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FUNDACIÓN
TOMÁS
MORO
CARTAS SOBRE “HUMANISMO Y POLÍTICA”
83ª Carta: Humanismo social y respuesta a algunos fenómenos de nuestro tiempo.
Querido amigo1:
En mi carta anterior te hablaba de algunos fenómenos que se producen en los
tiempos que vivimos que pueden dañar impunemente a las personas, o a la misma
sociedad, o a las instituciones; o que crean una imagen distorsionada de la correlación
entre las obligaciones del Estado social y los derechos de los ciudadanos. Y te
anticipaba que el humanismo social tenía posición tomada respecto a tales fenómenos.
Ante todo, la afirmación de que los problemas importantes de la sociedad actual
solo pueden resolverse mediante acuerdos, pactos o consensos entre las fuerzas
políticas, sociales o económicas. Para alcanzar tales acuerdos no son suficientes los
cauces institucionales y tradicionales (Cámaras parlamentarias, consejos, comisiones,
etc.). Se hace precisa la creación de espacios para cada ocasión en los que el debate
pueda producirse con trasparencia y rigor, alejado de la confrontación cotidiana en la
legítima diferencia de posiciones.
En segundo lugar, debiera consultarse con más frecuencia a los ciudadanos sobre
los temas importantes y de gravedad. La compleja organización de un referéndum
puede ser sustituida hoy día por medios telemáticos o informáticos o por las redes
sociales. Votar cada cuatro años no es la forma de interesar y hacer participar al
ciudadano en la política.
En tercer lugar, las encuestas despolitizadas y sucesivas permiten al gobernante
conocer las tendencias de la opinión pública, como un instrumento, junto a otros, a la
hora de tomar decisiones, siempre que no sean manipuladas. Pero no pueden ser el
único motivo por el que el gobernante las tome.
En cuarto lugar, la reforma de la Justicia tiene que incluir procedimientos especiales
y brevísimos cuanto se trata del honor de las personas, con sanciones rápidas,
ejemplares y disuasorias para las campañas de difamación o las filtraciones interesadas
que vulneran el secreto del sumario y el principio de presunción de inocencia. Tales
sanciones debieran ser especialmente agravadas cuando quede de manifiesto la
intencionalidad torticera de las conductas. ¡Ya está bien de los juicios paralelos!
En quinto lugar, los avances tecnológicos e informáticos en materia de
comunicaciones o en materia de medicina deben utilizarse con respeto a los valores
supremos encarnados en los derechos fundamentales. En este punto, de nuevo, una
Justicia ejemplarmente correctora y sancionadora juega un papel crucial.
En sexto lugar, la crisis económica que hemos padecido y el sentido común han
demostrado que no es sostenible en el medio y largo plazo que los servicios públicos
(en especial la sanidad y la enseñanza) sean gratuitos en su integridad (“gratis total”).
La gratuidad alienta el abuso y el despilfarro. Para el humanismo social, los deberes de
los poderes públicos solo alcanzan a lo que son prestaciones básicas, pero por encima
de ellas cada uno debe vivir el riesgo de su propia aventura personal, y no transferir
este riesgo (de triunfo o de fracaso) a los demás.
En resumen, querido amigo, a pesar de que los problemas puedan aparecer muy
complejos, las respuestas y las tomas de posición son sencillas: hacer prevalecer
siempre los derechos de los ciudadanos normales frente a quienes no respetan las
normas básicas de la convivencia, frente a quienes abusan de su posición en los
medios, frente a quienes utilizan los avances de la técnica para rebajar el nivel de
aquellos derechos; frente a quienes prefieren la confrontación irracional al debate
sosegado; y frente a quienes consideran que “papá Estado” debe resolverles la vida.
A todo lo anterior te aporto una última consideración. Es muy difícil, por no decir
imposible, que los partidos políticos dejen de ser los protagonistas de la vida política
en el Gobierno, en el Parlamento, en el nombramiento de los miembros de los órganos
constitucionales, etc. Pero a todo trance hay que impedir que lo sean también de la
vida social, pues en este ámbito, tal protagonismo le corresponde a la sociedad misma
a través de sus propias organizaciones que, además, deben servir de contrapeso o
balance a aquellos. En caso contrario no estaríamos en un régimen de democracia sino
de partitocracia, que es al que peligrosamente nos estamos acercando.
En la próxima carta te hablaré de la respuesta al miedo.
Recibe un cordial abrazo de
Fernando Díez Moreno
Vicepresidente
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En el Manual de la “Nueva gramática de la lengua española” publicado por la Real Academia Española,
(pag. 25, Madrid, 2010), se dice que en el lenguaje político, administrativo y periodístico se percibe una
tendencia a construir series coordinadas constituidas por sustantivos de personas que manifiestan los dos
géneros (amigos/amigas, diputados/diputadas, alumnos/alumnas), el circunloquio es innecesario puesto
que el empleo del género no marcado (masculino) es suficientemente explícito para abarcar a los
individuos de uno y otro sexo.
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