• Velásquq~.:, .'.'é' - .. .. M1\GI)"- ALB1i~'R .. o., - . - ~ad .. - - , . .. ""."" ' .... , ' ", - -, ,""" ';~:",".i - . __-:'-" - _ ,.' ". = "':''-"" ... .• -' - - , .. - -".>.. " ,.~.' - . , ::=7~' . . ,:'". - _.u, : -: SEGUNDA EDlCfON BOQO'TA DlPREKT A NACIONAL 1916 : ,- -. ,"-- .. oo. -.-.' ,'" .~ .. .- .. - ,. >' _,.-,-,. . ~.' ,:"' - • . '- _ . MAGDALENA SlSUdA EDIOON aOGlOTAl IIIftBBA lt4C1OlUI., 1tl6 ¿POR QUÉ? .Por este Diotivo; respetable y enigmático lector: A ,buen seguro que ahí estáis pensando en que el autor de estos versos vuelve a publicarlos en buSca deJ!lalmasfrescas, aplausos de nue.va y. sed~}~~~tda.· oeldttlcíeim<>tetintin de un pu ftádo de Motredas. Y si,elldes así, con vuestropermiso él se permite deciros que quizá no acertáis en tal suposición, porque ninguno de esos tres ~voslo'ba puesto nuevamente en el lírico ajetreo de.~~·~J!lS de molde. Aqui s61if.se''trata de escudat' un nombre Contrata. adDliración y el cariño de los· delnás; y e~to, que a ojo parece una antítesis, es una verdad da· ra y sencilla como un remanSo de agua campesina; oM, sh1é:-- . . "CUan~'aparecióMagdalena \y ya se dijo que rt<{l1á01iSidó ayer). el autor, que entonces. era un niitO, optJ:nto menos. se vio metido de rondón en· tre un bato de gloria y apretando contra el cornz6n una olQ.rosabrazada de laurele~. porque la pren~y1osCr{ticos. los avisado,". y los analfabetos, y la opinión popular, por cortesía o por justi· cia, te dieron a paladear mieles hJ.sta el desvarío. Mas sucedió que, andando los días. el muy in. grato; a medida que se iniciaba en nue9'as formas . .. -IV- y maneras y echaba libros adentro, ansioso de refinamientos y. quinta8~ncias, empez6a descu. brir defectos en su propia hija y a ver que andaba trajeada a la antigua; sin un solo chispazQ de novedad. ni de noveleria; hasta qU~le ñegóel derecho de ~guir volando a pleno aire y'la condenó ~ moverse a saltos tímidos, como la perdiz,- entre las selvas dolorosas del silencio.. ¿Qué? Llegó 'a encontrarla monstruosa., y tal vez, a arrepentirse, de ha~a escrito. .' . --- ; Habia en ella ·d.uia4a itl~n-uWa~':~alat,. mante exceso de frescura y falta de arte, yelmundo no tenía porqué saber más té\Tde que todo aquello era de un niño, para r~1ver 'basta. d@,d-e hacia elástico su perdón_ y esta convicción, hizo que el autor :._ alegrara _ profundamente cuando se convenció d.eq~e a~nae si quedaban dos ejemplares de Magdalena en el mundo, porque a fuer:zp. de manoseo y de una para , él salvadora ordinariez del papel, la edic#n: pril;l1era se habfa desecho· y vuelto al. seno:de.,k madre tierra .. , . - --', : Pero fue el caso que los folletos8e acabaron, mas- no la esencia; el frasco estaba roto-, el ar(lma seguía ondulando en el aire: habla mucha. t~· te que se sabía a· MagdaJena de memoria, y entonces el sentimiento popular quien se encargó de defendeda contralaindiferencia, cam-- agresiva, del autor y de 108 funestos atetazos del olvido. Pero hé aquí que ese mismo adyrable fanatism.oempez6 a hacerle mal at poema, porque en fue seDitaba en una mentetantá8tica,ena con galas de su inve,nci6n, o le te; primitivas. y lo despachat>a:luégo ca• .~.-it10'dé,Qtra que,-a su -vez, hada lo mismo, y todo . en copias desleales, tan semejantes al original Comír~ntte;g{ un triángulo y una circunferencia. -y en los villorrios y los campos se embelesaban los múchachos cantando a la luz de la luna tandas dered()udillasrecortadas de Magdalena,. en las escuelas servía de motivo de resunta su flexible \rñpl'icá1i'~, yen losco1eiPos se' citaban n-,u«:has de8_ua~a8 a la hora de enseftar retórica, y . .' hala, que 'te vas, camino del recuerdo. pero desalhajada en muchas páginas de sus galas nativas, ~AAdU~iJ.a a veces de hiriente be~mellóD. y em· ~~-.~otras como blanca rosa exaogfie. , ~,~:éSte ..19.,~. .. ~baIas Aqttejc{:úó"ef;t M5gdauna. El autor,viajero alguna vez. llegó a oírgela reci· tar a cuatro chicas que -bajaban abrazadas cami na de la escuela, .por la poética Boca deFMonte, derecho al Magdalena. ' , :-l.De~~_~ eso? les preguntó sorprendido y ~ .. - ';':":Óel Santo Padre. dijo una. -Nó, señora, añadiÓ otra. de un señor que ya murió de __ puro yiejo. -!4uy:bÍen¡ pero me permito deciros que quizá - no lo Sabéis fielmente. y que esas quintillasque ve· nfais . declamando son así. Y recitó. una arriba y otra abajo, media docena de las originales. -Miren 10. pretensioso .•del setfOl": ponet~a CO.• ~ rregirun&cou. ajena y tat11inda .. _--~ .' ,,- , ' ., - VI- Desataron una árgentina carcajada lasctiatro·y .salieron corriendo. y el autor ha visto su obra en dratÍla, arreglada, pues, para el teatro, quién sabe por, quién; pero, cómo. ¡desastrosamente! y trozos de ella re,producidos en lejanos paíse~,coo fi.r1.t\~sde piratas literarios. sin q t!e.ninguno de tántos desb.labro~ lo movie~e a compasión por la l}ija que, desfigurada y todo. llevaba el sello de su procedencia -y el Dombre de su padre... e~ Hasta que llegó un día en que ingr~to se apenó verdaderamente de ver que susvets9S, a ,fuerza de \'olar. ya casi no tenían una' soia ph.una toro nasol de las que llevaban al salir del nido, y que en su memoria frecuentemente loio.pob~eci11osle hacían el reclamo de su sér primitivo. y fue entonces cuando resolvió tornar a lap~sentac,ión de M agtialena, tal cual ot,ra v,ez se. presentara en la mente de su señor y en la escena del ml.;lndo. y como era natural, no se ha atrevido a tocar· le sino una que otra sílaba, defectos de métrica, porque tiene la seguridad de que las gentes no le perdonarían ningún atavío moderno. así fue~ el centelleo azul de fúlgido diamante, o 1,1U peplo tejido con rayos de la aurora. ¿ Cómo añ~dir1e, recortarle o transformarla, si el autor ha oído en todos los tonos que así, ingenua y mU,sicaleomo una selva de pájaros, candorosa y romántica, es como la quiére el sentimiento popular? y pues que se ha de ir el nombre del duei'ío adherido a su canto, como va el de Guillotin prendido de su invención, que al menm; salga de la im- pre_fttaotra v~ el Hnco poema tal cual salió"en la prim~r3;tY que se desechen tántás malas copias eon que el cariño y la admiración han calumniado -auge1icalmenteal original. y fue por esto por lo que se dijo, oh respetable y enigmático lector, que sólo se trataba de defender lÍn .nombre de la ternura ciega d~ las gentes. ¿Verdad que esto, que parece uQa antítesis, as! explicado, queda en una verdad sencilla y clara como una copa de -agua caropesina ? Y_en cuanto a vosotros, oh críticos de ogaño, sois mbydueilosde cortar por donde a bien tengáis y de descuartizar, sin misericordia, lo que de estos versos os venga en antojo, tanto más cuanto _que el autor confiesa que vistos al través del cristi1l ~-!l-\l«L!t.QY se mira la-belleza,-no resultan co1tr6::~~otrOS', tiempos, porque otro era el lente a cuyótr8.lJluz se contemplaba el arte. y deSpués de todo, no será el dueño de ellos quien llore al: verlos tendidos humildemente en la m~ anatómica, porque ya se sabe que los tenía punto ~ que olvidados; mas no faltará un en_-jautbl'é ~dealinas compasins que si no son capa· ces; de defenderlo~, al menos lamentarán el~verIos a todos con las alas desgonzadas y mustias, como alondras y turpiales de una despiadada cacería. .-- •••• " ••• _" •• '_00' •• '". _ -- . 5amUBI Ueli5sqUBZ MIlGLJllbENIl . - DELIRIO Ceñido el-alboseno con azulosa túnica. Prendida la cabeza con lirios del Jordán, Se inclina una -doDcetla sobre una fuente límpida. Su imagen contemplando del agua eb el cristal. De Nazaret el cielo veló la luna fúlgida Con manto vaporoso de alimonada luz; ¡Qué hermosa soy! murmura la joven inclinándose. y puesta de rodiJlasse vio con inquietud. Alzando los cabellos. miró la frente nítida. La mano suavemente por ella resbaló. Mordió sus labios rojos. y una sonrisa trémula Los dientes, como ajorcas de perlas. enseñó . . MiBojos 800, se dijo, color de lago plácido, Brillantescmno·chispas salidas de un volcán; El limpio COlwfd-o de la azucena cándida No envitli~.iKtrqne llevo blancura de azahar. • F.A cilln~ que se aduerme sobt"e las ondas diáfanas Quisief1nJti:-el~gancia cuando resbala allí j La gtaci.~ mj talle. la palma melancólica, Mi a1iento~re·&u cáliz, el nardo\ del pensil. el, _ estir de púrpu ra, ~nerital edén? me lo dicen en sus espejos límpidos, peregrinos que van a la ciudad, a mi oído con armoniosas cítaras, ovadores del valJe de Judá. -4-: y todos lo repiten, mas sólo Marta"y Lázaro Bel)a jamás me dicen y lloran con dolor; Parece que BU hermana les inspirara lástima, Cual si en mi frente vieran terrible maldición. Si canto, me atormentan; si corro entre los árboles O busco la enramada, me dicen con horror: -María, ya en la aldea se ve como un escándalo. Tu vida independiente. recógela, ¡por Dios! En fin. sus exigencias en nuestra vida íntima Hastiaron mis ensueños. y sola he de vivir; Ser libre, sí, 10 quiero, como las ondas diáfanas Que ruedan donde quieren tranquilas a morir. En mi niñez querida. mi padre acariciándome. Hablaba de un castillo. brillante posesión " De que era el dueño entonces. y que han llamado Mágdalo, As!lo en que mi planta de niña no posó." y sé que cuando estaba sobre su lecho exánime Habló de esa morada. diciéndonos al fin : - Pasad allí felices la vida recordándome De eritonces,'mis ensueños de gloria están allí. Le pediré en mi herencia: seré la mujer célebre. Seré la m"ujer bella del gran Jerusalén; Nc-habrán lo! sicomoros cambia,do de bojas pálidu Cuando del gran castillo la reina yo seré. Haré de sus contornos una mansión espléndida, Oiré gratos conciertos del arpa;.yellaúd, endré de Peraia a1rotnbrasel1~posent"os mágicos, . triclinios. y túnicade luz. - - on miradas lánguidas uir; Me voy; lleg y aquí otra vez mañana y " " El manto en mis caderai y mi De lirios y ababoles feliz a coronar. y airosa alzó cantando sobre sus hombros h6 El ánfora de barro, y alegre empezó a andar; De pronto. en la vereda. se le aparece súbito Un hombre que turbado le dice con afán: -5-¡Qué hermosa vas. María. con el ropaje nítido De raY08 que la luna derrama sobre ti! Parecen eses liriOtlcon luz entre sus cálices. Corona de luceros robada en e! zenit. Vienes como un arcárgel que el fuego del crepúsculo Borró y quedó velando del mundo el bienestar. Al roce de tu talle las flores inclinándose Se aduermen suavemente y empiezan a soñar. Se inquietan en el bosque las aves y los hálitos. Tu amante serenáta despierta al ruiseñor; E~ tanto. siento en mi alma como un concierto de ángeles. Oyendo entre las sombras los ecos de tu voz.. Mas layl olvido necio que pronto será huérfano Mi «mor si has de dejarme soñando en otro edén. ¿y partirás. bién mío? Yo siento insano vértigo. IMalditas sean las dichas que da Jerusalén! Allá. con la indolencia que llega tras el júbilo. Prendida cual la reina lujosa de Sabá. Recordarás apenas que o;leadoraste férvida. y todo como un sueño de niña pasL\rá. Mas tl.6, tánta belleza me lleva a ti magnética. y a RobOándoq.uiera contigo habrás de ver; Dejemos. silo quieres. por la ciudad bipócrita Las plácidas llanuras del suave Nazaret. -¡SileuciQ,,~ .• llega Marta .... ! Dirá que he8ido ~rñ.-da Yendo contigo a solas. y entonces, lay de mí! Dios mío, Se aproxima, refúgiate en los árboles; El cielo me ca$tiga. ¿. porqué viniste aquí? .....;....Me voy, mas en tus lirios yo quiero tantas lá¡-.rim as Mañana. como en copas de nácar. recoger; Llorando. deleitar me con el olor balsámico Que impregna la corona que llevas en tu sien. -- Pues bien, te doy las flores.. jQuéborrible ese r€!lá.aJp~go! La tempestad avanza rugiendo por el Sur. Adiós. yo tengo miedo. y el libro de los crímenes . De nuevo se manchara si pierdo mi virtud. - -Adiós. azul paloma. sobre tu nido cándido Vendrá a tender sus alas el ángel del dolor; Palacios almenados te aguardan entre cántigas; Adiós, m-ujer querida, fantástica visión .. - 6 -- y Roboán, ligero, partiendo Se fue a perder de un bosque En tanto, la tormenta con sus Poblaba las llanuras de Gad y velocísimo, lejano en el confín. sonidos bárbaros, Benjamín. -Hermana, dijo Marta cuando vertió su lívido Fulgor miedoso rayo que el mundo torn6 azul, ¿En d6nde estás? ¿No sientes la tempestad horrísona? Afana, que el hermano se muere de inquietud. -Prefiero un haz de truenos y la centelIa cárdena A la tormenta que otros formáis en el hogar, Le contest6 María, que extravagantes súplicas Presiento en mi cabeza como otra tempestad. -Tesoro de mi vida, le dijo Marta tímida. Tan s6lo deseamos tu bienestar los dos; Lo Juro por la madre cuyas cenizas gélidas Están entre la roca velando nuestra unión. Há tiempo que vosotros cont'áis con una víctima. Tratando a vuestra hermana con sin igual desdén. -¡Por Dios, cálIa, María! contigo no he sido áspera; Quizá tú me calumnias, y yo no sé porqué. IAltiva estásl Há tiempo que sientes como un látigo El maternal consejo que humilde yo te doy; Te han dicho bella, y piensas que la belleza es áncora Que varará la vida que al puetto va veloz. Te cansan las faenas de nuestro hogar doméstico, Te dan pesares miles las cabras del palmar, Te niega sus encantos hasta el bendito bálsamo Que en torno de 108 buenos derrama su heredad. Has hecho de tu blonda cabeza como un ídolo: Recoges los cabellos, los sueltas otra vez, Los peinas y los atas con gargantillas de ópalos. Los unges y los besas con íntimo placer. IOb, c6mo estás de ciega con tu belleza única! Quisieras transformarte con túnicas de luz. No miras nunca al cielo, porque tus ojos húmedos, Como él reconcentraron todo el colur azul. Adoras los fulgores y cuanto sea fantástico; El manto de aldeana te causa ya rubor; Quisieras en tu frente las mil diademas áuricas Que vieron los palacios del sabio Salomón .. y ahora, ¿qué decirte del enojoso séquito De am;¡.ntes por los cuales olvidas tu deber? Parece que la muerte de nuestro padre unánimes Hubieran bendecido, qne allí acab6 el desdén. ¿Qué haré cuando esa madre. que fue siempre solícita. Ansiosa me pregunte por ti. por tu pudor? ¡Gran Dios!ya abrió las alas aquel cortejo de ángeles Que en torno de tu cuna velando me mostró. Al fin la dulce Marta calló cual las cariátides Que alzaban los altares del templo de David; Su hermana iba sonriendo con altivez olímpica, y murmuró tranquila:-lQué quieres? soy así. Mas, juro por el cielo que llevo de las vírgenes La inmarcesible palma, símbolo de pudor; Jamás plac~r mundano logró ma.nchar mi espíritu, La rosa me envidiara que crece en Zabulón. Pero si lo has dudado, si a ese sér angélico Que guarda mi custodia, vergiienza le infundí, Partamos, que el armiño con el pantano pútrido, Ni aun con la muerte cerca, jamás se quiso unir. Jerusalén me llama, y en vez de este hondo piélago De amargos sinsabores, delicias me dará. Sí, sí, tendré lo que amo: riqueza, luz y alcázares. y esclavas de la Nubia y encajes del Irán. -¿Qué has dicho?Por el cielo,que me he quedadO extática! Deliras .... dijo Marta con hondo frenesí. -Me VOY. seré inflexible como el peñón granítico Que nunca con azotes el mar logró abatir. Un grito exha16 Márta, Y un hoñdo trueno fúnebre Las gasas de la noche sombría desgarr6; -María, blonda hermana, no más entre los mártires Te cuentes, si es martirio mi sana refle·xión. Siguieron silenciosas te-mblando en el océano De arroyos que formaba la ronca tempestad; La noche estaba oscura como un santuario de ébano. Bramaban desbordadas las aguas del Jordán. Callando como sombras, iban corriendo rápidas. Temblando como juncos en medio del turbión. Subermano, que esperaba. las vio llegar por último, y al cielo~a"1zólos brazos con patriarcalu nci6n. -8-¡Se va de aquí! .... la hermana mayor dijo con árida Angustia descansando debajo del portal. -¡Se va .... 1 con un acento desgarrador y tétrico El buen hermano pudo tan sólo modular. Un rayo que soltado la tempestad satánica Hubiera en el momento muy cerca,.de los tres, Quizá no hubiese puesto a aquel mutismo término: Callaban como estatuas, mirándose a la vez. Por fin dijo María:-ILa libertad! Inútiles Los ruegos, como siempre, serán a tu aflicción. - La reina de mi casa, mi bién .... con la voz trémula. Le dijo aquel patriarca. ¿me paga así el amor? -¿y tú qué harás del lirio cuyos nevados pétalos Al fin verás marchitos por esconderlo aquí? Amor es delicioso. mas un amor fanático. Más deja sinsabores que el alma hacer feliz. -¿Porqué. mi casto lirio? Si quieres. pondré término A todos mis consejos y acalJaré mi amor; No más te'haré caricias, ni te querré con júbilo; ¿No es cierto que te quedas?-N6 •.Lá7..aro.me voy. -Escúchame, María: cuando tu voz dulcísima No alegre nuestra casa con su divino 860, ¿Qué haré. mi blanca rubia. sin tu 'cantar purísimo, Qué haré cuando no te oiga? .. , l Morirme de dolor! IOb, n6, tú no me dejas! .,. No romperás el vínculo Que junta nuestras almas .... Ya vuelvo a sonreír. Perd6name si lloro; los hombres somos débiles Cuando qperemos tanto como te quien) a ti. ISí, sí; tú no lo has dichol Contésta que un,a víbora De hierro está oprimiendo mi amante corazón. ¿Verdad que ya desistes de tu fatal prop6sito? ¿No es cierto que te quedas?-N6, Lázaro. me voy. - Yo te daré collares. te vestiré de púrpura y tornaré en palacio nuestro modesto hogar; Haré de ti una reina con ricas albas ttmicas. y te daré coronas de un lujo sin igual. Seré tu mudo esclavo; me ordenarás impávida. y yo, sumiso siempre. respetaré tú voz. , -No es eso 10 quiero.-¿Qué quieres?-Gloria, Lázaro: La gloria de ser bella.-¿Y olvidas el honor? ¡Mujer, tú te hallas loca! .... Que escuchen los cadáveres De nuestros santos padres tu presunción fatal; No quiero castigarte, mas oye mi pronóstico: Tú misma. y muy cruelmente, te vas a castigar . . 'Si en no lejano d!a, sumida en la vorágine Profunda del hastío, te miras infeliz. A mí no has de culparme: yo te enseñe magnánimo Los mandamientos santos del monte Sinaí. ¿Acaso no imaginas que al cielo van incógnitos Lo mismo nuestras faltas que el bién y la oración? ¿Cuál es de penitencia y -de dolor el cúmulo Que en celestial balanza se incline a tu favor? ¡Oh, vale más. te juro, dentro l;.s blancas sábanas De una mísera cuna la niña angelical. Que la mujer mundana que se vistió de púrpural IgDOTas, vida mía, 10 que es la castidad. ti Recuérda que no bay fuerza que al fin no tenga término,No olvides que la vida s610es bumo fugaz. Tú, sola en este mundo. dentro este mar sin límites .... ¿Qué hará la perla errante sin concha dentro el mar? Desconcertado Lázaro, volvió a decir sonámbulo, Sintiendo la punzante saeta del dolor: -Adi6s, hermana mía, si el mundo te da vértigo, Aquí es~arán mis brazos que se abran a tu voz. Se vio una luz serena que iluminaba pródiga Toda la nocbe aquella tranquila vecindad; Cantó por la mañana como armonioso pájaro Ganando.los atajos viajero con afán. Cesó en la fuente el canto, calló la voz del címbalo, Betania. desolada sin ella, enmudeci6; Jerusalén, en tanto, se le postraba férvido, Tendiéndole su manto con loca adoración . • y palmas y cantares a su mansión poética Llovieron. y perfumes en copas de coral; -Llam6se Magdalena porque habitaba en Mdgdalo, Ondina que olvidaba las aguas del Jordán .. -11- ! PLACER Amaneció, y un circo de colores se ve tras la lejana serranía; y allá entre una fulgente lejanía va despuntando cariñoso el sol. Grita alegre el zagal e.n la pradera. el humo azul en torbellino brota. suena el torrente que fugaz se azota, bebiendo luz se mece el ababol. Despierta Magdalena entre su lecho pereza: -Soñé que entre una fuente mi cabeza se miraba en la noche titilar. A este placer q~e mi existencia embarga une ingratos recuerdos el destino: eieo viendo a Betania, su camino y los rostros severos de mi hogar. y dice con dulcísima Mas ya Jerusalén está a mis plantas, y es bella la ciudad de los profetas; suben con la esbeltez de las saetas las torres del edén de Salomón. y la joven, flexible cual la corza, alegre salta llena de alegría; llama una esclava, y amoroso el día baña de luz rosada su mansión. Envúelta en un cendal de gasa blanca como espuma de fuente placentera, suelta la sorprendente cabellera, lo más bello que vio en su juventud, desde el castillo mira entusiasmada mil blancas torres en severa fila, y más lejos, el sol con luz tranquila coronar el Calvario con quietud. y más lejos, el Líbano que elt'va su corona de cedros al espacio, las hrillantes agujas de un palacio .Y humo que busca el cielo por dosel; - 12 - oye rumor sonoro de palmeras que sueltan a los vientos su armonía, y acompaña el Cedrón la melodía murmurando tendido en el vergel. •• -¡Cuánta vida, mi Diosl, dice extasiada; iob! ¿ qué es Betania ante este paraíso? ¿Porqué mi padre en mi niñez no quiso que yo pisara su encantado umbral? ¿Quizá, por esconderme de este mundo que despierta en el pecho los deseos, y evitarme los tétricos mareos que siente aquel que se abrazó del mal? Sí, porque en miálma bullen las pasiones como enjambre de sierpes en el nido; ya despertaron al mundano ruido, y ~i1scando eIJas luz. ¿ qué haré yo al fin? ahogarlas no puedo entre mi seno: la muralla de pétalos de rosa que las guarda. vacila temblorosa hoy Que el placer me brinda su festín, ¿y porqué a la mujer la gloria esquiva sus caminos y en busca va del hombre? loh. yo también esculpiré mi nombre en su eterno, encumbrado pedestall y no seré como en la palma envuelta la vid de corta vida transitoria: siempre en la gran columna de la historia verán mi nombre. que será inmortal. ¿ Difícil me será? Nó¡ Cleopatra c6mo alcanzó tan encumbrada altura? porque la reina fue de la hermosura' que sus ob.ras al mundo levantó; le dio el cielo en favor de sus caprichos un inmenso tesoro de belleza¡ en mí también la femenil riqueza en profusión el cielo derramó. y sonriendo la joven, medio loca, llamó a Zoé, su esclava predilecta. negra como la sombra que prolecta en blanca noche lánguido cipres: - Vísteme pronto, dijo a la africana, y ésta su talle modeló afanosa con rico cinto de color de rosa que ondulando cayó junto aSl1s pies. La túnica de lino de la Persia se plegó sobre el seno alabastrino. que, cual pomos de nácar, ambarino, soltaba en torno delicioso olor¡ recogió el pie marmóreo la sandalia, un broche de coral sujetó el pelo. y de tristeza suspiró en el cielo. al verla así, la madre desu amor. Sobre un triclinio ondulador y muelle se reclinó con lánguido abandono; de un arpa, en tanto. la africana el tono armonizaba con sonora voz, que desató en fantástica armonía arrodillada al pie de Magdalena; y había en sus notas la indecible pena de una alma herida de martirio atroz. Yo soy de una tierra ardiente que es toda palmas y luz; hicieron sombra a mi frente sobre mi cuna inocente las alas de un avestruz. El desierto me enajena y mi alma va dél en pos; ¡cómo recuerdo con pena 8US altas trombas de arer'i~ que respetan s610 a Dios! Mi madre, que una por una canciones me cantaba, pensando en que mi alba cuna, con hilos de luz de luna blanco un ángel sujetaba. 8US ¡ Oh, tiempo SUi\ve y sereno, c:;pando sentí en rica hebra de perlas mi brazo lleno. y arregazada en mi seno la ancha piel de una culebra! Mi frente, donde sus brumas hoy el dolor dejar ql1iso, ligero como de espumas llevó un manojo de plumas del ave del paraíso. -- 14I-lena de ricos collares a las fieras combatía con mi madre en los palmares. y de noche en los aduares plácida guzla tañía. ¡Oh. qué placer! .... hallé estrechas mis llanuras por ver muerto un le6o; cargaba flechas que a clavarse iban derechas . en los gamos del desierto. Nunca tuve en misamores, como e~espacio. horizonte; me pintaba con coleres de tierras. aguas y flores que iba a buscar entre el monte. Admiraban mis acentos. hallaban mi cuerpo hermoso, narraba historias y cuentos. y era libre cual los vientos o el antílope medroso. y aunque tengo una alma ardiente, ¿ ya para qué hacer alarde de mi belleza doliente? tras las sierras de Occidente. ¿para qué es bella la tarde? Después ... , los blancos tiñeron con sangre d~ mis hermanos el arenal. nos vencieron. y esclava a ti me vendieron sin compasión; !inhumanos! Pero en mi lenta agonía, como un oasis querido. te encontré. señora mía.· por quien la vida daría sin exhalar un gemido. y callando Zoé se qued6 inmóvil; inclinada la fúnebre cabeza derram6 con nostálgica tristeza el llanto que arrancara su cantar. que de la patria el mágico recuerdo le mostró sus palmeras afrkanas. su ardiente sol. sus límpidas mañanas. ya su madre llorando en el aduar. -15 lA. qué mortificarme con tu llanto? cariñosa le dijo Magdalena; de esclavitud yo rompo tu cadena y mi amiga por siempre tú serás. La negra asió la mano de alabastro, ungiéndola con llanto agradecida. -Vamos, dijo su ama conmovida, levántate Zoé, no llores más. Prénde en mis hombros purpurino manto, y vamos del Cedrón a las riberas, Al monte de las blancas calaveras, y verás las murallas de Naím. El sol estaba como una ascua de oro y arropaba con luz la suave altura Del monte Moria y la feliz llanura De Rubéo, 1e Nacor y de Efraím. Cuanto el placer en su existencia abarca La joven recogió, y aquella vida A rodar empez6 como una barca Por distintas corrientes impelida. No pen"56más en llantos ni martirios ; Todo eran dichas, y renombre, y gloria. Para-saber cómo eran sus delirios, Este detalle guardará la historia: Ces6 el ruido en la choza, en el palacio; Las cadencias murieron una a una; y se quedó tan sólo en el espacio, Como un lirio fantástico, la luna. -D~6 Jerusalén el ronco estrago De ruidos, y cántigas, y quejas, Que fue acabando en el susurro vago Que se oye entre el panal de las abejas. Extinto al fin el ruido cadencioso Que de la vida se oye en las ciudades. Qued6 el Cedr6n turbando rumoroso Con rítmico plañir las soledades. De repente, una tromba de armonías Se estrelló en las almenas, los aleros, y bañó la ciudad de melodías Cual bandada de ,pájaros viajeros. BANCO DE LA REPUBUCA _ ~L~~~~~ 16 - A la vez arrojó. de lumbre rico. Alto castillo fúlgid08 torrentes De limpia luz que en forma de abanico. Rectos tendió sus rayos refulgentes. Dentro se oy6 el sonar de ]os cristales y un ruido que turbó la paz serena: Era un festín que con anuncios tales A sus amigos daba Magdalena. Sus manOSa besar iban ligeros. y mostraban galantes su alegría, y formaban las arpas y panderos Una ardorosa. límpida armonía. Allí. un negro con cinto dl~escarlata. Alza mudo las diáfanas cortinas; Otros, con fuentes de bruñida plata Pasan vistiendo ricas anguarinas. Los tric]inios ondosos vacilaban Con el peso de mágicas mujeres Voluptuosas y bellas. que buscaban De la vida el objeto en los placere.s. Allí está Sara (1), la rival hermosa De la hermana beUísim•. de Marta; Un manto lleva de color de rosa y perlas en el seno en limpia sarta. y Fasael, amante desdeñado Por la altiva y voluble galilea. y Bohanerges, el cisne enamorado, Cantor de las delicias de Judea. Roboán, que no olvida la promesa Que oyó una noche en la nativa fuente; Cayo Antonio, que mudo se embelesa Y dobla débil la guerrera frente. Aquella noche descans6 en la cumbre De la belleza humana Magdalena, Había en sus ojos delicioea.lumbre De claro sol que los espacios lléna. -----(1) Sara, la conocida. con el nombre de la Estrelltl de la calle de fe"". -Su 17 -, recio m._t<rf4e-:tlir~~~~pUFat·· Rodado de los-hombros. descansaba En torno de la m6rbida cintura y en pliegues sueltos a 8US pies llegaba. En su cabeza. codiciada hilera Se enredaba. de .piedras opalinas. Sujetando la inmensa cabellera. Rubia como laslaces vespertinas. El seno, copos de nevana pluma Que aHí un cisne a dejar llegara un día. Tenue velo. más vago que la bruma. Lo guardaba ?/traidor lo descubría. Se alzaba eó el dulcísimo arrebato Modulando poéticas sonrisas. O mirando glacial. qne le era grato Ser volnble 10 mismo que las brisas. En mitad del alegre torbellino Movía su tal:e con dulzura táota. Como la garza el cuello nacarino Cuando abriendo. sus alas. se levanta. Ya empezaban los vértigos ardientes. Y quemaba el color de las mejillas. Y vibraban los gritos e8trindeotes' Con el fino crujir de las vajillas. Los esclavos con óleos esparcían Una ~sencia en el aire suave y grata. Y en torno de la estancia despedían Luz y calor las lámparas de plata. y crujían las sedas y brocados. Ybabía ruido de voces atronantes. Y se movían sin ceSar los criados, Y se incendiaban todos los semblantes. i Iba subiendo el ruido lentamente Como el trueno que empieza en la montaña Y va entonando con su voz potente. y estremece el palacio y la cabaña. De repente una voz trémula y suave Se alzó entre el espantoso vocerío Y a cantar empezó j silencio grave Reinó en mitad del loco desvarío: Magdalena-2 - 18Llenn tus ojos tintas hermosas como de11agoGenezaret ; ámbar tu alientó, como laa rosas que cultivabas eó Nazaret. Jamás el junco que tenue ondula soñ6 tu talle 8610imitar, ni las palmeras que el viento ~dula y con arrullos mece al pasar. I Oh 1Y e808ojos color de lago, más bien que lumbre hielo me dan: no dan la calma que con halago Bohanerges busca con hondo afán. Que eres altiva como las rocas que el mar golpea siempre a compás: y sin embargo mi amor provocas, porque sel"era te quiero más. Si amor me diera todas las flores que Palestina ve en su extensi6n, y fueran tántas como fu.lgores llevan tus ojos al coraz6n. Oye: con ellas te hiciera sombra bajo un hermoso, rico d08él. y en tus caminos, florida. alfombra que hollaras siempre como un vergel. Si le brindaras la amante oferta de una esperanza, tu trovador, I ay! ¿ qué te diera con mano incierta. mujer querida. sueño de amor? Si lo desearas, yo rompería por ti mi humilde, pobre laúd, y satisfecho me dormiría dentro las sombras de mi ataúd. y la reina de Mágdalo' escuchaba Con abandono descuidado y franco, Reclinada en su brazo ,que mostraba La tersura sutil del raso blanco. v olvi6 el ruido y la misma:algarabía~; r.rodos gritaban en su dicha plena: Un enjambre de locos parecía El festín de la -hermosa Magdalena. Allí, dejando de la vida el brío, Lentamente en manojos se destrenza Rubia cabeza que dobl6 el hastío Al seno blanco exento de verguenza. Carmín con esa densidad pesada Que colora los labios en la orgía. Ojos con esa languidez cansada Que nace de un exceso de agonía. y se escucban palabras sin sentido, Propósitos y ensueños que se fueron, Ilusiones traídas del olvido, Esperanzas que há tiempo que murieron. Frases confusas que ninguno escucha, Durmiéndose, modulan lentamente; y empieza en todos la penosa lucha Del sueño y la cabeza ya impotente. Alguien grita mesando sus cabellos: - Del templo del Señor traed los vasos, Bebed cual Baltasar todos en ellos, Podrá la historia relatar dos casos. De repente turbó la alegre fie<;ta En el umbral fatídica figura, Una mujer que tímida y modesta Tendi6 la mano y dijo con dulzura: -¿ Qué es esto, por mi Dios. desventurada? Soy tu hermana, y tal vez seré importuna: ¿ Mas, no estás de placeres ya cansada? ¿ De dicbas. infeliz, te falta alguna? Rómpe. mi bién, la venda del delito y verás con horror do te derrumbas, Ven conmigo, te aguarda el rinconcito Junto a las santas, paternales tumbas. Perdonarte el hermano me ofrecía Cuando dejé el hogar por ti con pena; Te lo ruego, por Dios, hermana mía, Corramos a Betania .... serás buena. Se humilló Marta al ronco vocerío Que de ella en mengua se elevó furioso; Así la linfa de encrespado río Dobla en la orilla al junco tembloroso. -20-Dej6 la pobre a su infeliz hermana y a Betania corri6 como una loca; La sorprendi6 la luz de la mañana Llorando en los sepulcrOElde la roca. Marchitaba del sol la intensa lumbre De las antorchas pálidas el brillo, y un cuadro de abandono y pesadumbre Bañaba silencioso en el castillo. El festín se acab6 con luz de día: Allí un arpa. santuario de las notas, Tirada por el suelo se veía Llena de manchas y las cuerdas rotas. Las fuentes revolcadas goteaban El vino sobre un manto hecho jirones. Pebeteros. sin orden exhalaban Un mortecino olor-de sus carbones. Anguarinas y mantos confundidos, De ajadas rosas destrozados ramos, Cansados los esclavos y dormidos En los blandos cojines de sus amos. Fastidiaba, llevando el desengaño. Raro perfume; en ráfa¡'a8 nefandas Formaban en conj unto olor extraño El alma de los nardos y las viandas. Con una languidez fascinadora y lirios del festín sobre su pecho. Adormida blinda pecadora Cual pagana visi6:t entre 8U lecho. Destrenzada la inmensa cabellera. Que más que los brocados la cubría. y una ardiente sonrisa placentera Como de quien la suerte desafía. Ricos vasos de aceites a millares Fueron alzando el resplandor postrero y esmaltaron cintillos y collares. Descuidados por ella en un reguero. La hija. pues, que Ciry más amaba No presinti6 los áridos despojos Que deja el goce; altiva caminaba Poniendo en el placer 8610sus ojos. - 21y Eucaria, quizá, 8U dulce madre, De8velaaaen su tumba no dormía; Tánta belleza su amoroso padr¿ Quién sabe si al morir maldeciria. En derredor giraban sus amantes Siempre en loco y eterno desvarío. Como abejas que buscan anhelantes Mie! en la fior que coloró el estío. De la virtud al fin se hallaba lejos; La quem6 sobre el ara de la g'l(lria A que quiso subir, vagos reflejos Quedaban del pudor en su memoria. Halló en la paz y la virtud hastío, BUBc6las dichas y el placer de modo Que no pensó que el cristalino río. Si desborda se enturbia con el lodo; Ni en que las dichas que el pecado fragua A medida que crecen. van muriendo. Como las ondas circulares de agua Que al ampliarse se van desvaneciendo. lJel pu.dor arrancó todas las galas y olvid6 lal5endechas de la cuna: Era un bello condor, rotas las alas; Entre un fangal, un rayo de la luna. TRISTBZAS Dejaba en los placeres su cándido tesoro La ardiente pecadora, sin penas ni temores, Como una mariposa que, salpicada de oro, Rasga dentro los sotos sus alas de colores. Con lánguido abandono descansa muellemente Sobre la piel sedosa de un tigre ñe la Nubia; Los rayos de lá tarde, dormidos en su frente, Parecen resplandores de su cabc7.a rubia. Rodeada de perfumes y transparentes vinos, y ramos de las uvas sa-brosas de Judea, y miel de los rosados panales campesinos Que labra en los palmares la abeja en Galilea. En torno, cual reflejos de esplendoroso astro, Esclavas soñolientas la miran' con ternura, y agitan abanicos con mangos de alabastro, y el aire perfumado da plácida frescura. Cantando Magdalena se anima por instantes, y ardiente a sus esclavas sumisas arrebata, Porque 8U voz da un ritmo lujoso de diamantes Que caen entre el seno de una ánfora de plata. Un alto sicomoro su sombra proyectando, La ampara dulcemente de cálido bochorno, y ve lejos un grupo de gentes que ganando Va un monte colocado de la ciudad en torno. La muchedumbre crece, la falda se ve llena, y en una paz tranquila por fin la cim'a inunda; En ella se divisa como una luz serena, Fulgor apenas tibio del alba plidibunda. -¿Qué pasa? Magdalena pregunta a sus doncellas. Que están mirando todas al monte silenciosas. -¿Acaso lo sabemos? contestan todas ellas; Cosas, quizá, del loco que sabe tántas cos~. -Zoé. volad al monte. -mirad quién embelesa Al pueblo que miramos extático en la cumbre. iAb, quién será, si al monte parece que 10besa La aurora con un lampo de sonrosada lumbrel En vagas muselinas envuelta y diligente, La negra en el camino corriendose veía; La tarde el sutil manto de púrpura caliente Con blando desaliento plegaba y se moría. Volvió Zoé; traía flotando los cabellos, Revueltos. sin las cintas con 9-ueantes los ataba; En su halagiieño rostro, de jubilo destellos. Los ojos muy abiertos. y tremula gritaba: -- ¿ Cómo diré? no puedo; mi corazón palpita; ¿Qué lleva en torno ese hombre? decirlo yo no acierto. Aquel misterio raro, la inmensa paz bendita Que yo sentí en las noches serenas del desierto. ¿Que es loco? nó, lo dijo el corazón cobarde Que resistir no pudo su voz serena y cauta, Tan dulce y misteriosa como, al caer la tarde. Incógnito sonido de campesina flauta. ¡Qué rara es su hermosura .... 1fascinador abismo De célicos encantos y líneas terrenales; Perfiles de 108 hombres, mas llenos de idealismo; Palabras de la tierra. con tonos celestiales. Los ojos grandes, garzos y de un mirar profundo~ Con una veladura de plácida tristeza; iY miran .... ! Y al que miran se ve meditabundo Doblar. como en un éxtasis. al pecho ta cabeza. Es pálido. trigueño; 8Urostro demacrado Denuncia la vigilia de un hondo pensamiento; Tranquilo, misterioso, gallardo y va inclinado. y pasa su sonrisa fugaz en un momento. Son largos sus cabellos, de tonos de avellana, y como Nazareno, los reparti6 a taslados; Jesús, le dicen todos; su frente se engalana Con un enjambre-ondoso de bucles desatados. Lo he visto muy de cerca con un afán muy hondo; Recuerdo que son amplios los pliegues de su manto, La túnica 8e.vera tan s610muestra un fondo De un amarillo pálido. parece de amaranto. Sí, sí. pero no puedo. ni nadie. descr.ibir06 Lo que ha juntado ese, hombre a su inmortal belleza. Así vi su figura. mas no podré deciros El sello misterioso que lleva de grandeza. No vi en su cuerpo gracias para adorar ninguna; Otro hombre así no junta la perfecci6n y el frío. Como es helado y bello sutil rayo de luna. Como es brillante y fría la gota de roCÍo. ¡Oyerais lo que dice! ¡Sintierais cómo deja Adormecida el alma su acento claro y fijo! Su voz no es un mandato, mas bien es una queja, La súplica de un padre que ve extraviado un hijo. La amante negra calla y en su impresión se abisma. En tanto Magdalena le dice sonriendo: -Curi0808 son tus cuentos; veré su faz yo misma, O tanto que me has dicho con ese ardor no entiendo. y a media voz exclama con voces pensativas: Oh límpida belleza del alma inteligente, Conquistador extraño que a todos cautivas, A mí no has de Ilevarme contigo fácilmente. Pero si a tanto alcanza tu fuerte poderío. Seré una esclava tuya que te bable de rodillas; Enciénde. si 10puedes, dentro del pecho mío La llama con que vienes haciendo maravillas. Es grato sentir nuevas. vibrantes impresiones, Soñar y soñar siempre. ya cada nuevo día Estar forjando raros, brillantes eslabones Que forman la cadena de la existencia mía. y párte. Lleva envuelto con forma de turbante Un paño en la cabeza, de pliegues descuidados. y asoman a sus sienes en círculo brillante Collares con estudio gentil abandonados. El viento sus cabellos undívagos despeina; El pueblo dice: ihermosa! muy cerca de su oído; Camina lentamente con majestad de reina, y sueltan las ajorcas dulcísimo sonido. Al fin se acerca d Hombre; las gentes la han dejado Pasar. porque 10bello siempre es soberanía. Reclinase en la alfombra que muelle ha desplegado La negra, oyendo atenta 10 que Jesús decía .. · - 24y escucha sin afanes, con calma indiferente, y mira a Jesucristo sonriendo silenciosa; Pero de pronto pasa la mano por su frente y olvida que adoptaba una actitud hermosa. Alza otra vez la frente radiante y soberana, y así lo desafía con un valor profundo: Ya veo que tú enciendes la luz de la mañana, Mas, yo soy la belleza que ha conmovido el mundo. ¿Pero porqué, Divino, mi espléndida hermosura Se va tornando en una cruelísima tristeza? Soñaba con los astros, y soy de tierra impura, S610en tus castos labios anida la belleza. A poco palidecen sus vívidas mejíllas Y va despareciendo de su mirada el fuego. Ingenull y blandamente se ha puesto de rodillas. Las manos enlazadas en ademán de ruego. Jesús no la ha mirado, Jesús no ha visto nada; Tiemblan de Magdalena 108dulces labios rojos. -De frente no me mires, visi6n jamás soñada. No puedo con la calma de tus inmensos ojos. La mira al fin ... no puede, y en un temblor se inclina Sintiendo que pasean dos soles por su frente; Y la cabeza de oro, como una-flor divina, Baj6. bai6 temblando con maña reverente. Pleg6 todas sus galas como una sensitiva Con s610una mirada profunda y redentora. Y amaneci6 en el alma de la mujer altiva Porque su faz de nieve mostr6 color de aurora. ¿Pero porqué se inclina? ¿porqué luchar tan poco? ¿Porqué no hace un alfanje de su inmortal belleza? Crey6 encontrar \ln hombre que era tan 9610 un loco. Y fue la loca ella, la loca de tristeza. Y. puesta de rodillas, dentro del seno 8UYO Se alz6 un amor extraño, purísimo, inocente; Y fueron sus encantos la lnmbre de un tOcuyo Delante del in~endio del 801 en Occidente. Como un concierto suave que viene de muy lej98. Y ablanda dulcemente su voz-en el camino, Llegaban hasta su alma de Cristo los consejos, Las súplicas, los ruegos, con un placer divino. --,27-Yo vengo a redimiros, no traigo del verdugo Esa misión odiosa, tristísima y amarga; Seguid me, que muy suave. muy suave haré mi yugo. Ligera, muy ligera también haré mi carga. Llorad, y aunque se olvide de \'uestra pena el mundo. ¿Qué importa. si yo os digo: son bienaventurados Los que abatidos lloran; con un amor profundo Serán de su tristeza más tarde consolados? y oía silenciosa la blonda pecadora Mirando vagamente y sin fijarse en nada; Estaba reviviendo su vida abrasadora, Hundiendo entre sí misma su límpida mirada. ¿Qué fue de esa sonrisa para llegar a Cristo? ¿En dónde están las flechas de su mirada clara? ¿Porqué se de8m~yaron al suelo en imprevisto Momento los encantos con~quetriunfar soñara? Como en sereno cielo donde p0s6 la calma Asoma algún lucero que tímido blanquea, Saludan cariñosos la inmensidad de su alma Dos tumbas, Marta, musgo, su cántaro, la aldea. Recuerda Trayéndole Su casa. sus Las tumbas sus blancuras que llegan una a una lejanos albores de inocencia: hermanos, el puesto de su cuna, de la roca .. _. ¿huirán de su presencia? Nó, n6; después su hermana. besándola en la frente. Decfale una tarde con mimos maternales: No llores. ~.. si estás pura '" tú vienes de la iuente Que aún guarda en SllS espejos tus ojos celestiales. El caro hermano dijo:-¿Recuerdas que en pedazos Dejaste en negra noche mi amor al separarte? ¿Recuerdas que te dile. te esperarán mis brazos? Pues. mira. está.n abiertos, mi bién. para abrazarte. Ha116su pobre casa de vanidad desnuda. La cantarina fuente bajo olorosos ramos; Las tumbas le dijeron con su elocuencia muda: -Ven. ven. -hija querida. que bá tiempo te esperamos. Entre un recato honesto la bella se recoge Bajo el humilde alero donde soña r solía: DiviDO cactus, blanco. que tímido se encoge y esconde el albo cáliz cuando despunta el día. - 28- y el Salvador miraba la pálida belleza Que muda y misteriosa 8U8 huellas le seguí.; y viéndola doliente J enferma de tri8teza, ,Sonriendo de ternura Jesús no la perdía. Lo halló por fin un día comiendo. y temblorosa Olvida de su pena devoradora el dardo. y en copa de alabastro recoge presu rosa Ungiíento delicioso de espíritu de nardo; Y'trémula. dudosa. vacila en la presencia Del hombre por quien deja su dicha y sus amores; La copa bace pedazos, y embriagadora esencia En Cristo se derrama con mágicos olores. Solt6 su cabellera, torrente destrenzado De rayos que en manojos brillantes descendía, . y las madejas de oro que el mundo babfa besado· Las plantas envolvieron del bijo de María; Sintiendo que embalsama su casa aquel perfume. Simón dice afanado con material quebranto: -¿Porqué de esa manera la esencia se consume? iOb, dádsela a los pobres. el nardo vale tánto! Cuajó en SUI; castos labios UDasonrisa incierta Jesús y alzó tranquilo sus claros ojos bellos: -Los pobres ... dijo. muchos tendréis junto a la puerta Mas no estaré yo siempre llamando allí con ellos. y luégo a Magdalena le dijo en blando tono: -Pensaste en lo que al dueño de casase ha olvidado; Mujer, amaste mucho. por eso te perdono; La fe con que me sigues por siempre t~ ha salvado. y en pos de esas palabras pausadas y divinas. Se fue detrás de Cristo con cariñoso anhelo, Así como se juntan dos ondas cristalinas. Cual dus aromas castos que ondulan en el cielo.' y es bella y dulce siempre: llorosa y demacrada. Marchitas por el llanto las pálidas mejillas, La escultural cabeza de sangre salpicada. Los pies del moribundo besando de rodillas . .' Al cielo alzó la frente; con su crujir rehacío Marcaba el trueno largos redobles de agonía; Las nubes desbandadas llenaban el espacio, y como entre un sarcqfago la tierra se perdía. Es simplemente un cuadro de excepcional grandeza; Tiende su ala el relámpago como sobre hondo abismo, Semeja el rayo súbito cayendo con presteza Mortal ae_ta..:4e oro lanzada al paganismo. Se acerca el sacrificio; la muerte ba descargado Su golpe en el que toda santa virtud encien'a; Parece que la noche su marcha ha acelerado Por ver esa tortura de Dios sobre la tierra. Implora, y a los t.-ielo&\!OlVÁQJ~ enferma frente; Las nubes80rprellflida_s ertgMae 8e de.hacen, CU8DdoCOD_vOZ muy--queda murmura dulcemente: -iPerd6oalos, ignoran. oh Padre. 10 que hacen! 1.'odo qued6 en-silencio fantástico y profundo; Como un ~¡'dero amigo, sin luchas. sin estruendo, Entre una calma tle astros, el'-mártir sin segu ndo Pleg610echlT08 ojOs un mundo redimiendo. Después, \ln cu~rpo bl¡U1cOque el huracán flagelaj Loca de amor: del alma, temblando de tormento, La rubia que lo besa. más linda que la ,:stela De fúlgidojpc\?ro que ruena soñoliento. Más tarde, esa flexible gacela de los campos Que fatig6 a ta.-d:jcQ3., transida de verguenza, Solloza ~ntre unas peñas. en donde el sol sus lamp08 Le niega en el desierto de un valle de Proven:r.a. A la gentil criatura de tantos atractivos. HQndo dolor de clelo, fanal de desengañ-os. La tUYO en un destierro muy lejos de 108 vivos. Inc6gnita buscando la soledad treinta años. Sin ot-rocompañera ques\i-dolar sombrío. En éxtasis divino de adoración en\'uelta. ¡Cuán pobre está! No tiene para escudar el frío Sino sus trenzas de ara que tÍl'itando suelta. ExentQ8 de collares de límpidos sonidos Los brazos en que nada de voluptuoso queda; En curvas esqueléticas, huesoso. sin vestido\;. El cuerpo en que fnlgía con músicas la seda. Los ojos ta.11. ardientes, altivus. y que cuando Miraban daban vértigos al más lejano amigo. El llanto poco a poco les fue ia luz quitando; Ya miran con la amarga tristeza de un m~ndigo. ..BANCO DE LA REPUBlICA .~-MlQn:CA_ LWS"A~~·AAANGO ~~~~.:-A:,.:w' -- 30 -: Morir .... así ignorada. tan eola en su quebranto. Sus sienes están frías, sus ojos ven inciertos. Morir sin un amigo que le derrame llanto, Rocío de esa noche tan larga de los muertos. ~ Llegando va el momento de redenci6n,y gime Por ver al dulce Dueño que nunca hubiera visto; Con blando amor de esclava tranquilamente oprime Sobre su yerto seno la cruz de Jesucristo. La tarde cariñosa plegaba dulcemente Los oros de su manto tras larga serranía; Lanz6 ligero soplo la rubia de la. fuente, Como un jir6n de incienso su espíritu subía. FIN'