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FUNDACIÓN
TOMÁS
MORO
CARTAS SOBRE “HUMANISMO Y POLÍTICA”
Carta 72ª: Humanismo social y dimensión moral del desarrollo (3).
Querido amigo1:
En los últimos años preocupa en todos los países el desarrollo o crecimiento
económico porque con él se crea empleo y se reduce el paro. Pero el desarrollo
económico no es solo un problema material, sino que es también una cuestión moral.
Únicamente desde esta perspectiva se pueden conocer todas sus implicaciones. Esta
dimensión moral es destacada por el humanismo social, siguiendo las huellas de la
doctrina contenida en las Encíclicas de S. Juan Pablo II a las que he hecho referencia
en cartas anteriores.
Ante todo, la visión “económica” vinculada al desarrollo hace tiempo que entró en
crisis, porque la mera acumulación de bienes o servicios, incluso a favor de una
mayoría de la población no basta generar bienestar social o felicidad personal; y
porque la disponibilidad de múltiples beneficios reales aportados por la técnica,
incluida la informática y la electrónica, no traen consigo la liberación de las modernas
formas de esclavitud. Antes al contrario, la experiencia de los últimos años demuestra
que toda esta considerable masa de recursos puestas a disposición del hombre no está
regida por un objetivo moral que se dirija al verdadero bien común del género humano,
sino que, fácilmente, se vuelve contra él para oprimirle.
Por otra parte, la sociedad de consumo ha producido una excesiva disponibilidad de
medios materiales de todas clases en determinadas categorías sociales que conducen a
una “esclavitud” por la posesión y el goce inmediato, sin más horizonte que la
acumulación o la sustitución continuada por la última versión. Los efectos de la
sumisión al consumo son un materialismo craso y una insatisfacción, porque cuanto
más se posee más se desea tener, ahogados en la inundación de mensajes publicitarios
y ofertas incesantes, que sofocan las aspiraciones más profundas. Este tipo de sociedad
es el exponente de una de las mayores injusticias de nuestro mundo pues son pocos los
que poseen y muchos los que no poseen nada.
Para el humanismo social cristiano la dimensión moral del desarrollo se apoya en
los siguientes criterios:
- La idea de subordinación de los bienes. Un desarrollo no solo económico se mide
y orienta según la vocación del hombre y según la naturaleza propia y específica del
ser humano, y no únicamente con parámetros macroeconómicos.
- El desarrollo material debe ir acompañado del desarrollo de los derechos humanos
y de la viva conciencia del valor de los derechos de todos y cada uno, hombre o mujer,
niño, adulto o anciano, respetando su derecho a la plena utilización de los beneficios
ofrecidos por la ciencia o la técnica.
- El desarrollo es inseparable de la solidaridad y de la libertad dentro del marco
constituido por esa solidaridad y libertad. No es posible un desarrollo que no respete ni
observe la dignidad del hombre como ser creado a imagen y semejanza de Dios, lo que
implica un desarrollo fundado en el amor al prójimo que favorezca las relaciones entre
las personas y entre las sociedades.
- Por último, el desarrollo debe respetar el medio ambiente basado en la no
utilización indiscriminada de los diversos seres vivos o inanimados, en la limitación de
los recursos no renovables y en la calidad de vida y polución de las zonas fuertemente
urbanizadas o industrializadas, porque frente a la naturaleza visible estamos sometidos
no solo a leyes biológicas sino también a leyes morales.
En resumen, el desarrollo para que sea auténtico ha de ser conforme a la dignidad
del hombre y de los pueblos y no puede ser reducido a un problema técnicoeconómico. Si se le reduce a esto, se le despoja de su verdadero contenido y se
traiciona al hombre y a los pueblos a cuyo servicio debe ponerse.
En la próxima carta te hablaré de la dimensión real del trabajo.
Recibe un cordial abrazo de
Fernando Díez Moreno
Vicepresidente
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Teléfono 91 533 83 10 • Móvil 671 694 777 • Fax 91 634 74 99
www.fundaciontomasmoro.es • fundaciontomasmoro@wanadoo.es
En el Manual de la “Nueva gramática de la lengua española” publicado por la Real Academia Española,
(pag. 25, Madrid, 2010), se dice que en el lenguaje político, administrativo y periodístico se percibe una
tendencia a construir series coordinadas constituidas por sustantivos de personas que manifiestan los dos
géneros (amigos/amigas, diputados/diputadas, alumnos/alumnas), el circunloquio es innecesario puesto
que el empleo del género no marcado (masculino) es suficientemente explícito para abarcar a los
individuos de uno y otro sexo.
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