ramona_101_julio10_continuado 6/16/10 9:31 PM Page 54 Un discurso es interrumpido Ángel Mariano Jara Oviedo n discurso es interrumpido, pero otros tantos se desatan. Un discurso es emitido, sobre el arte, sobre el coleccionismo, sobre la curaduría. Un discurso tiene duración, tiene impacto y belleza. Un discurso, con puntos, con comas, con muchos puntos suspensivos, sin íconos, iconoclasta, desesperado es lanzado al espacio simbólico. Un discurso que después de 10 años se interrumpe sin romperse. Sobre Chirico, Sobre Belleza y Felicidad, sobre Benzacar, sobre el infinito multiplicado por U opiniones, por máquinas significantes, máquinas cuerpo sacando arte por el culo. Culo culto que se impregna, se empavona de Duchamp, de damas Duchampianas, de discursos reeditados de Platón en Plotino en Ratzinger, ese oscuro cura de Germania. Un discurso, dos discursos, muchos relatos pequeños y tejidos, en corte y en confección, un ready-made de discursos, comprendámoslo ahora, todo es finito, incluso las instituciones. Si veinte años no es nada, 10 son un indeterminado y cero dividido cualquier número de números... De lapsos de tiempos, tiempos cortos. ¿Y cuáles no? Para ramona Alejandro Kaufman e sedujo de ramona su ubicuidad disciplinaria y social. También me gusta su austeridad/economía/sustentabilidad expresiva y de diseño. ramona es el grado cero de la gráfica artística, y un pico de la expresión discursiva sobre el arte y la sociedad. Me atrae el cruce (¿transversalidad?) entre estética, crítica social y organización. Campos heterogéneos se fecundan como nada que se pueda lograr en cada uno de ellos por separado. La interpenetración disciplinaria puede ser trivial o reductora, pero ese no es el caso de ramona, claro. El campo del arte, y también tal vez el de la crítica social, son en extremo vulnerables e inestables “acá”. Reciben una admiración vacua y formal, mientras se les retacea de modo letal la sustentabilidad que necesitan, “acá” (dicho así, entre comillas y con énfa- M 54 sis). A veces se lo hace en nombre de la “ciencia” o de la “técnica”, sin advertir que esas cosas son fecundadas por el “arte” y la “sociología”. Sin ellas, son estériles. Por eso producimos tantos individuos (científicos) brillantes que emigran o se enclaustran. ¡Un Kac ahí!: a vos no te va tan mal gordito –nos lo digo a nosotros mismos–. ¿No habría que revisar la idea de la autodisolución vanguardista? ¿No se convierte en una norma –invariante–, es decir, constante? ¡Una regla! En otras palabras ¡que siga ramona! ¿El Futuro? ¿El gran futuro, o los pequeños e indiscernibles? En un mundo donde son normas la incertidumbre y la inestabilidad, el caos autoorganizativo, tal vez las neovanguardias pasen a ser invariantes estructurales como la universidad o la iglesia, que han demostrado a lo largo de los siglos una capacidad plástica y de adaptación a épocas inconmensurables –por diversas–. Es improbable ramona_101_julio10_continuado 6/16/10 9:31 PM que nada más podamos atenernos a la paradoja señalada mediante un recurso a la continuidad o la conservación. Más bien prefiero el problema mismo. ramona et al., ¿no vuelven previsible la autodisolución? ¿No es/era algo esperable? También es excitante esperar la autodisolución, claro. Cuando pienso en la conservación, lo hago en el sentido evolutivo de las especies, en el sentido de que una especie puede tener como atributo el ser efímera en sus ejemplares, sin desmentir por ello la conservación misma de la especie. Se me dirá que eso mismo es lo que sucede con las antecedencias y las consecuencias de ramona. ramona puede ser el ejemplar de una especie autodisolutoria y transversal, un individuo de una especie, un individuo que fenece para engendrar descendientes que preserven la especie. ¡Yo quería el tren bala, “acá”!: dicho en sueños. ¡Para entonces rechazar el tren bala desde Page 55 un movimiento verde de defensa de los pájaros! Llevar arte y sociedad a jardines de infantes, escuelas y universidades, no dejarle a Microsoft el terreno baldío. Levantar un artesanado general, donde las cajas de herramientas proliferen y estallen en mil esquirlas irreconocibles. Nada de “artes y oficios”. No, por favor. No: herramientas técnicas y sociales, organizacionales y amorosas. ¡Asignación popular de ayudas fourieristas por padres e hijos! Ni sé de qué estoy hablando. Lo hago en sueños: imágenes proliferantes de un brainstorming masivo, cerebros, corazones y manos que alucinen ríos de leche y miel fluorescentes. El tono de ramona me parece que era más discreto. ¿Lo era? ¿Lo es? La discreción que recuerdo ahora, frente al breve acoso onírico naïf de recién, enlazaba como abeja y orquídea con lo surreal, lo evocaba y alentaba en medio de la barbarie. Así seguirá siendo. Se va pero no desaparece Nuria Kojusner ace 8 años conocí a ramona de la mano de Gustavo. Me regaló los números del 1 al 12, y ese verano en los diez días de vacaciones las leí. Me gustó mucho la manera en que estaba aprendiendo sobre el arte argentino, yo venía del palo de la veterinaria. Caminé a su lado, podría decir a su sombra, y compartí sus momentos de crisis. Pero también los de reconocimiento. Fui testigo de las internas, del armado de notas, leí algún texto antes de la impresión. Admiré la pasión de Roberto y de Gustavo H en cada encuentro. Escuche horas a Cippo hablando sobre temas de arte. Estuve en reuniones con diseñadores, editores, distribuidores, anunciadores, colaboradores, etc. etc. Cuando entendí que llegaba el último número sentí nostalgia y me hizo pensar en lo pasado lo perdido y lo encontrado. Y creo que ramona se va pero no desaparece Queda entre nosotros que nos modificamos en su lectura ramona queda en la historia del arte argentino contemporáneo 55