Dr. Marta Sánchez Castro SS08 14.05.2008 Tema 3: El humor como fenómeno lingüístico. Clases y límites (I): comicidad, humorismo e ironía. Bajo la denominación genérica de humor se ocultan conceptos diversos, de naturaleza distinta, que se barajan por parte de la crítica indistintamente como si de sinónimos se tratase. “Humor -tal y como afirma Casamitjana en su estudio del humor aplicado a la poesía de vanguardia- en su sentido amplio y vulgarmente admitido, se refiere a todo aquello que hace reír”1. Con la palabra ‘humor’ se alude a todas las formas de lo risible, desde lo cómico hasta lo puramente humorístico, e incluso se identifica con la propia risa. Y esta es la definición de humor más genérica o menos restrictiva a partir de la cual se desgajan las categorías o términos que conforman la “gran familia del humor”. Empecemos, pues, a describir y delimitar cada uno de los componentes de esta familia: LA COMICIDAD Según el Diccionario de términos literarios de D. Estébanez Calderón, “lo cómico, en cuanto categoría estética, es un producto del psiquismo humano que responde a la capacidad de percibir con sentido lúdico los aspectos defectuosos, deformes o insólitos de la realidad física y de los comportamientos sociales del hombre que, por esos rasgos, son interpretados como ridículos o hilarantes. La última edición del DRAE, define la comicidad de forma muy austera, como se puede comprobar: Tarea: Busca en el DRAE la definición actual del lema “comicidad”: Comicidad: 1. Rosa María Martín Casamitjana, op. cit., p. 24. 1 Dr. Marta Sánchez Castro SS08 14.05.2008 Merece la pena destacar el Ensayo general sobre lo cómico publicado por Alfonso Sastre el pasado 2002. En él, el autor hace una “pequeña historia o revisión de la risa” y dedica casi cien páginas a reflexionar sobre “¿Qué es (lo) cómico?” En este estudio destaca la “biserialidad” de lo cómico, ya que “lo cómico es siempre situacional, sólo que unas veces la situación viene acompañada de palabras y hasta de muchas palabras, hasta el extremo de que la verbalidad se convierte ella misma en la situación cómica; y otras veces, en fin, la situación cómica es nula”2. El autor reitera que “entre el humor y la comicidad no hay ninguna diferencia cuantitativa. Son lo mismo, esencialmente hablando; y toda la diferencia radica en que el humor es un hecho cómico de baja intensidad”3. Afirmación que contrasta plenamente con la de Lipps, quien distinguía el humorismo de la comicidad por medio del parámetro de sublimidad; el cual sólo es poseído por el primero. El criterio de sublimidad o dignidad aplicado al humor para diferenciarlo de lo cómico ha sido manejado por otros autores. Entre ellos, Evaristo Acevedo, en su Teoría e interpretación del humor español, expone su tesis de “el humor es lo cómico dignificado”. El autor, al parecer desconocedor de la obra de Celestino Fernández de la Vega, defiende radicalmente que “el humor es lo cómico dignificado por la defensa de una filosofía suprasocial”4. “La fórmula del humor –dice- es un 50 por 100 de gracia para hacer asimilable un 50 por 100 de filosofía… la represión social… Cuando partiendo de lo cómico sólo se busca la risa, sin finalidades pensativas posteriores, no hay humor”5. Sanda Sora establece dos niveles: un nivel de intención (Absicht), actitud (Einstellung) y de consideración (Betrachtung), en el que estaría todo lo relativo al “humor”, y un nivel de concretización práctica (praktische Konkretisierung) destinado a lo cómico. La autora, afirma que es en el nivel de lo cómico dónde se hallan los problemas de definición y concreción, y no en el del humor: “Um eine Abgrenzung und Klarlegung der Begriffe Humor und Komik zu erzielen, halten wir es für angebracht, als Arbeitshypothese zwischen zwei Ebenen zu unterscheiden: eine der Absicht, Einstellung, Betrachtungweise (= jene des Humors) und eine der praktischen Konkretisierung (= jene der Komik). Macht man sich diese Sehweise zu eigen, so folgt daraus, daß nicht so sehr der Humor als vielmehr die Komik schwer zu definieren ist. Damit schließen wir uns in etwa der Meinung Cazamians an, der zufolge die definierbare Seite des Humors in der bekundenten Einstellung, dem psychischen 2. Alfonso Sastre, op. cit., p. 156. Op. cit., p. 457. 4. Evaristo Acevedo, Teoría e interpretación del humor español, Editora Nacional, Madrid, 1966, p. 281. 5. Op. cit., p. 282. 3. 2 Dr. Marta Sánchez Castro SS08 14.05.2008 Mechanismus bestehe, seine undefinierbare Seite aber dem, was wir Komik nennen, das heißt, in der Vielfalt seiner konkreten Gestaltung“6. Santiago Vilas habla de la comicidad en los siguientes términos: “Es un derivado de la humoricidad. Se plasma fundamentalmente en la comedia. Carece de caridad y emoción, a no ser que, aumentada la dosis de humor, mezcle ternura. Necesita público para manifestarse y producirse risa. Sus componentes son la incongruencia, el contraste y el disparate. Se mofa del ridículo por la técnica de la degradación y lleva a la parodia, a la broma y a la guasa”.7 En lo que sí parece existir acuerdo, pues, es en que entre ambos fenómenos hay una innegable relación. EL HUMORISMO El humorismo, según Casamitjana, “es una modalidad superior al humor a la que Jean Paul Richter llamó ‘lo cómico romántico’”8. Según esta definición, el humorismo se origina en lo cómico; afirmación que también sostienen Lipps, en su ensayo Comicidad y Humor y Schopenhauer, quien opina que “el humorismo es la expresión poética o artística de un hecho cómico o grotesco cuando lo que se oculta, dejándolo entrever solamente, es un pensamiento grave”9. Ahora bien, comicidad y humorismo se oponen hasta el punto de que la aparición de uno comporta la ausencia del otro, pues, según mantiene Casamitjana, “la comicidad es incompatible con el sentimiento, mientras que el humorismo es fruto de la melancolía de una alma elevada que llega a divertirse incluso con aquello que entristece”10. José Monleón11 recoge las ideas de Celestino Fernández de la Vega y Pirandello para defender que existe una clara diferencia entre humorismo y comicidad en virtud del sentimiento: “Hasta tal punto el humor no es lo cómico, que la presencia de lo cómico cancela el humorismo, que consiste, precisamente, en un esfuerzo por evitar lo cómico. [...] Lo cómico es incompatible con el sentimiento; el humor, en cambio, va vinculado esencialmente con la simpatía, la ternura, la compasión. [...] Lo cómico desemboca siempre en la risa; el humorismo hace, a la vez, llorar y reír. El humor se mueve siempre entre dos situaciones límites: lo verdaderamente trágico y lo verdaderamente cómico”12. 6. Sanda Sora, op. cit., p. 42. Santiago Vilas, op. cit., p. 94. 8. Rosa María Martín Casamitjana, op. cit., p. 28. 9. Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y como representación, Aguilar, Madrid, 1968, p. 174. 10. Op. cit., p. 29. 11. José Monleón; “Jardiel Poncela o el teatro de ninguna parte”, Cristóbal Cuevas García (ed.), Jardiel Poncela. Teatro, vanguardia y humor, Anthropos, Barcelona, 1993, pp. 65-78. 12. Extraído de José Monleón, op. cit., p. 66. 7. 3 Dr. Marta Sánchez Castro SS08 14.05.2008 Santiago Vilas señala la deuda del humorismo con el humor y coincide con Casamitjana al reconocer que este fenómeno “es la máxima expresión filosófica y estética que el humor puede producir. Es intelectual, en oposición a la comicidad o al chiste, de cualidades menos puras, más vulgares”13. Destaca, también, la diferencia de origen entre ambos fenómenos y lo representa gráficamente de la siguiente manera (p. 91): Pastor Petit, en 3000 años de humor, dedica unas páginas tituladas “Qué es el humorismo y sus fronteras con la comicidad” a reflexionar sobre el tema en las que destaca la benevolencia y la reflexión como características diferenciadoras del humorismo frente a la comicidad: “Humorismo, queridos lectores, es ni más ni menos que ironía, o sea, burla fina que no hiere porque nace de un corazón sin odio y de una mente en la que cabe la poesía; el humorismo constituye una actitud benévola, refinada, espiritual. El humorista es un sujeto sabio que si de algo peca es de excesivamente humano. Y el humorismo persigue un solo propósito: provocar una sonrisa interior y como una reflexión [...] de una cordial y humanísima filosofía. Por el contrario, la comicidad es harina de otro costal: la comicidad es mera bufonería y peca grandemente de indiscreta; la comicidad se basa en el sarcasmo y persigue el ridículo para provocar una risa tan desenfrenada como inconsiderada”14. LA IRONIA La ironía es otra de las especies del humor donde no hay acuerdo entre los críticos acerca de su definición y límites. Empezaba Myers (1977) su influyente artículo sobre la ironía diciendo que ésta era como el tiempo meteorológico: “todos sabemos que 13. Op. cit., p. 92. D. Pastor Petit, “Qué es el humorismo y sus fronteras con la comicidad”, 3000 años de humor, Martínez Roca, Barcelona, 1969, pp. 12 y 13. 14. 4 Dr. Marta Sánchez Castro SS08 14.05.2008 existe, pero hasta el momento poco se ha hecho al respecto. Todos tenemos una idea intuitiva de lo que es la ironía, pero ¿podemos decir algo más que eso, que existe?”15 La última edición del DRAE, así como las anteriores, define de forma bastante lacónica el concepto de ironía: Tarea: Busca en el DRAE la definición actual del lema “ironía”: Ironía: Como sucede con otras categorías del humor, tampoco es fácil encontrar un acuerdo entre los críticos acerca de lo que es la ironía, y el adjetivo “irónico” se prodiga como complemento de sustantivos como humor, chiste, sátira o burla, creando, así, compuestos que dificultan la tarea de aislar la condición esencial de este antiguo concepto de estirpe clásica. María Ángeles Torres Sánchez, en su estudio de 1999, dice textualmente: “El término ironía ha sufrido uno de los fenómenos más claros de desplazamiento desde el ámbito retórico que lo vio nacer, hacia el ámbito cotidiano de uso, apareciendo frecuentemente identificado con diversas situaciones, caracteres, estilos, ideas o sucesos. Esta extensión de uso, junto a la heterogeneidad de puntos de vista que presenta la amplia bibliografía existente sobre el fenómeno irónico, explica la dificultad que supone cualquier tipo de definición y análisis científico del mismo”16. Después de señalar la importancia de remitirse a la retórica clásica siempre que se estudie este fenómeno, la autora admite que, quizá, la definición más generalizada es la de las teorías formales, las cuales suelen considerar que “la ironía es decir algo distinto a lo que se quiere decir”, o dicho de otra forma, el irónico pretende expresar “algo distinto de lo que realmente dice”17. Esta definición, que en principio responde a la intuición que se tiene de la ironía, resulta bastante inadecuada. 15. A. Myers, “Toward a definition of irony”, R. Fasold y R. Shuy (eds.), Studies in language variation, Georgetown University Press, Washington DC, 1977, pp. 171-173. 16. María Ángeles Torres Sánchez, Aproximación pragmática a la ironía verbal, Universidad de Cádiz, Cádiz, 1999, p. 1. 17. Torres Sánchez; op. cit., p. 6. 5 Dr. Marta Sánchez Castro SS08 14.05.2008 La autora presenta otra de las definiciones tradicionales que se suelen recoger: aquella que considera la ironía como “decir lo contrario de lo que se quiere decir”; definición de raíz retórica que centra la ironía, dentro de la significación global del enunciado, en la “existencia de una contradicción lógica” a partir de la cual se han desarrollado tres tipos de contradicciones irónicas, a saber: la contradicción explícita, la contra-verdad y la contradicción implícita. Torres Sánchez parte de la definición de humor de Freud (1966) como “choque entre dos mundos heterogéneos o incompatibles” para concluir que: “parece ser que la ironía ofrece también un choque entre dos mundos, conceptos u opiniones distintas e incompatibles; en este sentido la ironía y el humor se relacionan y complementan: la ironía es humor en cuanto al efecto provocado en los interlocutores que se hacen cómplices del emisor; y, por otro lado, el efecto ofensivo o crítico que caracteriza a la ironía también se puede observar en algunas comunicaciones humorísticas y chistes. La ironía es humor para los que no forman parte del mundo o hecho criticado por el ironista y, mediante la risa, se hacen cómplices y partícipes del juego irónico. En cambio, la ironía provoca el efecto crítico u ofensivo en aquellos interlocutores que se sienten integrados en el mundo ironizado. De este modo, si en una comunicación irónica no se hallan presentes ninguno de los personajes atacados, tal ironía suele quedar en humor”18. Pero la visión de ironía como “expresión de lo contrario” es difícil de desterrar y buena parte de la crítica la conserva. Sin ir más lejos, Santiago Vilas cree que la ironía: “viene a ser el ingenio con intención; ironía, del griego “interrogar fingiendo ignorancia”, dice lo contrario de lo que quiere decir (“en lugar de decir lo que pensamos, fingimos pensar lo que decimos; Ortega y Gasset); constituye en realidad un desdoblamiento e implica otro hombre que conozca la doblez, lo que “se quiere decir” además de lo que “se dice”. Se le ha llamado socarronería refinada; la condicionan la oportunidad y la intención; puede ser buena o mala. Está más cerca del ingenio que del humorismo, aunque es elemento componente de éste en cuanto juego del intelecto. Limita por debajo con la sátira y el cinismo, y se manifiesta exteriormente en una sonrisa. Usa de la paradoja y es una forma retórica”19. Más recientemente, Francisco Yus Ramos, abre su artículo “Irony: context accessibility and processing effort” de 1998, con la afirmación “irony is considered a discursive strategy in which literal sense of an utterance differs from its real interpretation, that is, the one intended by the sender” con el propósito de aplicar un principio de accesibilidad óptima a la ironía, que responde al intento de arrojar luz sobre la validez o incorrección de esta afirmación20. 18. Op cit., p. 169. Santiago Vilas, Op. cit., p. 95. 20. Artículo publicado en Pragmalingüística, núm. 5-6, 1997-1998, pp. 391-411. 19. 6