SE PUBLICA LOS SABADOS Redacción y Administración : Tacuba, 15 Director: MANUEL AI.BAR PRECIO: 25 CENTAVOS Registrado como articulo de segunda clase en la Administración de Correos de México. O R G A N O DE LA JUNTA E SP A Ñ O L A DE LIBERAC IO N México, D. F., 19 de Febrero de 1944 Año I TEMORES Bulow, siendo canciller del imperio, se lamentaba de un tras­ piés diplomático alemán, el sagaz Holstein, “ alter ego” del ministerio de Negocios Extranjeros, replicó: “ Alteza, somos los primeros en música, en filosofía, en estrategia, en casi todos los terrenos. No es, pues, de extrañar, que en un solo sector, la política, seamos irremediablemente unos asnos”. Esperemos que se haga el milagro de que dejen de serlo, aunque forzoso es con­ fesar que en los últimos años han tenido muchos émulos. Pero no basta enmendar las torpezas pasadas, muchas de ellas irre­ ya, sino procurar los aciertos del porvenir. Hay que fe­ Qué les interesa a las naciones unidas ¿una política de apla­ parables cundar el mañana. Y, hasta ahora, la política que se nos ofrece zamiento, merced a la cual todos los problemas creados duran­ lleva marcado el signo de la esterilidad. W te el período que va desde la aparición del fascismo hasta la declaración de guerra en 1939 se vayan acumulando para cons­ tituir después, cuando llegue la paz, un fardo que nadie podrá cargar sobre sus hombros sin peligro de hundirse con él, o una COMUNI DAD LATINA política inteligente, sincera, que vaya estructurando y cimentan­ do ei mundo ae la postguerra? La pregunta es de fácil respues­ ta y, sin embargo, es la única que las naciones unidas no quie­ ren responder. Prefieren, a lo que se advierte, la solución pri­ Entre la Unión Latina, establecida en Nueva York, y la Jun­ ta Española de Liberación se han cruzado los siguientes cable­ mera, es decir, la que no resuelve nada, creando de ese modo gramas: el ambiente propicio para que se repita el tremendo error en “ Celebramos que esa Junta afirme su fe en la indisoluble que culminó la guerra pasada. Ni de un lado ni de otro se en­ comunidad latina. Trabajamos por el mismo ideal, que sólo po­ contrará hoy quien defienda la paz de Versalles, que no fuá drá ser realizado dentro de la democracia y de la libertad, y en una paz propiamente dicha, sino la preparación de una nueva este sentido nuestros esfuerzos pueden ser paralelos. Hacemos guerra. Tratando, en apariencia, de destruir las causas que hi­ votos por la inmediata libertad de España y consideramos que el restablecimiento de una España libre y dueña de sus destinos es cieron posible la de 1914, generó la de 1939 y creó, en el in­ esencial para el nuevo despertar de la civilización latina. Saludá­ termedio, males sin cuento que todos los pueblos, pero especial­ rnosle con consideración y amistad. Por la Junta Ejecutiva de la mente algunas —España es uno— padecieron y padecen en carne Unión Latina.—VENTURI, MAYNAED, RAMOS, LIONELLO, viva. No se tuvo generosidad, ni visión del porvenir, ni valor VENTURI” . para afrontar las responsabilidades de un mundo en crisis. Al espíritu de justicia se opuso el de venganza. En lugar de fa­ “ La Junta Española de Liberación, que al proclamar su fe vorecer una amplia comunidad internacional, de las conferencias en la profunda e indisoluble comunidad latina expresó acendra­ de Versalles surgió un nacionalismo agresivo que no tardaría dos anhelos, escucha hoy complacidamente el eco que aquellas en erizar, con alambradas de bayonetas, las fronteras europeas, palabras suyas encontraron en esa prestigiosa entidad, a quien muchas de ellas ficticias. Lejos de agrupar, el tratado de Veragradece los votos que formula por la libertad de España, que salles dividió. Como un aborto de los catorce puntos que propo­ debe ser simultánea a la de Italia y Francia para que vuelvan a resplandecer juntos esos tres grandes faros que guiaron al mun­ nía Wilson, advino a vida precaria la Sociedad de Naciones, do por rutas de civilización y cuyos destellos enlazan el espíritu bien mostrenco de las grandes naciones vencedoras. La pobre de una auténtica fraternidad universal.—DIEGO MARTINEZ república de Weimar —tan pareja en destino a la república es­ BARRIO, presidente. INDALECIO PRIETO, secretario” . pañola— que debió y pudo ser la clave de una seguridad esta­ ble en Europa, no mereció respeto ni protección ninguna, con lo'cual ganaba tantos la exacerbación nazi, sembrada en un ambiente tan propicio como el alemán a exaltaciones místicas de tal naturaleza. La advertencia de Talleyrand —cínico, pero inteligente— a Napoleón en 1805, cuando Viena estaba a pun­ to de sucumbir, cobraba profètica actualidad en 1919, con res­ pecto a Alemania: “ Si se le imponen, sacrificios demasiado grandes —aconsejaba Talleyrand— el Austria podrá ceder a la necesidad durante algún tiempo, pero, en el fondo, sólo aguar­ dará la ocasión del desquite y no pensará sino en formar una nueva coalición en contra de Francia”. En las negociaciones de Versalles se impuso la voluntad de quienes aspiraban preferen­ temente al aniquilamiento de Alemania, olvidando que la garan­ tía de una paz permanente no estaba en una Alemania humilla­ da y empobrecida, sino en un sistema internacional de Derecho y cooperación colectiva mediante el cual fuera imposible la tigresión de un Estado contra otro. Se hizo lo contrario. Y el egoísmo, de una parte, y la insolidaridad, de otra, abrieren paso franco a la trágica experiencia nazifascista. ¿Es posible que la historia se repita*: Por de pronto no se hace absolutamente nada para favorecer el clima propicio a una paz firme y creadora. Diiérase que todo el esfuerzo se concen­ tra en una sola aspiración: derrotar a Alemania, sin ulteriores perspectivas de organizar el mundo con ideas nuevas y sobre cimientos nuevos. Se han puesto en circulación los mismos tó­ picos con que se epilogó la guerra pasada. Por temor —real o fingido— a la expansión bolchevique se intenta apuntalar todo lo que constituye la osamenta del regimen caduco. Tras del gra­ vísimo e imperdonable yerro que significó la pasiva indiferen­ cia con que las grandes naciones democráticas consintieron el asalto nazifascista a pacíficas democracias —como Checoeslova­ quia y España— se comete ahora el de impedir que los pueblos recobren su libertad y acuerden por sí mismos su destino. A la desesperanza que una política semejante origina, que ya es bastante daño por si sola, se unen los riesgos que implica para mañana. Es difícil que en un ambiente de recelos mutuos, afa­ nes de predominio y cálculos mezquinos pueda edificarse la paz que el mundo necesita para restañar sus heridas. Y es igualmen­ te imposible que sin un cambio profundo en la estructura social presente pueda organizarse una vida colectiva tranquila y feliz. Cabe pensar que las dramáticas lecciones del pasado hayan cu­ No hay petróleo para las lámparas. rado, cuando acabe la guerra, la locura mesiánica del totalita­ rismo, y que la razón recuperará su fuero. Una vez que von (The Baltimore Sun) L A E X P E R IE N C IA DEL PA SA D O ESPAÑA, FRANCIA, ITALIA Núm. 4 DOROTHY THOMPSON DICE... FRANCO, NUEVO JEFE DEL EJE Vale la pena escuchar a Dorothy Thompson, cuando habla por las emi­ soras de la cadena de National Broadcasting. He aquí unos botones de muestra: * Vencido Hitler. .. “ el centro del nuevo eje nazifascista no será Ber­ lín, será Madrid” * “ Hitler no será el enemigo” (mañana). “ El más peligroso ene­ migo será Franco, que se las arregla para ayudar al Eje y ganarse nues­ tra gratitud con su llamada neutral lidad” * “ Según un diario falangista ha­ bía, en enero de 1940, 270,719 pre­ sos políticos republicanos. La amnis­ tía de Navidad liberó 40,000... de suerte que Franco retiene dosci-ntas mil personas, sin motivo, ni pro­ ceso, ni razón que pueda dar al mundo” * “ .. El partido de Falange es el único legal en España. Se sostiene con dinero del Tesoro español. En esté año se aumentó el crédito para, el Partido de Falange. Bonita ma­ nera de disolver un partido... pa­ gándolo con impuestos al pueblo” . * ... “ La Oficina Internacional del Trabajo sabe que Franco aún tiene pendiente otro tratado con Alema­ nia. Por ese tratado proveyó de ma­ no de obra a las fábricas alemanas.’ Esos trabajadores no son volunta­ rios. Son conscriptos obligados oor' su propio gobierno, que los envía a Alemania para hacer bombas con que matamos a nosotros. Alemania no tiene un tratado semejante con ningún otro neutral” . A la señorita Thompson, que sabe que “ en América Latina predomina' la cultura española” , le preocupa que el fascismo salte de Berlín a Madrid y luego a Buenos Aires. Ti­ tuló su charla-crónica: “ Franco, nuevo jefe del Eje” . ELECCION DE COMI­ TE EN LA CASA RE­ GIONAL VALENCIANA En las elecciones celebradas para cubrir los cargos del Comité de la Casa Regional Valenciana, fueron designados los siguientes señores: Presidente Honorario, José Manat Nogues; Presidente, Francisco de Llano Encomienda; Vice Primero,: Marin Civera; Vice Segundo, Isidro Sánchez; Secretario; Rafael Bohor, ques; Vice Primero, Pascual Arago­ nés; Vice Segundo, Serafín Aliaga; Tesorero, José Cañizares; Contador, Angel Espinos; Bibliotecario, Enri­ que Cerezo; Vocal Primero, Merce­ des Maestre; Vocal Segundo, Car­ melo Alberola; Vocal Tercero, José Saborit; Vocal Cuarto, Enrique Ti-' neo; Vocal Quinto, Miguel Díaz. CORREO DEL URUGUAY Solo cabe en España un régimen genuinamente democrático Declaraciones de don José Luis Coello de Portugal El periódico El Día, el más importante de cuantos se editan en Uruguay, ha publicado unas declaraciones del delegado de la Junta Española de Liberación, don José Luis Coello de Portugal. Creemos interesante transcribir lo más sustancial de la referencia periodística, que dice así: “ El señor Coello de Portugal, es una joven y destacada personalidad democrática española, de relevante actuación en diversos cargos duran­ te la República. En el año 1919, mientras cursaba estudios como te­ niente de infantería en el 3er. año de la Escuela Superior de Guerra, se produjo una incidencia en la que a raíz de no avenirse a determinadas imposiciones de la Junta de Defen­ sa, hubo un choque violento de opi­ niones y fueron expulsados 23 ofi­ ciales que cursaban en ese organis­ mo superior. En 1922, una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia anuló la de expulsión y los reinte­ gró a la carrera. Entonces, volunta­ riamente, el señor Coello de Portu­ gal solicitó su separación del ejér­ cito y terminó su carrera de aboga­ do. Luego prestó servicios en el Con­ sejo Supremo de Ferrocarriles, ocu­ pando más tarde el cargo de Comi­ sario del Estado en los Ferrocarri­ les Andaluces. Al producirse el le­ vantamiento militar de 1936, pidió su reingreso al ejército y lo obtuvo, actuando como oficial de Estado Mayor. Le cupo, entre otros desti­ nos. desempeñar el de Jefe de Es­ tado Mayor de la División de Al­ bacete, desde el cual organizó las primeras divisiones internacionales que al mando de los generales Kleber y Haus, defendieron Madrid. Fné también Jefe de la Sección de Información del Estado Mayor Cen­ tral, Director General de Trans­ portes Militares y Jefe de Estado Mayor del grupo de ejércitos de Ca­ taluña, cargo con que entró en Francia al producirse la retirada de 1939. Ocupó además, en su calidad de militar y abogado, un puesto en el Tribunal de Espionaje y Alta Traición. Tal, a grandes rasgos, la personalidad de nuestro entrevista­ do, que llegó a nuestro país proce­ dente de México, luego de haber asistido a los dolorosos aconteci­ mientos de la caída de Francia. Veamos ahora, lo que nos dice: —¿Cuándo le fué comunicado a usted su nombramiento? —Hace ya algunos días. Recibí una carta de la Junta de fecha 7 de diciembre, firmada por su Pre­ sidente D. Diego Martínez Barrio y el Secretario D. Indalecio Prieto, en la que me lo comunicaban y pe­ dían mi aceptación, lo que hice in­ mediatamente, Desde entonces hp recibido algunas comunicaciones pa­ ra ser difundidas entre los españo­ les aquí residentes, entre ellas el importante manifiesto que firman todos los partidos integrantes de la .Tunta, y que ya conocen los lectores de EL DÍA, por haberlo publicado en su número del día 18. —¿El nombramiento es personal o se formará aquí algún organismo que represente a la Junta? —Es absolutamente personal, y ex elusivamente mía la responsabi­ lidad en el áeierto o fracaso de la gestión. Sin embargo, yo he Togado a algunos destacados compatriotas su colaboración, y he tenido la sa­ tisfacción de que me haya sido otorgada Bin regateos. Estos buenos amigos que me ayudarán en mi la­ bor son: el diputado a Cortes e in geniero Don Albino Laso, del parti­ do de Izquierda Republicana; el también diputado a Cortes doctor Don Santiago López, de TTnión Re­ publicana; el secretario de embaja­ da doctor Don José Rovira Armengol, de los partidos catalanes, y Don Enrique Cabal, bien conocido en los medios democráticos de Montevideo, del Partido Socialista. —¿Los demás partidos que for­ maron el Frente Popular durante la guerra civil quedarán al margen de esta Junta? —De momento, la Junta ha sido constituida por los partidos señala­ dos, que han llegado a una coinci­ dencia plena respecto a los fines a conseguir y a los medios necesa­ rios para lograrlos, y que agrupan el ochenta por ciento de los votos obtenidos por la eoalieión de izquier­ das, triunfante en las últimas elec­ ciones celebradas el 16 de febrero de 1936. He recibido además, en un comunicado de fecha 7 de diciem­ bre último, la adhesión decidida y entusiasta de la Unión General de Trabajadores de España, la central sindical más importante de nuestro país, que contaba, antes de produ­ cirse la sublevación fascista, con más de un millón de afiliados. Es de esperar que otras fuerzas apreçiables, como los partidos vas­ cos, salvadas las apreciaciones que hoy los tiene alejados, vengan pron­ to a integrarse dentro de la Junta, y que ésta, no se verá obstaculiza­ da en su actuación por los que sin formar parte de ella, tienen nues­ tros mismos ideales de rescatar Es­ paña para la libertad y la democra­ cia. —¿Tiene usted ya fijada una nor­ ma de conducta para su actuación? | —La actuación de los represen­ tantes se habrá de limitar a des­ arrollar las instrucciones que la Junta vaya impartiendo en cada momento; a procurar el acuerdo de todos los españoles, y a mantener vivo el pensamiento de nuestra Re­ pública, para que en la mesa de la paz, tenga España el puesto que su lucha y sus sacrificios la han he­ cho merecer, sin intentar acciones desorbitadas, ni crear la menor di­ ficultad o molestia a los gobiernos de los países que tan generosamen­ te nos han prestado asilo, que en todo momento serán informados de nuestras actividades. Por otra parte, mi acción en el Uruguay ha de verse grandemente facilitada, por ser la colectividad española de antiguos y nuevos re­ sidentes, en su inmensa mayoría, profundamente demócrata y repu­ blicana. Y aún muchos de los que en un principio fueron ganados por hábiles propagandas totalitarias, es­ tán hoy de vuelta de sus ilusiones, dispuestos a colaborar sinceramente por el prestigio y el engrandeci­ miento de la madre patria. —¿Piensa la Junta provocar una reunión de las últimas Cortes elegi­ das? —Parece, en efecto, que este es el pensamiento de la Junta, y en - el manifiesto a que antes me he referido, se hace un llamado a to­ dos los pueblos libres para que fa­ ciliten y auspicien esa reunión, en la que, eon representación de to­ dos los partidos españoles, pudie­ ran estudiarse con plena autoridad los problemas pendientes, y dirigir­ se al mundo como la única y auténti­ ca representación del pueblo espa­ ñol, ya que con arreglo a la Consti­ tución, se mantiene la vigencia del mandato de los legisladores, hasta la convocatoria de nuevas eleccio­ nes. —¿Qué opina usted sobre los ru­ mores de una posible restauración monárquica en España? —Sin descartar en absoluto la po­ sibilidad del intento, al que se re­ currirá en última instancia, lo creo irrealizable en los momentos actua­ les del mundo en que tantos monar­ cas se tambalean de bu s tronos al embate de las nuevas corrientes eco­ nómicas y sociales. Además, este ré­ gimen en nuestro país, sólo podría mantenerse ejerciendo una verdade­ ra dictadura, y sin que el pueblo español fuese consultado. Las pri­ meras elecciones libres que se reali­ zasen, provocarían el mismo resulta­ do que las del 12 de abril de 1931. Acaso al término de la contien­ da, ansiosa la mavoría de la gente de paz y tranquilidad, hubiese po­ dido un monarca que no hubiera tomado partido en nuestra lucha, encontrar las asistencias necesarias para mantenerse, sobre la base de una amplísima amnistía, y el olvido de las diferencias que nos separaban. Pero, hoy, después de einco años de la más terrible y despiadada repre­ sión que se haya conocido, en la que han colaborado y colaboran de buen grado los elementos monárquicos, to­ da convivencia se ha hecho imposi­ ble. Las sombras de políticos tan oueridos como Besteiro, Companys, Zugazagoitia y Dieguez, escritores como García Lorca y Antonio Ma­ chado, generales como Martínez Ca­ brera y Escobar, y tantos otros mi­ llares de mártires sacrificados, al­ zan una barrera que ni los más to­ lerantes, ni los más impacientes, pueden franquear. Sólo cabe en España un régimen genuinamente democrático, confor­ me a los principios de la Carta del Atlántico, lema de las Naciones Uni­ das, a las cuales venimos prestando sincera y calurosa adhesión a par­ tir del 3 de septiembre de 1939, sin que en ningún instante ni en trance alguno haya cedido el ferviente de­ seo por su victoria que también se­ rá la nuestra, pues fuimos los pri­ TEATRO DE GUIÑOL El último muñeco. (De Robinson en The London Star). meros en sufrir las brutalidades del gravísimas consecuencias para los Je­ nazifaseismo, y los primeros en de­ fes y Oficiales que en tales hechos rramar torrentes de sangre para re­ participaron, ocasionando dolor y sen­ timiento en la colectividad militar. chazarlo” . ‘ ‘ Todo esto, Excelentísimo Señor, pone aparentemente de- manifiesto la Ratificando lo que el (propio se­ información deficiente que acaso en ñor Coello de Portugal afirma en sus este aspecto debe de llegar a V. E. declaraciones, sólo cabe añadir que, o el desconocimiento que los elemen­ en efecto, tanto la creación de la tos colaboradores militares pueden te­ Junta Española de Liberación, co­ ner de los problemas íntimos y mora­ mo el nombramiento de Coello de les de la colectividad militar. Portugal para representarla, han me­ “ No desearía que esta carta pudie­ recido unánime y entusiasta acogi­ se menoscabar el buen nombre que da, cosa descontada si se tiene en posean quienes en el orden militar cuenta la tradición republicana de le informen o aconsejen, que pueden la colonia española y la gran sim­ pecar por ignorancia; pero sí me patía que aquí se siente hacia la permito asegurar, con la responsa­ República Española, encarnación au­ bilidad de mi empleo y la seriedad téntica de la voluntad de los espa­ de mi historia, que las disposiciones ñoles. Hay ya la consiguiente im­ publicadas permiten apreciar que los paciencia ante el anunciado viaje de informes que la motivaron se apar­ don Alvaro de Albornoz, noticia que tan de la realidad y son algunas ve­ ha sido acogida con vivísima com­ ces contrarias a los intereses patrios, placencia.—F. de L. presentando al Ejército bajo nuestra vista con unas características y vicios Montevideo, febrero. alejados de la realidad. ^ “ Han sido recientemente apartados de sus mandos y destinos Jefes en su mayoría de historia brillante y de elevado concepto en el Ejército, otorgándose sus puestos, así como EL HONOR MILITAR aquellos de distinción y confianza, a quienes, en general, están calif icados DEL CAUDILLO por el 90 por 100 de sus compañeros como más pobres en virtudes. .. En la página 9 del tomo se­ “ No . sienten ni son más leales a gundo de la Historia de la Re­ las instituciones los que se acercan volución Nacional Española, edi­ a adularlas y cobrar la cuenta de colaboradores, pues los mis­ tada bajo el patrocinio del go­ serviles se destacaron en años pasados bierno franquista, se lee: “ El mos y Monarquía. Faltan general Franco, que desde el 17 aconla Dictadura verdad quienes le presentan al de febrero, a la vista del resul­ eomo desafecto a la Repú­ tado de las elecciones, había Ejército le engañan quienes simulan anudado estrechamente su rela­ “blica; complots” a la medida de sus tur­ ción con el Estado Mayor de la bias pasiones; prestan un desdichado sublevación...”. Aunque ello servicio a la Patria quienes disfracen dignidad y patriotismo no constituya novedad ninguna, dela inquietud, Oficialidad, haciéndoles apare­ bueno es recoger la confesión de cer laeomo símbolos de conspiración y que, por lo menos desde el día siguiente al de las elecciones de desafecto. falta de ecuanimidad y jus­ febrero, el general Franco esta­ ticia‘ ‘ Dedela los públicos en la ba resuelto a sublevarse, sin que administraciónpoderes del Ejército en el año entonces hubieran ocurrido nin­ 1917, surgieron las Juntas Militares guna de las violencias que lue­ de Defensa. Hoy pudiera decirse vir­ en un plano único, que go se tomaron por pretexto para tualmente, las Juntas Militares están hechas. justificar la militarada. Pues Los que clandestinamente apa­ bien: véase en prueba de la do­ recenescritos con las de V. M. E. o blez del caudillo—tan mal ave­ V. M. R., son iniciales síntomas fehacientes de nida con el honor y la entere­ su existencia y “ heraldo de futuras za—cómo escribía el felón al luchas civiles si no se tiende a evi­ entonces presidente del Consejo tarlo’’, cosa que considero fácil con de ministros y ministro de la medidas de consideración, ecuanimi­ Aquel movimiento de Guerra, don Santiago Casares dad y justicia. colectivo de 1917, moti­ Quiroga, tres semanas antes de indisciplina en gran parte por el favoritismo sublevarse. Lo asombroso es que yvado arbitrariedad en la cuestión de des­ después de una carta así—en la tino, fué producido condiciones se­ que hay protestas de disciplina, mejantes, aunque enenpeor grado que pero también amenazas vela­ las que hoy se sienten en los Cuer­ das—pudiera seguir tranquila­ pos del Ejército. mente sus trabajos conspira- “ No le oculto a V. E. el peligro que encierra este estado de concien­ tivos. colectivo en los momentos pre­ ‘ ‘ Santa Cruz de Tenerife, 83 de ju­ cia sentes, en que se unen las inquietu­ nio de 1938. des profesionales con aquellas otras “ Excmo. Sr. Don Santiago Casares de todo buen español ante los graves Quiroga.—Ministro de la Guerra: problemas de la Patria. “ Es tan grave el estado de inquie­ “ Apartado muchas millas de la Pe­ tud que en el ánimo de la oficialidad nínsula, dejan de llegar hasta aquí parecen producir las últimas medidas noticias no por distintos conductos, que militares, que contraería una grave acusan que este estado que aquí se responsabilidad y faltaría a la lealtad existe igualmente, tal vez en debida, si no le hiciese presente mis aprecia impresione,y sobre el momento cas­ mayor grado, en las guarniciones pe­ trense y los peligros que para la dis­ ninsulares e incluso entre todas las ciplina del Ejército tiene la falta de fuerzas militares de orden público. interior satisfacción y el estado de “ Conocedor de la disciplina, a cu­ inquietud moral y material que se per­ yo estudio me he dedicado muchos cibe, sin palmaria exterio.ízación, en años, puedo asegurarle que es tal él los Cuerpos de Oficiales y Subofi­ espíritu de justicia que impera en los ciales. cuadros militares, que cualquiera me­ “ Las recientes disposiciones que dida de violencia no justificada, pro­ reintegran al Ejército a los Jefes y duce efectos contraproducentes en la Oficiales sentenciados en Cataluña, y general de las colectividades, la más moderna de destinos antes de almasasentirse de actuaciones antigüedad y hoy dejados al arbitrio anónimas y ademerced las calumniosas dela­ ministerial, que desde el movimiento ciones. militar del 17 no se había apenas alte­ “ Considero un deber hacer llegar rado, asi como los recientes relevos, su conocimiento lo que creo una han despertado la inqmetnâ de la agravedad grande para la disciplina gran mayoría del Ejército. militar que E. puede fácilmente “ Las noticias de los incidentes de comprobar siV. personalmente se in­ Alcaljí de Henares, con sus antece­ forma de aquellos Generales y Jefes dentes de provocaciones y agresiones de Cuerpo, que exentos de pasiones por parte de elementos extremistas, políticas, vivan en contacto y se preo­ concatenados con el cambio de las cupen de los problemas íntimos y del guarniciones, produciendo sin duda un sentir de sus subordinados. sentimiento de disgusto, desgraciado ‘ ‘ Muy atentamente le saluda su y torpemente exteriorizado en momen­ affmo. y subordinado, to de ofuscación, que, interpretado FRANCISCO FRANCO’’. en forma de delito colectivo, tuvo * # * Asi iban las cosas EL TERROR EN LAS BALEARES LO QUE VI EN MALLORCA HOMBRE M. André Philip, de acuerdo las gentes, y ese miedo está detrás de todas las beUas palabras de los | con los Sres. Buisson y Mare masacradores. No se masacra jamás sino por miedo; el odio no es más que Rueart, miembros electos del una coartada. No creo que Hitler ni Mussolini sean unos semidioses. Pero Comité Central de la Liga de hago justicia a la verdad al decir que son hombres sin miedo. Ninguno de los Derechos del Hombre y del ellos habría organizado masacres en sus propios países ni habrían presi­ Ciudadano, reunió a las perso­ dido, en uniforme de soldado, las grandes sesiones del miedo. nas que, el 17 de enero último, La depuración en MaRorca tuvo tres fases enteramente diferentes y constituyeron el Comité Central un período preliminar. En el transcurso de este último se observaron, cla­ provisional. Después de un cambio de im­ ramente, ejecuciones sumarias, operadas a domicRio, pero que tenían o pare­ cían tener el carácter de venganzas personales más o menos reprobadas por presiones acerca de la actividad todos y de las que se hablaba en voz baja. Fué entonces cuando apareció a que deberá entregarse la Li­ ga durante la guerra, decidióse el general conde Rossi. El recién venido no era, naturalmente, ni general, ni conde, ni Rossi, publicar un manifiesto, en que sino un funcionario italiano perteneciente a las Camisas Negras. Una her­ se precisen los puntos esencia­ mosa mañana, le vimos desembarcar de un trimotor escarlata. Su primefa les de la Declaración de los De­ visita fué para el Gobernador Militar nombrado por el General Godéd. rechos del Hombre, adaptada a El Gobernador y sus oficiales lo acogieron eortésmente. Adornando su las condiciones de la vida modiscurso con fuertes puñetazos en la mesa, declaró que traían el espíritu ¡ derna, los cuales podrían servir del fascio. Algunos días después, el General entraba con su Estado Mayor de base para que se ineorporaen la prisión de San Carlos, y el Conde Rossi tomaba la direeeión efectiva ! sen a la Liga las demás nacio­ de la Falange. Vestido con una chaqueta negra, adornada en la espalda nes democráticas, con una enorme eruz blanca, recorrió las aldeas piloteando personalmente i Procedióse después a la desig­ su automóvü de carrera, al que seguían, entre una nube de polvo, otros nación de cargos, quedando ele­ vehículos repletos de hombres armados hasta los dientes. Los periódicos gidos: André Philip, Georges daban, todos los días, cuenta exacta de los torneos oratorios en los que Buisson ; Mare Rueart ; René dicho Eossi, rodeado del alcalde y del cura, anunciaba la cruzada, en una Cassin ; Pierre Cot ; Charles Lauextraña mezcla de mallorquino, itaUano y español. Es cierto que el Gobierno rient, Mayoux; Guy Mornant; italiano disponía en Palma de colaboradores menos visibles que este bruto Moatti; y Moquet. todos ellos gigante, que afirmaba un día en la mesa de una gran dama palmense, lim­ para la Metrópoli. Para Argel: piándose los dedos con el mantel, que tenía necesidad, por lo menos, de General Rubert; Maris; Fige“ una mujer al día’’. Pero la misión particular que le había sido encomen­ r i o s ; Dochozolles ; D ’Alloni ; dada estaba perfectamente de acnerdo con su genio. Era la organización del Mlle. Couret; Boileu. Se trata, en su mayoría, de ex diputados, Terror. Desde entonces, los equipos reclutados por él operaban todas las no­ profesores y catedráticos, casi ches en los caseríos y hasta en los barrios de Palma. En cualquier sitio todos ellos miembros de la ac­ donde esos señores ejercían sus funciones, la escena no cambiaba de aspecto. tual Asamblea Consultiva. Estos miembros eligieron, por Era el mismo golpe suave en la puerta del departamento confortable, o en la choza; el mismo tráfico por el jardín en sombra, el mismo rumor fúnebre unanimidad, su Comité Directi­ que un desgraciado escuchaba al otro lado del muro, con la oreja pegada a vo, integrado por los señores: la cerradura y el corazón crispado de angustia: “ ¡Síganos!” Las mismas Henri L a u g i e r , presidente ; palabras a la mujer enloquecida, y el ruido del motor que continúa reso­ Charles Laurent, vicepresiden­ plando en la calle. “ No despierten a los chicos. ¡Para qué? ¡Me lleva usted te ; D ’Alloni, secretario genera) ; a la cárcel, señor?” “ Exactamente” , responde el asesino, qne a veces no Boileau, secretario adjunto, y llega ni a los veinte años. Después viene la subida al camión, en el que se Maris y Figeries, como vocales. encuentran dos o tres camaradas igualmente sombríos, igualmente resigna­ lanzado un llamamiento dos, eon la mirada vaga... “ ¡Hombre!” La camioneta chirría, tiembla. porSerá la prensa y la radio para Aun un minuto de esperanza mientras el camión no sale de la carretera. Pero he aquí que disminuye su velocidad y entra saltando al hueco de un pedir a las Secciones que se camino de tierra: “ ¡Bajen!” Bajan, se alinean, besan una medalla, o sola­ constituyan de nuevo en el más mente la uña del dedo pulgar. ¡Pan! ¡Pan! ¡Pan! Los cadáveres son alinea­ breve plazo posible y se pongan dos al borde del talud, donde el enterrador los encontrará al siguiente día, en relación con el Comité Cen­ eon la cabeza destrozada, la nuca reposando sobre un tremendo coágulo de tral. Toda la correspondencia sangre negra. Digo enterrador, porque se ha tomado el cuidado de poner debe dirigirse al domicilio so­ uno en la cercanía del cementerio. El alcalde escribirá en su registro: “ Fu­ cial de la Sección de Argel, 4 lano, Zutano, Mengano, muertos de congestión cerebral” . rue Negrier. GEORGES BERNANOS SANGRE AMERICANA (De Buffalo Evening News). Nota de duelo D. LUIS LAREDO VEGA El lunes, 14, falleció en la ciudad de México don Luis Laredo Vega, prestigioso médico y significado re­ publicano, elegido diputado de Iz­ quierda Republicana en las eleccio nes de 1936. Don Luis Laredo era natural de Asturias. Tenía gran reputación pro­ fesional. En Oviedo, donde ejercía, era director de un acreditado sana­ torio especializado en enfermeda­ des psiquiátricas. 8us profundas convicciones repu­ blicanas le llevaron al campo de la política activa, y en las elecciones de 1936, como hemos dicho, al Parla mento. Sirvió eficazpiehte en fun­ ciones profesionales durante la gue­ rra y, al producirse la derrota, hubo de marchar al destierro, como tan­ tos otros miles de españoles, para huir a la venganza del franquismo. A1 entierro, que se verificó el martes, asistió numerosa concurren­ cia, en la que destacaban las más salientes personalidades, en todos los órdenes, de la emigración. Repre­ sentando a la Junta Española de Liberación estuvieron presentes les señores Prieto y Albornoz. nummi Si la palabra Tenor oa parece muy fuerte, buscad otra; no me importa. Es posible que le déis ese sentido sísmico que tienen para vosotros los incendios, los derrumbamientos de edificios, los cadáveres despedazados por la plebe. Pues bien, el Terror del que os liablo no sugiere ninguna de esas imágenes, precisamente porque aquellos que lo organizan son gentes para quienes el orden en la calle es una necesidad absoluta. Eesulta pueril imaginar a un homicida bajo el aspecto de un bandido de melodrama. Maximiliano Robespierre era un burgués enteramente en caja, deísta y moralista. Estad seguros de que él habría preferido la colaboración de unos burgueses parecidos a él y no la de esos siniestros ‘ ‘ earmagnoles *’ desencadenados por Dantón. Si hubiera contado con un ejército disciplinado, con una policía intacta, con una magistratura regularizada, con un clero dócil, con una administración laboriosa, habría matado en igual forma. Hasta habría matado mucha más gente, sin que sufriera en nada el ser­ vicio de las diligencias, del correo ni el de la policía urbana. Es abso­ lutamente inicuo el juzgar por los mismos signos exteriores los rigores de la guerra civil en uno y otro campo. El Terror de los Reyes Católicos en Elandes derramó más sangre que ninguna jaquería. El pillaje de la canalla en una ciudad, aunque no cueste ni un solo cadáver, será siempre un espec­ táculo atroz. Cuando los oficiales de marina me visitaban en Palma, se mostraban asombrados de la limpieza de las ealles, del orden de los tran­ vías, ¡qué sé yo! “ ¡Cómo! El comercio va bien, las gentes se pasean... T usted dice que hay homicidios. ¡Vamos, vamos!” Ignoraban ellos que un comerciante no podía cerrar su tienda más que arriesgando su cabeza. Ignoraban también que una administración preocupada de la moral prohibía llevar luto a los parientes de los ejecutados. ¿En qué diablo queréis que cambie el aspeeto de una ciudad si se duplican, triplican o cuadruplican sus habitantes? Decidme. Y si se mata quince o veinte desdichados al día, ¿con qué objeto van a pararse los tranvías, cerrarse los cafés y dejar de oírse el sonoro canto del Te Deum en las iglesias? Yo Ramo Terror a todo régimen en el que los ciudadanos puestos al margen de las leyes no esperan ya la vida o la muerte más que al capricho de la policía del Estado. Llamo régimen del Terror al régimen de los sos­ pechosos. Este es el régimen que he visto funcionar durante ocho meses. O, más exactamente, me fueron necesarios diez meses para darme cuenta, rueda por rueda, de su funcionamiento. Lo digo y lo afirmo. No exijo en absoluto que se me crea a pie juntiUas. Sé que todo se sabrá algún día —mañana, pasado mañana—, ¡qué importa el día! El señor Arzobispo de Palma, por ejemplo, sabe de estas cosas tanto eomo yo, y he pensado siem­ pre que nuestro Santo Padre, el Papa, torturado según se dice por la guerra civil española, sacaría mucho provecho al interrogar, bajo fe de juramento, a ese dignatario. j Qué viene a ser el régimen de los sospechosos? Un régimen en el que el poder juzga lícito y moral no solamente el agravar desmesuradamente el carácter de ciertos delitos, con el fin de hacer caer a los delincuentes bajo el golpe de la ley marcial (el gesto del puño levantado tenía pena de muerte), sino también el exterminar preventivamente a todo individuo pe­ ligroso, es decir, sospechoso de Regar a serlo. Para vigüar a tales elementos indeseables conviene asegurar los servicios de los delatores. El régimen de los sospechosos es también el régimen de los delatores. Todo esto se escribe en grandes caracteres. He aquí una pequeña isla, arrebujada en sus almendros, en sus naranjos y en sus viñas. La capital no tiene ninguna importancia mayor que una vieja ciudad cualquiera de nues­ tras provincias francesas. Las aldeas aisladas unas de otras, pegadas a un flanco de montaña o diseminadas en las Ranuras, no se comunican entre eRas más que por malos caminos, traficados por grandes vehículos anticua­ dos. Cada una de estas aldeas es un mundo cerrado eon sus dos partidos: el de los “ Curas” y el de los “ Intelectuales”, a los que se agrupa tími­ damente el de los obreros. Hay también el de los feudales, a quienes sólo se ve los grandes días; pero aquel que conoce sus cabezas, no se olvida ya de las malas, que siempre van en compañía del cura, su compadre. No im­ porta. La amabUidad española hace que ese mundo viva de acuerdo, que dance en conjunto las noches de fiestas. Intempestivamente se vió surgir en cada una de esas aldeas un eomité de depuración, un tribunal secreto, benévolo, generalmente compuesto así: el burgués propietario o su adminis­ trador, el sacristán, la sirvienta del cura, algunos campesinos “ de orden” , sus esposas y, en fin, algunos jóvenes reclutados apresuradamente por la nueva Falange, y generalmente convertidos de última hora, impacientes por hacer hazañas, ebrios de ese espanto que inspiran a los pobres diablos, de pronto, la camisa azul y el bonete de pompón rojo. Ya lo he escrito y lo escribiré aún: Quinientos falangistas el 17 de julio; quince mil algunas semanas más tarde. Después, veintidós mil. Lejos de controlar este reclutamiento vertiginoso, la autoridad hizo más que pres­ tarle todo su auxüio, porque tenía su plan. El día conveniente, una vez realizada ya la tarea, nada será más fácil que desarmar a una multitud cuya afluencia rompió los antiguos cuadros y a la cual se ha dado unos nuevos, hechos a medida: cuadros policiales. Después se les lanzará por hornadas en la tropa. La depuración termina así. Porque la depuración fué la última palabra en esta guerra. Ya todo el mundo lo sabe, lo comienza a saber o lo sabrá. El “ Hay que acabar” , que algunos impostores traducen poco más o menos así: “ Libertemos la tumba de Cristo” , no significó sino la eliminación sistemática de los elementos sospechosos. Nada debe sorprender en esto, pues tal era en 1871, -exacta­ mente, el parecer unánime de las gentes de Versalles. Dos siglos antes del Terror-fueron utilizadas las mismas fórmulas para justificar la masacre de las prisiones, después de la noche de San Bartolomé, a la que Catalina de Médicis, en una carta al Papa, compara con la victoria de Lepanto (esa misma noche, Roma se había iluminado con fuegos de fiesta). Todos los Terrores se parecen; todos son equivalentes y no me liaréis nunca establecer alguna diferencia entre ellos. Ya he visto muchas cosas ahora, y conozco muy bien a los hombres. Ya soy muy viejo. El miedo me disgusta en todas R ESTABLECIMIENTO DE LA LIGA DE LOS D E R E C H O S DEL 'h & tá S E L E C C I O N E S EN COSTA RICA Con las elecciones de Costa Rica, en las que ha resultado triunfante el abogado don Teo­ doro Ricardo, no solamente ga­ na una batalla la democracia continental, sino que se afirma y continúa la gran tradición li­ beral de Costa Rica, que es, con Colombia, la república america­ na en donde el espíritu civil y el respeto a la ley tienen más arraigo. En la contienda elec­ toral ventilada ahora, las fuer­ zas conservadoras, reunidas en torno a su candidato León Cor­ tés, habían hecho acopio de ele­ mentos, sin excluir —si hemos de atenernos a ciertas informa­ ciones— las armas con las cua­ les había de prepararse una re­ belión si la derrota del candi­ dato se consumaba. No se ha cumplido el pronóstico -—ni es­ perábamos que se cumpliera— y lo celebramos. No por ello de­ be merecer menos vigilancia la situación general predominante en no pocos países de América, donde las huestes reaccionarias, aparentemente dominadas, pero no sometidas, trabajan tenaz­ mente para impedir que los pue­ blos respectivos se incorporen de manera activa y efectiva al ejercicio de la democracia. Con motivo de los compromi­ sos adquiridos por las repúbli­ cas americanas—con excepción de la Argentina, terca en su po­ lítica suicida—a partir de la Conferencia de Río de Janeiro, se ha creado un estado equívoco que, si antes era peligroso por sí mismo, ahora lo es más. Apa­ recen eomo campeones de la de­ mocracia, Vinculados a la solida­ ridad continental contra el Eje, gobernantes que en sus países correspondientes ahogan toda li­ bertad y’,son expresión acabada de los métodos nazifaseistas que tratamos de destruir. ¿Cómo se concibe tamaño contrasentido ? i Y qué esperanza podemos po­ ner en las promesas verbales de . tales gobernantes? Es fácil ima­ ginar la amarga ironía con que los perseguidos en su propio país acogerán las declaraciones de sus gobiernos cuando se pro­ claman, para el exterior, de­ fensores de ' la democracia, y son, en el interior, carceleros de sus adversarios políticos. Ese problema, difícilmente tolerable hoy por las exigencias que la guerra lleva consigo, es un pro­ blema que no puede prolongarse cuando se haga la paz. La cuerda se ha roto, en oca­ sión reciente,, por lo más delga­ do. Nos referimos al caso de Bo­ livià, no tan sencillo como han querido presentárnoslo. Ignora­ mos si en el golpe de Estado que arrojó del poder al gene­ ral Peñaranda han tenido mano agentes de Alemania. De lo que «estamos ciertos es de que en la ofensiva contra el gobierno na­ cido de la sublevación intervie­ nen los grandes intereses pluto­ cráticos que se disputan las ri­ quezas yacentes en el seno de las montañas bolivianas. De ahí vienen nuestras preocupaciones. |Se aspira a una democracia efectiva o simplemente formal? R i sublevado contra la República las medidas adoptadas para im­ pedir el uso del español en Fili­ pinas. Lo curioso es que esas alarmas las sitúe la agencia en América y no en España, que es donde debieran sentirse más vi­ vamente. América, a pesar de los intereses que el Japón tiene extendidos a lo largo del Con­ tinente. hace ya mucho tiempo que rompió relaciones con él y sabe perfectamente lo que del Japón puede esperarse. Donde por lo visto, no se sabe es en la España franquista, cuyos voeeros han tocado frecuentemen­ te el registro más alto de sus liras en honor del Japón, her­ mano en la comunidad contra la plutodemoerac¡a y el comunis­ mo. En las páginas de los pe­ riódicos franquistas ha encon­ trado eco más de una vez la leyenda caballeresca del Japón, fundada en episodios históricos tan ejemplares como la agresión, del 7 de diciembre de 1941 a la base de Pearl Harbor. Son mu­ chas las afinidades que el falan­ gismo ha descubierto entre el emana El apresuramiento con que fué reconocido el gobierno del ge­ neral Ramírez en la Argenti­ na—-donde la opinión popúlal­ es auténticamente demócrata— no es dato tranquilizador. Esa voz es la que debe oírse, la de los pueblos, y no la de quienes se encaraman, sin títulos legíti­ mos, para gobernarlos. Y sola­ mente así es eomo la democra­ cia será una institución y no una antelequia. Por fortuna. Oosta Rica sigue su tradición de pueblo culto y progresivo. ¡ Pe­ ro qué lejos está lo que anteti comentábamos del sueño grande de Bolívar y de las ambicio­ nes de aquel magnífico ciuda­ dano de América que se llamó Francisco Morazán ! LLORIQUEOS FALANGISTAS En tono quejumbroso, que contrasta con sus estúpidas arro­ gancias de hace unos cuantos meses, la prensa franquista se duele del trato que Inglaterra y los Estados Unidos le otorgan al gobierno de Franco, precisa­ mente cuando el dictador pro­ diga más las palabras de bene­ volencia para las dos naciones. Es a Rusia, exclusivamente a Rusia, a la que Franco quisiera ver destruida. Para eso fueron ai frente de Leningrado los leíiionarios azules, dispuestos a dar fin del ejército bolchevi­ que. Y no portpie España tilviera pleito ninguno que ven­ tilar con Rusia, sino porque Franco y sus falanges se habían erigido.en abanderados del an­ ticomunisme. .. a las órdenes de Alemania. Todos las tópicos que una compunción aconsejada por el miedo, pero no sentida, puede dictar, esmaltan estos días los periódicos del caudillo. “ Las naciones unidas—vienen a de­ cir—no deben abusar de su po­ der imponiéndonos unas condi­ ciones que lastiman el honor español”. Se refieren al suyo. Pero, desgraciadamente, la letra impresa queda, y las palabras no se las lleva siempre el viento. Está presente en el recuerdo de todos lo tpie se dijo y escribió por el caudillo y sus pan fleta­ rlos cuando, en el verano de 1941, y antes, anunciaba gozo­ samente la total y esplendorosa victoria de Alemania. Madura­ ban los sueños de expansión im­ perial hacia América, sueños de locos o de imbéciles, pero no por esos menos efectivos. El Marrue­ cos francés pasaría a engrosar, mtegro, el protectorado español, eomo un regalo de Hitler. .. Y la inicua explotación de 800 millones de seres humanos so­ juzgados por los imperialistas plutócratas—palabras del caudi­ llo—cesaría para siempre. Ha­ bía más. Claramente se insinua­ ba la próxima acometida del Japón, pero teniendo en cuenta que “ un ataque nipón contra la URSS, al mismo tiempo que continúa la campaña de ('hiña, representaría un alivio para los EE.ÜU.” (ABC, 19 de julio de 1941). Nada de eso se olvida. Ni se olvidan las pedradas a las embajadas y consulados. Pero entonces no sospechaba Franeo que los vidrios rotos por las he­ roicas pedreas falangistas ha­ bría de pagarlos, a la postre, él. Pero lo más intolerable es que se invoque ahora el orgullo es­ pañol. El orgullo español, en­ tendido a la manera clásica, se atiene, si acaso, a lo de sostenella y no enmendalla, pero es absolutamente incompatible con lloriqueos hipócritas. Todos ju­ gamos a ganar, mas cuando se peirde hay que tener cuando menos, un resto de pudor y dig­ nidad. Claro que ñas estamos refiriendo a quienes no poseen ninguna de esas virtudes que ennoblecen la vida. Si las hu­ bieran poseído, no se habrían Se acerca el fin del alambre. (De Colliers en The Montreal Gasette). después de haberle jurado fide­ lidad. Gananciosos, convirtieron su triunfo en una orgía de san­ gre e inmoralidad. Perdidosos, ninguna humillación les parece­ rá bastante si mediante ella se mantienen sujetos al poder. En eso ha venido a quedar — por ahora-—la España una, grande y libre y la Cruzada nacional que representó, al decir del cau­ dillo. la infamia del 17 de julio de 1936. Lo que naeió trágico muere, al fin. grotesco. EL JAPON PUEBLO AMIGO La agencia falangista de no­ ticias, EFE, se ha hecho eco de las alarmas que en los círculos intelectuales de Hispanoamérica y entre los católicos hispanoame­ ricanos suscitan, al decir del corresponsal de la agencia en Buenos Aires, el trato dispensa­ do por los japoneses al obispo católico de la isla de Guam y Japón y España. Nada impedía, pues, que los obispos españoles, y los católicos que apoyaron la sublevación militar, miraran con simpatía a los japoneses, en cu­ yo haber se cuentan tantas ha­ zañas heroicas. De ellas no son las menores las que los periódi­ cos franquistas no quieren re­ cordar : las matanzas de cris­ tianos que, casi a partir de la muerte de San Francisco Ja­ vier, iniciaron los emperadores nipones. La palabra mística y persuasiva de San Francisco ha­ bía hecho, en menos de cincuen­ ta años, cerca de dos millones de católicos. Treinta años des­ pués ya no quedaba ni uno solo. Los más habían sido extermi­ nados; los demás, temerosos de afrontar el martirio, habían ab­ jurado. Y he aquí cómo describe un viajero que anduvo por el Japón los procedimientos caba­ llerescos que empleaban los ja­ poneses contra los católicos. “ En algunas provincias—dice nues­ tro viajero—fueron chamusca­ dos a fuego lento ; en otras cru­ cificados; aquí los mataban de­ rramando por todo su cuerpo agua hirviendo; allí les aplica­ ban hierro incandescente hasta desnudar enteramente los hue­ sos; ora los azotaban hasta ha­ cerles derramar sangre, para exponer en seguida al sol de mediodía sus carnes despedaza­ das; otras veces los encerraban en tinajas llenas de serpientes ponzoñosas. Finalmente, si he­ mos de dar crédito a las relacio­ nes de aquel tiempo, bajo el reinado de Cambo-Samba, estas atrocidades tomaron un carácter tan espantosamente odioso, que no hay expresiones bastantes pa­ ra pintarlas y describirlas ' ’. Eso escribía un viajero francés mu­ chos años antes de que el ré­ gimen de Franco, católico y tradicionalista, viniera en la cuenta de que el Japón es un pueblo amigo, civilizado y ad­ mirable. ¿A qué extrañarse, pues, de que el obispo de Guam, que ejercía su ministerio en paz cuando la isla estaba bajo el dominio de la plutodemocracia yanqui, padezca persecución ahora, cuando la tienen agarra­ da los japoneses? Consuélese el obispo y resígnense ios católicos filipinos, sometidos a igual for­ tuna, ya que -euanto les sucede lleva, cuando menos, la benévola aquiescencia del episcopado es­ pañol y la bendición solemne del primado de Toledo. URUGUAY Un acuerdo del Partido Batllista En la convención nacional del Partido Colorado Batllista, que es el grupo mayorítario que apoya al actual Gobierno del Uruguay, se aprobó el acuerdo de pedir al régimen que rompa sus relaciones diplomáticas con España. El acuerdo fué aceptado por la convención, a pesar del hecho de que César Batlle Pacheco, presidente de la convención e hijo del fundador del partido, dijo que Uruguay debería esperar la decisión de la Gran Bretaña y los Estados Unidos antes de asumir semejante actitud ante el régimen del generalísimo Francisco Franco. Otros oradores declararon que las embajadas españolas en Sudamérica son “focos de actividad del Eje”, y formularon la petición en el sentido de que el Gobierno trate de llegar a un acuerdo con otros países demócratas de las Américas para rom­ per las relaciones con el Gobierno de Franco. En otro acuerdo se recomendó otorgar el “reconocimiento a la Junta Española de Liberación”. G A L D Ó S O EL OP TEnIelMI S MO L I B E R A L número 18 de los Cuadernos de Cultura Es­ pañola, que se editan en Buenos Aires, don Alvaro de Albornoz ha publicado un excelente estudio sobre Galdós, al que pertenecen el capítulo que sigue y otros que dare­ mos a conocer igualmente a nuestros lectores. I SOBRE UNA FRASE DE ROMERO ALPUENTE Un viejo tribuno de la Sociedad Landaburiana —una Sociedad patriótica como el Café de Lorencini y La Fontana de Oro—, en una de aquellas sesiones tumultuosas con que gustaban de embria­ garse los exaltados de 1820, dijo una frase que rodó por la his­ toria de España: “ La guerra civil es un dón del cielo”. Por ésta horrible blasfemia, Alcalá Galiano, el revolucionario que debía acabar siendo ministro de Narváez y muere de una congestión en medio de los trágicos sucesos, por él provocados, de “ la San Daniel”, se complace en sus Memorias en trazar la más negra de las pinturas'del tribuno exaltado: “ Allí, en fin, entre otros que no nombro, era oído con gusto el viejo Romero Alpuente, singular tribuno, de fea, asquerosa y repugnante figura, torpe y helado en el decir, extremado y atroz en las máximas que predicaba... cínico en todo, de viciosas costumbres en su edad avanzada, li­ sonjero de la plebe, por cuyo medio tiraba a satisfacer su des­ medida ambición, la cual, si no codiciaba riquezas ni altos hono­ res, ansiaba poder y aplausos, por lo que aparecía resuelto a com­ prarlos aplaudiendo o aconsejando todo linaje de desórdenes y excesos de crueldad”. De labios de este hombre, “ anciano loco y perverso”, salió la máxima de que era la guerra civil un dón del cielo. Yo no diré otro tanto, aunque haya oído muchas veces repetir la frase a don Miguel de Unamuno en lo más duro de sus luchas, pero sí recuerdo haber dicho, y no me arrepiento de'ello, que la guerra civil es el crisol de las naciones-. El muíalo moderno —el mundo del Cristianismo— nació de las luchas civiles de Grecia V de aquella admiimble Roma de la guerra civil y de la guerra de clases en que el rumor del Derecho lleua los días de* esfuerzo y de creación y la plebe no se revuelca aún en la degradación imperial. La guerra civil es la matriz de todas las sociedades modernas. La Francia de Enrique IV y de Richelieu sale de las guerras de religión. La Francia de Luis XIV y del gran Turena sale de las guerras de la Fronda. La Francia de Austerlitz y de Jena sale de las guerras de la Revolución, de los horrores de la Vendre y de las locuras del Terror. La Frauda de 1914 es toda­ vía la Francia de la guerra civil —Mac Mahon, Boulanger, Drey­ fus—, la Francia purificada y ennoblecida por la guerra civil. Veinte años de unanimidad tuvieron ppr desenláce Sedán. Cua­ renta años de discordias interiores, de enconadas luchas civiles, alcanzaron la recompensa espléndida del Marne y de Verdún. Mientras esta pobre Francia de Vichy, la Francia qué renuncia con Daladier a la guerra civil y capitula ante el enemigo inte­ rior, es la Francia unánime en la fûga y en la derrota en la guerra extranjera. Y aún se desempolva, como una suprema audacia, a la Cruz de Lorena ;—cual si nosotros hubiéramos pretendido opo­ ner al fascismo internacional el pendón morado de Castilla o las barras de Aragón—, cuando lo que hace falta es superar la ban­ dera revolucionaria de Valmy. De la guerra civil nace, como la Francia moderna, la Francia de los hugonotes y de los jacobinos, la moderna Inglaterra, la Inglaterra de Cromwell y de los puritanos. Y es luchando unos ingleses contra otros como se hacen los Estados Unidos de AVáshington, y luchando unos americanos contra otros como se hacen los Estados Unidos de Lincoln, la gran nación fundada dos veces : por la independencia y la libertad política primero y por la guerra civil y la abolición de la esclavitud después. Como es la España de la guerra civil la nuestra de las luchas contra la monarquía y la dictadura, y la heroica, ejemplo del mundo, de 1936 a 1939, continuación de la brava y rebelde de todo el siglo XIX. Y el origen de esta gran América hispánica de nuestros amores, cons­ tituida hoy en Repúblicas libres e independientes, es igualmente la guerra civil. La independencia de esta América de Hidalgo y de Morelos, de Bolívar y de Sucre, de San Martín y de Belgrano, uo es sino la guerra civil entre españoles. Los Morillos de acá son también los de allá. Y sólo el tiempo hace que los “ ayaeuehos” se conviertan en los héroes de Luchana. Hay en las guerras eiviles un aspecto de ferocidad, sin duda abominable. Los españoles sabemos bastante de esto. Con todo, lo peor de nuestras guerras civiles no fué la crueldad, sino el cinismo de las paces y componendas, el picaresco “ aquí no ha pasado nada”, el “ borrón y cuenta nueva”, solución a lo Rineonete y Cortadillo. Lo peor de nuestras guerras civiles —mucho peor que el fusilamiento de la madre de Cabrera y las atroces represalias del caudillo carlista, que la sangrienta paella de Burjasot, que la sima trágica de Igusquiza, que el feroz saqueo de Cuenca— fué el abrazo de Vergara, que hace que los carlistas muertos en el Norte, en el Maestrazgo y en Cataluña resuciten en Madrid, y repartiéndose ministerios, cátedras y mirras se con­ viertan en directores de la sociedad española. La repetición del histórico abrazo de Espartero y Maroto —Espartero y O’Donnell en 1854, Salmerón y el duque de Solferino en los confusos tiempos de la Solidaridad Catalana, Pablo Iglesias y Melquiades Alvarez en los de la Conjunción republicano-socialista, Lerroux y Gil Robles en la época famosa del “ straperlo”— es uno de los mo­ tivos más graves de duda y pesimismo para los espíritus y los corazones aleccionados por la terrible experiencia. Comienza a hablarse ahora de “ reconciliación de los españo­ les”. Bien está, si se prescinde de efusiones sentimentales y se evita el peligro de caer en la amnesia total. Yo declaro que tengo en materia tan grave muchísimas reservas. Sin duda, la guerra civil no es un don del cielo, como quería el “ anciano loco y per­ verso” de Romero Alpuente; pero tampoco es un regalo de la divinidad la paz infecta y nauseabunda. Yo estoy dispuesto a perdonar, incluso al verdugo, pero no a abrazarlo. Yo estoy dis­ puesto a compartir con el lobo la dura tierra en que forzosamente hemos de convivir mientras no se extinga la especie lupina, pero no la fraternidad. Aquello del “ hermano lobo” se queda para San Francisco. Yo no me reconciliaré jamás con los asesinos de Federico García Lorea y de Leopoldo Alas —un poeta y un santo—. Entre ellos y nosotros no hay sólo un abismo de sangre (sobre la sangre se puede navegar al fin, como sobre el agua, y aun haj' quien flota a su placer sobre las olas rojas). Hay, sobre todo, el abismo de un infranqueable, insondable vacío intelectual y moral. ALVARO DE ALBORNOZ VALIJA NUESTROS PLANES SECRETOS El corresponsal de la agencia “Efe” en México —según una noticia que publican los diarios de aquí— se ha olido algo de lo que estamos tramando los “ibe­ ros desterrados” para cuando volvamos a ocupar el-poder en España, y se ha apresurado a cablegrafiarlo a Madrid. Infor­ ma el sagaz periodista que, en­ tre otros siniestros planes, tene­ mos el de “erigir un monumen­ to a Stalin en el Cerro de los Angeles, en el mismo lugar que antes ocupaba el monumento al Sagrado Corazón de Jesús”. ;No se puede tener nada secre­ to! Le dice uno algo al oído a cualquier amigo de confianza y a los pocos minutos lo sabe ya el corresponsal de la agencia fa­ langista, ('reo que en estas con­ diciones no vale la pena de guar­ dar reserva sobre nuestros pla­ nes, que son mucho más espan­ tosos de lo que supone el dili­ gente informador. Reconocemos que es cierto el proyecto de erigir ese bonito mo­ numento en el ('erro de los An­ geles, lugar que se llamará en lo sucesivo “Montes Urales de los Konsomols Celestes”. Pero no es eso solo. Se piensa también cambiar las imágenes de Jesús del Gran Poder y de María Au­ xiliadora por iconos eslavos, y convertir en Gran Pope con bar­ bas al cardenal Segura. Otras reformas parecidas se proyectan, entre las cuales puedo descubrir las siguientes: la parte de la acera de la calle de Alcalá don­ de permanecían repantigados en cómodos sillones plutodemocráticos los fatigados socios del Ca­ sino de Madrid y a la que se llamó en otro tiempo “La Unión General de Trabajadores”, to­ mará el nombre ele “Presidium de los Stajanovistas”. A la Ci­ beles se le llamará “Nuestra Natacha” y a Neptuno “el Bate­ lero riel Volga”. Los taxis se­ rán sustituidos por “ troikas” y se contarán sus recorridos por “ verstas”. Julián, “tovarich” de Artes Gráficas, y Juan José, “ tovarich” del Ramo de la Construcción, llevarán “rubashka” y gorro de astrakan para ir a la tasca, donde se servirá “ vodka” en vez de valdepeñas y “caviar” en lugar del clá­ sico cocido. En el verano, la. horchata de chufas será susti­ tuida por te bien caliente. (Las horchaterías valencianas tienen ya preparados en secreto los co­ rrespondientes “samovars”). El “Heraldo de Madrid” tomará el título de “Pravda”. para dar le un carácter más madrileño, y se podrá comprar en la esquina de Preciados por unos cuantos “kopeks”, nombre que daremos a las perras chicas. La suscrip­ ción costará dos rublos y me­ dio al mes. El Consejo del Ca­ nal de Lozoya se convertirá a su vez en “Politburó del Dnie­ per”. Con picadores parados de la calle de Sevilla se formará un escuadrón de “Cosacos del Don”, para aprovechar todaslas energías nacionales. La en­ trada de los “mujiks” en la pin­ za de la Cebada estará riguro­ samente reglamentada por el Kremlin municipal,, que conti­ nuará instalado frente a la to­ rre de los Lujanes y de cuyo Comisariado seguirá formando parte nuestro amigo Talanquer. Existe t a m b ie n el propósito .—aunque sobre esto no se ho. llegado todavía a un acuerdo— de prohibir el “schotis” y de­ clarar obligatorio el baile de “czardas” en las verbenas que se celebren en los “koljoses” de Curtidores, y se exigirá el acón: paramiento de “balalaika” pa­ ra el cante flamenco.. . Los “iberos desterrados” pre­ paramos otros planes, que, co­ mo los anteriores, queríamos guardar én secreto para dar una sorpresa, cuando volvamos al po­ der, a los demás “iberos” que se quedaron allá; pero rato el misterio por el corresponsal de la Agencia “Efe”, ya no hay ra­ zón para que callemos. Cada cual hace patria como puede. ¿No la hicieron los “ naciona­ les” con ayuda de alemanes, ita­ lianos, moros y portugueses? Cues, ahora nos toca a nosotros. —LL VALIJERO. Comentarios ajenos FRANCO NO SABE LO IM­ POPULAR <¿UE LS Harold Denny, corresponsal diplo­ mático en Londres, telegrafió al NEW YOBK TIMES ha poco: “ Cuando el resultado en Africa del Norte y el Mediterráneo era in­ cierto, cuando Gibraltar estaba solo y vulnerable, con una España du­ dosa detrás del mismo; cuando Ale­ mania aún tenía fuerzas para que­ brantar nuestro p’an estratégico eu­ ropeo si España le daba paso sin oposición hacia el Estrecho Estados Unidos y Gran Bretaña trataban de licadamente co n el gobierno de Franco y quedaban agradecidas tras cada concesión. “ Pero ahora que el Mediterráneo es nuestro, que Gibraltar se yergue de nuevo invulnerable y que por to­ das partes se desvanece la fuerza alemana, el p'r'o·’o de las palabras y d«i apaciguamiento ha ter­ minado y las Naciones Unidas de­ mandan perentoriamente de España lo que hace unos meses hubieran pe­ dido cortésmente’’. Alude el corresponsal a la suspen­ sión de envíos de petróleo a Espa­ ña y a las demandas planteadas a Franco por Estados Unidos y la Gran Bretaña, prosiguiendo: “ La supresión del espionaje nazi en España es considerada por los aliados como cuestión de la mayor importancia, a la vez que de gran dificultad. Desde hace muchos años los alemanes tuvieron en España amplios intereses industriales y co­ merciales. .. y muchos agentes ope­ ran bajo el disfraz protector de em­ pleados de auténticas firmas alema­ nas. Otros hacen el espionaje, el sa­ botaje o la propaganda, como labor adicional a la de de supuestos técni­ cos empleados por españoles. “ Sobre toda esta gran organiza­ ción está la embajada alemana y el consulado, con su subordinada ‘ ‘Kulturhaus” y el meticulosamente mon­ tado organismo de la propaganda. LA EMBAJADA ALEMANA “ Naturalmente, la embajada ale­ mana tiene la ventaja de comuni­ carse en clave con Berlin y Sudam-rica y es suposición general que sirve de central para el espionaie y el sabotaje en muchas partes del he­ misferio occidental. El número de espías aumentó recientemente y una de las razones que daban los espa­ ñoles, a quien esto escribe, en re­ ciente viaje a España, es que los alemanes enviaban apresuradamente refuerzos para reemplazar a fanáti­ cos de Falange cuyas actividades ha­ bía restringido Franco” . “ Es probable que dichos fanáti­ cos actuaran a las órdenes de los ale­ manes y fuesen ellos los que prepa­ raban los atentados en Gibraltar, atentados que les costaron la vida, y también que fuesen los que pusieron las bombas en las cajas de naran­ jas. .. ofensas que el gobierno espa­ ñol prometió impedir en el futuro” . Alude el corresponsal a lo serio que para las Naciones Unidas resul­ ta el problema de los barcos italia nos que Franco retiene, pero subra­ ya inmediatamente: “ La cuestión de los proyectados créditos de Es­ paña para Alemania es también asunto tomado seriamente aquí. No se revela el importe exacto, pero se dice que es grande. Estos créditos serian en pago de los saldos que Franco aún debe a Alemania, por servicios prestados en la guerra ci­ vil. La contribución de Franco, con el envío de la división azul al fren­ te ruso, fué como pago por dicha deuda de la guerra civil. Ahora que la mayor parte de la división azul fué retirada, Alemania pide pago al contado. “ CUESTION DE CREDITOS” Señala el corresponsal del NEW YOBK TIMES que ese dinero espa­ ñol serviria a los alemanes en la gu°rra económica, aparte proveerles fondos para sus agentes en el ex­ tranjero. indicando ana. por ejemplo, en materiales como el tungsteno, Es­ paña vendió a Gran Bretaña v los Estados Unidos eó’o del 25 al 30 por ciento de la producción enviando el resto a Alemania. Dice luego: . . . “ El asombro en la prensa es­ pañola por la repentina dureza del trato a’iado, probablemente es sin­ cero. Franco mi«mo cree one se por­ tó Men co” la Gran Bretaña no en­ trando en la guerra, al lado del Eie, en 19*0. cuando Gran Bretaña parpc’'a perdida o en poviejjihre de 1942. mando jugamos el desembarco en Africa del Norte. Srimore cre­ yó oue hah-'a becho nna gran conce­ sión cambiando, de su “ no-heligeranej» nrn-ei-'” , a su proclamada neutralidad del primero de octubre pasado” . ‘ ‘Franco probablemente no en­ tiende lo impopular que es. tanto en America como en Inglaterra, desde one sn intimidad primitiva con el E'e le grabó en la frente la marca del fascismo” . “ Estados Unidos y Gran Bretaña, hasta hace poco, se mostraban razo­ nablemente satisfechas del progreso hecho por España en dirección de nosotros.. Pero Londres y Wash­ ington esriman pasado el momento de los grandes riesgos. Ya no les sa­ tisface una posición negativa d» Es­ paña. Quieren acción más positiva, v toman crudas medidas para lograr­ la” . RECUERDO DE FRANCISCO M A C I A Hace poco más dt • el 25 de diciembre de 1933, que murió el ilustre patricio catalán don Francisco Maciá, primer Presidente de la Ge­ neralidad de Cataluña. La vida de don Francisco Maciá representa un alto ejemplo de entereza y sacrificio, cua­ lidades puestas a prueba rei­ teradamente en circunstan­ cias dramáticas que están en el recuerdo. No se ha borra­ do aún de la memoria de na­ die la actitud gallarda de Maciá frente a la dictadura de Primo de Rivera, que le llevó al destierro y le hizo objeto de la persecución más enconada. La estúpida veja­ ción de que fueron motivo entonces —como aliora— los más legítimos sentimientos catalanes, fué uno de los bal­ dones que cayeron sobre la monarquía y contribuyeron más eficazmente a cavar su sepultura. Dignamente no se puede ser catalán sin ser re­ publicano, aunque eso puede decirse igualmente, desde hace muchos años, de toda España. Luis Companys, el segundo presidente de la GeneraUdad de Cataluña, rinde homenaje a la memoria de don Francisco Maciá, su antecesor en el cargo. Desfile popular ante la tumba del presidente Francisco Maciá. en la cual hacen guardia los milicianos. España está ya en guerra. Cataluña ha ganado su primera bataUa.. . Las fotografías que publi­ camos corresponden al ter­ cer aniversario de la muer­ te de Francisco Maciá, ya en plena guerra civil o de inva­ sión, como sería más propio llamarla. En la primera de ellas Luis Companys, el otro gran presidente de la Gene­ ralidad, sucesor de Maciá, habla en el acto que se cele­ bró en el Palacio de Bellas Artes, de Barcelona, bien ajeno entonces a la muerte infame que un día le depara­ rían los traidores. De estos recuerdos —que son, al cabo, historia— no se nutre nin­ gún rencor. El espíritu jus­ ticiero, sí. Con la derrota de la Re­ pública, Cataluña ha vuelto a sentir sobre su carne la afrenta del agravio con que trata de humillarla la beocia triunfante. Su idioma ha si­ do proscrito en la esfera ofi­ cial ; sus costumbres son mo­ tivo de befa; su régimen de autonomía ha sido barrido por la escoba del cuartel. Y en la persona de Luis Com­ panys, generoso y honesto, los beocios han querido sim­ bolizar, fusilándolo, el alma de Cataluña. Y acertaban. Símbolo de Cataluña era Companys. Pero el alma ca­ talana no ha muerto con él. Y el dolor del sufrimiento co­ mún es lo que funde más en­ trañablemente a Cataluña con el resto de España. Hacia la tumba de Maciá. Al frente del cortejo figuran Luis Companys, Indalecio Prieto y otros políticos y amigos del presidente desaparecido en diciembre de 1933. COMPAS DE GUERRA CAMPA ÑA DE El desarrollo casi final de la guerra en Rusia convida a ha­ cer una ojeada retrospectiva a "randes rasgos sobre toda la campaña en el territorio de la URSS, lo que permitirá dedu­ cir algunas enseñanzas útiles pa­ ra formar el día de mañana un cuerpo de doctrina. Hay que tener presente los antecedentes de esta campaña, que fué pre­ cedida por otras victoriosas en Polonia, Noruega, Países Bajos y Francia, en las que la Blitz­ krieg se desarrolló con arreglo al plan preconcebido, dando por resultado la derrota completa de estas naciones en muy po­ cas semanas. La guerra relámpago tiene una tradición muy antigua, ya que su origen lo encontró el profesor de Arte e Historia Mi­ litar Delbruek nada menos que en la batalla de Cannas, ganada por Aníbal contra el cónsul ro­ mano Varrón un par de siglos antes de nuestra era. El general Sehlieffen, que fué jefe del Es­ tado Mayor alemán antes de la guerra del 14, ideó un plan, el famoso plan Sehlieffen, que mo­ dificado torpemente por su su­ cesor fracasó en la batalla del Marne. El Estado Mayor ale­ mán ha seguido la idea aprove­ chando los elementos modernos mecanizados y la aviación, aná­ logamente a como Aníbal se va­ lió de la caballería munida y de los elefantes los romanos. El sistema dió muy buen resultado en las campañas que hemos cita­ do y fracasó totalmente en Ru­ sia. ¿Por qué? E rrores alemanes en esta campaña.—1Q El primer error fué el empleo de la Blitzkrieg. El mando alemán, a pesar de su evidente competencia no se dió cuenta de que las marchas auda­ ces a varios cientos de kilóme­ tros efectuadas con tanques y algunos elementos motorizados sólo pueden tener éxito cuando existe una enorme despropor­ ción de fuerzas o contra un ene­ migo desmoralizado y vencido de antemano. El ejemplo de las campañas anteriores no ser­ vía. El tratadista militar que oculta su nombre bajo el pseu­ dónimo de Max Werner dice en uno de sus libros: “ La táctica de la guerra relámpago contra un enemigo fuerte y tenaz es simplemente una estupidez”. Y más adelante: “ Entre dos ejér­ citos de masa potentes, armados con equipos modernos de comba­ te, no puede existir la Blitz­ krieg”. Y tiene razón, como los hechos lo han demostrado. 2° Preponderancia de la arti­ llería ligera, antitanque, anti­ aérea y de acompañamiento so­ bre la artillería de campaña en sus distintos calibres, y la arti­ llería pesada de campaña. Los rusos debieron las victorias de Smolensko y Moscú, entre otras cosas, al acertado empleo de la reserva general artillera, que por cierto en la guerra de España se empleó también muy acerta­ damente, y permitió hacer mila­ gros con muy pocos elementos. 39 Falta de profundidad en la organización de la defensa. 1o que dió lugar a que éstas fueran rotas con relativa faeili- RUSIA dad por las contraofensivas so­ viéticas. 4° Falta de reservas adecua­ das, que impedía rodear el ejér­ cito enemigo y destruirlo, o sea el encerolement o copo y la ba­ talla de aniquilámiento que cons­ tituía su objetivo. Así que los alemanes ini­ cian su ataque contra Rusia sin aviso previo, distribuyendo sus ejércitos en tres masas de gru­ pos de ejércitos dirigidos hacia Leningrado, Moscú y la Ucra­ nia, siendo considerablemente más fuerte el central; avanzan a la velocidad de la Blitzkrieg hasta constituir una línea de frente de cerca de 2.000 kilóme­ tros; se ven detenidos frente a Leningrado; refuerzan más el centro y los rusos los paran en la batalla de Smolensko; tratan de rodear a Moscú y en una ba­ talla defensiva en profundidad los vencen completamente los rojos. Cambian entonces de plan estratégico, siguiendo iniciativas de Hitler, que se nombra a sí mismo generalísimo y destituye a los generales que se oponen al cambio de plan, y empieza una guerra que pudiéramos llamar periférica, con vistas a produ­ cir un bloqueo económico terres­ tre apoderándose del petróleo del Cáucaso y mar Caspio, de las tierras negras de Ucrania, y de las cuencas mineras que se encuentran en la comba del Dniéper. Avanza hasta Stalingrado y allí sufre otra derrota que pudiéramos llamar definiti­ va, pues su mismo sistema es empleado contra él, y los gene­ rales rusos consiguen rodear el ejército mandado por el maris­ cal Paulus, llegando a la batalla de aniquilamiento contra sus in­ ventores. diversos métodos para proyectar gasolina ardiendo, armas auto­ máticas llevadas por pelotones de dos o tres hombres con una instrucción especial, con los que consiguieron resultadas muy sa­ tisfactorios. En general se puede decir que en esta campaña se estableció una lucha entre la guerra de maniobra alemana y la defensa en profundidad rusa, en la que ésta llevó la mejor parte, y que cuando los ejércitos soviétivos pasaron a lo ofensiva en las su­ cesivas campañas de invierno, los alemanes no son capaces de emplear la conveniente estraegia defensiva. Organizan, eso sí, posiciones formidables a las que se ha dado p1 nombre de posiciones erizo, llenas de emplazamientos estu­ diados perfectamente para to­ da clase de armas, con planes de fuego apoyados mutuamente, obstáculos anti-tanques impasa­ bles, con todos los problemas profundida que emplearon con la intensidad posible desde que pudieron, reservando los tan­ ques y los aparatos de bombar­ deo para la ofensiva mediata, arrancando en forma de contra­ ataque al agotarse la ofensiva enemiga. 29 No constituir frentes fijos antes de tiempo, no ya en la frontera, sino ni en aquellas líneas fortificadas permanente­ mente que poseían, y que el ene­ migo forzó, hasta llegar al obje­ tivo que les era forzoso conser­ var, como era Moscú. 39 Estudiar tipos de aviones dé combate más eficaces que los alemanes para cooperar con las tropas. Los nazis tienen el bom­ bardero en picada Stuka, y los rusos el Stormoviks que le aven­ taja, y además el avión anti­ tanque, especialmente construi­ do para la destrucción de los carros de asalto, de que los ale­ manes carecían. 49 Como el ejército alemán poseía al principio de la campa­ ña una superioridad muy mar­ cada en elementas mecanizados y sobre todo en tanques organi­ zados en divisiones y cuerpos de ejército, los rusos para contra­ rrestarla organizaron una de­ fensa anti-tanque muy completa y eficaz, empleando no sólo ar­ tillería y fusiles anti-tanques de diversos modelos, sino también granadas de mano, muchas cla­ ses de minas fijas y móviles. ro euando las circunstancias aconsejan eeder terreno aco­ giéndose a líneas más cortas, no lo hacen a tiempo y se aferran a conservar lo conquistado con una tenacidad que a la larga los destroza. M andos.— Los mandos han si­ do muy buenos en ambos lados, con la excepción de cuando Hitler se erige en generalísimo, que lo hace realmente mal, co­ mo no puede menos de suceder euando la adulación, que siem­ pre rodea a los dictadores, les hace creer que son super-hombres y que eon ponerse unos entorchados de mariscal se han convertido en generales, oficio muy trabajoso de aprender y Avanza la apisonadora. A ciertos rusos en esta cam­ (News of The World Liondon). paña.—l 9 La defensa elástica en tácticos y técnicos resueltos, pe­ que no se improvisa. Tanto von Brauehitsch, von Leeb, von Bock y Halder por el lado alemán, como Shaposnikov, que como di­ rector de la Escuela de Estado Mayor es el que ha formado el generalato ruso, Vasilevski, que le sucedió como jefe del Gran Estado Mayor, los jefes de gru­ pos de ejéreito y de ejércitos Yatntin, Maretskov, Govorov, Rokossovski, etc., son excelen­ tes, y algunas de las maniobras imaginadas por estos últimos generales pasarán a la historia como modelo. Qué lástima que los asesores que mandaron a España durante la guerra civil no fueran de esa categoría. Con eontadísimas excepciones todos eran mediocres, y lo peor fué que a través de debilidades de nuestro alto mando su influen­ cia se tradujo catastróficamente. A. F. BOLAÑON “La mayoría de esos otros reyes, príncipes, aspirantes o pre­ tendientes, que generalmente tienen el apoyo de alguna pandilla de aventureros de las finanzas, constituye hoy en día, con sus pequeñas cortes de opereta y sus pretensiones dinásticas, una solemne majadería”.—H. G. WELLS. EUTRAPELIAS La Faena de “ C larito” César Jalón —Clarito para el público de. toros-— era un tipo bastante popular en el periodis­ mo madrileño. Desde El Liberal ilustraba a los aficionados de la fiesta que llaman brava y, de paso, cobraba de los toreros. Era republicano, o se lo llamaba —de Lerroux, por supuesto— y en uno de aquellos extraños y na­ da gloriosos acatares por que la República hubo de pasar en sus últimos tiempos llegó a ser mi­ nistro de Comunicaciones. Tam­ bién con Lerroux, por desconta­ do. Cuando se produjo la suble­ vación de 1936, César Jalón an­ daba veraneando por las playas del Norte. Le sorprendió el su­ ceso —si le sorprendió— en Fuenterrábía. Se dijo que ha­ bía muerto en los primeros días a manos de gente irresponsable. Pero Clarito estaba vivo, como tantos otros a quienes también se dió por fenecidos y luego han salido alegremente de sus tum­ bas para decir infamias de los republicanos. Estaba vivo, pero en la cárcel, que era su lugar adecuado. Y Clarito, adjudicán­ dose la suerte que pensaba, sin duda, merecer, empezó a escri­ bir sus memorias, cosa que nin­ gún prisionero republicano ha podido hacer. Eso no impide que César Jalón hable exaltadamen­ te de su martirio y arroje mal­ diciones y lodo sobre los presun­ tos victimarios, entre los cuales, según confiesa y casi identifica, había no pocos traidores en com­ plicidad con el enemigo. Pero el cautiverio no debía ser tan in­ soportable como César Jalón lo pinta, porque a los presos se les daba a comer potage de garban­ zos mexicanos, que es, en opi­ nión suya, la comida peor del mundo. No pensaban lo mismo los republicanos libres de Ma- SOBRE LA NO INTERVENCION ‘ ‘ Tampoco es cierto que nada hayamos hecho o podólo hacer con res­ pecto a los sufrimientos de Chino y España. También aquí, como en la cues­ tión de Alemania, nos cabe a las democracias nuestra parte de responsa­ bilidad por una política que ha producido, según vimos, los resultados que ahora contemplamos. Americanos e ingleses comenzamos como quien dice el otro día a suministrar a China una ayutla que habría sido mucho más efectiva siete u ocho años antes, cuando comenzó a sufrir los agravios y agresiones del invasor. He ahí un nuevo ejemplo de decisiones tardíamente rectificadas. Y en lo que atañe a España, reconozcamos que algún interés nos despertaba y alguna responsabilidad nos incumbe por el hecho de haber iniciado el Comité de no Intervención. Reconozcamos la responsabilidad que nos toca en los sufrimientos que los invasores inflingieron a las ciudades de España, puesto que nuestra fracasada política contribuyó a facilitarlos e intensificarlos’ ’.—NORMAN ANGELL. drid, y mucho menos los que es­ taban prisioneros en la zona franquista. Pero veamos cómo pasaron la Navidad de 1936 los mártires que acompañaban a Clarito en su desgracia. Nos lo va a decir él mismo : “Cenamos los ocho inquilinos con unos cuantos amigos : Pérez Caballero, Jiménez, Ortega, el capitán Chillida, los hermanos Zulueta, Tomes (padre e hijo), el duque de Arévalo, el marqués de Sieteiglesias y Pepet. Hipó­ lito Valderas no nos acompañó, porque detenido con sus criados y compartiendo a diario con ellos su mesa, quiso permanecer entre sus fieles servidores la no­ che tradicional. “El menú reunido entre to­ dos hubiera espantado a Panta­ gruel. Salvo la coloración del pan —negro, pero abundante— nada recordó en nuestra mesa los tiempos que vivíamos. Entre­ meses variados y en cantidad. Paella, confeccionada a todo lu­ jo por el Torrontegui. Besugos y merluza en cazuela. Ternera con guisantes. Solomillo. Pollos. Queso y frutas. Tarta. Turrón. Vino de Rioja. ¡Y champán, y habanos y licores! Después de la “colación”, el convento —la prisión era un convento de Car­ melitas, de Bilbao— se llenó de cantares. Y de comparsas, que recorrían las celdas. Un grupo, en que descollaba Alba —fas­ cista leonés, obrero en Bilbao— magníficamente caracterizado, nos obsequió con un animado número. Los muchachos de Du­ rango, dirigidos por Arcas, ba­ rítono de grandes facultades, cantaban “Los voluntarios de Estella”, el “Oriamendi” y el “Cara al sol”, sin cuidado por el lugar en que nos encontrá­ bamos. .. ” El martirio de César Jalón consentía expansiones de esa na­ turaleza. Un poco distinta era la suerte de los republicanos que cayeron en manos de los suble­ vados. Ninguno de ellos podría contar cosa semejante a la que dejamos transcrita sin añadir ni quitar punto ni coma. Y Clarito, de quien se dijo que había sido fusilado, está vivo y cobrando otra vez, probablemente, de los toreros. De la zona republicana. salieron vivos él, Serrano Suñer, Fernández Flórez, Fernández Cuesta... En la zona franquis­ ta, aquellos de quienes se decía que habían muerto morían de verdad. Y algunos a quienes se suponía en vida, también. Comentario internacional ;SE AMPLIA EL RECONOCIMIENTO DEL COMITE FRANCES DE LIBERACION? Las informaciones periodísti­ cas anuncian una cierta mejoría en las relaciones de Inglaterra y Estados Unidos con el Comité Francés de la Liberación Na­ cional. presidido por el general De Gaulle. Se prepara, al pare­ cer, el futuro reconocimiento de este organismo como gobierno provisional de Francia en las zonas de dicho país que las fuer­ zas aliadas de invasión vayan liberando, y entre las que figu­ rarán en porción importante las propias fuerzas militares fran­ cesas. Se trata, por el momento, sólo de un anuncio. No se ha vacilado tanto en reconocer esa ursina autoridad a un anticuo enemigo como el mariscal Badoglio, que nada re.presen ta en su pat ria. En cam­ bio se oponen todavía dificulta­ des al reconocimiento de un ami­ go de los momentos difíciles como De Gaulle, que, además, cuenta con la adhesión de los franceses, exxcepción hecha de los colaboracionistas. Esas difi­ cultades tienen su origen en los errores políticos fraguados por una burocracia miope y exal­ tados por torpes propagandis­ tas—entre lis cuales destaca el periodista norteamericano Wm. Philip Simms—que defienden la causa de las Democracias con mentalidad casi hitleriana. Para llegar al anuncio de ese futuro reconocimiento—todavía incierto—se tuvo que pasar an­ tes por el desdichado experimen­ to Darían, que sirvió, a pesar de su fracaso, de precedente en el caso Badoglio, origen de otros graves contratiempos políticos y militares. Y luego se pasó por el fenómeno Giraud, resuelto feliz­ mente porque Giraud no es un traidor como lo era Darían, sino un hombre leal, un general patriota, decidido e impetuoso, aunque reaccionario, carente de sentido político y de la necesa­ ria preparación técnica para la guerra moderna. El general Gi­ raud acaba de dar pruebas de discreción y de buen sentido al ser interrogado recientemen­ te sobre cuestiones políticas: “ Cuando se ha hecho lo que yo he hecho, bastan los actos—con­ testó sobriamente—. Además, lo he perdido todo. Mi mujer y mis hijos están presos. Que me dejen ganar la guerra”. ¡Palabras sencillas y patéticas! Aunque Giraud no sea el hom­ bre para ganar la guerra, es decir, para dirigir hasta la vic­ toria su complicado mecanismo, parece indudable que es el hom­ bre para hacerla, para lanzarse intrépidamente a la batalla con el brío de un capitán. Discreto es, pues, que le dejen hacer la guerra, y que él, por su parte, deje al Comité Francés de Ar­ gel la dirección política y técni­ ca para ganarla. Resuelto el caso Giraud, la fuerza militar de la Francia li­ bre queda sometida al poder civil representado por el Comité de Liberación. Poder civil, au­ ténticamente civil, no obstante estar presidido por un general, pues lo que hace de De Gaulle una figura representativa de Francia no es su condición de militar—ni siquiera de militar clarividente que demostró su su­ perioridad profesional sobre el mandarinato del Estado Mayor Centra!—, sino su visión políti­ ca, nacional, patriótica y, tam­ bién, su lealtad a la democracia francesa. El comisario de Gue­ rra eu el Comité Francés es un civil, un socialista, amigo de Blum, de quien fué su defensor : el senador André Le Trocquer, a cuyo cargo corre la ardua ta­ rea de depurar la oficialidad del ejército francés. De lo que De Gaulle represen­ ta, no ya entre los franceses que viven fuera de la metrópoli so­ metida, sino de los que en el interior de ella sufren la opre­ sión del vencedor y arriesgan su vida diariamente én una he­ roica y activa resistencia, son buena prueba las manifestacio­ nes que hizo el general De Lat­ iré de Tassigny al gobierno in­ glés cuando recientemente pudo escapar de su prisión de Riom y el manifiesto del Partido so­ cialista francés publicado no ha­ ce mucho en un número clan­ destino de Le Populaire, y del que traducimos los siguientes párrafos : “ El Partido Socialista expre­ sa unánimemente al general De Gaulle su reconocimiento por haber declarado el 18 de junio de 1940 que Francia proseguirá la guerra, y por haber llamado a todos los franceses que recha­ zaban la capitulación de los trai­ dores de Burdeos y que querían continuar el combate. “ El Partido Socialista reco­ noce, además, que la casi tota­ lidad de la opinión pública de­ sea la constitución de un gobier­ no provisional presidido por él. En torno de él, y sólo de él, puede, en efecto, organizarse in­ mediatamente después de la li­ beración y hasta tanto pueda expresarse la soberanía popular, un gobierno de unidad francesa, ([lie deberá estar formado por hombres experimentados, esco­ El pintor de Berlin. ‘‘El Japón no podía faltar entre esos pueblos que nos hon­ ran con su compañía y amistad. El Japón es un pueblo creyente, jerárquico, fundamentalmente honesto en los principios étnicos de su sociedad y noble en las aspiraciones e ideales nacionales. Con nosotros tenía que estar, y está, la mano sobre la mano, el corazón junto al corazón y la conciencia y voluntad inquebran­ tables de combatir al comunismo, hermanado y paralelo can el nuestro, inconmovible, que no ceja hasta infringir la definitiva derrota al credo rojo, al judaismo, a la masonería, al soviet. . . (“ El Tebib Arrumi”, cronista oficial de guerra con el Caudillo). gidos entre los más puros, y cu­ yos nombres, personas y acción serán la mejor garantía de la solidaridad doctrinal con la de­ mocracia y la República de ayer, y por hombres nuevos, que se hayan revelado en la lucha ac­ tual de resistencia y cuya pre­ La vida pasa sencia asegurará el remozamien- EL ¡MONOCULO DE PHLLIP to evidentemente reclamado por MOKTER el país.” General De Gaulle El partido de Jaurès no ofre­ ce esta adhesión a De Gaulle por veleidad militarista, ni mucho menos por inclinación a nuevas aventuras “ boulangeristas”. La ofrece porque De Gaulle repre­ senta la voluntad de liberación y el respeto a la democracia. Su fuerza consiste en saberse úni­ camente depositario de la sobe­ ranía popular aherrojada mo­ mentáneamente. Esto que ha sido tan sencillo de comprender para los franceses libres y en­ cadenados, es lo que todavía no comprenden los burócratas que persisten en sus errores, que rinden culto al precedente crea­ do por ellos mismos y que tratan aún de dificultar el reconoci­ miento de la innegable autori­ dad del Comité de Argel.—C. E. (The Chicago Daily News). Hoy, como de costumbre, mientras mis colegas se refieren a los hechos espectaculares que poco a poco lle­ van a las Naciones Unidas hacia la victoria final y definitiva, yo me dedicaré a comentar algo menos por­ tentoso, pero que también tiene su significado dentro del panorama de la vida británica. Se trata de una orden del Almirantazgo, reglamen­ tando el uso del monóculo por los suboficiales de la marina de guerra. En cierto modo esta decisión del Almirantazgo con respecto a los mo­ nóculos, me hace recordar la histó­ rica tranquilidad del famoso Drake, aquel marino británico que estaba jugando una partida de bolas cuan­ do le avisaron que la invencible ar­ mada se acercaba rápidamente, pero terminó con calma su partida antes de embarcarse para librar una bata­ lla que habría de tener consecuen­ cias trascendentales para el mundo entero. Todas las proporciones guar­ dadas, la comparación viene al caso, porque en ambas situaciones apare­ cen características tradicionales de la flota británica. La vida, el len­ guaje y la conducta de los marinos se rigen por una serie de tradiciones y precedentes que van desde aque­ lla de que los barcos se hunden com­ batiendo, con la bandera al tope y el comandante en el puente de man­ do, antes que rendirse, hasta el más modesto y sencillo de que los mari­ nos pueden usar barba y bigote, pe­ ro no bigote só'o. Muy largo, aun­ que muy interesante, resultaría ex­ plicar el origen de esas tradiciones que también incluyen el derecho de permanecer sentados para beber a la salud del Bey, y el tradicional grito de: “ ¡Muestre una pierna!’’ con que los marinos son despertados en la mañana. Por el momento quie­ ro referirme a la sorpresa experi­ mentada por el comandante de un barreminas cuando, poco antes de zarpar, vió llegar a bordo al nuevo contramaestre electricista, un mocetón robusto y jovial, que lucía en su oio izquierdo un monóculo d°l ooe colgaba una cinta de seda negra. El monóculo en Gran Bretaña es una nrenda aue suelen usar algunos in­ telectuales de ambos sexos, pero que basta ese momento no se había vis­ to nunca pegado al oio de un sub­ oficial de la marina de guerra. El comandante recibió al marino sobre las astas. ¿Se trataba de una bro­ ma? En tono severo el comandante indagó si la presencia de tal admin'culo era abso'utamente necesaria. Pero Fhillip Morter —que así se lla­ ma el contramaestre afectado— es un buen británico conociente de sus derechos y después de explicar al comandante qu"> él usaba monóculo desde muchos años antes de ingresar a la marina, agregó ccn todo respe­ to. aue tenfa la intención de seguir utilizando1o, a menos que existiese en la armada un reg'am»nto que eh forma espe'·'f’ca nroh’M-se sn uso. Por lo demás Morter consideraba que era innecesario e inconveniente emp’ear dos lentes cuando uno bascaba para aclarar sn vis’ón. J as explica­ ciones de Morter convencieron al co­ mandante de que el mo”ócnlo era de buena fe. pero al mismo tiempo se encontró ante el dilema de que no tenía preced»nte alguno para tomar una resolución en uno u otro senti do. Deió a Morter provisoriamente con su cristal y cinta, y elevó la correspondiste consulta a sus supe­ riores. ¿Podía o no un suboficial de la marina de guerra en servicio ac­ tivo. nriliear mo"ócu,o? El barco zamó cou Morter v su monóculo a bordo, con gran alegría de la tripulación que inmediatamen­ te otorgó al contramaestre el título de “ Conde” , y mientras el barre­ minas navegaba, cumpliendo su peli­ grosa misión en las aguas que ro­ dean a Gran Bretaña, la consulta corría por las oficinas del Almiran­ tazgo a la par de los informes so­ bre las operaciones que se desarro­ llaban en todos los mares del mun­ do, y recibía la misma consideración ponderada que reciben los planes de futuras campañas destinadas a com­ pletar la victoria sobre los subma­ rinos o a transportar millares de soldados de un lado a otro del glo­ bo. La carcajada reprimida que la aparición del contramestre de mo­ nóculo iba provocando en todas par­ tes, llegó a la prensa, y el nombre de Phillip Morter fué conocido en todo el país, interesándose todos en saber si el sintético conde podría o no conservar su aristocrático adminícu’o. Hace pocos días, el Almirantazgo puso término al suspenso de todos dictando una orden cuyo encabeza­ miento dice: “ Vis-ón Monocular” , y que probablemente se inspira en el más famoso monoculista de la ma­ rina británica—al almirante Horario Nelson, que perdió un oio en la ba talla del Nilo—. La orden estab’ece que los suboficiales de la marina que tengan una visión defectuosa y que pueden optar entre usar anteo­ jos o monóculo, pueden darle prefe­ rencia a este último. Tras la serie­ dad reglamentaria, se puede escu­ char la contenida carcajada del hu­ morismo británico, siemnre listo a revelarse cuanto más críticas son las situaciones. Morter conservará su monóculo, y el comandante del barreminas —una vez establecido el precedente— se ha de sentir orgulloso de ser el úni­ co comandante que tiene a bordo un suboficial con monóculo. Ambos, jun­ to con la tripulación que otorgó el título de Conde a Morter, pertene­ cen a los muchos millares de hom bres que abandonan sus fondeade ros sin saber a ciencia cierta si en la tarde estarán muertos, prisioneros o abandonados en la inmensidad del mar. Pero nada de eso influye pa ra aue pierdan su compostura, ni olviden la etiqueta de a bordo. Y cuando uno examina los años de servicio constante permanente que prestan los marinos, desde las costas de la Plata hasta los mares cubier tos de hielo que recorren los con­ voyes que van a Busia, el caso del contramaestre Morter, además de ser gracioso, es otra expresión de la entereza tradicional de los marinos británicos, de esos marinos que han servido de modelo a la gran mayo­ ría de las marinas de América La­ tina. E. A. TUSONI. Londres. ¿Risa o Itanto? CUANDO LA DIVISION AZUL IBA A RUSIA De una crónica de Mariano Daranas, corresponsal de ABC en Berlín, escrita cuando los primeros contin­ gentes de la División Azul marcha­ ban hacia Busia, copiamos lo si­ guiente: “ Llegaremos a tiempo?-—me pre ganta un sargento, originario de Burgos y perteneciente a la sexta región. —Es difícil —le respondo—, El ejército ruso se bate, descompuesto, en retirada. —¡Ah, pues no; no hay derecho! —exclama, enfadado, como si fuera yo el responsable del desastre bol­ chevique, o como si. en vez de una cruzada anticomunista, se tratara de una campaña prosoviética” .