¿Porqué haces el Camino de Santiago? Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-09-28/por-que-haces-elcamino-de-santiago-mochilas-conciertos-y-no-mucha-religion_199157/ España sigue consolidada como una gran potencia turística a nivel mundial, pero imágenes como las vividas este verano en Magaluf nos muestran como destino del turismo basura más trasnochado. Con la disminución de riqueza de las clases medias y la prevalencia de esta crisis económica y financiera, el turismo low cost no solo se ha asentado, sino que se ha extendido a lo largo y ancho del país. Es obvio que ese turismo barato de playa ha visto aumentado su número de turistas, pero no es el único que ha incrementado sus registros. Este es el caso del Camino de Santiago. La localidad gallega de Santiago de Compostela ya no es la meta de unos pocos peregrinos lanzados por su fe a recorrer cientos de kilómetros por caminos pedregosos. En la actualidad, se ha visto enormemente aumentado el turismo de la ruta jacobea, tanto en el caso de fieles como de no fieles. Aumento de peregrinos Tras el descubrimiento de los restos de Santiago en 921, el Camino ha pasado por épocas en las que ha existido más peregrinaje y otras en las que menos. Incluso durante varios siglos cayó en el más profundo ostracismo, hasta que a finales del siglo XX volvió a revitalizarse. A partir de este momento, su crecimiento ha sido imparable y las cifras han aumentado hasta el día de hoy. La crisis económica es un factor que ha podido incidir en el aumento de peregrinos Desde enero hasta mediados de septiembre han llegado a Santiago de Compostela 184.434 peregrinos, datos que muestran un gran contraste con los poco más de 3.000 que entraron en Santiago en 1988. Este elevado crecimiento no solo es tal respecto al origen del Camino ‘moderno’. En lo que va de año ha aumentado cerca de un 10% el número de peregrinos respecto al mismo periodo en 2013, según datos facilitados por la oficina de turismo de Galicia. La internacionalidad y multiculturalidad también es patente. En la actualidad prácticamente la mitad de los peregrinos son extranjeros procedentes de diversas partes del mundo. Para Simone ovello, coautor del libro Xacobeo: de un recurso a un evento turístico global (Andavira Editores), la crisis ha podido incidir en este aumento de peregrinos, ya que en países de nuestro entorno como Alemania o Francia se han notado menos las penurias económicas y se han lanzado a recorrer el Camino. Mientras en el caso de los españoles, al ser un turismo más económico, también ha servido como alternativa a las tradicionales vacaciones de sol y playa. Por curiosidad o ir de concierto La historia del Camino de Santiago es eminentemente religiosa. En su origen, los fieles realizaban largas y peligrosas rutas para encontrarse con los restos de este icono del catolicismo. Un retrato muy aproximado de lo que significaba la peregrinación en el medievo aparece en el superventas Los pilares de la tierra de Ken Follett. Sin embargo, en esta nueva etapa el cambio de mentalidad es notable. Se ha pasado de ver el camino como un medio para encontrarse con el santo, a ser un fin para disfrutar de la experiencia que esta significa. En la actualidad es bastante habitual que al llegar a Santiago, los peregrinos no entren en la catedral ni den el tradicional abrazo a la figura del apóstol. En algunos casos, por falta de interés y en otros, por las interminables colas. Existen numerosas razones para recorrer el Camino y no tienen por qué ser religiosas Cada vez es más frecuente que agnósticos y no creyentes que se lancen a esta aventura. Es especialmente curiosa la aceptación entre los jóvenes, sector de la población con menos tendencia religiosa. Este es el caso de Marta Velasco, que en su condición de no creyente, entiende que para los católicos puede tener un significado especial, pero para ella el vínculo religioso reside en que “en España por la evolución histórica la cultura está empapada de religión en muchos casos, y el Camino de Santiago es parte de nuestra cultura”. Lo que le llevó a ella a caminar 200 kilómetros del recorrido francés es simplemente la curiosidad que tanto sus amigas como ella sentían por vivir esta experiencia. Existen infinitos motivos para hacer el camino: apuestas, promesas, la propia fe, búsqueda personal, fines deportivos… Especialmente sorprendentes son los motivos de Irene Hernández. Esta joven, junto a sus amigas, aprovechó que actuaba en Santiago de Compostela el grupo inglés Crystal Fighters para realizar su particular peregrinación. Hernández, que inicio su ruta en Sarria (Lugo), es un ejemplo de un enfoque turístico y ocioso más allá del espiritual. En cambio, el de Velasco sí que está vinculado con la reflexión, pese a que ninguna de las dos se consideren creyentes. La banda británica Crystal Fighters. (Arne Mueseler) ¿Y la fe? Desde un punto de vista religioso, cada cual tiene su opinión. El jesuita José María Rodríguez Olaizola, con quince caminos en sus piernas, opina que existen una infinitud de motivos para hacerlo, pero que cuando uno se mete a hacer en fondo el Camino, abre la posibilidad de vivir una experiencia personal profunda y religiosa. Incluso señala que conoce casos que pese a que no fueron emprendidos con una finalidad religiosa, acaban encontrándose con esa parte interior más profunda. Por otro lado, Novello quiere matizar el concepto de peregrino, pues considera que a veces se malinterpreta el significado, ya que los motivos pueden ser muy subjetivos y no tienen por qué estar ligados con la fe. Los extranjeros suelen buscar fines más espirituales y se acompañan de poca gente o, incluso, lo hacen solos Velasco sigue en la línea de Novello, ya que afirma que ella a lo largo del Camino se encontró con muchas personas que compartían una misma pregunta “¿tú por qué haces el Camino?”. La conclusión que ella ha sacado de todas las respuestas es que hay tantas razones como peregrinos y que el factor común no es la religión, sino el peregrinaje. Eso sí, la tendencia religiosa es más habitual entre los caminantes extranjeros. Olaizola indica que con el paso de los años ha visto como se incorporaban más desconocidos a las celebraciones religiosas que hacía, pero la gran mayoría de ellos no eran españoles. Al fin y al cabo, él se ha encontrado con que los extranjeros suelen ir en solitario o grupos muy reducidos con la intención de buscar su espacio y fe. ¿Demasiado masivo? Que el Camino de Santiago ya es un fenómeno a nivel mundial no es ninguna exageración. Este mismo verano, los escasos seis kilómetros que ha recorrido Angela Merkel junto a Mariano Rajoy han servido como percha perfecta para que los grandes medios a nivel internacional se hagan eco de la popularidad del Camino. The ew York Times publicó en la portada de su versión digital un artículo que muestra la evolución que ha vivido el Camino, así como su importancia como motor económico. Pero el diario neoyorkino tampoco obvió los aspectos más negativos de su terrible masificación. Entre ellas señala cómo la intensiva presencia de peregrinos durante las temporadas altas provocan que se pierda, en parte, esa sensación de tranquilidad, así como el sabor más tradicional del recorrido. Este hecho ha provocado que los más devotos, así como aquellos que pretenden vivir una experiencia más auténtica busquen épocas del año más allá de la temporada alta. Esto mismo ocurre con la Misa del Peregrino en la Catedral de Santiago. El tradicional acto ha sido uno de los principales alicientes para los creyentes, pero la multitudinaria presencia de turistas ha provocado que en muchos casos este se convierta en un espectáculo lleno de flashes y ruido, más que en un acto litúrgico. Uno de los principales atractivos es el famoso botafumeiro. Este enorme incensario solo suele utilizarse los domingos, pero también existe la opción de contratar este acto. Eso sí, tras previo pago. El aumento de peregrinos también trae consecuencias negativas y algunos optan por recorrer rutas menos conocidas Novello opina que es el precio del éxito y afirma que la experiencia pierde de autenticidad cuando no hay un fin espiritual o cultural. Como anécdota para ejemplificar su opinión, indica que en una ocasión una voluntaria le contó que tuvo que llamar la atención porque una peregrina se puso a tomar el sol en bikini al lado de una iglesia. De la misma opinión es Olaizola que cree que la masificación es muy útil desde un punto de vista económico, pero a él no le acaba de convencer, ya que pueden dar lugar a triquiñuelas como que algunos hagan negocio a costa de cargar con las mochilas de los peregrinos. Olaizola cree que este tipo de actuaciones desvirtúan el Camino, aunque también indica que se intentan controlar. En ocasiones esto es muy complicado, como cuando los turistas sacan el móvil para hacer fotos en la Misa del Peregrino. Pese a que sea imposible aislarse de todo ese tipo de actuaciones, el religioso señala que hay muchas más rutas, menos masificadas y más tranquilas que la francesa. Novello culmina afirmando que lo ideal es buscar una conciliación entre las diferentes motivaciones que puedan tener los peregrinos. Este tipo de cambios no es algo exclusivo del Camino de Santiago. Tal y como dictan las leyes de mercado, con el aumento de la demanda, la oferta también crecerá. Esto es lo que ha ocurrido con la ruta jacobea, que ante la necesidad ha sido capaz de adaptarse a pleno siglo XXI, ¿pero qué pasará si sigue creciendo el número de peregrinos? Todo hace indicar que recorrer la ruta santiaguesa no es una moda pasajera y que en los próximos años seguirá en esta misma línea creciente. Su éxito no solo se debe a una fuerte campaña de apoyo institucional, también han aparecido nuevas demandas de turismo que el Camino de Santiago cubre y, además se ha extendido la idea de que: “el Camino hay que hacerlo al menos una vez en la vida”, que en gran parte está fomentada por el boca oreja de peregrinos satisfechos a sus conocidos. Pero también es importante que el crecimiento sea constante y que a este le acompañen unas labores de mejora y mantenimiento, señala Novello. Es necesario evitar caer en el habitual error de explotar demasiado el recurso hasta que acabe por destrozarse una tradición que está cerca de cumplir once siglos.