Grupo Coppan SC Panorama Estratégico Internacional Enero 2006 La evolución del orden internacional al iniciar 2006 no necesariamente coincide con el rumbo planteado por Estados Unidos. La gran guerra contra el terrorismo ha mostrado resultados limitados, y la amenaza sigue latente. Como parte de esta guerra se han emprendido acciones extraordinariamente costosas en Irak y Afganistán, que generaron nuevos escenarios, pero que a la fecha plantean más preguntas que respuestas. En Irak, en donde Estados Unidos ha realizado el despliegue militar más importantes desde Vietnam, se ha instalado con éxito uno de los principales enclaves de Al Qaeda, que no estaba ahí en los tiempos de Saddam Hussein. La presencia de Estados Unidos constituye su principal fuerza de atracción. A cuatro años de iniciada esta guerra, difícilmente se podría recomendar como el modelo a seguir para promover la democratización, fortalecer la seguridad internacional y acabar con el terrorismo. Demasiado costosa, poco eficaz y de resultados muy inciertos. El objetivo de la democratización en el Medio Oriente presenta resultados encontrados, pues quienes más han logrado avanzar en este proceso hacia la democratización son las organizaciones islamistas. Así ha sucedido en Egipto y Arabia Saudita, y en forma más que sorpresiva en Palestina, donde el grupo Hamas logró un contundente triunfo en las elecciones; lo mismo podría suceder en Siria y Jordania, si hubiese elecciones libres. El objetivo de contener el desarrollo de amenazas nucleares en Corea del Norte e Irán, tampoco ha tenido los resultados esperados. En Irán las presiones externas sirvieron para que el electorado se inclinara por un gobierno más nacionalista que el anterior, que ha convertido el desarrollo de su proyecto nuclear en un bastión de su soberanía. Aspecto muy significativo en los escenarios actuales es la relación entre Estados Unidos y sus vecinos, relación en la que el tema de la seguridad ha jugado el papel central, dejando de lado todos los otros temas que pueden dar sustancia a la relación. En el resto del continente los resultados electorales en Chile y Bolivia, se convierten en indicadores de tendencias que deben tomarse muy en cuenta, pues hablan de un electorado que favorece cada vez más a los actores políticos dentro del espectro centro-izquierda, cuyas agendas convergen cada vez menos con las posiciones de Estados Unidos. 2 Inciertos resultados de la guerra contra el terrorismo En su reciente discurso sobre el Estado de la Nación el presidente Bush dejó en claro que no existe otro tema central en su política nacional e internacional que la seguridad y la lucha contra el terrorismo. Ni siquiera el reto de las elecciones de mitad del periodo, en las que los republicanos pueden verse en serios aprietos, han podido generar nuevos elementos de discurso, lo que nos lleva a pensar que no habrá ningún cambio mientras permanezca en el poder. Sin embargo, la estrategia seguida hasta ahora presenta por lo menos cinco serios problemas. Permanencia indefinida en Irak. James Scowcroft, quien fuera Asesor de Seguridad Nacional en tiempos de la primera incursión militar en Irak, expresaba en reciente entrevista que la decisión de no ir más allá de obligar a la salida de Irak de Kuwait en 1990, se dio en función del nivel de incertidumbre que plantaba una ocupación militar de ese país. La actual administración Bush decidió entrarle y ahora ha quedado entrampada; al grado tal que la salida de tropas estadounidense ya no se plantea como una decisión política del presidente, que en sus últimos discursos ha dejado la decisión en manos de los militares “son los militares los únicos que nos pueden decir cuando podemos salir”. Continuación del terrorismo. El objetivo central de la administración Bush de evitar un nuevo golpe terrorista en suelo estadounidense se ha logrado. En este contexto, la inversión más cuantiosa en tiempos recientes en seguridad interna y externa parece haber dado sus frutos. Esto, sin embargo, esta lejos de significar una victoria. Las motivaciones de Al Qaeda no han cambiado, y la gran cruzada no ha logrado inhibir a los terroristas. Ha impedido hasta ahora nuevos golpes en suelo estadounidense, pero sus acciones han continuado en otras partes del planeta, no menos importantes para el resto del mundo, como Madrid en 2004, Londres en 2005 al igual que Egipto, Arabia Saudita, Indonesia, Jordania, y en forma muy significativa en Irak, donde los atentados terroristas han proliferado, a pesar de la presencia militar de Estados Unidos. Esta guerra ha costado a los contribuyentes estadounidenses alrededor de 500 mil millones de dólares en sus distintos componentes y ha llevado el déficit fiscal de los Estados Unidos a un estimado de 423 mil millones de dólares en el año fiscal 2006. A cinco años de emprendida esta guerra, la victoria ha resultado, en el mejor de los casos, pírrica. Cruzada por la democratización. El objetivo de terminar con las organizaciones terroristas como una vía para promover la democratización en países islámicos no sólo no parece avanzar en la dirección deseada, sino incluso en la dirección no deseada, cuando esta democratización ha llevado al fortalecimiento político de organizaciones islamistas, que buscan por la vía democrática llegar al poder. El mejor ejemplo es el reciente triunfo de Hamas en Palestina, aunque también están las evoluciones recientes en Egipto, Arabia Saudita y Yemen, en donde los grupos islamistas provenientes de la Hermandad Musulmana, que desde 1984 renunció a cualquier acción violenta, han aprovechado la apertura de espacios democráticos para acercarse al poder. Si el propósito es promover democracias seculares que abran puentes de comunicación y alianzas con occidente, este objetivo esta lejos de alcanzarse, pues todo indica que los objetivos de democratización, seguridad y estabilidad en países con historia, tradiciones y valores ciertamente distintos, difícilmente se construirán a imagen y semejanza de las democracias occidentales. 3 Unilateralismo fallido. Decía Richard Nixon en 1972 que la diversidad y complejidad de las relaciones internacionales habían llegado al punto en que Estados Unidos podía mantenerse como primera potencia mundial, pero que ningún Estado, ni siquiera Estados Unidos, tendría la capacidad de manejar en forma unilateral los hilos de la política mundial. El espejismo del triunfo de la Guerra Fría parece haber generado en un sector de la clase política estadounidense la falsa impresión de que Nixon estaba equivocado, pues como nunca antes el gobierno de Washington ha actuado como si efectivamente tuviesen la capacidad para entender y administrar la seguridad internacional en forma unilateral. Lo que los analistas describieron en 2003 como una profunda crisis del multilateralismo a partir de los disensos en el Consejo de Seguridad, ha probado ser uno de los principales y más preocupantes componentes de la nueva era. Difícilmente se puede hablar de consenso internacional o de instituciones internacionales fuertes en la mayor parte de los temas políticos, lo que se convierte en una seria limitación estructural para la acción colectiva internacional. Si las estrategias de Estados Unidos, aunque unilaterales, hubiesen resultado exitosas, los consensos ya se habrían construido. Cuando las cosas salen mal, las brechas se ensanchan y los consensos se dificultan aun más. Derechos ciudadanos limitados. El orgullo de la democracia estadounidense y de las democracias europeas ha estado fincado en buena medida en las libertades individuales. Históricamente las mayores críticas a los gobiernos autoritarios y no democráticos, desde la Unión Soviética hasta Irak, pasando ciertamente por Cuba, han sido por la ausencia de respeto a las libertades individuales. La guerra contra el terrorismo, en la forma en que se ha emprendido, ha provocado importantes fracturas en este bastión ideológico con fuertes impactos en nacionales y extranjeros. En el caso de estos últimos están todas las historias del trato a prisioneros en Irak y en Afganistán, tanto en sus territorios como en las prisiones de Guantánamo y en la forma en que se realizan hoy en día las “extradiciones”. Al interior de las democracias, la tendencia a ampliar las facultades de control y supervisión del Estado sobre el ciudadano se ha convertido en uno de los principales temas de debate, que incluso se ha convertido en tema de debate político en algunas de las principales democracias. El presidente Bush tiene que volver cada tres meses al Congreso para lograr una extensión de su Acta Patriótica. Esta situación también ha afectado en forma importante el acceso a los extranjeros, principalmente a Estados Unidos, pero también a la Unión Europea y a algunos países de Asia. No esta claro hasta dónde puede llegar esta tendencia. El fantasma de la amenaza nuclear La proliferación nuclear ha sido, desde hace cinco décadas, una de las amenazas más serias a la seguridad internacional. Los principales competidores en esta carrera han sido Estados Unidos y la Unión Soviética, en tiempos de la guerra fría, seguidos por Francia, Gran Bretaña, China e India, todos ellos miembros “oficiales” del Club Nuclear. Con debatible autoridad política los principales miembros de este Club han propugnado porque éste no se amplíe, considerando que entre más países posean armas nucleares, mayores los riesgos para la seguridad internacional. No se 4 cuestionan el “manejo responsable” de esta armas por parte de los miembros del club, pero sus miembros lo cuestionan en manos de otros Estados. En la práctica los resultados en materia de no proliferación han resultado exitosos; el Club Nuclear se ha mantenido reducido y los escenarios de tensión entre grandes potencias se encuentran en niveles bajos; hasta ahora. Sin embargo, los argumentos para la no proliferación siguen siendo endebles y políticamente tendenciosos. El caso más evidente es la tolerancia que los miembros del Club han tenido con Israel, asumido por todos como virtual miembro del club, mientras que frente a Irán y Corea del Norte, cualquier indicio de armamento nuclear se considera inaceptable. Este doble rasero se traduce en ineficacia en lo que hace a la política frente a los Estados, pues a nadie escapa el hecho de que la principal preocupación de Irán en este ámbito es Israel, y la actitud hostil de Estados Unidos. En el mismo contexto esta ahora la preocupación, aún mayor, de que un actor no estatal logre hacerse de los medios para detonar un artefacto nuclear, hecho nada remoto dado el posible acceso en la actualidad no sólo a la tecnología necesaria, sino incluso a una cantidad suficiente de uranio enriquecido. La debacle en el hemisferio Los resultados de la política de Estados Unidos en el hemisferio distan de ser halagüeños. Con sus vecinos, Canadá y México, Estados Unidos ha enfocado sus políticas en los temas de seguridad, con mínima o nula atención a otros temas como la administración de fronteras eficientes, la profundización del TLCAN, la búsqueda de soluciones reales a la problemática migratoria, y una interlocución política que, lejos de fortalecerse, se ha debilitado a partir del 2001. En el resto del hemisferio han sucedido cambios que nadie hubiera esperado apenas hace cinco años, lo que ha llevado a un desfase creciente de la agenda hemisférica. En este lapso Estados Unidos no ha tenido nada interesante que ofrecer ni a gobiernos ni a pueblos del continente, y la combinación de instituciones políticas desgastadas -partidos políticos- y gobiernos democráticos incapaces de remontar los rezagos económicos, sociales e institucionales de los países de la región, ha llevado a la proliferación de regímenes en distintas versiones del espectro centro-izquierda, desde el perfil moderado y funcional del socialismo chileno, hasta el exacerbado populismo y antiimperialismo del golpista venezolano. En esta evolución, Fidel Castro, símbolo de la anti democracia hemisférica, ha pasado del aislamiento a la camaradería con un buen número de líderes democráticos latinoamericanos. Los referentes comunes con los que cuentan los países del hemisferio están en uno de sus puntos más bajos. Corolario Los referentes en mención nos indican dos cosas. Por un lado, el papel predominante que tiene la política de Estados Unidos en el orden global y hemisférico. Por otro lado, que la recomposición del sistema habrá de pasar por una recomposición de la política estadounidense. Como indicamos al principio, todo indica que en el corto plazo, o mientras dure la gestión del presidente Bush, esto no habrá de suceder y las cosas no habrán de mejorar; desafortunadamente, que no mejoren, no significa que no puedan empeorar.