Ópera en Italia Fabio Tartari, resultó estar bien amalgamado y correcto, también en sus movimientos. Buena fue la ambientación escénica con proyecciones de imágenes de inicio del siglo XVIII de Luca Dal Bosco, como simpáticos estuvieron los vestuarios de Alfredo Corno, y buena la iluminación de Renato Lecchi. Asistir a una representación en el Teatro Sociale di Bergamo es una experiencia de vida teatral única, ya que el teatro, con detalles de madera natural, crea una atmósfera fuera de este tiempo. por Renzo Bellardone Così fan tutte en Vicenza Betly en Bergamo Foto: Gianfranco Rota Betly en Bérgamo ¡Desde un chalet hasta un hotel de lujo! Así es la nueva producción de la primera versión en un acto de Betly de Donizetti, que ha sido transportada de manera eficaz por el director de escena Luigi Baroli a los años 20 o 30 en un lujoso hotel montañés administrado por la determinada Betly. Con algunas reminiscencias de L’elisir d’amore, la ópera en cuestión es bastante rica en belleza musical, cavatinas, brillantes duetos… todos muy interesantes. Aquí, los recitativos no son sólo cantables sino también recitados, y los intérpretes dieron muestra de que son buenos actores. En el Festival de Música de Bérgamo, el papel de Betly fue interpretado por una excepcional Linda Campanella, una de las mejores voces del panorama. La partitura la limitó a rocambolescas variaciones, infinitas y variadas coloraturas, que afrontó con segura naturalidad, a pesar de los tiempos no siempre briosos de la orquesta, que le impusieron un admirable control del fiato. Interpretó su ‘Se crudel il cor mostrai’ y fascinó en cada aria con una emisión clara, fresca, en realidad cristalina. Con la XXII edición de las Semanas Musicales del Teatro Olímpico de Vicenza, se completó la trilogía de Mozart-Da Ponte con esta puesta en escena, bajo la dirección de un artista asociado a esta ciudad, Lorenzo Regazzo. El bajo veneciano supervisó la puesta en escena de la obra, encomendada al equipo formado por la escenógrafa Selena Farinelli y el vestuarista Michele Lisi. Su lectura centró la atención tanto en la traición femenina como en la masculina, poniendo así en tela de juicio la interpretación usual. La Despina de Giovanna Donadini, cantante muy versátil, estuvo marcada por la vivacidad y la exuberancia. El propio regista hizo el papel de Don Alfonso, y creó un filósofo anciano con inteligencia e ironía. Las parejas enamoradas funcionaron bastante bien: Fiordiligi se encomendó a Arianna Venditelli, soprano con buenas dotes canoras todavía sin madurar, mientras su Guglielmo fue Marco Bussi, con el brío juvenil apropiado, a pesar de algunas deficiencias de ejecución vocal. Por el contrario, en los otros dos novios las cualidades se invierten: mientras Raffaella Lupinacci talla con efectividad la parte reservada a Dorabella, Daniele Zanfardino resolvió con prudcencia el rol de Ferrando. Prueba honesta del coro Polifonici Vicentini preparado por Pierluigi Comparin. Y al frente de la correcta Orquesta de Padua y del Véneto, estuvo el director artístico del festival de Vicenza, Giovanni Battista Rigon, que ofreció una lectura quizás anónima, pero en general funcional, con gran éxito. por Francesco Bertini En la función, el enamorado Daniele fue interpretado por Angelo Scardina, quien después de una emoción inicial sobre la escena, tomó posesión total del papel dando prueba de una buena interpretación. Mostrando un timbre agradable y agudos bien sostenidos, además de que escénicamente interpretó el papel del rico “giovincello di belle speranza” con divertida credibilidad. Vittorio Prato interpretó el papel del buen hermano, pero burlón, que convenció a la hermana de la necesidad de no quedarse sola y buscarse un marido (Daniele), aquí de manera divertida. El barítono se valió de una buena presencia que indudablemente coadyuvó a estar bien sobre la escena, aunque en sí sabe moverse con agilidad y convicción, fruto de su experiencia y sus cualidades personales. Además, posee una sólida técnica vocal que le permite afrontar escrituras agudas como ésta, sin perder el bello color oscuro bronceado y envolvente, rico en temperamento y sensibilidad. Giovan Battista Rigon dirigió de manera agradable pero con “quel pizzico di brio in più”, mientras que el coro, dirigido por noviembre-diciembre 2014 Così fan tutte en Vicenza Foto: Luigi de Frenza pro ópera Dido and Aeneas en concierto Foto: Giorgio Gori Dido and Aeneas en Milán Expresividad, profundidad y pureza en el lenguaje musical son las connotaciones más evidentes de un concierto de alto nivel que se desarrolló con claras reminiscencias, más delicados sentimientos y la más turbia inquietud. El concierto se llevó a cabo en la Basilica di Santa Maria Delle Grazie en Milán, como parte del Festival MITO Settembre 2014. La conducción de Federico Ferri se distinguió por búsqueda de lo particular así como de la exaltación de una escritura rica de profundidad estilística. Acostumbrado a afianzarse con difíciles partituras, no de repertorio, en este caso evidenció fuertemente sus características y calidad. L’Accademia degli Astrusi se ha cimentado por años con partituras reencontradas, poco o nunca ejecutadas mejor dicho, o con refinadas partituras como en este caso donde uno de los más limpios niveles de pureza fue alcanzado. Anna Caterina Antonacci no requiere ser presentada, como tampoco su colorido timbre que se tiñe también de cálidos colores ámbar. Después de su magnífica Cassandra en Les troyens, en la Scala, aquí ofreció una espléndida Didone. Yetzabel Arias Fernández mostró facilidad en los agudos, y en los passaggi de registro alzó vigorosamente y con limpidez su voz hasta llegar a puntos sutilmente refinados. Laura Polverelli, apreciada intérprete de este repertorio, resultó una vez más convincente, tanto por la marcada interpretación como por la claridad en el fraseo y su la excelsa entonación. Con actitud y con resolución afrontó también las partes más arduas requeridas por la voz y por el pathos. La pro ópera miscelánea de colores y la perfecta simbiosis del coro, dirigido por Marco Berrini, resultó ser una prestigiosa y armoniosa integración. por Renzo Bellardone The Rake’s Progress en Venecia Como parte del festival “El espíritu de la música de Venecia”, ahora durante varias temporadas en medio de su programación estival, la ejecución de esta obra de Igor Stravinsky, en coproducción con la Ópera de Leipzig, atrajo a una gran multitud de aficionados y curiosos, atraídos por la nueva puesta en escena de Damiano Michieletto, que ha dado mucho de qué hablar por sus propuestas concebidas “para un público adulto”. Pero la puesta en escena no resultó tan escandalosa como algunos hubieran esperado. El director veneciano, siempre flanqueado por el escenógrafo Paolo Fantin, la diseñadora de vestuario Carla Teti y el diseñador de iluminación Alessandro Carletti, ha ambientado la historia en las últimas décadas del siglo pasado, en vez de la Inglaterra del siglo XVIII, para hacer más humanos y actuales a sus personajes. La segunda escena del primer acto, por ejemplo, tiene lugar en una piscina llena de lentejuelas doradas: metáfora del mundo corrupto y amoral identificado con el burdel de Mother Goose. En este entorno se imponen siete grandes letreros de neón que muestran los pecados capitales, siempre a la vista de la multitud de personas que tienen diversas prácticas sexuales. El mismo espacio se convierte noviembre-diciembre 2014 FESTIVAL DE PESARO por Massimo Viazzo Armida Armida estuvo ausente del Rossini Opera Festival (ROF) por más de 20 años. Se trataba de la histórica edición con Renée Fleming y Gregory Kunde dirigida por Daniele Gatti. Desafortunadamente, la nueva producción firmada nuevamente por Luca Ronconi, además de ser interesante desde el punto de vista escénico, estuvo caracterizada por una cierta elegancia general (muy bellas, por ejemplo, fueron las marionetas“pupi sicilianas” colgadas de las típicas paredes movibles de Ronconi, creadas por Margherita Palli, que se mezclaban con paladines de carne y hueso en el primer acto), pero no tuvo el apoyo de una protagonista adecuada. Carmen Romeu encarnó a la maga del Tasso de modo creíble desde el punto de vista escénico, pero en el aspecto vocal pareció inadecuada. En el transcurso de la funcion la soprano española no pudo encontrar la homogeneidad en la emisión que le habría permitido obtener sonidos timbrados, una línea vocal más apropiada y una coloratura mayormente definida. Su Armida pareció no estar encendida. A su lado, Antonino Siragusa, en el papel de Rinaldo, desfogó indudable facilidad y actitud en el registro agudo, de verdadero tenor contraltino. Pero su timbre resultó monótono y el fraseo con poca variedad. Un poco forzado pareció también Dmitri Korchak en el doble papel de Gernando y Carlo, mientras que estuvo correcto, aunque quizás demasiado ligero, Randal Bliss como Goffredo y Ubaldo. Al final, Carlo Lepore dio un buen resultado a los personajes de Idraote y Astarotte, aunque parece que su acento se adapta más a los papeles bufos. Armida Rica y extrovertida fue la coreografía de los bailables a cargo de la compañía Abbonzanda/Bertoni. Carlo Rizzi dirigió a la Orquesta del Teatro Comunale de Bolonia con alguna pesadez y de manera poco refinada en conjunto, mientras que el coro boloñés se distinguió con precisión y de manera compacta. Aureliano in Palmira Este año el ROF programó por primera vez Aureliano in Palmira, ópera que fue estrenada en La Scala en 1813 y que cuenta con partes utilizadas posteriormente por Gioacchino Rossini en su siguiente obra: Il barbiere di Siviglia, comenzando con su reconocida obertura. El ROF mostró a los apasionados que Aureliano en Palmira es una ópera que se debe conocer por su innegable belleza en muchas de sus páginas. En esta edición, el festival de Pesaro ha trabajado con la edición crítica de la partitura, cuya elaboración le fue confiada a Will Crutchfield, musicalidad, la conciencia del fraseo y el dominio de sus medios; el segundo, un cantante relacionado con el repertorio belcantista, se enfrenta a un rol difícil para la cuerda tenoril, pero logra lidiar con él con resultados más que suficientes. El tenor argentino tiene ductibilidad escénica, un timbre luminoso y hábilmente puede superar algunas limitaciones de su voz más bien ligera. Por su parte, la prueba de Carmela Remigio como Anne Trulove, revela la profunda sensibilidad de la intérprete, que logra subrayar la situación emocional de su personaje con éxito. El golpe de efecto se confía al personaje de Baba the Turk que se presenta sobre el escenario con la imagen de la famosa Conchita Wurst, que recientemente acaparó los titulares de los diarios al ganar el Festival de Eurovisión 2014. en la primera alcoba para Tom Rakewell y Baba the Turk, y el lugar donde se lleva a cabo la subasta de los bienes del libertino (muñecas inflables y demás basura insignificante). El aspecto andrógino no le pide nada en dificultad a Natascha Petrinsky: la mezzosoprano vienesa entra a escena audazmente y captura de inmediato la atención a la mirada provocadora, con una vocalidad eficaz para el rol. Válida también la prueba de Silvia Regazzo como Mother Goose, mientras que los comprimarios de Michael Leibundgut como Trulove y Marcello Nardis como Sellem resultaron correctos. Completa el reparto Mateo Ferrara, director del manicomio. La atención prestada a los artistas se puede ver en el desempeño de los artistas: Alex Esposito como Nick Shadow y Juan Francisco Gatell como Tom Rakewell. El primero tiene carisma y confianza en su actual etapa de madurez vocal, totalmente en sintonía con la En cuanto a la compleja partitura musical, el coro preparado por Claudio Marino Moretti y la orquesta han dado prueba de sobriedad y preparación para la ejecución de la ópera. La concertación de Diego Matheuz no se sumergió profundamente The Rake’s Progress en Venecia Foto: Michele Crosera noviembre-diciembre 2014 pro ópera quien también se hizo cargo de la batuta. Crutchfield concertó la ópera con rigor, gran escrúpulo y atención a cada detalle, aunque faltó un poco de teatralidad, en términos generales, a un espectáculo que fue poco cautivante en lo visual. La dirección escénica de Mario Martone pareció apenas esbozada al interior de una instalación escénica creada por Sergio Tramonti, que fue en realidad un poco anónima (una especie de laberinto con paredes divisorias que subían y bajaban). El elenco vocal estuvo a la altura de la situación. Michael Spyres (Aureliano) dotado de una sana voz de baritenor, cantó con gesto y seguridad. Estuvo notable en la dicción y en el canto declamado, y fueron electrizantes sus frases musicales más osadas. Jessica Pratt tuvo también un gran éxito personal. Su Zenobia fue la perfecta combinación de elegancia, nobleza y determinación. ¡Y qué agudos! Un escalón abajo estuvo la Arsace de Lena Belkina, pero aun así la mezzosoprano ucraniana puso en evidencia su empeño y dedicación en un papel difícil, que perteneció al mítico castrado Giambattista Velutti, que sin embargo careció de audacia en las partes más heroicas, así como una expresividad más genuina en las partes amorosas. La determinada y bien timbrada Publia de Raffaella Lupinacci surgió al final del resto del elenco que no fue más allá de ser simplemente correcto, incluyendo a Dempsey Rivera (Oraspe), Sergio Vitale (Licinio), Dimitri Pkhaladze (Gran Sacerdote) y Raffaele Costantini (Pastor). La Orchestra Sinfonia G. Rossini no estuvo muy en forma y el Coro del Teatro Comunale de Boloña tuvo algunos desfases de más. Il barbiere di Siviglia La producción semi-escenificada de esta opera buffa ha sido convincente desde cualquier punto de vista. La inclusión en el en los significados ocultos de la partitura, pero dio una lectura correcta. A fin de cuentas, el resultado fue una función muy superior a muchas producciones venecianas recientes. por Francesco Bertini Requiem de Verdi en Turín ¿Cómo describirlo? Se trató de una obra maestra absoluta interpretada por artistas excepcionales. Gianandrea Noseda, uno de los directores más vigorosos del panorama internacional, encantando, dio desde el inicio una impalpable delicadeza permeada de intimidad y sufrimiento. Esta gran inspiración fue el hilo conductor ininterrumpido de toda su conducción, que obviamente tomó intempestiva fuerza en el ‘Dies irae’ de resonante envolvimiento. La orquesta del Regio ha alcanzado durante los años, una mística simbiosis con su director Noseda, logrando obtener la mejor sonoridad y la más profunda fascinación. Los cantantes, agradeciendo a Erika Grimaldi y a Gregory Kunde que aceptaron de último minuto sustituir a otros intérpretes, son todos valiosos. Grimaldi es una joven soprano que justamente en el Regio de Torino ha encontrado buenas oportunidades, que ella paga con interpretaciones límpidas y cristalinas, manteniendo una bella línea de canto, también en los cambios de registro, y privilegiando las emociones vibrantes. Daniela Barcellona es sin duda la reina sin oposición de papeles como éste, y regaló siempre colores cálidos y cautivantes, también en los tonos altos. La mezzosoprano transmite siempre una gran técnica, pero pro ópera Aureliano in Palmira proyecto de los estudiantes de la Accademia di Belle Arti de Urbino en el diseño del espectáculo (creación, cuidado de los elementos escénicos, movimientos en escena, video y vestuarios) dio frescura a la representación que no sólo se ha llevado a cabo sobre el escenario del magnífico Teatro Rossini, sino que también en más de una ocasión se realizaron acciones en la platea en directo contacto con el público. Muy vivaz y original fue la dirección de orquesta de Giacomo Sagripanti, quien guió con seguridad a la Orquesta del Teatro Comunale di Bologna. Homogéneo y bien amalgamado estuvo el elenco vocal, en cada uno de sus componentes, comenzando por el muy simpático Fígaro, gallardo y dinámico, de Florian Sempley. Muy musical estuvo Juan Francisco Gatell quien como el Conde Almaviva demostró suavidad en la emisión y solidez en la agilidad. Gatell se desempeñó muy bien tambien en ‘Cessa di più resistere’. La Rosina de Chiara Amarù gustó por su atractivo timbre, la morbidez de su voz y una indudable fluidez en la coloratura, mientras que Paolo Bordogna se distinguió por liberar el papel de Bartolo de obsoletos clichés de bajo bufo. sobre todo llega al corazón, calmando a las mentes más activas y envolviéndolas con su voz profunda y apasionante. Kunde es sin duda uno de los mejores tenores de nuestro tiempo que sabe comunicar. Con una soberbia entonación, se lanzó sobre agudos sostenidos con firmeza y seguridad, así como maneja el fiato. La rotunda armonía de su voz hace que sea agradable al oído. Michele Pertusi es un bajo con buena estructura y potencia. También en su caso se debe hablar de una sólida técnica que El Requiem de Verdi en Turín Foto Ramella&Giannese noviembre-diciembre 2014 Il viaggio a Reims Il barbiere di Siviglia Bordogna cantó todas las notas con nítida dicción y con perfecta entonación. También Alex Esposito se vistió perfectamente en el histriónico papel de Don Basilio. Bien estuvieron Andrea Vincenzo Bonsignori como Fiorello y Felicia Bongiovanni como Berta. En suma, fue una óptima función, muy apreciada por un público que abarrotó el teatro. Il viaggio a Reims Éxito tuvo también el tradicional Viaggio confiado a los jóvenes de la Accademia Rossiniana, que desde el 2001 se ha representado con el montaje de Emilio Sagi, hoy repuesta por Elisabetta Courir. Esta ópera es vista en Pesaro como una verdadera academia para nuevas voces; y en efecto, para ponerla en escena dignamente se requiere de un grupo de solistas muy bien preparados. En esta edición del festival sólo la Madama Cortese de Giulia De Blasis pareció tener dificultades desde el punto de vista vocal. Los demás demostraron más o menos familiaridad con el estilo rossiniano. Perfectamente a sus anchas, por ejemplo, estuvo Matteo Macchioni (Belfiore), un actor eficaz y un cantante desenvuelto. Para mantenernos en el ámbito tenoril, cómo no admirar las dotes de tenor contraltino de Anton Rositskiy (Libenskof), muy seguro para lanzar sobreagudos. Una voz importante es la de Marko Mimica (Lord Sydney) no siempre fácil de mover, pero de considerable impacto, mientras que el Don Profondo de Yunpeng Wang fue cantado con elegancia. Anton Markov dio a Trombonok un timbre de bajo claro, mientras que el expansivo Álvaro de Iurii Samoilov salpicó una contagiosa energía. Entre las voces femeninas, debemos mencionar la pureza y limpideza de la línea de canto de Hasmik Torosyan (Corinna). Quizás un poco fría estuvo la pirotécnica y extrovertida Folleville de Isabel Rodríguez García, así como la espiritosa Melibea de Aya Wakizono. El espectáculo funcionó bien gracias al joven Iván López Reynoso, primer director de orquesta mexicano en el ROF, que fue capaz de estimular a la Orquesta Filarmónica Gioachino Rossini sin detenerse y acompañando bien a los cantantes. o emerge después de tantos años de estudio y canto en el teatro. Seguridad y buen color caracterizaron su interpretación. Claudio Fenoglio preparó al coro, dirigido después por Noseda, con buen nivel, y también en esta ocasión la agrupación tuvo una imponente y grandiosa presencia. por Renzo Bellardone Tosca en Venecia El Teatro La Fenice de Venecia se ha dedicado en cuerpo y alma al “Proyecto Puccini”, para recordar el 90 aniversario de la muerte del compositor, y en mes y medio se han dado 27 representaciones entre La bohème, Madama Butterfly y Tosca. Esta última se beneficia de una nueva puesta en escena por Serena Sinigaglia que se acogió a la colaboración de la escenógrafa Maria Spazi, los vestuarios de Federica Ponissi y la iluminación de Alessandro Verazzi. La regista milanesa es fundadora y directora artística de la Asociación de Teatro Independiente de Investigación (ATIR, por sus siglas en italiano) que cuenta con varias producciones de ópera y han puesto mucha atención en los libretos dramatúrgicos del binomio Giacosa-Illica. Sinigaglia divide a sus personajes en buenos y malos. Por un lado están Tosca y Cavaradossi, animados por una fuerza artística portadora de un mensaje benéfico. Por otro lado está Scarpia y noviembre-diciembre 2014 Roberto Frontali (Scarpia) y Svetla Vassileva (Tosca) en Venecia Foto: Michele Crosera sus esbirros, que están velados por una negatividad producida por la violencia, la perversión y la amoralidad. Las escenas nutren esta dicotomía. La oficina de Scarpia en el Palazzo Farnese está amueblado con muebles torcidos, inservibles, lo cual contradice la decisión de vestir a los personajes de acuerdo con un gusto tradicional y preciso. Así estructurado, la puesta en escena soporta la concepción de la deshumanización de los personajes, a menudo privados de las características señaladas por el libreto y la música. Daniele Callegari ha mostrado falta de atención a las necesidades pro ópera Il trovatore en Venecia Foto: Michele Crosera de los solistas, interesados en su propia lectura e incapaces de interactuar con el escenario. La protagonista, Svetla Vassileva, denota un endurecimiento vocal parcialmente debido al repertorio que ha frecuentado en los últimos años. Su Tosca carece de determinación, con breves pasajes sanguíneos seguidos de largos periodos de fraseo casi anónimo por una probable preocupación vocal debida a cierta incertidumbre, sobre todo en la zona aguda. El bello timbre de Stefano Secco en el rol de Mario Cavaradossi compensa sólo en parte los bandazos de entonación y el déficit de proyección conforme va escalando el pentagrama. A pesar de su emisión nasalizada, a veces persistente, Roberto Frontali acomete al barón Scarpia con iniciativa personal. Salvo algunos momentos excesivos, su personaje sale avante, aunque no siempre con plena credibilidad. Sabroso el sacristán de Enric Martínez-Castignani e imponente el Angelotti de Cristian Saitta. Completaron el elenco Cristiano Olivieri, un perfectible Spoletta, Armando Gabba como Sciarrone, y el joven Ludovico Furlani como el pastorcillo, todavía verde para el rol. La orchestra de la función veneciana no mostró gran interés en su ejecución, limitándose a complacer las instrucciones del concertador. El mismo coro, apoyado por los Piccoli Cantori Veneziani preparados por Diana D’Alessio, se mostraron poco vehementes en su breve participación. por Francesco Bertini Il trovatore en Venecia A pesar de que se encuentra casi al final de la temporada 20132014, Il trovatore ha atraído a mucho público veneciano por pro ópera la puesta en escena de Lorenzo Mariani, creada en 2010, con escenografía y vestuarios de William Orlandi y diseño de iluminación de Christian Pinaud. La visión de los productores ofreció una tonalidad oscura sobre el escenario, con excepción de algunas llamas rojizas parpadeantes que dieron vida al escenario. El Manrico de Gregory Kunde, debutante en este rol, fue sólido, gracias a las décadas de experiencia que carga sobre sus hombros. El tenor, sin embargo, ha perdido flexibilidad y resistencia vocal, revelando signos de fatiga y desgaste. A pesar de ello, el artista estadounidense llevó a la escena veneciana una madurez interpretativa tangible. Sus colegas, sin embargo, no fueron muy convincentes: Carmen Giannattasio, Leonora, cantó sin mucha expresividad, revelando deficiencias de entonación en la zona aguda. Veronica Simeoni, Azucena, tiene una personalidad que no es adecuado para el rol de la gitana. Está dotada de una voz extensa pero poco convincente en el registro central, aunque su prestación se resolvió sin mayores incidentes. Artur Rucinski, el Conde de Luna, hace uso de una emisión entre gutural y nasal, y en consecuencia se encuentra fuera de tono y con una línea no siempre homogénea. Efectiva, por el contrario, la prueba de Roberto Tagliavini, un Ferrando con fraseo exacto. Ni siquiera la batuta de Daniele Rustioni mostró elegancia estilística ni refinamiento en los detalles. Al concertador italiano le falta control en la dinámica y prefiere una agógica expedita, dando por resultado algunas fracturas entre el foso y el escenario. El coro también, en esta ocasión, se mostró desigual en su desempeño. El resultado fue una recepción por parte del público con escaso entusiasmo. o por Francesco Bertini noviembre-diciembre 2014