Reflexiones cristianas - ArtÃ-culos y videos para reflexionar El Cuarto, Honrar Padre y Madre CategorÃ-a : MENSAJES MORALES 6 Publicado por Admin el 18/10/2014 Enrique Monasterio Me piden un art?culo sobre el cuarto mandamiento de la ley de Dios, y antes de ponerme frente al ordenador se me ocurre hacer un peque?o sondeo entre el grupo de universitarios que trato habitualmente. Todos ellos, chicos y chicas, son estudiantes de los primeros cursos de Derecho en Madrid. La mayor?a se confiesan cristianos y no reh?yen el despacho del capell?n. Probablemente la encuesta no haya sido muy rigurosa ni cient?fica, pero los resultados se me antojan bastante significativos. El sondeo consta de una sola pregunta: ???Sabes cu?l es el cuarto mandamiento del dec?logo?? ??El cuarto mandamiento?? ?Jaime pone cara de perplejidad?. No s?. Los mandamientos son s?lo dos, ?no? De los diecis?is encuestados, Jaime y otros cinco reconocen no tener ni idea; dos responden que s?, que lo saben, pero, por si acaso, no quieren hacerme part?cipe de sus conocimientos; uno pregunta qu? significa ?dec?logo?, cinco contestan correctamente, y los dos restantes se equivocan de mandamiento por muy poco: dicen que ?santificar las fiestas?. Supongo que a casi nadie sorprender? la enciclop?dica ignorancia de mis cultos amigos. Francamente, yo tem?a que los resultados a?n fueran peores, ya que no es razonable esperar que los chicos recuerden algo que quiz? aprendieron de memoria hace diez o doce a?os y que nunca nadie les ha recordado despu?s, ni la familia, ni el colegio ni la tele. Por eso m?s que su ignorancia, ahora me inquieta saber qu? sentido tendr? para los chavales la vieja formulaci?n de este mandamiento de la ley de Dios que San Josemar?a Escriv? llam? ?el dulc?simo precepto?. Por un momento he sentido la tentaci?n de hacer una segunda encuesta. Luego he pensado que era mejor dejarlo para otro d?a. Si entr?semos a fondo en el tema, tal vez alguno me preguntase qu? significa ?honrar?, y a qu? tipo de padre o madre se refiere la Biblia, ya que ?ltimamente las cosas se han complicado mucho. Una cultura muy poco familiar. Como es sabido, por razones hist?ricas, pol?ticas y filos?ficas que ser?a largo detallar, el siglo XXI ha comenzado en occidente a la sombra de una cultura radicalmente individualista. La ideolog?a dominante ha abandonado hace mucho la idea de que la familia sea la primera c?lula social, como tradicionalmente sol?a decirse y a?n repite incansable el Magisterio de la Iglesia. Para la modernidad, la ?nica c?lula, el ?nico punto de referencia es, a todos los efectos, el individuo emancipado, libre y aut?nomo, solo, sin m?s ataduras que las que ?l mismo haya elegido. El individuo, en efecto, designa a sus gobernantes (un hombre, un voto); ?l debe resolver sus problemas a solas (?ese es tu problema, chico?, que dicen los americanos acentuando el t? como si fuera un pronombre); ?l define su ?tica, su moral y su modo de vida; el ?inventa? su patria, su sexualidad, su familia, su matrimonio? Con este planteamiento es l?gico que las instituciones ?naturales? ?aquellas que, seg?n la filosof?a tradicional, derivan de la propia naturaleza humana? vayan perdiendo relevancia social y jur?dica en beneficio de otras instituciones que deber?amos denominar ?artificiales? o ?convencionales?, por http://padrenuestro.net/reflexion 2/12/2016 2:00:04 / Page 1 haber nacido de la voluntad aut?noma, m?s o menos caprichosa o razonable, de los hombres. Es ?sta una mentalidad que va abri?ndose paso poco a poco, y afecta, como no pod?a ser de otro modo, a la forma de entender la familia y, por supuesto, a la legislaci?n sobre el matrimonio. En Europa ha comenzado la lucha hace ya muchos a?os. En Espa?a, est? en pleno apogeo. De una parte, aquellos que creen en la existencia de un orden ?tico natural (principalmente los cristianos, pero no s?lo ellos), exigen a los poderes p?blicos que reconozcan el matrimonio, con sus caracter?sticas esenciales, como lo que es: una instituci?n natural, b?sica para el buen funcionamiento de la entera sociedad, y anterior, por supuesto, a la existencia misma del Estado. De otra parte, desde una mentalidad individualista y relativista, se reivindica el presunto derecho de los individuos a inventar nuevos ?matrimonios?, quiero decir a confeccionarlos a la carta. Llevando este criterio hasta sus ?ltimas consecuencias, cualquier tipo de uni?n, por muy ins?lita y extravagante que pudiera parecer ?ya sea homosexual o heterosexual, mon?gama, pol?gama o poli?ndrica? deber?a gozar del mismo tratamiento jur?dico y de la misma consideraci?n social que los matrimonios tradicionales. Y lo que se dice del matrimonio, vale tambi?n para el entero n?cleo familiar. Surgen nuevos ?modelos de familia? ?as? los llaman, aunque de modelo tengan poco? y nuevas relaciones de afecto y dependencia, en las que lo de menos son los v?nculos de sangre: ya que ?el amor ?lo escrib?a no hace mucho un conocido columnista rosa-amarillento con la cursiler?a propia del g?nero? no de-pende de la sangre, ni puede imponerse por ley. Nada m?s espont?neo que el amor. Dej?moslo pues que crezca en libertad, sin envolverlo entre papeles ni certificados?. Pido perd?n por la cita. A veces uno no sabe por qu? toma nota de las bobadas que lee. Quiz? lo mejor sea guardar un pudoroso silencio y poner punto y aparte?, La dimisi?n de la familia En medio de todo este debate, ?d?nde situamos el cuarto mandamiento del dec?logo? Es evidente que el precepto de honrar a los padres se basa en una relaci?n natural: el amor paterno o materno no se elige; se acepta con agradecimiento, sin esfuerzo, y nada m?s f?cil, en principio, que corresponder a ?l. Lo ins?lito es precisamente rechazarlo. Un hijo que no ama a sus padres va contra la naturaleza: es ?as? se ha llamado siempre? un hijo ?desnaturalizado?. Sin embargo, todo esto parece estar en crisis. No cabe duda de que la mentalidad individualista y la consiguiente crisis de muchas familias empieza a complicar las cosas. Hace un par de meses, en un congreso sobre la familia, su secretario general habl? de ?la familia nominal?. Se refer?a a aquellas familias ?si no recuerdo mal casi el cuarenta por ciento del total? que parecen haber dimitido de su tarea primordial de educar a los hijos, de transmitir unos valores y un estilo de vida, o han delegado por completo esa funci?n en el colegio y en la tele. Se trata de familias sin problemas aparentes, en las que ya no existen conflictos generacionales, porque nadie interfiere en la vida de los otros. Los hijos viven a su aire, crecen con el alma a la intemperie, tienen su horario propio y una llave para regresar a casa. Como la prole suele ser reducida, tampoco hay excesivos problemas econ?micos. La nevera y el televisor centran la vida del hogar: la primera, para comer sin horario y a la carta; el segundo, para dialogar lo menos posible y eludir los conflictos. No quisiera hacer una caricatura ni cargar las tintas: muchas de esas familias (en otra ocasi?n las llam? familias light) son encantadoras. Los padres dir?n que sus hijos son estupendos: cari?osos, limpios y tan aficionados al hogar que no se despegan de casa ni con agua caliente. Adem?s aseguran los soci?logos que la mayor parte de los j?venes ?de esos j?venes? se encuentran muy satisfechos con sus familias, mucho m?s que hace cuarenta a?os, cuando los adolescentes so??bamos con emanciparnos lo antes posible, e incluso nos fug?bamos de casa alguna que otra vez, hartos de soportar las exigencias y reprimendas paternas. Sin embargo ni aquel af?n de independencia era tan malo ni el excesivo apegamiento al hogar tan estupendo. No es buen s?ntoma que los hijos se resistan a independizarse. Significa ?nicamente que la batalla generacional ha sido vencida por los m?s j?venes, y su hogar ya no es un lugar de http://padrenuestro.net/reflexion 2/12/2016 2:00:04 / Page 2 formaci?n y una escuela de virtudes con una autoridad, un horario y un amor recio y exigente: sobre las ruinas de la familia han levantado un hotel de dos, tres o cinco estrellas seg?n los casos. Hace muchos a?os una ni?a de quince a?os, rica, rubia y superprotegida, me dijo con una frialdad glacial que nunca olvidar?: ?Mi padre no me quiere: le da igual que llegue pronto o tarde. Los viernes me da la paga, y ya est?. El padre tirano, el padre amigo y el padre amiguete. De todas formas las cosas no siempre son as?. Tambi?n es corriente o?r a alg?n padre una afirmaci?n semejante a ?sta: ?yo soy el mejor amigo de mi hijo?. Y generalmente se muestra razonablemente orgulloso de haberlo conseguido. Por supuesto, no ser? yo quien ponga objeciones a una relaci?n aparentemente tan positiva, pero tengo la sospecha de que, en algunos casos, ese tipo de amistad se relaciona directamente con la ?dimisi?n de la familia? de que habl?bamos antes. Ser padre y ejercer como tal es complicado. ?ltimamente m?s, ya que la autoridad, que en otros tiempos se daba por supuesta, ahora hay que gan?rsela d?a a d?a. Los adolescentes, por razones ambientales que ser?a ocioso detallar, salen bastante m?s respondones que anta?o. En esta situaci?n, los padres tienen cuatro posibilidades: 1. La primera, la m?s c?moda y tambi?n la m?s est?pida, es la dimisi?n pura y simple: conformarse con imponer en casa unas pocas normas de orden p?blico y que el colegio se ocupe del resto. Eso s?: que el ni?o apruebe como sea para que no nos estropee las vacaciones. 2. La segunda consiste en fortificar la familia, hacer una barricada y ejercer la autoridad por encima de todo, contra viento y marea, con un reglamento lleno de noes y de imposiciones. Ni que decir tiene que el sistema no sirve. Tambi?n es cierto que ya casi nadie se empe?a ya en practicarlo. 3. Hacerse amigo de los chicos es la tercera posibilidad. Se trata de esforzarse por romper barreras y tender puentes. Es intentar conocer a cada uno, escucharlos de verdad y tambi?n darse a conocer, sin miedo a abrir alg?n armario de la propia intimidad. En esa tarea s? que vale la pena poner todo el empe?o del mundo; pero sin olvidar jam?s que los padres deben ante todo padres. Tambi?n amigos, desde luego; pero nunca amiguetes o colegas de la tribu. 4. ?sta es en efecto la cuarta alternativa, tan err?nea como la primera y no tan ins?lita como podr?a parecer: en los ?ltimos a?os empieza a proliferar la figura un tanto rid?cula del padre dimitido, que ha decidido integrarse en el clan del ni?o: es el pap? ?compa?, ?colegui? y hasta c?mplice seg?n en qu? cosas. Este tipo de actitudes se da sobre todo en matrimonios rotos y m?s entre los varones que entre las mujeres. Se conoce que los hombres estamos m?s capacitados para hacer el rid?culo. ?Mi padre es genial ?me contaba hace meses una chica de dieciocho a?os?. Muchos viernes salimos juntos y liga m?s que yo. No quise profundizar en este ?ltimo aspecto de la cuesti?n. Honrar a los padres, honrar a los hijos Al llegar a este punto, ya estamos en condiciones de recordar el sentido del cuarto mandamiento a la luz del Magisterio de la Iglesia. Juan Pablo II en su Carta a las familias , de 1994, dedica todo un cap?tulo a esta cuesti?n, y ya desde el comienzo explica que el precepto de honrar a los padres es mucho m?s que una gratuita imposici?n divina: la ley de Dios no s?lo es norma, tambi?n es revelaci?n, y detr?s de ese mandato hay un mensaje, una aut?ntica definici?n de la instituci?n familiar. Para expresar la comuni?n entre generaciones ?dice el Santo Padre?, el divino Legislador no encontr? palabra m?s apropiada que ?sta: ?Honra...? (Ex 20, 12). Estamos ante otro modo de expresar lo que es la familia. El Papa hace notar que este mandamiento sigue a los tres preceptos fundamentales que ata?en a la relaci?n del hombre con Dios: Y es significativo que el cuarto mandamiento se inserte precisamente en este contexto. ?Honra a tu padre y a tu madre?, de modo que ellos sean para ti los representantes de Dios, quienes te han http://padrenuestro.net/reflexion 2/12/2016 2:00:04 / Page 3 dado la vida y te han introducido en la existencia humana: en una estirpe, naci?n y cultura. Despu?s de Dios son ellos tus primeros bienhechores. Si Dios es el ?nico bueno, m?s a?n, el Bien mismo, los padres participan singularmente de esta bondad suprema. Por tanto: ?honra a tus padres! Hay aqu? una cierta analog?a con el culto debido a Dios. Hay en estas palabras una referencia impl?cita a San Pablo, quien en la Ep?stola a los Efesios afirma que toda paternidad en el Cielo y en la tierra procede de Dios mismo. El Papa expone y desarrolla esta idea, y nos recuerda que la familia no es un invento humano, sino una huella de la Sant?sima Trinidad en el mundo; un ?ecosistema? de amor reflejo del que se da en el seno de la tres divinas Personas. En ese ?mbito de afecto y de entrega el hombre se siente acogido y puede crecer y madurar en libertad. Ya estamos en el centro del Misterio: ser padre ?o madre? es algo divino; es representar a Dios, hacer sus veces. De ah? que el cuarto mandamiento obligue en primer lugar a los ellos. Los padres, en efecto, deben esforzarse por ser signos sensibles de ese amor de Dios. Tienen que querer a sus hijos como el mismo Se?or los ama: con un amor entregado, exigente, generoso. Habla Juan Pablo II de ?honrar a los hijos?. De esto se trata: cuando se les ama con un amor apasionado, pero desprendido; cuando se busca su bien espiritual antes que el material y se les mira como a hijos de Dios llamados a la santidad, se les est? ?honrando?, se les reconoce toda su dignidad humana y cristiana y se les ense?a a valorarla y a vivir conforme a ella. Padres ?parece recordarles el precepto divino?, actuad de modo que vuestro comportamiento merezca la honra (y el amor) por parte de vuestros hijos! ?No dej?is caer en un ?vac?o moral? la exigencia divina de honra para vosotros! En definitiva, se trata pues de una honra rec?proca. El mandamiento ?honra a tu padre y a tu madre? dice indirectamente a los padres: Honrad a vuestros hijos e hijas. Lo merecen porque existen, porque son lo que son: esto es v?lido desde el primer momento de su concepci?n. As?, este mandamiento, expresando el v?nculo ?ntimo de la familia, manifiesta el fundamento de su cohesi?n interior. As? se entiende muy bien que el dec?logo no mande a los hijos s?lo que amen a sus padres. Ese cari?o se da por supuesto. Les invita a ?honrarlos?, es decir a situarlos en el lugar que, por designio de Dios, les corresponde. No quiere que les pongamos un falso pedestal, sino que veamos en ellos el rostro, el cari?o y la mirada del mismo Dios. Luego, ser? estupendo procurar que padres e hijos sean amigos fieles toda la vida; pero sin olvidar esta otra relaci?n mucho m?s honda, que nunca termina: ni con la emancipaci?n de los hijos ni con la muerte. Terminemos con una afirmaci?n de Juan Pablo II: En el rostro de toda madre se puede captar un reflejo de la dulzura, de la intuici?n, de la generosidad de Mar?a. Honrando a vuestra madre, honrar?is tambi?n a la que, siendo Madre de Cristo, es igualmente Madre de cada uno de nosotros. http://padrenuestro.net/reflexion 2/12/2016 2:00:04 / Page 4