TEMA MONOGRÁFICO TEMBLOR (Y II) Temblor por enfermedades sistémicas y fármacos J.M. Fernández Carril Sección de Neurología. Hospital General Yagüe. Burgos. TEMBLOR INDUCIDO POR FÁRMACOS Entre los llamados trastornos del movimiento, el temblor es el cuadro de presentación más frecuente. Hay que tener siempre en cuenta que detrás del temblor puede haber un fármaco causante. Los fármacos pueden ser inductores prácticamente de cualquier movimiento anormal: temblor, parkinsonismo, distonía, mioclonía, acatisia o discinesia tardía. Con cierta frecuencia coexisten dos o más tipos de movimientos anormales en el mismo paciente. Un temblor se considera que es inducido por fármacos cuando tiene lugar en un período razonable tras su exposición. En la mayoría de los casos el temblor es visible pero poco incapacitante. Si para el paciente no supone un gran inconveniente, no hay por qué tomar ninguna medida; en caso contrario, es evidente que se debe retirar el fármaco causante. Si la condición médica subyacente exige su mantenimiento, habrá que valorar si es necesario añadir al tratamiento algún antitremorígeno. El temblor puede presentarse en cualquier forma del espectro clínico de los temblores, dependiendo del fármaco y de una predisposición individual no bien definida. Una forma habitual de presentación es un temblor fisiológico exagerado tras la administración de broncodilatadores o antidepresivos. Otra forma también frecuente es un temblor asociado a sintomatología parkinsoniana tras la toma de neurolépticos y de algunos bloqueadores de canales del calcio. Un temblor de tipo cerebeloso es visible en la intoxicación con litio. Un episodio importante es el relacionado con el alcohol. La abstinencia conduce a una exageración del temblor fisiológico con frecuencias superiores a los 6 Hz. Por otra parte, la intoxicación alcohólica crónica produce un temblor intencional presumiblemente en relación con afección cerebelosa. Por el contrario, se sabe que el alcohol puede disminuir un temblor esencial. Desde un punto de vista práctico, el temblor puede dividirse en dos grandes grupos en función de si se asocia o no a otros síntomas parkinsonianos. Temblor inducido por fármacos sin síntomas parkinsonianos Algunos fármacos producen una exageración del temblor fisiológico. El temblor fisiológico es una oscilación de baja amplitud presente en todas las personas. No siempre es visible pero puede demostrarse por electrofisiología. El temblor causado por estos agentes es típicamente postural (puede explorarse pidiendo al paciente que extienda los brazos y abra los dedos) y puede tener un componente cinético (puede comprobarse por ejemplo durante la maniobra dedo-nariz). Difícilmente se observará el temblor durante el reposo. Algunos fármacos son bien conocidos por su capacidad para producir o acentuar este tipo de temblor1 como efecto secundario, tal es el caso del litio o el ácido valproico. Este último con un efecto dependiente de la dosis, y el primero como una reacción idiosincrásica. El ácido valproico es el antiepiléptico más tremorígeno, como también lo son la carbamazepina, fenitoína, lamotrigina y tiagabina. La cocaína y las anfetaminas actúan por estimulación de TABLA I Principales fármacos desencadenantes de temblor en el seno de un cuadro parkinsoniano Neurolépticos y análogos Haloperidol® Sulpiride (Dogmatil®) Tietilperazina (Torecán®) Cleboprida (Cleboride®, Flatoril®) Flupentixol (Deanxit®) Tiapride (Tiaprizal®) Metoclopramida (Primperán®) Antagonistas del calcio Cinarizina (Stugeron®) Flunarizina (Flurpax®, Sibelium®) receptores adrenérgicos, además de los betaadrenérgicos usados en el tratamiento del asma. Las benzodiacepinas, que pueden mejorar el temblor, pueden originarlo o exacerbarlo tras su supresión brusca. Entre los fármacos cardiológicos, los más habituales son la amiodarona y la lidocaína. Los antibióticos más frecuentes son el ciprofloxacino y el trimetoprim-sulfametoxazol. Temblor inducido por fármacos con síntomas parkinsonianos (tabla 1) Es éste un capítulo especialmente importante por su alta prevalencia. En España, en torno a un 20-25% de los síndromes parkinsonianos tienen este origen. Hasta hace poco este cuadro venía a ser sinónimo del uso de antipsicóticos, pero la lista de fármacos se ha incrementado considerablemente2. Los neurolépticos son los fármacos más comúnmente implicados dado su uso generalizado y sus propiedades antidopaminérgicas a nivel estriatal, y su efecto depende de la dosis. Las fenotiacinas y butirofenonas (como el haloperidol) son los más poderosos. El fármaco paradigma es el haloperidol. Los llamados neurolépticos atípicos (risperidona, olanzapina, clozapina) tienen menor probabilidad de inducir trastornos extrapiramidales. Un segundo grupo importante son los antidopaminérgicos periféricos, como la metoclopramida y el cleboride. Un tercer grupo, especialmente importante en España, son algunos antagonistas del calcio (flunaricina y cinaricina); el caso típico es el de una persona de edad avanzada que toma de forma continua uno de estos medicamentos prescritos para “mejorar el riego o los mareos”. Su mecanismo de acción es un bloqueo de los receptores dopaminérgicos postsinápticos. Otros antagonistas del calcio raramente han sido implicados y sólo se han descrito casos anecdóticos referidos al diltiazem y al verapamilo. También se han atribuido posibles efectos parkinsonizantes a algunos antidepresivos inhibidores específicos de la recaptación de serotonina, como la fluoxetina. Otro tanto sucede con la metildopa (utilizado como antihipertensivo), que actuaría como competidor de la dopamina por los receptores. En cuanto a las manifestaciones clínicas, la bradicinesia, que se caracteriza por la pérdida de expresión facial y lentitud de movimientos, suele ser el síntoma más precoz y común, y a menudo la única manifestación. Posteriormente suele asociarse rigidez. Cuando aparece el TEMA MONOGRÁFICO TEMBLOR (Y II) Temblor por enfermedades sistémicas y fármacos J.M. Fernández Carril TABLA II Principales fármacos, tóxicos y enfermedades sistémicas inductoras de temblor Tipo de temblor que se produce Sustancias con acción central Neurolépticos Metoclopramida Antidepresivos Alcohol Litio Reserpina Tetrabenazina Simpaticomiméticos Brocodilatadores Teofilina Teína Cafeína Dopamina Miscelánea Antiepilépticos (valproato) Antiarrítmicos (amiodarona) Mexiletina Calcitonina Hormonas tiroideas Inmunodepresores Abstinencia de alcohol Abstinencia de cocaína Citostáticos Toxinas Nicotina Mercurio Plomo Monóxido de carbono Manganeso Arsénico Naftalina Alcohol Tolueno Dioxinas DDT Esteroides Progesterona Antiestrógenos (tamoxifén) Adrenocorticosteroides Alteraciones metabólicas Hipertiroidismo Hiperparatioridismo Hipomagnesemia Hipocalcemia Hiponatremia Hipoglucemia Síndrome de mialgia-eosinofilia Déficit B12 Encefalopatía hepática Degeneración hepatocerebral crónica Encefalopatía renal R, P R, P P P, I R, P, I R, P R, P P, I P P P P P P P P P P P, I R, P P, I P P, (R, I) P, (R, I) P, (R, I) P, (R, I) P, (R, I) P, I P, I P P P, (R, I) R, P P P P R, P R, P R, I P P P, I R, P, I P, I P, I P, I temblor, más que el típico “de contar monedas” y de reposo propios de la enfermedad de Parkinson idiopática, es más habitual que se trate del postural. Clínicamente tiende a ser un cuadro simétrico, lo que puede ser un punto importante para diferenciarlo de la enfermedad de Parkinson idiopática, que suele comenzar de forma asimétrica. La edad es un factor de riesgo importante, ya que en torno al 70% de los síndromes parkinsonianos ocurre en personas mayores de 60 años. Un porcentaje similar (60-70%) de casos ocurre en mujeres (contrariamente a la enfermedad de Parkinson, más frecuente en varones). Este hecho no tiene explicación conocida y se invoca un reparto diferente de los antipsicóticos en ambos sexos o un pretendido efecto de tipo neuroléptico de los estrógenos. Este síndrome puede aparecer en horas o tras años de medicación, aunque lo más habitual es que se produzca tras algunos meses (según algunos estudios en menos de 3 meses aparece un 90% de los casos en expuestos a neurolépticos); este tiempo suele incrementarse en el caso de los antagonistas del calcio. El síndrome es generalmente reversible en menos de 3 meses tras la suspensión del fármaco causante. Los signos del parkinsonismo, incluyendo el temblor, no mejoran con levodopa. El uso preventivo de anticolinérgi- cos para evitar el parkinsonismo farmacológico es controvertido, por sus efectos secundarios, por poder incrementar un movimiento orofacial irreversible llamado discinesia tardía y porque en muchos pacientes que toman antipsicóticos no se desarrolla parkinsonismo. Aunque el mejor tratamiento consiste en evitar el fármaco que provoca el temblor, esto puede exacerbar la enfermedad psiquiátrica subyacente por la que se prescribió, en el caso de los neurolépticos. El neuroléptico puede sustituirse por otro con pocos efectos adversos extrapiramidales, como la clozapina (uso restringido debido al riesgo de inducir neutropenia) u otros, como la olanzapina (Zyprexa®) o la risperidona (Risperdal®). A veces (en torno al 15%) el cuadro no regresa en años y es difícil de diferenciar de una enfermedad de Parkinson. Se supone que en estos casos podría haberse producido una lesión estructural inducida por el fármaco o que existiera previamente un parkinsonismo subclínico, desenmascarado por el fármaco causante. El tratamiento, entonces, sería similar al de la enfermedad de Parkinson3. Una mención especial merece el temblor tardío, entidad extremadamente rara que aparece tras la exposición prolongada a neurolépticos (al menos 3 meses) y persiste o empeora tras su retirada, sin que aparezcan otros signos parkinsonianos. El llamado “síndrome del conejo” también es considerado un temblor tardío. Es un movimiento que afecta a los labios y la mandíbula. Responde a los anticolinérgicos. TEMBLOR ASOCIADO A ENFERMEDADES SISTÉMICAS El temblor es un síntoma común acompañante de múltiples enfermedades sistémicas y neurológicas. Las características de estos temblores son totalmente inespecíficas y no permiten deducir la enfermedad causante. Entre las principales condiciones sistémicas que pueden acentuar un temblor fisiológico se encuentran la fiebre, la tirotoxicosis, el feocromocitoma y la hipoglucemia. Se han descrito casos de temblor rúbrico en el sida; de temblor esencial en el síndrome de Klinefelter, y de temblor de reposo en formas tardías de ataxia-telangiectasia. El tratamiento de estos tipos de temblor generalmente está condicionado por el tratamiento de la enfermedad subyacente; a veces pueden emplearse fármacos usados en el temblor esencial y ocasionalmente, si es un temblor de reposo o rúbrico, puede ensayarse l-dopa. En pacientes con un temblor fisiológico aumentado debe incluirse en el estudio una serie de parámetros dependiendo de la enfermedad sospechada: T3, T4 libre, TSH, Na+, Ca++, Cl, γ-GT, GOT, GPT, glucosa, urea, creatinina y, si la clínica lo requiere, pueden solicitarse otras determinaciones, como cortisol, hormona paratiroidea, excreción urinaria de cobre en 24 horas, ceruloplasmina y estudios toxicológicos especiales. En la tabla II se recogen los principales fármacos, tóxicos y enfermedades sistémicas inductoras de temblor. Se señala el tipo de temblor producido: P (postural); R (reposo); I (intención)4. Bibliografía 1. Molina JA, Martínez A, Porta J. Formas secundarias de temblor. En: Jiménez FJ, Luquin MR, Molina JA, editores. Tratado de los trastornos del movimiento. Madrid: IM&C, 1998; p. 593-624. 2 Martí Massó JF, Martínez M. Trastornos del movimiento inducidos por fármacos. En: López del Val J, Linazasoro G. Trastornos del movimiento. Gerona: Asociación española del estudio de los ganglios basales, 2000; p. 65-78. 3. Llau ME, Nguyen L, Senard JM, Rascol O, Montastruc JL. Syndromes parkinsoniens d’origine médicamenteuse: experience d’un centre regional de pharmacovigilance sûr dix ans. Rev Neurol (Paris) 1994;11:757-62. 4. Deuschl G, Krack P. Tremors: differential diagnosis, neurophysiology, and pharmacology. En: Jankovic J, Tolosa E, editores. Parkinson’s disease and movement disorders. Maryland: Williams & Wilkins, 1998; p. 419-52.