REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE GUADALAJARA Grupo Psicoanalítico de Guadalajara Comité Editorial Directora Norah Gramajo Galimany Secretaria María Cristina Espinosa Rivas Miembros del Comité Editorial María Esther Guzmán Celia González Adriana Lira Patricia Reyes Carmen Villoro La Revista de Psicoanálisis de Guadalajara es propiedad de la Asociación Psicoanalítica de Guadalajara, A.C. Publicación anual, 2009. El Comité Editorial no es responsable del contenido de los artículos publicados. Todos los derechos de reproducción de los textos aquí publicados están reservados a Revista de Psicoanálisis de Guadalajara DR © 2009 Asociación Psicoanalítica de Guadalajara, A.C. (Grupo de estudio) Filial de la Asociación Psicoanalítica Internacional (ipa) Sociedad Componente de la Federación Psicoanalítica de América Latina (FEPAL) Paseo de la Arboleda No. 632. Jardines del Bosque Guadalajara, Jalisco, México ISSN 1870-5952 R.D. 04-2008-061314551900-102 revista de psicoanálisis de guadalajara Grupo Psicoanalítico de Guadalajara Índice Núm. 4 l 2009 Prólogo Micaela Hernandez Abad Transferencia vincular Diana Siguel de Turjanski 7 9 ¿Es posible la enseñanza del Psicoanálisis en la Universidad? Haydée Zac de Levinas Silvia Grinblat de Notrica 15 El deseo esclavo en la violencia sexual Patricia Alkolombre 21 Lo que del hombre hace mujer Gladys Michelena P. 27 Y con los triángulos ¿desde dónde? Ruth Axelrod Praes 35 Cultura web o el mundo en la palma de la mano; relaciones con el psicoanálisis Cecilia Moise de Borgnia Ana Salazar 43 Transferencia imaginaria: actuación del analista Olga Varela Tello 53 Mi mamá, tu y yo Laura Mejorada de la Mora 59 Prejuicio, intolerancia y odio al otro Fanny Blanck-Cereijido 65 Mesa aniversario 100 años de ipa Transferencia. Los comienzos Micaela Hernández Abad 77 Transferencia: Escuela Inglesa, un breve recorrido Ma. Esther Guzmán Barajas 83 Vuelve a contarme la misma historia que reinventas cada vez. Transferencia. Escuela Francesa Adriana Lira Ramírez 89 Reseñas de Libros Nuevos paradigmas de la mujer Carmen Villoro Locura (enfoque multidisciplinario) Carmen Villoro 97 103 Prólogo E transferencia “vincular”, ya l Número 4 de la Revista Micaela que pertenece al encuentro de Psicoanálisis de GuaHernández Abad de la sesión. dalajara nace en el año del Olga Varela plantea que la transferencia centenario de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA), fundada en 1910 por imaginaria, narcisista o especular obtura el inconsciente; los análisis se estancan, proSigmund Freud. Los psicoanalistas a lo largo de todo el ducen interrupciones o concluyen, pero mundo nos hemos unido a los festejos de sin haber hecho otra cosa que cambiar una los 100 años de nuestra Magna Asociación, historia por otra. Cuando el analista completa al paciente, ninguno de los dos logracon diferentes eventos conmemorativos. Destacados colegas de distintas asocia- rá esta renuncia y los objetivos del análisis ciones han contribuido, con sus artículos, habrán fracasado. Distingue la transferena que esta revista siga motivando el pen- cia imaginaria de la simbólica. Patricia Alkolombre toca el tema de las samiento y el diálogo en torno a la tarea pacientes que han vivido situaciones de psicoanalítica. Se incluyen tres trabajos, presentados abuso y violencia sexual, la cual irrumpe en la mesa conmemorativa de los 100 en el psiquismo dejando huellas perduraaños de IPA, del XXIII Simposium de las bles. Permanecen “esclavas” del trauma y Américas que con el tema: Transferencia, del silencio auto-impuesto; la vergüenza fue llevado a cabo en el mes de febrero y la culpa se traducen en inhibiciones. El de 2010, por nuestra asociación. En estos abusador –el amo– reduce a su presa –el tres trabajos, Micaela Hernández, Ma. esclavo– a un objeto a utilizar por la fuerza. Esther Guzmán y Adriana Lira hacen un La esclavitud remite también al contexto interesante recorrido a través del concep- de dominación que impone el secreto, la to de transferencia, que inicia con Freud vergüenza y la culpa introyectados. Gladys Michelena plantea que para y se continúa por la escuela inglesa y la que la pareja hombre-mujer, en las difefrancesa. Diana Siguel desarrolla en su artículo el rentes modalidades de vínculo (padre-hiconcepto de transferencia vincular; afirma ja, novio-novia, esposo-esposa, hijo-madre, que las intervenciones del analista van a analista hombre-analizanda), resulte y sea intentar salir del “estancamiento” narcisista sana, fuerte y productiva, el hombre hay producir “encuentro”; a esto lo denomina brá de hacer que la mujer lo sea y la mujer núm. 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 7 habrá de acceder, siéndolo. Si la mujer huye, el hombre no puede hacerla mujer. Ella no deja. Haydée Zac y Silvia Grinblat comparten su experiencia como docentes universitarias, impartiendo la materia de Salud Mental a estudiantes de Medicina. Resaltan la importancia del vínculo como lo fundante y a la vez sostenedor de las estructuras mentales. Señalan que los médicos se focalizan en el síntoma, no percibiendo la importancia de lo vincular y que el conocimiento de la teoría psicoanalítica proporciona al estudiante de medicina la posibilidad de integrar la información teórica con la dinámica compleja del vínculo médicopaciente y de ambos con los procesos de salud y enfermedad. Ruth Axelrod plantea que cuando se trabaja en situaciones de parejas se complejiza la tarea, ya que se está frente a varias transferencias individuales y en una transferencia múltiple, hacia los integrantes de la pareja y hacia el estilo de vínculo que la misma ha desarrollado y trae al consultorio. La neutralidad en el trabajo con parejas es un punto importante a tratar; el vínculo con un tercero suele ser una buena forma de salirse de esta proyección e introyección a la que es sometido el analista. Laura Mejorada afirma que el paciente perverso, más que ningún otro, confronta al analista con su patología, con sus puntos ciegos, con sus prejuicios, con sus pasiones, enigmas, deseos y carencias, en ese cese de realidades, donde se encuentran los inconscientes, lo cual repercute en el proceso analítico. Su capacidad analítica es lo único que lo puede sostener para no 8 núm. 4 inmiscuirse en el baluarte perverso al que continuamente es invitado. Fanny Blanck–Cereijido presenta un interesante análisis en relación al prejuicio, la intolerancia y el odio al otro. Afirma que la segregación, el racismo y el odio al otro parten de la problemática del narcisismo y de la especularidad. El hermano es el primero de esos otros que recibe los sentimientos de rivalidad, amor y odio. De aquí parte el complejo del semejante, el odio que la sentencia bíblica: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” trata inútilmente de borrar. Cecilia Moise y Ana Salazar desarrollan el concepto de “cultura web”, a la que definen de la siguiente manera: cultura como producción simbólica social y web como la tecnología conformada por una red de redes de la información y la comunicación, que notoriamente está generando profundos cambios tanto en la vida social como en los procesos de constitución subjetiva y, por lo tanto, en el bienestar y en el malestar de las personas. Las redes virtuales se proponen como un desafío al mundo simbólico del pensar y del sentir humano, en su complejidad y en sus potencialidades, en la creencia de salvar la distancia que nos diferencia y la distancia de otros. Se incluye también en esta revista la presentación de dos libros: Nuevos paradigmas de la mujer y Locura (enfoque multidisciplinario), que contienen compilaciones de artículos surgidos desde la comisión de COWAP (Comité de Mujeres y Psicoanálisis) de nuestra asociación. Carmen Villoro nos organiza un ágil y ameno recorrido a través de los diferentes artículos contenidos en ambos libros. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara Transferencia vincular D esde que Freud enunDiana Siguel vivencias adquiridas en su ciara el concepto de propia experiencia terapéude Turjanski transferencia y sus diferentes tica. Del reconocimiento de reformulaciones han translas mismas es que el analista currido muchas horas de análisis. Sabemos puede obtener el grado de convicción que Freud nunca trabajó con un paciente necesario para el ejercicio de la tarea teracon la extensión y el estilo que lo hace- péutica. mos nosotros, aun teniendo en cuenta las Estas consideraciones nos introducen diferencias que cada grupo tiene con los nuevamente en las descripciones de Freud otros. Por este motivo, al hablar de clínica que leemos en sus trabajos sobre técnica, nos es más difícil llegar a acuerdos como donde la transferencia es definida como en lo que respecta a la teoría: pareciera la investidura que recae en “la persona que nos falta la “palabra” de Freud como del médico”. Decimos que es imaginaria mediadora. porque se relaciona con la imagen, con lo Los analistas de todas las corrientes del especular, con el “otro yo”.1 Luego volverepsicoanálisis contemporáneo han estable- mos sobre este tema. Freud considera que es la neurosis, el cido sus puntos de vista con respecto a la transferencia y son muchas (e interesantes) conflicto inconsciente no resuelto, la creasus conclusiones sobre cómo entenderla, dora de la transferencia. Pero esta concepcómo interpretarla. Sin embargo, más allá ción es muy parcial, dado que no considera de las coincidencias dentro de los grupos, ni al analista ni a la situación analítica procada analista tiene su singularidad. El pro- piamente dicha. La neurosis sería, en un sentido, un blema surge cuando quiere imponer la suya al otro: se quiebra el intercambio y se intento de hacer del presente pasado y del pasado un presente continuo. El síntoma rigidizan las teorías. “Transferencia” es, en principio, una neurótico, como solución transaccional, manifestación inconsciente. Está presente en la medida que lo está en la teoría del 1 En un trabajo que escribimos con Ernesto psicoanalista, formando parte de la manera Turjanski (“Otro Yo”, La Peste nº 19) decien que piensa a su paciente. Éste conoce mos que, muchas veces, nos referimos al del tema por sus conocimientos conscienotro como “otro yo”, otro especular que tes, racionales, yoicos y también por las refleja nuestro propio yo narcisista. núm. 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 9 termina fijando y reduciendo a “lo mismo” las diferentes y cambiantes situaciones vitales, Por ende, esto se reedita en la situación analítica y la transferencia, desde esta perspectiva, será pensada como resistencia. Pero, resistencia ¿a qué? Freud contesta, a rememorar, se repite en lugar de recordar. En trabajos posteriores, con base en su experiencia clínica, dirá que también es “lo resistido”, o sea, que ha observado que lo que aparece como obstáculo es simultáneamente una posibilidad terapéutica. Por otra parte, en la actualidad, los analistas nos ocupamos más de la resistencia a la transferencia que a la resistencia de transferencia. ¿Por qué? Pues porque transferencia es propiamente el medio del análisis, como señala Laplanche, algo así como el “medio ambiente” en el cual se trabaja. En esta misma línea tampoco nos adscribimos a la idea de “disolver” la transferencia, “porque eliminarla sería como cortar la rama donde estamos parados”. En lo que respecta al análisis de y en transferencia, voy a volver a citar el tan conocido texto de Freud que dice que domeñar los fenómenos de la transferencia es muy dificultoso para el psicoanalista pero que “ellos brindan el inapreciable servicio de volver actuales y manifiestas las mociones de amor escondidas y olvidadas de los pacientes, pues nadie “puede ser ajusticiado in absentia o in efigie”. Me interesa, por mis ulteriores consideraciones, reproducir otra cita, ahora de “Análisis Terminable e Interminable”, donde se pregunta: “¿Acaso nuestra teoría no reclama para sí el título de producir un estado que nunca preexistió de manera espontánea en el interior del yo y cuya neo-creación constituye la diferencia esencial entre el hombre analizado y el no analizado?” (229) (el destacado es mío). Laplanche señala que si interpreta- 10 núm. 4 mos un movimiento transferencial es para ayudarlo a evolucionar y no a resolverlo. De esta forma, “la palabra en la transferencia es reveladora del inconsciente, pero simultáneamente es portadora de un sentido nuevo”. Muchas veces me pregunté si lo que interpretamos y nos parece adecuado y esclarecedor para el paciente fue algo que alguna vez “estuvo” de alguna forma en él o fue creado ahí, in situ, y tiene valor terapéutico como tal. Es decir, ¿es una reconstrucción del pasado o es una nueva producción que tiene, como tal, valor mutativo? Si bien diferentes autores han encarado el proceso creativo en el campo analítico (y no sólo repetitivo), tal vez las formulaciones de Winnicott en relación al espacio transicional y especialmente al “uso del objeto” y la idea de “producción de inconsciente” de Deleuze dan cuenta más cabal de esta circunstancia. Winnicott pone en consideración las ideas kleinianas que atribuyen a la proyección la forma en que el sujeto toma conocimiento de lo que es exterior a él. Pero, en la situación analítica, esto lleva a algo así como un autoanálisis dado que, al pensarlo sólo en términos proyectivos, nunca lograría ubicar al analista en el mundo exterior a su propio yo. Para que esto se logre en el curso de un análisis, tendrían que poder observarse varias secuencias. En las primeras, señala Winnicott,2 el sujeto se relaciona (intrapsíquicamente) con el objeto que, posteriormente, estaría “a punto de ser hallado por el sujeto pero aún no es ubicado por éste en el mundo”. En otra etapa, el sujeto destruye, en su fantasía inconsciente, a ese objeto. Y si el objeto logra sobrevivir a sus ataques, esto es, no tomar represalias, 2 D. Winnicott, “Realidad y juego”, Gedisa ed. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara el sujeto puede usar al objeto. La condición de esta posibilidad es que el objeto “se halle fuera de la zona de control omnipotente del sujeto” (el destacado es nuestro). Un objeto así considerado es “otro que yo”, decimos nosotros, y Winnicott concluye, “de ese modo se crea un mundo de realidad compartida que (el sujeto) puede usar y que puede devolverle una sustancia que es no-yo”. En cuanto a Deleuze, sin considerar aquí la complejidad del concepto de “producción” de este autor, tomo la idea asociándola a la de transferencia como espacio creado y a su vez creador de nuevas experiencias. Es en este sentido que lo que se iría produciendo es algo del orden del inconsciente. Recordemos la cita de Freud donde habla de “neo-creaciones”. Tomando en cuenta a ambos autores separadamente, pensamos que lo que se crea es, en esencia, un vínculo que, en sí mismo, sería como un nuevo objeto, un “tercero analítico”, como dice Green. Es importante aclarar que destacar lo nuevo no significa ni desestimar las repeticiones ni tampoco suponer que las nuevas producciones serían mejores o correctivas de las pasadas. Simplemente intento describir lo que pienso que se desarrolla durante un análisis, tratando de formalizarlo y, si es posible, utilizarlo como cada uno encuentre más adecuado. Hay una relación temporal en la transferencia que modifica la concepción cronológica lineal y determinista que el mismo Freud le atribuyó. Se dice que la novedad del pensamiento de Heidegger es no tanto asociar el “ser” con el lenguaje, como considerarlo como “evento”: más que una estructura ya hecha, el ser “va siendo”. Pensada de forma semejante, la transferencia incluye el pasado que se presenta y se escenifica en el “aquí y ahora” pero, al ir sucediendo, lo hace como una posibilidad “abierta” que le quita ese carácter monolítico que proviene de las “verdades” concretas y conscientes. En este “ir siendo” es en el que se produce inconsciente, se produce “historia”, se produce “encuentro”. Es un movimiento hacia otro como “otro que yo” pero que, en su camino, suele encontrar (como obstáculo) al “yo” como instancia de identidad y estructura. Las intervenciones del analista (“arte y parte” de esta escena) van a intentar salir del “estancamiento” narcisista y producir “encuentro”. A esta transferencia la denomino “vincular”. 3 Se nos ocurre que, dentro del esquema metapsicológico de las “tópicas”, ésta sería una tercera tópica que nos introduce en otra categoría de sujeto. La conocida expresión de “relación intersubjetiva” no alcanzaría para explicar adecuadamente el encuentro con la ajenidad del otro. Además se suele enfatizar lo subjetivo como lo que le sucede al paciente (o incluso al analista) pero separadamente y no dirigido al otro específicamente. Se trata de un movimiento hacia el otro que encuentra, como mencioné antes, la identidad del yo (narcisista) como obstáculo. “El otro no viene a perturbar-me desde el exterior de mí mismo”, dirá Tortorelli, “lo que se perturba es la identidad”. El otro, decimos nosotros, me con-mueve. Nos venimos preguntando, ¿cuánto de producción, cuánto de repetición? Pero también, ¿cuánto de ese re-memorar en 3 I. Berenstein y J. Pujet, a partir de su trabajo clínico con grupos y familias, han desarrollado teorías psicoanalíticas acerca de lo vincular muy interesantes que, en algunos sentidos, se relacionan con lo que intento plantear aquí, desde la perspectiva de la sesión individual. transferencia vincular diana siguel de turjanski 11 sesión está creando, en el mismo acto, un nuevo hecho? Esto es, que aun cuando se hable de recuerdos o éstos se actúen, de alguna forma en transferencia, “sucede” algo nuevo en ese “hecho” de transferencia, en esa “neo-creación” tan específica del contexto psicoanalítico. Ortega y Gasset decía, refiriéndose a la historia, “No hay actio in distans ...El pasado soy yo_ se entiende_mi vida”. “Vida” es para Ortega el ser –siendo, movimiento. Es pues, la historia también como drama y acontecimiento. Esta concepción orteguiana de la historia es la que encuentro afín a lo que decíamos sobre la transferencia y su relación con la repetición. Por eso cuando Ortega dice que “no hay acción a distancia” nos recuerda las palabras que usa Freud para expresar una idea semejante cuando habla del “aquí y ahora” de la situación analítica. Transferencia es también, como venimos desarrollando, la posibilidad de “encuentro” entre analista y paciente como “otro que yo”. La transferencia vincular trae a la presencia lo Inconsciente, la infancia,4 lo inefable. La denomino vincular porque pertenece al encuentro de la sesión, no es preexistente a él sino que “se da” ahí, “in situ”, cualquiera sea su cualidad y características. Son interesantes las consideraciones de Laplanche en cuanto a la diferenciación de la “transferencia en pleno” (que entendemos como “imaginaria”, proyectiva y narcisista) de la “transferencia en hueco” que asociamos con lo que llamamos “vincular”. Si bien destacamos con la mayoría de los autores que lo singular de la transferencia en el psicoanálisis es su carácter sexual, entendemos que, en su devenir, significa ir saliendo del encierro narcisista 4 Como lo no hablado. 12 núm. 4 en el sí mismo, para ir al encuentro del otro. Pero otro que ofrece un “hueco”, un enigma también en su sí mismo: un no saber todo sobre sí ni sobre ese otro primordial a partir del cual se ha constituido. El encuentro vivencial en la situación analítica produce afecto. “Es un fragmento de vivenciar real-objetivo” (156), dice Freud en “Repetir, recordar, elaborar”. El afecto nombrado se hace “sentimiento” y, como tal, puede ser objetivable. El enlace con la palabra que el paciente hace en transferencia de sus afectos puede ser del llamado “falso enlace” o bien ser un tipo de sentimiento “encubridor”. Lo ya sabido, como pieza de repetición puede obturar lo nuevo a sentir y a experimentar. El trabajo analítico permitirá ir transformando lo que insiste y persiste como estructura en el paciente, en “movimiento” que lo “saca de sí” para ir hacia el otro. La neurosis se ha organizado como solución que generó un cierre en las relaciones con sus objetos (que, como decíamos recién, Freud denomina precisamente “fijaciones”), como efecto de la represión. Así el “otro” quedó englobado en su interior, encerrado en el inconsciente e imposibilitado de transformaciones. Ese “otro yo”, que se construye como un doble, un “semejante” al yo, es lo que se presenta como instancia de identidad y repetición. En la situación vincular, el analista no es ese espejo al que se aspiraba ser en otra época. Al ofrecerse como alguien que “hace diferencia” con el paciente, pero que también hace diferencia con respecto a sí mismo, puede ser “hueco” para contener lo diferente del paciente. Pontalis nos dice que un análisis sólo podría ser operante “si el analista consiente en deshacerse de sí mismo: pero no solamente de las imágenes que pueda tener y querer dar de sí mismo, las 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara certidumbres que puedan darle su saber, su saber hacer y esa pequeña teoría portátil que se ha fabricado, sino también lo que se ha venido constituyendo como “su yo analista”. Un análisis es eficaz cuando puede hacer vacilar ese “ser analista” y cuando puede salirse de la identidad analista como un molde estrecho y fijo que puede conducir al impasse del análisis. “El “hallazgo” del otro pero como otrootro y la posibilidad del “encuentro” es algo que se va dando merced al trabajo interpretativo, no tanto de “lo” vincular, sino, como algunos sugieren, “desde” lo vincular, lo que se da en llamar “el entre”. Desde esta perspectiva teórica no habría “uno y otro” constituidos que se relacionan, sino que ambos se constituyen (y destituyen) en el entre del encuentro psicoanalítico. “En el encuentro entre dos extraños 5(analista y paciente) se produce un acontecimiento real”, señala Pontalis, “la transferencia actuada, experimentada en el análisis, producida por éste, es inolvidable en el acontecimiento, en el advenimiento que ha sido. Ésa es su fuerza de atracción”. También, por lo menos en la medida que constituye nuestro bagaje teórico, pensamos e interpretamos la transferencia como reedición de vínculos del pasado “biográfico” y fantasmático del paciente. De esta forma, los distintos modos en que la transferencia se nos presentaría en cada sesión conformarían algo así como un entramado dialogal que daría esa especial singularidad al diálogo psicoanalítico. Creo que es en el difícil y vacilante punto de enlace durante una sesión, de esas transferencias, en que algo del orden del acontecimiento se hace posible. 5 A modo de conclusión podemos decir: Un aspecto de nuestra tarea analítica es la de construir una historia, dado que la necesidad de historizar es propia de lo humano. Pero, al producirse en la actualidad de la transferencia, se va abriendo a nuevas significaciones. El “encuentro” en transferencia contiene la paradoja de su posibilidad--imposibilidad. En la medida que hablamos de movimiento, de flujo y no de algo estático, al querer aprehenderlo caemos en la cuenta que, por definición, no lo podemos fijar en un punto. En un sentido es en el “aquí”, pero “el ahora” es inasible, siempre está diferido en el tiempo. El “vínculo” creado a partir de la posibilidad de ese encuentro es, en sí mismo, también inefable. Sin embargo, da que hablar. De eso se habla. Y al hacerlo, al mismo tiempo se va produciendo y transformando. Al trabajar en transferencia, invocamos con nuestras palabras (al decir de Freud) a los “demonios del averno” y que, según Sartre, son los otros, esos otros que yo. Pero no tanto para” interrogarlos” o para “ajusticiarlos”, como decía Freud, sino, precisamente, para darles la palabra. “La fuerza de atracción”. J. B. Pontalis. Siglo veintiuno editores. transferencia vincular diana siguel de turjanski 13 ¿Es posible la enseñanza del Psicoanálisis en la Universidad? I ntroducción Haydée Zac de Levinas, Silvia Grinblat de Notrica Las autoras de este trabajo somos docentes universitarias por más de 10 años en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, con la doble identidad de ser Psicoanalistas miembros titulares de APdeBA, pero también con una formación académica como maestras. En el campo de la enseñanza de la materia Salud Mental1 incluimos conceptos psicoanalíticos. Sostenemos la importancia del reconocimien­t o de la Subjetividad como un elemento insoslayable para todo tipo de vínculo hu­mano y, por supuesto, presente en la relación médico-paciente. Intentamos ver cómo se despliega en el Ciclo Vital y en sus Crisis en sus distintas etapas: infancia, ado­lescencia, adultez y vejez, para luego consi­derar los fenómenos de salud y enferme­dad y su manifestación dentro de la entrevista médi­ca. Como manera de acceder a esto subrayamos la importancia del Vínculo como lo fundan­te y a la vez sostenedor de las estructuras mentales. Los psicoanalistas, por las mismas características de la práctica 1 Salud Mental es una materia que forma parte del ciclo básico de la Carrera de Medicina, UBA. núm. de trabajar con un mismo paciente durante muchos años en tratamiento, pudieron comprender la importancia que adquiere en los pacientes que enferman la presencia del médico y el vínculo que se establece entre ellos. A los médicos, por las características de su trabajo: la falta de tiempo para atender a sus pacientes, urgidos por los sistemas de salud que los obligan a ver a una gran cantidad de pacientes en muy poco tiempo, les resulta difícil reflexionar y pensar sobre lo emocional y focalizan solamente en el síntoma en cuestión, no percibiendo la importancia de lo vincular. Llegar a una gran cantidad de médicos es una tarea imposible, en cambio el contacto con los alumnos de grado de medicina nos permite elaborar con ellos el reconocimiento de la importancia de la “Mirada Médica” y que, si a ésta se le agrega “la Escucha Psicoanalítica”, les permite adquirir una nueva dimensión de los seres humanos. Pensamos que al igual que cualquier especialidad, cirugía, traumatología, etc., el estudio de grado no habilita para ser traumatólogo o cirujano. De igual manera, para ser psicoanalista, lo único que habilita es la formación a posteriori basándose en el trípode análisis personal, supervisión y seminarios. 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 15 La interdisciplina En la actualidad, en las Ciencias hay fuerte consenso en que una disciplina sola no puede producir verdaderos avances. La manera de trabajar científicamente es a través de la Interdisci­plina. “Para que un encuentro sea verdadera­mente inter­disciplinario, los intercambios deben ocurrir durante la construc­ción conjunta del conocimiento y a partir de la formu­lación precisa de los pro­blemas, reali­zando la integración de la diversidad de los enfo­ques”. En Medicina, la complejidad de las variables en juego y el hecho de que éstas se desplie­gan en el seno de una relación muy particular, la de la relación médico-paciente- enfermedad, dentro de un contexto histórico-cultural determinado, requiere cada vez más que los que nos abocamos a la formación de médicos profundicemos en la interdisciplina. Según Kuhn, la comunidad científica se orienta con base en paradigmas, entendiendo por tales, ciertos principios-guía fundamentales, de los que se desprenderán leyes específicas sobre el fenómeno a indagar, que orientan y dan un modelo que permite el abordaje de nuevos datos empíricos. Cuanto más claro y delimitado tenga una disciplina su paradigma, mayor será la posibi­lidad de trabajar interdisciplinariamente. Es a partir de ahí que podemos abordar la problemática que nos ocupa, que es la trans­misión de un saber, sobre la que se pone en juego la compleja trama de los vínculos humanos. Nuestra tarea Al iniciar la cursada, los alumnos son entrevistados por los docentes. Estas entre- 16 núm. 4 vistas se hacen en el intento de favorecer la fluidez del vínculo pedagógico, estable­ ciendo en ese acto, y como punto de partida, la importancia de la calidad del vínculo en la relación alumno-profesor-objeto de estudio, quedando quizás como una suerte de modelo identificatorio de lo que luego será el vínculo médico-paciente-enferme­ dad, el que pensamos se basa en los vínculos más tempranos, formadores de la perso­nalidad. Para el médico en formación es de suma importancia el reconocimiento de la constitu­ción del psiquismo humano, la eficacia del inconsciente y la reedición de los vínculos tem­pranos en los fenómenos transferenciales. Esto implica simultáneamente tener y aceptar tener vivencias integradoras de su propia experiencia como sujeto de la existencia. Los alumnos deben poder adquirir la noción de las propias limitaciones, de cómo están atravesados por la sociedad, cómo lo infantil de cada uno determina muchas actitudes pero que, al mismo tiempo, los sucesos que han vivido a lo largo de la vida también los modifica. Todo esto contribuye a la revisión o, en el mejor de los casos, a la caída de la omnipotencia depositada en el saber médico. Para que esto se pueda dar en las discusiones grupales es muy importante el coordinador, es decir, de los docentes a cargo de los grupos que con su actitud comprensiva podrán brindar los modelos más adecuados y fomentar la libre expresión de todos los integrantes. Acordamos con Balint (1997) que es posible el logro de “una considerable aunque limitada transformación de la personalidad, sin que sea necesario un análisis personal”, cuando a través de nuestra tarea los alumnos se identifican con una manera de pensar y 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara escucha psicoanalítica. Tratamos de que el propio grupo sea un soporte importante para el grupo de manera tal que se transforme en un grupo de trabajo y no en un grupo de supuestos básicos. Esto nos plantea, como docentes, el desafío de trabajar atendiendo a dar infor­ mación teórica, acompañando al alumno para que pueda reconocer sus creencias y sus emociones, que muchas veces tiñen y dificultan su posibilidad de aprender en el con­texto de su práctica. Pen­samos que maestro no es sólo aquél que tiene las res­puestas, sino quien estimula a que los alumnos puedan llegar a formular sus propias pre­guntas. Al mismo tiempo, siendo psicoanalistas no debemos confundirnos y tomar a los alumnos como si fueran pacientes. Debemos tener claro que los alumnos deben poder dar cuenta de los conocimientos teóricos, de realizar y analizar los trabajos de campo vinculando lo teórico con lo que ellos vivenciaron. Esta metodología da la posibilidad de que se dé lo que dice la pedagogía más actual y es que, en los seres humanos, los distintos conoci­mien­tos for­man una red o un entramado. Resulta más fácil el aprendizaje cuando el nuevo conocimiento entra dentro de ese entramado. Cuando se le presenta a la per­sona un conocimiento nuevo, el indivi­duo trata siempre de incluirlo dentro de la red. Para que se dé un cambio, la red debe moverse, modificarse y en algunas ocasiones desalojar algunos viejos conceptos que ya no son operantes y así se le da lugar a lo nuevo. Se produce una síntesis entre lo viejo (que ha resistido la refutación) y lo nuevo. Si esto no se produce, el conocimiento nuevo “cae” muy rápidamente quedan­do sólo lo viejo o las antiguas creencias. Esto significa que deben poder llegar a realizar lo que antes ¿es posible la enseñanza?... describimos como “Aprendizaje significativo”, dándose quizás también un comienzo de modificación de los viejos paradigmas que traen los alumnos. A modo de ejemplo Incluiremos en la presentación un ejemplo como una viñeta clínica, que ilustra el camino recorrido por una alumna, a través de su pro­ceso de aprendizaje cuando, desde su entrevista inicial ante la pregunta sobre el porqué de su elección de la carrera de medicina, responde: Yo siempre quise ser soldado, pero no me aceptaron por un defecto físico. Ingresé en la Cruz Roja y estudié radiología. Ahora quiero estudiar medicina para poder operar con instrumentos mas complejos de diagnóstico. Tanto en las clases como en los trabajos de campo que realizó se observaba una actitud distante; siempre se sentaba junto a la puerta como si no terminara de entrar ni en clase ni en tema. En los trabajos no se podía apreciar ninguna elaboración personal de las experiencias. En la entrevista a una madre reciente, Gloria con­signa que ha entrevistado a “la madre de la cama Nº 10 del Hospital de San Miguel”. La trascripción de la entrevista completa nos permitió percatarnos de las dificultades para manejar situaciones de alta carga emotiva. Se le realizó una devolución personal y se le planteó a ella la posibilidad de que pudiera verbalizar sus sensaciones a lo largo de la entrevista. Su res­puesta fue: “Me molesta el contacto con la gente”. Por último, los alumnos debían realizar una entrevista con un adolescente. El haydée zac de levinas, silvia grinblat de notrica 17 cuestionario de Gloria respondía fielmente a las consignas, pero la secuencia y la moda­lidad discursiva dejaban entrever un intercambio fluido entrevistadora-entrevistada. Al preguntarle sobre la relación con sus padres, la adolescente comenzó a relatar las caracte­rísticas de un vínculo conflictivo con ellos, rompiendo en llanto. Gloria consigna que inte­r rumpe la tarea y permanece con la joven hasta que recobra la calma. Las últimas pala­bras que registra son: “Gracias, nunca había hablado así con nadie”. En la devolución del trabajo, ante la pregunta por su impresión de la expe­ riencia, Gloria manifiesta: “Cómo me costó. Yo siempre pensé que era muy dura y ahí me di cuenta que soy tremendamente sensible”. Agrega jocosa y con alivio: “Me voy a ir sabiendo algo más de mí misma... nunca pensé que podía...” Conclusiones ¿Qué tipo de vínculo podría establecer Gloria con un paciente de persistir en la actitud que mostró en la primera observación del Jardín de Infantes? ¿Alrededor de qué sistema de referencia organizó su observación? Cuando ella verbaliza que le molesta el contacto con la gente, ¿con quién esperaba traba­jar como médica? Consideramos que en el decurso de la enseñanza, Gloria se percató que la entrevista mé­dica es un despliegue de la subjetividad de ambos participantes, además del descubrimiento de sus propias posibilidades en ese despliegue. Gloria obtuvo, en el transcurso del año, lo que planteó al inicio como deseo “de operar con instrumentos más complejos de diagnóstico”. Pero lo que ella no sabía 18 núm. 4 que podía suceder es que el instrumento más complejo era la transformación de su emocionalidad, descubrir su capacidad de empatía y la nueva permeabilidad mental, que hizo que entienda ahora otra nueva noción de sujeto, logrado a través de pasar por el doloroso proceso del “darse cuenta”. Intentamos darles a los alumnos de Medicina los conocimientos teóricos centrales de la teoría psicoanalítica, sumado a la importancia del trabajo de campo, que abre un espacio donde se otorga relevancia a la experiencia emocional del es­tudiante, con el segui­miento del docente. Es partiendo de este reconocimiento que luego podrá realizar una integración de la información teórica con la dinámica com­pleja del vínculo médico-paciente y de ambos con los procesos de salud y enferme­dad. Sabemos que no se agota la complejidad de variables, pero aporta una mirada más clara para reflexionar sobre lo humano, acotando el peligro de caer en posiciones excesivamente reduccionistas, pues hablar de la complejidad de lo humano es de por sí inabarcable. Bibliografía Balint, Castorina, J (1997). Aprendizaje en la perspectiva interdisciplinaria. Publicación Biblioteca de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. Ferrari, H. (1996). Salud Mental en Medicina, Contribución del psicoanálisis al campo de la salud. Argentina: López Editores. Buenos Aires. Freud, Sigmund (1919, 1938). Obras Completas. Debe enseñarse el psicoanálisis en la Universidad. Buenos Aires: Editorial Amorrortu. Galli, Vicente (1997). Comunicación Personal. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara Kuhn, Thomas (1980). La Estructura de las Revoluciones Científicas. México: Breviarios Fondo de Cultura Económica. ¿es posible la enseñanza?... Maturana, Humberto (1995). La realidad ¿objetiva o construida? Fundamentos biológicos de la realidad. Editorial Anthropos. haydée zac de levinas, silvia grinblat de notrica 19 El deseo esclavo en la violencia sexual L as reflexiones de esta Patricia Alkolombre sexual y sentir celos enfercomunicación proviemizos hacia su marido. Se nen de la observación clíniangustia si él mira mujeres ca de pacientes que han vivido situaciones en la calle, en la televisión o en revistas. de abuso y violencia sexual. Presentan Es consciente que se trata de algo que no perturbaciones o síntomas asociados, puede controlar. También comparte un como reflejo de un destino psíquico del secreto: en la adolescencia fue abusada plus desorganizativo y tanático que impone por su joven padrastro, nueva pareja de siempre la violencia. Ésta irrumpe en el psi- su madre. Ella tenía 15 años, luego de un quismo dejando huellas perdurables. tiempo escapa de la casa materna para La violencia implica el uso de la fuerza evitar el acoso. en un polo y desvalimiento e indefensión Al repreguntarle acerca de la vida en el otro. En la violencia sexual, el otro no sexual y su relación con el abuso, relata de es reconocido como sujeto de deseo, sino un modo descarnado que, a pesar de que como objeto. El deseo no es compartido, su esposo la quiere y es sumamente cariñosino que es impuesto y se transforma en un so, cuando mantienen relaciones sexuales “deseo esclavo” de la situación traumática siempre hay un momento en el que se le padecida e implica un acontecimiento que “impone” la escena de la violación, pierde muestra un carácter bifronte: una cicatriz el deseo o bien siente rechazo. psíquica y otra corpórea. Conlleva, en alEl trauma se traduce en anorgasmia, gunos casos, una inhibición y un rechazo una sexualidad vacía; en esterilidad, un a la excitación durante la vida sexual, ya cuerpo inhabitado. La memoria de las que ésta queda anudada a los destinos del imágenes, de las palabras y del cuerpo se trauma vivenciado e irrumpe en imágenes “imponen”. Se sigue reproduciendo la y sensaciones que guarda el cuerpo en su violencia del abuso cuando, frente a la memoria. estimulación de las zonas erógenas en el contacto sexual y sensual con su pareja, la Relatos clínicos paciente evoca la vivencia traumática de la violación junto con la excitación. Evita la Laura es una joven mujer que consulta sexualidad, aleja al hombre y aleja su propor esterilidad. Durante las entrevistas pia excitación. En Laura, la escena es aún refiere tener poca satisfacción en la vida vívida y actual. núm. 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 21 Nora en su primera entrevista relata un episodio de violación a los 14 años. Fue violentada y violada por un vecino: Me dejó secuelas muy grandes, es muy difícil que yo llegue a un orgasmo, habré tenido cinco en mis 31 años… Hay cosas que quedaron grabadas como fotografías… Yo dejé de vivir a los 14 años, yo me morí después de que me violaron, me puse una máscara que reía. En muchas historias como las de Laura y Nora, los efectos del abuso perduran en sus vidas como un testigo mudo de la violencia padecida, en un derrotero que se articula con los modos de subjetivación femenina que silencia la sexualidad y cancela el placer. Permanecen “esclavas” del trauma y del silencio auto-impuesto; la vergüenza y la culpa se traducen en inhibiciones. Rara vez estos episodios son motivo de consulta. Como todo trauma se repite y el sujeto queda colonizado por él. Aquí no hablamos de sexualidad traumática, sino de trauma en la sexualidad. Abuso en la infancia: “Si me lo hacen puedo quedar embarazada” El abuso sexual en la infancia deja marcas en la estructuración psíquica, sus efectos operan sobre la vulnerabilidad infantil. El adulto hace participar al niño en actividades que éste no puede significar. La mayoría de los abusadores son conocidos, muchas veces parientes. Esto produce un efecto de siniestro, ya que el victimario pasa de ser alguien protector a ser alguien que violenta, lo familiar deviene desconocido. En general no hay testigos. Mariana tiene 11 años cuando llega a la 22 núm. 4 consulta derivada por la ginecóloga, previamente habían consultado con la pediatra. Hace ya casi un año que está con enuresis nocturna; de niña tuvo un período de enuresis cuando sus padres se separan, desde entonces vive con la madre. La derivación a la ginecóloga se debe a una sospecha y temor de infección debido a una gran irritabilidad en la zona genital: “Tenía la cola muy irritada”. La madre observa que la ropa interior de Mariana está sucia, pero piensa que es un descuido. Después de un reto, Mariana le cuenta que había tenido una “manchita de sangre” y desde entonces no se limpia porque tiene temor de volver a tener sangre, le dice a la madre: “Tengo miedo de que me salga sangre, porque cuando me limpié, sangré”. Al poco tiempo, una prima –un año menor- con quien Mariana se queda a dormir en la casa de unos tíos en una quinta, denuncia que tanto ella como Mariana son abusadas por este tío. En las entrevistas pudo hablar del tema: “Cuando mirábamos la televisión me tocaba”. El tío las amenazaba: “Ustedes no cuenten que yo les hago esto porque si no se van a enojar”. La zona genital quedó afectada –en el sentido del afecto- por las caricias, la excitación y el efecto de siniestro que le provocaba que un ser a quien ella quería, le impusiera esa práctica abusiva y el silencio. Todo lo referido a lo genital se transformó en algo sucio, Mariana muestra un rechazo a la sangre, los excrementos y los fluidos corporales. Es sumamente prolija y cuidada en el resto de sus cosas. Tiene miedo a los ladrones, a que la secuestren, a que la violen: “Si me lo hacen puedo quedar embarazada”. Aún no ha tenido su menarca, muestra rechazo y temor frente a la proximidad de la misma. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara Reflexiones teóricas En psicoanálisis hablamos de “violencias”, en plural: la violencia primaria se produce en el primer encuentro madre-infans, se trata de una violencia necesaria. En cambio, la violencia secundaria tiene siempre una función desestructurante, representa un exceso perjudicial y nunca necesario para el funcionamiento del yo (Aulagnier,1971). En este sentido, la violencia constituye y destituye subjetividades. El término violencia alude a ataque físico, se rompe algo que está íntegro. La violencia sexual presenta consecuencias a corto y largo plazo. Inicialmente a través de síntomas o comportamientos en los sujetos abusados, a largo plazo avanza sin “ruido” pero sus efectos no dejan de producirse (Touron, 1989). El trauma psíquico está en el corazón de la situación del abuso. La teoría de la seducción que marca el comienzo del psicoanálisis atribuye los síntomas neuróticos de las pacientes histéricas a las agresiones sexuales padecidas durante la infancia. Freud plantea la existencia de la escena en dos tiempos: una escena inicial de orden sexual, vivida pasivamente y sin preparación, es el tiempo de la seducción propiamente dicha. Y una segunda escena, no necesariamente sexual, pero ligada a la primera por asociación, que desencadena un flujo de excitación: el recuerdo de la primera escena entonces reprimida. Se produce la emergencia del síntoma en un après-coup. En 1897 pone en duda la veracidad de las escenas de seducción: “Ya no creo más en mi neurótica” (Freud, 1897). Desarrolla la idea de la sexualidad infantil a través de la fantasía: toma en cuenta la realidad psíquica. Sin embargo, nunca abandonó por completo la teoría de la seducción, del lado de la realidad material. Desde una perspectiva económica, el trauma consiste en una brusca sobrecarga cuantitativa de excitación no dominable por el aparato psíquico y vivida como afecto de terror, desvalimiento o desamparo (Freud, 1920). Lo traumático no es solamente el acontecimiento externo, sino la rememoración de los afectos e ideas, representaciones que comprenden las fantasías sobrevenidas en la ocasión del acontecimiento. De allí que el trauma es considerado no solamente bajo el aspecto externo, sino también bajo el aspecto de los remanentes internos que sobrevienen a lo largo del tiempo. Frente a la postura de Freud, Ferenczi le da a la teoría de la seducción una importancia central en su artículo “La confusión de lenguajes entre el adulto y el niño”. Afirma que “el trauma sexual, en cuanto a factor patógeno, es cosa que no puede llegar a valorarse bastante, no digamos sobreestimar. Incluso niños provenientes de familias muy respetables, sinceramente puritanas, resultan víctimas de violencias o de violaciones con más frecuencia de lo que uno se atreve a imaginar” (Ferenczi, 1933). Relata situaciones de abuso por parte de tíos, tías, abuelos e institutrices que abusan de la inocencia y la ignorancia del niño y confunden el juego de ternura del niño como si se tratara de deseos de una persona sexualmente madura. Es una verdadera confusión de lenguas: al lenguaje de la ternura, el adulto responde con el de la pasión. Uno podría esperar – señala Ferenczique el primer impulso del niño fuera de odio, asco y rechazo, como defensa. Sin embargo, se produce allí bajo el signo de la ansiedad y el miedo, el mecanismo de identificación con el agresor junto con la el deseo esclavo en la violencia sexual patricia alkolombre 23 introyección de los sentimientos de culpa del adulto. Volviendo a los casos presentados, en Mariana, el rechazo y repudio a su zona genital y la enuresis aparecen como una barrera protectora: opone sus genitales sucios e irritados. El rechazo de su cuerpo y su sexualidad femenina se resignifican con la primera “manchita de sangre” a partir de la cual no vuelve a “limpiarse”, sus genitales denuncian el abuso sufrido. Los sentimientos de culpa introyectados se expresan a través del silencio, quien habla es su prima. En Laura y Nora, la inhibición masiva en los contactos de excitación sexual evocan el carácter súbito y disruptivo de la situación de la violación, la excitación misma funciona como señal de alarma en la vida sexual actual. La memoria del abuso se perpetúa y se anuda con la realidad material; recordamos a Nora cuando dice: Hay cosas que quedaron grabadas como fotografías: Son recuerdos que se enlazan con los remanentes psíquicos del trauma. Lazos que se han transformado en cadenas y se articulan con los modos de subjetivación femenina - bajo el matiz de la pasividad-, en los que la sexualidad y el placer quedan en el exilio. Ana María Fernández (Fernández, 1989) señala que la violencia física somete por terror, pero la violencia simbólica que acarrea se inscribe en las mujeres en enlaces contractuales y subjetivos, donde se violenta su posibilidad de nominarse y se la exilia de su cuerpo erótico. Plantea las hipótesis de la pasivización del erotismo en la mujer y un posicionamiento: “ser de otro” en la conyugalidad, como producción histórica de subjetivación. Estas ideas de la autora están directamente relacionadas con el desapuntalamiento social e histórico de la mujer en relación con la violencia y el desamparo. 24 núm. 4 En este marco, el “deseo esclavo” alude, por un lado, a la asimetría que plantea el abuso y la violencia dentro de un contexto de dominación. El abusador –el amo- reduce a su presa –el esclavo- a un objeto a utilizar por la fuerza. Pero la esclavitud remite también al contexto de dominación que imponen el secreto, la vergüenza y la culpa introyectados. La abolición del otro como sujeto de deseo es el resultado de una violencia exterior, deviniendo simultáneamente violencia intrapsíquica: el principio de placer queda narcotizado, se anuda con el masoquismo y la pulsión de muerte, a través de la fijación y la compulsión repetitiva. Como señala Franz Fanon en “Los condenados de la tierra” respecto del colonizado, cuando plantea que el negro africano estaba colonizado desde adentro, tenía al colonizador dentro. Frente al silencio -al tiempo sin palabras-, la escucha analítica armará una trama que permita hacer borde, como un tejido que restituye y pone palabras a lo no dicho. Bibliografía Alkolombre, P. (2008). Deseo de Hijo. Pasión de Hijo. Esterilidad y técnicas reproductivas a la luz del psicoanálisis, Ed. Letra Viva, Buenos Aires. — (2000). Femineidad, caminos de subjetivación, en “Escenarios Femeninos” (comp. M. Alizade), Ed. Lumen, Buenos Aires. — y Lartigue T. (comp.) [2004]. Psicoanálisis y relaciones de género, COWAP, Lumen e IPA, Buenos Aires. — y Petronacci, R. (2004). “La violencia encubierta en la clínica con niños y adolescentes”, FEPAL, Guadalajara, México. Aulagnier, P. (1971). La violencia de la interpretación, Ed. Amorrortu, Bs As. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara Ferenczi, S. (1933). “La confusión de lenguajes entre el adulto y el niño”, en “Problemas y métodos del psicoanálisis“ (1966), Paidós, Buenos Aires. Fernández, A. M. (1989). “Violencia y conyugalidad: una relación necesaria”, en La mujer y la violencia invisible, (Giberti, E; Fernández, A. M. comp.), Ed. Sudamericana, Buenos Aires. Freud, S. (1897). Carta 69, A E, I. — (1915). Pulsiones y destinos de pulsión, A E, XIV. — (1919). Lo ominoso, A E, XVII. — (1920). Más allá del principio de placer, A E, XVIII. — (1926). Inhibición, síntoma y angustia, A E, XX. Touron, M. (1989). Conséquences à court ou long terme de l’inceste, Revue de Gynécologie et psychosomatique, nª 21, Paris. el deseo esclavo en la violencia sexual patricia alkolombre 25 Lo que del hombre hace mujer D esde que se viene a supuesto, una responsabiliGladys Michelena P. este mundo, y hasta dad personal, lo es también el momento en que se abandona, la vida es para con los demás. la oportunidad, para quien así pueda tomarla, Pero esto no ocurre in abstracto. de tratar de ser cada vez, y más plenamente, Se nace varón o hembra. Es lo sano, lo mejor persona, mejor ser humano, mejor ser normal. Y se existe, en consecuencia, para (cada uno en sus circunstancias). Esto es ir siendo y haciéndose hombre o mujer, una necesidad inherente al ser humano (y respectivamente. Hacerse y ser más plepotente motor de vida) que, sin embargo, namente hombre el hombre y más plenano todos consiguen reconocer. O lo hacen mente mujer la mujer. Poder recrear cada sólo parcialmente, circunscribiéndola y li- uno su género: específico y rico género. mitándola a algún área (o áreas) del existir Poder cada uno desplegarse, exquisita y (profesional, económica, social, la pareja, profusamente, en él. El cuerpo es la forma, los hijos, lo estético, etc.). la forma de ser. Es la posibilidad. La única. Es que aceptar más cabalmente ese La única posibilidad sana que se tiene. afán de superación, aprehenderlo para la Tristemente, en nuestros tiempos, el unitotalidad del ser, va a suponer e implicar sexismo (por resumir y condensar) ha premucho mayor esfuerzo, mucha más res- tendido desdibujar, tergiversar, empañar, ponsabilidad. en lo mental y por ende en lo actitudinal El psicoanálisis contribuye, y muy pro- y conductual (¡en lo físico es tan difícil!), fundamente, a ir alcanzando este anhelo, las indudables, geniales y complementarias la búsqueda de la excelencia, junto con (deliciosa y fructíferamente complemenel invalorable bienestar que ello conlleva. tarias), diferencias entre hombre y mujer. Existir como ser en el mundo. Ser, en el mundo Suprema obra de la naturaleza. Generando (lo que corresponde y lo que cabe ser y lo gran confusión y sufrimiento (muy a pesar mejor que sea posible). de su fachada y estandarte de libertad, de No obstante, las imperfecciones hu- derecho, de creer que se puede ‘estar más manas son tantas y, no pocas veces, de allá del bien y del mal’). Con pobreza, tal magnitud, que esta seria aspiración, estancamiento, decadencia y lamentable cuando asumida, no acaba nunca. Hay li- maltrato de ambos, hombre y mujer. dia, con uno mismo, para la vida entera (y Todo ello ha resultado en detrimento afortunadamente). Esto, amén de ser, por del estarse cada uno en sus propios pies, núm. 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 27 con propiedad, con orgullo, con gusto (con valentía también) y, por ende, además tener la oportunidad y el enorme placer de poder saborear, degustar (y hasta con fruición) el encuentro y descubrimiento continuo precisamente de lo que no se es, de como no se es. De lo diferente, de lo contrastante (sal y pimienta de la cotidianidad, cuando se posee la dicha de estar en ello). Notarlo, destacarlo, apreciarlo y disfrutarlo (sonreír, o hasta reír a carcajadas). U otras veces padecerlo. Y entonces aprender. Aprender siempre. Tratar. Y es que, en la interacción entre los géneros, éstos se perfilan y de allí nace, crece y se robustece una profunda y genuina admiración (encanto, sorpresa, goce... hasta la fascinación) por el otro, ante el otro y justo por distinto. También un hondo respeto por ello y por sí mismo. Por lo que le pertenece a uno, a cada uno singularmente. Y el orgullo y la gratitud (a la vida, a los padres) por el propio sexo, por el género en el cual se ha encarnado. Ámbito para ser y existir. Recrearlo y regocijarse. Es lo idóneo. Además, hombre y mujer tienen suficiente espacio (vastedad, anchura) y cada cual con su riqueza unívoca. De allí que las intensas envidias recíprocas (no infrecuentes) constituyen un desgaste innecesario y delatan un error de mira. Se mira hacia afuera y no se mira a sí. No se advierte lo que se trae, lo que se aporta y lo esencial y fundamental de ello para la vida, para el vivir. La anatomía, la biología (por tomar dos lugares de los más objetivos y tangibles: contundentes) lo muestran, lo demuestran, clara e indubitablemente. Baste considerar los in-igualables y extra-ordinarios (¡¡milagrosos!!) aconteceres humanos, cuales son el coito y la fecundación. En ellos, y para su ocurrencia feliz, resultan estrechamente necesarios, imprescindibles, 28 núm. 4 ambos dones, ambas sui-géneris aportaciones: lo del hombre y lo de la mujer. El hombre envidioso de la mujer no puede llegar a ser hombre y la mujer envidiosa del hombre no puede llegar a ser mujer. Cada uno tiene su lugar en el mundo. Su muy preciado lugar. Pero, ¡lástima!, la envidia impide disfrutarse en sí y mucho más recíprocamente. No se puede ambicionar serlo y tenerlo todo: “lo” hombre y “lo” mujer. Ésa es una pretensión falaz. Además de por humanamente imposible, porque arrolla y oblitera el anhelo de poder ensamblar. Niega el vivo espacio vacío (en el ser, en la existencia) que intuye, sabe y ansía lo que le falta (que es donde va el otro. Para buscar encajar. Uno con otro, uno en otro). Lo que falta a cada uno mueve a buscarlo, para que ¡ojalá! sea encontrado y ¡ojalá ! satisfecho. Es el deseo, la necesidad, la esperanza de mayor completud. Desde que se nace (más allá de las complejidades, los padeceres, las vicisitudes que implique, de las limitaciones, las frustraciones, aun así, se persigue con ahínco, por lo sublime, por los éxtasis que, a pesar de todo, permite conocer. Más allá de lo físico, sin excluirlo). Ahora bien, a su vez cada uno: hombre, mujer, resulta trascendente para que el otro lo sea a cabalidad. El hombre sea hombre y la mujer sea mujer. Y es que la mujer mujer hace hombre al hombre y el hombre hombre hace mujer a la mujer. Y esto no es un juego de palabras. Cada uno tiene importancia substancial en la existencia del otro, para que esto ocurra. Esta noche, en el marco del ciclo de conferencias “Frente al hombre”, destacaré lo que del hombre hace mujer. Cuánto de lo que él trae, de lo que él es, resulta imprescindible para la mujer alcanzar serlo. El hombre es responsable de que la mujer lo sea, profunda y ampliamente. La 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara mujer, de su parte, tiene la responsabilidad de permitirlo. De permitírselo al hombre. Si no hay quien lo haga o no hay quien lo permita, queda cancelada (o a la deriva, a su suerte) esta seria, esencial y hermosa tarea de unos y otros. Lo mismo ocurre de parte de la mujer hacia el hombre y para con el hombre. Lo que de la mujer hace hombre. Pero no es el tema a abordar en esta oportunidad. Que cada uno permita al otro cumplir con su cometido, realizar su labor, llevar a cabo su función y, a su vez, haga la suya. Ésa es la esperanza de vida de la pareja. De una pareja viva. Sea la de padre-hija, novionovia, esposo-esposa, hijo-madre, analista hombre-analizanda. Para que la pareja hombre-mujer, en cada una de estas formas de vínculo, de estas modalidades, resulte y sea sana, robusta, creciente, fructífera y fructificadora, el hombre habrá de no cejar en hacer que la mujer lo sea y la mujer habrá de acceder, siéndolo. Si la mujer huye, se escapa (externa y/o internamente), no puede el hombre hacerla mujer. Ella no deja. Y esta faena, la función del hombre de hacer mujer, empieza desde muy pronto en la vida de ella. En el mismo instante de ser concebida. El espermatozoide “X” del padre, al fecundar al óvulo, es lo que determina que una hembra sea creada. Ante esto, el corazón de tal padre, al conocerlo, habrá de complacerse y mucho. No sólo tener un hijo varón (o hijos varones) habrá de reportarle orgullo, felicidad, alegrías. Si en su ser, en su alma, este hombre consigue reducir a un rinconcito apenas su dosis normal de narcisismo por el hijo varón, ello le permitirá no limitarse solamente a reconocer, acatar y aceptar la realidad, sino que podrá ser embargado hondamente por la dicha de traer una hija hembra al mundo. Y ésta se lo agradecerá y retribuirá con creces, siéndolo ella, mujer, con orgullo y sumo contento. Esto constituye para la hija (y, por ende, para ambos), más de la mitad del camino recorrido. Es que habrá de recorrerlo sin enredos ni confusiones, andando en sus propios pies. La enhorabuena, la amorosa bienvenida desde el corazón de su padre, le resulta a la mujer de un valor incalculable. Si este hombre padre ama a su propia madre y a la madre de su hija, la felicidad ocurrirá en él, lo ocupará inevitablemente con mayor facilidad, con la menor resistencia. Si bien la tarea a enfrentar, criar una hembra, no es sencilla, ni poca cosa. Además, la ternura hallará sitio en él. Es que el amor por una hija hembra despierta en el hombre, y para quedarse, su capacidad para la ternura. Capacidad para la ternura, que es también poder tener paciencia, comprensión (sobre todo para lo que no se comprende y quizás no se consiga comprender nunca); poder tener serenidad, aplomo: versiones todas de la necesidad de ternura inicial en estado puro: ternura ternura. Ingrediente esencial para la crianza de una hija hembra, a cualquier edad. Ingrediente que a ella, si no es mal-criada, arrogante ni engreída, siempre habrá de conmoverla, encantarla, fascinarla. O suavizarla, amansarla, según el caso (hay hijas furibundas, suerte a veces de fierecillas indomables). La ternura del hombre, venida desde el hombre, es una experiencia imborrable, inolvidable y conmovedora en el alma de una mujer. El modo único, incomparable, de la ternura masculina. Desde lo rudo, a lo tierno. Un salto mortal (¡¡VITAL!!) que beneficia a los dos. Así, pues, este padre habrá de permitirse sentirla, cuando alberga a su hija entre lo que del hombre hace mujer gladys michelena p. 29 sus brazos. Toscos, velludos, firmes brazos. Así lo requiere ella, así lo necesita. Es que una hija hembra no puede ser la “no varón”. Eso no puede ser una hija en el mundo. Cargar con no haber sido el varón que el padre deseó, anheló. Ser el desencanto, la desilusión de un padre. Demasiado duro e injusto peso para sus hombros femeninos y terribles las consecuencias. El padre debe querer a su hija hembra, alegrarse de traerla, como tal, al mundo. La hija necesita de eso para, a su vez, alegrarse ella de alegrarle a él. La dicha y la ternura cambiadas por la herida narcisista, “pelo a pelo”. Pero el asunto apenas comienza. Este padre habrá de amarrarse sus pantalones. Debe tenerlos bien puestos para continuar la crianza de su hija. Habrá de embelesarse, encantarse con ella. Sí. Es inevitable y saludable, además. Para el padre y para la hija. Dejarse derretir, pero sin obnubilarse. Si escucha demasiado, o todo el tiempo, el “canto de sirenas” de una hijita hembra puede correr el riesgo, terrible y peligroso, de no poner los límites que corresponda ponerle. Enceguecerse, ensordecerse. Las hembras pueden requerir, necesitar mucho de un padre firme. De un padre que no las deje maltratarse o confundirse. Que enderece entuertos y module excesos a tiempo. Es mucho lo que le ahorrará en el camino a esa hija, de sufrimiento, y de hacer sufrir a otros. Tampoco debe restringir el ímpetu y derecho a ser y desenvolverse de una hija vital, curiosa, inquieta, enredándola y atándola para sí. La niña de sus ojos. Amarla sí, pero sin posesión. Una hija hembra no es para su padre, no es de su padre. A la misma vez, este padre es esencial en el centro del ser de esta hembra como mujer, de esta hija como hembra. Para ella 30 núm. 4 poder reconocerse atractiva y con potencialidad, instrumentos y atributos suficientes, sanos, para conquistar y mantener una pareja suya. El padre interviene en esto reasegurándola y de manera insubstituible. Si se exime, o esto falta, ella puede mostrarse excesiva e innecesariamente insegura de sí. Toda hija tiene algo encantador para su padre, con lo que puede atraer a otro. El padre le ayuda haciéndoselo saber. Y con todo respeto. Si la hija lo duda o lo desconoce, puede replegarse excesivamente como hembra, adoptando un modo monjil, hiper-recatado (ocultar de más) o, por el contrario, la inseguridad (falta de papá) llevarla al extremo de querer impactar (a todos, a muchos) a través de un exhibicionismo excesivo (cuasi impudicia). Mostrar de más, donde no hace falta, cuando no hace falta, a quien no hace falta. Inseguridad por ignorar, por no saber lo que un hombre quiere, busca y desea de una mujer, en una mujer. Y un padre enseña esto a una hija. No sólo colabora o contribuye. Su papel es esencial. Él tiene que poder intervenir con firmeza. Ni monja, ni puta. Hembra apetecible pero para uno, para alguno. Sin necesidad de andar “alborotando avisperos” (¡pobres varones!). A meter en cintura a esa hija (solidaridad del padre con los de su “gremio”). El nombre, la denominación (fuerte, soez, pero absolutamente descriptiva) que le dan hoy en día los varones jóvenes a esta actitud o comportamiento femenino es el de “calienta braguetas”. Es el aspecto asociado con andar de “mírame y no me toques”, de “Caperucita Roja”, por la vida. Y peor aún, mucho más doloroso, si va de “mírame y tócame”. ¡Infeliz mujer, falta de padre! ¡Y cuánta falta ! O ella muy desobediente, rebelde. Demasiado. Que las hay. Potencia femenina en negativo. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara Es que una mujer necesita que un hombre (su padre, su esposo o su hijo) le diga, si ella lo provoca con su actitud, con su comportamiento, si lo pide a gritos, que “Hija, así no se sale a la calle”, por ejemplo. Al que le toque frenar ese aspecto femenino, si desbordado, cuando desbordado. O, por el contrario, estimularla a atreverse a algo más sexy o seductor (cuando corresponde, si corresponde). Permiso para ser hembra. Hembra para atraer a un hombre. Para disfrutarse. El padre no sólo ha de permitírselo a la hija tácitamente. Debe hacérselo saber explícitamente. Sin entrometerse ni ruborizarla. No demasiado. Otra consecuencia, cuando el padre se priva de su fundamental intervención en este sentido, otro efecto de abstenerse y fomentar en la hija niveles exagerados de inseguridad e insatisfacción consigo misma, la observamos, por ejemplo, en chicas y mujeres jóvenes y bonitas que se maltratan, maltratando sus atributos femeninos. Una bella cabellera sometida, incomprensiblemente, a frecuentes tintes. Se realizan cirugías y/o tratamientos faciales (nariz, labios, etc.) y corporales que son innecesarios (a veces irreversibles). Y demasiado tempranamente, perdiendo juventud y frescura. Perdiendo naturalidad. Además homogenizan sus rasgos, sus facciones. Y, por si fuera poco, suelen lucir de más edad. ¡Qué lamentable! No les resultan suficientes, o creen que no lo son, sus innumerables dones físicos (y esto lo sienten con convicción. Lo padecen). No consiguen mirarse al espejo. Se ven, mucho quizás, y no se miran. No alcanzan mirarse. Es que no hay realidad externa (ni la de un espejo) que pueda con la realidad mental (¿delirio?, ¿cuasi alucinación?). Faltó la mirada y la palabra re-aseguradora del padre. Es la que podría tener la potencia suficiente para la mujer mirarse, conseguir mirarse de veras. Y entonces darle gracias a la vida y todos los días con y por lo que ve y que es hermoso en ella: el cabello o sus ojos, la sonrisa o su figura, etc., etc. (y eso por limitarlo acá, a lo físico). Regalos de la vida. Dejar de ser mal-agradecida, injusta y tan exageradamente ávida (esclava) de belleza y perfección. No inventar más, no ser tan mentirosa y aceptarse en su realidad, en lo bonito que ostenta. Con la esperanza y serenidad, la seguridad de conquistar con lo que tiene, con lo que es, un hombre para sí. Más tarde o más temprano. Es que el padre, para su hija, es el mejor espejo. Si el hombre padre no ha podido realizar esta tarea, le toca a la pareja (novio, esposo, etc.) tratar de reasegurarla. Intentarlo. Ya sea para impedir cirugías que son innecesarias, maltratadoras, para frenar el ímpetu exhibicionista que a ellos mismos les da que hacer u otras, donde y siempre que haga falta. También el límite, con carácter, a la tendencia escandalosa, de exageración (melodramática) tan femenina. A los arrebatos o accesos de la llamada “histeria” o “histerismo femenino”. El varón no puede dejarse envolver, ni enredar, ni caer en ellos. Reconocer las “lágrimas de cocodrilo” y no ser vulnerable a ellas. A las “de cocodrilo” no. Si lo hace, si lo permite, decepciona a la propia mujer. Paradojas del mundo femenino. Muy por el contrario, debe contenerla. Que sea mujer. No “una histérica”. Excesiva, rebasada, infantil donde precisamente hace falta un hombre. Éste no puede perder su capacidad para la objetividad, para ver, sentir y reconocer la “realidad real”. La justa medida y proporción de las situaciones. Y atajar a la mujer si se desborda por allí. Su freno firme hace mujer. lo que del hombre hace mujer gladys michelena p. 31 Por otra parte, la mujer desconoce y agrede al hombre, lo masculino en él, no dejándose cuidar (por ejemplo, ser acompañada a casa de noche, ser escoltada), no dejándose atender (ser invitada). Y si son marido y mujer, no permitiendo, no estimulando que el hombre sostenga el hogar (es su rol, su responsabilidad. Responsabilidad de hombre, así ella también produzca). La mujer debe consentir que el hombre, como pareja, la cuide y la atienda. O en su defecto hacer que así sea. Intentarlo y seriamente. Respetar al hombre y que él se respete. El hombre hombre ha de reconocer su capacidad y responsabilidad para con la mujer, esposa, hija, incluso madre, de cuidarla, atenderla. Se confunde la autonomía femenina, su derecho y capacidad para ello, con pretensión de autosuficiencia, que excluye al varón. Triste, dañina y atropellante pretensión. El hombre no debe permitir ser substituido (anulado) o aniquilada su función de hombre caballero, hombre que protege, acompaña y trata bien a la mujer. Que tiene cómo y con qué. Ni siquiera porque ella, bobamente, favorezca salir estropeada en esto. El hombre ha de ubicarla en mujer. Y es que él, a su vez, también recibe cuidados y atenciones de parte de ella, al modo que es el de la mujer. El hombre hombre los aprecia, disfruta y agradece (prepararle la comida que le gusta, tener su ropa lista, la casa agradable, complacerlo, etc.). Y esto hecho de parte de ella con cariño y con alegría. Si él se percata, lo reconoce y lo saborea, le insufla entusiasmo, vitalidad y energía a la mujer para esta particular y suya tarea: el hogar. La actitud de él abona en ella su ser mujer en esto. En este oficio femenino. Y aligera su peso. Otro especial atributo masculino es su practicidad, su tendencia a la no compli- 32 núm. 4 cación, que refresca y desentrama, tantas veces, los enredos gratuitos de la mujer. Un hombre es capaz (si ejerce con propiedad) de hacer desaparecer, y en un santiamén, las madejas femeninas de razones, excusas, culpas (auto y hetero), propósitos, motivaciones etc., que ella se inventa y se cree. Prodigioso practicismo masculino, si usado donde cabe, cuando cabe. “Al pan pan y al vino vino” y sin menoscabo de su propia sensibilidad y profundidad. De su capacidad para ambas cualidades. Facilidad invalorable para la simplificación (estar en el presente, aquí, ahora) y para desenredar la vida a la mujer. Si ésta lo escucha. Si lo toma en cuenta. En otro sentido, maravilloso sentido, el hombre complica la vida a la mujer (¡bendita complicación!) y por estos mismos motivos. Y así debe ser y es bueno que así sea. Es que ella debe poder considerar otros parámetros. Ello amplía su mente y su ser de mujer. La enriquece. Y es ése el mayor y más valioso aporte del ser del hombre al ser de la mujer. Y comienza desde que el hombre padre trae a casa, también para la hija, el mundo de afuera (y continúan hermanos, pareja, hijo. Hombres de la casa). La historia, la geografía, el ocuparse de lo que ocurre en otras latitudes (hechos y sucesos internacionales) y comentarlo. El mundo existe. Todo ello estimula a la hija, si ella escucha, a ampliar sus horizontes (mentales primero y vivenciales luego). Interesarse en el afuera y en lo diverso, conocer de su existencia: Da Vinci, el David, Picasso, la cacería, Harrison Ford, “Rocky”, las excursiones, Einstein, Stephen Hawking, “Cosmos”, Brasil y los Mundiales de fútbol, las constelaciones, India, Grecia, el rocío de París, “El Corral de la Morería”, la “Fórmula 1”, Bach, el cello, el rock, tenis, el ajedrez, la 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara “Toyota Samurai”, “Mecánica popular”, mecánica de aviones, los veleros, navegar, idiomas, “Leones”, “Magallanes”, el jazz, el dominó, los crucigramas, “El Barbero de Sevilla”, “Madame Butterfly”. Los restaurantes, otros sabores, degustar. Enseñar a bien beber, bien comer. Paladear, saborear, distinguir. O innovaciones, descubrimientos. La tecnología, ¡la computadora! Internet. Etc.etc.etc. Lista particularizable y enriquecible, ad infinitum. Es el “Odiseo” que es él. Que la mujer acompañe su entusiasmo. Escuche y disfrute de sus aventuras (lo que cabe contar, con decoro) y proezas. Sus intereses, hobbies, pasiones. Que ella los comparta y/o cultive los suyos, propios. Aun a pesar de él. De su encantador, si comedido, egoísmo masculino. Él le abre su apetito por el mundo, el mundo que existe allende el hogar. ¡El universo! Y “a sus pies” en “bandeja”, “bandeja de plata”. Escucharlo la anima a conocerlo, viajarlo. Gozarlo. Puerta de inagotable riqueza que abre el hombre para la mujer. Para el modo de su curiosidad. De la curiosidad femenina. El hombre espléndido con ella, generoso con lo que tiene, con lo que sabe. Se lo ofrenda. Y es que esto la entusiasma, la estimula (de no ser ella demasiado “burrita burrita”), a usar más su cabeza de mujer, a desarrollar sus propios criterios, a tener mayor cantidad de conocimientos y de elementos que le puedan ser útiles en el pensar, para el vivir. Para el pensar y el vivir desde su ser de mujer. Así mismo, el hombre padre, con su amor por su oficio, su entrega y dedicación gustosa a su trabajo, su pasión por él, modela (talla, esculpe) en el ser de la hija (y desde la suya), la vocación en ella. La invalorable fortuna de tener una vocación. El hombre padre, pareja, hijo, psicoanalista, estimula, invita a la cabeza femenina a pensar con él. Desde ella misma. Es su aporte más preciado, junto al de hacerla mujer madre. El hombre preña a la mujer. La fecunda en el cuerpo, en la cabeza y en el alma. La hace ser madre. Madre de hijos, de hijos de carne y hueso y de hijos ideas. También tangibles, también acunables. Buenos hijos, esperados, deseados, amados. Como corresponde sea. Buenas ideas, fructíferas, fertilizadoras. Sus mejores presentes. Con su respeto, su admiración, su grande amor por ese espacio de vida en ella: el útero (corporal, mental y en el alma) que los alberga. Al hombre por existir, por serlo, desde su corazón y entrañas de mujer, por hacerla, por hacerla ser, ella le da las gracias. lo que del hombre hace mujer gladys michelena p. 33 Y con los triángulos, ¿desde dónde? Ruth Axelrod Praes Sitio de amor, lugar en que he vivido De lejos tu ignorada, amada que he callado, Mirada que no he visto Mentira que me dije y no he creído (Sabines, 1991) D efinir la transferencia como un proton pseudus (Freud, 1905) nos ayuda a ubicar que estamos hablando de un fenómeno intrapsíquico que refiere a una situación intersubjetiva donde una persona transfiere inconscientemente a otra un afecto o representación que no le corresponde en ese momento, sino que evoca algo del pasado que le recuerda por asociación a la persona del médico o del psicoanalista. Freud, en 1895, la describe así: “Cuando el enfermo se espanta por transferir a la persona del médico las representaciones penosas que afloran desde el contenido del análisis” (pág. 305). Esto nos sucede a todos todo el tiempo, le ponemos a un otro algo que no le corresponde ya sea en la calle, la tienda o en el camión; sin embargo, la suerte del psicoanalista radica en que puede y tiene que trabajar en esta área afectiva de su panúm. ciente, generando de este falso enlace la posibilidad de hacer consciente lo inconsciente. A su vez, el psicoanalista transita por el mismo ejercicio, un cuestionamiento sin fin, ¿qué le provoca una persona? qué significa cada persona para el médico? Implica usar para sí el mismo estilo de trabajo de su aparato psíquico, siendo él mismo el objeto de estudio . Éstos son parte de los posibles enigmas con los que trabajamos todos los días y en cada sesión, nuestra habilidad para traducir lo que sucede y lo que nos sucede con la finalidad analítica. ¿Y cómo se hace esto?, ¿qué fuerzas usamos para atrevernos a interpretar o bien a remarcar lo que está sucediendo en el aquí y ahora que refiere al pasado?, ¿a un otro del pasado? Muchas veces, el ejercicio de manejar un encuadre psicoanalítico permite poner bordes claros a la forma de trabajar y a la forma de ser de la diada analítica, refiriéndome a días, horarios, costos, vacaciones, suspensiones, además de situaciones de enlace con otros especialistas, en caso necesario. Velasco (1996) define a la transferencia como signos y síntomas que emergen en los tratamientos psicodinámicos don- 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 35 de la neutralidad y el setting la favorecen, o como la repetición inconsciente en una relación actual de patrones de pensamiento, sentimientos y conductas originados en una relación de objeto infantil desplazados hacia personas actuales, que incluye distorsiones, impropiedad, intensidad, ambivalencia, incluyendo caprichos y tenacidad fuera de lugar. Al final parecería un obstáculo para el tratamiento, pero ahora ha resultado la mejor herramienta clínica. Pero aun así, el mundo interno de alguno de los participantes puede chocar con el mundo interno del otro y generar situaciones y cuestionamientos que hagan a las partes entrar en momentos de angustia y conflicto. Me parece que por aquí el cuestionamiento de lo sólo inconsciente, pues lo preconsciente tiene gran fortaleza en su entendimiento y aparición. Cuando trabajamos en situaciones de parejas, las cosas suelen complicarse más, pues no sólo estamos frente a varias transferencias individuales, sino también en una transferencia múltiple, es decir, hacia los integrantes de la pareja y hacia el estilo de vínculo que la misma ha desarrollado y trae al consultorio. Las preguntas de los pacientes hacia el analista sobre a cuál de los dos va a darle la razón, o lo va a hacer culpable por el enredo en que se encuentra la pareja, a cuál de los dos va a preferir y a cuál va a castigar, sin olvidar la competencia natural por la atención. ¿Cuál será la víctima y cuál el victimario?, ¿y qué pasa con la complicidad natural que la misma pareja ejerce aunque esté en conflicto? La neutralidad en el trabajo con parejas es un punto importante a tratar, el vínculo con un tercero suele ser una buena forma 36 núm. 4 de salirse de esta proyección e introyección a la que es sometido el analista. Las cuestiones de identificación por el género también requieren de atención especial y la escucha de género tiene que moverse para ambos lados. ¿Cómo se maneja en la contratransferencia la pulsión de muerte?, ¿y cómo se invita a la pulsión de vida a enlazar las nuevas historias de amor y desamor contratransferencial que se van tejiendo con la práctica psicoanalítica? Algo sobre la clínica A continuación expondré un caso clínico que me ha permitido reflexionar en los enigmas que este eje clínico provoca. Me llama una mujer con voz joven pidiendo una cita porque dice por teléfono que ya no aguanta la vida y que ha decidido hacer algo al respecto; con gusto yo le ofrezco un horario al cual acude puntualmente. Al abrir la puerta encuentro una joven de 28 años, bien arreglada, muy bonita, que me saluda contenta, la hago pasar y toma asiento muy cómodamente desde el principio de la sesión. Comienza diciendo que está muy agobiada, lo cual es evidente, pues se mueve ansiosamente; dice que terminó la carrera hace un par de meses y necesita trabajar pues sus padres, con los que vive, están en bancarrota y ya no le pueden dar dinero, incluso menciona que tiene una deuda con la universidad todavía por lo cual no se ha podido organizar para recibirse. Su mayor problema es la tristeza porque su último novio, después de tres meses de andar juntos, le dijo que ya no podía seguir con ella y esto la tiene trastornada, ya que ella hubiese querido hasta casarse con él, era el hombre adecuado para sus gustos pero él resultó in- 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara maduro, inestable y sin deseos de continuar, por lo que rompe la relación… Antes de esta relación tuvo otro novio por aproximadamente cinco años, el cual actualmente la sigue buscando pero ella ya no lo extraña, dice que es un joven alcohólico, dependiente y ya no le llama la atención. Con este discurso quedamos en vernos una próxima sesión, a la cual llega con otro color de pelo, puntual y vestida más informalmente. Dice haber pasado una semana difícil, su casa está hecha un caos y la están presionando para cubrir sus deudas; expresa con llanto su desesperación por lo económico y su descontento y tristeza por el duelo del novio, platica sobre algunas amistades que también ahora después de la universidad han modificado sus tiempos de convivencia, también de su hermano menor por dos años y de sus padres, hacemos un encuadre de dos veces por semana, por lo pronto cara a cara. A la tercera sesión me cuenta que una amiga le está ayudando a conseguir trabajo y que tiene una entrevista esta semana, lo cual la pone más estable y resulta que encontró al ex novio que ella extraña en una fiesta y le hizo una escena de celos en el elevador; estaba muy confundida por su forma de proceder, mas no arrepentida. A la cuarta sesión no llega, me avisa que estaba ocupada, lo cual me dejó en el natural cuestionamiento de las resistencias y la duda de cómo hacer un trabajo introspectivo con una joven con tal labilidad emocional, familiar y social. La próxima sesión ya tiene un trabajo donde aplica sus conocimientos académicos, con un sueldo que ella considera adecuado; se presentó puntual pero muy agitada y yo me preguntaba ¿qué sucede? es decir, cada sesión algo nuevo, siempre me sorprende esta paciente ¿será que yo soy la rígida? Transcurrieron varias sesiones más, estaba trabajando en esta empresa de su amiga, le ofrecen otro trabajo, va a la entrevista se quiere cambiar, pero al final considera que mejor no. Su padre parece estar un poco más calmado con ella, es un hombre de carácter fuerte, ella se somete al padre. Igual que su mamá. Su jefe es un encanto, un hombre casado con cuatro hijos y una esposa joven; el gerente es otro buen tipo y ella parece sentirse adecuada y con buen futuro. Hay que ir a comer con ellos de vez en cuando, me cuenta ella, resulta interesante estar cerca del poder y bueno… así se va dando una historia donde, de ser la analista de la joven, ella pide una sesión extra porque se asusta mucho cuando recibe la declaración de amor de uno de estos dos, pidiéndole que sea su novia… ¿Eramos dos? ¿ahora parece que hay un tercero metido en el vínculo terapéutico? Se habla de él, de lo que significa esta decisión y las consecuencias. Podría hablar un poco sobre contratransferencia, parar un poco y reconstruir esta sensación de escucha casi imposiblemente neutra frente a la decisión de una joven paciente de aceptar ser la amante de su jefe… ¿parezco moralista? ¿o con una ideología conservadora? Más allá de mi silencio, ella toma su decisión. El promete ser su príncipe azul, hace intentos para lograrlo hasta que un buen día el llega con ella a la sesión y, bueno… pues ahora éramos tres en serio. Aquí estamos frente a una más de las preguntas sobre técnica, ¿tengo que recibir al invitado a la sesión? Estoy obligada, ya que mi paciente es la que pide su presencia real o tendría la posibilidad de evitarlo, no y con los triángulos ¿desde dónde? ruth axelrod praes 37 lo sé; ella me avisa que lo va a traer y no hay tiempo de trabajar la intromisión y el acting in que implica la ruptura del encuadre clásico. Él viene muy preocupado, ella lo invita con su doctora para que hablemos de cómo le gustaría a ella que él la cuidara, yo soy testigo, para que las cosas salgan bien. Un tratamiento individual que pasa a ser de pareja, con las vicisitudes que implica, la triangulación y sus alternancias. Tres sesiones después, ella llama en fin de semana pidiendo adelantar su próxima sesión, hay algo muy difícil que hablar me dice... Yo no puedo atenderla en este momento, pido que me espere hasta que comience la semana y ya con una sesión que adelanta su cita convencional, llega muy confundida haciendo algunas confesiones de la vida sexual de su amante con otra mujer; él tiene esta experiencia y la busca un par de horas después para platicársela, asumiendo que ser honesto es lo mínimo que le debe a su amante y futura esposa. Le explica tranquilamente a mi paciente que no la tocó, que no tuvo relaciones con su esposa con la que vive ya más de diez años, pero que resulta que una de sus perversiones es mirar cómo su esposa se acuesta con otro hombre; para no olvidarlo, a él le gusta grabar el incidente y ella, mi paciente, ahora se entera y ya no sabe qué hacer… él acepta lo que sucedió, lo platican pero ella entra en pánico… no lo tolero, qué asco, dice ella, no sé qué hacer… yo pensé que era una persona normal y esto es algo que no puedo manejar, dice de nuevo, ¡¡¡qué asco!!! Le pregunté que para que le contaba esto a mi paciente y comentó que se da cuenta que hace cosas muy fuera de lo normal, que está chueco y que ahora con la re- 38 núm. 4 acción tan sincera de su novia va a tratar de regresar a la vida sexual convencional, le promete a ella no volverlo a hacer y que va a tratar de rehabilitarse de tantas tonterías. Nos enseña a las dos si queremos observar el video, que grabó con su blackberry, yo se lo agradezco pero le menciono que no es necesario, mejor podría borrarlo. Fue una sesión intensa, donde las dos teníamos el mismo cuestionamiento: ¿y después de esto qué sigue? ¿a qué podría ser forzada, qué va a poderle ofrecer a un hombre que comparte abiertamente a su esposa? No me es fácil explicar mi contratransferencia entre lo imposible de la neutralidad, el impacto psíquico de la sexualidad y su exibicionismo, la ruptura de la ingenuidad y la curiosidad por lo nuevo, me sentía en un espacio erótico peligroso y cercano que me atemorizaba, ¿sería yo la madre deseada, deseante?, ¿la que formaba parte de un viejo triángulo frustrado?, ¿tres para tres? Me sentí invitada a observar al novio, a conocer su cuerpo, a darle una calificación a su desempeño sexual como amante, ¿quién seré para él? Él parece un escuincle morboso, travieso, con malas mañas que me cae gordo por cochino. Han pasado muchas semanas desde ese momento; muy frecuentemente aparecen cambios drásticos en su vida, desde un accidente por el cual se rompe una pierna, intentos de abandonar su trabajo, días sin asistir al mismo por diferentes situaciones, cambios de casa, etc. Aun así hemos mantenido el encuadre y el vínculo terapéutico. Ella no logró abstenerse de formar parte de todo esto, aceptó seguir siendo la rival, la amante, la que quiere saber todo sobre las novedades sexuales y la que pudo 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara manejar el miedo y el asco, así como la curiosidad y el deseo inconsciente de estar ahí donde más terror se siente. Cuando platica sobre la intimidad con él, lo hace de forma discreta y suave, le pregunto que si lo disfruta y me dice que sí, que mucho. “Me gusta mucho como me acaricia, como me trata cuando estamos juntos…” me dice. “Podemos jugar en la cama pero todo está dentro de lo que yo considero normal, además parece enamorado de mí y eso me gusta”. Pasó dos semanas fuera de la empresa para modificar su estatus y ahora es su socia en un nuevo proyecto donde ella dirige a otros, pero fuera de la oficina inicial. Parece un estilo de independencia con cara de subalterna; para que esto funcione puso a un par de amigas cómplices que la acompañan en esta historia a que la ayuden, parece entusiasta tanto con el aspecto laboral como con el del proyecto de pareja, ahora dice aceptar que él no se divorcie pero que siga con ella. El otro varón que está en la oficina, que fue el invitado de honor al banquete de la esposa, continúa laborando normalmente; en una ocasión le llamó la atención sobre un asunto de la oficina, ella hizo lo posible por no interactuar con él, ella dice que le tiene miedo. En la última sesión trae una preocupación acerca del bienestar de sus padres. Me dice: -Ahora que ya vendió mi papá la casa vieja tiene el dinero y me da miedo que se lo gaste, es muy desordenado, ya le pedí que lo cuide, que lo invierta en otra casa para que tengamos donde vivir establemente, en cambio mi novio actual -al ya conocido- es muy cuidadoso con el dinero y está pagando todo lo referente a la nueva oficina. Siento como que es un soporte para mí. ¿Sabes? La esposa es una manipuladora, estoy segura que sabe que hay alguien más en la vida de su esposo pero lo soporta por la comodidad que tiene, ella no trabaja, es una fodonga de lo peor, pero él, el novio, ya se quiere separar y no me extrañaría que para enero se salga de su casa. Yo le tengo que decir que lo piense bien, como si yo fuera su mamá. Le pregunto que si a su novio le faltó mamá y me contesta pensativa, yo creo que mucha, porque él me pide que yo lo guíe, sin embargo, a mí me gusta ser como la mamá. Le pregunto: ¿y a ti te faltó mamá? Ella contesta que a ella le sobró, que su madre es sobreprotectora y le gusta intentar ser perfecta y que se le pasa la mano en cuidados, mi paciente pelea por su espacio y por su independencia. ¿Te cuento un sueño? Dime: Estaba con mi novio, sentados alrededor de una mesa, platicando y veo que por la puerta entra una mujer muy bien arreglada, muy bonita y le decía a él, vámonos… El se levantaba e iba con la cabeza agachada y yo sentía cómo nos habían cachado… fue horrible porque yo me sentía como esa otra mujer también, la que hace y la que cacha, la verdad es que en el fondo me da miedo que se vaya pero también que se quede. Y ayer tuve otro sueño donde había varios toros negros y muy agresivos, era como una pamplonada, yo los esquivaba y al final me iba corriendo y me salía del lugar y entraban otras personas… Pero no sé qué pensar… no le entiendo; entonces yo le pregunté: ¿y los toros tienen cuernos? Aaayyy, caramba, sí es cierto… ¿en qué piensas? Pregunté; bueno, la verdad es que y con los triángulos ¿desde dónde? ruth axelrod praes 39 una parte de mí no está de acuerdo con lo que estoy haciendo, no me justifico, me siento mal, sé que estoy actuando mal, debería esperar hasta que se divorcie y no ser la segunda de nadie, pero hoy sí lo soy y no sé quién se va a quedar aquí. ¿A que le tienes miedo?, le pregunté. La verdad es que a mi padre y a mis hermanos, sé que podrían ponerse muy agresivos y más a la humillación que pueden hacerme sentir, a la vergüenza y más a la decepción que les puedo causar. Quisiera, ahora sí, tomar un momento para la reflexión transferencial, ¿qué será lo que esta paciente espera que le diga? ¿Será una indicación de qué hacer o qué no hacer? ¿De orden paterno para que aparezca lo que parecería ser el orden? ¿O la razón para salirse de esta situación? ¿La curiosidad puede y suele ser mayor que la implantación de la ley? Ella muestra su teatro como metáfora de su realidad psíquica; para la analista se trata de un teatro privado que la paciente logra compartir, en el cual cada quien puede representar diferentes papeles, pero al contrario de otros analistas como Breuer, quien fue el analista de Anna O., en tiempos auténticos de Freud, para ser exactos en 1880, hace casi ciento treinta años, parece que ella lo obligó a representar un papel que a él lo asustó. Y, evidentemente, él lo permitió. Mc Dougall (1991) considera que el analista intentará observar atentamente todos los escenarios, en especial su propio teatro interior para interpretarlo lo mejor posible antes de interpretar el de sus pacientes. Pero esto no es tarea fácil, pues el mismo analista es parte de la escenificación; además, en este escenario hay una invitación forzada de pasar de dos a tres, ¿qué 40 núm. 4 significa pasar de una diada a un triángulo? ¿Será una escena edípica en repetición? ¿O el nacimiento psicológico de su hermano en su vida? De dos a tres y, bueno, a veces observando la escena primaria y a veces siendo protagonista. Es decir, de lo pasivo a lo activo con la posibilidad de controlar y controlarse ante las ansiedades persecutorias y de crecimiento. Estamos cerca de la posición de poder hablar sobre perversiones, pero ahora sólo nos queda hablar sobre neo sexualidades, ¿qué tenemos que decir a esto los psicoanalistas? Mc Dougall, en su libro sobre las mil y una cara de eros (pág. 235), menciona que las personas destinadas a recurrir a invenciones neosexuales en la edad adulta han creado su puesta en escena erótica como un intento protector de autocuración, no sólo para contener una angustia de castración excesiva, derivada de conflictos edípicos y del inconsciente biparental, sino también para tratar de conciliarse con la imagen introyectada de un cuerpo frágil y dañado. Así, en su guión erótico, el sujeto trata de protegerse de un sentimiento espantoso de muerte libidinal que, a su vez, engendre miedo a la pérdida de la representación corporal como un todo, con un posible desmoronamiento del sentimiento de identidad subjetiva que siempre está en proceso de consolidación. Fernández (2002, pág. 16) menciona a la sexualidad como motor y arquitectura de la condición subjetiva, el ser humano propuesto por el psicoanálisis se particulariza por privilegiar el trabajo de representar y significar. Ambos constituyen fuentes reproductoras de un placer cualificado, de matices afectivos, que sostienen al sujeto en su deseo de vivir, así el sujeto anímico 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara resulta producido, es productor y se autoproduce para vivir. Esta relación constante consigo mismo filtra y delimita la vinculación con otros semejantes significativos y con el mundo en el que habrá de hallar inscripción. Esta condición despliega un triple registro. Como protagonista en tanto desea, como protagonizado y como protagonizante en tanto aspira a ser alguien para otro. Finalmente, la transferencia y la contratransferencia suscitan una reflexión más profunda que no puede aislarse del sentido de la ética, del natural caos de las pulsiones básicas de vida y de muerte, de la teoría de los afectos y de la esencia de la técnica psi- coanalítica en la búsqueda del inconsciente; ése es nuestro quehacer profesional. Bibliografía Fernández, R. (2002). El psicoanálisis y lo psicosomático. Madrid. Editorial síntesis. Freud, S. (1895). Escritos sobre histeria de conversión, vol. II Obras completas. Buenos Aires. Amorrortu editores. MC Dougall, J. (1991). Teatros de cuerpo. Madrid. Julian Yébenes, S. A. Mc Dougall, J. (1998). Las mil y una caras de eros, la sexualidad humana en busca de soluciones. México. Paidós. Velasco, F. (1996). Manual sobre técnica psicoanalítica. México. Ed. Planeta. y con los triángulos ¿desde dónde? ruth axelrod praes 41 Cultura web o el mundo en la palma de la mano; relaciones con el psicoanálisis ¿ Qué entendemos por cultura web? propio tiempo, que adhiere a éste y, a la vez, toma su distancia a través de un desfase y un anacronismo” (Agamben, 2009). Conceptualizar este fenómeno de diálogos virtuales que inciden en nuestra vida íntima y social requiere sostener un sentimiento de inadecuación con esta contemporánea complejidad cultural, que interviene en la subjetividad tempranamente en la medida en que incluye, en los niños, valores del mundo antes de haber estabilizado o adquirido los de la familia y, muchas veces, atenuando éstos. Es observable una nueva sociabilidad también virtual: una comunicación que vence los límites territoriales y, a la vez, mutila partes esenciales de la comunicación cara a cara. Los gestos, el tono de voz, aquello que puede delatar una mentira, la verdad que aporta la mirada, el olor sensual, el tacto y el sonrojarse quedan fuera de las pantallas. Si bien creemos verlo todo, parece que lo esencial quedara fuera y no podemos dejar de observar que, para los jóvenes, esta forma discursiva es particularmente preferida. Como psicoanalistas observamos formaciones sintomáticas a partir de esta “cultura tecnológica” que, si bien ofrece una novedosa dimensión imaginaria para el pensamiento, también aporta la po- Cecilia Moise de Borgnia, Ana Salazar Como psicoanalistas partimos de algunas consideraciones que conceptualmente ligan al sujeto, a la cultura actual y al psicoanálisis con la idea que “el psicoanalista no puede ser sino un explorador y un conquistador, no se conforma mucho tiempo con el piloto automático y está tentado a extender su investigación a otras áreas” (M. Baranger1995). La subjetividad en nuestros días adhiere a una cultura de conmutación universal, la comunicación “express” -lo más parecido a lo inmediato- y a una libertad vincular que no tiene precedentes. La tecnología se ofrece hoy día como un elemento generador de una nueva era en materia de transformaciones sociales, es así que computadoras, teléfonos celulares, video juegos, internet con sus diferentes alternativas (chats, blogs, sociabilidad virtual, etc.) son las herramientas preferenciales de la comunicación en la cultura actual y fundamentalmente en el mundo adolescente. Lo vemos como un fenómeno y un desafío para el pensamiento, que nos atraviesa ineludiblemente en nuestro ser contemporáneo. “La contemporaneidad es, pues, una relación singular con el núm. 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 43 sibilidad de crearse personajes que, como dobles clónicos o máscaras, compensan de manera fantástica las frustraciones de la vida real, ej.: Second Life, juego en el que participaba una paciente de una analista de Bs. As. y que fue tema de interesantes reflexiones en el último Simposio de Apa (Cowap-Apa 2009). Venimos trabajando estas cuestiones de nuestra cultura (Moise, C. y Salazar, A. 2009 y 2010) estableciendo una unión conceptual en lo que llamamos “cultura web”, cultura como producción simbólica social y web como la tecnología conformada por una red de redes de la información y la comunicación, que notoriamente está generando profundos cambios en la vida social como en los procesos de constitución subjetiva y, por lo tanto, en el bienestar como también en el malestar de las personas. No podemos dejar de considerar las facilitaciones que promueve para los procesos ligados al pensamiento y al lenguaje, como a sus obstáculos, en la medida en que facilita conductas de goce compulsivo ligado a la sexualidad, o a la adicción por “estar conectados” a la red, o también en la transformación de “consumidores” dependientes de todo aquello que se ofrecevende en la web. Desde nuestro lugar como psicoanalistas ubicamos a la cultura en relación al psiquismo estando de acuerdo con el siguiente punto de vista: He propuesto, en la articulación de las series complementarias fijadas por Freud, una cuarta serie que incluye específicamente el impacto de la cultura y de la historia sobre el psiquismo. Integrar una cuarta serie exige la inclusión de la psicosexualidad en el tejido íntimo interdisciplinario sin que por ello el psicoaná- 44 núm. 4 lisis pierda su especificidad (Alizade, M., pág. 52, Moción, 2006). ¿Demandarán análisis los jóvenes que creen encontrar googleando todas las respuestas a sus deseos o necesidades libidinales? ¿No será dejado de lado por anacrónico el diálogo analítico que bascula entre la interrogación y la ausencia de soluciones rápidas? ¿Interesará preguntarse quién soy o qué proyectos me animan si puedo esconderme en un personaje que además es convalidado socialmente? Buscamos descubrir la manera en que puede cegarnos la luz de esta maravilla mediática y sus implicancias para nuestro pensamiento. Herramienta moderna que promueve una pérdida de un tiempo de soltura para el pensamiento, en la medida en que queda atrapado dentro de las redes cuasi-oníricas del ciberespacio, la dependencia posible y la incomunicación. Los nuevos discursos en la web y sus múltiples sentidos nos implican a todos sin límites de edad, aunque el mundo de los jóvenes es el más expuesto a sus particularidades. Son los jóvenes que, educados por la web más que por la familia, con un lenguaje propio, portarán los valores globalizados del mundo tecnológico más que los de la comunidad en la que habitan (Galende, E., 1995-2008). ¿Qué variables incluye la producción simbólico-discursiva a nivel comunicativo en el mundo de los niños y adolescentes, como en el de todos, a partir de la cultura web? Esta nueva cultura web, ¿qué impronta produce en el inconsciente? Nos preguntamos si como elemento de la cultura produce sólo el malestar que implica la renuncia pulsional, en su exclusión del cuerpo, en su recorte de los vínculos que se convierten en “parciales”, en tanto 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara son diálogos de pantalla a pantalla, o en realidad incluye alguna novedad, ligada a la facilitación en el goce del cuerpo. Acerca del erotismo, el deseo y la psicosexualidad: ¿cómo se establecen las relaciones de la sensualidad y la prescindencia del cuerpo del otro en estas comunicaciones digitales?. Aspectos socio-culturales: discurso en la web La lógica, decía Peirce (1839-1914), es otro nombre de la semiótica y la semiótica tiene como objetivo el estudio de la semiosis. La semiosis es el instrumento que posibilita el conocimiento. Es donde se construye la realidad de lo social. Se trata de un proceso triádico de inferencia mediante el cual, a un signo (representamen) se le atribuye un objeto a partir de otro signo (interpretante), que remite al mismo objeto que es también un signo. Este proceso es por definición infinito (Pisarro, M., 2010). La semiosis está presente en todos lados, en todo momento. Como escribió el semiólogo Eliseo Verón (1988), toda producción de sentido es social y todo fenómeno social produce sentido. Los signos no son artimañas conceptuales o imágenes acústicas que sólo están en la cabeza de la gente (Saussure), son representaciones de cosa y la palabra de la realidad. ¿Cómo leemos los psicoanalistas los signos de estos tiempos? ¿Cómo escuchamos a nuestros pacientes cuando hablan de sus intercambios dentro de la web? ¿Estamos aprendiendo a leer los signos de estos tiempos, a conocer sus nuevas producciones simbólicas y los sentidos que ellas otorgan? Es esencial comprender la actualidad, es decir, ejercer un pensamiento crítico sobre el presente. Al decir de Agamben, ver la sombra de la luz que nos ilumina. Sólo cultura web o el mundo en la palma... este comprender crítico hace posible que la acción de los hombres no sea guiada por el miedo ni por fantasías salvíficas, como puede verse a la tecnología, sino guiada por el saber y el deseo de transformar o construir la realidad. Con valores éticos surge un auténtico deseo de comprender, de actuar sobre la realidad; con la aceptación de lo imposible de sortear las diferencias, como los límites que la finitud nos impone, un empeño fraterno y solidario de hacer con los otros; es lo que da como resultado un decidir sobre la existencia de cada uno y del conjunto (E. Galende, 2009). El mundo actual está compuesto por productores, consumidores y excluidos. Quienes estamos presos en este mundo global amenazante nunca aceptamos este presente como definitivo, la mayor parte mantiene su anhelo de libertad, de poder elegir y decidir, pero no ignoramos que muchos, por diversas debilidades y desventajas sociales, son víctimas personales del pánico y la angustia crónica. Este mundo del miedo no es natural ni espontáneo. Por vía del consumismo, que necesita de una cultura del individualismo, se trata de mantenernos aislados. Esto no es espontáneo, la globalización económica impuso aislarnos del territorio (migraciones masivas), de la vida en común (competencia y desconfianza), de la historia compartida y, especialmente por las políticas mediáticas, de evitar que imaginemos un futuro o un proyecto en común (E. G.). Cultura del poder económico, que alienta la destrucción de la subjetividad en aras del uso de aquello que imposibilita la iniciativa de proyectos a futuro, medio cecilia moise de borgnia, ana salazar 45 que genera sometimiento, un discurso de la simulación del conocimiento, un saber que inmoviliza, que hipnotiza por vía del consumismo, que necesita de una cultura del individualismo. Elsa del Valle plantea, en “La articulación entre el individuo y la sociedad” (1991), la importancia del lenguaje no sólo como orden simbólico y primado del significante, sino como transmisor, regulador y comunicador social. Esto nos hace rescatar, más allá del valor estructural del lenguaje, su función de mediador para la transformación de sí mismo y de la sociedad. Hoy parece imponerse un concepto pragmático del discurso y la palabra promueve un valor de acción, de praxis, de poder. Entendido el lenguaje en esta perspectiva reconoce dos sentidos: Como portador de contenidos ideológicos a través de los valores y normas que fecundan las instancias del superyo y del ideal del yo. Y Mediador, regulador y transformador de la conducta humana, la propia como la ajena, a través de la comunicación. Sólo a través de las prescripciones y normas superyoicas se interiorizan las voces de los padres que dan sustrato específico a esas normas y valores. Los psicoanalistas, acostumbrados a interpretar en relación al juego de las representaciones y al principio de diferencias por condensación-desplazamiento o aun en las formas de presentación de lo pulsional, nos encontramos con dificultades para comprender el funcionamiento actual subjetivo. Su principio no es de diferencia, sino de identidad, como en las expresiones patológicas del narcisismo. El sujeto tomado como objeto resulta idéntico a su representación. Freud diferenció entre individuo y sociedad 46 núm. 4 como los actos psíquicos sociales de los actos psíquicos narcisistas. Lo social se hace narcisístico por medio de la masificación de los individuos. Se consume lo mismo, se piensa poco e igual (la tv, los videos, etc.), aplanan las emociones, condicionadas por los efectos especiales de los medios masivos, y crean modelos identificatorios de sensibilidad semejante para todos. Los valores que sustenta una cultura de la libertad incluye la autonomía del individuo, la igualdad, la relación dialéctica con un poder equitativo y su interiorización en el superyo y no están en relación con estas nuevas condiciones que han ganado la conciencia y la vida cotidiana de grandes sectores, con una cultura tecnocrática, eficientista, individualista, utilitaria, sostenida en la construcción de una realidad que dificulta la fantasía, el sueño, la creatividad individual. La computadora ha devenido un adminículo de primera necesidad que nos permite entrar a través de internet, en relación con ese otro del saber universal en permanente construcción. El ciudadano del siglo XXI piensa con su computadora. Hay una fragilización de la memoria como una suerte de Alzheimer digital. No se trata de un efecto de olvido o desconocimiento (represión), sino de un aturdimiento semejante a las neurosis traumáticas. Cantidad de estímulos que por magnitud y diversidad no permiten elaboración alguna. El nuevo aparato tecnológico además funciona como controlador social. Su portador resulta localizable en tiempo y lugar y las conversaciones, excalibur mediante, son rastreables y reconstruibles vía satelital. La conexión permanente trae aparejados sus problemas: diluye el límite del horario laboral y borra la ya fina línea divisoria entre vida personal y actividades de trabajo. Estar conectado las 24 hrs. para ahorrar 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara tiempo hace que algunos admitan estar contentos con su adicción. Pero ¿se puede ser adicto a un aparato? Algunos síntomas son similares a los de otras compulsiones. El estar permanentemente conectado suele producir pérdida de concentración y la falta a veces genera tensión, ansiedad, estrés y puede alterar los horarios de sueño. Existe una tendencia a la dependencia en las personas que tienen un trastorno previo. Es así que se la denomina a nivel médico clínico como “tecnostress”, que sería aquel momento en que alguien deja de ser usuario de la tecnología para ser esclavo de ella. Es interesante el planteo de M. Sauval (2008) en “La letra invisible de la escritura digital”, donde plantea que cada vez que “apretamos” con el mouse el botón “guardar”, lo que se escribe “realmente” no es el texto que vemos en la pantalla, sino el “archivo” que lo contiene. Sus letras no están hechas para que las lea un hombre, sino una máquina. Puede aplicarse a cualquier realidad (textos, imágenes, cuerpos, etc.) que pueda ser cifrada. Llama “analfabetismo informático” a la injusticia distributiva de acceso a las computadoras que padecen amplios sectores de la población, ya que se vuelve inaccesible si no disponemos del software adecuado. Cada cambio de tecnología arrasa con la cultura archivada en formatos devenidos caducos. Acordamos con D. Sahovaler (2009): El tema de la información que representa una revolución tecnológica cuyos efectos sociales y culturales son visibles contiene, según Touraine (2005), la ausencia de todo determinismo, ya que se ha creado una situación nueva a causa de la gran flexibilidad social de los sistemas de información. Éstos dan voz a los cultura web o el mundo en la palma... que eran tratados como objetos, como propiedad. Si bien internet y las nuevas tecnologías de la información, cuya omnipresencia se elogia tanto, constituyen el medio de comunicación masivo más adaptado a la ideología que preconiza el fin de la Historia y la desaparición de todas las fronteras, podemos cuestionarnos si es correcto predecir que a partir del desarrollo de la sociedad de la información y de Internet se producirá el establecimiento de un mundo orweliano, caracterizado por la uniformidad generalizada. Metapsicología psicoanalítica, acerca del inconsciente ¿Qué significado o sentido otorga esta presencia-distancia para nuestra vida pulsional? ¿Es semejante al que producía la carta de antes?, ¿al texto de los libros?, ¿al teléfono? ¿O acaso hay diferencia en el saber y en el ver al otro, en el preciso instante en que le escribo o le hablo?. ¿Qué tipo de huellas deja para nuestro psiquismo este diálogo aquí y ahora en su inmediatez y exceso de producción? Lo vertiginoso de la web se opone a las formas de registro del inconsciente, cuyas leyes de tiempo y espacio determinados que, si no se cumplen, resultan en situaciones traumáticas (Baranger, M. y W., Mom, J.,1987 y Freud, S., Carta 52). Finalmente vamos a intentar articular conceptos metapsicológicos que den cuenta de lo que nos preguntábamos al inicio de nuestras reflexiones, referidos a las improntas en el inconsciente y los modos de producción simbólicos que promueven las nuevas tecnologías. cecilia moise de borgnia, ana salazar 47 Si bien como psicoanalistas nos preguntamos acerca de la producción de subjetividad en nuestra época, lo específicamente psicoanalítico es la búsqueda de la producción tópica psíquica en sus particularidades dentro de una concepción más general del funcionamiento psíquico. Vamos a tomar para esto las nociones de funcionamiento psíquico inconsciente de la Carta 52 de Freud (1896). Allí da cuenta de la modalidad de retranscripción de las huellas mnémicas: un rehusamiento de pasaje o traducción a otra instancia se llamará represión y en el caso de que la vivencia sexual produzca un placer no inhibible generará una compulsión. Freud: De este modo se llega a las siguientes tesis. Cuando una vivencia sexual es recordada con diferencia de fase, a raíz de un desprendimiento de placer se genera compulsión, a raíz de un desprendimiento de displacer represión (pág. 277). Por esto es que ciertas escenas perversas que generan placer serán fijadas bajo una modalidad compulsiva y no hay transposición a otro orden, permaneciendo fija dentro del mismo sistema. Esto es lo que caracteriza a la compulsión, su no modificación. Si pensamos que el psiquismo está bajo el primado de la represión, estamos diciendo que la traducción de un sistema a otro implica pérdida de placer y pasaje. El conocimiento surgido de la sublimación pulsional exige cambio de objeto y de meta. O sea, hubo transcripción, traducción y represión. En la cultura de la inmediatez o posmoderna se lesiona el establecimiento de la represión, el sujeto dañado narcisísticamente funciona bajo la tiranía de un yo ideal y no puede contener las impulsiones no ligadas 48 núm. 4 que lo gobiernan. El problema del pensamiento queda de esta manera relacionado con funcionamientos psíquicos en los que lo lesionado es la constitución del lenguaje, del campo simbólico que representa, uniendo pasado, presente y futuro y dando consistencia a un imaginario que diferencia entre palabra y lenguaje. Silvia Bleichmar (1998) planteaba dos problemas en cuanto al pensamiento y sus relaciones con el lenguaje: uno se refiere al deseo humano de comunicación, para esto el lenguaje y su constitución en discurso, y otro problema es la necesidad de un “otro” que, por efecto de identificación o inscripción subjetiva, se convierta en el interlocutor como objeto destinatario de los pensamientos de uno. Las producciones simbólicas del sujeto guardan relación directa con la constitución de estas instancias. Quizás sólo se benefician con el mundo virtual los sujetos cuyo mundo representacional mantiene una estabilidad en la constitución de sus instancias, que colabora con nuevas producciones del pensamiento. Su novedad quedaría inscrita como facilitación de los procesos secundarios del psiquismo. Psicosexualidad y web La presencia virtual del otro, como su alejamiento, dependen de un “clic” y sería simplista creer que un encuentro o comunicación dependen sólo de esa posibilidad. Como psicoanalistas sabemos que la vida pulsional y el encuentro con los objetos incluye una imposibilidad constitucional que irá más allá de los medios con que creamos contar para minimizarla (Freud, S., 1912). Las redes virtuales se proponen como un desafío al mundo simbólico del pensar y del sentir humano, en su complejidad y en sus potencialidades, en la creencia de 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara salvar la distancia que nos diferencia y distancia de otros. Desarrollaremos brevemente, y a modo de introducción para el diálogo, algunos puntos de vista acerca de la psicosexualidad, el deseo y sus posibles implicancias patológicas, si así llamamos a las desviaciones del mismo: pornografía, adicciones y la criminalidad de mercado en la que todo se puede comprar o vender. La subjetividad se construye según los modos en que se entraman las necesidades libidinales junto a los proyectos identificatorios dentro de los lazos sociales que se van estableciendo. Advertimos que un riesgo de la cibercultura es que se constituya en un poder que niegue ilusoriamente el esfuerzo y el dolor que conlleva el encuentro con la alteridad. Una subjetividad amenazada por la jerarquización de la inmediatez y lo perceptual (Moise, C., 2004). La sexualidad y su relación con la transgresión es habitual dentro del mundo de los adolescentes, en la web se hace visible lo que antes no teníamos ocasión de presenciar y por lo tanto, como nunca, lo íntimo se ha normatizado como público. ¿Cuál es el riesgo de perder el espacio de intimidad? ¿Perder para siempre la autonomía del pensamiento? Ahora bien, sería conveniente discutir todavía aspectos más espinosos de la cuestión, por ejemplo, la instalación de la pornografía como analizador de los intercambios en la web, o sea, como emergente espontáneo en la vida histórico-social-libidinal de la sociedad en uso de sus libertades y las determinaciones que generan conflictos, deseos y fantasmas, propiciados por otro elemento no menos importante a saber, la explotación sexual comercial impuestos por la sociedad de consumo donde es evidente el uso de mercancía de los cuerpos. cultura web o el mundo en la palma... Esto último coloca a la cultura web dentro del ámbito del poder de un sistema social capitalista de explotación, ya sea por su posibilidad publicitaria masiva e indiscriminada y, a la vez, por la utilización de mujeres y niños como objetos preferenciales para fines que terminan siendo de carácter delictivo (prostitución, pedofilia y compra-ventas compulsivas de todo tipo de objetos). Ya no se trata de ir al extremo del exceso o prohibido y por lo tanto estar dentro del campo del erotismo, el cual se sostiene dentro de la ley del deseo, sino que lo que la pornografía propone es la misma abolición de la prohibición (Marzano, M., 2006). Los analistas nos cuestionamos en poder establecer las coordenadas actuales para ubicar el deseo, el erotismo, el placer y el goce, de manera tal que puedan dar sentido a las relaciones amorosas, ver intimidad y alteridad como un estar con otro y reconocerse a sí mismo en intercambios productivos afectivos. ¿Será que el ámbito de la virtualidad crea una nueva realidad que se vende como real ante la carencia de un cuerpo afectivo real? Cuerpos habitados por afectos que afirmen la existencia sin necesidad de máquinas, ¿o será que esto es ya imposible? Podemos decir que la adicción hoy día es de objetos que son legales y cada día son más necesarios para no quedar excluidos de los intercambios sociales. La subjetividad en sus diferentes producciones discursivas encuentra nuevos medios para los intercambios simbólicos sociales, pero lo que no queda claro es si los posibilita o los impide. Lo por venir social, cultural y el psicoanálisis El malestar en la cultura de Freud de 1930 está basado en otras premisas que las que cecilia moise de borgnia, ana salazar 49 sostiene nuestra sociedad actual. El superyo de entonces no es el de ahora, al menos en lo que se refiere a la renuncia pulsional como imperativo de su lógica determinante de malestar. Como dijimos, los referentes que constituyen el sí-mismo son diferentes hoy día, no es sólo la familia y su círculo social de inserción, sino que se ha extendido a partir de la web y sus infinitas posibilidades de expansión territorial y de intercambios sociales. La visión del hombre de la posmodernidad, el ser contemporáneo, va rumbo al cumplimiento automatizado de las instrucciones de un saber tecnológicoeconómico (Indart, J. C., 2005). El discurso social dentro de esta cultura tecnológica está basado en un lenguaje informático-estadístico; nada de este discurso habla del sujeto que lo sustenta y, al decir de M. Goldenberg (2005): La diversidad de malestares que produce y que se denuncian (que no hay nada ‘humano’ allí, que no hay lugar para los sentimientos, que uno queda reducido a un número) se reduce al hecho de que en ese lenguaje no hay representación posible alguna del sujeto en su singularidad. Hoy el lenguaje de la gestión mundial político-económico y cultural es ese lenguaje informático. Igualmente lo es el de la tecnología científica que acompaña los objetos de consumo como prospecto adjunto con instrucciones y la posibilidad de trabajar es ya cada vez más, muy simplemente, sólo su empleo. El mundo actual cultural brinda innumerables beneficios y a la vez malestares, la web en sus diversas formas hace posible la “máxima individuación de lo global y reducción del planeta a un punto incandescente de instantaneidad” (Veron, E., 2009). 50 núm. 4 En el futuro, la subjetividad se verá frente al desafío social y cultural de dar una respuesta al doble imperativo de la determinación por el espacio territorial y la determinación por el sí-mismo, o sea, su identidad. Un polo lo representa el de la desvinculación del sí-mismo del espacio, es la novedad que aporta la web y sus infinitas conexiones ciberespaciales. El otro polo que adquiere cada vez contornos más claros, a los ojos contemporáneos, lo constituye el fenómeno de un espacio sin sí-mismo, por ejemplo, las redes cuasi sociales en las que las personas se reúnen, sin por ello querer establecer un vínculo entre su identidad y su localidad, lo que cobra la forma de máxima individuación. Habrá que esperar que en el futuro los seres humanos generen una reapropiación colectiva de la realidad social. Sigue siendo nuestro desafío como psicoanalistas comprender las modalidades que cada época va propiciando en la constitución subjetiva, nadie puede mantenerse al margen de los sentidos sociales de la época en la que vive. Desde nuestro lugar somos particularmente sensibles a todo aquello que parezca facilitador o contrario a lo que son las auténticas necesidades y deseos del ser humano y, de esta manera, luego de la reflexión, sostener una ética acorde con la complejidad que resulta o hace al diario vivir. Bibliografía Agamben, Giorgio. “Qué es ser contemporáneo?”. Ensayo inédito. Rev. Ñ, N 10, 21/3/09. Alizade, M. (2006). “Acerca de la formación psicoanalítica”, Rev. Moción, APA. Baranger, M. (1995). “La clínica en el psicoanálisis actual”. Rev. Zona Erógena, N24. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara Baranger, M. y W. Mom, J. 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Al principio, Freud definió la transferencia como el amor desmedido que el analizante pone sobre la figura del médico. Más tarde descubre que no en todos los pacientes se despiertan sentimientos de amor, sino que algunos manifiestan sentimientos hostiles y de desconfianza hacia el médico. Y por último observó que algunos casos se resistían al fenómeno de la transferencia. Melanie Klein y los post-kleinianos agregaron que sí había transferencia en las Psicosis y en los niños y finalmente Lacan, siguiendo en parte a Freud, habló de la transferencia simbólica y la transferencia imaginaria. La palabra transferencia no pertenece exclusivamente al vocabulario psicoanalítico, pero es un término que se va a relacionar núm. con la Neurosis de Transferencia que reemplaza los síntomas de la enfermedad por una nueva significación transferencial; siendo este proceso del orden exclusivo del Psicoanálisis, es el que estructura la cura en la producción o aparición del inconsciente. Ya lo decía Freud, no se puede trabajar en ausencia o en esfinge. Hablar de transferencia, que es el tema que hoy nos convoca, no es fácil, como tampoco es fácil trabajar con ella; trabajar en Transferencia va a depender de nuestro propio análisis y la capacidad que hayamos tenido para profundizar en nosotros, nuestros conflictos, patología, pero sobre todo en nuestro narcisismo. Podemos hablar y discutir sobre ella teóricamente, entenderla a la perfección, ya que hemos leído un sinnúmero de libros y en el mejor de los casos saber todo sobre ella, pero desde la teoría y aun así, seguir teniendo problemas para trabajar con ella. Trabajar en transferencia nos complica, ya que solemos confundirla con la transferencia imaginaria o narcisista, que obtura el inconsciente. Nos encontramos entonces ante la gran dificultad para trabajar con la transferencia simbólica. Y es en este fenómeno que me gustaría reflexionar: Si el análisis es el análisis de la transferencia y es esto lo que producirá el acto analítico, ¿qué sucede 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 53 entonces con esos análisis? ¿Se estancan y producen interrupciones? o ¿llegan a su final pero sin haber hecho otra cosa que cambiar una historia por otra? Me parece que éste es un grave problema que tenemos que enfrentar. Si el psicoanálisis es el análisis de los duelos para que finalmente podamos llegar a la renuncia de ese objeto no existente que esperamos nos complete, Castración Simbólica, entonces, cuando el analista completa al paciente ninguno de los dos logrará esta renuncia y los objetivos del análisis habrán fracasado, logrando nuevamente la ilusión de lo bien que nos fue y de haber conseguido lo anhelado. Y esto siempre sucede cuando trabajamos en el terreno de la transferencia imaginaria o especular. Pretendo entonces, con estas reflexiones, revisar el grave daño que se produce en el paciente y en el analista, que invariablemente lleva al fracaso del análisis dando lugar a las curas “como si”; es el baluarte entre los dos de los dos miembros de la pareja analítica que coagulara el proceso en una repetición interminable. ¿Estamos conscientes del daño que infligimos al paciente y a nosotros mismos? No lo sé. El daño no sólo se da al final, sino durante la cura, en donde se van a producir actos realizados por el analista y por el paciente; me refiero a lo señalado por Nasio,1 con el que concuerdo cuando sostiene que, como pensaba Freud: “La transferencia es un estado psíquico” que se va a extender más allá del plano proyectivo y de nuestro espacio del consultorio, por lo que la transferencia analítica impera no sólo en las llamadas formaciones de lo inconsciente (lapsus, acto fallido, sueños 1 Nasio, J. D. En los límites de la transferencia, Ed. Nueva Visión. 1987, Argentina. Pág.19 54 núm. 4 etc.), sino también en la determinación de formaciones psíquicas aparentemente exteriores a su campo. Esto quiere decir que lo que se dé dentro y fuera de sesión pertenece al orden de la transferencia. Así nos encontraremos con acciones o conductas, algunas crisis de un paciente, presentes posterior a una sesión analítica. Son actuaciones transferenciales que no se elaboraron en sesión, debido a que la transferencia interpretada y trabajada en sesión fue la transferencia imaginaria, dejando de lado la simbólica, que es la que conduce a una elaboración. Podríamos pensar, a manera de ejemplo, en una conducta cada vez más frecuente, las llamadas al celular o los mails que envían los pacientes y que los analistas permiten, ¿no estamos con esto promoviendo una seducción que insinúa que somos el objeto complementario? Todos estos actings se han justificado con la excusa de que “las nuevas enfermedades del alma” nos enfrentan a pacientes que no oyen, no comprenden y sólo actúan. Pero, me pregunto ¿será esto así? Sí, en algunos casos (pocos) pero no en otros, en donde me parece que hemos perdido la posición analítica en aras de un supuesto cambio técnico para las nuevas enfermedades, que encubre nuestra resistencia a aceptar que no somos el Sujeto Supuesto Saber. Estamos ante la actuación del analista. El psicoanálisis, desde su nacimiento, ha sido objeto de numerosas desviaciones en su práctica hasta el punto de que varios teóricos han reubicado conceptualmente la teoría de la técnica para poder rescatar la adecuada aplicación de la técnica y distinguirla radicalmente de cualquier otra. Lacan advirtió que los errores de un análisis siempre están del lado del analista; de acuerdo a él, es el analista el que se equivoca. Me parece que en la mayoría de los 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara casos es verdad, pero tenemos que reconocer que hay pacientes inanalizables, no por su patología, sino por la ausencia del deseo de conocerse o por falta de conciencia de la enfermedad, que quizás no debieron haber sido tomados, no sé, sería otro punto a discutir y reflexionar. Lo que si, no se puede responsabilizar a un analizante de su transferencia, ni de su manera de transmitir sus síntomas, porque desmontaríamos el cimiento que legitima que el psicoanálisis exista como discurso. Recuerdo a un paciente adolescente que venía conmigo porque en su anterior terapia se le había dicho que si volvía a fumar mota ya no podía ir, por lo que ya no fue. Lo que sí podemos afirmar es que el analizante no es siempre responsable del fracaso de un análisis. Ahora bien, el que se queda sin análisis es él, al que le quedará pendiente llegar al final del análisis para develar su verdad como sujeto y el goce que le es propio si quiere salir de la situación en la que se encuentra. Habrá una responsabilidad que tendrá que asumir, aunque no haya sido el causante directo de la misma. Me parece que algunos fracasos o decepciones de sujetos que han hecho un análisis durante años puede deberse a una confusión de la transferencia con la repetición por parte del analista. A la confusión entre la transferencia imaginaria con la simbólica. A un analista que defiende su deseo narcisista más que su deseo de analizar. ¿Cabría pensar que aquellos sujetos que intentan una experiencia analítica son sujetos de los que podemos decir que tienen un deseo decidido hacia el psicoanálisis, más allá de los propios psicoanalistas? La transferencia es un fenómeno esencial que incluye al paciente y al analista y apunta al deseo como fenómeno nodal del ser humano. No debemos olvidar que la transferencia a analizar es siempre inconsciente; aun cuando pueda en muchos momentos parecer consciente en el discurso manifiesto y nos confunda, no olvidemos que Freud sostenía que si algo se ve fácil es que no lo es. El analista deberá ir siempre al encuentro del deseo inconsciente y de su significación. La forma de conducir la cura y las interrogaciones particulares que plantea y se plantea el analista van a tener una estrecha dependencia con la idea que éste tiene acerca de nociones tales como inconsciente y pulsión. Y el encuentro con el inconsciente no es nunca la repetición. Freud, la primera vez que menciona el concepto de compulsión de repetición es en su artículo “Recuerdo, repetición y reelaboración”, en donde afirma que el analizando no recuerda nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo repite. Aparece el recuerdo en acto. La repetición se escenifica bajo las condiciones de la resistencia, alimentadas por las mociones pulsionales reprimidas. La transferencia misma es sólo una pieza de repetición y la repetición es la transferencia misma; y es debido a esto que es una resistencia. Entonces, el actuar le pone un límite a la rememoración y la maniobra transferencial que pueda realizar el analista, en el marco de la neurosis de transferencia, le permitirá sortear las resistencias, reconducir la repetición y el actuar en recuerdo. El trabajo terapéutico que sostiene Freud en ese momento implica la reconducción al pasado. El analista revela el sentido que posee esta repetición a través de la conducta del sujeto y reconstruye una historia. Es a propósito y en relación a las resistencias que Freud distingue el trabajo analítico del trabajo sugestivo y articula la compulsión a la repetición en Más allá del principio de placer a una fuente más transferencia imaginaria... olga varela tello 55 originaria. Freud advierte la intervención de la repetición en la transferencia como algo distinto al mecanismo del retorno de lo reprimido. A su vez, éste actúa independientemente del saber y excede al campo de las representaciones, presente en la transferencia y en los otros referentes clínicos, la compulsión de repetición aparece relacionada con la pulsión de muerte. Es por esto que cuando nos colocamos en la sola repetición, lo único que hacemos es colocarnos en la sustitución del objeto y repetimos con el paciente su historia, estamos en el campo de la pulsión de muerte. Esta repetición se separa de la vertiente simbólica de la transferencia, entendiendo la transferencia exclusivamente como desplazamiento y falso enlace. Siendo que la dimensión simbólica de la transferencia es la que va a permitir el desplazamiento de la libido, como dijera Freud, al amor y al trabajo, pero no al amor al analista. La realidad de la transferencia implica la presencia en acto del pasado. La repetición consiste en la reproducción del pasado. En la transferencia se reproducen y repiten las distintas significaciones fantasmáticas del sujeto. El automatismo de repetición no se separa de transferencia desde el momento en que ésta consiste en el despliegue de estas significaciones, sostenidas por el analista y otorgadas vía la interpretación. Si el analista sostiene la repetición, desde la posición de sujeto-saber interpreta al deseo confirmando el dispositivo de la neurosis de transferencia. La transferencia planteará problemas. Me voy a referir a un fenómeno muy frecuente, la idealización del analista. El analista aprovecha esta repetición colocándose en lugar del objeto faltante, complementándose mutuamente en una relación fascinante y especular, 56 núm. 4 el paciente siente que avanza y todo está mejor cuando en realidad el proceso ya se estancó, lo que va a dar lugar a actuaciones externas y a la intensificación de la transferencia que lo llevará a dejar el análisis en una transferencia negativa o a quedar alienado en el deseo del analista. La relación pasional se exaltará por la satisfacción de la demanda y la ausencia de la Interpretación, el paciente pierde y el analista gana al tener ahora un súbdito incondicional. El paciente siente que está protegido por el analista y obedece aunque crea que está pensando por sí mismo. ¿Será por esto que actualmente se interpreta cada vez menos la sexualidad infantil a la que Freud le dio tanta importancia? Finalmente, estamos hablando de la actuación del analista que cierra el proceso. En estos casos, la transferencia no es vista como un fenómeno espontáneo que parte del analizante, quien espera su cura. Todo lo contrario, el analista, confirmando sólo la suposición de saber, despliega sentidos inagotables recortando el campo del deseo y dejándolo sólo a nivel de sustitución. No hay conmoción a nivel de la estructura. El análisis adviene interminable. La transferencia es equiparable a la sugestión. Lacan esboza un nuevo estatuto de repetición. La transferencia afirma, no es la sombra de algo vivido antes. La transferencia se aleja de la idea de la repetición entendida como reproducción del pasado. Es la repetición de la pulsión. En este estatuto de repetición se incluye siempre una novedad, una diferencia, lo que se repite no consiste en una estereotipia de la conducta, ni en la reproducción de algo ya vivido, sino que se produce como un encuentro fallido. Insistencia de un resto que no puede ser ligado simbólicamente. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara La irrupción del inconsciente es diferente y queda fuera de la significación fantasmática y del dominio del principio de placer. Si la transferencia abarcara sólo la repetición, la transferencia se convertiría en la repetición del mismo malogro y el analista se transformaría, entonces, en sólo un espectador pasivo de estas citas fallidas. Es el sujeto supuesto saber. El paciente no cesará de repetir y de hacer síntomas; esta repetición mítica apunta al goce, es decir, que la repetición está fundada en el retorno del goce incestuoso, mortal. Es la resistencia por parte de ambos de renunciar a este goce. Por el contrario, al plantear la estructura del inconsciente nos encontraremos con la discontinuidad y la sincronía, que serán las formas en que se presentará esta estructura con su función de pulsación temporal, apertura y cierre. El inconsciente sale a la luz en el momento de su irrupción para volver a cerrarse. No es lo mismo los lazos transferenciales, cuya trama son el amor y el odio, que la emergencia puntual e imprevista de formaciones inconscientes en cualquiera de los dos de la pareja analítica, tales como la aparición de un sueño, de un lapsus o incluso de un mismo síntoma, tanto en el analista como en el paciente (Nasio). El orden del inconsciente es diferente, es algo no realizado y surgirá espontáneamente en cualquiera de las formaciones del inconsciente incluyendo la transferencia. Es todo lo contrario a la repetición que lleva al analista a la sustitución de objeto, es la falta. Es imposible vivir sin perder, lo que me recuerda el ejemplo que Lacan describía, el de la “bolsa o la vida”, que pone en juego la pérdida de la bolsa en la elección de la vida. Pensemos en esta pérdida como la pérdida del goce, pérdida a la cual puedo consagrar mi vida intentando recuperar esa bolsa de todas las formas posibles. La interpretación transferencial que conduce a la transferencia simbólica es aquélla que no tiene objeto, que conduce a la falta, como explicara Spilka, es el volver para crear y no el volver para repetir, que sería la pulsión de muerte. Lo único posible a repetir en análisis es la falta. transferencia imaginaria... olga varela tello 57 Mi mamá, tú y yo Laura Mejorada de la Mora el analista se identifica con el paciente compartiendo su angustia y su excitabilidad para mejor nombrarla asumiendo la suerte de su doble antes de hacerse el muerto, en silencio, abandonado a su inconsciente y al del paciente amortigua sus deseos. Estableciéndose una comunicación en silencio cuyos puntos muertos o glorias son los avatares de la transferencia/contratransferencia, que sólo puede operar perdiendo la congruencia (1995). la transferencia es contenedora de algo extraño y familiar temible y siniestro, justo cuando el relato del paciente nos involucra como objeto de su pulsión, entramos en el pleno campo de la transferencia. Franscichelli. Mañana Psicoanálisis. E n Psicoanálisis, la transferencia se nos presenta como la caja de Pandora que ha sido abierta para dar lugar a las pasiones y espíritus infernales que se esconden en lo recóndito del alma, correspondiendo no sólo al paciente, también tocan al analista desde su historia y su patología en lo más profundo de su ser. Freud se dio cuenta de esto con el desliz que se produjo entre Jung y Sabina Spielrein, él mismo sufrió y vivó sus efectos con Dora. En lo que a mí respecta la he vivido de mil formas y con diversos personajes con mis pacientes y con mis analistas desde el deseo de ser ese objeto privilegiado y único, incluyendo el de no querer volver a pasar por ahí, hasta el de nuevamente atreverse para lograr desprenderse de otra manera recuperando el deseo. De acuerdo a Kristeva, núm. Es por esto que hablar de la transferencia no es fácil, hay que vivirla para entenderla y aun así es difícil de asir, ya que en cada par paciente/analista es única e irrepetible, por lo que hay que tomar en cuenta su evanescencia; para lograr tocarla es indispensable no desligarla de la relación paciente analista ni de la contratransferencia, tampoco del encuadre o del espacio analítico, que es en donde se disimula aun cuando de cualquier forma todo lo impregna. Por lo que intentaré mostrar cómo el paciente perverso, más que ningún otro, promueve en el analista la confrontación continua con su patología, sus puntos ciegos, prejuicios, pasiones, enigmas, deseos y carencias en ese cese de realidades, donde se encuentran los 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 59 inconscientes repercutiendo en el proceso analítico y sólo la capacidad analítica lo sostendrá para no inmiscuirse en el baluarte perverso al que continuamente es invitado. Y como para muestra basta un botón intentare comunicarles el desarrollo de la relación transferencial a lo largo de casi un año de tratamiento con una paciente adolescente a quien llamaré Julieta; apenas contaba con 17 años y ya parecía una muñeca de trapo cuando se presentó en mi consultorio después de practicarse un aborto de común acuerdo con sus padres. Acompañada de su madre y adormecida por el medicamento no le interesa hablar, prefiere que lo haga su madre como si fuese su voz, mucho menos le importa el tratamiento, por lo que decide después de la primera entrevista regresar con el psicólogo que veía. Pasado un tiempo, la madre llama para pedir una cita; intentando que Julieta se protagonice le digo que es ella quien tiene que solicitarla. Recibo la solicitud de Julieta y le doy una cita durante la cual se muestra enfadada: “Te acuerdas de mí, yo no me acuerdo de ti; sí, sí me acuerdo del lugar pero de tu cara no”; le expongo el hecho de que me habló su mamá para pedirme que la viera por dos supuestos intentos de suicidio, uno tomando pastillas y otro colocándose la pistola de su papá en la boca, a lo que responde: “Qué mentirosa, era de balines; sí, yo le dije eso, pero para que se sintiera muy mal y me dejara salir”; burlonamente continúa: “Sabes, el psicólogo con el que iba era gay, mi mamá se lo encontró con su pareja, me enojé con él y ya no quise ir porque les decía a mis papás que no me dejaran salir, es que empecé a salir y a ponerme súper borracha, les contaba todo y ya dejé de tomar y lo que quiero es salir con mis amigos, pasármela bien”. Mira deteni- 60 núm. 4 damente, mi consultorio, me interroga y se detiene al observar una figurilla, la toma y me dice con tono amenazante, “qué harías si la rompo”, nada, respondo, la deja en su lugar, sigue escrutando todo milímetro a milímetro, se asoma debajo del diván y descubre una caja, justo ahí guardo los juguetes que no están en uso puesto que veo también niños; la abre, saca una muñeca y exclama, “cuando era niña me la pasaba jugando Barbies”; toma una hoja de papel y comienza a dibujar un paisaje con nubes desde las que se desprenden gotas de lluvia y letras (MMM), un conejo parecido al que le regaló su exnovio rodeado de corazones y un perrito de orejas largas como Milka su cocker; en el centro de ellos sobresale una niña con una sombrilla diciendo kof; mi mirada se dirige hacia una pequeña flor en el abdomen de la niña, que se asemeja a un bebé; parece un bebé, le digo, “no lo hice con esa intención”, exclama, y al ver que hay cierta apertura decido continuar como lo haría en un tratamiento de niños, agrego: cuántas cosas desde el aborto, a lo que responde: “Sí, hizo que mi vida cambiara, nunca había tomado medicamento, ahora tengo que ir al psiquiatra y con el psicólogo yo jamás habría ido, no me dejan salir, ni tener novio”; continúa con un juego de letras moliuskjk y debajo de cada una de ellas escribe: “Mamá odio la idea únicamente sabiendo crees justa komo vez jaja”, y yo tengo que ir adivinando alguna que otra palabra; posteriormente jugamos ahorcado y siempre está a punto de ejecutarme pero afortunadamente descubro la palabra; curiosamente, este juego señala la relación que se establecerá transferencialmente donde continuamente me colocará. Situación estrujante a punto de asfixiarme y que al mismo tiempo marca el lugar en el que ella se encuentra y le parece tan fascinante 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara en esa relación con su madre. Después de una interpretación que doy a estos juegos exclama, “si adivinas ésta hago que mis papas me traigan más días”. ¿Por qué cuatro sesiones?, ¿tan mal estoy?”. Le explico que sí esta mal y que necesita cuatro sesiones porque es muy impulsiva y cuando menos acuerda ya hizo algo, a lo que responde: “Obviamente yo soy de esas personas que no conectan el cerebro con la boca, no es que lo piense y lo diga y me ha causado un sinfin de problemas en la escuela y con mis amigas”. Al siguiente encuentro lleva una caja que instala a un lado de la que encontró en mi consultorio, la cual contiene fotos, envolturas de regalos, tarjetas de amigas, de exnovios, las mira una por una, sonríe con nostalgia al mismo tiempo que me narra la historia, dibuja y recorta papel, hace figuras de origami mientras conversamos sobre su exnovio Baro, o sobre Quique su actual pretendiente, quien se alejó de ella porque sus papás se lo pidieron. Después del aborto, todos los pretendientes que en un inicio le agradan terminan aburriéndole; cuando ella exclama esto acude a mi mente el recuerdo de que su único hermano, mayor que ella, se fue en octubre al extranjero y desde entonces su madre se la ha pasado enferma, siento el peligro de que se instale para siempre en esa fusión con la madre, aun cuando Julieta intenta irse en junio al extranjero. Su relación conmigo es intensa, unas veces amenazante, en otras tierna y seductora, es linda físicamente y se comporta como una niña aun cuando recién cumplió los18 años; paradójicamente me paraliza, me amenaza, me vigila y utiliza un juego sádico para colocarme continuamente entre la espada y la pared: “Quieres ver mi pie, se me infectó”, exclama mientras se quita el zapato. “Estoy bien cansada, pues me levan- té, arreglé mi cuarto, lavé mi ropa, fui a la escuela, hice mi tarea, limpié la cocina, el baño, por primera vez no me peleé con mi mamá, ya vi que si hago las cosas se pone quieta… te juro que si no hablas nada me voy a quedar dormida, con lo que intenta seducirme y establecer esa complicidad secreta como la que existe entre ella y su madre; ahora tengo que ser yo la que realice el primer movimiento y ella permanece al acecho como estrategia en este juego erotizado que revela cuando expresa “me encanta pelearme, mi ex se besó con una niña, le di una cachetada y hasta me hice un esguince”. Los pleitos y la provocación le dan sabor a su vida, justo había peleado con su mamá porque le encontró un condón y quien me informa es su madre, situación que le comunico y al mostrarle cómo la provoca para que esté siempre detrás de ella porque la necesita mucho, responde: “Cómo prefieres morirte, quemada o ahogada en el mar tragando agua”. Entre la madre y ella quisieran desbaratarme como lo hicieron con el maestro que supuestamente la acosaba en el TEC, del cual su madre se queja y lo corren; acaban sádicamente con las víctimas que eligen, como si Julieta se convirtiese en esa muñeca que cobra vida fabricada por el relojero del cuento del hombre de arena de Hoffman. Ahora intenta hacerme cómplice, cuando me exhibe los encuentros sexuales con Baro su exnovio, al que los padres no toleran después del embarazo; sin embargo, cuando le muestro lo que hace, Julieta opta por contárselo a su madre; parece ser indestructible esa complicidad perversa, la mala fe y la necesidad de engañar. En este transcurrir frenético de espíritus y aparecidos, Julieta va dejando de ser esa muñeca de trapo para dar paso a un volcán en erupción y, aunque está más contenida, mi mamá, tu y yo laura mejorada de la mora 61 su madre se esfuerza por tenerla loca, deseando desesperadamente internarla en una clínica de adicciones porque según ella es alcohólica y marihuana; resulta notorio que conforme disminuye la dosis del medicamento aumenta la ansiedad de la madre y sus llamadas; sin embargo, Julieta no puede sustraerse de este juego de ruleta rusa porque le parece tan atractivo y excitante que no puede renunciar. La madre es intrusiva, maltrata y viola a Julieta, la asfixia hasta casi acabarla, pero la deja vivir, porque la equilibra. Los escándalos son frecuentes y la tercera a la que siempre quieren incluir es a mí. Tengo que observar cómo Julieta exhibe su sexualidad provocando la excitación de la madre, quien a la vez me reclama el poco avance de su hija; ambas lo disfrutan enormemente. Y yo tendría que ocupar el lugar de la cómplice perversa, justo lo que hace con la madre, o de la que echan y desbaratan, como al maestro y al bebé que abortaron las dos. La erotización entre ellas es tan intensa que la madre le quita la ropa y le pone la pijama cuando Julieta llega ahogada en alcohol sin ropa interior, transferencia perversa, siniestra, que impregna todo. Lo peor es que aun cuando Julieta queda destruida está de acuerdo con su madre. En una ocasión deja de ir dos semanas; la madre llama y me dice que Julieta no salió fuera, que nos esta mintiendo y se gastó el dinero de las sesiones; al ver que no acudía, la llamé; no logré contactarla, le dejé recado en su celular y nunca llamó, situación que me llevó a pensar que ya no asistiría y decidí utilizar esas horas. De pronto, un día, estando con otro paciente, llega a la hora en que transcurría su sesión, le doy otra hora, asiste 4 sesiones comunicándome que su madre se enfermó de dengue; al parecer resiente el viaje del hijo mayor. Súbitamente, Julieta desapare- 62 núm. 4 ce otra vez, le llamo, nadie contesta, le dejo recado en el celular y no responde, por lo que decido nuevamente ocupar las horas, vuelve a aparecer sin previo aviso mientras estoy con otro paciente, le doy otra cita a la que acude contándome que su madre sufrió complicaciones, estuvo internada en un hospital por un paro respiratorio y se encuentra con oxígeno y que, justo a la sesión anterior a las vacaciones que se aproximan, no podrá asistir; sin embargo, llega y no me encuentra; Julieta reproduce conmigo ese lugar que le ha sido asignado; se aparece sorpresivamente para ser la excluida de la escena originaria y también la incluida, la que ve, la que queda fuera, lugares donde me intenta colocar, otra vez, ese juego perverso; entramos en la escena originaria, en ese lenguaje de acción perverso, ¿por qué Julieta se hizo echar de la escuela y me arrastra en esta compulsión a desalojarla de su sesión y su espacio continuamente? ¿Y por qué me aborta al igual que abortó un niño que no tuvo un lugar para ella?; ésa es su historia de no lugar y desalojo como sujeto; el único lugar posible para ella es la complicidad perversa, tal como lo escenifica el sueño de la muerte de un padre por cáncer, revelación de la relación destructiva y placentera que sostiene con su madre, complicidad y dependencia que matan y carencia de un padre que ponga freno a esta fusión. Sin embargo, Julieta se niega la oportunidad del espacio analítico que intento construir rehusándome al baluarte perverso al que soy invitada como a un banquete; aunado a este peligro, ahora que la madre está enferma, ella es capaz de psicotizarse para equilibrarla. Falta, llega tarde, confunde los horarios, ve el reloj en espera del momento en que finalice la sesión, lleva amigos, pretendientes, alguien a quien meter en medio 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara y exhibir la relación conmigo. Cuando le explico del riesgo del juego siniestro de complicidad y complacencia con la madre, me dice que ella se siente bien y que si por ella fuera no iría, que está muy acostumbrada a que siempre que tiene un problema va conmigo me lo cuenta y se lo resuelvo; esto me obliga a cuestionarme ¿hacia dónde va este supuesto tratamiento?,¿qué tan ético sería continuar?; en esa serie indefinida de baluartes perversos que intenta establecer, uno tras otro, donde la confabulación parece un juego de pelota al estilo azteca: un tercero tiene que ejecutar el sacrificio o ser sacrificado y aun cuando aparentemente en sesión no pasa nada, “no sé qué contarte, ya siempre te digo lo mismo”, al tiempo que saca su caja y mira sus fotos sonriendo pasa todo este desarrollo de sentimientos transferenciales y contratransferenciales. De acuerdo a R. Moguillansky (2005), hay que dejarse tomar por esta fascinación y tolerarla para que la actuación perversa del paciente comience a tener figuración en la mente del analista, aunque sin perder la abstinencia porque el riesgo de quedar capturado en la escucha visual y el arrobo del relato sensorial fascinante es intenso debido a la pulsionalidad despertada en el analista por el paciente perverso y si el analista no asume la castración se da lugar al mantenimiento del baluarte perverso, puntos ciegos pertenecientes al psiquismo de cada uno (Bichi, 2004). Qué podría hacer una simple analista ante el poder de una madre omnipresente que todo lo abarca si sólo existe la repetición de las jugadas de ajedrez que Julieta reproduce conmigo, donde el desenlace aún es incierto, ante cada baluarte que intenta establecer y es desbaratado por la interpretación surge una nueva jugada encaminada al jaque mate por lo que, de acuerdo con Kristeva (1956), también considera que la función del analista es escuchar todas la demandas, no para responderlas, pero sí para desplazarlas, esclarecerlas y disolverlas. Con lo que concluyo que es momento de renunciar a este intento de análisis. Bibliografía Bichi, Estela (2004). “El analista en persona, algunas reflexiones acerca de la persona real del analista y su influencia en el proceso transfero/contratransferencial”. 4º Encuentro Científico de Psicoanálisis. APA/SPI–Buenos Aires, Argentina. Francischelli, Leonardo (2008). Mañana, psicoanálisis, el trabajo de instalar el tratamiento en el paciente. Buenos Aires: Biblos. Moguillansky, Rodolfo (2005). “¿Es posible el psicoanálisis de la perversión?”. Revista Topia. N. 42. Buenos Aires. Kristeva, Julia (1986). Al comienzo era el amor –psicoanálisis y fe–. Buenos Aires: Gedisa. — (1995). Las nuevas enfermedades del alma. Madrid: Cátedra. mi mamá, tu y yo laura mejorada de la mora 63 Prejuicio, intolerancia y odio al otro E l concepto de extranjeFanny rencia. Si identidad es lo ría, de otredad, sólo se positivo y la diferencia es la Blanck-Cereijido explica a partir de la exisausencia de identidad, Detencia de una figura opuesrrida afirma que el primer ta: la de identidad. Pensar una identidad término deriva de la supresión del segunabsolutamente igual a sí misma excluye el do. Identidad y diferencia dependen de la hecho de que incluso el cuerpo biológico diferencia pero también de la oposición no sea el resultado puro de una determina- radical entre sus términos. Para indicar una ción genética previa, sino también el resul- “diferencia distinta” es creado un neolotado de inscripciones familiares, sociales e gismo: la différance, concepto que refiere a históricas. Identidad/otredad son concep- la simultánea condición de diferencia y de tos que se oponen si se parte de un criterio identidad; la différance es la condición del binario absoluto de carácter esencialista logocentrismo y al mismo tiempo su negaque Derrida denomina logocentrismo. ción. La propuesta derridiana recupera la Este sistema de pensamiento busca estable- génesis de la oposición binaria, para aquello cer lo real, la presencia del ser, a través de que amenaza la dicotomía de los términos. un saber que debe acceder a la mente de Esta nueva noción implica que la oposición forma inmediata e inequívoca, según una identidad/diferencia puede no ser absoluconcepción de raíz aristotélica que se apo- ta, es decir, que el extranjero y el autóctono, ya en una lógica fundada en la exclusión el uno y el otro, comparten similitudes y y polarización de las diferencias. Nietzche diferencias comunes al género humano. fue el primero en cuestionar esta forma de En su libro El pájaro pintado, Jerzy Koaproximarse a la diferencia inaugurando zinski (1965) cuenta que en los días que así la crítica en la teoría contemporánea; comenzó la Segunda Guerra Mundial, por su parte, Freud profundizó este cues- era un niño que vivía en Varsovia, con tionamiento al sistematizar ideas que des- sus padres. Éstos lo enviaron entonces a cubrían a un hombre que no es dueño de un pueblito remoto bajo la suposición sus pensamientos y que no es igual a lo que de que allá estaría alejado de cualquier sabe de sí mismo. acción bélica. En cierta manera tuvieron En años recientes, el pensamiento razón, pero Kozinski cuenta que por ser desconstructivo ha propuesto otra manera judío, tener tez oscura, pelo negro y nade entender la oposición identidad/dife- riz ganchuda en un lugar donde todos núm. 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 65 eran católicos, rubios, de ojos azules y nariz recta, lo explotaban en tareas extenuantes y peligrosas, lo molían a palos al menor incumplimiento y error y lo torturaban salvajemente cada vez que ocurrían desgracias que nada tenían que ver con él, tales como accidentes de otros habitantes, problemas con la cosecha y enfermedades de animales de granja. En cierto momento, el por entonces niño Kozinski conoció a un pajarero, que cazaba con trampera, para luego ir vendiendo las aves por los pueblitos de Polonia, y que le mostró el fenómeno que da nombre al libro. Cuando atrapaba a un pájaro, el resto de la bandada sobrevolaba de una manera que, con cierta dosis de antropocentrismo, podríamos llamar “protesta” y “clamor para que se liberara al compañero preso”. Si el hombre lo liberaba, el pájaro volaba a reunirse con el resto de la bandada y escapar. Pero si antes de hacerlo le pintaba el pico de azul, o un ala de amarillo, o la cabeza de verde, en cuanto el bicho se mezclaba con sus congéneres éstos le arrancaban los ojos, las plumas y despedazaban su cuerpo, de modo que en instantes caía muerto. Por eso Kozinsky no atribuye sus desgracias personales a la mala suerte de haber ido a parar a un pueblo de católicos polacos, particularmente perversos, sino una característica mucho más fundamental que compartimos con al menos algunos animales: la agresión a quien, a pesar de pertenecer a la misma especie, así y todo es distinto. Ni la gente ni los pájaros agreden a una raza desconocida de perro, de vacuno, de ave; el “otro” al que se ataca debe tener suficiente similitud. Los esclavistas que martirizaban negros y los soldados que prendían fuego a los guetos no eran perversos con los animales. 66 núm. 4 Xenofobia y Prejuicio El otro, el semejante, es el primer objeto satisfaciente, el primero hostil y la única fuerza auxiliar. Así afirma Freud (1895) en el Proyecto, marcando la única posibilidad de vida para el nuevo sujeto, a partir de un otro anterior y externo a él, de quien es imperativo que lo ame y que lo invista si es que ha de devenir sujeto. Esta necesidad del otro para la vida y constitución de cada sujeto crea el amor y también el odio. El amor a partir de la satisfacción y el odio, que se incrementa a partir de la frustración, de la rivalidad, del desencuentro. En esta trama compleja de los vínculos, la aparición de un otro distinto, que viene de otro lugar y tiene otros hábitos y creencias provoca una respuesta particular. La palabra extranjero contiene la raíz griega xenos y su enunciado expresa el desprecio y extrañeza que suscita lo que se considera extraño, ajeno, bárbaro, indeseable, aunque algunas veces el extraño puede ser amado y admirado. Esta diferencia despierta desconfianza y agresividad, sólo vencida por la civilización. Pero también sabemos que la diferencia es la que permite el amor, la atracción sexual, y que las diferencias culturales permiten el enriquecimiento de los grupos humanos y la ampliación de sus horizontes. Con todo y diferencias, tengamos en cuenta que desde el momento que los humanos pertenecemos a una misma especie, originada en un solo punto del planeta, hoy lo cubre por entero, nos encontremos donde nos encontremos, todos hemos llegado a nuestra residencia actual como extranjeros. Dar por sentado que la propia mirada es la correcta y que los valores de la colectividad propia son los valores reales, objetivos y naturales, es una manera muy extendida 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara de mirar al mundo y se designa como postura etnocéntrica (Todorov, 1989). Es válido discutir estas cuestiones porque la historia se hace por factores económicos y sociales, pero las ideas son también actos decisivos, son acontecimiento y motor del hecho histórico. Estamos colocados ahora frente al problema del prejuicio, que es, como dijimos, la parte inconsciente de la ideología de una sociedad, conjunto de sentimientos, juicios y actitudes que provocan y justifican medidas discriminatorias, separación, segregación y explotación de un grupo por otro (Bastide, 1969). El prejuicio racial es muy extendido. Hoy entendemos que la raza no está definida por un carácter biológico o antropológico, sino sociológico. La biología contemporánea no sustenta la noción de raza, ya que, en primer lugar, si bien los seres humanos difieren entre ellos por sus características físicas, para que estas variaciones dieran nacimiento a grupos claramente delimitados deberían coincidir entre ellas y éste no es el caso. Se obtendría un primer mapa de las “razas” si se miden las características genéticas, uno segundo si se mide como criterio el análisis de sangre, uno tercero, el sistema óseo, uno cuarto, la epidermis. Por otro lado, en el interior mismo de los grupos así constituidos se observa una mayor distancia entre los individuos que los componen que la que existe entre los grupos. Por estas razones, la biología contemporánea ya no recurre a la noción de raza, a la que hoy se concibe como un problema de la psicología social. Otro prejuicio muy extendido es el prejuicio de clase y los pobres son los primeros discriminados en todas las sociedades. También existe el prejuicio cultural y religioso: cuando los hombres del Occidente Europeo entraron en contacto con América, África o Asia los consideraron pueblos bárbaros o salvajes, y hoy, en el siglo XXI, los diferentes fundamentalismos ponen al mundo en peligro de extinción. Bastide (1969) cree que la ignorancia interviene en el nacimiento del prejuicio y que factores económicos, políticos y sociológicos coadyuvan en su constitución. También se vincula el prejuicio con la personalidad autoritaria, rígida, que no se puede adaptar a la evolución de las estructuras sociales. El sujeto con personalidad democrática, en cambio, sería más flexible y tolerante. El odio al extranjero es una condición tan extendida, que ya el Viejo Testamento nos informa que todos los pueblos que habitaban el perímetro de la Tierra Prometida fueron muertos sin discriminar sexo ni edad, los templos destruidos, los bosques arrasados, por orden de Jahve, de modo que el Viejo Testamento es el primer documento en el que hay noticia escrita del odio exterminante al otro (Exodo 23, 33, Levítico 18, Josué 6). El racismo y el odio al extranjero son rasgos universales de las sociedades humanas: Se trata de la imposibilidad de constituirse sin excluir, desvalorizar y odiar al otro. El tema abarca el psiquismo individual y el imaginario social. Cada sociedad se constituye con sus valores, su concepto de justicia, de la lógica y de la estética. Los otros serán inferiores, de modo que la inferioridad del otro es el reverso de la afirmación de la propia verdad. De aquí a que los otros contengan una esencia malvada y perversa hay una corta distancia (Castoriadis, 1985). Para Todorov (1982) se deben considerar al menos tres ejes para situar la problemática de la alteridad: 1. El primero es axiológico, un juicio de valor: el otro es bueno o malo, lo amo o lo odio, es mi igual prejuicio, intolerancia y odio al otro fanny blanck-cereijido 67 o mi inferior. Otro tanto sostenía Freud en su texto sobre la Negación en 1925 afirmando que el juicio de valor precede al de existencia. 2. Una segunda dimensión es praxeológica: yo adhiero a los valores del otro y me asimilo a él; o le impongo mi propia imagen y lo asimilo a mí, donde la tensión es quién somete a quién. 3. Por último, sólo al final, la operación epistémica: conocer y reconocer la alteridad, operación que sólo es posible en la superación de los dos ejes precedentes (de amor-odio y dominio o sumisión). Las tres dimensiones, amar-odiar-conquistar y conocer son el trípode semiótico donde procesan la posibilidad del encuentro con la alteridad (Viñar, 1998). Hanna Arendt (1973) considera intolerable que se odie al otro por aquello de lo que no es responsable, como su pertenencia a cierta raza, pero ésta es la esencia del prejuicio racista para el que no hay abjuración posible. El racismo no desea la abjuración del otro, sino su muerte, su extinción Antes de la Segunda Guerra Mundial apareció el estatuto de apátrida, de individuos privados de su pertenencia a un Estado cuyos representantes por excelencia eran los judíos. Estos sujetos carecían de las garantías civiles otorgadas por el Derecho Internacional y se convirtieron así en una minoría “superflua”, prescindible. De aquí a su eliminación el paso era inmediato, ya que no existía para ellos ninguna ley que los protegiera, habían caído de su pertenencia a una comunidad. Arendt afirma que el primer elemento del totalitarismo es eliminar la posibilidad del individuo diferente de ser sujeto de derecho. El imperialismo ejerce igual violencia sobre los individuos de los países colonizados, justificando la discriminación por doctrinas ra- 68 núm. 4 cistas (Traverso, E., 2001). La eliminación de los derechos civiles y jurídicos de una persona es un paso previo a su dominación y posible exterminio. El segundo elemento consiste en el asesinato de su persona moral. La eliminación de su condición humana destruye la solidaridad de la comunidad a la que pertenecen, que deja de reconocerlos como semejantes. Finalmente, las víctimas caen en un estado de anomia y no se reconocen a sí mismas como sujetos de derecho frente a sus perseguidores. El tercer elemento del ataque totalitario consiste en el asesinato de la individualidad, la conversión de los hombres en cadáveres vivientes mediante el hambre y maltratos físicos extremos. Estos sujetos pasan a formar una masa amorfa y atomizada, proceso que culmina en el asesinato de estos hombres que “ya son superfluos”. El otro y la intolerancia a lo propio La contrapartida de esta situación social y colectiva en el psiquismo individual es la tendencia a colocar en el otro lo propio inaceptable. En psicoanálisis hay un abordaje ya clásico de la xenofobia y la discriminación, que se realiza desde la teoría de lo imaginario. La segregación, el racismo y el odio al otro parten de la problemática del narcisismo y de la especularidad. La convicción de que las pequeñas diferencias que caracterizan a cada uno son importantes y nos señalan como mejores frente a los otros desempeña un papel importante. El primero de esos otros es el hermano, que recibe los sentimientos de rivalidad, amor y odio. De aquí parte el complejo del semejante, el odio que la sentencia bíblica “Ama a tu prójimo como a ti mismo” trata vanamente de borrar. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara En el trabajo de Freud sobre “Lo ominoso” de 1919 aparecen algunas claves acerca de cómo lo que es rechazado en el otro corresponde a algo propio no admitido como tal por el sujeto. La palabra unheimlich es sometida a un escrutinio filológico. Los significados de heimlich (familiar, casero, secreto) aparecen mezclados con lo no familiar y el prefijo un complica aún más las cosas. Así lo conocido, íntimo (heimlich), se transforma en lo desconocido y extraño. En esta inquietante extrañeza, lo reprimido que retorna es algo familiar desde siempre, devenido extraño por el proceso de represión. Si bien es raro que un extranjero provoque la angustia aterradora que suscita la muerte o la visión del sexo femenino, la xenofobia tiene relación con los temores a la muerte y sus diferentes representaciones, fantasmas, aparecidos, temor a ser enterrado vivo, lo femenino, la propia pulsión desbordada en la locura o la epilepsia. Benjamín (1974) identifica a la representación interior del extranjero con una figura deforme de los cuentos y rimas infantiles: el jorobadito. Esta figura es un unheimlich, el coco de los niños, el judío interno de cada uno, suplemento, sobrante peligroso de la sociedad. La creación de otro o la depositación de ciertos caracteres en el otro provienen de la necesidad de proteger la coherencia de la propia imagen. Por ejemplo, Roger Bartra (1992) afirma que la creación del mito del hombre salvaje es un ingrediente fundamental de la cultura europea, creación de un alter ego, salvaje artificial que preserva la identidad del europeo como hombre occidental civilizado. El yo arcaico, narcisista, aún no delimitado del exterior, proyecta fuera de él lo que experimenta en sí mismo como peligroso, convirtiéndolo en un doble extraño o demoniaco. Este sentimiento ominoso se repite compulsivamente como algo que se ubica más allá del principio del placer. Frente al extranjero que se rechaza y con quien, no obstante la tentativa de expulsión, aparece identificación, se pierden los limites y la autonomía. Desestructuración del yo que puede perdurar como síntoma psicótico o resultar en una nueva apertura. La experiencia amenazante de la inquietante extrañeza sería el índice de la latencia psicótica, de la fragilidad de la represión y de la inconsistencia simbólica que estructura a lo reprimido. Cada uno es extranjero para sí mismo, ya que aloja dentro de sí una vasta zona de alteridad incognocible y este otro desconocido subsiste en las relaciones entre los individuos, las clases y los pueblos. Ni siquiera en nuestro propio lugar de origen desaparece la extranjería de cada uno. Al descubrir la alteridad aterradora que irrumpe frente a la aparición de lo propio en el otro, nuestro yo se conmociona y tambalea. Si el extranjero contiene la otredad amenazadora, se elimina al portador de esta alteridad, antes de reconocerla como propia. Si se logra asumir la extranjería propia, el extranjero cesa de ser una amenaza. Esto es lo que hace decir a Julia Kristeva (1988): “Si soy extranjera, no hay extranjeros”. La noción freudiana de inconsciente despoja a lo extraño de su aspecto patológico e integra al humano una otredad que se vuelve parte inherente de su ser. Lo siniestro, lo extranjero está dentro nuestro, somos nuestro extranjero, al estar irreparablemente divididos. El sentido del racismo dista de ser evidente. Sus formas más feroces pueden oponer a grupos con diferencias raciales nulas. Hay pueblos europeos con diferencias raciales mínimas desde el punto de vista de prejuicio, intolerancia y odio al otro fanny blanck-cereijido 69 origen, color, complexión o lengua, que se han odiado y matado salvajemente. Interpretar al racismo exclusivamente como derivado de la relación especular con el otro deja de lado el hecho de que se trata de un fenómeno de grupo y no individual. El racismo, el segregacionismo o el prejuicio conciernen siempre a dos grupos. El ideario xenofobo intenta rescatar un ideal identitario omnipotente y arcaico, una identidad compacta e inmutable a través del tiempo y la historia, que proclaman un pasado glorioso, inmaculado, que el extranjero vendría a perturbar. Las ideologías racistas se desarrollan en quienes padecen una situación de pobreza, desocupación y desesperanza, que así evitan cuestionarse sus propios duelos e incertidumbres (Gómez Mango, 1998). Cuando aquél que asigna un valor negativo a una comunidad o grupo con características que le resultan extrañas posee la fuerza para ejercer la discriminación, nos encontramos frente al prejuicio maligno y, en caso de que el que discrimina posee la fuerza necesaria, va a atacar y destruir al que es objeto de odio y desprecio. Tal vez la afirmación freudiana de expulsar lo malo y considerar lo externo como perteneciente al no yo y retener lo bueno como propio prosigue como convicción a lo largo de la vida, lo que lleva a considerar el dualismo propio-extraño, autóctono-extranjero, bueno-malo como algo natural en las creencias y convicciones posteriores (Blanck-Cereijido, 2003; 2009). Charles Darwin (1871), cuyas opiniones no pueden tacharse de culturalistas, opina que “una creencia inculcada constantemente durante los años tempranos de la vida, cuando el cerebro es muy impresionable, parece adquirir casi la naturaleza de un instinto; y la verdadera esencia de un 70 núm. 4 instinto es que es obedecido independientemente de la razón”. El término prejuicio implica la idea de un juicio que precede a la experiencia, que corresponde al a priori kantiano, que recoge las creencias, los valores y categorías de referencia del mundo de cada sujeto y depende, en gran medida, del mundo en el que el sujeto nace inmerso. El prejuicio ordena a los hechos y factores en un sistema de valores aceptados por la familia y la sociedad que preceden a ese individuo y lo condicionan en sus creencias y valores, efecto de la transmisión transgeneracional consciente e inconsciente. Las certezas que aportan los prejuicios son incorporadas de modo acrítico, tradiciones inamovibles (Puget, 2009). En cambio, el juicio descrito por Freud como juicio de atribución y de existencia permite discriminar, atribuir valores, establecer categorías, distinguir un objeto externo de uno deseado y es modificable por conocimientos o razonamientos nuevos. Los psicoanalistas también tenemos prejuicios frente a nuevas teorías, ya que éstas impugnan certezas a través de plantear cuál es el psicoanálisis verdadero, o cuál es el material interpretable. Los prejuicios tienen la función de proteger al self de la adaptación a lo que sea, de protegerlos de la indiferenciación que puede ser una situación traumática muy temida. Los prejuicios ayudan a la autodefinición, a separarse y diferenciarse. Para que se tornen malignos, esto es, violentos para con los otros, debe responder en cada sujeto a peligros colectivos. Debe existir una intención que impone una ideología arbitraria o una propaganda confusionante de miedos e incertidumbres en un espacio trans-subjetivo de catástrofe. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara El prejuicio puede tener diferentes significados y requerir diferentes estrategias de acuerdo con el espacio psíquico en el que opera: sujetos individuales, una relación intersubjetiva, entre dos o más sujetos, o los espacios transubjetivos que nos constituyen como sujetos sociales. La política social, en lugar de afirmar que todos somos iguales, debe trabajar con la idea de tolerar diferencias; aunque sepamos que el proceso subyacente al prejuicio no es racional debemos reforzar las herramientas sociales para manejarlo. En Brasil fue importante la ley que considera cualquier manifestación de racismo como un crimen. No evita el sentimiento pero pasa el mensaje que no será tolerado por la nación/padre. Nuestra subjetividad social proviene de la biografía, de la historia de inserción social y familiar y de las identificaciones que tienen lugar en la infancia, pero también a lo largo de toda la vida. Los prejuicios y creencias propios de cada conjunto humano conceden un sentimiento de pertenencia a esa comunidad, de identidad, que resulta imprescindible al punto de que los integrantes de estos grupos pueden adoptar conductas increíbles con tal de ser aceptados y no perder su pertenencia. Esta pertenencia permite, según Silvia Amati, la depositación de los aspectos menos discriminados y arcaicos de cada sujeto en el contexto transubjetivo. La transmisión de la experiencia y convicción llevan a la formación de la identidad, que incluye prejuicios y creencias protectoras. La culpa en desidentificarse con las creencias de los padres, el miedo de perder la conexión con la familia y la comunidad lleva a grupos a retener conductas que no son racionales; además, los prejuicios de grupo promueven la conexión entre los individuos miembros de ese grupo. El concepto de pertenencia se refiere a un imprinting inevitable e inconsciente, proveniente de la familia y la sociedad en que el sujeto nace. Este valor previo a la propia experiencia puede o no ser apropiado y reflejado en el sujeto durante su vida, puede volverse conflictivo o puede estar en el background de la propia vida como ya dado. La tendencia a adaptarse a instituciones también depende de la búsqueda de certeza y seguridad, que lleva a la adopción de los prejuicios que no son necesariamente conscientes, de modo que podemos asociar el prejuicio con una necesidad humana de superar la inconsistencia, la chance y la incertidumbre. El prejuicio puede estar investido por violencia que puede llevar al fortalecimiento de la identidad de un cierto grupo en detrimento de otros. El “nuevo racismo cultural” que han descrito algunos sociólogos ingleses sostiene que las características de los grupos sociales son fijas, naturalizadas y confinadas en un culturalismo que es definido desde una perspectiva ya dada, seudo biológica. Por otro lado, los seres humanos han sido seleccionados por su capacidad de creencia, ya que esto les confiere la capacidad de incorporar en su patrimonio cognitivo no solamente lo que cada persona aprende directamente, sino las aprendidas por toda la sociedad; todo el conocimiento humano es incorporado al banco cognitivo porque es transferido a través de la crianza y la educación. De este modo incorporamos sin escrutinio la mayoría de los prejuicios que nuestros ancestros han coleccionado a través de generaciones. prejuicio, intolerancia y odio al otro fanny blanck-cereijido 71 Prejuicio, transmisión transgeneracional y neutralidad en la Clínica psicoanalítica Pensamos que la cura psicoanalítica incluye al analista en un proceso dialéctico analista-analizante y lo coloca en una situación de compromiso. Esta forma de situarse en la cura reconoce la incidencia del analista en la transferencia del analizante, que responde a su historia y también al modo de ser esperado y escuchado. De este modo, consideramos que el prejuicio aparece en la narrativa del analizante, así como en la mente y el discurso del analista. Es importante reconocer cuando el prejuicio del analista deviene un obstáculo para entender el contenido de una sesión, situación que impacta en la contratransferencia del analista y en las posibilidades de su escucha. Nuestra intención es estudiar cómo se juegan estos problemas a partir de un material clínico desde las vertientes de la contratransferencia, la neutralidad y la regla de abstinencia. El otro, con su diferencia y extrañeza, sacude las certezas identitarias, ya que propone enfoques distintos frente a cuestiones vitales, creencias y convicciones. El psicoanalista también está en esta situación cuando escucha a un analizante que tiene mayores o menores diferencias con sus propias creencias y conceptos; si bien su propio análisis le otorga capacidad para escuchar a alguien que difiere de sus opiniones, esto no deja de constituir una problemática. La imposibilidad de acercarse al objeto de conocimiento sin un bagaje preexistente de criterios y valores colorean y modulan la relación analítica y la contratransferencia; en la sesión psicoanalítica, el prejuicio aparece necesariamente en la mente de ambos protagonistas a través 72 núm. 4 de las creencias familiares, pertenencias, posiciones teóricas, objetivos terapéuticos. Los prejuicios conscientes o inconscientes que operan en la mente del psicoanalista frente a alguien que posea otras creencias, otras posiciones políticas especialmente en situaciones de importancia para el psicoanalista, pueden resultar en un obstáculo contratransferencial para la escucha del analizante. De hecho reaccionamos con prejuicio, con rechazo, aunque no sea más que con nuestros sentimientos, a cualquier característica del paciente que no coincida con nuestras creencias y debemos hacer un trabajo elaborativo acerca de estos sentimientos antes de decir o no decir. De modo que todo analista participa en la situación de la cura con su presencia psíquica en la dialéctica analista-analizante, siendo portador de su impronta onto y filogenética, su welthaushauung, su constelación edípica inconsciente, su subjetividad, sus valores, su origen, su cultura, su marco referencial, su filiación analítica, su propia teoría de la clínica, sus creencias, convicciones y prejuicios. Esta concepción de la cura, que incluye lo personal como respuesta calificada, marcada y particular, incide en la transferencia del analizante, que responde a su propia historia, a sus propias características y también al modo de ser esperado y escuchado. Las respuestas contratransferenciales se entendieron por mucho tiempo como causadas exclusivamente por la actividad asociativa o actuación del analizante, pero una concepción más incluyente del papel de cada participante del proceso analítico nos permite concebirla como parte del encuadre interno del analista, de su trabajo elaborativo y sus variables personales, y también que nuestra escucha, nuestra actitud consciente o inconsciente de acep- 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara tación o rechazo, posibilitan o dificultan la palabra del analizante. La noción de campo analítico (Baranger) sostiene que la intersubjetividad presente en la dupla analista paciente excede los conceptos de transferencia y contratransferencia, ya que éstos son pensados como fenómenos individuales que ocurren en el paciente y el analista separadamente. El concepto de campo implica una tensión oscilatoria constante entre las individualidades de cada uno adentro del campo intersubjetivo. Nos plantearemos ahora qué lugar ocupan la neutralidad y la abstinencia entre la objetividad, la subjetividad y la intersubjetividad. Eizirik piensa que la cuestión de la neutralidad analítica es central y considera que aún es un concepto útil aunque necesita ser actualizado y revitalizado. Sugiere una postura en la que el analista conserva la necesaria empatía, manteniendo una distancia posible en relación al material del paciente y su transferencia, a la contratransferencia y a su propia personalidad, a sus propios valores, a las expectativas y presiones del mundo externo y a la teoría psicoanalítica. A partir de este factor postula una cierta distancia posible, necesaria para permitir la emergencia del deseo y la convicción del analizante. Podemos agregar que nuestras propias convicciones, prejuicios y teorías están presentes en la situación analítica, ya que nos son inherentes, como nuestro juicio, pero que ser consciente de esto nos permite favorecer, dejar espacio para la emergencia del pensamiento y el deseo del analizante. Lo que necesitamos es encontrar una modalidad de comunicación que abra las perspectivas personales del analizante, que no cierre sus caminos, sino que los expanda; tal vez esa sea la neutralidad, no ofrecer ni sugerir la ruta a seguir, sino acompañar en su búsqueda. Consideramos al prejuicio como un proceso complejo que depende de pertenencias y creencias transmitidas por el inconsciente transgeneracional, pero que su emergencia como prejuicio maligno, que implica destrucción y aniquilación del diferente, como ha sucedido a lo largo de la historia y en las catástrofes del siglo XX y XXI, se origina en situaciones sociales, comunitarias, políticas y económicas, de modo que su estudio abarcativo es interdisciplinario. Bibliografía Arendt, H. (1973). The origins of totalitarianism, Florida, Harcourt Brance. Bastide, R. (1969). El prójimo y el extraño, Buenos Aires, Amorrortu. Bartra, R. (1992). El Salvaje en el espejo. México, Ediciones Era. Blanck-Cereijido, F. (2003). El otro, el extranjero. Fanny Blanck-Cereijido, Pablo Yankelevich (compiladores). Ediciones del Zorzal, Buenos Aires. Blanck-Cereijido, F. (2009). Prejudice, transgenerational transmision, and neutrality. Panel que se realizó en el 46 Congreso de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Benjamín, W. (1974). Reflexiones sobre niños, juguetes, libros infantiles, jóvenes y educación, Buenos Aires, Nueva Visión. Castoriadis, C. (1985). Coloquio “Inconsciente y Cambio Social”. Association pour la Recherche et l’Intervention Psichosociologiques. Charles Darwin (1871). The descent of man, and selection in relation to sex. London: John Murray. 1st ed. prejuicio, intolerancia y odio al otro fanny blanck-cereijido 73 Freud, S. (1895). Proyecto de Psicología para Neurólogos. En: Obras Completas, Vol. I, A. E., Buenos Aires. Freud, S. (1919). Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica. En: Obras Completas Vol. XVII, A. E. Buenos Aires. Gómez Mango, E. (1998). La identidad abierta. En: Viñar, Marcelo (comp). ¿Semejante o Enemigo?, Montevideo, Ediciones Trilce. Kozinski, J. (1965). The painted Bird. Nueva Cork, Bantam Books. Kristeva, J. (1988). Étrangers à nous-mêmes, París, Fayard, 1988.. 74 núm. 4 Puget, J. (2009). Los prejuicios como instrumentos discriminatorios. Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. Todorov, T. (1982). La conquista de América o la cuestión del otro. París. Ed. du Seuil. Todorov, T. (1989). Nous et les Autres. París, Seuil. Traverso, E. (2001). La Historia desgarrada. Barcelona, Herder. Viñar, M. (1998). El reconocimiento del prójimo. En: AA. VV., ¿Semejante o Enemigo?, Montevideo, ediciones Trilce. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara Mesa aniversario 100 años de ipa Transferencia. Los comienzos Micaela Hernández Abad Toda cura psicoanalítica es un proceso formidablemente complicado que no tiene nada de mecánico y sí mucho de arte; es quizá comparable a la restauración de un cuadro antiguo, ensuciado y repintado por una mano inexperta, operación que exige una paciencia inusitada y en la cual es preciso hacer revivir, milímetro por milímetro y capa por capa, una materia precisa y delicada, antes de que la imagen primitiva reaparezca en sus colores naturales. Stefan Zweig. L a perplejidad en la que quedó sumido Freud cuando Dora lo abandonó, nos dice Peter Gay, recordaba su confusión del verano de 1897, cuando su teoría de la seducción demostró ser insostenible. Convirtió la primera derrota en fundamento de descubrimientos teóricos de largo alcance. Ante el nuevo fracaso, exploró las causas y consiguió que la técnica psicoanalítica diera un paso gigantesco. Resulta indudable que una de las más importantes contribuciones de Freud al tratamiento psicoanalítico es la transferencia. núm. Al parecer, en 1882, Breuer abandona el tratamiento de Anna O. porque entre ambos se habían despertado intensos sentimientos de tipo amoroso, provocando celos en la esposa de Breuer. La paciente es derivada posteriormente a Freud. En una de sus cartas a Martha su novia, Sigmund le comenta acerca de una prolongada conversación médica, sostenida con Breuer, sobre las enfermedades nerviosas y los casos clínicos extraños. Freud le revela a Martha que hablaron sobre su amiga Bertha Pappenheim (Anna O.), dando luego la charla un giro más personal e íntimo y que Breuer le había contado muchas cosas de su mujer e hijos, haciéndole prometer que sólo repetiría cuanto le había dicho después de que se casara con Martha. El episodio sentimental estaba de por medio y fue la causa de que Breuer se negara por mucho tiempo a publicar los hallazgos sobre la histeria (Anna O. había tenido un embarazo psicológico atribuyendo la paternidad a Breuer, lo que lo impresionó enormemente). Freud logra convencerlo de la publicación, confesándole que a él le había pasado algo similar y que lo consideraba como un fenómeno inherente a la histeria. Una de sus primeras pacientes, librada de sus dolencias histéricas, luego de una sesión de hipnosis, le 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 77 echó los brazos al cuello a Freud. Esta embarazosa experiencia le proporcionó una clave del componente místico oculto en la hipnosis, que más tarde identificó como un caso de transferencia. En los historiales clínicos de los “Estudios sobre la Histeria”, Freud hace referencia a la peculiar relación que se establece entre el médico y su paciente, apareciendo la primera mención del término “transferencia” en el apartado IV: “Sobre la Psicoterapia de la Histeria”, que define como aquellos sentimientos de las pacientes, referidos a la persona del médico, que en ocasiones incluyen deseos inconscientes de tipo sexual, produciendo un falso enlace, ya que en realidad corresponden a otra persona en el pasado. Al irrumpir en la conciencia el contenido del deseo de la paciente, colocado ahora en la persona del médico, se produce una resistencia. Freud señala, además, que todo esto se observa frecuentemente en los tratamientos y de manera repetitiva. Se puede inferir de lo anterior que, para 1895, Freud ya tenía en potencia la teoría de la transferencia. En 1900, en el capítulo VII de “La Interpretación de los Sueños”, Freud vuelve a utilizar el término transferencia, ahora referido al proceso de elaboración onírica, donde una representación inconsciente sólo puede ingresar al preconsciente si se conecta con una representación inofensiva del preconsciente, transfiriéndole su intensidad y encubriéndose con ella. En el epílogo de “Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora)”, Freud afirma que, en el curso de la cura psicoanalítica, aparece un tipo particular de formaciones de pensamiento, generalmente inconscientes, a las que llama transferencias y describe como reediciones, recrea- 78 núm. 4 ciones de las mociones y fantasías que se despiertan a medida que avanza el análisis y se hacen conscientes, teniendo como característica el sustituir a una persona anterior por la persona del médico; algunas no se diferencian de sus modelos, son simples reimpresiones sin cambios; otras presentan ciertos cambios en su contenido y pueden ser capaces de devenir conscientes al apuntalarse en cierta característica real del médico o de las circunstancias que lo rodean. La transferencia, de acuerdo a Freud, resulta inevitable en el tratamiento psicoanalítico; es una nueva creación de la enfermedad y puede constituir el mayor obstáculo, o convertirse en el auxiliar más poderoso, cuando se descubre y se traduce para el paciente. Al analizar su trabajo con Dora, Freud reconoce que no logró dominar a tiempo la transferencia y que no prestó atención a la presencia de sus primeros signos, lo que llevó a la ruptura del tratamiento. En la fantasía de Dora, Freud sustituía al padre y, al abandonar el tratamiento, actúa un fragmento de sus recuerdos y fantasías en lugar de reproducirlos en la cura. En 1912 aparece “Sobre la dinámica de la transferencia”, un trabajo en el que Freud hace un análisis teórico de la misma; distingue entre transferencia positiva (sentimientos tiernos o amistosos y eróticos) y negativa (sentimientos hostiles) y afirma que en la cura psicoanalítica, la transferencia aparece siempre, en un primer momento, como el arma más poderosa de la resistencia. Menciona también que si la necesidad de amor de una persona no está satisfecha por la realidad, surgirán representaciones-expectativa libidinosas que volcará con facilidad sobre los otros y la persona del médico, resulta idónea para ello. El paciente investirá al médico libidi- 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara nalmente, de acuerdo a modelos preexistentes: imagos (del padre, de la madre, de un hermano). Explica que la transferencia puede adquirir tintes ambivalentes y que, dominarla, depara al psicoanalista las mayores dificultades pero, al mismo tiempo, consigue volver actuales y manifiestas las mociones de amor escondidas y olvidadas de los pacientes. En “Recordar, repetir y reelaborar” de 1914, Freud dice que en el manejo de la transferencia reside el principal recurso para domeñar la compulsión de repetición del paciente y transformarla en un motivo para el recordar. Presenta el término: “neurosis de transferencia”, que define como una enfermedad artificial surgida durante el análisis, que sustituye a la neurosis ordinaria, creando un reino intermedio entre la enfermedad y la vida, en virtud del cual se cumple el tránsito de aquélla a ésta y de la que el paciente puede ser curado al hacer un adecuado trabajo analítico. La neurosis de transferencia es al mismo tiempo un fragmento del vivenciar real-objetivo, posibilitado por las condiciones particularmente favorables del psicoanálisis y se presenta de manera temporal. En “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia” (1915), Freud advierte sobre las dificultades en el manejo de la transferencia amorosa. Explica que no se puede negar que el enamoramiento que ocurre dentro del tratamiento analítico sea un amor genuino, pero que parece anormal, en parte, porque aun fuera del análisis, todo enamoramiento recuerda más a los fenómenos anímicos anormales que a los normales, además de ser provocado por la situación analítica y empujado hacia arriba por la resistencia; carece de miramiento por la realidad objetiva, es menos prudente y cuidadoso de sus consecuencias y más ciego en la apreciación de la persona amada. Subraya el requisito del trabajo en abstinencia por parte del analista, no respondiendo a las demandas afectivas de sus pacientes, pues tal enamoramiento no se debe a sus dotes personales, sino que ha sido impuesto por la situación analítica. Lo que debe hacer el analista ante la declaración de amor de su paciente es interpretar. Y agrega que, al renunciar a la satisfacción inmediata, se está en posibilidad de proseguir por el camino hacia la cura, venciendo la resistencia ligada al enamoramiento y descubriendo las motivaciones inconscientes, los fundamentos infantiles del amor. Toca aquí el concepto de contratransferencia, del que ya se había ocupado en su escrito: “Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica” de 1910, donde advierte sobre la necesidad de que el analista practique un autoanálisis profundo e ininterrumpido de sí mismo, ya que sólo llegará, dice, hasta donde sus propios complejos y resistencias interiores se lo permitan y declara categóricamente que quien no consiga nada con este autoanálisis, carece de la aptitud necesaria para analizar enfermos. En “Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico” de 1914, Freud opina que el análisis didáctico debe ser conducido por otra persona. Más adelante, en las “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis. Parte III” (1916-1917) Conferencia 27ª, menciona Freud que la transferencia aparece en el paciente desde el inicio del tratamiento, constituyendo por un tiempo un poderoso resorte impulsor del trabajo analítico, donde no es necesario tocarla. Solo después se convierte en resistencia y requiere que se le preste atención. Hay que hacerle ver al paciente que sus sentimientos no provienen de la situación presente y, por tanto, transferencia. los comienzos micaela hernández abad 79 no valen para la persona del médico, sino que repiten lo que le ocurrió con anterioridad; de ese modo se le ayuda a mudar la repetición en recuerdo, convirtiendo a la transferencia en aliada de la cura. En esta conferencia, Freud afirma también que los pacientes aquejados por neurosis narcisistas no tienen capacidad de transferencia o sólo restos insuficientes de ella, por lo que no puede instaurarse en ellos el mismo mecanismo de curación. En su escrito póstumo “Esquema del Psicoanálisis” (1940 [1938]), en el apartado VI en el que se refiere a la técnica psicoanalítica, Freud vuelve a insistir sobre varios de los planteamientos presentados con anterioridad. Señala: “Lo más asombroso es que el paciente no se reduce a considerar al analista a la luz de la realidad objetiva, como el auxiliador y consejero a quien además se retribuye por su tarea… no, sino que ve en él un retorno –reencarnación– de una persona importante de su infancia, de su pasado, y por eso transfiere sobre él sentimientos y reacciones que sin duda se referían a ese arquetipo”. Insiste en que la transferencia puede resultar un recurso auxiliar de valor insustituible o una fuente de serios peligros; que es ambivalente, incluye tanto actitudes positivas: tiernas, como negativas: hostiles, hacia el analista, quien es colocado por lo general en lugar de uno de los miembros de la pareja parental, el padre o la madre. La transferencia positiva es un resorte que favorece la colaboración del paciente, quien es capaz incluso de sanar en apariencia, por amor a su analista, pero que tales resultados curativos están bajo sospecha de ser de naturaleza sugestiva y, al menor indicio de transferencia negativa, desaparecerán rápidamente. Freud es enfático en recordar que los vínculos sexuales reales entre paciente y 80 núm. 4 analista están excluidos, así como las modalidades más finas de satisfacción, como la preferencia, la intimidad, etc., consentidas por el analista sólo mezquinamente. Insiste en que la tarea del analista es arrancar al paciente de la peligrosa ilusión de la transferencia tanto en su aspecto positivo como negativo y mostrarle una y otra vez que se trata de un espejismo del pasado, procurando que ni el enamoramiento ni la hostilidad alcancen una altura extrema, lo cual se consigue si desde temprano se le prepara para tales sucesos y no se dejan pasar sus primeros indicios. El cuidado en el manejo de la transferencia rinde sus frutos, pues permite despojar a la resistencia de un arma poderosa, mudando así los peligros en ganancias; el paciente no olvida más de lo que ha vivenciado dentro de las formas de la transferencia y tiene mayor fuerza de convencimiento que lo adquirido de otra manera. Peter Gay comenta que, en “La Interpretación de los sueños”, Freud confesó que su vida emocional siempre requirió de un amigo íntimo y de un enemigo odiado, que a veces convergían en una misma persona y de los que se procuraba una y otra vez a lo largo de su vida. Tal papel fue desempeñado por Wilhelm Fliess, después de su matrimonio y durante la década de los descubrimientos, convirtiéndolo Freud en su confidente, su admirador entusiasta, su compañero de especulaciones, su audiencia, su estímulo y a quien nombró: “El único Otro”, desplegando sobre él una fuerte transferencia. En marzo de 1910, en el 2º. Congreso Internacional de Psicoanálisis, llevado a cabo en Nurenberg, fue fundada la Asociación Psicoanalítica Internacional. Como discurso inaugural, Freud leyó su trabajo: “Las perspectivas futuras de la terapia psi- 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara coanalítica”. Y como fin de la Asociación se estableció el siguiente: “Cultivar y promover la ciencia psicoanalítica fundada por Freud en su condición de psicología pura y en su aplicación a la medicina y a las ciencias del espíritu; alentar el apoyo recíproco entre sus miembros en todos los esfuerzos por adquirir y difundir conocimientos psicoanalíticos”. Los problemas enfrentados con varios de sus discípulos, que inicialmente se interesaron en el psicoanálisis, pero posteriormente se fueron apartando de los planteamientos del maestro, intentando imponer sus propias ideas, tuvieron como desenlace una paulatina ruptura con Freud y con el Psicoanálisis. Entre ellos estuvieron Adler, Jung y posteriormente Ferenczi. Este último comenzó a experimentar con la afectividad de sus pacientes, teniendo acercamientos en los que intentaba jugar el rol materno y con la ternura maternal. Besaba a sus pacientes y permitía que ellas también lo hicieran, a lo cual se opuso enérgicamente Freud, señalándole que un beso significaba intimidad erótica y que la técnica psicoanalítica aceptada tenía como regla negar tal gratificación, con lo cual se apartaba de la misma. Tanto con Jung como con Ferenczi, Freud desempeñó transferencialmente el papel de padre y ellos de hijos, que se revelaban a sus normas y competían con él. A Jung lo eligió para ser su sucesor y fue el primer presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional pero, posteriormente, se desilusionó de él, pues no resultó confiable al alejarse de sus postulados esenciales. Se hizo por tanto necesaria la unificación y precisión de las hipótesis y de los postulados fundamentales del psicoanálisis que, al conformar un grupo fuerte de ana- listas que continuaran fielmente la labor iniciada por Freud, quedó garantizada. Este hecho lo podemos constatar a 100 años de la fundación de nuestra Asociación Psicoanalítica Internacional. En 2010 festejamos tal acontecimiento, con la presentación de esta mesa de trabajos conmemorativos en nuestro Simposium. Bibliografía Etchegoyen, R. H. (1993). Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (1873-1939). Epistolario. Madrid: Biblioteca Nueva. 1963. Freud, S. (1893-1895). “Estudios sobre la Histeria” (J. Breuer y S. Freud). En Obras Completas, trad. J. L. Etcheverry, Buenos Aires: Amorrortu. Tomo II. 1976. Freud, S. (1900-1901). “La Interpretación de los Sueños”. Segunda Parte. Sobre el Sueño. Cap. VII. Sobre la Psicología de los Procesos Oníricos. En Obras Completas, trad. J. L. Etcheverry, Buenos Aires: Amorrortu. Tomo V, pp. 554 – 555, 1976. Freud, S. (1901 – 1905). “Fragmento de análisis de un caso de histeria” (Dora). En Obras Completas, trad. J. L. Etcheverry, Buenos Aires: Amorrortu. Tomo VII. 1978. Freud, S. (1910). “Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica”. En Obras Completas, trad. J. L. Etcheverry, Buenos Aires: Amorrortu. Tomo XI. 1979. Freud, S. (1912). “Sobre la dinámica de la transferencia”. En Obras Completas, trad. J. L. Etcheverry, Buenos Aires: Amorrortu. Tomo XII. 1980. Freud, S. (1914). “Recordar, repetir y reelaborar” (Nuevos consejos sobre la transferencia. los comienzos micaela hernández abad 81 técnica del psicoanálisis, II). En Obras Completas, trad. J. L. Etcheverry, Buenos Aires: Amorrortu. Tomo XII. 1980. Freud, S. (1914). “Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico”. En Obras Completas, trad. J. L. Etcheverry, Buenos Aires: Amorrortu. Tomo XIV. 1979. Freud, S. (1915 [1914]). “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia” (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis III). En Obras Completas, trad. J. L. Etcheverry, Buenos Aires: Amorrortu. Tomo XII. 1980. Freud, S. (1916 – 1917). “Conferencias de Introducción al Psicoanálisis” (Parte III) 27ª. Conferencia. La transferencia. 82 núm. 4 En Obras Completas, trad. J. L. Etcheverry, Buenos Aires: Amorrortu. Tomo XVI. 1978. Freud, S. (1940 [1938]). “Esquema del Psicoanálisis”. Cap. VI. La Técnica psicoanalítica. En Obras Completas, trad. J. L. Etcheverry, Buenos Aires: Amorrortu. Tomo XXIII. 1980. Pp. 175 – 177. Gay, P. (1996). Freud. Una vida de nuestro tiempo. Barcelona: Paidós. Jones, E. (1970). Vida y obra de Sigmund Freud. Barcelona: Anagrama. Laplanche, J. y Pontalis, J-B. (1971). Diccionario de Psicoanálisis. Barcelona: Labor. Zweig, S. (1980). Sigmund Freud. México: Diana. Pp. 121. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara Transferencia: Escuela Inglesa, un breve recorrido freudianos. Su obra es el desarrollo de una poderosa intuición práctica que generó las consecuencias más fecundas de las que el psicoanálisis, en particular el inglés, se enorgullece. Esta mujer, que abrió el abordaje a la clínica del niño de la psicosis y del autismo, fue una hija violentada con una madre imponente e intrusiva a la cual tenía un odio inconsciente que escondía bajo una intensa idealización, esposa infeliz y madre deprimida, que inició un análisis con Ferenczi y lo terminó con Abraham, que no era médico ni tenía ningún título; sorprendió a la comunidad psicoanalítica al realizar en 1919, su primer psicoanálisis de niños al analizar a sus hijos, convirtiéndose así en psicoanalista en 1922, a los 40 años de edad. En 1926 se instala en Londres obteniendo un brillante reconocimiento y una gran influencia que, a pesar de sus controversias con Sigmund Freud y Ana Freud, continuó después de su muerte. Ávida lectora de la obra Freudiana, sus divergencias fueron presentadas como una manera de completar la teoría del inconsciente. Su obra construyó el conocimiento del ser humano en sus diversos aspectos: la esquizofrenia, la psicosis, la manía, la depresión, el autismo, los retrasos e inhibiciones, la angustia traumática, así como la fragmentación del yo. Expresa una genia- María Esther Guzmán Barajas Lo importante no es acabar una obra, sino permitir que se entrevea lo que hará posible que otros empiecen o produzcan en una fecha más o menos lejana. Joan Miró C on esta cita quiero iniciar el abordaje de tres grandes personajes del psicoanálisis de la Escuela Inglesa, esperando su comprensión por la mutilación en la que incurro al intentar transmitirles, en tan breve espacio, sólo esbozos de lo que fueran sus aportaciones a esta disciplina de obras tan monumentales como las de Melanie Klein, Donald Winnicott y W. R. Bion, tratando de enfocarme en sus concepciones sobre el fenómeno de la transferencia y omitiendo sus apasionantes vidas que de alguna manera se traslucen en sus desarrollos teóricos. Iniciaré este recorrido con Melanie Klein, quien nace en Viena en 1882 y muere en Londres en 1960. Adorada por sus discípulos, devaluada por sus detractores, quienes le negaron la condición de analista, no tardó en imponerse como la innovadora más original del psicoanálisis al dar una nueva orientación a la teoría y clínica sobre el inconsciente, siguiendo los principios núm. 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 83 lidad excepcional al mostrarnos el mundo de fantasías como la base del inconsciente en su forma más dramática y real con las grandes pasiones que ahí habitan. Se le acusa de hacer un culto a la madre cuando en realidad teoriza sobre la fantasía de matricidio, siendo necesaria una fantasía exitosa para la instalación del símbolo, la creación del pensamiento y el acceso a la libertad; si no hay esta fantasía aparece el pasaje al acto. El símbolo es necesario porque la madre no basta, es incapaz de satisfacer las necesidades afectivas del niño. Centra una nueva metapsicología en las relaciones de objeto tempranas como organizadores de la vida afectiva, aun a pesar de que sus hipótesis no son uniformes ni coherentes, su estilo no es elegante como el de Freud y por momentos se torna repetitiva. Toda significación interna es también ubicada en la realidad externa mediante el mecanismo de la identificación proyectiva; la descripción de la historia del sujeto debe entenderse como resultado de las proyecciones de sus objetos internos, por eso ella varía de acuerdo al estado mental que el paciente tenga en su momento. El buen vínculo con el pecho interno y externo es prototipo de todas las situaciones vividas como gratificantes. El inconsciente freudiano está estructurado por el deseo y la represión; Klein insiste en el dolor psíquico del recién nacido en la escisión, disociación y clivaje y en la capacidad precoz de la sublimación. La pulsión Freudiana no tiene objeto, la Kleiniana se dirige primero al objeto (el pecho), presente desde el nacimiento, que da lugar a un vínculo precoz y dramático entre el objeto y un yo con un súper yo y un Edipo precoz. El objetivo terapéutico en Klein es la integración, para lo que es necesario que 84 núm. 4 el analista tolere la transferencia negativa aunque sea tentador aceptar el desplazamiento de la hostilidad hacia los vínculos primarios. El analista está intensamente comprometido con las vivencias del paciente, por lo que el eje del desarrollo de la sesión es el vínculo transferencial. Vemos que Klein amplía la idea de transferencia freudiana con su concepto de transferencia latente (el paciente repite la estructura de sus vínculos, ansiedades y defensas, sin conciencia de que lo hace). La función principal del analista es dejarse envolver por el clima emocional de la sesión, sensible a las manifestaciones transferenciales, se debe interpretar la relación de objeto temprano que se reactualiza en la transferencia y las fantasías inconscientes que tiene en su vida actual. Lo importante es comprender las angustias que se desarrollan en la relación de objeto, mecanismos de defensa y aspectos de personalidad. El insight debe permitir el conocimiento y la reintegración de lo proyectado permitiendo una mayor integración de la personalidad. Todos los pacientes, por graves que estén, despliegan transferencias hacia su analista, siendo necesario detectar con qué objeto está relacionado y qué representa para él. Klein interpreta la transferencia negativa en cuanto aparecen los primeros signos de angustia y resistencia, siendo ésta otra novedad que aportó al psicoanálisis; le prestaba tal atención a la transferencia que se pensó que incluso la suscitaba; lo que ella quería era controlar la agresividad del paciente y desinhibir la pulsión de muerte esperando así liberar el pensamiento. Los términos de la interpretación los elige en función del modo concreto del pensamiento y de expresión del niño, tenía un sentido agudo del “significante” lenguajero y respetaba el lenguaje del niño. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara La técnica del juego es inseparable de la interpretación; mediante el juego, la fantasía jugada se convierte en fantasía narrada entre dos, la analista nombra las fantasías con palabras crudas y simples, lo que implica que el niño comprenda el significado de las palabras y su valor simbólico. Klein pensaba que lo que inaugura la relación transferencial es el contacto directo con la verdad del inconsciente, por lo que su método consiste en explorar sistemáticamente la transferencia positiva y negativa desde el inicio de la cura llegando éste a experimentarse como persecutorio. Pasemos ahora a la teoría de W. R. Bion, quien nace en 1897 en Mutra en el Penjab y muere en 1979. Su apellido significa estar en posesión de la vida; fue un hombre con una vida difícil e interesante, de inteligencia brillante y poseedor de una personalidad donde se destaca un humor corrosivo a través del cual transmite sus percepciones y sensaciones de las que saca deducciones pesimistas y burlonas. Su participación en las dos guerras le dejaron hondas huellas que influyeron en su concepción del psiquismo; en su relato siempre transparente destaca la figura de su nana, a la que decía querer mucho más que a sus padres y que posteriormente le permite elaborar las vivencias traumáticas sostenido de ese intenso vínculo; tuvo una madre ausente que, cuando llegaba a aparecer, la vivía como impredecible y terrorífica. Dotado de una curiosidad intensa, que manifiesta toda la vida y que lo muestra insaciable ante el deseo de conocer todo lo que le rodea, menciona: “No tenía humor, sólo una cabeza”. A los ocho años es enviado a un internado en Inglaterra, iniciando un largo periodo de sufrimiento, soledad, frustración y vivencias catastróficas; a sus experiencias infantiles que llama catastróficas las revive en la guerra; la amistad con dos compañeros le permite vivir el calor de hogar y observar lo que es ser madre. Se gradúa en letras, posteriormente ingresa a Medicina con el fin de estudiar psicoanálisis, siempre dudando de su inteligencia, obtiene medalla de oro en cirugía que, según él, “no habría merecido”. Intenta un psicoanálisis que abandona por falta de dinero, ingresa a la clínica Tavistock donde formará parte del grupo de psiquiatras, iniciando su formación como psicoanalista en 1934. Comienza un segundo análisis que termina dos años después para ingresar con M. Klein; se reincorpora a la segunda guerra en donde se enfrenta a la repetición de sus traumas; su deseo de saber y su intensa exigencia psíquica desembocan en el deseo de ordenar su pensamiento y sus emociones, llevándolo a elaborar un instrumento de evaluación en forma de una tabla. A través de sus investigaciones en su trabajo clínico descubre que el pensamiento requiere de condiciones especiales para que se establezca y que existe a través de su negación. Su teoría conjunta pensamientos de bases filosóficas, matemáticas, humanísticas y hechos tomados de la clínica, como el concepto de continente contenido que implica al analista como continente de las ansiedades del paciente. Respecto a éste menciona que el bebé requiere contar con un objeto externo en el cual volcar sus ansiedades; si la madre tiene ciertas capacidades emocionales podrá metabolizarlas y regresarlas para que su hijo pueda asimilarlas; si devuelve la angustia al bebé, éste puede caer en un estado llamado “terror sin nombre”. Al estado de receptividad materna le llama capacidad de reverie (ensoñación). Para poder pensar se requiere que la madre realice la función continente, de esta manera y por identificación con ella, transferencia. escuela inglesa... maría esther guzmán barajas 85 el bebé adquiere la “pantalla interna” que permite el proceso secundario. Una de las funciones del analista es la de disminuir el sufrimiento del paciente a través de la función continente, por la interpretación del conflicto y por el insight del paciente. De acuerdo a Bion, la mayor parte de los errores técnicos es originada al no poder soportar las emociones que generan el vínculo y no poder constituirse en continente de las emociones del paciente. Otra idea relacionada con la noción de identificación proyectiva es la del objeto bizarro; en armonía con Klein destaca el papel de los impulsos destructivos y la envidia en el origen de la psicosis. Propone que en todo sujeto existe una parte psicótica de la personalidad, el narcisismo patológico, la RTN y la reversión de la perspectiva son sus expresiones. Bion desarrolla un concepto central en su teoría, la noción de aparato para pensar pensamientos. Con el concepto de función alfa aborda el estudio de los trastornos del pensamiento, mencionando la necesidad de la capacidad de reverie materno para que los elementos beta se conviertan en alfa y puedan ser reintroyectados; de lo contrario, lo que se reintroyecta será un terror sin nombre. Transponiendo esto a la relación analítica menciona que si la emoción puede ser evidente para el analista debería tratar de demostrar la existencia de esa emoción incluso antes que se haga dolorosamente evidente para el paciente. La noción de grupo es de gran importancia en la obra de Bion, en la medida en que el sujeto está constantemente en conflicto con las representaciones del tercero colectivo. En sus intervenciones con los grupos se encuentra con efectos de transferencia y de resistencia descubriendo la resistencia del grupo hacia los cambios 86 núm. 4 ante el cual el grupo se siente perseguido, explicando así la dificultad social ante la evolución. Bion considera el funcionamiento del pensamiento más precoz que lo que Freud menciona; desde el principio de la vida existe una forma de pensamiento vinculada con ideogramas, con el oído y con la visión más que con las palabras. Desarrolla toda una teoría sobre el funcionamiento psicótico, se cuestiona sobre la alucinación y las fantasías; diferencia entre proyección y percepción, menciona que el prototipo de todos los vínculos es el pecho o el pene; el objetivo de Bion es formular una teoría universal del pensamiento. Nos muestra la transferencia con pacientes psicóticos, caracterizada por la intensa identificación proyectiva del paciente, en donde en la medida en que el paciente se identifica con el analista, éste aparece cargado con las características del paciente sintiéndose toda intervención del analista como ataques contra el yo; en la relación analítica recomienda escuchar al paciente sin memoria y sin deseo. Hay que analizar al paciente sin presupuestos básicos, utilizando todas sus capacidades de escucha y digestión psíquica. Se inclina sobre las vicisitudes del pensamiento psicótico, lo incognoscible y lo impensable. Vayamos ahora con Winnicott, quien se caracteriza por ser un psicoanalista no clásico; su lenguaje teórico y los hechos clínicos, en ocasiones confusos, son diferentes. Fue un hombre bondadoso y apasionado que vio al ser humano mejor de lo que es; sus observaciones clínicas las obtiene del ámbito pediátrico en su trabajo con los niños y sus padres; puso poesía e imaginación creadora en su obra, sus aportaciones sobre el objeto transicional, la diferencia entre self falso y self verdadero, 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara la noción de sostén o holding y muchas observaciones sobre el desarrollo emocional primitivo. Descarta la pulsión de muerte y ve la agresión como producto de una falla ambiental en la que el papel del ambiente es decisivo. Considera tres espacios psíquicos, el interno, el externo y el transicional, desarrollando una amplia teoría respecto a este concepto. En 1940 comienza su producción como psicoanalista sustentado en los aportes Freudianos y en M. Klein. Para Freud, los conflictos se daban entre el ello, yo y súper yo, pero Winnicott piensa que los vínculos se dan entre el recién nacido y su madre; sí toma en cuenta el conflicto Edípico, pero enfatiza la evolución de los vínculos diádicos, dependiendo la cualidad de éstos del estado emocional de la madre. Se pasa de una postura Edípica a una bipersonal, del falo al pecho. Para Winnicott, el sujeto tiene escondido su verdadero ser y el analista intenta salir a su encuentro. En 1945 elabora su obra “El desarrollo emocional primitivo”, donde describe el papel de la madre en la integración del niño. En cuanto a la transferencia menciona que es la manera en que se repite en el análisis un modo subjetivo de relación con los objetos; el objetivo es interpretarlo en el momento adecuado en el que se une un aspecto de la realidad psíquica del paciente y un hecho importante de su historia. Para él existen dos clases de transferencia, la que proviene de la estructura neurótica y la que surge de la estructura psicótica, ambas requieren un ambiente sostenedor. El analista debe comunicarse desde el lugar en que el paciente lo ubica, es decir, la neurosis o psicosis de transferencia. En la transferencia neurótica se reviven situaciones de confianza básica, mientras que en la psicosis y el caso límite, la experiencia de confianza que el analista propone es nueva debiendo experimentarse por primera vez para poder usar el encuadre y desarrollar el análisis. Postula el espacio-tiempo de la sesión como un espacio transicional, ubica la transferencia como un fenómeno transicional y al analista como un objeto transicional. El análisis sería un fenómeno transicional por ser un recorte de la realidad externa y una puesta en acto con la realidad interna; muestra una gran sensibilidad para el trabajo con niños y pacientes psicóticos, mencionando que los fallos en el tratamiento con estos últimos generan furia y dolor y exigen además que el analista reconozca sus errores y fracasos y los comunique al paciente, para que éste pueda revivir sus traumas originados en el fallo ambiental. El analista debe hacer lo que se espera de su función terapéutica sin reaccionar a la transferencia del paciente, a la vez que debe de permanecer vulnerable para poder conectarse con él y permitirle nuevos movimientos. En cuanto a la contratransferencia clasifica las siguientes categorías: los conflictos inconscientes no elaborados en el analista que generan una patología en su contratransferencia y la contratransferencia positiva que incluye la vocación de ayuda. La transferencia psicótica es una dura prueba para el analista que lo involucra como persona; además de su reacción ante los movimientos contratransferenciales, menciona la contratransferencia “verdadera” que implica el odio y el amor que siente el analista en respuesta al paciente y no se atribuye a la contratransferencia. Considera que en el trabajo con pacientes psicóticos es necesario tener en cuenta la ambivalencia del analista, que llamó odio en la contratransferencia y que imposibilita transferencia. escuela inglesa... maría esther guzmán barajas 87 el tratamiento. Es necesario que el analista haga consciente su odio y acepte que el análisis con dichos pacientes es difícil; así pues, le corresponde la función de sostener y acompañar con su atención flotante la vivencia del paciente sin tomar partido ni dar soluciones; recibir el impacto de la transferencia negativa sin morirse ni vengarse, estar consciente de la ambivalencia que implica el ocuparse de otro en estado de desamparo requiriendo una enorme tolerancia a la frustración ante la expresión de sus demandas y reclamos. Enfatizó la labor del juego en el adulto como una manifestación de salud y comunicación con los otros y que permite la creatividad. La interpretación implica la capacidad de exponerse a lo nuevo, de tolerar la espera y de renunciar al narcisismo; a través del juego surgirán las capacidades, el uso del objeto, la capacidad de estar a solas, de reparación, la creatividad, etc. Para finalizar este recorrido recordemos que Winnicott muestra al analista como una madre suficientemente buena, como invitación a crear un espacio transicional entre madre y bebé y entre analista y paciente. 88 núm. 4 Bibliografía Abadi, Sonia (1996). Transiciones, el modelo terapéutico de D.W. Winnicott. Buenos Aires. Paidós Arnoux, Dominique J. (2001). Melanie Klein, vida y pensamiento psicoanalítico. España. Biblioteca Nueva. Bleichmar, M. Norberto y Leiberman de Bleichmar Celia (1989). El psicoanálisis después de Freud, Teoría y clínica. México. Eleia. Etchegoyen, R. Horacio (1986). Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Buenos Aires. Amorrortu. Galimberti, Fabio (2006). Wilfred R. Bion. Buenos Aires. Nueva visión. Grinberg, León, Sor Darío y Tabak de Bianchedi Elizabeth (1991). Nueva introducción a las ideas de Bion. Madrid. Tecnipublicaciones, S. A. Kristeva, Julia (2001). El genio femenino, 2. Melanie Klein. Buenos Aires. Paidós. Painceira Plot, Alfredo J. (1997). Clínica psicoanalítica, a partir de la obra de Winnicott. Buenos Aires. Lumen. Schmid-Kitsikis, Elsa (2001). Wilfred R. Bion, vida y pensamiento psicoanalítico. España. Biblioteca Nueva. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara Vuelve a contarme la misma historia que reinventas cada vez. Transferencia. Escuela Francesa1 Adriana Lira Ramírez El poeta es, pues, robador de fuego. Lleva el peso de la humanidad, incluso de los animales; tendrá que conseguir que sus invenciones se sientan, se palpen, se escuchen; si lo que trae de allá abajo tiene forma, él da forma; si es informe, lo que da es informe. Hallar una lengua; Arthur Rimbaud2 É rase otra vez... Y mientras tanto en Francia, Jacques Lacan, al igual que Klein, Winnicott y Bion, investiga sobre la psicosis e hizo valiosos aportes clínicos en cuanto a la transferencia. Es más, Bion y Lacan fueron amigos, se conocieron en 1945, cuando Lacan asistió por algunas semanas a Inglaterra para realizar unos estudios; me imagino sus acaloradas pláticas hablando de filosofía, geometría algebraica, topología y desarrollando sus matemas para explicar el inconsciente y otras formas de proceso identificatorio y sobre la importancia de la intuición y la agudeza en el trabajo del psicoanalista. Aunque realmente esto sería a posteriori, ya que en aquella época, Bion iniciaba con su trabajo en grupos después de la Segunda Guerra Mundial y Lacan aún no desplegaba su teoría sobre la metáfora y el Sujeto Supuesto Saber, de donde surgirá núm. la postura técnica sobre la transferencia que dará pie a la creación de lo que se denominó la Escuela Francesa. Lacan emprende una auténtica renovación tanto de la teoría como de la práctica analítica y es aquí donde inicia este relato. Y ¿qué tienen de diferente las propuestas de Lacan sobre la transferencia? Porque como ya escuchamos, fue desde Freud que se construyó-descubrió la transferencia como dimensión propia de la práctica analítica. Lacan critica el énfasis puesto en la realidad y en la idea del proceso analítico llevado hacia la identificación con el analista. Tampoco se encuentra de acuerdo con la noción de transferencia como reviviscencia. Nuestro personaje enfatiza la estructura de los elementos lingüísticos que determinan el material que ofrecen los pacientes que están en análisis pero, a pesar de señalar los rasgos formales de éste, le daba mayor importancia a la relación dinámica entre el sujeto y su discurso. Las nociones lacanianas de transferencia 1 Trabajo presentado en el XXIII Simposium de las Américas, Panel conmemorativo del centenario de IPA. Prosa sobre el porvenir de la poesía. En carta a Paul 2 Demeny (traducción Ramón Buenaventura). 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 89 provienen de su original concepción sobre el inconsciente estructurado como un lenguaje. Dependiendo de cómo entendemos el inconsciente será nuestra técnica para aproximarnos a él y lo que consideremos que facilita o estorba nuestra labor. Podemos contar esta parte de la historia en capítulos como de una mini serie dividida en partes (siguiendo a Assoun, 2004, Umerez, O., 1994, y a Díaz, R., 1992), que siguen el desarrollo teórico presentado por Lacan y la génesis de la noción de transferencia, ya que los virajes técnicos deben ser entendidos dentro del contexto de las reformulaciones conceptuales. Tenemos un primer momento que gira alrededor del ser, con el Lacan de “función y campo de la palabra...” hasta “La dirección de la cura...” Y pues así iniciamos con la primer serie que llamaremos “El espejo y el relato ficción” o “Veo en el espejo lo que escucho de mí pero no digo todo”... Corría el año de 1936 y el joven Lacan presentó su tesis del “estadio del espejo”; a partir de ella muestra la idea de que el ser humano, por su inicio prematuro, nace y queda capturado en una imagen, así el yo se constituye por una identificación alienante. Con esta tesis descarta la idea de los teóricos de la psicología del yo, ya que el analista no puede aliarse a una instancia inauténtica que sólo sirve para ocultar la realidad fragmentada e incompleta de la persona; además, el humano sólo puede conocerse a través de otro: “El saber humano es en esencia paranoico”. En este origen de su teoría, la transferencia no es el medio para conocerse pues es vista como proyección: “La transferencia no es nada real en el sujeto, sino la aparición, en un momento de estancamiento de la dialéctica analítica, de los modos permanentes según los cuales constituye sus objetos” (Intervención sobre 90 núm. 4 la transferencia, 1951). Opina que si la transferencia se presenta es porque el analista puso en juego en el análisis sus propios prejuicios, sus puntos ciegos y sus conflictos inconscientes. La transferencia no revela sólo el conflicto del paciente, se activa por el conflicto inconsciente del analista, es una falla del analista que en su postura debería ser como de espejo transparente para evitar más enajenación del sujeto. Las palabras ofrecen resistencia para descubrir el sentido, ya que las palabras no pueden decirlo todo, el sentido tiene que ser descubierto y el sentido aún no sabido influye en la conducta del sujeto; Lacan lo denomina “Prioridad del significante”; para acceder al sentido se necesita entender que el relato es ficción. El estadio del espejo que propone la identificación imaginaria con el otro se va a ver enriquecido cuando se introduce al sujeto a un universo ya creado por el lenguaje, el narcisismo constitutivo incluye así una dimensión imaginaria (tú y yo somos uno mismo) y una simbólica (el lenguaje). Se crea así un núcleo de “insignias” inconscientes, el sujeto se ha convertido en lo que el progenitor profetizó-nominó para él, su imagen queda atrapada en una compleja red simbólica. Desde aquí la Transferencia ya no puede considerarse sólo repetición. Es un modo de producción en el análisis, aunque aun un modo de desplazamiento en función de la resistencia y la resistencia es considerada por Lacan como del analista. En la segunda parte de esta primera serie ya estamos en el año de 1953, con un sujeto que se encuentra determinado por una estructura; de lo que habla, no importa tanto el contenido, sino cómo lo que dice lo ubica en un lugar dentro del sistema. El “Yo es un significante para otro significante”, dirá Lacan. Con la descripción del esta- 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara dio del espejo, la exigencia prioritaria de la clínica será la disolución de los espejos del narcisismo. Después de la guerra, tiempo durante el cual nuestro actor no realizó ningún escrito, inicia el retorno a Freud y va a añadir la idea de que el análisis es un proceso de reconocimiento. Que el dolor se produce cuando el inconsciente, constituido por una serie de eslabones de elementos significantes, transforma las palabras en síntomas; se precisa entonces, para aliviarlo, retraducir o ligar esas ideas reprimidas desconectadas y devolverlas relacionadas con el resto de la cadena significativa. Propone que el síntoma tiene la misma estructura que la metáfora, cambia un elemento por otro, cuando el paciente habla muestra con ello la posición en la que se encuentra determinado; este hablar le da un lugar a él y a su interlocutor. Cuando el paciente habla, emergerán significaciones inconscientes; al hablar, la palabra porta sentidos más allá de su comprensión y control conscientes y en el análisis se puede devolver el mensaje del paciente que él mismo desconocía. Cabe hacer notar que los significantes, como lo había descrito antes, no son todos desplazamientos, como metonimias, también presentan saltos con otra lógica oculta, como la metáfora. Lo cual sigue manteniendo a la transferencia diferenciada aunque cerca de la repetición. Articula así los fines terapéuticos al encuentro del sujeto, ya que al hablar y ser hablado se modifican los significantes y por lo tanto la ubicación dentro de la red, que después de la interpretación tendrá otra configuración, se ubicará en otro lugar desde el inconsciente, será un sujeto del inconsciente. Le da un sentido propio a la frase de Freud, “Donde eso es, está el sujeto. “Eso” es la red de significantes, el inconsciente, el sueño. Y dice: “Pero el sujeto está allí para encontrase de nuevo, allí donde era –anticipo- lo real”. Lo real es simplemente lo que no es simbolizado y queda al margen del sentido, incognoscible, inasible. Todavía en el tramo de esta serie, Lacan considera que si el analista interpreta adecuadamente y mantiene el proceso analítico dentro de contrastaciones dialécticas adecuadas, no sólo el análisis no se estanca, sino que la transferencia no se instala. Al instalarse la transferencia se cierra el inconsciente. Sirve para tapar Segunda parte de la miniserie “El ser”. Esta parte de nuestra serie histórica corresponde al Lacan de “función y campo de la palabra...” de 1953 hasta el escrito de “La dirección de la cura...”; en este período remarca: que la transferencia no puede reducirse a la mera repetición de lo vivido porque al decir algo de otro modo ya es decir otra cosa y la introduce en una mayor dinámica, comienza a tomar mayor relevancia la relación con el otro y el estilo que se emplea para comunicar. Podemos decir que define la transferencia “como lo que el sujeto atribuye de ser (de su ser), ser que sea en otra parte, al analista” (Umerez, O., 1994, las cursivas son mías). Atribución de ser que corresponde a ese sujeto que le falta el ser (lo completo); el ser tiene su fundamento en sí mismo, el sujeto no, al sujeto le falta el ser. Por eso la transferencia se define como una atribución de ser, que se hace en el analista. Si algo le falta al sujeto, se articula en la transferencia en la pasión del ser, en el amor. El amor es encontrar en el Otro la dimensión del ser, aquello que me falta está en ti, por eso eres maravilloso. De aquí la postura del analista de qué hacer con su ser, con su deseo de analista, y la importancia de hacer nada, no, de no-ser, sino de ser esa “nada” de suma importancia vuelve a contarme la misma historia... adriana lira ramírez 91 para no completar imaginariamente al paciente. El amor es considerado aquí como lo hacía Freud, como resistencia. A manera anecdótica, es en esta época cuando Lacan trabaja con las sesiones escandidas, intentando con ello, al introducir la discontinuidad, sacar a la luz el material más oculto. Ya que el sujeto del inconsciente está en el corte, entre significados. Posteriormente, a partir de “El deseo y su interpretación” y de “la identificación”, poco a poco del deseo de reconocimiento pasa a un segundo plano y cede su lugar a la revelación de la verdad, por lo tanto aparece otra temporada de la serie que llamamos “La Verdad y El amor”. Con ella, en 1958 aparece una nueva teoría de la enajenación en la teorización de Lacan. Coloca lo enajenante del lado del lenguaje, ya no en lo especular imaginario, entonces el habla se cambió de bando, ya no da identidad al sujeto, sino que el sujeto es abolido por el lenguaje, aparecen nuevos personajes en nuestra miniserie: el fantasma y la lógica de la psicosis, el objeto a, la demanda, ley paterna, entre otros. Aclarando en síntesis la trama, si el objeto es simbólico es que se ha perdido, ha salido del registro del goce. En el fantasma se invocan estos objetos perdidos como si fueran reales para encontrar la estabilidad, se aferra a ellos para lograr la identidad que no le brinda el significante, ya que las palabras no nos pertenecen, son alienantes. Busca así al objeto a, brújula de “significación absoluta” que actúa como imán para las identificaciones inconscientes. Y de él aparece la demanda. El objeto de la necesidad queda eclipsado por la demanda que, por ser una demanda de amor, es imposible de satisfacer. El deseo condicional retoma lo que ha sido eclipsado en el nivel de la necesidad, quiere el exacto objeto 92 núm. 4 que considera perdió, la demanda es incondicional, o sea, que se conforma con cualquier cosa que se le parezca (o hasta lo hace parecerse). El trabajo analítico se vuelca a extraer a partir de la demanda de algo, al deseo, del cual su objeto es la falta; finalmente el objeto ausente es el falo materno. A este deseo hay que buscarlo entre líneas, en el encuentro, en el relato del encuentro, con agudeza, dice Lacan, prestando atención a los procesos que se reiteran, a los puntos de ruptura, los detalles nimios. Lacan redefine el análisis desde el punto de vista de puesta en relato. Para acceder al material del fantasma y conocer la respuesta del paciente ante la falta, Lacan propone que la posición del analista debe ser: No brindarle al paciente ningún saber, no por provocar frustración, sino porque así, en el sin sentido, se abre la dimensión del deseo, se mantiene la “x” del deseo para no extinguirlo, para no obturarlo. En el seminario “La lógica del fantasma y El acto analítico” muestra en un gráfico cómo la transferencia ocurre entre dos alternativas, entre el pasaje al acto y el acting out, si se mantiene en un recorrido transversal, por el adecuado posicionamiento del analista, se mantiene la transferencia hacia la sublimación. Ahora ya estamos en 1960 y entra en escena el deseo de completud a partir de ser el falo de la madre e identificarse con el deseo de ella, el “¿qué me quieres?” es el fundamento de toda búsqueda; con ello aparece en el escenario el significante Falo, la metáfora paterna y la castración simbólica ¡ah! Y, por supuesto, la Ética. Ya veíamos que aquello que no es integrado a la cadena significante hace síntoma; agregamos ahora que si es forcluido por no encontrar el armazón de la metáfora paterna, no retorna en lo simbólico, sino en lo real. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara Esta serie, que igual podría llamarse en su último capítulo “El enigma”, corresponde a los textos de “El deseo y su interpretación” y “la identificación”, donde vemos dirigir la preocupación de Lacan al saber. El inconsciente aparece como un saber no sabido y así estructura la transferencia de otra manera, soportada y motivada por el Sujeto Supuesto al Saber; es aquí donde toma otro sentido su frase que define al sujeto como “un significante para otro significante”, dirá, el significante representa un sujeto para otro significante, para un sujeto. Definido como un saber no sabido, la transferencia se articula a él como sujeto supuesto al saber es una articulación simbólica en tanto que siempre estará en relación a otro significante, cuando nos encontramos en la búsqueda del ser, en el plano del ser, el analista se ubicaba en posición de ser, aún podríamos haber pensado en cierta intersubjetividad, ahora es un significante, un supuesto al que se habla, es hipótesis, es supuesto ser, destituido. El analista es entonces el supuesto de ese saber. Una vez que se establece esta suposición se produce la transferencia, concepción que deriva de la palabra y que es muy distinta de la propuesta de que el analizando se comporta con el analista como con los objetos primarios. Demuestra así Lacan otra faz de la transferencia, la de llegar al objeto a, revelando así la transferencia una oscilación entre la enajenación en el lenguaje y el abrazo del objeto a. Es muy importante hacer notar que al ser “supuestos”, esto viene a dejar fuera la intersubjetividad y la realidad material, hay un solo sujeto entre dos significantes y ese sujeto es supuesto y la apuesta es hacer sujeto en el punto donde hay dos significantes y por lo tanto afanisis, pues si no hay intervalo de significantes no hay sujeto. Y ¿el amor? No nos olvidemos que Lacan dedicó todo un seminario a hablar del amor que inicia con una escena de los diálogos de Platón, en los cuales se discutía precisamente sobre el amor. Y pues sí, no nos desanimemos, esta miniserie también ha tenido su dosis de amor. La transferencia en la articulación del sujeto supuesto al saber es una transferencia articulada al amor, sólo que este amor es un amor saber “aquél a quien supongo el saber lo amo” (Lacan, Aum), este amor ya no es resistencial. Ah! Pero como todas las temporadas de las miniseries, ésta tiene un capítulo extra o especial, denominado “del No Todo” o “El Goce”, donde Lacan va cerrándole el telón al Saber y llamando a escena a la angustia. Una variedad en la articulación de la transferencia aparece en el seminario XI. Donde surge, definida, nuestra actriz principal, y ésta ya no es vista como soporte o como estructura, dice: “La transferencia es la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente”. Realidad, en tanto lo que va a sostener en ese punto es que la transferencia no se reduce a una ilusión, es real, pero es un engaño, la transferencia como puesta en acto de la realidad inconsciente, como acto de amor, resulta que denuncia un engaño. Así, en éste seminario, el amor deja de ser un obstáculo estructural del inconsciente y se convierte en efecto del obstáculo; el inconsciente no se cierra por el amor, se cierra ante la presencia del objeto a, ante la posibilidad del goce, que ahora se ha revelado como el malvado letal de la película, el goce no es el amor. La transferencia es acto, ya no es resistencia y está diferenciada de la repetición, es apertura del inconsciente y por eso no se analiza la transferencia, se interviene en ella, porque en el momento de análisis del Sujeto Su- vuelve a contarme la misma historia... adriana lira ramírez 93 puesto Saber, el inconsciente está abierto. Es el analista que desde su deseo imaginario produce resistencia y es por lo tanto el analista desde su deseo que debe abrir el inconsciente, sin suturarlo, sin reducir todo a significantes eliminando el agujero, es el momento de hacerse el muerto pues el inconsciente se cierra cuando está presente el objeto a. Si el analista no aparece, el sujeto se constituye en la búsqueda de la verdad y puede buscar siempre que haya un tercero que deja el hueco del objeto a. Por lo tanto no hay que hacer sujeto de todo, ni significante de todo, siempre hay algo más allá, el objeto a. Y allá se tiene que quedar. En cuanto a nuestro nuevo villano y rival en la clínica: El Goce, no es el ligado a lo imaginario; este Goce viene siendo aquello de lo real que resulta intolerable al individuo, el goce es real y está fuera del registro de la imagen y de lo simbólico, provocando dolor y síntomas y es el que debe limitarse. El campo del psicoanálisis también está ocupado por lo Real compartiendo con el lenguaje. Y lo que limita o logra el vaciamiento del goce es, según Lacan, la castración, pasar por el registro simbólico, introducir la idea de pérdida, aceptar la castración; y el superhéroe de la serie es “el lenguaje”, siendo el único que opera cambios en el goce. Aquí Lacan tira por la borda todas aquellas terapias que suponen modificaciones en el sujeto fuera de la práctica simbólica. La limitación del goce que denomina fálico da surgimiento a otro tipo de goce, el suplementario, que establece la falta y en ella se asume un valor libidinal, donde no se trata de llenar la falta, sino de darle un nuevo valor como tal. La posición del analista ante el amor del paciente en este momento, 1970, es la de donar su falta en el proceso transferencial. Permanecer en la destitución del 94 núm. 4 ser, hacer semblante a para declinar, como dice Peskin: en el análisis el instrumento estratégico es la transferencia, la política la falta en ser y la táctica la interpretación para lograr el anudamiento de los tres registros necesarios para el sujeto, para llegar a la causa de su deseo y aunque se entra en transferencia por un engaño, la tendencia es el fracaso, curando así al paciente de su búsqueda de goce mortífero repetitivo. Es decir, que la puesta en acto transferencial debe ir llevando la repetición al acto creativo, a la asunción de la castración en transferencia a través de la castración del analista, con ello se logra hacer al paciente un buen perdedor pues cuando pierde, gana o bien hay que aprender a perder para poder jugar y ganar. Y la historia continúa... A partir de la escuela que crea Lacan han surgido seguidores con nuevas propuestas, como son Laplanche, Aulagnier, Green, entre otros, mas son estos aportes que hemos revisado brevemente los que forman los cimientos de lo que se nominó como: Escuela Francesa, así que podemos concluir por ahora introduciendo un corte en nuestra historia, lo que siga será ya cuestión de volver a contar. Bibliografía Amado, S. et al. (1994). El trabajo de transferencia. Manantial. Buenos Aires. Arenas, G. E. et al. (1994). Los Rostros de la Transferencia. Manantial. Buenos Aires. Assoun, P-L. (2004). Lacan, Amorrortu. Díaz Romero, R. (1992). Transferencia y Discurso. Buenos Aires. Nueva Visión. Forrester, J. (1995). Seducciones del psicoanálisis: Freud, Lacan y Derrida. FCE. 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara Lacan, J. (1983). Escritos 1, Siglo XXI editores, México, 10a. —(1980). Escritos 2, Siglo XXI editores, México, 6a. —(2003). Seminario 8. Buenos Aires. Paidós. —(1987). Seminario 11. Buenos Aires. Paidós. Nasio, J. N. (1987). En los límites de la transferencia. Buenos Aires. Nueva Visión. Peskin, L. (2003). Los orígenes del sujeto y su lugar en la clínica psicoanalítica. Buenos Aires. Paidós. Porge, Erik (2007). Transmitir la clínica psicoanalítica. Buenos Aires. Nueva Visión. Safouan, M. (1989). La transferencia y el deseo del analista. Paidós. vuelve a contarme la misma historia... adriana lira ramírez 95 Reseña Nuevos paradigmas de la mujer* Carmen Villoro Cambia, todo cambia Mercedes Sosa E l título del libro Nuevos paradigmas de la mujer nos remite de inmediato al cambio, a la actualización, a un refrescamiento de la imagen de la mujer al que podemos acceder hombres y mujeres y que es el resultado inacabado, por supuesto, de cuestionamientos filosóficos, psicológicos, de movimientos sociales y de una profundización en el estudio de la subjetividad humana. Desde el laboratorio científico, entre los versos de un poema, en las marchas y los manifiestos públicos o desde la intimidad del consultorio surgen nuevas formas, colores y texturas que se van combinando como en un caleidoscopio para dar lugar a otras representaciones sobre la mujer, sobre el hombre, sobre lo masculino, lo femenino y los innumerables puentes que se tienden entre estos conceptos que ahora atravesamos con menos miedo que antaño. La portada del libro remite a estas formas en movimiento que dan lugar a una manera distinta de mirar el paisaje. Desde lugares muy distintos, los autores de este libro hablan de la mujer: hay una bióloga mexicana, una estudiosa de núm. la literatura, los demás son psicoanalistas de diversos países de Latinoamérica. En el contenido del libro encontramos dos ensayos de mucha actualidad, uno sobre homoparentalidad, de Mariam Alizade, psicoanalista argentina, y otro sobre identidad sexual, escrito por Griselda Sánchez Zago, psicoanalista del D.F. Es un alivio darnos cuenta que el psicoanálisis se descoloca de la ideología normativista y conservadora que sustentó durante tantas décadas y vuelve a hacer suya la revolucionaria idea de Freud de que la pulsión carece de objeto y queda liberada de todo biologisismo. La parentalidad ejercida por parejas homosexuales lleva a planteamientos más profundos que los que se derivan de las características biológicas de los progenitores, se sumergen en un más allá de la realidad del sexo del progenitor para encontrar el impulso deseante de criar y dar vida psíquica a otro ser humano; el acento está puesto, desde esta perspectiva, no en quién la ejerce, sino en cómo es ejercida esta función que privilegia la identidad humana primigenia; ojalá lo entendieran los grupos de ultraderecha que se han opuesto con tanto odio a la legalización del matri* Olga Varela compiladora, Ed. Lumen, Buenos Aires, 2009. 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 97 monio y la adopción entre homosexuales que se verificó recientemente en el Distrito Federal. La postura de Griselda, en su estudio sobre las vicisitudes de la sexualidad, es que “la genitalidad, tal como la planteó Freud, no existe”, la genitalidad, como la completud, son falacias, “la identidad sexual es por el contrario un espacio complejo, de dimensiones múltiples, rara vez coherentes entre sí y, por lo mismo, más un vector de diferencias y diferenciaciones que un sitio de homogeneización”, dice la autora. Y aquí todos suspiramos aliviados. La maternidad es otro tema polémico que se aborda en varios ensayos de este libro. La validez del no deseo de hijo ahorraría enormes sufrimientos a muchas mujeres que se autoimponen la matenidad obedeciendo a un mandato externo. Hay que ver a esas mujeres que se someten a tratamientos tan dolorosos con tal de cubrir el expediente que exige la sociedad: casarse y tener hijos. Es cierto que los avances médicos en las técnicas reproductivas son a veces la única y bienvenida solución, pero es necesario preguntarse por el deseo inconsciente, por las íntimas fantasías e identificaciones que determinan si sí o no, cómo y cuándo. Gloria Gitaroff nos cuenta el caso de Julia en relación con el drama psíquico de la esterilidad. Durante siglos se sostuvo la idea mítica de que la mujer madre no debía tener deseo sexual. Cecilia Rodríguez, en su ensayo “Sexualidad y maternidad”, nos recuerda cómo en el siglo XIX se decía que cuando una mujer gozaba con el sexo y renunciaba a la maternidad era peor que una bestia. Dice la autora: “La escisión entre maternidad y sexo queda espléndidamente representada en un icono religioso: la Virgen María, quien constituye el ejemplo privilegiado de la madre sin sexo”. Y es que 98 núm. 4 provoca mucha angustia la sexualidad de la madre, ese “primer objeto, deseado, temido y prohibido”, dice Cecilia. De aquí la tan conocida expresión de los mexicanos “mi madrecita santa” y cómo los peores insultos son los que recaen sobre la pureza de la madre. Afortunadamente hoy damos por sentado, por lo menos en teoría, que las mujeres podemos tener una vida sexual satisfactoria y que la madre es una madre con sexualidad y, además, es esta sexualidad la que llevará a la madre al intercambio erótico con el bebé, fundante del cuerpo erógeno de la criatura. En el desarrollo normal, el erotismo de la madre, con meta inhibida, da paso a la ternura, pero hay ocasiones en que el deseo sexual queda centrado en el hijo y no se relanza fuera de esa díada. Nos advierte Cecilia: “La maternidad puede ser un campo propicio en el que muchas perversiones se encubren con cuidados asfixiantes, amores desmedidos, disciplinas impuestas mediante torturas inflingidas en nombre del orden y la obediencia y, en los casos más burdos, francas seducciones incestuosas”. Y esto de ser psicoanalista también es una forma de ser madre. Y no sólo estoy hablando de las mujeres, sino también de los hombres que ponen en juego su parte femenina para conectarse con la experiencia emocional del paciente. Juan Pablo Jiménez, psicoanalista chileno, afirma: “He constatado frecuentemente que los hombres en esta profesión se caracterizan, precisamente, por poseer y poder usar, como recurso terapéutico, importantes atributos femeninos”. Estela Ruiz Milán habla, en su ensayo “Un aspecto técnico: la personalidad del terapeuta”, de cómo es importante la participación del afecto y la sensibilidad en el trabajo terapéutico. La musicalidad del 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara terapeuta le llevará a saber escuchar, es decir, aprehender matices dados por tono, timbre, intensidad y ritmo. Saber escuchar el silencio “que no es ausencia de contenido, sino que vibra en emociones. Escuchar es oír la resonancia interna del propio terapeuta que muchas veces traduce el lenguaje congelado del paciente tras un bloqueo”. Pero para poder ejercer sanamente la tarea terapéutica es necesario tener una vida propia. La madre terapeuta deberá resolver la envidia y la rivalidad con la hija paciente tan magistralmente descrita en el cuento de Blancanieves, cuando el “espejo, espejito mágico” afirma que es la joven la más bella. Dice Estela: “Cuando la madre ha tenido en la medida de sus posibilidades una vida plena en aspectos personales, profesionales, sentimentales, podrá ver con alegría y complacencia en las generaciones siguientes (hijas, pacientes jóvenes) que el turno de ellas ha llegado porque el ciclo vital de la madre o terapeuta ha sido colmado y satisfecho”. La profesión, antes sólo territorio masculino, es cada vez más una zona conquistada por la mujer, aun en nuestros países del Tercer Mundo. Por María Dolores Aceves nos enteramos que en nuestra sociedad mexicana todavía existen prejuicios de género que constituyen barreras para que la mujer se inserte en el ejercicio de la ciencia y la tecnología; sin embargo, da gusto saber que son cada vez más las mujeres mexicanas inscritas en licenciaturas y doctorados y sorprendente su tasa de participación en las Ciencias de la Salud. La autora hace un recorrido por las aportaciones que han hecho las mujeres a la ciencia desde la antigüedad hasta nuestros días: entomólogas, químicas, genetistas, geólogas y astronautas cuyos nombres y descubrimientos nos resultan tan desconocidos como esperanzadores. Cuando se accede a la profesión desde una postura fálica, el resultado es la competencia con el hombre y el deseo de apropiarse de sus atributos. Freud, quien siempre reconoció que no entendía a las mujeres y las denominó “el continente negro”, explicaba la aptitud de la mujer para ejercer un oficio intelectual como una sublimación del deseo de obtener el pene anhelado. No hay duda de que hay casos en que así es pero, afortunadamente, el psicoanálisis actual lo puede explicar de otra manera. Cristina Espinosa, Susana Larios, Adriana Lira y Olga Varela, psicoanalistas de Guadalajara, abordan otro camino para entender el desarrollo de la mujer en donde el crecimiento intelectual no es sustituto del pene, sino resultado de una capacidad de realizar un desplazamiento de la libido desde el hijo a un objeto diferente. “Desmarcarse del lugar de madre no significa no ser madre, sino ser madre y mujer”, dicen las autoras. El deseo de tener un hijo se desplaza al deseo de saber. Las características corporales y sexuales de la mujer le permiten ese repliegue de sí misma para permitir que el otro surja, de ahí su mayor plasticidad para ser analistas, que queda demostrada en los ensayos de Matilde Urueta y de Norah Gramajo sobre su quehacer analítico. La creatividad es prerrogativa de las mujeres, el hombre la adquiere a través de los cuidados maternos. De aquí que el arte es un campo en el que la mujer se desarrolla en plenitud. En el libro tenemos un ensayo de Beatriz Agrest, psicoanalista argentina, sobre Frida Kahlo, de quien tanto se ha escrito. Lo original de este ensayo es que Beatriz enfoca su análisis en la creación como elaboración del trauma a través de la observación sensible de los autorretratos de Frida. nuevos paradigmas de la mujer carmen villoro 99 Silvia Quesada nos ofrece también un recorrido por la escritura femenina en Guadalajara, en el que constatamos la presencia cada vez más definida de la mujer, presencia conquistada con la autenticidad de sus voces y con la calidad y el rigor del trabajo literario. Así que ser mujer es todo un asunto. El psicoanálisis actual plantea que la adquisición de la femineidad es un proceso complejo. Laura Mejorada, psicoanalista de Guadalajara, nos habla de estos avatares en su ensayo “La mujer y sus objetos”. Devenir mujer es el verbo, transición que se logra a partir de la relación con la madre que deja marca en el psiquismo. La mujer se sostiene en la imagen especular con ese primer objeto de amor. Dice la autora: “En ese cuerpo a cuerpo es donde se abre un primer esbozo de la dimensión del entre mujeres, entre la madre y la niña, así el cuerpo de mujer ocupa el lugar de forma preferida, en tanto constituye el cuerpo primario sobre el cual se plasman las primeras vivencias fundamentales necesarias para habilitar la sexualidad y la sensualidad femeninas”. Las vicisitudes de la mujer en relación con sus objetos y su ir y venir en los registros imaginario y simbólico le otorgan el recurso de construir continuamente otros objetos: la obra, la ciencia, la profesión, reinventándose sin cesar. También Patricia Reyes y María Esther Guzmán, psicoanalistas de Guadalajara, nos dicen en su ensayo “Del drama al placer de ser mujer”, que la mujer que asume la castración simbólica, es decir, la falta, la incompletud, “recoge su soledad como una oportunidad para acceder a niveles crecientes de maduración psíquica y para alcanzar espacios jamás imaginados”. La que no asume la incompletud “se siente sola y sufriente, está sola de sí, sola de ser, 100 núm. 4 abandonada por sí misma”. Dejar de ser esa mujer que permanece en el anhelo de fusión con la pareja y los hijos, en donde el otro es necesario para la supervivencia psíquica y pasar a ser esa mujer que puede depender de sí misma, que reconoce y valora su cuerpo y lo orienta hacia la búsqueda del placer, es la salida que proponen estas autoras para dejar de hacer drama por ser mujer. La dificultad de constituirse en mujer está graciosamente plasmada en la serie televisiva “Esposas desesperadas”, de cuya primera temporada hacen un análisis Teresa Latigue y Juan Vives, psicoanalistas de la Ciudad de México, y que cierra este libro provocando la siguiente reflexión: más o menos neuróticas, bien o mal constituidas en nuestra identidad, en lucha permanente por resignificarnos, las mujeres encontramos siempre un consuelo en la amistad, las otras con las que vamos cosiendo nuestros retazos dispersos para encontrar la unidad. El grupo de amigas es la red que detiene nuestros continuos desmoronamientos y nos permite reconstruirnos en el placer y en el amor. Quiero terminar esta participación con la lectura de un poema de Adriana Díaz Enciso que por cierto aparece publicado en el primer libro de esta colección “La mujer desde la antigüedad hasta nuestros días” y que dice: 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara Y que haya cuerpos. Vivos, abiertos yacientes y ávidos aun entre la bruma de la melancolía. Que haya siempre cuerpos, en habitaciones suaves que respiren, en calles arboladas y entre flores. Cuerpos capaces del desnudo completo, limpio, perfecto. Manos con ganas de viajar por los cuerpos. Labios que húmedos se comuniquen las últimas noticias de la espera. Húmedos cuerpos que respiren y duerman en calma profundísima junto al deseo que duerme y que en el deseo despierten y se muevan suaves en la oscuridad lo mismo que en la más clara luz. Que ya la soledad deje de ponerle candados a los cuerpos y el frío no nos reseque más la piel y las ganas y la entrega fragilísima. Que no quede nadie ignorante de su cuerpo, con el vacío en el alma y la amargura de la piel intacta en la mirada. Que nadie se confunda ni confunda la vida con su ansia oculta, insatisfecha del amante. Que no quede un solo cuerpo indigno del amor, ni un solo freno para el cuerpo amoroso y su bellísimo despliegue de sombras en vaivén. Y que pueda yo andar con mi cuerpo por la calle y nada en mí ni en mi ropaje me oculte con mi cuerpo para nadie, y que nadie se sorprenda ni se ensucie ni se ofenda por mí, por mi orgullo de mi cuerpo ni por mi andar de entrega. Que podamos andar y rozarnos al andar en el silencio, brazo con brazo y con mirada. Que haya cuerpos, que las tristezas caigan rodeando nuestro abrazo como un mar oscuro que protege. Que el dolor de estar vivo no nos duela en el cuerpo. Que esta sorpresa de criaturas sobre el mundo sea luminosidad de azoro en las miradas de cara hacia la vida, de frente a nuestros cuerpos, y que sea inmenso y amoroso el beso que nos salve del miedo espeluznante ante la muerte. nuevos paradigmas de la mujer carmen villoro 101 Reseña Locura (enfoque multidisciplinario)* Carmen Villoro E l amor que todo locura Locura (enfoque multidisciplinario) es un libro versátil, interesante y divertido porque aborda el tema desde perspectivas muy distintas: el arte, la literatura, la historia, la vida cotidiana y el psicoanálisis, conformando un vitral de fragmentos que sostienen entre sí relaciones dinámicas y cambiantes. Tomaré como punto de partida el texto escrito por Patricia Arias y Jorge Durand, de título Martín Ramírez: locura y creatividad y que habla de la vida y obra de este pintor mexicano que desarrolló una plástica de alta calidad artística en el interior de un manicomio de Los Ángeles, California, donde vivió los últimos 27 años de su vida con sus recuerdos de infancia y juventud, y con su diagnóstico de esquizofrenia, y donde murió a los 63 años, dejando un legado de más de trescientos dibujos que ahora forman parte del acervo de los más importantes museos de Estados Unidos. Es conmovedor que este hombre que ha perdido la posibilidad de comunicarse a través de la palabra establezca un puente de relación con los demás, principalmente con su médico, a través de este discurso de imágenes que narran una historia poblada núm. de ansiedad y de nostalgia; dibujos bucólicos del campo y sus animales nos hablan de una infancia campesina que fue fuente de tranquilidad y de sosiego, elementos religiosos hacen pensar en su primera formación moral y existen otras piezas que muestran soldados montados a caballo cargados con un rifle: la etapa traumática de la Revolución Mexicana. En contraste con la felicidad de sus dibujos de infancia campesina están sus otras obras de temática ferrocarrilera que describen sus años como trabajador de este ramo, en donde la repetición compulsiva de elementos nos recuerda esos sueños traumáticos que regresan una y otra vez en un intento de elaboración que nunca se logra del todo, obra que coincide seguramente con el inicio y la instalación de su psicosis. Trenes, túneles y vías de ferrocarril llenan sus abigarradas composiciones que conforman un estilo pictórico particular nutrido por su sensibilidad y talento naturales. Esta temática de los trenes, túneles y vías nos cuenta de su vida en el “traque”, como llamaban al difícil oficio de construcción, mantenimiento y reparación de vías ferroviarias, pero condensa también muchos significa* Olga Varela compiladora, Ed. Lumen, Buenos Aires, 2007. 4 2009 revista de psicoanálisis de guadalajara 103 dos. Más allá del lugar común de los trenes y los túneles como elementos sexuales, su obra nos remite a otras sensaciones. Nada como el tren para evocar distancias innombrables, ningún otro vehículo se aleja lentamente como el tren, ninguno como él deja escapar un lamento grave y doloroso como de animal herido; difícil describir el abandono que nos colma cuando parte el tren y en silencio nos quedamos en la estación vacía. Muy lejos del terruño familiar, Martín Ramírez dibuja obsesivamente el símbolo que pudiera llevarlo de regreso a su patria. Sus dibujos de túneles y trenes son también una metáfora del mundo interno: caminos interiores que se ramifican infinitamente, que suben, bajan, dan la vuelta y regresan al mismo punto. Profundidades oscuras que se transitan en silencio para sólo en ocasiones encontrar la luz. Por eso quise comenzar con este ensayo el recorrido que nos espera en este libro de la locura. Tomamos la obra de Martín Ramírez como estación de abordaje del tren que nos llevará por zonas desconocidas y al mismo tiempo familiares. Con la pregunta de si la obra de Martín Ramírez tendrá una relación con su esquizofrenia paramos en el ensayo de Norah Gramajo, que se llama Arte y locura, en el que la autora nos invita a reflexionar en las relaciones que sostienen estas dos categorías. Para ser artista se requiere de un talento innato puesto al servicio de la sobrevivencia psíquica. Para Gramajo “hay una gran cercanía entre locura y arte y es muy frecuente pasar de un registro a otro”. La fuerza pasional quiebra lo convencional y emerge como algo no visto ni sabido por los demás, que puede ser locura o arte. Aquí las vías de nuestro ferrocarril imaginario se bifurcan. ¿Qué lleva al individuo a tomar un camino o el otro? Las 104 núm. 4 vicisitudes de la pasión. Por un lado, el de la locura, una pasión desenfrenada supera las posibilidades de trabajo del Yo y debe ser descargada; por el otro, el del arte, la pasión poderosa es enmarcada por el Yo e incluida en la complejidad del trabajo psíquico. ¿Qué debe llevar consigo este viajero para tomar la vía de la secundarización, para no enloquecer? Además de su talento, una constelación interna de experiencias entre la que destaca una vivencia antigua de sostén; en el fondo del lienzo del pintor, mezclada entre la arcilla que dará forma a una escultura, en la armonía fundante de una pieza musical y en los silencios que sostienen el texto literario está la madre con su piel, su aroma, su voz. Como en un palimpsesto, el artista creará su obra sobre este fondo de recuerdos olvidados. Sin embargo, la frontera entre arte y locura es delgada, pequeñas vías comunicantes llevan al individuo a transitar en una y otra. A ese encuentro exquisito, Norah lo llama “la nota azul”. Por eso la música acompaña a toda la creación y Gramajo la piensa como un estado del cuerpo. Así que guardamos la “nota azul” en el bolsillo como un amuleto y seguimos nuestro recorrido. Descendemos por un túnel, vamos de la conceptualización al ejemplo de tres vidas que cruzaron la frontera de ida y vuelta. Victoria Astorga, Cristina Espinosa, Celia González, Laura Mejorada y Cristina Oetling, psicoanalistas, analizan el decurso de Camille Claudel, Isadora Duncan y Frida Kahlo en su ensayo El arte, la locura y la mujer; mujeres que enferman de amor pasional y a las que el arte les dio fuerza para “tolerar los sufrimientos psíquico y físico, organizarse ante la pérdida, aun cuando la pulsión de muerte finalmente las venció”. Desde la ventanilla de nuestro tren imaginario, a la derecha, podemos ver a Camille 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara en su taller, esculpiendo febril o bien destruyendo su obra a martillazos presa de una desesperación generada por su amor no correspondido por Rodin. A la izquierda vemos una playa luminosa en la que baila Isadora; con cada giro de su cuerpo resuelve una pérdida, cada deslizamiento es una herida que se cura, la música corporal de la que habla Norah le permite conjurar el dolor de tantas pérdidas, el amor nunca encontrado en tantos brazos, la muerte de los hijos, movimiento que organiza su locura sobre el eje bien cimentado de su autoerotismo. En otro plano de nuestra perspectiva vemos a Frida, pintando su dolor para reparar en los lienzos su cuerpo fracturado y su relación tormentosa con Diego Rivera. Estas mujeres pudieron por un tiempo construir sueños de su vigilia cotidiana, levantaron el dique para que no las rebasara el horror y la destructividad, se reencontraron en momentos sublimes con su Ideal del Yo, para finalmente sucumbir a la psicosis, la locura y la muerte, dejándonos su obra, su grandeza y su miseria. Y ya que estamos hablando de mujeres en el arte nos detenemos ahora por un rato en una estación de Londres a principios del siglo XX. Caminamos por las calles apenas alumbradas del barrio de Bloomsbury, nos detenemos en el número 46 de Gordon Square. Queremos conocer un poco de la vida y la obra de Virginia Woolf. Dulce María Zúñiga nos invita a transitar los caminos de esta escritora prodigiosa y a visitar la intimidad de su habitación propia. Dama victoriana, defensora de lo femenino, atrapada en un conflicto entre su educación conservadora y sus deseos libertarios, en palabras de Zúñiga “perturba el discurso tradicional de la narrativa inglesa para dejar al descubierto esos relámpagos de intensidad que atraviesan al yo” y siente la vida como “una cinta de asfalto al borde del abismo”. Su vida y su escritura son “una lucha incesante contra el asedio de la locura”. La muerte de la madre y, después, de su hermano Thoby provocan primero fracturas de su frágil psiquismo. El grupo de amigos artistas e intelectuales, entre los que se encuentran también su hermano Adrian y su hermana, la pintora Vanessa Bell, se convierte en un continente en donde se mezclan las ideas creativas, los pensamientos liberales, el whisky y los panecillos, el goce estético y el sentido del humor. Virginia se casa con Leonard Woolf, quien será un compañero paciente y amoroso hasta el final. Fue lectora y editora de Freud, la obra de Virginia es, nos dice Dulce María, “un empecinado viaje interior”. Los escenarios de sus novelas son esos interiores ingleses, comunes, en palabras de Virginia: “Atestados de esos tímidos seres de luz y sombras con cortinas agitadas por el viento, pétalos cayendo, cosas que no ocurren, o eso parece, cuando alguien está mirando”. El paisaje externo como metáfora del paisaje interior, espacios privados desde donde la mujer conquista otros espacios. La habitación propia que permite acceder al espacio público. Mujer que crea un estilo de escritura propia como un arte y no sólo como un medio de catarsis. Al faro es su novela más autobiográfica. Virginia Woolf se debatió entre la escritura y la locura que muchas veces la venció. Nos dice Dulce María: “Navegó en un océano donde se entrelazaron aguas de vida y muerte, que en ocasiones se tornaron turbulentas. Olas de relaciones conflictivas, pérdidas de seres queridos, angustias y demencia la azotaron. Luchó contra ellas hasta que no pudo más”. De nuevo en nuestro tren, descendemos ahora al territorio del mito y de los locura (un enfoque multidisciplinario) carmen villoro 105 sueños. Olivia Fernández nos ofrece su ensayo El mito detrás del sueño y nos cuenta el sueño de Olimpia, madre de Alejandro Magno, recreado por Valerio Máximo Manfredi en su novela El hijo del sueño. Pocos días después de haber tenido su sueño, Olimpia pregunta a los sacerdotes qué significado tiene y ellos le contestan lo que significa. A partir del sueño y su respuesta, la autora reflexiona en torno a las relaciones que se establecen entre el mito, el sueño y el inconsciente y cita a Acheronta, quien enuncia que el sueño es representado como la mitología privada del durmiente y el mito como el sueño despierto de los pueblos. El mito es una narración diferente del relato histórico que se considera verificable y, sin embargo, afirma ajustarse a la verdad, a diferencia de la ficción. En los mitos se idealizan y deforman los acontecimientos históricos en un “continuo y siempre fallido intento de traducir en realidad fáctica el deseo”. Mito y sueño, el de Olimpia responde, nos dice Olivia Fernández, a tres contenidos inconscientes: “El incesto, el narcisismo y las pulsiones de vida y muerte. Eros y Tánatos, por un lado, Narciso y Edipo por otro, mitos pilares del psicoanálisis”. El deseo incestuoso de ser poseída por un dios, el deseo de tener un hijo grandioso como una prolongación narcisista y el deseo de muerte en la elección de una vida, la de Alejandro, que se consume en un segundo de luz cegadora. El sueño es un cumplimiento de deseos individual. En el mito se cumplen los deseos del imaginario colectivo. Nos dice Olivia, siguiendo a Mauricio Abadi: “El mito da cuenta de lo más específicamente humano que hay en el hombre, o sea, de aquello que no tiene que ver con su condición de homo sapiens, de peldaño en 106 núm. 4 la escala zoológica, sino con su condición de alucinado perseguidor de los inasibles objetos de su deseo”. Pero la Historia es diferente, la Historia habla de realidades, las desnuda para que podamos tener una visión crítica y reflexiva de los acontecimientos; cambio de paisaje, nuestro ferrocarril se detiene ahora en el paraje del México Criollo. Roberto Castelán, en su ensayo Excluidos y rechazados en el discurso de la modernidad política de la primera mitad del siglo XIX, hace un análisis del texto El payaso en los periódicos de Joaquín Fernández de Lizardi, publicado en 1923, y en él descubre el cambio del objeto del rechazo social de los locos poseídos por el demonio de los siglos anteriores a los “ignorantes” constituidos por la masa india y las mujeres. En una primera forma de exclusión, la colonial, la religión católica excluía a quienes no pertenecían a su Iglesia y dictaminaba la locura, la pérdida de la razón por intervención directa del demonio. La segunda forma de exclusión y rechazo, la de la modernidad, es secular y establece una diferenciación entre las actitudes y prácticas culturales “normales y anormales”, “sanas y patológicas”, en beneficio de la élite novohispana. Pero en el fondo del rechazo está el miedo, los precursores de la modernidad en México, vestidos de frac, “encontraron la mejor forma de transformar su orfandad de madre y padre, revirtiéndola en el ejercicio de una paternidad autoritaria”. El ensayo de Castelán nos lleva a cuestionarnos quién impone los criterios de normalidad. “De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco”, dice la sabiduría popular y las psicoanalistas María Paz Arellano, María Esther Guzmán, Adriana Lira, Patricia Reyes y Patricia Schmal nos presentan un trabajo titulado La locura y la 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara psicosis desde la dialéctica pulsión-objeto. En él nos dicen que “el inconsciente, el deseo, constitutivos de lo humano, no pueden ser pensados sin la locura como límite, como abismo que configura nuestro universo”. El término “locura” tiene diferentes acepciones que van desde el “desequilibrio”, la “alienación mental”, un comportamiento extraño. La pasión es el sustrato de la locura y en todo ser humano existe esta potencialidad. Por eso, ellas proponen no confundir los conceptos de locura y psicosis. Siguiendo la lectura de varios autores como Khan, Aulagnier, Lacan y Green, las autoras señalan los “estados locos íntimos” que se expresan en el arte, la literatura y los estados místicos. Existe una locura en el enamoramiento y existe una locura materna, pero estas manifestaciones se mantienen dentro del ámbito de la locura privada. Otra cosa es la psicosis en donde el Yo del bebé no pudo luchar contra las pulsiones destructivas de la madre; en la locura privada vence Eros; en la psicosis Tánatos. En la locura, las fantasías tienen una dimensión metafórica; en la psicosis, la palabra se cosifica. El analista deberá dejar en libertad su locura privada para descender con su paciente a los infiernos y poder salir de ellos. Llegamos ahora en nuestro tren al territorio del amor, ese sentimiento complejo que ha dado lugar a tantas creaciones literarias, a tantas canciones, y cuyo misterio sigue dando lugar a las más profundas reflexiones, a las más enconadas discusiones. Paradigma de la locura humana se nos revela como el más sublime de los actos que paradójicamente conlleva el sufrimiento. Raquel Tawil nos hace detenernos, con su ensayo Esbozos sobre el amor y las pasiones de vida y muerte, en tres estaciones diferentes dentro del mismo territorio: el enamora- miento, la pasión y el amor. Los tres estados surgen de la nostalgia por aquel primer encuentro con la madre, condenados a desear por siempre, buscamos en el otro al objeto perdido. El enamoramiento es sed de completud y en su locura delirante coloca en el sujeto el Ideal del Yo mientras el Yo se desordena. Esta fiebre temporal proviene de Eros y pugna por la vida, pero necesariamente esta ilusión se desvanece. El estado pasional es un desborde de lo pulsional, una irrupción afectiva violenta que arremete contra toda razón. El apasionado cree encontrar al objeto perdido en el otro que se vuelve imprescindible. El vínculo es urgente, excesivo, desmesurado e incontrolable. El objeto se ha convertido en un objeto de necesidad indispensable para la sobrevivencia, por eso la separación se vive como una catástrofe. El amor es, en cambio, unión sin perder los límites. Tawil cita a Octavio Paz que dice: “El amor es ceremonia y rito, es la metáfora final de la sexualidad”. Raquel afirma que en el amor se hace posible la relación con el amado sin cambiar la constitución básica de la identidad. Pero qué sutil la línea divisoria entre estos tres estados. También Luis Armando González, Micaela Hernández, Susana Larios, Cecilia Rodríguez y Olga Varela, psicoanalistas, se detienen en este territorio para abordar Los locos vínculos de la pasión erótica. En su ensayo nos dicen que “las relaciones pasionales muestran esa permanente oscilación entre el placer y el sufrimiento, entre el erotismo y lo destructivo, entre la vida y la muerte”. Historias pasionales son las de Tristán e Isolda, Abelardo y Eloísa, Hamlet, Juana la loca y Teresa de Ávila. En el amor pasional hay una ilusión, “se cree seguir a Eros cuando en realidad se está tras una meta de Tánatos”, amores trági- locura (un enfoque multidisciplinario) carmen villoro 107 cos con “un inicio ominoso y un desenlace de muerte”. En el caso de Juana la loca, la locura sobreviene por no poder aceptar la pérdida de su esposo, Felipe el hermoso. Pobre Juana, encerrada en su castillo con el cadáver de su amado sin poder hacer el duelo con su Yo cristalizado, muerta viva. Por su parte, el amor de Tristán e Isolda está armado sobre tantas negaciones de la realidad. En este caso “no es el conocimiento lo que enamora, sino la idealización y proyección masiva hacia el objeto de amor que se ha vuelto único e irremplazable” y que lleva a los amantes a la repetición de situaciones inconvenientes y dolorosas hasta encontrar la muerte. Parecido es el caso de Abelardo y Eloísa, quienes con la transgresión convocan la castración y la muerte. Hamlet, por su parte, es una historia de amor incestuoso. La transgresión de la ley paterna lleva a la muerte física o psíquica. “Hay casos de pasión –nos dicen los autores– en donde el placer erótico se apuntala directamente en el padecer”. Es el caso de Teresa de Ávila. Diferentes maneras de vivir la pasión, diferentes estilos de invocar a la muerte. Ya sé que hemos salido de este territorio devastados, nuestro ferrocarril se bambolea exhausto de atravesar incendios y tormentas. Le toca ahora su turno a la locura lúdica, la locura del juego y del humor. Sor Juana Inés de la Cruz y Miguel de Cervantes supieron utilizar la locura como recurso literario. Blanca Estela Ruiz, en su ensayo La lúdica locura lingüística en la práctica poética de Sor Juana Inés de la Cruz, cita a Huizinga, quien afirma: “Sólo juega el hombre cuando es hombre en pleno sentido de la palabra y sólo es plenamente hombre cuando juega”. Blanca Estela describe y ejemplifica los recursos de Sor Juana. El retruécano, la paradoja, los oxímoros, 108 núm. 4 contrastes y antítesis tienen ya de por sí nombres de juguete. Son los columpios y las resbaladillas del lenguaje, el sube y baja de los versos que hacen de lo grave leve y de lo leve grave. Otro tipo de transgresión diferente al de la pasión, atentado vital que resignifica el mundo. El personaje de El Quijote es abordado en dos ensayos dentro de este libro: La locura de Don Quijote, escrito por Fernando Vevia, y El problema de la locura en El Quijote, escrito por Juan Vives. El primero es un análisis literario, el segundo, psicoanalítico. El primero destaca la forma: “El desnivel entre el plano de la fantasía y el plano de la realidad producirán muchas veces ese extraño fenómeno que llamamos humor”. El segundo indaga en los resortes íntimos de Cervantes y del propio Don Quijote. La metamorfosis que sufre el personaje, de la que habla Vevia, y los valores humanos que señala Vives hacen que el lector se identifique con su triste y simpática figura. La crítica social encerrada en estas páginas nos permite una venganza dulce, una locura fugaz cimentada en la rebeldía a los convencionalismos. De locura en locura vamos llegando a las dos últimas estaciones de nuestro recorrido. Raúl Aceves nos ofrece un texto sobre La locura sagrada, que puede definirse, en sus palabras, “como los estados alterados de conciencia, pasajeros o temporales, durante los cuales determinadas personas entran en comunicación directa con los ‘dioses o espíritus’, es decir, logran sintonizarse con otras dimensiones de eso que llamamos ‘realidad’”. Chamanes, brujos, videntes y curanderos constituyen una de estas esferas de actividad; santos y místicos otra y artistas y creadores la tercera. La posesión parece ser el fenómeno que une a estas experiencias. En este ensayo, Ace- 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara ves hace un análisis del texto La locura que viene de las ninfas y otros ensayos, de Roberto Calasso. Descendemos ahora a gran velocidad por una cuesta empinada. De la locura sagrada a la locura mundana. Lo cotidiano como territorio de lo siniestro. Por eso, la última estación, la de llegada, se encuentra en la alacena de nuestra cocina. Es interesante la coincidencia entre Freud y Cortázar cuando afirman, cada uno a su manera, que lo que nos sobrecoge con un escalofrío es aquello que, de ser familiar, se torna en algo misterioso, como la desaparición de un calcetín del par que, a fuerza de repetición, adquiere un carácter siniestro. La fuerza del cuento fantástico contemporáneo inaugurado con Edgar Allan Poe radica en este fenómeno descrito por Freud como algo que siempre fue familiar a la vida psíquica y que sólo se tornó extraño mediante el proceso de represión. Lo siniestro se da cuando se desvanecen los límites entre fantasía y realidad. Por eso, no se preocupen si un día se decompone la televisión, preocúpense, eso sí, si al mismo tiempo dejan de funcionar el refrigerador, la lavadora y el horno de microondas porque eso significa que podrían haberse puesto de acuerdo. locura (un enfoque multidisciplinario) carmen villoro 109 Participantes Diana Siguel de Turjanski Psicoanalista Didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina Buenos Aires, Argentina dianatur@fibertel.com.ar Cecilia Moise de Borgnia Miembro Didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina Buenos Aires, Argentina ceciliamoise@fibertel.com.ar Haydée Zac de Levinas Miembro Titular de APdeBA Buenos Aires, Argentina haydeez@levinas.com.ar Ana Salazar Miembro Adherente de la Asociación Psicoanalítica Argentina Buenos Aires, Argentina ananelsalazar@gmail.com Silvia Grinblat de Notrica Miembro Titular de APdeBA Buenos Aires, Argentina Patricia Alkolombre Miembro Titular en Función Didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina Buenos Aires, Argentina alkolombrep@fibertel.com.ar Gladys Michelena P. Miembro Titular de la Asociación Venezolana de Psicoanálisis (ASOVEP) Venezuela gladysmichelenap@cantv.net Ruth Axelrod Praes Psicoanalista Didacta de la Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM) México, D.F. drruthax@hotmail.com 110 núm. Olga Varela Tello Psicoanalista Didacta de la Asociación Psicoanalítica de Guadalajara, A. C. Grupo de estudio de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) Jalisco, México olgavarela@hotmail.com Laura Mejorada de la Mora Psicoanalista Didacta de la Asociación Psicoanalítica de Guadalajara, A. C. Grupo de estudio de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) Jalisco, México mejoradalaura@hotmail.com Fanny Blanck-Cereijido Psicoanalista Didacta de la Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM) México, D.F. cereijidofanny@gmail.com 4 v 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara Micaela Hernández Abad Psicoanalista Didacta de la Asociación Psicoanalítica de Guadalajara, A. C. Grupo de estudio de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) Jalisco, México micaela210@yahoo.com María Esther Guzmán Barajas Psicoanalista Titular de la Asociación Psicoanalítica de Guadalajara, A. C. Grupo de estudio de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) Jalisco, México maesther_guzman@hotmail.com Adriana Lira Ramírez Psicoanalista Titular de la Asociación Psicoanalítica de Guadalajara, A. C. Grupo de estudio de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) Jalisco, México liraadriana@yahoo.com.mx Carmen Villoro Psicoanalista en Formación de la Asociación Psicoanalítica de Guadalajara, A. C. Grupo de estudio de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) Poeta Jalisco, México carmenvilloro@yahoo.com.mx núm. 4 v 2009 v revista de psicoanálisis de guadalajara 111 A nuestros colaboradores La Revista de Psicoanálisis de Guadalajara se publica actualmente con la frecuencia de un número por año. Requisitos para la presentación de los trabajos: . La extensión máxima será de 6,000 palabras (20 cuartillas) . Presentación en formato digital compatible con Word, con un interlineado de 1.5 líneas, con letra Arial 12. Tamaño carta, 2.5 cms. de márgenes en los bordes y con cada página numerada. . Los criterios generales deberán ajustarse a las normas internacionales de publicación. . Se enviará a la siguiente dirección de correo electrónico, de la Asociación Psicoanalítica de Guadalajara: gpo.guadalajara@gmail.com, con los datos del autor: título profesional, Sociedad a la que pertenece, tipo de membresía, dirección, teléfono y correo correo electrónico. . Al presentar su trabajo a la consideración del Comité Editorial, podrá ser aceptado o no, por razones técnicas o científicas, así como sugerir modificaciones o reducciones del texto o material gráfico. . Una vez aceptado el trabajo por el Comité Editorial, será decisión de éste el momento en que se publicará. . 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