Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 02/12/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. REVISTA CLINICA ESPAÑOLA 444 MENINGO-ENCEFALITIS DE CURSO AGUDO. PROBABLE COMPLEJO ETIOLOGICO F. AYALA HURTADO Alguazas (Murcia). EXPOSICIÓN. El enfermo J. M. G. C., de catorce afios, sufre una primoinfecc!ón palúdica (Pl. vivax) en 22-IV-46 (*). Se le trata con Atepé según la pauta 3 X 7, セオ・@ e9 セ・ ᆳ guida con exactitud y con absoluta エッャ・イ。ョ」セ@ セョ@ 18 de mayo, apenas transcurrido un mes del eplso<llo anterior experimenta una recidiva, comprobándose el ュゥウセ@ parásito en la gota gruesa. Se realiza un nuevo tratamiento con atepé, que ha .Coe ウオー・ョ、イセ@ al sexto día (cuando lleva ingeridos 18 comprimidos), al observar la aparición de trastornos mentales. Con -ellos se inicia. la enfermedad que se recoge en la. presente historia clinica. A:--"TECEDE:IITES.-No ha tenido enfermedades. salvo la ordinaria patología infantil, despro"i•ta en él o:'•:! relieve. Una fractura de tibia y peroné, hace seis afios, normalmente consolidada. Desarrollos ponderal, -estatura! Y sexual un poco retardados. Se perfila ya la constitución leptosomática, que le llega por la :ria 」セッュウ。ャ@ セ。ᆳ terna A pesar de su hábito astéruco, eJecuta trabaJoS agricolas, incluso en el intervalo de los dos episodios pa111:-o:cos. Pocos dias antes de la enfermedad actual ayuda a sus padres en la huerta. No セ・@ queja de dolores de cabeza ni de cansancio. Activo, locuaz, alegre. Los ,-',atos familiares son poco expresivos. Padres y cuatro hermanos, saros. No ha tenido abortos la madre. Abuelo paterno fallecido de enteritis aguda. Viven セ。ョッウ@ los otros abuelos. Dos t!os paternos fallecieron de tuberculosis. Parec-e que no hubo convivencia. ENFERMEDAD ACTUAL.- Se inicia con trastornos mentales el 25 de mayo. Al anochecer, el enfermo pregunta a su hermano d está hecha la cama. -Si: está hecha. -¿Dónde? - En la habitación, naturalmente. -¿Cómo, si la cama está en el bancal de las patatas? Pasa la n oche hablando en voz baja. 26-V.- En la tarde se lamenta por 10esgracias (irreales) de sus hermanos. Del 27 al 30 le observan tristón, huidizo. Hay una musit2.ción continua e ininteligible. Si se le pregunta algo, contesta atinadamente, p·ero con brevedad. Rehuye el trato, incluso con .9US familiares. Casi siempre está acostado, en su habitación o a la puerta d-e la casa H」。 セ 。@ de huerta, aislada). A veces le sorprenden rezando. Preguntru:)o por qué reza, responde: -Por los difuntos que no tienen quien rece por ellos. Anoréxico; toma, sin embargo, los alimentos qu-e le dan SU8 padres. Hace preguntas sobre asuntos iluwrios: -¿Cómo está la cebada del tio? ¿La han tendido en la era? 31-V.-Lo traen a la consulta en vista del estado psicofisico セ@ postración. Muy delgado; pierde rápidamente peso, afirman los padres. Ha impresionado a éstos, sobre todo, una ptosis palpebral en el ojo derecho, aparecida el dla anterior. Viene a pie desde su casa, distante unos 4 kilómetros. Se mue.-,tra inquieto, dirigiéndose a la puerta, andando de un lado para otro; pero perfectamente orientado en el espacio y el tiempo. También la orientación autopsíquica es normal. Datos óe exploración.-Temperatura, 38,5• a las once 0 Con alguna reserva se aplica el término "primoinfecclón" a este episodio palúdico ocurrido en lo.s comienzos de la primavera. En tal época del afio se producen más bien las llamadas "falsas prlmoinfecclones", correspondientes a picaduras lnfectantes de Anopheles en el verano y otofl.o anteriores. ( 80 junio 1947 horas. Pulsación cardiaca vigorosa, 70 al minuto. Nada en pulmones y en órganos abdominales. D ermografismo (raya roja) persistente Parálisis de JII par en O. D., midriasis, ptosis, inmovilidad jセャ@ ojo, excepto en la mirada hacia afuera. Levisima, casi imperceptible, rigidez de nuca. Reflejos cutáneos y tendinosos, normales. No Babinski, Brudzinsky, etc. Permeabilidad mental. Dialogo con el enfermo, que me responde bien. Sin embargo, son manifiestamente premiosas ウセ@ contestaciones. Intercala a menudo preguntas y afirmaciones que no corresponden a la realidad. Por ejemplo: "Mientras yo he ido a casa de mi tia y del panadero, el médico se ha marchado a su casa a comer." (Falso todo.) Aire t riste y evsimi.smado. Al dejar de hablarle monologa de manera incoherente, mostrando la hipotonia oe su conciencia. Hace gestos de coger cosas en el suelo: un pájaro-dice-, unos lefíos pat·a la lumbre. El gesto se realiza con lentitud como siguiendo unas imágenes que cursaran "au relenti". Hiperestesia cutánea, con int-erpretación ilusoria de la sensación: el estetóscopo es una caña que le hace dafio; e¡ termómetro, una aguja. que le pincha. 1-VI-.- Tráenle para extracción de sangre y de liquido cefalorraquideo. Tiene frio y t emblor . Temperatura 38• a ocho horas. Le bago 。ョ セ G。イ@ en la cllnica. La ュセイ」ィ。@ es normal, con lentitud y ensimismamiento. Mantiene el diálogo correctamente conmigo. Al verle temblar durante la extracción de sangre le reprocho su cobardía. - No es miedo; es frío - me contesta juiciosamente. Pide que le deje salir al sol. T olera, con reacción dolorosa normal, las molestias de las punciones. Liquido c-efalorraquideo claro, transparente, goteantc. Investigación en sangre, :Oe Hematozoario y de Sp. hlspanicct (reiterada todos 100 dlas), negativa. p・イウゥ セ エ・@ la oftalmoplejia. 2-VI.-Raya roja acus'lda; カ。ウッ、ゥャエ」ョ・セ@ faciales fugaces; ィゥー・イ「、ッウ セN@ oヲエ。ャュッー セ^ ェゥ。@ invariable, mas midriasis total en O. l. No hay reacción a !:t luz, a la acomodación ni a la convergencia. La nuca está prácticamente libre. En cambio, se ob•ervan débiles Kernig y Brudzinsky. No cefaleas ni vómitos Ingiere los alimentos con avidez. Normalida1:'1 ventral y cardiorrrspiratoria. Temperatura, 38,9'> a las dieciocho horas. Responde bien a todas mis preguntas. - ¿ Cómo estás? -No valgo ni tres perras--dice con tono de hombrecito. Pero la fisonomfa es abstraida, somnolienta. Cuando se le deja sólo, habla en delirio tranquilo. Yace en cama. de •:-bnde se levanta para ir al patio a exonerar. 3-VI -No hay variación en los signos n eurológicos. Por el contrario, son mayores la somnolencia y la pereza mental, aunque siguen siendo 。、・」オセウ@ lt>.s contestaciones. Gestos de coger objetos alucinatorios, de trazar figuras en el aire Se arregla las ropas con presteza cuando se le descubre (movimientos automáticos de pudor). Se han recibido casi todos los datos pedidos al laboratorio (Instituto Provincial de Higiene) : aglutinaciones, negativas. En l. c. r., Pandy, postilivo; albúmina, 0,40 por 1.000. No se han visto b. de Kocb ni gérmenes tingibles por el Gram. Veinticinco células por milímetro cúbico; predominantemente, linfocitos. 4-VI.-Persiste e¡ subdelirio tranqutlo. Frecuentes movimientos para coger objetos irreales. Toma bien los alimentos y no vomita nada. Buena regulación de int-estino y vejiga. De pronto, a las seis de la tarde, cuadro óe convulsiones y gritos; el delirio se hace totalmente absurdo; la pérdida de la realidad, completa. Pasa la noche en esta situación, y fallece al amanecer Llega, póstumo, el remlta.do de la W. en l. c. r .: positiva débil (una cruz). La enfermedad ha dura:lo diez d!as. COMENTARIO. ) La histozlia precedente puede resumirse así: Enfermo de paludismo que, en su primera recidiva y a la termin;ición del tratamiento con Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 02/12/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. TOMO XXV N'OMERO 6 'NOTAS CLINICAS Atepé manifiesta un síndrome psicósico de carácter depresivo, con alucinaciones ópticas, interpretaciones delirantés y creciente enturbiamiento de la conciencia. En el cuarto día de este síndrome aparece una oftalmoplejia por parálisis del III par 、・イ セ」ィッL@ y se comprueban signos, sobre todo en l. c. r., que hacen evidente una afección de las meninges. Una W. débilmente positiva en ese mismo líquido debería imponer la etiología sifilítica del proceso. Pero ni los antecedentes personales ni los familiares autorizan esta etiología. En cambio, en esos mismos antecedentes familiares figuran dos tíos paternos fallecidos de tuberculosis. Nuestro enfermo muere en el décimo día de su enfermedad, en una verdadera explosión de síntomas meningeencefálicos. No precisa discusión el diagnóstico de meningitis ni el tipo de ésta; los datos del l. c. r'. son concluyentes. Por el contrario, deben hacerse algunas consideraciones sobre la etiología del síndrome, así como sobre su marcha aguda y la superposición, con caracteres bien relevantes de un cuadro de psicosis. La historia clínica expuesta nos habla de cuatro factores etiológicos, cuya mayor o menor probabilidad de actuación en este caso debe ser examinada. Son las tl'es infecciones: Paludismo, Tuberculosis y Sífilis, y el agente químico, Atepé. Todos ellos poseen tropismos meningo-encefálicos indudables: se conocen, en efecto, las encefalitis palúdicas y sifilíticas, las meningitis sifilíticas y tuberculosas, las psicosis y muy posiblemente las encefalitis difusas por compuestos atebrínicos. ¿Cuál ha sido la participación de cada uno de estos agentes morbosos en el síndrome total o en los síndromes parciales de este enfermo ? Con fines expositivos podemos dividir el cuadro de la enfermedad en tres síndromes parciales: el psicósico, el clínico-neurológico y el del liquor. Investiguemos, en sus respectivos ámbitos, el posible radio de acción de los distintos fact01les etiológicos que se acaban de señalar. PALUDISMO. -Aunque infrecuentes, son bien conocidas las encefalitis palúdicas. Entre otras lesiones cerebrales de la malaria, son características los llamados "granulomas palúdicos" de Dürck, especie de granulaciones miliares centradas por un vaso repleto de hematíes parasitíferos, al que rodea una zona de sustancia blanca en necrosis, con células gliales proliferadas y macrófagos. Estudios recientes de ARIETI , confirman los hallazgos de DGRCK, pero tienden a negar el carácter inflamatorio del "granuloma palúdico". ARIETI prefiere llamarlo "pseudo-granuloma". Las formas clínicas producidas realizan el tipo de la encefalitis aguda comatosa, apoplética o hemorrágica, con síntomas de colaboración meníngea más o menos clara. En general, se asignan estos cuadros encefalomeníngeos a La- 445 verania. Pueden verse también, no obstante, en infecciones terciarias puras. (Un caso mío, reciente, de encefalitis hemorrágica, ccn hemiplejia residual.) La interpretación del caso actual como una encefalitis palúdica tropieza con el grave inconveniente de la aparición del síndrome cuando ya no son revelab!es los par'á sitos en la gota gruesa. Pero hemos de tener en cuenta las dos posibilidades siguientes: 1." Que la esterilización medicamentosa haya sido incompleta. La existencia de parásitos en los órganos profundos es el mecanismo más aceptado para la explicación de las recidivas precoces. Tal cosa ocurrió, seguramente, en el primer episodio palúdico de este enfermo, pues la recidiva surge a las tres semanas. Así ha podido ocurrir ahora.) 2. a Que se trate de una encefalitis por las formas exoeritrocíticas del Hematozoario. La posibilidad de que el llamado "Estadio E" configure algunos síndromes palúdicos de la clínica humana, comienza hoy a ser tomada en consideración (FERNÁNDEZ MARuTo z) . (En el paludismo aviar esto fué admitido por JAMES y TATE h ace varios años.) Por lo que se refiere a las relaciones de la malaJ.tia con el cuadro psicósico y el del liquor, ellas se nos muestran como muy lejanas, aunque posibles. Se hace más próxima esta posibilidad si admitimos una de las dos hipótesis citadas en el párrafo anterior, según las cuales la infección palúdica seguiría siendo actual; pero no revelable en sangre periférica. Citemos, para terminar este asunto, que en las meningitis palúdicas se han señalado hiperalbuminosis y linfocitosis del l. c. r. (TARREN y otros, citados por GUIJA MoRALES 3 ) . En cuanto a la W. hallada en este mismo líquido, véase lo que digo luego. SíFILIS. -No nos preguntaremos ahor'a cuál sea el medio de acción de la sífilis en el proceso que estudiamos, puesto que todos los radios en la esfera de la Patología son accesibles a esta infección. Más adecuado será preguntarnos si, en realidad, debe admitirse el factor luético en la etiología del síndrome. Una contestación afirmativa la da, al parecer, la W. del l. c. r. Pero creo que no debemos ver en ella una reacción específica de lúes. Esto no p1!ecisrumente por su debilidad, sino por darse en un palúdico recién terminado su episodio febril. La frecuencia de la W. en el paludismo, aunque diversamente estimada por los autores, es siempre considerable. HARSEN y HAUER (citado por BAQUERO •), han realizado investigaciones sistemáticas sobre tal asunto en soldados palúdicos de la última guerra. Encuentran W. y KHAN positivas-en casi perfecto paralelismo--en el 90 por 100 de los casos. La r. de Meinicke es menos veces positiva. Podrá objctarse que estos estudios han sido hechos en la sangre, y ya sabemos que a menudo divergen las imágenes observadas a uno y otro lado de la Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 02/12/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 446 REVISTA OLINIOA ESPANOLA barrera meníngea. También pued e argüirse que los resultados de esos autores se refieren a individuos afect os de paludismo de primoinfección. La primera objeción sólo podría s er contestada apor tando el dato de la W. en la sangre 、セ@ .nuestro enfermo. Como dije en la parte expoSitiva, el resultado de aquella reacción en el liquor me llegó cuando ya había ocurrido la muerte. Una investigación en la sangre de los padres o de los hermanos hubiera tenido idéntico valor, puesto que la hipótesis menos verosímil es la de una sífilis de adquisición personal. A pesar de todas mis instancias y advertencias me ha ,si.do imposible realizar estas ー・ウアオゥセ@ serologicas. De todos modos, la objeción señalada permitiría, a lo sumo, una actitud dubitativa, no una negación de mi argumento. En cuanto a la segunda objeción, hay que responder que セオ・ウエ@ caso ウセ@ hallaba prácticamente en primoinfeccwn, habida cuenta de la brevedad del inエセイカ。ャッ@ que separa los dos episodios de su paludiSmo; de tal manera, que no es lógico suponer que la recidiva precocísima obrase borrando sino más bien acentuando las huellas de la ー・イセ@ turbación humoral ocasionada por las primeras セ。ョゥヲ・ウエ」ッ ・ ウ@ de su malaria. Por lo demás, si bien con ュ・ョッ セ@ frecuencia, la W. h a sido hallada por otros autores en todos los momen tos de la infección palúdica. Es licito, pues, mantenerse en prudente escepticismo sobre el valor de esas reaccion es en un palúdico. Si ahora agregamos los datos anamnésicos, que desautorizan la sospecha de sífilis, creo que podremos eliminar este factor de nuestras conjeturas etiológicas. Se dijo antes que el enfermo ostenta un pobre desarziollo sexual. Es totalmente inverosímil la idea de contactos venéreos, normales o anormales. De haber ocurrido, contrayendo en ellos la infección ésta habría cursado completamente silenciosa' sin manifestaciones primarias ni secundarias: En cuanto a los antecedentes familiares, no abonan la idea de heredo-sífilis: ni abortos ni fallecidos de causas sospechosas ni 、ゥウエイセヲ。@ o malformaciones, etc. ' . TuBERCULOSIS.-Desestimada la etiología luébca, crece el valor de la tuberculosa. La razón es que el síndrome del liquor nos habla de un tipo. crónico セ・@ meningitis, y que este tipo es イ・。ャセコ、ッ@ habitualmente por una de las dos inヲ・」ゥNッセウ@ que セ・@ acaban de citar; y no siendo admisible la pnmera de ellas, habrá que admitir la segunda. (Recordemos, sin embargo, las imáセ・ウ@ que produce en el l. c. r. la meningitis paludica.) Otras razones, no despreciables, serían: la edad del sujeto, su figura corporal leptosomática, el dato familiar de la línea paterna. Podría objetarse· a esta argumentación con la ausencia del b. de Koch en el líquido, así como la de otras lesiones tuberculosas (en pulmones, pleura peritoneo, coroides, etc.). Pero es bien sabido que la meningitis tuberculosa se engen- 80 junio 19n dra y puede afirmarse en muchos casos con idénticas ausencias. ¿Qué partes del síndrom e de nuestro enfermo podl.4ía explicarnos la tuber culosis de las meninges? Todo él, puesto que la misma sintomat ología psicótica, con su car ácter acentuadamente depresivo, s e encuentra a menudo en t ales enfermos. Sin embargo, vamos a ver en seguida que exist en poderosos motivos par a artibuir una parte de la r esponsabilidad, en esos trastornos, al medicamento antipalúdico. ATEPÉ.-Entre l as acciones extrater apéuticas de este medicamento posee especial importancia su acción psiconociva. Pocos son los trabajos españoles que s e h an dedicado al asunto. Puede ver el lect or una r eferen cia bibliográfica, nacional y extranjera en la ex celente monogr afía de GUIJA MORALES 8 • G. BRAVO y yo hemos publicado algunos trabajos '- 6 -1, en los que citamos la a portación española. Es, a mi juicio, legítima la sospecha de una p articipación del Atepé en e.ste proceso. Subrayamos, par a f undamentarla, el pronunciado colorido psicótico que ha ostentado la enfermedad desde el pr incipio hasta el fin. Aun cuando los s íntomas neurológicos eran lo suficientemente expresivos de afección de las meninges-mucho más cuando se les pudo agregar lo concerniente al l. c. r .-, no hay duda que resultaban difuminados por la riqueza del síndrome mental. Se dijo en el lugar correspondiente que los síntomas de la serie meníngea no estuvieron nunca completos, ni mostraron excesivo relieve. Faltaron, por ejemplo, las cefaleas, los vómitos y la rigidez de nuca. (Esta pudo, t al vez, constatarse en muy pequeño grado.) Sólo en los últimos días se observaron el Kernig y el Brudzinsky. La parálisis del III par, de t ipo periférico, fué el síndrome neurológico mejor dibujado; pero siendo frecuente en las men ing itis crónicas, éstas cursan a menudo sin él. Frente a esta pobreza de los síntomas orgánicos se levanta el cuadro de la psicosis. Comienza en el sexto día de la medicación atepiana y configura un síndrome depresivo, semejante a los que se han descrito en las psicosis atebrínicas. Es verdad que los cambios de humor, de sentido deprimente, incluso veHiaderas psicosis melancólicas o hipocondríacas, preceden a veces durante bastante tiempo a los signos neurológicos de las meningitis crónicas, tuberculosas o sifilíticas. Pero precisamente nuestro enfermo no manifiesta ninguna anormalidad psico-afectiva en los días anteriores a su episodio palúdico. Sólo al final del tratamiento con Atepé surge la psicosis. Algunas consideraciones ュ・セ」ョL@ al llegar a este punto, la presencia de fiebre y la terminación, rápidamente mortal, del proceso. Ambos sucesos, fiebre y exitus, pertenecen más bien al círculo meningítico que al atepiano. Ellos subrayan, se dirá, la naturaleza lesiona! del síndro- Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 02/12/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. TOMO XXV NlThaRO 6 HERNIA INGUINAL OBLICUA EXTERNA me, relegan el trastorno psicósico a un puesto ウセオョ、。イAッ@ y hacen más que dudosa la actuacwn patogena del antipalúdico. p・セッN@ en algunas de las historias de psicosis atebnmcas se hace construr 1 la existencia de elevaciones térmicas-casi siempre febricularesd.esde luego. Probablemente pertenecen a la serie de trastornos neuro-vegetativos ocasionados por el medicamento. (Se piensa que la Plasmoquina interviene en la producción de esos trastornos quizá más que la Atebrina.) En cuanto a la posibilidad de que la psicosis atepiana termine mortalmente, tiende hoy a ser aceptada. G. BRAVO y yo tenemos publicada una observación de este géne1b. Muy interesante es la de SHEPPECK y WEXBERG 8 , porque en ella se reunen los dos fenómenos fiebre y exitus, que estamos considerando. En un enfermo de terciana tratado con Atebrina se inicia un delirio tóxico febril a los dos dias de acabada la cura. Este delirio evoluciona en trece días, al final de los cuales muere el enfermo. Los autores razonan la índole atebrínica de ese síndrome ュッャNセᆳ tal. En nuestro caso, no podemos atribuir al antipalúdico tanta responsabilidad como en el de los autores citados. Afortunadamente para su prestigio, la enfermedad produjo síntomas neurológicos que rebasan cuanto sabemos de las capacidades cerebrotóxicas de la Atebrina y Atepé (•) . (*) Sirvan os esta historia de advertencia para el estudio meticuloso de las psicosis atebrinicas. Especialmente en los casos de curso prolongado y amenazador no deberia descuidarse el examen del 1. c. r., a fin de no atribuir al medicamento lo que no le corresponde. Bttttm cuique. Y también para conocer las modificaciones que en la composición del liquor pueda producir la presunta encefalopatia atepiana. 447 RESUMEN. Henos al final de nuestro estudio. Vemos que la etiología de esta enfermedad se muestra bastante compleja. Por eso h e creído conveniente hacer su análisis detallado. Parece que debemos afirmar la existencia de dos causas coadyuvantes actuando probableblemente por adición Paludismo y Atepé, y una causa princeps: Sífilis o Tuberculosis. Por las razones apuntadas yo estimo mucho mayor la probabilidad de esta última infección. La enfermedad, en tal.caso, habrá de ser considerada como una meningo-encefalitis tuberculosa a la que dos factores coadyuvantes, Paludismo y Atepé, dotan de una fisonomía singular. Teüninemos señalando los puntos de máximo relieve de la presente historia clínica, interpretados del modo más verosímil: 1.0 Un cuadro de psicosis depresiva, de filiación parcialmente atebrínica, con enturbiamiento creciente de la conciencia. 2. Una reacción de W. en l. c. f., inespecífica y promovida por la malaria. 3. 0 Un proceso de meningitis crónica, tuberculosa, forzado a cursar rápidamente por la concurrencia del paludismo (y acaso de la misma noxa atepiana). 4. 0 Una primacía clínica del síndrome mental que enmascara o desdibuja el cuadro neurológico, base del proceso. 0 BIBLIOGRAFIA l. 2. 3. 4. fi. 6. 7. 8. Editorial. Lesiones cerebrale.<3 en el paludlsmo.-Rev. Clln. Esp., 23, 1946. FERXÁ..';m:z MARUTO. -Med. Colonial, Feb. 1945. GUIJA MORALEs.-Psicosls palúdica y atebrinicas. Edit. Massó, 1945. BAQUERO GIL.-Rev. de San. e Hlg. Públ., Sept. 1944. F. AYALA y G. BRAVO.-Rev. Clin Esp., 1942. F. AYALA.-Méd. Esp., 1, Feb. 1944. F. AYALA y G . BRAVO.-Medicamenta. 1, 7, 1946. SHEPPECK y WIDU!ERG.-Ref. en Blbliogr. Méd. Intern., Sept. 1946. RESUMEN TERAPEUTICO DE ACTUALIDAD EL PROCEDIMIENTO DE KOCHER COMO METODO DE ELECCION EN LA OPERACION DE LA HERNIA INGUINAL OBLICUA EXTERNA L. ESTEBAN MúGICA B. ESTEBAN MúGICA Prof. Aux. de la F acultad de Medicina. Médico. Servicio de Clrugia. del Prof. CARDENAL. Teniendo como base de discusión las últimas · teorías del mecanismo de defensa del canal inguinal, nos proponemos estudiar cuál podría ser el procedimiento mejor de restauración de su mecanismo alterado y, por lo tanto, de la operación radical de la hernia inguinal. En la actualidad está fuel'a de toda discusión el considerar a los músculos del canal inguinal como el factor básico en la producción de la hernia inguínal oblicua, por lo cual es interesante hacer un recordatorio de la anatomía del canal inguinal. ANATOMÍA DEL CONDUCTO INGUINAL.-El conducto inguinal es el espacio que ocupa el cordón en su trayecto parietal; este espacio no tiene paredes propias bien definidas, sino que el cordón se fragua un camino a través de los diferentes planos de la pared abdominal, como lo haría un nervio o un vaso.