Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL EN LENGUA ESPAÑOLA Unicuique suum Año XLVII, número 24 (2.419) Non praevalebunt Ciudad del Vaticano 12 de junio de 2015 La invitación del Pontífice a los cristianos en el Corpus Christi Libres de la corrupción «La Eucaristía no es un premio para los buenos, sino que es la fuerza para los débiles, para los pecadores», el único verdadero antídoto capaz de liberar al hombre de la corrupción. El jueves 4 de junio, en la misa del Corpus Christi en el atrio de la basílica de San Juan de Letrán, antes de la procesión eucarística hasta Santa María la Mayor, una vez más el Papa lanzó una severa advertencia contra el peligro de la corrupción. Enriqueciendo el texto preparado con algunas consideraciones espontáneas, el Pontífice alertó sobre una doble amenaza, sintetizada por los términos «disgregarnos» y «depreciarnos». HOMILÍA DEL PAPA EN PÁGINA Finaliza la décima reunión del Consejo de cardenales Las reformas en ámbito económico y financiero, la acción de tutela de los menores, la reorganización de los medios de comunicación vaticanos, la próxima encíclica del Papa Francisco sobre el medio ambiente: fueron estos los temas afrontados durante la décima reunión del Consejo de cardenales, que tuvo lugar del 8 al 10 de junio en el Vaticano, con la presencia del Pontífice en la mayor parte de los encuentros. 3 PÁGINA 14 El Papa en Sarajevo indica las palabras clave de la reconciliación Memoria, perdón, diálogo Pasado y futuro GIOVANNI MARIA VIAN De Tirana a Sarajevo las visitas del Papa Francisco en Europa muestran claramente su elección de ir allí donde, en años no tan lejanos, el sufrimiento ha sido más grande. Y eso se entendió inmediatamente por la decisión de realizar el primer viaje del pontificado a Lampedusa —lugar simbólico de las repetidas tragedias de la inmigración ante las cuales no es lícito permanecer inertes o cerrarse, como con demasiada frecuencia se constata— y por los discursos que el Pontífice pronunció en Estrasburgo ante las instituciones europeas para alentar a los políticos a hacerse cargo de las fragilidades del continente. Mensajero de paz en un país donde aún se sufren las consecuencias del primer grave conflicto europeo después del final de la segunda guerra mundial, Bergoglio repitió a los responsables políticos —pero dirigiéndose a cada habitante de Bosnia y Herzegovina— que la paz se debe construir día a día, con la paciencia y la pasión de los artesanos. Y por esto rezó, en especial durante la misa que reunió a la minoría católica, perseguida y en los últimos tiempos reducida en número, pero que supo y sabe testimoniar la fe con el perdón. SIGUE EN LA PÁGINA 8 Desde la «Jerusalén de Occidente», antigua cuna de la convivencia entre culturas, etnias y religiones, el Papa Francisco lanzó una nueva admonición contra la guerra e invitó a perseverar en el «diálogo paciente y confiado» para cerrar las heridas del pasado. El sábado 6 de junio, apenas llegó a Sarajevo —ciudad que aún muestra las cicatrices de la de- Ángelus del domingo 7 de junio en la plaza de San Pedro La Eucaristía escuela de caridad y solidaridad PÁGINA 2 vastación causada por el sangriento conflicto de hace veinte años—, el Pontífice exhortó a toda la comunidad de Bosnia y Herzegovina a «mirar hacia el futuro con esperanza» dejando de lado viejos rencores y apostando con decisión por la «cultura del encuentro» como único antídoto contra la «barbarie de los que toman ocasión y pretexto de cualquier diferencia para una violencia cada vez más brutal». Se sucedieron luego a lo largo de las jornada diversos encuentros. A la ceremonia de bienvenida en el palacio presidencial y al encuentro con las autoridades siguió la celebración eucarística en el estadio Koševo con la presencia de miles de fieles. Por la tarde tuvieron lugar tres citas: en la catedral, con los sacerdotes, religiosos y seminaristas; en el Centro estudiantil internacional franciscano, el encuentro ecuménico e interreligioso; y en el Centro diocesano juvenil San Juan Pablo II, el encuentro con los jóvenes. A lo largo del viaje resonó firme la invitación a construir un futuro distinto, de paz. PÁGINAS 5 A 12 Sobre la práctica de atar a los enfermos psiquiátricos y ancianos Que no se convierta en el lecho de Procusto FERDINAND O CANCELLI EN PÁGINA 2 L’OSSERVATORE ROMANO página 2 viernes 12 de junio de 2015, número 24 En el Ángelus el Pontífice recuerda el viaje a Sarajevo y exhorta a la reconciliación Un camino posible La Eucaristía escuela de caridad y solidaridad «La Eucaristía, fuente de amor para la vida de la Iglesia, es escuela de caridad y solidaridad». Lo subrayó el Papa en el Ángelus del domingo 7 de junio, en la plaza de San Pedro. Queridos hermanos ¡buenos días! y hermanas, Hoy se celebra en muchos países, entre ellos Italia, la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cris- to o, según la expresión en latín más conocida, la solemnidad del Corpus Christi. El Evangelio presenta el relato de la institución de la Eucaristía, realizada por Jesús durante la última Cena, en el cenáculo de Jerusalén. La víspera de su muerte redentora en la cruz, Él realizó lo que había predicho: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo... El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él» (Jn 6, 51.56). Jesús toma entre sus manos el pan y dice «Tomad, esto es mi Cuerpo» (Mc 14, 22). Con este gesto y con estas palabras, Él asigna al pan una función que no es más la de simple alimento físico, sino la de hacer presente su Persona en medio de la comunidad de los creyentes. La última Cena representa el punto de llegada de toda la vida de Cristo. No es solamente anticipación de su sacrificio que se realizará en la cruz, sino también síntesis de una existencia entregada por la salvación de toda la humanidad. Por lo tanto, no basta afirmar que en la Eucaristía Jesús está presente, sino que es necesario ver en ella la presencia de una vida donada y participar de ella. Cuando tomamos y comemos ese Pan, somos asociados a la vida de Jesús, entramos en comunión con Él, nos comprometemos a realizar la comunión entre nosotros, a transformar nuestra vida en don, sobre todo a los más pobres. La fiesta de hoy evoca este mensaje solidario y nos impulsa a acoger Sobre la práctica de atar a los enfermos psiquiátricos y ancianos Que no se convierta en el lecho de Procusto FERDINAND O CANCELLI «La práctica de atar a los pacientes y las pacientes contra su voluntad todavía se aplica, de manera no excepcional, sin que exista la debida atención a la gravedad del problema, ni por parte de la opinión pública ni de las instituciones». El informe de la Comisión nacional de bioética (CNB) que lleva por título «La contención: problemas bioéticos», aprobado por unanimidad en el pleno del pasado 24 de abril, y que se puede consultar en la página web de la propia comisión, afronta un tema sólo aparentemente distante de la realidad cotidiana de los enfermos psiquiátricos, los ancianos y, en general, de los pacientes frágiles: el de la contención física en los lugares que deberían ser de cuidado. El documento, a través de un detallado análisis bioético y normativo, introduce en la realidad de un fenómeno que podría creerse desaparecido pero que subsiste protegido por la sombra de las justificaciones falsas y de la falta de vigilancia y estudio. «No se puede decir que la contención mecánica sea una práctica excepcional y extrema ratio cuando en media se ata a un diez por ciento de los enfermos hospitalizados por crisis psiquiátrica, y más aún si tenemos en cuenta los servicios que van más allá de la media alcanzando picos del veinticinco por ciento» afirma un estudio reali- L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Ciudad del Vaticano ed.espanola@ossrom.va www.osservatoreromano.va GIOVANNI MARIA VIAN director Giuseppe Fiorentino subdirector zado hace unos años en los principales Spdc (Servicios psiquiátricos de diagnóstico y tratamiento) de Roma y recogido en el dictamen. Estar atado a la propia cama una media de 14 horas y, en algún caso, «durante 9 días consecutivos»: este dato se puede tomar como símbolo de la «represión» de la asistencia psiquiátrica que sigue infestando como un fantasma el modus operandi de algunos servicios. La CNB «reitera el horizonte bioético de la superación de la contención en el contexto de un nuevo paradigma de atención basado en el reconocimiento de la persona como tal, en la plenitud de sus derechos» y afirma con fuerza que esa práctica «representa en sí misma una violación de los SIGUE EN LA PÁGINA 12 TIPO GRAFIA VATICANA EDITRICE L’OSSERVATORE ROMANO don Sergio Pellini S.D.B. director general Marta Lago Servicio fotográfico photo@ossrom.va redactor jefe de la edición Publicidad: Il Sole 24 Ore S.p.A. Redacción System Comunicazione Pubblicitaria via del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano Via Monte Rosa 91, 20149 Milano segreteriadirezionesystem@ilsole24ore.com teléfono 39 06 698 99410 la invitación íntima a la conversión y al servicio, al amor y al perdón. Nos estimula a convertirnos, con la vida, en imitadores de lo que celebramos en la liturgia. El Cristo, que nos nutre bajo las especies consagradas del pan y del vino, es el mismo que viene a nuestro encuentro en los acontecimientos cotidianos; está en el pobre que tiende la mano, está en el que sufre e implora ayuda, está en el hermano que pide nuestra disponibilidad y espera nuestra acogida. Está en el niño que no sabe nada de Jesús, de la salvación, que no tiene fe. Está en cada ser humano, también en el más pequeño e indefenso. La Eucaristía, fuente de amor para la vida de la Iglesia, es escuela de caridad y solidaridad. Quien se nutre del Pan de Cristo no puede quedar indiferente ante los que no tienen el pan cotidiano. Y hoy, lo sabemos, es un problema cada vez más grave. Que la fiesta del Corpus Christi inspire y alimente cada vez más en cada uno de nosotros el deseo y el compromiso por una sociedad acogedora y solidaria. Pongamos estos deseos en el corazón de la Virgen María, Mujer eucarística. Que Ella suscite en todos la alegría de participar en la santa misa, especialmente el domingo, y la valentía alegre de testimoniar la infinita caridad de Cristo. Al término de la oración mariana el Pontífice habló del viaje realizado a Sarajevo y recordó que el viernes 12 de junio, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, se celebrará el día mundial contra el trabajo infantil. Queridos hermanos y hermanas: Leo allí: Bienvenido. Gracias. Porque, ayer fui a Sarajevo, en Bosnia y Herzegovina, como peregrino de paz y esperanza. Sarajevo es una ciudad-símbolo. Durante siglos ha sido lugar de convivencia entre pueblos y religiones, tanto como para ser llamada «Jerusalén de occidente». En el pasado reciente se ha convertido en símbolo de las destruccioSIGUE EN LA PÁGINA 3 Tarifas de suscripción: Italia - Vaticano: € 58.00; Europa (España + IVA): € 100.00 - $ 148.00; América Latina, África, Asia: € 110.00 - $ 160.00; América del Norte, Oceanía: € 162.00 - $ 240.00. Administración: 00120 Ciudad del Vaticano, teléfono + 39 06 698 99 480, fax + 39 06 698 85 164, e-mail: suscripciones@ossrom.va. En México: Arquidiócesis primada de México. Dirección de Comunicación Social. San Juan de Dios, 222-C. Col. Villa Lázaro Cárdenas. CP 14370. Del. Tlalpan. México, D.F.; teléfono + 52 55 5594 11 25, + 52 55 5518 40 99; e-mail: losservatore@prodigy.net.mx, or.mexico@ossrom.va. En Argentina: Arzobispado de Mercedes-Luján; calle 24, 735, 6600 Mercedes (B), Argentina; teléfono y fax + 2324 428 102/432 412; e-mail: osservatoreargentina@yahoo.com. En Perú: Editorial salesiana, Avenida Brasil 220, Lima 5, Perú; teléfono + 51 42 357 82; fax + 51 431 67 82; e-mail: editorial@salesianos.edu.pe. número 24, viernes 12 de junio de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 3 En la misa del Corpus Christi el Papa pide a los cristianos no dejarse arrollar por competiciones, arrogancia y mediocridad Libres de la corrupción Una severa advertencia contra la corrupción lanzó el Papa Francisco en la misa del Corpus Christi, que celebró el jueves 4 de junio, por la tarde, en el atrio de la basílica de San Juan de Letrán. Hemos escuchado: en la [Última] Cena Jesús entregó su Cuerpo y su Sangre mediante el pan y el vino, para dejarnos el memorial de su sacrificio de amor infinito. Y con este «viático» lleno de gracia, los discípulos tienen todo lo necesario para su camino a lo largo de la historia, para llevar a todos el reino de Dios. Luz y fuerza será para ellos el don que Jesús hizo de sí mismo, inmolándose voluntariamente en la cruz. Y este Pan de vida ha llegado hasta nosotros. Ante esta realidad nunca acaba el asombro de la Iglesia. Un asombro que alimenta siempre la contemplación, la adoración, y la memoria. Nos lo demuestra un texto muy bonito de la Liturgia de hoy, el Responsorio de la segunda lectura del Oficio de lecturas, que dice así: «Reconoced en el pan al mismo que pendió en la cruz; reconoced en el cáliz la sangre que brotó de su costado. Tomad, pues, y comed el cuerpo de Cristo, tomad y bebed su sangre. Sois ya miembros de Cristo. Comed el vínculo que os mantiene unidos, no sea que os disgreguéis; Ángelus del domingo 7 de junio VIENE DE LA PÁGINA 2 nes de la guerra. Ahora está en proceso de reconciliación, y sobre todo he ido por esto: para animar ese camino de convivencia pacífica entre poblaciones diferentes; un camino agotador, difícil ¡pero posible! Y lo están haciendo bien. Renuevo mi reconocimiento a las autoridades y a toda la población por la acogida calurosa. Doy las gracias a la querida comunidad católica, a la que he querido llevar el afecto de la Iglesia universal y agradezco especialmente a todos los fieles: ortodoxos, musulmanes, judíos y a los de las otras minorías religiosas. He apreciado el compromiso de colaboración y solidaridad entre personas de diferentes religiones, instando a todos a llevar adelante la obra de reconstrucción espiritual y moral de la sociedad. Trabajan juntos como verdaderos hermanos. Que el Señor bendiga Sarajevo y Bosnia y Herzegovina. El próximo viernes, en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, pensemos en el amor de Jesús, en cómo nos ha amado; en su corazón está todo este amor. El próximo viernes también se celebra el Día mundial contra el trabajo infantil. Muchos niños en el mundo no tienen la libertad de jugar, de ir a la escuela y terminan siendo explotados como mano de obra. Deseo el compromiso atento y constante de la comunidad internacional para la promoción del reconocimiento activo de los derechos de la infancia. Y ahora os saludo a todos vosotros, queridos peregrinos de Italia y de distintos países. ¡Veo banderas de distintos países! A todos os deseo un feliz domingo. Por favor, no olvidéis rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista! bebed el precio de vuestra redención, no sea que os depreciéis». Existe un peligro, existe una amenaza: disgregarnos, despreciarnos. ¿Qué significa, hoy, este disgregarnos y depreciarnos? Nosotros nos disgregamos cuando no somos dóciles a la Palabra del Señor, cuando no vivimos la fraternidad entre nosotros, cuando competimos por ocupar los primeros sitios —los trepadores—, cuando no encontramos la valentía de testimoniar la caridad, cuando no somos capaces de dar esperanza. Así nos disgregamos. La Eucaristía nos ayuda a no disgregarnos, porque es vínculo de comunión, es realización de la Alianza, signo vivo del amor de Cristo que se humilló y abajó para que nosotros permaneciésemos unidos. Participando en la Eucaristía y alimentándonos de ella, somo introducidos en un camino que no admite divisiones. El Cristo presente en medio de nosotros, en el signo del pan y del vino, exige que la fuerza del amor supere toda laceración, y al mismo tiempo se convierta en comunión también con el más pobre, apoyo para el débil, atención fraterna hacia quienes luchan por sostener el peso de la vida diaria, y están en peligro de perder la fe. Y luego, la otra palabra: ¿qué significa hoy para nosotros depreciarnos, o sea aguar nuestra dignidad cristiana? Significa dejarnos mellar por las idolatrías de nuestro tiempo: el aparentar, el consumir, el yo en el centro de todo; pero también ser competitivos, la arrogancia como actitud triunfante, el no admitir nunca haberme equivocado o tener necesidad. Todo esto nos deprecia, nos hace cristianos mediocres, tibios, insípidos, paganos. Jesús derramó su Sangre como precio y como lavacro, para que fuésemos purificados de todos los pecados: para no depreciarnos, mirémosle a Él, bebamos en su fuente, para ser preservados del peligro de la corrupción. Y entonces experimentaremos la gracia de una transformación: nosotros seguiremos siendo siempre pobres pecadores, pero la Sangre de Cristo nos liberará de nuestros pecados y nos restituirá nuestra dignidad. Nos liberará de la corrupción. Sin nuestro mérito, con sincera humildad, podremos llevar a los her- manos el amor de nuestro Señor y Salvador. Seremos sus ojos que van en busca de Zaqueo y de la Magdalena; seremos su mano que socorre a los enfermos en el cuerpo y en el espíritu; seremos su corazón que ama a los necesitados de reconciliación, misericordia y comprensión. De este modo la Eucaristía actualiza la Alianza que nos santifica, nos purifica y nos une en comunión admirable con Dios. Aprendemos así que la Eucaristía no es un premio para los buenos, sino que es la fuerza para los débiles, para los pecadores. Es el perdón, es el viático que nos ayuda a dar pasos, a caminar. Hoy, fiesta del Corpus Christi, tenemos la alegría no sólo de celebrar este misterio, sino también de alabarlo y cantarlo por las calles de nuestra ciudad. Que la procesión que haremos al término de la misa, exprese nuestro reconocimiento por todo el camino que Dios nos hizo recorrer a través del desierto de nuestras pobrezas, para hacernos salir de la condición servil, alimentándonos con su Amor mediante el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre. Dentro de un rato, mientras caminemos a lo largo de la calle, sintá- monos en comunión con los numerosos hermanos y hermanas nuestros que no tienen la libertad de expresar su fe en el Señor Jesús. Sintámonos unidos a ellos: cantemos con ellos, alabemos con ellos, adoremos con ellos. Y veneremos en nuestro corazón a los hermanos y hermanas a quienes se les ha pedido el sacrificio de la vida por fidelidad a Cristo: que su sangre, unida a la del Señor, sea prenda de paz y reconciliación para todo el mundo. Y no olvidemos: «Comed el vínculo que os mantiene unidos, no sea que os disgreguéis; bebed el precio de vuestra redención, no sea que os depreciéis». L’OSSERVATORE ROMANO página 4 viernes 12 de junio de 2015, número 24 La misa de cada día con el Papa La última palabra La «identidad cristiana» encuentra su fuerza en el testimonio y no conoce ambigüedad: por ello el cristianismo no puede ser «aguado», no puede esconder su ser «escandaloso» y transformado en una «bonita idea» para quien siempre tiene necesidad de «novedad». Y atención también a la tentación de la mundanidad, propia de quien «ensancha la conciencia» en tal medida que en ella quepa todo. Lo afirmó el Papa en la misa que celebró el martes 9 de junio, por la mañana, en la capilla de la Casa Santa Marta, recordando que «la última palabra de Dios se llama “Jesús” y nada más». «La liturgia de hoy nos habla de la identidad cristiana», destacó el Papa Francisco, proponiendo inmediatamente la cuestión central: «¿Cuál es esta identidad cristiana?». Refiriéndose a la primera lectura del día (2 Cor 1, 18-22), el Papa recordó que «Pablo comienza contando a los Corintios las cosas vividas, algunas persecuciones», y «el testimonio que dieron de Jesucristo». Y, en concreto, les escribe: «Es motivo de orgullo para mí —es decir yo me enorgullezco de mi identidad cristiana— que haya sido así. Y Dios es testigo de que nuestra palabra hacia vosotros es “sí”, es decir nosotros os hablamos de nuestra identidad, la que es». «Para llegar a esa identidad cristiana —explicó el Papa Francisco— nuestro Padre, Dios, nos hizo recorrer un largo camino de historia, siglos y siglos, con figuras alegóricas, con promesas, alianzas, y así hasta el momento de la plenitud de los tiempos, cuando envió a su Hijo nacido de mujer». Se trata, por lo tanto, de «un largo camino». Y, afirmó el Papa, «también nosotros debemos hacer en nuestra vida un largo camino, para que nuestra identidad cristiana sea fuerte y dé testimonio». Un camino, precisó, «que podemos definir de la ambigüedad a la identidad auténtica». Así, pues, en la carta a los Corintios el apóstol escribe que «la palabra que os dirigimos no es sí y no, ambigua». En efecto, añade Pablo, «el Hijo de Dios, Jesucristo, que fue anunciado entre vosotros... no fue sí y no, sino que en Él sólo hubo sí». He aquí, entonces, dijo el Pontífice que «nuestra identidad está precisamente en imitar, en seguir a este Cristo Jesús, que es el “sí” de Dios para nosotros». Y «esta es nuestra vida: caminar todos los días para reforzar esta identidad y dar testimonio de ella, paso a paso, pero siempre hacia el “sí”, no con ambigüedad». «Es verdad», reconoció luego el Pontífice, «está el pecado y el pecado nos hace caer, pero nosotros tenemos la fuerza del Señor para levantarnos y seguir adelante con nuestra identidad». Pero, añadió, «yo diría también que el pecado es parte de nuestra identidad: somos pecadores, pero pecadores con fe en Jesucristo». En efecto, «no es sólo una fe de conocimiento» sino «una fe que es un don de Dios y que ha entrado en nosotros desde Dios». Así, explicó el Papa, «es Dios mismo quien nos confirma en Cristo. Y nos ha conferido la unción, nos ha impreso el sello, el adelanto, la prenda del Espíritu en nuestro corazón». Sí, repitió el Papa Francisco, «es Dios quien nos da este don de la identidad» y «el problema es ser fiel a esta identidad cristiana y dejar que el Espíritu Santo, que es precisamente la garantía, la prenda en nuestro corazón, nos conduzca hacia adelante en la vida». «Somos personas que no vamos detrás de una filosofía», afirmó también el Pontífice porque «tenemos un don, que es nuestra identidad: somos ungidos, tenemos impreso en nosotros el sello y tenemos dentro de nosotros la garantía, la garantía del Espíritu». Y «el Cielo comienza aquí, es una identidad hermosa que se refleja en el testimonio». Por esto, añadió, «Jesús nos habla del testimonio como el lenguaje de nuestra identidad cristiana» cuando dice: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?». Se refiere al pasaje evangélico de san Mateo propuesto hoy por la liturgia (5, 13-16). Cierto, continuó el Papa, «la identidad cristiana, porque somos pecadores, es también tentada, es tentada, sufre la tentación —las tentaciones siempre están— y puede ir tras ella, puede debilitarse y puede perderse». ¿Pero cómo puede ser esto? «Yo pienso —sugirió el Pontífice— que se puede ir tras ello principalmente por dos caminos». El primero, explicó, es «el de pasar del testimonio a las ideas» y esto es «aguar el testimonio». Como si se dijese: «Pues sí, soy cristiano, el cristianismo es esto, una bonita idea, yo rezo a Dios». Así «del Cristo concreto, porque la identidad cristiana es concreta —lo leemos en las Bienaventuranzas; esta realidad concreta está también en el capítulo 25 de san Mateo—, pasamos a esta religión un poco soft, en el aire y en el camino de los gnósticos». Detrás, en cambio, «está el escándalo: esta identidad cristiana es escandalosa». Como consecuencia «la tentación es decir “no, no, sin escándalo; la cruz es un escándalo; que Dios se haya hecho hombre» es «otro escándalo» y se deja a un lado; es decir, buscamos a Dios «con estas espiritualidades cristianas un poco etéreas, vagas». En tal medida, afirmó el Papa, que «están los agnósticos modernos y te proponen esto, esto: no, la última palabra de Dios es Jesucristo, no hay otra». «Por este camino», continuó el Papa Francisco, están también «los que siempre necesitan la novedad de la identidad cristiana: olvidaron que fueron elegidos, ungidos, que tienen la garantía del Espíritu, y buscan: “¿Dónde están los videntes que nos comunican hoy la carta que la Virgen nos mandará a las 4 de la tarde?”. Por ejemplo, ¿no? Y viven de esto». Pero «esto no es identidad cristiana. La última palabra de Dios se llama “Jesús” y nada más». «Otro camino para dar un paso atrás en la identidad cristiana es la mundanidad», continuó el Papa. Es decir «ensanchar tanto la conciencia que allí dentro entra todo: “Sí, nosotros somos cristianos, pero esto sí…”, no sólo moralmente, sino también humanamente». Porque «la mundanidad es humana, y así la sal pierde el sabor». He aquí porqué, explicó el Papa, «vemos comunidades cristianas, incluso cristianos, que se llaman cristianos, pero no pueden y no saben dar testimonio de Jesucristo». Y «así la identidad va hacia atrás, va hacia atrás y se pierde» y es «este nominalismo mundano lo que nosotros vemos todos los días». «En la historia de la salvación —dijo el Papa Francisco— Dios, con su paciencia de Padre, nos condujo de la ambigüedad a la certeza, a la realidad concreta de la encarnación y la muerte redentora de su Hijo: esta es nuestra identidad». Y «Pablo se enorgullece de esto: Jesucristo, hecho hombre; Dios, el Hijo de Dios, hecho hombre y muerto por obediencia». Sí, destacó el Pontífice, Pablo «se enorgullece de esto» y «esta es la identidad y allí está el testimonio». Es «una gracia que debemos pedir al Señor: que siempre nos dé este regalo, este don de una identidad que no busque acomodarse a las cosas que le harían perder el sabor de la sal». Antes de continuar la celebración eucarística, el Papa Francisco no dejó de destacar que también esta es «un “escándalo”». Es más, concluyó: «Me permito decir que es “un doble escándalo”». Primero, explicó, «porque es el “escándalo” de la cruz: Jesús que entrega su vida por nosotros, el Hijo de Dios». Y luego «el “escándalo” que nosotros cristianos celebramos la memoria de la muerte del Señor y sabemos que aquí se renueva esa memoria». Así, precisamente la celebración eucarística «es un testimonio de nuestra identidad cristiana». Audiencia al presidente de la Federación rusa El Papa Francisco recibió en audiencia el miércoles 10 de junio, por la tarde, al presidente de la Federación rusa, Vladimir Putin. El coloquio privado en la Biblioteca del palacio apostólico —que inició hacia las 18.15 y duró casi 50 minutos— se centró principalmente en el conflicto en Ucrania y la situación en Oriente Medio. Respecto a Ucrania —como expresó en una nota el director de la Oficina de prensa de la Santa Sede— el Pontífice afirmó que es necesario comprometerse en un sincero y gran esfuerzo para hacer realidad la paz. Se coincidió en la importancia de reconstruir un clima de diálogo y en la necesidad de que todas las partes se comprometan para hacer realidad los acuerdos de Minsk. Esencial también el compromiso para afrontar la grave situación humanitaria, asegurando, entre otras cosas, el acceso a los agentes humanitarios y la aportación de todas las partes para una progresiva distensión en la región. En lo que concierne, en cambio, a los conflictos actuales en Oriente Medio, en los territorios de Siria e Irak, se confirmó lo ya compartido sobre la urgencia de perseguir la paz con el interés concreto de la comunidad internacional, asegurando mientras tanto las condiciones necesarias para la vida de todos los componentes de la sociedad, comprendidas las minorías religiosas y, en especial, los cristianos. Contemporáneamente a la audiencia, tuvo lugar un encuentro entre el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados, y el ministro de exteriores de la Federación rusa, Sergey Lavrov. número 24, viernes 12 de junio de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 5 A la llegada a Sarajevo el Pontífice renueva la invitación al diálogo y la colaboración Apuesta de esperanza El sábado 6 de junio por la mañana inició la visita del Papa Francisco a Bosnia y Herzegovina. El avión de Alitalia que llevaba al Pontífice aterrizó en Sarajevo alrededor de las 9. Acogieron al Papa, entre otros, el miembro croata de la presidencia de Bosnia y Herzegovina, Dragan Čović, y el cardenal Vinko Puljić, arzobispo de Sarajevo y presidente de la Conferencia episcopal. El Papa, tras pasar ante la guardia de honor, saludó a un grupo grande de niños, jóvenes y adultos vestidos con trajes tradicionales de la región, deteniéndose con algunos de ellos para intercambiar algunas palabras. Desde el aeropuerto el Pontífice se trasladó en automóvil al palacio presidencial para la ceremonia de bienvenida. Publicamos la traducción del discurso que el Santo Padre pronunció en italiano. Señores miembros de la Presidencia de Bosnia y Herzegovina, señor presidente de turno, miembros del Cuerpo diplomático, queridos hermanos y hermanas: Agradezco de corazón a los miembros de la Presidencia de Bosnia y Herzegovina por su amable acogida, y de modo particular al señor presidente de turno Mladen Ivanić por el cordial saludo que, en nombre de todos, me ha dirigido. Es para mí un motivo de alegría encontrarme en esta ciudad, que ha sufrido tanto a causa de los sangrientos conflictos Signo y oración GIOVANNI MARIA VIAN Un signo y una oración en el «hermoso camino» hacia la paz: de este modo, con una síntesis eficaz el Papa Francisco, al reunirse brevemente con los periodistas durante el vuelo hacia Sarajevo, presentó su viaje a la ciudad que —por la antigua presencia y la mezcla de etnias, culturas y religiones— se ha definido como la Jerusalén de Europa. Una ciudad que sufrió mucho durante la feroz guerra en la primera mitad de los años noventa. Signo y oración expresados con fuerza en la misa que, bajo un sol ardiente, presidió el Pontífice —realmente, según el significado literal del término, «constructor de puentes»— en el estadio de Sarajevo. Lugar fuertemente simbólico, donde ya celebró Juan Pablo II dos años después del cese de la guerra, y que acoge competiciones y conciertos, pero está rodeado por cientos de tumbas cristianas y musulmanas, de víctimas del atroz conflicto que devastó el país. Presentándose en el encuentro en el palacio presidencial como «peregrino de la paz y el diálogo», el Papa indicó a Europa y al mundo el ejemplo de Bosnia y Herzegovina. Nación que tuvo la valentía de afrontar el paso de la cultura de la guerra y de la confrontación a la cultura del encuentro, concepto este último en el cual Bergoglio insiste continuamente y que inspira la política y la presencia de la Santa Sede en ámbito internacional. Y coherentes con esta cultura del encuentro fueron las palabras del Papa Francisco: necesitamos «valorar lo que nos une y ver las diferencias como oportunidades SIGUE EN LA PÁGINA 6 del siglo pasado, y vuelve a ser un lugar de diálogo y de convivencia pacífica. Ha pasado de una cultura de la confrontación, de la guerra, a una cultura del encuentro. Sarajevo, así como Bosnia y Herzegovina, tienen un significado especial para Europa y el mundo entero. En estos territorios hay comunidades que, desde hace siglos, profesan religiones diferentes y pertenecen a etnias y culturas distintas, cada una con sus características peculiares y orgullosa de sus tradiciones específicas, lo que no ha sido obstáculo para que durante mucho tiempo hayan tenido relaciones de mutua amistad y cordialidad. Incluso en la misma estructura arquitectónica de Sarajevo se encuentran huellas visibles y permanentes de esas relaciones, ya que en su tejido urbano, a poca distancia unas de otras, surgen sinagogas, iglesias y mezquitas, de tal modo que la ciudad recibió el nombre de la «Jerusalén de Europa». Representa en efecto una encrucijada de culturas, naciones y religiones; y ese papel requiere que se construyan siempre nuevos puentes, que se sane y restaure los ya existentes, de modo que se asegure una comunicación fluida, segura y civil. Tenemos necesidad de comunicarnos, de descubrir las riquezas de cada uno, de valorar lo que nos une y ver las diferencias como oportunidades de crecimiento en el respeto de todos. Se necesita un diálogo paciente y confiado, para que las personas, las familias y las comunidades puedan transmitir los valores de su propia cultura y acoger lo que hay de bueno en la experiencia de los demás. Así, es posible también curar las graves heridas del pasado reciente, y mirar hacia el futuro con esperanza, enfrentándose con el corazón libre de temores y rencores a los proble- mas cotidianos que toda comunidad civilizada ha de afrontar. Dieciocho años después de la visita histórica de san Juan Pablo II, que tuvo lugar casi dos años después de la firma de los Acuerdos de paz de Dayton, vengo como peregrino de la paz y el diálogo. Me complace ver los progresos realizados, que debemos agradecer al Señor y a tantas personas de buena voluntad. Sin embargo, es importante no contentarse con lo ya logrado, sino procurar que se adopten nuevas medidas para fortalecer la confianza y crear oportunidades para que aumente la comprensión y el respeto mutuos. Para facilitar este proceso se requiere la cercanía —¡la cercanía!— y colaboración de la Comunidad internacional, en particular de la Unión Europea, y de todos los países y organizaciones presentes y activas en el territorio de Bosnia y Herzegovina. Bosnia y Herzegovina forma parte de Europa; sus logros y sus dramas se insertan de lleno en la historia de los éxitos y dramas de Europa, y al mismo tiempo son un serio llamamiento a hacer todo lo posible para que el proceso de paz comenzado sea cada vez más sólido e irreversible. En esta tierra, la paz y la concordia entre croatas, serbios y bosnios, así como las iniciativas encaminadas a su fortalecimiento, las relaciones cordiales y fraternas entre musulmanes, judíos, cristianos y otras minorías religiosas, tienen una importancia que va más allá de sus fronteras. Testimonian ante el mundo que la colaboración entre los diversos grupos étnicos y religiones para el bien común es posible, que se puede dar una pluralidad de culturas y tradiciones que contribuyan a encontrar soluciones originales y eficaces a los problemas, que incluso las heridas más profundas pueden ser curadas a través de un proceso que purifique la memoria y dé esperanza para el futuro. Hoy, he visto esta esperanza en los niños que he saludado en el aeropuerto —musulmanes, ortodoxos, judíos, católicos y otras minorías— todos juntos, ¡alegres! ¡Esta es la esperanza! Apostemos por ella. Para oponernos con éxito a la barbarie de los que toman ocasión y pretexto de cualquier diferencia para una violencia cada vez más brutal, tenemos que reconocer los valores fundamentales de nuestra humanidad común, los valores en virtud de los cuales podemos y debemos colaborar, construir y dialogar, perdonar y crecer, permitiendo que el conjunto de las voces forme un noble y armónico canto, en vez del griterío fanático del odio. Los responsables políticos están llamados a la noble tarea de ser los primeros servidores de sus comunidades con una actividad que proteja en primer lugar los derechos fundamentales de la persona humana, entre los que destaca el de la libertad religiosa. De ese modo, será posible construir, con un compromiso concreto, una sociedad más pacífica y justa, para que con la ayuda de todos se encuentre solución a los múltiples problemas de la vida cotidiana del pueblo. Para ello, es indispensable que todos los ciudadanos sean iguales ante la ley y su aplicación, independientemente de su origen étnico, religioso y geográfico: así todos y cada uno se sentirán plenamente partícipes de la vida pública y, disfrutando de los mismos derechos, podrán dar su contribución específica al bien común. Excelentísimos señores y señoras: La Iglesia católica, a través de la oración y la acción de sus fieles y de sus instituciones, participa en el trabajo de reconstrucción material y moral de Bosnia y Herzegovina, compartiendo sus alegrías y preocupaciones, deseosa de manifestar con decisión su cercanía especial con los pobres y necesitados, inspirada por la enseñanza y el ejemplo de su divino Maestro, Jesús. La Santa Sede se alegra por todo el camino recorrido en estos años y asegura su compromiso de seguir promoviendo la cooperación, el diálogo y la solidaridad, a sabiendas de que, en una convivencia civil y ordenada, la paz y la escucha mutua son condiciones indispensables para un desarrollo auténtico y permanente. Espera fervientemente que, con la ayuda de todos y después de que las nubes oscuras de la tormenta han desaparecido finalmente, Bosnia y Herzegovina pueda proceder en el camino emprendido, para que después del frío invierno florezca la primavera. Y aquí se ve florecer la primavera. Con estos sentimientos, imploro del Altísimo paz y prosperidad para Sarajevo y para toda Bosnia y Herzegovina. Gracias. L’OSSERVATORE ROMANO página 6 viernes 12 de junio de 2015, número 24 Durante la misa una nueva admonición del Pontífice contra la guerra y los traficantes de armas El trabajo de los sembradores de paz Una nueva admonición contra la guerra y los traficantes de armas «que especulan con las guerras» resonó el sábado 6 de junio por la mañana en el estadio Koševo de Sarajevo, donde decenas de miles de personas se reunieron para asistir a la misa celebrada por el Papa Francisco. Publicamos la traducción del discurso que el Pontífice pronunció en italiano. Queridos hermanos y hermanas: En las lecturas bíblicas que hemos escuchado ha resonado varias veces la palabra «paz». Palabra profética por excelencia. Paz es el sueño de Dios, es el proyecto de Dios para la humanidad, para la historia, con toda la creación. Y es un proyecto que encuentra siempre oposición por parte del hombre y por parte del maligno. También en nuestro tiempo, el deseo de paz y el compromiso por construirla contrastan con el hecho de que en el mundo existen numerosos conflictos armados. Es una especie de tercera guerra mundial combatida «por partes»; y, en el contexto de la comunicación global, se percibe un clima de guerra. Hay quien este clima lo quiere crear y fomentar deliberadamente, en particular los que buscan la confrontación entre las distintas culturas y civilizaciones, y también cuantos especulan con las guerras para vender armas. Pero la guerra significa niños, mujeres y ancianos en campos de refugiados; significa desplazamientos forzados; significa casas, calles, fábricas destruidas; significa, sobre todo, vidas truncadas. Vosotros lo sabéis bien, por haberlo experimentado precisamente aquí, cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor. Hoy, queridos hermanos y hermanas, se eleva una vez más desde esta ciudad el grito del pueblo de Dios y de todos los hom- bres y mujeres de buena voluntad: ¡Nunca más la guerra! Dentro de este clima de guerra, como un rayo de sol que atraviesa las nubes, resuena la palabra de Jesús en el Evangelio: «Bienaventurados los constructores de paz» (Mt 5, 9). Es una llamada siempre actual, que vale para todas las generaciones. No dice: «Bienaventurados los predicadores de paz»: todos son capaces de proclamarla, incluso de forma hipócrita o aun engañosa. No. Dice: «Bienaventurados los constructores de paz», es decir, los que la hacen. Hacer la paz es un trabajo artesanal: requiere pasión, paciencia, experiencia, tesón. Bienaventurados quienes siembran paz con sus acciones cotidianas, con actitudes y gestos de servicio, de fraternidad, de diálogo, de misericordia... Estos, sí, «serán llamados hijos de Dios», porque Dios siembra paz, siempre, en todas partes; en la plenitud de los tiempos ha sembrado en el mundo a su Hijo para que tuviésemos paz. Hacer la paz es un trabajo que se realiza cada día, paso a paso, sin cansarse jamás. Y ¿cómo se hace, cómo se construye la paz? Nos lo ha recordado de forma esencial el profeta Isaías: «La obra de la justicia será la paz» (32, 17). «Opus iustitiae pax», según la versión de la «Vulgata», convertida en un lema célebre adoptado proféticamente por el Papa Pío XII. La paz es obra de la justicia. Tampoco aquí retrata una justicia declamada, teorizada, planificada... sino una justicia practicada, vivida. Y el Nuevo Testamento nos enseña que el pleno cumplimiento de la justicia es amar al Signo y oración VIENE DE LA PÁGINA 5 de crecimiento». Y aquí, en el corazón de los Balcanes, se debe continuar el diálogo que condujo al final de la guerra y a la construcción de la paz. Con la ayuda internacional —destacó el Pontífice—, en especial de la Unión europea, y con la colaboración entre etnias y religiones, que es posible y abre a la esperanza. «He visto esta esperanza en los niños musulmanes, ortodoxos, judíos, católicos», y ahora hay que apostar por ellos, añadió espontáneamente Bergoglio, que en el aeropuerto quiso saludar a uno por uno a un centenar de bebés y niños, mujeres y varones reunidos festivamente para acogerlo. Hay que oponerse a la barbarie para reconocer «los valores fundamentales de nuestra humanidad común» —continuó— de modo que después del invierno florezca la primavera, «y aquí se ve florecer la primavera». Totalmente centrada en la paz —mir vama («la paz esté con vosotros», según las palabras evangélicas) el lema de la visita papal— fue la homilía durante la misa, en un contexto de «clima de guerra» que se percibe en la comunicación global y que llevó al Papa Francisco (Papa Franjo) a repetir las palabras de Pablo VI ante la asamblea general de las Naciones Unidas («¡nunca más la guerra!») y el lema de Pacelli (opus iustitiae pax) tomado de la antigua profecía de Isaías. Profética la sentencia de Pío XII que describe no una «justicia declamada, teorizada, planificada», sino la practicada y vivida, como comentó su sucesor. Que también explicó la bienaventuranza evangélica dirigida a los «agentes de paz»: es decir no los que la declaman, tal vez hipócritamente, sino «aquellos que la hacen», artesanalmente. Y las cosas cambian porque cambiamos nosotros. Gracias a un don que sigue siendo de D ios. prójimo como a sí mismo (cf. Mt 22, 39; Rm 13, 9). Cuando nosotros seguimos, con la gracia de Dios, este mandamiento, ¡cómo cambian las cosas! ¡Porque cambiamos nosotros! Esa persona, ese pueblo, que vemos como enemigo, en realidad tiene mi mismo rostro, mi mismo corazón, mi misma alma. Tenemos el mismo Padre en el cielo. Entonces, la verdadera justicia es hacer a esa persona, a ese pueblo, lo que me gustaría que me hiciesen a mí, a mi pueblo (cf. Mt 7, 12). San Pablo, en la segunda lectura, nos ha indicado las actitudes necesarias para la paz: «Revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo» (3, 12-13). Estas son las actitudes para ser «artesanos» de paz en lo cotidiano, allí donde vivimos. Pero no nos engañemos creyendo que esto depende sólo de nosotros. Caeríamos en un moralismo ilusorio. La paz es don de Dios, no en sentido mágico, sino porque Él, con su Espíritu, puede imprimir estas actitudes en nuestros corazones y en nuestra carne, y hacer de nosotros verdaderos instrumentos de su paz. y, profundizando más todavía, el Apóstol dice que la paz es don de Dios porque es fruto de su reconciliación con nosotros. Sólo si se deja reconciliar con Dios, el hombre puede llegar a ser constructor de paz. Queridos hermanos y hermanas, hoy pedimos juntos al Señor, por la intercesión de la Virgen María, la gracia de tener un corazón sencillo, la gracia de la paciencia, la gracia de luchar y trabajar por la justicia, de ser misericordiosos, de construir la paz, de sembrar la paz y no guerra y discordia. Este es el camino que nos hace felices, que nos hace bienaventurados. número 24, viernes 12 de junio de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 7 En la catedral conmovedor encuentro con sacerdotes y religiosos Pequeños mártires Conmovedor encuentro con los sacerdotes, consagrados y seminaristas en la catedral de Sarajevo, que el Papa Francisco visitó el sábado 6 de junio, por la tarde. Impactado por los conmovedores testimonios —que publicamos completos en nuestro sitio web en lengua italiana— relatados por un sacerdote, un religioso y una religiosa, víctimas de violencias y torturas en los años de la guerra, el Pontífice pronunció espontáneamente el siguiente discurso. Tenía preparado un discurso para vosotros, pero después de escuchar el testimonio de este sacerdote, de este religioso, de esta religiosa, siento la necesidad de hablaros de manera espontánea. Ellos nos han contado vida, nos han contado experiencias, nos han contado muchas cosas feas y hermosas. Le doy el discurso —que es bonito— al cardenal arzobispo. Los testimonios hablaban por sí mismos. ¡Y esta es la memoria de vuestro pueblo! Un pueblo que olvida su memoria no tiene futuro. Esta es la memoria de vuestros padres y madres en la fe: aquí sólo han hablado tres personas, pero detrás de ellas hay tantos y tantas que han sufrido las mismas cosas. Queridas hermanas, queridos hermanos, no tenéis ningún derecho a olvidar vuestra historia. No para vengaros, sino para hacer la paz. No para mirar [estos testimonios] como una cosa extraña, sino para amar como ellos han amado. En vuestra sangre, en vuestra vocación, está la vocación, está la sangre de estos tres mártires. Y está la sangre y está la vocación de tantas religiosas, tantos sacerdotes, tantos seminaristas. El autor de la Carta a los Hebreos nos dice: Por favor, no os olvidéis de vuestros antepasados, que os han transmitido la fe. Estos [señala a los testigos] os han transmitido la fe; estos os han transmitido cómo se vive la fe. El mismo Pablo nos dice: «No os olvidéis de Jesucristo», el primer Mártir. Y estos han seguido las huellas de Jesús. Retomar la memoria para hacer la paz. Algunas palabras se me han quedado grabadas en el corazón. Una, repetida: «perdón». Un hombre, una mujer que se consagra al servicio del Señor y no sabe perdonar, no sirve. Perdonar a un amigo que te ha dicho una mala palabra, con el que habías discutido, o a una religiosa que tiene celos de ti, no es tan difícil. Pero perdonar al que te golpea, a quien te tortura, a quien te pisotea, a quien te amenaza con un fusil para matarte, eso es difícil. Y ellos lo han hecho, y predican que se haga. Otra palabra que se me ha grabado es la de los 120 días del campo de concentración. Cuántas veces el espíritu del mundo nos hace olvidar estos antepasados nuestros, el sufrimiento de nuestros antepasados. Esos días están contados, y no por días, sino por minutos, porque cada SIGUE EN LA PÁGINA 11 Testigos del perdón Don Zvonimir Matijević, sesenta años, camina con fatiga, se sirve de dos muletas, y para subir los escalones que llevan al altar necesita de la ayuda de otro sacerdote y de una religiosa. En el cuerpo lleva las señales de las torturas que padeció durante la guerra que hace veinte años tiñó de sangre Bosnia y Herzegovina. Ante el Papa toma la palabra y en lengua croata inicia a contar lo que sucedió el Domingo de Ramos de 1992, cuando tras la misa lo condujeron fuera de su parroquia de Glamoć y le golpearon salvajemente. «Varias veces intentaron hacerme decir públicamente en televisión que soy un criminal de guerra, que los sacerdotes católicos son unos criminales y que educan a los criminales», recuerda. Lo golpearon con tal violencia que casi le provocan la muerte. Don Zvonimir se conmueve pero es capaz de continuar con su relato. Tras un mes y medio en el hospital, diversas intervenciones quirúrgicas y transfusiones de sangre, lo intercambiaron como prisionero de guerra y recupera la libertad. Pero su físico está marcado para siempre. «A través de mi testimonio —concluye el sacerdote de la diócesis de Banja Luka— usted puede escuchar miles de testimonios de personas que han sufrido. Y son personas que no pierden la esperanza, porque creen en Dios, en la victoria del bien sobre el mal». Por lo demás, confiesa, él a sus captores los ha perdonado y reza por ellos. El Papa, que lo siguió con un texto escrito y leído velozmente, observa con emoción a ese sacerdote que está reviviendo su martirio. Y cuando termina la historia, mientras la tensión de los presentes se desata en un SIGUE EN LA PÁGINA 11 El discurso entregado por el Papa Basta una migaja A continuación el texto del discurso preparado y entregado por el Papa. Queridos hermanos y hermanas: Saludo afectuosamente a todos vosotros, así como a vuestros hermanos y hermanas enfermos y ancianos que no pueden estar aquí, pero están con nosotros espiritualmente. Doy las gracias al cardenal Puljić por sus palabras, como también a sor Ljubica, al reverendo Zvonimir y fray Jozo por sus testimonios. Agradezco a todos el servicio que hacéis al Evangelio y a la Iglesia. He venido a vuestra tierra como peregrino de paz y de diálogo, para confirmar y animar a los hermanos en la fe, y en particular a vosotros, llamados a trabajar «a tiempo completo» en la viña del Señor. Él nos dice: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28, 21). Esta es la certeza que infunde consuelo y esperanza, especialmente en los momentos difíciles para el ministerio. Pienso en los sufrimientos y en las pruebas pasadas y presentes de vuestras comunidades cristianas. Incluso viviendo en esas situaciones, vosotros no os habéis rendido, ha- béis resistido, esforzándoos por afrontar las dificultades personales, sociales y pastorales con incansable espíritu de servicio. El Señor os lo recompense. Imagino que la situación numéricamente minoritaria de la Iglesia católica en vuestra tierra, así como los fracasos del ministerio, en ocasiones os hacen sentir como los discípulos de Jesús cuando, habiendo bregado toda la noche, no habían pescado nada (cf. Lc 5, 5). Pero es precisamente en estos momentos, si nos fiamos del Señor, cuando experimentamos el poder de su Palabra, la fuerza de su Espíritu, que renueva en nosotros la confianza y la esperanza. La fecundidad de nuestro servicio depende sobre todo de la fe; la fe en el amor de Cristo, del cual nada podrá separarnos, como afirma el apóstol Pablo, que de pruebas entendía (cf. Rm 8, 35-39). Y también la fraternidad nos sostiene y nos anima; la fraternidad entre sacerdotes, entre religiosos, entre laicos consagrados, entre seminaristas; la fraternidad entre todos nosotros, a quienes el Señor ha llamado a dejarlo todo para seguirlo, nos da alegría y consuelo, y hace más eficaz nuestro trabajo. Nosotros somos testimonio de fraternidad. «Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño» (Hch 20, 28). Esta exhortación de san Pablo —narrada en los Hechos de los Apóstoles— nos recuerda que, si queremos ayudar a los demás a ser santos, debemos cuidar de nosotros mismos, es decir, de nuestra santificación. Y, de la misma manera, la dedicación al pueblo fiel de Dios, la inmersión en su vida y sobre todo la cercanía a los pobres y a los pequeños nos hace crecer en la configuración con Cristo. El cuidado del propio camino personal y la caridad pastoral hacia los demás van siempre juntas y se enriquecen mutuamente. No van nunca por separado. ¿Qué significa para un sacerdote y para una persona consagrada, hoy, SIGUE EN LA PÁGINA 11 L’OSSERVAT número 24, viernes 12 de junio de 2015 Al despedirse de Sarajevo el Papa recomienda a los jóvenes no perder la libertad y la dignidad Los muros y los puentes La visita del Papa a Sarajevo se concluyó el sábado 6 de junio por la tarde con el festivo encuentro con cientos de jóvenes, reunidos en el Centro diocesano juvenil dedicado a Juan Pablo II. Antes de entregar el discurso preparado para la ocasión, el Pontífice respondió a cuatro preguntas de los jóvenes. Estos cuatro compañeros vuestros harán algunas preguntas. Yo entregaré a mons. Semren el discurso preparado antes, que os lo dará después. Y ahora hacemos un turno de preguntas y respuestas. Tras escuchar que el Papa desde hace veinte años no mira la televisión, un joven le preguntó el porqué de esta elección. Sí, desde mediados de los años 90, sentí una noche que eso no me hacía bien, me alienaba, me llevaba... y decidí no mirarla. Cuando quería ver una buena película, iba al centro de televisión del arzobispado y la veía allí. Pero sólo la película... La televisión en cambio me alienaba y me sacaba fuera de mí: no me ayudaba. Por supuesto, yo soy de la edad de piedra, ¡soy antiguo! Y nosotros ahora —entiendo que los tiempos han cambiado— vivimos en la época de la imagen. Y esto es muy importante. Y en la época de la imagen hay que hacer lo que se hacía en la época de los libros: elegir lo que me hace bien. De esto se derivan dos cosas. Primero: la responsabilidad que tienen los centros de televisión en hacer programas que ayuden, que sean buenos para los valores, que construyan la sociedad, que nos lleven hacia delante, que no nos tiren abajo. Y luego hacer programas que ayuden a que los valores, los verdaderos valores, sean cada vez más fuertes y nos preparen para la vida. Esta es la responsabilidad de los centros de televisión. Segundo: saber elegir los programas, y esta es una responsabilidad nuestra. Si veo que un programa no es bueno para mí, me echa por tierra los valores, me hace ser vulgar, incluso con cosas sucias, tengo que cambiar de canal. Como se hacía en mi época de la piedra: cuando un libro era bueno, lo leías; cuando un libro te hacía daño, lo tirabas. Y luego hay un tercer punto: el punto de la fantasía mala, la fantasía que mata el alma. Si tú, que eres joven, vives conectado al ordenador y te conviertes en un esclavo del ordenador, pierdes la libertad. Y si tú buscas en el ordenador programas sucios, pierdes la dignidad. Ver la televisión, usar el ordenador, pero para cosas buenas, cosas grandes, cosas que nos hagan crecer. ¡Esto es bueno! Gracias. Querido Santo Padre, estoy aquí, en este Centro San Juan Pablo II y yo quería preguntarle si usted ha sentido la alegría y el amor que todos estos jóvenes de Bosnia y Herzegovina tienen por su persona. Si te digo la verdad, cuando me encuentro con los jóvenes siento la alegría y el amor que tienen. No sólo por mí, sino por los ideales, por la vida. ¡Quieren crecer! Pero vosotros tenéis una particularidad: vosotros sois —creo— la primera generación después de la guerra. Vosotros sois las flores de una primavera, como ha dicho mons. Semren: flores de una primavera que quieren ir adelante y no volver a la destrucción, a las cosas que nos hacen enemigos unos de otros. Yo encuentro en vosotros ese querer y ese entusiasmo. Y esto es nuevo para mí. Veo que no queréis la destrucción: no queréis ser enemigos unos de otros. Queréis caminar juntos, como ha dicho Nadežda. ¡Y esto es maravilloso! Veo en esta generación, también en vosotros, en todos vosotros —estoy seguro de ello. Mirad en vuestro interior...—, veo que tenéis la misma experiencia de Darko. No somos «ellos y yo», somos «nosotros». Queremos ser «nosotros», para no destruir la patria, para no destruir el país. Tú eres musulmán, tú ju- dío, tú ortodoxo, tú católico... pero somos «nosotros». ¡Esto es construir la paz! Y esto pertenece a vuestra generación, y es vuestra alegría. Tenéis una gran vocación. Una gran vocación: no construir nunca muros, sólo puentes. Y esta es la alegría que encuentro en vosotros. Gracias. Santo Padre, también yo estoy aquí como voluntaria, en este centro. ¿Qué nos Pasado y futuro VIENE DE LA PÁGINA 1 Conmovedor, como ya había sucedido en Tirana, fue el encuentro en la catedral con las religiosas, los religiosos y el clero, iniciado con las intervenciones de don Zvonimir Matijević, fray Jozo Puškarić y la hermana Ljubica Šekerija: historias en primera persona de persecución y de martirio, iluminadas sin embargo por gestos de humanidad de una mujer musulmana e incluso por uno de los perseguidores. Visiblemente conmovido, el Papa abrazó y besó a los tres testigos, ya ancianos y marcados por las graves consecuencias de las violencias sufridas. Tras entregar el discurso preparado, el Pontífice tuvo una meditación: son testimonios de «vidas dignas de Jesucristo», que «hablan por sí solas» y que no se deben olvidar: «para hacer la paz, para amar como amaron los perseguidos», transmitiendo y viviendo la fe. Y repitió: se trató de una historia de crueldad, pero «vosotros hacéis siempre lo contrario, con la ternura, siguiendo el ejemplo de estos mártires», dijo el Papa. En la memoria del pasado, para construir —junto a los creyentes cristianos, musulmanes y judíos, con quienes luego mantuvo un encuentro— un futuro distinto, de paz. Futuro que Bergoglio vislumbró en el último encuentro, que tuvo lugar con cientos de jóvenes no sólo católicos, que le plantearon sus preguntas y a quienes respondió acerca de uno de los temas que más afecta a la sociedad contemporánea, el de la comunicación mediática, cada vez más difundido. Al hablar de la propia experiencia y mirando a los ojos a sus jóvenes interlocutores, el Papa, ciertamente, no demonizó los nuevos medios de comunicación sino que dijo que es necesario elegir y que se debe saber elegir porque están en juego la libertad y la dignidad. Y también la tarea que dejó a los jóvenes de Sarajevo no se refiere sólo a la ciudad atormentada ni sólo a Bosnia y Herzegovina. Mirando al futuro —dijo el Pontífice— no se deben construir muros sino sólo puentes. Para acelerar, en el difícil y largo invierno que en muchos sitios parece no acabar, una nueva primavera en la cual germine la paz. TORE ROMANO puede decir?, ¿cuál es su mensaje por la paz para todos nosotros los jóvenes? En esta respuesta, repito un poco lo que he dicho antes. Todo el mundo habla de la paz: algunas personas poderosas hablan y dicen cosas bonitas sobre la paz, pero por debajo venden armas. De vosotros espero honestidad, honestidad entre lo que pensáis, lo que sentís y lo que hacéis: las tres cosas juntas. Lo contrario se llama hipocresía. Hace años vi una película sobre esta ciudad, no recuerdo el título, pero la versión alemana —la que vi— se llamaba «Die Brücke» («El Puente»). No sé cómo se llama en vuestro idioma... Y allí ví cómo el puente siempre une. Cuando el puente no se usa para que uno vaya hacia el otro, sino que es un puente prohibido, se convierte en la ruina de una ciudad, la ruina de una existencia. Por eso, de vosotros, de esta primera generación de la posguerra, espero honestidad y no hipocresía. Unión, construir puentes, pero dejar que se pueda ir de una parte a la otra. Esta es la fraternidad. Después del intercambio de regalos el Papa Francisco pronunció las siguientes palabras. Vosotros, las flores de primavera de la posguerra, construid la paz; trabajad por la paz. Todos juntos. ¡Todos juntos! ¡Que este sea un país de paz! «Mir Vama!»: ¡Recordad bien esto! Que el Señor os bendiga. Yo os bendigo de corazón y pido al Señor que os bendiga a todos. Y, por favor, rezad por mí. Antes de dejar el centro, el Pontífice dirigió el siguiente saludo desde la terraza. Buenas tardes a todos. «Mir Vama!»: éste es el encargo que os dejo. Construir la paz, todos juntos. Estas palomas son un signo de paz, la paz que nos traerá la alegría. Y la paz se hace entre todos, entre todos: musulmanes, judíos, ortodoxos, católicos y otras religiones. Todos somos hermanos. Todos adoramos al único Dios. Nunca, nunca separación entre nosotros. Fraternidad y unión. Ahora me despido y os pido, por favor, que recéis por mí. Que el Señor os bendiga. «Mir Vama!». páginas 8/9 El discurso del Pontífice Salvad la esperanza Publicamos el discurso que había preparado el Santo Padre. Queridos jóvenes: He deseado tanto este encuentro con vosotros, jóvenes de Bosnia y Herzegovina y de los países vecinos. Dirijo a todos un cordial saludo. Al encontrarme aquí, en este «Centro» dedicado a san Juan Pablo II, no puedo olvidar lo mucho que hizo por los jóvenes, encontrándose con ellos y animándoles en todas las partes del mundo. Encomiendo a su intercesión a cada uno de vosotros, así como todas las iniciativas que la Iglesia católica ha emprendido en vuestra tierra para testimoniar su cercanía y su confianza en los jóvenes. Todos nosotros caminamos juntos. Conozco las dudas y esperanzas que lleváis en el corazón. Nos las ha recordado mons. Marko Semren y vuestros representantes, Darko y Nadežhda. En particular, comparto la esperanza de que se asegure a las nuevas generaciones la posibilidad real de un futuro digno en el país, evitando así el triste fenómeno del éxodo. A este respecto, las instituciones están llamadas a poner en marcha oportunas y audaces estrategias para animar a los jóvenes y favorecerlos en sus legítimas aspiraciones; de este modo, serán capaces de contribuir activamente a la construcción y al crecimiento del país. Por su parte, la Iglesia puede dar su contribución con adecuados proyectos pastorales centrados en la conciencia cívica y moral de la juventud, ayudándola así a ser protagonista de la vida social. Este compromiso de la Iglesia ya está en marcha, especialmente a través de la valiosa labor de las escuelas católicas, justamente abiertas no sólo a los estudiantes católicos, sino también a los de otras confesiones cristianas y de otras religiones. Sin embargo, la Iglesia debe sentirse llamada a lanzarse cada vez más a partir del Evangelio y el impulso del Espíritu Santo, que transforma las personas, la sociedad y la Iglesia misma. También vosotros, jóvenes, tenéis que desempeñar un papel decisivo a la hora de afrontar los desafíos de nuestro tiempo, que son ciertamente retos materiales, pero que, antes aún, se refieren a la visión del hombre. En efecto, junto con los problemas económicos, la dificultad de encontrar trabajo y la consiguiente incertidumbre por el futuro, se percibe la crisis de los valores morales y la pérdida del sentido de la vida. Ante esta crítica situación, algunos pueden caer en la tentación de la fuga, de la evasión, encerrándose en una actitud de aislamiento egoísta, re- fugiándose en el alcohol, en las drogas, en las ideologías que predican el odio y la violencia. Son realidades que conozco bien porque, lamentablemente, también están presentes en la ciudad de Buenos Aires, de donde yo vengo. Por eso os animo a que no os dejéis abatir por las dificultades, sino que hagáis valer sin miedo la fuerza que viene de vuestro ser personas y cristianos, de ser semillas de una sociedad más justa, fraterna, acogedora y pacífica. Vosotros, jóvenes, junto con Cristo, sois la fuerza de la Iglesia y de la sociedad. Si os dejáis plasmar por él, si entabláis un diálogo con él en la oración, con la lectura y la meditación del Evangelio, os convertiréis en profetas y testigos de la esperanza. Estáis llamados a esta misión: salvar la esperanza a la que os empuja vuestra propia realidad de personas abier- tas a la vida; la esperanza que tenéis de superar la situación actual, para preparar en el futuro un clima social y humano más digno del actual; la esperanza de vivir en un mundo más fraterno, más justo y pacífico, más sincero, más a medida del hombre. Os deseo que toméis conciencia cada vez más de que sois hijos de esta tierra, que os ha visto nacer y que pide ser amada y ayudada a reedificarse, a crecer espiritual y socialmente, gracias a la contribución indispensable de vuestras ideas y actividades. Para vencer todo rastro de pesimismo se necesita el valor de gastarse la vida con alegría y dedicación en la construcción de una sociedad acogedora, respetuosa de toda la diversidad, orientada a la civilización del amor. Tenéis muy cerca un gran testimonio de este estilo de vida: el beato Ivan Merz. San Juan Pablo II lo ha proclamado beato en Banja Luka. Que sea siempre vuestro protector y vuestro ejemplo. La fe cristiana nos enseña que estamos llamados a un destino eterno, a ser hijos de Dios y hermanos en Cristo (cf. 1 Jn 3, 1), a ser creadores de fraternidad por amor a Cristo. Me alegro por el compromiso en el diálogo ecuménico e interreligioso emprendido por vosotros, jóvenes católicos y ortodoxos, con la implicación de los jóvenes musulmanes. En esta importante actividad desempeña un papel importante este «Centro juvenil San Juan Pablo II», con iniciativas de conocimiento mutuo y de solidaridad, para fomentar la convivencia pacífica entre las diferentes pertenencias étnicas y religiosas. Os animo a continuar con confianza esta obra, comprometiéndoos en proyectos comunes con gestos concretos de cercanía y ayuda a los más pobres y necesitados. Queridos jóvenes, vuestra presencia festiva, vuestra sed de verdad y de altos ideales son signos de esperanza. La juventud no es pasividad, sino esfuerzo tenaz por alcanzar metas importantes, aunque cueste; no es un cerrar los ojos ante las dificultades, sino rechazar las componendas y la mediocridad; no es evasión o fuga, sino el compromiso de solidaridad con todos, especialmente con los más débiles. La Iglesia cuenta y quiere contar con vosotros, que sois generosos y capaces de los mejores impulsos y de los sacrificios más nobles. Por eso, vuestros pastores, y yo con ellos, os pedimos que no os aisléis, sino que estéis siempre unidos entre vosotros, para disfrutar de la belleza de la fraternidad y ser más eficaces en vuestra actividad. Que por vuestro modo de amaros y comprometeros todo el mundo pueda ver que sois cristianos: los jóvenes cristianos de Bosnia y Herzegovina. Sin miedo; sin huir de la realidad; abiertos a Cristo y a los hermanos. Sois parte viva del gran pueblo que es la Iglesia: el Pueblo universal, en el que todas las naciones y culturas pueden recibir la bendición de Dios y encontrar el camino de la paz. En este pueblo, cada uno de vosotros está llamado a seguir a Cristo y a dar la vida por Dios y por los hermanos en la vía que el Señor le indicará, más aún, que ya os indica. Ya hoy, ahora, el Señor os llama: ¿queréis responder? No tengáis miedo. No estamos solos. Estamos siempre con el Padre celestial, con Jesús, nuestro Hermano y Señor, con el Espíritu Santo; y tenemos como madre a la Iglesia y a María. Que la Santísima Virgen María os proteja y os dé siempre la alegría y el valor de dar testimonio del Evangelio. Os bendigo a todos, y os pido que, por favor, recéis por mí. L’OSSERVATORE ROMANO página 10 viernes 12 de junio de 2015, número 24 Durante el encuentro ecuménico e interreligioso el Papa recuerda que es posible vivir uno junto a otro Esta tierra es un mensaje vuestra presencia y por las oraciones que tendréis la bondad de ofrecer por mi servicio. Por mi parte, os aseguro que rezaré también por vosotros, por vuestras comunidades, y lo haré de corazón. El Señor os bendiga a todos. Ahora os invito a rezar esta oración. Al Eterno, al Único y Verdadero Dios Vivo, al Misericordioso. Con los responsables de las comunidades musulmana, ortodoxa, católica y judía de Bosnia y Herzegovina el Pontífice se reunió el sábado 6 de junio por la tarde en el Centro internacional estudiantil franciscano. Después de escuchar el saludo del cardenal arzobispo de Sarajevo y de tres representantes religiosos, el Papa pronunció el siguiente discurso. Queridos hermanos y hermanas: Me alegro de poder participar en este encuentro, que reúne a los representantes de las confesiones religiosas presentes en Bosnia y Herzegovina. Saludo cordialmente a cada uno de vosotros y a vuestras comunidades, y agradezco en particular sus amables palabras y las reflexiones que me han propuesto. Y escuchándolas puedo deciros que me han hecho bien. El encuentro de hoy es signo de un deseo común de fraternidad y de paz; y da fe de una amistad que se ha ido construyendo a lo largo del tiempo y que ya vivís en la convivencia y la colaboración cotidianas. Estar aquí es ya un «mensaje» de ese diálogo que todos buscamos y por el que estamos trabajando. Quisiera recordar especialmente, como fruto de este deseo de encuentro y reconciliación, la institución, en 1997, del Consejo local para el diálogo interreligioso, que reúne a musulmanes, cristianos y judíos. Me congratulo por la obra que el Consejo está desarrollando en la promoción de varias actividades de diálogo, la coordinación de iniciativas comunes y las conversaciones con las Autoridades estatales. Vuestro trabajo es de gran valor para esta región, y en Sarajevo particularmente, cruce de pueblos y culturas, donde la diversidad, por un lado, constituye un gran recurso que ha permitido el desarrollo social, cultural y espiritual de esta región y, por otro, ha sido motivo de dolorosas heridas y sangrientas guerras. No es casualidad que el Consejo para el diálogo interreligioso y las otras valiosas iniciativas en el campo interreligioso y ecuménico surgieran al final de la guerra, como una res- puesta a la exigencia de reconciliación y para hacer frente a la necesidad de reconstruir una sociedad desgarrada por el conflicto armado. De hecho, el diálogo interreligioso, tanto aquí como en cualquier parte del mundo, es una condición indispensable para la paz, y por eso es un deber para todos los creyentes (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 250). El diálogo interreligioso, antes incluso de ser una discusión sobre los grandes temas de la fe, es una «conversación sobre la vida humana» (ibid.). En él se comparte el día a día de la vida concreta, en sus gozos y sus tristezas, con sus angustias y sus esperanzas; se asumen responsabilidades comunes; se proyecta un futuro mejor para todos. Se aprende a vivir juntos, a conocerse y aceptarse con las propias diferencias, libremente, por lo que cada uno es. En el diálogo se reconoce y se desarrolla una convergencia espiritual, que unifica y ayuda a promover los valores morales, los grandes valores morales, la justicia, la libertad y la paz. El diálogo es una escuela de humanidad y un factor de unidad, que ayuda a construir una sociedad fundada en la tolerancia y el respeto mutuo. Por este motivo, el diálogo interreligioso no puede limitarse solo a unos pocos, a los responsables de las comunidades religiosas, sino que debería extenderse en lo más posible a todos los creyentes, involucrando las distintas esferas de la sociedad civil. Y una atención particular merecen en este sentido los jóvenes, llamados a construir el futuro del país. Sin embargo, es bueno recordar que el diálogo, para que sea auténtico y eficaz, presupone una identidad formada: sin una identidad formada, el diálogo es inútil o perjudicial. Esto lo digo pensando en los jóvenes, pero vale para todos. Aprecio sinceramente todo lo que habéis hecho hasta ahora y os animo en este compromiso por la causa de la paz, de la que vosotros, como líderes religiosos, sois los primeros custodios aquí en Bosnia y Herzegovina. Os aseguro que la Iglesia católica seguirá dando su pleno apoyo y asegurando su completa disponibilidad. Todos somos conscientes que todavía hay mucho camino por recorrer. Pero no nos dejemos desanimar por las dificultades y continuemos con perseverancia por el camino del perdón y de la reconciliación. Al hacer justa memoria del pasado, también para aprender las lecciones de la historia, evitemos los reproches y recriminaciones; más bien, dejémonos purificar por Dios, que nos da el presente y el futuro, Él es nuestro futuro: Él es la fuente última de la paz. Esta ciudad, que en su reciente historia se ha convertido tristemente en un símbolo de la guerra y de su devastación, esta Jerusalén de Europa, hoy, con su variedad de pueblos, culturas y religiones, puede llegar a ser nuevamente signo de unidad, lugar en el que la diversidad no repre- Dios todopoderoso y eterno, / Padre bueno y misericordioso; / Creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles; / Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, / Rey y Señor del pasado, del presente y del futuro; / único juez de todos los hombres, / que recompensas a tus fieles con la gloria eterna. / Nosotros, descendientes de Abrahán según la fe en ti, único Dios, / judíos, cristianos y musulmanes, / humildemente nos ponemos en tu presencia / y con confianza te pedimos / por este país, Bosnia y Herzegovina, / para que puedan habitarlo en paz y armonía / hombres y mujeres creyentes de distintas religiones, naciones y culturas. / Te pedimos, Padre, que esto mismo suceda / en todos los países del mundo. / Refuerza, en cada uno de nosotros, la fe y la esperanza, / el respeto recíproco y el amor sincero / por todos nuestros hermanos y hermanas. / Haz que, con valentía, nos comprometamos / sente una amenaza, sino una riqueza y una oportunidad para crecer juntos. En un mundo desgraciadamente todavía herido por los conflictos, esta tierra puede convertirse en un mensaje: dar fe que es posible vivir uno junto a otro, en la diferencia pero en la humanidad común, construyendo juntos un futuro de paz y de hermandad. Se puede vivir haciendo la paz. Os doy las gracias a todos por a construir la justicia social, / a ser hombres de buena voluntad, / llenos de comprensión recíproca y de perdón, / pacientes artesanos de diálogo y de paz. / Que todos nuestros pensamientos, palabras y obras / estén en armonía con tu santa voluntad. / Todo sea para tu honor y gloria, y para nuestra salvación. / A ti sea la alabanza y la gloria, por los siglos de los siglos, Dios nuestro. / Amén. número 24, viernes 12 de junio de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO Testigos del perdón VIENE DE LA PÁGINA 7 largo aplauso, va a su encuentro, lo abraza, se inclina, le besa la mano, lo mira directamente a los ojos, y después le susurra algo al oído. Inmediatamente después, el sacerdote le coloca las manos sobre la cabeza y lo bendice. Ya había sucedido en Tirana, Albania, cuando el Pontífice escuchaba los testimonios de un sacerdote y una religiosa víctimas del régimen comunista ateo de Hoxha. Se repitió el sábado 6 de junio, por la tarde, en Sarajevo, durante el encuentro con los sacerdotes, religiosos y seminaristas en la catedral del Sagrado Corazón, el momento más emotivo de la visita en la capital de Bosnia y Herzegovina. También aquí la Iglesia, que hace veinte años salió del invierno ensangrentado de la guerra y la persecución, tiene el rostro marcado por el sufrimiento, pero sereno, de los mártires y de los que no han sucumbido, ayudando a toda la comunidad a reflorecer en la esperanza. Una Iglesia que tiene el rostro de fray Jozo Puškarić, 62 años, y de la hermana Ljubica Šekerija, 63 años, que toman la palabra y dan su testimonio después de don Matijević. El religioso de la provincia franciscana de Bosnia Argentina cuenta que en mayo de 1992 mientras era párroco en Bosanski Šamac, lo arrestaron policías serbios y lo condujeron con otros parroquianos a un campo de concentración. Pasó 120 días: cuatro terribles meses de privaciones, maltratos, violencia y amenazas. «Una vez me era tan difícil resistir, que le supliqué al guardia que me matase», dice, y se le hace un nudo en la garganta. Se detiene, recordar hace mal, es díficil. De la sacristía un sacerdote le trae un vaso de agua. Fray Jozo da un sorbo y a continuación retoma. También su historia finaliza con un intercambio de prisioneros, al menos eso es lo que se intuye. Pero no es importante. Lo que cuenta es que sobrevivió para testimoniarlo. «Jamás he sentido odio por mis captores. Yo los he perdonado», confiesa también él. Al final, como había hecho antes, el Papa Francisco se levanta, lo abraza un largo rato, se inclina y le besa también su mano, luego le da las gracias por su testimonio. Es entonces el turno de la hermana Ljubica, de la congregación de las Hijas de la Divina caridad. El 15 de octubre de 1993, mientras estaba en la casa parroquial de Travnik, algunos milicianos extranjeros la condujeron fuera forzándola a seguirles, junto al párroco y tres laicos. Durante el cautiverio le encontraron un rosario en el bolsillo, lo arrojaron al suelo, y presionaron al sacerdote para que lo pisoteara. Ante su negativa, uno de los milicianos lo amenazó con asesinar a la religiosa si no lo hacía. «Don Vinko. Deje que me maten pero, por el amor de Dios, no pisotee nuestro objeto sagrado», recuerda que le imploró la religiosa. Afortunadamente a la amenaza no le siguió la violencia, pero las provocaciones y humillaciones continuaron en los días sucesivos, hasta la liberación, algunos días después. «Por más que los enemigos hayan sido insensibles y malvados, ha sobreabundado la gracia de Dios», concluye la hermana Ljubica. Cuando finaliza, Pequeños mártires se le aproxima el Papa que la abraza, deteniéndose un momento a hablar con ella. «Reza por mí», le pide antes de volver a su lugar. Después, cuando le toca a él hablar, el Papa Francisco invita a los presentes a sentarse. Pero en la catedral, que no es muy grande, no hay bancos o sillas: los han quitado para permitir que participe el mayor número de personas. Luego hace que le entreguen el discurso que había preparado, «pero después de haber escuchado las testimonios de este sacerdote, de este religioso, de esta religiosa —dice— siento la necesidad de hablar de manera espontánea». Y entrega el texto escrito al cardenal Puljić. Y a los presentes les confía unas palabras sobre estos mártires, como los llama: «Benditos vosotros, que tenéis así de cerca estos testimonios: no os olvidéis, por favor». Pero para la Iglesia en Bosnia y Herzegovina, que ha sufrido mucho, será difícil olvidar. «Muchos de nosotros —destaca el cardenal Puljić en su saludo al Pontífice— están marcados por la mala experiencia de la reciente guerra y de la posguerra, así como por la experiencia del régimen comunista», subraya. En 1991 aquí había 835.000 católicos, hoy son poco más de la mitad. El arzobispo cuenta la historia de familias desplazadas durante el conflicto de hace veinte años y que no han vuelto más, de muchos emigrantes, de la disminución de las vocaciones. Por esto, añade, «necesitamos de una palabra de ánimo que nos ayude, en este tiempo, en esta región, a testimoniar a Cristo resucitado». (Gaetano Vallini) Basta una migaja VIENE DE LA PÁGINA 7 aquí en Bosnia y Herzegovina, servir al rebaño de Dios? Pienso que significa realizar la pastoral de la esperanza, cuidando las ovejas que están en el redil, pero también yendo, saliendo en la búsqueda de cuantos esperan la Buena Noticia y no saben hallar o reencontrar solos el camino que conduce a Jesús. Encontrar a la gente allí donde vive, incluso aquella parte del rebaño que está fuera del redil, lejos, en ocasiones sin conocer aún a Jesucristo. Cuidar la formación de los católicos en la fe y en la vida cristiana. Animar los fieles laicos a ser protagonistas de la misión evangelizadora de la Iglesia. Por tanto, os exhorto a formar comunidades católicas abiertas y «en salida», capaces de acogida y de encuentro, y que den testimonio con valentía del Evangelio. El sacerdote, el consagrado está llamado a vivir las inquietudes y las esperanzas de su gente; a actuar en los contextos concretos de su tiempo, con frecuencia caracterizado por tensión, discordia, desconfianza, precariedad y pobreza. Ante las situaciones más dolorosas, pidamos a Dios un corazón que sepa conmoverse, capacidad de empatía; no hay mejor testimonio que estar cerca de las necesidades materiales y espirituales de los demás. Es nuestra tarea como obispos, sacerdotes y religiosos hacer sentir a las personas la cercanía de Dios, su mano que conforta y sana; acercarse a las heridas y a las lágrimas de nuestro pueblo; no nos cansemos de abrir el corazón y de tender la mano a cuantos nos piden ayuda y a cuantos, quizás por pudor, no la piden, pero tienen gran necesidad. A este respecto, deseo expresar mi reconocimiento a las religiosas, por todo lo que hacen con generosidad y sobre todo por su presencia fiel y solícita. Queridos sacerdotes, religiosos y religiosas, os animo a proseguir con alegría vuestro servicio pastoral, cuya fecundidad viene de la fe y la gracia, pero también del testimonio de una vida humilde y despegada de los intereses del mundo. No caigáis, por favor, en la tentación de formar una especie de elite cerrada en sí misma. El generoso y transparente testimonio sacerdotal y religioso constituyen un ejemplo y un estímulo para los seminaristas y para cuantos el Señor llama a servirlo. Estando al lado de los jóvenes, invitándolos a compartir experiencias de servicio y de oración, los ayudáis a descubrir el amor de Cristo y a abrirse a la llamada del Señor. Que los fieles laicos puedan ver en vosotros aquel amor fiel y generoso que Cristo ha dejado como testamento a sus discípulos. página 11 Y una palabra en particular para vosotros, queridos seminaristas. Entre los bellos testimonios de consagrados de vuestra tierra, recordamos al siervo de Dios Petar Barbarić. Él une Herzegovina, donde nace, con Bosnia, donde emite su profesión, y une también a todo el clero, tanto diocesano como religioso. Este joven candidato al sacerdocio, con su vida virtuosa, sea para todos un gran ejemplo. La Virgen María está siempre con nosotros, como madre atenta. Ella es la primera discípula del Señor y ejemplo de vida dedicada a Él y a los hermanos. Cuando nos encontramos en una dificultad o ante una situación que nos hace sentir impotentes, nos dirigimos a Ella con confianza de hijos. Y Ella siempre nos dice —como en las bodas de Caná—: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2, 5). Nos enseña a escuchar a Jesús y a seguir su Palabra, pero con fe. Este es su secreto, que como madre nos quiere transmitir: la fe, aquella fe genuina, de la que basta una migaja para mover montañas. Con este confiado abandono, podemos servir al Señor con alegría y ser por dondequiera sembradores de esperanza. Os aseguro mi recuerdo en la oración y bendigo de corazón a todos vosotros y a vuestras comunidades. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. VIENE DE LA PÁGINA 7 minuto, cada hora es una tortura. Vivir todos juntos, sucios, sin comida, sin agua, con calor o con frío, ¡y esto durante tanto tiempo! Y nosotros, que nos quejamos cuando nos duele un diente, o queremos tener la televisión en nuestra habitación con tantas comodidades, y que hablamos de la superiora o del superior cuando la comida no es muy buena... No olvidéis, por favor, los testimonios de vuestros antepasados. Pensad en lo mucho que han sufrido estas personas; pensad en esos seis litros de sangre que ha recibido el padre —el primero que ha hablado— para sobrevivir. Y llevad una vida digna de la cruz de Jesucristo. Religiosas, sacerdotes, obispos, seminaristas mundanos, son una caricatura, no sirven. No tienen la memoria de los mártires. Han perdido la memoria de Jesucristo crucificado, nuestra única gloria. Otra cosa que me viene a la mente es aquel miliciano que dio una pera a la religiosa; y aquella mujer musulmana que ahora vive en Estados Unidos, que dio de comer... Todos somos hermanos. Incluso aquel hombre cruel pensó... No sé lo que pensó, pero sintió el Espíritu Santo en su corazón y tal vez pensó en su madre y dijo: «Toma esta pera y no digas nada». Y aquella mujer musulmana fue más allá de las diferencias religiosas: amaba. Creía en Dios e hizo el bien. Buscad el bien de todos. Todos tienen la posibilidad, la semilla del bien. Todos somos hijos de D ios. Dichosos vosotros que tenéis tan cerca estos testimonios: por favor, no los olvidéis. Que vuestra vida crezca con este recuerdo. Pienso en aquel sacerdote, cuyo papá murió cuando él era un niño, después murió la mamá, después su hermana, y quedó solo... Pero él era el fruto de un amor, de un amor matrimonial. Pensad en aquella religiosa mártir: también ella era hija de una familia. Y pensad también en el franciscano, con dos hermanas franciscanas; y me viene a la mente lo que ha dicho el cardenal arzobispo: ¿qué pasa con el jardín de la vida, es decir la familia? Algo malo, sucede: que no florece. Rezad por las familias, para que florezcan con muchos hijos y haya también muchas vocaciones. Y, por último, quisiera deciros que ésta ha sido una historia de crueldad. También hoy, en esta guerra mundial vemos tantas, tantas, tantas crueldades. Haced siempre lo contrario de la crueldad: tened actitudes de ternura, de fraternidad, de perdón. Y llevad la Cruz de Jesucristo. La Iglesia, la santa Madre Iglesia, os quiere así: pequeños, pequeños mártires, delante de estos pequeños mártires, pequeños testigos de la Cruz de Jesús. Que el Señor os bendiga. Y, por favor, rezad por mí. Gracias. L’OSSERVATORE ROMANO página 12 viernes 12 de junio de 2015, número 24 Durante el vuelo de regreso el Pontífice denuncia la hipocresía de quien pide la paz y fomenta la guerra No bastan las palabras Durante el vuelo de Sarajevo a Roma el Papa Francisco se reunió con los periodistas a bordo del avión, en una conferencia introducida por el director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi. Publicamos la traducción al español. abiertamente de paz y bajo cuerda comercian con las armas. ¿Nos puede explicar un poco más esta idea? Sí, existe la hipocresía, ¡siempre! Por eso dije que no es suficiente con hablar de paz: ¡hay que construir la paz! Y quien solamente habla de paz y no trabaja por ella está en contradicción; y quien habla de paz y promueve la guerra —por ejemplo, con la venta de armas— es un hipócrita. Es así de simple... [Katia López] Santo Padre, en su último encuentro con los jóvenes les ha hablado con detalle de la necesidad de prestar mucha atención a lo que leen, a lo que ven: no mencionó exactamente la palabra «pornografía», sino que ha dicho «mala fantasía». ¿Puede profundizar un poco más la idea acerca de la pérdida de tiempo...? [Silvije Tomašević] Buenas noches, Santidad, lógicamente muchos croatas han llegado aquí en peregrinación, y se preguntan si Su Santidad irá a Croacia... Pero visto que estamos en Bosnia y Herzegovina también hay un gran interés sobre el juicio acerca del fenómeno de Medjugorje... Sobre el problema de Medjugorje, el Papa Benedicto XVI, en su momento, había creado una comisión presidida por el cardenal Camillo Ruini; también había otros cardenales, teólogos y especialistas. Estudiaron el caso y el cardenal Ruini vino a mí y me entregó el estudio, después de tantos años —no sé, 3-4 años, aproximadamente—. Hicieron un buen trabajo, un buen trabajo. El cardenal Müller [prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe] me dijo que iba a hacer en estos días una «feria quarta» [una reunión especial]; creo que se hizo el último miércoles del mes. Pero no estoy seguro... [Nota del P. Lombardi: en efecto, no se ha realizado todavía una «feria quarta» dedicada a este tema]. Estamos a punto de tomar alguna decisión. Después se dirán. Por el momento, sólo se dan algunas orientaciones a los obispos, pero siguiendo las líneas que se adoptarán. Gracias. [Silvije Tomašević] Croacia? ¿Y la visita a ¿La visita a Croacia? No sé cuándo se hará. Ahora recuerdo la pregunta que me hicisteis cuando fui a Albania: «Usted comienza la visita a Europa por un país que no pertenece a la Comunidad Europea»; y yo dije: «Es un signo. Me gustaría comenzar las visitas en Europa partiendo de los países más pequeños, y los Balcanes son países martirizados, han sufrido tanto». Han sufrido tanto... Y por eso mi preferencia es esa. ¡Gracias! [Anna Chiara Valle] Usted ha hablado de quien fomenta deliberadamente el clima de guerra, y después a los jóvenes les ha dicho: hay poderosos que hablan Hay dos cosas diferentes: las modalidades y el contenido. Sobre las modalidades, hay una que hace daño al alma y es el estar demasiado apegado al ordenador. ¡Demasiado apegado al ordenador! Esto hace daño al alma y priva de la libertad: te convierte en un esclavo del ordenador. En muchas familias, curiosamente, los padres y madres me dicen: estamos en la mesa con los hijos y ellos, con sus teléfonos móviles, están en otro mundo. Es cierto que el lenguaje virtual es una realidad que no podemos negar: hay que procurar que vaya por el camino justo, porque es un progreso de la humanidad. Pero cuando esto nos aleja de la vida ordinaria, de la vida familiar, de la vida social, y también del deporte, el arte y permanecemos apegados al ordenador, esto es una enfermedad psicológica. ¡Seguro! Segundo: los contenidos. Sí, hay cosas sucias, que van desde la pornografía a la semi-pornografía, los programas vacíos, sin valores: por ejemplo, programas relativistas, hedonistas, consumistas, que fomentan todas estas cosas. Sabemos que el consumismo es un cáncer de la sociedad, el relativismo es un cáncer de la sociedad; hablaré de ello en la próxima encíclica, que saldrá a finales de este mes. No sé si he respondido. Dije la palabra «suciedad» para decir algo general, pero todos sabemos esto. Hay padres muy preocupados, que no permiten que haya ordenadores en las habitaciones de los niños; el ordenador debe estar en un lugar común de la casa. Se trata de pequeñas ayudas que los padres utilizan para evitar precisamente eso. El Pontífice añadió a continuación: Os agradezco vuestro trabajo, vuestro esfuerzo en este viaje... Muchas gracias por vuestro trabajo, muchas gracias. Y rezad por mí, ¡gracias! Respondiendo, por último, a una pregunta de Caroline Pigozzi sobre la posibilidad de un viaje a Francia el Papa dijo: Sí, sí, tengo en programa ir a Francia. Se lo he prometido a los obispos. Que no se convierta en el lecho de Procusto VIENE DE LA PÁGINA 2 derechos fundamentales de la persona», que exige superar «el residuo de la cultura del manicomio», por otra parte ya denunciado previamente por el mismo Comité en el año 2000. Uno de los datos que surge más claramente es que contener a un paciente, además de ser una lesión para la persona, puede solamente llevar a un empeoramiento de la enfermedad psíquica y por lo tanto es un gesto completamente ineficaz también desde el punto de vista terapéutico. Los pocos estudios nacionales e internacionales muestran, entre otras, dos evidencias que pueden sorprender. En primer lugar los servicios «no restraint», es decir, aquellos que «han optado por no atar a los pacientes o que tratan de limitar esta práctica al mínimo» no deben recurrir «a un uso más intensivo de los psicofármacos respecto a los servicios que recurren excesivamentes a la contención». En segundo lugar, los mismos servicios de cuidado «no-restraint» no deben valerse de más personal que los «restraint». Y todo ello con paridad de características de los pacientes tratados. Por lo tanto, la conclusión lógica es que «la cultura y la organización» de las estructuras sanitarias y su «filosofía» juegan un papel determinante en la manera de tratar a los pacientes, un papel mucho más decisivo que el de la tipología de los propios pacientes. El drama es el deslizamiento hacia una banalización total del acto, hacia la consideración del mismo como algo normal, como una rutina que no necesita siquiera señalar- se en el historial clínico. El horizonte normativo, sucintamente analizado en el informe, sin embargo, es muy claro al respecto: aunque la reflexión jurídica sobre el tema sigue siendo problemática en ausencia de una ley específica aprobada por el Parlamento en nuestro país (Italia), «el uso de técnicas de contención mecánica debe representar la extrema ratio» y puede ser «justificado» sólo «en la presencia del peligro grave y actual que el paciente cometa actos autolesivos o cometa un delito contra la persona respecto de terceros». Situaciones estas últimas que raramente se observan en los pacientes psiquiátricos, los ancianos o personas con discapacidad, a los que a veces se les contiene por pura comodidad del personal de servicio. La gestión de conflictos con el enfermo, una presencia humana que escucha, un clima tranquilo, la práctica de las «puertas abiertas»: estos son algunos de los métodos más eficaces y respetuosos para ayudar a quién se encuentra en dificultad. «Si se permite que las manos y los pies estén atados —escribía en 1856 el psiquiatra John Conolly— pronto se encontrará en el paciente un proceso de regresión total, y se dará inicio a todo tipo de negligencia y tiranía, hasta que la represión se convertirá en el habitual sustituto de la atención, la paciencia, la tolerancia y la gestión correcta». Después de tantos años, y en una época en que las palabras a menudo hacen de los derechos de la persona una reivindicación tan obsesiva como vacía, estas afirmaciones suenan muy de actualidad. número 24, viernes 12 de junio de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 13 El Papa pone en guardia a los misioneros contra la tentación del eficientismo ¿El dinero? Es ayuda y ruina «Cuidado con no caer en la tentación de convertirse en una ONG, una oficina de distribución de ayudas», porque «una Iglesia que se reduce al eficientismo de las organizaciones de partido ya está muerta»: lo recomendó el Papa Francisco a los participantes en la asamblea general de las Obras misionales pontificias —a quienes recibió en audiencia en la sala Clementina el viernes 5 de junio—, al recordar que el dinero es una ayuda, pero también puede convertirse en «la ruina» de la misión. Queridos hermanos y hermanas: Con agrado me encuentro con todos vosotros, que estáis comprometidos en las Obras misionales pontificias, al servicio de la Iglesia para ha- cer realidad el mandato misionero de evangelizar a todos los pueblos hasta los confines de la tierra. Agradezco al cardenal Filoni sus amables palabras. La humanidad tiene tanta necesidad del Evangelio, fuente de alegría, esperanza y paz. Tiene prioridad la misión evangelizadora, porque la actividad misionera es aún hoy el máximo desafío para la Iglesia. Y «¡cómo quisiera encontrar —también para vosotros— las palabras para alentar una etapa evangelizadora más fervorosa, alegre, generosa, audaz, llena de amor hasta el fin y de vida contagiosa!» (Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 261). El anuncio del Evangelio es la primera y constante preocupación de la Iglesia, es su compromiso esencial, su mayor desafío y la fuente de su renovación. El beato Pablo VI añadió: «Es su vocación». En efecto, de la misión evangelizadora, de su intensidad y eficacia deriva también la verdadera renovación de la Iglesia, de sus estructuras y de su actividad pastoral. Sin la inquietud y el anhelo de evangelización no es posible desarrollar una pastoral creíble y eficaz, que una anuncio y promoción humana. «La salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia» (Evangelii gaudium, 15). A vosotros, miembros de la Congregación para la evangelización de los pueblos y directores nacionales de las Obras misionales pontificias, por vocación y por ministerio os corresponde una tarea exigente y privilegiada: vuestra mirada y vuestro interés se ensanchan hacia los amplios y universales horizontes de la humanidad, hacia sus fronteras geográficas y, sobre todo, humanas. Con estima y efecto acompañáis la vida de las Iglesias jóvenes esparcidas por el mundo, y animáis al pueblo de Dios para que viva plenamente la misión universal. Conocéis las maravillas que mediante estas Iglesias, a menudo pobres de recursos, el Espíritu Santo está obrando en la humanidad, incluso a través de las dificultades y las persecuciones que sufren por su fidelidad y testimonio de la palabra de Dios y por su defensa del hombre. En aquellas periferias humanas la Iglesia está llamada a salir a los caminos e ir al encuentro de tantos hermanos y hermanas nuestros que viven sin la fuerza, la luz y el consuelo de Jesucristo, sin una comunidad de fe que los acoja, sin un horizonte de sentido y de vida (cf. Evangelii gaudium, 49). La Congregación para la evangelización de los pueblos y las Obras misionales pontificias son, pues, protagonistas de una renovada evangelización, dirigida a todos y, en particular, a los pobres, a los últimos y a los marginados (cf. ibíd, n. 198). Las Obras misionales pontificias, por el carisma que las caracteriza, se muestran atentas y sensibles a las necesidades de los territorios de misión y, en particular, a los grupos humanos más pobres. Son instrumentos de comunión entre las Iglesias, favoreciendo y realizando una participación de personas y recursos económicos. Están comprometidas en sostener a seminaristas, presbíteros y religiosas de las jóvenes Iglesias de los territorios de misión en los colegios pontificios. Ante una tarea tan hermosa e importante que está delante de nosotros, la fe y el amor de Cristo tienen la capacidad de impulsarnos por doquier para anunciar el evangelio del amor, de la fraternidad y la justicia. Y esto se hace con la oración, con la valentía evangélica y el testimonio de las bienaventuranzas. Por favor, estad atentos para no caer en la tentación de convertiros en una ONG, una oficina de distribución de ayudas ordinarias y extraordinarias. El dinero ayuda —¡lo sabemos!—, pero también puede convertirse en la ruina de la misión. El funcionalismo, cuando se pone en el centro u ocupa un espacio grande, casi como si fuera la cosa más importante, os llevará a la ruina; por- que el primer modo de morir es el de dar por descontadas las «fuentes», es decir, Quién mueve la misión. Por favor, con tantos planes y programas no dejéis a Jesucristo fuera de la Obra misional, que es su obra. Una Iglesia que se reduce al eficientismo de los aparatos de partido ya está muerta, aunque las estructuras y los programas en favor de los clérigos y laicos «auto-ocupados» pudieran durar incluso siglos. No es posible una verdadera evangelización sino con la energía santificadora del Espíritu Santo, el único capaz de renovar, sacudir, dar impulso a la Iglesia en una audaz salida fuera de sí para evangelizar a todos los pueblos (cf. ibíd, n. 261). Que la Virgen María, Estrella de la evangelización, nos obtenga siempre la pasión por el reino de Dios, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia esté privada de su luz. Os bendigo con afecto a todos. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Podemos rezar juntos el Ángelus. Audiencia a la presidenta de Chile El Papa Francisco recibió en audiencia a la presidenta de la República de Chile, Michelle Bachelet Jeria, el viernes 5 de junio, en el palacio apostólico. La señora presidenta se reunió sucesivamente con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, acompañado por el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados. Durante los cordiales coloquios se hizo mención de las buenas relaciones bilaterales existentes, con el deseo de que puedan ser ulteriormente reforzadas en el marco de los instrumentos jurídicos previstos por el derecho internacional. Posteriormente se afrontaron temas de común interés, como la salvaguardia de la vida humana, la educación y la paz social. En tal contexto se destacó el papel y la contribución positiva de las instituciones católicas en la sociedad chilena, especialmente en la promoción humana, en la formación y en la asistencia a los más necesitados. Prosiguiendo con el encuentro, no faltó una visión de conjunto de la situación en América Latina, con especial referencia a algunos desafíos relacionados con el continente. L’OSSERVATORE ROMANO página 14 viernes 12 de junio de 2015, número 24 Entre las decisiones tomadas por el Consejo de cardenales Una nueva sección judicial para la tutela de los menores COMUNICACIONES Colegio episcopal Monseñor José A. González Juárez, obispo de Tuxtepec (México) Monseñor Ariel E. Torrado Mosconi, obispo coadjutor de Nueve de Julio (Argentina) Monseñor Oscar A. Múnera Ochoa, vicario apostólico de Tierradentro (Colombia) Renuncia: El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral del vicariato apostólico de Tierradentro (Colombia) que monseñor ED GAR HERNAND O TIRAD O MAZO, M.X .Y., obispo titular de Zaba, le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Edgar Hernando Tirado Mazo, nació en Medellín el 22 de febrero de 1939. Recibió la ordenación sacerdotal el 29 de noviembre de 1970. Juan Pablo II le nombró obispo titular de Zaba y vicario apostólico de Tierradentro el 19 de diciembre de 2003; recibió la ordenación episcopal el 31 de marzo de 2004. legado diocesano de pastoral juvenil y vocacional, vicario episcopal y de pastoral, ecónomo diocesano y, en el seno de la Conferencia episcopal, director de la sección de juventud y de la sección para las misiones. Audiencias pontificias M.X .Y., EL PAPA HA NOMBRAD O: —Obispo de Tuxtepec (México) al presbítero JOSÉ ALBERTO GONZÁLEZ JUÁREZ. José Alberto González Juárez nació en El Parral, Chiapas, el 19 de diciembre de 1967. Recibió la ordenación sacerdotal el 8 de diciembre de 1995, incardinado en la diócesis de Tuxtla Gutiérrez. Se licenció en filosofía en la Pontificia Universidad de México. En su ministerio ha desempeñado, entre otros, los siguientes cargos: vicario parroquial; párroco; director del curso propedéutico y profesor en el seminario, donde más tarde fue rector; vicario episcopal para el clero y la vida consagrada. —Obispo coadjutor de Nueve de Julio (Argentina) a monseñor ARIEL EDGARD O TORRAD O MOSCONI, hasta ahora obispo titular de Vico de Pacato y auxiliar de Santiago del Estero. La biografía de monseñor Ariel Edgardo Torrado Mosconi la publicamos en el periódico n. 20 del 15 de mayo de 2015, donde, por error, no informamos que fue nombrado «obispo coadjutor». —Obispo titular de Corniculana y vicario apostólico de Tierradentro (Colombia) al presbítero OSCAR AUGUSTO MÚNERA O CHOA. Oscar Augusto Múnera Ochoa nació en San Pedro de los Milagros, diócesis de Santa Rosa de Osos, el 27 de mayo de 1962. Recibió la ordenación sacerdotal el 22 de noviembre de 1988. Se licenció en filosofía y ciencias religiosas en la Universidad católica de Oriente. Ha sido vicario parroquial, rector de la escuela apostólica de Liborina, de- EL SANTO PADRE HA RECIBID O: Viernes 5 de junio —Al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los santos. S.D.B., —A monseñor Jorge Eduardo Lozano, obispo de Gualeguaychú (Argentina). —A monseñor Vicente Bokalic Iglic, C.M., obispo de Santiago del Estero (Argentina). Domingo, día 7 —A la presidenta de la República Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, con el séquito. Lunes, día 8 A los obispos de la Conferencia episcopal de Puerto Rico, en visita «ad limina Apostolorum»: —Monseñor Roberto Octavio González Nieves, O.F.M., arzobispo de San Juan de Puerto Rico, con monseñor Héctor Manuel Rivera Pérez, obispo titular de Tubune de Numidia, auxiliar emérito. —Monseñor Daniel Fernández, obispo de Arecibo. —Monseñor Rubén Antonio González Medina, C.M.F., obispo de Caguas. —Monseñor Eusebio Ramos Morales, obispo de Fajardo-Humacao. —Monseñor Alvaro Corrada del Río, S.J., obispo de Mayagüez. —Monseñor Félix Lázaro Martínez, SCH.P., obispo de Ponce. Miércoles, día 10 —A monseñor Piergiorgio Bertoldi, arzobispo titular de Spello, nuncio apostólico en Burkina Faso y Níger, con los familiares. —Al presidente de la Federación rusa, Vladimir Putin, con el séquito. En el seno de la Congregación para la doctrina de la fe se instituirá una nueva sección judicial que, en materia de tutela de menores, estará expresamente dedicada a las denuncias de abuso de oficio episcopal. Es esta la propuesta más destacada y articulada en los detalles, ya aprobada por el Papa Francisco, que surgió de la décima reunión del Consejo de cardinales que tuvo lugar en la Casa Santa Marta del 8 al 10 de junio. Presentó un resumen de los resultados de los trabajos de los purpurados —que se orientaron también hacia nuevas sugerencias en relación a las reformas que se están realizando en ámbito económico y financiero, a la reorganización de los medios de comunicación vaticanos, y respecto a la difusión de la ya próxima encíclica del Papa Francisco— el director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, en un encuentro con los periodistas que tuvo lugar el miércoles 10 de junio al final de la mañana. El Pontífice estuvo presente en todas las reuniones del lunes y del martes, mientras que el miércoles por la mañana estuvo ocupado con la audiencia general. Varios de los temas tratados por los miembros del consejo, entre quienes faltaba, imposibilitado en esta ocasión, el cardenal Laurent Monsengwo Pasinya. Ante todo —y fue el tema que ocupó gran parte de la jornada del lunes— los purpurados examinaron el borrador del preámbulo de la nueva constitución para la reforma de la Curia romana, borrador que será ulteriormente elaborado. En lo que se refiere a las reformas en ámbito económico y financiero, por su parte, el cardenal Pell, prefecto de la Secretaría de asuntos económicos, habló sobre las iniciativas que se están aplicando, recordando, entre otras cosas, el nombramiento del nuevo revisor general, la aprobación del nuevo estatuto de la Caja de pensiones y la terminación de la lista de las entidades que, como establecen los estatutos, serán sometidas a la autoridad de control y vigilancia del Consejo de asuntos económicos. En particular, el cardenal habló también de la constitución de tres nuevos grupos de trabajo: para el análisis de los ingresos e inversiones, para la gestión de los recursos humanos y para el estudio de los sistemas informáticos existentes. El lunes 8 de junio, por la tarde, el Consejo escuchó la relación del cardenal Seán Patrick O’Malley sobre la actividad de la Comisión para la tutela de los menores. El debate condujo a la aprobación —primero la unanimidad del consejo y luego del Papa Francisco— de cinco propuestas. Ante todo se establece que las denuncias de abuso de oficio episcopal se presenten en la Congregación para los obispos, para la evangelización de los pueblos o para las Iglesias orientales, según sus respectivas competencias. En segundo lugar, fue aceptado que el Papa conceda el mandato a la Congregación para la doctrina de la fe para juzgar a los obispos en relación a los delitos de abuso de oficio, y que también el Papa, tras consultar al prefecto, autorice la institución de una nueva sección judicial en el seno de la misma congregación y el nombramiento de personal estable que preste servicio en dicha sección. Para hacer más eficaces tales decisiones se propuso también el nombramiento de un secretario que asista al prefecto en lo referido a la nueva sección judicial. El personal de esa sección se empleará también en los procesos penales por abuso de menores y adultos vulnerables por parte del clero. Por último se estableció que tales disposiciones se evalúen a nivel operativo en los próximos cinco años. El miércoles 10 de junio, el Consejo de cardenales se ocupó de la cuestión de los medios de comunicación de la Santa Sede escuchando la relación del director del Centro televisivo vaticano, monseñor Dario Viganò, presidente de la Comisión instituida el pasado 23 de abril. Como es público, la comisión retomó las conclusiones del Comité para la reforma de los medios de comunicación vaticanos presidida por Lord Chris Patten que, entre septiembre de 2014 y marzo de 2015, elaboró una serie de propuestas tras visitar todos los medios de comunicación vaticanos (Tipografía vaticana, L’Osservatore Romano, Libreria editrice vaticana, Radio Vaticano, Oficina de prensa de la Santa Sede, Consejo pontificio para las comunicaciones sociales, Centro televisivo vaticano, Servicio internet y Servicio fotográfico de L’O sservatore Romano) y escuchar a quienes trabajan en los mismos. Se presentó al Consejo de cardenales un proyecto de reforma realizable en cuatro años. El proyecto considera la salvaguardia del personal y una gradual integración de los diversos organismos gracias a la constitución, en los próximos meses, de un nuevo dicasterio y los nombramientos necesarios para el inicio del proceso. A tales propuestas, que contaron con el parecer positivo del Consejo de cardenales, se sumarán los resultados del trabajo de la comisión que debe aún completarse. En la última mañana de reunión del consejo, el miércoles 10, el padre Michael Czerny, del Consejo pontificio Justicia y paz, presentó a los cardinales un proyecto para favorecer la correcta recepción de la encíclica dedicada al medio ambiente que se presentará el jueves 18 de junio. En especial, por deseo del Papa Francisco, el Consejo pontificio trató de hacer partícipe al episcopado mundial a través del envío, por correo electrónico, de sugerencias y materiales para que todos puedan sentirse preparados ante el nuevo documento pontificio y puedan acompañar la publicación con explicaciones y comentarios apropiados. La próxima reunión del Consejo de cardenales está prevista del 14 al 16 de septiembre. número 24, viernes 12 de junio de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 15 A los obispos puertorriqueños el Papa Francisco pide apoyar a las familias afectadas por muchos y graves problemas sociales El tesoro del Caribe Hay que luchar contra las divisiones y custodiar la esperanza del pueblo «Es necesario consolidar cada vez más la pastoral familiar, ante los graves problemas sociales que aquejan» a la familia: lo recordó el Papa a los obispos puertorriqueños en visita «ad limina», a quienes recibió el lunes 8 de junio por la mañana. Queridos hermanos en el episcopado: Me alegro de poder saludarlos con ocasión de la visita ad limina Apostolorum, peregrinación que deseo constituya una experiencia fecunda de comunión para cada uno de ustedes y para la Iglesia que peregrina en Puerto Rico. Agradezco a monseñor Roberto Octavio González Nieves, arzobispo de San Juan y presidente de la Conferencia episcopal, las palabras que me ha dirigido en nombre de todos. En ese bello archipiélago caribeño se fundó una de las tres primeras diócesis que se establecieron en el continente americano. Desde entonces, su historia eclesiástica está entretejida por la fidelidad y la tenacidad de tantos pastores, religiosos, misioneros y laicos que, respondiendo a los tiempos y lugares, han sabido comunicar la alegría del anuncio de Cristo Salvador, en cuyo nombre se han creado tantas iniciativas en favor del bien común, en el campo litúrgico, social y educativo, que han marcado profundamente la vida pública y privada del pueblo puertorriqueño. Ustedes, como pregoneros del Evangelio y custodios de la esperanza de su pueblo, están llamados a Audiencia a la presidenta de la República Argentina El Papa Francisco recibió en audiencia privada a la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, el domingo 7 de junio, por la tarde. El coloquio muy cordial duró más de hora y media —como informó el director de la Oficina de prensa de la Santa Sede— y se tuvo en una sala junto al aula Pablo VI. La presidenta manifestó una vez más el afecto y la cercanía del pueblo argentino al Papa y pidió la bendición para todos sus connacionales. Al término del coloquio, el Papa saludó a la numerosa delegación que acompañaba a la presidenta, quien entregó al Pontífice regalos significativos: un cuadro grande del obispo mártir Oscar Arnulfo Romero, obra del artista argentino Eugenio Cuttica; un libro de Alberto MetholFerré, autor muy conocido y apreciado por el Papa Bergoglio (Los Estados continentales y el Mercosur); una edición del poema nacional argentino Martín Fierro, citado por el Pontífice en algunos discursos; dos bajorrelieves para invidentes que representan a la Virgen de Luján y al Papa; un cesto con productos típicos argentinos y un libro sobre el patrimonio arquitectónico del país. A la presidenta el Pontífice le regaló la reproducción de un icono ruso del siglo XI, que representa a la Virgen de la ternura. Se trató del quinto encuentro de la presidenta con el Papa, contando la misa con motivo del inicio del pontificado y la celebrada con ocasión de la Jornada mundial de la juventud en Río de Janeiro. continuar escribiendo esa obra de Dios en sus Iglesias locales, animados por un espíritu de comunión eclesial, procurando que la fe crezca y la luz de la verdad brille también en nuestros días. La confianza mutua y la comunicación sincera entre ustedes permitirá al clero y a los fieles ver la auténtica unidad querida por Cristo. Además, ante la magnitud y la desproporción de los problemas, el obispo necesita recurrir no sólo a la oración, sino también a la amistad y a la ayuda fraterna de sus hermanos en el episcopado. No gasten energías en divisiones y enfrentamientos, sino en construir y colaborar. Ya saben que, «cuanto más intensa es la comunión, tanto más se favorece la misión» (Pastores gregis, 22). Sepan tomar distancia de toda ideologización o tendencia política que les puede hacer perder tiempo y el verdadero ardor por el Reino de Dios. La Iglesia, por razón de su misión, no está ligada a sistema político alguno, para poder ser siempre «signo y salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana» (Gaudium et spes, 76). El obispo es modelo para sus sacerdotes y los anima a buscar siempre la renovación espiritual y a redescubrir la alegría de apacentar su grey dentro de la gran familia de la Iglesia. Les pido una actitud acogedora con ellos; que se sientan escuchados y guiados para que puedan crecer en comunión, santidad y sabiduría, y lleven a todos los misterios de la salvación. Ante el próximo Jubileo de la Misericordia, recuerden primero ustedes y luego los sacerdotes el servicio de ser fieles servidores del perdón de Dios, sobre todo en el sacramento de la Reconciliación, que permite experimentar en carne propia el amor de Dios y ofrecer a cada penitente la fuente de la verdadera paz interior (cf. Misericordiae vultus, 17). Para tener buenos pastores, es necesario cuidar la pastoral vocacional, de manera que haya un numero adecuado de vocaciones, y especialmente los seminarios, que ofrezcan la debida formación a los candidatos. El seminario es la parcela que más solicitud pide al obispo pastor. Facilitar a los fieles la vida sacramental y ofrecerles una adecuada formación permanente hace posible que también éstos puedan cumplir su propia misión. Los fieles boricuas, y en particular las asociaciones, los movimientos y las instituciones de educación, están llamados a colaborar generosamente para que se anuncie la Buena Nueva en todos los ambientes, incluso en los más hostiles y alejados de la Iglesia. Deseo de corazón que, animados por el ejemplo de insignes laicos como el beato Carlos Manuel Rodríguez Santiago, modelo de entrega y servicio apostólico, o el venerable maestro Rafael Cordero y Molina, sigan avanzando por el camino de una gozosa adhesión al Evangelio, profundizando en la doctrina social de la Iglesia y participando lúcida y serenamente en los debates públicos que atañen a la sociedad en la que viven. Entre las iniciativas que es necesario consolidar cada vez más está la pastoral familiar, ante los graves problemas sociales que la aquejan: la difícil situación económica, la emigración, la violencia doméstica, la desocupación, el narcotráfico, la corrupción. Son realidades que generan preocupación. Permítanme llamar su atención sobre el valor y la belleza del matrimonio. La complementariedad del hombre y la mujer, vértice de la creación divina, está siendo cuestionada por la llamada ideología de género, en nombre de una sociedad más libre y más justa. Las diferencias entre hombre y mujer no son para la contraposición o subordinación, sino para la comunión y la generación, siempre a «imagen y semejanza» de Dios. Sin la mutua entrega, ninguno de los dos puede siquiera comprenderse en profundidad (cf. Audiencia general, 15 de abril de 2015). El sacramento del matrimonio es signo del amor de Dios por la humanidad y de la entrega de Cristo por su Esposa, la Iglesia. Cuiden este tesoro, uno de los «más importantes de los pueblos latinoamericanos y caribeños» (Aparecida, 433). Finalmente, entre los mayores retos actuales para el trabajo apostólico se encuentra la implementación del Plan pastoral de conjunto en las diócesis, mediante programas elaborados para anunciar a Cristo y responder a las inquietudes de la sociedad y del Pueblo de Dios hoy, en los que debe estar siempre presente la dimensión misionera hasta las últimas periferias existenciales. Les aseguro mi oración, también por los sacerdotes, consagrados y por todos los fieles laicos de esa amada tierra borinqueña. Lleven a todos, por favor, el saludo del Papa. Velen con celo y paciencia por la porción de la viña del Señor que les ha sido encomendada, y vayan adelante todos juntos. Encomiendo la obra de la evangelización en Puerto Rico a la Santísima Virgen María y, pidiéndoles que no se olviden de rezar por mí, les imparto con afecto la bendición apostólica. L’OSSERVATORE ROMANO página 16 viernes 12 de junio de 2015, número 24 En la audiencia general el Papa Francisco habla de la familia ante la experiencia de la enfermedad El hospital más cercano Es heroico quien por la mañana va al trabajo tras haber pasado la noche junto a un niño o un anciano La heroicidad oculta de las familias que cuidan a sus seres queridos con generosidad y espíritu de sacrificio ocupó el centro de la catequesis del Papa Francisco durante la audiencia general del miércoles 10 de junio, en la plaza de San Pedro. Queridos hermanos ¡buenos días! y hermanas, Continuamos con las catequesis sobre la familia, y en esta catequesis quisiera tratar un aspecto muy común en la vida de nuestras familias: la enfermedad. Es una experiencia de nuestra fragilidad, que vivimos generalmente en familia, desde niños, y luego sobre todo como ancianos, cuando llegan los achaques. En el ámbito de los vínculos familiares, la enfermedad de las personas que queremos se sufre con un «plus» de sufrimiento y de angustia. Es el amor el que nos hace sentir ese «plus». Para un padre y una madre, muchas veces es más difícil soportar el mal de un hijo, de una hija, que el propio. La familia, podemos decir, ha sido siempre el «hospital» más cercano. Aún hoy, en muchas partes del mundo, el hospital es un privilegio para pocos, y a menudo está distante. Son la mamá, el papá, los hermanos, las hermanas, las abuelas quienes garantizan las atenciones y ayudan a sanar. En los Evangelios, muchas páginas relatan los encuentros de Jesús con los enfermos y su compromiso por curarlos. Él se presenta públicamente como alguien que lucha contra la enfermedad y que vino para sanar al hombre de todo mal: el mal del espíritu y el mal del cuerpo. Es de verdad conmovedora la escena evangélica a la que acaba de hacer referencia el Evangelio de san Marcos. Dice así: «Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados» (1, 32). Si pienso en las grandes ciudades contemporáneas, me pregunto dónde están las puertas ante las cuales llevar a los enfermos para que sean curados. Jesús nunca se negó a curarlos. Nunca siguió de largo, nunca giró la cara hacia otro lado. Y cuando un padre o una madre, o incluso sencillamente personas amigas le llevaban un enfermo para que lo tocase y lo curase, no se entretenía con otras cosas; la curación estaba antes que la ley, incluso una tan sagrada como el descanso del sábado (cf. Mc 3, 1-6). Los doctores de la ley regañaban a Jesús porque curaba el día sábado, hacía el bien en sábado. Pero el amor de Jesús era dar la salud, hacer el bien: y esto va siempre en primer lugar. Jesús manda a los discípulos a realizar su misma obra y les da el poder de curar, o sea de acercarse a los enfermos y hacerse cargo de ellos completamente (cf. Mt 10, 1). Debemos tener bien presente en la mente lo que dijo a los discípulos en el episodio del ciego de nacimiento (Jn 9, 1-5). Los discípulos —con el ciego allí delante de ellos— discutían acerca de quién había pecado, porque había nacido ciego, si él o sus padres, para provocar su ceguera. El Señor dijo claramente: ni él ni sus padres; sucedió así para que se manifestase en él las obras de Dios. Y lo curó. He aquí la gloria de Dios. He aquí la tarea de la Iglesia. Ayudar a los enfermos, no quedarse en habladurías, ayudar siempre, consolar, aliviar, estar cerca de los enfermos; esta es la tarea. La Iglesia invita a la oración continua por los propios seres queridos afectados por el mal. La oración por los enfermos no debe faltar nunca. Es más, debemos rezar aún más, tanto personalmente como en comunidad. Pensemos en el episodio evangélico de la mujer cananea (cf. Mt 15, 21-28). Es una mujer pagana, no es del pueblo de Israel, sino una pagana que suplica a Jesús que cure a su hija. Jesús, para poner a prueba su fe, primero responde duramente: «No puedo, primero debo pensar en las ovejas de Israel». La mujer no retrocede —una mamá, cuando pide ayuda para su criatura, no se rinde jamás; todos sabemos que las mamás luchan por los hijos— y responde: «También a los perritos, cuando los amos están saciados, se les da algo», como si dijese: «Al menos trátame como a una perrita». Entonces Jesús le dijo: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas» (v. 28). Ante la enfermedad, incluso en la familia surgen dificultades, a causa de la debilidad humana. Pero, en general, el tiempo de la enfermedad hace crecer la fuerza de los vínculos familiares. Y pienso cuán importante es educar a los hijos desde pequeños en la solidaridad en el momento de la enfermedad. Una educación que deja de lado la sensibilidad por la enfermedad humana, aridece el corazón. Y hace que los jóvenes estén «anestesiados» respecto al sufrimiento de los demás, incapaces de confrontarse con el sufrimiento y vivir la experiencia del límite. Cuántas veces vemos llegar al trabajo a un hombre, una mujer, con cara de cansancio, con una actitud cansada y al preguntarle: «¿Qué sucede?», responde: «He dormido sólo dos horas porque en casa hacemos turnos para estar cerca del niño, de la niña, del enfermo, del abuelo, de la abuela». Y la jornada continúa con el trabajo. Estas cosas son heroicas, son la heroicidad de las familias. Esas heroicidades ocultas que se hacen con ternura y con valentía cuando en casa hay alguien enfermo. La debilidad y el sufrimiento de nuestros afectos más queridos y más sagrados, pueden ser, para nuestros hijos y nuestros nietos, una escuela de vida —es importante educar a los hijos, los nietos en la comprensión de esta cercanía en la enfermedad en la familia— y llegan a serlo cuando los momentos de la enfermedad van acompañados por la oración y la cercanía afectuosa y atenta de los familiares. La comunidad cristiana sabe bien que a la familia, en la prueba de la enfermedad, no se la puede dejar sola. Y debemos decir gracias al Señor por las hermosas experiencias de fraternidad eclesial que ayudan a las familias a atravesar el difícil momento del dolor y del sufrimiento. Esta cercanía cristiana, de familia a familia, es un verdadero tesoro para una parroquia; un tesoro de sabiduría, que ayuda a las familias en los momentos difíciles y hace comprender el reino de Dios mejor que muchos discursos. Son caricias de Dios. Los tuits en @Pontifex_es 4 JUN [11.30 AM] Es necesario construir la sociedad a la luz de las Bienaventuranzas, caminar hacia el Reino en la compañía de los últimos 9 JUN [11.09 AM] En el sacramento de la Eucaristía encontramos a Dios que se da a sí mismo 11 JUN [10.11 AM] Donde no hay trabajo, no hay dignidad