Untitled - Teatro Real

EL LAGO DE LOS CISNES
Sinopsis
Esta obra cumbre del ballet clásico nos sumerge, a través de una impresionante
coreografía en un inolvidable cuento de hadas. La joven reina Odette es víctima del hechizo del
terrible brujo Von Rothbart, que la convierte en cisne y únicamente le permite adoptar forma
humana durante la noche. El hechizo acabará cuando un hombre le jure amor eterno. Sigfrido
se enamora de Odette pero el malvado brujo le pondrá todo tipo de trabas para impedir su
amor.
El Ballet Nacional de Moscú de representa esta obra única, captando la esencia, la belleza
de la historia y la armonía de la música de Tchaikovsky. Hay momentos en que las bailarinas
que rodean a Odette parecen auténticos cisnes y el espectador cae rendido ante el embrujo de
sus movimientos. Más de 40 bailarines surcan el escenario en esta versión representada por el
famoso Ballet Nacional de Moscú.
El lago de los cisnes se ha convertido en sinónimo de gran ballet, de ese tipo de
espectáculos que vale la pena ver una vez en la vida y que, una vez se experimenta, es
imposible no repetir. Sin embargo, no deja de ser sorprendente, que en su tiempo fuera un
desastre. Cuando Thaikovsky estreno la obra, el público aún no estaba preparado y fracasó.
Años después de su muerte, alcanzó el éxito universal que la ha convertido en un clásico
imperecedero que seduce a cualquier generación.
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EL LAGO DE LOS CISNES
Uno de los ballets más bellos y célebres de Tchaikovsky y de toda la historia llega a
nuestra ciudad. Ballet del Teatro Nacional ruso de Moscú, una reconocida compañía de amplia
experiencia, presenta este espectáculo cargado de romanticismo y lirismo.
Tchaikovsky no había escrito nunca antes música para ballet cuando aceptó el proyecto
de los Teatros Imperiales de Moscú de realizar El lago de los cisnes, porque “necesitaba dinero,
y hacía tiempo que deseaba tratar de componer música de ese tipo”. El ballet más popular de
toda la historia se estrenó en 1877, en el teatro Bolshoi de Moscú, y fue un rotundo fracaso. El
éxito no le llegaría hasta 1895, cuando se representó una nueva versión, firmada por Marius
Petisa y Lev Ivanov, en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo. Un éxito que, sin embargo,
Tchaikovsky nunca llegaría a ver, pues había fallecido dos años antes.
La obra, bajo la forma de cuento de hadas, narra la historia de amor imposible entre el
príncipe Sigfrido y Odette, una joven reina convertida en cisne junto a toda su corte por el
hechizo del malvado Von Rothbart. La joven sólo recupera su forma humana por la noche y
sólo puede ser liberada del hechizo por aquel que le jure amor eterno. Para componer la obra,
Tchaikovsky se valió de fragmentos de otras obras: un ballet basado en una leyenda alemana
(de donde procede el nombre) y pasajes remodelados de sus óperas Odina y El Voyevoda.
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BALLET NACIONAL DE MOSCÚ
El Ballet Nacional de Moscú surgió con el objetivo de aunar a jóvenes profesionales con talento
para interpretar una amplia gama de roles y estilos, todo ello bajo la piedra angular del teatro
que es el ballet clásico, aunque también tienen cabida otros tipos de baile.
La compañía fue creada por Vladimir Moiseev, director general del Teatro junto a Evgeny
Amosov, director artístico. Este ballet combina el legado de dos importantes escuelas, la de
Moscú y la de Perm, tradicionalmente famosa por su baile emocional, artístico y expresivo.
El elenco está formado por jóvenes bailarines, sin embargo, pese a su juventud, muchos de
ellos ya han logrado un amplio reconocimiento internacional y han sido ganadores de
prestigiosas competiciones como es el caso de Nadezhda Ivanova, Maxim Romanov, Kristina
Pavinskaya, Veronica Zemliakova, Andrey Shalin entre otros. Además han realizado diversas
giras con gran respuesta del público y los medios.
La profesionalidad, el talento y el entusiasmo de los bailarines ha hecho posible llevar a escena,
tras pocos años de la creación del teatro, grandes obras maestras del ballet clásico como “El
lago de los cisnes”, La Bella Durmiente”, “El Cascanueces”, “Giselle”, y “Romeo y Julieta”.
El repertorio fue desarrollado a partir de dos líneas principales, el ballet clásico y un proyecto a
largo plazo. El eje de su programación se establece en base a tres ballets clásicos de
Tchaikovsky, y su propia interpretación coreográfica de estas obras ofreciendo al público
versiones propias de las famosas producciones clásicas. El segundo proyecto es desarrollar el
método creativo de Igor Moiseev con su innovador acercamiento del baile folclórico al nivel del
baile académico. Por ello, organizan ballets clásicos originales basándose en el folklore nacional
de diversos pueblos., transmitiendo así todo el espíritu de su gente, el estilo local y el color de
su baile. Con ello pretenden de forma graduar crear un repertorio formado por un mosaico que
unifique el ballet clásico con las coreografías folclóricas modernas.
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ARGUMENTO
Antes de que se levante el telón, la obertura anuncia el drama. Tras la exposición del
tema principal, las cuerdas y los metales dialogan in crescendo, volviendo luego la orquesta al
tema romántico que paulatinamente se apaga.
Acto primero: jardín del castillo del príncipe Sigfrido
El príncipe Sigfrido celebra su cumpleaños vigésimo primero cumpleaños acompañado de
Benno y otros amigos; Wolfgang, su anciano tutor, entra bullicioso y se integra en el grupo
donde los jóvenes beben y charlan animadamente. Las trompetas anuncian la llegada de los
invitados, que son saludados cortésmente por Sigfrido, comenzando la fiesta y los bailes. En
plena diversión, aparece la reina con sus cuatro damas de honor; Sigfrido se acerca a su madre
y recibe los reproches que, afectuosamente, ésta le hace por su despreocupada vida,
recordándole, además, que deberá elegir esposa entre las jóvenes que participarán en el baile
de la corte la próxima noche. Su indicación en el fondo es una orden y Sigfrido la rechaza
obstinado, pese a que, aparentemente, se somete a la voluntad de la reina. Cuando la reina se
retira, se reanuda la diversión. El vino ha hecho efecto en Wolfgang, y el pobre viejo pretende
demostrar que puede bailar con las jovencitas mejor que cualquiera de los amigos del príncipe,
rodando en el intento por el suelo con su pareja. Sigfrido también bebe y se regocija, al fin y al
cabo mañana será otro día.
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La noche se acerca y se escucha el sonido del batir de las alas de una bandada de cisnes
salvajes; Benno mira al cielo y propone al príncipe una partida de caza. Sigfrido acepta para
olvidarse de la perspectiva que le aguarda; los criados traen las ballestas y antorchas para
iluminar el camino del bosque y los jóvenes corren en pos de los cisnes. Entre tanto, el tutor se
ha quedado solo en el jardín, con la botella como única compañía. Mientras baja el telón, la
música continúa el tema del extraño presagio; luego vuelve la calma.
Acto segundo: orilla de un lago
Sobre la orilla de un gran lago en calma y bañado por la luna, aparecen saliendo del agua
bellísimas doncellas cisne. Llega la partida de caza encabezada por Benno; los jóvenes buscan a
los cisnes entre las ramas de los árboles y se sorprenden al comprobar que se encuentran
nadando plácidamente, conducidos por una hermosa ave blanca cuya corona refleja destellos
de luz sobre el agua. Cuando Sigfrido se acerca, contempla extasiado el panorama y, presto, se
dispone a ordenar que comiencen la batida, cuando una visión extraordinaria le detiene,
escondiéndose para contemplar detenidamente aquél extraño fenómeno.
Apenas Sigfrido se ha agazapado detrás de los matorrales, entra en el claro del bosque la
más hermosa y mágica de las criaturas que haya visto jamás: su cara está enmarcada por
blancas plumas de cisne, de su níveo vestido cuelgan delicadas plumas y su cabeza aparece
coronada por una tiara de brillantes. Al percatarse de la presencia de Sigfrido, la joven se
estremece, agita desesperadamente los brazos tratando de huir volando y cae desvalida al
suelo; el príncipe, perdidamente enamorado de la mujer cisne, le ruega que no se marche y ella
le suplica que no dispare su ballesta. Al preguntarle el príncipe quién es y qué hace en ese
lugar, ella le responde que es Odette, la reina de los cisnes, que fue encantada, junto con sus
compañeras, por el mago Rothbart y que seguirán siendo cisnes, excepto entre la media noche
y el amanecer, hasta que alguien le jure amor eterno. Sigfrido le declara su amor y le promete
fidelidad, invitándola al baile del día siguiente por la noche. La música se acalla, Sigfrido y
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Odette se abrazan y se van hacia el bosque. Cuando los amantes abandonan el claro, todos los
cisnes entran bailando desde la orilla del lago y Benno y los cazadores apuntan sus ballestas
contra ellos; en ese momento, aparece Odette que se coloca, protectora, delante del grupo;
Sigfrido ordena bajar las armas. El embeleso de los jóvenes se hace eco en las danzas de los
cisnes; de pronto, surge Rothbart amenazante reclamando para sí a las desdichadas criaturas,
pues despunta el alba.
Tercer acto: salón del castillo del príncipe Sigfrido
Todo está preparado para el comienzo del gran baile en honor del príncipe Sigfrido. En el
gran salón del castillo, ricamente engalanado, aguardan los invitados la llegada del príncipe y la
reina madre. Cuando éstos entran, comienzan los festejos; sin embargo, el príncipe parece
como ausente y no presta demasiada atención a las seis bellas jóvenes que su madre ha
seleccionado como candidatas a futura princesa. Las muchachas, primorosamente ataviadas,
bailan para Sigfrido, pero éste sólo piensa en su encuentro con Odette en el claro del bosque, a
orillas del lago. Su madre le llama la atención y le sugiere que baile con sus invitadas; Sigfrido
accede y lo hace con desgana, indiferente a los encantos de las jóvenes, comunicando a su
madre que no desea casarse con ninguna de ellas, pues ama a otra. Así las cosas, un heraldo
anuncia la llegada de un noble desconocido con su hija. Se trata en realidad del mago Rothbart
y de su criatura Odile, seductor sosia negativo de Odette. Sigfrido, perturbado hasta casi perder
el control, mira fijamente a la bellísima joven que, vestida de severo negro, es la viva imagen
de su querida Odette; Odile responde a la mirada del príncipe con una seductora y calculada
aprobación. Ahora, los invitados extranjeros ofrecen su particular homenaje al príncipe
mediante una serie de danzas.
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Rothbart, satisfecho por el discurrir de los acontecimientos, está convencido de que
Sigfrido ha sido engañado totalmente y, por lo tanto, romperá la promesa hecha a Odette de
que nunca amaría a otra mujer. Para asegurarse, le dice a Odile que ha llegado el momento de
bailar ante la reina, comenzando el "pas de deux" en el que Odile reafirma su poder sobre el
príncipe quien, finalmente, pide a Rothbart la mano de su hija; el mago se la concede, pero
antes debe jurar fidelidad a Odile. Al prestar Sigfrido juramento, se escucha un estrépito de
truenos, la sala se oscurece y los cortesanos huyen atemorizados. Cumplido el engaño fatal,
Rothbart y Odile se alejan triunfantes, mientras que el blanco espíritu de Odette aparece a lo
lejos. Sigfrido, comprendiendo la trascendencia del engaño al que ha sido sometido, no puede
soportar sus risas odiosas y crueles, cayendo de rodillas atormentado por su error.
Cuarto acto: orilla de un lago
Es de noche, en la orilla del lago las doncellas cisne danzan apesadumbradas por el
destino de su reina. Odette llega llorando desconsoladamente y sus amigas tratan de calmarla,
le recuerdan que Sigfrido fue engañado por las artimañas de Rothbart; sin embargo, Odette se
siente traicionada y se derrumba abatida por el dolor. Sigfrido, descompuesto, llega en su
busca y, cuando los cisnes que rodean a Odette le permiten vislumbrarla, la toma tiernamente
de la mano implorando su perdón, al tiempo que le jura de nuevo su amor infinito. Odette y
Sigfrido se alejan en el bosque, mientras las doncellas cisne prosiguen su danza.
Cuando los enamorados regresan al lago, Odette, con lágrimas en los ojos y expresión
serena, le dice al príncipe que ni siquiera su inmenso amor podrá salvarla, pues Rothbart la
había condenado a morir si era traicionada. Aparece entonces el enfurecido Rothbart,
impaciente por la demora de Odette, y Sigfrido le desafía, venciéndole por el momento. Odette
vuelve a recordar al príncipe que está sentenciada y que sólo la muerte podrá liberarla de
aquél, tirándose al lago. Sigfrido se da cuenta de que la vida sin su amada no es tal y también
se hunde en el lago. El sacrificio de amor de Odette y Sigfrido deshace el sortilegio y, con la
salida del sol, los cisnes se transforman en muchachas para siempre y los dos amantes se
encaminan hacia una terrena felicidad.
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