TEMA 4: ESPAÑA, LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1808-1874) INTRODUCCIÓN La etapa que vamos a tratar se circunscribe a los reinados de Carlos IV y Fernando VII, y es una etapa especialmente trascendental y convulsa en la Historia de España. En el primer reinado vemos los intentos de impedir la penetración de las ideas revolucionarias francesas en la Península así como un posterior acercamiento a Francia por parte de Godoy, primer ministro de Carlos IV. Fruto de ese acercamiento es la derrota de Trafalgar frente a los ingleses y la caída del propio Godoy y de Carlos IV tras un motín popular. Entre tanto, las fuerzas francesas entran en España con la intención de invadir Portugal pero ocupando de hecho España. Tanto Carlos IV como su hijo Fernando se someten al arbitrio de Napoleón en la lucha que les enfrentaba por la corona. Napoleón les arrebata el trono y se lo entrega a su hermano José. Ante esta situación el pueblo inicia una lucha contra el invasor que durará cinco años. Mientras, en Cádiz, ciudad sitiada y protegida por la flota inglesa se reúnen las cortes del reino y elaboran la Constitución de 1812 que finiquitaba el Antiguo Régimen en España y proclamaba la monarquía parlamentaria. Tras la derrota de Napoleón llega a España Fernando VII y anula todos los decretos de las Cortes, gobernando de manera despótica siguiendo el más puro absolutismo. Salvo un periodo de tres años, el Antiguo Régimen restaurado estará vigente hasta su muerte en 1833. Es en esta época cuando se produce la independencia de las colonias americanas, convirtiéndose España en una potencia de segundo orden. Por último, la muerte de Fernando VII sin heredero varón, su hija Isabel tenía sólo tres años de edad, abrió la puerta a una guerra civil entre los partidarios de su hija y los que la reconocían como reina que se agruparon en torno a Carlos María Isidro, hermano de Fernando. Se entiende por Antiguo Régimen al sistema político y social y por el cual una minoría privilegiada (nobleza y clero) detenta el poder político, si bien otra minoría dentro del Tercer Estado (la burguesía) soporta las cargas fiscales y tiene el poder económico. Esta burguesía, en auge con el capitalismo del siglo XVIII reclamará una participación en el poder político, acabando a la larga con el poder absolutista del rey. La burguesía se hará con el poder a través de una serie de revoluciones que se inician con la Independencia de los EE.UU. (1776), la Revolución Francesa… triunfará definitivamente a mediados del siglo XIX instaurando una monarquía parlamentaria que sustituye a la absolutista. En este tema vamos a tratar un periodo clave para nuestra historia: el paso del Antiguo Régimen hacia un régimen liberal y parlamentario. CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN Aspectos demográficos: - Crisis de mortalidad debido a: 1. Crisis de subsistencia 2. Hambre 3. Enfermedades endémicas: paludismo, tifus, viruela, fiebre amarilla. -Mortalidad infantil: 25% mueren al primer año (falta de higiene, alimentación, enfermedades); 35% mueren antes de los 7 años; 80% mueren si son huérfanos. -Esperanza de vida: 27 años. Agricultura -A partir de la década de 1780 se producen malas cosechas de forma frecuente, lo que provoca problemas de abastecimiento, carestía y crisis de subsistencia. Solución es introducir la patata como alimento, y hacer pan con patata, pero tiene poco éxito. -Estancamiento agrario: -Política agraria reformista poco eficaz. -Escasas innovaciones técnicas y tecnológicas. -Técnicas de producción agrarias arcaicas. -Escaso uso del abono. Sólo en la agricultura hortofrutícola. -Utillaje agrícola utilizado arcaico y poco desarrollado. -Las tierras yermas se agotan y no se recuperan. -Estancamiento de la producción de grano. ↓ Consecuencias: -Aumento de los gastos de producción -Escaso rendimiento de las tierras cultivables. -Beneficios/excedente en poder de la Nobleza y Clero, pero no invierten ese capital. -Escasa estimulación empresarial. -Reducido número de campesinos propietarios. ↓ Necesidad de cambiar las relaciones sociales y el marco jurídicoinstitucional Ganadería: La ganadería trashumante se vio muy afectada por una seria de factores, entre los que destaca el factor económico: Factores económicos: Reducción de los beneficios; aumento de los costes de producción; estancamiento del precio de la lana. Comercio: - Comercio lastrado por la coyuntura desfavorable de fin del siglo XVIII. Comercio interior frenado y poco desarrollado por la escasa demanda, deficientes comunicaciones, poco articulado y existencia de una fuerte sociedad agraria. Comercio exterior dependiente de extranjeros. Incapacidad de España de crear un gran mercado colonial americano y una economía metropolitana. Intentos legislativos fracasados por solucionar la falta de mercado colonial. Interferencias de Gran Bretaña en el mercado colonial americano. Manufactura: ↓ - Su contribución a la renta del Estado era escasa. La creación de las Reales Fábricas por el Estado, fue un intento de modernizar las manufacturas, bajo el influjo de las políticas mercantilistas. OBJETIVOS: -Evitar las importaciones de manufacturas extranjeras que desequilibraban la balanza comercial. -Importar y aplicar conocimientos tecnológicos de los que España era deficitaria. Fiscalidad: Durante este periodo se producen los siguientes conflictos bélicos, repercutiendo en la Hacienda: - 1788: Guerra de la Independencia Americana. Apoyo a los insurrectos frente a Gran Bretaña. - 1793: Guerra contra la Convención Francesa. - 1796: Guerra contra Gran Bretaña. El tratado de San Ildefonso de 1796 fue una alianza militar firmada entre España y Francia en 1796, en el marco de las guerras napoleónicas. Según los términos del acuerdo, ambos estados convenían en mantener una política militar conjunta frente a Gran Bretaña, que en esos momentos amenazaba a la flota española en sus viajes a América - 1801: Guerra de las Naranjas contra Portugal: En 1801, Napoleón conmina a Portugal a que rompa su alianza tradicional con Inglaterra y cierre sus puertos a los barcos ingleses. En esta pretensión arrastró a España (gobernada entonces por el ministro Manuel Godoy), mediante la firma del tratado de Madrid de 1801. Según este tratado, España se comprometía a declarar la guerra a Portugal si ésta mantenía su apoyo a los ingleses. Ante la negativa portuguesa a someterse a las pretensiones franco-españolas, se desencadena la Guerra de las Naranjas - 1804: Guerra contra Gran Bretaña. ▪ Los sucesivos conflictos provocan dificultades a la Hacienda Real. ▪ Los intentos de solucionar la amortización de la deuda fracasan, empeorando la situación con la entrada en la guerra contra la Convención. ▪ La situación de la Hacienda antes de la entrada en la Guerra de Independencia es crítica: - Ingresos ordinarios: 500 millones de Reales - Gastos ordinarios: 900 millones de Reales. - Amortización de la Deuda: 200 millones de Reales. Es decir, había 600 millones de deudas. La deuda es irreparable: quiebra de la fiscalidad, de la monarquía española y del Antiguo Régimen. CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN. Aspectos Políticos Carlos III muere en 1788. Su hijo, Carlos IV le sucede en el trono y mantiene al conde de Floridablanca al frente del gobierno, estableciendo una política de continuidad respecto a la mantenida por su padre. Pero Carlos IV era un hombre mucho más débil, sin carácter, políticamente inepto, con tendencia a descargar las tareas de gobierno en otros y dominado por su mujer, María Luisa de Parma (amante de Godoy), muy preocupada en acaparar más poder, en quien delegó la acción de gobierno. Los primeros años del reinado de Carlos IV, con el gobierno en manos del conde Floridablanca, marcaron un intento de continuidad, cada vez más controlada, del reformismo ilustrado. Se trató de dificultar la acumulación de bienes en manos muertas civiles y eclesiásticas, se tomaron medidas para impedir el acaparamiento y la especulación de grano, derivados de las crisis agrícolas, y se fomentó la libertad industrial y comercial. En mayo de 1789 decidió convocar Cortes Generales para que jurasen a su hijo Fernando, como futuro de Rey de las Españas. Las Cortes aprobaron el restablecimiento del orden sucesorio fijado por las Partidas, abrogando la llamada Ley Sálica, que había fijado Felipe V. Pero dicha Pragmática Sanción no fue publicada para no molestar y provocar un conflicto con sus parientes de Francia y Nápoles, por lo que la decisión no entró en vigor. Posteriormente, Fernando VII la proclamará en 1830, dando lugar a la primera guerra carlista. La reunión de las Cortes se produjo en el momento en que en Francia se estaba desarrollando plenamente la Revolución, provocando el pánico entre los ministros del Rey, por temor a la extensión a nuestro reino de los principios revolucionarios del país vecino. Este hecho va a marcar el reinado de Carlos IV, en un momento en el que el país sufría la crisis económica del fin de siglo y la crisis de subsistencia por falta de cereal se había acentuado. La llegada de propaganda revolucionaria a España y la petición de las Cortes de que compareciera el Rey para escuchar sus peticiones, tiene como respuesta la disolución de las mismas. El gobierno de Floridablanca cambia su política y establece fuertes controles para evitar la llegada de propaganda revolucionaria, controlando las aduanas y fronteras, prohibiendo la llegada de libros extranjeros, la prohibición de que los estudiantes se trasladasen a Francia y que aprendieran el francés, cerrando incluso los colegios franceses. Se vigilaba a los extranjeros que llegaban a nuestro país y a cualquier sospechoso de ser revolucionario. La Inquisición se revitalizó y recibió instrucciones para censurar libros y confiscar propaganda. Se estableció también la censura en la prensa y se cerraron periódicos sospechosos. La vida intelectual se extinguió en la Corte. La política exterior española también sufrirá cambios y basculará entre el enfrentamiento con Francia y la alianza con Gran Bretaña o el apoyo a Francia (Pactos de Familia) y el enfrentamiento con Gran Bretaña. Años más tarde (1793-1795) mantendrá un conflicto con la Francia revolucionaria y se aliará de nuevo con Gran Bretaña. Pero las tensiones con el gobierno francés, las intrigas palaciegas que ejerció la delegación francesa en España y la opinión que Floridablanca acaba teniendo favorable a una intervención contra Francia, provocaron su caída en febrero de 1792. El conde de Aranda será su sucesor, pero ya se vislumbra en la sombra la figura de Godoy como futuro gobernante. Aranda mantendrá la neutralidad de España durante nueve meses, consciente de la debilidad militar de España, y sobre todo, convencido que le interesaba la amistad con Francia, frente a su enemigo común, Gran Bretaña, especialmente en su conflicto común en América. Pero los enemigos de Aranda convencieron al Rey y éste le retiró su apoyo. Godoy se convertirá en el nuevo responsable de la política española. La dirigirá desde 1792 a 1800. La llegada al poder de Godoy despertará recelos entre la Corte y especialmente entre el futuro heredero, Fernando, y su camarilla. Intentará salvar la vida de Luis XVI, que será ejecutado en enero de 1793, estallando la Guerra de los Pirineos, y terminando en julio de 1795 con la Paz de Basilea, que supuso la entrega de Santo Domingo a Francia, además de una serie de acuerdos secretos de comercio favorables a Francia. Las consecuencias de la guerra fueron un desprestigio militar y la ruina económica y fiscal de España. En agosto de 1796, Godoy da un nuevo giro a su política exterior y firma con Francia el Primer Tratado de San Ildefonso, renovándose la amistad con Francia, en la que Napoleón ejerce el poder unipersonal, y comprometiéndose España a intervenir en la guerra contra Gran Bretaña, guerra que se salda con la derrota española en el Cabo de San Vicente (febrero 1797) y en la que España pierde la isla de Trinidad (en el Caribe, en las Maldivas) y se colapsa el comercio con América. Godoy caerá en desgracia como consecuencia de esa derrota y por oponerse a que las tropas francesas ocuparan Portugal, presentando la dimisión al Rey, siendo aceptada ésta en marzo de 1798. Varios ministros ilustrados se sucederán a partir de ese momento (Saavedra, Jovellanos…) afrontando el grave problema que amenazaba el Estado: la deuda pública y la problemática fiscal. Las dos guerras y la participación en la Guerra de Independencia americana (con Carlos III) había colapsado la Hacienda Real. En 1801, el presupuesto anual de impuestos ascendía a 750 millones de reales, las deudas superaban los 4.100 millones. Era imposible subir los impuestos y el Rey se negaba a limitar o eliminar la exención fiscal a los grupos privilegiados. Una de las medidas que se pondrán en marcha para solucionar el problema será desamortizar los bienes de la Iglesia. Se trataba de expropiar y vender bienes raíces de hospicios, expósitos, casas de misericordia, cofradías y otras obras pías, dedicando el importe para saldar las deudas. El resultado no fue todo lo espectacular que se preveía, pero la deuda seguía creciendo y las propiedades fueron a parar a manos de los grandes propietarios. En 1799 Napoleón consigue el poder absoluto en Francia, después de un golpe de Estado, y presiona al gobierno español para que firme el Segundo Tratado de San Ildefonso, en octubre de 1800. Godoy, contando con el favor de Napoleón, volverá a dirigir el gobierno y será nombrado Generalísimo del Ejército que en febrero de 1801 declarará la guerra a Portugal por violar el bloqueo continental contra Gran Bretaña, impuesto por Napoleón. Es la llamada Guerra de las Naranjas que acabó en la Paz de Badajoz y que fue un paseo militar (apenas duró 18 días. La Guerra de las Naranjas recibe este nombre debido al ramo de naranjas que Godoy envió a la reina María Luisa cuando sitiaba la ciudad de Elvas). Por este tratado, Portugal se compromete a respetar el bloqueo y no ayudar a gran Bretaña. Pero en mayo de 1803 estalla una nueva guerra contra Gran Bretaña, que se saldará con la derrota de la flota franco-española en Trafalgar. La derrota supuso la destrucción de la Armada española, la reanudación del comercio a través de Portugal y la pérdida del control marítimo del comercio americano, iniciándose la decadencia del comercio americano. Entre 1806 y 1807, el desprestigio de Godoy es casi absoluto. A la animadversión que provocaba entre los estamentos privilegiados y al escándalo que suscitaban sus relaciones personales, se une la derrota militar y el desastre económico que supuso. A finales de 1807, en vísperas del inicio de la Guerra de Independencia, la situación del país era caótica. Crecía el desprestigio de las instituciones. Godoy era objeto del mayor escarnio, pero la figura de los reyes era criticada abiertamente y no sólo por los grupos más o menos populares, sino incluso entre los propios estamentos privilegiados y su propia familia. Todo era responsabilidad de Godoy y de los reyes. La nobleza le despreciaba por no ser uno de ellos; el clero no le perdonaba por seguir con las desamortizaciones y el Santo Oficio clamaba por su mal gobierno, predisponiendo a las clases populares en su contra. El pueblo veía el príncipe Fernando como el salvador del país y de la dinastía. Pero el pueblo desconocía la política conspiradora llevada a cabo por el príncipe y su camarilla, con el objetivo de usurpar el trono real, despojando del mismo al legítimo dueño, Carlos IV. Esta camarilla se encargó de difundir y presentar la imagen del príncipe de Asturias como hombre ejemplar y redentor de la Monarquía y el país. En este contexto de crisis económica, de conflictos externos, se producirán dos hechos que acelerarán la descomposición política del Antiguo Régimen. La monarquía se desprestigiará ella sola y provocará su decadencia. Nos encontraremos a un rey, Carlos IV, incapaz de reinar; Godoy, más preocupado por sus intereses personales que por el problema del país; y un heredero continuamente conspirando. Los hechos de EL Escorial y el Motín de Aranjuez pondrán la pica a la Monarquía. Ambos hechos se producirán en presencia de una fuerte presencia del ejército francés, de camino hacia Portugal, y bajo la influencia de Napoleón que vigila todo lo que acontece en España, con el fin de conseguir algo positivo para sus intereses. Los hechos hay que entenderlos en clave de luchas por el poder político entre Godoy y el Príncipe Fernando y sus partidarios. Godoy, poco amigo de Napoleón, podía se apartado del poder por Fernando, si éste buscaba el apoyo de Napoleón que legitimara su ascensión al trono, y provocando la renuncia al trono de Carlos IV a favor del príncipe Fernando. La reciente viudedad del príncipe Fernando, en 1806, posibilitaba la necesidad de buscarle esposa. Una de las pretendientes era una cuñada de Godoy; la otra, una sobrina de Napoleón, Carlota. Esta pretensión de Godoy, de emparentarse con la Monarquía y el hecho de ser nombrado por Carlos IV Altísma o Alteza Serenísima, máximo tratamiento después del real, provocaron la Conspiración de EL Escorial: en octubre de 1807 se descubre una conspiración urdida por el príncipe Fernando y la camarilla en la que se pretendía destituir a Godoy y colocar a personas cercanas al príncipe heredero, aprovechando la enfermedad de Carlos IV. Pero el rey detuvo la conspiración, detuvo a los conspiradores, los envió al exilio y perdonó a su hijo Fernando, después de que éste delatara a sus partidarios. El perdón a Fernando quebró el prestigio de la Monarquía y acentuó las intrigas palaciegas. Posteriormente la Justicia no encontró pruebas de la conspiración y los exculpó, con lo que Fernando apareció como la única solución para acabar con Godoy. Dos opciones se le plantearán a la Monarquía española: una, marcharse a América y alejarse del problema; o dos, acabar junto a Godoy y forzar la abdicación. En este contexto aparece Napoleón. El Emperador (desde 1804), después de haber asegurado el frente oriental, vuelve sus ojos de nuevo a Portugal, principal aliado e Gran Bretaña y que había incumplido los pactos firmados por los que no podía prestar ayuda a los británicos. Napoleón se dirige entonces al gobierno español que acepta firmar el 29 de Octubre el Tratado de Fontainebleau, por el que España permitía que un ejército francés atravesara el país con el fin de dirigirse a Portugal. En poco tiempo las tropas francesas ocupan Portugal, con el objetivo de aislar a Gran Bretaña. Pero poco a poco fueron llegando más tropas francesas que fueron acantonándose en Burgos, Salamanca, Pamplona, San Sebastián y Barcelona, lo que iba en contra de lo acordado en el tratado, y por lo que se demuestra que la intención era ocupar España. No sabemos cuándo Napoleón pensó ocupar el país, pero sí sabemos que tenía una visión negativa de la monarquía borbónica, de Godoy, del ejército español y del pueblo, al que consideraba atrasado y supersticioso. Las consecuencias del tratado firmado debilitará a Godoy y la ocasión será aprovechada por los contrarios a éste para darle el golpe final y provocar de nuevo, la abdicación de Carlos IV. El Motín de Aranjuez fue una continuación de la ya comentada Conspiración de El Escorial, pero mucho mejor preparado. Los partidarios de Fernando ocuparon el palacio de Godoy en Aranjuez y le detuvieron. Al día siguiente fue depuesto y acusado de querer huir con los reyes a América. La actuación de los partidarios de Fernando, dentro de una gran violencia, implicaba un atentado a la legitimidad de la monarquía. La abdicación de Carlos IV, supuso el ascenso al trono de Fernando VII. La llegada de éste a Madrid se produce en el momento en que llegan las tropas de élite francesas, con lo que la familia real se convierte, de hecho, en rehén de los ejércitos de Napoleón. Éste decidirá que Fernando abdique también de sus derechos al trono y se los ceda, por lo que interviene y hace que se dirija hacia el norte peninsular para encontrarse con el Emperador. Pero éste hace que cada vez se aleje más de territorio español y se adentre en territorio francés. Finalmente el viaje culmina en Bayona. Y será en esta ciudad donde se producirán unas negociaciones vergonzosas en las que Napoleón exigirá sucesivamente la renuncia, primero a Fernando y más tarde a sus padres, que también habían sido llamados por Napoleón. En Bayona, entre el 21 de abril y el 10 de mayo, se reúnen la Familia Real, consejeros y cortesanos. Fernando abdicará a favor de su padre, Carlos IV, y éste a su vez lo hará a favor de Napoleón. La renuncia a los derechos al trono español se produce mientras en España el pueblo de Madrid se ha levantado en armas contra las tropas invasoras francesas y ante un vació de poder político. Las únicas condiciones que consiguió incluir Carlos IV en su renuncia fueron los de asegurar la unidad de los dominios cedidos al Emperador y la exclusividad de la religión católica; a cambio recibió castillos en Francia y una renta de 30 millones de reales, cantidad muy elevaba, lo que significaba que quedaba como rey secuestrado, pero la realidad fue que vivió un exilio dorado mientras duró la Guerra de Independencia. Pero las noticias que llegan a España desde Bayona presentan una imagen de una familia real presa de Napoleón y sumida en la humillación. Si el pueblo español hubiera tenido noticias de las condiciones en que vivían y de los hechos y actitudes mostrados por éstos, nunca hubieran deseado la vuelta de Fernando como rey. Las abdicaciones fueron publicadas el 13 y el 20 de mayo en la Gaceta de Madrid, provocando un levantamiento para evitar que José Bonaparte fuera rey de España, tal y como había designado su hermano Napoleón el 10 de mayo. LA GUERRA DE INDEPENDENCIA ESPAÑOLA (1808-1814) Las abdicaciones de Bayona y la progresiva ocupación del territorio peninsular por los franceses, provocaron el levantamiento popular. La pasividad de las autoridades españolas, harán surgir las Juntas como organizaciones capaces de resistirse al invasor. Cabría preguntarse las razones que impulsaron a Napoleón a invadir España: en primer lugar, hay que señalar que Napoleón nuca pretendió la Corona española, pero cuando advirtió la debilidad y la catadura moral de nuestros gobernantes, se aprovechó de la situación. La Guerra de Independencia no es un hecho aislado, sino que hay que enmarcarlo en un contexto más amplio. Por una parte, se inserta en el contexto de crisis bélica en el que se encuentra Europa y América, y en la transformación revolucionaria que lleva consigo la expansión napoleónica y su difusión de los principios revolucionarios franceses. Guerra y Revolución se funden en un mismo proceso. Por otra parte, la Guerra de Independencia y otras del mismo carácter provocan alzamientos de cariz popular, movilizando a amplios sectores de la población y dando lugar a fenómenos tan novedosos como las guerrillas. Podemos señalar como causas o razones que explican la ocupación, las siguientes: • Debilidad militar española. • Debilidad de las instituciones políticas de poder. • Enemistad de Napoleón hacia la Monarquía de los borbones. • Necesidad de aislar a Gran Bretaña y evitar la ayuda de Portugal. • Estratégicamente le interesaba el control del Mediterráneo central, bajo influencia inglesa. • Presión de los fabricantes franceses para tener más mercados, especialmente en América Hispana. • La propia dinámica de la expansión militar napoleónica, con la difusión de los ideales revolucionarios franceses. El levantamiento del 2 de mayo en Madrid se produce después de la alarma que había causado la sucesiva salida de la capital de los miembros de la familia real. En la mañana del día 2 los rumores sobre la partida forzosa del Infante produjeron un alboroto en las puertas de palacio; Murat (Lugarteniente y cuñado de Napoleón) dio órdenes de disparar contra la muchedumbre, produciéndose varios muertos. A partir de ahí se generalizaron las luchas callejeras y el levantamiento contra los franceses; una lucha en la que exclusivamente intervino el pueblo. Las clases pudientes, mientras tanto, permanecían en sus casas, asustadas de lo que estaba ocurriendo. Incluso el Ejército se mantuvo al margen en estos primeros momentos. Era una lucha, como reflejan los cuadros de Goya alusivos a estas fechas, entre desarropados, mal armados y sin preparación frente a un ejército de élite, el mejor armado y preparado del mundo. La lucha era imposible, y al anochecer toda resistencia había cesado. Murat impondría una fuerte represión y se convertía en la máxima autoridad en la Península. Se calcula que pudo haber esa noche alrededor de un millar de fusilados. Las noticias que venían de Bayona, con la familia real prisionera, y el apoyo de los grupos nobiliarios y eclesiásticos, así como del ejército y de funcionarios al nuevo rey José I y a la nueva situación dada, provocaron la extensión del movimiento y la generalización del alzamiento, y que la lucha se estableciese entre los grupos populares y miembros del ejército que no reconocieron a José I como rey español, y los ejércitos franceses. El vacío de poder político fue cubierto por una Junta de Gobierno, que entrará rápidamente en crisis. Será sustituida por otras juntas que empiezan a formarse y que hacen lo que la Junta no ha hecho: declarar la guerra al ejército francés. Los españoles asumen de esta forma la soberanía nacional y rompen con el Antiguo Régimen. Empiezan a surgir Juntas Locales, provinciales, que asumen la autoridad que no supieron asumir las autoridades del Antiguo Régimen. De manera natural el pueblo español siguió confiando en las autoridades para dirigir la resistencia: Jovellanos, Floridablanca… en junio existían ya Juntas Provinciales por todo el país, y a finales de verano se decidió organizar una Junta Central que asumiera el papel de gobierno de la Nación y que adoptó dos medidas: • Las encaminadas a organizar la resistencia • Las dirigidas a la reorganización política Estas revueltas, estos motines, esta Junta, etc son la agonía y la convulsión de un Estado que muere. Es el fin del Antiguo Régimen. A partir de ahora se librará un doble conflicto: expulsar a los francés de España y cambiar las estructuras del país, abandonando el Antiguo Régimen. Inicialmente, en la Guerra, la relación de fuerzas era dramática. Frente a un ejército invencible hasta entonces y que era experto en el combate, se le oponía un ejército de 100.000 hombres, pero claramente inferiores y peor armados y preparados. Sin embargo, el ejército español demostró unas condiciones morales y una capacidad de lucha superiores a las esperadas. Napoleón no previno el surgimiento de una forma de guerra apenas utilizada: la guerrilla. En una primera fase de la Guerra, ejército francés dirigido por Dupont, sufre una humillante derrota en la Batalla de Bailén. Napoleón, preparará a conciencia el contraataque: trasladó a la península a 250.000 veteranos de la Gran Armada: se lanzó a Tudela y vencida, emprendió la marcha hacia Madrid. Tras un día de lucha desesperada, Madrid se rindió el 1 de diciembre. Tras asegurarla, prosiguió su campaña en enero marchando hacia el Norte para interceptar al ejército inglés que venía en ayuda española. Pese a sus éxitos, el Emperador no había terminado la conquista. Desde 1809 en adelante, la guerra entra en una fase de desgaste caracterizada por la imposibilidad de dominar el territorio peninsular. Pero a partir de 1811 comienza el declive francés: el general inglés Wellington avanzó por el sur, reconquistando Badajoz. Napoleón tomó la decisión trascendental: retiró 50.000 hombres para enviarlos a la campaña de Rusia, que habría de ser decisiva para su derrota. El 27 de junio las tropas de Wellington, remontando hacia el Norte, entraban en Salamanca, y un mes después tuvo lugar la batalla de Arapiles, en la que la victoria inglesa abrió el camino hacia Madrid. Tras el desastre de Rusia, Napoleón retiró otros 100.000 hombres, dejando apenas otros 100.000 contra los 200.000 del ejército hispano-inglés. En mayo de 1813 Wellington emprendió la ofensiva final, y días después José I abandonaba Madrid. Los ejércitos avanzaban en todos los frentes. Con las batallas de Irán y San Marcial, el 31 de agosto de 1813, se consuma la derrota francesa, iniciándose la persecución en tierras franceses. El 11 de diciembre Napoleón firmaba el Tratado de Valençay, por el que restituía la Corona de España a Fernando VII. Mientras las tropas españolas e inglesas contribuían a terminar con el Imperio Napoleónico, en Francia, el 13 de marzo emprendía Fernando el camino de regreso a España. El 8 de abril, se firmó el armisticio. La guerra había terminado. LAS CORTES DE CÁDIZ. EL LIBERALISMO ESPAÑOL Antes de disolverse la Junta Central, depositaria de la soberanía, convocó Cortes para hacer una Constitución y cubrir el vacío de poder. Las Cortes de Cádiz se inauguraron el 1 de enero de 1810, y los diputados llegaron con ideas políticas muy distintas: continuar con el Antiguo Régimen, introducir algunas reformas o incluso comenzar un nuevo orden semejante al de Francia. P ero como el país estaba ocupado, muchos diputados no pudieron acudir, y tuvieron que ser sustituidos por ciudadanos de Cádiz, donde dominaban las ideas liberales. Durante dos años, las Cortes elaboraron muchas leyes, entre las que destaca la Constitución publicada en 1812, en la que se recogían los principios del liberalismo: • Separación de poderes y soberanía nacional: todos los ciudadanos elegían por sufragio indirecto una única cámara que tendría el poder legislativo. • EL rey ostentaba el poder ejecutivo nombrando y destituyendo ministros, e intervenía a través de la iniciativa legal y el derecho a veto. • Supresión de la Inquisición • Los siervos quedaban libres de sus obligaciones feudales a cambio de cierta cantidad de dinero • Supresión de los gremios, con lo que la economía se liberalizó. LA EMANCIPACIÓN DE LA AMÉRICA ESPAÑOLA El primer artículo de la Constitución de 1812 decía que la nación española estaba formada por la reunión de los españoles de ambos hemisferios, expresando así que los habitantes de las colonias españolas tendrían en el futuro los mismos derechos que los de España. Sin embargo, la América española estaba muy descontenta con sus relaciones con la metrópoli. Sus habitantes no podían tener sus propias industrias y estaban obligados a comprar productos españoles, que eran caros y llegaban con dificultad. Las familias criollas, que esperaban enriquecerse con la industria y el comercio indianos, escuchaban las ideas de los comerciantes y contrabandistas británicos y norteamericanos, que les animaban a la independencia. Las causas de la emancipación de la América española son diversas: La imitación de las colonias norteamericanas, independizadas en el siglo XVIII de Gran Bretaña. El deseo de la burguesía criolla de controlar su actividad económica sin depender de España. La influencia del pensamiento ilustrado y liberal. La rebelión tuvo dos focos principales: los virreinatos del Río de la Plata y de Nueva Granada. Las figuras más importantes fueron José de San Martín y Simón Bolívar. EL REINADO DE FERNANDO VII (1813-1833) 1.La restauración del absolutismo (1814-1820) Aunque por el Tratado de Valençay (11 diciembre 1813) Napoleón devolvía la Corona española a Fernando VII, el Rey sólo fue liberado y pudo regresar al país el 22 de marzo de 1814. Las Cortes, que se habían trasladado a Madrid, habían dictado órdenes confidenciales con el fin de garantizar su viaje directo a Madrid para jurar la Constitución, ante los indicios de que pudiera negarse. Pero las instrucciones de las Cortes fueron desobedecidas. El Rey demoró su regreso hasta finales de marzo, y organizó su retorno de manera lenta para poder tantear cuál era la situación, dándose cuenta que era el árbitro de la situación. Los liberales le necesitan para consolidar las reformas, y los absolutistas para acabar con ellas. Fernando VII llega a España y se dirige a Zamora y a Zaragoza, siendo recibido con entusiasmo por dondequiera que pasaba; el Rey pronto manifestó cuáles eran sus intenciones respecto a los cambios acaecidos en el país en su ausencia. Se traslada a Valencia, donde recibe el Manifiesto de los Persas, un escrito redactado por diputados de corte absolutista, y el 4 de mayo, tras ser recibido por el general Elio (que se destacaría luego por su atroz persecución a los liberales), dictó un Real Decreto por el que suprimía las Cortes, declaraba nula toda su actuación, y por consiguiente, abolía la Constitución y toda la legislación realizada por la Cámara. Paralelamente, el general Eguía era enviado a Madrid con orden de tomar la sede de las Cortes y proceder a detener a ministros y diputados. El 10 de mayo el Rey entraba en Madrid. El golpe de Estado había sido posible gracias al apoyo recibido por el Rey de parte del ejército, con Elio a la cabeza, de la nobleza y del clero reaccionarios y, también, de un pueblo llano que creyó firmemente en la voluntad real, y que por tanto apoyó las medidas reaccionarias al grito de “¡Viva el Rey! ¡Muera la Constitución!”. El apoyo de la nobleza y el clero absolutistas se expresó en el documento que en Valencia habían entregado al Rey un centenar de diputados reaccionarios, conocido como el Manifiesto de los Persas: •Se reclamaba la vuelta al sistema del Antiguo Régimen y se reivindicaba el carácter ilimitado del poder del Rey. •Se defendía la Alianza del altar y del trono, divisa que pasó a significar la unidad entre los estamentos privilegiados y la Corona para detener cualquier cambio en el sistema. El Real Decreto del 4 de mayo, eliminó la soberanía nacional y la institución que la representaba: las Cortes. Técnicamente, el Decreto era un golpe de Estado al que nadie supo oponerse. También quedaron derogadas la Constitución de Cádiz y la legislación ordinaria, “como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se quitases en en medio del tiempo”, según rezaba el decreto. Se restituyeron los privilegios de la nobleza y de la Iglesia, así como la Inquisición y el retorno de la Compañía de Jesús. El golpe de Estado no es un hecho aislado en Europa, sino que se inscribe en un proceso general de restauración del Antiguo Régimen en todas las monarquías del continente. Los imperios vencedores de Napoleón impusieron el restablecimiento en Francia de la monarquía borbónica con Luis XVIII a la cabeza, y firmaron, tras el Congreso de Viena, la Santa Alianza, un acuerdo para preservar Europa de movimientos liberales o revolucionarios. Consecuencia inmediata del Real Decreto de Fernando VII fue la represión. Se procedió a la detención y juicio tanto de los afrancesados como de los liberales acusados de traición de conspiración contra el Rey. En consonancia con el Antiguo Régimen, Fernando VII gobernó mediante sucesivos ministerios, en permanente inestabilidad política ante la falta de coherencia en la línea a seguir y la incapacidad de los consejeros del Rey para gobernar un país que, quisieran o no, ya no podía ser gobernado como antes. Al Rey sólo le interesaba ejercer su poder absoluto y a ello se dedicó. La política a seguir fue personalista, sin programa, es decir, al día a día. El auténtico gobierno en la sombra lo constituía la camarilla, formada por hombres de confianza del Rey: clérigos, aristócratas y consejeros que impedían cualquier cambio que, por leve que fuera, permitiera al régimen sobrevivir. El resultado fueron seis años caóticos, en los que los problemas se fueron agravando hasta provocar el triunfo del golpe militar de 1820. 2.El trienio Liberal (1820-1823) El descontento no se limitó solamente al ámbito social, sino también sobre una institución especialmente sensible: el ejército. El gobierno fernandino se vio ante la imposibilidad de recompensar a los militares tras el esfuerzo de guerra. La negativa a integrar a los jefes guerrilleros al ejército, el retraso en el pago de soldados, las míseras condiciones de vida en los cuarteles y, sobre todo, el envío de tropas preparadas para embarcar hacia las colonias. Otros escándalos salpicarán el periodo, como la compra de barcos rusos, con el objeto de reconstruir la flota hundida en Trafalgar. España compra barcos de segunda mano, en malas condiciones y que se hunden al poco tiempo. Otro de los escándalos será la venta de Florida a EE.UU, debido a la debilidad española frente a los americanos, pero dicha venta nunca se cobró. Pero el principal problema de los débiles gobiernos fernandinos era, sin duda la quiebra financiera del Estado; así, poco a poco se reorganizó el movimiento clandestino liberal: se restablecieron contactos con los exiliados y empezó la conspiración contra el Estado absolutista. Surgieron círculos revolucionarios y sociedades secretas en las principales ciudades y especialmente entre los oficiales jóvenes empapados de ideas revolucionarias y románticas. Su sucedieron pronunciamientos y conspiraciones. En casi todos los casos sus responsables pagaron el fracaso con sus vidas, aunque alguno, como Espoz y Mina, logró escapar. Finalmente, el pronunciamiento del comandante Riego, el 1 de enero de 1820 en el pueblo sevillano de Cabezas de San Juan, tiene éxito y recibe el apoyo popular necesario para triunfar, restaurándose la Constitución de Cádiz. •Fue un pronunciamiento mal precipitado y mal planteado, por lo que la Opción más probable es que hubiera fracasado. El golpe triunfó por el apoyo de otras guarniciones y por la irritación campesina debido a la situación económica y que se expresó en levantamientos por todo el país que contribuyeron a atemorizar al gobierno de Fernando VII. Finalmente, el monarca no tuvo más remedio que jurar la Constitución de Cádiz el 7 de marzo e hizo todo lo posible para que fracasara. Pidió ayuda al monarca absolutista francés Luis XVIII, y la Santa Alianza también decidió intervenir para acabar con el intento “revolucionario” español Así, el ejército francés, los llamados Cien Mil Hijos de San Luis (95.000) y con el refuerzo de 35.000 voluntarios, entró en España en abril de 1823 recorriendo sin apenas oposición la Península. El 1 de octubre se le devuelve el poder absoluto al monarca. 3.La Década Ominosa (1823-1833) La llamada por los liberales Década Ominosa, está presidida por la vuelta atrás, el retorno del absolutismo, la represión y el terror frente a los liberales. Se anuló todo lo que se había legislado en el trienio. Las medidas represivas renovaron la persecución en todos los ámbitos de liberales y reformistas de todas las tendencias. En el ejército se organizaron Comisiones Militares, que procesaron a todos los miembros de aquél que desempeñaron papeles importantes durante el Trienio; ejecutaron a 132 militares (incluido Riego) y se envió a presidio a 435. Se trataba de desmantelar la oficialidad al completo, en la que Fernando VII ya no podía confiar. Las Juntas de Purificación fueron las encargadas de depurar a todos los funcionarios, empleados públicos y profesores de tendencia liberal emprendiendo una auténtica caza de brujas, que condenó a muerte, a la cárcel y a la expropiación a miles de personas que habían colaborado más o menos activamente con los gobiernos del Trienio. En cuanto a la Inquisición, fue sustituida por las llamadas Juntas de Fe, que recibieron el encargo de censurar y vigilar todas las publicaciones y opiniones para evitar cualquier tipo de propaganda liberal. Además de estas medidas, se creó el Voluntariado Realista, formado por partidarios del absolutismo más rígido y actuaron agudizando la represión por su cuenta, en una oleada de “ajustes de cuentas” que recorrió todo el país. 4.La Crisis Sucesoria y la Muerte del Rey Fernando VII no había tenido descendencia en sus tres primeros matrimonios: •María Antonia: princesa de Nápoles. Cuando lo vio rompió a llorar y desesperó. Murió con 22 años, a los 4 años de casarse con Fernando VII •Isabel de Braganza: su sobrina. En 1818 tiene una niña pero ambas mueren en el parto. •María Josefa Amalia de Sajonia: muere sin descendencia. •María Cristina de Borbón: su sobrina. Se casan en 1829 y tienen dos hijas: Isabel (reina) y María Luisa Fernanda de Borbón. Ante la descendencia femenina, surgió abiertamente el problema generándose dos grupos: • Por un lado los absolutistas moderados, aliados con los liberales y sectores de la aristocracia, partidarios de las reformas políticas y económicas que apoyaban a la nueva reina, en quien veían la única posibilidad de cambio. • Por otro, los absolutistas intransigentes, que apoyaban a Don Carlos María Isidro (hermano del Rey) como futuro monarca. Fernando VII, ya envejecido, queriendo garantizar la descendencia en su futuro hijo/a hace publicar el 29 de marzo de 1830 la PRAGMÁTICA SANCIÓN, que derogaba el Auto Acordado en 1713 por el rey Felipe V y eliminaba la LEY SÁLICA, restableciendo la línea sucesoria femenina. Protestada por los carlistas como un atentado a los derechos del infante Don Carlos, se convierte en un conflicto de primera magnitud cuando en octubre nace la infanta Isabel, convertida en heredera. Finalmente, el Rey gravemente enfermo de gota, muere el 22 de septiembre de 1833. Con él muere también el absolutismo y se produce el estallido de la guerra civil: la primera guerra carlista de las tres que hubo. LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA Y EL REINADO DE ISABEL II (1833-1868) 1.LA CUESTIÓN SUCESORIA Y LA GUERRA CARLISTA El 18 de Mayo de 1829 falleció la tercera esposa de Fernando VII, doña María Josefa Amalia, tímida de carácter, fecunda en su producción literaria y estéril en su matrimonio. El rey vio inmediatamente la posibilidad de tener descendencia, idea que siempre había mostrado y acariciado, si contraía un nuevo matrimonio. Los achaques que adolecía y la avanzada edad de 45 años le forzaron a tomar rápidamente la decisión. Al ser desechada una princesa de Baviera y otra de Cerdeña, la infanta Luisa Carlota propuso como candidata a su propia hermana María Cristina. Su juventud, 23 años, y el descender de una familia prolífica decidieron al Rey de inmediato a su favor. El 19 de diciembre se celebró la boda en Aranjuez. Todos coincidían en alabar las prendas personales de la nueva reina, destacando su alegría juvenil. La legalidad dinástica antes del matrimonio real era la siguiente: Felipe V, siguiendo la ancestral costumbre de los Borbones, había establecido la Ley Sálica mediante el Auto Acordado del 10 de Mayo de 1713. Las Cortes aprobaron el 30 de septiembre de 1789 la vuelta a “la costumbre inmemorial” plasmada en las Partidas por la que “si el Rey no tuviera hijo varón, heredará el Reino la hija mayor”. Sin embargo, por razones de índole exterior el gobierno decidió aplazar hasta otro instante más oportuno su publicación. A comienzos de 1830 Fernando VII mandó publicar en la Gaceta de Madrid esta Pragmática Sanción. Con esta ley el infante don Carlos quedaba prácticamente excluido de la sucesión, puesto que si el estado de buena esperanza en que se hallaba la reina María Cristina llegaba a buen fin el hijo o la hija que naciese sucedería directamente a Fernando VII. Los efectos políticos de la publicación de la Pragmática Sanción fueron indudables. A partir de ese momento los realistas se opusieron manifiestamente a esta alteración de la ley sucesoria por el internes que tenían en que don Carlos llegara al trono, ya que con él veían factible, unos la reforma que predicaban y, otros la posibilidad de que no hubiera una solución de continuidad. Por su parte los liberales no se opusieron a la modificación del orden de sucesión porque éste era el único camino para lograr sus esperanzas ya que eliminaban definitivamente a don Carlos y se abría la posibilidad a un margen de actuación. El 14 de septiembre de 1832 a la enfermedad de la gota que padecía Fernando VII se le unió un fuerte catarro que llevó a los médicos de la corte a declarar que el Rey se hallaba en grave peligro de muerte. La reina se informó de la situación que podría crearse en el caso de la muerte del Rey. Entre la sucesión de su hija o evitar una guerra civil eligió la segunda posibilidad para lo que se preparó un decreto que debía permanecer en secreto hasta la muerte de Fernando VII, derogando la reciente Pragmática Sanción. Ante su esposa y los ministros que se encontraban en La Granja, el Rey rubricó el decreto. Como ocurre frecuentemente, el decreto que debía haberse mantenido en secreto, se convirtió en un secreto a voces de tal forma que las noticias de la derogación sirvieron de acicate a los liberales, que inmediatamente empezaron a desarrollar sus actividades y mover sus resortes con vistas a mantener la Pragmática Sanción por encima de todo, para lo que empezaron a influir en la Reina. Una vez que el rey se restableció y que se contó con una fuerza militar adicta se cambió a todo el gobierno por uno nuevo presidido por el embajador de España en Londres don Francisco Cea Bermúdez. Don Carlos perdió con este gabinete la posibilidad de acceder directamente al trono español: se había llevado a cabo un auténtico golpe de estado. Un nuevo gabinete ministerial, con el pleno apoyo de la Reina María Cristina, se planteó dos objetivos: hacerse con el poder a todos los niveles y resolver el problema planteado con la firma del decreto derogatorio de la Pragmática Sanción. El primer objetivo se logró sustituyendo cuidadosa y paulatinamente a todos los mandos militares y policiales que pudieran estar comprometidos con las ideas del infante don Carlos y desmontando los cuerpos de voluntarios realistas. Para proporcionar a la reina la fuerza que necesitaba del golpe de estado, María Cristina concedió una amnistía general que supuso de hecho un pacto entre la reina y el liberalismo: la monarquía isabelina se asentaría con el apoyo de todos los liberales mientras que éstos realizarían sus ideales bajo la bandera de la legitimidad, además destituyó a los capitanes generales más intransigentes y fueron sustituidos por fieles a Fernando VII. En abril don Carlos abandona la Corte y se traslada a Portugal antes de que el rey le comunique su exilio. El segundo objetivo tuvo dos fases bien diferenciadas. En la primera de ella se buscó a una cabeza de turco en la persona de Calomarde. Para llevar a cabo la segunda fase se esperó a dominar plenamente todos los resortes del país. A las doce de la mañana del 31 de diciembre de 1832 el Rey declaró públicamente nulo el decreto por el que había derogado la Pragmática Sanción. Esta declaración hizo posible que la infanta Isabel fuese jurada heredera del trono en mayo de 1833. El 29 de septiembre de 1833 Fernando VII muere dejando como herencia a su hija Isabel en una guerra civil que ensangrentaría el territorio español y las bases para poder establecer un nuevo régimen: el liberal. Entre la muerte de Fernando VII y el estallido de la guerra sólo transcurren cuatro días. El 1 de octubre don Carlos Mª Isidro proclama desde Portugal sus derechos dinásticos. El día 3 se produce la primera proclamación de don Carlos, en Talavera, y el día 5 es reconocido como Rey en Bilbao y Álava, mientras surgen partidas carlistas por todo el país. No fue una simple guerra dinástica, sino un conflicto civil de fuerte contenido social. En el aspecto geográfico, el carlismo triunfó sobre todo en las zonas rurales del País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón y Valencia. Una de las razones de ese arraigo fue la defensa de los fueros (Los fueros eran los estatutos jurídicos aplicables en una determinada localidad cuya finalidad era, en general, regular la vida local, estableciendo un conjunto de normas, derechos y privilegios, otorgados por el rey, el señor de la tierra o el propio concejo), que pronto fueron enarbolados por Don Carlos como uno de sus principios. Asociados al Antiguo Régimen, significaban un conjunto de privilegios. En cuanto al apoyo internacional, los carlistas no llegaron a tener un reconocimiento expreso al carecer de una capital y de un respaldo consistente por parte de las instituciones del país, aunque sí contó con la simpatía de los imperios austriaco, prusiano y ruso. Cuadro para entender la ideología carlista CARLISTAS LIBERALES Lema: “Dios, Patria, Fueros, Rey” Monarquía absoluta Liberalismo y monarquía parlamentaria Tradicionalismo católico: preeminencia Laicismo política, social y cultural e ideológica e la Iglesia Administración foral Administración centralista y unitaria Sociedad arcaica (feudal o estamental) Sociedad moderna (proletaria y capitalista) Economía rural y agraria Economía industrial y urbana Tradición (costumbres, creencias…) Progreso (innovación) LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1833-1840) 1.Los comienzos de la revolución: el Estatuto Real y el Ministerio Mendizábal Los dos acontecimientos claves del periodo van a ser: la primera guerra carlista y la grave división que sufren los liberales en su seno (moderados/ progresistas). La regencia de María Cristina se inicia con una corta fase de transición de algo más de tres meses con Cea Bermúdez como jefe de gobierno. Su empeño fue mantener las leyes fundamentales de la Monarquía sin admitir innovaciones. Con un país en guerra, y con la necesidad de aunar apoyos a favor de la reina gobernadora, este proyecto era claramente inviable. Al excluir a los reformistas, dejaba al bando cristino, en plena guerra civil, sin apoyos en las ciudades, donde la burguesía y los sectores intelectuales dominaban ya en la opinión pública. Fue cuando varios capitanes generales enviaron manifiestos a la reina gobernadora aconsejando la sustitución de Cea. La presión militar y de otros consejeros de la Regente surtió efecto: en enero, María Cristina sustituyó a Cea por Martínez de la Rosa (de política moderada). Anexo: (Las continuas victorias carlistas hacen que el 19 de mayo de 1835 solicite la intervención del ejército francés para colaborar en la lucha contra los carlistas; esta petición será desestimada por Francia, provocando la dimisión de Martínez de la Rosa, que será sustituido el 7 de junio por José María Queipo de Llano, el conde de Toreno, antiguo ministro de Hacienda durante el mandato de Martínez de la Rosa). Desde 1834 el régimen inicia una tímida apertura política, ya que fue reacio a acometer las drásticas reformas necesarias para sanear la Hacienda, relanzar la actividad económica y democratizar el régimen y ganar la guerra. El cambio más importante fue la aprobación del ESTATUTO REAL: - Se trataba de una carta otorgada, según el modelo de Luís XVIII impuesto en 1817. - Suponía la transición de la monarquía absolutista a la constitucional. - Existencia de unas Cortes bicamerales: la Cámara de Próceres, compuesta por representantes de nobleza, clero y miembros ricos de la burguesía (se exigían 60.000 reales de renta anual para poder ser miembro de la Cámara); y la Cámara de Procuradores. Los puestos eran de designación real y con carácter vitalicio. La convocatoria de las Cortes competía exclusivamente a la Corona, sólo podían discutir lo que se les consultara y podían ser disueltas a voluntad del Rey. - El Estatuto Real sólo dejaba participar en la vida política a los propietarios varones mayores de 30 años y con una renta muy superior; se calcula que apenas había 16.000 españoles que reunieran las condiciones para poder votar, lo que suponía el 0,16 % de la población. - Introdujo en la vida política el bicameralismo (Congreso y Senado), que ha perdurado hasta hoy, excepto durante el franquismo. Poco a poco se fueron cristalizando las dos alas del liberalismo: una moderada, más cobarde con la actuación de los gobiernos y contraria a los cambios radicales y a la ruptura con el pasado; y otra progresista, más reformista y partidaria de restaurar la Constitución de 1812. Los gobiernos de Martínez de la Rosa y Toreno se ciñeron al Estatuto Real, evitaron los cambios y sostuvieron la censura en la prensa. Para colmo, en el verano de 1834, el cólera se propagó por varias ciudades. En Madrid se produjeron asesinatos de frailes y quemas de conventos, tras difundirse el rumor que habían sido los religiosos quienes habían contaminado las aguas y provocado la expansión de la enfermedad. Los disturbios se extendieron al siguiente año y la Regente se vio obligada a aceptar la dimisión de Toreno y a nombrar a Mendizábal jefe del gobierno en septiembre de ese 1835. 2. los Progresistas al poder: Mendizábal. La caída de María Cristina y la Regencia de Espartero. Con la llegada de Mendizábal, un financiero progresista de prestigio, se inició propiamente la revolución liberal. En los pocos meses que estuvo al frente del gobierno emprendió reformas fundamentales. Con la desamortización de los bienes eclesiásticos esperaba reducir el poder de la Iglesia, conseguir dinero para saldar las deudas de la Corona e invertir en la modernización del país. La desamortización no fue exitosa porque solo los ricos propietarios se beneficiaron de ella, mientras que el campesinado no pudo acceder a las tierras expuestas a subasta. La Regente pronto destituyó a Mendizábal, más por su anticlericalismo que por las consecuencias de la desamortización. En 1837 los moderados ganaron las elecciones. El final de la primera guerra carlista estaba próximo y un general de talante progresista, Espartero, se convierte en un héroe popular tras arrinconar a los carlistas hasta terminar con el conflicto. La Regente intentó convencer al general para formar un gobierno de consenso, pero Espartero rehusó tras el polémico Decreto de Ayuntamientos que pretendía intervenir en los asuntos de los ayuntamientos. El resultado fue la insurrección de la Milicia Nacional y del Ayuntamiento de Madrid que pronto se extendió por todo el país. Fue entonces cuando Espartero decidió intervenir y presentó a la Regente un programa de gobierno revolucionario. María Cristina no lo aceptó y presentó su renuncia como Regente el 12 de Octubre de 1840, marchando después al exilio hacia Francia. La renuncia de María Cristina creó un problema constitucional. Tras varios meses de debate, finalmente el General Baldomero Espartero asumió una regencia unipersonal en mayo de 1841, iniciando un periodo que culminaría con su fracaso y caída en 1843 al perder los apoyos políticos que le habían encumbrado. Acabó exiliándose en Londres en compañía de Mendizábal. 2.1. Características Políticas del Reinado de Isabel II (1843-1868) Entre 1843 y 1868 prosigue la inestabilidad política, debido a los reiterados pronunciamientos y al cambio en las preferencias políticas de la reina. El reinado de Isabel II presenta unos rasgos que se mantienen invariables a lo largo de 25 años: 1. Pervivencia de un régimen de monarquía liberal de tendencia conservadora: plasmándose en la Constitución moderada de 1845, en vigor todo el periodo a pesar de los vaivenes políticos, salvo algunos meses de 1856 en que fue muy parcialmente modificada. La Constitución establecía un régimen basado en la participación política exclusiva de una oligarquía de propietarios, miembros de la vieja aristocracia, burguesía agraria, mercantil, industrial y financiera, además de los sectores más pudientes de las profesiones liberales. El sufragio restringido excluía al resto del país. A pesar de la inestabilidad política de este reinado, en el que se sucedieron cincuenta y cinco gobiernos diferentes, con una media de un gobierno cada siete meses, se instaura un sistema político más o menos definido. 2. Apoyo incondicional en el moderantismo político y alejamiento de cualquier otra posición política: desde 1863 ese alineamiento y la incapacidad de la Reina para conectar con el país provocaron el alejamiento progresivo respecto de su pueblo y la caída de la monarquía en 1868. 3. La presencia constante de militares en la vida política y su función de arbitraje de la misma: Narváez, Espartero, O´Donell, Prim, etc. fueron gobernantes del país. La participación de los militares se debía a varias causas. Por un lado estaba el mesianismo y la mitificación del militar victorioso en un país que había medio siglo en guerra. Por otro, la debilidad de un sistema parlamentario en el que los partidos eran grupos de presión que solo luchan por el poder, sin respetar el juego parlamentario y recurriendo a los militares para acceder al gobierno mediante los pronunciamientos. Es necesario subrayar, sin embargo, que los militares participaron en la vida política a título personal, encuadrados como líderes de los partidos y no como jefes del ejército. Su capacidad política fue muy variable, y en general dependió más de los colaboradores de que se rodearon que de ellos mismos. De hecho, cuando el gobernante militar deriva hacia el militarismo se produce inmediatamente su destitución, como ocurrió con Espartero. Pero acostumbraron a la sociedad española a una permanente confusión entre su papel militar y político, de forma que se hizo habitual y legítimo su derecho a intervenir, no sólo a través de vías constitucionales, sino mediante el pronunciamiento, que se convirtió casi en su método habitual de acceder al gobierno. 4. La exclusión de la gran mayoría del país en los ámbitos políticos y sociales: En el parlamento solo existían dos partidos burgueses. Hasta 1854, los moderados y los progresistas; y desde entonces otros grupos, como la Unión Liberal (grupo de centro formado por moderados y progresistas) o el Partido Demócrata (progresista radical). Estos partidos se irán alternando a l o largo del reinado. El partido Moderado representaba básicamente los intereses de los grandes propietarios, y ni mucho menos gozaban del apoyo del popular. Del desgaste de este partido y de su evolución hacia el conservadurismo, nacerá el partido de Unión Liberal. El partido progresista representaba la tendencia reformista y los intereses de la alta burguesía financiera e industrial. Sus miembros defendían la soberanía nacional (frente a la compartida entre el Rey las Cortes que defendían los moderados). Encontraba el apoyo en las clases medias urbanas: comerciantes, fabricantes, empleados públicos, oficiales del ejército… Ni los campesinos ni el creciente número de obreros industriales o trabajadores urbanos tuvieron nada que agradecerle. Además de marginarles de la vida política, el régimen liberal supuso una degradación continua de sus condiciones de vida. Los campesinos perdieron las tierras y pasaron a convertirse en jornales y arrendatarios empobrecidos a raíz de las desamortizaciones. En las ciudades, la artesanía fue desapareciendo mientras las fábricas absorbían a una población que trabajaba en condiciones infrahumanas y se hacinaba en los barrios periféricos junto con parados y población marginal. Frente a esta situación, el gobierno sólo respondió reprimiendo violentamente las manifestaciones, protestas y huelgas, prohibiendo las asociaciones y ejecutando a sus dirigentes en nombre del Orden. No es extraño que las ideas socialistas fueran penetrando y configurando el movimiento obrero, sobre todo a finales de su reinado. 3. La evolución política: La Década Moderada (1845-1854) Con el gobierno del General Narváez se inicia la Década Moderada, llamada así por el acceso al gobierno de los moderados. Aunque hubo un total de dieciséis gobiernos en diez años, en realidad la etapa está presidida por la figura de Narváez, un auténtico hombre fuerte del partido, y en menor medida por Luís Bravo Murillo. Narváez controló la vida política tanto como jefe de gobierno como cuando dejó de presidirlo; fue en parte el artífice de la Constitución de 1845 y de algunas de las principales reformas legales; supo controlar al Ejército y mantenerlo alejado de la política, salvo al final de la década. Reprimió con extrema dureza los movimientos de protesta populares. Los primeros meses de su mandato estuvieron encaminados a asegurar el control absoluto del poder político por los moderados (detenciones, cierre de clubes y periódicos, aplastamiento de intentos de rebelión…) y a la elaboración de una nueva Constitución que permitiera establecer un sistema político acorde con los principios del moderantismo. La Constitución de 1845 es un texto que estuvo en vigor hasta 1869 y que es claramente conservador, que excluía alternativas en el poder y beneficiaba al partido moderado y a la oligarquía. Recoge las ideas básicas del moderantismo: rechazo de la soberanía nacional y sustitución por la soberanía conjunta del Rey y las Cortes; ampliación de los poderes del ejecutivo y disminución de las atribuciones de las Cortes (poder legislativo); exclusividad de la religión católica y compromiso de mantenimiento del culto y del clero; Ayuntamientos y Diputaciones sometidos a la Administración Central; restricción del derecho a voto; Senado no lectivo sino nombrado por la reina entre personalidades más relevantes y de su confianza; enormes atribuciones a la corona. La crisis política del moderantismo se precipitaría tras el intento por parte de Bravo Murillo, jefe de gobierno entre 1851 y 1852, de reformar la Constitución. Hombre ultraconservador desconfiado de la política de partidos, presentó un proyecto de reforma que prácticamente significaba la eliminación de la vida parlamentaria, para entregar todo el poder al gobierno en un sistema que hubiera significado casi la vuelta al absolutismo. La dureza de su propuesta consiguió unir en su contra a todos los grupos del moderantismo, además de los escasos diputados progresistas. Tres semanas después de presentar su proyecto, en diciembre de 1852, ante la avalancha de críticas protestas a la Reina, Bravo Murillo tuvo que dimitir. Desde entonces se sucedieron varios gobiernos cada vez más ineficaces que provocaron el descontento ante la corrupción, las intrigas políticas y el descrédito de los ministros. 4. El bienio Progresista (1854-1856) Estos dos años son producto de la revolución de 1854 que dio como resultado un golpe de estado con ayuda del ejército tras un pronunciamiento militar liderado por los generales Leopoldo O´Donell y Dulce en Alcalá de Henares el 16 de Junio, en Vicálvaro (la Vicalvarada). Después, Cánovas del Castillo redactó el Manifiesto de Manzanares donde se prometía un estricto cumplimiento de la Constitución, cambios en la ley electoral, la reducción de los impuestos, etc. Contó con el apoyo, sobre todo, de los progresistas. Ante esta situación revolucionaria, Isabel II decidió el 26 de Julio que formara gobierno Espartero, con O´Donell como ministro de la Guerra. Aparece una nueva forma política, la Unión Liberal. Era un partido con vocación de centro que fue creciendo su influencia al tiempo que se constituía poco a poco en la única alternativa al progresismo, con O´Donell como líder. Después evolucionaría hacia el conservadurismo, aunque manteniendo unas formas centristas. 5. El primer periodo de la Unión Liberal (1856-1863) La Unión Liberal fue el partido que controlo la vida política en los doce años que transcurren desde 1856 a la revolución de septiembre de 1868, la “Revolución Gloriosa”. En 1856 agrupaba a gran parte de los liberales. Por entonces era un partido conservador, convencido de la necesidad de mantener orden, y partidario de retornar a una vida parlamentaria que devolviera el prestigio a las Instituciones. Incluía a militares como O´Donell, y a miembros de los viejos partidos como Alonso Martínez o Cánovas. Contó con el respaldo de la burguesía y de la mayor parte de los terratenientes, y con la oposición, fuera de las Cortes, de los demócratas y republicanos. Ejerció el poder sin problemas hasta 1863, fecha en la que hubo un gran crisis económica que llevó a los gobiernos a una actitud cada vez más intransigente y empujo a la oposición a los sectores progresistas del partido hasta culminar en la revolución de 1868. Así, en octubre Isabel II encargó formar gobierno al general Narváez. 6. La crisis final del reinado (1863-1868) Entre 1863 y septiembre de 1868 se suceden siete gobiernos, repitiendo Narváez y O´Donell. Varias crisis provocan la caída de la monarquía: 1. Crisis Política: el régimen político isabelino va perdiendo apoyo. Los progresistas se niegan a seguir participando en unas elecciones fraudulentas. La represión es dura y rápida: hay 66 fusilados por las tropas de la reina. 2. Crisis Intelectual: las críticas se multiplican. Muchos intelectuales se alejan del régimen. Los estudiantes manifiestan su apoyo en la llamada Noche de San Daniel, abril de 1865, enfrentándose a la Guardia Civil, con el resultado de varios muertos y heridos. 3. Crisis Económica: estalla en 1866 en toda Europa. Empieza por ser una crisis financiera al hundirse los valores ferroviarios y después toda la Bolsa. La industria textil catalana tiene serios problemas. Se añade la crisis de subsistencia. 4. Crisis Social: aumenta el descontento social al subir de forma impresionante el paro. La burguesía financiera se aleja de la corona. Progresistas, demócratas y republicanos planifican una estrategia para acabar con el régimen y con la monarquía isabelina: firman el Pacto de Ostende. Los unionistas, muerto O´Donell, se suman al pacto. A la corona sólo le queda la camarilla, sectores de la vieja nobleza y la Iglesia en su totalidad. El pronunciamiento tiene lugar en septiembre de 1868. Comienza en Cádiz, bajo el mando de los generales Prim y Serrano. Éste último derrota en Alcolea a las tropas isabelinas. El levantamiento se generaliza y la reina debe partir a Francia. Es la Revolución de 1868. 7. La Monarquía de Amadeo I de Saboya Entre los sublevados de 1868 había distintas tendencias políticas: progresistas, demócratas y republicanos, pero fueron los primeros los que formaron un gobierno provisional y redactaron una Constitución de 1869 que aprobaba el sufragio universal masculino y contaba con la figura de un rey que tenía el poder ejecutivo. Comenzó la búsqueda de una persona que ocupara el trono español y, finalmente, en diciembre de 1870, llegó a España Amadeo I, hasta entonces príncipe de un pequeño reino de Saboya. El nuevo rey intentó cumplir su misión, pero los problemas se acumularon: estalló una nueva guerra carlista, Cuba luchaba desde dos años atrás por su independencia, y las constantes peleas entre los partidos obligaban a continuos cambios de Gobierno en los que el rey se veía obligado a arbitrar. A esto se le sumó un nuevo conflicto entre el Gobierno y el Ejército. Uno de los propósitos del nuevo sistema político era someter el poder militar al civil y que el Ejército dejara de ser tan independiente. Así, cuando en 1873 Amadeo I se vio obligado a tomar partido, incapaz de hacerlo sin disgustarse con ninguna de las partes, abdicó. LA PRIMERA REPÚBLICA (11 Febrero 1873-29 septiembre 1874) Pese al breve ciclo de su vigencia, la Primera República ocupa un lugar importante en la historia institucional y política de la España Contemporánea, ya que supone un deseo de estabilidad democrática tras el fracaso de la alternativa de Amadeo I de Saboya. La República se proclamó la misma noche en la que Amadeo I abdicó ante las Cortes (11 de febrero de 1873). La declaración se hizo contraviniendo la Constitución: ni las Cortes podían asumir todos los poderes ni proclamar por su cuenta la Republica. Pero, apenas había otra alternativa. La opción monárquica había quedado agotada tras la dimisión de Amadeo I. La Asamblea, compuesta por el Senado y el Congreso, votó la reforma de la Constitución para poder declarar como forma de gobierno de la nación de la República. Aquella proclamación escondía dos hechos esenciales: nacía una república que a pesar de la engañosa sensación de unanimidad reunía escasísimos apoyos, y en segundo lugar los republicanos estaban divididos. Fue nombrado Jefe del Poder Ejecutivo Don Estanislao Figueras, uno de los líderes más moderados del republicanismo. Figueras nombró un gobierno de republicanos, con Pi y Margall en el ministerio clave de Gobernación, y radicales. Se pueden distinguir dos etapas en la I República: la parlamentaria (que finaliza el 3 de enero de 1874 con el golpe de Pavía) y la presidencialista, en la que se hace cargo Serrano, instaurando un régimen de transición. El nuevo régimen no contó con las bases políticas y sociales adecuadas para su perduración. En realidad, la República llegaba en una situación caótica. En el campo económico, a la quiebra financiera del Estado se sumaba la lentitud de la recuperación y, sobre todo, la situación del sector agrario, que aún no había superado del todo la crisis de 1866-1867. tampoco existía un programa de gobierno coherente y homogéneo. En el aspecto social, los apoyos a la República eran escasos: - Para la burguesía intelectual, la República debería traer democracia, derechos individuales y avance en el desarrollo económico, como forma de conseguir una sociedad más justa. - Para los campesinos y trabajadores urbanos, el nuevo régimen debería traer reformas sociales: reparto de la tierra, reducción de la jornada laboral, mejores salarios, etc, es decir, una auténtica revolución social. Pero pronto se desentendieron de la República, al no traer ésta las reformas previstas. En el terreno internacional, sólo los EE.UU, Costa Rica, Guatemala y Suiza reconocieron y apoyaron el nuevo régimen: las monarquías y repúblicas conservadoras europeas miraban con recelo a la república española porque la asociaban al peligro de una revolución políticamente radical y socialmente peligrosa. Pero rápidamente el enfrentamiento se hizo inevitable entre ambos grupos: los radicales eran la mayoría en las Cortes, deseaban una República unitaria; mientras que la minoría republicana deseaba la República federal. Pi y Margall reconoció que las aspiraciones de estos últimos no eran viables. Los republicanos intransigentes no compartían su actitud y alentaron los desórdenes y manifestaciones violentas. En Madrid, se formó el Comité de Salud Pública con el objeto de proceder a la inmediata formación de cantones. El 8 de marzo se proclamó en Cataluña el Estado catalán, y la Diputación se hizo con todos los poderes. El gobierno tuvo que hacer concesiones a los federales. La crisis estalló el 24 de febrero como consecuencia de la disidencia entre los radicales y los republicanos federales. En el interior, la mayoría de los partidos pasaron a la oposición: los carlistas, recrudeciendo la guerra del Norte; los alfonsinos, sumando apoyos y organizándose para el futuro; los sagastinos, absteniéndose de participar en las elecciones y apoyando la opción alfonsina. Por si esto fuera poco, los propios republicanos estaban divididos: entre unionistas y federalistas por un lado, y entre republicanos conservadores y partidarios de la radicalización social por otro. En estas condiciones, la República sólo podía ser un fracaso. Tampoco se le dio tiempo a arraigar. El proyecto de Constitución de 1873 no llegó a entrar en vigor. En él triunfaba la línea de Cautelar, principal ponente del texto. Establecía una República confederal compuesta de 17 Estados y varios territorios de ultramar, cada uno de los cuales podía tener su propia Constitución Local y su división de poderes entre Alcaldía (ejecutivo), Ayuntamiento (legislativo) y Tribunales Locales (judicial). La misma división se repetía en la estructura del Estado: ejecutivo, ejercido por el Gobierno, cuyo jefe nombraba el Presidente; legislativo, ejercido por las dos Cámaras; judicial, presidido por el Tribunal Supremo. La Constitución daba grandes competencias al Presidente. No llegó a entrar en vigor porque, a partir de los primeros días de julio, el país entró en un proceso revolucionario que acabó por hundir definitivamente a la República. La presidencia de Nicolás Salmerón supone el inicio de un giro a la derecha. En cinco meses habían sucedido ya cinco gobiernos y dos presidentes. Salmerón, elegido con el apoyo de los monárquicos, se disponía a adoptar una actitud de mayor firmeza ante la revolución cantonal, que se había extendido por el Sur y el Levante. Sus primeras medidas consistieron en reorganizar el ejército para sanearlo; la Guardia Civil veía incrementados sus efectivos. Córdoba, Sevilla y Cádiz fueron cayendo una tras otra. Otras ciudades resistieron algún tiempo más, como Málaga, y sobre todo Cartagena, que resistiría hasta enero de 1874. Pero cuando se le pidió que firmara dos condenas a muerte para dos líderes cantonalistas, Salmerón prefirió dimitir el 5 de septiembre. Con el nombramiento de Emilio Castelar como nuevo Presidente, el cuarto en siete meses, el giro hacia el conservadurismo se acentúa y consolida. Emprendió un programa de reforzamiento de la autoridad del Estado, para el cual buscó el apoyo del Ejército. Los generales, ya abiertamente antirrepublicanos, y muchos de ellos en contacto con los grupos alfonsinos, prefirieron apoyar a Castelar para acabar con la revolución. En pocos días, el Presidente obtuvo poderes extraordinarios de las Cortes, suspendió sus sesiones y varios derechos constitucionales. Tras varios logros, poco a poco va perdiendo apoyos ya que los conservadores y monárquicos lo que querían de verdad era acabar con la República. Estaban esperando el momento de la reapertura de las sesiones para conseguir la caída de Cautelar. Finalmente cuando se estaba votando un nuevo gobierno, el ejército ocupó puntos clave de la ciudad. Poco después, el general Pavía, capitán general de Madrid, hizo entrar tropas en el edificio, y tras disolver el Congreso, anunció que se iba a constituir un gobierno de emergencia, sugiriendo el nombre del general Serrano como nuevo Jefe de Gobierno. Su gobierno restablecerá el orden público, adoptará medidas excepcionales, como la disolución de los internacionalistas, represión a los republicanos y de sus órganos de gobierno y expresión, así como aplacar la guerra carlista. Con el golpe de Estado de Pavía termina la I República, puesto que el régimen autoritario de Serrano, que durará casi un año es una dictadura militar de transición hasta la restauración alfonsina.