ESPAÑA EN EL SIGLO XIX (1788-1902) El reinado de Carlos IV (1788-1808) Política de continuidad: Con la muerte de Carlos III, su hijo se convierte en el rey Carlos IV y mantiene en sus puestos a los ministros ilustrados que su padre había nombrado (Floridablanca, Aranda, Jovellanos). Durante unos años la política de desarrollo se mantiene aunque España debe declarar la guerra a la Francia Revolucionaria al ser Luis XVI primo del rey español. Godoy en el poder: En 1792, Manuel Godoy, pasó, con sólo 25 años, de ser un simple soldado a primer ministro por el hecho de ser el supuesto amante de la reina María Luisa. De ideas ilustradas y modernas, mantuvo y mejoró la situación española modernizando al país. Pero su orgullo, su ambición y su deseo de triunfo le llevaron a una peligrosa política exterior de amistad con la Francia napoleónica. La idea de derrotar a Inglaterra llevó a Godoy a firmar el TRATADO DE SAN ILDEFONSO por el que se comprometía a ayudar a Francia con su poderío naval. Enfrentadas ambas a Inglaterra, se produjeron sendas derrotas en San Vicente (1797) y en el cabo de Trafalgar (1805) que acabó con lo mejores barcos españoles y sus extraordinarios almirantes (Gravina, Churruca, Alcalá- Galiano..), dejando a Gran Bretaña el camino libre para dominar el Atlántico. Dos años después, Godoy y Napoleón firman el TRATADO DE FONTAINEBLEAU por el que se permitía el paso de las tropas napoleónicas por España con la idea de atacar a Portugal, que no aceptaba el bloqueo inglés. En un pacto secreto, Napoleón, Godoy y Carlos IV se repartían Portugal. En realidad, lo que ocurrió es que las tropas francesas fueron ocupando las ciudades españolas, ya que Napoleón pretendía ocupar España y hacerlo un territorio más de su Imperio. Las críticas a Godoy comenzaron a aumentar atizadas por miembros de la nobleza leales al príncipe Fernando, acusando al primer ministro de someter los intereses de España a los de Napoleón y a los suyos propios. Los descontentos se sublevaron el día 19 de marzo de 1808 en el llamado MOTÍN DE ARANJUEZ, donde se encontraban la familia real y Godoy. El palacio de éste fue asaltado y se obligó al rey a cesarlo. Carlos lo hizo y, además, abdicó en su hijo que fue proclamado rey como Fernando VII. Pero Napoleón no estaba dispuesto a dejar escapar la ocasión y, con engaños, hizo cruzar la frontera al padre y al hijo para “arreglar los problemas”, ya que el rey Carlos se volvió atrás de su decisión. Una vez en Bayona, Napoleón recluyó en un palacio a los reyes que le cedieron legalmente sus poderes dinásticos, creó una Constitución para España y nombró a su hermano rey de España con el nombre de José I. Cuando esto se supo, la guerra estalló tras los acontecimientos del día 2 de mayo en Madrid y, según se fue conociendo la noticia, se extendió a todo el país. La Guerra de la Independencia (1808-1814) Características: - Era la primera vez en muchos siglos que España se veía invadida por otro país, por lo que todos la consideración una guerra de liberación nacional. - Todos los españoles, sin distinción política, social o económica se sintieron llamados a hacer frente al enemigo común por lo que las luchas políticas cesaron hasta solucionar el problema. - Es una guerra en la que cada sector participa y tiene su función: el ejército dirigirá la guerra regular, el pueblo organizará la resistencia mediante el sistema de guerrillas y ambos defenderán ciudades cuando los franceses las asedien. - La guerra supuso el inicio de la revolución liberal en España ya que el poder recaerá en manos del pueblo ante la ausencia del rey legítimo y esto se aprovechará para desmontar el régimen absolutista creando, además, la primera Constitución liberal que tuvo España. -También supuso el inicio del proceso de independencia de los territorios americanos respecto a España, que se acelerará en la década de los 20. Desarrollo: Declarada la guerra en los primeros días de mayo de 1808, se organizaron Juntas Provinciales de Defensa que pronto se integraron en la Junta de Defensa Central que asumió el poder político y la dirección de la guerra ante la ausencia del rey. Ante la resistencia española, los franceses decidieron acabar con ella en la Batalla de Bailén (18 de julio) pero, para asombro de Europa, los soldados españoles vencen dirigidos por el general Castaños. Napoleón, que creía que la ocupación española iba a ser rápida, organizó un ejército de 300.000 hombres que ocuparon la mayor parte de las ciudades españolas y obligó a disolverse a la Junta Central que, antes de hacerlo, convocó Cortes en la ciudad de Cádiz que, por su situación estratégica, no fue tomada por Napoleón y se convirtió en la capital de España durante la guerra. El gobierno firmó un acuerdo con Inglaterra de manera que ésta participó activamente en la guerra para terminar con el dominio francés, destacando la figura del duque de Wellington. Mientras tanto, el hermano de Napoleón, José I, se instalaba en Madrid para reinar en España con casi ningún apoyo popular, salvo los llamados “afrancesados”. La población y el ejército decidieron resistir al invasor y así se produjeron los míticos asedios de ciudades como Zaragoza o Gerona que duraron varios meses y sólo terminaron cuando los habitantes de estas ciudades estaban muy malheridos o muertos. Destacaron personajes como el general Palafox y Agustina de Aragón en el caso de Zaragoza y el general Álvarez de Castro en Gerona. Como Napoleón consideraba que España estaría bajo su control si controlaba las ciudades, hizo muy poco para controlar las zonas rurales, sin tener en cuenta que la mayor parte de la población española vivía en los pueblos. Esto hizo que pronto se organizaran partidas de guerrilleros al mando del más experto y audaz. Resucitan el ataque por sorpresa que ya fue empleado en otras épocas por el indómito pueblo español, favorecidos por el abrupto y quebrado terreno peninsular; acechan los movimientos del ejército enemigo, atacan avanzadas, asaltan convoyes y correos y tras causar pérdidas a los franceses, desaparecen por el desigual terreno que conocen mejor que los invasores, a los que desesperan y traen constantemente en jaque. Así se inmortalizaron en Navarra, Franciso Espoz y Mina y su sobrino Javier Mina; en las montañas de Burgos, el cura Jerónimo Merino; en Salamanca, Julián Sánchez "El Charro"; en La Mancha, el médico Juan Palarea; en Cataluña, el barón de Eroles, Francisco Miláns del Bosch, Juan Martín “El Empecinado” en Valladolid y tantos otros. En todo caso, entre 1809 y 1810 los franceses habían conseguido varias victorias importantes y dominaban la mayor parte del territorio aunque los guerrilleros, viendo que las operaciones de los ejércitos tienen poca fortuna, mientras que las partidas combaten con buen éxito, intensifican sus acciones de guerra por sorpresa. Por el acuerdo firmado con Inglaterra, en 1812 Lord Wellington toma Ciudad Rodrigo y Badajoz y derrota completamente a los franceses en la batalla de los Arapiles, cerca de Salamanca, el 22 de julio. Triunfalmente llega el general inglés hasta Madrid, obligando a evacuarlo precipitadamente al rey José, entrando victorioso en la capital de España el día 12 de agosto de 1812. Poco después, la situación varía y el acoso de José I y su mariscal Soult, hacen que Wellington reorganice su ejército en Portugal. Pero los soldados franceses empiezan a abandonar la península para acudir a la guerra de Rusia. Su retirada, cada vez más precipitada, favorece a las tropas hispano-británicas, siendo derrotados el 21 de junio de 1813 en Vitoria y, de forma definitiva, en agosto en San Marcial. A principios de 1814, los franceses han sido completamente vencidos y perseguidos hasta su propio territorio. Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812 Se organizaron al disolverse la Junta Suprema. Se convocaron elecciones a diputados que se reunieron en Cádiz sin convocatoria real y que, dominadas por la burguesía, se hacen cargo de la soberanía nacional. Aunque hay miembros de ideas absolutistas (representantes del interior del país), la mayoría son de ideas liberales al ser las zonas de costa las más pobladas. Su objetivo será organizar el gobierno, dirigir la guerra y cambiar el sistema socio-político español. Lo más importante que hicieron fue redactar la 1ª Constitución liberal de la historia de España en la que se recogían como elementos fundamentales: la monarquía constitucional; la soberanía nacional; la separación de poderes; la igualdad legal; la supresión de los derechos señoriales; la supresión de la Santa Inquisición; el liberalismo económico (suprimiendo los gremios y la Mesta) y el sufragio universal. Muy valorada en el exterior por su modernidad, fue ejemplo para otros países europeos y americanos que la tomaron como referente o la copiaron mientras que en España, el analfabetismo y el poder de los grupos más reaccionarios hicieron que apenas fuera conocida o rechazada por el pueblo. El reinado de Fernando VII (1814-1833) La vuelta al absolutismo (1814-1820) Terminada la guerra, volvió el rey, que fue recibido como un héroe por el pueblo que dirigido por el clero, aceptó con alegría la decisión del rey de dar un golpe de estado en Valencia que suspendía la Constitución de Cádiz y todos los decretos de las Cortes, recuperando así todo el poder absoluto y restaurando todas las viejas instituciones, dando así un golpe de estado que acababa con el naciente régimen liberal. Aunque el rey no era muy radical en sus ideas, su personalidad vengativa y traicionera hizo que persiguiera a los liberales, mucho de ellos héroes de la pasada guerra que defendieron su vuelta al trono (muerte de El Empecinado) para que estos no tuvieran posibilidad alguna de hacerse con el poder. El liberalismo, que había prendido entre los burgueses, los intelectuales y el ejército, intentó varias veces cambiar las cosas pero siempre fue anulado y reprimido por el poder. Los liberales hubieron de esconderse en células masónicas o exiliarse (casi siempre a Gran Bretaña). El Trienio Liberal (1820-1823) En una de las intentonas, el general Riego triunfó al lograr el apoyo de la mayoría de los cuarteles españoles en su negativa a incorporarse a filas para luchar en América. Pronto el rey, temeroso de perder el trono, aceptó la nueva situación y consintió en jurar la Constitución de Cádiz. Esta etapa estuvo dominada por las luchas entre los doceañistas (que pretendían ejecutar reformas moderadas) y los liberales exaltados (partidarios de reformas rápidas y profundas). Este enfrentamiento lleva a la debilidad del sistema al que el rey, además, luchó por hundir conspirando y pidiendo ayuda a la Santa Alianza que envió a los 100.000 hijos de San Luis que, con la ayuda del pueblo, consiguieron devolver el trono absoluto al rey mientras que los liberales tenían que esconderse o exiliarse para no pagar con la cárcel o la vida por sus ideas. La Década Ominosa (1823-1833) La persecución de los liberales fue durísima en los primeros años de esta etapa (fusilamientos, cadenas perpetuas, persecución de todo tipo), que además se caracteriza por la inoperancia de las viejas instituciones y la falta de reformas económicas que sumieron a España en una grava decadencia económica. Pero la ausencia de un hijo varón (tras 4 matrimonios, el rey sólo había tenido dos hijas) suponía el mayor problema al que se enfrentaba un rey cada vez más acosado por sus propios partidarios absolutistas que se decidieron a apoyar al hermano del rey, Carlos, lo que supuso un cambio de actitud por parte de Fernando VII ante la más que posible negativa de los absolutistas a aceptar a una niña como reina. Con la muerte del rey en 1833 se abre un problema sucesorio que llevará a España –a lo largo de todo el siglo XIX- a vivir 3 guerras que tendrán el nombre de carlistas. La emancipación de la América española (libro, pág.125) El reinado de Isabel II (1833-1868) Minoría de edad (1833-1843) Etapa dominada por los problemas creados por ser la reina una niña de 3 años. Su madre, Mª Cristina, se hace cargo de la regencia apoyándose en políticos liberales moderados para gobernar. Esta alianza se fraguó en el Estatuto Real (1834) por el que la reina cedía algunos poderes, permitía un sufragio muy restringido y podía nombrar y cesar ministros. Aunque renunció a los supuestos más absolutistas, los liberales progresistas no aceptaron esos cambios y tras un pronunciamiento militar, se harán cargo del gobierno aprobando una Constitución progresista en 1837, basada en elementos de la de 1812 pero incorporando elementos progresistas. Durante su gobierno, dirigido por Juan Álvarez Mendizábal, habrán de enfrentarse, en la 1ª Guerra Carlista, a los partidarios del pretendiente Carlos que se hicieron fuertes en las zonas de las provincias vascongadas, Navarra, Maestrazgo aragonés y Cataluña. Tras varios años de guerra, se firmó el Pacto de Vergara por el que se reconocían a los absolutistas sus fueros y estos admitieron a la reina niña. El otro hecho importante fue la Desamortización eclesiástica que intentó llenar las arcas del estado (vacías por la crisis económica y los gastos de la guerra) y crear una clase media rural mediante la expropiación y venta de los bienes de la Iglesia (denominados de manos muertas ya que, al no producir, no pagaban impuestos al Estado). Fracasó ya que los bienes cayeron en manos de las clases más ricas, las clases populares empeoraron su situación y provocó la destrucción y desaparición de muchas obras artísticas. Finalmente, la regente hubo de abandonar el cargo debido a algunos escándalos políticos y personales; el general Espartero se hizo cargo de la regencia por ser el político más fuerte del momento pero al final, sus excesivas formas autoritarias llevaron a la decisión de nombrar a la reina mayor de edad a los 14 años. Mayoría de edad (1844-1868) Etapa dominada por los continuos cambios de gobierno de signo liberal conservador que aprobaron una Constitución muy moderada en 1845. Durante estos años, los mandos militares tomaron conciencia de su importancia política como salvadores del sistema de manera que personajes como el general Narváez se hicieron cada vez más insustituibles en la política española. Hasta el año 1854, los políticos moderados controlarán el gobierno. En estos años llevarán a cabo una reforma territorial de España, la centralización administrativa y se firmará en 1851 un nuevo Concordato con la Santa Sede (por la que se estabilizaban las relaciones tras la desamortización). En todo caso la etapa también conoció de escándalos que frenaron el progreso político (persecución de liberales y casos de corrupción por compra y venta de cargos públicos). Estos hechos llevaron a los militares, liderados por O´Donnell, a dar un golpe de estado que dio paso a un periodo de dos años de gobierno progresista (1854-1856), en los que se aprobó una nueva Constitución – más liberal pero que no llegó a entrar en vigor- y una nueva desamortización llevada a cabo por el ministro Madoz que afectó a la Iglesia, la nobleza y los municipios y que permitió conocer por primera vez en la Historia, con datos reales, la población española, su situación geográfica y quién era dueño de los distintos terrenos estudiados. Pero los escándalos políticos continuaron, y hubo un nuevo pronunciamiento militar apoyado por Narváez que llevó a O´Donnell a fundar un nuevo partido, la Unión Liberal, que unía a los más descontentos de los conservadores y los progresistas. Este partido controlará el gobierno durante los siguientes doce años en los que se buscó la proyección de España en el exterior (Marruecos, México e Indochina) y, aunque la situación económica mejoró notablemente con el despegue de la industria, el transporte y el comercio y la burguesía alcanzaba así el poder político y el económico, también empezó a aparecer una clase obrera que, junto con los campesinos, empezaron a exigir mejoras en su situación laboral y política. De hecho, la aparición de nuevas ideas (socialismo, anarquismo, democracia, republicanismo) que no eran admitidas en el sistema separaron cada vez más a las clases sociales. A finales de los años 60, la situación se había deteriorado mucho. La corrupción política era general y salpicaba a la propia reina que, aunque no gobernaba, influía en las decisiones más importantes. Dos militares, Serrano y Prim, progresistas, terminaron por levantarse contra la propia reina que perdió su trono en 1868 al ser considerada culpable de la situación de corrupción por su apoyo a los conservadores. El sexenio revolucionario (1868-1874) La Revolución Gloriosa (1868-1869) Se llama así al proceso por el que la reina Isabel II fue derrocada tras la victoria del Puente de Alcolea, creándose un régimen liberal progresista reflejado en la Constitución de 1869 que, hacía a la Monarquía elemento fundamental del sistema, recogía el respeto a las libertades individuales (de expresión, reunión, asociación, de enseñanza y de culto) la separación de poderes y remarcaba la soberanía nacional mediante el sufragio universal masculino. Serrano se hizo cargo de la regencia y Prim del gobierno, dedicándose a buscar un nuevo rey para España. La monarquía de Amadeo I (1870-1873) Hijo del rey Víctor Manuel de Italia, aceptó convertirse en rey de España. Pero el poco apoyo popular y de los políticos (en el Congreso la oposición la formaban republicanos, carlistas y alfonsinos y el grupo del gobierno lo formaban progresistas y unionistas que discutían más entre sí que con la oposición), la inestabilidad general, la 2ª Guerra Carlista y los conflictos entre el gobierno y el ejército para que éste se sometiera al poder político llevaron al rey a presentar su abdicación antes de los 3 años de reinado. La I República (1873-1874) La situación fue aprovechada por las Cortes para proclamar la República. Los republicanos defendían la modernización del país en lo económico, lo social y lo político. Pero la disparidad de ideas de España (república unitaria fuertemente centralizada o república federal creada a partir de varias repúblicas) hicieron que en sólo 11 meses hubiera 4 Presidentes de diverso signo (Figueras, Pi i Margall, Salmerón y Castelar) y que los problemas se dispararan haciendo al país poco menos que ingobernable. La Dictadura de Serrano (1874) A principios de 1874, el general Serrano dio un golpe de estado dando por terminada la experiencia republicana. Pero su excesivo poder (se consideró a su etapa una Dictadura) llevó a un nuevo pronunciamiento en Sagunto que tuvo éxito y que hizo que la monarquía regresara en la figura del hijo de la depuesta Isabel II, Alfonso. La restauración borbónica (1875-1902) El reinado de Alfonso XII (1875-1885) Proclamado rey con 17 años, pronto se hizo con el cariño del pueblo. Se decidió crear un sistema bipartidista parecido al inglés en el que los conservadores, liderados por Cánovas del Castillo, y los liberales, liderados por Sagasta se turnaban en el poder de manera pacífica. El sistema ideado por Cánovas era bastante conservador - la Constitución que se aprobó en 1876, tenía sufragio restringido, dos cámaras y soberanía compartida por el rey y las Cortes-, y estaba viciado al estar las elecciones amañadas por personas de clase alta –caciques- que controlaban el voto de la gente más pobre en un proceso llamado pucherazo. En todo caso, España vivió durante estos años su época de mayor estabilidad política (turno pacífico de los partidos y control del ejército bajo el poder del rey) y económica (gran etapa de desarrollo industrial), pero los obreros y los movimientos nacionalistas y regionalistas se quejaban de no estar representados en el sistema aún fundándose partidos como el PSOE – Pablo Iglesias, 1876- y el PNV –Sabino Arana, 1895-. Incluso la inestabilidad que pudo causar la repentina muerte del rey en 1885 se solucionó mediante la firma del Pacto del Pardo por el que Cánovas y Sagasta aseguraron la pervivencia del sistema. La regencia de María Cristina (1885-1902) Se llama así a la etapa en la que la reina se hace cargo de la jefatura del estado en nombre de Alfonso XIII, hijo póstumo de Alfonso XII. Durante esta etapa, los gobiernos comprendieron que alguna reforma se debía producir. Por eso se aprobó el sufragio universal masculino y también se legalizaron los sindicatos. Pero el sistema siguió estando controlado por los dos partidos mediante la falsificación de resultados por lo que los partidos obreros utilizaron las huelgas como medio mientras los anarquistas empezaron a utilizar la violencia (hasta el punto que Cánovas fue asesinado por un anarquista y el día de la boda del rey Alfonso XIII otro intentó asesinarlo). En política exterior España, que había dejado de ser una potencia colonial vio como, además, las últimas colonias -Cuba y Filipinas- luchaban por conseguir su independencia, cosa que consiguieron en 1898 con la ayuda de los Estados Unidos que, además, declaró la guerra a España. De esta manera, Estados Unidos emergía como gran potencia continental mientras que España perdía las últimas posesiones coloniales en un momento en el que todos los países intentaban mantener y aumentar sus imperios coloniales. Mediante la Paz de Paris se aceptó la independencia de estos territorios y de Puerto Rico. En 1902 Alfonso XIII fue proclamado mayor de edad y comenzó su reinado personal sustentado en el mismo sistema creado en 1876 y que, a todas luces, se empezaba a mostrar insuficiente para la nueva etapa que comenzaba.