Nacimiento de Timor Oriental

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No. 26 – Julio 2002
Servir
Nacimiento de Timor Oriental
JULIO 2002
Servicio
Jesuita
a
Refugiados
1
EDITORIAL
Víctimas de la guerra
A
l inicio de 2002, se reñían en el
mundo 36 conflictos armados
que sembraban muerte y sufrimiento en los que son las verdaderas
víctimas de la guerra: los civiles. La
guerra sigue siendo la causa mayor de
desplazamiento, forzando cada año a
millones de personas a salir de sus hogares y destruyendo casas, aldeas y
campos de cultivo. A veces, los civiles
son blanco deliberadamente elegido,
aunque a menudo se ven cogidos en
medio de la lucha entre facciones que
no se cuidan de sus sufrimientos.
Esta edición de Servir examina algunas zonas de conflicto que han causado
enormes cantidades de refugiados y
desplazados internos. En tres de estos
países (Angola, Timor Oriental y Sri
Lanka) acontecimientos recientes hacen esperar que la paz esté próxima
tras años de violencia y destrucción.
No obstante, aun cuando la paz vuelva
a un país desgarrado por la guerra, las
víctimas de la violencia y del desplazamiento forzoso encuentran muy difícil
el retorno a su anterior modo de vida.
Casas, tierras, economías y sociedades están irreparablemente malheridas,
y las cicatrices perduran. En Angola,
a pesar de los recientes esfuerzos por
llegar al alto el fuego y la paz, se estima que pasarán años antes de que los
cuatro millones de desplazados internos y los 400.000 refugiados en los
países limítrofes puedan finalmente
asentarse. Millones de minas plantadas durante la guerra impiden además
el movimiento y el acceso de la población a sus tierras de cultivo.
Timor Oriental festejó en mayo su independencia, aunque aún hay 50.000
refugiados que siguen en Timor Occidental, y la nueva nación se enfrenta
con el gigantesco reto de reconstruir
un país que ha sido tanto tiempo
desgobernado y maltratado. En Sri
Lanka, un alto el fuego hace también
2
El pueblo de Burundi ha sufrido grandemente el conflicto.
esperar el final de una larga guerra civil, si bien la nación sigue dividida, con
un legado de opresión y violación de
derechos humanos.
Una vez que ha terminado un conflicto, la atención mediática y los recursos
internacionales se van a otra parte, dejando a las verdaderas víctimas de la
guerra sin apoyo para reconstruir sus
vidas. Una nación que vuelve a la paz
sigue necesitando la asistencia de la
comunidad internacional para reconstruir su infraestructura y reforzar su
estabilidad política, la reconciliación y
el respeto de los derechos humanos,
que es lo que aleja las causas primarias de conflictos y desplazamientos.
El África Occidental es el caso de una
región abandonada a su suerte. El artículo final de este número de Servir
describe la situación de aquella zona y
los miles de refugiados que actualmente
huyen de la violencia que se registra
de nuevo en Liberia.
JRS está presente en el teatro de todos
estos conflictos, acompañando, sirvien-
do y trabajando con las personas cuyas
vidas han sido desgarradas por la guerra y la violencia. Necesitan nuestro
apoyo y atención si han de tener esperanza alguna de un futuro mejor.
Aprendamos de los errores del pasado, cuando sociedades que buscaban
desesperadamente la paz fueron abandonadas y olvidadas por el resto del
mundo, permitiendo que el conflicto
volviera con efectos devastadores para
la población civil.
Lluís Magriñà SJ es el
Director Internacional de JRS
TIMOR ORIENTAL
Nacimiento de Timor Oriental
Denis Kim SJ
Al emerger como nación en paz, Timor Oriental necesita un vasto proceso
de reconstrucción para reparar los daños y destrucción de tantos años de
violencia.
E
l 20 de mayo de 2002, Timor Oriental ocupó el puesto que le correspondía entre las naciones independientes del mundo. La celebración del Día
de la Independencia en la capital Dili cerró
una larga y dramática lucha por la libertad
y abrió un capítulo nuevo y más esperanzador para el pueblo de esta diminuta
isla del Pacífico. Su penosa historia ha dejado dolorosas cicatrices. A los siglos de
descuido bajo Portugal siguieron una brutal
invasión y ocupación por Indonesia, con centenares de miles de muertos. El traumático
voto a favor de la independencia en 1999
hizo que las milicias pro-indonesias se dieran a un sangriento pillaje, infligiendo la
muerte y la destrucción y haciendo que
decenas de miles se refugiaran en el vecino Timor Occidental.
los refugiados de Timor Occidental; y 4)
elaborar un informe final con los resultados de su investigación.
Conforme Timor Oriental emerge como nación independiente, JRS se prepara para
cerrar sus operaciones en el territorio y
pasar la responsabilidad a la misma población. JRS ha trabajado en estrecha unión
con las ONG locales para facilitar el retorno de los que en 1999 habían huido a Timor
Occidental. Según se vaya resolviendo la
emergencia, la población local se irá haciendo cargo de la labor que realizaba JRS.
La independencia
ofrece a los niños
de Timor Oriental
la oportunidad de
un futuro mejor.
En estos últimos dos años y medio, sin embargo, la población de Timor Oriental se
ha esforzado por levantar de aquellas cenizas una nación nueva, con la ayuda de
la comunidad internacional. El proceso va
más allá de la reconstrucción de la infraestructura física y de las instituciones políticas. Incluye la reconciliación de unos
con otros y con el pasado que todos han
sufrido.
La creación de la Comisión para la Acogida, la Verdad y la Reconciliación (CAVR)
es un elemento importante en este proceso
de sanación. La Comisión tiene el encargo
de: 1) investigar los hechos referentes a las
violaciones de derechos humanos cometidos entre abril de 1974, cuando Portugal se
retiró de la isla, y la llegada de la administración provisional de las Naciones Unidas
en octubre de 1999; 2) apoyar la re-integración de los que hayan cometido “crímenes menores” por medio de la reconciliación
a nivel comunitario; 3) facilitar la vuelta de
JULIO 2002
La Comisión recién establecida será el
principal agente para facilitar tanto la repatriación como las futuras iniciativas de
reconciliación. Isabel Guterres, que fue
miembro del personal de JRS en Timor
Oriental, forma parte de la CAVR. Elegida para desempeñar un relevante papel en
esta delicada tarea, Isabel podrá aprovechar su experiencia de refugiada y miem-
3
TIMOR ORIENTAL
Isabel
Guterres,
antiguo
miembro de
JRS Timor
Oriental, ha
sido nombrada
una de los siete
comisarios de
la Comisión
para la
Acogida, la
Verdad y la
Reconciliación.
Isabel Guterres
habla a timoreses
que vuelven a su
patria.
4
bro de JRS. Como lo dice ella misma,
“Utilizando la experiencia que he adquirido en JRS, espero unir de nuevo a mi pueblo y reparar las relaciones que la violencia
ha roto.”
Ciertamente, un largo camino parece abrirse ante el pueblo de Timor para superar la
falta de infraestructura y formación profesional. Para una población de 790.000
habitantes, de los que 240.000 son estudiantes, el número de doctores en medicina es de sólo 32. Solamente el 20% de las
aldeas goza de electricidad. La esperanza
de vida promedio se sitúa en los 50 años
de edad, y la mortandad infantil es alta.
Faltan carreteras, escuelas y hospitales.
Hablando en la ceremonia de la Independencia, el nuevo presidente Xanana Gusmao advirtió: “Nuestra independencia no
tendrá valor alguno si el pueblo sigue viviendo en la pobreza y sufriendo toda
suerte de dificultades.”
Otro reto es la necesidad esencial de justicia y reconciliación. Diversas voces revelan lo complejo de este tema. Xanana
Gusmao ha defendido la idea de una amnistía para los ex-milicianos en pro del interés de la comunidad nacional sufriente y
de la paz a lo largo de la frontera con Timor
Occidental. Por otra parte, una viuda que
perdió a su marido a manos de la milicia
expresa un sentir diferente: “La ONU no
tiene derecho a hablar de amnistía para esta
gente. Tampoco nuestros líderes la pueden
ofrecer. La Unidad de la ONU para Crí-
menes Graves debe someter a juicio a los
que ha investigado. Nos hemos fiado de ellos
y les hemos prestado declaración; ahora esperamos que ellos cumplan el deber que
les toca.” Mons. Belo, Premio Nobel, ha
dicho también que no puede haber reconciliación sin justicia. Se teme que la reconciliación entre los líderes en pro de la
autonomía y en pro de la independencia,
desoyendo las voces de las víctimas, será
una reconciliación impuesta por los líderes
al pueblo común. El P. Juvito, uno de los
siete comisarios de la CAVR, consciente
de esta complejidad, ha advertido: “La reconciliación debería ser algo que viene de
dentro de la comunidad; no debería ser cosa
impuesta, ni proyectada desde afuera.”
La tercera cuestión que la nueva nación
deberá abordar es la de equilibrar autonomía y apoyo internacional. Hace falta ayuda internacional en ciertos temas concretos
donde faltan profesionales cualificados,
como la creación de un sistema legal y un
cuerpo de seguridad. Aun la CAVR necesita investigadores extranjeros para realizar su misión. Pero este personal extranjero,
sea de la ONU o de ONGs, debe percatarse de los peligros de una actitud demasiado
paternalista. Una asistencia que deje de
preparar a la población local para ser agentes activos del cambio y que sólo produzca
recipientes pasivos de beneficios que se
conceden haría un flaco servicio al país.
Tiene que haber equilibrio entre autonomía
y ayuda internacional.
La población de Timor Oriental expresó su
voluntad de independencia por medio del
referendum de 1999, y ha sufrido graves
pérdidas y penalidades en consecuencia. El
20 de mayo gustó los frutos de su larga lucha por la libertad y la independencia. JRS
Timor Oriental ha tenido el honor de acompañarles y ser testigo de su valentía en estos dos años y medio. Al concluir nuestra
misión, esperamos que la población de
Timor Oriental siga alentando e inspirando
a todos aquellos que sufren o luchan por la
libertad.
Denis Kim SJ es el Director
de JRS Timor Oriental
Destierro en
Timor Occidental
Yeni Kristanti
E
l 30 de agosto de 1999, en medio
de una fuerte intimidación por parte de las milicias pro-indonesias, una
abrumadora mayoría de la población de
Timor Oriental votó por independizarse de
Indonesia. Al conocerse el resultado de la
votación, las milicias desfogaron su ira sobre los que habían votado por el cambio.
La violencia y destrucción que infligieron
en la resaca del voto fue inmensa. Hubo
un millar de muertos y la fuga de una cuarta
parte de la población de Timor Oriental a
Timor Occidental y otras partes de Indonesia.
Han pasado casi tres años desde aquella
salida masiva y mientras que la mayoría de
los refugiados han vuelto a sus casas, quedan todavía unos 50.000 en Timor Occidental. Muchos tienen algún tipo de conexión con el Estado indonesio y algunos
siguen recibiendo salario del gobierno. A
causa de esta vinculación con Indonesia o
las milicias pro-indonesias, temen por su
seguridad si vuelven a Timor Oriental, que
aún lleva las cicatrices de los daños infligidos en los traumáticos días de 1999. Pero
hay otros muchos que poco o nada tienen
que ver con el Estado indonesio y que no
han regresado a Timor Oriental. Las razones son múltiples: a algunos los intimidan
líderes que temen represalias, mientras que
a otros les arredra la inseguridad económica o social que encontrarían a su regreso.
Desde comienzos de 2002 el número de los
que vuelven ha aumentado sustancialmente.
Ello se ha debido en parte al deseo de tomar parte en las elecciones presidenciales
y celebrar la independencia nacional. Además, a partir de enero de 2002 el gobierno
de Indonesia ha interrumpido la ayuda que
daba a refugiados de Timor, lo que constituye un incentivo más para la vuelta.
Para estimular la repatriación, JRS y las
ONGs locales han prestado asistencia a los
programas de reconciliación entre la población de Timor Oriental que vive a uno y
otro lado de la frontera. Estas reuniones
JULIO 2002
han desempeñado un papel decisivo para
convencer a los refugiados de que no corren peligro alguno y de que serán bien acogidos por sus comunidades. Viendo que
muchos refugiados abrigaban todavía dudas sobre la situación en Timor Oriental,
JRS hizo muchos viajes a dicho país y recogió información acerca de la situación,
escribió cartas, y llevó video-mensajes a los
refugiados en Timor Occidental. El mensaje predominante era: “Fila ona! Timor diak
los!” (¡Volved a casa! ¡Timor es seguro!)
El 18 de mayo de 2002, Ruud Lubers, Alto
Comisario de la ONU para Refugiados,
anunció que el 31 de diciembre de 2002 los
timoreses orientales que habían huido de su
patria en 1999 perderían su condición de
refugiados. La decisión se basa en que Timor
Oriental ofrece seguridad y los que vuelvan
no corren peligro alguno. A mediados de junio se cerrará la oficina de ACNUR en
Oecussi y la de Dili comenzará a reducir
sus operaciones desde el 20 del mismo mes.
JRS piensa también cerrar su proyecto en
Timor Occidental para finales de 2002, aunque entretanto continuará sus programas de
repatriación y prestará ayuda humanitaria a
los más necesitados.
JRS ha trabajado
con refugiados de
Timor Oriental en
Timor Occidental.
Aún hay
unos 50.000
refugiados
de Timor
Oriental que
no han vuelto
a sus casas.
Según JRS, la mejor solución para todos los
timoreses orientales es la repatriación en paz
y dignidad. Aunque cerramos nuestra oficina en Timor Occidental, hemos hecho preparativos para pasar algunos programas a
agencias locales que ya trabajan con personas vulnerables; de esta forma, los refugiados que queden no se encontrarán solos.
Yeni Kristanti es el Responsable
de Información de JRS Indonesia
5
ANGOLA
El largo camino a la paz
Joe Hampson SJ
Angola, un país de desesperación y sufrimiento durante décadas, atisba ahora la esperanza de llegar a ser una nación reconciliada y próspera.
L
a muerte del jefe rebelde Jonás Savimbi a manos
del ejército angoleño en febrero pasado ha tenido
un profundo efecto en el panorama político de
Angola. Una sociedad desgarrada por casi treinta años
de continua guerra civil ha emprendido un acelerado proceso de paz desde que el grupo rebelde UNITA pidió un
alto el fuego tras la muerte de su jefe. Hay en curso un
programa para la desmovilización de 50.000 soldados que
culminaría en la incorporación de varios miles de los antiguos rebeldes en el ejército nacional y la policía. El proceso tardaría 262 días, lo supervisaría una comisión conjunta,
ayudada por la ONU, y comenzaría en unos 33 puntos de
encuentro en doce provincias.
La guerra civil ha destruido gran parte de la infraestructura
social y física del país – escuelas, clínicas, carreteras, puentes,
agua potable y comunicaciones – y causado movimientos
masivos dentro y fuera del territorio nacional. Pero la pri-
La guerra ha tenido efectos
devastadores en la juventud angoleña.
mera tarea, crucial aunque costosa, es la de eliminar millones de minas que impiden el movimiento y el acceso a
las tierras de cultivo; comprada a cinco dólares, cada mina
cuesta dos mil desactivarla. Luego, hay unos 25.000 puentes que reconstruir. Entonces puede comenzar la tarea de
reconstrucción nacional, que además de ingentes cantidades de dinero requiere, quizá más significativamente, apoyo logístico, empresarial y profesional, así como cooperación entre el gobierno y la comunidad internacional, junto
con el FMI y el Banco Mundial.
Hay urgente necesidad de ayuda humanitaria para una
población, cercana a las 500.000 personas, que ha estado
viviendo en zonas hasta ahora inaccesibles a las agencias
por lo menos desde el comienzo de la guerra en 1998.
Médicos sin Fronteras ha encontrado “la peor malnutrición de toda África en la década pasada”, particularmente en las provincias meridionales de Bie y Huila. Además, cuatro millones de desplazados internos, entre ellos
100.000 incapacitados y 50.000 huérfanos de guerra, necesitan asistencia. La mayor parte de esta población es
aún vulnerable y vive de lo que se les reparte, en condiciones escuálidas que las autoridades locales no pueden o
no quieren mejorar. JRS trabaja en tres provincias con
proyectos de asistencia social, asentamiento, educación,
asesoría jurídica y adiestramiento.
Quedan además los 400.000 refugiados angoleños en países limítrofes, necesitados de ayuda hasta que estén en
marcha los planes de retorno voluntario. Las condiciones
aún inestables, el hambre y la sequía hacen a los refugiados particularmente vulnerables. Por ejemplo, desde diciembre del año pasado los que están en Zambia (tanto
los angoleños como los demás) han subsistido con medias
raciones. Recursos y provisiones son insuficientes, y el
hambre que afectó a Malawi, Zimbabwe y partes de
Namibia y Zambia, agravada por la mala administración,
la corrupción y la crisis política de Zimbabwe, no puede
menos de aumentar la precariedad de su existencia.
La opción para los refugiados
Al refugiado que vive en un campo con relativa seguridad, educación y servicios sanitarios, puede hacérsele difícil decidirse a volver a un futuro incierto. Tanto la
ACNUR como las ONGs en general concuerdan en la
6
z en Angola
necesidad de contemplar únicamente la repatriación voluntaria genuina. ACNUR anticipa sin embargo que habrá unos 80.000 angoleños que querrán volver (17.000 del
Congo, 5.000 de Namibia y 60.000 de Zambia) y que el
retorno programado llevará de dos a tres años.
Las opciones difieren según se trate de refugiados o de
desplazados internos. Algunos de estos últimos han optado ya por instalarse en sus zonas de origen una vez que
tenían garantías de seguridad y se habían despejado las
minas. El flujo empezó ya antes del alto el fuego nacional.
Por otra parte es probable que los refugiados que viven
fuera de Angola tarden mucho más – probablemente años
– en decidir cuándo y cómo regresar.
La reconstrucción de Angola tras su pacificación debe
incluir el asentamiento de desplazados y refugiados. Ello
supondrá la oferta de un proceso planificado de repatriación, acceso a servicios sociales, y la posibilidad de ganarse
la vida, especialmente labrando la tierra. Si hay verdadera
paz, muchos refugiados querrán volver a sus casas para
reconstruir sus vidas, animados quizá por la educación y
una visión nueva de la vida que han gustado en la relativa
paz de un país vecino. Tendrá que haber comprensión y
tolerancia mutuas entre los desplazados internos, los refugiados y los que quedaron atrás; algún grado de aceptación de las mutuas diferencias, y asistencia a todos los
grupos traumatizados por la guerra y aun paralizados por
la paz.
JRS está comprometido a seguir caminando con el pueblo
angoleño, dentro del país con los desplazados internos y
fuera de él con los refugiados en otros países. En último
término han de ser los mismos refugiados los que decidan
cuándo y en qué condiciones regresar. Después de todo,
muchos de ellos recordarán los tres acuerdos anteriores
de paz fallidos, con lo que no les faltará razón para retraerse ante un nuevo ejercicio de repatriación.
JRS se interesará en particular por los grupos más vulnerables durante los períodos de asentamiento y repatriación y reconstrucción nacional. En Angola y los otros países
en que trabaja con numerosos refugiados angoleños, sobre todo en Osire (Namibia) y Nangweshi y Meheba
(Zambia), ha dado prioridad a la educación. Ahora mantiene su compromiso para servir, acompañar y defender a
estas comunidades, y piensa que ello se logra principalmente por medio de la educación de sus hijos. Con las
comunidades de desplazados internos estamos comproJULIO 2002
Comienza el largo camino hacia la recuperación.
metidos a dar prioridad a la educación de los niños, a veces
dirigiendo nuestras propias escuelas. Gradualmente tratamos de apoyar los esfuerzos de las autoridades e iglesias
locales para recuperar su sistema escolar. Angola tiene uno
de los índices de analfabetismo más altos del mundo y uno
de los más bajos de acceso a la enseñanza elemental.
En nuestra labor con refugiados y desplazados internos
angoleños hemos dado una alta prioridad a la preparación
de la juventud para un futuro en que puedan ser autosuficientes: cursos de capacitación en agricultura, carpintería, sastrería, herrería y economía han formado parte de
nuestros proyectos. Esta capacitación se hará cada vez
más necesaria en una reconstrucción nacional motivada
por los valores de un gobierno que no tolere la corrupción,
que se apoye en la participación de la sociedad civil, que
organice estrategias para reducir la pobreza y un sistema
legal que funcione con trasparencia y responsabilidad, y
que alcance un acuerdo nacional sobre la redistribución
de la riqueza.
Joe Hampson SJ es el Director
Regional de JRS África Meridional
7
SRI LANKA
Sri Lanka: Sanando divisione
JRS Sri Lanka
El alto el fuego entre el gobierno de Sri Lanka y los Tigres de Liberación de Tamil Eelam (LTTE) está
abriendo nuevas posibilidades para la población de esta nación tan dividida.
L
os únicos singaleses que hemos visto en la vida han sido
soldados armados de fusiles.
Esta sencilla afirmación resume el trágico legado de la larga lucha étnica
entre el gobierno y el ejército dominados por los singaleses y los Tigres de
Liberación de Tamil Eelam. El joven
estudiante tamil que pronunció estas
palabras es de una región del norte
controlada por el LTTE. El célebre sistema de pases rigurosamente aplicado
hasta ahora por ambos bandos implicaba que los tamiles de las zonas norte
y este de la isla raramente podían salir
de las mismas. Ahora, gracias al alto
el fuego, los tamiles han recobrado la
libertad de movimiento.
Conforme se han levantado las barreras físicas, los contactos mutuos se han
convertido en costumbre general y sirven para que la gente conozca su propia tierra. Autobuses atestados se
mueven entre norte y sur en viajes organizados por grupos religiosos y organizaciones no gubernamentales. Los
civiles del norte gozan con ellos, pues
suponen una experiencia revolucionaria para ellos. Las carreteras asfaltadas
y los trenes son dos grandes novedades
para los niños de las zonas rebeldes que
nunca habían visto semejante cosa.
Pero estos programas sirven para una
finalidad más profunda que el turismo;
gente de religiones y etnias diferentes
se están encontrando frente a frente.
Para los más es la primera vez, ya que
los grupos tamiles, singaleses y musulmanes han estado separados por el
antagonismo, la desconfianza y el miedo mutuo, acumulado por años de manipulación política, opresión y guerra.
Las revelaciones que estos intercambios han hecho posibles han dado al
8
traste con nociones estereotipadas.
“Ahora sabemos que en el sur hay gente dispuesta a acogernos,” continuaba
el estudiante tamil antes citado, que fue
recibido con guirnaldas por la población singalesa. “Vemos que somos
como vosotros. Antes temíamos que
nos tendríais a todos por terroristas.”
No era un temor imaginario: los tamiles
del norte y del sur han sido a menudo
tenidos como una amenaza para la seguridad nacional, una falsedad usada
para justificar leyes draconianas que
violaban sus derechos, tales como la
de Prevención del terrorismo y el sistema de pases.
La guerra es responsable
de algunas percepciones
negativas; por desgracia
falsedades manifiestas difundidas entre el pueblo
juegan un importante papel. Esto es lo que hace
esenciales los contactos
étnicos cuando Sri Lanka
se encuentra en una encrucijada de su historia.
Conforme siguen adelante las negociaciones de paz, el pueblo debe salir del
círculo estrecho de su etnia y religión
y se deben hablar para encontrar por
sí mismos la verdad, buscando la reconciliación y la justicia. “Hay necesidad de buscar nuevos caminos para
crear comprensión y construir puentes.
Debemos crear puntos de encuentro
para que la gente difunda la verdad,”
dice Philip Setunga, de la Comisión
Asiática de Derechos Humanos, con
base en Hong Kong. “Si el proceso de
paz ha de ser realidad, debe llevarlo a
cabo la gente. De momento se reduce
a los políticos, pero la gente debe en-
tender que la paz tiene que ver con el
reconocimiento, aprecio y comprensión
mutuos, el respeto, y con extirpar la
desconfianza.”
Esto es lo que uno de estos programas
trató de hacer el mes pasado. El Secretariado de Derechos Humanos de
Setik, la Comisión Diocesana para la
Justicia, la Paz y el Desarrollo Humano de Kandy, organizó el viaje al sur
de 28 estudiantes de los distritos de
Mannar y Vanni, en el norte. Esta visita siguió a un viaje al norte que hicieron algunos singaleses y que resultó
contraproducente, como explicaba el
director de Setik, Nandana Manatunga. “Ir y quedarse mirándolos como si
fueran animales del parque zoológico
les molesta,” decía el P. Nandana. “Así,
pues, llevamos algunos estudiantes de
Vanni a Kandy para enseñarles un
mundo que nunca habían visto y para
interesar a la comunidad. Los mismos
estudiantes nos dijeron que querían
hacer el viaje, pues muchos de ellos
nunca salen de los campos de desplazados.”
A pesar de la barrera del idioma, el
programa fue un éxito total. El P.
Camillus Jansz, de la parroquia de
Ragala vecina a Kandy, contaba que
la ciudad en pleno se interesó en cuanto se enteraron de la visita de los estudiantes. “Los recibimos como comunidad eclesial; nunca me imaginé que la
gente de la ciudad haría nada, simplemente anuncié que venían unos estudiantes.” Contra sus expectativas, la
gente contribuyó. Dos compañías comerciales reunieron fondos para los
gastos del viaje y la población hindú
organizó un acto cultural en su templo,
los huéspedes narraron sus experiencias y se intercambiaron regalos. “El
s étnicas
subdirector de un colegio singalés vino
y dijo: ‘Padre, he oído que usted va a
llevar este grupo a visitar el colegio
tamil; eso no es lo correcto; ¿por qué
no viene al nuestro?’ Como andábamos mal de tiempo, en vez de eso los
estudiantes singaleses visitaron el colegio tamil,” prosiguió el P. Jasz.
Así pues, tamiles, singaleses y musulmanes están cayendo en la cuenta de
que todos son iguales y parte de una
misma humanidad. Algo más difícil
puede que sea comprender y aceptar
los problemas de fondo que están en
juego para conseguir una paz duradera. Muchos tamiles dudan de que los
singaleses sean conscientes de los derechos colectivos que ellos reclaman:
igualdad sin discriminación, reconocimiento como pueblo, autodeterminación, reparación de injusticias sufridas.
Asimismo, los tamiles no caen con frecuencia en la cuenta de que también
los singaleses han sufrido mucho en
esta larga guerra, así como los musulmanes, y que todos ellos sufren bajo
las fuerzas e instituciones del Estado,
acusadas constantemente de corrupción, brutalidad y casi absoluta falta de
eficacia.
Por último, el término del conflicto puede girar en torno a la voluntad de contar con las víctimas de la guerra en la
búsqueda de la verdad sobre un sangriento pasado compartido, y de afrontar las consecuencias de una solución
justa para todos, basada en el imperio
de la ley. En palabras del P. Nandana:
“Tenemos que buscar una paz sostenible. Sólo podemos tenerla si todos tienen igualdad de derechos y si hay
justicia por medio de reformas radicales. Si no se reconoce esta necesidad,
tendremos paz por algún tiempo, pero
no durará.”
JULIO 2002
Arriba: Parientes de detenidos en Sri Lanka.
Abajo: Mujeres de Sri Lanka en un campo de refugiados de Tamil Nadu, India.
9
África
Occidental:
Hasta que llegue la paz
El pueblo de Guinea
pide paz y estabilidad.
Gonzalo Sánchez-Terán
La región de África Occidental devastada por la guerra ha sido abandonada por la comunidad
internacional. JRS está ayudando a la gente a reconstruir sus vidas.
E
sta región comprende Guinea,
Liberia y Sierra Leona, la llamada Unión del Río Mano, que
es uno de los rincones más pobres de
la tierra. Con la pobreza, un alto índice
de analfabetismo, y una paralizante
deuda exterior, el panorama social es
un legado de décadas de guerra, dictaduras y corrupción.
La historia de estos tres países es un
relato de tragedias y malos tratos. La
interferencia de los Estados Unidos,
Reino Unido y Francia tuvo efectos
inhumanos en las tribus indígenas,
arrancadas de su tierra y oprimidas por
colonos que se dividían sus colonias sin
reparos por las realidades étnicas y las
fronteras tradicionales. Después de la
10
independencia, este suelo sembrado de
desigualdades dio una cosecha de tiranía y conflictos. Guinea pasó por 26
años de dictadura marxista bajo Sekou
Touré, y desde la muerte de éste está
siendo gobernada por Lasana Conte,
antiguo general que de dictador militar
ha pasado a ser ‘líder democrático’.
El año 2001 trajo un rayo de esperanza a la región: en Sierra Leona, después de una guerra cruel e interminable,
se firmó un acuerdo de paz entre el
gobierno y el principal grupo de la guerrilla, el RUF. Pero mientras parecía
que las armas callaban en Sierra Leona, estallaba una vez más el conflicto
en Liberia, extendiendo su rastro de
horror y destrucción.
En el verano de 2001, JRS visitó la región con objeto de establecer un equipo
de trabajo que pudiera ayudar a los
muchos miles de refugiados y otros desplazados por las guerras. Cuando el P.
Mateo Aguirre SJ, Director regional de
JRS, llegó a Guinea, presenció los efectos devastadores que la guerra había
infligido en el país y decidió volver a
establecer la presencia de JRS en la
región. JRS había estado anteriormente
en Liberia pero a finales de 1999 había
pasado la responsabilidad a organizaciones locales. De hecho, en 1994 el equipo se había visto obligado a huir de
Liberia y pasó cuatro años en la Costa
de Marfil y Guinea antes de regresar
en 1998 con los refugiados a los que
había estado acompañando en el exilio.
ÁFRICA OCCIDENTAL
A finales de 2000 y comienzos de 2001
la zona fronteriza entre Guinea y
Liberia sufrió bajo los ataques y contraataques de los dos ejércitos nacionales y los movimientos rebeldes que
luchaban a ambos lados de la frontera.
La ciudad de Guéckédou y docenas de
aldeas a lo largo de la frontera fueron
destruidas, sobre todo en la sub-prefectura de Daro. De enero a marzo de
2001, Guéckédou fue escenario de una
des-piadada confrontación entre las tropas liberianas, los rebeldes ULIMO –
que luchaban para derrocar al Presidente liberiano Charles Taylor – y el
ejército guineano, que inicialmente apoyaba a los rebeldes pero que más tarde luchó también contra ellos.
En febrero los aviones guineanos bombardearon la ciudad provocando la huida de la población. Para comienzos de
agosto, la ciudad de Guédéckou, antes
un floreciente centro comercial en la
encrucijada entre tres países, estaba
desierta. En la subprefectura de Daro
la matanza fue peor todavía. En algunas aldeas los rebeldes o, si no, el ejército guineano se tomaron la molestia
de derribar todas y cada una de las casas. Los habitantes tuvieron que huir a
la jungla, aunque nadie sabe cuántos
murieron durante aquellos meses.
JRS comenzó su labor en Guinea en
noviembre de 2001. En aquel entonces
se tomaron dos importantes decisiones.
La primera, instalar la oficina regional
en Kolouma, una pequeña aldea en
medio del bosque entre Guédéckou y
Macenta, cerca de la frontera con
Liberia y a 60 kilómetros de Sierra Leona. La segunda, comenzar a trabajar con
los miles de desplazados internos. Debido a la inseguridad del entorno, la población no había podido recoger la
cosecha ni cultivar sus campos, lo que
creó la amenaza del hambre. Había llegado el tiempo de remover la tierra y
sembrar el arroz, pero la gente estaba
lejos en las ciudades y los que se habían
quedado estaban demasiado débiles para
realizar aquel trabajo.
taba listo y en marcha. El equipo, compuesto de un voluntario español y dos
religiosas guineanas, se puso a la cabeza de dos grupos encargados de distribuir arroz y aceite de palmera en la
ciudad de Guédéckou y veinte aldeas
limítrofes con Liberia. Las condiciones
del país hacían a veces el trabajo sumamente difícil y retrasaron su realización: las comunicaciones eran casi
nulas y la crisis de combustible paralizó el país durante todo el mes de febrero. La distribución de alimento atrajo
la población a sus casas para recomenzar su vida y los labradores pudieron
labrar sus campos y asegurar la cosecha de la temporada siguiente.
Pero las casas estaban destruidas y los
tejados estaban agujereados por las
balas. En abril se distribuyeron 233
cubiertas de plástico como medida provisional, y a finales del mismo mes se
comenzó el Proyecto de Reconstrucción. Su lado más bello es que en una
zona con graves tensiones étnicas y
religiosas, hemos unido en un esfuerzo
común a todos los grupos étnicos y religiosos. El trabajo por la paz y la reconciliación es uno de los objetivos más
importantes del proyecto y ya estamos
empezando a ver sus frutos.
Por desgracia, según remendamos un
agujero, se abre otro no lejos. A fines
de mayo los grupos rebeldes de Liberia
lanzaron dos grandes ofensivas para
derrocar a Charles Taylor. Estas batallas provocaron una nueva ola de refugiados que cruzaba las fronteras para
pasar a la Costa de Marfil y a Guinea.
Ya antes de esta última violencia había
casi 100.000 refugiados liberianos sólo
en Guinea, en los campos de Kola y
Kouankan. Su número ha aumentado
en las últimas semanas y un tercer
campo se abrirá en breve. Muchos de
los refugiados que JRS había acompañado en su regreso a Liberia en 1998
han sido desplazados de nuevo y muchos, incluidos los miembros del equipo de JRS, han huido a la Costa de
Marfil o a Guinea.
Las causas del conflicto de Liberia son
muchas y complejas, y tienen efectos
duraderos para la paz y estabilidad de
toda la región. Cuando una de las tres
regiones de la Unión del Río Mano
experimenta inestabilidad y guerra, las
otras dos sufren inevitablemente repercusiones. Por eso JRS mira a la región
como un todo y piensa ampliar sus servicios más allá de los dos proyectos de
Guinea. En Sierra Leona hará falta un
esfuerzo enorme para socorrer a los
miles de refugiados que vuelven a sus
casas después de haberlo perdido todo.
El trabajo será aún más duro, pero la
necesidad es enorme y hay un gran
vacío humanitario que llenar. JRS espera poder acompañar y servir a los
muchos que han sido arrojados de sus
hogares por la guerra. Hasta que vuelva la paz.
Gonzalo Sánchez-Terán es
el Director de JRS Guinea
La guerra ha causado grandes
destrozos en la región.
Pocas semanas después de la llegada
de JRS, el proyecto de distribución esJULIO 2002
11
Mujeres y niños refugiados
D
e los aproximadamente 50 millones de personas desplazadas de sus
hogares en todo el mundo, el 75-80 por ciento son mujeres y niños. La
Convención de Ginebra de 1951 define al refugiado como alguien que ha huido
de su casa por miedo a persecución basada en la raza, la religión, la
nacionalidad, la pertenencia a un determinado grupo social u opinión política. No
hacía mención de la persecución basada en el sexo, aunque las mujeres están
siendo cada vez más blanco de violencia, negación de derechos humanos y
explotación, desterradas y aun privadas de sus plenos derechos como refugiadas.
Los recientes casos de abuso sexual de mujeres y niños refugiados en África
Occidental son un ejemplo más de la necesidad de mejorar la protección
ofrecida a los grupos más vulnerables entres los refugiados. Las estadísticas
siguientes suministradas por UNHCR revelan los peligros que afrontan.
• La mayoría huye de sus casas a causa de la guerra y la violencia. Un
80% de las víctimas son mujeres y niños.
• Las mujeres son objeto de abuso generalizado en países en guerra. En
Bosnia y Rwanda, por ejemplo, miles de mujeres fueron violadas en los
recientes conflictos.
• Más de 300.000 niños luchan activamente como soldados en todo el
mundo.
• Más de 16,4 millones de mujeres sufren de VIH/SIDA.
• El tráfico de personas se practica sobre todo con mujeres; bandas
despiadadas fuerzan a muchas a la prostitución y esclavitud sexual. A
muchas se les secuestra o vende como esclavas.
• 1.300 millones de personas sufre pobreza absoluta subsistiendo con
menos de un dólar diario; de ellas el 70% son mujeres.
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