Viven en el Señor Rvdo. Don Tomás Arcas Mallo En la madrugada del 16 de agosto de 2016, y a las pocas horas de que concluyera la fiesta de la Asunción, Dios nuestro Señor llamó a su casa al sacerdote diocesano Don Tomás Arcas Mallo, a los ochenta y dos años de edad y cincuenta y siete de ministerio sacerdotal. Había nacido en Eresué. Cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario Conciliar de esta Diócesis y fue ordenado sacerdote el 21 de junio de 1959. Posteriormente obtuvo la licenciatura en Filosofía y Letras, sección de Filología francesa, y también cursó estudios en el Instituto Católico de París. A lo largo de su vida ejerció el ministerio sacerdotal en diversas parroquias de la Diócesis: en primer lugar, como Vicario parroquial de Boltaña, y posteriormente atendió pastoralmente las parroquias de Costean, Seira-Avi, Barbaruéns, Egep, Torre de Obato, Morillo de Liena, Foradada del Toscar y Navarri-Las Colladas. También fue Vicario parroquial de la Asunción (Catedral) de Barbastro y mantuvo una continuada colaboración con esta parroquia de Graus. Además, a lo largo de su vida sacerdotal fue llamado a servir a la Diócesis en los cargos de Prefecto del Seminario Menor, Secretario de Estudios y Profesor del Seminario Conciliar, así como en el de Director de la Obra Pontificia de las Vocaciones Sacerdotales. Obtuvo la cátedra de Lengua francesa en el Instituto Público de la ciudad de Barbastro, que ejerció durante varios años. En el año 2003 y a petición del Sr. Obispo de Nanterre, nuestro Obispo diocesano dio licencia para que fuera nombrado Vicario parroquial de Nª Sª de la Medalla Milagrosa, en el arciprestazgo de Malakoff, de la diócesis francesa de Nanterre. Terminado este servicio, se reincorporó a la diócesis de Barbastro-Monzón, donde ha ejercido la función de Archivero Diocesano mientras se lo permitieron sus fuerzas, progresivamente mermadas por la enfermedad que le ha acompañado con especial intensidad durante los últimos meses de su vida y que ha sufrido con ejemplar serenidad. Invocando la intercesión de la Santísima Virgen, en el misterio de su Asunción, encomendamos en las manos misericordiosas del Padre Dios a este su servidor en el ministerio sacerdotal, con la confianza de que le hará pasar al gozo del banquete de su Reino.