Wc iiM DIEZ CÉNTIMOS VIERNES 24 DE DICIEMBRE DE 1897 REVISTA Madrid: trimestre, 1,60 pesetas; nño, 5.— j Provincias 3' rortugal, Id. 2.—Domiis paí- <^ flcs del tratado postal, somestro, 7,50. A S A T Í R I C A ILUSTRADA S/ILE LOS UIERNES ADMINISTRACIÓN S a n Gregorio, siúna. 4 1 ' Número corriente, 10 céntimos.— Idom <|> atrasados, 25.—Veinticinco ojomplarcs 1,50. L —Anuncios á precios convencionales. L A P E S T E DEL DÍA — ¡Socorro! ¡Socori'o! —¿Qué le pasa, señoritu? —Ño, nada. Ks que llamo á mi novia que habita en el piso cuarto de esa casa. —;Sc está usted burlando de la autoridaz? — ¡(¿uiál V.w que me ha salido un retruécano involuntariamente. JUAN Cartas á Colombina, RANA de L u i s X I V se a p a r t a b a n de La Escuela de las nwjeres, el valiente contemplador les echó en cara u n a frase cruel de unos lacayos que veían en el t e a t r o los aspavientos de s u s señoras: N u e s t r a s señoras tienen m á s castos los oídos que el resto del c u e r p o . . , Y los lacayos sabían á qué a t e n e r s e . ¡Ah Colombina, qué t i e m p o s aquellos de n u e s t r a j u v e n t u d , cuando el arte y la gracia cantaban al a m o r y á la vida alegre! ¡Cuando en vez de consultar al confesor si debías a m a r m e , consultabas c o n m i g o si podrías ir á confesar! S o y viejo, Colombina, los ojos y el cerebro están cansados, y no puedo d a r t e r a z ó n de mi p e r s o n a m á s de dos veces al m e s . Si estuviéramos casados, quizás tuvieras en ello m o t i v o s p a r a el divorcio. D o s cartas al m e s ; basta y sobra p a r a enterarte de cuanto o c u r r a en este escenario del género chico que se llama Madrid. D e m o d a s , a s u n t o preferente á la atención, n a d a te digo; ARLEQUÍN, ahí tienes en el Liberal y en La Correspondencia á vS (¿quién es 5?) que del m o ñ o al z a p a t o no omite detalle exterior ni DI S C U R S O interior p a r a que sus asiduas lectoras sean prototipo de la elegancia. P o r mi p a r t e , c u a n d o veo por esas calles ó por esos t e a t r o s á u n a mujer bien vestida, bien peinada y bien JOAÍJIIINIÍO RODAJAS EN l i HE l i calzada, m e digo; E s a lee á 5 . T e h a b l a r é de modas espirituales; figurines de a l m a s . ¿Sabes lo que m á s se lleva este año? L a moralidad. E s la ú l t i m a p a l a b r a del m o d e r n i s m o . Yo, que en mi vida he roto un molde, te lo a s e g u r o ; a u n q u e según tu dices soy como las comedias m o d e r n a s , m u c h o diálogo y poca acción, h e % tenido que a d o p t a r el figurín. A I n g l a t e r r a he pedidq por telégrafo u n a buena r e m e s a de moral británica. D a g u s t o (gusto n o , es p a l a b r a que h a b l a demasiado á los sentidos), sosiego quise decir, la lectura de los periódiSEÑORBS: cos m a d r i l e ñ o s ; aparte los crímenes, el folletín y los a n u n Asgo la palabra obligado por las circunstancias. cios ¡qué edificantes todos, qué conceptos m o r a l e s , qué docHáisme de oir breves frases acerca de la historia profana ó prot r i n a t a n p u r a ! C o n t r a la soberbia, el mensaje de Mac-Kinl e y ; c o n t r a la vanidad y el lujo, la causa de Villuendas; con- fanación de la historia de la humanidad, que comienza con la creat r a lujuria... la susodicha c u a r t a plana con sus anuncios de ción de \-A firma de los Ministros, mal llamada firmamento, dentro del cual, nuestro cada vez más caduco planeta describe, impelido específicos, y así contra cada pecado h a y siete c o l u m n a s . por fuerza misteriosa, su inmensa órbita, ó, si se me permite el mo¿Y en los teatros? E n el Real u n a ópera: Hero y Leandro. dernismo, la órdiga. ¿Quién es él? ¿Quién es ella? E s t a duda es a l t a m e n t e m o r a l Por doquiera que volvamos la mirada nos encontramos con el t r a t á n d o s e de un p o e m a a m o r o s o y griego por a ñ a d i d u r a . primer vendedor de nueces: Noé, de cuyo fruto tomó el nombre; á E n el E s p a ñ o l se anunció ü//I/íYiWe de Zalamea p a r a un sus tres hijos: Cam, inventor de la cama; Jafel, Ac las cafeteras y l u n e s clásico. T o d o fué consultas y avisos telefónicos e n t r e Sem, fabricante de sémola. Mirárnosles extenderse por la Siria (hoy los aristocráticos a b o n a d o s . Sarria), y llevar la civilización a l a Arabia, ora Pétrea, ora férrea, L a duquesa d e . . . telefonea al convento d e ' P a d r e s . . . en donde introdujeron el ai-ado. — R e v e r e n d o P a d r e . ¿Conoce usted El Alcalde de Zalamca'i Vemos ;i .lafet ¡Ah! germen inconsciente de la raza eslava, con ¿Podremos verlo sin grave ofensa de las buenas costumsus incomparables pianos de Eslava, verticales bres...? como una plomada. Vemos después la hermosa R e u n i ó n de la c o m u n i d a d , contioversias, imploración ciudad de Menfi.', fundada en Egipto por Mede luces al cielo, teléfono... ncs, hijo de Menelao y sobrino de Menescs; — H e r m a n a , resuelva usted en conciencia. Sólo p o d e m o s Mencses, sí, el platero qac ganó la batalla de advertirle que h a y u n a violación... Platea y anfiteatro, oscureciendo la importan— ¿ E n qué acto? cia de la batalla de Micala, ganada por los miíp, — E n u n e n t r e a c t o ; pero se refiere luego con todos sus qiieletcs. Volvamos la vista al Norte... pero no / J^^ífr*" fe'.'íi R pelos y s e ñ a l e s . . . Acabamos de leerlo en comunidad y tres h e r m a n o s han caido en t e n t a c i ó n ; r u e g u e por ellos h e r m a n a . la volvamos; quedemos en F.gipto y contemplemos al gran Faraón Ramscs ó Ranees escriL a d u q u e s a d e . . . telefonea á su a m i g a la g e n e r a l a . . . biendo en El Tiempo, periódico fundado por los sacerdotes de Isis. — E s t a noche no p o d e m o s ir al E s p a ñ o l . . . Va El A Icalde... Pasemos luego á la Armenia con sus fábricas de armas, y veamos á D i c e n que es i n m o r a l . . . Niño y Semíramis encontrando en la Baclriaua ó región de los baL a g e n e r a l a , que no entiende de clásicos: tracios, las primeras bacterias de Koch y carbón de encina traídas á -¿Quién? ¿El alcalde? Si dicen que es m u y í n t e g r o . . . España por Roque Barcia, el cual desembarca en Cataluña y funda — T e hablo del/l/caWe J í Zalamea. Hay u n a violación, una ciudad, á la que le da su nombre: la gran Barcia, hoy Barcelona. t a n mal colocada, que no sirve ir t a r d e ni m a r c h a r s e temSaludemos á su compañero de viaje el gran Sardanápalo que imp r a n o , coge e n m e d i o . . . plantó la costumbre de la Sardana. Póstremenos ante los medos de E n fin, querida C o l o m b i n a , las m i s m a s d a m a s que pi- la Media con sus medias sin costura, sus sabrosas medias tostadas y dieron á los clásicos, creyendo que lo clásico por viejo era sus sólidas paredes de medianería. Deleitémonos después con las algo así como sus m a r i d o s , hallan a h o r a inmorales á los melódicas cauciones cantadas por los cdnlabros'en pleno Cantábrico. a u t o r e s del siglo de oro; p r i m e r o fué L o p e , a h o r a C a l d e r ó n . . . Admiremos á los Califas fabricando y expendiendo la cal en sus D e los m o d e r n o s a u t o r e s no h a b l e m o s . María T u b a u tiene hornos de cal llamados Califatos, (i) ya de Oriente, ya de Occidente. q u e r e n u n c i a r los días de m o d a á r e p r e s e n t a r Francillon, A los ostrogodos, gordos á fuerza de ostras, y á MerovCo y demás Divorciémonos, e t c . . merovingios dedicados á la pesca del sabroso mero, secundados por L o que dicen las s e ñ o r a s : es preciso que la moralidad los normandos 6 directores de la Normal. A las vestales ó confece m p i e c e por a r r i b a . Sin d u d a p o r eso h a y t a n t a s que sólo en cionadoras de vestidos en el vestíbulo ó taller de modistas del templo busto son m o r a l e s . Ya en t i e m p o s de Moliere, c u a n d o IAS pnides de la corte (J) De <Cnl' y do fado faci.i faceré. A •^¿fm%. JUAN RANA de Vesta (ij. A Marco A u r e l i o y Marco Antoni-,) fabricando marcoA para retratos; á Cómodo con sus cómodas y entrcdoses; á Arcadio g u a r d a n d o en la Arcadia las arcas municipales. P e r o la h u m a n i d a d no c o m e n z ó á tocar los beneficios de tanta lucha hasta que se abrió el Peloponeso, primera peluquería con el rót u l o siguiente colocado en el balcón: J^.*:./!.!--?!-?*^-VS® . ! ? r , M Eso era ¡ah! una cabeza despeinada. P a r a llegar á tal g r a d o de civilización intluyeron p o d e r o s a m e n t e las g u e r r a s Médicas que haisme de oirme á grandes rasgos: Escitados los escitas por el gran n ú m e r o de cartas que perdían los carteros de Cartago y Cartagena, y habiendo sido desatendido el parte q u e de dicha falta había d a d o el público al Partenón, salió Alarico d a n d o •alaridos y consiguió que en las Gaitas se a r m a r a un galimatías; entonces los íiíirioi (hoy norteamericanos) que se asían á un clavo ard i e n d o , r e c l a m a r o n á los lombardos una fabulosa cantidad de lombarda que les fué i n d e b i d a m e n t e concedida gracias á la mediación de M o r c t o , a u t o r de autos sacramentales, comedias y farsas. Esta cantid a d de lombarda la saló Salomón en las minas de sal de Salamina y fué origen de terrible epidemia; los médicos no coincidieron en el plan c u r a t i v o , se t i r a r o n los trastos á la cabeza y c o m e n z a r o n las g u e r r a s médicas q u e llevaron la devastación hasta el extremo de cer r a r la Cordillera del Cáucaso para privar ¡ay! de la cordilla cotidiana á los inocentes gatos de P o m p e y a y H e r c u l a n o , los cuales fallec i e r o n , los más, de (Carpanta allá en lo alto de los montes Cárpatos, salvándose, los monos, merced á la abnegación h e r o i c a de algunos cerdos (con perdón) de la Cerdeña que se prestaron gustosos á servirles de a l i m e n t o ; á no ser así, los tunantes de Tünej, los corp>s de Córcega, los sucios de Succia y Suija, las sirvientas de Servia, los •apestados de Bnda-Pcst, los paraguas del Paraguay, las persianas de Persia, los hebreos del Ebro y las mojas de Mojambique, hubieran llegado al colmo y hasta al Siokolmo de agotar la raza de los Apeninos ó gatos, enrojeciendo de vergüenza al mar Rojo y encendiendo de ira al Golfo de Bengala. F r u t o de tantas pasadas h e c a t o m b e s es la m o d e r n a civilización con sus dinamos de Dinamarca, sus escoriaciones del E.Korial y sus «legantes corbatas de Paracucllos. Me a c a b a d o . Yo lo oi. MlílJlÓN GoNZÁl.KZ. (lUbiíJo^^ lUÍ mianw.J-}- -«.J»*— PKINCKSA (Diálogo... de uno solo.) --¿...? —Sí soTior; otro arreglito. ¿Ha visto usted? Paloucia acabará por poner en castellano todo el teatro extranjero del día. Castellano de Pérez Seoane, que es la menor cantidad de castellano, 6 castellano de Selles, que os un señor castellano, tanto monta. La cuestión es traducir, arreglar, hacer campaña inoderniata, romper moldes. La gente joven necesita aleccionarse. Los viejos han perdido los papo'es y tienen ya los huesos duros para meterse en libros de caballería. ¿Obras españolas? Díganselo usledcs á Paleneia. Jura y perjura que no existen; so entiende, que valgan dos cuartos. En nuestros teatros reina la anarquía; Paleneia es un anarquista más. María (xuerrero refundo el repertorio clásico, el cual constituyo la base do su cartel; los demás coliseos rinden culto al género chico sin la menor aprensión; ¿por qué no ha de surtirse el del teatro extranjero conformo lo viene en gana? No hay, pues, que acusar á nadie. Ninguno tiene que ocharse nada en cara. O corremos demasiado, dosflgurando nuestra propia íisonomía en la Princesa, ó retrocedemos ó permanecemos estacionarios en el Kspañol, 6 nos embrutecemos en los toatros por horas. Selles, en cohiboración con Tedeschy, ha servido ahora con su pluma las doctrinas do Cefprino Paleneia. Ks una buena conquista del autor de iViei'ra, pero hay que disputársela. Selles os uno do los oontadísiraos (1) Diosa de las modiata». literatos qua no deben acudir á fuentes extrañas. Aplaudamos el excolonta arreglo do ¿Infiel?, comedia con vistas al vaudeville; solacémonos á un tiempo con ol castizo lenguaje á que ha sido vertida dol italiano y con ol arte desplegado por Braceo (?') en aquellos tros personajes que discurren admirablftmente, que dicen cosas de mucho ingenio... y obran con los pies; pero quo con las glorias no se olviden las memorias y que Selles no dejo do ser Sellos, que para un braceo un Tedeschy sobra. —¿...? ^¿María Tubau? Cuanto le pondere es poco, comparado coa el talento que la primera actriz del teatro de la Princesa desplega on ilnficlf ¿Y sabe usted lo qua lo digo? Que casi estoy por asegurar que ese modernismo de Coferino Patencia es una .solemne filfa. Todo ello debo ser no más que un pretexto para que María haga esos paj)elazo.? que nadie como olla sabe representar dentro do España, —¿...? —No nio pregunte usted más. No podría contestarle. Estoy observando juego... Claro está quo el templo de la gloria es muy grando y todos caben on él. Poro me temo que por fas ó por nefas, por unos y por otros, pocos autores españoles de esto final dol siglo XIX van.á alcanzar la suspirada in,* mortalidad. Esperemos. Sentados, por si acaso. PLieiDO. ESLAVA HISTORIA NATURAL Los morenos dijeron: —l'^stoya pica on historia, y no es natural, aunque Paso y Alvaroz crean otra cosa. Y ocharon la obra al foso, tarea fácil on aquella noche infausta, porque precisamente para mover mejor ol decorado so había practicado una abertura muy regular en el osconario. La picara abertura pedía sanjee»/er'erfiumo, pues en el ensayo general do la tarde estuvo a p u n t o de tragarse á la .señorita Lázaro, que metió por allí la pierna, sacándola lastimada. Monos mal. La simpática tiple metió la piorna en el ensayo; otros compañeros stiyos ia metieronpor la noohe on el estreno, y Paso y Alvarez I¡v metieron tamliién do modo quo aún no la han podido sacar. iQué H'a':oria, válgame ol cielo! me permito exclamar, remedando al poeta. Si la revista, sólo por serlo, está ya mandada retirar de la circulación, excuso decir á ustedes qué habrá que hacer con la revista con retruécanos. Modesto es el género, poco so le oxigo, pero no tan poco quo vayamos á creer que con cuatro pamplinas ya hay revista para toda la temporada. No señor, ni quién tal pensó. Y no so figuren ustedes quo voy á poner cátedra ahora. Sería faltar á la reunión. Únicamente haré constar quelagra cia no debe ser elemento indispensable, porque sino [cómo hubieran dado dinero las revistas de Perrin y Palacios! Ni opino quo haco falta tener mucha cabeza, puesto quo Kuesga y Prieto han escrito también revistas y siguen eslribiéndolas. Y, sin embargo, Paso y Alvaroz no han sabido enjaretar una revista. ¡Fatales consecuencias del retruécano! iTan jóvenes y ya tan dcsgraeiadoal La música de Historia Natural no iniroee del autor inspirado de La Crur Blanca, Lticifcr, El gMito del pvclilo y otras partituras aplaudidas con justicia. liruU no puede hacer música para coros do malvas ni de perdices. Estos numeritos simbólicos hay quo musicarlos por el procedimiento del conocido vendedor do escobas del chascarrillo andaluz, que las robaba hechas. Así so ha venido practicando con las revistas más acreditadas. ^ A q u í vendrá bien un walseeito para ol coro do bombones de la fábrica de Matías López (Madrid-Escorial), pongo por couplot-roelarao limited. —Lo tenemos tal como usted lo desea. A ver, niño; armario sexto, quinto estante, torcer volumen. En la ojiereta La camisa roja hay uno que ni pintado. Se llevai'á usted el múnstnio. La casa responde do la instrumentación por tener hábiles cortadores. El único número aceptable es ol coro pasa-calle de lo.i claveles. Delicado, verdadero oasis do aquella desencuadernada Ilisforia, podría convertirse ficilmcnto, por la idea melódica quo encierra, en otra composición más importante, cambiando el ritmo del acompañamiento y modilieando el tiempo. El intermedio instrumental, á tiempo de gavota, resulta algo monótono. El/«>zicaío constante de los violinos suena á punteado de bandurria; y el violonccUü, con sus vacilaciones, desluce la parte quo el autor lo encomendara. Este número, además es poco práctico; su ritnío marcado invita á ser acompañado por los bastones. El temperamento artístico dol maestro 15rull exige obras do mayor fust» y á ellas debe dedicarse. Lo más seguro es quo se deje de historias. Se distinguieron .lulio lluiz y Castilla. Y los telones de Bussato y Amallo... quo los alabe el novio. pLÁCIPO-Cl,A.RIÍfKTK. JUAN RANA UN MAESTRO Este coro de niñas frescas será un walsccito. La introducción se la jiondré de Wagner, y la coda de Chopín. ^;Y lo de enmedio? De Oífembach. ¡Y luego que digan los morenos que no es original el número! UIT 001y¿CI0-AJ20 ¡Mire usted que no contratarme d mí! ¿A mí, á Bonifacio López... que hasta llora de verdad en las tablas. Y sino que lo pregunten en Arcachon, en donde me tiraron una cebolleta á los ojos. ¡Aquello. sí que era llorar! JUAN RANA ENTREACTOS Un autor aplaudido. CXIEIVTO » E !\'<>CIilíl6L!K.\A — [La Nochebuena! ¡Ah, la Nochebuena! Jamás celebraré yo la Nochebuena... Y Enrique Templier decía esto con una voz tan furiosa como si se le propusiera una infamia. Los otros, riendo, exclamaban: —¿Por qué te encolerizas así? —Porque la Nochebuena me ha jugado la más abominable de las burlas, porque guardo un invencible horror á esta noche de alegría imbécil. —;Qué fué? —¿Qué?-¿Vosotros queréis saberlo? Pues escuchad. Aquel invierno era muy frío; tan frío, que hacía morir á los pobres en las calles. Tenía yo entonces entre manos una obra urgente y rehusé todas las invitaciones que me fueron hechas para celebrar la Nochebuena, preliriendo pasar la noche delante de mi mesa de trabajo. Comí solo y volví á mi tarea. Pero hacia las diez, el ruido de las calle.s, que á pesar de mis preocupaciones percibía, los preparativos de cenas, que se advertían en la vecindad, me agitaron. No sabía lo que hacía. Escribía cien disparates, y comprendí que no haría cosa de provecho en aquella noche. Daba grandes paseos por mi cuarto; me sentaba, me levantaba; indudablemente sufría la misteriosa influencia de la alegría de fuera y me resigné. Mamé á mi muchacha y la dije: — Angela, vaya usted á buscar cena para dos: ostras, una perdiz y cangrejos, jamón y pasteles. Traiga usied también dos botellas de Champagne; ponga usted dos cubiertos y acuéstese usted. Obedeció un poco sorprendida. Cuando todo estuvo preparado, me puse un abrigo y salí. Quedaba una gran cuestión que resolver. ¿Con quién celebraría mi Nochebuena? Mis amigos estarían todo i invitados. Para contar con uno hubiera sido necesario comprometerle anticipadamente. Entonces pensé en realizar una buena acción'al mismo tiempo que me procuraba compañía. Y me dije: —París está lleno de hermosas y pobres jóvenes que no tienen esta noche cena y que andan errantes en busca de un muchacho generoso. Yo seré la Providencia de Navidad para una de esas desheredadas. Voy á corretear un poco por las calles, entraré en los lugares del placer, preguntaré, ojearé y escogeré á mi gusto. Y empecé á recorrerla ciudad. Desde luego encontré gran número de muchachas infelices que buscaban aventura; pero unas eran feas hasta proporcionar una indigestión, y otras tan delgadas que podían quebrarse por los pies si se las tropezaba. Yo soy débil; ya lo sabéis. Adoro las mujeres llenitas. Cuanto más metidas en carnes, más me gustan. De pronto, cerca del teatro de Variedades, descubro un perfil qne me agrada. Una cabeza liermosa y dos curvas atractivas: la del pecho, muy bella; la de m<ís abajo, sorprendente. Ihia barriga de pato gordo. Apreté el paso. Era encantadora, muy joven, morena y con grandes ojos negros. La hice mi proposición, que aceptó sin vacilar. Un cuarto de hora después estábamos sentados á la mesa en el comedor de mi casa. Al entrar exclamó: —¡Ah, qué bien se está aquí! Y miraba alrededor con la satisfacción visible de liaber encontrado habitación y mesa en aquella noche glacial. Era una mujer arrogante y gruesa. Se quitó el abrigo y el sombrero. Se sentó y se puso á comer; 'pero no parecía estar del todo bien dispuesta. De cuando en cuando su cara, un poco pálida, se alteraba como si sufriera un dolor oculto. La pregunté. —¿Tienes algún disgusto; te pasa alguna cosa? ' Me contestó: --¡Bah! {31vidémonos del todo. límpezó á beber. Vaciaba de un sorbo su vaso de Champagne y le llenaba sin cesar. Bien pronto empezó á ponerse encarnada y á reir Patoi... Paloi... ¡Dios mío, que significado tendrá en español Í-.SYÍ! locamente. Yo la adoraba ya, la besaba apasionadamente y descubrí Me da el corazón que va á resultar/in/co. que no era ni vulgar, ni grosera. 6 JUAN RANA Kn fin, llegó el m o m e n t o de a c o s t a r s e ; y mientras yo levanté la mesa colocada delante de la chimenea, ella se d e s n u d ó vivamente y se deslizó e n t r e las sábanas. Mis vecinos hacían un r u i d o infernal, riendo y c a n t a n d o como locos, y yo pensaba: —He h e c h o bien en ir á buscar esta hermosa m u c h a c h a . No hubiera sido posible trabajar de ningún m o d o . Un quejido profundo me hizo volver la cabeza. —¿Qué tienes, querida? —No respondió; pero siguió suspirando d o l o r o s a m e n t e como si su" friera de una manera h o r r i b l e . —¿Estás indispuesta?—la p r e g u n t é . A l mismo tiempo lanzó nn grito, un gi-ito espantoso. Me precipité hacia ella con una bujía en la m a n o . Su fisonomía estaba deácompuesta por el dolor. Se retorcía las m a n o s y salían de su garganta ge" midos sordos como el Citerior de un agonizante. Aturdido, 1 J preguntaba: —¿Qué tienes? No respondía, y c o m e n z ó á dar alaridos. De pronto las vecinas c a l l a r o n y se pusieron á escuchar lo que pasaba en mi habitación. —¿(Jué sufres? dímelo—repetía yo—¿qué te duele? Entonces balbuceó^ —¡Oh, mi vientre, mi vientre! L e v a n t é las r o p a s y vi... Aquella m u j e r , amigos míos, ¡estaba d a n d o á luz! Entonces, con la cabeza perdida, fui hacia la pared de mí c u a r t o y empecé á dar puñetazos gritando con todas mis fuerzas; —¡Socorro, socorro! Mi puerta se abrió, y se precipitó en mi c u a r t o una multitud de h o m b r e s vestidos de fraCj'-mujeres descoladas, pierrots, turcos, mosq u e t e r o s . I'lsta invasión me enloquecía de tal m o d o , que no acertaba á e x p l i c a r m e . T e m í a n un accidente grave, un crimen quizá, y no m e c o m p r e n d í a n . Yo p u d e decir al fin: — E s . . . es... q u e está... que está d a n d o á luz. E n t o n c e s todos la e x a m i n a r o n , d a n d o cada uno su opinión. Un c a p u c h i n o , sobre todo, pretendía ser inteligente en el asunto y q u e ría a y u d a r á la Naturaleza. T o d o s estaban más ó m e n o s b o r r a c h o s , y c r e o q u e la h u b i e r a n m a t a d o . Yo me precipité sin s o m b r e r o por la escalera para buscar un médico viejo q u e vivía cerca. C u á n d o volví con el m é d i c o , los vecinos de todos los pisos o c u p a b a n mi habitación. C u a t r o dc.ia/iogados, sentados á la mesa, concluían con mis cangrejos y mi C h a m p a g n e . A mi llegada oí un grito formidable y una lechera me presentó sobre u n a tabla un pedazo de c a r n e , a r r u g a d a y doblada, que gemía y m a y a b a c o m o un gato. — Es una niña—me dijo. El m é d i c o e x a m i n ó á la parida, d e c l a r a n d o que su estado era g r a v e por haber o c u r r i d o el p a r t o después de u n a cena, y se fué a n u n c i á n d o m e q u e m a n d a r í a una e n f e r m e r a y una nodriza. Las dos mujeres llegaron una h o r a después t r a y e n d o u n paquete de medicam e n t o s . Yo pasé la noclie en una butaca, d e m a s i a d o a t u r d i d o para p o d e r reflexionar en las consecuencias del lance. Volvió el m é d i c o por la m a ñ a n a , y halló bástanle mal á la enferma. —Su mujer de usted...—me dijo. —No es mi mujer—le i n t e r r u m p í . —O vuestra q u e r i d a , poco me importa.—V siguió e n u m e r a n d o los cuidados, los m e d i c a m e n t o s y el régimen q u e necesitaba. ¿(¿ué hacer? E n v i a r á esta desgraciada al hospital hubiera sido a p a r e c e r á los ojos de toda la vecindad, del barrio e n t e r o , c o m o un d e s a l m a d o . L a r e t u v e en mi casa y estuvo seis semanas enferma en n-.i misma c a m a . ¿El niño? L o di á criar en un p u e b l o c e r c a n o . Me cuesta 50 pesetas al mes, y habiendo pagado hasta h o y , me eo forzado á pagar hasta q u e m e m u e r a . C u a n d o tenga criterio para c o m p r e n d e r , supond r á q u e soy su p a d r e . Y para colmo de desdichas, c u a n d o la m u c h a c h a estuvo c u r a d a . . . m e quería, me quería con delirio, la m u y . . . P e r o se puso delgada c o m o un gato h a m b r i e n t o . Y me paso el día h u y e n d o de la maldita que parece un esqueleto y que me aguarda en las calles, se esconde para v e r m e pasar, m e detiene de n o c h e c u a n d o salgo p a r a b e s a r m e la m a n o , m e a b u r r e y m e vuelve loco. Va sabéis por qué yo no c e l e b r a r é ya nunca la N o c h e b u e n a , (JUY DK MAUI'ASSANT. CTraducidü c^iprcsamento para JUAN KANA, por Luciano Simón.) ESTREwJlT APOLO El idiota ó la venganza de un bandido, zarzuela melodi'amátiea en tros actos, cinco cuadros, do.í liomljres muertos, otros tantos incendios, un saqueo, un naufragio, un rapto, tormenta, olas embravecidas, un ra,yo que cao(clec. trieidad do guardarropía) un rayo que cae, repito, y no parte anadio (¿para cuándo son los rayos?)... Estos son los elementos... desencadenados, con lo.i cuales lia hecho Iluosg-a M idiota, y Prieto su venganza, aderezado todo con notas de Lope. El estreno so verificó el donungopor la tarde, y esto constituyo una iigmvanto de alevosía, porquo la mayor ])nrte del público ora infantil. Adornas, El imbécil i> idiota, que tanto monta, tlono cinco cuadros, de lo cual se deduce el ensañamiento. Va lo ven ustedes, señores, lalevosíay ensañamiento! .luAN RANA no quiero molestarse ni molestar d sus lectores, hablándolo.f largo y tendido del melodrama. Después de todo, no so trata di^ una obra do rompe y rasga, aunqui' Iii. haya escrito Uncsga. No tiene pretcnsiones de ninguna clase, lis para liacer la Pascua, nada más. Los cómicos... Il'obrecitos cómicos! iQué abuso do su dobilidadl Sanjnan salió do traidor, tuvo que liacer el amor a la Tcralos, fué rechazado por ella y al fin lo mató Carrerai-i. ¡Capuchos do la suerte! La Perales—Icaracoles, qué bonita estaba!—fué la joven del rapto; nia.i so mantuvo pura, valerosa, ¡t^ué acentos los suyos, tan draniúticos!—lY qué bonita estaba, caracoles! La Pino Idzo de esposa honrada y so indignó cuando su marido dudó do su lionor. Despulís so descidjrlo (luo era la madre de la Perales. I listos argumentos!... La Vidal se presentó en el primer arto ú lucir una cofia, hizo mutis y no la vimos más. Queda Felisa Torres, la nuijer de Carreras, que Iduo do amante de su marido. ¡Menos mal! La Perales piensa querellarse porque el reparto no lia sido equitativo. KipoU estuvo en sus glorias haciendo de idiota, porquo como procodo del género grande, y el suyo era nn papel serio... helay! Carreras salió á escena a dos cosas á decir que era un bruto, un zoquet« y otras lindezas para su persona y á matar á Sanjuaii. Cumidió, ¡vaya si cumplió! (hirrioneito hizo de oflcialito de Marina... iM\iy boiuto, muy boiul;ol En el torcer acto apareció \\n hombro gordo: corazón leal ú el hijo de la selra, como le llamó Sanjuan. El de la selva rugió y fuese. V no pasó más. Es decir, sí |)asó; que salimos t.)do3 con dolor de cabeza. La música de Lope sonaba así como Á Torrogrosa sin Quinito. Es decir, ni chicha ni limond. ENK. *! • •'l_r"-;=±"—"—h- PESP^eyOS PEU 5E4U La vida del regio coliseo so ha arrastrado hinguida y sin interés durante la última semaiux. : Carmen, Ilamlet, Orfeo: hé aquilas óperns puestas en escena. Gracias ú las medias suelas ocluidas al reparto del »]:nrtito de lüzet, con la oijortuna intervención del tenor De Marchi, ha lesultado una Carmen, á últinni, hora, de buen ver y mejor oír; por una de las últimas reprosentacio nes^^iíú la Srtu. línglo como un meteoro; & ]iesar de su voz norteamericana, tuvo ((ue volverse ú encargar de la parte de Micaela la modesta Srta. Oliva; ¿qué le pasa á María Englo que tanto so hace desear en la escona,dola Opera? Buti—que por cierto so lia negado á desom]réñar un corlí.simo papel en la función á beneficio de la Asociación do la P r e n s a - h i z o el Escamillo jacarandoso do siempre. La Fons tan barbiana; los restantes sin volver do su a^otccfi-i. Do Ilamlet no he de hablar aquí Ilíbrcmo Dios!; juntamente con Orfeo constituyen el remedio á falta de tenores. JUAN RANA Espérase á Bodusqni—tenor ignoto, aunque tiene personas que le abonen— que dcbutnrii eon Someo y Julieta, de üounod. ¡Villanos IJios, maestro Goula.yqué operitns se trae Usted parainaugu. rar su gestión artístieal Yo que estaba dispuesto á romper Inn/.as en favor de su dirección, acertada casi siempre y nacional en todo caso, ¿qué hacemos que no se mueve cj cartel? Daremos lugar ¡i que el público, plagiando al de la fiesta nacional grite: —¡Tenores! ¡Tenores! Y obras son amores. Ya sé yo que en ]ioeo miís de un mes que llovamos de temi>orada so ha estrenado una ópera, auniiue ruinosa, Hero y Zeaníro: hemos gastado un mes de Mancinelli, apetitoso director jiara hacer boca, ó abrir abono: y liemos (es decir há la empresa) soltado li la llamante pareja Darclée DoMarclii, regocijo de los buenos añoionados; ]icro por eso mismo ¿qué va á pasar «llora? Orfeo, cedido por Goula bonitamente al sobresaliente Urrutia, es una ópera muy bonita para las sesiones instructivas del Conservatorio, donde los discíjiulos de composición ]nicdon aprender la infancia interesantísima del género lírico-teatral; pero en el tent:o de la Opera resulta bastante deplacé. Los sencillísimos procedimientos orquestales, la factura clara y simétrica do sus números, sus i)ersonajes de un .solo color, todo esto contribuye a l a monotonía del conjunto; además el Orfeo, por esta vez, resultó un poquito desigual. No tuvo la delicada jioesia que requiero composición tan ideal y vagarosa: la orquesta la tocó descuidadamente, sin matizar ni colorear absolutamente ninguno de los finísimos efectos en que abunda. La contralto Sra. üuerrini cantó muy bien su parte do Orfeo; Elena Fons, ideal, y la Gnsull cumplió. Supongo que no estaremos amenazados de una serie inacabable de Oreos que vengan á sustituir los tan acreditados Ámletofi. La empresa debo c:)nocer sus intereses. iSino, Dios y el abmio se lo deinanden. E L SKGUNDO C1.AKINETK. PACOTILLA TEATRAL líl prieta Alfonso T o v a r ha dejado la lira y se ha metido i dírnnehe, empleo más práctico q u e el de cantar con variedad de metros. T o v a r no se ha fomiliarizado a ú n con el r e t r u é c a n o ; ;pero ya verán ustedes c u a n d o se suelte! Llevó á Rfunea un juguete titulado Aiicncia universal; se estrenó y pasó. Calleja y I.leó, los músicos del porvenir... de Romea, se hicieron sclitos ¡res n ú m e r o s : un motete para la Medina, q u e hizo 11orar; un corito que ¡vaya canela! y otra cosa popular para la Santos ;omplelamente heregc. La cosa,' no la Santos. El único q u e trabajó r e g u l a r m e n t e fué Ramos. Corbellc y Alar i a . . . c o m o lo q u e son: dos meritorios con la probabilidad de seguirlo siendo mientras vivan. P e r o ; d e dónde salen estos cómicos...? Noticia que da el Heraldo, sin duda por c u m p l i r : • La actriz do cariiclcr Doña .Manuela Moral se liallu ú disposición do las empresas ' No la t o m a r á n . A la Moral no la quieren ahora en ningún t e a t r o . Se dice q u e la empresa de la Zarzuela ha logrado ya establecer el seguro sobre Concha Segura. La sociedad Perrín, Palacios y Nieto es quien ha h e c h o el contrato. liste no tiene más que una cláusula, q u e reza así: «Las liermanas Segura descmpeííarán los papeles de la Novedad y el Buen Gusto en Cuadros disolventes, a u n q u e la A r a n a ponga el grito en el cielo.» Ju.\N R.\.NA felicita á la empresa. Ya no es la Segura la que no está segura. ¡Anda, m o r e n a ! E n t r e dos periódicos de Valladolid, La (Jrónica Mercantil y El Eco de Castilla, se ha originado u n a polémica la mar de salada á propósito de la liplecilla señorita Pastor ¡Esperanza, de nombre). El Eco se siente digno y exclama c o m o si estuviera cargado de gramática: ' «En lo que respecta lí llamar á Esperanza l'iistor, yaltitn do la compañía, eso lo sostiene y lo sostendrá Nazarhi, que eréiime el amigo ('., le han salido los dientes escribiendo, en lo que ú la música se refiere, y le hacen un eí'ecto pésimo el recibir citrtas lecciones, á quien no liemos autorizado ]iara ello y menos se lo consentiremos.» Pésimo, sí señor, pésimo. Ni Chaves escribe peor. P e r o n o hay q u e a c a l o r a r s e . Esa discusión flojea por su base. P o r q u e no hay tiple. Ni sintaxis. ¡Velay! Den ustedes un salto. Saltemos á El (Jomercio, de Gijón. «Hl miércoles eí'ectuariíse (d gran estreno de la temporada. Pondráso (¡cebe usted ases;) en escena por vez primera la <:omodia titulada El señorito, original toda ella de un aplaudido autor de esta localidad.» Sí q u e la metió usted. loda ella, c o m o usted dice, pedazo de escribidor. ¿Quién hace]of, teatros en El Noticiero Sevillano? P r i m e r o escribe el h o m b r e con esa sinta.xis q u e caracteriza á los grandes atnnes: , «Con una numerosa y escogida concurrencia so abrieron anoche las puertas do nuestro hermoso coliseo (San Fernando) con una compañjtt do variedades ()uo diiigen D. Arturo Aracón y Humberto Guillaume. Desdo ol lu-imer número, ejecutado por el japonés .Joh tiuitclic, basta la conclusión cmi la iiantomima Ireffe, el ¡lúblico aplaudió á todos los artista.s que tomaron imrte en !a función. La compañía puede ciilifiearso de buena, en general, distinguiéndose los Sansones liornianos Liiqiolds y la arrogante Mis Clotilde eou sus papngallos amaestrados.» Y más abajo: «El público 30 quejaba de la defieencia de la or(iuesta, que no está en armonía con la importancia del teatro.» De donde se d e d u c e q u e el japonés .loh Qultche y la pantomima y los papagallos están en armcmía con el primer teatro de Sevilla. Y la orquesta, porque toca mejor ó peor, n o . jQué bien se escriben los periódicos! ¿Y d ó n d e nos dejan ustedes ál crítico de Las Provincias, de Valencia? Atención: «Anoche reapareció en la escena de este teatro, después de algunos años do ausencia,...' ¿Quién creerán ustedes? Pues... «...la famosa i'omcdia de magia en cinco actos y veinte cuadros, titulada Ihíjanda la tlesconueiiia ó el easfiílo (le Fraga, obra muy ú propósito para estos días de Navidad.» Ya se ausentan las ctmiedias, ni más ni menos q u e las personas. Así es q u e c u a n d o una obra desaparezca del cartel, diremos: (lAnoche se a^isentó de la escena de tal ó cual teatro, tal ó cual obra.» i Magnífico! ¡Caramba, que rareza! En San Sebastián no ha gustado La madre abadesa. Razones que expone un diario de la localidad: <La obra es (leniasiado lina, decían algunos. .Al teatro va uno ú regocijarse, no á sentir, añadían.' Q u e d a m o s convencidos. «Y los que do tal imnlo so expresaban, hay cpie convei.ir en que forman por las trazas la mayoría de nuestro público.» No formaban mayoría por el n ú m e r o , sino por las t r a z a s . .Si esto no es hablar claro q u e venga Dios y lo vea. Señor, ¿qué trazas tendrá la mayoría en San Sebastián? S0.1.ÜCÍÓN AL .ACRÓSTICO DEL NÚMERO 6 L A M 1; E R T D O N ,1 U A N T IC N O R 1 O 1) O N A 1. V A R O Ó r, A E I. G R A N (; F A li IC N 1. o S L A li I O S II F. R Z A D K 1.. S I N O I. E O T O T K S 1) E T H N H I. S E N O D K L A M 11 E R T F, I. O S A M A N K R U V. I. E I, K S C 1. A V O 1) E S U C V tí L T R O V A I) O R K I. s u 1 1. r A E I. C !•; L I. A W II) I 1) I O 1) E \V E R ' r 11 K R Í; O S O U E S í M I S M o A E S S U E Ñ O M A D R I D. — 1 8 9 7 T i p . Ileri'O.'í', á cargo de .losé Quesadn, VtUuiiuevii, 17. •rELÉi'ONO y8¿ JUAN RANA LA MUY „ ACREDITADA ji&MTw mw Se tía traslade!do á la calle de Preciados, 35 (ivixito a l c a f é d e TTarela.) 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