La revolución científico-técnica y la herencia del hombre

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Revista Comunicación. Volumen 17, año 29, No. 2, Agosto-Diciembre, 2008 (pp. 59-71)
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La revolución
científico-técnica y la
herencia del hombre
Méndez, Tito. La revolución científico-técnica y la herencia del hombre.Comunicación, 2008.Agosto-diciembre, año/vol.17,
número 002. Instituto Tecnológico de Costa Rica. pp. 59-71
Tito Méndez Jiménez
Universidad Estatal a Distancia. Costa Rica
Recibido: 04-VIII-08 Aprobado: 14-X-08
Resumen
Palabras clave:
biología, genética, información genética, ciencia, eugenesia, genotipo, genofondo,
marxismo.
KeY words:
theory of Knowledge, Marxist
dialectics, general theory of
life (TGV), general theory of
man (TGH), human ecology,
scientific-technical revolution
(RCT), human reproduction,
human genetics, ethics in
science, engineering, eugenics,
Eufenesia.
Se pretende inducir a una reflexión filosófica sobre la relación directa que se revela entre
los procesos de realización de la información genética del Homo sapiens y su más significativa manifestación gnoseológica y productiva –la Revolución Científica y Tecnológica (RCT).
En la primera parte del trabajo se abordan las generalidades ónticas, epistemológicas y éticas
del problema que plantea la genética como rama fundamental de la ciencia biológica y la
genética humana como momento de concreción; esto, a su vez, permite reflexionar acerca del
estado actual del desarrollo del conocimiento sobre las regularidades genéticas del hombre
y de los desafíos que éstas entrañan a futuro. La segunda parte plantea un análisis de la
relación hombre-naturaleza a partir de la negación dialéctica de la naturaleza misma del ser
humano y del medio que le circunda.
Abstract
Technical and scientific revolution and human kind inheritance
Tito Méndez Jiménez
Through a philosophical analysis on Homo Sapiens genetic information and the
Technological Scientific Revolution, this article approaches ontic, epistemological and
ethical solutions to problems that come out of study areas such as biology and human
genetics. There is also reflection on knowledge about genetic human patterns and how they
will develop in the future as well as how challenging they might be. Finally, the article
discusses the relation between Man and Nature. 60
1. PROBLEMAS FILOSÓFICOS
DE LA GENÉTICA HUMANA
En la compleja red de preguntas filosóficas que actualmente genera el
desarrollo científico, los problemas
de la genética del hombre ocupan
un lugar preponderante. Es nueva
aún la ciencia sobre las regularidades de la herencia y variabilidad de
los organismos vivos: hace escasos
140 años que Gregorio Méndel formuló las leyes fundamentales de la
trasmisibilidad de la información
genética. No obstante la genética,
como ciencia, sería conformada
hasta principios del siglo XX, después de que en distintos países algunos investigadores paralelamente
llegaron a las conclusiones mendelianas. Y a pesar de los éxitos en la
investigación del proceso de formación y transmisión de la negentropía
y “entropía” genéticas del hombre,
la ciencia sobre la herencia biológica humana, producto de la complejidad e incomodidad del objeto
estudiado (las limitaciones éticas en
la experimentación), todavía se encuentra en el estadio embrionario
de su desarrollo. “Nosotros prácticamente no sabemos nada acerca
del componente genético de aquellos rasgos del hombre que no correspondan a sus caracteres físicos”
(Mayr, E. 1981: 29).
En contraposición con lo afirmado anteriormente, no podemos decir
que el análisis filosófico y la generalización de las cuestiones relacionadas con la genética humana desde
las escuelas marxistas e idealistas
sean insuficientes. Al contrario, la
lucha filosófica entre las distintas
corrientes de pensamiento (sus trabajos, discusiones en conferencias,
simposios, etc.) ya posibilitó profundas reflexiones acerca de los
problemas más serios de la genética
del hombre, su teorización y sistematización metodológica. Desde el
punto de vista ético, la contienda
deviene factor regulador en la rea-
La revolución científico-técnica y la herencia del hombre
lización de experimentos en el ser
humano. Son importantes, aunque
no siempre resguardadas por todos
los genetistas del mundo, las convenciones internacionales sobre la
regulación y el control de la manipulación con genes del hombre y
de otros organismos. “La idea central es la protección de las especies
y, antes que todo, el respeto del ser
humano, lo cual tiene expresión insuperable en el llamado “Código de
Nüremberg” de 1947, de la Asociación Médica Mundial, que siguió a
los millones de cadáveres que había
dejado el nazismo...” (2Messina de
Estrella Gutiérrez, Graciela. 1998:
5-6). Evaden el control de la opinión
pública internacional aquellas investigaciones en ingeniería genética
que se desarrollan con el objeto de
crear o “mejorar” las armas biológicas.
1.1. BREVE ANÁLISIS DE LOS
CONCEPTOS GENÉTICOS FUNDAMENTALES
Como ciencia que estudia los fenómenos de conservación y transmisión de la información biológica
(herencia), además de los mecanismos de regulación de los procesos
hereditarios y las causas de alteración de los últimos (variabilidad
y transformación mutacional), la
genética es una rama autónoma del
árbol del conocimiento biológico. El
substrato gnoseológico de la genética general es el estudio del “gen”
o, acorde con la conceptualización
actual, del “código genético”; es
decir, la indagación científica sobre
la unidad material de la herencia,
la cual, no obstante su claro reflejo
fenotípico, su genotipo se presenta como fenómeno profundamente
discreto con organización compleja
y, en gran medida, oculta. Por eso
se afirma que hoy la genética (principalmente la molecular) penetra
las profundidades de los problemas
más trascendentales de los saberes
biológico y filosófico: el origen y
la esencia de la vida. “En el sistema del conocimiento biológico, en
los cambios revolucionarios que en
él se dan, -escribe M. G. Chepikov,
-procede recalcar el papel que juega
la biología molecular y, principalmente, la genética molecular. Colocada, en esencia, a la vanguardia del
“asalto investigativo” a la materia orgánica, ésta se lanza al santuario de
lo vivo, al mecanismo mismo de la
aparición de la “chispa” de la vida”
(Chepikov, M. G. 1976: 131).
Si vemos la genética desde el punto de vista práctico, nos convencemos de que ésta, entre el resto de
ciencias biológicas, alcanza el nivel
de desarrollo y aplicabilidad en la
producción que Marx decía, se convierte así en una verdadera fuerza de
producción; sin embargo, el desarrollo de la genética y, principalmente,
de la ingeniería genética encierra en
sí una serie de problemas relacionados con la manipulación con genes,
lo cual puede ocasionar serios trastornos en la organización molecular
de los organismos vivos, incluido
el ser humano. Más adelante trataremos este asunto, pues el mismo
toca directamente la problemática
en discusión.
Este trabajo presta especial atención a los problemas relacionados
con la genética humana –área de la
genética que indaga las formas específicas de manifestación de las regularidades de los procesos genéticos
en el organismo del hombre y en sus
poblaciones, sirviéndose para ello,
principalmente, de las conclusiones obtenidas a partir del análisis de
otros objetos de estudio y, en forma
limitada, mediante investigaciones
directas en el hombre y sus generaciones (Ditl, G.M. y otros. 1984: 9 y
Bôhme, H. 1973: 153).
Lo anterior nos recuerda las limitaciones experimentales que encontramos cuando la investigación
toca el campo de la biología humana (embriología, fisiología y demás
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ciencias médicas). Así pues, es necesario reconocer que, al igual que
en otras ciencias biológicas, en la
genética el ser humano se presenta
como el más incómodo de los objetos de investigación; esto, probablemente, debido al estatus de “dominio” que él mismo pretende ejercer
sobre la naturaleza, factor que le impulsa a conocer su medio y le inhibe
su introspección biológica, o bien a
las limitaciones de orden ético o religioso que han imperado hasta hoy.
De esta forma podemos entender el
por qué el hombre aparece rezagado en la serie de objetos estudiados
por la ciencia genética, lo cual significa que históricamente actúa y se
perfecciona el mecanismo biosocial
adaptativo de autoconservación.
Únicamente los psicópatas y los
investigadores fascistas han podido
ilimitadamente emplear gente como
material para sus fines “científicos”.
“El hombre no puede ser un objeto
para la ciencia” (Messina de Estrella
61
Gutiérrez Graciela. 1998: 6). No
obstante hoy, gracias a las investigaciones realizadas en distintos objetos de estudio (bacterias, plantas y
otros animales), la genética del ser
humano cuenta con suficiente metodología y un poderoso acervo de
conocimientos sobre las bases genéticas del organismo humano y sus
poblaciones. Esta evidencia subraya
la importancia metodológica de la
simbiosis entre la ciencia sobre las
estructuras y funciones de la heren-
62
cia humana y otras áreas de la genética, entre ellas la genética poblacional, la ecogenética, etc.
Es necesario tomar en cuenta el
aspecto ético del uso de cualquier
ser vivo y, principalmente, de los
animales superiores en calidad de
puentes científicos durante la develación de los secretos genéticos del
ser humano. Por eso consideramos
contraproducente realizar investigaciones genéticas en objetos de origen botánico o animal sin un riguroso control ético-científico; esto por
la sencilla razón de que procesos
delicados en los niveles organísmico y poblacional de los seres vivos,
dizque manejables, podrían salirse del control social. Es importante
puntualizar el momento del enlace
funcional entre dichos niveles de
organización de la vida, relación a
la que hicimos mención en el artículo “La reproducción humana en la
revolución científico-técnica” (Méndez, T. 2002: 131-132).
Ahora nos limitaremos al análisis
del grado de importancia de los niveles anotados en el proceso evolutivo de la materia viva. Sucede que
si la cantidad de información que se
encuentra bajo control proviene de
uno o de pocos organismos aislados
y capaces de reproducirse, entonces
al producirse la fuga, lo más probable, no va a dominar en el ámbito
de la población; los especímenes
genéticamente alterados serían absorbidos por toda la población y su
influencia podría manifestarse con
notoriedad únicamente en el caso
de que los cambios en su genoma
resultasen beneficiosos para dicha
población –la selección natural en
este caso fija el nuevo material hereditario, el cual será transmitido de
generación en generación. En caso
contrario, la información genética
difundida sería eliminada por la selección natural.
Es grande la responsabilidad de
aquellos científicos que, habiendo
La revolución científico-técnica y la herencia del hombre
manipulado con genes, pueden producir cambios en la evolución misma de la vida –en el genofondo de
la población, lo que, al lado del aparente mejoramiento genético, puede
conducir hacia la muerte de la población como tal o de la especie,
esta como resultado de la incompatibilidad entre los organismos modificados y las condiciones ecológicas
del medio. En caso de sobrevivencia, la genéticamente nueva población puede ocasionar gran daño a
otras poblaciones de la especie o a
otras especies producto, por ejemplo, de su ritmo acelerado de reproducción, de fortalezas adquiridas en
relación con las condiciones extremas del medio y del incremento de
la agresividad (ejemplo: la invasión
de la abeja africanizada o asesina en
el subcontinente latinoamericano).
Así, “...las leyes biológicas que han
presidido la evolución de las especies pueden quedar alteradas por la
introducción de un nuevo factor o
variable: la capacidad del hombre
de ciencia de poder dirigir la evolución mediante ingeniería genética,
tanto de otros seres vivos como del
mismo ser humano” (Ansón, Francisco. 1988: 165).
El hombre ya hizo desaparecer a
cientos de especies de animales y
plantas. La filosofía, la ciencia en
general, y la genética en particular,
se encuentran en deuda con la naturaleza viva. Antes que nada es necesario desarrollar aquellos métodos
en la investigación genética del ser
humano, en los cuales no resulten
víctimas ni el hombre ni las demás
especies vivas en general. La genética no debe gozar del derecho a
disponer cruelmente de los seres vivos tan sólo porque a menudo no es
posible experimentar en el hombre.
En este sentido nos atrae la posición
de I.T. Frolov: “La investigación realizada mediante trasgresión de los
principios humanistas, aunque haya
arrojado importantes resultados, no
puede ser éticamente justificada. En
el experimento biológico aplicado al
ser humano, así como a los demás
seres vivos, el fin nunca justifica los
medios” (Frolov, I.T. 1976: 28). La
genética del hombre debe responder
no sólo a los intereses de la humanidad, sino a los intereses de la biosfera en su totalidad. De esta forma se
llevaría a cabo la muy provechosa
relación inversa en la simbiosis metodológica de las ciencias genéticas,
situación que afectaría positivamente la integración del conocimiento
biológico.
Con el objeto de descubrir y explicar los mecanismos de la herencia y la variabilidad, y como parte
integrante de la teoría sintética de
la evolución (darwinismo), la genética humana acude al principio
dialéctico del historicismo, cuyo
carácter metodológico se refleja en
sus rigurosos y cautelosos planteamientos de los problemas de importancia teórica y práctica. Como
ejemplo ilustrativo de ello tenemos
el análisis y la síntesis de las teorías
y conceptos genéticos. Así, aún hoy
no ha sido determinada en su totalidad la teoría cromosómica (génica)
de trasmisión de la información genética. Grandioso es el trabajo que
a futuro se debe realizar en busca
de fórmulas efectivas capaces de
develar definitivamente la esencia
del mecanismo de acción del factor
hereditario –el gen. Cambios profundos sufrieron las nociones sobre
conceptos como “gen”, “mutación”,
“herencia”, “variabilidad”, e incluso “genotipo” y “fenotipo” desde el
momento en que W. Johannsen incluyó en la ciencia el término “gen”
y su definición, cuyo contenido se
limitaba a un símbolo matemático
abstracto que representaba el accionar de un fenómeno invisible (I.T.
Frolov. 1973: 168 y sig).
Hoy día la genética, con nuevas
evidencias, continúa perfeccionando las nociones sobre el sustrato
material de la herencia biológica (el
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gen), sobre las modalidades de su
funcionamiento, y al mismo tiempo
se amplían los límites de las posibilidades del conocimiento de los
fenómenos de la herencia y la mutabilidad, cuyo resultado se refleja
en el fenotipo del organismo vivo.
Lo anterior es demostrado mediante
el hecho de que, hasta el momento,
muchos conceptos genéticos (gen,
mutación, aberración, reparación,
transcripción, herencia, variabilidad, microevolución, etc.) son objeto de discusión por parte de científicos de distintas áreas de la biología.
La información insuficiente y las dudas de la ciencia en la acentuación
de las regularidades de los procesos
hereditarios, sus lados en discusión,
exigen de los investigadores en el
campo de la genética del ser humano gran cautela y elevada exactitud.
Por lo visto, a la genética le espera
un futuro prolongado como la más
exacta de las ciencias biológicas.
De aquí surge la necesidad metodológica de una cooperación cada vez
más estrecha entre la genética y las
ciencias exactas –física y matemática, lo que, una vez más, demuestra
la unidad dialéctica de las ciencias
naturales, su proceso de integración.
1.2. LA GENÉTICA HUMANA Y
LA TEORÍA GENERAL DE LA VIDA
Bajo las condiciones de formación de la teoría general de la vida
(TGV) la genética, y particularmente
la genética del humano, juega un rol
preponderante en el proceso de integración de las ciencias biológicas.
Antes de proceder a la revisión del
problema planteado, trataremos de
caracterizar brevemente la dialéctica del desarrollo de la ciencia en su
totalidad y de las ciencias biológicas
en particular desde dos direcciones
contrarias: la diferenciación y la integración. Por consiguiente, la unidad de dichos procesos contrarios
se presenta como condición necesaria para la formulación de la teoría
sistemático-estructural general de la
vida. La participación de las distintas ciencias en la construcción de
la TGV será fructífera en la medida
en que sus esfuerzos sean dirigidos
tanto de forma individual como integral.
La experiencia demuestra la gran
velocidad conque fue desmembrándose la ciencia durante el siglo XX.
Durante el proceso de su diferenciación, las ciencias biológicas hijas
ya se convirtieron en maternas. Por
ejemplo, en la genética se incluyen
áreas del conocimiento bien determinadas y relativamente independientes: la general, la mendeliana,
la molecular, poblacional, humana,
de animales, plantas, la genética
médica, etc.
El proceso de integración de las
ciencias es muchas veces más complejo que el fenómeno de su separación. Por eso nosotros centramos la
atención en el papel que debe jugar
la genética del hombre durante la
sistematización de los conocimientos biológicos como un todo. En la
medida en que la TGV, producto del
intercambio de información entre
sus partes integrales, alcance un alto
grado de organización (sistematización, negentropía científica), así se
convertirá en una teoría completa,
es decir, en ella se concretiza el
principio dialéctico de la totalidad.
Un análisis pormenorizado de dicho
principio en los biosistemas nos lo
da el libro de M.I. Setrov (1971) Organización de los biosistemas.
Precisamente los conocimientos
obtenidos por las ciencias genéticas y, particularmente, la genética
del hombre, pueden acelerar la formulación de la TGV, y más aún si
tomamos en cuenta que metodológicamente la genética requiere del
enlace contrario desde el ángulo
de la TGV. “El asunto consiste en
que la articulación de la TGV está
relacionada con la definición de un
abordaje universal de los problemas
63
de la herencia y la variabilidad... Su
aprehensión teórica exige un acercamiento correcto desde los ángulos conceptual y metodológico... El
abordaje dialéctico se hace necesario en el estudio de la variabilidad
hereditaria y no hereditaria” (Iugai,
G. A. 1985: 253). Aparte de eso, a
la genética humana le quedan por
resolver muchas cuestiones de carácter metodológico, gnoseológico
y ético, a las cuales únicamente con
el apoyo de los principios de interpretación de los problemas hereditarios desarrollados por la TGV podría dárseles respuesta verdadera.
Sin respuesta se quedan una serie de problemas relacionados tanto
con la genética del hombre como
con las teorías generales de la biología y la filosofía. Dentro de ellos,
el más importante se considera la
eugenesia (estudio acerca del perfeccionamiento del genofondo de
las poblaciones humanas), eufenesia (aplicación de la fenética a la
biología) y la ingeniería genética
(manipulación con el genotipo). Detengámonos en el análisis de dichos
problemas.
Eugenesia –término propuesto por
el biólogo inglés F. Galton en la segunda mitad del siglo XIX para significar un campo nuevo en la investigación del ser humano, -es el estudio
de la herencia del talento (Blednov,
I. F. 1975: 226-227). Y no obstante
muchos científicos sostienen que
“de ninguna manera se debe reducir
totalmente la eugenesia a ... corrientes reaccionarias de pensamiento”
(Blednov, I. F. 1975: 228), el inicio
mismo de las investigaciones en este
campo demostró las intenciones de
su objetivo. De manera que las indagaciones fueron dirigidas no por el
camino de la revelación de las regularidades generales de la trasmisión
de las facultades intelectuales del
hombre, sino, por lo visto, la intención principal consistía en la selección de los dotados entre las masas
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de la población para el mejoramiento de la especie Homo sapiens. Después de que Galton (Blednov, I. F.
1975: 227) determinó la regularidad
sobre la heredabilidad del talento
concluyó que “para la prosperidad
de las futuras generaciones es definitivamente necesario elevar el nivel
de las capacidades intelectuales, lo
que, según su criterio, se puede realizar con la ayuda de la escogencia
entre cónyuges, y también limitando
la natalidad de personas con ‘escaso
talento’. Su idea fundamental consistía en que el hombre puede no sólo
mejorar físicamente las condiciones
de su existencia, sino que también
puede rehacerse”.
Hoy podemos ver hasta dónde tenía
razón el fundador de la eugenesia.
Por fin el hombre puede “rehacerse”.
En forma acelerada va develando su
código genético mediante el avance
del proyecto “Genoma humano”,
investigación que “nos enfrenta a
cuestiones relacionadas con los usos
correctos de la tecnología, puesto
que algunos temen que a largo plazo
La revolución científico-técnica y la herencia del hombre
pueda provocar discriminación para
lograr ciertos trabajos...” (Sommer,
Susana. 1998: 24) o ejercer otros
derechos. Además, la ingeniería
genética ha logrado grandes éxitos
en la clonación de organismos y
se encuentra en condiciones de
transformar las bases genéticas de
la especie humana, de “mejorar” su
naturaleza. Habiéndose conformado
y perfeccionado, los métodos de la
ingeniería génica, cromosómica y
celular prometen al hombre un poder
extraordinario sobre todo lo vivo en
la Tierra, incluida la posibilidad de
influir en la biología y genética de sí
mismo. De manera que, “del óvulo
de cualquier mujer se puede extirpar
su núcleo e implantar en este el
núcleo de una célula somática de
alguna personalidad distinguida. El
óvulo con el núcleo implantado es
trasplantado a la mujer donante,
obteniéndose de ello un niño con
genotipo idéntico al de la persona
seleccionada” (Shevsov, I.A. 1989:
145). No obstante, “...los riesgos
de la clonación humana serían
demasiado grandes incluso para que
pueda ser intentada en un futuro
previsible. Aún en el caso de que el
bebé naciera con éxito, uno de los
peores riesgos sería que su futura
salud se convirtiera en un asunto de
<esperar a ver qué pasa>” (Shevsov,
I. A. 1989: 112).
De esta forma, “los aspectos sociales” de la carga “patológica hereditaria en ocasiones generaron
concepciones sui géneris. A éstas se
refieren propuestas sobre su eliminación a través de la eutanasia, de distintos procedimientos de “eugenesia
negativa” (esterilización, fecundación artificial –in vitro), de métodos
de ingeniería genética” (Bochkov,
N.P. 1983: 179). ¿Podrá la injerencia genético-ingenieril, poblacional,
en las bases profundas de la vida
humana, (abordaje eugenésico) resolver el problema de la carga genética, o, como resultado de su accionar; se convertirá el conocimiento
de las razas humanas en superrazas?
Incluso si partimos del hecho de la
ciencia acerca de la herencia del
sustrato biológico es suficiente, el
cual induce el desarrollo de las capacidades intelectuales, es aún precipitado hablar de la conveniencia
del “mejoramiento” del genofondo
de las poblaciones humanas.
A nosotros nos parece sumamente
complejo el problema del mejoramiento de las calidades genéticas
humanas a partir de procedimientos
eugenésicos por la circunstancia de
que todavía no hemos penetrado lo
suficiente en dicho campo. Se han
estudiado poco todos los ángulos
y particularidades del problema y,
finalmente, el discernimiento metodológico y conceptual en el proceso
de aprehensión de la genética del
hombre a menudo resulta ubicado
en el ámbito del pensamiento especulativo. Por consiguiente, el hombre aún no sabe qué mejorar en su
complejísimo aparato genético. Lo
planteado se refleja en la realidad, la
Revista Comunicación. Volumen 17, año 29, No. 2, Agosto-Diciembre, 2008 (pp. 59-71)
cual indica que “la ciencia actual no
posee evidencias acerca del enlace
de las particularidades genéticas de
la gente con sus características espirituales” (Shevsov, I. A. 1989: 142).
Además, los esfuerzos realizados
en la implementación de métodos
eugenésicos en países capitalistas
desarrollados con el objeto de mejorar el género humano, en donde
han promovido políticas de participación voluntaria en actividades de
corte eugenésico y aplicado medidas forzadas dentro y fuera de sus
fronteras (esterilización de personas
genéticamente no viables), siempre han desembocado en acciones
inhumanas. “La eliminación de las
personas con genes defectuosos adquirió rango de política de estado en
la Alemania fascista. La eugenesia
fue sustituida por la llamada higiene racial y el genocidio legalizado”
(Shevsov, I. A. 1989: 143).
Por “recomendaciones” de los estados imperialistas, principalmente
EEUU, desde los años setenta del
siglo pasado, con el fin de disminuir la natalidad, en muchos países
de América Latina, se han aplicado
medidas eugenésicas como la implementación indiscriminada de
métodos de contracepción femenina que muchas veces conducen a la
esterilización y a serias alteraciones
metabólicas, principalmente endocrinológicas y neurológicas, producto de los efectos secundarios que
sufren las mujeres que se someten a
tratamientos incompatibles con su
biología. Los gobiernos burgueses,
fieles a criterios maltusianos, comúnmente ven la causa principal de
los problemas económicos y sociales del país en el crecimiento demográfico, y más aún si el incremento
poblacional toca las capas económicamente débiles de la sociedad.
Hoy los neoeugenesistas no escatiman esfuerzos en la realización
de sus programas genéticos, manifestándose cuales leales defensores
de las concepciones biologizadoras
del ser humano y en contra de la
concepción dialéctica del problema
de la genética humana defendida
por los científicos marxistas. “En
los círculos científicos burgueses se
discuten opiniones en las cuales,
clara y directamente, se pretende
poner la genética al servicio del imperialismo” (Ditl, G.M. 1984: 33) y
de la discriminación racial (Ditl, G.
M. 1984: 247). Son preocupantes
las ideas de algunos eugenesistas,
como por ejemplo Zinshaimer (cit.
Por Ditl, G. M. 1984: 132 - 133):
“Nosotros dejamos de ser una especie biológica unida, en la cual es posible la comunicación entre distintos
individuos. Para unir nuevamente a
la gente debemos, haciendo uso de
los recursos genéticos, elevar nuestras capacidades para resolver todos
los problemas que se nos presentan
como posibles de dilucidar. Lo mismo es aplicable a la capacidad de
cada uno de entender al otro... El
objetivo de la técnica genética debe
ser el incremento de las capacidades
del hombre para entender la complejidad social y fácilmente orientarse en ella, y también la ampliación
de la esfera de la existencia humana
y el aumento del vigor de nuestros
conceptos y nociones”
Acabamos de discutir el problema de la posibilidad de intervenir,
mediante el uso de métodos genéticos, en el genotipo del hombre con
el fin de manipular su fenotipo. Se
anotó la incapacidad de la genética
actual de resolver en forma óptima
este problema debido a la escasez
de evidencias estructurales y funcionales sobre las particularidades genéticas del ser humano. Y ahora los
adeptos de la eugenesia pretenden
resolver incluso problemas de comunicación, entendimiento mutuo
y de conciencia social mediante la
manipulación genética. En dos palabras, los eugenesistas no solo están
disconformes con el nivel de desarrollo biológico del ser humano,
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sino también con sus capacidades
intelectuales. Probablemente los
sabios de corte eugenésico superan en mucho nuestro nivel medio
de entendimiento y, naturalmente, ellos desean ayudarnos a elevar
los índices de los dones naturales
de nuestra existencia a magnitudes
decentes y así salvar a la sociedad,
o más exactamente, a la sociedad
capitalista de su total descomposición. Por lo visto, los entusiastas de
la eugenesia sólo ven un ángulo de
la esencia humana, -las causas biológicas de lo social (abordaje biologista), mientras que lo social en ella,
cual aspecto definitorio en primera
instancia, se ignora. No obstante,
ellos pretenden corregir uno de los
aspectos del fenotipo humano, el
relacionado propiamente con su organización social la cual, según su
criterio, se encuentra en crisis y podría desnaturalizarse totalmente. El
acercamiento de los eugenesistas al
problema del ser social nos recuerda
a la persona que promete aprender a
nadar sin meterse al agua.
En relación con el acervo genético de la humanidad, es necesario
anotar que la selección artificial de
genes tarde o temprano provocó el
empobrecimiento del genofondo
humano (Iugai, G. A. y otros). Difícil
es imaginar los posibles efectos que
sufrirá el hombre una vez inoculado
su genotipo con genes industriales
sintetizados a partir de los métodos
de la ingeniería genética. El fondo genético de las poblaciones humanas
es extremadamente rico. Además, el
creciente intercambio de genes que
en la actualidad se da entre poblaciones de distintas culturas provoca
el enriquecimiento generalizado de
las propiedades genéticas del hombre. Fenómeno contrario se detecta
en las poblaciones que viven muy
aisladas, y en donde es frecuente el
entrecruzamiento consanguíneo. En
estas poblaciones la carga genética
que arrastra la gente es muchas ve-
66
ces mayor que en aquellas en donde
la frecuencia de hibridación es alta.
Menester resulta ser el abordaje
dialéctico, es decir, ecológico del
problema de la conservación, transmisión y desarrollo de la información genética del ser humano. Primeramente la evolución biológica,
después la revolución biosocial dotaron al ser humano de mecanismos
altamente efectivos de adaptación al
medio ambiente, entre ellos la inmunidad. Muy triste se nos presenta el hecho de tener que reconocer
que hoy el sistema inmunológico de
las personas sufre la amenaza de su
desnaturalización por parte del virus
del SIDA, tragedia que, según parece, es producto del rompimiento del
orden ecológico por parte del actuar
‘humano’. La civilización actual ha
creado condiciones aptas para la activación funcional y de otros virus,
agentes de enfermedades infecciosas y carcinogénicas que también
minan la inmunidad humana. La
megaevolución, gracias a la intervención de la RCT, ya entró en contradicciones serias con la macro y la
microevolución. El desarrollo social
(megaevolución), por lo que se ve,
pierde aceleradamente su enlace
orgánico con el desarrollo biológico
del hombre (microevolución), y al
mismo tiempo se rompe el contacto
de éstas con la micro y macroevolución de todo lo vivo en la Tierra.
Por ello urge devolver a todos los niveles de organización de la vida los
enlaces y correlaciones entre sí, tan
necesarios para su futuro desarrollo
y florecimiento. Mas es imposible
resolver este problema únicamente
lanzándose a la conquista gnoseológica del genotipo humano, pues
su tratamiento debe ser complejo,
eurístico, sustentándose en las evidencias de una serie de ciencias naturales y humanísticas y, primordialmente, de la ecología.
La metodología científica del
marxismo-leninismo y su concep-
La revolución científico-técnica y la herencia del hombre
ción filosófica (ética de la ciencia,
etc.) deben ocupar la vanguardia en
la batalla por la conservación de la
sustancia genética de toda la humanidad, la cual, según datos de N.P.
Dubinin, pesa únicamente 24 mg.
(Moscalenko, A. T. y Serrantov, V. F.
1984: 110). “Los esfuerzos por cambiar el curso normal de los procesos
de desarrollo del genotipo del hombre traen consigo grandes peligros
relacionados con la posibilidad de
aparición de mutaciones dañinas”,
-escribe G.A. Iugai. (1985: 243)
agrega: “Por eso es necesario conservar al hombre como especie biológica y no permitir intromisiones en
los procesos genotípicos de su evolución. El desafío consiste en que,
habiendo librado al genotipo humano de factores nocivos del medio, se
le provea del máximo desarrollo...
La intervención artificial en los genes
humanos debe permitirse únicamente en el plano de la “corrección” de
sus alteraciones patológicas relacionadas con enfermedades” (Iugai, G.
A. 1985: 243).
El estudio del ser humano que
plantea el marxismo significa en sí
una metodología integral, científicamente eurística (armoniosa y abarcadora) que excluye cualquier género
de teorías dualistas, reduccionistas
(sociologizadoras o biologizadoras),
religiosas y cualesquiera otras de
corte cientificista o idealista que por
sí mismas no pueden abarcar en su
totalidad el problema del hombre y
penetrar en su esencia.
El complejo problema de la indagación profunda de las propiedades del fenotipo humano, en su
momento, fue asumido por el estudio sobre la naturaleza biosocial
del hombre- eufenesia, propuesto
por los científicos soviéticos N.K.
Koltsov, V.A. Makkiusik, N.P. Dubinin, D.K. Beliaev, G.A. Iugai y otros.
Dilucidando la eufenesia, G.A. Iugai
(1985: 236 - 237) anota que “lo fundamental en el plano biosocial del
problema humano es la conservación del genotipo o base hereditaria
en su aspecto normal y la creación
de condiciones medioambientales
capaces de garantizar el desarrollo
óptimo de su fenotipo... Literalmente se plantea el manejo científico del
fenotipo del hombre y, por medio de
éste, el manejo de su genotipo”.
Así pues, la eufenesia es el estudio sobre las posibilidades científico-éticas de dirección del fenotipo
humano. Por consiguiente, la evidencia demostrada acerca de que el
fenotipo refleja el resultado del enlace bidireccional del genotipo con
su medio de existencia nos obliga a
prestar la atención necesaria a estas
relaciones ecogenéticas.
El sustrato material del fenotipo
del hombre es su genotipo, o más
exactamente, su genoma, lugar en el
cual se codifica toda la información
genética y del cual parte la misma al
encuentro con los factores del medio ambiente. Es de suponer que la
información genética codificada por
el ADN, producto de la influencia
del conjunto de elementos estructurales del fenotipo, jamás se expresa
de manera pura en el fenotipo. Esto
comprende uno de los lados de la
compleja revelación del reflejo de
distintos segmentos del ADN (genes) en el fenotipo. La variabilidad
no hereditaria (influencia de factores del medio durante la síntesis
proteica en el organismo humano)
como que oculta la cara real de la
información hereditaria, la transforma. Luego hace su aparición uno
de los factores determinantes de la
evolución –la selección natural, fenómeno que, al realizar su función
adaptativo-estabilizadora
(según
Smalgauzen), con el tiempo, a través del enlace contrario, induce las
mutaciones necesarias que llamaremos “mutaciones estabilizadoras”, y
de ese modo la información acumulada fuera del genotipo (variabilidad
cuantitativa no hereditaria) adquiere
Revista Comunicación. Volumen 17, año 29, No. 2, Agosto-Diciembre, 2008 (pp. 59-71)
nuevas calidades –se fija en el genotipo y se transforma en variabilidad
hereditaria.
Lamentablemente no será pronto
que la ciencia pueda mostrar en los
medios visuales las imágenes reales
de este fenómeno; y aún más lejano
el momento si se trata de la ruta que
recorre la transformación en el ser
humano de los cambios no hereditarios (fenotípicos) en herencia genotípica. De manera que el reflejo de la
acción de los genes como resultado
de su manifestación en el fenotipo
todavía se nos presenta nebuloso.
Ocultos a los ojos de la ciencia se
mantienen los mecanismos de fijación en el genotipo de cambios registrados en el fenotipo, los cuales
devienen variabilidad no hereditaria
hasta tanto no se dé la asimilación
genotípica, y enigmático resulta el
modo en que la inteligencia afecta
las bases genéticas del hombre.
Procedemos a generalizar el momento bidireccional de los procesos
de la herencia y la variabilidad. Así
como sería incorrecto pensar las
categorías filosóficas “necesidad” y
“casualidad” fuera de la unidad orgánica con todas sus contradicciones (lucha de los contrarios), interdependencia y complementariedad,
los mecanismos biológicos de trasmisión de la negentropía no pueden
funcionar aislados uno del otro. Por
ello consideramos válida la analogía
planteada entre las categorías antes
mencionadas y los procesos de conservación y fluidez de la información
biológica. Los mismos mecanismos
de la herencia y variabilidad en sí
comprenden momentos necesarios y
casuales. Por ejemplo, ante la inminente necesidad de realización de la
división celular meiótica (reductora)
en la reproducción sexual, en donde
también necesariamente los cromosomas homólogos durante el proceso de su conjugación intercambian
casualmente segmentos idénticos y
no idénticos (fenómeno de entrecru-
zamiento o crossing-over) entre sí
(adhesión de genes), ambos mecanismos se trasladan el uno al otro en
forma constante, es decir, se niegan
mutuamente.
Finalmente, partiendo de los juicios emitidos, concluimos que los
mecanismos de la herencia y la variabilidad se caracterizan por su bidireccionalidad, que fluyen en dos
direcciones: del genotipo al fenotipo
y viceversa. En el sentido contrario,
la variabilidad acumulada se transforma en herencia opuesta en el
momento de la fijación de la nueva
información en el genotipo, hecho
que altera su estructura molecular.
La variabilidad y herencia contrarias
pueden denominarse “fenotípicas”.
Y así como no toda variabilidad fenotípica se graba en el genotipo humano, entonces descubrimos que la
variabilidad contraria también resulta ser hereditaria y no hereditaria.
La eugenesia como ciencia sobre
el manejo del fenotipo, cuyo marco
teórico podría racionalmente incidir
en el estudio y monitoreo del genotipo, se presenta cual paso metodológico necesario en el estudio humanístico del fenotipo humano, de
su esencia biosocial. El desarrollo
de la eufenesia no será completo sin
el concurso de una serie de ciencias
sociales y naturales. Al respecto se
manifiesta S.A. Pastusni: “Únicamente mediante el abordaje complejo en la resolución del problema
del hombre la ciencia puede cumplir
su misión –servir al bien de la humanidad” (Pastushni, S.A. 1984: 159).
“Como vemos, -anota Iu.G. Iugai,
-durante el estudio del problema del
hombre la eufenesia deberá acudir
a evidencias no sólo del campo de
la biología, sino además de la filosofía, la sociología, lógica, psicología,
ética y otras ciencias” (Iugai, G. A.
1985: 245).
Es indudable que pronto la eufenesia estará en capacidad de plantear valiosas evidencias sobre la
67
naturaleza del fenotipo humano, las
cuales mostrarán la síntesis orgánica de lo biológico y lo social en el
hombre en interrelación con su medio ambiente, jugando con ello un
rol preponderante en la sistematización de los conceptos y principios
filosóficos, necesarios en la formulación de la teoría general sobre el
hombre (TGH). Al mismo tiempo,
con la conformación de la TGH
se concluiría uno de los capítulos
fundamentales en el proceso de
reflexión y formación de la TGV. Y,
como corolario, los conocimientos
profundos sobre el fenotipo humano
contribuirán en la aplicación de medidas para la conducción científica
y humana del proceso de reproducción humana bajo condiciones de
un medio ambiente muy alterado.
Sin embargo, nuestra tarea consiste en valorar objetivamente el estado
actual del problema de la reproducción humana según las condiciones
actuales de influencia del progreso
científico-técnico en el organismo
del ser humano, concretamente,
en su aparato reproductivo. Esto
permitiría plantear consideraciones
críticas sobre el problema y proponer posibles fórmulas para su resolución.
2. LA INFLUENCIA DE LA RCT
EN EL GENOFONDO DEL SER
HUMANO
El problema sobre el estado del
genofondo de la población humana
en el marco de la influencia que
sobre él ejercen los factores antropogénicos, o sea los factores de la
revolución científico-técnica, se
revela hoy como uno de los más
actuales. Por lo visto, existen bases
sólidas que nos obligan a abordar el
problema con cierta dosis de alarmismo.
Sucede que en el siglo XX, cuando el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones
de producción en el marco del des-
68
pliegue de la RCT alcanzó magnitudes a menudo inmanejables para la
sociedad, lo social en el hombre,
por causa de su predominio esencial
sobre lo biológico, resultó afectando
violenta e integralmente sus bases
biológicas (ontogenesis y filogenesis, salud, reproducción, etc.). Aquí
se nota el fenómeno de antagonismo entre el desarrollo biológico y el
social en el ser humano. Negando
irracionalmente la forma biológica
de movimiento de la materia, el género Homo, como consecuencia del
deterioro del equilibrio y la armonía,
necesarios en el fluir de la negación,
entra en contradicción, no sólo con
su lado biológico, sino consigo mismo, negándose. Como prueba de lo
afirmado tenemos la proliferación
de las llamadas enfermedades de
la civilización, aparecidas como resultado de la presión acelerada del
medio creado por la actividad del
hombre (medio artificial) sobre las
estructuras y funciones biológicas
del organismo humano, y además
de las deformaciones sociales como
la reducción del medio familiar y de
sus relaciones, de la soledad, drogadicción, alcoholismo, consumismo,
etc., situación que finalmente acelera el proceso de acumulación de la
entropía social.
Veamos ahora el genofondo del
hombre actual como resultado de la
interacción histórica de los factores
biológicos y sociales, tanto internos
como externos, los cuales determinan la existencia y la evolución
del hombre como especie pensante. Aquí es fácil percatarse de que
subsiste una dependencia organizacional necesaria (funcional) entre lo
biológico y lo social en el ser humano, y que el deterioro de ella nunca conllevará al perfeccionamiento
general del género humano. En ese
sentido es menester percatarse de
que las fuerzas poderosas del “progreso” de la ciencia y la técnica, o
sea de la noosfera, son capaces no
sólo de reforzar este enlace orgáni-
La revolución científico-técnica y la herencia del hombre
co, sino que también de debilitarlo,
situación demostrada por una serie
de evidencias sobre la ecología del
hombre.
La incompatibilidad descubierta
por la ciencia entre el desarrollo del
progreso científico-técnico (PCT)
y las notas biosociales del hombre
en el sistema sociedad-naturaleza
conlleva a la negación del principio
de Le Châtelier, el cual indica que
el sistema cambia mediante la reducción al mínimo de la influencia
desnaturalizadora del medio, lo que
provoca la optimización del sistema. Y no obstante la capacidad de
la inteligencia humana de conducir
concientemente dicho principio con
respecto a la convivencia social con
el medio natural, ésta apenas empieza la búsqueda de medidas efectivas
con el fin de hacer regresar el sistema hombre-biosfera a su equilibrio
óptimo.
En otras palabras, es necesario
estudiar la biosfera, es decir la vida
como forma de transformación de la
energía, en donde, según la opinión
de I.B. Novik (1977: 88), “cada célula de la sustancia viva –arena de
la lucha de los procesos entrópicos
y antientrópicos (degradadores y
organizadores –T.M.), y la biosfera natural –significa el triunfo de la
vida. La penetración profunda en
las regularidades termodinámicas
del funcionamiento de la biosfera
es una de las condiciones más importantes para la armonización de
la relaciones hombre-medio ambiente”. Y si el ser humano con su
actividad científico-productiva ya
creó las condiciones por las cuales
la afluencia de los procesos entrópicos resulta dominante en su lucha
con los mecanismos negentrópicos
de la vida, entonces el resultado de
esta lucha necesariamente debe reflejarse en su vida misma. Esto quiere decir que los cambios producidos
por el hombre en la organización
de la biosfera, en el clima o en la
geosfera en su totalidad, no quedará impune. En otras palabras, lo
afirmado significa que el hombre ya
experimenta en sí mismo la influencia del fenómeno de desnaturalización del medio, un ejemplo es que
los mutágenos del medio ambiente
pueden afectar células humanas no
sólo en forma directa, sino también
mediante la acción de los virus.
Muy dramática resulta la afectación directa en el hombre por parte
de los mutágenos del medio ambiente producidos por la sociedad
misma; es el caso de la mortalidad
por cáncer pulmonar en muchos
países desarrollados durante los primeros 50 años del siglo XX.
En la actualidad aún se subvalora
el
ciclo
rotativo,
inducido
ecológicamente,
de
muchas
sustancias químicas, mutágenos
para el organismo humano. “Los
compuestos químicos estables,
-escribe G.V. Mereniuk (1984: 45),
-al caer al suelo, agua o aire, migran
trasladándose por los eslabones
ecológicos de una cadena a otra,
introduciéndose al final de cuentas
en el organismo del hombre”. Por otra
parte, “al lado de la contaminación
del aire con compuestos químicos
tóxicos, en las últimas décadas se
percibe el crecimiento de otra forma
de contaminación –la biológica”
(Mayrs, E. 1981: 64), que incluye
los virus, las bacterias, protozoarios,
agentes y vectores de enfermedades
capaces de atacar el aparato genético
del hombre y así aumentar su carga
genética.
La influencia de los factores biológicos anotados adquiere gran peligrosidad al afectar el genofondo
de las poblaciones humanas, principalmente, cuando la fuente primaria
de proliferación de dichos factores
comprende la intromisión artificial
en su organización biológica, cuando “el hombre racional” pretende
adaptar la naturaleza exterior a las
condiciones de la evolución social.
69
Revista Comunicación. Volumen 17, año 29, No. 2, Agosto-Diciembre, 2008 (pp. 59-71)
El planteamiento de T.G. Dichev y
K.E. Tarasov (1976: 107), acerca de
que “para la sociedad es de capital
importancia adaptar a su existencia la naturaleza circundante viva
e inerte, cambiarla y transformarla
tomando en cuenta sus particularidades y asimismo adaptarse a ella”,
revela propiamente el más importante momento, ausente hasta hoy
en la historia de las interrelaciones
entre la sociedad y la naturaleza, -la
adaptación del género humano al
medio natural de su existencia. Este
problema es visto unilateralmente
por N.P. Bochkov (1983: 32) “Nosotros no podemos estar de acuerdo
con la concepción que plantea la
adaptación del genotipo del hombre
al medio. El discurso se debe centrar en la necesidad de proveer de
un medio adaptado individualmente para cada persona”. Por nuestra
parte, compartimos la opinión de
P.I. Fedoseev, quien considera que
“el hombre mismo bajo condiciones
de la actual revolución científicotécnica produjo en la ecología de
su medio y existencia tales cambios,
que luego generan la reacción contraria afectándole grandemente...
Precisamente por el hecho de que
se dan alteraciones profundas en el
medio ambiente como resultado de
la presión de la revolución científico-técnica es que surgen los problemas de la adaptación del hombre
a dichos cambios” (Fedoseev, P. N.
1977: 109).
Por lo visto, la biosfera no está
en condición de acomodarse a situaciones nuevas de existencia de
origen antropogénico en tan solo
unas cuantas décadas. Por ejemplo,
las discusiones relacionadas con la
disminución o no de la producción
de clorofluorocarbonos últimamente se ha intensificado; esto después
de haber sido detectados “huecos”
en la capa de ozono sobre la Antártica y de los pronósticos relacionados con el aumento en el número
de enfermedades relacionadas con
el cáncer de piel entre la población
estadounidense hacia el año 2070
(40 millones) y con el deterioro que
sufrirá la fauna marina y la agricultura planetaria.
A pesar de que, según palabras de
A.N. Severtsev (1922: 54), “desde
el punto de vista biológico nosotros
no conocemos ser alguno que posea
mayores capacidades adaptativas, y
consecuentemente, mayor cantidad
de probabilidades de sobrevivir en
la lucha por la existencia que el hombre”, el organismo humano tampoco se adapta en poco tiempo. Y si
para comparar con otros seres vivos
tomamos el daño ocasionado a las
bases genéticas del ser humano, a
saber, el uso de múltiples insumos
químicos en la agricultura (aparte
de las muertes y los casos de invalidez permanente por intoxicación
con esos productos), que después
de su aplicación dejan consecuencias duraderas: nacimiento de niños
defectuosos, abortos, enfermedades
cancerígenas, esterilidad, etcétera,
entonces nos podemos imaginar en
qué situación ecológica se encontrarán nuestros hermanos de vida. N.P.
Dubinin (1981: 111), entre otros,
considera que ya “surgió la amenaza
de catástrofe genética y ecológica.
Esto se relaciona con que los mutágenos derivados de compuestos químicos y las fuentes de radiación que
a diario se introducen en el medio
son capaces de ingresar a las células
corporales y embrionarias y dañar
en ellas las moléculas de ADN... Según datos del comité científico sobre
radiación ante la ONU correspondientes a 1977, en EEUU, Canadá y
otros países el 10,8% de los niños
nace con malformaciones congénitas”. Cifras más conservadoras se
revelan en estudios recientes realizados en Europa, en donde “el 2%
de los recién nacidos presentaban
al nacimiento un defecto que podía
afectar a su capacidad de sobrevivir
o desarrollarse normalmente” (37).
Aquí no se incluyen defectos que se
descubren después del nacimiento.
El 10% de dichas malformaciones
obedece a la acción de factores ambientales, incluida la radiación.
Procede subrayar que cualesquiera dosis de radiación ionizante, incluso las más pequeñas, generan
determinado número de nuevas mutaciones. Las radiaciones ionizantes
representan gran peligro al aumentar el espectro radiactivo general
(por ejemplo, con el uso de las armas atómicas) cuando bajo su efecto se encuentra toda una población
humana. “La dificultad en la detección del efecto mutagénico de las
radiaciones ionizantes y de las sustancias químicas consiste en que, en
dosis pequeñas, éstas prácticamente
no revelan cambios en el estado de
salud del hombre; las alteraciones
congénitas surgen y se reproducen
de generación en generación” (Cfr.
Bochkoo, N. P. 1983: 185).
CONCLUSIÓN
Como conclusión del presente
análisis, queremos llamar la atención
sobre el optimismo injustificado de
algunos estudiosos, como el filósofo
búlgaro I. Kalaikov, con respecto al
fenómeno de “aceleración” que se
presenta en la actualidad. Así pues,
el incremento de los promedios de
peso y estatura de los recién nacidos
y adolescentes no necesariamente
significa “prueba contundente que
demuestre cambios positivamente
progresivos en la organización biológica específica del hombre por efec-
70
to de las nuevas condiciones de existencia de la civilización y de la adaptación social” (Kalaikov, I.D. 1984:
109). Una valoración real al hecho
de la aceleración nos plantea la
pensadora T.V. Karsaevskaya, quien
no descarta posibles consecuencias
negativas a raíz de la influencia de
la RCT en el organismo humano, las
cuales se consideran componentes
del fenómeno de aceleración, como
por ejemplo, el aumento desproporcionado de la estatura y el peso de la
gente en las sociedades desarrolladas (Karsaevskaia, T.V. 1970 ver 35:
71). “La inflación de los límites entre
las etapas de maduración biológica
y social inducida por la aceleración
durante el período más activo del
desarrollo, como resultado del rezago crítico de la experiencia práctica,
puede generar el deterioro en la formación de la totalidad personal, el
empobrecimiento de algunos de sus
aspectos esenciales” (Karsaevskaia,
T.V. 1973: 35).
De manera que es fácil entender
que la adaptación social puede ocasionar la desadaptación biológica. Y
los factores de la adaptación social
–urbanización, cambios en los hábitos alimenticios, aumento del acceso a la información, transformación
de la actividad motora (condiciones
laborales, deporte), atención médica, etc., etc., junto al lado positivo
del fenómeno (realización armoniosa de las potencialidades del organismo), a partir del fenotipo pueden afectar al genotipo humano e
inducir la “aparición de tendencias
contradictorias” (Karsaevskaia, T.V.
1970: 244).
Y a pesar de que la influencia
de la aceleración en el genofondo de las poblaciones humanas es
aún desconocida para la ciencia,
en dicho sentido es posible orientarse mediante la suficientemente
estudiada regularidad ecológica
que sentencia: bajo las condiciones actuales de un medio ambiente
La revolución científico-técnica y la herencia del hombre
planetario profundamente alterado
por causas antropogénicas, al mayor
volumen corporal de un organismo
corresponderá un incremento en su
dificultad de reproducirse y adaptarse a dichas condiciones.
Por eso, según nuestro criterio,
resulta aventurada la afirmación de
algunos científicos acerca de los llamados éxitos en el proceso de desarrollo (adaptación y acumulación
de negentropía) de la materia biosocial en la época del progreso tecnocientífico partiendo de fundamentos
como el fenómeno de aceleración,
de la familia nuclear, de la urbanización o de la intervención genética en
el genotipo del hombre con el fin de
mejorar sus calidades, etc. En la medida en que la ciencia desde el punto
de vista ético penetre correctamente
y en forma integral (sistémica) en las
profundidades de la esencia humana mediante su estudio multilateral,
ella estará en condición de definir
el lugar del hombre en la biogeosfera, su situación biológica y social,
el mecanismo de interrelación y la
reproducción de lo biológico y lo
social, y además la política de manejo de su fenotipo el cual, como ya
vimos, incluye en sí y el genotipo.
Esto, al final de cuentas, nos libraría
de errores serios en la interpretación
del problema del hombre por causa
de desconocimiento o falta de entendimiento de la organización de
los mecanismos biosociales de la
existencia humana.
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