Lic. Claudia Stefanetti Kojrowicz

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Texto de Ponencia
Lic. Claudia Stefanetti Kojrowicz
Los polacos en la Historia Argentina
La presencia de inmigrantes polacos en la Argentina se remonta a los inicios de nuestra
historia como Nación independiente. Podríamos decir que hubo polacos en la mayor
parte de los acontecimientos fundantes de la Argentina. Los encontramos en las guerras
de la independencia, en la batalla de Caseros, en la Guerra del Paraguay, en las
Expediciones Científicas a la Patagonia, en la Conquista del Desierto y por supuesto,
sus descendientes también estuvieron en Malvinas. Los primeros nombres se vinculan
con los ejércitos de San Martín, hombres que habían luchado con Napoleón. No todos
fueron militares, los hubo científicos, docentes, nobles, obreros y campesinos.
Podemos comenzar por recordar a Alexandre Colonna Walewski, hijo ilegítimo de
Napoleón y de María Waleswka. Fue un brillante diplomático de Luis Felipe, quien lo
envía a negociar el fin del bloqueo francés al puerto de Buenos Aires. Corría el año
1847, a la semana de llegar, su esposa dio a luz a una niña que bautizaron Isabel, pero
que sólo vivió unos pocos días. Tiempo después, el matrimonio Walewski regresó a
Francia dejando aquí el cuerpo de la niña. Que descansa en la tumba de su madrina,
Mariquita Sánchez de Thompson.
El primer flujo importante de polacos comenzó a llegar luego de la Insurrección de 1863
que terminó con una derrota aplastante, en el sector dominado por el Imperio Ruso. Uno
de sus hombres más destacados fue el ingeniero Jordan C. Wysocki quien llegó en 1867
y desde entonces se lo puede encontrar en los más diversos sitios de la Argentina.
Formó parte de la Oficina Topográfica Militar, participó de la Sociedad Geográfica de
Buenos Aires, relevó topográficamente a la provincia de La Pampa. Realizó el plano de
la nueva línea de fronteras ocupada por las fuerzas de la División Costa Sud de Puán, en
el sudeste de la provincia de Buenos Aires. Acompañó al coronel Villegas en la
fundación de Trenque Lauquen. En el territorio nacional del Chaco trazó una nueva
línea de fortines, intervino en los diseños de los planos de Colonia Reconquista, en el
norte de Santa Fe donde continúan habiendo familias polacas como
Sus obras más recordadas están en la ciudad de Buenos Aires. El Presidente Sarmiento
le encomendó la realización del Parque Tres de Febrero que más tarde rediseñará Carlos
Thays quien curiosamente vivió en una casa diseñada por Wysocki: la casona del Jardín
Botánico.
Desde aquellos tiempos, los ingenieros polacos jugaron un rol muy importante
en la modernización de nuestro país, por lo general, eran hombres con una fuerte
formación en construcciones de estructuras de hierro. Junto a ellos trabajaron cientos de
obreros polacos, muchos de los cuales murieron en el esforzado trabajo de la extensión
de miles y miles de kilómetros de vías a lo largo y ancho de nuestro país.
Julio Germán Koslowsky fue uno de los tantos científicos y exploradores de
fines del siglo XIX que colaboró con el Perito Moreno. Inició la Herpotelogía (estudio
de anfibios y reptiles) en el país. Durante sus campañas consiguió una importante
cantidad de ejemplares, muchos de las cuales describió como especies nuevas para la
ciencia y formaron la base de las actuales colecciones del Museo de La Plata.
En 1916 junto con otros ilustres científicos fue uno de los fundadores de la Sociedad
Ornitológica del Plata, aún existente.
La maestra de Sarmiento, Emma Caprile. Sarmiento como diplomático en los
Estados Unidos no sólo conoció polacos militares como Chodasiewicz, sino que
también se vinculó con Emma Nikolay de Caprile y quiso traerla. Emma había nacido
en Polonia, pero después de la insurrección del 63 su familia se instaló en un castillo en
Italia, donde ella se educó y se casó con Giulio C. Caprile. En 1870 vino a la Argentina
y cuando en 1874 se creó la Escuela Normal de Maestras Nº 1 fue designada directora.
Hipólito Irigoyen, Alicia Moreau de Justo, Otto Krausse pasaron por sus aulas. Dos
años más tarde concluyó sus estudios la primera promoción de maestras, entre ellas
estaba Cecilia Grierson, primera médica argentina. El magisterio fue la llave que abrió
el mercado laboral femenino, la mente de las chicas y les despertó las vocaciones.
Inmigración rural. En 1897 llegaron los primeros campesinos polacos de la provincia de
Galitzia, en el extremo oriental del Imperio Austro-Húngaro. Los primeros grupos se
instalaron en la zona sur de Misiones en las actuales poblaciones de Apóstoles, Azara,
San José, San Javier y Concepción de la Sierra, para luego ir ascendiendo hacia el norte,
Cerro Azul, Oberá, Polana, Campo Viera, Wanda, Lanusse. Son muchísimos los
colonos de origen polaco que producen yerba mate en la provincia de Misiones,
mientras que otros se han dedicado al cultivo del arroz, el maíz o a la producción de
harina de mandioca
Los polacos urbanos de principios de siglo. Muchos de los trabajadores al llegar
al país sólo encontraron trabajos estacionales, ya fuera integrando las diferentes
cuadrillas del ferrocarril o en las distintas cosechas que se producían en todo el país. No
siempre podían elegir, a veces simplemente se los llevaba al norte sin que los recién
llegados supieran muy bien a dónde iban y por qué. Tal es el caso de Pedro Krzywosz
(cuyo apellido hoy es Crivos) quien al llegar en la primera década del siglo XX fue
llevado a la zafra tucumana. Este hombre vino a la Argentina con estudios de
electricidad, pensando en tener un trabajo urbano y de pronto se encontró en medio de
un ingenio azucarero sin comprender por qué estaba pasando por esas penurias. Sin
dinero para volver al puerto, caminó a lo largo de las vías del ferrocarril días y noches,
hasta que finalmente llegó a San Isidro donde el jefe de la estación se apiadó de ese
pobre hombre, lo alimentó, le dio una cama y después de dejarlo dormir un largo par de
días le consiguió trabajo de jardinero en las quintas de la zona. Al tiempo, Pedro supo
que había una comunidad polaca importante en Berisso y allá fue para construir las
viviendas de quienes seguían llegando. La historia de Pedro, es la de muchos
inmigrantes que fueron engañados, no todos tuvieron la misma buena fortuna.
Polonia independiente. Al finalizar la Primera Guerra Mundial, Polonia recuperó
su independencia, en 1920 se creó en Buenos Aires el Consulado General Polaco y en
1922, la Legación de la República de Polonia en Buenos Aires, cuyo primer ministro
plenipotenciario fue Wladyslaw Mazurkiewicz.
En el período de entre guerras se vivió la mayor presencia polaca en la historia
de nuestro país. Las asociaciones polacas se organizaron y dieron origen a muchas
sociedades, tales como la Sociedad Polaca de Lavallol, de Dock Sud ,de Quilmes,
Valentín Alsina, Merlo, el Hogar Polaco en Buenos Aires, Comodoro Rivadavia,
Rosario, Santa Fe, Mendoza, Córdoba. En 1926 se creó un organismo central que hoy es
la Unión de los Polacos en la República Argentina que con el tiempo agrupó a la
mayoría de las organizaciones. La asociación más antigua es la de Berisso creada en
1913.
Polacos en Comodoro Rivadavia. En 1897, el pionero Francisco Pietrobelli
fundó la colonia Ideal, hoy colonia Sarmiento. Al año siguiente llegaron los primeros
polacos a la zona. En el año 1906 el sacerdote salesiano Ludovico Dabrowski, bendijo
las máquinas de perforación del Pozo 2, de donde se vio brotar por primera vez el
petróleo que cambió la historia de esta región. En la empresa Astra, trabajaron polacos
desde 1917, siendo Mieczyeslao Dola el último en ingresar, en 1952. El desarrollo
petrolero hizo que se contratara personal especializado en Europa, llegando a esta
ciudad técnicos y obreros polacos, muchos de ellos conjuntamente con sus familias.
Algunos trabajaron en otras zonas petroleras del país como Tartagal, Luján de Cuyo y
Cutral-Co. En 1922 fundaron la asociación polaca más austral del mundo, y la pusieron
al servicio de la comunidad de Comodoro, así cuando la Escuela Nacional N°24 se
quedó sin edificio, los polacos prestaron el suyo para que los chicos pudieran seguir
estudiando durante dos años.
Polacos en Córdoba. Juan Minetti, industrial visionario, exitoso en el sector
harinero, a fines de la década del 20 comenzó a construir una planta de Cemento
Pórtland en Dumesnil, a 16 kilómetros de la ciudad de Córdoba. A partir de entonces la
fábrica se convirtió en un polo de desarrollo hasta la década del sesenta cuando se creó
otra planta en Malagueño, iniciando así su declinación hasta producirse el cierre
definitivo en 1990.
Los inmigrantes polacos comenzaron a llegar con la puesta en marcha de la cantera que
explotaba las sierras circundantes. Las primeras autoridades ejecutivas de la fábrica de
cal y cemento de Dumesnil fueron de nacionalidad alemana. Pero junto con algunos
italianos regresaron a su patria poco antes de que se desatara la II Guerra Mundial,
entonces los puestos de mayor jerarquía fueron cubiertos por polacos. Muchos otros
polacos llegaron a Córdoba y se dedicaron a trabajar como comerciantes, sastres,
carpinteros, mecánicos. Varios se emplearon en la Cervecería Río Segundo.
Estos trabajadores no encontraron allí mujeres polacas con las cuales casarse,
entonces, al igual que lo hacían los polacos de Comodoro Rivadavia, de Chaco o de
Buenos Aires fueron a buscarlas a Misiones. Los más atados a sus pueblos encontraban
otro camino: las pedían por carta. Quizás porque habían visto la fotografía de una
hermana o prima de un paisano con el que compartían la habitación o el trabajo, o
simplemente escribían a su pueblo pidiendo una chica que estuviese dispuesta a venir a
la Argentina para casarse. Esa es la historia de la única polaca que aún vive en
Dumesnil. Janina se embarcó en Gdansk, empujada por los consejos de su padre y con
sus 17 años arribó al puerto de Buenos Aires, donde la esperaba un novio que no
conocía y que no le provocó amor a primera vista. Quiso huir, pero el peso de la
realidad fue más fuerte. Tendría que volver a una casa pobre, en otro viaje terrible y ya
se sentían los aires de la guerra que en dos años estaría comenzando, era 1937. Después
de pensarlo tres larguísimos días, dio el sí. La boda fue por iglesia, con traje de novia y
fiesta, todo pagado por el novio, tal como lo había prometido. Los polacos de Dumesnil
vieron llegar a la esposa, pero para mayor seguridad volvieron a hacer otra ceremonia
religiosa. Quizás por tanta boda haya sido un matrimonio que pudo celebrar sus 43
años. Ella aprendió el castellano, como casi todas las madres polacas, cuando sus chicos
comenzaron a ir a la escuela primaria.
La masacre olvidada, Oberá. Los polacos comenzaron a llegar lentamente a
medida que se iban agotando las buenas parcelas en el sur de la provincia. El mayor
número arribó en el período de entreguerras. La segunda mitad de la década del 30 fue
muy dura para estos colonos, en especial para los productores tabacaleros. La
producción agrícola atravesaba una profunda crisis producto de diversos factores. El
domingo 15 de marzo de 1936 colonos ucranianos, rusos y polacos, en su mayoría,
realizaron una marcha de protesta hacia el pueblo de Oberá. Se produjo un
enfrentamiento que culminó en una gran cantidad de heridos, quince muertos,
numerosos detenidos y mujeres violadas en las comisarías. Tras la caída de los primeros
manifestantes, en la huída los unos pisoteaban a los otros y los caballos se desbocaban
pasando por encima de los tendidos en la tierra, provocando más heridos y más muertos.
Muchos colonos se escondieron en los montes durante varios días. La policía les habría
tendido una trampa, en connivencia con los productores del algodón, la yerba mate y el
tabaco. Los agricultores contaban con la autorización del gobernador de Misiones.
Siguiendo las investigaciones realizadas por Carlos Correa del diario posadeño El
Territorio, se puede sostener que una vez concedido el permiso para realizar el acto de
protesta, la policía habría difundido en el pueblo que la intención de los colonos era
saquear los comercios y las viviendas; corrían rumores de incendio de plantaciones y de
actos de violencia de las manifestantes. Por eso rápidamente muchos civiles tomaron
sus armas y se dispusieron a la defensa, atacando totalmente a traición a los indefensos
chacareros.
El 10 de abril de ese año el diario Crítica dice que “no deja resultar extraño que
una masa tan numerosa de colonos deliberadamente dispuesta a asaltar una comisaría,
no haya logrado hacer una sola baja entre los policías y haya en cambio resultado
víctima de los desprevenidos y pocos numerosos defensores del orden público”.
En abril de 1936 el juez Colman Lerner encontró culpables a los policías y a los
“particulares” o comerciantes que participaron en la represión. También fueron hallados
culpables los colonos considerados organizadores de la protesta, a quienes se le aplicó la
Ley de Residencia y fueron trasladados en noviembre de 1937 a la Capital Federal.
El hecho de la existencia de un telegrama dirigido al gobernador por parte del Cónsul de
Polonia, Waclaw Dostal, interesándose por la situación de los ciudadanos polacos, da
cuenta de la magnitud de la protesta y de su difusión en los países de origen de los
colonos.
La crisis del 30. A pesar de la crisis, en el año 1931 se inauguró el Banco Polaco
(PKO) en la Av. Leandro Alem. Más tarde se mudó a una sede propia y abrió una
sucursal. De todos sus empleados el más emblemático fue Witold Gombrowicz, quien al
estallar la II Guerra Mundial decidió permanecer en la Argentina.
En octubre del 30, un grupo muy numeroso de inmigrantes había decidido crear
su propia institución y la llamaron el Hogar Polaco. Siempre se mantuvo independiente
de las demás organizaciones, publicó su propio diario y se comprometió en todas las
causas en las que Polonia se vio involucrada. En los tiempos de la crisis fue refugio para
quienes estaban lejos de los suyos. Era el centro de reuniones sociales, fiestas, bailes
con orquesta y grandes comidas. Con lo que iban recaudando fueron construyendo su
sede, que hoy es la más antigua en Buenos Aires. Los fines de semana solían hacer
picnics en los balnearios del Río de la Plata. Pero al finalizar la década, la noticia de la
invasión nazi a Polonia acalló todas las voces y detuvo a todos los bailarines. Como
siempre, las polacas tuvieron una iniciativa que se concretó a los pocos días en el salón
Príncipe Jorge, junto a la Legación polaca y a las demás sociedades de residentes
polacos. Allí hubo un acto de adhesión a la causa polaca que contó incluso con el apoyo
de una entidad llamada La Otra Alemania que agrupaba a exiliados alemanes. A
continuación de todos los actos formales, en una ceremonia sencilla, las mujeres
presentes en la sala desfilaron una detrás de la otra hasta depositar sus alianzas en una
gran bandeja, como ofrenda al Ejército Polaco. Se llevaron a cambio unos humildes
anillos de acero.
El trabajo continuó en el Hogar Polaco, allí se organizaban los envíos de
encomiendas para las víctimas de la guerra, se trabajaba en medio de un ambiente
silencioso y triste, no se hacían más bailes ni fiestas. Pronto se dieron cuenta que esa
actitud no era buena ni para el ánimo ni para las finanzas de la organización.
Comenzaron a reunirse después de la misa de los domingos para tomar el té y
entretenerse con diferentes juegos de mesa. Desde allí despidieron a cuatro grupos de
voluntarios que fueron a pelear por su patria, algunos no volvieron. Al terminar la
guerra el Hogar recibió a los nuevos inmigrantes, a los ex combatientes y sus familias.
Ellos finalmente buscaron su propia identidad y construyeron una nueva casa junto a las
otras organizaciones que hoy conforman la Unión de los Polacos, cuya sede central está
en plena remodelación gracias a las nuevas relaciones que se producen con Polonia
desde el retorno a la democracia.
El fotógrafo de Eva Duarte. Sivul Wilenski llegó a Buenos Aires en 1920 y se
convirtió en el fotógrafo de las estrellas porteñas. Fue ilustrador y retratista exclusivo de
la revista Sintonía.
En 1935, Eva Duarte llegó a Buenos Aires. Entonces la sesión fotográfica era un rito
obligado para cualquier aspirante a actriz. En 1936, Eva concurrió al estudio de
Wilenski en la parte superior de una confitería de la calle Florida. Cuando fue retratada
por él, tenía 20 y estaba protagonizando un radioteatro en Radio Prieto. En esas fotos
ella aparece rodeada de rosas, gladiolos, varas de mimbres, tocados, capelinas, zorros y
otros accesorios. Los retratos de Eva integran la colección del patrimonio permanente
del Museo del Cine. Son unas de las pocas imágenes de su paso por el mundo del
espectáculo que se conservan a pesar del intento de borrar esta etapa cuando se convirtió
en la esposa del General Perón.
Los polacos y el fileteado porteño. En 1985, en la estación Carlos Gardel de la
Línea B del subterráneo, se inauguró el mural Eterno en el alma y en el tiempo en
homenaje al Morocho del Abasto. Lo había hecho el maestro León Untroib, un polaco
nacido el 25 de diciembre de 1911 en Ostrów. Allí su padre, un buen decorador de
arcones, le había enseñado las primeras lecciones hasta que un día de 1923 decidió
embarcarse con toda la familia rumbo al Río de la Plata. Untroib trabajó muchos años
pintando carrocerías y cajas de camiones en el taller “La Véneta” en la Avenida de los
Incas. Desde el comienzo, las frases catalogadas como de sabiduría popular formaron
parte del filete. Según Untroib, posiblemente tenían origen en los versos para cantar
“flor” en el truco como “En el jardín de la vida, la mejor flor es mi vieja”. Nunca se
usaban leyendas de carácter político. Las penas propias siempre se atribuían a una mala
jugada del destino, al justo castigo de Dios, o como consecuencia lógica de un
comportamiento inmoral, cuando no a la siempre perversa intervención de una suegra.
En 1975 la Secretaría de Transportes de la Nación prohibió expresamente el fileteado en
los colectivos, considerando que se trataba de una ornamentación excesiva y caótica.
Esta prohibición, impulsó al filete “de caballete”. Untroib vendía tablas en su puesto de
los domingos en el mercado de antigüedades de la Plaza Dorrego, donde le enseñó su
oficio a los más jóvenes hasta su muerte, en 1994.
La Segunda Guerra Mundial. Durante la II Guerra Mundial toda la colectividad
polaca se movilizó de una u otra manera a favor de la Patria. Se creó una red de
instituciones dedicadas al socorro, se realizaban colectas de dinero a través de bonos,
rifas, kermeses, como así también de ropa y comida para enviar a la Polonia ocupada. El
Hogar Polaco era uno de los lugares en donde se organizaban los envíos y de donde
partieron cuatro grupos de jóvenes que decidieron tomar las armas. Algunos de ellos
nunca regresaron.
Se fundó un Comité de Socorro pro Víctimas de la Guerra en Polonia con sede
en Buenos Aires y una red de sucursales regionales que alcanzó a casi todas las
asociaciones polacas de la Argentina. La colectividad polaca apoyó directamente al
ejército polaco que luchaba en los diferentes frentes de la guerra. De Buenos Aires
partieron dos mil voluntarios al ejército polaco. Ni siquiera la colectividad polaca en los
Estados Unidos logró reunir tantos voluntarios para el servicio en el ejército polaco.
Unas decenas de ellos perecieron. Otros como Rodolfo Raczkowski, de Azara,
Misiones, regresó, fue Convencional Constituyente en 1958 y diputado provincial en
1963.
Al terminar la guerra, la Argentina reconoció a las autoridades formalmente
constituidas en Polonia, por lo tanto, no reconoce al gobierno polaco en el exilio con
sede en Londres. Esto provocó numerosos cambios en la organización de las
comunidades polacas. Las instituciones del gobierno polaco en el exilio se
transformaron en asociaciones de socorro. Así la Legación de la República de Polonia
en Buenos Aires se transformó en Asociación de Ayuda a los Polacos y su sección
consular pasó a ser la Comisión Coordinadora para la Inmigración Polaca. El objetivo
principal fue ayudar a establecer a los miles de polacos que no quisieron vivir tras la
Cortina de Hierro una vez producida la desmovilización.
Junto con los desplazados de la guerra, conocidos como los dipis (displaced
persons), que llegaron en el período 1946-50 surgieron nuevas asociaciones de ex
combatientes y de profesionales. Fue la última oleada de inmigrantes polacos que
vinieron a la Argentina, su número fue cercano a los 20 mil. Fue un grupo muy especial,
diferente a todos los anteriores. Por lo general fueron intelectuales que creían en la
posibilidad de la intervención de los aliados para liberar a Polonia una vez más, esta
vez, del comunismo. Si bien una gran mayoría se quedó en Buenos Aires, se pueden
encontrar dipis en todo el país. Siguieron siendo fieles al Gobierno en el Exilio y cada
vez que pudieron manifestar su solidaridad hacia sus compatriotas lo hicieron. Se
acompañó la insurrección popular de junio de 1956 en Poznan, sofocada violentamente
por el gobierno, con actos públicos en las calles porteñas.
Entre los dipis encontramos muchos ejemplos de hombres y mujeres que han
colaborado con la sociedad argentina. Algunos de ellos vinculados a la industria
energética, otros a la medicina, a la arquitectura, al petróleo. Casi todas las provincias
recibieron a estos nuevos inmigrantes. Neuquén fue el lugar de arribo de hombres que
trabajaron en la industria petrolera, en la ciudad como arquitectos, en la producción de
chocolates en San Martín de los Andes o en el termalismo de Copahue-Caviahue.
Mendoza fue otro destino y Teresa Wachowicz, fue la primera Reina de la Vendimia,
que no había nacido en nuestro país. Fue la elegida de 1964, representante de San
Rafael.
Podríamos nombrar a muchísimas personas e instituciones que trabajaron y
trabajan en nuestro país. En esta oportunidad sólo hablaremos de un hombre que todos
conocemos por su obra y que hizo el mismo periplo que casi todos los dipis polacos que
vinieron a la Argentina: Tadeo Bortnowski quien nació en Polonia el 25 de mayo de
1924, llegó a nuestro país el 9 de julio de 1948 y se convirtió en un testigo clave que
filmó los hechos que conmocionaron a la Argentina durante tres décadas. Bortnowski
llegó en pleno gobierno de Perón, en julio de 1948. Inmediatamente consiguió empleo
en Sucesos Argentinos. A los tres meses ya estaba filmando la Plaza de Mayo, el 17 de
octubre. El célebre noticiario Sucesos Argentinos informó a todo el mundo sobre la
realidad nacional y latinoamericana entre los años 1938 y 1972. Fue el primer noticiario
de cine sonoro en América Latina. La historia, la política, las universidades
norteamericanas y europeas y hasta los servicios de inteligencia se han nutrido con sus
imágenes y sus relatos no ficcionales. Desde que apareció Sucesos, la imagen en
movimiento dejó de ser un simple soporte visual para convertirse en información. De
allí deriva su contribución específica al desarrollo de la prensa nacional. La década del
cincuenta y la del sesenta fueron de gran desarrollo para Sucesos Argentinos. Después
del cierre de Sucesos Argentinos fundó una productora cinematográfica que llamó
Notrus Film. Junto a Di Zeo, un bonaerense que estudió cine en Lodz y tuvo por
profesor a Andrzej Wajda, hizo la única película que tiene a Jorge Luis Borges como
protagonista. Borges: Un destino sudamericano es una cinta de carácter autobiográfico
basada en el cuento El Sur. El actor como pago sólo pidió una botella de Pernaud que
tomó sus compañeros de filmación.
Junto a los hombres y mujeres que habían luchado en la II Guerra, también
llegaron sus niños, entre ellos podemos destacar a una chiquita cuyo padre partió al
frente unas semanas antes de su nacimiento. Ella es “Lala” Ligenza quien a los siete
años huyó del comunismo instalado en Polonia para poder conocer a su padre. El
recorrido fue duro y peligroso, pero junto a su madre logró pasar las fronteras y reunirse
con ese hombre por el que rezaba todos los días. La familia se trasladó a Córdoba luego
de pasar por diferentes ciudades europeas. Esa niña que aprendió sus primeros pasos en
la Guerra nunca dejó de luchar por las causas que considera justas. Conoció a Don
Arturo Illia y se afilió a la UCR. En los años 70 se mudó al Chaco, donde milita
fervientemente por la igualdad de género. En el Municipio de Barranqueras creó el
Consejo Municipal de la Mujer. Hoy sigue luchando por los derechos de la mujer.
Los últimos. Algunos pocos polacos pudieron venir en la década del 60 haciendo
uso de un programa de reunión familiar, por el cual se le permitió venir a aquellos que
tuvieran aquí a sus familiares cercanos.
A partir de los procesos de Solidaridad y la caída del comunismo en Polonia comenzó a
producirse un renacimiento de las actividades de las asociaciones de todo el país,
algunas que habían desaparecido volvieron a organizarse. Se reanudaron las relaciones
con el gobierno polaco y se dio comienzo a una nueva y más fluida comunicación con el
Estado polaco.
Juan Pablo II, el más querido de los polacos. Juan Pablo II visitó la Argentina
dos veces, la primera en 1982, durante la Guerra de Malvinas. Fue recibido en la
Catedral metropolitana y presidió una misa en la Basílica de Luján ante más de 700 mil
de fieles, donde bendijo la imagen de la Virgen y le ofreció «Rosa de Oro» que le había
traído desde Roma. Pidió la pacificación de los espíritus y la comprensión de los
pueblos. El 6 de abril de 1987 Juan Pablo II llegaba, por segunda vez, en una visita de
una semana. Presidió el Encuentro Mundial de la Juventud y celebró en el Obelisco la
misa del Domingo de Ramos para más de 750.000 fieles que lo vivaban: “Juan Pablo II,
te quiere todo el mundo” .Había sido invitado por los episcopados de ambos países en
agradecimiento por la mediación de Vaticano en el conflicto por el canal de Beagle.
Para concluir este relato donde muchos hombres y mujeres no han sido
particularmente nombrados, hombres y mujeres que no tendrán nunca una placa de
bronce que los recuerde, sólo quiero manifestar mi respeto por ellos ya que ellos han
construido nuestro país.
Les dejo una anécdota de color, pidiéndole permiso al Embajador de Grecia, quien se
encuentra aquí con nosotros. Se trata de nuestro tan querido Mantecol, ese que los
Georgalos producen desde hace tanto tiempo y que se identifica con los argentinos de
una manera muy especial. Pues bien, lo cierto es que no es tan griego como creíamos.
La historia de Georgalos comienza casi por casualidad, cuando en 1937, el joven
Miguel Georgalos deja su tierra natal, Grecia, para afincarse temporariamente en
Varsovia, Polonia. Allí aprende el arte de la industria golosinera. Cuando estalla la
Segunda Guerra Mundial, Miguel deja Varsovia y se embarca hacia Buenos Aires. Una
vez establecido en nuestro país, comienza a darle forma a su proyecto y el punto de
partida es la elaboración artesanal de pasta de maní, materia prima del famoso
Mantecol. En 1941 la actividad de Georgalos se afinca en el barrio Floresta y en zonas
aledañas. En 1949, la empresa cumple el sueño del establecimiento propio y adquiere el
inmueble de Segurola 1710. Hasta ese momento, la actividad fabril se realizaba bajo la
razón social “La Greco-Argentina”.
Entre 1947 y 1955 fueron arribando al país los hermanos y los padres de Don Miguel.
La misión era aunar esfuerzos para que esta empresa familiar cumpliera los objetivos de
progreso constante, brindando al mercado productos originales de calidad genuina. Fue
por esos años que la firma cambió su denominación por Georgalos Hermanos S.R.L. En
los primeros años de la década del '50 la aceptación del sabor de Mantecol en la
Argentina determina la necesidad de producir materia prima propia. Es así como
Georgalos proyecta y consolida sus actividades también en la provincia de Córdoba,
lugar ideal para sembrar y cosechar maní.
Fue así como nuestra golosina tan argentina, que creíamos griega vino desde
Varsovia.
Muchas gracias.
Lic. Claudia Stefanetti Kojrowicz
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