Sistemas de ecuaciones diferenciales I: Modelización matemática y tipos de interacción entre especies José Luis López Fernández 11 de enero de 2012 Sólo puedo decir que la vida es lucha, lo pone en los libros de ciencias naturales. Lucha entre congéneres, contra los elementos, por el alimento, la luz, el agua y el aire, una combinación de estrategias ofensivas y defensivas que nos conduce circularmente desde el no ser hasta el dejar de ser. Todo lo que no sea así entendido carece de vida [. . . ] todos los órdenes vegetales y animales están permanentemente en pie de guerra, combatiendo por mantener la vida, escondiénose de sus predadores y depredando a sus presas, a veces de forma individual, otras en grupo, pero siempre guerreando sobre este planeta en que sólo pueden cohabitar los más dotados (Fragmento de la novela Un estado del malestar, de Joaquín Berges) En Afternotes 25 ya esbozamos un primer modelo que consideraba la interacción (subliminal) entre dos especies (pájaros y gusanos), a pesar de que, por simplicidad en la presentación, solo la ecuación para los gusanos era tenida en cuenta. En aquel caso la interacción entre ambas especies respondía a un modelo de depredación, en el que la única información de que disponíamos consistía en que la población de gusanos se veía mermada a un ritmo proporcional a su propio tamaño en cada instante de tiempo. En esta lección atenderemos a la formulación completa de los modelos matemáticos pertinentes cuando dos poblaciones distintas1 interactúan en el mismo hábitat. Es decir, diseñaremos una ecuación diferencial por cada una de las especies que participan en la interacción, de modo que el sistema general de ecuaciones diferenciales que vendrá a representar finalmente tal experiencia interactiva responderá al siguiente esquema: x0 (t) = a + bx(t) + cy(t) x(t) , y 0 (t) = d + ex(t) + f y(t) y(t) , (1) donde a, b, c, d, e, f ∈ R son los parámetros biológicos del modelo. Tales sistemas reciben el nombre de sistemas de Lotka–Volterra. El significado de las 1 Por simplicidad consideraremos únicamente dos poblaciones, si bien los mismos argumentos son válidos para cualquier número de especies interactuando entre sí 1 constantes es el siguiente: a y d representan las tasas de crecimiento intrínsecas asociadas a las poblaciones x e y, respectivamente; b y f son los coeficientes de autoinfluencia (sobre su propio crecimiento) de las poblaciones representadas por x e y, respectivamente; por último, las cantidades c y e son los coeficientes de influencia cruzados de la especie y sobre la especie x y de la especie x sobre la especie y, respectivamente. Es interesante observar que las dos ecuaciones que conforman el sistema (1) responden a un esquema logístico. En efecto, proceden de la siguiente escritura: x + cyx , x0 = r1 x 1 − K1 y y 0 = r2 y 1 − + exy , K2 r2 r1 , f = −K (verifíquese). sin más que haber elegido a = r1 , d = r2 , b = − K 1 2 Si a continuación planteamos todas las posibilidades en lo referente al signo que pueden adoptar los coeficientes de influencia cruzada c y e (+, 0, ó −), llegamos a nueve configuraciones de interacción posibles (de seis formas distintas) entre ambas especies, como aparece contemplado en la siguiente tabla: + 0 − + Mutualismo Comensalismo Antagonismo 0 Comensalismo Neutralismo Amensalismo − Antagonismo Amensalismo Competencia Algunos ejemplos de estos tipos de interacción son los siguientes: La relación simbiótica entre un hongo y un alga da lugar a un organismo que recibe el nombre de liquen. Se trata de un ejemplo de mutualismo forzoso, pues de otro modo no tendría presencia en la naturaleza dicho organismo. Otro ejemplo lo constituyen los insectos que favorecen el ciclo polinizador (las abejas, sin ir más lejos) a cambio de alimento para sus crías. Cualquier modelo de presa y depredador (por ejemplo, el ya comentado de algunas familias de pájaros que se alimentan de gusanos que viven en los árboles) constituye un ejemplo de antagonismo. También lo es cualquier relción de parasitismo: la garrapata en el perro, la solitaria en el ser humano, . . . 2 Cualesquiera dos especies que compartan hábitat en pugna por el alimento (animales) o por la luz y el agua (vegetales) ilustran el modo de interacción en competencia. La rémora se adhiere al tiburón para ingerir los restos de las presas que no son aprovechados por éste. Es un claro ejemplo de comensalismo. Del mismo modo proceden los animales carroñeros: hienas, buitres, . . . Los árboles de mayor tamaño impiden en algunos bosques la captura de luz por parte de matorrales o arbustos que viven a ras de suelo. Se trata de un ejemplo de amensalismo, pues nada aporta el matorral a favor ni en contra del árbol. Por último, para ilustrar la relación de neutralismo podríamos escoger una especie de animales carnívoros y cualquier especie vegetal que convivan en el mismo hábitat (bajo una especie de pacto de no agresión). Para ilustrar lo expuesto elijamos el siguiente sistema de ecuaciones diferenciales de Lotka–Volterra: x0 = 12 − 5x + 2y x , y 0 = 24 − 4x − 2y y . (2) Los valores de los coeficientes de influencia cruzada son c = +2 y e = −4, lo cual quiere decir que la presencia de la especie y favorece el desarrollo de la especie x pero, por contra, la presencia de x perjudica el desarrollo de y. Se trata, por consiguiente, de un caso de antagonismo. Para entender en profundidad el efecto último de la interacción es conveniente analizar qué le sucedería separadamente a cada una de las poblaciones en ausencia de la otra. Ausencia de la especie y: Se trata del caso en que y = 0, luego la segunda de las ecuaciones en (2) no aporta ninguna información relevante (0 = 0), mientras que la primera de ellas se reduce a x0 = (12 − 5x)x . (3) Los puntos de equilibrio de (3) son x = 0 y x = 2,4, luego cualquier solución cuyo dato inicial x0 se encuentre entre ambos puntos de equilibrio (por ejemplo, x0 = 1) verifica que es creciente (x0 = (12 − 5 · 1) · 1 = 7 > 0), por lo que a largo plazo tenderá hacia el valor de la correspondiente capacidad de carga: K1 = 2,4. Ausencia de la especie x: Ahora x = 0, luego es la primera de las ecuaciones en (2) la que no aporta información relevante. La segunda, sin embargo, se lee y 0 = (24 − 2y)y . (4) Los puntos de equilibrio de (4) son y = 0 e y = 12, luego cualquier solución cuyo dato inicial x0 se encuentre entre ambos puntos de equilibrio (por 3 ejemplo, y0 = 1) verifica que es creciente (y 0 = (24−2·1)·1 = 22 > 0), por lo que a largo plazo tenderá hacia el valor de la correspondiente capacidad de carga: K2 = 12. Ambas especies conviven e interactúan: Entonces, como vimos con anterioridad, la especie x sale beneficiada (c = +2) mientras que y es pejudicada (e = −4). La intuición biológica nos dicta que el comportamiento conjunto de ambas especies a largo plazo debe traducirse en una capacidad de carga mayor que 2,4 para la especie x (fruto del beneficio obtenido a costa de y) y menor que 12 para la especie de y (fruto del perjuicio provocado por la presencia de x). Esto será motivo de estudio en las siguientes lecciones. 4