Actualidad de una antigua película EL EVANGELIO según SAN MATEO Cuando en Semana Santa la televisión insiste en las mismas películas sentimentaloides, trilladas y de dudosa religiosidad, se nos viene a la memoria El Evangelio según San Mateo de Pasolini, quizás el mejor filme, a nuestro juicio, sobre Jesucristo. Las reflexiones que proponemos a continuación no pretenden más que constituirse en una motivación para ver esta película que hoy se encuentra en formato de video. Carlos I. Cásale Rolle* * Doctor en Teología Universidad de Tubinga (Alemania). Profesor de la Facultad de Teología, PUC. Luego de que asistiera a un Congreso de Cineastas en Asís en 1962, Pasolini no podía abandonar la bella ciudad para dirigirse a Roma. La llegada del entonces papa Juan XXIII (a quien posteriormente el cineasta italiano le dedicara la película que comentamos) había provocado un descomunal tráfico. En el cuarto de su hotel, Pasolini descubrió que el único material de lectura con que contaba era el Nuevo Testamento. Al terminar de leerlo, el cineasta ya había tomado la decisión de realizar una película acerca de los evangelios. Buscó asesoría religiosa y laica para llevar a cabo su empresa: "De los cuatro evangelistas, Mateo era el más popular, el más consciente de la historia. Mostraba las aspiraciones del pueblo hebreo y a Cristo como el realizador de las profecías del Antiguo Testamento. Me gustó el Cristo de Mateo: vigoroso, exigente, absoluto, un Cristo que dijo 'no vine a traer la paz sino la guerra' (Mt 10, 34)". Pasolini tuvo la intención de ofrecer una figura de Cristo absolutamente despojada de santidad o misticismo, utilizando un estilo ascético y alejado de las estampas colorinches y de estilo "kitsch", del tipo El niño Jesús o de la superproducción bíblica hollywoodenseen la tradición heredada porCecil B. de Mille o por producciones como LJ Biblia, Rey de reyes o La historia más grande jamás contada. Para mantener la severidad del asunto, decidió filmar en blanco y negro, utilizar actores aficionados y rodar en exteriores naturales, lo que además se ajustaba a su presupuesto de aproximadamente 150.000 dólares. Para el rol de Jesucristo, Pasolini eligió a Enrique Irazoqui, estudiante catalán de literatura que se acercó al cineasta para hacerle algunas consultas relacionadas con su trabajo académico. De inmediato Pasolini asoció su rostro duro, la mirada firme y la piel olivácea del estudiante con las pinturas del Greco, referencia pictórica que había elegido para su Jesucristo. Hay que decir que el Nuevo Testamento no ofrece una descripción del rostro de Jesús o de su anatomía, por !o cual la figura del actor de Pasolini es tan válida como la de los artistas anglosajones, como por ejemplo el del Cristo de Zeffirelli. Las figuras de Cristo del Greco son especialmente interesantes, ya que el pintor era gran conocedor de la tradición iconográfica bizantina, una de cuyas riquezas era la trans misión oral ancestral de las características fisonómicas de Jesús. Más tarde, en el proceso de montaje, la voz de Irazoqui fue doblada por el actor Enrico María Salerno. El rol de María, la madre de Jesús ya anciana, Pasolini se lo ofreció a su propia madre; Judas era un camionero de Roma y María de Betania era la novelista Natalia Ginzburg. fe*-' * La mirada de Jesús —al vacío— da un valor místico, religioso y popular a unos acontecimientos que no se rigen por el espacio ni el tiempo. E L DISCURSO DE UN ATEO Al comenzar en 1964 el rodaje, el cineasta declaró a un diario inglés: "Desde hace cinco meses estoy sumergido en la pintura de los siglos XIV y XV, especialmente de Piero Del la Francesca y de Buccio. Creo que con ellos encontré la fórmula plástica de mi película. Del mismo modo, me he empapado de la música tradicional cristiana desde Bach hasta la misa africana Luba. La síntesis artístico-popular de la tradición occidental religiosa me era indispensable". Prácticamente todo el diálogo de la película (¡finalmente su guión!) y los acontecimientos que se cuentan están basados directamente en el texto del evangelio de Mateo, a diferencia de otras películas sobre Jesús. La película de Zeffirelli, por ejemplo, es más bien una amalgama de todos los evangelistas, con lo que a mi juicio se pierde "mordida cinematográfica", pues en parte se diluye el carácter propio de cada autor de los evangelios. Muchos pasajes fueron condensador, reestructurados o simplemente omitidos, como la Transfiguración de Cristo. Pasolini confesó a una revista francesa que había elegido el evangelio de Mateo "porque era un historiador objetivo y popular, que se limitaba a contar la historia de un hombre nacido en la miseria, que murió después de una existencia breve y dramática y legó a los hombres un mensaje de paz y amor". Por su parte, la revista Nouvet Observateur consideró que el Cristo de Pasolini era un indivi- • duo que predicaba la huelga en lugar de la conformidad, a lo que el cineasta respondió por escrito: "Mi película no es simplemente un filme religioso. Yo soy ateo, pero quise contar la historia del Hijo de Dios, sin traicionar el criterio del creyente ni el mío propio como argumentista. Usé entonces lo que los novelistas llaman 'discurso libre indirecto', que consiste en mirar a través de los ojos de los demás sin olvido de mí mismo. Pero no pude evitar la mezcla de estilos y de técnicas (cine-verdad con estilo sacramental) que confieren la tensión interna de la película, y la contradicción teológica de un Cristo hombre y Dios, simultáneamente". A mi parecer, este "discurso libre indirecto" es la clave interpretativa para acercarse al filme de Pasolini: ¿dónde estamos nosotros con respecto a la "palabra"? C O N D E N A MARXISTA En otra entrevista Pasolini señaló: "Personalmente, considero a Cristo como un hombre. Pero mi formación dentro de una cultura que durante 2.000 años ha creído y cree en la divinidad del Hijo de María me incapacitó para reducirlo a la condición humana. Los comunistas no disimulan su enojo por este Evangelio según San Mateo con un Cristo hacedor de milagros y un evangelista que difiere por su estilo místico al cronista normal de una época histórica determinada. Yo mismo como marxista les encuentro cierta razón en su crítica". Pasolini quiso señalar a Cristo como un reformador social, hacedor de milagros, pobre entre Cin e los pobres, que ama a los oprimidos y castiga a los poderosos, viril y fuerte, imbuido en su misión y adelantado a su época, dimensiones humanas que las iglesias cristianas no niegan. Pero, además, este Cristo desdeña a su madre, no carga cruces ni sonríe, como tampoco cae en trance místico ni predica la conformidad o la dulzura. Aunque no lo expulsaron del partido, los comunistas, que no se podían resignar a que un cámarada se alejara tanto de su ideología recreando santos y milagros, no vacilaron en condenar la película como "lenta, beata y sin novedad". Voceros marxistas ingleses declararon: 'Tenemos un camaracla rebelde pero genial; que lo primero se le perdone por lo segundo. El misterio de la vida y de la muerte y en especial el de la religión no interesa a una doctrina materialista como la nuestra. Pero Rasolini sufre de angustias metafísicas más poderosas que su razón. Creemos que una película con milagros es la peor recomendación actual para una secta como la católica, que tambalea justamente por milagrera y otros acápites igualmente absurdos para el hombre "Lo convu i|ue Pasolini ciencia ni pensante y moderno". A objeto de mantener rigurosidad casi documental en su producción, Pasolini tituló originalmente su película como "El Evangelio según Mateo". No obstante, para su distribución en Inglaterra y toda América, Pasolini se vio obligado a agregar el "San" al título a objeto de no herir susceptibilidades religiosas. Para fundamentar el premio otorgado por la Oficina Católica Internacional del Cine (OCIO, en el Festival deVenecia, la institución publicó en Cinematógrafo, su órgano de difusión fílmica: "Con criterio puramente cinematográfico consideramos que la película de Pasolini es una muestra excelente de Séptimo Arte hecho con buen gusto y talento aunque sin dinero. Con criterio religioso declaramos que jamás se hizo una versión del evangelio y de la vida de Cristo con menos sentimentalismo barato y ninguna concesión comercial o convencional. El hecho de que Cristo resulte más convincente acusando a los fariseos y a los ricos que al hablar de su misión redentora de Hijo de Dios, que la voz de Cristo fustigue y no acaricie, que los ju- díos parezcan distintos por su condición social en vez de marcar la diferencia en la actitud religiosa, todo esto carece de importancia. Lo que interesa es que Pasolini, sin renunciar a sus convicciones marxistas, nos trae una conciencia más profunda de Cristo y su evangelio". L A P A L A B R A FILMADA Creemos que esta película pertenece al género biográfico, cuya grandeza consiste en filmar la mayor historia de un hombre de la manera más humilde y silenciosa posible. Las imágenes tienen tal viveza y sinceridad, que parece que 1964 años después el cine se hubiera trasladado a la época de los hechos. Así como Orson Welles desconstruye la realidad para hacer de Charles Foster Kane ¡a mayor biografía de ficción del cine {('¡utLichno Knnc), Pasolini construye la realidad con la desnudez histórica de Jesucristo. Su mirada —al vacío— da un valor místico, religioso y popular a unos acontecimientos que no se rigen por el espacio ni el tiempo. La cámara de Pasolini, muchas veces en mano y a la allura del rostro, es el punto de vista del hombre que sigue las palabras de Jesucristo; y es la palabra lo que Pasolini filma. A veces Jesucristo predica con el rostro sobre el hombre, mirando a sus espaldas; otras veces la cámara está detrás, justo sobre su cabeza; o se ubica de frente, en primer plano. Después de las palabras, Jesucristo emprende su caminata y arrastra a quienes lo siguen en un movimiento descendente, bajando escaleras, senderos o cerros despoblados. Esta situación, repelida a lo largo de la película, señala el ciclo descendente de Jesucristo y su palabra en el territorio del hombre (el ciclo de la "katábasis" de la "kénosis", del amor de la renuncia a la propia seguridad). Un ciclo que luego, en el calvario y la muerte, se revertirá en ascenso: las escalinatas del templo de los jueces, el calvario en busca de la cruz y, finalmente, la crucifixión (el camino de la "anábasis", de la salvación del hombre que por medio de Cristo asciende a su verdadera dimensión). Este filme (con todas las limitaciones biográficas que el autor tiene para un creyente, ya que sólo como Hijo eterno Jesucristo aparece en toda su dimensión) presenta un aspecto importante del cristianismo: sólo en toda la concreción del rostro de Cristo aparece la singularidad de alguien que me reclama en loda su universalidad, y que me provoca la sorpresa y el desconcierto de que yo nunca tengo la última "palabra".<Z]