (1915), nos pueden ayudar a entender el distinto impacto psicológico del despido (trauma puntual) frente a la percepción cotidiana (y continuada) de la amenaza del mismo, propia de las situaciones de inseguridad laboral (12). Se han descrito múltiples riesgos del desempleo sobre la salud de las personas: aumento de la mortalidad general y por causa cardiovascular - con aumento de las tasas de hipertensión e hipercolesterolemia -, de las enfermedades crónicas, de la mortalidad en la infancia y de distintos padecimientos físicos (cefaleas y migrañas, enfermedad de Crohn). También se han descrito, junto a una percepción más negativa de la propia salud, el aumento de conductas de riesgo en relación con la duración del desempleo: tabaquismo, obesidad y sobrepeso, consumo de alcohol y otras drogas, sedentarismo y menos consumo de frutas y verduras (1, 13, 14). Y en relación con la salud psíquica del sujeto, cuadros ansioso-depresivos de carácter reactivo, abuso de alcohol y otras sustancias, tabaquismo, distintos síntomas psicológicos y psicosomáticos en adultos jóvenes, trastornos del sueño, sentimientos de culpa, conflictos familiares, violencia doméstica e intentos de suicidio (15). Crisis económica, políticas, desempleo y salud (mental) PARA EL DEBATE 389 En el caso del empleo precario se suma a la inestabilidad presente e inseguridad en el futuro, el efecto directo de la baja consideración social, bajos sueldos, jornadas extenuantes, altos ritmos de trabajo, elevado estrés y exigencias, amenazas de despido, condiciones ambientales nocivas, alta exposición a situaciones peligrosas y bajo o nulo control de la persona sobre la tarea desempeñada, pudiendo afectar al bienestar (psíquico) de la persona aun más que la situación de desempleo subsidiado (2, 16). Se ha asociado la precariedad laboral con un aumento del nerviosismo y la ansiedad, miedo, sufrimiento, depresión y pérdida de la sociabilidad y las relaciones de amistad (2). También con un mayor riesgo de fatiga crónica, de padecimientos crónico-degenerativos y cardio-vasculares (infarto, hipertensión y diabetes), de intoxicaciones, tumores y mayor siniestralidad laboral. A pesar de que una persona desocupada puede empeorar su ya reducido bienestar (psíquico) al verse obligada a aceptar un trabajo precario e inadecuado para su capacitación profesional, esto no suele tenerse en cuenta al diseñar las políticas de empleo, situación que ha empeorado con las políticas de austeridad seguidas por los gobiernos en la crisis actual. En España, más del 90% de las nuevas contrataciones son temporales y la proporción de nuevos contratos indefinidos disminuye continuamente, por lo que no es de esperar una reducción de la precariedad del mercado laboral ni de su impacto negativo sobre la salud. En palabras de L. Andor, Comisario de Empleo de la UE, “desafortunadamente, en 2014 no podemos decir que tener un trabajo equivalga a conseguir un estándar de vida decente”. DOS. Retos que plantean las crisis (financieras) sobre la salud (mental). Desempleo y protección socio-sanitaria Las crisis económicas plantean retos a los gobiernos para proteger la salud de las personas acuciadas por la misma. En la crisis actual, Levy y Sidel (17) consideran que los gobiernos deben afrontar especialmente los siguientes retos por su impacto sobre la salud: - El desempleo y el trabajo precario - La desnutrición en niños, mayores, mujeres embarazadas y enfermos crónicos - Las personas sin hogar o en infraviviendas - La salud infantil - Los trastornos mentales - La mortalidad general de la población 390 A. Espino PARA EL DEBATE - La protección del medio ambiente - La accesibilidad a los servicios públicos de salud - La protección y cohesión social y los derechos de los trabajadores La Oficina Regional para Europa de la OMS, en su informe de 2011 sobre el impacto de la crisis económica en la salud mental, también remarca al desempleo junto con el empobrecimiento, los problemas de alojamiento y la menor accesibilidad a los servicios públicos, como los principales factores de riesgo para la salud mental (60) Los estudios de corte sociológico sobre el desempleo se han centrado en su impacto negativo sobre la calidad de vida y el nivel de satisfacción de las personas, su grado de “bienestar psíquico”, por tanto. Sus conclusiones, sin embargo, no son directamente trasladables a la clínica psicopatológica, más constreñida a establecer un diagnóstico clínico y psicopatológico a partir de lo expresado por el paciente y su conducta (1, 4, 10, 13). ¿Qué impacto negativo se puede esperar del desempleo sobre la calidad de la vida de las personas?. Múltiple y de distinta índole: menos ingresos económicos, menos incentivos vitales, menos objetivos, actividades y posibilidades de tomar decisiones y desarrollar nuevos conocimientos y capacidades y un mayor riesgo de ver alterados, por último, el equilibrio psicológico y las relaciones sociofamiliares. Frente a lo anterior, el grado de protección socio-sanitaria de las personas puede actuar de contrapunto (18): el riesgo de padecer un problema psíquico va a ser 5 veces mayor en desempleados sin subsidio que en los activos. Y en los desempleados con subsidio la relación con los activos se reduce a 2 veces mayor. El objetivo de reforzar la protección social y sanitaria en tiempos de crisis es doble: mantener la salud de la población y ayudar a la recuperación económica mediante un gasto social eficiente (14, 19). TRES. Desempleo, trabajo precario y salud (mental) Principales riesgos para la salud (mental) asociados al desempleo La pérdida del empleo constituye uno de los principales factores de riesgo de aparición de problemas de salud mental tales como la ansiedad, el insomnio, la depresión y las conductas disociales y autolesivas. Eisenberg y Lazarsfeld (1938) han establecido para los años de la Gran Depresión las consecuencias negativas para la salud asociadas al alto desempleo: deterioro emocional, descenso de la autoestima, pérdida del sentido estructurante del tiempo vital y apatía e indolencia, con disminución de las actividades cotidianas y de la participación social y política (20). Crisis económica, políticas, desempleo y salud (mental) PARA EL DEBATE 391 Resultados comparables encontramos en estudios de los años 70 en relación con la crisis del petróleo, lo que expresa el mantenimiento de una misma cultura laboral y la estabilidad de las respuestas de los trabajadores frente a este tipo de situaciones. El desempleo puede causar, por sí mismo, la aparición de los primeros problemas de salud mental en una persona previamente sana, especialmente entre desempleados de más de 6 meses de duración, personas con educación superior y grupos minoritarios, apareciendo cuadros de tipo depresivo y de ansiedad generalizada que no habían padecido con anterioridad. Efectos negativos del desempleo sobre la salud de la población. Habiendo cumplido el crecimiento económico y social del siglo XX un importante papel en la disminución de las tasas de mortalidad y en el crecimiento de la esperanza de vida (21), estudios longitudinales sobre las fases expansivas y recesivas de estos grandes ciclos económicos han detectado que las cifras de mortalidad general tienden a aumentar más en las épocas de expansión que en las de recesión (22). La relación entre nivel de vida de una población, índices de mortalidad y tasas de suicidio difiere entre unos países y otros, en función de las características de su desarrollo económico y de su grado de protección socio-sanitario. Así lo confirman Blasco-Fontecilla y al. (23). Mientras en los países con mayor desarrollo económico-social (UE, EEUU, Canadá, Nueva Zelanda y Australia) existe una correlación negativa desde hace años entre crecimiento de la riqueza nacional y tasa de suicidios (a mayor riqueza menos suicidios), países y regiones en desarrollo como América Latina y el Caribe, mantienen una tendencia al alza de la tasa de suicidios a pesar de crecer su economía, lo que se debe, a su juicio, a la carencia en estos países de las infraestructuras socio-sanitarias adecuadas y recursos suficientes para una buena atención de los problemas de salud mental que lleve consigo medidas eficaces en la prevención del suicidio en personas con trastornos mentales severos y, por tanto, con mayor riesgo de poder actuar contra su vida. Sobre las conductas suicidas La OCDE, en su Informe de 2013 y con carácter general, asocia tasas más altas de suicidio con la presencia de bajos ingresos, abuso del alcohol y drogas, estar desempleado o ser soltero (24, 25, 26). Existiendo otras variables, junto al desempleo, que afectan al riesgo de suicidio (pobreza, trastornos psíquicos, carencia de lazos sociales o cultura de la población frente a la muerte) (27), en los periodos de recesión económica se ha encontrado una alta correlación entre tasas de desempleo y de suicidio (28-31), especialmente entre varones de 30 a 49 años (32-34) y jóvenes entre 16 y 24 (35, 36) 1. 1 Los últimos datos sobre mortalidad en España suministrados por el INE para 2012 establecen el suicidio como la primera causa de muerte (17.8%) en los varones entre los 25 y los 34 años. Y para la población entre 15 y 39 años, las causas externas (básicamente el suicidio y los accidentes de tráfico) constituyen la primera causa de muerte (15.4%) (35). En consonancia, los datos oficiales existentes sobre el grado de ocupación, paro, empleo precario, desempleo de larga duración y tasa de NINIS entre los jóvenes españoles es espeluznante (36). 392 A. Espino PARA EL DEBATE Un ejemplo de lo anterior se ha podido ver en el gran impacto de la crisis asiática de finales de los 90 sobre el suicidio, que creció un 39% el año 1998 en Japón respecto del año anterior, un 44% en Hong-Kong, un 45% en Corea del Sur y un 60% en Tailandia. Podemos plantearnos, por tanto, que la tasa de suicidios, que ha venido disminuyendo en el continente europeo de manera constante en los últimos 20 años, podría estar viéndose afectada por la crisis económica y financiera actual y su impacto sobre el desempleo. Stuckler y McKee han tratado de cuantificar en algunos países europeos la relación entre desempleo y tasa de suicidios en varones menores de 65 años: por cada punto de aumento del desempleo crecería un 0.8% la tasa de suicidios y para un crecimiento del paro superior al 3% se podría esperar un aumento de un 4.5% en la tasa de suicidios (28). Shepherd y Barraclough relacionan el riesgo de suicidio también con estar desempleado, haber tenido cambios de trabajo en los últimos 3 años y presentar algún síntoma psiquiátrico (37). Y Charlton añade a la alta movilidad laboral, para Inglaterra y Gales, el residir en zonas rurales, las rupturas matrimoniales y el aislamiento social (34). Mayor concreción de la relación entre el suicidio y las circunstancias económicas del país nos lo da Italia, donde al registrarse varios motivos de suicidio (enfermedad física, enfermedad mental, causas afectivas, causas de honor, motivos económicos y no identificados) se puede valorar, junto a la tendencia general, las variaciones debidas a una causa específica - en este caso la económica -, y ver si ha crecido con la crisis económica. Pues bien, se ha encontrado un aumento de dicha causa entre 2007 y 2010 coincidiendo con el aumento de la tasa de desempleo, mientras que los índices de suicidio atribuibles a las demás causas permanecían estacionarios (19). El Informe Eures sobre el suicidio en Italia con datos del Instituto Nacional de Estadística encuentra un crecimiento de la tasa general de suicidios entre 2008 y 2010 de un 7.8% que rompe la tendencia decreciente de años anteriores (38). El alto crecimiento relativo del número de suicidios por razones económicas afecta casi exclusivamente a los varones y tiene un impacto pequeño sobre el resultado global, al estar muy por debajo en número de los casos de suicidio por enfermedad mental, el motivo más alto registrado. El crecimiento de suicidios en varones es extensible también a los intentos de suicidio, rompiendo una tendencia histórica de distribución en favor de la mujer. Entre los varones, por último, son los desempleados los de mayor riesgo, seguidos de los pequeños empresarios y trabajadores autónomos, lo que indica un crecimiento del número de suicidios en consonancia con el aumento de la tasa de desempleo. Tasas de suicidio y nivel de protección social Según Martin McKee, mantener un alto nivel de protección social en los periodos de recesión mitiga su impacto sobre la tasa de suicidios. En el caso de la Crisis económica, políticas, desempleo y salud (mental) PARA EL DEBATE 393 UE, de hecho, uno de los predictores más fuertes de las tasas de suicidio es el porcentaje de gasto público sanitario respecto del total (39). En España se produjo un aumento del índice de suicidios en los años 80 coincidiendo con una gran subida del paro, algo que no ocurrió en Suecia en la crisis de los 90, donde el desempleo no tuvo un impacto significativo sobre la tasa de suicidios por el enérgico papel de los programas de ayuda y apoyo social desarrollados por el estado sueco (40)2. En la crisis actual del continente europeo, los tres países con mayor subida de la tasa de suicidios registrada entre 2008 y 2009 - Letonia, Irlanda y Grecia - habían llevado a cabo las mayores medidas de austeridad económica y habían reducido de forma severa el nivel de protección social de la población (28). El informe referido de la OCDE sobre salud, confirma en estudios previos a la crisis actual la relación existente entre condiciones económicas adversas, desempleo y mayores tasas de suicidio (41-43). Dicho Informe constata un aumento inicial de las tasas de suicidio en países especialmente castigados por la crisis económica aunque considera no demostrada la continuidad de dicha tendencia en años sucesivos. En el caso de Grecia – donde aumentó la tasa de mortalidad por suicidio entre 2007 y 2009 – dicha tasa se habría estabilizado de 2009 a 2010 a pesar de seguir empeorando las condiciones económicas de la población: al pico inicial de la tasa de suicidios por el estallido de la crisis, habría seguido una progresiva estabilización por la adaptación de la población a la nueva situación 3. Por contra, diversos estudios sobre la situación de Grecia han mostrado un crecimiento general de la tasa de suicidios de 2.8 a 6/100.000 habitantes desde el inicio de la crisis, y eso a pesar del cuestionamiento de dichas cifras oficiales por distintos investigadores, al estar socialmente estigmatizado el suicidio en Grecia por la Iglesia Ortodoxa. En todo caso, Grecia se ha convertido en el paradigma dentro de la UE de las consecuencias negativas de las políticas de recorte generalizado sobre el bienestar de la población. Aparte del crecimiento de la tasa de suicidios en varones del 22.7% entre 2007 y 2009, se duplicaron los casos de depresión entre 2008 y 2009 con un deterioro generalizado posterior de los índices de trastornos mentales y abuso de sustancias (44, 45). Y si consideramos el impacto sobre la salud pública, la reducción de los presupuestos para sanidad en un 23.7% entre 2009 y 2011 han deteriorado los recursos sanitarios públicos asistenciales y de carácter preventivo hasta el punto de rebrotar enfermedades infecciosas como la malaria y multiplicarse los nuevos casos de VIH entre los consumidores de drogas inyectables. 2 Los fondos para los desempleados en ambos países eran muy diferentes: en cantidad total la relación era de 90$ a 360$/año a favor de Suecia. En cuanto a la parte dedicada a programas activos de empleo era aun más favorable a Suecia: un 75% frente a un 10%. 3 Un dato indirecto en sentido contrario sería el gran crecimiento habido durante 2011 – en consonancia con el aumento del desempleo registrado – de las llamadas de búsqueda de socorro al teléfono de la esperanza, más del doble que el año anterior. 394 A. Espino PARA EL DEBATE Uno de los pocos estudios sobre la relación entre crisis financiera y tasas de suicidio en España realizado con los datos oficiales de 2005 a 2010 mediante el análisis de series temporales interrumpidas, encuentra un aumento relativo del 8% respecto de la tendencia predecible para estos años de no haber mediado la crisis financiera de comienzos del 2008, siendo más relevante en varones de 40 a 64 años y en el norte y este del país frente a la zona centro. El índice de muertes por accidentes fortuitos usado como control no varió en estos años. A pesar de no disponer de datos posteriores al 2010, sugieren la existencia de un nuevo repunte en la 2ª fase de esta larga crisis 4 (46, 47). Sobre las tasas de mortalidad Estudios sobre las distintas fases de los ciclos económicos han observado que el impacto sobre la salud en las fases de recesión económica y de expansión no coincide siempre con lo que se podría prever de forma intuitiva (22). Un ejemplo ha sido la disminución de la mortalidad global en Estados Unidos durante la Gran Depresión en un 10% para 1931. Aunque la tasa de suicidios consumados aumentó entre 1929 y 1932 un 16%, se vio compensada por el gran descenso habido en las muertes por accidentes de tráfico. Dicha tasa de suicidios variaba en cada Estado según el grado de aplicación de los programas del New Deal y el número de bancos que habían ido a la quiebra. La menor renta disponible de las familias y los individuos redujo el consumo de alcohol y nicotina y el uso del automóvil, con un doble beneficio: la reducción del tráfico rodado (y de accidentes mortales) y de la vida sedentaria de los americanos. Este descenso de la mortalidad global por “motivos económicos” estaba reforzado por el apoyo a la salud pública promovido por el New Deal, centrado en la atención sanitaria y la salud mental, las ayudas en alimentos y para vivienda, con resultados más tangibles en los Estados que más habían desarrollado estos programas, con mejores datos relativos en enfermedades infecciosas, mortalidad infantil y suicidios (19). El análisis pormenorizado permitió descubrir el empeoramiento de otros indicadores aparte del suicidio, como era el caso de las muertes violentas por homicidio. En su estudio sobre condiciones económicas y salud en Estados Unidos entre 1972 y 1991, Ruhm encuentra también una tasa de mortalidad total menor durante los periodos de recesión en 9 de 10 causas de muerte, aumentando sólo la tasa de suicidios (48). En la crisis actual Islandia también ha mejorado ligeramente sus tasas de mortalidad entre 2007 y 2009: la reducción generalizada de la jornada laboral ha amorti 4 En Cataluña su Consejero de Salud, al presentar recientemente un Programa para la Prevención del Suicidio, ha informado del crecimiento de la tasa de suicidios (consumados) entre 2007 y 2011 en un 25.9% (desde el mínimo histórico de un 5.18/100.000 hab. de 2007 hasta un 6.52% en 2011) (47). Crisis económica, políticas, desempleo y salud (mental) PARA EL DEBATE 395 guado el número de desempleados y aumentado el tiempo disponible para el ocio y el descanso nocturno. Al disponer de menos ingresos se ha reducido el consumo de alcohol y nicotina y recuperado el gusto por el pescado local, más sano y barato, frente a la moda por la comida rápida de los últimos años. En cuanto a los datos de mortalidad en nuestro país, es inquietante la cifra relativa al crecimiento en un 58% entre 2007 y 2010 de las tasas de mortalidad materna (TMM) (19). Al tratarse de un indicador sanitario con grandes fluctuaciones anuales debe confirmarse esta tendencia en años sucesivos y valorar los datos en el contexto de los cambios sanitarios y de otro orden ocurridos en nuestro país. Partimos de una tasa de mortalidad materna muy baja en el contexto europeo (6/ 100.000 para 2008) y, junto con Italia, la mayor prevalencia de nacimientos en mujeres de más de 35 años de toda Europa. Entre 1996 y 2005 se venía constatando un cambio de tendencia con un crecimiento de la mortalidad en un 20% por el aumento generalizado en la edad de maternidad, especialmente entre mujeres sin nacionalidad española, lo que podría avalar el papel de la inmigración en el incremento de las TMM (49). Junto al crecimiento de las técnicas de reproducción asistida en los últimos 10 años conviene valorar el impacto de las políticas de ajuste de estos años sobre el nivel de protección sanitaria de esta población: ha disminuído la accesibilidad al sistema sanitario público con especial afectación a la población inmigrante, ha aumentado la aportación económica directa de los beneficiarios en materia de medicamentos y se ha reducido la calidad asistencial en base a los recortes en medios y personal, con mayores tiempos de espera y menos tiempo de atención y seguimiento. Principales consecuencias del desempleo (y el trabajo precario) sobre la salud (mental) de las personas (50). Distintos estudios de orden clínico hacen hincapié en el incremento de las reacciones desadaptativas (Duelo), junto a los trastornos mentales comunes (ansiedad y depresión), las recaídas en personas con trastornos mentales previos y el aumento del consumo de sustancias y de la aparición de conductas disociales. Al situar el problema principalmente en el campo de las reacciones adaptativas y de los procesos de elaboración del duelo, disponemos de una visión menos dramática (y más realista) de estos problemas en su perspectiva médico-sanitaria. Ante la pérdida de empleo las personas ponen en marcha mecanismos de adaptación no necesariamente patológicos, pudiendo aparecer temporalmente síntomas de ansiedad, estrés o depresión, síntomas con cierta tendencia a la cronificación pero que rara vez 396 A. Espino PARA EL DEBATE desencadenan complicaciones psiquiátricas graves, como es el caso de la depresión mayor y las conductas suicidas. Cuando hay respuestas psicopatológicas severas debemos investigar y descartar siempre la presencia de un trastorno psiquiátrico previo, incluyendo las alteraciones de la personalidad con baja tolerancia a la frustración. Desde el campo psicoanalítico se ha contemplado la tarea del duelo desencadenado por la pérdida del trabajo como un proceso gradual hacia la recuperación psíquica mediante pasos sucesivos: examen de la realidad, clausura, sobreinvestidura y desasimiento (12). Kubler-Ross, por su parte, ha ordenado el proceso de elaboración del duelo por la pérdida del empleo en cuatro estadíos o periodos evolutivos: de negación del problema, de sentimientos generalizados de ira, periodo depresivo y, por último, de aceptación de la pérdida y de afrontamiento de la nueva situación (51) 5. Si consideramos el proceso de elaboración del duelo en parados de larga duración (4, 13), a un rápido deterioro de su salud percibida, tanto física como mental, entre los 3 y los 6 primeros meses por la pérdida brusca de distintos aportes psicosociales (disponibilidad económica, seguridad física, relaciones laborales, pérdida de estatus, etc.), le sigue un proceso de estabilización de la situación entre los 7 y los 12 meses. Desde los 12 meses hasta los 24 se entra en una fase de mayor acomodación con pocas variaciones respecto al periodo anterior (52). El estudio de Astell-Burt y Feng (53) sobre el impacto de la crisis actual en el Reino Unido constata un aumento de la mala salud de la población especialmente entre los desempleados al comienzo del 2008, seguida de una reducción de esta tendencia en la segunda mitad del 2008 y en 2009. Dos años después, sin embargo, los indicadores de mala salud han rebrotado de forma generalizada, afectando ahora especialmente a los que, habiendo mantenido su empleo hasta entonces, habían sufrido condiciones crecientes de estrés en el trabajo, por la inseguridad del mismo, su precarización y el temor cada vez más real a perderlo y ver reducidos sus ingresos, condiciones y expectativas vitales (54). Relaciones entre desempleo, malestar y uso de servicios sanitarios Uso de servicios sanitarios La recesión económica - con su correlato de estrés laboral y desempleo –, al aumentar el malestar de la población afectada tiende a generar una mayor demanda 5 Se trata de una adaptación realizada en 1987 para el desempleo de las etapas descritas previamente para las enfermedades terminales en su publicación, ya clásica, de 1969. Crisis económica, políticas, desempleo y salud (mental) PARA EL DEBATE 397 de atención sanitaria, al buscar en el médico de atención primaria alivio a los problemas de estrés, ansiedad y depresión reactiva. También pueden verse afectadas las derivaciones a los CSM y la prescripción y consumo de antidepresivos y otros medicamentos psicotropos. Sin embargo, el uso mayor o menor de servicios sanitarios sigue siendo un tema controvertido, al estar afectada la demanda asistencial por distintos factores 6. Desde sectores profesionales se señala un aumento de las consultas médicas, del consumo de medicamentos y de las hospitalizaciones especialmente entre las personas desempleadas, por sus problemas de ansiedad, depresión, alcoholismo y consumo de drogas (55). En una evaluación de primeras consultas llevada a cabo entre mayo y septiembre de 2013 en el CSM de Hortaleza (Madrid), casi la mitad de los pacientes achacan su malestar psíquico a “consecuencias de la crisis” siendo este el principal motivo de derivación al centro para tratamiento (56). Y en un estudio realizado entre 2006 y 2010 en la red de atención primaria se vio un aumento entre el 29 y el 48% del número de consultas al MAP por síntomas agudos de depresión, ansiedad y consumo de alcohol, siendo la pérdida reciente de empleo el predictor más consistente de dicho crecimiento, agravado en su caso, si había otro miembro de la familia desempleado y si tenían dificultades para hacerse cargo de obligaciones básicas del hogar, como el pago de la hipoteca (50). En sentido contrario, en un estudio llevado a cabo en La Rioja, aumentó el uso de servicios informales de salud (sanadores, medicina alternativa, curanderos, masajistas, fisioterapeutas y otros) pero no las visitas médicas, lo que se achaca a las características culturales de dicha zona (52). Un estudio realizado en Filadelfia entre 2005 y 2008 con personas amenazadas de embargo – una de las consecuencias más violentas de la crisis – ha encontrado un incremento en las visitas a urgencias y en las hospitalizaciones por descompensación de la hipertensión arterial o complicaciones renales de la diabetes especialmente entre personas menores de 50 años, relacionándolo con causas económicas: se trata de personas sin ingresos suficientes que han de priorizar el pago de la vivienda a costa de los cuidados necesarios para el control de su enfermedad crónica. El índice de complicaciones aumentaba cuando el riesgo a quedarse sin vivienda se hacía más inminente (19). En Grecia, por último, la población ha suspendido sus pólizas de seguro privado por falta de ingresos y aumentado el uso de los servicios sanitarios públicos tanto primarios (un 21.9%) como hospitalarios (un 6.2%) (44) . 6 Un importante mediador de la demanda, la accesibilidad a los servicios, se ha visto reducida estos años en todo el territorio nacional por la exclusión de derechos a la asistencia sanitaria de una parte de la población, aumento del coste directo de la atención médico-farmacéutica, reducción de los recursos sanitarios públicos y crecimiento de los tiempos de espera. 398 A. Espino PARA EL DEBATE Prescripción y uso de medicamentos La prescripción y uso de medicamentos ha crecido de forma variable en toda Europa. Entre 2007 y 2009 aumentaron en España un 17% las recetas de antidepresivos. Comparativamente, en el RU crecieron un 22% mientras que en Suecia, un país con medidas más eficaces sobre el desempleo, sólo creció el consumo un 6% (19). Es difícil valorar, sin embargo, el impacto de la crisis actual sobre el incremento del consumo de antidepresivos y ansiolíticos. Un crecimiento significativo en la prescripción y uso de antidepresivos, ansiolíticos e hipnosedantes en España (y en Europa) empieza ya con el lanzamiento del antidepresivo de Lilly conocido como Prozac (fluoxetina) a finales de los 80. En los 90 y hasta la actualidad ha crecido la prescripción de estos medicamentos especialmente en la red de atención primaria, sin que guarde relación con el aumento de la prevalencia de trastornos depresivos en población general establecida mediante estudios epidemiológicos fiables (54). Al crecimiento de los problemas de salud mental en la crisis, hay que sumar la llegada de una nueva familia de antidepresivos más fáciles de seguir por los médicos generales que los “viejos” antidepresivos y mejor aceptados por los pacientes junto a la banalización del diagnóstico de depresión, ampliado dentro de la propia red asistencial a distintos malestares emocionales desencadenados por las dificultades del vivir (57). Y por último, la ampliación del uso de los nuevos antidepresivos en enfermedades médicas de curso crónico que se acompañan en algún momento de su evolución de algún tipo de malestar psíquico. CUATRO. La gestión de las crisis. Medidas para mitigar su impacto negativo sobre la salud (mental) de la población “Primun non nocere” (Lo primero, no hacer daño) Máxima atribuída a Hipócrates (460 a 370 a.C.) Ni la peor catástrofe económica repercute necesariamente en un daño a la salud de la población si los gobiernos toman las medidas adecuadas y suficientes para protegerla (19). La Oficina Regional para Europa de la OMS en su informe de 2011 sobre el impacto de la crisis económica en la salud mental propone desarrollar programas activos de empleo, dar apoyo a las familias con dificultades económicas, reducir la disponibilidad del consumo de alcohol y potenciar los servicios básicos de salud (y salud mental) (58). Crisis económica, políticas, desempleo y salud (mental) PARA EL DEBATE 399 Junto a los programas de empleo y la mejor accesibilidad a los servicios de atención primaria y salud mental, dan prioridad a los programas de apoyo psicológico orientados hacia la prevención y detección precoz de los problemas de salud y centrados en intervenciones psico-educativas y psicoterapéuticas breves, eficaces y adaptadas a las necesidades de la población. Medidas generales de carácter institucional La primera obligación de los gobiernos democráticos en estas situaciones ha de ser arbitrar fórmulas para proteger eficazmente la salud de la población y evaluar de forma objetiva y transparente el impacto de las políticas emprendidas frente a la crisis sobre su bienestar. Reforzar la protección socio-sanitaria de la población, especialmente de los grupos de riesgo, mitiga el impacto de la crisis - especialmente la relación entre desempleo y suicidio -, al mantener un alto grado de cohesión social. Los puntos fuertes son el mantenimiento de una atención sanitaria universal, ayudas a la vivienda, subsidios para los desempleados y pensiones suficientes, cuatro aspectos que afectan de manera directa a las personas más sensibles a la crisis: los enfermos, los pobres y los sin techo, los parados y las personas mayores (40). Un reciente estudio ha cuestionado los recortes presupuestarios, cambios normativos y organizativos llevados a cabo en España por los gobiernos central y autonómicos en materia de sanidad y bienestar social, por su impacto negativo directo sobre el cuidado de la salud y el riesgo de un desmantelamiento progresivo de nuestro Sistema Nacional de Salud que dañaría en el medio y largo plazo aun más la salud de la población. Helena Legido-Quigley denuncia además la falta de indicadores de salud y de datos oficiales fiables sobre distintos aspectos de la sanidad española: “No hay datos, es algo terrible. Las cifras oficiales se publican hasta con 3 y 4 años de retraso” 7. Con los pocos datos existentes y en base a indicadores indirectos piensa que están creciendo en España los cuadros depresivos y ansiosos y los suicidios en relación con la crisis y su gestión (35, 45) 8. Contar con redes sociales sólidas - familia, amigos, etc. -, constituye un soporte psico-físico natural de primer orden frente a las crisis y los efectos negativos del desempleo, hasta el punto que el grado de apoyo social (real y percibido) es un buen predictor del riesgo de aparición de trastornos físicos y emocionales en las personas desempleadas. 7 El déficit de información de la sanidad española es difícil de entender sin un cierto desorden de coordinación entre estado central y comunidades autónomas y el mantenimiento de restos de una cultura política que prefiere ocultar la realidad sanitaria en favor de su uso propagandístico. 8 Los datos sobre defunciones según la causa de muerte para 2012 presentados por el INE en nota de prensa de 31.1.2014 podrían ir en la misma dirección: en relación al 2011 ha crecido en un 12.2% la mortalidad por trastornos mentales y del comportamiento (que incluyen las demencias seniles y vasculares) y un 11.3% el número de suicidios - un 77% corresponde a varones - , con una tasa de 7.6/ 100.000 hab., la más alta desde el año 2005 (35). 400 A. Espino PARA EL DEBATE Medidas específicas de carácter socio-sanitario y psico-social. Desgraciadamente, pocas medidas eficaces se han podido establecer de manera exclusiva desde el sistema sanitario y la red de salud mental (59, 60, 61, 62). La medicina primaria debe jugar un papel importante de contención y ayuda a los pacientes en situación de desempleo mediante la instauración de medidas de educación para la salud, la implantación y mantenimiento de prácticas saludables y el cribaje de los efectos más negativos que dicha situación puede generar sobre su salud física y psíquica (63). Desde la psicología, los programas de apoyo psicológico y laboral bien diseñados y correctamente financiados han demostrado también su utilidad. En el ámbito de la psicología clínica, medidas de apoyo psicoterapéutico breve pueden aumentar la resistencia psíquica de los sujetos en situaciones de duelo por la pérdida del trabajo y ayudar a otras personas de riesgo (sujetos con bajos ingresos, jóvenes, familias monoparentales, minorías étnicas, inmigrantes, ancianos, enfermos mentales y personas sin techo) a afrontar y resolver mejor las dificultades añadidas por esta situación. Desde la psicología laboral, enseñar al desempleado nuevas habilidades de carácter relacional que mejoren su capacidad organizativa, actitud y respuesta frente a las entrevistas de empleo, puede aumentar su nivel de “empleabilidad”. En los casos más graves, marcados por la presencia de elementos de violencia laboral, se va a hacer necesario un seguimiento psicoterapéutico reglado, prolongado y sistemático (64). Medidas de carácter laboral: Políticas activas de empleo y de reciclaje profesional Tener un empleo estable y adecuado a las competencias y características del trabajador es la mejor medicina que el Estado puede ofrecer a los ciudadanos. En situaciones de alto nivel de desempleo es prioritario ayudar a la gente a encontrar trabajo mediante políticas activas de empleo eficaces que incluyan junto al apoyo emocional y psicosocial, información laboral, formación y reciclaje profesional. Ejemplo de referencia es Suecia. Junto al subsidio de desempleo ha desarrollado programas de búsqueda activa de trabajo y aumento de la resistencia psíquica de las personas ante la pérdida del mismo. Desde que la persona queda en paro, un asesor laboral le ofrece apoyo individualizado, su conocimiento y experiencia y un plan específico y viable de vuelta al trabajo. Contar con programas personalizados de empleo disminuye el riesgo de aparición de cuadros depresivos secundarios a la pérdida de trabajo o al riesgo de perderlo (19). Ejemplo de gestión eficiente de estos programas es Dinamarca, donde los beneficios económicos generados por el aumento de la productividad laboral y la reducción de la dependencia del sistema de protección social han sido superiores a los gastos generados en su implantación y desarrollo. Crisis económica, políticas, desempleo y salud (mental) PARA EL DEBATE 401 Estos países, junto con otros como Alemania y Holanda, priorizan itinerarios individualizados que implican y comprometen a los desempleados de forma que, tras el periodo de formación y ante una oferta de trabajo adecuada a su capacitación, no aceptarla puede llevar consigo la pérdida del subsidio. Nuestro país, dentro de la UE, deja mucho que desear en cuanto al diseño y eficacia en la implantación de políticas activas de empleo: más de la mitad de nuestros parados lleva más de un año buscándolo sin éxito. Es notorio el fracaso del INEM en esta tarea y no es de extrañar que la modernización de los servicios públicos de empleo continúe siendo una petición habitual y sistemática de la Comisión Europea al gobierno español. Nuestro mercado de trabajo tiene problemas crónicos desde el comienzo de la transición a la democracia que no han sido suficientemente resueltos. A mediados de los años 70, el efecto combinado de crisis económicas sucesivas, el retorno de alrededor de un millón de trabajadores españoles desde Alemania y otros países europeos y el enorme aflujo de generaciones jóvenes de hombres y mujeres al mercado laboral hizo que el desempleo alcanzara cifras muy elevadas, afectando en las décadas de los años ochenta y noventa a cerca de una cuarta parte de la población activa: la tasa de desempleo de 24.2% alcanzada en 1994 es comparable a la de los años de la Gran Depresión americana del 29 (65). Frente a la importancia de las medidas activas señaladas en favor del empleo para el mantenimiento de la salud (mental), las políticas de austeridad a ultranza siguen facilitando su destrucción. La experiencia de nuestro país hasta la fecha así lo confirma. 9 BIBLIOGRAFÍA: (1) Jahoda M. Empleo y desempleo: un análisis sociopsicológico. Madrid: Morata, 1987. 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Red de Salud Mental de Bizkaia. oban@telefonica.net En breve se cumplirá el primer aniversario de la presentación en sociedad de la quinta edición del catálogo nosológico de la Asociación Americana de Psiquiatría. El DSM-5 ha sido muy cuestionado y se le recibido con aceradas críticas, a veces interesadas. Se le reprocha su omnicomprensividad; la desaparición de la exclusión de duelo para diagnosticar depresión mayor; la entrada definitiva en el mundo de la patología del síndrome premenstrual; la consagración de entidades muy limítrofes con la normalidad psíquica, como el de trastorno neurocognitivo menor; o un concepto y definición de trastorno por déficit de atención que va a conseguir hacer todavía más popular el diagnóstico. Para quien quiera darse el gustazo de leer una crítica autorizada, cabe destacar la de Allen Frances, chairperson del DSM-IV (1). Pero por mucho que los critiquemos, hay que reconocer que los catálogos de la APA, como todo lo que viene de allende el Atlántico en materia psiquiátrica, crean tendencia, así que es de imaginar que a no mucho tardar los boronitos europeos que nos dedicamos a estas cosas de los nervios y de la salud mental andaremos recitando de corrida las innovaciones del DSM-5 como un dogma incontrovertible, como una verdad auténtica y cierta y absoluta y científica, y veremos de pronto natural que desaparezcan los subtipos de esquizofrenia; la discreta retirada de la exigencia de que las ideas deli- rantes sean falsas; la individualización del trastorno obsesivo – compulsivo, que como el estrés postraumático se desanexiona de los trastornos de ansiedad; la introducción del trastorno por acaparamiento; la redefinición de los trastornos generalizados del desarrollo (que pasan a ser trastornos del espectro autista); o la reconceptualización de la discapacidad intelectual evitando referencias psicométricas a sus niveles y subtipos. Bueno, creo que esto es lo más sustancial, que recuerde, porque he de reconocer que no consigo encontrar el breviario en castellano de la obra, del que dispongo hace algo más de un mes, pero que es imposible encontrar en el desorden físico y metafísico del infrascrito (o más bien suprascrito, vista la maquetación de esta sección). La lamentable desaparición de mi breviario me impide comprobar si, como me atrevo a conjeturar, el DSM-5 persevera en el expansionismo nosológico de sus predecesores. Según David Healy (2), que al parecer ha tenido la paciencia de ponerse a contarlos, en 1968, el DSM-II distinguía 180 trastornos mentales, que para 1987 (DSM-III-R) habían crecido hasta los 292, registro pulverizado en 1994 con los más de 350 TM del DSM-IV. Por desgracia, la descripción de la progresión es incompleta, porque Healy no incluyó al DSM-TR, que introdujo alguna variante más, como la demencia con trastornos de conducta (chocantemente no recogida hasta entonces, a pesar 408 J. Medrano MÁRGENES DE LA PSIQUIATRÍA Y HUMANIDADES de que posiblemente sea, al menos en nuestro medio, la principal causa de intervención psiquiátrica en la demencia). Para confirmar si el recauchutado en 2000 del DSM-IV incorpora más trastornos, el suprascrito (esta vez me ha salido a la primera) debería haber comprobado cuántos trastornos aparecen en el DSM-IV-TR, pero –lo que son las cosasle da mucha pereza. Cierto es que la cuasibíblica multiplicación de diagnósticos se debe en buena parte a la descripción e incorporación de variantes sintomáticas y evolutivas de trastornos mentales previamente descritos. Pero no lo es menos que hay que hacer algunas consideraciones. El concepto de enfermedad mental grave se ha estrechado con las progresivas ediciones de los DSM, ya que en sentido estricto, para diagnosticar entidades de tal carga psicopatológica como la demencia, la esquizofrenia, la manía o la depresión, no basta con la existencia de los síntomas, sino que ha de constatarse además una repercusión sobre la capacidad funcional del individuo. En segundo lugar, y aunque seguramente es poco relevante desde el punto de vista de la masa nosológica, al mismo tiempo que los DSM han incorporado nuevas categorías diagnósticas han expurgado otras: el ejemplo más evidente es la homosexualidad. Y, por último (last but not least) debe destacarse que el crecimiento de los DSM (y el progresivo incremento del grosor de sus tratados) se ha producido en buena medida gracias a una prolijidad nosológica en el ámbito de la Salud Mental menos pesada, más alejada de la Psiquiatría clásica, más lindante con la Psicología (que no Psicopatología) de la Vida Cotidiana y, en cierta medida –dicho sea con todo el reconocimiento del sufrimiento que acarrea- más trivial. Tan es así que algunos malpensados ven en ello una sinergia con los intereses de la industria farmacéutica: en una época en la que la terapéutica gravita sobre la botica, la ampliación del concepto de enfermedad hasta invadir lo que antaño era vida psíquica normal permite aumentar el número de beneficiarios del abordaje farmacológico. Pero por mucho que se critique al DSM-5, en su expansionismo nosológico se ha dejado algunas posibilidades para extender el ámbito de la actividad saludmentalóloga, algo que a uno le sume en un profundo estupor. En la confianza de que en ulteriores ediciones del DSM la APA aproveche estos cuadros para ampliar su catálogo, dedicaremos este espacio para repasar algunas posibilidades de incorporaciones futuras, esperando que los dirigentes de la citada asociación (que, me consta, siguen con interés esta publicación) tomen buena nota de todas ellas. Por ejemplo, pensemos en la paruresis, o incapacidad para orinar o defecar en urinarios públicos, en especial si hay personas alrededor. Debe decirse que, como en toda discusión científica que se precie, no hay acuerdo entre los estudiosos de la cuestión, ya que hay autores que consideran que el término paruresis ha de reservarse para el temor o incapacidad de orinar en aseos y mingitorios públicos, en tanto que para el cuadro análogo referido a la defecación ha de reservarse el término parcopresis (3). Según los activistas de la International Paruresis Association (IPA; sitio web en: http://www. paruresis.org/), este problema, denominado también con términos tan descriptivos y posiblemente desafortunados como “vejiga tímida”, “vejiga vergonzosa” o incluso “timidez vesical”, afecta en sus formas más discapacitantes a entre uno y dos millones de estadounidenses, mientras que otros 15 millones son “paruréticos de bajo nivel” y presentan formas “frustras” del trastorno. En total, nada menos que el 5% de la población, que no es poco. La paruresis se considera la segunda Reflexiones nerviosas MÁRGENES DE LA PSIQUIATRÍA Y HUMANIDADES forma más frecuente de fobia social, tras la fobia a hablar en público y por delante de la ereutofobia o temor a sonrojarse igualmente en público. Lo fóbicosocial, en este caso, tiene que ver con el temor a ser contemplado orinando o defecando o a hacerse notar en este tipo de actuaciones por medio de los fenómenos acústicos u olfativos que las acompañan. Las personas afectadas llegan a ser incapaces de evacuar en cualquier lugar que no sea el excusado de su propio domicilio, y por este motivo tienen grandes dificultades para cualquier actividad que implique alejarse de él durante varias horas. Les resulta imposible trabajar en jornadas prolongadas, viajar incluso a lugares relativamente próximos, o disfrutar de toda actividad de ocio que se desarrolle lejos de casa o cuya duración exceda el tiempo que pueden contener la orina. También puede ser paurética la dificultad para la micción que algunas personas experimentan cuando se les requieren muestras de orina para control de tóxicos en centros de tratamiento de drogodependencias o en competiciones deportivas. Las repercusiones del problema llegan a ser serias: inestabilidad laboral, inseguridad económica, profundo malestar psicológico o conflictos familiares por la negativa del parurético a salir de vacaciones, muchas veces no explicada por vergüenza. No faltan tampoco las complicaciones urológicas, como infecciones urinarias por estasis, incontinencia por rebosamiento y otras. La IPA estima que la prevalencia que apuntan en los EEUU se puede generalizar a todo el mundo, y es posible que muchos ciudadanos estén afectados por un problema sin conocer que hay quien lo viene ya tratando y conceptualizando en términos médicos. Una pormenorizada revisión realizada en nuestro medio (4), habla en detalle de las dificultades que han de afrontar los afectados por el cuadro y de lo que el autor llama “la sali- 409 da del armario de la comunidad parurética”, lo que da idea de la extensión del cuadro. Sin embargo, nos confía un detalle que hace pensar que el fenómeno es menos frecuente en nuestros lares. Al parecer, en los EEUU, por mera laxitud normativa, es habitual que los urinarios públicos sean colectivos, con largas hileras de mingitorios verticales, sin las separaciones individuales típicas en nuestro medio. También nos cuentan que en ese amplio país la legislación no obliga a que las puertas de las cabinas de retretes sean de techo a suelo, por lo que quien está haciendo uso de la taza sabe que desde el exterior le pueden ver las piernas impúdicamente descubiertas, con los pantalones o las faldas plegados. Y además, y sin duda con más poder fobógeno, es consciente de que cuando se incorpore, una vez concluida la tarea evacuatoria, se le puede ver la cara. El poder fobógeno del diseño de los urinarios y retretes públicos eeuuense es tan alto que los autores de la IPA destacan que para los paruréticos norteamericanos es un enorme alivio viajar a (y orinar en) Europa, donde los encuentran más privacidad. La timidez vesical, por lo tanto, es un ejemplo más de cuadro psiquiátrico en el que se combina la susceptibilidad o disposición individual con la capacidad moduladora y modeladora del ambiente. También nos enteramos por un artículo, firmado por el presidente de la IPA, sobre la evolución del cuarto de baño y sus implicaciones para la paruresis, de que el cuadro apareció hace relativamente poco tiempo, unos trescientos años, cuando la micción y la defecación pasaron a ser actos íntimos y privados (5). En definitiva, pues, se trata de un fenómeno con condicionantes sociales, culturales e históricos. Algunos paruréticos diseñan estrategias para mitigar las repercusiones de su problema. Hay personas que elaboran un auténtico mapa mental de los váteres de confianza, y sólo se aventuran a deambular 410 J. Medrano MÁRGENES DE LA PSIQUIATRÍA Y HUMANIDADES o trabajar por los lugares próximos a estos excusados. Otros individuos, incapaces de usar un retrete que no sea el suyo propio, seleccionan los lugares (siempre cercanos) hasta los que pueden desplazarse sin temor a que les llegue a oprimir la necesidad de orinar y defecar; en otras palabras, llegan a estar condicionados por lo que, por analogía con las aeronaves, podríamos llamar autonomía esfinteriana. Los hay que evitan todo váter en el que no existan cabinas “de puerta a suelo y techo” que confieran la necesaria privacidad a la evacuación y otros, casos más extremos, utilizan kits de cateterización y bolsas de orina que les permiten no tener que acudir a ningún váter. Hay quien usa técnicas simples pero efectivas, como dar a la bomba mientras orina (apagando los ruidos de diverso matiz y origen que el orinante puede producir en la evacuación) y no faltan quienes recurren a un “pee buddy” (un compañero de meada, con perdón) contrafóbico. Quién sabe si la costumbre ampliamente extendida en la población femenina de ir a los servicios en cuadrilla no es más que una estrategia para afrontar una paruresis más generalizada de lo que suponemos. Otro cuadro peculiarmente extendido es la Rinotiloexomania, término propuesto en un primer trabajo (6), seminal, sobre el tema, publicado por Jefferson y Thompson en 1995. Tan señera aportación recordaba que algunas conductas que en su día no fueron consideradas más que hábitos inadecuados y groseros, como la onicofagia o la tricotilomanía, han merecido con el paso del tiempo la categoría de síntomas o incluso trastornos psiquiátricos. En esta línea sugería que las prospecciones nasales, aunque no suelen pasar de ser una práctica tan habitual como benigna (a common benign practice, decían nuestros investigadores), podrían ser a veces un problema psiquiátrico, por ocupar excesivo tiempo, dar lugar a situaciones socialmente comprometedoras o generar problemas físicos secundarios. Jefferson y Thompson, de hecho, comunicaban los resultados de un cuestionario desarrollado al efecto que remitieron a 1000 ciudadanos de su comunidad elegidos al azar. Sólo lo devolvieron 254 sujetos, por lo que con una tasa de respuesta de poco más del 25% cabe preguntarse si los resultados son representativos. Sea como fuere, hay varios aspectos que llaman poderosamente la atención. En primer lugar, parece que las prospecciones nasales son una práctica generalizada, ya que de entre quienes respondieron un 91% confesaba que acostumbraba a meterse el dedo en la nariz. Ahora bien, no todos los espeleólogos nasales consideraban que lo suyo era compartido por toda la población, puesto que sólo el 75% tenía la impresión de que se trate de un hábito extendido. También sorprende que quienes contestaron eran capaces de definir con gran precisión su hábito en materia de frecuencia, técnica y efectos colaterales. Así, tres personas afirmaron que se metían el dedo en la nariz al menos una vez cada hora y dos sujetos aseguraron que invertían entre 15 y 30 minutos cada día en estas tareas, lo que no es nada comparado con las dos horas diarias que entregaba a tales menesteres otro individuo. Dos personas confesaron que habían llegado a producirse perforaciones del tabique. Entre las conductas asociadas destacan arrancarse padrastros y cutículas (25%), pellizcarse granos (20%), morderse las uñas (18%) y arrancarse el pelo (6%), lo que demuestra que la rinotiloexomanía se asocia a lo que en inglés se llaman grooming disorders o trastornos de acicalamiento, alguno de los cuales, como la tricotilomanía o el trastorno por excoriación (o reventado compulsivo de granos, en castizo), han sido ubicados por el DSM-5 en el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). ¿Será cuestión de ubicar en el DSM-6 a la rinotiloexomanía en el TOC? ¿O tal vez mejor individualiza- Reflexiones nerviosas MÁRGENES DE LA PSIQUIATRÍA Y HUMANIDADES mos, a la luz de la comorbilidad, un espectro acicalador o incluso un trastorno único por acicalamiento?. Por cierto, que se ha propuesto el tratamiento de este grupo de trastornos con N-acetil cisteína (6), producto que en el caso de la rinotiloexomanía tendría un mecanismo de acción dual al tratarse de un mucolítico. Otros datos de interés desvelados por nuestros estudiosos: el dedo más utilizado para llevar a cabo esta tarea era el índice (65.1%), seguido del meñique (20.2%) y el pulgar (16.4%) (cabe suponer que quienes emplean este dedo han de tener amplios orificios nasales). Una vez extraído el trofeo, la mayor parte de los sujetos acostumbraba a examinarlo antes de emplastarlo en un pañuelo (90.3%), tirarlo al suelo (28.6%), pegarlo a algún mueble (7.6%) o, simplemente, comerlo (8.0%), datos todos ellos merecedores de la sección de características descriptivas y trastornos mentales asociados del DSM. Parte del camino para integrarse en el catálogo de la APA, ya lo tiene recorrido la rinotiloexomanía. Una segunda aportación, de los investigadores indios Andrade y Srihari (8), alcanzó una mayor notoriedad al ser galardonada con el IgNobel de Salud Pública de 2001. Para quien no los conozca, estos premios son una parodia del Premio Nobel y se entregan cada año por logros científicos que “primero hacen reír a la gente, y luego le hacen pensar”. Organizada por la revista de humor científico Annals of Improbable Research, la entrega de los premios tiene lugar en el Sanders Theatre, de la Universidad de Harvard y la realiza un grupo de personas entre las que figuran auténticos Premios Nobel. Los premios, según sus creadores, pretenden celebrar lo inusual, honrar lo imaginativo y estimular el interés de todos por la ciencia, la medicina, y la tecnología. Pues bien, el trabajo sobre rinotiloexomanía merecedor del ambiguo galardón se llevó a 411 cabo en una muestra de 200 adolescentes de Bangalore. Según los autores, la decisión de sondear el fenómeno en adolescentes se debió a que las conductas habituales (repetitivas, más o menos estereotipadas) son habituales a esa edad. También señalaban que los centros en los que habían llevado a cabo el estudio cubrían todo el espectro social, con lo que la prevalencia obtenida podría considerarse global, y no sesgada por factores socioeconómicos. Para su experiencia, Andrade y Srihari diseñaron un cuestionario recogido en el artículo, con 25 preguntas referidas a la minería nasal y a prácticas afines. Preocupados por el riesgo de que los probandos echaran a perder el estudio con las respuestas vacilonas esperables en la adolescencia, los autores incluyeron como “marcador” de sinceridad la siguiente pregunta: ¿Comes a veces la materia nasal que te sacas?. En su opinión, quien contestase afirmativamente era un guasón y debería ser excluido de la lista. Sometieron a sus resultados a un cumplido tratamiento estadístico, gracias al cual sabemos que la media de exploraciones nasales de la muestra ascendía a 8.4, con una desviación estándar de 13.6; la mediana era 4 y la moda 2; un 31.8% de los encuestados se escarbaba la nariz más de 5 veces al día; un 15.3%, más de 10, y un 7.6%, más de 20 (por lo que sorprendentemente más del 50% podían cuantificar con bastante precisión el número de veces que se metían el dedo en la nariz a lo largo del día). También es llamativo que solo 7 (3.5%) individuos no se metieran nunca el dedo en la nariz, lo que indica que entre los adolescentes de Bangalore la espeleología nasal es más frecuente que en la población general de un condado de Wisconsin, dato éste que merece un cuidadoso análisis por expertos en Psiquiatría Transcultural y Trans-etaria. ¿Cuáles son los motivos para hacerse sondeos nasales? Los adolescentes de Ban- 412 J. Medrano MÁRGENES DE LA PSIQUIATRÍA Y HUMANIDADES galore aportan unos motivos más variados que los habitantes de Wisconsin. El más frecuentemente invocado fue la higiene personal, seguido de la liberación del conducto nasal y la necesidad de eliminar barricadas nasales. En cuanto a la opinión de los encuestados acerca de su hábito, aunque el 46.7 % pensaba que es una conducta generalizada, casi el 60% lo enjuiciaba desfavorablemente. Esto supone que hay un cierto solapamiento (no cuantificado en el estudio) de personas (tal vez misántropos) que consideran que las excavaciones nasales son al mismo tiempo comunes y deplorables. También se inquirió sobre la asociación con conductas obsesivoides en el terreno de juego dermatológico, resultando que eran comunes la onicofagia (47%), el rascado y expresión de granos (23%) y la tricotilomanía (12.5%); de haber escrito su trabajo unos pocos años más tarde los autores podrían haber propuesto la existencia del Trastorno de Espectro Acicalador al que nos referíamos más arriba. Más de la mitad de la muestra presentaba al mismo tiempo dos de las cuatro (incluyendo la exploración y liberación de los túneles nasales), y hasta un 11% reconocían que sus allegados les habían dicho que su persistencia en estos hábitos merecería atención psiquiátrica. Sólo 9 (4.5%) de los sujetos reconocían ingerir el trofeo, pero dado que sus restantes respuestas no se desviaban del patrón general, los autores decidieron que no eran unos vacilones y optaron por considerarlos mocófagos sinceros. Por sexos, los varones tenían una mayor afición a los rastreos nasales, eran más exhibicionistas (se hurgaban la nariz en público con mayor frecuencia), tenían episodios de epístaxis por rascado con mayor asiduidad que las mujeres y tendían a enjuiciar con mayor severidad que las mujeres su conducta exploradora de los conductos nasales. Quienes reconocían tener un problema o decían que se lo había hecho notar su entorno no diferían en el patrón prospectivo nasal del resto de la muestra (no se metían más el dedo en la nariz, ni eran más exhibicionistas), en cierta sintonía con la percepción por algunos sujetos de que el hábito es al mismo tiempo frecuente y condenable. En la discusión, Andrade y Srihari nos describen la comorbilidad de la rinotiloexomanía. Según la bibliografía se asocia al Alzheimer de inicio tardío, a la onicofagia, a la tricotilomanía y a al TOC. Y en cuanto al tratamiento farmacológico nos cuentan un caso extremo en el que se usó un ISRS (faltaría más) con resultado favorable. Más sutil etimológicamente es la veisalgia un fenómeno clínico que en realidad resulta extraordinariamente ubicuo en nuestra sociedad y que, si atendemos a los doctores Wiese y asociados (9), autores de una seminal revisión sobre el problema, esconde un fenómeno de gravísimas consecuencias sanitarias y sociolaborales. Nos referimos a la humilde y ampliamente conocida en la población -por experimentada- resaca o clavo consecutivo a intoxicación enólica. El vocablo veisalgia, de oscura autoría, está construida con “algia”, del griego, cuyo significado no creemos necesario recordar, y –esto es para nota- “kveis”, una palabra que nada menos que en noruego quiere decir algo así como “desasosiego tras la intemperancia y entrega a la sensualidad excesiva”; más castizamente podríamos decir que es el “malestar que te queda después de pasarte siete pueblos, una comarca y dos partidos judiciales”. Nos hallamos, pues, ante un notable ejemplo de mestizaje etimológico (y antropológico) que aúna la idea griega de dolor y la vikinga de clavo en un palabro, que tal vez encuentre el lector o lectora más en crucigramas de Ocón de Oro que en la bibliografía al uso, pero que designa un cuadro que, como recuerdan Wiese y sus colaboradores, es difícil de definir, aunque muy reconocible e identificable. La constelación Reflexiones nerviosas MÁRGENES DE LA PSIQUIATRÍA Y HUMANIDADES sintomática de la veisalgia incluye cefalea, malestar general, diarrea, anorexia, naúseas y fatiga como elementos más notables, pero también puede observarse taquicardia, temblor, ortostatismo e incluso disminución del rendimiento cognitivo y de las habilidades visuoespaciales. Lo elusivo del concepto y la enorme carga subjetiva (sintomática) del mismo hace que los autores de la revisión opten por diagnosticar veisalgia siempre que después del consumo de alcohol y su metabolismo completo aparezcan menos dos de los primeros siete elementos reseñados, con una intensidad tal que afecte a la funcionalidad del individuo. Y un apunte especial: la veisalgia es la principal repercusión sociolaboral del alcohol. Sus costes salariales y productivos son muy superiores a los del alcoholismo crónico, lo que teniendo en cuenta que el cuadro afecta sobre todo a bebedores ligeros y moderados nos lleva a la chocante conclusión de que desde el punto de vista estrictamente socioeconómico y laboral es mucho más dañina la embriaguez ocasional con clavo que la dependencia del alcohol. Y aún más: los fenómenos cognitivos y conductuales integrantes o derivados de la veisalgia tienen importantes implicaciones para el bienestar del individuo, ya que pueden limitar su capacidad de conducir vehículos o manejar maquinaria y modificar su estado de ánimo. Ha de notarse que una veisalgia propiamente dicha aparece tras la metabolización del alcohol ingerido, por lo que no es un efecto directo de la intoxicación. Tampoco es, a pesar de que se ha definido así, una especie de fase precoz del síndrome de deprivación de alcohol, del que difiere en aspectos fenomenológicos, neurofisiológicos o bioquímicos. En realidad la veisalgia es algo así como el poso que dejan en el organismo o bien el efecto del alcohol sobre los sistemas homeostáticos, o bien sus 413 metabolitos, o bien sus acompañantes. Una de las acciones más notables del etanol es que potencia la diuresis a través de la reducción de la ADH; es este el motivo por el que cuanto más alcohol se bebe más se orina, incluso por encima de lo que cabría esperar en función del volumen ingerido. La consecuencia es que a mayor ingesta, menor concentración de ADH, mayor diuresis durante la libación, mayor deshidratación posterior y mayor intensidad del clavo. Otra hipótesis relaciona la veisalgia con acetaldehído, conocido metabolito intermedio del alcohol. Por último, hay que recordar que desde un punto de vista farmacológico las bebidas enólicas son elixires o soluciones alcohólicas en las que existen “añadidos” o “congéneres” que parecen tener mucho que ver en la fisiopatología del cuadro. De hecho, a igualdad cantidad de etanol ingerida, las bebidas “claras”, como el vodka, la ginebra o el ron blanco dejan menos clavo que las “oscuras”, como el brandy, el whisky o el vino, más ricos en “congéneres” o solutos añadidos, todos los cuales bien pueden enredar a sus anchas en el organismo del libador hasta generar el cortejo veisálgico. Está por determinar el mecanismo exacto por el que se produce la veisalgia, pero se sospecha la participación de mecanismos inflamatorios y la implicación de las citoquinas, algo que no debe extrañarnos por dos motivos: el primero es que tanto el etanol como sus “congéneres” son capaces de poner en marcha cascadas inflamatorias en las que participan estas simpáticas moléculas; el segundo, que desde hace unos cuantos años ninguna hipótesis neuroquímica o neurofisiológica que pretenda asentarse olvida a los mecanismos inflamatorios y las citoquinas. El abordaje de la veisalgia tiene una doble vertiente. Por un lado, hay medidas que podríamos llamar preventivas e higiénicas, como evitar un consumo excesivo de 414 J. Medrano MÁRGENES DE LA PSIQUIATRÍA Y HUMANIDADES alcohol, nutrirse e hidratarse debidamente, dormir y evitar una actividad física excesiva (de donde se deduce que una ingesta excesiva de bebidas “oscuras” a ritmo discotequero es garantía segura de clavo). Y en cuanto a las medidas farmacológicas se han ensayado varias, ya sea con carácter profiláctico o curativo y con éxito desigual. La modesta pero siempre eficaz piridoxina o vitamina B6 es útil si se toma antes, durante y después de la ingesta enólica. Los AINEs (con mención especial al ácido telfenámico, no disponible en nuestro mercado) reducen la intensidad de la veisalgia, lo cual valida en cierto modo la teoría inflamatoria del cuadro. Mención especial merecen los remedios herbales y hortícolas, ampliamente divulgados en Internet. La supuesta efectividad de la alcachofa y sus derivados tendría que ver con su capacidad antioxidante; sin embargo, en un ensayo clínico aleatorizado no pudo demostrarse que redujera la intensidad de la resaca (10), lo que no debe extrañarnos mucho a la vista de que las teorías oxidativas están un tanto de capa caída en el ranking de las hipótesis omniexplicativas. Años después de su revisión sobre el clavo, el propio Wiese y colaboradores publicaron los resultados de un ensayo clínico realizado igualmente siguiendo los cánones de la ciencia más científica (11), en el que pudieron comprobar que el extracto de chumbera (Opuntia ficus indica) reduce discreta pero notoriamente los síntomas de la veisalgia. A rebufo de la hipótesis estrella en estos momentos, los autores relacionan el efecto beneficioso del extracto con su capacidad moduladora de los mecanismos inflamatorios. Otra cuestión es que en el extracto de una planta existirá necesariamente un batiburrillo de moléculas cada una con su acción (no siempre beneficiosa), por lo que consumir la chumbera no es más que otra forma de polifarmacia. Existe incluso una forma extrema de veisalgia que se articula en síntomas disociativos y en trastornos conductuales que por analogía con la borrachera patológica podríamos llamar “resaca patológica”. Los estudiosos del tema lo llaman Síndrome de Elpenor, en recuerdo a un compañero de Ulises que en una resaca murió al saltar confuso desde un tejado. No obstante, la bibliografía sobre la cuestión es oscura, toda vez que otros autores se refieren a este síndrome como despertar confusional (Schlaftrunkenheit) o embriaguez del sueño (ivresse du sommeil), con lo que su fisiopatología no sería en realidad veisálgica, sino relacionada con anomalías producidas por el alcohol en la estructura y calidad del sueño (12). No queda aquí la cosa. Hay una amplia y rica gama de candidatos a ser considerados cuadros psiquiátricos, con mayor o menor impacto sobre el individuo y la sociedad. De algunos tenemos ya cumplida referencia, como sucede con la compra compulsiva o las adicciones a las nuevas tecnologías, redes sociales, etc. Otras tienen un cierto toque puritano, como la idea de criminalizar, perdón, de psiquiatrizar, el placer chocolatófilo, mediante el concepto de adicción al chocolate, o la propuesta de incluir la obesidad entre las adicciones. Otras, en cambio, tienen un cierto aire buenista, como la sugerencia de definir al racismo como una enfermedad mental. Y no faltan las emparentadas con el saber popular, como la idea de convertir el enamoramiento en una forma de alteración u obnubilación de la razón. Las hay incluso relacionadas con el mundo administrativo. Por ejemplo, el catedrático José Luis González de Rivera y Revuelta (13) acuñó el término Trastornos por mediocridad arrancando de la obra de Abraham Maslow, que intuye en el ser humano una disposición hacia el desarrollo y perfeccionamiento espiritual, una aspiración por la excelencia. Sin embargo, a juicio de nuestro autor, hay personas en Reflexiones nerviosas MÁRGENES DE LA PSIQUIATRÍA Y HUMANIDADES las que esta aspiración consustancialmente humana está inhibida o es defectuosa, dando lugar a síndromes de mediocridad, de los que distingue tres variedades. El Tipo I, más sencillo y benigno, se solapa con el fenómeno psicológico y conductual de la conformidad, y resulta por lo general adaptado y adaptativo, ya que como nos señala González de Rivera, en muchas formas de sociedad, la conformidad asegura la felicidad. El mediocre simple o no complicado es un buen consumidor, se adapta a la cultura materialista que nos envuelve y de la que somos parte y dispone de una maleabilidad que le permitirá, “con un poco de entrenamiento” (sic), llegar a mimetizar en su comportamiento “las formas externas de procesos creativos de índole tanto artística como científica”. Más grave es el Tipo II, o trastorno por mediocridad inoperante, en el que aparecen elementos pasivo-agresivos. La persona afectada se caracteriza por una pseudooperatividad y una pseudocreatividad superficiales que llevan al estancamiento de todas las organizaciones y actuaciones en que esté inmersa. Según señala nuestro autor, la organización que lo padece presenta una creciente parálisis funcional acompañada por lo general de una hiperfunción burocrática con la que se pretende disimular la falta de operatividad. Aunque parezca una paradoja, son sujetos que participan activamente desde la pasividad o inactividad. La forma más severa es el Tipo III, también denominado Mediocridad Inoperante Activa o MIA. El sujeto afectado es una hiperactivo inoperante, deseoso de notoriedad e influencia que, a juicio de González de Rivera, llega a “adquirir tintes casi mesiánicos”. El MIA es un problema de primer orden, ya que tiende a infiltrar organizaciones complejas, es particular si ya existen formas menores del síndrome. Parece que el mundo académico es particularmente vul- 415 nerable, aunque uno no pondría la mano en el fuego por la resiliencia de otras organizaciones. El trastorno se encapsula en grupos o comités que no producen nada pero que se asignan funciones de seguimiento y control que permiten entorpecer o aniquilar el avance de individuos brillantes. Si dispone de poder, el mediocre inoperante activo generará grandes cantidades de trabajo innecesario que impondrá a los demás, agotando su tiempo y limitando cualquier actividad creativa. Su particular predisposición a la envidia, y su sufrimiento ante el bien y el progreso ajenos le lleva a acosar y atacar a las personas que identifica como peligrosas. Desde el punto de vista de las relaciones laborales, González de Rivera relaciona el MIA con el acoso laboral. Impulsado por el motor de la envidia, el mediocre inoperante fustiga y golpea a la víctima envidiada mediante diversas maniobras: a) Someter a su víctima a acusaciones o insinuaciones malévolas, sin permitirle defenderse o expresarse. b) Aislarle de sus compañeros, privarle de información; interrumpir o bloquear sus líneas de comunicación. c) Desconsiderar e invalidar su trabajo, distorsionar o tergiversar sus actividades y comentarios, atribuirle motivaciones espurias o vergonzantes. d) Desacreditar su rendimiento, dificultar el ejercicio de sus funciones, ocultar sus logros y éxitos, exagerar y difundir, fuera de contexto, todos sus fallos, tanto reales como aparentes. e) Comprometer su salud, física y psíquica, mediante una constante presión estresante que favorece las alteraciones depresivas, psicosomáticas, y actos de huida que pueden llegar hasta la renuncia brusca al puesto laboral o al suicidio. Otra propuesta de patología específica en el mundo de la empresa y el trabajo se debe a Powers (14), que en hace ya 416 J. Medrano MÁRGENES DE LA PSIQUIATRÍA Y HUMANIDADES unos cuantos años publicó en un tono más jocoso una carta en el American Journal of Psychiatry en la que proponía la nueva entidad del “Burócrata”. Este cuadro, según su autor, es un constructo clínico con validez transcultural, más apropiado del Eje II y con elementos fundamentalmente inherentes al cluster C (aunque según destacaba el autor, algunos pacientes exhiben características del cluster B). Esta combinación de rasgos pasivo-agresivos y psicopáticos no se deben, a juicio de Powers, a ninguna lesión cerebral, por lo que a su entender la comunidad psicoanalítica debería dedicar una cuidadosa atención a los mecanismos psicodinámicos subyacentes a la manera de pensar y actuar del burócrata. Como colofón de su propuesta, Powers presentaba unos criterios diagnósticos que se solapan en parte con el trastorno por mediocridad. Así, el paciente: A)Lleva trabajando durante al menos dos años en un puesto que no produce un servicio ni un beneficio claro B) A lo largo del último año ha presentado al menos 4 de los siguientes síntomas: 1. Se queja con frecuencia de que cobra poco, pero rara vez busca un empleo mejor. 2. Se queja con frecuencia de trabajar demasiado, pero rara vez trabaja más de 38 horas semanales 3. Pospone todo tipo de actividades a la jubilación 4. Asiste a dos o más reuniones semanales, con una duración de al menos 45 minutos cada una 5. Produce o hace circular uno o más dossiers semanales sobre aspectos de control y calidad 6. Cree que los demás son incapaces de reconocer la trascendencia de su responsabilidad profesional 7. Cree que su trabajo es esencial para el orden público, los derechos del ciudadano o del consumidor o el funcionamiento correcto de la empresa o del gobierno, a pesar de que no existen evidencias que sustenten esta creencia 8. Ante la confrontación profesional opta por el aplazamiento, la resistencia encubierta o el abandono. 9. Mantiene el control por medio de regulaciones, comités de estudio o amenazas de actuación. Un retrato tan asentado en la realidad y en el mundo de lo presuntamente adaptado que, posiblemente, nunca lleguemos a ver señalado como anómalo. Ni siquiera en el DSM. BIBLIOGRAFÍA (1) Frances A. Opening Pandora’s box: The 19 worst suggestions for DSM5. Psychiatric Times, February 11, 2010. Accesible en: http://www.janusonline.it/ sites/default/files/allegati_news/FrancesA_ PsychiatricTimes110210.pdf (2) Healy D. The antidepressant era. Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 1997 (3) Barros RE. Paruresis and parcopresis in social phobia: a case report. Rev Bras Psiquiatr 2011; 33: 416-7 [Texto completo en: http://www.scielo.br/pdf/rbp/ v33n4/v33n4a19.pdf] (4) Loriente Zamora C. ¿Qué es la Paruresis o Síndrome de la Vejiga Tímida? Una investigación transdisciplinar. Actas Urol Esp 2007; 31: 328-37 [Texto completo en: http://apps. elsevier.es/watermark/ctl_servlet?_ f=10&pident_articulo=13143700&pident_ usuario=0&pcontactid=&pident_revista=2 92&ty=127&accion=L&origen=zonadelect ura&web=zl.elsevier.es&lan=es&fichero=2 92v31n04a13143700pdf001.pdf]. Reflexiones nerviosas MÁRGENES DE LA PSIQUIATRÍA Y HUMANIDADES (5) Soifer S. The Evolution of the Bathroom and the Implications for Paruresis. Accesible en: http://paruresis.org/evolution.htm (6) Jefferson JW, Thompson TD. Rhinotilloexomania: Psychiatric disorder or habit? J Clin Psychiatry 1995; 56: 56-59 [Abstract] (7) Dean O, Giorlando F, Berk M. N-acetylcysteine in psychiatry: current therapeutic evidence and potential mechanisms of action. 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(12) Carrot E, Velluz J. Syndrome d’Elpe´nor. Presse Me´d 1947; 55: 573 (13) González de Rivera y Revuelta JL. El Trastorno por Mediocridad Inoperante Activa (síndrome MIA). Psiquis 1997; 18: 229-231 [Texto completo en: http:// www.mobbing.nu/GdeRivera-MIA.htm] (14) Powers RE. Bureaucrat: A new disorder (letter). Am J Psychiatry 1994; 151: 1716 [Accesible en: http://ajp.psychiatryonline.org/article.aspx?articleid=170638] PARA LEER LIBROS Jorge L. Tizón, Xavier Clèries, y Neri Daurella (compiladores). ¿Bioingeniería o medicina?: El futuro de la medicina y la formación de los médicos. Francisco Chicharro Lezcano. Joanna Moncrieff. Hablando Claro. Una introducción a lo fármacos psiquiátricos. Miguel A. Valverde y José A Inchauspe. Víctor Hernández Espinosa. Las psicosis. Sufrimiento mental y comprensión psicodinámica. Juan Francisco Artaloytia DOCUMENTOS EN LA RED Varios. (Juan Medrano). No duermas nunca a menos que pretendas sonar con duendes. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 2014; 34 (122), 421-429 421 PARA LEER LIBROS Jorge L. Tizón, Xavier Clèries, y Neri Daurella (compiladores). “¿Bioingeniería o medicina?: El futuro de la medicina y la formación de los médicos”. Red-Ediciones. Barcelona, 2012. 378 p. Bajo este sugerente título se recogen las aportaciones realizadas en las “I Jornadas de Estudio y Debate sobre el futuro de la formación integral del médico”. Curiosamente en el nº 120 de la Revista de la AEN (págs 833 a 836) se recoge la reseña de “Crazy like us. The globalization of de Western mind”, de Ethan Watters, donde se expone la tesis de que en los últimos treinta años, el DSM, el modelo médico-psicofarmacológico, y los intereses de la industria y los profesionales, han colonizado las concepciones psicopatológicas y culturales a nivel global. Considera que esta imposición ha dado como resultado la “exportación de epidemias” que han aumentado exponencialmente la prevalencia de cuadros clínicos hasta ese momento prácticamente anecdóticos. En este sentido, en “Bioingeniería o medicina…” se expone que junto a los efectos positivos obtenidos gracias al progreso de la medicina, se han producido una serie de efectos secundarios indeseables, y una creciente iatrogenia biológica, psicológica y social: aumento de la demanda, medicalización de la vida cotidiana, expectativas poco realistas de los pacientes (y habría que añadir que también de los profesionales) presión de la industria farmacéutica sobre los médicos, etc., con una repercusión negativa en la salud de la población. Por lo tanto, uno de los objetivos de la presente publicación sería analizar la influencia en estos resultados de la formación médica, tanto en la universidad, como en el MIR, y en la forma- ción continuada., explorando alternativas a la formación actual. En la introducción, Tizón, muy acertadamente, plantea las razones que esclerotizan los sistemas de formación (y de asistencia) a pesar de la existencia de múltiples formas de evaluar los modelos de enseñanza, haciendo especial énfasis en la necesidad de potenciar las habilidades de comunicación, y en la utilización de las nuevas tecnologías de la información con un objetivo diana: “La medicina centrada en el paciente”. La publicación que nos ocupa se divide en cuatro apartados y un epílogo: El primer apartado trata sobre la “Formación del médico: fortalezas y debilidades”. El segundo se ocupa de los “Modelos y teorías para la formación integral del médico”. En el tercero se abordan las “Alternativas para la formación integral del médico”, y el cuarto se ocupa de “La aportación de los modelos de reflexión tipo Balint”, concluyendo con un epílogo de título muy apropiado: “Un epílogo totalmente provisional: Reflexionando sobre la formación integral del médico”. En conjunto, es particularmente estimable la correlación que se establece entre los aspectos formativos y la evolución social, las expectativas, la dificultad de médicos y gestores para la puesta de límites, y la excesiva protocolización y afán evaluador de toda actividad, asistencial y no asistencial. No obstante, a pesar de las dificultades objetivas enunciadas, se establecen propuestas sumamente válidas para modificar la enseñanza de la medicina, tanto pre como postgrado, haciendo hincapié en los aspectos emocionales y experienciales de las técnicas docentes. Resumiendo: Se trata de una obra de gran interés, no solo para quienes están inmersos en tareas de formación médica, sino para el 422 PARA LEER conjunto de la profesión. Su lectura induce a una reflexión, crítica pero constructiva, que sugerirá numerosas ideas a aplicar como alternativas a la situación actual. Francisco Chicharro Lezcano Joanna Moncrieff. Hablando Claro. Una introducción a los fármacos psiquiátricos. Herder Editorial. Barcelona, 2013. 236 pp. En esta obra Joanna Moncrieff, psiquiatra, investigadora y profesora en el University College de Londres, nos introduce a un problema mayor cuando se interroga acerca del mecanismo de acción de los psicofármacos. ¿Se fundamenta su eficacia al revertir o corregir las condiciones biológicas patológicas que subyacen en los trastornos mentales? Habitualmente se da por hecho que es así, y este parece ser el modelo desde el cual se desarrolla la psicofarmacología en las últimas décadas. Efectivamente, de forma habitual se dice a los pacientes que el antidepresivo, el metilfenidato, y otros medicamentos son como la insulina para el diabético, algo que se necesita para reequilibrar una bioquímica cerebral desajustada. La autora nos presenta también una hipótesis diferente, la primera que consideraron históricamente farmacólogos y psiquiatras: la utilidad de los psicofármacos podría deberse a que siendo sustancias psicoactivas contrarrestan o encubren los estados mentales de las personas que sufren un trastorno mental. Es esta segunda hipótesis la que se defiende comúnmente cuando se dice que el tímido se decide bajo los efectos del alcohol, que el pasivo se activa cuando consume cocaína, o que el opio aletarga la angustia. De hecho, durante tiempo, la psiquiatría académica pensó de esta segunda manera: el valium adormece los te- mores y la intranquilidad, y los antipsicóticos calman y atrapan los estados nerviosos muy alterados mediante la inducción de cierto estado de indiferencia, siendo esta la razón por la que sus descubridores los llamaran neurolépticos. Esta disyuntiva no es una cuestión menor, ya que en la misma se dirime la misma noción de cura farmacológica en el trastorno mental y sustenta algunas de las bases de la utilización de los psicofármacos. Lo sorprendente, como indica Moncrieff, es que esta cuestión apenas haya sido tomada en consideración en las últimas décadas, y haya desaparecido del interés clínico sin pruebas concluyentes en uno u otro sentido. Un segundo punto caliente que aborda este libro es la evaluación de resultados. Moncrieff se pregunta sobre los modelos de investigación desde donde se extrae la convicción de la eficacia de los psicofármacos en los estados de sufrimiento mental. Hoy los estudios aleatorizados y controlados (ECA) son el estándar de oro del ensayo clínico. Este tipo de estudios y otros existentes ¿Nos dicen todo lo que debemos saber a la hora de utilizar los psicofármacos a corto plazo? ¿Qué indican acerca del funcionamiento de los psicofármacos en un tratamiento a largo plazo? ¿Qué informan respecto a los beneficios y riesgos para la persona que los va a tomar? Mientras desarrolla estos temas, también disecciona los estudios de eficacia basados en la discontinuación farmacológica. Se trata de estudios que reclutan a personas estables bajo tratamiento farmacológico, y las incorporan de forma aleatorizada a un grupo que continúa con el fármaco o a otro que pasa a ser tratado con placebo, un producto de apariencia similar, pero sin principio activo, como azúcar o suero inocuo. Se preguntará si estos ensayos mantienen en realidad un formato de doble ciego, o incluso si retirarle a una persona el fármaco para hacerle tomar un placebo, es en realidad una condición de tratamiento placebo. Son cuestiones que plantean PARA LEER interrogantes al núcleo mismo de los estudios de evaluación que soportan la práctica psicofarmacológica actual. Un tercer punto clave del libro se centra en lo qué se conoce del tratamiento y lo qué necesita saber quien es expuesto al mismo. No resulta difícil llegar a la conclusión de que el paciente no suele estar suficientemente informado sobre el alcance y las limitaciones del uso del fármaco y del balance entre beneficios y riesgos del tratamiento. Centrándose en esta cuestión, la autora construye en los capítulos finales un discurso que alienta a los pacientes a preguntar a su médico, y les sugiere las cuestiones clave sobre las que deben ser informados. Se trata de las bases prácticas para un consentimiento informado real, que no debiera ser utópico para los pacientes mentales y sus allegados. Saber del tratamiento es importante para poder decidir llevarlo a cabo. La perspectiva de Moncrieff es pragmática, rigurosa y exigente. Resume y recapitula los estudios existentes sobre eficacia y efectos adversos, a corto y largo plazo, de los psicofármacos, con sus posibles beneficios y riesgos. Dedica un capítulo a cada uno de los tipos principales: benzodiazepinas, antipsicóticos, antidepresivos, reguladores del ánimo, y estimulantes en el déficit de atención en menores. Ilustra de forma clara y concisa lo que se conoce hasta la fecha sobre cada uno de ellos, con el propósito de facilitar información que ayude a tomar decisiones respecto al uso de los psicofármacos, que, concluye la autora, tienen su lugar en el tratamiento psiquiátrico, aunque muy diferente al de su uso actual. Las pruebas mostradas en el libro y la posición expresa de la autora sostienen que los psicofármacos tienen valor para los pacientes con sufrimiento mental. Aunque el uso actual de los mismos, para tantas personas y situaciones y durante tanto tiempo, puede no estar tan justificado. Expone el valor de los psicofármacos teniendo como fuente lo que los estudios 423 indican, aunque también señala aquello que resulta desconocido, como el caso de la eficacia a medio y largo plazo de los tratamientos de mantenimiento. En el uso y el no uso de psicofármacos hay riesgos y beneficios, el equilibrio es complejo y delicado. La autora nos confronta a esta importante cuestión, tanto para el clínico como para el paciente o usuario. Y quiere ser clara reseñando lo que se conoce de las ventajas e inconvenientes respecto al uso o no de psicofármacos. A lo largo del libro se defiende el valor del acto clínico basado en las decisiones compartidas, y en ese sentido defiende que el paciente necesita la información para poder decidir, y sugiriéndole a este una decena de cuestiones sobre las que podría querer hablar con su médico. Los puntos claves que resaltamos de este libro y la información que vierte sobre ellos es posible que resulten chocantes a más de un clínico, que quizás querrá profundizar más leyendo The Myth of The Chemical Cure, la obra de la que en parte este libro es un resumen. Moncrieff maneja con soltura información acerca de la naturaleza y resultados de los estudios básicos de psicofarmacología, como experta que es en esta área. Antes de publicar estos libros revisó en profundidad las pruebas existentes sobre el litio, los antipsicóticos y, junto al psicólogo Irving Kirsch, los antidepresivos, y sus publicaciones, en revistas científicas de prestigio sobre estos temas, se cuentan por decenas. Moncrieff no es una estudiosa e investigadora que vive únicamente volcada en esa tarea. Ha mostrado también su compromiso social. Es una de las fundadoras del Critical Psychiatry Network, y colabora habitualmente con el movimiento de la recuperación como conferenciante, realizando estudios junto a pacientes y ex-pacientes, y oponiéndose de forma firme al tratamiento forzoso. Como editora ha publicado, junto a Rapley y Dillon, un libro emblemático en la colaboración de pro- 424 PARA LEER fesionales y pacientes: De-Medicalizing Misery. Psychiatry, Psychology and the Human Condition. Teoría, saber y práctica, o quizás mejor: conocimiento para la práctica clínica y social. Este libro está escrito de forma sencilla, amena y directa, aportando datos e información que raramente se suelen considerar en los libros de psicofarmacología al uso, y que pueden resultar de gran utilidad a clínicos y estudiantes. La presentación de la información está orientada para la toma de decisiones clínicas. Creemos que los profesionales o estudiantes que se relacionan con la asistencia en salud mental se sentirán satisfechos con este libro, ya que su contenido les puede informar acerca de lo que se puede esperar o no de un tratamiento basado en fármacos. El libro se dirige también al público en general, y especialmente para aquellos que, bien por estar en tratamiento farmacológico o por que les ha sido propuesto, o por ser allegados o amigos de alguien que se encuentre en esas situaciones, o simplemente por estar interesado en el tema, quieran disponer de información sobre las pruebas que lo fundamentan y los riesgos y beneficios del uso de psicofármacos. Miguel A Valverde y José A Inchauspe [Los autores de estos comentarios, son también traductores de este libro.] Víctor Hernández Espinosa. Las psicosis. Sufrimiento mental y comprensión psicodinámica. Herder Editorial. Barcelona, 2013. 352 pp. El autor nos presenta un muy valioso trabajo dirigido a todo aquel interesado en la salud mental, pero de manera muy especial a aquellos que trabajando con psicóticos, carezcan de formación psicodinámica, o para aquellos que, disponiendo de la misma, no estén familiarizados en el trabajo con psicóticos. Parte de su experiencia como médico rural en un valle pirenaico, en que fue comprobando que de poco le valían todos sus conocimientos médicos, que explicaban el padecimiento orgánico de sus pacientes, si no conseguía comprender a las personas que venían a pedirle ayuda. De este modo tan sencillo y didáctico nos introduce en las claves del planteamiento kraepeliniano, basado en la suposición de desórdenes orgánicos subyacentes al sufrimiento mental, y en la noción jaspersiana de comprensión. Con un sólido conocimiento de las escuelas de psicopatología francesa y alemana del siglo XIX, se adentra en el siglo XX sabiendo compaginar los principales avances psiquiátricos y psicoanalíticos. En el ámbito del psicoanálisis, y siempre tomando como referencia a los pacientes psicóticos, presenta los principales aportes al respecto, primero y sobre todo, de Sigmund Freud, pero también con una importante cobertura de Melanie Klein, Wilfred Bion y Donald Winnicott. De la escuela británica también presenta algunas de las ideas de Herbert Rosenfeld y Donald Meltzer, y de la americana, aportes de Otto Kernberg, Margaret Mahler y Harold Searles. Lo más interesante es que lo hace de un modo muy sencillo y didáctico, para que el lector pueda captar muy intuitivamente las principales propuestas de los autores. Como resalta Rafael Herrera Valencia en su introducción, Víctor hace gala de su proverbial «difícil facilidad», la virtud reservada a solo unos pocos de hacer fácilmente entendible lo muy complejo y difícil. La estructuración del trabajo tiene su originalidad. Aparentemente, y siguiendo el índice, presenta una estructura académica, con siete capítulos que abordan algunos de los conceptos clave en el trabajo con psicóticos. Son los siguientes: 1.- Locura, mundo interno y transferencia. 425 PARA LEER 2.- Diagnóstico, explicación y comprensión psicodinámica de la psicosis. 3.- El pensamiento psicótico. 4.- El sufrimiento mental y la ansiedad. 5.- Narcisismo y psicosis. 6.- Patología del conflicto, patología del defecto y patología de la compensación. 7.- Síndromes clínicos y organizaciones defensivas y patológicas de la personalidad. Sin embargo, la originalidad radica en que cada paso teórico que da, viene acompañado por la ilustración de un material clínico muy pertinente, que permite comprobar la trascendencia en el trabajo con el paciente de lo expuesto en la teoría. Así, y siguiendo las letras del abecedario, empieza con el caso clínico A y termina con el P. Todo el material clínico está expuesto con un gran respeto, sensibilidad y humanidad. No queda más que invitar al lector a que compruebe por sí mismo la veracidad de lo expuesto en estas líneas. Juan Francisco Artaloytia DOCUMENTOS EN LA RED • Salud mental penitenciaria Nuevos modelos de atención a personas con trastorno mental, en el sistema penitenciario En las XI Jornadas anuales de Fundación Manantial, bajo el título “Nuevos modelos, nuevos tratamientos, nuevos tratos” se ha querido reflexionar sobre una nueva forma de comprender los trastorno mentales en diferentes ámbitos y, por consiguiente, intervenir con estas personas, “más allá del enfoque biologicista”, solo con el tratamiento farmacológico. Como ponentes han participado el presidente de la Asociación Mundial de Rehabilitación Psicosocial, AfzalJaved; el director de Psicología Clínica de la Universidad de Liverpool, John Read; el psicoterapeuta del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Bolzano (Italia), AlessandroSventtini; el profesor de Psicología Experimental en la Universidad de Manchester, Richard Bentall, y el profesional del Servicio Nacional de Salud Británico, RufusMay. Accesible en: http://www.webcastlive.es/ manantial2013/ Fuera de Lugar Documental sobre el problema de los enfermos mentales en prisión accesible en Youtube (http://www.youtube.com/ watch?v=EkBsmqtbD5E) Curso Prisión, enfermedad mental y delito Curso celebrado en Madrid en noviembre de 2012 y organizado por la Fundación Manantial y el Consejo General del Poder Judicial, tuvo como objetivos facilitar a los profesionales una formación actualizada y práctica sobre las relaciones entre salud mental e imputabilidad penal, facilitar las herramientas básicas necesarias para valorar una posible inimputabilidad penal, favorecer, en los casos de inimputabilidad, la adopción de penas alternativas y medidas de seguridad no privativas de libertad, facilitar los conocimientos mínimos para el reconocimiento de comportamientos y síntomas que puedan ser señales de un trastorno mental, ofrecer la formación adecuada acerca de la respuesta penal, procesal y penitenciaria frente a la inimputabilidad, dar a conocer las medidas jurídicas, sociales y sanitarias existentes, 426 para el adecuado tratamiento de la enfermedad mental, sensibilizar a los profesionales del ámbito de la justicia, acerca del problema que se está produciendo con el alto porcentaje de personas con enfermedad mental que se encuentran en los Centros penitenciarios españoles y sensibilizar a los profesionales del ámbito de la Justicia acerca del estigma que pesa sobre las personas con trastorno mental. El programa está disponible en http:// www.fundacionmanantial.org/pdf/Programa_curso_1b.pdf?PHPSESSID=a92806e1 9541c72738047ee94142cc0c y las sesiones en vídeo en http://www.webcastlive.es/manantial2012/. • Economía, trabajo Healthpolicy responses tothefinancial crisis in Europe – Respuestas en política sanitaria a la crisis económica en Europa Documento de la OMS que analiza la reacción desde la política sanitaria en Europa a la crisis económica. Los autores alertan sobre posibles errores y señalan algunas recomendaciones. Accesible en: http://www.euro. who.int/__data/assets/pdf_file/0009/170865/ e96643.pdf Declaración de Santiago sobre economía, estrés y salud Los días 17 y 18 del pasado mes de julio se celebró en Santiago de Compostela una reunión internacional sobre “Crisis económica, Desempleo, efectos sociales y sobre la salud y efectos colaterales de la acción y de la inacción” (Economic Crisis, Unemployment, Social and HealthEffects – and SideEffects – of Action and Inaction). La reunión culminó con esta Declaración de Santiago de Compostela sobre Economía, Estrés y Salud en la que se pide “a los líderes políticos, los res- PARA LEER ponsables políticos y otros responsables de la asignación de los recursos financieros, los mercados de trabajo y las políticas laborales, de empleo, de prestaciones sociales y de salud, que tomen plena conciencia y tengan en cuenta el impacto sobre la salud de las acciones que se contemplan para hacer frente a la crisis económica y fiscal”.Accesible en: http://revistas.usc.es/export/sites/default/ gcompostela/en/descargas/Santiago_Declaration_July_18_2013.pdf Soutenir le retourautravail et favoriser le maintien en emploi: Mantener la vuelta al trabajo y favorecer la conservación del empleo. Guía elaborada por el IRSST (Institut de Recherche Robert-Sauvé en Santé et Sécurité du Travail) de Québec en colaboración con la universidad Laval y diseñada para ayudar a los empresarios a elaborar un procedimiento de apoyo a la reincorporación al trabajo después de una ausencia debida a un problema de salud psicológico. El objetivo es facilitar la recuperación del trabajador y una reincorporación efectiva. Combina el apoyo individual con los cambios organizativos, un proceso en el que deben colaborar desde el servicio de prevención hasta los mandos intermedios. Accesible en: https://www.irsst.qc.ca/media/ documents/PubIRSST/RG-758.pdf Observatorio vasco sobre acoso Web del Observatorio Vasco sobre Acoso Moral, organismo creado en 2002 por la iniciativa de personas procedentes de entornos profesionales variados que tenían como punto de interés el acoso moral en el trabajo. Configurado como un foro de debate de diversos profesionales, dispone de gran flexibilidad que le permite adaptarse a las circunstancias sociales, institucionales y legislativas. Accesible en: http://www.observatoriovascosobreacoso.com/ PARA LEER The relationship between work characteristics, wellbeing, depression and workplace bullying: Depresión y característicasdelpuesto de trabajo Informe de SafeWork Australia, que describe los primeros resultados de un proyecto llevado a cabo en ese país y concluye que ciertas condiciones y experiencias de trabajo pueden aumentar el riesgo de depresión y sus consecuencias manifestarse y alargarse durante el tiempo fuera del trabajo. Asimismo, demuestra que los trabajadores con bajos niveles de apoyo de colegas y mandos son más propensos a tener depresión que quienes expresan contar con niveles más altos de apoyo. Un aspecto importante del estudio es el acoso laboral, del que se encontraron tres variantes: acoso relacionado con una persona, el acoso relacionado con el trabajo, y la violencia y la intimidación. Las experiencias de relación con una persona y el acoso laboral relacionada con el trabajo se asociaron con altas exigencias laborales, bajo control del trabajo, un salario no acorde con el esfuerzo realizado, inseguridad laboral y falta de apoyo por parte de colegas y superiores. Accesible en: http://www.safeworkaustralia. gov.au/sites/SWA/about/Publications/Documents/780/Wellbeing-depression-bullyingtechnical-findings.pdf • Bioética y Derechos Humanos Orientaciones éticas para la atención integral a las personas mayores al final de la vida Guía impulsada por Ingema y coordinada por MarijeGoikoetxea, destinada a proporcionar a profesionales de los servicios sociales, sociosanitarios y sanitarios algunas orientaciones éticas para abordar el acompañamiento a personas de edad avanzada 427 en el final de la vida. Accesible en: http:// www.alzheimeruniversal.eu/wp-content/ uploads/2013/11/Guia-de-recmendacionespersons-mayores-final-de-la-vida.pdf Investigatedorignored? Informe británico, elaborado por Athwal y Burnett, acerca de crímenes con un elemento racista identificado o sospechado (93 desde febrero de 1999), pero solo en una cuarta parte de los casos se apreció el elemento y agravante de motivación racista. Accesible en: http:// www.irr.org.uk/wp-content/uploads/2014/01/ Investigated-or-ignored.pdf Debate on-line sobre la legalización de la eutanasia en España La eutanasia activa es legal en Holanda, Bélgica y Luxemburgo. En tres estados de EEUU y Suiza está permitido en el suicidio asistido, que son los casos en que el médico facilita al paciente la administración de un medicamento que le ayude a terminar con su vida. Francia se encuentra en pleno debate sobre la cuestión, y prepara una ley que estaría más próxima al suicidio asistido de Suiza. Bélgica, un paso por delante, ha aprobado un proyecto de ley que despenaliza la eutanasia para menores de edad. En España ni la eutanasia ni el suicidio asistido son legales, y la única opción posible es la sedación terminal. Fernando Soler, secretario de la Asociación Derecho a Morir Dignamente, asegura que detrás de la oposición a la legalización de la eutanasia solicitada y voluntaria está “la concepción religiosa que considere la vida como don divino que no nos pertenece”. Jacinto Bátiz, presidente de la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos de Vizcaya, defiende la universalización y aplicación de los cuidados paliativos frente a la eutanasia. Desde una página (http:// www.huffingtonpost.es/2014/02/12/debateeutanasia_n_4774184.html) se puede acceder a un debate y votar sobre la cuestión. 428 Memorial to the Legislature of Massachusetts El documento lleno de indignación apasionada con el que Dorothea Dix (1802-1885) denunció ante los legisladores de su estado en 1843 las deplorables condiciones de atención a los enfermos mentales indigentes está accesible en Internet (http://www.archive. org/stream/memorialtolegisl00dixd#page/ n4/mode/1up). Se atribuye a esta activista y enfermera un papel esencial en el desarrollo de la red de centros psiquiátricos en los Estados Unidos que, a pesar de sus deficiencias, representaron en su momento todo un avance en la atención digna a las personas con enfermedades mentales. • Bases de datos y guías MiNDbank Base de datos de la OMS en forma de plataforma en línea que ofrece el intercambio de recursos sobre salud mental, abuso de sustancias, discapacidad, salud general, derechos humanos y desarrollo. Proporciona un fácil acceso a una serie de recursos nacionales e internacionales en todo el mundo, desde Políticas, estrategias y leyes nacionales en la materia hasta de salud mental hasta convenciones y tratados internacionales y regionales de derechos humanos, pasando por normas sobre servicios de salud general y mental o informes clave de la Organización Mundial de la Salud. Accesible en: http://www.who. int/mental_health/mindbank/flyer_ES.pdf CIE-9-MC El Ministerio de Sanidad ha publicado la novena Modificación Clínica de la Revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades, basada en la clasificación de la Organización Mundial de la Salud. Accesible en: PARA LEER http://www.msssi.gob.es/estadEstudios/estadisticas/docs/CIE9MC_2014_def_accesible. pdf Guia NICE sobre Esquizofrenia y psicosis en adultos Voluminosa guía (cerca de 700 páginas) del prestigioso instituto británico de excelencia en atención sanitaria. Accesible en: http://www.nice.org.uk/nicemedia/ live/14382/66529/66529.pdf • Violencia IntimatePartnerViolence – Violencia en el marco de la pareja Position paper o declaración de principios de la Canadian PsychiatricAssociation, redactada por Stewart y colaboradoras. Accesible en: http://publications.cpa-apc.org/ media.php?mid=1524 Violencia en los centros sanitarios en Francia Informe anual elaborado por el Observatorio de la Violencia en la Salud (ONVS) creado por el ministerio de Sanidad francés, a partir de los datos transmitidos por los establecimientos sanitarios de forma voluntaria, por lo que su significado es escaso. Sin embargo, ilustran situaciones vividas en las instituciones y se presentan con el objetivo de fomentar la adopción de acciones preventivas. De forma similar a lo registrado en ediciones previas, el 70% de las comunicaciones sobre violencia fueron relativas a actos contra las personas y el 29% a daños a la propiedad. La mitad de las personas afectadas lo fueron por violencia física y en gran medida (51%) se trató de actos de “bajo nivel” (golpear, empujar, escupir). Accesible en: http://www.sante.gouv.fr/IMG/ pdf/bilan_2012_ONVS-2.pdf PARA LEER • Suicidio Suicidios en España En relación con la recientemente publicada “Estadística de Defunciones por Causa de Muerte” (http://www.ine.es/ jaxi/menu.do?type=pcaxis&path=/t15/ 429 p417&file=inebase&L=0), con datos referidos a 2012, la web-blog de Andoni Anseán (www.alansaludmental.com)recoge en una entrada el informe y un vídeo al respecto de gran interés (http://www.alansaludmental. com/2014/02/03/suicidios-espa%C3%B1aestad%C3%ADsticas-ine-2014/). 293 (293) 293 LEER (293) PARA 430 LIBROS LIBROS LIBROS DE LA A.E.N. LIBROS DE LA A.E.N. (Disponibles a la venta en www.tienda-aen.es) Estudios Estudios 1. M. GONZÁLEZ CHÁVEZ (ed.), La transformación de la asistencia psiquiátrica, 1980. , F.CBHÁVEZ ERMEJO (eds.), 1980. 2. M. A. PGORTERA ONZÁLEZ (ed.), La Demencias, transformación de la asistencia psiquiátrica, 1980. 1. (agotado) ASCARELL Aproximación a la histeria, 1980. 3. , F. (ed.), BERMEJO (eds.), Demencias, 1980. 2. S. A. M PORTERA , C. F. ROJERO (eds.), Paradigma sistémico 4. S. T. S ASCARELL (ed.), Aproximación a la histeria, 1980.y terapia familiar, 1983. 3. MUÁREZ ORCÉS, (ed.), Aproximación a las psicosis, 1983. familiar, 1983. (agotado) 5. CUÁREZ C. F. R OJERO (eds.), dinámica Paradigma sistémico y terapia 4. V. T. S (ed.),Aproximación Cronicidad endinámica psiquiatría, 6. J. ECSPINOSA ORCÉS (ed.), a las1986. psicosis, 1983. (agotado) 5. V. MASSA (ed.), Gravedad psíquica en la infancia, 1986. 7. PEDREIRA (ed.), Cronicidad en psiquiatría, 1986. 6. J. L. ESPINOSA (agotado) ERNÁNDEZ ANABRIA MAURA Apsíquica BRIL, A. en RODRÍGUEZ GÓMEZ I Jornadas de 8. J. A. MS ASSA (ed.),, J. Gravedad la infancia, 1986.(eds.), 7. L. PFEDREIRA Sección de Psicoanálisis A.E.N., 1986. SANABRIA,de J. la MAURA ABRIL , A. RODRÍGUEZ GÓMEZ (eds.), I Jornadas de 8. la J. A. FERNÁNDEZ 9. la R. Sección INGLOTTde (ed.), El quehacer en A.E.N., salud mental, 1989. Psicoanálisis de la 1986. (agotado) ASTILLA(ed.), DEL P (ed.), Criterios objetivación en psicopatología, 1989. 10. 9. C. R. C INGLOTT ElINO quehacer en saluddemental, 1989. (agotado) AULEO, J.DEL C. P DINO URO(ed.), , R. VCriterios IGNALE (eds.), La concepción operativa de grupo, 11. C. A. C BASTILLA de objetivación en psicopatología, 1989. 1990. 10. M.DA. GARCÍA CARBAJOSA , J. L. EDREIRA MASSA (eds.), de La grupo, contención, 12. AULEO, J. ,C. URO , R. VIGNALE (eds.), LaPconcepción operativa 1990.1990. 11. R. A. FBERNÁNDEZ ESVIAT (ed.), Epistemología y práctica psiquiátrica, 13. , M. A. GARCÍA CARBAJOSA , J. L. PEDREIRA M1990. ASSA (eds.), La contención, 1990. 12. M. R. FDERNÁNDEZ , J. FRÈREy ,práctica A. GONZÁLEZ , II y 1990. III Jornadas de la Sección de R. GÓMEZ 14. M. A. D INGALA ESVIAT, (ed.), Epistemología psiquiátrica, 13. Psicoanálisis, malestar la cultura», 1992. , II y III Jornadas de la Sección de , J. en FRÈRE , A. GONZÁLEZ GÓMEZ 14. A. INGALA, R.«El 15. Psicoanálisis, P. 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UNA MIRADA ERTOLÍN España A LA HISTORIA DESDE EL SIGLO XXI LA, La e Salud (eds.), en red ma psi- Psico6. o, 2006. (eds.), edad de mental, comu- RIA, P. mental. estruc- O home que chegou a ser feliz en vida (Castelao) ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE NEUROPSIQUIATRÍA ESTUDIOS DAVID SIMÓN LORDA, CHUS GÓMEZ RODRÍGUEZ, ALCIRA CIBEIRA VÁZQUEZ y OLGA VILLASANTE (Editores) ,!7I 4J5-cihgje! ALENCIA, RAZÓN, LOCURA Y SOCIEDAD. UNA MIRADA A LA HISTORIA DESDE EL SIGLO XXI. Gestión ASANTE Contri011. e Salud A. E. N. / ESTUDIOS estrés LLONA CIBEIRA ocura y el siglo Grupos funcio- A. E. N. ESTUDIOS / 51 51 13. M q 14. A I « 15. P s t 16. C i 17. V c 18. J s 19. A B t 20. R a 21. J l c 22. C 23. F 2 24. F 25. E t 26. F n 27. T y 28. C t Colec 1. M d 2. A 3. S 1 4. T m 5. V p 6. J 7. J l 8. J R d 9. R 1 10. C c 11. A c 12. R D El psi9. tornos encia, 1. M d 2. A 3. S 1 4. T m 5. V p 6. J 7. J l 8. J R d 9. R 1 10. C c 11. A c 12. R D Gestión tornos encia, Colec O home que chegou a ser feliz en vida (Castelao) ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE NEUROPSIQUIATRÍA ESTUDIOS 10/10/13 12:28 13. M q 14. A I « 15. P s t 16. C i 17. V c 18. J s 19. A B t 20. R a 21. J l c 22. C 23. F 2 24. F 25. E t 26. F n 27. T y 28. C t Bebe del caliz que espanta todo miedo innecesario. PÁGINAS DE LA ASOCIACIÓN Posición de la Asociación Española de Neuropsiquiatría de profesionales de Salud Mental sobre el anteproyecto de la ley del aborto. Escrito de la Asociación Española de Neuropsiquiatría contra la inclusión de las enfermedades mentales en el documento “Intervenciones sanitarias en situaciones de riesgo para la salud pública” (Dirección General Salud Pública, Calidad e Innovación). No dejes irse por caminos oscuros tu vida insana. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 2014; 34 (122), 437-439 PÁGINAS DE LA ASOCIACIÓN 437 POSICIÓN DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE NEUROPSIQUIATRIA PROFESIONALES DE SALUD MENTAL SOBRE EL ANTEPROYECTO DE LA LEY DEL ABORTO. Un reciente informe de la OMS1 constata que “La evidencia acumulada demuestra que la eliminación de las restricciones sobre el aborto produce una reducción de la mortalidad materna causada por el aborto inseguro y, en consecuencia, una disminución en el nivel global de mortalidad materna”. Como sanitarios, socialmente encargados de la salud de la población, esto es lo primero que nos preocupa del Anteproyecto de Ley del Aborto. El cambio de la Ley de Plazos, vigente en la actualidad, por otra de Supuestos, lejos de disminuir el número de abortos, se constituye como un factor de riesgo para la vida y la salud de las mujeres, produciendo un aumento de morbilidad y mortalidad de las mujeres. Esta ley, en el caso de aprobarse, supondrá un retraso en la realización de las interrupciones voluntarias de embarazo, sumiendo a la mujer en un verdadero laberinto administrativo, con el consiguiente aumento del sufrimiento innecesario que esta demora conlleva, en algunos casos para muchas personas (pareja, familia, amigos), en otras solo para la mujer. También traerá ineludiblemente un aumento de la demanda a las clínicas privadas, de los viajes a nuestro entorno próximo (Francia, Portugal) para interrumpir el embarazo en condiciones más civilizadas e interrupciones voluntarias del embarazo en condiciones lamentables para las mujeres más pobres y peor informadas. Además con la mal llamada “Ley Orgánica de la Protección de la Vida del no nacido y de los Derechos de la Mujer Embarazada” se consagra la minoría de edad de la mujer, retirándosele su derecho a decidir sobre su propio cuerpo y sobre el devenir de su vida, para ponerlo en manos de los psiquiatras. Tan incompetente se la considera, que no es ni jurídicamente punible, en caso de infligir esta Ley (¿quiere decir la Ley que la mujer es penalmente incapaz?) Una mujer puede querer abortar por múltiples motivos que no tengan que ver ni con la enfermedad mental, ni con el riesgo psíquico, y que solo a ella conciernen. La mujer que aborta no es una enferma mental. No hay ninguna razón que pueda ligar la enfermedad mental al aborto: se trata de una decisión libre del ámbito de la vida sexual y reproductiva de la mujer. 1 Aborto sin riesgos. Guía técnica y de políticas para el sistema de salud. Organización Mundial de la Salud. OMS, 2012. 438 PÁGINAS DE LA ASOCIACIÓN Por otra parte el supuesto de enfermedad psíquica de las mujeres, con el estigma existente, hace que las mujeres para poder abortar, tengan que ser definidas como enfermas mentales “persistente en el tiempo”, lo que puede hacer que en otra circunstancia vital, por ejemplo en caso de conflicto posterior respecto a la custodia de los hijos, pueda volverse en su contra, cerrando un círculo infernal contra la mujer. Es bien sabido que no existen predictores clínicos, en relación con cualquier circunstancia vital, con suficiente evidencia científica de lo “importante” del daño, ni de su permanencia en el tiempo, porque dependen de factores individuales, de la red de apoyo familiar y social que tenga la mujer, y de sus condiciones económicas entre otros Sin embargo, sí existen datos que nos orientan sobre el papel de los psiquiatras en legislaciones españolas anteriores concernientes a la interrupción voluntaria del embarazo. Desde la aplicación de la ley de 1985 (Ley de supuestos), hasta la promulgación de la nueva en 2010 (Ley de Plazos), un 96,77% de mujeres que abortaban lo hacían por el supuesto de riesgo psíquico para la madre constatado por un informe emitido por un psiquiatra2. Tras la ley orgánica 2/2010 (Ley de Salud sexual y reproductiva y la interrupción voluntaria del embarazo) que permitía abortar en las primeras 14 semanas sin que fuera necesario que la mujer argumentara motivos, el 89,58 % de mujeres lo hicieron por decisión propia y sólo en un 7,3% se argumentó riesgo para su salud. En caso de que se aprobara la ley tal como está configurada, el argumento de “enfermedad mental” –ni siquiera a de riesgo psíquico- aparecerá como causa mayoritaria de las interrupciones del embarazo. En este Anteproyecto, a los profesionales se nos confiere el papel de tutores de la voluntad de las mujeres, porque coloca a la mujer embarazada en la posición de ceder el control de su cuerpo a terceros, otorgándonos a los psiquiatras un poder que no queremos: Tutelar en una decisión de relevancia biográfica crucial a personas adultas y competentes, por el simple hecho de ser mujeres. Se produce así una instrumentalización de los psiquiatras para intentar revestir de una pátina científica la ideología de algunas personas. La AEN de Profesionales de Salud Mental, considera que no tiene sentido situar a los psiquiatras en un lugar central de la toma de decisión respecto al deseo de una mujer de no seguir con su embarazo. Los psiquiatras en la decisión de que la mujer aborte o no, no tenemos nada que decir. Podemos intervenir si la mujer nos lo demanda, para aliviar, consolar, apoyarla ante la decisión que ha tomado, sea cual sea ésta. Pero no podemos inclinar la balanza hacia un lado o hacia otro. 2 Las intervenciones se realizaron en más de 97% de los casos en clínicas privadas salvo en 2012 que fue en un 93%. En estadísticas del 2012 un 68% de IVE se produjeron dentro de las primeras 8 semanas. Fuente: Ministerio de Sanidad. http://www.msssi.gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/embarazo/tablas_figuras.htm PÁGINAS DE LA ASOCIACIÓN 439 Los profesionales de la salud mental no debemos hacer valoraciones morales, aunque se nos haya utilizado a veces para ello. Nosotros no somos ni podemos ser vigilantes de la moral, y menos aún de la moral dominante, la protección del patriarcado, que es lo que subyace detrás de todo esto3. Los psiquiatras no queremos tener derecho a decidir sobre úteros ajenos, porque nuestra profesión nos avala para proteger, cuidar e integrar socialmente a los enfermos mentales, pero no para despojar de derechos a las mujeres. Además este Anteproyecto nos pone en el dilema ético de tener que objetar y abandonar a la mujer en un trance vital estresante o hacer algo que no se ajusta a los criterios éticos de la práctica de la psiquiatría: reconocer un problema mental que no existe para que una mujer pueda abortar. Por todos estos motivos nos oponemos radicalmente a este Anteproyecto, y abogamos porque continúe vigente la actual ley de Plazos AEN, Enero 2014 3 Ver declaraciones de Eudoxia Gay en: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/12/27/actualidad/1388177385_228409.html Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 2014; 34 (122), 440-442 440 PÁGINAS DE LA ASOCIACIÓN ESCRITO DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE NEUROPSIQUIATRÍA CONTRA LA INCLUSIÓN DE LAS ENFERMEDADES MENTALES EN EL DOCUMENTO “INTERVENCIONES SANITARIAS EN SITUACIONES DE RIESGO PARA LA SALUD PÚBLICA” (Dirección General Salud Pública, Calidad e innovación). En la reunión del CISNS del 18 de Diciembre de 2013, bajo la presidencia de la Ministra Ana Mato, se aprobó un “Acuerdo para la aprobación de Intervención Sanitaria en situaciones de riesgo para la Salud Pública”. En la introducción del texto del acuerdo se señala que “El objeto del presente documento, es enmarcar … situaciones que puedan generar riesgos ciertos para la salud pública … que han de ser atendidas por interés de la salud pública” delimitando su ámbito de aplicación a “situaciones que supongan un riesgo para la salud pública en base a la probabilidad de que se produzca un evento que pueda afectar adversamente a la salud de la población, considerando la posibilidad de que se propague a nivel nacional o internacional, o que pueda suponer un peligro grave y directo para la salud pública”. Seguidamente se describen las situaciones que suponen un riesgo para la salud pública, incluyendo “la sospecha diagnóstica o padecer trastorno mental que pueda poner en riesgo la salud pública. Las enfermedades incluidas se especifican a continuación (códigos CIE 10): Esquizofrenia (F20), Trastornos delirantes persistentes (F22), Trastorno bipolar (F31), Trastorno depresivo recurrente (F33), Trastorno obsesivo compulsivo (F42)”. Una nota a pie de página indica que este párrafo ha sido “revisado por los Coordinadores de la Estrategia Nacional de Salud Mental”. En relación con este texto, la Asociación Española de Neuropsiquiatría, quiere señalar lo siguiente: 1.Aunque el documento no hace explícita la clase de riesgo para la salud pública que puede asociarse con los trastornos mentales, es evidente que se está refiriendo al riesgo de violencia física o psicológica que las personas con los citados trastornos pueden ejercer sobre su entorno y las consecuencias sobre la salud de sus víctimas, tales como estados de angustia, de depresión, de lesiones físicas o incluso de muerte. Cabe hacer una reflexión sobre el motivo por el cual se ha omitido la palabra violencia en este texto. 2.Llama también la atención que tratándose de medidas para prevenir un problema de salud pública no se haya tenido en cuenta en la “Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el Sistema Nacional de Salud” aprobada en la misma sesión del CISNS. En dicha estrategia no se menciona el riesgo de violencia asociado a los trastornos mentales ¿Por qué se plantea esta cues- PÁGINAS DE LA ASOCIACIÓN 441 tión al margen de la propia Estrategia estatal y precisamente en la misma sesión en la que se aprueba? Es más, tampoco se menciona en esa Estrategia, ni en el acuerdo del CISNS que es objeto de esta carta, otras formas de violencia que amenazan la salud pública, tales como la tortura, la violencia de género y la violencia contra los niños y contra los ancianos, todas las cuales presentan una prevalencia muy superior a la que se atribuye a los trastornos mentales. 3.Todavía llama más la atención la nota al pie de página. En primer lugar porque identifica la responsabilidad específica del párrafo atribuyéndola a los Coordinadores de la Estrategia en Salud Mental ¿Se está desentendiendo de esta responsabilidad el propio Consejo? Y en segundo lugar, y esto es lo grave, ¿Por qué los Coordinadores tomaron la iniciativa de dar el visto bueno a esta propuesta sin haber consultado al Comité Científico de la Estrategia ni, aún peor, al Comité Institucional, que está compuesto por los directores de salud mental de las Comunidades Autónomas? Desde el comienzo de la redacción de la Estrategia hasta la toma de posesión de los nuevos Coordinadores, es decir desde 2006 hasta el verano de 2013, la toma de decisiones sobre que incluir y que excluir en la redacción del texto estuvo presidida siempre por el debate y el consenso. Es precisamente este espíritu de participación lo que ha dotado a la Estrategia de solidez y de respeto generalizado. Sin embargo este espíritu democrático se ha roto, pero no accidentalmente. Hasta el nombramiento de los nuevos Coordinadores, el Comité Técnico hacía las propuestas y las presentaba al Comité Institucional generando de esta manera la oportunidad de debate y de consenso y pese a estar comprobado que el sistema funcionaba perfectamente, se han independizado las reuniones de estos dos comités: el Institucional se reunió en Julio pasado y el Técnico en Septiembre. Solamente cabe una interpretación: los Coordinadores pretenden controlar las decisiones, tal como se ha comprobado en esta ocasión. 4.No se entiende que hoy en día se de por buena una propuesta de intervención en salud pública que no esté avalada por datos y por pruebas. Ni la magnitud de la violencia generada por las personas con trastorno mental es merecedora de una intervención específica, ni disponemos en la actualidad de medios para predecirla. La fracción de riesgo de violencia en la población general atribuible a las personas con trastornos mentales se sitúa entre 0.07 y 6.9 % con una media de 4.1 lo que quiere decir que las psicosis contribuyen a la prevalencia de violencia en la población en un 4%. Este tamaño de riesgo es muy modesto en comparación con el que presenta otras situaciones de riesgo, por ejemplo los hombres de edad comprendida entre los 20 y los 24 años que viven con sus padres presentan un riesgo de violencia del 21.4%. Por otra parte los instrumentos existentes en la actualidad para identificar con fines preventivos a las personas con trastorno mental en riesgo de cometer 442 PÁGINAS DE LA ASOCIACIÓN actos violentos arrojan un porcentaje inaceptable de falsos positivos, motivo por el cual su uso estigmatizaría a muchas personas que nunca cometerían actos violentos y cualquier programa de intervención basado en esta información sería obviamente antieconómico ¿No sería más razonable encarar el riesgo de violencia como lo hacen otros países de nuestro entorno, centrando la intervención en grupos, colectivos o sectores sociales de riesgo? Por ejemplo, en el documento del Sistema Nacional de Salud inglés “Un enfoque de salud pública para prevenir la violencia en Inglaterra” se recomiendan entre otras intervenciones los programas de apoyo a las familias desorganizadas, la promoción del desarrollo de habilidades sociales en la infancia, la reducción de la disponibilidad de bebidas alcohólicas para los jóvenes, sin mencionar ni una sola vez en todo el documento el riesgo de violencia asociado a personas con trastornos mental. 5.Es conocido que muchas de las personas con trastorno mental que cometen actos violentos no están bajo tratamiento, bien porque no lo han iniciado o porque estando en tratamiento lo han abandonado. Esto quiere decir que la forma más razonable de prevenir la violencia es desarrollar un sistema de atención que incluya la identificación y el tratamiento precoz de personas con trastornos psicóticos incipientes y la aplicación de planes individualizados de atención coordinados por un gestor de casos que garantice la continuidad y la integración de cuidados. En definitiva, dotar de más y mejores recursos de atención comunitaria a los trastornos mentales graves. 6.En cualquier caso más allá de los argumentos técnicos contrarios a resaltar el riesgo de violencia asociada a los trastornos mentales en un documento de salud pública, hay razones de orden ético y legal para oponerse. Tal señalamiento estigmatiza y discrimina a un colectivo sumamente vulnerable que ya es objeto de estigmatización en nuestra sociedad, y además es contrario al espíritu y al artículo 5.2 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, de obligado cumplimiento por parte del estado español como uno de los firmantes del documento. En resumen, la propuesta de los coordinadores de salud mental es técnicamente incorrecta y moralmente reprochable y además rompe con el modo de funcionamiento consensuado que se ha seguido hasta ahora en el desarrollo de la estrategia en Salud Mental. Por ello exigimos que no se aplique ni se difunda hasta que se pueda debatir en el seno del Comité Técnico y en su caso se proponga para debate en el Comité Institucional. 443 Normas para la presentación de manuscritos. La REVISTA DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE NEUROPSIQUIATRIA es la publicación oficial de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN) - Profesionales de Salud Mental. Dirigida a un público profesional en el ámbito de la salud mental, la Revista AEN considerará preferentemente para su publicación trabajos relacionados con la Psiquiatría, la Psicología y cualquier otro campo relacionado con la salud y enfermedad mental, recogiendo aportaciones de las ciencias médicas, psicológicas y sociales, básicas y aplicadas, así como desde otras áreas de la cultura que permitan entender mejor al ser humano y su funcionamiento desde una perspectiva no reduccionista. Los trabajos serán originales e inéditos y no podrán estar sometidos a consideración simultáneamente en otra revista o publicación. Los autores deben describir cualquier relación financiera que tengan y que pudiera dar lugar a un conflicto de intereses en relación con el artículo publicado. 1) La Revista consta de las siguientes secciones: Originales. Trabajos de investigación o reflexión sobre etiología, epidemiología, clínica, diagnóstico, pronóstico y tratamiento. La extensión máxima recomendada del texto es de 20 páginas (Din A4) de 30 líneas de 60-70 pulsaciones (6.000 palabras, sin incluir resumen, tablas y bibliografía) y se admitirán hasta seis figuras y seis tablas. Es aconsejable que el número de firmantes no sea superior a seis. Originales breves. En esta sección se considerarán los trabajos de investigación o reflexión que por sus características especiales (series con número reducido de observaciones, trabajos de investigación con objetivo y resultados muy concretos, estudios epidemiológicos descriptivos, entre otros) pueden ser publicados en forma más abreviada y rápida. Estos trabajos deberán tener una extensión máxima de 6 páginas (Din A4) de 30 líneas de texto, hasta 10 referencias bibliográficas y no más de dos ilustraciones. El número máximo de firmantes será de seis. Cada trabajo deberá estructurarse como un artículo original. Notas clínicas. Descripción de uno o más casos clínicos que supongan una aportación importante al conocimiento de la patología o de otros aspectos del proceso. La extensión máxima del texto será de 6 páginas (Din A4) de 30 líneas y se admitirán hasta dos figuras y dos tablas. Es aconsejable que el número de firmantes no sea superior a seis y que no haya más de 20 referencias bibliográficas. Deseablemente los autores deberían contar con el consentimiento de las personas a quienes se haga referencia en el trabajo, y en todo caso modificar la información suministrada de forma que las personas y sus circunstancias resulten irreconocibles. Revisiones. Puestas al día de un problema de relevancia biológica, psicológica o social, desde el punto de vista clínico o asistencial, mediante la aportación de la necesaria bibliografía para este cometido. La extensión recomendada es la misma que para los artículos originales. El resumen no estructurado de los trabajos de esta sección deberá ser lo más escueto posible (de unas 150 palabras), pero fluido en su lectura y concluyente del tema en cuestión. Cartas. Con esta sección se pretende fomentar y estimular el coloquio y la discusión entre los profesionales lectores de la Revista. La sección se divide en “Cartas científicas”, trabajos que contienen nuevos estudios que pueden exponerse de forma abreviada, y “Cartas al Editor”, donde los lectores pueden expresar su opinión argumentada, conforme o disconforme, de una publicación reciente, así como sobre un tema que consideren importante por su actualidad. Tienen preferencia en esta Sección aquellas cartas que hagan referencia a trabajos publicados en el último número y aquellas que aporten opiniones, observaciones o experiencias que por sus características puedan ser resumidas en un breve texto. La extensión de la carta no sobrepasará las 750 palabras. La Revista se reserva el derecho de acortar el texto, ya sea por 444 haber sobrepasado la extensión establecida o por reiteraciones que afecten a la fluidez de su lectura. Editoriales. Esta sección es habitualmente por encargo. Sin embargo, el comité editorial puede considerar para su publicación y someter al proceso de revisión trabajos no solicitados, para lo que conviene establecer un previo acuerdo. Márgenes de la psiquiatría y humanidades. Sección en la que tienen cabida trabajos con diferentes formatos al estándar de los “originales y revisiones” (actualizaciones, entrevistas, reseñas…), o bien abordan temas tangenciales a la salud mental (especialmente culturales o relacionados con las humanidades). Dadas sus características particulares, difícilmente se pueden ajustar a unos requisitos editoriales determinados. Aunque aconsejable, no es imprescindible incluir resumen ni palabras clave, recomendándose tomar de forma orientativa el resto de indicaciones dadas para los trabajos originales, especialmente en relación con la extensión y citas bibliográficas si se utilizan. Otras secciones. La Revista puede incluir otras secciones, tales como Crítica de Libros, Informes, Páginas de la Asociación u otras. Estas secciones son habitualmente encomendadas por el Comité Editorial, aunque también pueden considerarse para su publicación trabajos no solicitados. 2. Presentación y estructura de los trabajos. La presentación de los trabajos se hará en archivos electrónicos compatibles con el procesador de textos Word. El texto irá formateado para su impresión en hojas DIN A4 (210 x 297 mm) a doble espacio (30 líneas). Las hojas irán numeradas correlativamente en la parte inferior derecha. Cada parte del manuscrito empezará una página en el siguiente orden: Primera página. Incluirá en este mismo orden: título del artículo, nombre completo y uno o los dos apellidos de los autores, nombre completo y dirección del centro de trabajo, dirección postal, telefax, dirección de correo electrónico y otras especificaciones cuando se considere necesario. Segunda página. En ella se precisará el tipo de trabajo que se trata (por ejemplo: estudio descriptivo o experimental, revisión de la literatura, discusión teórica...). Posteriormente incluirá para los trabajos originales: 1) Título (en español e inglés). 2) Resumen en español e inglés con una extensión de 250 palabras aproximadamente, estructurado en los siguientes apartados: Introducción, Material (o Pacientes) y método, Resultados y Conclusiones. Para las revisiones y los originales breves el resumen, en español e inglés, será de aproximadamente 150 palabras, sin estructurar. 3) De 3 a 10 palabras clave en español e inglés; obtenidas a partir del Medical Subject Headings (MeSH) del índex Medicus/ Medline de la National Library of Medicine de Estados Unidos, disponible en: <http://www. nlm.nih.gov/mesh/meshhome.html> y traducidas al español desde la web disponible en: <http://decs.bvs.br/E/homepagee.htm> Texto. Se recomienda la redacción del texto en impersonal. Conviene dividir claramente los trabajos en apartados, y en el caso de los originales es de desear que el esquema general sea el siguiente: Introducción, Pacientes (Sujetos)/ Clínica o Material y Método, Resultados y Discusión. 1) Título. 2) Introducción. Será breve y debe proporcionar sólo la explicación necesaria para que el lector pueda comprender el texto que sigue a continuación. No debe contener tablas ni figuras. Debe incluir un último párrafo en el que se exponga de forma clara el/los objetivo/s del trabajo. 3) Pacientes (Sujetos) o Material y Métodos. En este apartado se indican el centro donde se ha realizado el experimento o la investigación, el período de duración, las características de la serie estudiada, el criterio de selección empleado y las técnicas utilizadas. Se han de describir con deta­lle los métodos estadísticos. 4) Resultados. Relatan, no interpretan, las observaciones efectuadas con el método empleado. Estos datos se expondrán en el texto con el complemento de las tablas y figuras. 5) Discusión. Los autores tienen que exponer sus propias opiniones sobre el tema. Destacan 445 aquí: 1) el significado y la aplicación práctica de los resultados; 2) las consideraciones sobre una posible inconsistencia de la metodología y las razones por las cuales pueden ser válidos los resultados; 3) la relación con publicaciones similares y comparación entre las áreas de acuerdo y desacuerdo, y 4) las indicaciones y directrices para futuras investigaciones. 6) Agradecimiento. Cuando se considere necesario se citará a las personas, centros o entidades que hayan colaborado o apoyado la realización del trabajo. Si existen implicaciones comerciales también deben figurar en este apartado. Notas a pie de página. En caso de utilizarse notas al pie, estas serán las mínimas imprescindibles para la mejor comprensión del texto, computándose sus contenidos en el cálculo final de la extensión del trabajo. Las llamadas a las notas en el cuerpo del artículo irán referenciadas con números volados (superíndice). En caso de que la nota incluya una cita bibliográfica, esta se incluirá también al final del trabajo, siguiendo inexcusablemente las normas que se darán más adelante para las “referencias bibliográficas” (cita según Normas de Vancouver, identificada en el texto con número entre paréntesis según orden de citación). Ejemplo: “…murió en su celda del monasterio5 (3)” (el 5 haría referencia a la nota incluida a pie de página, mientras que el (3) sería la cita bibliográfica incluida al final). Iconografía. 1) En caso de incluirse fotografías, estas serán de buena calidad y omitiendo las que no contribuyan a una mejor comprensión del texto. Se remitirán en archivos fotográficos electrónicos, con una resolución de 300 puntos pulgada. Se procurará en lo posible evitar la identificación de los enfermos, en cualquier caso se deberá disponer de su permiso por escrito. 2) Las gráficas (hasta un máximo de seis) se realizarán con ordenador y deberán ser de alta calidad. Se tendrán en cuenta las mismas normas del apartado 4 para las fotografías. Las fotografías y gráficas irán numeradas de manera correlativa y conjunta, como las figuras. 3) Las tablas se presentarán en hojas aparte que incluirán: a) numeración de la tabla con números arábigos; b) enunciado (título) correspondiente, y c) una sola tabla por hoja. Se procurará que sean claras y sin rectificaciones; las siglas y abreviaturas se acompañarán siempre de una nota explicativa al pie. Si una tabla ocupa más de un folio se repetirán los encabezamientos en la hoja siguiente. La Revista admitirá tablas que ocupen hasta un máximo de una página impresa. Cuando se haya efectuado un estudio estadístico se indicará a pie de tabla la técnica empleada y el nivel de significación, si no se hubiera incluido en el texto de la tabla. Referencias bibliográficas. Se presentarán según el orden de aparición en el texto con la correspondiente numeración correlativa. En el artículo constará la numeración de la cita entre paréntesis, adaptándose el resto a los «Requisitos de uniformidad para manuscritos presentados para publicación en revistas biomédicas» elaborados por el Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (Normas de Vancouver) disponible en: <http:// www.icmje.org>. Los nombres de las revistas deben abreviarse de acuerdo con el estilo usado en el Index Medicus/Medline y cuyo listado está disponible en: <http://www.nlm.nih.gov/tsd/serials/lji. html>. Es aconsejable evitar el uso de frases imprecisas como referencias bibliográficas y no pueden emplearse como tales «observaciones no publicadas» ni «comunicación personal», pero sí pueden citarse entre paréntesis dentro del texto. Las referencias bibliográficas deben comprobarse por comparación con los documentos originales, indicando siempre las páginas inicial y final de la cita. Solo de forma extraordinaria, como puede ser en el caso de algunos trabajos en el campo de las humanidades, se aceptarán trabajos que no sigan las normas de Vancouver y que incluyan la bibliografía y otras referencias en forma de notas a pie de página. A continuación se dan unos ejemplos de formatos de citas bibliográficas: • Revista 1) Artículo ordinario. Relacionar todos los autores si son seis o menos; si son siete o más, relacionar los seis primeros y añadir la expresión «et al» después de una coma. Nieto E, Vieta E, Cirera E. Intentos de suicidio en pacientes con enfermedad orgánica. Med Clin (Barc) 1992;98:618­21. 446 Soriano V, Aguado L., Fernández JL, Granada L., Pineda JA, Valls F, et al. Estudio multicéntrico de la prevalencia de infección por el virus de la inmunodeficiencia humana tipo 2 en España (1990). Med Clin (Barc) 1991;98:771-4. 2) Autor corporativo. Grupo de Trabajo DUP España. Estudio multicéntrico sobre el uso de medicamentos durante el embarazo en España (IV). Los fármacos utilizados durante la lactancia Med Clin (Barc) 1992;98:726-30. 3) No se indica el nombre del autor. Coffee drinking and cancer of the pancreas [editorial]. BMJ 1981;283:628. 4) Suplemento de un volumen. Magni F, Rossoni G, Berti F. BN-52021 protects guinea pigs from heart anaphylaxis. Pharmacol Res Commun 1988;20(Suppl 5):75-8. 5) Suplemento de un número. Garfios G, Cole JO, Haskell D, Marby D, Paine SS, Moore P. The natural history of tardive dyskinesia. J Clin Psychopharmacol 1988;8(4 Suppl):31 S-7S. 6) Número sin volumen. Baumeister AA. Origins and control of stereotyped movements Monogr Am Assoc Ment Defic 1978;(3):352-84. 7) Indicación del tipo de artículo. Cárdenes M, Artiles J, Arkuch A, Suárez S. Hipotermia asociada a eritromicina [carta]. Med Clin (Barc) 1992;98:715-6. Fuhrman SA, Joiner KA. Binding of the third component of complement C3 by Toxoplasma gondii [abstract]. Clin Res 1987;35:475A. 8) Trabajo en prensa. González JA, Bueno E, Panizo C. Estudio de la reacción antígeno-anticuerpo en enfermedades exantemáticas [en prensa]. Med Clin (Barc). • Libros y otras monografías 9) Autores personales. Colson JH, Armour WJ. Sports injuries and their treatment. 2nd ed. London: S Paul, 1986. 10) Directores o compiladores como autores. Diener HC, Wilkinson M, editors. Drug-induced headache. New York: Springer-Verlag, 1988. 11) Capítulo de un libro. Weinstein L, Swartz MN. Pathologic properties of invading microorganisms. En: Sodeman WA Jr, Sodeman WA, editors. Pathologic physiology: mechanisms of disease. Philadelphia: Saunders, 1974; p. 457-72. 12) Actas de reuniones. Vivian VL, editor. Child abuse and neglect: a medica) community response. Proceedings of First AMA Nacional Conference on Child abuse and neglect; 1984, March 30-31; Chicago. Chicago: American Medical Association, 1985. • Material electrónico 13) Artículo de revista en formato electrónico Morse SS. Factors in the emergence of infectious diseases. Emerg Infect Dis [revista electrónica] 1995;1(1) [consultado OS-06-1996]: Disponible en: http://www.cdc.gov/ncidod/EID/eid.htm 14) Monograflas en formato electrónico CDI, clinical dermatology illustrated [monografía en CD­ROM]. Reeves JRT, Maibach H. CMEA Multimedia Group, producers. 2nd ed. Version 2.0. San Diego: CMEA; 1995. 3. Remisión y aceptación del manuscrito. Los trabajos se presentarán exclusivamente en formato electrónico. Para ello, el autor enviará un correo electrónico a redaccion@revistaaen.es con el manuscrito estructurado tal y como se describe arriba. Añadirá una carta de presentación donde se solicite su examen, exponiéndose claramente que el trabajo no ha sido publicado previamente, que todos los autores están de acuerdo en su contenido y que ceden los derechos de publicación a la Revista AEN. Es necesario adjuntar las adecuadas autorizaciones para la reproducción de material ya publicado. Salvo algunos trabajos en los apartados especiales, que podrán ser excepcionalmente aceptados por el Comité de Redacción, los manuscritos se someterán a revisión al menos por dos pares ciegos, siendo el listado de lectores publicado anualmente en las páginas de la revista. En caso de discrepancia manifiesta entre los dos revisores, la decisión final quedará a criterio del Comité de Redacción. En cualquier caso, esta se justificará oportunamente a los autores. Siempre que se sugiera efectuar modificaciones en los artículos, los autores deberán remitir, junto a la nueva versión del artículo, una carta en la que se expongan de forma detallada las modificaciones realizadas. Por cada artículo publicado, se enviarán dos ejemplares de la revista al primer autor, pudiendo encargarse más ejemplares, a cargo de los autores, a través de www.tienda-aen.es. 447 SOLICITUD DE INGRESO EN LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE NEUROPSIQUIATRÍA D. profesional de la Salud Mental, con título de y con domicilio en PoblaciónD.P. Provincia Teléfono:Email: Centro de trabajo: Dirección Centro: Población: Provincia SOLICITA: Su ingreso en la Asociación Española de Neuropsiquiatría y en la Asociación integrada en la A. E. N. de la Autonomía correspondiente, para lo cual es propuesto por los Miembros: D.Firma: D.Firma: Fecha: de de Esta solicitud deberá ser aprobada por la Junta de Gobierno y ratificada en la Asamblea General de socios. La suscripción de la Revista de la AEN está incluida en la cuota de Asociado. DATOS BANCARIOS: BANCO/CAJA DE AHORROS: E S ENTIDAD CÓDIGO CUENTA CLIENTE SUCURSAL D. C. Nº CUENTA CÓDIGO IBAN FIRMA SOLICITANTE * La solicitud puede ser también realizada a través de www.aen.es