04 | COMPORTAMIENTO TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 2 de mayo de 2015 Yo y mi otro Yo Yunleng Sánchez Arquitecta y terapeuta de sanación Rai Felipe Schuster Abogado y músico HERRAMIENTAS EN ARMONÍA ROCK SIN BOHEMIA “Soy de las que hace veinte cosas a la vez”, explica esta arquitecta, quien después de muchos años de carrera ligada a la investigación, a la edición de revistas especializadas y al diseño arquitectónico, hoy es encargada de Asuntos Internacionales de la Fundación Artesanías de Chile, realiza dos exposiciones al año en el Centro Cultural del Palacio de La Moneda y trabaja en la promoción de nuestra artesanía en el mundo. Pero Yunleng descubrió hace siete años otra faceta que la llena tanto como su profesión. “Tuve un estrés muy fuerte y la medicina no logró ayudarme, hasta que un doctor me recomendó buscar terapias alternativas. Así llegué a la escuela RamdasRai como paciente; y los resultados fueron sorprendentes. A poco andar me invitaron a probar la técnica y me gustó la idea, porque realmente sentía que en cada sesión lograba un estado de bienestar”. Hoy es terapeuta y guía de sanadores. El Rai es una técnica en la que el tera- peuta por medio de la meditación entra en el cuerpo y la mente de su paciente para ayudar a liberarlo de sus dolores. “La técnica se realiza en un estado meditativo profundo e induce al paciente a la aceptación de sus dolores físicos y emocionales. El terapeuta libera esa contracción o dolor y lo trasmuta en su propio cuerpo. La idea es tomar conciencia de que siempre una persona puede elegir estar bien”, explica. ¿Cómo se fusionan estos dos mundos? Su vida como arquitecta es muy exigente, pero destina dos tardes a la semana a apoyar la formación de nuevas terapeutas y los sábados en la mañana atiende pacientes en un espacio que construyó en su casa. También impulsa junto a su escuela un programa para liberar de estrés los espacios laborales en empresas. Y, además, tiene tres hijos adolescentes. Según ella, la combinación entre terapeuta y arquitecta funciona: “La primera sostiene a la segunda, porque la ayuda a vivir en un espacio abierto que permite caminar con alegría. Cuando me invitaron a participar hice un trabajo de autoobservación, entonces comprendí cuáles eran mis propias herramientas y materiales y los puse a disposición de la vida. Y son los mismos que uso como arquitecta. Es como que todo se hizo más consciente, lo que implica que todos los ‘yo’ que conviven en mí responden en su mejor versión”. Felipe tiene 37 años y desde que egresó de la Universidad de Chile trabaja en el estudio de abogados Alessandri en temas de marca y propiedad intelectual. Pero también es músico profesional y está a punto de sacar su cuarto disco. La música siempre estuvo en su vida. Su papá, Santiago Schuster, es el fundador de la SCD y hoy trabaja como consultor en la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC). “Estuve en el Conservatorio y en la Escuela Moderna, pero al salir del colegio no se me ocurrió estudiar música, sentía que no lo necesitaba y que me iba a obligar a mostrar lo que hacía, a sacar del cajón mis composiciones… lo que me daba mucho pudor”, recuerda Felipe. Por una cosa romántica y republicana quería estudiar derecho en la Universidad de Chile. Mientras lo hacía siguió haciendo música a puerta cerrada. “La explosión llegó cuando me fui a España a hacer un magíster en derecho de autor. Allá había una energía creativa muy grande, lo que me motivó a tocar más y a mostrar mis cosas. A mi regreso las cosas se fueron dando, entré a trabajar y alguien me propuso grabar algunas de mis maquetas. Después del primer día de grabación se me abrió el mundo, fue como salir del clóset; me di cuenta de que podía hacer música”. Empezó con la banda Hic Sunt, pero después se decidió a seguir como solista y el 2013 sacó el primer disco con su nombre. “Hay un movimiento importante de música chilena y yo me siento parte de él. Tenemos una cooperativa; Manuel García cantó en mi último disco, La Montaña, y Fernando Milagros lo produjo… Somos los que hacemos música chilena, así es como definiría mi trabajo. Música de autor”. No se pierde en la vida bohemia del artista y su profesión es su cable a tierra: “Me gusta estar conectado para crear. La música le da sentido a mi vida y mi labor como abogado me permite vivir tranquilo y financia todo lo demás. Podría dedicarme a la música y quizás ser exitoso, pero no quiero romper con mi historia: estoy seguro de que ambas cosas se pueden compatibilizar y quiero demostrarlo. Siempre digo que voy a ser abogado hasta que me jubile y músico hasta que me muera”. Felipe reconoce que la vida a dos bandas tiene sacrificios. Principalmente seguir soltero, porque trabaja mucho y aprovecha las vacaciones para hacer giras y promocionar álbumes. “Hay épocas en que toco más, pero estoy tratando de descubrir nuevos lugares y salir de los bares. No soy el rockero bohemio y desordenado, siento que en mi generación somos muy profesionales, trabajadores y autosuficientes”.