Como todos los años, la cena anual de VenAmchAm está dedicada a una tradición venezolana vinculada, por lo general, a la religión católica. La intención de Alianza Social con esta reunión es, además de recaudar fondos para financiar algunos de sus programas de apoyo a la Responsabilidad Social Empresarial, es dar a conocer las tradiciones venezolanas, fortalecer la identidad cultural y mostrar las particularidades regionales diferenciadas en su música, bailes y gastronomía. Este encuentro temático se ha congregado, en anteriores oportunidades, alrededor de la Cruz de Mayo, la Divina Pastora, los Diablos de Yare y la Virgen del Valle, por mencionar algunos y el producto de lo recaudado es destinado a financiar Talleres de formación para organizaciones de desarrollo social, que gracias a esta iniciativa tienen la oportunidad de aprender a diseñar sus proyectos sociales, evaluarlos, autogestionarlos y conseguir recursos para su puesta en marcha. Este año, la cena de tradiciones le ha correspondido a San Antonio de Padua, un fraile franciscano, teólogo y extraordinario predicador, nacido en Lisboa en 1195 y residenciado en Padua, hasta su muerte en 1231. San Antonio es venerado principalmente en el estado Lara y su patronazgo se ha extendido a los estados vecinos: Portuguesa, Falcón y Yaracuy. Los días 13 de junio amanece jolgorio en El Tocuyo, Barquisimeto, Sanare, Carora, Quíbor y Curarigua, donde los devotos rinden homenaje al Santo con el baile tradicional en su honor: El Tamunangue, una de las manifestaciones folclóricas más significativas de nuestro país, pues refleja a cabalidad la condición mestiza del pueblo venezolano. Esta celebración es franca oportunidad para pagar promesas al Santo, compartir con familia y amigos y -sobretodo- para reencontrarse con la espiritualidad más genuina, esa que lleva a los fieles a conversar y sincerarse con sus patronos como sus amigos más entrañables. A San Antonio se le tiene como benefactor de los pobres y favorecedor de la salud; es también convocado para la recuperación de objetos extraviados y se le considera patrono de las mujeres estériles, de los viajeros, albañiles, panaderos y pasteleros. No obstante, su desempeño más conocido es su segura intercesión para encontrar buenas parejas. Cuando el Santo no responde a esta petición -a lo mejor por estar muy ocupado en sus otros menesteres de intermediación- las solteras y solteros lo castigan colocándolo con la cabeza hacia abajo hasta que se ocupe de sus solicitudes. Por una de esas casualidades inexplicables, esta convocatoria alrededor de San Antonio -precisada desde hace un año- coincide con la primera edición del Premio a la Excelencia, otorgado por Alianza Social de VenAmchAm a un proyecto social modelo que debe reunir las siguientes características: 1. Estar focalizado en poblaciones vulnerables. 2. Tener un alto impacto en la población objetivo, sus familiares y las comunidades donde están insertos sus participantes. 3. Ser un proyecto de relevancia para fortalecer los valores prosociales del país. 4. Ser replicable y sustentable. 5. Contar con la participación e inversión social del Estado, de la empresa privada y de organismos multilaterales. ¿Por qué hablamos de casualidad o causalidad? Pues porque, hace apenas mes y medio, hubo total coincidencia y unanimidad en la decisión de otorgar este reconocimiento al Maestro José Antonio Abreu y a la Fundación del Estado para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (FESNOJIV), concebida, fundada y dirigida por el Maestro Abreu desde hace 34 años. Fue Margarita Montero, Directora de Alianza Social, quien comentó con su proverbial espontaneidad: “Ese es San Antonio que protege a José Antonio porque lleva su nombre y que, como todos los venezolanos, también está orgulloso de ese ejemplo que representa una inspiración para el planeta entero.” VenAmchAm determinó extender este reconocimiento a las empresas miembros de Alianza Social que han colaborado y apoyado a este trascendental movimiento de música, sueños y oportunidades para niños y jóvenes venezolanos, ahora emulado y admirado en toda América, el Caribe, Europa y el resto del mundo. El Maestro Abreu y la FESNOJIV han estado recibiendo continuos y numerosos premios nacionales e internacionales desde principio de los años ochenta. Imposible enumerarlos todos porque superarían en extensión el tiempo que se ha dispuesto para mis palabras, sin embargo vale mencionar que estos premios y condecoraciones provienen de la UNICEF, la UNESCO, la ONU, de países como Italia, Suecia, Japón, España, Colombia, Suiza, Austria, Israel, Estados Unidos, así como de prestigiosas universidades, gobernaciones y alcaldías. Destacan particularmente el Premio Right Livehood, Nobel Alternativo por una Vida Ejemplar, en la especialidad de Humanidades, al Dr. Abreu, el recientísimo premio Príncipe de Asturias de las Artes 2008, otorgado a las orquestas hace sólo unos días y el VI Premio Yehudi Menuhin a la Integración de las Artes y la Educación, que está recibiendo hoy en Madrid de manos de la Reina Sofía, razón por la cual no nos ha podido acompañar esta noche. Además de estos galardones, José Antonio Abreu y las orquestas, se han ganado el afecto incondicional de afamados directores venezolanos como Antonio Estévez, Inocente Carreño, Alberto Grau, Pablo Castellanos, Rodolfo Sanglimbeni, Eduardo Marturet y Leonardo Panigada y la admiración de músicos de talla universal como los son Claudio Abado, Simón Rattle, Eduardo Mata, Plácido Domingo, Maurice André, Mehli Metha, Zubin Mehta, Akira Endo y Claudio Arrau, entre otros. José Antonio Abreu, un visionario consagrado a su obra y a sus convicciones es la gran batuta de la sensibilidad y la conciencia para dirigir unos ideales focalizados en la redención social a través del desarrollo integral del ser humano. Haciendo un breve repaso de su vida podemos encontrar una serie de elementos que nos hacen entender los hitos que han permitido al Maestro Abreu motorizar un programa de tal magnitud. Nació el 7 de mayo de 1939 en Valera, estado Trujillo, a los 6 años fue enviado a la casa de sus abuelos maternos, mientras la madre se ocupaba de sus recién nacidos hermanos gemelos; cuenta el mismo José Antonio que allí, bajo la influencia del ambiente musical que presidía la familia Anselmi Garbatti, se gestó su pasión inconmensurable por la música. Inició sus estudios formales de música en Barquisimeto, donde vivió durante su infancia y juventud. Se residenció en Caracas desde 1957 y continuó paralelamente sus estudios de música y sus estudios académicos. Se graduó de Economista en la UCAB, destacándose como Planificador en el ámbito público y privado, ejerció la docencia universitaria e incursionó brevemente en la política. La responsabilidad de importantes cargos públicos nunca le limitó su vinculación con la música, ejerciéndola al unísono como ejecutante, director, pedagogo y promotor. En 1975 reunió en el garage de una casa a un grupo de músicos con edades promedio de 20 años para invitarlos a compartir y llevar adelante una aventura que entonces parecía imposible: la creación de un Sistema de orquestas y coros de niños y jóvenes extendido a lo largo y ancho del país. Con los veinteañeros se fundó la Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela iniciándose así la siembra y cosecha de cientos de ejecutantes, compositores, arreglistas y directores que han hecho afirmar con inusual vehemencia a Simón Ratler que “el futuro de la música clásica está aquí en Venezuela”. De su visión inagotable de futuro, de su entusiasmo y de su idea de experimentar una nueva manera de aproximarse a la formación musical nació el lema de esta revolución social y humanística: “Tocar y luchar”. El novedoso método de instrucción musical concibe las orquestas y los coros como una comunidad constituida para concertarse y, no se trata solamente de ofrecer conciertos impecables y emotivos, pues el empeño posee un alcance mucho más trascendente: se trata de socializar las experiencias, practicar la concertación en grupo, armonizar voluntades y transferir todo ese aprendizaje a la vida personal, a la familia, a la escuela y a la sociedad. En la FENOSJIV la magia y los milagros son hechos reales y cotidianos. Esta renovación social, cultural y educativa de alcance masivo y democrático, que ha hecho de la música un arma para luchar contra la pobreza, ha modificado positivamente los perfiles del venezolano. Casi la totalidad de los niños y jóvenes integrantes de las orquestas y coros provienen de los estratos menos favorecidos y por lo tanto constituyen una población de alta vulnerabilidad. La práctica musical, tanto en el trabajo individual como en el trabajo de equipo, requiere de disciplina, de esfuerzo sostenido, de sentido de compromiso y responsabilidad, de estudio constante, de fijación de metas y propósitos y del manejo de la posposición de las gratificaciones. Esta vía de formación es un camino de prevención inespecífica que permite la canalización y el uso del tiempo libre en actividades ocupacionales que alejan a los niños y jóvenes de vicios, drogas, violencia y degeneración. La formación, así diseñada y aplicada, es monitoreada y facilitada por profesores que se han formado en el Sistema. He escuchado de boca de varios de ellos que las premisas pedagógicas se basan en el amor, la comprensión, la paciencia, el respeto y el esmero, cuidando en todo momento de una calidad apuntalada en la exigencia. Los niños y jóvenes responden a este modelo con la misma sincronicidad, porque todos están armonizados en la exploración de sentimientos sublimes, en un sentido firme de pertenencia y en la consolidación de una autoestima elevada, que los convierte en personas sanamente competitivas y líderes en cualquiera de los campos en que se desenvuelven. Muchos de estos niños y jóvenes hacen de la música su carrera profesional, bien sea exclusiva o en paralelo a otro desempeño. Sin embargo, muchos de ellos sólo llegan a cursar algunos años de esta formación que utilizan para prácticas eventuales en las que encuentran enormes gratificaciones, pero aún este grupo -quienes se desincorporan del Sistema- se quedan para siempre en las filas de los mejores ciudadanos. El movimiento de orquestas y coros de la FESNOJIV ha forjado una transformación profunda en la historia social del país. La noción de excelencia no impacta sólo al ámbito artístico, la instrospección y la apropiación de la armonía y del orden es una revelación que transforma el espíritu del ser humano. Este autoconocimento y re-conocimiento en el arte, en el otro, en el nosotros, puede darse igualmente a través de la literatura, la plástica, el cine o cualquier manifestación creadora que se exprese en el lenguaje del corazón y del alma y que sea capaz de desarrollar el sentido estético. La compleja estructura funcional y organizativa del Sistema que maneja en estos momentos a 250.000 niños y jóvenes distribuidos en 75 núcleos y módulos orquestales en todo el territorio nacional, exige una logística planificada hasta el mínimo detalle. Las diferentes direcciones atienden las clases, los ensayos, los talleres, los seminarios, los intercambios, el repertorio, las giras y los conciertos, dentro y fuera del país. El sistema se apoya en proyectos complementarios que contribuyen a fortalecer la labor agotadora y titánica de profesores y alumnos, como por ejemplo el IUDEM (Instituto Universitario de Estudios Musicales) que eleva la educación musical al rango de estudios superiores; el Centro Académico de Luthería, donde se forman y trabajan artesanos con la tarea de reparar y construir instrumentos para las orquestas y el Centro Nacional Audiovisual de Música “Inocente Carreño”, que ha recopilado desde el principio la historia y la memoria del Sistema, facilita teletalleres para los programas de formación y resguarda una base documental y audiovisual con grabaciones de entrevistas, conciertos, giras y múltiples actividades artísticas. Un muy reciente logro es el Centro de Acción Social para la Música, construido en Quebrada Honda, el cual alberga las Direcciones primordiales de un Sistema con retos cada vez más exigentes. Incansablemente, la FESNOJIV continúa en su descubrimiento de lo posible y la recuperación de lo imposible. Día a día interviene los hilos del tejido social de nuestro país tendiendo una mano a niños y jóvenes excluidos y ofreciéndoles la oportunidad de contactar otros mundos visibles e invisibles a fin de reconciliarlos o armonizarlos, como diría el Maestro Abreu, con la vida y con la gente. Como muestra está, por ejemplo, la experiencia de la Sinfónica Juvenil “Gustavo Machado”, que ha permitido la reinserción de niños y jóvenes con problemas de drogas y de conducta. Otro de los logros más increíbles es el Programa de Educación Especial dirigido a niños y jóvenes con discapacidades sensoriales, intelectuales y motoras. Presenciar el entusiasmo musical del Coro de Manos Blancas, integrado por niños sordomudos que traducen con gestos lo que cantan niños ciegos, autistas, con parálisis cerebral y con síndrome de Down, arranca lágrimas de emoción a Claudio Abado, como lo vi yo… y conmueve hasta las mismas piedras. Ahora el Sistema ha llegado a las cárceles del país, donde presos y presas han encontrado un atajo inusitado para regresar por buen camino a la sociedad. Soy testigo de un reciente hallazgo: la Coral “Voces sobre ruedas” de Fundaprocura que agrupa muchachos en silla de ruedas, estos jóvenes han modificado su manera de hablar, de vestirse, de comunicarse porque la experiencia musical ha dado un nuevo sentido y una nueva esperanza a su existencia. Unas palabras finales para recordar al auditorio que Gustavo Dudamel, de apenas 27 años, producto de la orquesta y bajo el ojo tutelar de José Antonio Abreu es hoy unos de los Directores más afamados y prestigiosos del planeta y que Edicson Ruiz, de 20 años, ejecutante de contrabajo, es el miembro más joven de la Filarmónica de Berlín. Como ellos dos hay muchos, muchísimos muchachos y muchachas que despiertan admiración dentro y fuera del país. La réplica no ha esperado porque las evidencias son tangibles y la metodología probada y comprobada. Es por ello que en muchos países se está reproduciendo el sistema con la asesoría de la FESNOJIV y se han formado ya varias orquestas que agrupan músicos de varias nacionalidades: la Orquesta Sinfónica Juvenil de las Américas, la Orquesta Sinfónica Juvenil de MERCOSUR, la Orquesta Sinfónica Juvenil Iberoamericana y la Orquesta Sinfónica de Juventudes Andinas. Esta obra social del Estado venezolano y de todos los venezolanos es de hecho y de derecho de todos los Estados y habitantes del planeta. Cada vez que veo el documental “Tocar y Luchar” dirigido por Alberto Arvelo me erizo de la cabeza a los pies y me quedo con la sensación de que “Dios debe ser como la música”, como lo afirma allí un niño de 11 años. Con el permiso de tan sabio preceptor, me atrevo a ampliar esta comparación y afirmar que Dios deber ser: Como la música del niño que no puede dormir si no al lado de su cello. Como la niña de un pobrísimo barrio de Caracas que trepa escaleras arriba del cerro con su violín a cuestas. Como el joven violinista que ensaya Vivaldi en su casita rural del llano. Como el mulatico de ojos verdes que toca su trompeta frente a la playa de Güiria. Como el niño ciego que toca piano como los ángeles. Como el joven autista que se convierte en un titán cuando ponen en sus manos la bandola. Como el adolescente que abandona el crack para entregarse con fervor al clarinete. Como el catirito de Chacao que cuenta de sus conciertos en New York, Roma y Berlín. Como la presidiaria que aprende a llorar de alegría y esperanza en su primer ensayo. Como el joven director que deslumbra al mundo. Como la niña que opina que ha aprendido música en forma divertida, pero con disciplina y que lo ha convertido en un hábito de vida. Como el gigantesco coro de franelas multicolores, al igual que el variopinto mestizaje de sus integrantes, que entona con increíble maestría la parte coral de la Resurrección de Mahler… Sin embargo, yo sé y me consta, que el Maestro Abreu ejerce la humildad y la austeridad como reglas de vida y que su mayor regocijo, franciscanamente hablando, es sentirse un instrumento de la creación en su firme compromiso misional con el Creador. Sé que José Antonio tiene la gracia de percibir los frutos de su obra en el pulso interior del alma de cada uno de los niños y jóvenes que han sido signados por la experiencia vital de los coros y las orquestas sembradas por Venezuela y por todos los rincones del mundo. José Antonio Abreu, los integrantes del Sistema, sus profesores, sus benefactores, han sabido atender a la prédica que nos legó San Antonio de Padua cuando afirmó: “El gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer pero no vivir de acuerdo con lo que se cree”. Rosario Anzola Caracas, 25 de junio de 2008