LA INTELIGENCIA EMOCIONAL: UN FACTOR DIFERENCIADOR EN LA CULTURA EMPRESARIAL ACTUAL SANDRA MILENA MONROY PARRA BOGOTA D.C 2 INTRODUCCION Hoy en día las organizaciones ya no son consideradas como estructuras rígidas. El propósito de ellas era la producción y sistematización de procesos. Actualmente son definidas como sistemas sociales compuestos por seres humanos diversos y cambiantes, orientados a la búsqueda y la consecución de objetivos comunes, en pro de la excelencia; ya no es suficiente responder a desafíos puramente operacionales, sino es de vital importancia generar valor a partir de el tejido y propagación de relaciones interpersonales asertivas, que potencialicen una cultura organizacional sana y visionaria a partir de concientización de lecturas y corrientes emocionales y sentimientos, es decir la inteligencia emocional al servicio de las organizaciones. Por esta razón, el presente artículo tiene como propósito determinar la importancia que reviste la inteligencia emocional en la transformación cultural de las organizaciones de hoy; para lo cual será necesario, dimensionar el efecto que tiene la inteligencia emocional en los líderes actuales, frente a aquellas personas encasilladas como jefes que no tienen muy desarrolladas ciertas competencias que componen esta misma. Resalto y valoro las ventajas competitivas que se obtienen cuando la cultura empresarial está alineada, apalancada y empoderada por líderes con un nivel de inteligencia emocional mayor que la misma conceptual; antes que el hacer o saber esta el ser. En la actualidad, las empresas que perduran cuentan con talento humano dotado no solamente de un coeficiente intelectual importante sino de una inteligencia emocional que antecede el saber o hacer, para convertirse en el rol principal dentro de la dinámica y foco empresarial de hoy; suscita esto utilidades superiores al promedio, en medio de un mercado competitivo, cambiante y que invita a tener una mirada totalmente holística. 3 LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA TRANSFORMACIÓN CULTURAL DE LAS ORGANIZACIONES DE HOY Actualmente, la cultura empresarial es cambiante y está gobernada no solamente por el coeficiente intelectual, formación o experticia en el quehacer de los individuos que la componen, sino por el modo en que se relacionan entre ellos mismos y con los demás, originándose la necesidad de fortalecer habilidades que garanticen la formación de equipos y la capacidad de adaptarse a los cambios. Las condiciones intelectuales no son la única garantía de éxito en la cultura empresarial de hoy, sino tan sólo un factor, que asociado a las necesidades emocionales de los colaboradores que conforman el equipo, desarrollará el desempeño y los resultados de todo líder y trabajador motivándolo emocionalmente a ser productivo. La cultura empresarial se ve comprometida a fortalecer cada vez más la inteligencia emocional de sus colaboradores especialmente de los lideres que tienen la potestad de guiar los equipos de trabajo, entendiendo que la ausencia de esta limita y obstaculiza la consecución de objetivos organizacionales, además de ser el elemento vital para la generación de un buen clima organizacional. De acuerdo a lo anterior, es necesario precisar el concepto de Inteligencia emocional, para lo cual se citará algunas definiciones de autores que han venido trabajando el término y que han sido los pioneros de este nuevo concepto a lo largo de la dinámica tanto humana como empresarial: De acuerdo a Goleman (1999): El término inteligencia emocional se refiere a la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos. Se trata de un término que engloba habilidades muy distintas-aunque complementarias a la inteligencia académica, la capacidad exclusivamente cognitiva medida por el cociente intelectual..... (Pág. 47). En este sentido, Salovey y Meyer, (citado por Shapiro, 1998): La Inteligencia Emocional es definida por como: “...un sub-conjunto de la inteligencia social que comprende la capacidad de controlar los sentimientos y emociones propias, así 4 como las de las demás, de discriminar entre ellos y utilizar esta información para guiar nuestros pensamientos y emociones.” (Pág. 34). Cooper y Sawaf (1998) no escapan a la mirada sobre el tema cuando afirman que: No basta con tener sensaciones, la inteligencia emocional requiere que aprendamos a reconocerlas y a valorarlas (en nosotros mismos y en los demás), y que respondamos apropiadamente a ellas, aplicando eficazmente la información, y energía de las emociones en nuestra vida diaria y en nuestro trabajo. (Pág. 23). Respecto a lo anterior, es de vital importancia comprender que la inteligencia emocional, genera competencias que fortalecen la habilidad que tiene una persona para enfrentarse a los requerimientos y presiones del entorno. Por lo tanto, servirán como una herramienta para agregar valor a la organización y desempeñar un papel significativo, aportando a una cultura empresarial donde el bienestar esta dado no solo por condiciones higiénicas del medio sino por las corrientes emocionales que se pueden tejer a partir de las relaciones interpersonales subyacentes de contactos formales entre las personas que conforman a organización. Las aptitudes emocionales en la cultura empresarial están a la vanguardia de las habilidades empresariales, evidenciando cambios radicales en los lugares de trabajo, mostrando una nueva realidad competitiva. Se está cambiando de una cultura jerárquica corporativa, con un jefe impuesto y coercitivo, a un líder que cuenta con habilidades interpersonales que inspiran y marcan el camino hacia un futuro promisorio en las organizaciones. Todo esto se ha venido dando, gracias a fenómeno social incentivado por la globalización y la industrialización orientada hacia una excelencia operacional donde lo importante esta en el ser, precedido del saber y el hacer. Es cierto que la prospectiva de los negocios está dada en las acciones revolucionarias que en el presente se dicten y se implementen, manejadas con el poder del cerebro, pero también es necesario contemplar que para pensar bien, alcanzar y asegurar el éxito es relevante aprender a competir con todos los aspectos de la inteligencia, no sólo con la cabeza. Si bien es cierto que un exceso de emoción puede perturbar temporalmente la emoción o el análisis, los resultados en las 5 organizaciones de hoy sugieren que en la mayoría de los casos muy poca emoción puede ser aún más perjudicial para una carrera u organización. En las últimas décadas ha aumentado el número de empresas que invierten en el bienestar y en la satisfacción de sus colaboradores, formándolos en inteligencia emocional, y es así porque se han dado cuenta de que ahí está la clave del éxito, la clave para beneficiar ampliamente al delicado campo de las relaciones, lo que influye en los niveles de productividad y la consecución de utilidades superiores al promedio; generando una cultura organizacional optima que parte del conocimiento y control de las emociones tanto de los colaboradores como de los mismos clientes; facilitando una sinergia organizacional orientada a la búsqueda continua de una relación de gana gana, donde él todo sea más que la suma de cada una de las partes. En el mundo empresarial se está cada día más convencido de que aquellas personas que más alto o más rápidamente ascienden en sus carreras profesionales son aquellas que poseen un mayor coeficiente de Inteligencia Emocional. La Inteligencia General requiere tiempo y calma, la Inteligencia Emocional rapidez. Gestionar la Inteligencia Emocional significa enfatizar lo emocional o lo racional en las relaciones interpersonales y no asumir un comportamiento elemental, cediendo a los impulsos más básicos. En este aspecto, Goleman (1998); afirma que: Los mensajes con contenido emocional (evaluación del desempeño, por ejemplo), son nublados por una reacción emocional que deja el cerebro consciente incapaz de dar una respuesta racional. Comprender esta irracionalidad del cerebro humano es esencial para saber cómo las personas se relacionan (o no lo hacen) entre sí, elemento clave para una colaboración con éxito para motivar, dirigir o liderar equipos humanos. (Pág. 174). En el mundo moderno, con la nueva manera de hacer negocios, elementos como la inteligencia emocional cobra una importancia crucial. A medida que las organizaciones se desenvuelven en mercados más competitivos y dinámicos, reducen personal por reestructuraciones o comienzan a ser parte del proceso mundial de la globalización, por eso, deberán ocurrir modificaciones en sus estilos de 6 gestión. “Es por ello que los empleados deberán desarrollar nuevas características para adaptarse ó destacarse en este nuevo sistema”. (Robbins, 1996, pág. 77). Para las organizaciones, conseguir al más brillante en algún ámbito es cuestión de tiempo y dinero, pero será mucho más complicado encontrar al más apto. Lo anterior significa competencia técnica e inteligencia emocional. Es interesante destacar que un coeficiente intelectual superior o un alto nivel de pericia en una determinada materia pueden llegar a ser negativos para el éxito laboral y cultura empresarial moderna, si no se cuenta también con la facilidad de leer y controlar emociones propias y ponerse en los zapatos de los demás. Lo anterior está estrechamente relacionado con el liderazgo (Goleman, 1998). Frente a la nueva realidad competitiva y el creciente nivel de exigencia de los clientes, que hacen parte de una cultura empresarial globalizada, se hace inevitable la aplicación de la inteligencia emocional en el lugar de trabajo y en el mercado, siendo condición indispensable la planificación de las capacidades empresariales en lo que se refiere a liderazgo, gestión y organización. De lo contrario, el destino de las empresas en el momento actual de cambios estructurales estará seriamente comprometido en el declive frente a la competencia y a la participación del mercado actual. Teniendo en cuenta lo anterior, podría afirmar que algunas organizaciones triunfan o fracasan según la combinación y desarrollo de las habilidades asociadas con la Inteligencia emocional; allí la cultura corporativa está empoderada y asegurada por prácticas adaptativas al contexto de las personas, se identifican con sus objetivos y logran a través de la organización satisfacer sus necesidades; con ellas se puede asegurar su permanencia y generar una cultura organizacional sólida, con valores y con proyección en el mercado. De este modo, algunas investigaciones confirman que la inteligencia emocional no sólo distingue a los líderes excepcionales, sino que está directamente asociada con el éxito de la empresa y por encima de todo, demuestran que todo el mundo puede desarrollar sus competencias de inteligencia emocional. Por ejemplo, la 7 capacidad de transmitir confianza, de lidiar con impulsos y emociones, la excelencia en el servicio a los clientes basada en la empatía y la forma de motivarlos son todas ellas competencias intrínsecas a la competencia emocional. En conclusión, sería incorrecto afirmar que las viejas nociones de coeficiente intelectual y capacidad analítica no son ingredientes esenciales para fomentar una cultura organizacional en la que el liderazgo sea fuerte, contundente y ejemplo a través del tiempo, pero que la receta no estaría completa sin la inteligencia emocional; hoy en día ya no es exclusiva de los más altos cargos empresariales o selectiva en algunos perfiles, sino que constituyen una constante para todos y cada uno de los colaboradores que componen dicha cultura, prospectando una organización lo suficientemente madura y visionaria, que compita con los más altos estándares de calidad, efectividad pero sobre todo con asertividad, característica primordial que corresponde única y exclusivamente al ser humano con inteligencia emocional. 8 EFECTO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LOS LÍDERES ACTUALES Todo colaborador, líder o ejecutivo conoce la historia de un colega o una persona cercana que no fue ascendido a una posición o cargo de mando a pesar de ser extremadamente competente e inteligente. O por otro lado, de alguien que tuvo éxito en ese mismo cargo, pese a que sus competencias intelectuales y técnicas no fuesen tan sobresalientes. Estas historias demuestran que identificar individuos con las características propias del liderazgo exige más arte que ciencia. Se puede evidenciar, que actualmente, los líderes más eficaces poseen una característica común: han desarrollado un alto nivel de coeficiente emocional (CE). Esto no quiere decir que el coeficiente intelectual (CI) y las competencias técnicas o analíticas sean irrelevantes. Estos son un requisito de entrada para quien aspire a ser un buen líder, pero la inteligencia emocional es la condición esencial del liderazgo actual. Algunos profesores (Martín Seligman, Universidad de Pensilvania; Walter Mischel, Universidad de Stanford y Peter Salovey, Universidad de Yale), admiten que el Coeficiente Intelectual interviene sólo en un 20% de los factores que determinan el éxito, que el 80% restante está vinculado a otros factores que incluyen lo que ellos denominan la inteligencia emocional (Goleman, 1998, Pág. 183). Un gerente puede tener la mejor formación del mundo, una gran capacidad analítica o un enorme espíritu creativo, pero sin inteligencia emocional no será un gran líder. Todo lo anterior, se ve precisado en los estudios innumerables que Goleman llevó a cabo en diferentes empresas; con el objetivo de determinar las competencias personales que producían un rendimiento excepcional. Esas capacidades se agruparon en 3 categorías: la primera de ellas las puramente técnicas: como la estrategia y la contabilidad; las denominadas cognitivas: el raciocinio analítico y las finales asociadas a la inteligencia emocional: la capacidad para trabajar en equipo y la eficacia de aceptación de los cambios. 9 Sin duda alguna, los lideres que se mueven en este mundo globalizado, requieren que esas tres categorías estén alineadas y se expresen de forma tangencial al interior de los equipos que guían, influencian e inspiran, en ocasiones, con cierta dureza. Es preciso saber cuándo mostrarse firme y cuándo utilizar maneras más directas de guiar o influir. El liderazgo requiere tomar decisiones oportunas: alguien debe indicar a los demás qué deben hacer, velar por el cumplimiento de todas las responsabilidades y ser explícito en cuando a las consecuencias. La Inteligencia emocional suele ser el factor diferenciador entre un líder y un jefe; aunque en las dos posiciones se tiene la premisa del poder y mandato, el jefe está orientado eminentemente al cumplimento de procesos e indicadores de productividad, dejando de lado la comprensión de aquellas necesidades personales de los colaboradores de su equipo, que motivaran y empoderaran la productividad de los mismos. Al respecto Ryback, (1998) afirma: En el siglo XXI, los criterios por los que se valora el liderazgo no sólo serán los conocimientos y la experiencia, sino también un grado saludable de autoestima y sensibilidad ante los sentimientos de los demás. Las personas que tengan un nivel elevado de los factores serán los que lleven el timón en las organizaciones de éxito. (Pág. 36). Vale la pena traer a colación, un paralelo entre algunas de las características o acciones de los líderes con inteligencia emocional y los jefes que gobiernan la cultura organizacional de las empresas de hoy: Los líderes inspiran y guían personas, despiertan el entusiasmo hacia una visión compartida, orientando mediante el ejemplo; los jefes gobiernan asumiendo que todos son similares y que responden a los desafíos de forma parecida, se orienta bajo la premisa de qué se debe hacer porque el manda y es autoridad. Los líderes con inteligencia emocional entienden que el cambio no se da por si solo, se da si se capta sutilmente las corrientes emocionales que este produce no en la estructura rígida de la organización, sino en los colaboradores que la compone; por el contrario, el jefe no sabe interpretar el impacto de acciones que conducen las corrientes emocionales de sus colaboradores, pues, piensa que el cambio se da por 10 sí solo. El líder expresa sus emociones frente a los cambios para impulsar su equipo, articulando sentimientos colectivos tácitos y entendiendo a la gente. Por otro lado, el jefe es arbitrario frente a las emociones, ya que en ocasiones no reconoce las propias, mostrándose algo arrogante. El líder emocionalmente inteligente estimula la imaginación y la creatividad de los demás, inspirándolos para que avancen en la dirección deseada; el jefe coarta las ideas y antepone su punto de vista en pro del cumplimiento y la homogeneidad. El líder conoce y controla sus emociones y sentimientos ante situaciones bajo presión; el jefe no ha explorado internamente sus emociones, ni sus sentimientos que se derivan como respuestas ante contextos de presión. A través de los tiempos, gracias a las innumerables investigaciones de varios autores, han aflorado un sinnúmero de características que distinguen y marcan la diferencia entre un líder emocionalmente inteligente y una persona que es jefe pero que carece de esta inteligencia; el aporte operacional viéndolo en términos de productividad no es igual hacia la organización y si es cuantificado en términos de el empoderamiento y desarrollo de las personas al interior de la empresa también genera una diferencia sustancial. El mismo Goleman (1998) y demás autores definen: El éxito de gerentes líderes y trabajadores en personas de alto nivel de desempeño, destrezas, habilidades técnicas y emocionales, bien desarrolladas alcanzando capacidad de dar sentimientos que cada vez se hacen más competitivos y necesarios en la familia, la gerencia y la sociedad. (Pág. 92). Una de las responsabilidades básicas de los líderes en general, es proveer la motivación necesaria a sus equipos de trabajo en la organización pues, considerando que su ausencia limita la consecución de los objetivos organizacionales, es el elemento indispensable para la generación de una buena cultura organizacional. Se requiere que sea desarrollada por un líder con un estilo de liderazgo participativo, democrático que inspire el trabajo de equipo, que se permita desarrollar en las personas actitud positiva, sentido de pertenencia, motivación hacia el trabajo y compromiso real con la organización. 11 Dado que La inteligencia emocional, es la capacidad para comprender discernir y responder adecuadamente al humor, temperamento, motivaciones y deseos de los demás. Es la clave para el autoconocimiento, el acceso a los propios sentimientos y la capacidad de distinguirlos y recurrir a ellos para guiar la conducta. Esta se convierte en un elemento fundamental que es necesario que esté presente en los líderes, así como en todas las personas para lograr cumplir las metas y los objetivos que se tracen en la vida y la consecución de retos corporativos en pro de una cultura organizacional promisoria. Está claro que no nos encontramos en una sociedad compuesta de robots. Día a día se trabaja e interactúa con personas, seres humanos que tienen sentimientos y emociones. Es evidente que los individuos siempre intentan agradarle a los demás, ser apreciados y respetados. Si se trata así a las personas, éstas responderán en forma más favorable y entusiasta; si se les tratan como autómatas, responderán como autómatas. A la vez, se obtendrá la producción esperada, pero muy rara vez se podrá obtener creatividad o resultados que generen valor agregado a la compañía y que la lleven a alcanzar utilidades superiores al promedio, ganando participación en el mercado y penetrando nuevos horizontes competitivos. Los líderes exitosos en las culturas organizaciones de hoy, tienen claro que sus colaboradores necesitan escuchar que se les exprese gratitud o reconocimiento por un trabajo bien hecho; dichas personas producen resultados extraordinarios cuando se sienten apreciadas. A todo el mundo le agrada sentir que alguien lo aprecia y le agradece el trabajo que desempeña. La demostración de aprecio envía un mensaje acerca de lo que se quiere y de lo que se considera valioso, capacidad desarrollada dentro de la inteligencia emocional que asegura una cultura organizacional saludable. Definitivamente, una compañía es el reflejo de los líderes que la guían, la inspiran y orientan a los demás colaboradores que componen la cultura organizacional de la misma. Donde los lideres también son seres humanos. Tienen emociones, simpatías, y formas diversas de ver a otras personas, a las situaciones y al mundo en general. Cuando el líder llega a su lugar de trabajo, éste establece el 12 tono para toda la organización. Si es agresivo y colérico, la compañía también lo será. Si tiene prejuicios, la organización los tendrá. Si es feliz, la organización reflejará felicidad, si tiene claridad en la proyección y visión, la organización caminará hacia ese sendero donde los resultados van hacer un triunfo alcanzado y amasado por todos y cada uno de esos seres humanos que componen la Organización. Según Goleman (1998) “El arte de la influencia requiere manejar con efectividad las emociones ajenas. Los trabajadores estelares son diestros en la proyección de señales emocionales, lo cual los convierte en potentes comunicadores, capaces de dominar a un público” (Pág. 68). En pocas palabras, según Goleman (1998), los convierte en líderes: Poder influir sobre los demás no es un tema menor que tenga que ver necesariamente con las cuotas de poder a las que se puede acceder, sino más bien sobre la forma en que se puede hacer que los demás compartan la visión del mundo, misión y objetivos de la organización (Pág. 102) Se hace hincapié en el arte de la influencia, como la capacidad que debe poseer un líder emocionalmente inteligente, en pro de fortalecer y empoderar una cultura organizacional visionaria y energizante, digna de elogios y miradas por otras que no han descubierto en donde oscila la clave del éxito: el desarrollo y formación de la inteligencia emocional en todos y cada uno de los colaboradores responde a las corrientes emocionales que los hace únicos e irrepetibles, armonizadores de cambios desafiantes que solo si se suman con las habilidades técnicas y de raciocinio garantizarán, la fórmula integral para cualquier organización que se rete en términos coyunturales tanto en emoción como en razón. Indiscutiblemente, la relación entre la organización y sus colaboradores es como el matrimonio. Es un compromiso y una dinámica que se construye y que se demuestra a lo largo de los años, no sólo durante la luna de miel; genera esto, una cultura organizacional , alrededor de la cual, se socialicen metas mutuamente satisfactorias, propiciando un ambiente cómodo y seguro que proviene de conocer y apreciar realmente a todos y cada uno de los colaboradores que participan en la relación, precedidos por aquellos lideres emocionalmente inteligentes que armonizan y dictan las reglas de convivencia; se marca así el estándar o el camino a seguir, se 13 identifican las limitaciones y las opciones de mejora que se deben potencializar en pro de una relación funcional, llena de bienestar y felicidad. 14 VENTAJAS COMPETITIVAS DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL APLICADA EN LAS ORGANIZACIONES La mayoría de las escalas y pruebas de medición demuestran que las personas emocionalmente expertas (las que conocen y manejan bien sus propios sentimientos e interpretan y se enfrentan con eficacia a los sentimientos de los demás), cuentan con ventajas en cualquier aspecto de la vida, ya sea en las relaciones interpersonales afectivas, en los contextos laborales o en los ámbitos personales y sociales. Respecto a lo anterior, Golemán (1998) afirma “que el mantener bajo control nuestras emociones perturbadoras, es la clave para el bienestar emocional; los extremos (emociones que crecen con demasiada intensidad o durante demasiado tiempo), socavan nuestra estabilidad”. (Pág. 89). Se suscita la reflexión: quién no quiere ser exitoso laboralmente?, qué organización no quiere tener ventajas competitivas? Qué Compañía no sueña con utilidades superiores al promedio?, Bueno, este sinnúmero de interrogantes no está solamente direccionado a la relación con la productividad y el clima organizacional, sino también influye en el liderazgo y éste es desarrollado única y exclusivamente por el ser humano inteligente emocionalmente, que compone el paisaje de las empresas actuales. La dinámica de las organizaciones se ha alineado con el fenómeno social que se experimenta hoy en la que cada vez se es más competitivo y relevante si la interacción entre el ser, el saber y el hacer son congruentes con la filosofía y con la cultura organizacional promulgada. Se puede percibir que consistentemente, las organizaciones se están viendo arrastradas, obligadas e invitadas por la revolución de paradigmas; ya no es suficiente el Coeficiente intelectual de las personas que la componen sino es necesario, vital y elemental la puesta en práctica de las habilidades que componen la inteligencia emocional al servicio de las organizaciones para proceder a verificar las ventajas competitivas de éstas frente al promedio. 15 Una de las ventajas competitivas que tienen las organizaciones al interior de sus relaciones, y que experimenta la inteligencia emocional como uno de los pilares de éxito es la motivación constante y tangible, buscando el equilibrio en mostrar a los colaboradores una combinación de motivos apropiados entre el ser, el saber y el hacer. Respecto a lo anterior, Valls (1997) expone que: Dichos motivos pueden ser de tres clases: Extrínsecos (prestigio, dinero, reconocimiento); Intrínsecos (disfrute del trabajo en sí) y Trascendente (efectos del trabajo del empleado en terceras personas). Que los motivos segundo y tercero tienen un mayor poder de vinculación empresa-empleado que los primeros. Son, además, motivos que permiten delegar tareas sobre la base de una mayor confianza, Saber delegar retiene al personal cualificado, puesto que en realidad lo motiva y propicia un aumento de su competencia y rendimiento (Pág. 86). Este mismo autor señala que: Ante empleados supuestamente irrecuperables, el directivo que se aprecie de sí mismo no regateara medios para tratar el caso con toda dignidad que cualquier ser humano merece, aunque la labor que puede hacer el propio empleado es todavía más decisiva para la salida de su crisis profesional. (Pág. 102). Es por esto, que ante la retención de personal, también la inteligencia emocional constituye una ventaja competitiva cuando la organización cuenta esta, en el momento de contra ofertar, promocionar, incentivar o retener los líderes y colaboradores que al interior de la organización generan valor y representan un símbolo de crecimiento y ejercicio constante en desarrollo, preparación corporativa; Esto genera en ellos en un momento dado, la reflexión profunda en trato, cercanía confianza y oportunidad de crecimiento personal y laboral frente a otras empresas competencia del mercado. Al respecto, Goleman (1998) sugiere que: La organización dotada de inteligencia emocional debe saldar cuentas con cualquier disparidad existente entre los valores proclamados y los que aplica. La claridad en cuanto a espíritu y el objetivo de la empresa lleva a una decisiva seguridad en la toma de decisiones (Pág. 36). He aquí otra ventaja competitiva, frente a la implementación de la inteligencia emocional al servicio de las organizaciones, la declaración y manifestación de objetivos de la compañía cumple una función emocional: articular cierto sentido de cooperación y esfuerzo mutuo que, compartido, permite pensar que se está haciendo 16 juntos algo verdadero. Desempeñarse en una compañía que mide su éxito de manera muy significativa en valor y crecimiento personal, humaniza constantemente el trabajo, (no sólo por los resultados en cifras) fortalece la moral y la energía de quien observa y pertenece a esa medición e interacción. Se trae a colación, otra de las ventajas competitivas que experimenta una organización cuando es aplicada la Inteligencia emocional al interior de la misma y esta es la Orientación hacia el servicio, entendida como el reconocer, identificar y satisfacer las necesidades de los clientes; así se brinda una relación mucho más cálida, certera y cercana; ofrece los servicios y productos que den respuesta al requerimiento del mismo, aumenta gradualmente la satisfacción de tal forma que fidelice la relación y en la que se actué como asesores de confianza y calidad. No podemos dejar de mencionar, que una de las ventajas competitivas que tiene una organización con un alto nivel de inteligencia emocional proveniente de sus colaboradores, es la Innovación y la adaptabilidad para reaccionar ante los cambios; busca constantemente nuevas ideas de diversas fuentes, halla soluciones originales para los problemas, adopta perspectivas novedosas, acepta riesgos en pro de resultados exitosos y genera una visión flexible en la forma de apreciar los procesos y los hechos inesperados. Aunque se podría hacer hincapié en un número más amplio de ventajas asociadas a la inteligencia emocional al servicio de las organizaciones, creo que finalmente, la ventaja competitiva más fuerte y alentadora para todas las organizaciones que sueñan con un futuro promisorio, es tener claridad y conciencia absoluta, que el éxito está en saber que la inteligencia emocional se puede aprender. Serán estas organizaciones las que marquen la diferencia en este mundo competitivo y globalizado, cada vez más exigente no por los procesos operativos, o las herramientas de última tecnología, sino definitivamente, por el talento humano dotado de una inteligencia emocional excepcional; más que experto o adiestrado en un perfil determinado, está preparado para ser y para hacer. 17 Asombrosamente, la Cultura organizacional actual se está volviendo más exquisita en la selección y contratación de su talento humano; busca con fino cuidado que las personas y los lideres que la compongan estén dotados de aquella inteligencia emocional que marcará la pauta y será el factor diferenciador en los diversos gremios económicos; estas habilidades no solo permitirán competir a las organizaciones en un mercado externo cambiante, sino que constituirán una fuente interna de alimentación constante para encontrar el pertenecer al amplio idilio empresarial. placer y enorme gozo de 18 CONCLUSIONES Toda organización es como un organismo o un ser vivo, compuesto por varios momentos coyunturales; cuenta con un nacimiento, precedido de un momento de crecimiento, una maduración y un fin. La inteligencia emocional hoy puede ser el antivirus perfecto que proteja la salud y fomente el crecimiento de las culturas empresariales actuales, prospectadas con una vida útil frondosa y prospera, para todos y aquellas personas que la experimenten, la vivan, la degusten y promulguen. Definitivamente, las organizaciones de hoy están expuestas a cambios desenfrenados en un entorno globalizado que penetran y transcienden culturas, que cada vez son más exigentes no solo por las respuestas tecnológicas o procedimentales, sino con mayor contundencia por la capacidad de adaptación. La apertura y creación de valor de todos y cada uno de colaboradores que componen la organización, especialmente, de aquellos lideres que influencian, persuaden e inspiran a los equipos de trabajo, tienen que ser capaces de leer y entender todas aquellas corrientes emocionales tanto propias como de los demás, potencializándolas hacia la obtención de utilidades superiores al promedio. El desafío actual, está en que las organizaciones posibiliten la dinámica, la búsqueda, el aprendizaje y la adopción de aquellos líderes que cuenten con una inteligencia emocional prodigiosa al servicio de las empresas; que se experimente una relación directamente proporcional entre el ser, el saber y el tener y donde la demanda de inteligencia emocional se dé con mayor auge y velocidad; que no quede más remedio que interiorizar su importancia y hacer lo posible por augurar un mañana empresarial que dependa cada vez mas de la combinación perfecta y armoniosa entre la inteligencia emocional con la conceptual. 19 BIBLIOGRAFIA Cooper, Robert y Aywan, Sawaf. (1998). La Inteligencia Emocional aplicada al liderazgo y a las organizaciones, Colombia., Editorial Norma. Goleman, Daniel. (1998).La Inteligencia Emocional, Colombia, Javier Vergara Editores. Goleman, Daniel. (1998). La inteligencia emocional en la empresa. Buenos Aires, Javier Vergara Editor S.A., primera edición. Goleman, Daniel. (1999). La práctica de la inteligencia emocional. Editorial Kairós, Barcelona. Robbins, Sance. (1995). Administración. Teoría y Práctica. México, Editorial PrenticeHall Hispanoamericana, S.A. (6ta. Edición). Ryback, David). (1998). EQ Trabaje con su inteligencia emocional. Los factores emocionales al servicio de la gestión empresarial y el liderazgo efectivo. Madrid. Editorial EDAF S.A., primera edición. Shapiro, Laurance. (1998). La Inteligencia Emocional en los niños, Colombia, Javier Vergara Editores. Valls Roig, Antonio. (1999).Inteligencia emocional en la empresa. Barcelona. Ediciones Gestión 2000 S.A., primera edición.