domingo de ramos - Parroquia San Miguel de Pamplona

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DOMINGO DE RAMOS ‘13
Domingo de Ramos. Semana SANTA, la Pascua del Señor.
Aunque parece que vivimos una especie de catolicismo anónimo,
privado, miedoso y nos cuesta confesar la fe en la vida pública, la
Semana Santa nos invita a salir, a no disimular nuestra condición de
cristianos: Caminar, construir, confesar, testimoniar”, nos ha dicho
el Papa. La fuerza y la luz nos llegan desde el Crucificado. A pesar
de nuestros pecados, de nuestras debilidades y de nuestras
traiciones, El siempre tiene los brazos abiertos, en Cruz, para
acogernos con amor infinito.”Él nunca se cansa de perdonar”(PFco.)
El que cree en Él tiene vida eterna. En Él se nos descubre el amor de
Dios, ese amor increíble, desconcertante. “Me amó y se entregó a la
muerte por mi” (Ga 2,20).
La pasión de Jesús es un tesoro inagotable de gracias. Todos
los detalles tienen un significado profundo. Sintámonos
contemporáneos de Jesús. Vayamos a Getsemaní, al pretorio de
Pilatos y al Calvario.
1) Getsemaní ha llegado a ser el símbolo de todo dolor moral.
Jesús suda sangre. Su pena está toda dentro, en el corazón. Se «hizo
pecado por nosotros», dice san Pablo (2 Corintios 5, 21). Porque nos
ama. Pensemos en todo el odio, la mentira, el egoísmo, la injusticia,
que hay en el mundo, apoyándose sobre el corazón de Cristo.
El filósofo Pascal ha dicho: «Cristo está en agonía en el huerto
de los olivos hasta el fin del mundo. Es necesario no dejarlo solo en
todo este tiempo». Está en agonía allí donde hay un ser humano, que
lucha con la tristeza, la enfermedad, el miedo, la angustia, en una
situación sin salida, como Jesús aquel día.Cristo está en agonía, en
todas las cruces donde sufren y mueren los inocentes.
¡Cuántos Getsemaní escondidos en el mundo y dentro de
nuestras casas, en muchos corazones! No les dejemos solos.
Nosotros unidos al Jesús agonizante de entonces -contemplándolo
agradecidos-, podemos hacer algo por el Jesús, que agoniza hoy.
Papa Francisco: “El centro de la vocación cristiana es Cristo.
Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás,
salvaguardar la creación.... Custodiar a la gente, preocuparse por
todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los
ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la
periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la
familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como
padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se
convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las
amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el
respeto y en el bien...” De lo contrario, “gana terreno la destrucción y
el corazón se queda árido”.... “Recordemos que el odio, la envidia, la
soberbia ensucian la vida...” Como san José, “No debemos tener
miedo de la bondad, de la ternura”.
“... Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio...,
ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz”; ”... y acoger
con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más
pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe
en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al
forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31-46).
Sólo el que sirve con amor sabe custodiar”.
Jesús, «En medio de su angustia, oraba con más insistencia»
(Lucas 22, 44). ¡Orar en la prueba! Es el canal a través del cual llegan
hasta nosotros la fortaleza y la valentía de Jesús.
2) El pretorio: Si en Getsemaní Jesús ha cumplido su pasión
moral, aquí ha consumado la física. Azotes y bofetadas, corona de
espinas y crucifixión. Él también está cercano, por lo tanto, a quien
sufre en el cuerpo.
La pasión de Cristo, se actualiza en cada celebración de la Misa,
y se renueva cada día, allí donde hay una persona que se debate
entre los dolores. El dolor humano queda redimido y “adquiere valor
de Redención”, desde que Cristo lo asume en su Pasión. Quien está
en el sufrimiento puede estar seguro de ser comprendido por Jesús.
3) Vayamos también espiritualmente al Gólgota. Es el sancta
sanctorum de los cristianos, el lugar más sagrado de la tierra. Allí, en
el primer Viernes Santo de la historia, el Hijo de Dios murió para
expiar los pecados del mundo. Allí pronunció sus últimas palabras,
que han traspasado los siglos como antorchas inextinguibles. Son un
retrato del Corazón de Cristo. “Padre, perdónalos, que no saben lo
que hacen”. “Padre, a tus manos encomiendo mi
espíritu”(Lucas). Son palabras de perdón, de compasión, de
generosidad y de confianza.“Realmente este Hombre era justo”.
«Jesús está en la cruz hasta el fin del mundo». Por tí, por mí,
por nosotros.
Comienza la Semana Santa. Que Dios nos conceda el coraje, la
valentía de vivir una Semana SANTA de verdad, para que seamos
curados, salvados, perdonados.
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