Pampedia, No. 4, Julio 2007-Junio 2008 Artículos Tres concepciones postmodernas de los sistemas educativos: Foucault, Lyotard y Luhmann Emmanuel Álvarez Hernández Resumen: El presente trabajo elabora un análisis descriptivo que tiene como punto central la noción de sistema educativo, como un concepto que se puede observar en la obra de Lyotard, Luhmann y Foucault; la pertinencia radica en que desde la óptica postmoderna se observa el rompimiento con la noción tradicional de educación en su sentido de proyecto universal y emancipatorio; asimismo, se elabora un breve diagnóstico de la condición de la enseñanza de los saberes por las instituciones universitarias o redes de educación superior con respecto de los cambios vertiginosos y las exigencias que conlleva el curso de las sociedades informatizadas. Abstrac: The current paper presents a descriptive analysis of the notion of educational system, as a concept that can be seen in the work of Lyotard, Luhmann and Foucault; the relevance of this works resides in the perspective that postmodern approaching breaks up with the idea of traditional education in the sense of universal and emancipating project. This research also provides a brief diagnostic of the teaching condition of the knowledge provided by the university institutions or other educational networks according to the vertiginous changes and the demands regarding the course of the computerized societies. Palabras claves: sistema, sistema educativo, metarrelato, dispositif, postmodernidad, bildung, educación, autonomía. Key words: system, educational system, metanarrative, dispositif, postmodernity, bildung, education, autonomy. Introducción El tema de la postmodernidad ha tenido un fuerte impacto en las últimas décadas en el campo de las ciencias sociales y humanas; sin embargo, en el medio educativo nacional –en líneas generales–, ha sido escasamente abordado. Algunos de los autores que han contemplado el tema son Alicia de Alba (2000) en Postmodernidad y Educación; Roberto A. Follari (1994) en Modernidad y postmodernidad: una óptica desde América Latina, entre otros. Aunque la influencia de la postmodernidad se empieza a advertir en el medio educativo tanto por el manejo de autores, de conceptos y los cambios en las prácticas que devienen con el avance y la inclusión de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), que nos refieren inmediatamente a lo que Lyotard (1999) señala en su hipótesis inicial de la condición postmoderna1. El presente trabajo ofrece un ejercicio de redefinición del concepto educación situado en la transición del pensamiento moderno al postmoderno; para tal caso se ha considerado la concepción de educación dispuesta en el discurso moderno para confrontarla con tres figuras conceptuales elaboradas por pensadores como Michel Foucault, JeanFrançois Lyotard y Niklas Luhmann. Se puede afirmar que la discusión y crítica a los fundamentos sobre los cuales descansa toda la configuración cultural de occidente es una consecuencia del debate modernidad-postmodernidad, para lo cual ofrezco un andamiaje teórico que describa la postu1 El saber cambia de estatuto al mismo tiempo que las sociedades entran en la edad llamada postindustrial y las culturas en la edad llamada postmoderna (Lyotard, 1999). 43 Emmanuel Álvarez Hernández ra postmoderna, su discurso, problemática e intereses. 1. El debate modernidad-postmodernidad El debate modernidad-postmodernidad inicia con las críticas a la modernidad elaboradas por la escuela de Frankfurt; aunque para Luis Villoro (1993) las críticas se comienzan a percibir filosóficamente en los ataques al sistema hegeliano –que representa el fundamento absoluto de la noción de razón y progreso– desde el siglo XIX, en posturas como las de Kierkegaard, Schopenhauer y Nietzsche; posteriormente en el pensamiento de Marx y Freud; después en Ortega y Gasset, pasando por el historicismo de Dilthey; posteriormente, el neopositivismo realiza las críticas al lenguaje, cuestionando cómo el producto más acabado de la razón puede crear estructuras lingüísticas carentes de sentido. Así, extendiendo la línea histórico-crítica hecha por Luis Villoro, es posible llegar hasta la escuela de Frankfurt. Para Popkewitz y Brennan (2000), el debate forma parte de una más compleja y amplia migración transmarina2 de las tradiciones críticas de las ciencias sociales que se inician en la Segunda Guerra Mundial, las cuales, son relevantes para la producción de un espacio crítico dentro del ámbito educativo. Lo que en el contexto nacional, para Alicia de Alba (1998), significa el debate postmodernidadmodernidad es un tópico que, asimismo, representa un esfuerzo iniciado en la última parte de la década de los ochenta por mantener un diálogo entre educadores de los países del norte y educadores de los países del sur. Lyotard y Habermas han ocupado el centro de esta discusión, en la que han participado varios pensadores, entre los más destacados Richard Rorty y 2 Entiéndase por migración transmarina: «La mezcla de teorías sociales europeas continentales, producida posterior a la Segunda Guerra Mundial, que integra los discursos históricos y filosóficos con las tradiciones más pragmáticas (y la analítica filosófica) de Estados Unidos, Reino Unido y Australia. Las traducciones y la incorporación de la filosofía social europea marxista (como la teoría crítica 44 Gianni Vattimo; dando cada cual una solución alternativa al planteamiento que Lyotard formuló en su obra. Las implicaciones teóricas que conlleva el debate se pueden extender a los campos de las ciencias, las artes, la literatura, la arquitectura; en suma, al conjunto de la cultura y, por ende, las implicaciones se extienden al terreno educativo y prácticamente son llevadas a cabo por y en la institución escolar. Características del pensar postmoderno. Es posible afirmar que el pensamiento postmoderno se caracteriza por el fin de las utopías, el fin de la historia universal, la inclusión de las diferencias, una actitud pragmática, el encantamiento con el presente y la inmediatez que nos permiten las tecnologías de información y comunicación, el pluralismo de los saberes fundado en la noción de juegos de lenguaje diferentes e inconmensurables, fragmentación, debilitamiento del principio de realidad, recursividad, apertura a la revisión permanente, pérdida de sentido, pastiche, deconstrucción, archiescritura, voluntad de placer, pensamiento débil. Follari (1994) considera que lo postmoderno se caracteriza de la siguiente manera: El postmodernismo implica abandono de la proyectualidad, o imposibilidad de su pensamiento, asumido esto como dato social objetivo; ausencia de cualquier ‘totalidad’ como horizonte de significación social o política; una estética que no ‘rompe’ con lo dado, alejada de utopismos estilo Marcuse o Bloch; un centramiento, si cabe la palabra en el solo mundo ‘próximo’al sujeto.Pero si ahora nos ubicamos hay que advertir en una misma textualidad, la existencia de aspectos compartibles: reasumisión de la experiencia inmediata del sujeto, sin mistificarla en Presencia; recuperación de lo corpóreo; to- de la escuela de Frankfurt desde Alemania), del marxista italiano Antonio Gramsci y, más recientemente, de las teorías francesas ‘postmodernas’ y de las teorías feministas francesas e italianas» (Popkewitz y Brennan, 2000: 17). Tres concepciones postmodernas de los sistemas educativos: Foucault, Lyotard y Luhmann ma de lugar en los problemas más directos de la comunidad a la que se pertenece (la pequeña comunidad, por supuesto); eliminación de los teologísmos que pretende una historia predeterminada; capacidad para un talante ‘no crispado’ de la experiencia y para el goce correspondiente, su búsqueda y reconocimiento (Follari, 1994: 80). Desde esta perspectiva es plausible asumir la postmodernidad como una condición que se encarga de revisar la cultura occidental moderna y, como resultado, diagnostica la crisis de la figura moderna y plantea el fin de las grandes utopías, el fin de la historia universal, el fin de los metarrelatos, el fin de los proyectos globales en nombre de la humanidad; reafirmando, por otro lado, lo parcial, lo específico y lo contingente, permitiendo la expresión general de las demandas de una amplia variedad de movimientos sociales. Siguiendo a Ruiz de Samaniego (2004: 8): «la postmodernidad no sólo no constituye la negación de la modernidad, sino más bien el momento en que ésta se cuestiona a sí misma, con lo que la postmodernidad adquiriría una precedencia y prioridad lógica, sino un efecto regulativo, de revisión crítica – ¡tan moderna! – sobre la propia modernidad» (sic). Esta es una razón por lo que la postmodernidad adquiere un matiz de neoconserva- durismo, al asumirse como efecto regulativo, o bien, de autocrítica y reajuste. Con lo que también ser postmoderno es como intentar superar el propio agotamiento –o los excesos– de la modernidad; un reajuste de la sensibilidad moderna que, por ejemplo, cuestiona ideas básicas como el crecimiento con base en un progreso desmedido o infinito, a favor de un crecimiento sostenible y equilibrado; la integración de la naturaleza frente a la absorción de toda diversidad biológica o el respeto a la diversidad cultural frente al espíritu de conquista del otro. De cierta manera es visible «una ética de la conservación, de la preservación, que contrarresta el paradigma moderno (y heroico) del progreso, la creación ex nihilo y el perfeccionamiento indefinido» (Ruiz de Samaniego, 2004: 8). Siguiendo el trabajo de Cesáreo Morales (cit. en De Alba, 2000: 95), se pueden considerar una serie de características respecto de la postmodernidad como principales: a) Resistencia a integrarse en un cuadro conceptual sistemático y coherente. b) Red de mundos heterogéneos. c) Redescubrimiento de la contingencia y la diferencia. d) El fin de: -Los grandes horizontes. -La historia como acontecer teleológicamente ordenado. -Universalidad etnocéntrica. e) Oleada de indiferencia ante los poderes: - Política. - Estado. f) Fin de la racionalidad fincada en los terrenos de la verdad definitiva. g) Apertura a nuevas corrientes sociales, políticas y culturales, distintas de las que prescindieron la modernidad. h) Recuperación de los ideales de la modernidad en niveles superiores de exigencia (Kant: ten el valor de servirte de tu propio entendimiento) Hasta aquí se han matizado, en líneas generales, algunas características del pensamiento postmoderno y no siempre definitivas. En adelante se abordará la crítica central de esta exposición discursiva específicamente en el ámbito educativo. 2. Problematizaciones educativas en el debate modernidad-postmodernidad La concepción moderna de educación se erige con los ideales ilustrados, al igual que la filosofía moderna surge con el idealismo cartesiano, la literatura con la obra cervantina, el proyecto educativo surge con Juan Amós Comenio (siglo XVII). El análisis etimológico pone de manifiesto que educación proviene, fonética y morfológicamente, de educare (‘conducir’, ‘guiar’, ‘orientar’); pero 45 Emmanuel Álvarez Hernández semánticamente recoge la versión de ex-ducere (‘hacer salir’, ‘extraer’, ‘dar a luz’), lo que ha permitido, desde la más antigua tradición, la coexistencia de dos modelos conceptuales básicos: a) un modelo ‘directivo’ o de intervención, ajustado a la versión semántica de educare; b) un modelo de ‘extracción’ o desarrollo, referido a la versión exducere. El término educación ha cambiado en el transcurso del tiempo. De hecho, se debe considerar como una expresión histórica, es decir, cambiante en el tiempo a medida que cada sociedad le asigna un significado dependiendo de la época y las necesidades de instrucción que le impone su desarrollo socio-económico y cultural. Para Puiggróss (1997), en el cristianismo de la antigüedad el pastor era el sabio y el maestro que conducía al alumno, en la época medieval la educación «era predicación» ante el pueblo, instrucción para el gobierno ante la nobleza y enseñanza teológica y científica ante los futuros sacerdotes. Se afirma que Juan Amós Comenio durante el siglo XVII transformó la concepciones medievales de la educación en las que hoy conocemos como modernas, pero aun así, ha habido transformaciones en el concepto por Rousseau, SaintSimón, Durkheim, Dewey, Freire, por sólo mencionar a algunos de los pedagogos e ideólogos de la educación a lo largo de la modernidad desde su estado incipiente a nuestros días. Actualmente se ha conceptualizado un modelo ecléctico que admite y asume que la educación es dirección (intervención) y desarrollo (perfeccionamiento) (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología –Conacyt–, 2002). El ideal moderno que fundamenta la educación integra la universalidad y al mismo tiempo la emancipación de la ignorancia. Juan Amós Comenio en su obra Pampaedia (cit. en Pampedia, no. 1, 2004: 2), refiere al propósito de los educadores por la formación universal de todos los seres humanos.3 Sin embargo, también se levantan las dudas a la «Educación universal» cuando, en vez de universali3 El vocablo Pan significa universalidad, y Paideia formación o educación del hombre. 46 zar, se convierte en un mecanismo de reproducción, selección y control de los sujetos; cuando se presenta un tratamiento hegemónico en la lógica de Maestro-alumno, análogamente a la relación sujeto–objeto. No es universal cuando la masificación de los sistemas educativos formales necesariamente implementan mecanismos de selección y control de ingreso y egreso en todos sus niveles, debido a su falta de cobertura y, más aún, bajo el metarrelato de la calidad educativa. 3. Sistemas educativos en la postmodernidad El sistema educativo en la postmodernidad se caracteriza por un replanteamiento de lo que ha venido haciendo; es decir, por una parte el planteamiento critica la homogeneización de sujetos y, en su lugar, se esboza la necesidad de articular la diferencia como parte de la construcción de un nuevo tipo de individuo, que sea tanto múltiple como democrático. Por otra parte, se confía en la tecnología informática como la «panacea» de la sociedad postindustrial. Asimismo, los sistemas e instituciones de educación superior que se enfrentan a las presiones de la sociedad postindustrial, adoptan estrategias de organización similares. De esta manera, los modelos educativos con estructuras predeterminadas por el Estado, están siendo reemplazados por sistemas unificados donde la diferenciación orientada por el mercado desempeña la parte más relevante en la determinación de los resultados de las instituciones. Respecto de la investigación, los fondos para llevarla a cabo aumentan de acuerdo a las perspectivas del mercado, es decir, la investigación ya no es un fin en sí misma. Hasta aquí se ha planteado de manera general el concepto de educación que atañe al discurso moderno, asimismo se han dibujado los vertiginosos cambios que conlleva el sistema social en la sociedad postindustrial; en los siguientes apartados se establece la relación entre lo educativo y la noción de sistema en las concepciones teóricas de Foucault, Lyotard y Luhmann. Tres concepciones postmodernas de los sistemas educativos: Foucault, Lyotard y Luhmann 3.1. Concepción de sistema educativo en Michel Foucault Foucault define el sistema educativo como «una forma política de mantener o de modificar la adecuación de los discursos, con los saberes y los poderes que implican» (2002:45). En este sentido, el sistema educativo es una estructura reguladora que funciona como despliegue del poder permitiendo la gobernabilidad de los sujetos racionales; es decir, responde a un conjunto de prácticas disciplinares y trabaja como un dispositif 4, por lo que es menester abordar la forma en que el sistema educativo se adecua en la sociedad postindustrial. El sistema educativo en la sociedad postindustrial Los objetivos del sistema educativo en el contexto de la postmodernidad están siendo dirigidos por una multiplicidad de preocupaciones institucionales que reflejan el énfasis que se pone en la tecnología como la directriz en cuanto que transmita información eficazmente. Los discursos que legitiman el uso de la tecnología en pro del desarrollo de capacidades humanas aparecen en 1963, en la obra de Douglas Englebart (citado en Popkewitz y Brennan, 2000: 201). En esta obra se describe el ámbito psicológico que integraba la tecnología, con la finalidad de afinar la capacidad humana para afrontar situaciones problemáticas complejas, obtener una comprensión adecuada de las mismas y poder resolverlas. A medida que el diseño, producción y puesta en práctica de las tecnologías aplicadas al campo educativo, incluidos ordenadores, telecomunicaciones y/o mass media, se han visto reducidas a estas preocupaciones instrumenta4 Un dispositif evoca a una serie de elementos discursivos que funcionan como despliegue del poder produciendo la gubernamentabilidad de los sujetos. Al esbozar una analítica del poder, Foucault, muestra que el poder no sólo es negativo, mandón, represor, censor y dominador uniforme, sino también positivo, productivo y creativo. Es ejercido sobre sujetos libres y sólo en la medida en que son libres. les; se ha comenzado a comprender que no son herramientas neutrales que se limiten a aportar oportunidades educativas para los usuarios. En lugar de eso se plantea el análisis de estas prácticas como un ‘despliegue’ de tecnologías de información y comunicación en el ámbito educativo. El término despliegue, es utilizado por Michel Foucault como traducción de dispositif, cuando cambia su pensamiento desde un análisis del poder como represivo a un análisis del poder como productivo: […] trato de designar con este nombre […], en primer lugar, un conjunto resueltamente heterogéneo, que implica discursos, instituciones, disposiciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas; en síntesis, tanto lo dicho como lo no dicho […]; el dispositivo es la red que puede establecerse entre esos elementos […] así cierto discurso puede aparecer ora como programa de una institución, ora por el contrario como un elemento que permite justificar y enmascarar una práctica que, en cuanto tal, permanece muda, o bien, funcionar como reinterpretación secundaria de esta práctica, brindarle acceso a un nuevo campo de racionalidad. Dicho con pocas palabras, entre dichos elementos –discursivos y no discursivos– existe algo así como un juego, cambios de posición, modificaciones de funciones, que pueden, también ellos, ser muy diferentes (Foucault cit. en Minello Martini, 1999: 99). Asimismo, se puede entender el dispositivo como una especie de formación que, en un momento histórico dado, ha tenido como función principal la de responder a una urgencia, operando de esta manera como una función estratégica de dominio. Foucault considera que en las fases iniciales de un despliegue del poder por medio del discurso se produce un curso objetivo de acción para abordar un problema, crisis o necesidad urgente históricamente específica. El despliegue se analiza a menudo como una formación concreta que responde a una 47 Emmanuel Álvarez Hernández necesidad urgente. Así, un despliegue tiene una función estratégica. El surgimiento de una función estratégica se pone de manifiesto por su influencia en los campos discursivos que la constituyen y por la importancia de la necesidad. Actualmente los sistemas educativos necesitan de un despliegue debido a la inclusión de las tecnologías de información, esta función estratégica o necesidad urgente consiste en preparar a los sujetos con las capacidades mentales o habilidades requeridas para una sociedad postindustrial. Este discurso psicológico sobre los sujetos y sus capacidades mentales, funciona para realizar el despliegue de la tecnología de la información en el campo de la educación, utiliza casi indistintamente significantes tales como era de la información, revolución informática y sociedad postindustrial. El siguiente análisis de ese discurso viene informado por los análisis de Foucault sobre la racionalidad gubernamental que constituye una forma de abordar el problema del aumento del poder político de razón y racionalidad para la gestión de la sociedad. Lo que se cuestiona es una racionalidad administrativa específica del despliegue de las tecnologías de la información en el campo de la educación. En el discurso sobre la sociedad postindustrial se sostiene que el sistema educativo moderno es anticuado para una era industrial que para otra en que la información se cosifica y se intercambia como un bien y que es propia de una sociedad postindustrial. Las escuelas deben responder a estas preocupaciones institucionales, reorganizando las prácticas curriculares y administrativas de la escolarización para reflejar esta nueva era. Se racionaliza diciendo que el espacio de la escolarización debe llevarse hacia una era de la información, que las iniciativas actuales para la reforma de la escolarización deben conseguir nada menos que una reestructuración de los sistemas educativos nacionales, preparándolos para una sociedad postindustrial en la era de la información. Para ilustrar un despliegue del discurso se ha tomado un ejemplo de Popkewitz y Brennan (2000): En algún momento, durante la segunda mitad del siglo XX, la sociedad occidental evolucionó 48 desde una industrial a otra postindustrial, o para ser precisos, a una sociedad de la información. La educación para una sociedad industrial se centraba en la enseñanza de tres cosas: lectura, escritura y aritmética. Su objetivo era producir una fuerza laboral disciplinada, puntual, conformista, especializada, que hiciera funcionar la maquinaria del Estado–Nación. La educación para una sociedad de la información se centrará sobre tres bases distintas: usuarios, ordenadores y comunicación. Su objetivo será producir una fuerza laboral creativa, adaptable, emprendedora, interdisciplinar, que ayude a resolver los problemas de este planeta (Popkewitz y Brennan, 2000: 214). Por medio de un discurso reductor y totalizador de la sociedad postindustrial, se racionaliza la urgencia del despliegue de la tecnología de la información en el campo de la educación. Así, la incorporación al despliegue de este discurso sobre la sociedad postindustrial, impone categorías estructurales reductoras de una sociedad postindustrial, que funcionan como la verdad de la realidad social. Charles Reigeluth (cit. en Popkewitz y Brennan 2000: 215) afirma al respecto que, desde la era agraria a la era industrial o postindustial o de la información, la sociedad ha experimentado cambios masivos que han alterado sus principios organizativos estructurales. Según argumenta, en la era agraria se organiza la educación como la escuela de una única aula, mientras que en la era industrial se configura la escolarización como un modelo de cadena de montaje industrial. Pero la cuestión es: ¿cómo vamos a reestructurar la escolarización ahora que la sociedad se adapta a las estructuras de la era de la información? Como ejemplo de ese discurso totalizador anteriormente comentado, el análisis reduce las intrincadas fuerzas sociales, económicas y políticas del cambio histórico a las discretas categorías estructurales de una sociedad monolítica. A través de ese discurso sobre la sociedad postindustrial, se asocian los problemas del actual sistema educativo con su diseño arcaico para una sociedad industrial. De este modo, Reigeluth legitima una construcción cosificada de la socie- Tres concepciones postmodernas de los sistemas educativos: Foucault, Lyotard y Luhmann dad postindustrial, que determina inevitablemente el propósito de las iniciativas para reformar el sistema educativo. Finalmente, este autor llega a la conclusión de que el sistema educativo tiene que modificarse para reflejar los cambios que se producen en la sociedad en una era de la información, y nos dice al respecto: Ahora que entramos en la era de la información descubrimos que se están produciendo cambios de paradigmas o que probablemente se producirán pronto en todos los sistemas escolares… está claro que los cambios de paradigma en la sociedad provocan (o exigen) cambios de paradigma en todos los sistemas sociales… no es nada extraño, pues que encontremos también la necesidad de un cambio de paradigma de la educación (Reigeluth cit. en Popkewitz y Brennan, 2000:216). Para concluir este apartado, cabe destacar que la idea del cambio paradigmático se sustenta en la visión inapropiada de la tecnología en la sociedad postindustrial, ya que al analizar el discurso es notable una especie de fe moderna en la tecnología informática como una salvadora del planeta. Por otra parte, una vez que el usuario haya adquirido las habilidades necesarias para la comprensión del manejo del ordenador, el usuario desea las posibilidades que le brinda la relación con la herramienta -en este caso el ordenador- si no la tiene disponible, porque le abre nuevas posibilidades de pensamiento y acción sin las que se sienta en desventaja; de esta manera se convierte en un instrumento indispensable de mentalidad y no simplemente en una herramienta. También debemos señalar que al trabajar con ciertas tecnologías computarizadas se puede reestructurar y redefinir el aprendizaje y la tarea del rendimiento; pero este rendimiento corresponde a la asociación entre el usuario con respecto de la tecnología, y no corresponde a la mejora del rendimiento del usuario por sí sólo, por lo cual no se puede conceptualizar al individuo independientemen- de la máquina. 3.2. Análisis del sistema educativo en Lyotard: la enseñanza y su legitimación por la performatividad En La condición postmoderna (1999), Lyotard nos maneja un problema medular que consiste en informar sobre el estado del conocimiento en las sociedades informatizadas. Nos muestra, por una parte, cómo se lleva a cabo la producción de saberes y su legitimación, y, por otra, detalla la transmisión de éstos. Es la transmisión de los saberes la parte que interesa problematizar en esta ocasión, debido a que esa labor le corresponde al sistema educativo. Lyotard asemeja el sistema educativo a un sistema de enseñanza; en él desplaza el concepto de Bildung5 por la transmisión eficiente de información, es decir, el antiguo principio de que la adquisición del saber era indisociable de la formación (Bildung) del espíritu, e incluso de la persona, cae y caerá todavía más en desuso. Esa relación de los proveedores y de los usuarios del conocimiento con el saber tiende y tenderá cada vez más a revestir la forma que los productores y consumidores de mercancías mantienen con éstas últimas, es decir, la forma valor. En cuanto a la transmisión del saber, o bien, la enseñanza, considera adecuado describir la manera en que el predominio del criterio de performatividad la afecta. El criterio de performatividad funge como principio rector de la legitimación de los saberes y su enseñanza; no es más que el discurso de la utilidad social con la cual el sistema dispone un mecanismo de control sobre la producción de los saberes; el criterio de performatividad se muestra así, como un criterio evaluador de la pertinencia que puede tener la producción y enseñanza de un saber con respecto del sistema social al cual se va a aplicar. 5 El término procede de la palabra alemana Bildung («educación») y fue utilizada por primera vez a principios del siglo XIX, durante las conferencias de Karl Morgenstern, un profesor de Estética y de Historia de la literatura y el arte asociado a las novelas de educación moral (Bildungsromance). Para él, la Bildung era «el medio moral de la educación» (Encarta 2007). 49 Emmanuel Álvarez Hernández La cuestión de la transmisión se subdivide pragmáticamente en una serie de preguntas: ¿quién transmite?, ¿qué?, ¿a quién?, ¿con qué apoyo? Una política universitaria está constituida por un conjunto coherente de respuestas a esas preguntas. Cuando se adopta la teoría de sistemas, se hace de la enseñanza superior un sub-sistema del sistema social, y se aplica el mismo criterio de performatividad a la solución de cada uno de esos problemas. Lo que se pretende obtener es la contribución óptima de la enseñanza superior a la mejor performatividad del sistema social. La enseñanza deberá formar competencias de dos tipos: • • Las destinadas a afrontar la competición mundial. Deberá continuar proporcionando al sistema social las competencias correspondientes a sus propias exigencias, que son el mantenimiento de su cohesión interna. En el contexto de la «deslegitimación», las universidades y las instituciones de enseñanza superior son solicitadas para que fuercen sus competencias y no sus ideas. La transmisión de los saberes ya no parece como destinada a formar una élite para guiar a la nación en su emancipación, sino que proporciona al sistema los jugadores capaces de asegurar su papel en los puestos pragmáticos de los que las instituciones tienen necesidad. Históricamente la función de la universidad pública se legitima bajo la idea de universalizar el saber, preparar a las élites liberales para la conducción del país a la emancipación y el progreso; sin embargo, de acuerdo con el contexto postmoderno, la universidad está supeditada a cumplir una serie de compromisos que la legitiman y la hacen pertinente. De esta manera, se ve obligada a modificar sus planes de estudio y actualizar sus competencias que en gran medida son afectadas por el criterio de performatividad, con ello su principio de autonomía es cuestionado. En este tenor, el compromiso de la universidad es entonces fortalecer una estructura de mercado con recursos humanos y de servicios competentes; ya 50 no es más un compromiso de estado, es decir, la antigua idea del compromiso social es desplazada por la demanda de las competencias, siendo así que el estudiante ya no será más un joven salido de las ‘élites liberales’, sino que es un usuario que tiende a dividir las funciones de la universidad en dos tipos de servicios: profesionalización y técnica. Por la función de profesionalización, como sucede en el contexto de las universidades públicas como lo es en el caso de nuestro país-, la enseñanza superior se dirige todavía a jóvenes salidos de las élites liberales a los que se les transmite la competencia que la profesión considera necesaria. Pero añaden destinatarios de los nuevos saberes ligados a las nuevas técnicas y tecnologías (jóvenes pero no activos). Por la función de la técnica, la universidad debe reformar sus programas dejando de lado su principio de autonomía y permitiendo la ingerencia del sistema empresarial en sus decisiones, debe propiciar las condiciones estructurales que posibiliten el dinamismo de la lógica de trabajo interdisciplinar y adecuarse a la construcción y distribución del conocimiento propio de las sociedades informatizadas. Además de las dos categorías que se reproducen, la profesión y la técnica, los demás jóvenes de la universidad no son contabilizados en las estadísticas de empleo. Son excedentes con respecto a las disciplinas que se encuentran (letras y ciencias humanas). Pertenecen en realidad a la nueva categoría de destinatarios de la transmisión del saber6, siendo así que este excedente de recursos humanos va conformando el nuevo magisterio de Educación Media. El nuevo curso de la transmisión del saber es conflictivo. Aunque lo que interesa al sistema, y a sus «decididores», es alentar la promoción profesional, experimentar con los discursos, las instituciones y los valores; los que son acompañados por desórdenes en el currículum, el control de conocimientos y de la pedagogía, y de recaídas sociopolí6 Con esta función profesionalista, la Universidad comenzó a desempeñar un nuevo papel en el marco de la mejora de las actuaciones del sistema: el del reciclaje o la educación permanente. Tres concepciones postmodernas de los sistemas educativos: Foucault, Lyotard y Luhmann ticas, aparece como poco operacional y no se le da crédito en nombre de la seriedad del sistema. Entonces, la responsabilidad de la toma de decisiones con respecto de lo que es saber y la enseñanza se confiará a las redes extrauniversitarias. El principio de performatividad tiene por consecuencia global la subordinación de las instituciones de enseñanza superior a los poderes. Desde el momento en que el saber no tiene un fin en sí mismo, como realización de una idea, su transmisión no es responsabilidad exclusiva de los ilustrados y de los estudiantes. Entonces, ¿qué es lo que se transmite en la enseñanza superior? Tratándose de profesionalización, y desde un punto de vista funcionalista, lo esencial de lo que se debe transmitir está constituido por un conjunto organizado de conocimientos. Ya no es indispensable que un profesor dicte una clase magistral y las preguntas sean contestadas por un ayudante en sesiones de trabajo. Al ser los conocimientos traducibles a un lenguaje informático, y al igual que la enseñanza tradicional es asimilable a una memoria, la didáctica podrá ser confiada a máquinas como bancos de datos de terminales inteligentes puestos a disposición de los estudiantes. La pedagogía no se vería afectada, siempre hay algo qué enseñar a los estudiantes: no los contenidos, sino el uso de terminales, es decir, de nuevos lenguajes y un manejo del juego del lenguaje de la interrogación: ¿cómo formular la pregunta para evitar errores? La pregunta planteada por el estudiante profesionalista, por el Estado o por la institución de enseñanza superior, no será: ¿es eso verdad?, sino: ¿para qué sirve? En el contexto de la mercantilización, dicha pregunta significa: ¿se puede vender? Y en el contexto de argumentación del poder será: ¿es eficaz? Pareciera que la disposición de una competencia performativa debería ser el resultado vendible y eficaz por definición. Y dejaría de ser la competencia en otros criterios como verdadero/falso, justo/ injusto. Desde este punto de vista, lo que se anuncia no es el fin del saber, sino que los bancos de datos serán las Enciclopedias, los cuales exceden la capacidad de cada utilizador. Constituye la ‘Naturaleza’ para el hombre postmoderno. La velocidad es una de sus propiedades, donde está permitido representar el mundo del saber postmoderno como regido por un juego de información completa y, en ese sentido, los datos son, en principio, accesibles a todos los expertos: no hay secretos científicos. Si la enseñanza debe asegurar la reproducción de competencias y su progreso, entonces la transmisión del saber no se limitará a las informaciones, sino que implicará aprendizajes de los procedimientos capaces de mejorar la capacidad de conectar campos (interdisciplinariedad), lo que la organización tradicional de los saberes trató de aislar, ya que la usurpación por parte de una ciencia del campo de otra sólo puede provocar confusiones en el sistema. La idea de la interdisciplinariedad pertenece en propiedad a la época de la deslegitimación y a su empirismo. La valoración del trabajo en equipo pertenece a la imposición del criterio performativo en el saber (equipos interdisciplinarios): La deslegitimación y el dominio de la performatividad son el toque de agonía de la era del profesor, éste no es más competente que las redes de memoria para transmitir el saber establecido y no es más competente que los equipos interdisciplinarios para imaginar nuevas jugadas o nuevos juegos» (Lyotard, 1998: 98). En este caso es pertinente considerar el replanteamiento del concepto de docente o profesor junto con sus nuevas labores. 3.3. El sistema educativo como un subsistema del sistema social Luhmann ha dedicado parte de su obra para analizar el sistema educativo como un subsistema básico de la sociedad o como «un sistema parcial del sistema 51 Emmanuel Álvarez Hernández social» (Luhmann, 1993: 281). En primer lugar, para Luhmann es necesario romper con la concepción de la Paideia griega plasmada en la caverna platónica (Libro VII de La República), ya que nuestro autor no acepta la definición de educación como perfeccionamiento, lo que se debe precisamente a su nula admisión de una gradación ontológica-axiológica; no existe un bien inmutable situado por encima de los demás, como la imagen del sol de la caverna. Considerando la perspectiva de la diferenciación funcional, ni cumbre ni centro, sino un conjunto operativo con un código funcionalmente específico y programas concretados según dicho código. Al respecto, Luhmann (1993: 20) nos diría que «la función por sí sola no ayuda a la determinación de la unidad del sistema: formar seres humanos puede ser tarea de toda la sociedad, y no algo específico del sistema educativo. El sistema para llevar a cabo la función, necesita desarrollar un código mediante el cual reconozca las operaciones que le son propias y la deslinde de las operaciones de otros ámbitos sistémicos». Cuando la teoría de los sistemas sociales de Luhmann pretende cambiar la axiología ontologista basada en un valor supremo por un código binario (instruido/no instruido, bien educado/mal educado, acreditado/no acreditado), la pregunta sería: ¿qué código resulta el idóneo para describir el funcionamiento del sistema educativo? Luhmann ha considerado la siguiente hipótesis: Efectivamente, también hay un código para la educación, pero –y ésta es nuestra hipótesis– no se encuentra en los programas del sistema: lo que se codifica es únicamente la selección social y no, como pretende la pedagogía, unos valores de acuerdo con una representación medieval de un mundo de perfecciones absolutas, axiomáticas, inmutables (Luhmann cit. en Colom y Mélich, 1994:94). A partir de aquí se ha pensado dedicar un apartado sobre lo que es selección social en el sistema educativo. 52 La selección social La selección social no es contraria a los fines de la educación porque ésta no es más que un proceso social. Dentro del sistema educativo aquello que explica la evolución del individuo es la carrera. El sistema educativo está codificado por la carrera y en el fondo de ésta yace la selección. Elogio y censura, calificaciones, evaluaciones, ascenso a cursos superiores, selectividad…, son codificaciones de la carrera del sistema educativo. Resulta importante comprobar cómo aquí Luhmann realiza una consideración antropológica de gran interés que modificará las normas de la cibernética clásica y que, de no tenerse en cuenta, haría imposible la concepción y la descripción correcta del sistema educativo. Nos referimos a la diferencia entre máquinas triviales y no triviales. Se ha tratado al educando como una máquina trivial, y ahí radica precisamente el error. Las máquinas triviales se caracterizan porque reaccionan de una forma fijada y constante a un determinado input produciendo un output. Según su programación, la respuesta es predeterminada. Sin embargo, las máquinas no triviales no actúan del mismo modo. En principio son capaces de preguntarse a sí mismas o, lo que es igual, están dotadas de autoconciencia, y su modo de actuación y comportamiento está en función del momento de su estado actual. Según el instante en que tiene lugar el proceso input/output, la respuesta varía. Todos los sistemas psicológicos, y el educando es uno de ellos, son máquinas no triviales. Resulta evidente que las máquinas triviales son mucho más fáciles en cuanto a control y evaluación que las no triviales. Los pedagogos han considerado a los educandos como máquinas triviales precisamente porque les es más sencillo el control de su comportamiento. Luhmann dice al respecto: En lugar de dar mayor libertad de movimientos al yo, de permitirle una mayor ‘inseguridad’ en su relación con el programa, se aferra el educador a una idea de libertad entendida Tres concepciones postmodernas de los sistemas educativos: Foucault, Lyotard y Luhmann como aceptación de lo necesario, como disposición a hacer por propia voluntad lo que se considera necesario: se admite la cooperación del yo, pero siempre que renuncie a estorbar el programa (Luhmann cit. en Colom y Mélich, 1994:96) Todo ello conduce a Luhmann a concluir que el sistema educativo sigue el modelo de los sistemas funcionales y se organiza según su código específico, la elaboración de una carrera. La aplicación de la teoría de sistemas al conocimiento pedagógico ha posibilitado el desarrollo del discurso educativo al margen de las regiones espiritualistas, axiológicas y culturales, y, en consecuencia, se ha logrado la apertura de la posibilidad cientificista de la educación. De aquí se deriva que el enfoque sistémico aplicado a la pedagogía sea teórico, conceptual e idóneo para construir una teoría de la educación. Aplicando la condición materialista de la ciencia a la pedagogía, el enfoque sistémico posibilita, por primera vez en nuestro contexto disciplinar, plantear un conocimiento acerca de los objetos pedagógicos y, en consecuencia, teorizar sobre un aspecto material, educativo y autónomo al mismo tiempo. Implicaciones de una postura sistémica aplicada a la teoría educativa. La teorización pedagógica centrada en fines no tiene lugar aquí, y menos la pretensión de multifuncionalidad del sistema educativo. En esos marcos tradicionales, lo mismo se trata del éxito de la comunicación como de la transformación de la persona, el cambio social, la emancipación o la lucha por la justicia. En los límites de la teoría luhmanniana, ésta multifuncionalidad va a contracorriente de la especialización y la consecuente diferenciación funcional de la modernidad. Al margen de que la pedagogía rechace la selección entendiéndola como un impedimento para la consecución de los fines educativos, la selección es el código que mantiene la autopoiesis del siste- ma. El sistema es el regulador de todas sus operaciones y el que hace posible distinguir entre un mejor y peor resultado educativo y tomar decisiones al respecto. En el cambio de óptica que esta teoría provee, queda evidenciado que la conducta didáctica factualmente tiene un efecto selectivo. Una y otra vez nos encontramos ante esto como un hecho inevitable. Por tanto, si la reflexión del sistema educativo ha de centrarse en la unidad de operación que permite especificar al sistema y a su teoría, entonces otros supuestos como los valores que sustenta la pedagogía humanista por decir algo, deben abandonarse. Debemos reconocer que los planteamientos de esta teoría fuerzan a una reconsideración del concepto de autonomía. Los sistemas sociales, debido precisamente a la presión de la diferenciación, autonomizan sus sistemas parciales. Imponen a la fuerza la autonomía del sistema parcial como correlato de la elevada complejidad social que se reduce con la diferenciación y gracias al aumento de complejidad en los propios sistemas parciales. La autonomía es un presupuesto de la especialización, es una condición y un resultado inevitable de la diferenciación funcional de la sociedad moderna. Esta teoría ofrece otra perspectiva para teorizar lo educativo; aquí se ha tratado de presentarla y seguirla en la medida de lo posible, considerando la complejidad de su concepción y formulación. Conclusiones A lo largo del presente trabajo se ha expuesto el desarrollo de tres propuestas que contribuyen a la investigación y reflexión sobre las nociones de sistema, sistema educativo, así también con otra serie de elementos discursivos que intervienen como la relación tácita entre la noción de despliegue, dispositif y metarrelato; también situamos los elementos que caracterizan la postmodernidad, que afectan y refieren al discurso educativo y sus prácticas, tocando puntos de convergencia entre la filosofía, la sociología y la teoría educativa, formulando una investigación 53 Emmanuel Álvarez Hernández interdisciplinaria en el marco de la postmodernidad. Se habló del impacto que tienen las TIC en el curso de los sistemas educativos, lo cual nos invita a repensar el papel del docente, del alumno y de las instituciones de educación superior. Cabe destacar que las tres perspectivas hablan acerca del mismo tema abordándolo cada una desde su horizonte lingüístico y disciplinario. Tomando en cuenta las grandes diferencias entre los autores, se pone de manifiesto la pérdida del sujeto como aquel centro moderno al cual se dirigían todos los esfuerzos educativos, es decir, se desplaza la visión emancipadora y formadora del sujeto integral que suponía ser el fin del proyecto educativo moderno; en su lugar, se pone en el centro el sistema, con lo cual el hombre deja de ser un fin y se convierte en un medio capacitado para cumplir funciones. Por lo tanto, aquella concepción de educación como Bildung heredada por la tradición alemana tanto de Johann Friedrich Herbart como de Karl Morgenstern, queda abandonada debido a la lógica de la oferta y la demanda. Es posible afirmar que parece conceder lugar para pensar el sistema educativo de manera muy similar a como lo hizo Durkheim con la educación, como aquella transmisión de conocimientos de las generaciones adultas a las jóvenes; sólo que ahora se podría sostener la idea de transmisión de información del sistema a los usuarios. Respecto de la explosión de las tecnologías de la información, y la consiguiente facilidad de acceso a una abrumadora cantidad de materiales de origen, en apariencia, anónimo, es parte integrante de la cultura posmoderna y contribuye a la disolución de los valores de identidad personal y responsabilidad. Con todo, se entiende la multiplicidad de estilos posmodernos como parte de un ataque al concepto representativo de arte, lenguaje, razón y educación, con lo que afirma más de lo que rechaza el modernismo de altos vuelos y allana, paradójicamente, el camino para su regreso triunfal. 54 Bibliografía Arrighi, G., Hopkins, T. K. y Wallerstein, I. (1999). 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