ROL DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA EN LA GESTACIÓN, CONSUMACIÓN Y AFIANZAMIENTO DEL GOLPE MILITAR DE 1973 2 MANUEL ACUÑA ASENJO ROL DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA EN LA GESTACIÓN, CONSUMACIÓN Y AFIANZAMIENTO DEL GOLPE MILITAR DE 1973 SERIE CODEHS ς EDITORIAL SENDA/SENDA FÖRLAG I STOCKHOLM 3 Diseño de la portada para la presente edición: Carlos Maria Alemparte, sobre la base de ideas del autor Diagramación y composición para la presente edición: Carlos María Alemparte Fotografías: Tomadas de diversas fuentes disponibles en Internet. ROL DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA EN LA GESTACIÓN, CONSUMACIÓN Y AFIANZAMIENTO DEL GOLPE MILITAR DE 1973 Manuel Acuña Asenjo © Santiago, septiembre de 2016. ISBN Nº 978-91-86431-32-7 Se autoriza la reproducción total o parcial con la única condición de citar la fuente. Editorial Senda/Senda Förlag i Stockholm Stockholm, Sverige 4 ÍNDICE INDICE, 5 PRIMERA PRESENTACIÓN, de Rafael Luis Gumucio, 11 SEGUNDA PRESENTACIÓN, de Óscar Ortiz, 19 A MANERA DE PRÓLOGO, 25 PARTE I: GESTACIÓN DEL GOLPE Título I: Nociones generales acerca de los golpes de Estado. ‘Modelos’ y formas de acumular. Preparación de un golpe de Estado. Condiciones que favorecen una asonada militar. La situación de las Fuerzas Armadas chilenas antes de la asunción de Allende. Las condiciones continentales, 27 Título II: Un conveniente recuerdo de Gramsci. El Estado como creación del arma. Descubriendo contactos. El Ejército comienza a actuar, 33 Título III: La representación política de las clases y fracciones de clase dominantes antes del golpe de Estado. La conducción de los sectores opositores, 38 Título IV: Comenzando la preparación del golpe. Incorporación de las distintas ramas. El ‘plan económico’ de la Armada. El partido ‘Nacional’ y la ‘Democracia Cristiana’ son informados del ‘plan económico’ de la Armada. El plan ‘SACO’, 42 Título V: La ‘Cofradía de Lo Curro’ y el ‘Comité de los 15’. La FACH desecha conversar con Pinochet para llevar a cabo el golpe y prefiere iniciar los contactos al interior con un ex edecán del presidente Frei, 58 Título VI: Los diputados demócrata cristianos aprueban la deslegitimación del Gobierno Popular. Reacción del general Prats. El general Bonilla intenta una última gestión con la ‘Democracia Cristiana’. Se malogra el plan. La ‘Democracia Cristiana’ es informada de la inminencia del golpe, 68 Título VII: Participación de la ‘Democracia Cristiana’ en la realización del golpe militar, 72 Título VIII: Participación de otros partidos o movimientos en la asonada de 1973, 77 5 PARTE II: CONSUMACION Y AFIANZAMIENTO Título I: Otro poco de teoría social para explicar la situación de los partidos con posterioridad al golpe militar, 82 Título II: La Junta Militar se instala. Primer Gabinete. Los primeros mandos medios del Gobierno Pinochetista. Saludo de organizaciones y personalidades. La dirigencia del partido ‘Demócrata Cristiano’ se reúne con la Junta Militar, 84 Título III: Apoyo demócratacristiano a la Junta en los sectores populares. Clotario Blest intenta reconstituir la verdadera CUT. Oposición de la ‘Democracia Cristiana’, 95 Título IV: Actitud de Eduardo Frei Montalva y de su familia tras la instalación de la Junta Militar. Actitud de la familia Aylwin, 98 Título V: Por qué la ‘Democracia Cristiana’ y no otros partidos. La razón, desde el punto de vista del sistema capitalista mundial SKM, 104 Título VI: Por qué la ‘Democracia Cristiana’ y no otros partidos. La razón, desde el punto de vista institucional, 107 Título VII: Por qué la ‘Democracia Cristiana’ y no otros partidos. La razón, desde el punto de vista de los ‘aparatos’ del Estado, 111 Título VIII: Por qué la ‘Democracia Cristiana’. La razón desde el punto de vista ideológico, 113 PARTE III: EL COMIENZO DEL FIN. Título I: Comienza el derrumbe de la influencia demócrata cristiana. Posibles causas, 116 Título II: La incorporación de Augusto Pinochet a la asonada. Aspectos generales del carácter del dictador. Los demás miembros de la Junta, 116 Título III: Objetivo y futuro del Gobierno Militar. Aparece Jaime Guzmán. El Ejército (Pinochet) se impone por sobre el resto del arma. Conflictos por la nominación de Pinochet, 119 Título IV: El general Lutz. Comienza a manifestarse el poder de Manuel Contreras. Salen de sus cargos Lutz y Bonilla. El general Prats y su mujer son asesinados. Lutz se enfrenta a Pinochet, 124 Título V: Proposiciones para la refundación del sistema capitalista en Chile. Se definen algunos lineamientos. Los trabajadores gobiernistas van a Ginebra, 127 6 Título VI: Las pretensiones demócrata cristianas comienzan a ser derrotadas. Conflicto por el problema de los plazos. Detención y expulsión. Enfrentamientos entre los generales Bonilla y Arellano, por una parte, y el coronel Manuel Contreras, por otra. Cambios en el alto mando, 135 Título VII: La muerte del general Augusto Lutz, 140 Título VIII : Muerte del general Bonilla. Atentado en Roma contra Bernardo Leighton. Eduardo Frei se convierte en la alternativa a la Junta. Arellano pasa a retiro, 144 Título IX: Ruptura definitiva. Cierre de la Radio Presidente Balmaceda. La muerte de Eduardo Frei, 152 A MANERA DE EPÍLOGO, 164 DOCUMENTOS ANEXOS, 171 1. Ultima carta de Salvador Allende a Patricio Aylwin, 172 2. Carta de Eduardo Frei Montalva a Mariano Rumor, 177 3. Carta de Eduardo Frei Montalva a Bernardo Leighton, 197 4. Carta (respuesta) de Bernardo Leighton a Eduardo Frei Montalva, 217 FUENTES BIBLIOGRÁFICAS 7 8 “El plano de la santidad, que nos pide el Señor, está determinado por estos tres puntos: la santa intransigencia, la santa coacción y la santa desvergüenza”. José Maria Escriva de Balaguer: “Camino”. 9 10 PRIMERA PRESENTACIÓN M anuel Acuña, en su libro Rol de la Democracia Cristiana en la gestación, consumación y afianzamiento del Golpe Militar de 1973, nos entrega un análisis profundo y documentado sobre el papel de la ‘Democracia Cristiana’ en la destrucción del sistema democrático chileno, a partir de 1973. Personalmente, pienso que el Chile republicano no se ha recuperado hasta nuestros días: en efecto, la famosa transición a la democracia no ha sido más que la prolongación, bajo formas más versallescas, de la hegemonía plutocrática instaurada por Augusto Pinochet, bajo el poder de los bancos y de grandes empresas que, actualmente manipulan a su gusto a los políticos que los representan en los poderes del Estado. El juicio de la historia es implacable: es muy difícil negar realidades y hechos que, de por sí, son indiscutibles e indesmentibles. A pesar de los esfuerzos de los dirigentes demócratacristianos actuales para negar el rol fundamental de la fracción freísta del partido ‘Demócrata Cristiano’ en la gestación, proceso e instalación del gobierno militar en el poder, un cúmulo de documentos y testimonios de algunos dirigentes de primera línea de ese partido prueban que el Golpe de Estado fue un proyecto gestado por la ‘Democracia Cristiana’, como actor principal del bloque derechista para acceder al poder del Estado que, según ellos estaba en peligro de caer en una dictadura marxista. Patricio Aylwin lo reconocía sin ambages: “Si hubiera tenido que elegir entre una dictadura marxista o una militar, claramente optaría por la segunda”. Cabe preguntarse si el Golpe Militar hubiese sido posible sin el apoyo decidido de la ‘Democracia Cristiana’. Como bien lo sostiene Radomiro Tomic, este partido no sólo era el dueño del poder legislativo, sino también era mayoritario en las organizaciones civiles que protagonizaron las acciones que fueron creando el clima favorable para la intervención militar y el consecuente derrumbe de la democracia. La ‘Falange Nacional’, un partido nacido en los años 30, estaba imbuido de un anti militarismo muy influenciado por el clima nacional, 11 contrario a las intervenciones militares. Con la caída de la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo, el rechazo a los militares por parte de los civiles fue mayoritario y muy radical —muchos oficiales no se atrevían, ni siquiera, a usar sus uniformes en público debido al miedo de ser insultados por los ciudadanos—. Don Rafael Luis Gumucio Vergara, líder conservador, parlamentario y padre espiritual de los falangistas, era un antimilitarista rabioso. Se cuenta una anécdota cuando era director del Diario Ilustrado: presenció, en compañía del humorista y eximio periodista, Genaro Prieto, el triunfo del golpe militar que exilió a don Arturo Alessandri, un tribuno del pueblo, muy odiado por los conservadores. Don Rafael Luis se mostraba feliz con la salida de este demagogo, pero Genaro Prieto le hizo ver que, como no había hecho la guardia (servicio militar) por ser cojo de nacimiento, ignoraba cómo eran en verdad los militares y cuando se tomaban el poder no querían abandonarlo nunca. Esta lección del humorista se mantuvo a fuego en la memoria de los fundadores de la Falange: jamás y bajo ningún motivo o pretexto sus militantes iban a apoyar una intervención militar. El día del golpe de Estado, don Bernardo Leighton recordó este episodio y quiso acudir personalmente a La Moneda a defender el gobierno democrático de Salvador Allende, pero fue impedido, prácticamente a golpes, por Florencio Ceballos, según lo relata en sus recuerdos. Leighton nunca pudo perdonar a Eduardo Frei Montalva, a Patricio Aylwin y a otros líderes derechistas democratacristianos de haber gestado y apoyado el golpe de Estado. El juicio de la historia ha sido certero para develar la infamia y traición de estos personajes políticos que, al apoyar a Pinochet y a sus secuaces, hundieron el ideal antimilitarista que dio nacimiento a la Falange y que, además, se mantuvo como principio fundamento en la historia de la ‘Democracia Cristiana’, concepción que diferenciaba este Partido de los socialistas, bastante proclive a las dictaduras militares —baste recordar que apoyaron el “Tacnazo”, durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva—. El libro de Manuel Acuña aporta una serie de pruebas de indudable valor histórico para demostrar cómo desde el comienzo del gobierno del Presidente Salvador Allende el sector freísta de la ‘Democracia Cristiana’ se empeñó en detener el avance del programa de la ‘Uni12 dad Popular’. En efecto, el Presidente Eduardo Frei Montalva recibió con profundo desagrado el triunfo de Allende, en las elecciones presidenciales de 1970 pues, en su alma, hubiera deseado un candidato del ala derecha de su partido —un Edmundo Pérez Zujovic, por ejemplo—. Muchos testigos presenciales relatan el estado de desánimo en que se encontraba Frei, como también el rechazo que le provocaba la presencia de Allende —se sentía como Kerenski chileno, como lo había pintado el fascista Plinio Correa de Oliveira— cuyo sólo humor salvó la primera tensa entrevista mutua luego que el electo mandatario se sentara en el trono presidencial y le preguntara: “¿Cómo me veo?” Existe una serie de documentos —algunos surgidos de la desclasificación por parte de Estados Unidos—, donde se retrata la zigzagueante actuación de Eduardo Frei Montalva en las diversas conspiraciones para evitar la asunción de Allende a la Primera Magistratura. Está probado que la directiva de la ‘Democracia Cristiana’ consultó con los militares sobre las condiciones contenidas en el famoso “Estatuto de garantías constitucionales”. La ‘Democracia Cristiana’ había elegido la estrategia de ‘los mariscales rusos’, como la definía Claudio Orrego Vicuña, es decir, permitir que ‘Unidad Popular’ se gobierno se instalara en Moscú —como ocurrió con Napoleón y con Hitler— para posteriormente diezmarla a causa del ‘invierno ruso’. Subyacía la idea de derrocar institucionalmente el gobierno de Allende por medio de obtención de una mayoría de dos tercios para acusar constitucionalmente al Presidente de la República. En la ‘Confederación de Partidos por la Democracia’ CODE, la ‘Democracia Cristiana’ era el partido mayoritario, por consiguiente, tenía el liderazgo de la oposición a Allende —baste recordar que Eduardo Frei obtuvo la primera mayoría senatorial por Santiago y ocupó en la Cámara Alta, el segundo cargo de poder dentro del Estado—. El líder democratacristiano Radomiro Tomic se convirtió en uno de los principales testigos de cargo en el juicio contra la derecha de su partido respecto a su colaboración y cooperación en la preparación 13 del golpe militar, y en la revista Chile-América escribía sobre la responsabilidad de la directiva en el golpe lo siguiente: “En primer lugar, el 9 de agosto de 1973, de acuerdo a la petición de Patricio Aylwin, el presidente Allende había formado un gabinete con participación institucional de militares; a los pocos días, la DC se desligó del compromiso y empezó a exigir la renuncia de los uniformados. En segundo lugar, el apoyo frontal de la DC a la huelga de los camioneros y otros sectores de claro carácter ´ilegal´ y absolutamente inmoral a la luz de la moral cristiana. Tercero, la declaración de la Cámara de Diputados, controlada por la DC, ´ilegalizando´ al gobierno; finalmente, la declaración de la directiva del PDC, del 2 de septiembre de 1973 en apoyo al golpe militar. Y el silencio del Congreso Nacional, poder constitucional cuyas dos ramas estaban en poder de la Democracia Cristiana, que se negó a todo pronunciamiento de solidaridad con el gobierno a raíz de la tentativa de golpe de Estado del 29 de junio y que aceptó sin protesta la clausura del 11 de septiembre”. Hay que recordar que el presidente del Senado era Eduardo Frei Montalva, como lo señalábamos antes, y de la Cámara de Diputados, Luis Pareto, ambos democratacristianos, que permanecieron pasivos ante la persecución y prisión de sus colegas por parte de la Junta de Gobierno. Cuando Frei Montalva acudió a saludar a la Junta Militar, como ex presidente del Senado, le fue confiscado el vehículo oficial para su vergüenza y humillación. Posteriormente participó, junto a los ex Presidentes Gabriel González Videla y Jorge Alessandri, en un Te Deum (en la Iglesia de la Gratitud Nacional) en acción de gracias por la proeza militar de haber bombardeado La Moneda y asesinado al presidente legítimo. Don Rafael Agustín Gumucio Vives, en su libro Apuntes de Medio Siglo, relata los esfuerzos de la ‘Unidad Popular’ con el fin de buscar un acuerdo con la ‘Democracia Cristiana’, que pudiera evitar el golpe de Estado en ciernes. Según Gumucio, cada vez que se llegaba a un posible acuerdo entre los representantes de la Unidad Popular y los de la ‘Democracia Cristiana’, un llamado de la directiva de este partido anulaba todo el camino avanzado. Así ocurrió, por ejemplo, con el caso de la Universidad de Chile y las tres áreas de la economía —pública, mixta y privada— antes de votar en el Parlamento el 14 proyecto de acuerdo ya se sabía que iba a ser rechazado por la directiva de la ‘Democracia Cristiana’. La ‘Democracia Cristiana’, en concomitancia con la derecha, se negó a conceder facultades extraordinarias al gobierno para combatir la subversión y los atentados terroristas luego del golpe de Estado frustrado en el ‘tanquetazo’. Como lo sostiene el dirigente demócratacristiano Renán Fuentealba, más del 90% de los militantes de ese partido ya estaban embarcados en la vía golpista y, además, competían con la derecha cuál de ambos conglomerados se mostraba más duro y decidido en la lucha contra el gobierno de la ‘Unidad Popular’. Durante el mes de agosto de 1973, el enfrentamiento entre el gobierno y la oposición alcanzaba los más altos grados de conflictividad: la lucha por el poder estaba al rojo candente. El Presidente, Salvador Allende, buscaba denodadamente el diálogo con Eduardo Frei Montalva; Gabriel Valdés se ofreció de emisario, pero Frei Montalva, rabioso y amargado, se negó rotundamente a dialogar con el Presidente de la República. El prelado de la iglesia, el cardenal Raúl Silva Henríquez, también hizo el último intento, pero también fracasó, pues Frei Montalva le preguntó si se lo pedía como católico, y el cardenal respondió afirmativamente; sin embargo, Frei resolvió enviar a su segundo, Patricio Aylwin, quien oficiaba como presidente de la DC. El diálogo entre Aylwin y Allende dio escasos resultados, pues la decisión de Frei y la directiva democratacristiana ya estaba tomada en el sentido de apoyar el golpe de Estado, cuyos actores principales serían los cuatro comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas. La obra de Manuel Acuña aporta antecedentes pormenorizados sobre las relaciones entre los ex edecanes de Eduardo Frei, Óscar Bonilla y Sergio Arellano Stark, y los delegados —destacaban los ex ministros de Defensa de su gobierno, Sergio Ossa Pretot, y Juan de Dios Carmona— que Frei enviaba para dialogar y planificar el golpe de Estado junto con los militares. El ex senador Renán Fuentealba, en una entrevista concedida a un medio de prensa, sostenía que el famoso diálogo fue un verdadero engaño, pues Frei y la directiva de su partido ya estaban embarcados 15 en el golpe de Estado, y lo único que podían aceptar era la rendición incondicional del Presidente Allende y su gobierno. Una vez decidido el golpe de Estado, sólo restaba darle una imagen ‘institucionalidad’: seis diputados democratacristianos —José Monares, Baldemar Carrasco, Gustavo Ramírez, Eduardo Sepúlveda, Lautaro Vergara y Arturo Frei Bolívar— elaboraron un proyecto de acuerdo por el cual se acusaba al Presidente de la República de violar la Constitución y las leyes, que no fue una decisión individual de algunos diputados, sino un acuerdo de la directiva de la DC, que según el general Carlos Prat, constituyó “[…] un hachazo decisivo, con el que se cercenaba en dos partes el tronco de la comunidad nacional”. El diputado Bernardo Leighton, inquieto y preocupado ante un proyecto de acuerdo que avalaba el golpe de Estado y lo justificaba institucionalmente, pidió al presidente del partido, Patricio Aylwin, que aclarara que el voto de la Cámara de Diputados no significaba dar el pase al golpe de Estado. Ya en el exilio, Leighton reconoció haber sido engañado por la directiva de su partido. Una vez producido el golpe de Estado, ya el 12 de septiembre, la jefatura de la ‘Democracia Cristiana’ reconocía a la Junta Militar instalada en el poder, culpando al gobierno de la ‘Unidad Popular’ de haber conducido a Chile al desastre económico, político y social, y sosteniendo que los militares no habían buscado el poder, que sólo habían actuado para enfrentar “[…] los graves peligros que amenazaban a la nación chilena […]”, y que los miembros de la Junta Militar “[…] interpretan el sentimiento nacional y merecen la patriótica colaboración de todos los sectores”. Eduardo Frei Montalva envió una carta al Secretario General de la Internacional Democratacristiana en la cual defiende el golpe militar, justificándolo como necesario debido a la situación de caos en que vivía el país. 16 La mayoría de los funcionarios civiles del régimen recién instalado pertenecían a la ‘Democracia Cristiana’ previa autorización de la directiva para ocupar esos cargos. Por otra parte, Enrique Krauss, Juan Hamilton y Juan de Dios Carmona, fueron destinados a viajar por América Latina para justificar la instalación en el gobierno de la Junta Militar. El partido ‘Demócrata Cristiano’, durante los primeros meses de la dictadura, actuaba como partido de gobierno representando a la civilidad, y confiaban en que la intervención militar sería de corta duración para dejar, posteriormente el poder a Eduardo Frei como Presidente de la República y la ‘Democracia Cristiana’ como principal partido de gobierno, aduciendo que con este fin habían adherido al golpe y a la Junta de Gobierno, recién instalada. No fue necesario mucho tiempo para que la DC se diera cuenta de que el sector duro de los militares, encabezados por Augusto Pinochet, no estaban dispuestos a fijarse plazos, sino metas, cuyo fin decían, era “[…] la refundación del país” sobre la base de un corporativismo católico ultra reaccionario, tributario de las ideas de Francisco Franco, un ultra liberalismo en la economía, contenido en El ladrillo, de autoría de economistas de la Universidad Católica, becados en la Universidad de Chicago —los Chicago Boys—. Los militares, simpatizantes de la ‘Democracia Cristiana’, y que habían sido los líderes del golpe militar, paulatinamente fueron desplazados del poder o bien, asesinados. Óscar Bonilla, por ejemplo, murió en un extraño accidente de aviación, al regreso de las Termas de Panimávida. El general Augusto Lutz fue asesinado en el Hospital Militar, posiblemente con una bacteria proporcionada eventualmente por químicos de la Dina, entre ellos Eugenio Berríos —posteriormente asesinado en Uruguay—, y Sergio Arellano Stark, desprestigiado por conducir la “Caravana de la muerte”, fue llamado a retiro por Pinochet. El fin del matrimonio entre la ‘Democracia Cristiana’ y los militares se produjo cuando la Junta decidió intervenir la Radio Balmace17 da: el intercambio de cartas habido entre Patricio Aylwin y Óscar Bonilla —en ese entonces ministro del Interior— fue humillante para el presidente de la DC, pues le recordó que representaba sólo la autoridad administrativa de un Partido en receso y que debía dirigirse a las autoridades del gobierno con el debido respeto de su investidura. El libro de Manuel Acuña demuestra fehacientemente la culpabilidad de la ‘Democracia Cristiana’ en la planificación y realización del proceso que llevó a la destrucción de la democracia en Chile. Este hecho rotundo no puede ser negado por ningún historiador que se precie de tal, y será una mácula permanente en la historia de este partido que no podrá ser borrada, ni siquiera por la firma de la carta de los trece democratacristianos consecuentes que condenaron el golpe de Estado. Rafael Luis Gumucio Rivas Historiador Santiago, 23 de mayo de 2016 18 SEGUNDA PRESENTACIÓN M ientras se estaban realizando las exequias del ex presidente Patricio Aylwin, en abril de este año, y escuchaba yo y leía los comentarios que se formulaban —como libreto— sobre su inmaculada trayectoria, una interrogante quedó rondándome: ¿fue Aylwin el General Civil del cruento Golpe de Estado de 1973, en su rol de presidente del partido ‘Demócrata Cristiano’ DC? Aunque este punto ha sido excluido de cualquier alocución entre los partidos de la antigua ‘Unidad Popular’, aún subsiste la duda histórica sobre la ‘Democracia Cristiana’. Al primero que escuché reflexivamente referirse sobre la esencia de la DC fue a mi maestro, Clotario Blest, a inicios de 1971, cuando, luego de agitar un periódico, me paralizó con un comentario: “Creo que están ocultando la pista de la ‘Democracia Cristiana’ en el caso del asesinato del General Schneider”. Yo, que era en ese momento un adolescente de quince años, ingenuamente le inquirí por qué lo decía, y su contestación fue contundente y avasalladora: “Debes saber que ese partido es un resabio de la Inquisición. Son criatura de los jesuitas —con quienes yo me eduqué—, anticomunistas de piel; todo lo que huela a popular o libertario es para ellos subversivo. Tienen al tal cura Alberto Hurtado —compañero de curso mío en el seminario—, un pituco que solo buscaba reivindicar a Jacques Maritain, un supuesto filósofo de lo Socialcristiano. Todos los demócratacristianos son instrumento de la reacción más recalcitrante, los conozco desde los años treinta. Eduardo Frei, a quien aprecio y admiro por su intelectualidad, es lamentablemente un beato religioso. Para él sólo la Iglesia vale”. Eran meses aquellos en que el Fiscal Lyon continuaba con la investígación en torno al atentado del Comandante en Jefe, René Schneider, encontrando nuevos rastros interesantes. A medida que el proceso avanzaba, no sólo militares de alta graduación se vinculaban al complot, sino que civiles, mayoritariamente demócratacristianos. La ma19 quinación surgió inmediatamente al triunfo electoral estrecho del candidato Allende sobre su contendor Alessandri y que debía ser ratificado por el Congreso Nacional en un plazo de dos meses. Resueltos a que este trámite constitucional no se concretara, un grupo de militares y civiles decidieron realizar diversas acciones terroristas, entre otras, la operación contra Schneider para provocar un Golpe de Estado. Aunque la CIA colaboró con dinero y armas a través del grupo del general Camilo Valenzuela, con dos intentos de raptos fallidos al Comandante en Jefe del Ejército, fue el otro grupo, dirigido por el general Roberto Viaux, quien pudo culminar la tarea que implicaba su asesinato. Los integrantes de este comando sedicioso siempre confesaron ante el Fiscal Fernando Lyon que ellos fueron financiados y protegidos por sectores del gobierno DC. Según ellos algunos personeros gubernamentales al ver que parte de su tienda partidaria se inclinaba por apoyar en el parlamento a Salvador Allende —iniciativa promovida por la tendencia “tercerista” que después se alejó de la ‘Democracia Cristiana’ para formar la ‘Izquierda Cristiana’— decidieron sumarse a la conjura. El propio general Viaux en declaraciones exclusivas dadas a la periodista Florencia Varas, en su libro ‘Conversaciones’, señala que su grupo siempre estuvo seguro del éxito de su maniobra, pues tenían luz verde desde la propia Moneda. Desafortunadamente —quizás por qué extraño designio— nunca se pesquisó seriamente esta pista. Durante el trienio del Presidente Allende, los demócratacristianos pudieron actuar con absoluta libertad en sus trajines conspirativos, al margen de organismos de inteligencia foráneos. Se incubó en esos años el huevo de la serpiente de la política chilena, que implicó el apoyo público el mismo día del Golpe y la justificación de no considerarla una dictadura porque como Aylwin señaló en diversas oportunidades “[…] no había un dictador que concentrara un poder omnímodo, pues existía una Junta que gobernaba sí autocráticamente”. De ello, de su accionar de plena cooperación a la tiranía, de sus negociaciones con los militares e incluso del arrepentimiento mediático 20 y su limpieza de imagen, objetivamente nos da más antecedentes Manuel Acuña en el presente texto. Oscar Alberto Ortiz Vásquez Historiador. Santiago, septiembre de 2016 21 22 “[…] el demócrata sale de la derrota más ignominiosa tan inmaculado como inocente entró en ella, con la convicción de nuevo adquirida de que tiene necesariamente que vencer, no de que él mismo y su partido tienen que abandonar la vieja posición, sino que, por el contrario, son las condiciones las que tienen que madurar para ponerse a tono con él”. Karl Marx: “El dieciocho brumario de Luis Bonaparte”. 23 24 A MANERA DE PRÓLOGO C uando nuestro buen amigo Óscar Ortiz nos entregó el borrador de un libro que está escribiendo sobre sus memorias (lo piensa editar en una fecha próxima) no nos imaginamos las sorpresas que el contenido de esa obra nos iba a deparar. Porque en varios de sus capítulos se refiere Óscar a los esfuerzos realizados por Clotario Blest (con quien trabajamos durante la dictadura en la defensa de los derechos humanos) en torno a reorganizar la ‘Central Única de Trabajadores de Chile’ CUT —disuelta por la Junta Militar tras el golpe de Estado de 1973—, y las dificultades que había encontrado para realizar esa tarea por la actitud intransigente de los ex dirigentes de esa Central afiliados al partido ‘Demócrata Cristiano’. Y eso nos llevó a cavilar acerca de algunos acontecimientos. Muchos de nosotros conocíamos los intentos del general de aviación Nicanor Díaz Estrada de promulgar —durante el tiempo que se desempeñó como ministro del Trabajo de la dictadura— lo que, en los años ‘73/’74 y parte del ’75, se conoció como ‘Estatuto Social de la Empresa’; asimismo, sus vinculaciones con el único sindicalismo tolerado que, en esos años, prestaba su incondicional apoyo al régimen pinochetista. Vistos esos acontecimientos desde el punto de vista de Óscar, tales maniobras no aparecían como un simple engaño de la cúpula militar a la población chilena, sino el resultado de una sórdida lucha librada por un grupo que fue opositor al Gobierno Popular en torno a impulsar determinadas formas de convivencia nacional al amparo de las condiciones que había proporcionado la asonada militar. Lo interesante de todo ello era que nos hacía reflexionar acerca de dos hechos: 1. Cómo era posible que cierto grupo de dirigentes sindicales, de reconocida filiación política, se atreviera a exigir determinadas reivindicaciones —o, lo que era igual, la implantación de determinadas políticas—, a un régimen militar como el instalado en Chile sin tener, aparentemente, el poder o la fortaleza para hacerlo; y, 2. Cómo determinar si las causas de tal comportamiento estaban o no relacionadas con la presunta ayuda prestada por esos dirigentes a la gestación, consumación y afianzamiento 25 de la asonada; o si, al menos, hubiere existido el compromiso de alguna fuerza política vinculada a esos mismos sindicalistas que, ligada a los sectores militares perpetradores del golpe en contra el gobierno de esa época, los habilitara para formular tales exigencias. Dado que la generalidad de los dirigentes que practicaban tal proceder estaban afiliados al partido ‘Demócrata Cristiano’ nos pareció no sólo conveniente analizar el rol de esa organización política en los luctuosos hechos de 1973 y los años que siguieron, sino absolutamente necesario. El presente trabajo versa sobre esos tópicos. Fuerza es decirlo: las sorpresas continuaron, porque si bien hasta ese momento la generalidad de la población chilena mantenía la creencia que el golpe había sido preparado y consumado por la CIA a petición de ‘la derecha’, los hechos no parecían dar razón a ese tipo de razonamientos. Sobre todo, para quienes estimamos que las sociedades están compuestas por clases sociales cuyas fracciones, por razones de las funciones asignadas a ellas en el proceso productivo, se encuentran en permanente disputa en defensa de sus respectivos intereses. Aseverar que la CIA era la única y exclusiva culpable de todo lo sucedido nos resultaba no sólo insuficiente sino, además, risible; no era diferente la circunstancia de culpabilizar de lo mismo a una ‘derecha’, conspiradora y golpista, que era capaz de manejar a su entero arbitrio al estamento armado. Y, por supuesto, idealizar a una ‘izquierda’ ajena a lo que sucedía, ingenua y desprevenida. ¿Dónde, entonces, podían descubrirse las contradicciones de clase? ¿En las que existían a nivel internacional? Bien, pero ¿cómo conectar dichas contradicciones con la situación local, cómo compatibilizar esas contradicciones con el devenir social en Chile? Tales observaciones nos hicieron concluir que el análisis de la participación de la ‘Democracia Cristiana’ en el golpe de 1973 era no sólo necesario sino urgente porque no explicaría únicamente en parte la historia del golpe militar sino lo que hoy sucede en la escena política nacional. Es lo que hemos intentado hacer en este trabajo; esperamos que no defraude a quien ha tenido la oportunidad de tenerlo en sus manos. 26 PARTE I: GESTACIÓN DEL GOLPE. Título I: Nociones generales acerca de los golpes de Estado. ‘Modelos’ y formas de acumular. Preparación de un golpe de Estado. Condiciones que favorecen una asonada militar. La situación de las Fuerzas Armadas chilenas antes de la asunción de Allende. Las condiciones continentales. E l sistema capitalista no es un sistema por entero rígido; tolera modificaciones o reformas, pero bajo la estricta condición que aquellas no sobrepasen los límites establecidos por él mismo pues no ignora, en su calidad de sistema, que cuando esos límites son excedidos puede degenerar o derivar en otro diferente; lo cual, en palabras más directas, significa que puede morir. Y puesto que los sistemas, como los seres vivos, no tienen vocación suicida, se defienden y protegen ante cualquier amenaza que pueda acecharlos. Por eso, cuando las reformas propuestas amenazan modificar las estructuras del sistema, es natural que éste reaccione, suspenda la vigencia de su normal forma de funcionamiento —la democracia—, y la reemplace por una nueva que, en teoría, se conoce bajo el nombre de ‘gobierno de excepción’ o ‘dictadura’. De lo cual podemos colegir, para no engañarnos, que la democracia es la forma normal de gobierno dentro del sistema capitalista y la dictadura su ‘gobierno de excepción’. Una dictadura se origina en virtud de lo que se denomina ‘golpe de Estado’ —operación que es realizada por el estamento armado de la sociedad, es decir, sus institutos militares—, y tiene por objeto corregir el rumbo fijado por la administración derrocada. Sin embargo, no es lo único que justifica su ocurrencia pues, a la vez que realiza aquella finalidad, debe asegurar una circunstancia crucial: jamás las prácticas que lo originaron han de volver a repetirse. Porque lo que verdaderamente interesa al sistema es funcionar ordenadamente, sin las trabas e inconvenientes que puedan poner en peligro una ágil y oportuna percepción de plusvalor. De lo dicho se desprende que, en tanto se pretenda introducir reformas que amenacen las estructuras del sistema, los golpes de Estado siempre volverán a repetirse. Y es que el golpe de Estado es 27 consubstancial al sistema. Existe en tanto es éste amenazado, y se desencadenará tantas veces como sea necesario si es que vuelven a manifestarse las condiciones del caso. Por consiguiente, aseverar que ello jamás volverá a suceder en un sistema de dominación —como, a menudo, suelen señalarlo los partidos ‘de izquierda’—, o acuñar frases irresponsables —como aquella que vocea un ‘Nunca más’—, es propagar una mentira, es engañar a una población que ignora las duras reglas de funcionamiento de una estructura social. Puesto que el sistema capitalista se ha impuesto para extraer plusvalor a un sector de la sociedad que está dominado por otro, todo golpe de Estado se consuma para asegurar la eficiente extracción de ese plusvalor o, lo que es igual, para mantener la existencia contrapuesta de compradores y vendedores de fuerza o capacidad de trabajo. En otras palabras: un golpe de Estado se realiza para afianzar definitivamente la forma de acumular que existe o para iniciar el relevo de la misma por otra que asegure una más conveniente y fluida percepción de plusvalor. Por consiguiente, cuando es posible continuar con la aplicación de la forma de acumular vigente, ésta se mantiene y robustece; si la respuesta es negativa, una nueva reemplaza a la anterior. Por eso, una de las tareas fundamentales de la forma dictatorial de gobierno que se establece es determinar cuál ha de ser la forma más eficiente de acumular. En la jerga que emplea la Economía para referirse a ese tema se recurre, normalmente, a la expresión ‘modelo económico’, y así se habla de cuál o qué ‘modelo económico’ ha de regir. Sostenemos nosotros que la palabra ‘modelo’ no representa más que un simple eufemismo cuya finalidad es describir lo que en realidad no es más que una forma de acumular. Preferimos, por lo mismo, decir que se trata de una ‘forma de acumulación’. No existe golpe de Estado realizado sin preparación; no existe golpe de Estado que no haya sido previamente planificado por sus gestores. Un golpe de Estado no es un acto reflejo, un acto que realiza inconsciente e impensadamente un grupo social como natural reacción a un estímulo determinado. Por el contrario, se trata de un acto por entero consciente, una acción minuciosamente planificada, una decisión profundamente racional y estudiada hasta en sus más mínimos detalles. Y eso requiere tiempo y dedicación. Un lapso que medie entre la 28 concepción del hecho y su realización, dentro del cual los elementos que van a ser útiles para la realización del mismo han de ordenarse convenientemente. La ejecución de la asonada se realiza a través de los institutos armados pues éstos constituyen el único poder capaz de ocupar militarmente todo el territorio de una nación bajo una dirección vertical. General Carlos Prats González Un golpe de Estado no se da cuando los gestores quieren o deseen; previo es que concurran ciertas circunstancias o condiciones que lo favorezcan y que, por lo mismo, se denominan ‘condiciones favorables’. Algunas de éstas constituyen verdaderas acumulaciones de hechos en el tiempo que facilitan su consumación; ausentes ellas es muy difícil —por no decir ‘imposible’—que el golpe se lleve a cabo. 29 De si las mencionadas circunstancias se dieron en el caso del golpe de Estado en Chile de 1973, sostenemos nosotros que sí, que sí se dieron, siendo ello, por consiguiente, una circunstancia digna de ser analizada. El general (R) Horacio Toro, partícipe en la asonada de 1969 (‘Tacnazo’) y miembro del Consejo Asesor de la Junta (CAJ) a poco de consumado el cuartelazo de 1973, en una entrevista que concediera a Mónica González, señala, al respecto: “Entre 1945 y 1960 el sistema militar fue asumiendo gradualmente la Doctrina de Seguridad Nacional durante gobiernos democráticos y sin que la sociedad chilena y esos gobiernos tuvieran noción clara de la transformación. Lo que hizo crisis fue un movimiento civilista: la no incorporación de militares a un proceso de enriquecimiento democrático que se expresó en su segunda etapa a partir de la caída de Ibáñez, cuando los gobiernos civiles democráticos asumieron la revancha del movimiento militar de 1925 a 1931. Eso produjo una reducción del poder militar, se desarrolló una política de restricciones que lo fue arrinconando, despojándolo de recursos. Las unidades que hasta 1920 estaban completas de acuerdo a los cuadros orgánicos fueron después simuladas y se fue cayendo hasta en el ridículo. Eso llegó a su clímax en la década del 60 cuando las prioridades del desarrollo social, que venía con atraso, se convierten en la principal preocupación nacional”1. Estas circunstancias fueron, a no dudarlo, condiciones favorables al alzamiento. Pero, como muy bien lo señala el general (R) Toro, la sola ‘Doctrina de la Seguridad Nacional’ no iba a ocasionar la asonada sino se requería que la sociedad civil actuara en contra de los institutos armados por sus actuaciones en los sucesos que ocurrieron en el período de 1925 a 1931, y los aislara del resto de la comunidad. Y así sucedió. La sociedad civil abandonó y tomó distancia de los institutos armados en las diferentes administraciones que se sucedieron hasta 1970. El general Carlos Prats, en sus ‘Memorias’, se refiere a esta situación previa al golpe militar de 1973, atribuyéndole gran parte de la culpa al partido ‘Demócrata Cristiano’, bajo cuya administración se realizó el ‘Tacnazo’: González, Mónica: “La Conjura. Los mil y un días del golpe”, Catalonia Limitada, Santiago, 2012, pág. 30. 1 30 “[…] la Democracia Cristiana cometió un grave error histórico al menospreciar a las Fuerzas Armadas, en las que se venía acumulando durante treinta y cinco años un fermento de frustración profesional y la desatención de sus necesidades sociales por los sucesivos gobiernos. Las plantas institucionales habían experimentado un crecimiento insignificante y, en relación al crecimiento de la población, su porcentaje había disminuido al 0,42%. Las remuneraciones del personal eran bajísimas, en relación a las del nivel de la clase media profesional y técnica y las rebajas presupuestarias afectaban sin consideración alguna a las tres instituciones, en beneficio de otros programas y servicios, resultando el Ejército el principal perjudicado en su conscripción, que desciende al 50% de su nivel mínimo indispensable”2. Esta idea, según la cual, una de las razones de la asonada de 1973 puede encontrarse en la situación de abandono de los sectores castrenses por la administración civil, es sostenida también por Arturo Fontaine Aldunate quien, a propósito de la rebelión de, Regimiento ‘Tacna’ en 1968, señala, al respecto: “El 13 de julio de 1967, el diario El Mercurio publica una carta del ‘Coronel N.N. de las Fuerzas Armadas —resultó ser el Coronel Orlando Gutiérrez de la Fuerza Aérea—, que expone con la mayor franqueza la situación en que se encuentra un jefe militar que ve alejarse del servicio, por razones económicas, a sus mejores subordinados, y el riesgo que las malas remuneraciones puedan traer para la disciplina y capacidad operativa de la fuerza a su mando. Estas son algunas de las señales de frustración surgidas a la luz pública. Frente a cada una de ellas hubo nerviosismo político y toma apresurada de medidas. Pero nada se hizo en el fondo para volver a su sitio a las Fuerzas Armadas, después del descenso que sufrieron a raíz de la caída del Presidente General Carlos Ibáñez del Campo en 1931”3. Prats González, Carlos: “Memorias”, Pehuén Editores Limitada, Santiago, 1985, pág. 103. 3 Fontaine Aldunate, Arturo: “Los economistas y el presidente Pinochet”, Empresa Editora Zig-Zag S.A., Santiago, 1988, pág. 15. 2 31 Es conveniente, sin embargo, que nos refiramos, aunque sea brevemente, a la llamada ‘Doctrina de Seguridad Nacional’. Desarrollada en el ‘War College’ y en la Escuela Superior de Guerra de Brasil tuvo como sus mentores a los generales Golbery Do Couto e Silva y Texeira Soares, entre otros. Profundamente antimarxista, elaborada en un mundo por entero bipolar en donde uno de sus extremos representaba el bien siendo el otro símbolo del mal, no debía sorprender que el ‘enemigo’ dejase de ser el sempiterno extranjero que ‘viene a robarnos nuestros empleos’ o un simple ‘vecino exótico’, para transformarse en el sujeto que opera en casa, al interior de cada país: bajo esa concepción, de ahí en adelante, la ‘guerra’ pasaría a librarse entre nacionales, entre personas de un mismo país donde los ‘buenos’ deberían imponerse sobre los ‘malos’. En nombre de esa idea se habían realizado numerosos golpes de Estado en Latinoamérica. No tenía por qué ocurrir de manera diferente en Chile luego de la elección de un presidente marxista, encarnación del mal. Así lo expresa, también, Arturo Fontaine: “La democracia de partidos, que sigue al parlamentarismo, descansa en la paciencia de los militares, postergados y no pocas veces humillados. El Presidente Allende, con su ideología marxista, con su GAP (servicio de seguridad personal, apodado por el propio Allende como Grupo de Amigos Personales); con los intentos de milicias populares; con los llamados cordones industriales u organizaciones milicianas en las industrias; con el slogan ‘armas tendrá el pueblo’ difundido también por el Presidente; y con la ENU (Enseñanza Nacional Unificada, sistema de concientización escolar del régimen marxista), amenaza con transformar la postergación de las Fuerzas Armadas en intentona de destruirlas. El régimen de la Unidad Popular despierta al león dormido” 4. 4 Fontaine Aldunate, Arturo: Obra citada en (3), pág. 16. En su profundo rencor hacia el régimen de la ‘Unidad Popular’ comete, sin embargo, dos errores el autor en su explicación. Es el primero, que no fue el presidente Allende quien bautizó a su guardia personal como GAP, sino lo hizo el periodista Miguel Otero en su revista ‘Sepa’, buscando desacreditarlo; el segúndo error es que la sigla ENU no corresponde a Enseñanza Nacional Unificada sino a Escuela Nacional Unificada. 32 Pero había algo más que considerar para entender las razones del golpe militar de 1973 en Chile: la experiencia latinoamericana. Señala, al respecto Mónica González: “En ese contexto era imposible que los militares chilenos no miraran lo que pasaba en los países vecinos en donde los militares de América Latina estaban redescubriendo los avatares y privilegios del poder político. En 1964 las Fuerzas Armadas de Brasil derrocaron al gobierno de Joao Goulart, después que éste se opuso al bloqueo norteamericano a Cuba y propició la reforma agraria. En junio de 1966, en Argentina, fue depuesto el Presidente radical Arturo Illía. Había asumido en 1963 con el 25,5% de los votos y en medio de la proscripción política del peronismo. El teniente general Juan Carlos Onganía asumió la presidencia con las banderas del liberalismo económico, las ‘fronteras ideológicas’ y la intolerancia preconciliar. En 1968 fue el turno de Perú. Otra sublevación, liderada por el general Juan Velasco Alvarado, expulsó del poder político al Presidente Fernando Belaúnde Terry, aunque con un programa diferente, de corte nasserista. Y en septiembre de 1969, un nuevo Golpe de Estado terminó con el corto gobierno civil del Presidente Luis A. Siles Salinas. Otro general gobernaba Bolivia: Alfredo Ovando Candia”5. Título II: Un conveniente recuerdo de Gramsci. El Estado como creación del arma. Descubriendo contactos. El Ejército comienza a actuar. Para Antonio Gramsci, el malogrado teórico italiano, la cultura de una sociedad no es la misma si se la mira desde el punto de las clases y fracciones de clase. Es más, varía ostensiblemente según se trate de sectores que dominan dentro de esa sociedad o de sectores que son dominados. Porque, para el teórico italiano, la cultura de las clases y fracciones de clase dominantes es una, típica, homogénea y consciente, a diferencia de la exhibida por las clases y fracciones de clase dominadas que, por el contrario, es múltiple, atípica, heterogénea e inconsciente. 5 González, Mónica: Obra citada en (1), pág. 35. 33 La clase o fracción de clase que ejerce el poder no necesita saber que efectivamente lo es; practica, ejecuta, realiza su función de dominación sin, siquiera, darse el trabajo de pensar en ello. Es una clase o fracción de clase conscientemente dominante. Consciencia significa precisamente eso: actuar como se debe actuar. Por ello, quienes asumen la defensa de sus intereses y pertenecen a una clase o fracción de clase dominante no necesitan saber lo que hacen o van a hacer; simplemente actúan porque saben que así deben actuar. Y lo hacen porque están convencidos que la estructura social donde viven y cuya protección toman bajo su cuidado es parte de sus propias corporeidades, de sus propias existencias, de sus costumbres, de sus maneras de ser. Y en ello no están equivocados. Ni siquiera necesitan conocer las tesis que atribuyen al Estado el rol de factor de unidad del Bloque en el Poder; salen en defensa suyo porque intuyen que dicha estructura social, sin perjuicio de representar sus propias formas de organizarse, es, a la vez, una expresión del arma, único poder capaz de mantener, a través de la coerción, la unidad de un grupo social naturalmente fraccionado. Intuyen, en definitiva, que una sociedad escindida en clases sociales sólo puede existir por obra y gracia de las Fuerzas Armadas que, a su vez, ejercen la violencia por sobre el conjunto social y garantizan la perpetuación de esa sociedad irregularmente organizada. Este verdadero axioma explica, a la vez, que las clases y fracciones de clase dominante puedan preparar un golpe de Estado de manera simple pues basta tan sólo que una persona transmita a otra sus temores en torno a la posible existencia de una amenaza a la vigencia de esa sociedad para que el temor se encienda y propague; la cultura de esa clase o fracción de clase dominante, que es una, típica, consciente y homogénea, hace que ello suceda y que el mensaje se multiplique. Esos estamentos no necesitan, siquiera, que las redes sociales provoquen ese fenómeno; se unen naturalmente a otras clases o fracciones de clase puesto que, de otra manera, no podrían dominar. Porque, en definitiva, las clases y fracciones de clase dominante están siempre plenamente conscientes del rol social que les corresponde desempeñar. La gestación del golpe de Estado de 1973 no se realizó de manera diferente a la indicada: como era de esperarse, los interesados con34 feccionaron listas de personas, cursaron invitaciones y realizaron encuentros. La idea empezó a prender y a propagarse. Federico David Willoughby-Mac Donald Moya6, uno de los ideólogos del golpe, lo relata de manera simple: “[…] lo que hicimos fue comenzar a hacer una especie de catastro sobre parientes, amigos o conocidos en las fuerzas armadas, y a esa gente —la presentábamos entre sí, de manera que se conocieran o no, perteneciendo a distintas unidades y armas—y les dábamos la oportunidad que se juntaran, que salieran a cazar juntos, que se comieran un asado, o qué sé yo, sin participación nuestra” 7. Juntar personas, relacionarlas entre sí, invitarlas a intercambiar opiniones es una labor de ‘coordinación’, estado que conduce, a la vez, a la ‘sincronización’ de los conectados y constituye uno de los tantos aspectos de lo que en la nueva teoría de la comunicación se denomina ‘formación de redes’. Cuando así sucede, las condiciones para realizar un cometido mayor se empiezan a dar. Porque quienes van a actuar comienzan a aunar sus voluntades a través del habla, del intercambio de ideas y de hacer coincidir sus apreciaciones en numerosos aspectos. Pronto son capaces de hacer crecer ese círculo, de invitar a participar de dichos encuentros a otras personas; con ellas van a tomar decisiones, acuerdos. Y lo más importante: comenzarán a actuar. El trabajo de preparación de una asonada habrá empezado. Con mayor razón si, merced a la concurrencia de otros sucesos, se hacen presentes lo que hemos denominado ‘condiciones favorables’. En efecto, pues nada ocurre por azar. Las ‘condiciones favorables’ comienzan a concurrir cuando los actores, luego de conocerse y a6 Según antecedentes que obran en nuestro poder, Federico David Willoghby-Mc Donald Moya se había desempeñado en el cargo de Gerente de Relaciones Públicas de la empresa Ford de Casablanca, donde pudo ser cooptado por la Central Intelligence of America CIA. En verdad, también pudo serlo cuando se desempeñó como funcionario de la Embajada de Estados Unidos. Lo cierto es que quien lo sindicó como agente de esa Central norteamericana fue el general Manuel Contreras Sepúlveda. 7 Buscat Oviedo, Esteban: “El golpe naval del 11 de septiembre de 1973”, documento del Centro de Estudios por la Democracia y Defensa del Ciudadano CEDEC, publicado en Internet. 35 cordar un trabajo en conjunto, empiezan a deliberar; más, aún, cuando los institutos armados —que, en principio, no deberían hacerlo— trasgreden esa norma y analizan lo que sucede a su alrededor. Augusto Pinochet revela que esta labor de deliberación era ya practicada por los institutos militares por lo menos un año antes de la asonada: “En abril de 1972 se había hecho una apreciación. El 13 de abril se analizaron las posibilidades en el Estado Mayor. Sí, en 1972. Nosotros siempre estamos estudiando posibilidades. Y esa vez se llegó a la conclusión que la materialización del conflicto insuperable entre los poderes ejecutivo y legislativo será sin solución constitucional. Esa es la conclusión a que llegamos en la apreciación”8. Federico Willoughby-Mc Donald Moya 8 Buscat Oviedo, Esteban: Obra citada en (7). 36 El golpe, pues, estaba presente en la mente de todos los generales del Ejército; se necesitaba solamente conformar el grupo dirigente y actuar. Pinochet lo sabía. Por lo mismo, ampliando su explicación anterior, precisó, en una reunión de diciembre de 1973, en el Club de la Unión: —“El ejército venía pensando y analizando el fracaso del gobierno anterior desde el 20 de marzo de 1973. En esa fecha se firmó un documento que también recibió el general Benavides aquí presente (César Augusto Benavides Escobar, Ministro de Interior de la dictadura y miembro de la Junta Militar) en el cual llegamos a la conclusión de que era imposible una solución constitucional. Fue en ese momento, cuando el ejército clarificó la forma de actuar. Todo se mantuvo en secreto, fuimos ocho oficiales que planificamos y obedecimos esa planificación...9” Así, el golpe de Estado de 1973 fue un acto deliberado, planificado hasta en sus más íntimos detalles. Por lo mismo fue aquel un acto consciente, pero de la más genuina y perversa racionalidad. Como se verá más adelante, hasta un plan económico había sido elaborado con antelación para ser aplicado una vez consumado el acto, dentro del cual convergería un impresionante volumen de antivalores como lo son la hipocresía, la mentira, la felonía, la traición, el odio, la ambición, la avaricia, el servilismo, entre muchos otros. Todos aquellos antivalores encontrarían su explicación en el principio que orientaría las vidas de sus ejecutores, fuesen ellos civiles o militares: ‘el fin justifica los medios’. La protección del Estado y del sistema establecido sería el único principio moral que regiría la conducta de las clases y fracciones de clase dominantes empeñadas en realizar aquella finalidad. 9 Buscat Oviedo, Esteban: Obra citada en (7). 37 Título III: La representación política de las clases y fracciones de clase dominantes antes del golpe de Estado. La conducción de los sectores opositores. A la fecha del golpe militar, la representación política de las clases y fracciones de clase dominantes en la escena política de la nación la ejercían los partidos que habían formado la llamada ‘Confederación Democrática’ CODE. Esta organización política había nacido de la fusión de dos federaciones de partidos opositores al Gobierno Popular y se había extinguido poco después de las elecciones de marzo de 1973. La primera de esas federaciones había sido la ‘Federación de Oposición Democrática’ FOD formada por el partido ‘Demócrata Cristiano’ PDC (o, simplemente, ‘Democracia Cristiana’ DC), el partido de ‘Izquierda Radical’ PIR y el partido ‘Democrático Nacional’ PADENA; la segunda, que fue la ‘Federación Nacional Democracia Radical’ FNDR, estaba integrada por el partido ‘Nacional’ PN y la ‘Democracia Radical’ DR. Cooperaban con esa Confederación el ‘Movimiento Gremialista’, dirigido por Jaime Guzmán Errázuriz, y el movimiento ‘Patria y Libertad’ del abogado Pablo Rodríguez Grez. Todos estos grupos estaban unidos por una sola finalidad: poner fin al gobierno de la Unidad Popular. En una sociedad escindida en clases, los sectores dominantes se unen cuando los dominados amenazan, con su veleidad, la permanencia del sistema; alejada esa amenaza surgen entre ellos las naturales disputas por la conducción hegemónica del conjunto social, propias de la separación que sus respectivas actividades originan en la rotación del capital (la comercial, la productiva y la bancaria); los intereses de estas fracciones comienzan a hacerse presentes. En la preparación del golpe de 1973, amenazada la existencia misma del sistema por una sociedad que se alzaba en demanda de sus derechos, los sectores dominantes se unían, se concertaban para actuar en defensa de sus propios intereses identificados en la vigencia misma del sistema de dominación. Era aquella la unidad propia del dominador manifestada en la homogeneidad y tipicidad cultural que caracteriza a todas sus fracciones de clase. No siempre al interior de un partido se manifiesta con pureza la defensa del interés de algún sector de la sociedad; si bien es cierto que 38 la generalidad de las veces los partidos se forman para representar esos intereses particulares, con el correr del tiempo convergen dentro de cada colectividad intereses contrapuestos. En Chile, vigente aún la estructura industrial heredada de los gobiernos radicales y del gobierno demócrata cristiano de Eduardo Frei Montalva, existían grandes consorcios industriales que luchaban por mantener sus privilegios; también existían consorcios bancarios y agrarios que fueron fuertemente dañados con la política de estatización llevada a cabo por el gobierno de la ‘Unidad Popular’ UP. Sin embargo, los intereses comerciales se mantenían casi intactos. Incluso, algunos partidos de la ‘Unidad Popular’ (marxistas) mantenían empresas comerciales que no podían calificarse de ‘pequeñas’, como lo eran la fábrica de vestuario Scapinni, la empresa constructora Neut Latour, Radio Balmaceda, entre otras. El partido ‘Nacional’ intentaba representar la generalidad de los grandes intereses industriales, los intereses bancarios y los agrarios; la ‘Democracia Cristiana’, aunque también representaba parte considerable de esos intereses, mantenía un discurso (de partido de ‘izquierda’) que le hacía atraer grandes contingentes de trabajadores. La presencia de estos sectores era abundante en dicha colectividad al extremo que ésta no tenía dificultad alguna para disputar la dirección de la ‘Central Única de Trabajadores’ CUT a los demás partidos populares. La ‘Democracia Radical’, el PADENA y el partido de ‘Izquierda Radical’ intentaban representar algunas de las fracciones de las clases dominantes, especialmente aquellas que tenían intereses industriales y agrarios; pero, por su reducido número, perdían importancia frente a la creciente polarización de fuerzas. En todo caso, eran todos ellos oposición a la ‘Unidad Popular’. Y actuaban en contra de ese gobierno, con resultados diferentes. Sin embargo, al interior de aquel conglomerado de organizaciones políticas existían otras diferencias. Los partidos pueden representar natural y espuriamente los intereses de determinadas clases y fracciones de clase. Lo hacen naturalmente cuando sus dirigencia y gran parte de su militancia proviene de los sectores cuyos intereses van a defender; lo hacen espuriamente cuando su dirigencia y gran parte de su militancia defiende intereses 39 de clases y/o fracciones de clase que no son, precisamente, aquellas de las cuales proceden. En general, los partidos que representan naturalmente a las clases y fracciones de clase dominante tienden a adoptar conductas conservadoras; y no es extraño que así suceda pues su misión es, precisamente, conservar la vigencia del sistema. Por lo mismo, sus programas no ofrecen a la ciudadanía, en general, más que la perpetuación del sistema vigente o modificaciones al mismo que tengan por objeto facilitar una más expedita extracción de plusvalor, no siempre acordes al desarrollo de las fuerzas productivas. Por el contrario, quienes representan espuriamente los intereses de las clases y fracciones de clase dominante están obligados a analizar las innovaciones que al interior del sistema ha realizado el constante desarrollo de las fuerzas productivas. Saben, por consiguiente, que deben adecuar convenientemente las relaciones de producción a esos cambios y, por lo mismo, tienen grandes aspiraciones de cambios o transformaciones. Normalmente, buscan representar la acción renovadora que, en el ámbito internacional, practican los sectores más dinámicos del sistema capitalista mundial. Y éstos son, precisamente, aquellos que, disputando en forma permanente a los grupos conservadores la conducción del conjunto social, no temen incorporar los avances tecnológicos al desarrollo del país y a efectuar las transformaciones legales necesarias a fin de mantener la estricta correspondencia que debe existir entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción. La ‘Democracia Cristiana’ DC quería representar ese rol: le disputaba al partido ‘Nacional’ PN el liderazgo de la oposición al gobierno de la ‘Unidad Popular’ UP. Y, en ese empeño de intentar realizar de mejor manera el interés de las clases y fracciones de clase dominantes, ponía de manifiesto su verdadero carácter asumiendo en la práctica la representación de aquellas. De esa disputa derivarían importantes consecuencias. Nuestro buen amigo Kalki Glauser, en un brillante documento que escribiera en 1972, intitulado ‘Unidad en lo táctico, lucha en lo estratégico’, se refiere a esta disputa por el liderazgo dentro de los sectores opositores al ‘Gobierno Popular ‘y señala que ella estaba sometida a una especie de mecánica que la hacía depender, curiosamente, de las acciones que dicho Gobierno podía realizar. De acuer40 do a lo expresado por Kalki Glauser, cada vez que la ‘Unidad Popular’ avanzaba en el cumplimiento de su Programa, tomaba sobre sí la conducción de la alianza opositora el partido ‘Nacional’; la ‘Democracia Cristiana’ se subordinaba a esa conducción, detenía su marcha, se desconcertaba ante las medidas del Gobierno en tanto gran parte de su militancia, que las observaba con agrado y simpatía, se atrevía a poner en duda su rol opositor frente a transformaciones con las cuales estaba en completo acuerdo. Lo grave, para ese partido, era que, si se oponía a dichas transformaciones, corría el riesgo de perder militancia como ya le había sucedido con la ‘Izquierda Cristiana’ IC y con otros grupos que empezaban a desafiliarse de la organización, encandilados por los avances sociales que emprendía el Gobierno Popular. Sin embargo, cuando ocurría lo contrario, cuando la ‘Unidad Popular’ parecía vacilar, cuando se detenía para hacerse una introspección y observar el resultado de lo hecho —o, como lo decía la tesis de uno de los propios partidos de esa coalición, para ‘consolidar lo avanzado’—, el partido ‘Demócrata Cristiano’ PDC encontraba su razón de ser, cohesionaba a su militancia, tomaba la conducción de la alianza opositora y criticaba al Gobierno acusándolo de todos los males que aquejaban al país; entonces, el partido ‘Nacional’ cedía su lugar a la ‘Democracia Cristiana’ y se dejaba conducir por aquella sin poner obstáculos a sus requerimientos. Esta conducta se agudizó en los meses de 1973; la conducción de la oposición estuvo en manos de la ‘Democracia Cristiana’. Hay un hecho más a considerar: la ‘Democracia Cristiana’ era el partido mayoritario en Chile. La ‘Unidad Popular’, desde un principio, intentó entenderse con ella; y siguió haciéndolo hasta el momento mismo del golpe. El partido de Frei no sólo había asumido la representación natural de los intereses de las clases y fracciones de clase dominantes, representación que compartía con el partido ‘Nacional’, sino se perfilaba en Chile como representante genuino del sector más dinámico y exitoso del sistema capitalista mundial. Y esta importante transformación era ignorada por los partidos de la ‘Unidad Popular’. 41 Título IV: Comenzando la preparación del golpe. Incorporación de las distintas ramas. El ‘plan económico’ de la Armada. El partido ‘Nacional’ y la ‘Democracia Cristiana’ son informados del ‘plan económico’ de la Armada. El plan ‘SACO’. La deliberación había, pues, comenzado al interior de las Fuerzas Armadas en una fecha muy anterior al golpe que se perpetraba; y lo hacía en abierta violación al art. 22 de la Constitución Política de la República de 1925, según el cual, “La fuerza pública es esencialmente obediente. Ningún cuerpo armado puede deliberar”. Era lógico suponer que si no se respetaba el art 22, más tarde, consumado el golpe, tampoco se respetaría el art. 4 que prohibía a toda persona o grupo de personas atribuirse facultades no conferidas por la Constitución; por el contrario: el asalto al poder se consideraría precisamente como la más excelsa expresión de la legalidad y la única forma indiscutible de acceso al mando supremo de la nación. Más, aún: la propia Constitución de 1925, en su integridad, no sólo no se respetaría, sino sería por entero abrogada sin que la población pudiese hacer algo por impedirlo. Y el estamento militar se erigiría como el único poder capaz de dictar una Constitución, doctrina que sería aceptada por todos los gobiernos que se sucederían luego del término de la dictadura pinochetista y por una cantidad no despreciable de comentaristas y analistas. Pinochet había sostenido que las deliberaciones al interior de los institutos armados habían comenzado en 1972; Willoughby-McDonald señala que ello comenzó, prácticamente, en 1970. Por su parte, Jorge Escalante indica que los preparativos comenzaron precisamente en este último año, cuando el general Sergio Arellano Stark, ex edecán del ex presidente Eduardo Frei Montalva, empezó a exhibir su inequívoco interés en sostener ese tipo de reuniones. Señala, al respecto, Escalante: “Después de 1970, Arellano ganaba terreno en el liderazgo dentro del Ejército preparando el golpe de Estado, mientras Pinochet se 42 movía en la ambigüedad. Pero ocurrido el golpe, ambos pertenecían a los más duros para destruir a la izquierda y asentar el éxito del régimen. Por su carácter severo y arrasador, Arellano se había ganado el apodo de 'Lobo Feroz’, entre sus compañeros. Pinochet sabía que Arellano había sido pieza fundamental e implacable para gestar la acción militar del 11 de septiembre y había sido testigo de que el Presidente Allende lo quería fuera del alto mando por golpista y sedicioso"10. En realidad, las deliberaciones al interior de los institutos armados siempre han existido. Pero el 04 de septiembre de 1970, a poco de realizadas las elecciones presidenciales que dieron el triunfo a Salvador Allende, el general Camilo Valenzuela, comandante en Jefe de la Guarnición de Santiago, sacó los tanques a la calle alegando prevenir cualquier intervención que pudiese amenazar la seguridad del país. Quien se desempeñaba en el carácter de ministro del Interior del gobierno demócrata cristiano de ese entonces era Patricio Rojas, personaje enigmático que volvería a aparecer instalado en las esferas del Estado durante el gobierno de Patricio Aylwin, a pesar de haber sido involucrado en la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva. Tras la velada amenaza que ponía en relieve la existencia de movimientos al interior de los institutos militares, las deliberaciones se intensificaron. Mónica González sostiene, como se señalara al inicio de este documento, que las reuniones entre altos dirigentes de la DC y los militares comenzaron los primeros días de septiembre de ese año; más exactamente, el 7 de ese mes, cuando el general René Schneider Cheraux citó a todos los generales de la Guarnición de Santiago. Luego, la del 9 del mismo mes, con los ministros de la DC Carlos Figueroa (Economía), Sergio Ossa (Defensa) y Andrés Zaldívar (Hacienda); y en la tarde de ese mismo día, la de los comandantes en Jefe con los dirigentes de la DC Benjamín Prado, Jaime Castillo Velasco, Renán Fuentealba, Luis Maira, Patricio Aylwin y el ministro de Defensa Sergio Ossa. Pero lo más notable fue la decisión que tomó este último de consultar a los institutos armados el proyecto de Garantías Constitucionales que se haría firmar al presiEscalante, Jorge: “La misión era matar”, Editorial LOM, Santiago, 2000, pág. 35. 10 43 dente electo. Así, pues, el condicionamiento para que Salvador Allende asumiera el mando de la nación fue, también, obra de los institutos armados; la mencionada ‘no deliberación’ de éstos en materia de política interior era un chiste de mal gusto en esos momentos. En una entrevista que le hiciera la periodista Mónica González, revela el ex presidente Patricio Aylwin lo siguiente: “En ese momento, Sergio Ossa Pretot, ministro de Defensa, nos hizo saber que los mandos de las Fuerzas Armadas estaban preocupados por la politización del Ejército bajo un gobierno de izquierda y por la formación de brigadas que pudieran llegar a constituir un ejército paralelo. Entonces les mandamos a preguntar a los mandos, a través de Ossa, qué debería incluir al respecto el Estatuto de Garantías. Hubo una primera reunión con ellos en mi casa […]”11 Conocedor del contenido de todas aquellas reuniones y también de las privadas que efectuaba en su sede de Alameda la ‘Democracia Cristiana’, envió el embajador Edward Korry el 9 de septiembre de 1970, el siguiente mensaje al presidente Nixon, en Estados Unidos: “Una y solo una esperanza para Chile. El futuro de Chile será decidido por un solo hombre: Frei. Creo que él está jugando sus cartas con extraordinaria astucia”12. No decía suposiciones aquel embajador. Porque el día 23 de ese mismo mes, el ministro de Hacienda del gobierno demócrata cristiano, señor Andrés Zaldívar Larraín, daba a conocer a través de una cadena nacional de radio y TV la alarmante situación económica del país que había provocado la elección de Salvador Allende. “Hasta el 4, decía Zaldívar, la situación era ‘normal y favorable’. Después, se registraban retiros masivos de depósitos, en bancos y entidades de ahorro; se contraía la demanda; disminuían las inversiones y la construcción; aumentaba el desempleo; el Banco Cen- 11 12 González, Mónica: Obra citada en (1), pág. 92. La negrita es nuestra. González, Mónica: Id. (1), pág. 79. 44 tral tenía que emitir E° 920.000.000 para evitar que se paralizara el país […]”13 Andrés Zaldívar Larraín A pesar que, de acuerdo al documento citado, Zaldívar había sido duramente atacado por la ‘Unidad Popular’ obligándolo a expresar que su exposición había sido ‘clara y objetiva’, la propia revista ponía en duda tales afirmaciones. “Quizás fuese así, pero su efecto y objetivo político —especialmente respecto a la reunión de la DC— no escapaba a nadie, y mostraba que el ‘freismo’ continuaba activo contra Allende, no obstante el acoquinamiento de su jefe máximo”14. Según Rafael Agustín Gumucio, en esos meses, Revista ‘Qué Pasa’: “Chile bajo la Unidad Popular”, cuadernillo N° 1, pág. 11, sin fecha de impresión. 14 Revista ‘Qué Pasa’: Cuadernillo citado en (13), pág. 11. 13 45 “Excepto una minoría de la Democracia Cristiana y, especialmente algunos de sus líderes connotados que mantuvieron inalterable la voluntad de respetar hasta el fin el proceso democrático que se inició en septiembre de 1970, el resto compartía el pensamiento general de la burguesía de impedir por cualquier medio la continuación del Gobierno, porque esa continuación consolidaba cada vez más la experiencia socialista”15. A fines de 1970, en la Junta Nacional de la DC se enfrentaron dos proposiciones que fueron defendidas por Renán Fuentealba y Andrés Zaldívar respectivamente, relativas a la actitud de ese partido frente a la ‘Unidad Popular’. Zaldívar proponía una oposición frontal en tanto Fuentealba sostenía la tesis del apoyo tomando en consideración las coincidencias con el programa que enarbolara Radomiro Tomic en las presidenciales. La propuesta de Fuentealba, sin embargo, se impuso y permitió que el cargo de presidente del partido lo asumiera Narciso Irureta. Poco después de esos hechos, un nuevo sector de la DC se desprendía del tronco rector. Encabezado por Bosco Parra y algunos líderes estudiantiles, además de Luis Maira y Sergio Bitar, dicho grupo dio origen a un nuevo partido que, de inmediato, se incorporó a las tareas de la ‘Unidad Popular’: la ‘Izquierda Cristiana’. En agosto de 1971, seguía aún Narciso Irureta a la cabeza del partido sosteniendo que era éste “[…] un partido de izquierda y revolucionario que lucha por los cambios”. Pero ya en marzo de 1972 la ‘Democracia Cristiana’ comenzó a exhibir otro rostro, el mismo que mostrara al momento de ser elegido Salvador Allende en el carácter de presidente de Chile. Ese rostro se reflejó al momento de asistir a un encuentro en la parcela ‘El arroyo de Chiñihue’, en Melipilla, con los senadores del partido ‘Nacional’ Francisco Bulnes Sanfuentes y Sergio Diez Urzúa, y con Jaime Guz- Gumucio Vives, Rafael Agustín: “Apuntes de medio siglo”, Ediciones Chile América CESOC, CESOC Ediciones, Santiago, 1994, pág. 215. 15 46 mán, Julio Durán, Arturo Fontaine y Orlando Sáenz para conversar sobre “[…] problemas que afectan a todos los chilenos”, Renán Fuentealba Moena según lo explicaría, más tarde, Sergio Silva Bascuñán a los medios de comunicación16. Por la ‘Democracia Cristiana’ asistieron Patricio Aylwin y Andrés Zaldívar. Salazar Salvo, Manuel: “Contradicciones de un arrepentido”, ‘Punto Final’ N° 850, mayo de 2016, pág. 6. 16 47 Estas conversaciones permitieron que, más tarde, un no despreciable número de analistas pudiera suponer erróneamente que el golpe fue el resultado de un trabajo conjunto de varios segmentos políticos. Así, por ejemplo, señala Rafael Agustín Gumucio que “[…] en diferentes grados de complicidad estaban comprometidos, además, los dirigentes de la burguesía monopólica, el Partido Nacional y una fracción de la Democracia Cristiana” 17. Las conversaciones aquellas dieron sus frutos. Y puesto que la unidad frente al enemigo (la clase trabajadora organizada) es la característica proverbial de los sectores dominantes de la sociedad, meses más tarde, la ‘Confederación Democrática’ CODE anunciaría su nacimiento, agrupando a todas las instancias opositoras al Gobierno Popular; sus constructores fueron Patricio Aylwin y Francisco Bulnes. Sin embargo, antes que naciera aquella espuria alianza, la ‘Democracia Cristiana pudo mostrar, nuevamente, su capacidad de dirección. En efecto, la organización falangista tenía como propósito desencadenar un paro nacional que pusiera fin al gobierno de la ‘Unidad Popular’. Para llevarlo a cabo, “[…] organizó a los gremios bajo su influencia y las organizaciones estudiantiles que se sumaron al paro”18. Por lo mismo, y satisfecho de la obra realizada, escribiría, más tarde, Claudio Orrego: “[…] la generalización del paro, mediante la adhesión sucesiva de más y más gremios, muchos respondían a la movilización de base de los militantes de la Democracia Cristiana” 19. 17 Gumucio Vives, Rafael Agustín: Obra citada en (15), pág. 215. De la Nuez, Iván: “La Democracia Cristiana en la historia de Chile”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1989, pág. 86. 19 Orrego Vicuña, Claudio: “El paro nacional, vía chilena contra el totalitarismo”, Editorial del Pacífico, Santiago, 1972, pág, 12. 18 48 La organización de la CODE constituyó un éxito para las elecciones de 1973 pues consiguieron reunir un 54,7% del electorado nacional contra un 43,4% de la ‘Unidad Popular’, con lo cual se contaba con el quórum necesario para acusar constitucionalmente al presidente bajo la excusa que diera Eduardo Frei Montalva para quien “Chile se precipita a una dictadura marxista” 20. Sin embargo, para que pudieran resultar las acciones políticas en contra del Gobierno Popular era necesario eliminar un escollo: la directiva del partido que dirigía Renán Fuentealba, cuya idea motriz era que “[…] la ‘Democracia Cristiana’ debe insistir en su propia revolución”. y alejarse de pactos espurios como lo era la CODE a fin de no inducir a errores a la ciudadanía y hacerla creer en un supuesto cambio de línea política. Renán Fuentealba cometió en esos días, no obstante, uno de los más graves errores en que puede incurrir un político: ceder ante las presiones y anunciar que no se presentaría a la reelección, precisamente en los momentos que su presencia era más que necesaria. Era cierto que enfrentar permanentemente a la oposición interna le resultaba agobiante, pero aquella era, también, la ocasión que esperaba el sector más reaccionario de esa organización política para proponer a Patricio Aylwin como candidato a las elecciones presidenciales del partido. En política no hay lugar para las ingenuidades. No se cambia la directiva de una organización política para continuar una línea de acción que había trazado la anterior sino para corregirla o abrogarla. Y eso ocurriría con la ‘Democracia Cristiana’ en el encuentro de 12 y 20 Eduardo Frei fue elegido presidente del Senado en virtud del acuerdo suscrito al constituir la CODE. No es aventurado suponer que dicho nombramiento guardaba estrecha relación con una eventual sustitución constitucional del presidente Allende pues, en esa situación, debía asumir como jefe supremo de la nación el presidente del Senado. 49 13 de mayo destinado a renovar la mesa directiva que quedó integrada por Andrés Zaldívar, Raúl Debés, Carmen Frei, Héctor Valenzuela, Jaime Castillo, Bernardo Leighton y Jorge Donoso; sólo estos dos últimos eran adversos a la sustitución de Allende. El día 13 de mayo, en tanto Aylwin asumía la presidencia del partido ‘Demócrata Cristiano’, Eduardo Frei lo hacía como tal en el Senado. Y como lo expresa Manuel Salazar, “Dos días después, Aylwin marcó el nuevo estilo de la DC”21. Por eso, a poco de asumir dicho cargo, declaraba que el Gobierno Popular estaba destruyendo “[…] la economía y llevando al país a la miseria y al hambre, desencadenando una ofensiva totalitaria caracterizada por ilegalidades, abusos, mentiras, injurias, odio y violencia en la búsqueda de la totalidad del poder para imponer una tiranía comunista”22. A partir de ese momento, toda la política de acuerdos, que se predicaba por la boca, sería totalmente desvirtuada en los hechos. Y como más tarde lo hiciera la dictadura para justificar la represión desencadenada sobre los sectores populares, la ‘Democracia Cristiana’, dirigida por Eduardo Frei Montalva y Patricio Aylwin Azócar, en un claro atropello a los principios del derecho penal que exigen la comisión del hecho como requisito sine qua non para la aplicación de la pena, condenaría al régimen por algo que aún no había sucedido: la posibilidad que instaurara una ‘dictadura comunista’. “El gobierno de Allende había agotado, en el mayor fracaso, la ‘vía chilena hacia el socialismo’, y se aprestaba a consumar un autogolpe, para instaurar por la fuerza la dictadura comunista”. Esta idea de sancionar o castigar ante la sola eventualidad que el condenado pudiese atentar en contra de alguien, la tesis de aplicar penas a delitos aún no configurados o no cometidos constituye la máxima 21 22 Salazar Salvo, Manuel: Id. (16), pág. 7. Salazar Salvo, Manuel: Id. (16), pág. 7. 50 aberración jurídica en que un hombre de derecho (como lo eran Aylwin y Frei) puede incurrir pues implica exigir la aplicación de sanciones a conductas que ni siquiera constituyen actos frustrados sino meras suposiciones. Es la misma línea en virtud de la cual la Junta Militar, más tarde, justificaría su macabra tarea de eliminar a la disidencia alegando que ‘si no lo hacíamos, ellos nos iban a matar’. Así, pues, la ‘Democracia Cristiana’ enarbolaba no principios en contra de la ‘Unidad Popular’ sino prejuicios. Suposiciones que le hacían adoptar una actitud de rechazo terminante hacia todo lo que pudiera servir al gobierno de la ‘Unidad Popular’ de receta para resolver la situación de crisis que vivía el país. Gran parte de las mismas quedan reflejadas en la entrevista que Carolina Rossetti hiciera al ex senador Rafael Agustín Gumucio en 1983: “Yo participé en dos de las conversaciones con la Democracia Cristiana y soy testigo de los esfuerzos hechos en el sentido de llegar a un entendimiento. En las conversaciones que se efectuaron en torno al problema de la Universidad se les cedió en todo lo que pedían. Tanto se les cedió que Leighton que representaba a su partido, y que es un hombre recto y honesto, se desesperaba porque le habíamos dicho sí, sí, sí a todo y a él lo llamaban por teléfono para decirle que pusiera otra exigencia en la tabla de discusión, que pidiera más y más. En la segunda conversación que fue sobre la Reforma Constitucional de Renán Fuentealba, también habíamos llegado a un acuerdo, hasta se redactó un acta, pero media hora antes de iniciar la sesión en el Senado y en la cual había que parar la votación sobre dicha reforma, la Democracia Cristiana renunció al acuerdo. Fue el peor conflicto de la Unidad Popular” 23. 23 Entrevista a Rafael Agustín Gumucio Vives, realizada por Carolina Rossetti, contenida en la revista ‘Plural 2”, Revista del Instituto para el Nuevo Chile, Rotterdam, 1983, págs. 73 y 74. No deja de ser significativo el hecho que, luego del fallecimiento del ex senador Rafael Agustín Gumucio Vives, el 28 de junio de 1996, con la honrosa excepción de Gabriel Valdés Subercaseaux, ningún dirigente de ese partido se hizo presente en sus exequias. La directiva había acordado prohibir a su dirigencia asistir a la ceremonia; presidía el partido en ese entonces el que fuera ministro de Hacienda de la Concertación Alejandro Foxley. El odio que esa colectividad sentía hacia 51 Si bien se sabe, medianamente, la época en que el Ejército comenzó los preparativos del golpe, no se sabe a ciencia cierta cuándo comenzaron los mismos en la Marina. Lo cierto es que el general de aviación Jorge Gustavo Leigh Guzmán, consultado, al respecto, señala: “En la Marina estaban mucho más adelantados. Cuando fueron los funerales del edecán Araya, a fines de julio de 1973, y yo fui a Valparaíso en representación de la fuerza aérea, se me acercaron unos capitanes de navío y me invitaron a almorzar […] Ahí se hablaba de frente del golpe. Estaban Walbaum, Castro, Troncoso y aparecieron dos civiles Hugo León y Julio Bazán24. Pero no hubo concertación, sino comentarios, lo que se hablaba en todas partes. Era la primera vez que se hablaba. Pero no hubo ningún acuerdo ni cosa por el estilo […] Ahí me entregaron un folleto de programa económico que tenían proyectado. Lo habían hecho unos economistas, era un programa económico. Parece que ya habían contactos entre De Castro y esta gente, pero no tuve mayor conocimiento”25. quienes habían emigrado de ella para abrazar la causa popular se mantenía aún vivo esos años. 24 Hugo León Puelma era dirigente de los empresarios de la construcción en el comando gremial de guerra. Acostumbraba a reunirse con un grupo de exaltados que estaban decididos a dar un golpe de Estado, al extremo que el general Nicanor Díaz Estrada se negó a reunirse con él, precisamente por esas pretensiones que consideraba propias de las Fuerzas Armadas. Por su parte, Julio Bazán Álvarez había sido estudiante de Derecho en la Universidad de Concepción donde destacó como dirigente estudiantil. Amigo de Ricardo Rincón Iglesias (padre del actual diputado de su mismo nombre y de las hermanas Ximena y Mónica Rincón de destacadas trayectorias), Sergio Wilson Petit (ex presidente de la FEC) y Eusebio Ramos (también ex presidente de la FEC), militaba en la Democracia Cristiana donde se le conocía bajo el seudónimo de ‘Pitín’ Bazán. Durante el gobierno de Salvador Allende se desempeñó como presidente de la Confederación Única de Profesionales de Chile CUPROCH mostrándose como uno de los más encarnizados enemigos de la Unidad Popular. 25 Buscat Oviedo, Esteban: Obra citada en (7). 52 En efecto, a mediados de 1972, uno de los altos jefes de la Marina comprometidos con el golpe (no se sabe su nombre, pero se estima que pudo ser el entonces vicealmirante José Toribio Merino Castro), le pidió a Roberto Tomás Kelly Vásquez, un ex oficial de la Marina, a nombre de todos ellos, la preparación de un plan económico a aplicar luego de producido el golpe ya que “[…] botar a Allende no cuesta nada. Lo importante es tener un plan económico”26. José Toribio Merino Castro era un hombre arrogante a la vez que lleno de prejuicios; gustaba de relacionarse con hombres de negocios, personas adineradas, jugadores de golf —deporte que practicaba porque lo vinculaba a las clases pudientes—, y hablar con ellos de cosas superfluas e innecesarias, generalidades o nomotetias. Sentía profundo desprecio por los sectores pobres y jamás buscaba acercarse a ellos. Nunca fue un intelectual, pero leía para no ser sorprendido en faltas. Era absolutamente irresponsable en sus opiniones, aunque las mismas lo retratasen como un perfecto imbécil, como aquella entrevista en que la periodista Malú Sierra lo desnudara en su indigencia intelectual, al preguntarle por qué había asumido la responsabilidad de hacerse cargo de la parte económica: “Yo dije que la tomaba. Porque venía de ser Director General de los Servicios, que es como el gerente general de la Marina, y siempre me había gustado la economía. Y había estudiado economía como hobby. Había seguido cursos de economía de la Enciclopedia Británica, etcétera. Y por eso que tomé esta parte” 27. Merino no sólo estaba convencido que, para manejar la economía de un país, bastaba haber estado a cargo del Economato de la Armada, sino que creía en los principios de la Junta como emanación de la voluntad divina: 26 Buscat Oviedo, Esteban: Obra citada en (7). Sierra, Malú: “Marino antes que gobernante”, Revista ‘Ercilla’ de 26 de enero de 1977, pág. 21. 27 53 “Lo dice la Declaración de la Junta. Ahí están los conceptos básicos de la ley más antigua que se haya dictado en la historia de la humanidad, y que nadie ha podido mejorar, ni vetar ni arreglar, que son los mandamientos de la ley de Dios. Ahí está todo” 28. Cómo un sujeto tan estrecho de criterio como Merino pudo vislumbrar la necesidad de un plan económico que diera satisfacción a las necesidades de los sectores dominantes es algo que puede sorprender; pero permite, a la vez, suponer que, a menudo, tales aciertos encuentran también su justificación en los versos de Félix María de Samaniego para quien “borriquitos hay que tocan la flauta por casualidad”. Álvaro Bardón Muñoz La petición de los marinos en orden a preparar un plan económico, según Fontaine Aldunate, fue transmitida a Roberto Kelly con las siguientes palabras: “Botar a Allende, no cuesta nada. Lo importante es qué hacer con el Gobierno; cómo solucionar los problemas económicos” 29. 28 29 Sierra, Malú: Obra citada en (27), pág.22. Fontaine Aldunate, Arturo: Obra citada en (3), pág. 18. 54 El aludido cumplió con su cometido comunicándose, de inmediato, con el economista Emilio Sanfuentes quien, a su vez, tenía contactos con Agustín Edwards Eastman y Hernán Cubillos Sallato, hombres vinculados a la Marina, pertenecientes a la Cofradía Náutica del Pacífico Austral, creada en agosto de 1968, a la cual también pertenecían José Toribio Merino, Patricio Carvajal y Arturo Troncoso30. Esteban Buscat sostiene que las reuniones comenzaron en la oficina de Sanfuentes. Arturo Fontaine asegura, por su parte, que tres sujetos tuvieron importancia trascendental en ese plan: “Sergio Undurraga, el dueño de casa, pues la base fue su oficina de asesoría para la Sociedad de Fomento Fabril; Emilio Sanfuentes, que aporta la vinculación empresarial, nacional y gremialista, además de su acercamiento a los marinos y de su enorme capacidad para movilizar esfuerzos; y Álvaro Bardón, que es el contacto más eficaz con los economistas demócratacristianos sin perjuicio de comunicarse con facilidad suma con los otros sectores de economistas”31. El trabajo comenzó a realizarse con participación de un grupo de economistas demócratacristianos como Álvaro Bardón Muñoz, Juan Rodolfo Villarzú Rohde, Andrés Vicente Sanfuentes Vergara, José Luis Zavala Ponce. Según Buscat, “Los economistas que son demo-cristianos acuerdan incorporarse a la elaboración del plan económico pedido por los marinos y al mismo tiempo mantener informado a Eduardo Frei Montalva como lo hacen los otros economistas con el Partido Nacional” 32. Un año demoraron esos profesionales en evacuar el encargo solicitado. Habían comenzado a trabajar en agosto de 1972 y recién terminaban su cometido en agosto de 1973 poniendo el original en manos del almirante Arturo Troncoso Daroch. Entonces, y una vez consumado el golpe, el almirante José Toribio Merino tendría sobrados motivos para exigir el ministerio de Hacienda para la Marina, 30 Fontaine Aldunate, Arturo: Obra citada en (3), pág. 17. Fontaine Aldunate, Arturo: Obra citada en (3), pág. 18. 32 Buscat Oviedo, Esteban: Obra citada en (7). 31 55 secretaría de Estado que, en definitiva, quedaría a cargo del almirante Tito Lorenzo Gotuzzo Borlando. De acuerdo a lo indicado por Arturo Fontaine, el grupo de profesionales afiliados a la ‘Democracia Cristiana’ que participaba en la elaboración del que, más tarde sería conocido como ‘El Ladrillo’ cumplía, además, otra misión: “Los economistas demócratacristianos tienen al corriente al ex Presidente Frei de su participación en este plan con sus colegas independientes y del Partido Nacional” 33. ¿Podría suponerse que ese plan, redactado por militantes demócratacristianos de reconocida trayectoria, podría abrogarse una vez terminada la dictadura militar? Dicho de otra manera: ¿podría creerse ingenuamente que la triunfante coalición (donde participaría activamente la ‘Democracia Cristiana’), sucesora de la dictadura en la dirección de la nación luego del término de la misma, destruiría el ‘modelo económico’ legado por aquella (pero creado por economistas demócrata cristianos) sin reconocérsele haber sido la causa directa de la ‘exitosa’ marcha de la república sudamericana a través de la historia, con gobiernos en donde ese partido participaría?... Torpe sería aceptar semejante conclusión: el modelo no sólo perduraría a través de los años en manos de los nuevos administradores del conjunto social sino se perfeccionaría y santificaría. Carabineros de Chile era una institución que dependía del Gobierno; más exactamente, del Ministerio del Interior. No tenía vínculos con los institutos armados. Por eso, el ingreso de la policía uniformada al grupo conspirativo fue posterior: se realizó en 1973. El general de carabineros Arturo Yovane Zúñiga así relata esos hechos: “A principios de 1973, ya en forma de compromiso, César Mendoza y yo decidimos plegarnos a la idea del pronunciamiento — no había otro general que nos ofreciera la absoluta confianza que se necesita para estos casos—. Luego realizamos un estudio minucioso de quienes podrían comprometerse [...] había una especie de ‘compromiso de honor’ [...] principalmente con los genera33 Fontaine Aldunate, Arturo: Obra citada en (3), pág. 38. 56 les Sergio Arellano, Nilo Floody, Nicanor Díaz y los almirantes Merino, Troncoso, Castro, Huidobro y Carvajal...” 34 Entretanto, ‘Patria y Libertad’, un grupo subversivo de claras tendencias fascistas que dirigía el abogado Pablo Rodríguez Grez, procedió a entregar tanto a la directiva del partido ‘Nacional’ como a la del ‘Demócrata Cristiano’ su propuesta para aplicar un plan denominado ‘Sistema de Acciones Civiles Organizadas’ SACO, destinado a socavar las bases del Gobierno Popular a través de acciones coordinadas de sabotajes a realizar en todo el territorio nacional. En ese plan, donde se solicitaba a la población, comprometida con la subversión, hacer nóminas con todos los miembros y simpatizantes de todos los partidos de la Unidad Popular, se encuentran las bases de los documentos que servirían a la DINA para su trabajo posterior de exterminio. No se sabe a ciencia cierta si a la fecha de la preparación del golpe militar era o no Federico Willoughby-McDonald Moya militante demócratacristiano; lo que sí se sabe es que el ex presidente Patricio Aylwin Azócar lo nombró durante su gobierno en uno de los cargos importantes de la División de Comunicaciones de La Moneda a la vez que asesor en la Secretaría General de Gobierno. Para quienes pudieren creer que los cargos de Willoughby-MacDonald en el gobierno de Aylwin fueron impuestos como parte de las negociaciones sostenidas entre la ‘Concertación Democrática’35 y Pinochet para poner fin a la dictadura nos permitimos recordarles aquí que el sujeto de marras fue candidato a diputado en las listas de esa colectividad en el carácter de ‘independiente’ apoyado por la ‘Democracia Cristiana’ y el PAC. La presentación que encabezaba su candidatura era lo suficientemente elocuente en cuanto a evidenciar los evidentes vínculos de tal sujeto con la DC al sindicarlo como 34 Buscat Oviedo, Esteban: Obra citada en (7). ‘Concertación Democrática’ se llamó en un comienzo la ‘Concertación de Partidos para la Democracia’ o simplemente ‘Concertación’; hoy, incorporados el partido ‘Comunista’, ‘Revolución Democrática’ y el ‘Movimiento de Acción Social’ MAS se denomina ‘Nueva Mayoría’. 35 57 “[…] una alternativa cristiana —en la línea del ex presidente Eduardo Frei Montalva”36. La carrera de Willoughby-McDonald no terminó allí; también fue llamado a desempeñarse en altos cargos de gobierno bajo el período de Eduardo Frei Ruiz-Tagle. No existe razón alguna que explique por qué se hizo todo aquello. No se sabe por qué este individuo fue llamado a desempeñar funciones a La Moneda a sabiendas que había sido uno de los promotores y organizadores del golpe. No se sabe por qué lo aceptaron los demás partidos de la Concertación. De si fue por considerársele un sujeto indispensable para desempeñarse en los cargos que se le ofrecieron o para protegerlo de alguna acción en contra suya que pudieren realizar los servicios aún activos de la dictadura es una circunstancia que tampoco satisface aquel esa interrogante. Lo cual da suficiente credibilidad a quienes pudieren suponer que fue, simplemente, el modo que tuvieron los gobiernos demócratacristianos de Aylwin y Frei Ruíz-Tagle para agradecerle los servicios prestados... O para cerrarle la boca ante cualquier expresión indiscreta suya… Como sucedió con muchas otras personalidades ligadas al golpe, como se verá más adelante… Título V: La ‘Cofradía de Lo Curro’ y el ‘Comité de los 15’. La FACH desecha conversar con Pinochet para llevar a cabo el golpe y prefiere iniciar los contactos al interior con un ex edecán del presidente Frei. Un grupo de sujetos deliberantes necesita un espacio físico para deliberar, un lugar en donde sus integrantes puedan intercambiar sus puntos de vista, evaluar posibles acciones, discutir. No basta, para ello, cursar invitaciones a los domicilios de los mismos pues los conjurados crecen en número y proposiciones; los debates se hacen más intensos. Así comenzó a suceder con los preparativos del golpe militar de 1973. En un principio, como eran pocos, decidieron los cabecillas realizar las reuniones en sus propios hogares; los generales Javier Palacios 36 Buscat Oviedo, Esteban: Obra citada en (7). 58 Ruhman, Francisco Herrera Latoja y Arturo Viveros Ávila recibían en los suyos a sus compañeros de armas. Pero el grupo empezó a crecer; también aumentó la frecuencia de las reuniones y comenzaron a hacerse más vehementes las discusiones. Era necesario no despertar sospechas. Y fue en esas labores donde la presencia del general Sergio Arellano Stark se tornó imprescindible. Sergio Arellano Stark Una prima suya estaba casada con el abogado Jorge Gamboa Correa quien poseía una casa en el sector de Lo Curro, lugar de difícil acceso, enclavado en los faldeos cordilleranos, bastante discreto y alejado de las miradas curiosas. No hubiere sido sólo torpe perder aquella oportunidad sino poco inteligente. Arellano se acercó a su primo político y le planteó la necesidad de reunirse con otros camaradas de armas. Gamboa estuvo de acuerdo, y el grupo de conspiradores comenzó a operar en esa casa ubicada en Vía Amarilla N° 9122 de Lo Curro. Según Mónica González, la primera reunión se efectuó la noche del 25 de junio de 1973 para discutir el qué hacer en caso de enfrentarse a la alternativa de una intervención del estamento militar. “En medio de severas medidas de distracción para impedir que los servicios de inteligencia de la UP los detectaran fueron llegando el general Gustavo Leigh Guzmán, segundo hombre de la Fuerza Aé- 59 rea; el vicealmirante Patricio Carvajal Prado, jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional; el contralmirante Ismael Huerta Díaz (quien viajó desde Valparaíso con la representación formal del almirante José Toribio Merino, segundo hombre de la Armada; el general de Ejército Arturo Viveros Ávila: el general del Aire Francisco Herrera Latoja; el general del Aire Nicanor Díaz Estrada, secretario del Estado Mayor de la Defensa Nacional; y los generales de Ejército Javier Palacios Ruhmann, Sergio Arellano Stark y Sergio Nuño Bowden”37. Un mes más tarde, la propia institucionalidad armada llamaría a una reunión deliberante con ocasión del ‘Tancazo’ de 29 de julio de 1973. Sin embargo, “[…] los generales Óscar Bonilla, Javier Palacios, Sergio Nuño, liderados por Sergio Arellano, junto a los almirantes José Toribio Merino y Patricio Carvajal, llevaban dos meses reuniéndose en la casa del abogado Jorge Gamboa en Lo Curro, diseñando un golpe de Estado y, a fines de agosto, se unió al grupo Arturo Yovane, jefe de servicios de Carabineros”38. Mónica González desmiente tales aseveraciones y asegura que: “A pesar que hasta hoy se le considera uno de los primeros conjurados, el general Óscar Bonilla no estuvo entre los elegidos”39. Este grupo, denominado ‘Cofradía de Lo Curro’, funcionaba ya en forma clandestina cuando, en forma oficial, el Estado Mayor de la Defensa Nacional, que encabezaban el almirante Patricio Carvajal y el general del Aire Nicanor Díaz Estrada, resolvió citar a una reunión deliberante para el sábado 30 de junio de 1973 (al día siguiente del ‘Tancazo’), con el fin de González, Mónica: “La Conjura. Los mil y un días del golpe”, Ediciones B Chile S.A., Santiago, 2000, pág.167. 38 “1-11 septiembre 1973”, edición de María Carolina Sanhueza Benavente, contenido en el portal www.memoriachilena.cl 39 González, Mónica: Id. (37), pág. 167. 37 60 “[…] orientarse de la situación que se vive y uniformar criterios” 40. Conjuntamente con hacer esa llamada y buscando equiparar la importancia de los institutos armados, haciendo caso omiso a la disposición constitucional anteriormente citada que prohibía a los institutos armados deliberar, el Estado Mayor de la Defensa Nacional propuso, ante la realización del encuentro, una forma de representación igualitaria para sus tres ramas, señalando que, para esa primera reunión, asistiesen cinco representantes por cada una de aquellas, sin perjuicio de sus respectivos Comandantes en Jefe. Así, en representación del Ejército, asistieron los generales Augusto Pinochet, Sergio Nuño, Oscar Bonilla, Mario Sepúlveda y Sergio Arellano, además del general Carlos Prats; en representación de la Marina, los vicealmirantes José Toribio Merino y Patricio Carvajal, y los contralmirantes Ismael Huerta, Daniel Arellano y Ricardo León, además de su Comandante en Jefe Raúl Montero; finalmente, por la Fuerza Aérea, el número propuesto fue excedido pues asistieron seis que fueron los generales Jorge Gustavo Leigh, Agustín Rodríguez, Claudio Sepúlveda, José Martínez Nicanor Díaz y Francisco Herrera Latoja, además de su Comandante en Jefe, general César Ruíz. Así, al interior de la reunión formal que realizaba el alto mando militar se unificaban dos clases de intereses: los propios de la institucionalidad de las tres ramas de las Fuerzas Armadas representados por sus Comandantes en Jefe, y los que defendía el grupo sedicioso, representado por la ‘Cofradía de Lo Curro’, que funcionaba en forma paralela a aquel. Y de esa manera, en abierta violación a lo dispuesto en el artículo 22 de la Constitución Política, los altos mandos de la Fuerzas Armadas se reunían no para tratar sus problemas institucionales sino para deliberar, conspirar y organizarse para actuar; al hacerlo, al adoptar una conducta de esa naturaleza, al actuar consciente y deliberadamente fuera de sus roles, configuraban el delito de sedición. El general Nicanor Díaz Estrada, asistente a la reunión, lo había señalado, implícitamente y sin demostrar el menor rubor, al expresar: 40 González, Mónica: Obra citada en (1), pág. 193. 61 “Por decoro y sentido de responsabilidad, no podemos seguir siendo espectadores mudos”41. Si bien en esa reunión el general Prats llamó la atención a dejar que el problema, político como era, debía ser resuelto por los políticos, y a pesar que se acordó una “[…] una participación no comprometida de las Fuerzas Armadas en la crisis […]”42, hubo consenso entre los asistentes en cuanto a que esas reuniones eran convenientes pues “[…] estaba en juego la Seguridad Nacional”43. Pero, para la generalidad de los presentes, no era la Seguridad Nacional lo que estaba en juego sino el destino del golpe de Estado. No por otra cosa estuvieron de acuerdo en constituirse como ‘Comité de los 15’ y continuar con las reuniones. La preparación del golpe seguiría su curso inalterable. Nicanor Díaz no vacilaría en reconocerlo: “Me atrevería a decir que la decisión de dar el Golpe, entre los tres generales de las tres instituciones, se tomó a mediados de julio de 1973. El general Pinochet no participó de esa decisión. Nunca estuvo en una reunión de las tantas que tuvimos, fuera de aquella primera del ‘Comité de los 15’, el 30 de junio de 1973. Y lo puedo afirmar porque yo estuve en un montón de reuniones y nunca vi al general Pinochet, hasta el día 11 de septiembre, cuando llegó hasta el Estado Mayor de la Defensa Nacional donde yo era el segundo jefe”44. Estas afirmaciones coinciden en gran medida con los antecedentes que entrega al respecto Iván De la Nuez para quien 41 González, Mónica: Id. (1), pág. 194. González, Mónica: Id. (1), pág. 194. 43 González, Mónica: Id. (1). pág. 194. 44 González, Mónica: Id. (1), pág. 198. 42 62 “En julio de 1973, ya se habían afianzado los vínculos con los altos generales de las Fuerzas Armadas por parte de connotados demócratacristianos. Juan de Dios Carmona y Rafael Moreno, hombre de Frei, contactaron con César Ruíz Danyau, jefe de la Fuerza Aérea y con al Almirante Merino. Claudio Orrego —otro ideólogo de la DC e incondicional de Frei— se entrevistó el 10 de julio con el Almirante Merino para cerciorarse de la constitucionalidad del golpe, a la vez que reiteró su apoyo a las Fuerzas Armadas”45. Ajeno a esas maniobras, Allende preparaba, entretanto, un nuevo ministerio que diera en el gusto a los sectores opositores. Amigo de muchos años de Fernando Castillo Velasco, llamó en esos días al arquitecto para ofrecerle la cartera de la Vivienda, ocasión en que éste le señaló premonitoriamente que un golpe militar no se detendría con semejante nombramiento. Sorprendido, el presidente le había dicho: “¿Cómo podría hacerse aquello, entonces, a juicio tuyo?” “Con el nombramiento de un ministro de Hacienda que cuente con amplio respaldo”, repuso Castillo Velasco. “Te propongo a Domingo Santa María para desempeñarse en esa calidad”. Allende manifestó estar completamente de acuerdo en la proposición, pero la eventual participación de esos militantes demócratacristianos en calidad de independientes dentro del Gobierno Popular desagradó profundamente al ex presidente Eduardo Frei Montalva. La molestia del ex mandatario se tradujo, de inmediato, en una resolución de la directiva de esa colectividad y, en especial de su presidente, Patricio Aylwin Azócar, en virtud de la cual se prohibió terminantemente a ambos (Fernando Castillo Velasco y Domingo Santa María) involucrarse en tales trajines46. 45 De la Nuez, Iván: Obra citada en (18), pág. 93. Fernando Castillo, a quien la dictadura militar le asesinó a su hijo Javier, contaba a sus amigos cercanos que, luego de la derrota electoral de la DC, en 1970, Frei Montalva había dejado de ser el hombre tranquilo que era comportándose más bien ‘como un energúmeno’. 46 63 Mónica Echeverría, no obstante, en su libro ‘¡Háganme callar!’ relata de una manera diferente este hecho: “En agosto de 1973, el presidente Allende le ofreció a Fernando el Ministerio de la Vivienda. Fernando aceptó con la condición que la Democracia Cristiana lo permitiera: ‘No necesita usted a su lado a un buen arquitecto, como lo insinúa, sino invertir la correlación de fuerzas, atrayendo con mi presencia a un sector de la Democracia Cristiana; por lo tanto, si la directiva de la DC acepta, estaré a su lado. Se trata Presidente, ahora, de salvar el país’. La propuesta fue discutida en los más altos niveles de la DC, dirigida entonces por Patricio Aylwin y aunque en el debate hubo varios que sí apoyaron la idea, la mayoría la rechazó y Allende, ante esa negativa, nombró en el cargo a Luis Matte Valdés, un socialista”47. El grupo de conspiradores había establecido otros contactos; uno de aquellos, tal vez el más estrecho de todos, era con la ‘Central Intelligence of America’ CIA. Se explica que el 25 de julio ese organismo haya enviado a Estado Unidos un cable en el cual señalaba que “Los oficiales complotados de las Fuerzas Armadas esperan que la huelga de los dueños de camiones programada para el 26 de julio sea postergada hasta que el ‘Consejo de los 15’ tenga la posibilidad de completar su plan antiinsurgencia el que podría emplearse como base de un Golpe de Estado. Por esta razón, el almirante Patricio Carvajal trató de persuadir a León Vilarín, presidente de la Federación de Dueños de Camiones, de que postergue la huelga hasta que el plan esté terminado. Los complotados de la Armada y la FACH continúan trabajando juntos en los preparativos de un Golpe de Estado y nadie está planteando una acción unilateral. Los oficiales complotados no saben de ningún plan de oficiales de inferior graduación”48. Echeverría Yáñez, Mónica: “¡Háganme callar!”, Ceibo Producciones S.A., Santiago, 2016, pág. 92. 48 González, Mónica: Id. (1), pág. 199. 47 64 Las contradicciones al interior de los complotados, sin embargo, se hicieron presentes porque mientras la Armada y la FACH no veían otra opción que el Golpe, el general Bonilla confiaba en la posibilidad de llegar a un acuerdo entre la DC y el Gobierno. Óscar Bonilla Bradanovic Según lo confiesa el general de aviación (R) Nicanor Díaz Estrada, en julio de 1973 hubo una conversación entre él y el general Augusto Pinochet, en donde, sibilinamente, rehuyó éste discutir con aquel asuntos relativos al golpe. Esa actitud hizo que los sectores de la aviación, interesados en la maniobra golpista, desahuciasen ese tipo de relaciones con la dirección oficial del Ejército y privilegiasen la actitud de abierto compromiso con las ideas de un golpe militar de otros oficiales de esa misma rama, pero de reconocidas tendencias demócrata cristianas, como Oscar Bonilla Bradanovic, Sergio Badiola, Washington Carrasco Fernández49, Bernardino Parada Moreno50 y 49 Robinson Rojas sostiene que el contacto de Carrasco era el senador Francisco Bulnes Sanfuentes. No indica, sin embargo, el autor aquel si dicho contacto se realizaba con el partido ‘Nacional’ o directamente con el empresariado. Nosotros, por el contrario, hemos sido informados que el con- 65 Alfredo Canales Márquez51. Todo ello sin descuidar el frente interno, en donde el contacto se tomó con otro oficial demócrata cristiano, ex edecán del presidente Frei, coronel de aviación Juan Soler Manfredini, quien se había destacado en solicitar apoyo para el coronel Roberto Souper con ocasión de la sublevación del Blindado N°2 (‘Regimiento Tacna’), incluso viajando a Valparaíso52. La actividad de los oficiales de la FACH no iba a terminar allí. Por el contrario: necesitaban nexos políticos para asegurar el éxito de la operación que pensaban realizar. Necesitaban, en suma, contactos con políticos que estuvieren dispuestos a deslegitimar al gobierno de Salvador Allende y, a la vez, legitimar cualquier asonada golpista. Sabían que podían contactarse con ciertos dirigentes de agrupaciones gremiales como la que dirigía Julio Bazán Álvarez (demócrata cristiano), la de Rafael Cumsille Zapapa (también de esa colectividad), y León Vilarín Marín (igualmente demócrata cristiano); pero se necesitaba la ayuda de políticos influyentes. Las conversaciones se realizaron entonces con Juan de Dios Carmona Peralta y Rafael Adolfo Moreno Rojas, ambos anteriores ministros de Defensa del gobierno de Eduardo Frei. Los nexos de los oficiales de la FACH se iban ampliando cada vez más. A fines de julio de 1973, el senador Patricio Aylwin se contactó con el hijo del general Sergio Arellano Stark, Sergio Arellano Iturriaga quien, en su calidad de militante demócrata cristiano, se desempeñaba en el carácter de gerente de la empresa de publicidad ‘Millahue’, de propiedad de esa colectividad política, a la vez que vicepresidente del directorio de Radio ‘Nuevo Mundo’, también del dominio tacto de la ‘Democracia Cristiana’ con el general Washington Carrasco era el dirigente de esa colectividad Jorge Lavandero. 50 El general Bernardino Parada Moreno era familiar (primo) del senador demócrata cristiano Rafael Moreno. 51 Se señalan, además, como personas con marcadas tendencias demócrata cristianas a los generales Manuel Torres de la Cruz y a Agustín Toro Dávila, entre otros. 52 Iván De la Nuez sostiene que Frei sabía de la sublevación que pensaba llevar a cabo Roberto Souper pues se lo había dado a conocer su ‘amigo personal’, el general de aviación Juan Soler Manfredini. Véase la pág. 88 de la obra de De la Nuez, citada en (18). 66 de ese partido. Aylwin sabía de la existencia del ‘Comité de los Quince’ (y casi con seguridad, de la ‘Cofradía de Lo Curro’) y estaba interesado en conocer la opinión de las Fuerzas Armadas en cuanto a su participación en un posible nuevo Gabinete. Sergio Arellano Iturriaga narra ese hecho de la siguiente manera: “El día previo a la primera reunión fui invitado por Aylwin a su oficina. Me dijo que quería saber cuál sería la posición de los generales respecto de una nueva participación de las FFAA en el gabinete, uno de los temas que se debatía. Luego de reunirme con mi padre le transmití a Aylwin los puntos esenciales de las decisiones adoptadas por el ‘Comité de los 15’. En lo medular era que los generales de Ejército consideraban factible que cuatro o cinco altos mandos asumieran algunas carteras claves, con plenas facultades de rectificación en el contexto de los puntos planteados en el ‘memorándum’ entregado en julio por ese comité” 53. Salvador Allende Gossens Aylwin pensaba reunirse con el presidente Allende y necesitaba interiorizarse del pensamiento de los institutos armados en relación a ese hecho y así discutir con buenos argumentos una eventual solución al conflicto. No imaginaba, sin embargo, que el Jefe de Estado ignoraba esos acuerdos tomados a espaldas suyas. Era obvio que la reunión, citada para el 2 de agosto, fracasara en vista de aquello. Arellano lo narra así: “Nos volvimos a reunir en su oficina del partido. Aylwin me relató los pormenores de su cita con Allende, manifestándome que ante su proposición de incorporar militares al Gabinete, el Presidente le 53 González, Mónica: Obra citada en (37), pág. 218. 67 había respondido que las Fuerzas Armadas se negaban terminantemente a ocupar cargos. Aylwin tuvo una gran limitante: no podía darse por enterado de la existencia del ‘memorándum secreto’ del Comité de los 15. De ahí me fui a informar a mi padre del fracaso del diálogo”.54 Título VI: Los diputados demócrata cristianos aprueban la deslegitimación del Gobierno Popular. Reacción del general Prats. El general Bonilla intenta una última gestión con la ‘Democracia Cristiana’. Se malogra el plan. La ‘Democracia Cristiana’ es informada de la inminencia del golpe. No deja de ser sugerente la circunstancia que, a mediados de agosto de 1973, un grupo de siete diputados demócrata cristianos integrado por José Monares, Baldemar Carrasco, Gustavo Ramírez, Eduardo Sepúlveda, Lautaro Vergara, Arturo Frei y Carlos Sívori se pusiese de acuerdo con tres de sus pares del partido ‘Nacional’ (Mario Arnello, Mario Ríos y Silvio Rodríguez) para proponerles la aprobación de un texto que, conjuntamente con incorporar al mismo un conjunto de denuncias, representaba “[…] al Señor Presidente de la República y a los señores ministros de Estado, miembros de las Fuerzas Armadas y del Cuerpo de Carabineros, el grave quebrantamiento del orden constitucional y legal de la República que entrañan los hechos y circunstancias referidos en los considerandos quinto a duodécimo precedentes”. El texto, que fue aprobado por la Cámara de Diputados el día 22 de agosto de 1973, en una abierta incitación a intervenir, señalaba en su considerando décimo catorce, que las Fuerzas Armadas y el Cuerpo de Carabineros deben “[…] encaminarse a restablecer las condiciones de pleno imperio de la Constitución y las leyes y la convivencia democrática, indispensables para garantizar a Chile su estabilidad institucionalidad, paz civil y, seguridad y desarrollo”. 54 González, Mónica: Obra citada en (37), pág. 220. 68 La dirección del partido jamás manifestó su opinión contraria al proyecto. Por el contrario, en la sala correspondiente de la Cámara de Diputados donde se discutió la propuesta, un grupo de diputados demócratacristianos —entre los que se puede señalar a Ricardo Hormazábal, Claudio Orrego y César Fuentes—, defendió la redacción del texto55. A pesar de ello, otro sector de ese partido, temeroso que dicho acuerdo fuese la autorización explícita que esperaban los institutos armados para actuar, exigieron que el partido redactase una declaración aclarando el contenido del acuerdo y negando todo posible vínculo con un golpe de Estado. Si bien es cierto que, aceptada esa nueva propuesta, se acordó la lectura de la declaración en el Parlamento por Eduardo Cerda, secretario general en ese entonces de la DC, no es menos cierto que tal circunstancia se malogró. No hubo tal declaración; mucho menos su pública lectura. El acuerdo que deslegitimaba al gobierno de la ‘Unidad Popular’ se mantuvo, y el general Carlos Prats, refiriéndose al hecho, diría amargamente que era “[…] un hachazo decisivo, con el que se cercena en dos partes el tronco de la comunidad nacional”56. Y si alguien pudiese pensar que la iniciativa de tal acuerdo fue solamente producto de un acuerdo particular entre diputados al margen de la dirección política del partido ‘Demócrata Cristiano’, las palabras de Rafael Luis Gumucio vienen a desmentir tal ingenuo supuesto: “La declaración de la Cámara de Diputados, en agosto de ese año, base para legitimar la dictadura, fue producto de la directiva demócratacristiana y no podía ser aprobada sin el voto de sus parlamentarios”57. Verbal, Valentina: “La Democracia Cristiana y la verdad histórica”, ‘El Quinto Poder’, 07 de septiembre de 2013. 56 Ortíz, Roberto: “La DC y el golpe”, Revista ‘Punto Final’. N° 777 de 22 de marzo de 2013, edición digital. 57 Gumucio Rivas, Rafael Luis: “La Democracia Cristiana y el golpe de Estado”, documento de 07 de septiembre de 2013, disponible en Internet. 55 69 En la carta que escribiera Rafael Luis Gumucio en respuesta a unas observaciones hechas a un artículo suyo por uno de sus lectores, señala, además, el historiador: “[…] el mismo diputado don Bernardo Leighton reconoció públicamente que fue engañado para conseguir su voto, y que jamás lo hubiera hecho de haber sabido que iba a ser el alibi para justificar el golpe de Estado”58. Convencido que el golpe de Estado podría evitarse si se realizaba un acuerdo entre la ‘Democracia Cristiana’ y el Gobierno Popular, tuvo el general Óscar Bonilla la idea de acercarse al general Carlos Prats para manifestarle que él, como ex edecán del presidente Frei, podría hacer un intento de conversar con aquel. Las conversaciones entre Bonilla y Frei se realizaron. Frei aceptó el acuerdo siempre y cuando se constituyera un gabinete cívico militar. Pero también esas conversaciones también se malograron. La ‘Democracia Cristiana’ declaró sin efecto el pacto aduciendo que la ‘Unidad Popular’ no había cumplido los términos del mismo. El camino al golpe quedaba allanado. Los intentos de llegar a un arreglo entre la ‘Democracia Cristiana’ y la ‘Unidad Popular’ jamás cejaron por parte del gobierno de Salvador Allende; tampoco de parte del sector más lúcido de la organización política falangista. Por eso, amargamente, le confesaría más tarde Radomiro Tomic a Fernando Castillo Velasco, en cierta oportunidad: “Dos veces me he sentido traicionado. La primera fue durante mi candidatura, por el débil apoyo que me entregara el presidente Eduardo Frei Montalva —camarada e íntimo amigo—, y la segunda, el rechazo de Salvador Allende —también mi amigo—, al ofrecimiento que le hice para constituir con mi partido un gran frente y llevar a cabo los proyectos que ambos compartíamos” 59. Gumucio Rivas, Rafael Luis: “Carta respuesta a don Héctor Toledo”, de fecha 22 de abril de 2016. 59 Echeverría Yáñez, Mónica: Obra citada en (47), pág. 89. 58 70 No obstante, tenía razones el presidente Allende para negarse a celebrar tal alianza. El partido ‘Demócrata Cristiano’ era conducido por Patricio Aylwin, tenaz opositor suyo y representante de la fracción mayoritaria de la militancia; Radomiro Tomic, por el contrario, era el vocero de una simple minoría. Y, en política, los acuerdos no se toman con las minorías. Determinado el día que se iba a realizar el golpe (martes 11 de septiembre de ese año), solicitó Sergio Arellano Stark a su hijo Sergio Arellano Iturriaga, militante demócrata cristiano, visitar al político e ideólogo de ese mismo partido Genaro Arriagada a fin de darle a conocer el suceso, en tanto él hacía lo mismo directamente con el ex mandatario Eduardo Frei Montalva. “Mi padre informó al ex Presidente Frei Montalva y yo hice lo mismo con Genaro Arriagada, con quien trabajaba en ese partido (la Democracia Cristiana), del cual yo era militante”60. Años más tarde y en conocimiento de la información que había entregado Sergio Arellano Iturriaga al diario español ‘El País’ y publicada en ese rotativo, Genaro Arriagada diría, al respecto: “[…] no recuerdo que Arellano Iturriaga me haya informado antes del día en que ocurriría el golpe militar. Si lo hizo, en Chile todo el mundo sabía que las Fuerzas Armadas iban a dar un golpe de Estado para derrocar al gobierno de Allende”. […] el ex Presidente Frei Montalva está muerto y no se puede defender de esos dichos”61 Con todo, no deja de ser sorprendente, sin embargo, un curioso hecho. El día 11 de septiembre, y a poco de consumarse el golpe de Estado en contra del gobierno de la ‘Unidad Popular’, buscó refugio en casa del empresario Clemente Pérez Zañartu, un conocido dirigente de la ‘Izquierda Cristiana’. Cuál no sería su sorpresa al encontrarse 60 Cable de Agencia EFE reproducido por el diario El País de 27 de mayo de 2012, citado por ‘La Nación’ digital de fecha 28 de mayo de 2012. El original está con negrita. 61 Cable de Agencia EFE, id. (60). El original está con negrita. 71 allí, también en calidad de refugiado ante una eventual represalia en contra de su padre, al joven Eduardo Frei Ruiz-Tagle quien había llegado hasta ese lugar un día antes del golpe. Quién le avisó de la inminencia del golpe en esa precisa fecha al que se desempeñaría años más tarde como presidente de Chile, constituye aún, hasta hoy, un misterio. Título VII: Participación de la ‘Democracia Cristiana’ en la realización del golpe militar. Los testimonios que dan cuenta de los constantes encuentros entre connotados dirigentes de la ‘Democracia Cristiana’ con la alta oficialidad de las Fuerzas Armadas son abundantes; se conocen, incluso, los nombres de quienes tenían la misión de realizar tales encuentros. Por ello, no son desconocidos los de Juan de Dios Carmona Peralta, Juan Hamilton Depassier, Sergio Ossa Pretot, Eduardo Frei Montalva, Patricio Aylwin Azócar, Rafael Moreno Rojas, Julio Bazán Álvarez, Rafael Cumsille Zapapa, León Vilarín Marín, Guillermo Medina Gálvez y muchos otros. La ‘Democracia Cristiana’ tenía, igualmente, al interior de los institutos armados, oficiales de su entera confianza y de reconocida tendencia falangista que manejaban las relaciones con otras instancias, manteniendo estrecha colaboración con la dirigencia de la ‘Democracia Cristiana’ (Sergio Arellano, Óscar Bonilla, Alfredo Canales, Sergio Badiola, Juan Soler, Humberto Gordon, en fin). Patricio Aylwin, no obstante, en una entrevista que le hiciera Mónica González, niega que hubiere existido una relación institucional tanto personal como institucional (de su partido) con las Fuerzas Armadas. “Yo personalmente y el partido oficialmente nunca tuvimos contacto con las Fuerzas Armadas”62. Pero la circunstancia que dichos contactos no se hicieran ‘oficial’ ni ‘personalmente’ no implica la inexistencia de encuentros ‘extraofiGonzález, Mónica: “Patricio Aylwin y las heridas de 1973”, CIPER Chile, 19 de abril de 2016. 62 72 ciales’ o por interpósita persona. Ya los hemos visto en el caso que cita Sergio Arellano Iturriaga cuando relata el llamado que recibió del presidente del partido ‘Demócrata Cristiano’ invitándolo a conversar a su oficina para inquirirle acerca de la situación de los institutos militares previo al golpe de 1973. Sin perjuicio de lo anteriormente expresado, existen abundantes testimonios sobre las cordiales relaciones que esos mismos altos personeros de la colectividad política falangista mantenían, igualmente, con el gobierno norteamericano (consecuentemente, con su máximo organismo de inteligencia, la ‘Central Intelligence of America’ CIA)63. No puede, por tanto, colegirse de lo aseverado que tal partido estaba únicamente al tanto de lo que sucedía en el país, sino que participaba activamente como actor en los sucesos que día a día se desencadenaban; en palabras más directas, la ‘Democracia Cristiana’ cumplía un rol que no se reducía simplemente a colaborar en la gestación de la asonada que iría a poner término al gobierno de la ‘Unidad Popular’ sino, lisa y llanamente, trabajaba para provocarla. En efecto, si el partido ‘Demócrata Cristiano’ pretendía disputarle la conducción política de la nación a la representación natural de las clases y fracciones de clase dominantes, debía, ante todo, asumir su calidad de representante indiscutido del sector más lúcido y dinámico del capitalismo mundial. Y para ello debía mostrar una alternativa diferente a la ofrecida por la ‘Unidad Popular’, ser su oposición, su natural antagonista. En otras palabras, no vacilar si, para obtener sus objetivos, necesitaba, incluso, recurrir a lo que el Barón Von Bogulasky denominaba ‘facultad de ejercer el derecho proverbial al golpe de Estado’. Sin embargo, para esos fines, contaba solamente con los postulados que había enarbolado Eduardo Frei Montalva años atrás cuando era presidente del país. Pero eran esos principios los que empezaban a ceder espacio en otras regiones del sistema capitalista mundial. Tarde 63 Los contactos con la CIA, para los efectos de la coordinación del paro nacional de octubre de 1972, se realizaron con los dirigentes demócratacristianos Santiago Pereira y Ernesto Vogel; con posterioridad al golpe, ambos dirigentes alteraron sus roles: Pereira pasó a participar en el CODES junto a Eduardo Long y Clotario Blest; Vogel se unió al grupo conservador de Eduardo Ríos. 73 se daría cuenta su dirigencia que, en esos trajines, se hundiría inexorablemente en esa trampa descomunal ante la cual, años antes, había precavido Radomiro Tomic: “Cuando se gana con la derecha, es la derecha la que gana”. Algunos personeros de la ‘Democracia Cristiana’ que, con posterioridad al golpe, firmaron la llamada ‘Carta de los trece’ — como Mariano Ruíz-Esquide— junto con plantear que ellos no estuvieron de acuerdo con esa idea, reconocen que "[…] el resto de la DC, que no compartía esta visión, su manera de enfrentar el punto era el mal menor. Si había un golpe, muchos DC y la propia declaración de la directiva, apunta a decidir frente a dos alternativas". "Los que nos quedamos no proponemos ni impulsamos, pero sí entendemos menos peor, por decirlo de alguna manera, aquél golpe que va a ser corto y no largo como podría en aquel entonces, un golpe de carácter marxista, al estilo de Cuba […] esa fue la diferencia y por qué se hizo la carta del 13 y la declaración del partido"64. Por su parte, Belisario Velasco indica que en la llamada ‘Carta de los trece’ “[…] señalábamos en forma muy humilde, que todos éramos responsables de lo que estaba ocurriendo en el país, gobierno y oposición". "Así que hace cuarenta años atrás, frente al país, pedimos también disculpas por lo que estaba ocurriendo. Y agregar que ya, en democracia, el primero en pedir perdón al país fue el Presidente Patricio Aylwin, electo por la Concertación, la democracia y movimientos que lo acompañaban, pidiendo perdón por la violación que se había hecho de los derechos humanos durante esa noche de 17 años […]"65 Redacción: “Dirigentes históricos DC y golpe militar: ‘Todos éramos responsables de lo que ocurría en el país, gobierno y oposición’”, ‘La Tercera’, 06 de septiembre de 2013, edición digital. El original está con negrita. 65 Redacción: Id. (64). En el original se usa la negrita. 64 74 Los antecedentes que existen dan, sí, a entender que la ‘Democracia Cristiana’ fue parte y actor principal en el proceso de asestar el golpe de Estado contra el Gobierno Popular. Valentina Verbal así lo estima: “La DC no solo apoyó el golpe de 1973, sino que incluso lo propició”66. Pero si bien está claro que el partido ‘Demócrata Cristiano’ jamás tomó el acuerdo institucional de aceptar un golpe militar en contra de la ‘Unidad Popular’, no resulta menos claro aseverar que para realizar cometidos de esa naturaleza es irrelevante tal tipo de acuerdos. Renán Fuentealba, ex presidente de dicha coalición, lo señala con extraordinaria claridad: “El partido (PDC) ninguno de sus órganos tomó un acuerdo del golpe, pero que el 90% pedía el golpe, lo pedía, quería el golpe” 67. Cuando así ocurre, la vía más expedita para dar el consentimiento es el silencio y la inacción. Es lo que frente a esa disyuntiva haría la ‘Democracia Cristiana’. En una carta enviada a Gabriel Valdés a fines del año 1973, el ex senador demócrata cristiano Renán Fuentealba denuncia que los intentos de buscar una salida a la crisis de esos meses habían sido una farsa pues ni la directiva de esa coalición ni su presidente (Patricio Aylwin) tenían interés alguno en parar el golpe. “Nunca hubo la intención clara y determinada de hacer un esfuerzo máximo para buscar una salida democrática. Más bien hubo una farsa de conversaciones, cuyo éxito no se deseaba realmente. Los hechos demuestran que hay muchos comprometidos en el ‘pronun- 66 Verbal, Valentina: Id. (55). En el original se emplea la negrita. Garviso, Eleazar: “Renán Fuentealba: ’Los militares no querían dar el golpe si la DC no les daba luz verde’”, ‘El Día’, 11 de septiembre de 2013, edición digital. 67 75 ciamiento’, el cual se trata de justificar enviando al extranjero delegaciones”68. Sobre la responsabilidad de la ‘Democracia Cristiana’ en el desencadenamiento del golpe militar de 1973 existe, por lo demás una carta redactada por el ex candidato presidencial Radomiro Tomic Romero en la cual éste cita cinco acontecimientos que muestran la inequívoca maniobra de esa organización política en orden a provocar una salida de carácter militar al conflicto. Esos acontecimientos serían: 1. La petición del presidente de la DC Patricio Aylwin, de 9 de agosto de 1972, al Gobierno Popular de organizar un ministerio con presencia institucional de uniformados. Una vez organizado el Gabinete, el partido se desligó del compromiso y exigió la renuncia de los militares. 2. El directo y decidido apoyo que prestó la DC a la huelga de los camioneros y otros sectores gremiales, de carácter “[…] ilegal y absolutamente inmoral a la luz de la moral cristiana […]”69 3. La declaración de la Cámara de Diputados de 22 de agosto de 1973 declarando ilegal al Gobierno Popular. 4. La declaración de la directiva nacional del PDC de 12 de septiembre de 1973 dando su apoyo a la Junta de Gobierno. 5. La actitud pasiva del Parlamento frente a la asonada del 11 de septiembre de 1973 o, como lo señala el propio denunciante, “[…] el silencio del Congreso Nacional, poder constitucional cuyas dos ramas estaban bajo el control de la Democracia Cristiana, que se negó a todo pronunciamiento de solidaridad con el gobierno a raíz de la tentativa de golpe de Estado del 29 de junio y que aceptó sin protesta la clausura el 11 de septiembre”70. Guerra, Rubén: “El lado ‘B’ de la DC para el golpe de 1973”, ‘El Repuertero’, 23 de septiembre de 2013, edición digital. 69 Guerra, Rubén: Id. (68). 70 Guerra, Rubén: Id. (68). 68 76 Meses después de haber hecho esas declaraciones, Tomic agregaría: “[…] la Democracia Cristiana no puede pedir para sí el papel de Poncio Pilatos en el desastre institucional. La gravitación de lo que se hace o se deja de hacer cuando se controla el cuarenta por ciento del Congreso Nacional, el treinta por ciento del electorado naciónal, el treinta y dos por ciento de los trabajadores organizados en la CUT, el cuarenta por ciento del campesinado y las organizaciones juveniles chilenas, diarios, radio y TV, cinco de las ocho universidades del país, la gravitación, digo, de una fuerza de tal envergadura, tiene efectos decisivos por sus acciones o por sus omisiones” 71. Título VIII: Participación de otros partidos o movimientos en la asonada de 1973. A diferencia de lo que sucedía con la ‘Democracia Cristiana’ en donde es, hoy, posible descubrir una línea conspirativa que va desde los inicios del golpe hasta 1976, no existe en el sector que representa políticamente de modo natural el interés de las clases y fracciones de clase dominantes, constancia alguna de vinculaciones o encuentros conspirativos orientados a poner fin al Gobierno Popular, con la sola excepción de la actuación de Sergio Onofre Jarpa, bastante disminuida frente a los otros actores, que es mencionada en encuentros previos con oficiales a la asonada golpista. Así, podemos asegurar que no existe mención (a Francisco Bulnes se le señala como partícipe en uno o dos encuentros) alguna de otros personeros del partido ‘Nacional’ en ese tipo de actividades; tampoco se sabe que dirigentes de la ‘Democracia Radical’ o del partido de ‘Izquierda Radical’ hayan mantenido conversaciones de tal naturaleza con esos institutos. Se sabe que sí estuvieron en contacto con las Fuerzas Armadas tanto los dirigentes del gremialismo como los del movimiento ‘Patria y Libertad’ y las directivas de distintas asociaciones gremiales, pero no encuentros con los llamados ‘políticos de derecha’, de la naturaleza que existieron con la ‘Democracia Cristiana’. De lo cual puede deducirse que los institutos armados sólo se entendían con quienes 71 Guerra, Rubén: Id. (68). 77 hablaban el lenguaje militar o de las armas, es decir, con grupos armados como lo eran los sectores gremialistas y el movimiento ‘Patria y Libertad’, con sectores u organizaciones gremiales (Orlando Sáenz y Benjamín Matte) y con personeros vinculados al partido ‘Demócrata Cristiano’. No deja de llamar la atención, sin embargo, que los otros contactos mantenidos por los militares en la fase de preparación del golpe se hayan establecido con los grandes empresarios como lo era Agustín Edwards o su empleado Jorge Fontaine. Este comportamiento puede, a primera vista, interpretarse como una inequívoca intención de la oficialidad golpista de quererse entender con el estamento más representativos del poder empresarial y no con su expresión política. Lo que, en el lenguaje popular, se acostumbra a expresar en Chile con la frase ‘No me entiendo con los peones sino con el dueño del fundo’72. En los prolegómenos al golpe, no hay mención a Víctor García Garzena, Patricio Phillips Peñafiel, Germán Riesco Zañartu, Mario Arnello Romo, Arturo Alessandri Besa, en fin; tampoco la hay respecto de Luis Bossay Leiva, Alberto Baltra Cortés, Domingo Durán Neumann, René Abeliuk, Mario Papi, Manuel Sanhueza, Julio Durán Neumann, Angel Faivovich, Raúl Morales, Pedro Enrique Alfonso, en fin. Lo cual permite suponer que el instinto de clase de los sectores golpistas les hacía entender que la representación política natural de los sectores dominantes estaba siendo superada por los acontecimientos y que era necesario ignorarla. No así a su representación espuria (la ‘Democracia Cristiana’) que parecía tener una finalidad, que contaba con un gran respaldo ciudadano, que poseía un plan a aplicar en caso de un relevo gubernamental y que mantenía fuertes vínculos con el gobierno norteamericano. Es curioso, incluso tratándose de la participación de personeros de la llamada ‘derecha’ en el gobierno de Augusto Pinochet, que la presencia de algunos de aquellos solamente se haya hecho manifiesta en situaciones específicas. Así, por ejemplo, la figura de Sergio Diez Buscat cita como ‘generales civiles’ a “Agustín Edwards Eastman, Sergio Onofre Jarpa, Jaime Guzmán Errázuriz, Pablo Rodríguez Grez, Eduardo Frei Montalva, Jorge Fontaine Aldunate, León Villarín Marín, Julio Bazán Alvarez, Orlando Sáenz Rojas, Mario Valdés, Benjamin Matte, Hugo León, Raúl Hasbún, etc. [...]” 72 78 adquiere notoriedad únicamente en el momento de su nombramiento como representante de las nuevas autoridades para los efectos de defender ante las Naciones Unidas la legitimidad de la Junta Militar; la de Julio Phillipi, con ocasión de su nombramiento en el Consejo de Estado, y la de Sergio Onofre Jarpa adquiere relevancia solamente cuando, en 1983, es llamado a desempeñar el cargo de ministro del Interior con la misión de neutralizar las protestas que amenazaban echar abajo a la dictadura. Existe, no obstante, una razón que puede explicar este aparentemente extraño comportamiento; no debería sorprender que dicha razón deba considerarse como la más importante de todas. Ella nos fue revelada por personas que estuvieron ligadas al partido de ‘Izquierda Radical’ PIR y dice relación con un problema de cautela política. Los sectores que representaban naturalmente a las clases y fracciones de clase dominadas no tenían confianza en la dirección de las Fuerzas Armadas pues temían un golpe de Estado que favoreciera a los sectores gubernamentales y se estableciera en Chile una ‘dictadura del proletariado’ (o ‘del partido’) terminando con todos los espacios de libertad que existían73. Dado que ese era el pensamiento dominante entre los sectores que representaban naturalmente el interés de las clases y fracciones de clase dominantes, las instituciones armadas no tenían otra alternativa que confiar en el apoyo que podían recibir de la ‘Democracia Cristiana’, partido mayoritario y representativo del interés del empresariado y de las asociaciones gremiales. Así, pues, el camino quedaba allanado para que esa organización política, que tenía contactos con la oficialidad y bases que apoyaban mayoritariamente la idea del golpe, tomase la conducción y consumación del golpe militar en contra de la ‘Unidad Popular’. No dice verdad, por tanto, el ex presidente Patricio Aylwin cuando asegura: 73 Los partidos que representaban los intereses de clase de los sectores dominantes estaban convencidos que el general Prats, el almirante Montero y el general Ruíz eran fervientes partidarios de la ‘Unidad Popular’ y que podrían dar un golpe de Estado que consagrara el ‘comunismo’ y condujera a una ‘dictadura del proletariado’. 79 “[…] Bonilla nunca me dijo que estuviera dispuesto a dar un Golpe de Estado. Yo no se lo oí. No me cabía duda de que al interior del Ejército y en la derecha había sectores golpistas. La derecha quería el Golpe”74. No haber oído decir al general Bonilla que estuviese dispuesto a dar un golpe de Estado y atribuir exclusivamente ese deseo a ‘la derecha’ nos parece una broma de mal gusto como muchas otras. El deseo de dar ese golpe de Estado era preferentemente de los sectores demócratacristianos, como lo denunciara su propio ex presidente de esa colectividad Renán Fuentalba, circunstancia vastamente conocida hoy por los sectores que hoy defienden el interés de las clases y fracciones de clase dominantes como lo es la ‘Unión Demócrata Independiente’ UDI. Lo cual no significa afirmar que los sectores naturalmente representativos del interés de las clases y fracciones de clase dominantes no lo anhelaran. Baste recordar las palabras de quien fuera su abanderada presidencial, Evelyn Matthei, en 2013 y con ocasión de recordarse los 40 años de la asonada militar: “[…] cada uno tiene que hacerse cargo de su pasado. El golpe no vino porque sí, no vino de la nada. La Democracia Cristiana pidió prácticamente el golpe. Hubo situaciones anteriores gravísimas.” 75 Esta vocación golpista de la dirigencia demócratacristiana era tan manifiesta que, días después de realizada la asonada, cuenta Juan Sebastián Gumucio Rivas que, al concurrir a la casa de Bernardo Leighton Guzmán, pudo presenciar algo que le llamó profundamente la atención. “Visité a don Bernardo Leighton en su casa de Martín de Zamora en los días posteriores al golpe. Me recibió con el cariño de siempre en su pequeño escritorio. Su indignación con sus camaradas golpistas era tan intensa que en las fotos que tenía en su escritorio y que daban cuenta de su histo- 74 González, Mónica: Obra citada en (62). Schmal, Rodolfo: “La Democracia Cristiana y los 40 años del golpe militar”, ‘El Quinto Poder’, 30 de agosto de 2013. 75 80 ria política se había dado el trabajo tachar los rostros de los DC golpistas con unas telemplásticas blancas. Recuerdo la foto del gabinete de Frei, en que nuestro querido tío Bernardo fue Ministro del Interior, en que quedaban libres de ocultamiento unos poquísimos rostros. La mayoría aparecía castigada por don Bernardo con las referidas cintas blancas”76. Como lo veremos más adelante, la llamada ‘derecha’ tenía evidentes aprehensiones de participar directamente en la asonada por temor a que esa acción se volviera en contra suya, temor que no acometía a una ‘Democracia Cristiana’ confiada de tener tras ella todo el poder del gobierno norteamericano. En gran medida, sería ese miedo lo que precipitaría la desaparición completa de la representación política natural de los sectores dominantes y su posterior reemplazo por una nueva estructura política, nacida tanto de las cenizas del gremialismo como de una juventud creada al amparo de la dictadura, una juventud pinochetista, convencida, también, de haber tomado en sus manos la divina misión de mantener a salvo ese Chile recuperado de las garras del marxismo por los institutos militares. 76 Carta (mail) enviado por Juan Sebastián Gumucio Rivas a su hermano Rafael Luis el 29 de abril de 2016. Copia en poder del autor. 81 PARTE II: CONSUMACION Y AFIANZAMIENTO Título I: Otro poco de teoría social para explicar la situación de los partidos con posterioridad al golpe militar. L as Fuerzas Armadas no son solamente el garante de la permanencia del Estado sino puede, incluso, afirmarse que constituyen el Estado mismo pues éste no es sino la organización de las clases y fracciones de clase dominante para los efectos de su dominación. El Estado es una relación de fuerza; por lo mismo, es una relación social. Por eso, tras los institutos armados, siempre han de encontrarse las clases que dirigen el país, los verdaderos dueños del espacio territorial denominado nación. Estas clases y fracciones de clase luchan por imponer sus intereses, pero no lo hacen directamente sino representadas por partidos que actúan dentro de una escena política naciónal; dichas organizaciones aún cuando luchan entre sí constantemente para entregar a quienes representan la conducción hegemónica del conjunto social, actúan estrechamente unidas cuando se trata de asegurar su preeminencia sobre las clases dominadas. Es parte de la cultura que les otorga su carácter dominante: actúan unidas. Solamente cuando saben que las clases dominadas se encuentran absolutamente derrotadas, las luchas de las clases y fracciones de clase dominantes en pugna por la defensa de sus intereses se desencadenan, se hacen manifiestas y pueden hasta alcanzar caracteres dramáticos. Es lo que sucede cuando un golpe militar pone fin a las pretensiones de introducir cambios que ponen en peligro la supervivencia del sistema; es lo que sucedió en Chile tras el golpe militar de 1973. Las explicaciones que entregamos en la primera parte de este trabajo acerca de la representación que asumen los partidos políticos pueden, también, servirnos para comprender mejor el tema que nos ocupa. En un Estado dictatorial, la representación política de las clases y fracciones de clase dominadas sufre un duro revés: sus partidos son disueltos, sus sindicatos intervenidos, la prensa que poseen es cerrada en tanto las fuerzas policiales y de seguridad persiguen a sus militantes. Entonces, la escena política no tiene razón de ser y desaparece para ceder espacio a una escena militar. 82 Al lado opuesto, en un golpe de Estado, la representación política natural de las clases y fracciones de clase dominantes no reacciona de la misma manera: generalmente se autodisuelve, se subordina al nuevo poder que se instaura y acepta que su representación sea asumida de pleno derecho por los institutos armados; por consiguiente, presta toda su colaboración a ese propósito; sabe que las Fuerzas Armadas asumen la representación informal de las clases y fracciones de clase dominantes que, hasta ese momento, ella representó; sabe que los institutos armados son el Estado. No ocurre lo mismo con los representantes espurios del interés de las clases y fracciones de clase dominantes que estiman las asonadas militares como sucesos eminentemente transitorios cuya finalidad debería consistir en devolver, a la brevedad, el mando de la nación a las organizaciones políticas que ellos han creado. Por eso, no disuelven sus partidos sino los mantienen expectantes, en una situación de verdadera ‘alegalidad’ respecto de las normas que emanan de la dictadura, comportándose como si estuviesen en democracia. Pero en la escena militar, las contradicciones pueden resolverse con extrema violencia. Las descripciones precedentes nos permiten entender lo que bajo la dictadura pinochetista sucedió, en verdad, con los partidos que habían constituido y abolido la ‘Confederación Democrática’ CODE, en especial, los partidos ‘Demócrata Cristiano’ y ‘Nacional’. Por una parte, y en concordancia con lo expresado precedentemente, el partido ‘Nacional’ no intentó, en modo alguno, mantenerse como entidad viva tras la realización del golpe de 1973. Por el contrario, luego de saludar a los nuevos gobernantes de facto, su dirigencia realizó un nuevo cónclave para acordar la disolución de la colectividad. La representación política formal de las clases y fracciones de clase dominantes reconocía al estamento militar como única y legítima expresión de ese interés anteriormente defendido por ella y se subordinaba a su conducción. Sabía que los acuerdos que comenzaba a adoptar la Junta Militar en orden a disolver las colectividades políticas no le empecían y se adelantaba a esos sucesos. Desaparecía, a la vez, con ese acto, de la escena política nacional (transformada ya en escena militar) para dar paso a una nueva representación de los sectores dominantes que se iría conformando en el tiempo bajo el 83 amparo de las armas. Una estructura política que representaría con mayor propiedad los cambios que la dictadura estaba produciendo en la república sudamericana. La era del partido ‘Nacional’, de la ‘Democracia Radical’, de ‘Patria y Libertad’, del partido de ‘Izquierda Radical’ había terminado. No ocurría de la misma manera con la ‘Democracia Cristiana’ que, como lo veremos en el párrafo que se sigue más adelante, concurriría a conversar con los nuevos gobernantes acerca del destino de las organizaciones políticas y de los plazos que se darían aquellos para normalizar la situación nacional. La dirigencia falangista, sintiéndose autor y cómplice de la asonada, esperaba jugar un rol decisivo en la construcción de la nueva fase que se iniciaba el 11 de septiembre de 1973. Pero, lamentablemente, así no sucedería; sus anhelos quedarían truncos. Título II: La Junta Militar se instala. Primer Gabinete. Los primeros mandos medios del Gobierno Pinochetista. Saludo de organizaciones y personalidades. La dirigencia del partido ‘Demócrata Cristiano’ se reúne con la Junta Militar. A poco de instalarse en el edificio del Ministerio de Defensa (más tarde lo haría en el Edificio ‘Gabriela Mistral’ —donde antes había funcionado la UNCTAD III—) comenzó la Junta Militar de Gobierno a recibir el reconocimiento de numerosas organizaciones y personalidades del país. Una de éstas fue el entonces presidente del Senado Eduardo Frei Montalva quien, en dicha calidad, concurrió hasta ese lugar, tripulando el automóvil de la corporación, a fin de dar su apoyo a las nuevas autoridades. Cumplida la misión y al momento de despedirse de aquellas e intentar el regreso, fue notificado de una desagradable noticia: las autoridades militares habían declarado disuelto el Parlamento por lo que el vehículo en que viajaba (propiedad de esa institución) le debía ser incautado a partir de ese mismo momento77. Pinochet, Augusto: “El día decisivo”, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1980, pág. 153. 77 84 Reimann y Rivas relatan el incidente de una manera un tanto diferente señalando que, a Frei, un coronel, cuyo nombre no indican, “[…] lo recibió con modales cortantes y le hizo probar su identidad […]” Concluida esa inspección, dispuso que le fuese confiscado el automóvil de inmediato ordenando que el ex presidente debía “[…] regresar a su domicilio en un jeep militar conducido por un cabo”78. Así como los partidos que representaban naturalmente a las clases y fracciones de clase dominante desconfiaban de la dirección de los institutos armados y temían un golpe favorable a los intereses de las organizaciones políticas que estaban en el gobierno, también la Junta Militar no confiaba en el estamento civil más que en quienes habían estado con ellos en los preparativos del golpe y ciertas personas que la alta oficialidad conocía. No debe sorprender, entonces, que las diferentes instituciones de la estructura administrativa del Estado fuesen ocupadas por uniformados y ex uniformados como si tal reparto apareciese ante los demás en el carácter de un verdadero botín de guerra. En verdad, algo había de todo eso, pues no debe olvidarse el compromiso que tenía el estamento militar dirigente con quienes habían trabajado junto a ellos para hacer posible la asonada. El primer gabinete es un elocuente testimonio de esa ‘gratitud’. Al asumir el control total de la nación, los nuevos gobernantes prefirieron, en un comienzo, rodearse de elementos provenientes de sus propias filas. Por eso, su primer Gabinete no estuvo integrado más que por dos civiles, personajes que fueron propuestos por Augusto Pinochet y José Toribio Merino bajo la excusa de haber sido viejos conocidos suyos y no porque fuesen grandes figuras de la política nacional79. Reimann, Elizabeth y Rivas, Fernando: “Chile: Antecedentes para un análisis”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977, pág. 18. 79 Estas personas fueron el profesor José Navarro Tobar (Educación) y el abogado Gonzalo Prieto Gándara (Justicia). 78 85 Esta forma de repartirse el ‘poder’ se reprodujo en todas las instancias inferiores dentro de la pirámide jerárquica estatal; las empresas del Estado y la banca quedaron a cargo de ‘delegados de Gobierno’ que asumieron sus cargos como otrora lo hicieran los criticados interventores de la Unidad Popular. Sin embargo, no deja de sorprender que la administración de muchos de esos servicios fuese entregada a reconocidos militantes de la ‘Democracia Cristiana’ como sucedió, por ejemplo, con Gonzalo Covarrubias Sanhueza (hermano del general Sergio Covarrubias Sanhueza, también simpatizante de esa colectividad) quien, conjuntamente con Héctor Fuenzalida Labbé, tomó la dirección del Banco Nacional del Trabajo; Gonzalo Barriga Cavada lo hizo en la Compañía de Cobre Salvador, luego del asesinato de su gerente general Ricardo García Posadas. También connotados miembros de la ‘Democracia Cristiana’ participaron activamente en la administración del Estado durante los primeros meses (y años) del Gobierno Pinochetista, entre otros, Juan de Dios Carmona Peralta, Sergio Ossa Pretot, Jorge Cauas Lama, Gonzalo Prieto (hombre cercano a Tomic que se desempeñó como ministro de Educación), Andrés Eugenio Rillón Romanini (que era Director del Registro Electoral), William Thayer Ojeda, Germán Becker, Pedro José Rodríguez, Enrique Evans, Enrique Krauss, Enrique Cummings, Modesto Collados, Alejandro Silva Bascuñán, Carlos Massad, Andrés Sanfuentes y Álvaro Bardón; en otros ámbitos, Juan Hamilton Depassier asumió el Sistema Nacional de Ahorro y Préstamos SINAP; Humberto Pizarro, la Caja Bancaria de Pensiones; Carlos Dupré ingresó a la Dirección de Industria y Comercio DIRINCO; Jorge Navarrete Martínez, en la calidad de Agregado de Prensa del Gobierno en Inglaterra, país desde donde fue expulsado por el Gobierno Laborista acusado de estar trabajando para la Dirección de Inteligencia Nacional DINA; en las dependencias del ministerio del Trabajo Salustio Montalva Concha, primo del ex mandatario Eduardo Frei Montalva; a cargo de la Dirección del Trabajo, el abogado Guillermo Videla; en San Felipe el alcalde demócratacristiano Juan Fuentes Gallardo fue confirmado en su cargo por la Junta y él, en agradecimiento a esa muestra de confianza, donó una medalla de oro para la ‘reconstrucción nacional’; en la misma ciudad la dirección del Liceo la asume el demócratacristiano Gilberto 86 Valdés Aranda; en Concepción fueron nombrados Fiscal Militar y Fiscales Navales los demócratacristianos Gonzalo Urrejola Arrau, Fernando Jiménez Larraín y Armando Cartes Sagredo, respectivamente, quienes tuvieron a su cargo la sustanciación de los procesos en contra de la dirigencia de los partidos populares. Pero tampoco deja de sorprender que no se tocase a aquellas organizaciones sindicales cuya dirigencia estaba a cargo de personas que militaban en esa colectividad. Así sucedió, por ejemplo, con la presidencia de la Federación Bancaria de Chile, antes en manos del socialista Gabriel Parada, al asumirla el demócratacristiano Carlos Ortega Roco; la Confederación de Trabajadores del Cobre quedó en manos de Bernardino Castillo y José Villena; el Sindicato de Trabajadores del Cobre de El Teniente continuó bajo la dirección del demócratacristiano Guillermo Medina de la misma manera que la CUT provincial mantuvo a su presidente el demócrata cristiano Manuel Rodríguez; y el Frente Unitario de Trabajadores FUT, al mando de Ernesto Vogel, pasó a manos de Carlos Frez quien, afortunadamente, cambió la dirección política de ese movimiento. En ese orden de cooperación activa —o, de acuerdo con las expresiones de la propia Junta, ‘patriótica colaboración’— de la ‘Democracia Cristiana’ con los golpistas, no debe dejarse de lado la circunstancia que “[…] muchos dirigentes sindicales y de base, pobladores y vecinos en general, jefes de servicios públicos y privados, entregan a las nuevas autoridades listas con nombres de los militantes y simpatizantes de la izquierda. En una reunión celebrada entre los dirigentes sindicales de la Caja Bancaria y los abogados Sergio Fernández y Vasco Costa (más tarde, ambos ministro de la dictadura), el gerente de esa entidad enrostró a los dirigentes demócratacristianos haber entregado las listas de la institución”80. Centro de Estudios ‘Michimalonco’: “Reseña histórica de la Democracia Cristiana en Chile”, Estocolmo, octubre de 1985, pág. 13. Los abogados Sergio Fernández Fernández y Vasco Costa eran funcionarios de la Caja Bancaria de Pensiones, entidad previsional de los trabajadores bancarios, expropiada a éstos para ser privatizada y vendida, más tarde, con el nombre de BanMédica. 80 87 . Esta cooperación se dio, además, en la participación de ex dirigentes de esa colectividad política en los mismos organismos represivos. Así lo confesó el ex agente de la Dirección de Inteligencia Nacional DINA Otto Silvio Trujillo Miranda,en una entrevista que publicara la revista ‘Análisis N° 110: “Yo fui presidente de la Juventud Demócrata Cristiana JDC de Porvenir. También fui presidente de esa organización y control de la DC en Punta Arenas. Ese era el tiempo de Fernando Yutronic. Él era presidente”81. No fue casual, en consecuencia, que el 26 de septiembre de 1973 bajara del avión, procedente de Caracas, el ingeniero demócratacristiano Raúl Sáez Sáez, hijo del general Carlos Sáez, llamado vía ‘circuito militar’ el 13 o 14 de septiembre por el propio general Jorge Gustavo Leigh a Caracas, ciudad en la que residía, urgiéndolo a que regresara; por lo mismo, no fue casual que, a su llegada, tomara contacto, de inmediato, con las autoridades militares y comenzara a trabajar en el carácter de Asesor General de la Junta. Sáez era amigo del general Jorge Gustavo Leigh Guzmán desde la época en que ambos trabajaron en la contención de las aguas del Riñihue, luego del terremoto del 60. No debe sorprender, por tanto, que en medio de una discusión sobre las medidas económicas a aplicarse en forma inmediata para resolver la crisis que enfrentaba la Junta, propusiese el general Jorge Gustavo Leigh se consultase, ante todo, su opinión como ex ministro de Hacienda del presidente Frei Montalva82. Ni que dicho ingeniero se haya permitido rechazar como eventual primer ministro de Economía de la Junta a Hugo Araneda y recomendar, en su reemplazo, el nombramiento de Fernando Léniz Cerda83. Por lo mismo, tampoco debe considerarse una casualidad el regreso desde Argentina, en un avión militar de la Fuerza Aérea de Chile FACH, colocado especialmente para ellos, de Hernán Cubillos, Emi- Centro de Estudios ‘Michimalonco’: Obra citada en (80), pág. 14. Fontaine Aldunate, Arturo: Obra citada en (3), pág. 56. 83 Fontaine Aldunate, Arturo: Obra citada en (3), pág. 60. 81 82 88 lio Sanfuentes y nada menos que del ex ministro de Hacienda de Eduardo Frei, el demócratacristiano Sergio Molina. Raúl Sáez Sáez Por eso, puede afirmar un autor que, en esos días posteriores al golpe: “El Ministro de Hacienda, Almirante Gotuzzo, cita a su despacho al ex Ministro de Frei, Sergio Molina, recién llegado del extranjero y le ofrece la Subsecretaría de Hacienda, después de una conversación general sobre la situación económica. Se conocen mucho y simpatizan desde que el Director de Presupuestos Molina atendía los requerimientos de recursos para la Armada que le formulaba Gotuzzo. Molina rechaza el cargo —no le corresponde, después de haber sido muchos años Ministro de Hacienda— y recomienda a Victoria Arellano, respetada funcionaria de la Dirección de Presupuestos y de la Subsecretaría. Para Director de Presupuestos, 89 propone al economista Juan Villarzú, demócratacristiano que forma parte del equipo de ‘El ladrillo’” 84. Sostenemos, aquí, nosotros, que esta ‘colaboración’ no se dio en forma casual; antes bien, obedeció a un plan, a una estrategia de los sectores dirigentes de la ‘Democracia Cristiana’ destinada a colocarse a la cabeza de los llamados ‘aparatos’ de Estado que constituyen, en definitiva, los espacios ideales para el ejercicio del poder. Porque no se disputa la asunción de un cargo de dirección estatal por la simple circunstancia de obtener un empleo, como lo hace normalmente la ‘clientela’ política de los partidos, sino para dar solución a las contradicciones de clase y ejercer la hegemonía al interior del Estado. Es esa la labor que va a dar, en definitiva, el carácter de clase de un partido, un movimiento o una organización social que ejerza el mando de un ‘aparato’ de Estado. Sostenemos, en consecuencia, que la estrategia de la ‘Democracia Cristiana’ fue copar todas las instancias posibles de dirección dentro de los ‘aparatos’ de Estado a fin de dar conducción al gobierno de la nación. Para ello, aprovechó todas las oportunidades en que, por uno u otro motivo, fue llamada su militancia a desempeñar roles decisivos en la instalación y marcha posterior de la dictadura. Volveremos sobre esta materia en breve. En este mismo sentido, pudo otro analista, señalar con razón que “[…] la Democracia Cristiana participó activamente en la generación de las condiciones que llevaron a la instauración del militarismo neoliberal en Chile, transformándose en partido opositor sólo cuando se hizo evidente que la dictadura pretendía llevar a cabo una reestructuración global de las bases sobre las que descansaban el Estado y la sociedad civil en Chile, descartando la idea, pensada en un primer momento, que a la intervención militar le sucedería un rápido restablecimiento institucional con la propia DC como protagonista. Aún así, varios de sus militantes participaron en el proceso de instalación del régimen. Por ejemplo, Alejandro Silva Bascuñán y Enrique Evans, juristas demócratacristianos cercanos al freísmo, participaron (hasta 1977) de la Co- 84 Fontaine Aldunate, Arturo: Obra citada en (3), pág. 50. 90 misión de Estudios de la Nueva Constitución o ‘Comisión Ortúzar’ junto a Jaime Guzmán y otros juristas de derecha”85. En consecuencia, esta presunta colaboración no fue algo ocasional ni obedeció a la simple voluntad de cada militante de la organización falangista sino constituyó una práctica institucional de la misma que se extendió hasta el año 1976, según el propio Patricio Aylwin lo reconociera en una entrevista concedida a la revista ‘Cosas’86. No hay que olvidar que el 12 de abril de 1975, a través de un decreto publicado en el Diario Oficial bajo el número 966, se confirmaron en sus cargos a los demócratacristianos Jorge Cauas Lama en el Ministerio de Hacienda y a Raúl Sáez Sáez en el de Coordinación y Desarrollo. Cauas y Carlos Massad (también demócratacristiano) se habían desempeñado como funcionarios del Fondo Monetario Internacional en Washington siendo llamados por Raúl Sáez a trabajar con él para dar el apoyo a la Junta de Gobierno. Según Fontaine: “Raul Sáez debe viajar mucho al extranjero para normalizar el sector externo de la economía. En 1973 negocia con los Estados Unidos la deuda pendiente de los años 1972 y 1973. En Europa, negocia dos veces la deuda pendiente con el Club de Paris, aunque en la segunda debe tratar a distancia por dificultades políticas para ser admitido en la respectiva reunión” 87. Radomiro Tomic conocía la enorme cantidad de dirigentes demócratacristianos que se habían volcado a apoyar el trabajo de la Junta de Gobierno. Por eso, en la exposición hecha ante el Consejo Nacional del PDC el 7 de noviembre de 1973, recordaba críticamente, entre otras cosas, la enorme responsabilidad que el partido aquel se había echado sobre los hombros, con las siguientes palabras: “Un Ministro de Estado democratacristiano, cuatro subsecretarios demócratacristianos (Economía, Relaciones, Trabajo, Justicia), di85 Casals, Marcelo: “Aylwin, el golpe, la dictadura y la transición”, ‘Red Seca’, 29 de mayo de 2012. 86 González, Mónica: Obra citada en (62). 87 Fontaine Aldunate, Arturo: Obra citada en (3), pág. 67. 91 rectores generales demócratacristianos como el del Trabajo, y asesores a granel, no son precisamente demostración de que el Partido no comparte y no coadyuda con una política cuyas decisiones centrales no son suyas sino ajenas; no sirven los intereses del pueblo chileno como nosotros lo hemos entendido siempre, sino que los perjudican. Es una situación administrativo-política excesiva. No debe prolongarse. Y reitero que salvo los casos excepcionales en que claramente deba el Partido autorizar a algunos de sus militantes para que asuman responsabilidades de alto nivel, todos los demás deben ser notificados expresamente —¡y esto significa ahora mismo!— que no sólo no representan a la Democracia Cristiana sino que han sido eliminados de los registros del Partido y que han dejado de ser demócratacristianos” 88. En su libro de memorias, recientemente editado, intitulado ‘El valor de los acuerdos’, el ex diputado demócrata cristiano Eduardo Cerda García recuerda un hecho interesante del cual muchos teníamos conocimiento aunque no constancia de su ocurrencia: la visita de la directiva de ese partido a la Junta para conocer acerca de los planes a futuro de la misma. “Abrimos la reunión planteando nuestra inquietud por los desaparecidos, por la gente que estaba siendo detenida, por las ejecuciones por consejo de guerra, por la libertad de prensa. Y también manifestamos nuestra preocupación por las declaraciones oficiales que señalaban que los partidos políticos serían declarados ilegales. —Nosotros estamos en una posición constructiva, pero esperamos que se restablezca rápidamente el orden constitucional y se llame a elecciones –dijo Aylwin–. La Democracia Cristiana no sabe trabajar en la clandestinidad, sería un error declarar ilegal a la gente más seria de este país, entre quienes nos consideramos nosotros. —¿Gente seria?— se burló Pinochet—. Ustedes, los demócratacristianos, son los mayores culpables. Partiendo por Frei, que permitió que existiera el MIR y que hubiera desorden en las calles, ahí están todas las revueltas. Y las armas que encontramos en todos los allanamientos”. Tomic, Radomiro: “Testimonios”, Editorial Emisión, Santiago, 1988, pág. 490. 88 92 La reunión fue tensa y en términos muy poco cordiales, y continuó con mutuas recriminaciones entre los militares y Aylwin respecto a las armas en manos de civiles. Este último cuestionó a los generales que en el Estatuto de Garantías Democráticas firmado entre la DC y Allende habían participado representantes de las Fuerzas Armadas, a quienes se les concedió que serían estas las encargadas de procurar el control de armamento. Los ánimos se caldearon y todo acabó con una fuerte sentencia de Gustavo Leigh: “Nuestra misión es erradicar el cáncer del marxismo. Y vamos a disolver todos los partidos políticos. Dense por disueltos, esto se acabó”89. En el libro que escribieran Cavallo, Salazar y Sepúlveda se señala que, a poco de instalada la Junta Militar al frente de la nación, una de las tareas más inmediata era resolver el problema de los plazos. “El 4 de noviembre de 1976, la fecha prevista para que Allende dejara el poder, ofrecía sentido político: un plazo breve, suficiente ‘para restaurar la institucionalidad quebrantada’, con sentido de continuidad y una carga simbólica ligada a la democracia. Nadie pensaba seriamente en un régimen más prolongado: la emergencia formaba parte de la concepción, del desarrollo y de la resolución del golpe. Quien pudiera imaginarse otra cosa en ese momento, debía guardar secreto”90. Este problema no era tan sólo algo que interesase al poder civil. En su libro ‘Más allá del abismo’, Sergio Arellano sostiene que ese tema era objeto de discusión frecuente ‘entre los generales’91. Sobre la base de otras informaciones que amplían aquellas entregadas por Eduardo Cerda en su reciente obra (anteriormente citada), sostenemos nosotros que el encuentro entre la directiva de la ‘DeVera, Ignacio: “Eduardo Cerda: ‘Faltó que Allende se impusiera sobre su gente, y sobró el discurso de Altamirano’”, ‘El Mostrador’, 31 de marzo de 2016. 90 Cavallo, Ascanio; Salazar, Manuel y Sepúlveda, Óscar: “La historia oculta del Régimen Militar”, Editorial Grijalbo S.A., Santiago, 1997, pág. 17. 91 Arellano Iturriaga, Sergio: “Más allá del abismo”, Editorial Proyección, Santiago, 1985, pág. 55. 89 93 mocracia Cristiana’ y la Junta Militar no fue solamente para abordar el tema de la proscripción de los partidos, sino también para tocar el período de vigencia de la intervención militar, tema que molestó profundamente al estamento militar dirigente provocando la desagradable situación a la que alude el escritor. Según Wilhem Hofmeister: “[…] los demócrata cristianos en un comienzo pensaron que los militares restablecerían pronto la ‘normalidad institucional’, es decir, llamarían a elecciones para luego volver a sus cuarteles. Al mismo tiempo, la cúpula del PDC reafirmó en ese dictamen que había hecho todo ‘para lograr una solución por la vía institucionalconstitucional’. El partido ofreció su cooperación para volver a la ‘vía política-institucional’; los miembros del PDC fueron llamados a ofrecer su colaboración en todos los niveles. En efecto, algunos afiliados del PDC, que antes del golpe ya habían colaborado con representantes de la derecha en la elaboración de un programa alternativo de gobierno, transitoriamente asumieron posiciones en el nuevo gobierno”92. Esa misma idea la mantuvieron los elementos demócratacristianos en los meses que siguieron y hasta 1975. Y estaban tan convencidos tales elementos que los institutos armados les entregarían prontamente el mando de la nación que se sentían soberbios, arrogantes, satisfechos de su labor. Porque estaban ciertos de haber sido elegidos para la realización de una obra superior, una obra excelsa, una obra divina: la misión de construir, tras la hecatombe marxista y el término de su Gobierno, lo que debería ser el ‘Chile del futuro’. El destino había reservado a la ‘Democracia Cristiana’ esa descomunal tarea. Y su dirigencia estaba dispuesta a emprenderla. Hofmeister, Wilhem: “La opción por la democracia cristiana y desarrollo político en Chile 1964-1994”, pág.202, Konrad Adenauer stiftung, s/a. 92 94 Título III: Apoyo demócratacristiano a la Junta en algunos sectores sociales. Clotario Blest intenta reconstituir la verdadera CUT.Oposición de la ‘Democracia Cristiana’. Óscar Ortiz nos cuenta dos hechos a propósitos del sindicalismo en donde Clotario Blest tuvo destacada participación. Señala así que, entre los círculos de las Juntas de Vecinos y gremios, como lo eran los colegios profesionales y la pequeña y mediana industria y comercio, sectores en donde la DC poseía gran cantidad de militantes, adherentes y simpatizantes “[…] el apoyo a la Junta Militar era casi de devoción religiosa”. A principios de octubre de 1974, ninguno de los sindicalistas demócratacristianos que integraron una vez el Comité Ejecutivo de la Central Única de Trabajadores CUT había pronunciado condena alguna por la disolución de esa organización. Fue esa circunstancia lo que obligó a Clotario Blest a convocarlos a una reunión y conversar sobre el particular. La sorpresa del sindicalista fue grande cuando se le explicó el por qué. Óscar Ortiz así nos lo cuenta: “Tras varias postergaciones sin causas aparentes, finalmente Blest se junta con éstos en los altos de un edificio de Huérfanos con Ahumada. Presidida por José Monares, ex parlamentario, el grupo encabezado por el vicepresidente de la CUT Ernesto Vogel, pone al corriente que ellos consideran saludable su desaparición, pues así se limpiará de las corrientes marxistas totalitarias, posibilitando por tanto la fundación de una nueva organización multisindical, alternativa a la ex Central Única de Trabajadores. Da cuenta que esta entidad se denominará Central Nacional de Trabajadores (C.N.T). invitándolo además a integrarla”93. Así era, pues: nada a la participación de otras fuerzas que no fuesen de tendencia socialdemócrata. Y por lo mismo, en la directiva de tan Ortiz, Óscar: “El primer lustro en que afrontamos el peligro. Registro de la Memoria”, Obra inédita, en preparación. 93 95 novedosa central sindical se podían encontrar nombres como el de Eduardo Ríos Arias, Tucapel Jiménez Alfaro, Victoriano Zenteno, etc. Aún cuando, en realidad, la organización sólo iría a quedar lista en enero de 1975, como lo señalan Guillermo Campero y José Valenzuela, “La CNT trató de proponerse como una organización dialogante con el gobierno y constituirse en un interlocutor sindical válido. El gobierno, sin embargo, no se decidió a avalar plenamente esta propuesta y de hecho, no le proporcionó el reconocimiento que aquella reclamaba”94. Jamás, en esos años, abandonó la ‘Democracia Cristiana’ la idea de crear una central donde estuviesen ausentes los sectores vinculados partidos marxistas y ellos pudiesen imponer las reglas. Y era tanto el convencimiento de esa colectividad en torno a la ‘verdad’ predicada que Manuel Rodríguez, también demócrata cristiano, presidente de la CUT provincial, sólo quiso hacer entrega de la sede de la organización que presidía a la recién creada Central Nacional de Trabajadores CNT para que pudiese allí ésta funcionar. La CUT que buscaba reconstruir Clotario Blest no reunía las cualidades de pureza doctrinaria que esos dirigentes anhelaban; no era, por tanto, una institución confiable. Por lo mismo, y convencido que lo mejor era tratar con el alto mando del partido para dirimir esos problemas, a fines de la primera quincena de enero de 1976, se dirigió el sindicalista en compañía del ex diputado demócratacristiano Santiago Pereira y de otros miembros de la organización que presidía (‘Comité de Defensa de los Derechos Sindicales’ CODES) a la oficina de Patricio Aylwin. “Sentado tras su escritorio, que exhibe sobre su superficie, múltiples objetos artesanales y rumas de papeles, nos recibe sonriente. Inmediatamente después de los saludos, somos invitados a pasar a un pequeño living que está en el otro ángulo de la oficina. Blest rompe el protocolo al solicitar a Aylwin una explicación por lo Campero, Guillermo y Valenzuela, José: “El movimiento sindical en el Régimen Militar Chileno (1973-1981”, Estudios ILET, Santiago, 1° Edición, pág. 94. 94 96 acaecido al representante DC en la CUT exterior y consensuar —si es posible— una estrategia común contra la dictadura durante la Asamblea de la OEA, a realizarse en junio en nuestra capital. —No se debe pasar por alto que hay más de 1.500 presos políticos en diversas cárceles y campos de concentración a lo largo del país. ¡Por algo es una tiranía que debemos combatir!— enfatiza Clotario Blest”95. La reacción de Aylwin fue instantánea y notoria. Ortiz la retrata de la siguiente forma: “Como por arte de magia, su dentífrica sonrisa es reemplazada por una mandíbula rígida, y su voz cardenalicia se transforma en algo cercano a lo gutural. Con rostro enrojecido y sus brazos extendidos, el futuro presidente de Chile, nos replica desde su sillón de cuero. —Mire don Clotario, los demócratas no debemos estar con la CUT exterior, pues eso es sólo un reducto de marxistas, principalmente del partido Comunista… Igualmente debe saber que para nuestro partido, el Gobierno Militar no es dictadura. Soy crítico, pero siempre he creído que las FFAA cumplirán su propósito de entregar el poder lo antes posible— razonaba pausadamente a la par que observaba fijamente a su correligionario Santiago Pereira (camarada). —Dejémonos de cuentos. Tampoco Chile en 1973 estaba viviendo un Estado de Derecho, plenamente democrático cuando se produjo el pronunciamiento militar. A este gobierno hay que ganarle dentro de sus propias reglas. Debemos ser inteligentes al afrontar su dinámica, don Clotario— aseveraba al unísono que recobraba su característica sonrisa”96. En realidad, tanto Aylwin como la ‘Democracia Cristiana’ no tenían la más mínima intención de reconstituir la vieja Central Única de Trabajadores CUT. Para transformarse en el representante ideal del sistema capitalista mundial dentro de la nueva forma de acumular que se asentaba en el país, les resultaba tremendamente riesgoso 95 96 Ortiz, Óscar: Obra citada en (93). Ortiz, Óscar: Obra citada en (93). 97 tener a los trabajadores organizados en una estructura que pusiese en peligro la obra de sus economistas. Título IV: Actitud de Eduardo Frei Montalva y de su familia tras la instalación de la Junta Militar. Actitud de la familia Aylwin. La actitud del ex presidente Frei Montalva durante los prolegómenos del golpe fue de permanente oposición al Gobierno Popular (lo mismo sucedió con Patricio Aylwin). Antes del golpe militar, Frei desempeñó el cargo de presidente del Senado en tanto Luis Pareto, otro demócrata cristiano, lo hacía como presidente de la Cámara de Diputados. Consultado permanentemente por los dirigentes de su partido, Frei aparecía como el centro obligado de toda conversación y juez supremo para la resolución de las controversias partidarias. Por eso, es muy difícil suponer que no estaba al tanto de las maniobras que realizaban sus camaradas. Menos, aún, al tenor de sus expresiones y escritos. Frei no era una persona ingenua; antes bien, un político avezado, a quien bien podría aplicarse aquella frase que pronunciara, en una oportunidad, el conde de Mirabeau: “Es un hombre que sabe lo que quiere: llegará lejos”. Tremendamente cuidadoso en el empleo de las palabras rehuía siempre decir o hacer algo que pudiera comprometerlo. Tal vez por eso resulta difícil establecer pruebas de alguna participación suya directa en la asonada golpista. Iván De la Nuez recuerda, sin embargo, un episodio importante que nos ha parecido conveniente incorporar a este estudio por el debate que pudiere suscitar: “En marzo de 1971, se preparó por la organización fascista Patria y Libertad un atentado al presidente en la ciudad de Antofagasta. El atentado fue acordado con oficiales del Ejército —como el mayor Juan Nilo, jefe de la Escuela de Suboficiales y Carabineros— que se proponían también liberar a Viaux. Por Jorge Kindemann, ex in- 98 tendente de Santiago, Frei conoció y aprobó el plan de acción antes esbozado […]”97 Pero, según lo recuerdan Reimann y Rivas, el ex presidente de la República “[…] no se comprometió a participar directamente en la conspiración”98. ¿Verdad? ¿Mentira? Lo cierto es que Frei siguió creyendo en las Fuerzas Armadas en los años posteriores al golpe; y lo hizo con ese convencimiento o fervor ciego de quienes creen estar en posesión de la verdad, con la fe del profeta que es capaz de sacrificar a su propio hijo en aras de una presunta divinidad. Solamente cuando descubrió que ya no era posible seguir mintiéndose a sí mismo, puso en duda su acción. Esta fe, casi demencial en una institución que desde sus albores no se ha caracterizado, precisamente, por el respeto a los valores humanos, puede explicar en parte que su primogénito, Eduardo Frei Ruíz-Tagle —segundo presidente de Chile luego del término de la dictadura—, concurriera, acompañado de su mujer Marta Larraechea, a donar sus joyas para la Reconstrucción Nacional, según lo recuerda Rafael Luis Gumucio en uno de sus artículos99. Pero eso no fue todo: la declaración que el mismo partido ‘Demócrata Cristiano’ emitiera, a poco de consumado el golpe militar, en la que, conjuntamente con afirmar que “[…] las Fuerzas Armadas nunca buscaron el poder […]”, e invitaban a la comunidad nacional a contribuir con sus dineros o joyas a la llamada ‘Reconstrucción Nacional’, fue discutida con él. Frei estaba convencido que las Fuerzas Armadas habían salvado a la Patria del peligro marxista. 97 98 De la Nuez, Iván: Obra citada en (18) pág. 91. Reimann, Elizabeth y Rivas Sánchez, Fernando: Obra citada en (78), pág. 9. 99 Gumucio Rivas, Rafael Luis: Obra citada en (58). 99 En la carta que enviara el día 08 de noviembre de 1974 a Mariano Rumor, presidente de la Unión de la Unión Mundial de la ‘Democracia Cristiana’ y que, a pesar de ser una carta privada, la dictadura pinochetista hizo pública a través de ‘El Mercurio’, se pueden encontrar temerarias afirmaciones del líder falangista como la que sigue a continuación: Eduardo Frei Montalva “Las Fuerzas Armadas —estamos convencidos— no actuaron por ambición. Más aún, se resistieron largamente a hacerlo. Su fracaso ahora sería el fracaso del país y nos precipitaría en un callejón sin salida. Por eso los chilenos, en su inmensa mayoría, más allá de toda consideración partidista, quieren ayudar porque creen que ésta es la condición para que se restablezca la paz y la libertad en Chile”. Podría pensarse que las primeras vacilaciones de Eduardo Frei Montalva acerca de los objetivos de la Junta y de la naturaleza de su intervención se originaron luego de la ejecución de su sobrino político y ex militante del MAPU, Eugenio Ruíz-Tagle Orrego, en Antofagasta, realizada por el pelotón a cargo del general Sergio Arellano Stark, pero no fue así. La carta que enviara a Mariano Rumor es elocuente al respecto: Frei, con posterioridad a ese hecho, seguía creyendo aún en la Junta. 100 Es cierto que, desencadenado el golpe, llamó el ex presidente a uno de sus ex edecanes a fin de solicitarle que se respetara la vida de Salvador Allende y no se bombardeara La Moneda; y es cierto, también, que, al concurrir a su casa el embajador de USA, le manifestó Frei que "[…] su mayor preocupación es la continuidad de las ejecuciones sumarias por intentos de fuga u otros pretextos, ya que (Frei) acaba de pasar algunos días en Coquimbo-La Serena y estaba alterado por informes que había escuchado sobre las ejecuciones sumarias allá, en Antofagasta y en otras partes"100. Pero no significa todo ello que haya sido Frei un tenaz opositor a la dictadura. Por lo demás no era el ex presidente el único demócrata cristiano que tenía confianza en los militares. Hay testimonios de quienes vieron a connotados dirigentes de esa colectividad al edificio sede de la Junta a saludar a los nuevos gobernantes y, de paso, a preguntarles cuándo dejarían el mando de la nación a los civiles; no esperaban, sin embargo, que los uniformados rechazaran de plano dicha interpelación y les hicieran salir con el rostro demudado del edificio101. La participación de Frei en el golpe militar es un hecho que la familia del ex presidente ha negado en forma rotunda cada vez que ha sido necesario hacerlo; una de aquellas oportunidades fue con motivo de la publicación del libro de Cristián Gazmuri “Eduardo Frei Montalva y su época”, haciendo que el historiador desmintiese tal hecho para señalar que solamente él planteó el apoyo dado por Frei a los militares una vez consumado el golpe y en los meses posteriores. Sin embargo, como lo señala un comentarista, “Efectivamente, no hay antecedentes precisos, pruebas concretas de que Frei haya participado en la organización del golpe de EsFrei Ruiz-Tagle, Carmen: “La verdad sobre Frei Montalva y el golpe”, ‘El Mostrador’, 30 de septiembre de 2013. 101 Es esta situación la misma que relata Eduardo Cerda sobre la visita que efectuara la directiva demócrata cristiana a la Junta Militar en el edificio del Ministerio de Defensa; a ella nos referimos anteriormente. 100 101 tado. Pero a lo menos debe haber estado en conocimiento del mismo. Importantes militares ligados a la DC —como los generales Sergio Arellano Stark y Oscar Bonilla— estaban entre los conspiradores principales. Hombres muy cercanos a Frei como su ex ministro de Defensa, Sergio Ossa Pretot, y el senador Juan Hamilton, tenían contactos con militares. Pero no hay pruebas concluyentes de participación efectiva”102. Los hechos, sin embargo, pueden ser acreditados de diversas maneras; no tienen por qué constar en documentos autorizados ante un ministro de fe o en las confesiones del propio involucrado; también los testimonios constituyen medios de prueba del mismo modo que lo hacen las presunciones. Y éstas se construyen sobre la base de razonamientos. Es un hecho cierto que antes del golpe, la directiva del partido ‘Demócrata Cristiano’ fue renovada con una determinada finalidad: Renán Fuentalba debió alejarse de la dirección siendo reemplazado por Patricio Aylwin. Fuentealba no era hombre que apoyara al Gobierno de la ‘Unidad Popular’; sin embargo, tenía un defecto imperdonable ante los ojos de quienes sostenían la línea dura del partido: se le acusaba de tener posiciones débiles frente a Allende. Aylwin, por el contrario, era conocido por ser considerado como hombre duro y, además, delfín de Eduardo Frei Montalva; se le estimaba, igualmente, como rotundo opositor al nuevo régimen que se instalaba. Tremendamente prejuicioso, profundamente anticomunista y decidido defensor de la jerarquía, toleraba que lo tutearan sólo sus amigos más íntimos manteniendo enorme distancia con quienes se relacionaba; ese mismo trato usó con sus propios hijos no permitiendo a éstos que lo tutearan ni haciéndolo él con ellos. Patricio Aylwin era el hombre ideal para que Frei pudiese actuar con mano ajena en los avatares del golpe. La conducta de la familia de Frei Montalva ha sido reproducida por la del ex presidente Aylwin; también su hija Mariana lo exime de haber sido promotor del golpe. López, Federico: “¿Quién mató a Frei?”, ‘Punto Final’, 20 de octubre de 2000, versión digital. 102 102 “¡Mi padre jamás fue golpista! Él no buscó ni propició el golpe; todo lo contrario, él buscó una salida institucional hasta el último minuto. Él fue un gran demócrata… Institucionalmente, la DC buscó una salida hasta el último minuto. Que haya habido algunos demócratacristianos que estaban en otra cosa, puede ser, a mi no me consta. Pero institucionalmente, la directiva y el presidente del partido, hasta el último día, buscaron una salida institucional. El golpe, mi padre lo vio como un tremendo fracaso”103. Eso no es efectivo. Los hechos que sucedieron posteriormente desmienten todas esas palabras. Porque el cambio de una directiva política no se realiza sin motivo alguno: el relevo de Renán Fuentealba por Patricio Aylwin, hombre incondicional de Eduardo Frei, no fue un simple hecho casual sino una operación destinada a endurecer las condiciones que se imponían al presidente Allende para gobernar. Era el todo o nada: la ‘Democracia Cristiana’ tenía ‘la sartén por el mango’. Gran parte de la alta oficialidad de los institutos armados era simpatizante de esa colectividad. No es posible saber si el presidente Allende conoció o, al menos, sospechó las maniobras que Aylwin hacía para poner fin a su Gobierno; pero es posible presumirlo. Porque, cuidadoso en el lenguaje y afectuoso con todos, como el mandatario lo era, puede advertirse la gélida distancia que estableció con el parlamentario, contenida en el encabezamiento de la última carta que le enviara, proponiéndole medidas que —estaba seguro— su destinatario, de todas maneras, rechazaría: “Señor Senador Aylwin”. No hay un “Señor Patricio Aylwin Azócar, Senador de la República’ o ‘Señor Patricio Aylwin, presidente del partido Demócrata Cristiano’; menos aún un ‘Estimado Patricio’, o un ‘Mi buen amigo’, en fin. Nada. Nada. Sólo el trato debido a quien ya no ocultaba, a esas alturas, sus aviesas intenciones. La participación de estos personajes en el golpe militar constituye, para nosotros, una verdad. Aunque ella no se encuentre avalada por sentencia judicial alguna. Díaz, Waldo y Peró, Alfonso: “Mi padre estaba preocupado de la creciente polarización en el país”, ‘El Mercurio’, 21 de abril de 2016, página C-2. 103 103 Permítasenos, sin embargo, señalar aquí que la desconfianza que el presidente sentía acerca de ciertos personeros de la oposición también la manifestaba aquel en relación al comportamiento que algunos de sus más cercanos colaboradores (ministros y subsecretarios) tendría para el caso que se consumara el golpe de Estado en su contra. José Antonio Viera-Gallo Quesney cuenta que, siendo él uno de los presentes en una reunión que se celebrara en La Moneda pocas semanas antes del golpe, Allende les había dicho: “Cuando aquí venga la hora decisiva y yo tenga que combatir en La Moneda, ustedes van a arrancar como conejos y ninguno va a estar a mi lado”104. Proféticas palabras que enlodan hoy (y seguirán haciéndolo en la historia) la memoria de quienes, a nombre de ‘la izquierda’, se afanaran por ubicarse en los más altos cargos de Gobierno desde el término de la autocracia pinochetista hasta nuestros días. Para concluir esta parte restaría, entonces, saber cuál fue el motivo que tuvo la Junta Militar para, posteriormente, perseguir a algunos militantes demócratacristianos, a ciertos dirigentes y asesinar a parte de ellos. Título V: Por qué la ‘Democracia Cristiana’ y no los otros partidos. La razón, desde el punto de vista del sistema capitalista mundial SKM. Los acontecimientos no dependen de la voluntad de las personas ni de las organizaciones. Se desencadenan de acuerdo a las directrices de una globalidad pues, en la teoría general de los sistemas, es el todo quien determina a la parte y no lo contrario. Podemos considerar al sistema capitalista mundial SKM como un todo; pero, a la vez, como un ‘holón’105, es decir, un sistema constiAhumada, Eugenio y otros: “Chile: la memoria prohibida”, Pehuén Editores, Santiago, 1989, Tomo I, pág. 203. 105 Empleamos aquí la denominación de Arthur Koestler que llama ‘holones’, por considerarla más apropiada, a las unidades integradas por otras unidades. 104 104 tuido por otros sistemas (o, si se quiere, subsistemas) regionales o locales que, a su turno, se encuentran integrados por sistemas vivos u organismos, que son los seres humanos. Es, por consiguiente, dicho sistema, una estructura viva. Como tal, tiene todos los atributos de los seres vivos. Para poder funcionar en forma correcta, los demás holones que lo componen deben actuar en forma armónica y coordinada. Cuando ello no ocurre, cuando una de esas unidades presenta anomalías, el sistema debe intentar por todos los medios subsanar aquellas. Esta tarea la realizan, normalmente, los gobiernos, que deben adecuar el funcionamiento de cada una de las unidades estatales a los requerimientos del todo. No obstante, también esas anomalías pueden ser resueltas por una revolución o por un golpe de Estado. En todo caso, el elemento exótico debe adecuar su funcionamiento al todo. Nuestra idea es que, a la fecha de la asunción de Allende, Chile presentaba numerosos desajustes en relación al rumbo emprendido por las formaciones sociales centrales y necesitaba realizar una serie de innovaciones que lo pusieran a tono con la marcha del sistema capitalista mundial. La solución cubana o la soviética no parecía la adecuada pues esta nación no era una formación social campesina que podía homologarse a tales modelos; menos, en una situación mundial de ‘bipolaridad’ en donde la influencia planetaria se reducía a la acción de dos grandes poderes mundiales. Pero su adecuación debía realizarse de todas maneras. Y el golpe de Estado debía brindar las condiciones para que ello fuese posible. Un sistema sabe cuándo y cómo es posible realizar tales acomodos. No así la representación política de sus clases y fracciones de clase dominantes que creen poder hacerlo y, no obstante, cometen yerros. Y es que, a menudo, tales ‘mandatarios’ confunden su rol y actúan como si fuesen ellos mismos la encarnación de la clase o fracción de clase que representan. Pero, entonces, vienen las sorpresas y los fracasos. Fue el caso de lo que sucedió con el apoyo que el gobierno norteamericano dio a la ‘Democracia Cristiana’ para la realización del golpe, en donde sólo se trataba de usar a los institutos armados, hacerlos intervenir para, luego, entregar el mando a Frei. El embajador Korry lo había dicho abiertamente, como lo consignáramos en las páginas anteriores: Frei era el hombre, y no algún representante 105 del partido ‘Nacional’, de la ‘Democracia Radical’ o del partido de ‘Izquierda Radical’. Pero así no sucedió: los deseos del Departamento de Estado norteamericano no sólo no se cumplieron sino se malograron; las clases y fracciones de clase dominantes asumieron el mando de la mano de una nueva generación de políticos. Augusto Pinochet y Patricio Aylwin ¿Por qué sucedió todo ello? Nos parece que la razón de este aparente contrasentido estriba en un hecho bastante simple: tratándose de reajustes al funcionamiento del sistema se hace necesario introducirle un conjunto de reformas para dejarlo en condiciones de responder a los requerimientos mundiales, y los sectores conservadores no ofrecen otra alternativa que no sea la de perseverar en el funcionamiento de los modelos vigentes sin atreverse a innovar. No por algo se llaman ‘conservadores’, como lo hemos afirmado antes: se preocupan tan sólo de ‘conservar’ lo que existe; raras veces innovan. Desde ese punto de vista, la ‘Democracia Cristiana’ aparecía como representante ideal del sector más dinámico del sistema capitalista mundial, a la vez que el más dispuesto a hacer las transformaciones 106 necesarias para adecuar el funcionamiento del holón, llamado Chile, a dicho sistema. Sin embargo, olvidaban los gobernantes norteamericanos que, en determinados períodos históricos, las ideas o prácticas que pueden resolver las crisis del sistema capitalista aparecen sorpresivamente y encarnadas no en personajes cuyas veleidades llenan las páginas de los periódicos o los noticiarios de la Televisión. Fue lo que sucedió con la solución que encontraron, paradojalmente, los economistas demócratacristianos como Jorge Cauas, Andrés Sanfuentes, Álvaro Bardón: un ‘modelo’ económico, un modelo de economía social de mercado diferente a todos los que existían. Y era esa la solución que esperaba el grupo de gremialistas que apoyaba a los militares, además de la generación golpista más severa que lideraba Pinochet. La aplicación de ese modelo no sólo podía colocar a Chile en correspondencia con la marcha del sistema mundial sino, además, establecer un modelo para un cambio de paradigma a nivel planetario, acorde al desarrollo de las fuerzas productivas. Lo cual exigía un cambio sustancial en las relaciones de producción, para lo cual la ‘Democracia Cristiana’, como institución, no estaba aún preparada. Una nueva fase en la marcha del sistema capitalista mundial debía abrirse en breve —la fase de expansión—, pero de la mano de otros protagonistas; tal circunstancia debía comenzar a prepararse en Chile, luego que la Junta Militar advirtiese que los economistas demócratacristianos, junto al resto de los ‘Chicago Boys’, tenían en sus manos la posibilidad de brindar una conveniente solución a la problemática que presentaba el agotamiento de la anterior forma de acumulación. Las clases y fracciones de clase dominantes volverían a tomar el control de la nación, pero esta vez con mano ajena o, como se acostumbra a decir en Chile, con ‘mano de gato’. El destino de la ‘Democracia Cristiana’ quedaría, así, sellado de antemano. Título VI: Por qué la ‘Democracia Cristiana’ y no otros partidos. La razón, desde el punto de vista institucional. Hasta 1973, el sistema capitalista chileno estaba organizado sobre la base de un Estado regido por una constitución que permitía el libre juego democrático de los partidos dentro una escena política que funcionaba, si no perfectamente, al menos sin trabas, resolviéndose (o 107 postergándose), en ese juego, las contradicciones de clase. Pero la escena política de un país no basta para dar solución a las crecientes diferencias sociales generadas dentro del sistema por un desigual reparto del producto social; menos aún cuando, a raíz de unas elecciones, las expectativas de gran parte de la población se han elevado considerablemente. Así había sucedido con el gobierno de Eduardo Frei cuya administración, si bien introdujo transformaciones importantes a la normatividad vigente, no satisfacían aquellas por entero las esperanzas de la comunidad nacional que, creyéndose burlada en esas pretensiones, volvía sus ojos hacia otras opciones: las que ofrecían los partidos populares. La elección de Allende fue, por tal motivo, consecuencia inevitable de haber creado la ‘Democracia Cristiana’ en la población chilena expectativas que le resultaron imposibles de satisfacer. Forzosamente, las esperanzas de toda una nación se iban vaciar en torno al Gobierno de la ‘Unidad Popular’. Frei sabía las esperanzas que había sembrado la ‘Democracia Cristiana’ en la población chilena. Y ello es tan cierto que, cuando debió concurrir a saludar al recién electo presidente Allende, luego de las elecciones de 1970, no pudo ocultar la amargura que lo embargaba cuando le dijo estas palabras: “Tú podrás hacer muchas cosas que yo no hice” 106. No devolvió de inmediato ese elogio Salvador Allende a quien, aún en ese entonces, era amigo suyo. Festivo y alegre como era, lo hizo cuando, en noviembre de ese año, recibió de él la banda presidencial: “No estés triste, Eduardo; te la devolveré en seis años más”107. Se ha afirmado, por muchos, que era la ‘Unidad Popular’, un ‘gobierno de minoría’, afirmación que carece de toda validez si no se explica previamente el sistema electoral que existió en Chile hasta 1973, país en donde era elegido presidente quien hubiere obtenido la 106 107 Centro de Estudios ‘Michimalonco’: Obra citada en (80), pág. 11. Centro de Estudios ‘Michimalonco’: Obra citada en (80), Pág.11. 108 simple mayoría de los sufragios. El sistema eleccionario contemplaba un requisito adicional que era la ratificación del elegido por el Congreso Nacional en votación directa. Esta última exigencia estaba regida por la costumbre que hacía esa corporación de ratificar el veredicto popular. Y puesto que ninguno de los presidentes electos desde la promulgación de la Constitución en 1925 había sido agraciado con la mayoría absoluta de los sufragios válidamente emitidos, todos los presidentes chilenos desde esa fecha en adelante habían sido ratificados por el Parlamento para que pudiesen formar sus ‘gobiernos de minoría’. Todos los gobiernos que habían constituido esos presidentes habían sido, por consiguiente, ‘gobiernos de minoría’. El requisito de la ratificación había sido cumplido a cabalidad por el candidato Salvador Allende, sin perjuicio de un Estatuto de Garantías Constitucionales que el partido ‘Demócrata Cristiano’ le obligó a suscribir. Sin embargo, en la historia de las elecciones habidas desde la dictación de la constitución de 1925 en adelante, jamás presidente alguno había sido obligado a firmar tan injurioso libelo como condición previa para validar su elección. El régimen instaurado en la Constitución del 25 era presidencialista. Por eso, si surgían dificultades entre el Congreso y la presidencia de la nación (Administración) era poco menos que imposible resolver tal conflicto a través de la deposición de quien ya se encontraba instalado al mando de la nación. En palabras más simples, las leyes dictadas por los sectores dominantes para perpetuar su dominación, no contemplaban una solución para el caso de existir conflictos de la naturaleza indicada sino apenas mecanismos plebiscitarios que, de ganarse por uno de los sectores, dejaban al otro sin posibilidad alguna de continuar adelante con sus pretensiones. Un plebiscito, por ende, podía reafirmar la línea emprendida por la Administración y dejar sin capacidad de respuesta al Parlamento. En palabras más simples: si se quería resolver de una vez por todas el conflicto entre los ‘poderes’ Legislativo y Administrativo (Ejecutivo), lo único que se podía hacer era impedir a toda costa un posible plebiscito y actuar vía ‘manu militari’. Por lo mismo, sostenemos nosotros aquí que el agotamiento de las vías democráticas (constitucionales) para resolver las controversias 109 entre los llamados ‘poderes’ Ejecutivo y Legislativo fue determinante para la realización de la asonada militar. Desde este punto de vista, las afirmaciones hecha en torno a suponer que las causas del golpe militar serían únicamente la intervención de los Estados Unidos, la acción de la CIA, u otras similares, deben dejarse de lado; del mismo modo esas infantiles afirmaciones de Patricio Aylwin, como las que se señalan a continuación: “Yo diría que las actitudes demagógicas de Altamirano hicieron más daño a Allende que las posiciones que pueda haber tomado la DC. El se esforzó por radicalizar el conflicto, y en eso, indudablemente, la víctima fue el gobierno […] Allende no era el responsable de todo lo que su gobierno hacía. Sectores del PS, empezando por Altamirano, enturbiaban la convivencia nacional, la relación entre La Moneda y la oposición y no ayudaban en nada al presidente [...]. Nunca nos miraron como eventuales aliados. Para que triunfara el socialismo en Chile había que eliminar a la DC […] el golpe se habría producido sin la ayuda de Estados Unidos. Estados Unidos lo empujó, pero la mayoría del país rechazaba la política de la Unidad Popular, eso era evidente”108. Las superficiales conclusiones de Patricio Aylwin no son las únicas de esa naturaleza. En una entrevista que la revista ‘Cosas’ le hiciera al general Jorge Gustavo Leigh Guzmán éste, muy a tono con las afirmaciones del ex presidente, señala al respecto: “Cuando oímos lo que dijo Carlos Altamirano (secretario general del PS) en ese discurso del 9 de septiembre en el Estadio Chile, ya tuvimos claro que había que hacer. Nos juntamos ese mismo día en la casa de Pinochet, y Merino era el más decidido, porque era el que estaba más urgido: le estaban infiltrando la Armada. No nos cabía duda de que actuábamos o el país se iba al despeñadero. PorEntrevista hecha a Patricio Aylwin por el diario ‘El País’ en mayo de 2012, contenida en el artículo “Aylwin critica duramente a Allende por el Golpe de Estado y dice que juzgar a Pinochet no era viable”, de la Redacción de ‘El Mostrador’ de fecha 27 de mayo de 2012. Aún cuando el ex presidente lo sindicara como ‘la’ causa del golpe militar, extrañamente, Carlos Altamirano, con todo, enfermo y débil como se encontraba, asistió a los funerales de Patricio Aylwin, en abril de 2016. 108 110 que Altamirano había sido desafiante al reconocer que se había reunido con suboficiales de la Armada. Ahí nos dimos cuenta de que estábamos fregados. Si seguíamos gobernados por tipos como él, el país se iba al hoyo. Ya estábamos destruidos en lo político, en lo social, en lo económico. La inflación estaba disparada. Era una debacle”109. Digamos, por el contrario, con Marcelo Casals que la ‘Democracia Cristiana’ cumplió “[…] un rol específico en el proceso que culminó en la instauración de la dictadura militar. En otras palabras, la destrucción de la democracia chilena no se produjo exclusivamente por las bravatas retóricas de la ultraizquierda o por la labor conspiradora de los militares golpistas”110, sino más bien, por […] la incapacidad de la oposición de centro-derecha de derrotar (y derrocar) al gobierno de la Unidad Popular por vías democráticas”111. Así, las vías de hecho, como solución definitiva a los conflictos del Parlamento con el Ejecutivo, quedaban abiertas a los sectores opositores; el problema se reducía únicamente a determinar quién le pondría el cascabel al gato. Y tal misión la había tomado en sus manos la ‘Democracia Cristiana’. Título VII: Por qué la ‘Democracia Cristiana y no otros partidos. La razón desde el punto de vista de los llamados ‘aparatos’ del Estado. Era cierto que la ‘Unidad Popular’ controlaba las instituciones estatales (ministerios, secretarías, empresas, en fin) y que todas esas instituciones constituyen parte de lo que se ha dado en denominar ‘aparatos’ del Estado; pero no era menos cierto que gran parte de las Sepúlveda, Óscar: “Gustavo Leigh, ex integrante de la Junta de Gobierno: ‘Pinochet no quería, temía por su vida’”, Revista ‘Cosas’, 4 de septiembre de 1998, versión digital. 110 Casals, Marcelo: Obra citada en (85). 111 Casals, Marcelo: Obra citada en (85). 109 111 organizaciones sociales reconocidas por el Estado —que, por lo mismo, constituyen la otra cara de los llamados ‘aparatos’ del Estado, es decir, las instituciones gremiales: asociaciones de camioneros, del comercio mayorista, del comercio minorista, de profesionales, colegios profesionales, en fin— eran controladas por la oposición y, dentro de ésta, particularmente, por la ‘Democracia Cristiana’. No obstante, constituyen igualmente ‘aparatos’ del Estado las instituciones castrenses (Ejército, Marina, Fuerza Aérea) del mismo modo que los ‘aparatos’ represivos del mismo, entre otros los institutos carcelarios, los tribunales, gendarmería y policía civil y uniformada. Y gran parte de los mismos, por no decir la generalidad de todos ellos, estaban dirigidos por demócratacristianos. Fuerza es decirlo: si bien no todos eran militantes de esa organización política, al menos se declaraban simpatizantes de la misma y constituían gran parte de su clientela electoral. Puede, así, sostenerse que la ideología demócratacristiana dominaba ampliamente no sólo en la dirección de los ‘aparatos’ del Estado sino, además, en la composición de clase de los mismos, facilitando, de ese modo, cualquier eventual acción que pudiera ejercerse en el futuro contra el Gobierno. Poulantzas nos recuerda que las contradicciones de clases se manifiestan, precisamente, dentro de esos ‘aparatos’, adquiriendo por igual motivo extrema virulencia. Y es que los ‘aparatos’ del Estado, sean sus instituciones mismas o aquellas organizaciones sociales reconocidas por aquel, condensan en sí el ejercicio del poder; constituyen el lugar donde el poder se ejercita real y efectivamente, el campo de acción donde las contradicciones de clases se manifiestan en toda su amplitud. Por lo mismo, los manidos conceptos de ‘izquierda’ y ‘derecha’ resultan completamente inútiles cuando se trata de calificar el sentido de las acciones que realizan tales ‘aparatos´ pues no pocas veces los partidos ‘de izquierda’ actúan en dichos ‘aparatos’ como auténticos representantes del interés de las clases dominantes y los ‘de derecha’ como si lo hiciesen representando el de las clases dominadas. En 1973 muy pocos de esos ‘aparatos’ se encontraban controlados por el partido ‘Nacional’ PN, la ‘Democracia Radical’ DR o el partido de ‘Izquierda Radical’ PIR. Por eso, era la ‘Democracia Cristiana’ quien tenía en sus manos la posibilidad de abrir la válvula de 112 la subversión. Y lo hizo. Consciente y deliberadamente. Sin caer en vacilaciones ni exhibir escrúpulos de naturaleza alguna. Esta vocación de apoderarse de los ‘aparatos’ del Estado sería, como lo veremos, el detonante que malograría las intenciones de la organización falangista de tomar el control de la nación con posterioridad al golpe de Estado de 1973; hoy, constituye lo que se ha dado en denominar ‘botín del Estado’. Por ello, el control de los aparatos del Estado quedaría en manos de un sector representativo de los intereses del empresariado, un sector nuevo, lúcido, arrancado de las aulas de la Universidad Católica, libre de toda influencia conservadora, aunque enraizado en el ‘Opus Dei’, convencido de la necesidad imprescindible de refundar el país. Y lo haría desplazando al advenedizo, al elemento espurio, al elemento anómalo que, para aquel, era la ‘Democracia Cristiana’. La hora de cumplirse la sentencia de Radomiro Tomic llegaría con la fuerza de un huracán: ‘Cuando se gana con la derecha, la derecha es la que gana’. Título VIII: Por qué la ‘Democracia Cristiana’ y no otros partidos. La razón desde el punto de vista ideológico. Digamos, finalmente, por qué la ‘Democracia Cristiana’ misma —y no otro partido—, se vio obligada a tomar en sus manos la tarea de preparar un golpe de Estado y restaurar, ‘manu militari’ la institucionalidad democrática de la nación. En realidad, la razón es ideológica y está amarrada a la evolución histórica de ese partido que, hacia la década de los años 30, de la mano de un selecto grupo de jóvenes, comenzaba a vivir una azarosa experiencia. En efecto, el partido Conservador, hacia principios del siglo pasado, seguía siendo tal vez el más importante de los conglomerados políticos que existían en el país. Ello no era casual: dicho partido pretendía representar no sólo el interés de los sectores agrícolas dueños de la tierra sino su vocación religiosa, católica, apostólica y romana. Sin embargo, interpretaciones un tanto diferentes de las diversas encíclicas papales realizadas por sacerdotes como Fernando Vives, Oscar Larson y Alberto Hurtado alteraron la manera de pensar de algunos miembros de la Juventud Conservadora y miembros activos de la 113 Acción de Universitarios Católicos AUC que empezaron a plantearse una nueva actitud frente a ‘la cuestión social’. Esos jóvenes fueron, entre otros, Manuel Garretón, Domingo Santa María, Ignacio Palma Vicuña, Horacio Walker Larraín, Héctor Rodríguez de la Sota, Clemente Pérez Zañartu, Eduardo Frei Montalva, Radomiro Tomic Romero, Rafael Agustín Gumucio Vives, Bernardo Leighton Guzmán, Jorge Rogers Sotomayor, Ricardo Boizard, Juan de Dios Carmona Peralta, Manuel Francisco Sánchez. Molestos con la conducción que daba al partido la dirección de esa colectividad, se autoconvocaron entre el 11 y el 13 de octubre de 1935 en el teatro ‘Princesa’ de la capital, a fin de realizar una convención donde abordar materias que consideraban importantes. Fue en esa oportunidad que dieron vida a una estructura política que llamaron ‘Falange Nacional’ la cual, aunque funcionaba autónomamente, no se separó del partido Conservador sino hasta 1938, año de las elecciones presidenciales. En esa ocasión, dicha novel estructura perdió a uno de sus fundadores (Horacio Walker), quien retornó a las filas del conservantismo. Diez años más tarde, el partido Conservador experimentó una nueva escisión. Horacio Walker, que había creído posible transformar a dicha colectividad desde dentro, emigró de ella junto a Carlos Cruz Coke para dar vida y continuidad al partido ‘Conservador Social Cristiano’. Las disputas con las organizaciones políticas populares —fundamentalmente, los partidos ‘Comunista’ y ‘Socialista’— ya habían comenzado. Y no por cuestiones sociales. Los sectores marxistas discutían, fundamentalmente, la importancia del materialismo y del ateísmo, materias que enardecían a los católicos de avanzada. Como lo expresa un documento que hemos tenido a la mano: “Nacido al calor de la Iglesia, las posiciones del nuevo grupo que decía plantearse como alternativa frente al sistema imperante eran más bien antimarxistas. Era ese el sentido que tenía la denominación adoptada por ellos para darse el trato de ‘camaradas’ pues decían que tal palabra no era patrimonio exclusivo del partido ‘Comunista’. Esta actitud antimarxista será la tónica que durante toda su vida orientará la política de la futura democracia cristiana. Cuando, en 1944, bajo el Gobierno radical del Presidente Juan An- 114 tonio Ríos Morales, se le pidió a Frei su opinión sobre la situación que enfrentaba Chile dentro del hemisferio americano, no vaciló en decir lo siguiente: ‘Estamos mal, completamente aislados en América y eso es grave. ¿Y por qué? Por la influencia comunista que nos hace sospechosos…’”112 Cuando en 1957 se fusionan los partidos ‘Falange Nacional’, ‘Conservador Social Cristiano’ y ‘Agrario Laborista’, y acuerdan denominarse, de ahí en adelante, ‘Democracia Cristiana’ o partido ‘Demócrata Cristiano’, tal circunstancia no fue un hecho casual. Como lo señala el documento que hemos tenido a la mano para examinar estos antecedentes: “En todos los países del mundo y como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial se venían perfilando las tesis del ‘social cristianismo’ cuyo máximo expositor era el Canciller alemán Konrad Adenauer. Se ha asegurado que fue el OPUS DEI, organización creada por el Obispo José María Escrivá de Balaguer, quien más influyó en el desarrollo de los partidos demócratacristianos del mundo, especialmente, de Sud América”113. El antimarxismo no se eliminó en esa fusión de organizaciones; por el contrario, se acentuó. Claudio Orrego Vicuña lo expresaría con extraordinaria lucidez: “Yo no soy marxista. Soy cristiano y soy demócrata. Frente a regímenes como el de Rusia o Cuba tengo una reacción instantánea o visceral. No los tolero: no tolero la maldad, los regímenes de policías secretas, no tolero la censura ni la intransigencia” 114. Y, como lo señala la misma publicación: “Esa sería la convicción que, en 1970, pondría a la DC a la cabeza de la reacción —los buenos— para combatir a los militantes de la Centro de Estudios ‘Michimalonco’: Obra citada en (80), pág.6. Centro de Estudios ‘Michimalonco’: Obra citada en (80), pág. 7. 114 Centro de Estudios ‘Michimalonco’: Obra citada en (80), pág. 9. 112 113 115 Unidad Popular UP —los malos— con las consecuencias propias y naturales de toda reacción ‘instantánea o visceral’ como aquella que el propio Orrego reconocía tener”115. 115 Centro de Estudios ‘Michimalonco’: Obra citada en (80), pág. 9. 116 PARTE III: EL COMIENZO DEL FIN. Título I: Comienza el derrumbe de la influencia demócrata cristiana. Posibles causas. s un hecho cierto que la ‘Democracia Cristiana’ tuvo un rol preponderante en la preparación, consumación y afianzamiento del golpe militar de 1973 en Chile; sin embargo, ese éxito se manifiesta seguido de una fuerte caída que comienza a hacerse presente en forma paulatina desde el mismo día del golpe como un suceso inexplicable o quasi imposible de entender. A nuestro juicio, tres grandes razones pueden explicar ese fenómeno. Son circunstancias que, aún cuando están íntimamente ligadas, hemos preferido tratarlas en forma separada para una mejor comprensión: E 1. 2. 3. La incorporación de Augusto Pinochet a la asonada. El objetivo y el futuro del gobierno militar; y, La refundación de determinados rasgos de la república. Título II: La incorporación de Augusto Pinochet a la asonada. Aspectos generales del carácter del dictador. Los demás miembros de la Junta. Los testimonios acerca de la participación de Augusto Pinochet en la asonada militar dan cuenta cierta de su tardía incorporación al golpe de 1973; en realidad, el Comandante en Jefe del Ejército se hizo presente junto a los oficiales comprometidos en la asonada solamente cuando ésta se había ya desencadenado. Por consiguiente, aseverar que Pinochet no fue un hombre que estuvo conspirando desde un comienzo para la realización de ese cometido, sino más bien un hombre que aprovechó las circunstancias que ofrecía la asonada, no constituye en modo alguno una afirmación temeraria. Permítasenos, sobre el particular, volver a citar las palabras del general Nicanor Díaz Estrada según las cuales: “Me atrevería a decir que la decisión de dar el Golpe, entre los tres generales de las tres instituciones, se tomó a mediados de julio de 117 1973. El general Pinochet no participó de esa decisión. Nunca estuvo en una reunión de las tantas que tuvimos, fuera de aquella primera del ‘Comité de los 15’, el 30 de junio de 1973. Y lo puedo afirmar porque yo estuve en un montón de reuniones y nunca vi al general Pinochet, hasta el día 11 de septiembre, cuando llegó hasta el Estado Mayor de la Defensa Nacional donde yo era el segundo jefe”116. En efecto, los antecedentes que entrega al respecto Mónica González en el libro ‘La Conjura’ dan a entender que Pinochet se incorporó en el último momento y no desde un principio como él lo asegura en los libros que escribió intentando justificar su actuar. La concepción que de Pinochet tenía la ‘Democracia Cristiana’ no era muy diferente pues, como lo señala Patricio Aylwin, en una entrevista que le hiciera Mónica González: “Personalmente creí, hasta el 11 de septiembre, que el general Pinochet era un hombre de absoluta confianza de Salvador Allende”117. Sin embargo, afirmar que Pinochet nunca se involucró en la preparación del golpe de 1973 sino lo hizo cuando éste era ya inevitable no quiere decir, en modo alguno, que ignorase lo que realmente sucedía al interior de los institutos armados. Poseedor de un fuerte carácter autoritario que lo hacía inmensamente servil frente a los poderosos y tremendamente violento y sarcástico con los débiles, carecía de capacidad de reacción frente a acontecimientos que no podía controlar; entonces, vacilaba, actuaba como si no estuviese seguro de lo que iba a hacer, como si lo acometiese un secreto e íntimo temor. Por esos motivos, puede suponerse que no se incorporó antes al grupo de conspiradores pues, al igual que las organizaciones políticas opositoras, temía también la realización de un golpe de estado de la alta oficialidad armada en favor de la ‘Unidad Popular’ y sectores gobiernistas. Oportunista como muchos, Pinochet esperaba pacientemente el lugar donde debería situarse o el bando 116 117 González, Mónica: Id. (1), pág. 198. González, Mónica: Obra citada en (62). 118 que debería tomar en caso de resolverse la contradicción que existía. No actuaba de manera diferente a como lo hizo Fouché, en la convulsionada Francia de la Revolución de 1879; también ordenaba los hechos y circunstancias para sortear en su favor las discrepancias y tomar el control de la nación. Admirador confeso de las ideas de Jaime Guzmán, Pinochet, no vacilaba en confesar que había sido él quien se contactó personalmente con el líder del gremialismo luego de la asonada. Porque era, además, narcisista: gustaba de mostrarse ante los demás como artífice del golpe en circunstancias que jamás lo había sido. De carácter fuertemente sadomasoquista, hacía bromas crueles a quienes se encontraban a su lado cuando dominaba la situación y se humillaba hasta límites inconcebibles cuando otra persona, con más poder que el suyo, aparecía ante él. Por supuesto que la incorporación de Pinochet a la dirección de la Junta Militar y su asunción al mando del Ejército el día del golpe acarreó graves consecuencias para la ‘Democracia Cristiana’ pues las acciones que pretendía realizar el estamento que favorecía a ese partido (Bonilla, Arellano, entre otros) luego de la asonada, fueron prontamente neutralizadas. Pinochet comenzó definiendo, en primer lugar, el problema de los plazos; luego, el nuevo orden que iría a regir dentro de la nación. Reñidas por completo con sus ideas, las proposiciones demócratacristianas respecto al futuro de la asonada constituían para él un verdadero estorbo; habían, en consecuencia, de ser prontamente desplazadas. Una persona, un sujeto, un individuo no hace la historia, a pesar que ésta se construya tradicionalmente sobre la base de una sucesión lineal de personalidades (generalmente guerreros) a quienes se atribuye tal mérito. La personalidad es solamente el engranaje ausente en un mecanismo que ya existe y espera se le incorpore como pieza fundamental para iniciar o reanudar (en su caso) la marcha. La personalidad se reduce, apenas, a ser el factor de unidad de un grupo social; el sujeto que ata o reúne a otros individuos, no la estructura misma a la cual se incorpora. Es, por ello, un elemento esencialmente fungible, un elemento fácilmente intercambiable: puede ser uno u otro, quién sea, con tal que cumpla las condiciones que exige el de119 sempeño del rol respectivo. Nunca el elemento decisivo, el elemento, sino uno de muchos otros. El general Jorge Gustavo Leigh, por su parte, a pesar de tener amigos que profesaban la ideología de esa colectividad, tampoco simpatizaba con la ‘Democracia Cristiana’ y sus ideas se inclinaban más bien hacia el corporativismo, siendo profundamente antimarxista; no obstante, tal calidad no le impedía conversar con dirigentes sindicales de ese partido como lo era el presidente de la Confederación de Trabajadores Portuarios Eduardo Ríos Arias. En esa misma línea de intolerancia hacia las ideas demócratacristianas, también debe considerarse al almirante José Toribio Merino que no vacilaba en exteriorzar su entero rechazo hacia esa colectividad; poseído de grandes prejuicios hacia todo lo que ‘oliese a izquierdismo’, estaba convencido que la misión suya era la de ‘salvar a la Patria’ a través de la imposición de un modelo económico alternativo al que existía. Tanto Leigh como Merino pudieron encabezar la Junta de Gobierno; pero no alcanzaron a situarse en la cima del mando porque el arma más poderosa dentro de los institutos militares era y sigue siéndolo el Ejército. Y éste tenía ya un Pinochet, que no era decir un Arellano, un Bonilla, o un Benavides. Título III: Objetivo y futuro del Gobierno Militar. Aparece Jaime Guzmán. El Ejército (Pinochet) se impone por sobre el resto del arma. Conflictos por la nominación de Pinochet. Como ya lo hemos señalado, a poco de consumarse el golpe de Estado en 1973, la discusión acerca de los objetivos y el futuro del Gobierno Militar se intensificó. Recordamos a tal efecto las palabras formuladas por Sergio Arellano Iturriaga quien, en su libro ‘Más allá del abismo’, relata que era aquel un tema abordado con frecuencia ‘entre los generales’. Cavallo, Salazar y Sepúlveda señalan, igualmente, que el problema de los plazos era un asunto del cual se hablaba con frecuencia en el Ministerio de Defensa; y que, en los corrillos de los oficiales, se lle- 120 gaba a mencionar, incluso, años tales como el ‘74, el ‘75 y el ‘76118, vinculados a la fecha en que el presidente Allende haría dejación del cargo. Al interior de los institutos armados existían, no obstante, personas que preferían abstenerse de opinar sobre el particular y optaban por guardar silencio; tal había sido la conducta, entre ellos, del general Augusto Pinochet. Y era que ya comenzaba a tener una visión muy distinta de la que tenían sus otros compañeros de armas. Así, se fueron perfilando dos líneas dentro de la corriente castrense. La primera sostenía que el golpe militar era un suceso eminentemente transitorio al que se le pondría término a la brevedad entregándosele el ‘poder’ a los civiles. En realidad, tras esa concepción subyacía la convicción de un número no despreciable de oficiales que veían la conveniencia de entregarle el mando de la nación a un partido grande como lo era la ‘Democracia Cristiana’ y, en especial, a un hombre específico: Eduardo Frei Montalva. Demás está decir que tras esta concepción se manifestaba la abierta conveniencia del arma de actuar en concomitancia con los intereses norteamericanos. La otra era aquella que estimaba la necesidad de aprovechar el golpe de Estado para realizar una verdadera revolución capitalista y darles a las Fuerzas Armadas la posibilidad de participar activamente en el desarrollo del país. En la primera corriente no se incorporaron solamente elementos de tendencia demócrata cristiana sino personajes importantes como los generales Jorge Gustavo Leigh, de la Fuerza Aérea, y Augusto Lutz, del Ejército; en la segunda, Pinochet y todos aquellos que querían eternizarse en el mando de la nación. Los primeros conflictos al interior de la Junta Militar comenzaron a desatarse a poco de consumado el golpe; puede señalarse como fecha de inicio el discurso que el 11 de octubre de 1973 pronunció el general Pinochet en el acto solemne realizado en la sala de plenarios del Edificio ex Gabriela Mistral, transformado ya en ‘Diego Portales’. El discurso, que por primera vez ponía de manifiesto la voluntad del dictador de no fijar plazos a la intervención militar, había sido redac- 118 Cavallo, Ascanio; Salazar, Manuel y Sepúlveda, Óscar: Id. (90), pág. 17. 121 tado por el gremialista Jaime Guzmán Errázuriz, convertido en consejero espiritual de Pinochet. “Reconstruir es siempre más arduo que destruir. Por ello, sabemos que nuestra misión no tendrá la transitoriedad que desearíamos, y es así como no damos plazos ni fijamos fechas. Sólo cuando el país haya alcanzado la paz social necesaria para el verdadero progreso y desarrollo económico a que tiene derecho, y Chile no muestre caras con reflejos de odio, será cuando nuestra misión habrá terminado... Afianzadas las metas anteriores (cambio profundo de la mentalidad de los chilenos), las Fuerzas Armadas y de Orden darán paso al restablecimiento de nuestra democracia, la que deberá renacer purificada de sus vicios y malos hábitos que terminaron por destruir nuestras instituciones. Una nueva Constitución Política de la República debe permitir la evolución dinámica que el mundo actual reclama, y aleje para siempre la politiquería, el sectarismo y la demagogia de la vida nacional, que ella sea la expresión suprema de la nueva institucionalidad y bajo esos moldes se proyecte el destino de Chile”. Esta idea volvió a repetirse en otro documento redactado por Jaime Guzmán que fue la ‘Declaración de Principios de la Junta Militar’ que vio la luz el 11 de marzo de 1974 en la sala de ceremonias del Edificio ‘Diego Portales’. “Las Fuerzas Armadas y de Orden no fijan plazos a su gestión de Gobierno, porque la tarea de reconstruir moral, institucional y materialmente al país, requiere de una acción profunda y prolongada. En definitiva, resulta imperioso cambiar la mentalidad de los chilenos. El actual Gobierno ha sido categórico para declarar que no pretende limitarse a ser un Gobierno de mera administración que signifique un paréntesis entre dos Gobiernos partidistas similares o, en otras palabras, que no se trata de una “tregua” de reordenamiento para devolver el poder a los mismos políticos que tanta responsabilidad tuvieron por acción u omisión, en la virtual destrucción del país. El Gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden, aspira a iniciar una nueva etapa en el destino nacional, abriendo el paso a 122 nuevas generaciones de chilenos formadas en una escuela de sanos hábitos cívicos”119. El día aquel en que se dio a conocer la Declaración, no pudo evitar Pinochet, al momento de leerla, hacer una clara alusión a la ‘Democracia Cristiana’ cuando, entre otras cosas, señaló lo siguiente: “Algunos señores políticos tomaron una actitud favorable al gobierno, pero vieron en la liberación de Chile por las Fuerzas Armadas y Carabineros la posibilidad que se les devolviera la conducción del Estado en breve tiempo. Hoy han reaccionado en contrario al darse cuenta cuán equivocados estaban, y yo me pregunto ¿o son patriotas o son mercaderes?”120. A partir de ese momento, y cuando ya no hubo dudas acerca del curso que tomaba la asonada militar, hubo mayor acercamiento entre los generales Lutz, Bonilla, Arellano, Palacios y Viveros. Las conversaciones que empezaron a sostener versaban sobre el discutible comportamiento de Pinochet quien, por otro lado, comenzaba a enfrentarse con una persona con la cual no había congeniado desde un principio: el general Leigh. Las discrepancias alcanzaron un punto álgido con ocasión del nombramiento del presidente de la Junta de Gobierno en el carácter de ‘Jefe Supremo de la Nación’. Las circunstancias no ocurren, sin embargo, porque sí. La Junta Militar era un organismo colegiado. Y los organismos colegiados necesitan unificar el mando o, en su caso, determinar con exactitud los ámbitos de competencia de sus integrantes; de otra manera, las instrucciones que imparten pueden no sólo ser incompatibles entre sí sino abiertamente contradictorias, situación que puede conducir a un desastre administrativo. El Comité Asesor de la Junta CAJ o COAJ, había advertido aquello y trabajó en un memorándum que envió a Pinochet casi a mediados de 1974. El Comandante en Jefe del Ejército recibió el libelo y lo leyó; pero, a poco, lo reenvió, para su revisión, a la asesora suya que era su sobrina Mónica Madariaga, quien lo convirtió en un decreto ley. 119 120 El texto puede encontrarse en ‘El Mercurio’ de 12 de marzo de 1974. Id. (119). 123 Con el pomposo nombre de ‘Estatuto de la Junta’ y bajo el número 527, dicho documento se puso en conocimiento de los cuatro miembros de la Junta el 17 de junio de ese mismo año. Según Cavallo, Salazar y Sepúlveda, “La discusión fue ingrata. Las facultades de uno y otro poder fueron debatidas punto por punto, coma por coma. Al terminar la sesión, Pinochet salió con el texto aprobado. Pero al original en limpio había agregado ciertas anotaciones con lápiz grafito. Estas notas conferían a la Junta, en algunos casos, poder de voz y, en otros, poder de veto. En los últimos tres artículos se fijaban las normas de precedencia, subrogación y reemplazo de los miembros de la Junta, que habían sido desde antes materia de una polémica cuya acidez nadie quería revivir”121. Sin embargo, cuando el documento se llevó a cada una de las ramas de las Fuerzas Armadas, hubo molestia entre ellas. El problema se agravó con la salida de Leigh a Perú, circunstancia que aprovechó el general Pinochet para preparar la ceremonia de promulgación del ‘Estatuto’ de cuya ocurrencia ninguno de los demás miembros de la Junta tenían conocimiento. Cuando, a su regreso, tomó el general Leigh noticia acerca de lo que estaba sucediendo, se indignó; sintiéndose atropellado por esa desleal actitud de su compañero de armas, buscó dejar constancia de esa molestia ante los demás miembros de la Junta. Así, aprovechó la ocasión en que todos ellos estaban reunidos para increpar al dictador. “—¡Te creís Dios!— gritó— ¡Hasta cuándo! Pinochet respondió con la misma ira. —¡Aquí ya está bueno de joder! ¡Si hay tanto barullo se suspende todo y vemos cómo se arregla esto! ¡No voy a permitir que se juegue con el país! Enfurecido, el general golpeó con el puño la cubierta de vidrio de la mesa. 121 Cavallo, Ascanio; Salazar, Manuel y Sepúlveda, Óscar: Obra citada en (90), pág. 31. 124 Hubo un ruido seco y un crujido de astillas. El cristal se rajó: aquella fractura sería todo un símbolo. —Has convocado a la prensa, a las autoridades, a medio mundo. ¡Qué vas a suspender!— gritó Leigh, rendido ya. Los cuatro entraron al salón con los gestos agrios” 122. Minutos después de ese espectáculo, Enrique Urrutia Manzano, presidente de la Corte Suprema, terciaba la cinta tricolor sobre el pecho de Pinochet. Título IV: El general Lutz. Comienza a manifestarse el poder de Manuel Contreras. Salen de sus cargos Lutz y Bonilla. El general Prats y su mujer son asesinados. Lutz se enfrenta a Pinochet. El general Augusto Lutz Urzúa había sido director del Servicio de Inteligencia Militar SIM en tiempos del presidente Allende; en cumplimiento de ese desempeño, había jugado un destacado rol en la preparación del golpe que iba a terminar con el Gobierno Popular, razón por la cual fue agraciado con el nombramiento de Secretario General de la Junta Militar. Según lo narra Raúl Auth, Lutz pensaba que era posible realizar un gobierno de transición con participación de todos los partidos políticos, con exclusión de aquellos que autocalificándose de ‘izquierdistas’ manifestasen su vocación de no ser democráticos123. Los problemas de Lutz comenzaron cuando el marido de cierta profesora de un hijo suyo cayó en manos de la Dirección de Inteligencia Nacional DINA, y tuvo la mala ocurrencia de llamar telefónicamente al entonces coronel Manuel Contreras “[…] para pedirle información sobre el caso. Éste le había respondido en forma cortante: “No tiene acceso a esa información, general. Sólo el Presidente” Ante esa respuesta, Lutz se encolerizó, y 122 Cavallo, Ascanio; Salazar, Manuel y Sepúlveda, Óscar: Obra citada en (90), pág. 32. 123 Auth Caviedes, Raúl: “La sospechosa muerte del general Augusto Lutz”, ‘El Clarín’, 22 de diciembre de 2009, versión digital. 125 pretendió imponer su mayor grado y prestigio en la institución, gritándole: “¡Qué te has creído! ¡Cómo te atreves a decirle eso a un general de la República! ¡Ya vas a ver!”. Y agregó “En este momento usted debe estar de pie, cuadrándose ante mí” 124. Lutz empezó a cuestionar la marcha de la Junta y, en especial, las atribuciones que se le habían conferido a Manuel Contreras. Augusto Lutz Urzúa En mayo de 1974, ya intercambiaba opiniones con los generales Bonilla y Arellano y hacía fuertes críticas a la conducción del país. Todos ellos intentaron frenar la posibilidad que Pinochet asumiese en el carácter de ‘Jefe Supremo de la Nación’ pues consideraban que esa medida trasgredía la legalidad y el respeto a la tradición democrática chilena. A juicio de los nombrados, “[…] el régimen se estaba desnaturalizando al comprometer a las FFAA en una gestión ajena a su quehacer profesional, inmiscuyéndose en el terreno político a favor de una tendencia que ellos no compartían. Según Olga Lutz, su padre cometió el error de comentar con el general César Benavides que Pinochet no debía hacerse nombrar jefe de Estado, pese a las advertencias de su esposa que no confiara en él. El 24 de junio, Lutz y Bonilla, en reunión de generales, tomaron la voz cantante planteando sus inquietudes sobre la pérdida del sentido original de la rebelión militar”125. 124 125 Auth Caviedes, Raúl: Id. (123). Auth Caviedes, Raúl: Id. (123). 126 Sin embargo, poco pudieron hacer aquellos tres uniformados. Por el contrario, la suerte tanto de Bonilla como de Lutz quedó definida luego del nombramiento de Pinochet en el carácter de Jefe Supremo de la Nación; la excusa se dio cuando el gobernante, como lo señalan unos analistas, manifestó que necesitaba ‘libertad de acción’. Y ésta se expresaba en la destrucción de los registros electorales y la renuncia de todo el gabinete y de los altos mandos de la administración estatal. Como era lógico que sucediera, Bonilla salió del Ministerio del Interior y pasó a desempeñarse en el de Defensa, secretaría de Estado de por sí bastante disminuida; Lutz, de la Secretaría General de Gobierno (antes, de la Junta Militar) fue designado Jefe de la V División del Ejército en Punta Arenas, lejos del mando central. En el Ministerio del Interior, asumió el general de Ejército César Raúl Benavides. Cuando, al año siguiente (5 de marzo de 1975), asumiese el general Herman Brady Roche la Comandancia de la Guarnición de Santiago y la Segunda División del Ejército, el control total de la nación se consolidaría en las manos del dictador, permitiéndole escribir algunos años después en su libro ‘El día decisivo’: “[…] el destino me permitió ubicar a dos de mis mejores amigos en puestos de mi más absoluta confianza. Ese mismo día se dio la orden para que asumiera la Comandancia de la Guarnición de Santiago y de la II División a Hermán Brady; y al otro (César Raúl Benavides) que tomara el mando del Comando de Institutos Militares. Con esto el camino quedaba despejado". A fines de septiembre de 1974, el largo brazo de la Dirección de Inteligencia Nacional DINA alcanzaba, en la ciudad de Buenos Aires, al general Carlos Prats González y a su cónyuge Sofía Cuthbert de Prats. Cuando Augusto Lutz supo del magnicidio, se puso pálido y sólo atinó a exclamar: “¡Esto no puede ser!”126 126 Auth Caviedes, Raúl: Id. (123). 127 Según lo relata Jorge Escalante en un artículo escrito para ‘El Clarín’, “Poco antes de morir, el general Augusto Lutz enfrentó a Pinochet en una reunión del cuerpo de generales. Su hija Patricia sostiene que allí firmó su sentencia de muerte. Lutz ingresó al salón con una grabadora escondida en su guerrera. Junto al general Óscar Bonilla enrostraron a Pinochet los delitos de la DINA dirigida por el entonces coronel Manuel Contreras, personaje que acechaba a sus detractores. Los gritos de la reunión quedaron registrados en la cinta que después Lutz escuchó a solas encerrado en su casa, espiado a través de la puerta del salón por Patricia, la que sospechó que algo grave inquietaba esa tarde a su padre. ¡Señores, la DINA soy yo! gritó Pinochet golpeando la mesa. ¿Alguien más quiere pedir la palabra? ¡Hijo de puta! escuchó Patricia refunfuñar a su padre dentro del salón, según relata en su libro ‘Años de viento sucio’”127. Sin embargo, la suerte del general Lutz comenzaba a definirse en forma acelerada. Título V: Proposiciones para la refundación del sistema capitalista en Chile. Se definen algunos lineamientos. Los trabajadores gobiernistas van a Ginebra. Derivado del problema de los plazos para la entrega del mando militar a los civiles estaba la discusión de si era o no necesario establecer una forma de acumular que reemplazara la anterior, superada —a juicio de muchos—por los acontecimientos. El grupo que pretendía devolver a la brevedad el mando de la nación a los civiles, representado en la Junta Militar por el general Leigh y los generales subalternos Lutz, Arellano y Bonilla, sostenían que no era necesario perocuparse de ello pues existía una forma eficiente que era la fusión de las ideas corporativas y del socialismo comunitario. Por el contrario, tanto Pinochet como Merino y Mendoza estimaban la necesidad de Escalante, Jorge: “Confesiones: Al general Lutz lo mataron”, ‘La Nación Dominical’, 2 de diciembre de 2007, edición digital. 127 128 dar un giro total en materia de economía. De estas ideas nacería la idea de refundar los principios de aquella, tarea que traería aparejada la de refundar la constitución de la república y comenzar una frenética carrera de elaboración de disposiciones regulatorias, reglamentos e instrucciones. Pero fue la imposición de una nueva forma de acumular el detonante que avivó las pugnas de las diversas clases y fracciones de clase dominantes al interior de la Junta Militar de Gobierno a partir del mismo 11 de septiembre de 1973. Como ya se ha indicado, Augusto Pinochet, a pesar de no haber sido integrante de los equipos conspirativos que terminaron provocando el golpe de Estado de 1973, tomó rápidamente el control del Ejército como comandante en Jefe que era de esa arma. Profundo admirador de Jaime Guzmán y ya en contacto con él, prontamente asumió como suyas varias de las concepciones del ideólogo gremialista; especialmente aquella de culpabilizar a la ‘Democracia Cristiana’ de haber conducido al país a lo que el general Leigh definía como ‘el caos social, moral, económico y político’. Colaboraba en ese sentido la publicación y distribución gratuita que había hecho en Chile la organización ‘Fiducia’— a la cual estaba estrechamente ligado Jaime Guzmán—, del libro ‘Frei, el Kerensky chileno”, escrito por el periodista brasileño Plinio Correa de Oliveira, de marcadas tendencias fascistas; el libro había ayudado a desprestigiar al ex presidente ante quienes sentían aversión hacia todo lo que recordase al ‘socialismo’. Pinochet, por lo demás, poco o nada quería saber de la ‘Democracia Cristiana’ DC sino buscaba cualquier otra vía que no fuese una apoyada por los demócratacristianos o por el marxismo. Por el contrario, quienes habían estado en contacto con Frei Montalva durante su administración creían posible retomar las ideas de la sociedad comunitaria y dar una conducción de ese tipo a Chile, proyecto que también tenía fuerza en amplios sectores de las Fuerzas Armadas; las ideas corporativistas, aunque poco más difusas, tenían igualmente presencia en esos institutos. Tres, por consiguiente, serían las vías que se enfrentarían entre los triunfadores luego de consumado el golpe militar en contra del gobierno de la Unidad Popular: a) b) La vía cooperativista o demócratacristiana; La corporativista; y, 129 c) La neo liberal, aún no definida. La primera estaba representada por los ex edecanes del ex presidente Eduardo Frei Montalva, que habían sido Sergio Arellano Stark, Óscar Bonilla Bradanovic, Juan Soler Manfredini y Humberto Gordon Rubio. Tenían un enemigo central que era Augusto Pinochet quien había dado su preferencia al jefe del movimiento gremialista Jaime Guzmán Errázuriz y esperaba de éste una propuesta de nueva sociedad; la segunda estaba representada por el general de Aviación Jorge Gustavo Leigh Guzmán, que oscilaba entre las ideas demócratacristianas y el gremialismo128; y, finalmente, la tercera, que apoyaba Augusto Pinochet pero que no se definía en toda su dimensión sino actuaba, más bien, por exclusión de las otras, se sostenía en las ideas de Jaime Guzmán y contaba con un proyecto de Plan Económico, mandado a elaborar por la Marina. Sin embargo, había otra discrepancia por resolver: la permanencia de las Fuerzas Armadas al mando de la nación. En este aspecto, los sectores simpatizantes de la ‘Democracia Cristiana’ coincidían con los representantes del corporativismo: las ideas del general Leigh se unían a las del general Lutz y a las de Bonilla y otros generales. Como ya se ha dicho, los sistemas son estructuras vivas y exigen condiciones para desarrollarse. Cuando las condiciones en que funcionan sus componentes no guardan correspondencia entre sí, exigen la realización de acciones que subsanen tales anomalías. En el sistema capitalista, cada país debe armonizar permanentemente su funcionamiento al sistema capitalista mundial; también Chile debía hacerlo. Así, el golpe de Estado de 1973 creó en esa nación las condiciones inmejorables para que ese proceso pudiera realizarse como una de las tareas más urgentes de la casta dominante. Pero ello no se llevó a efecto sin fuertes contradicciones al interior de las Fuerzas Armadas. Existe unanimidad en torno a concluir que, en definitiva, la forma de acumular que se impuso fue la del llamado ‘neoliberalismo’, ‘eco128 El general Augusto Lutz consideraba a Jorge Gustavo Leigh el más genuino representante de las ideas fascistas dentro de las Fuerzas Armadas, según lo recuerda Raúl Auth en la obra citada en (123). 130 nomía social de mercado’ o ‘tesis de la Escuela de Chicago’. O, finalmente, ‘Consenso de Washington’. No hay igual unanimidad, sin embargo, en aceptar las posiciones que, tras el golpe militar de 1973, se enfrentaron al interior de las Fuerzas Armadas. Rafael Agacino — que estudiara este tema—sostiene que, en el seno de los institutos armados, existía una sorda disputa solamente entre dos posiciones por la determinación del modelo a aplicar. Así, por ejemplo, expresa en una de sus obras: “Chile vive una contrarrevolución neoliberal que se inicia el año 1973, particularmente con mucha fuerza en 1975, una vez que se resuelve la contradicción en las estrategias de la clase dominante. Por una parte, se proponía una suerte de corporativismo fascista como concepción del modelo económico social y del Estado, y por el otro, un modelo de corte liberal extremo, en el que las lógicas corporativistas no son consideradas, sino que al contrario se busca desestructurar a las corporaciones y dejar que funcione el mercado, donde interaccionan individuos y no grupos o colectivos. Entonces, frente a la alternativa de corporativismo fascista se impone el modelo neoliberal”129. En un sentido más o menos similar se manifiesta la investigadora Verónica Valdivia Ortiz de Zárate, para quien dicho “[…] proyecto social ha sido interpretado como un intento fascista en un caso, y corporativista en otro. En el primero, se plantea que la tentativa fue asociar los gremios al régimen, para dar lugar a un movimiento de masas de corte fascista, línea vinculada al liderazgo del general Leigh (Aviación). En el segundo, se habría tratado de un programa de integración controlada de las organizaciones de trabajadores, pero que otorgaba a estos últimos un poder de negóciación frente a los patrones, evitando toda politización”130. Agacino, Rafael: “Transición política a la democracia neoliberal: desmovilización y despolitización social. Diagnóstico sobre la organización colectiva durante los ’90. Perspectivas actuales”. Estudio contenido en el libro “Movimientos Sociales y Poder Popular en Chile”, Tiempo Robado Editoras, Santiago, 2015, pág. 151. 130 Valdivia Ortiz de Zárate, Verónica: “El Golpe después del Golpe. Leigh vs. Pinochet. Chile 1960-1980”, LOM Ediciones, Santiago, 2003, pág. 153. 129 131 En realidad, como bien lo indica nuestro buen amigo Óscar Ortiz Vásquez, en una investigación realizada por él y que a la fecha de este documento aún no ha sido publicada131, el problema se originó en el hecho que numerosos sindicalistas (entre los cuales se contaban los militantes del partido ‘Radical’ Tucapel Jiménez Alfaro y Milenko Mihilovic, dirigentes máximos de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales ANEF; y varios dirigentes demócrata cristianos como Eduardo Ríos Arias, presidente de la Confederación de Empleados Portuarios, y Ernesto Vogel, presidente de los trabajadores ferroviarios y, a la sazón, del Frente Unitario de Trabajadores FUT) estimaban que el Gobierno Militar sería eminentemente transitorio y de reconstrucción político-económica, en donde lo esencial podría ser la aplicación de un ‘Plan Social de corte socialista y nacional’. Era conocida la circunstancia que un número no despreciable de oficiales de mediana y baja graduación —esencialmente del Ejército y Aviación— veía con simpatía la orientación ideológica que ostentaba el régimen militar peruano. El gobierno del vecino país promovía el establecimiento de una forma de acumular en donde el trabajo tuviera predominio sobre el capital adquiriendo vital importancia la organización sindical. Según Óscar Ortiz, “Desde 1968 las FFAA peruanas inician por medio del ‘Plan IMA’ una profunda transformación socio-económica de la estructura agraria del Perú, impulsando la Reforma Agraria, la nacionalización del petróleo, la explotación e industrialización de los recursos marítimos, y una original autogestión de los trabajadores en sus medios de producción”132. Por lo mismo, no nos parece acertada esa dicotomía que parecen descubrir tanto Rafael Agacino como Verónica Valdivia al interior de la Junta Militar pues deja de lado una tercera posición que era la sostenida por el partido ‘Demócrata Cristiano’ PDC —el ‘socialismo comunitario’— cuya propuesta, en el plano económico, contemplaba el desarrollo de la nación a través de un nuevo tipo de organización 131 Ortiz Vásquez, Óscar: Obra citada en (93). Ortiz Vásquez, Óscar: Obra citada en (93). 132 132 empresarial denominada ‘empresa autogestionada’, unidad productiva o de distribución dirigida por sus propios trabajadores; el capitalista recibía una parte de las utilidades, pero la parte mayoritaria quedaba en poder de los trabajadores que decidían sobre su destino. Se le llamaba, igualmente, ‘economía participativa’ y se expresaba, además, en la proliferación del cooperativismo como forma principal de organización para el mundo empresarial. Estas ideas se basaban en la llamada ‘Doctrina social de la Iglesia’ y habían sido desarrolladas en Francia por Jacques Maritain, enseñadas en Chile por Roger Veckemans y descritas por el economista checo Jaroslav Vanek. El más puro referente político lo representaba el éxito de la recién formada Yugoslavia, dirigida por el mariscal Josef Broz Tito que había aplicado una forma de organización empresarial ostensiblemente diferente a la aplicada en los otros países del llamado ‘socialismo real’. Esta forma de organización empresarial no sólo contemplaba la participación de los trabajadores en la administración de la empresa (y el consiguiente reparto del producto social) sino entregaba parte de la propiedad de la misma a aquellos. Lo cierto es que tanto las ideas del llamado ‘corporativismo’ como las del ’socialismo comunitario’ no sólo estaban vivas a poco de consumarse el golpe militar sino predominaban ampliamente en el estamento militar al extremo que, como lo señala nuestro buen amigo Óscar Ortiz, “[…] muchas empresas —mediadas, fundamentalmente— bajo control estatal (CORFO) fueron traspasadas a sus trabajadores; no a sus antiguos dueños sino a cooperativas del trabajo a instancias de la cartera del Trabajo”133. Esta misma circunstancia haría decir, años más tarde, a Eduardo Ríos que “Esto aclara, históricamente el período —muy brevísimo— de cooperación que tuvimos con el gobierno militar. Pero siempre lo hicimos a través del general Díaz Estrada, ministro del Trabajo y coordinador del área social. Nuestra relación con Pinochet que en ese 133 Ortiz Vásquez, Óscar: Obra citada en (93). 133 momento era… (alza la voz y deletrea) u-n m-i-e-m-b-r-o-m-á-s de l-a j-u-n-t-a d-e g-o-b-i-e-r-n-o. Dictador será más tarde. Nuestro interlocutor era el general Leigh. Esta luna de miel la hicimos porque deseábamos fortalecer nuestras organizaciones sociales, virtualmente destruidas por culpa del sectarismo de la Unidad Popular. Gracias a nuestros polémicos gestos —verá Ud. compañero como le consta— pudimos estructurar una precaria organización sindical, que al paso de los años servirá de germen de las primeras manifestaciones de repudio contra la dictadura a contar de 1976”134. Durante los últimos meses de 1973 y primeros de 1974, la persecución de los militantes de la Unidad Popular se intensificó. Sin embargo, como señala Óscar Ortiz, “No es impedimento, pese a aquello, para que ese 1 de mayo de 1974, sea conmemorado casi militarmente en el interior de la sede de gobierno (Edificio Diego Portales) con la presencia de la Junta Militar. Entre los oradores, se destacan varios dirigentes de la CUT, agrupados en la Central Nacional de Trabajadores (CNT), a quienes se les favorece con la entrega del inmueble de la CUT Provincial de Santiago, confiscado meses antes por las autoridades militares. El ministro del Interior, general de Ejército Oscar Bonilla, inaugura también durante esa jornada la Oficina Nacional Laboral. Por ese período se hace pública además la representación sindical chilena que asistirá a la Conferencia Anual de la Organización In-ternacional del Trabajo (OIT) en Suiza entre los días del 2 y 26 de julio135. 134 Entrevista a Eduardo Ríos A., presidente en esos años de los marítimos y del Grupo de los 10, opositores a la tiranía militar, 02 de febrero 2005. Tomada del libro inédito de Óscar Ortiz citado en (93). 135 El listado es el siguiente: Eduardo Ríos (Confederación Marítima de Chile), Guillermo Santana (Confederación del Cobre), Guillermo Medina (División El Teniente), Ernesto Vogel (Federación Ferroviaria), Tucapel Jiménez (ANEF), Federico Mujica (Confederación de Empleados Particulares de Chile CEPCH), Pedro Briceño ( Compañía de Aceros del Pacífico CAP), Gustavo Díaz (Campesinos) y Claudio Astudillo (Empleados de Industria y Comercio). 134 En efecto, un grupo de dirigentes sindicales, la mayoría de ellos demócratacristianos, junto a algunos independientes y radicales, concurre a defender la Junta Militar en Ginebra. La comitiva fue integrada por Eduardo Ríos (Confederación Marítima de Chile), demócratacristiano; Guillermo Santana (Confederación del Cobre), demócratacristiano; Guillermo Medina (División El Teniente), demócratacristiano; Ernesto Vogel (Federación Ferroviaria), demócratacristiano; Tucapel Jiménez (ANEF), radical; Federico Mujica (Confederación de Empleados Particulares de Chile CEPCH),independiente pro demócratacristiano; Pedro Briceño ( Compañía de Aceros del Pacífico CAP), independiente; Gustavo Díaz (Campesinos), demócratacristiano; y Claudio Astudillo (Empleados de Industria y Comercio), independiente. De lo que fueron a hacer estos personajes, da cuenta el siguiente relato que hace un investigador: “La tarde del veintisiete de junio de 1974, un grupo de siete connotados dirigentes gremiales llegaron al aeropuerto de Pudahuel, después de haber participado en representación de la Asamblea […]” “Se mostraron satisfechos por la misión cumplida: defender el gobierno militar de Chile, según expresaron, de parte de los marxistas […]” “En la Asamblea habló Ríos quien, entre otras cosas, manifestó que la vía chilena hacia el socialismo bajo el difunto presidente Salvador Allende, no fue más que una mala broma y una desvergonzada mentira. El Gobierno de Allende, dijo Ríos en esa oportunidad, y los demás miembros de la delegación asintieron, interrumpió más de cuarenta años de vida institucional y democrática, para ahondar la miseria del pueblo chileno” 136. Pero esa era la mentalidad que reinaba en la ‘Democracia Cristiana’, a pesar de todo. Aún cuando la propaganda pinochetista hacía aparecer a la DC como el partido que había entregado el mando de la nación a las hordas ‘upelientas’ y Eduardo Frei Montalva era denostado como ‘el Kerensky chileno’, tras el golpe de Estado del ’73, las ideas del ‘socialismo comunitario’ no sólo estaban vivas sino se planteaban como alternativa frente al socialismo y amenazaban imponerse Sesnic, Rodolfo: “Tucapel: la muerte de un líder”, Bruguera-Testimonio, 1985, Santiago, Chile, págs. 129 y 130. 136 135 por sobre las demás opciones abiertas tras el golpe. Por eso, hubo necesidad de derrotarlas. Y eso sucedió en 1975. Los acontecimientos que tuvieron ese año dan cuenta de haberse resuelto una fuerte pugna entre los sectores uniformados no con discusiones sino con la aplicación de la violencia propia del arma: asesinatos, atentados y expulsiones137. Título VI: Las pretensiones demócratacristianas comienzan a ser derrotadas. Conflicto por el problema de los plazos. Detención y expulsión. Enfrentamientos entre los generales Bonilla y Arellano, por una parte, y el coronel Manuel Contreras, por otra. Cambios en el alto mando. Como se ha afirmado, la Junta Militar era profundamente anti demócratacristiana, corriente ideológica a la que atribuían la responsabilidad de haber traspasado el gobierno de la nación a la ‘Unidad Popular’. Carentes de teoría, los miembros de ese organismo colegiado eran incapaces de analizar los procesos históricos desde una perspectiva que no fuese atribuir culpas o practicar exculpaciones o, lo que era igual, mirar a los fenómenos sociales como una lucha eterna entre el bien y el mal. Por eso, lo primero era lo primero: buscar culpables tanto al interior de las filas del derrocado Gobierno Popular como entre aquellos que le facilitaron los medios para asumir el control de la nación. Así, las figuras de los miembros de la Junta se elevaban a la categoría de ‘salvadores’ de la Patria o representantes terrenos de un Dios todopoderoso y justiciero. Había, en el comportamiento de esos sujetos, una fuerte dosis de mesianismo, de autoestima, de arrogancia, que los hacía colocarse por encima de la propia comunidad nacional a la que consideraban ‘menor de edad’ y, por consiguiente, incapaz de administrarse por sí misma. En los meses de junio y julio del año 1974, las relaciones entre la DC y la Junta Militar siguieron deteriorándose. Pero es digno de des137 No obstante lo dicho, las ideas que esa tendencia representaba sólo fueron vencidas en septiembre de 1980 cuando la Consulta Nacional dio al trasto con las posiciones demócrata cristianas de un recambio burgués. 136 tacar que, hasta ese momento, la DC, en los hechos, seguía actuando como ‘partido’, sin importarle el decreto que la declaraba ‘en receso’. La situación se puso tensa cuando la directiva de ese partido envió al general Óscar Bonilla una carta firmada por Patricio Aylwin en la cual manifestaba éste su voluntad de condicionar cualquier tipo de apoyo a la Junta en tanto la misma no fijase la fecha de entrega del mando de la nación al poder civil (léase ‘Democracia Cristiana’). Contrariamente a lo que pensaban sus redactores, la carta molestó profundamente al estamento militar “[…] y, en particular, a los generales, que sentían cierta cercanía con la DC. Porque, según decían, eso los aislaba entre sus propios compañeros”138. Bonilla, por su parte, se indignó. En un intercambio de misivas que publicara ‘El Mercurio’ los días 16 y 18 de julio de 1974, el flamante ministro del Interior de la dictadura contestó a Patricio Aylwin en los siguientes términos: “Sírvase no volver a escribirme en otros términos que no sean los de una autoridad administrativa de un partido en receso que se dirige respetuosamente al gobierno de la nación”139. Y era que la ‘Democracia Cristiana’ actuaba como si fuese ella la organizadora del golpe, la dueña de la situación, la organización política a la cual el estamento militar debía forzosamente doblegarse. En mérito de aquello exigía a los institutos armados la fijación de plazos para la entrega del mando a la sociedad civil. ¡Como si dicho término hubiere sido pactado de antemano entre esa colectividad y la oficialidad golpista, comportamiento que jamás practica quien ha estado ajeno a tales avatares, sino reivindica para sí la autoría del hecho!140. 138 Cavallo, Ascanio; Salazar, Manuel y Sepúlveda, Óscar: Obra citada en (90), pág. 75. 139 Cavallo, Ascanio; Salazar, Manuel y Sepúlveda, Óscar: Obra citada en (90), pág. 507. 140 Jamás lo hizo, igualmente, la representación política natural de las clases y fracciones de clase dominantes. 137 Rafael Agustín Gumucio precisa con mayor exactitud los motivos de este conflicto y señala que, en realidad, los problemas se originaron con ocasión de una carta que envió Patricio Aylwin al general Bonilla reclamando por la censura que la dictadura aplicaba a la Radio Balmaceda. La respuesta de éste fue: “Primero. Existe en el país un Gobierno militar, un estado de sitio y de guerra interior. Segundo. El Decreto Ley N° 78 les acuerda solamente el derecho a administrar los bienes de vuestro partido y les está prohibido utilizar Radio Balmaceda para la difusión de ideas políticas o para arrogarse la representación de algunos ciudadanos […] Vuestra carta posee una forma y tono político diferentes a las que utiliza en las conversaciones con el Ministro del Interior, dualidad que me parece intolerable en el contexto franco y abierto que es de un gobierno que no comprende otro lenguaje. Le pedimos no dirigirse más a nosotros en términos que el de una autoridad de partido suspendido, dirigiéndose respetuosamente al Gobierno de la Nación”141. La dictadura estrechó la presión que ejercía sobre la ‘Democracia Cristiana’. No lo hizo, sin embargo, de modo impensado sino consciente y deliberadamente. Poco antes del golpe, como ya se ha dicho, el partido había sacado del cargo de presidente a Renán Fuentealba reemplazándolo por Patricio Aylwin pues el primero, aún cuando se comportó como un tenaz opositor a la ‘Unidad Popular’ fue calificado como representante ‘de la línea blanda’ del partido, vale decir, de aquellos cuya tolerancia a las prerrogativas que se otorgaba el conglomerado oficialista iba más allá de lo permitido. Considerando las divergencias que se manifestaban al interior de la organización falangista, la Junta Militar no tuvo el menor escrúpulo en considerar que había llegado el momento de iniciar la persecución en contra de la dirigencia demócratacristiana rebelde. Por eso, en septiembre de ese año, fue detenido el dirigente de esa colectividad Claudio Huepe. El 7 de octubre se prohibió, en virtud de un decreto, la entrada a Chile de Bernardo Leighton, quien se encontraba en Ro141 Gumucio Vives, Rafael Agustín: Obra citada en (15), pág. 217. 138 ma. Dos meses más tarde, se procedió a detener al anterior presidente de esa colectividad, Renán Fuentealba. Tanto Huepe como Fuentealba fueron expulsados del país. El presidente del partido, Patricio Aylwin, nada hizo por defenderlos ante las autoridades administrativas; ni siquiera visitó a sus familias en señal de solidaridad con ellos. Sin embargo, más tarde y de acuerdo a lo que señala Patricio Cueto, la defensa la hizo ‘desde el estrado’, con las siguientes palabras: “¡Con perplejidad y pena inocultables, advierto que V.E. ha rehuído esa obligación elemental de todo juez! Como hombre formado en la fe en el derecho y en el respeto a los Tribunales de Justicia —hijo de un magistrado que presidió ese Excelentísimo Tribunal, abogado por más de treinta años, Profesor de Derecho por más de veinte, legislador y Presidente del Senado de nuestra República—, no me resigno a aceptar que el más alto Tribunal de mi Patria —de tan vigorosas tradiciones jurídicas— proceda de manera tan inconsecuente con su historia y jerarquía”. “En resumen, Fuentealba fue expulsado de Chile lo mismo que Solyenitsin de Rusia: por mera decisión de la autoridad administrativa, mediante la fuerza policial, sin ser juzgado ni siquiera oído y por el solo delito de expresar su pensamiento. Y luego, también al igual de lo ocurrido a Solyenitsin, se le denigra como antipatriota y con otras acusaciones mendaces, sin derecho a defenderse. Es decir, según las palabras del Código Penal, se ‘añade la ignominia a los efectos propios del hecho’” 142. En esos meses, gran cantidad de militantes demócratacristianos dejaron la colectividad; incluso, algunos de los que firmaron la llamada ‘Declaración de los 13’. El 14 de noviembre de 1974, sin embargo, un grupo de ex ministros y parlamentarios demócratacristianos, molestos con la resolución de las Naciones Unidas que condenaba a la Junta Militar chilena por reiteradas violaciones a los derechos humanos, formularon una declaración de apoyo a la dictadura. Firmaron la declaración siete ex Cueto Román, Patricio: “Atrapado en su red”, Sociedad Productora Periodística Ltda., Santiago, 1992, pág.29. 142 139 senadores, seis ex diputados y cinco ex ministros de Eduardo Frei Montalva143. Si bien era cierto que en la composición de la misma Junta de Gobierno no había cultores de la ideología demócratacristiana, no era menos cierto que en los estamentos inferiores sí existían aquellos. Sergio Arellano era uno de esos individuos y, aunque desprestigiado por su execrable tarea de dirigir la llamada ‘Caravana de la Muerte’, seguía conversando con sus ‘camaradas’ acerca de cambiar el torcido rumbo que parecía tomar la asonada militar en manos de Pinochet. El general Bonilla era uno de sus referentes. Pero éste había cometido el imperdonable error de haberse enfrentado al entonces coronel Manuel Contreras, en los mismos meses que éste había asumido el mando de la DINA. Aquello no había comenzado por casualidad: Manuel Contreras quería saber de las actividades de los demás oficiales dentro de las reparticiones de Gobierno y enviaba a sus hombres a inspeccionar lo que hacían. Descubierto en esas labores, dio como excusa haberse descubierto el robo de unos documentos desde el gabinete de uno de los secretarios de Estado (cuyo nombre no reveló). “Así que cuando Contreras describió su denuncia como un producto de la infiltración izquierdista, Bonilla se irritó. —Coronel— dijo—, ¿y qué pruebas tiene usted de lo que está diciendo? Contreras miró a Pinochet. —Mi general, hay ciertas cosas que no se pueden decir delante de extraños. Bonilla quiso reaccionar con violencia para imponer su autoridad, pero el tema fue bruscamente cerrado por Pinochet”144. Recién, entonces, advirtió Bonilla el inmenso poder que tenía en sus manos el que fuera uno de sus subordinados, el coronel Manuel Contreras Sepúlveda. 143 Gumucio Vives, Rafael Agustín: Obra citada en (15), pág. 236. Cavallo, Ascanio; Salazar, Manuel y Sepúlveda, Óscar: Obra citada en (90), pág. 48. 144 140 Párrafo VII: La muerte del general Augusto Lutz. La situación del Secretario General de la Junta, general Augusto Lutz Urzúa, y su interés por saber acerca de la detención del marido de la profesora de uno de sus hijos, se había complicado luego del enfrentamiento con Manuel Contreras, con el resultado que vimos en los párrafos anteriores145. Era difícil que Pinochet, permitiese un menoscabo en la autoridad que él mismo había conferido al coronel y diese la razón a quienes formulaban sus quejas contra aquel. Por eso, no debía sorprender su reacción. Tal cual ya se ha señalado, el 10 de julio de 1974 efectuó el flamante Jefe de Estado una serie de cambios al interior del Ejército y del gobierno que, en definitiva, sellaron el destino de ambos generales: Bonilla salió del Interior para asumir el único Ministerio que había perdido toda su importancia tras la asonada que era el de Defensa; y Lutz salió de la Secretaría General de la Junta para ser enviado a Punta Arenas, reemplazando en el cargo de Comandante en Jefe de la V División del Ejército al general César Raúl Benavides quien llegó a reemplazar a Bonilla en el Ministerio del Interior. En el nuevo gabinete de Pinochet, sin embargo, volvieron a aparecer demócratacristianos; pero se trataba de personajes de una línea más dura que, esta vez, quedaban bajo la directa dependencia del dictador: Jorge Cauas Lama asumió en Hacienda y en la Asesoría Económica, Raúl Sáez. En la segunda semana de noviembre de 1974, el general Augusto Lutz concurrió a una comida con otros altos mandos del Ejército en Punta Arenas al término de la cual, y estando ya en casa, se sintió indispuesto. Oficiaba de Jefe del Servicio Médico del Ejército en esa ciudad el doctor (¿?) Cerda a cuya presencia fue llevado el oficial al día siguiente de haberse manifestado su malestar. Luego de examinarlo, señaló el facultativo que el oficial padecía de gastritis. En base a ese diagnóstico, le recomendó Cerda empezar con una dieta e ingerir algunos remedios que le prescribió en la correspondiente receta. Sin embargo, ese mismo día, el general Lutz empeoró: una súbita hemorragia obligó a su inmediata hospitalización. De ahí en adelante, 145 Véase nota (123), obra de Raúl Auth. 141 comenzaron a ocurrir curiosos acontecimientos de los que da cuenta Raúl Auth. “Extrañamente, el facultativo tratante decidió operarlo de inmediato, tomando una decisión muy discutible en aquellos años. En general, la experticia de los médicos militares, salvo excepciones, no era la mejor Era sabido por los cirujanos con experiencia en estos casos, que la operación de urgencia en las hemorragias digestivas, constituía una excepción, sólo debía efectuarse cuando el sangramiento fuese masivo y se contase con un equipo experimentado para hacerlo. Según los datos que proporcionaron posteriormente los familiares, esta circunstancia de extrema urgencia quirúrgica no se daba en el general Lutz. La conducta que cabía era estabilizar sus signos vitales, transfundiendo sangre y sueros y observar su evolución. Existía también la opción de trasladarlo a Santiago, en donde se disponía de mayores recursos. En Punta Arenas se carecía de ellos como consta que, para operarlo, se debió solicitar elementos indispensables a Concepción y a Río Gallegos, vecina localidad argentina. Resultó particularmente raro que el doctor Cerda le haya negado el pase para trasladarlo en avión a Santiago cuando la esposa le manifestó ese deseo. A la salida de la intervención quirúrgica, el cirujano le comunicó a la esposa que la operación había sido un éxito. “Le he salvado la vida a mi general”, fueron sus palabras. Le explicó que le había suturado unas várices sangrantes del esófago. Este diagnóstico aparecía sumamente extraño, dado que no existía ningún factor que explicara una hipertensión portal que pudiese motivar la existencia de dichas várices. No había antecedentes de enfermedad del hígado ni de alcoholismo. Desde un perspectiva médica la conducta del doctor Cerda aparece como imprudente y desacertada al no derivar el caso a un profesional con más experiencia en cirugía digestiva de urgencia” 146. Los hechos no pararon allí; por el contrario, se multiplicaron. Sus familiares intentaron por todos los medios a su alcance conseguir que fuese trasladado de urgencia a Santiago en vista del ostensible deterioro que experimentaba y solicitaron del general César Raúl Benavides dispusiese la colocación de un avión para trasladarlo a la capital recibiendo una rotunda negativa de éste. En conocimiento del he146 Auth Caviedes, Raúl: Id. (123) 142 cho, determinó, sin embargo, el director del Hospital Militar, en ese entonces Patricio Silva Garín, viajar a Punta Arenas y examinar al general. Lamentablemente, cuando llegó el grupo encabezado por el facultativo a la sureña ciudad, Lutz estaba ya operado; examinado por Silva, éste atinó sólo a murmurar: “A mi general lo charquearon”. Patricio Silva Garín era un militar que había decidido estudiar Medicina durante el tiempo que servía al Ejército, obteniendo su titulo correspondiente algún tiempo después147. Antiguo militante de la ‘Democracia Cristiana’ era hombre de absoluta confianza de Eduardo Frei Montalva; había sido designado en el cargo de Subsecretario de Salud por el presidente falangista durante su gobierno siendo clave su actuación para el gobierno demócratacristiano en las negociaciones del ‘Tacnazo’, cuando se rebeló el general Roberto Viaux Marambio. Al asumir la Junta de Gobierno, tomó a su cargo la dirección del Hospital Militar y, enfrentado al cuadro clínico que presentaba el general Augusto Lutz, dio orden de trasladarlo de urgencia a Santiago aprovechándose el vuelo de un avión de la Línea Aérea Nacional LAN que regresaba casi de inmediato a la capital. En el Hospital Militar fue operado el general Lutz nuevamente148 de úlcera gástrica y se esperaba su recuperación cuando un nuevo incidente acaparó la atención de la comunidad nacional. “[…] ese mismo día, una radioemisora dio una inconcebible noticia: ‘El general Lutz, intendente de Magallanes, falleció en el Hospital Militar, donde había ingresado días antes’. La familia, desesperada se comunicó con el doctor Silva, quien se manifestó indignado y les recordó que momentos antes les había dicho que el general mostraba una notoria recuperación. Dos días más tarde, en un canal de televisión, se reiteró la misma falsa noticia del falleci147 Patricio Silva aparecería más tarde, involucrado en la muerte del propio ex presidente Frei, como se verá más adelante. 148 La operación fue practicada por Silva Garín y ofició de ayudante suyo el médico Pedro Cubillos, que sería el mismo que lo asistiría en el asesinato de Frei Montalva. 143 miento. Esto era sumamente extraño pues, en aquellos días, la Dirección Nacional de Comunicaciones, censuraba rigurosamente cualquier información política o relacionada con las Fuerzas Armadas. Un funcionario de la emisora que había dado primeramente el anuncio, le confidenció al periodista Hernán Millas, que había ‘emanado de una fuente responsable’. Parecía que se daba por hecho en las altas esferas del gobierno que Lutz iba a morir” 149. El 28 de noviembre de 1974, finalmente falleció el general Augusto Lutz Urzúa. Había alcanzado a escribir a su hija Olga una desgarradora frase sobre un papel donde se podía leer claramente: “¡Sáquenme de aquí!” La información oficial, tremendamente escueta, señalaba solamente, en relación a las causas del fallecimiento del oficial, que “[…] transcurridos 17 días de la primera intervención quirúrgica, se presentó un cuadro de sepsis originado en infección pleural y peritoneal, lo que produjo un shock irreversible que le ocasionó su fallecimiento”. Lutz, que se había convertido en uno de los tantos obstáculos depositados sobre el camino que emprendía el general Augusto Pinochet, desaparecía como lo harían en el futuro otras personalidades. Sobre la participación del doctor Patricio Silva en la intervención quirúrgica que provocó el deceso del Jefe de la V División del Ejército en Punta Arenas, de la responsabilidad que le cabía en dicha operación, nada se dijo. Un manto de silencio cubrió la muerte de Augusto Lutz Urzúa. 149 Auth Caviedes, Raúl: Id. (123). 144 Título VIII: Muerte del general Bonilla. Atentado en Roma contra Bernardo Leighton. Eduardo Frei se convierte en la alternativa a la Junta. Arellano pasa a retiro. Si resultaba difícil advertir que, en tanto Pinochet consolidaba su autoridad sobre el colectivo de la Junta —y, por ende, sobre toda la sociedad— sus adversarios empezaban a apartársele del camino, más difícil resultaba suponer que era él quien provocaba tales cambios. Menos aún, que existía bajo su mando todo un aparataje institucional cuya misión era eliminar física o moralmente a todo individuo que pudiere convertirse en opositor a la autocracia pinochetista. Y era que la sociedad chilena no estaba preparada para entender tal perversidad. Los asesinatos que realiza el Estado quedan, generalmente, en la penumbra; también las desapariciones de personas. Cometidos esos crímenes en aras de un bien superior (la Patria), pocas veces puede asegurarse que dichos sucesos sean tales, pues no existen pruebas que lo acrediten. Para establecer una verdad jurídica se requiere presentar ante un juez que va a resolver del caso, los medios que la ley ha establecido como óptimos para esos efectos. Y no siempre es posible reunir tales pruebas. Colabora en ese sentido la circunstancia que quienes cometen las atrocidades son los mismos gañanes encargados de investigarlas, por lo que los crímenes de esa naturaleza pasan a constituirse en crímenes perfectos. En ‘enigmas’ de la historia. Es lo que sucede con las muertes a las que nos estamos refiriendo en este párrafo. En una historia diferente, construida a partir de las relaciones que tanto actores como hechos o acontecimientos mantienen con sus respectivos entornos, la muerte del general Lutz es, a no dudarlo, un asesinato; también la que vamos a consignar en este párrafo; pero la historia no se escribe con el sostén de tales soportes sino con aquellos que entrega la cultura imperante. El 3 de marzo de 1975 debía regresar el general Óscar Bonilla desde la localidad de Panimávida, lugar al cual había concurrido a fin de cumplir con una obligación familiar. El oficial, conocido por sus ideas de abierto corte demócratacristiano, subió a un helicóptero Puma que debía llevarlo desde ese lugar a Santiago donde debía arribar 145 para cumplir sus funciones. El helicóptero no llegó a destino. A poco de despegar cayó a tierra pereciendo todos sus ocupantes. Tiempo después perecerían en un accidente similar los técnicos franceses que llegaron a investigar las causas del accidente que hizo caer al helicóptero del general. La vacante habida en el Ministerio de Defensa a raíz de la muerte de Bonilla fue llenada el día 7 de marzo de 1975 con otro uniformado en reemplazo del fallecido oficial: el general Herman Brady Roche, entrañable amigo del Jefe Supremo de la Nación Augusto Pinochet. Arturo Fontaine Aldunate sostiene que las relaciones de la ‘Democracia Cristiana’ con la Junta Militar comenzaron a deteriorarse en el curso del año 1975, como consecuencias de las medidas que impulsaba Jorge Cauas. “Al ex funcionario del Gobierno demócratacristiano y personero de la confianza del Presidente Frei, Jorge Cauas, le toca definir una política que distancia del Gobierno a algunos demócratacristianos. Andrés Sanfuentes se ha ido a la Universidad en 1974 y Juan Villarzú renuncia a la Dirección de Presupuestos en marzo de 1975. José Luis Zavala sigue trabajando como delegado de Chile al Fondo Monetario internacional desde octubre de 1974. Álvaro Bardón continúa como uno de los más eficaces colaboradores de Jorge Cauas, y en lo sucesivo adoptará una postura militante a favor del programa económico del Gobierno. Pero el Partido Demócrata Cristiano, en el plano político, y su propio líder, Eduardo Frei, dirigirán artillería gruesa en contra del Programa de Recuperación Económica dirigido por Cauas”150. Poco tiempo después y durante el curso del mes de mayo de 1975, el ex presidente Eduardo Frei Montalva concedió una entrevista a la revista colombiana ‘Nueva Frontera’. En esa entrevista, y a diferencia de la carta enviada a Mariano Rumor, el ex primer mandatario criticó ácidamente a la Junta transformándose en un sujeto molesto para las autoridades militares. Las declaraciones suyas fueron ampliamente difundidas por la prensa europea y norteamericana, ha150 Fontaine Aldunate, Arturo: Obra citada en (3), pág. 99. 146 ciendo que la vigilancia en torno suyo se acrecentara. Según lo expresa Mónica González, tras ese acontecimiento, “[…] la DINA reforzaba una brigada para vigilar sus movimientos. Todas las patentes de los autos que llegaban hasta su casa eran registradas y sus ocupantes fotografiados y filmados. Luego, a través de la oficina de la DINA y luego de la CNI que funcionaba al interior del Registro Civil se identificaba a sus dueños. Lo mismo ocurría con su oficina en Huérfanos 1022 y los teléfonos de ambos inmuebles. El acoso se hizo más intenso a medida que los influyentes nexos políticos internacionales de Frei se intensificaron. En agosto de 1976, una bomba explotó en el frontis de la casa de Oscar Pinochet de la Barra donde se le ofrecía a Frei una cena de honor “ 151. Destruidas las organizaciones populares, asesinados y presos sus militantes, exiliada gran parte de la población crítica a la Junta, la ‘Democracia Cristiana’ se transformaba, de colaborador, en un escollo para aquella; y Frei era el peor de todos. No se sabe el momento en que fue creado, a espaldas del general Jorge Gustavo Leigh, un extraño organismo que llevaba por nombre ‘Asesoría Política’ ASEP y que, incluso, no contaba con la aprobación de los sectores gremialistas dirigidos por Jaime Guzmán. Lo cierto es que se creó con la única finalidad de organizar la confrontación del estamento militar con la ‘Democracia Cristiana’. Según Cavallo, Salazar y Sepúlveda, “[…] la ASEP había organizado la confrontación con la Democracia Cristiana y ahora, a comienzos del 76, era la responsable de la ‘defensa’ del régimen ante la amenaza de Frei” 152. Esta confrontación no reflejaba, sin embargo, la esencia de las relaciones entre la ‘Democracia Cristiana’ y la Junta Militar al momento de asumir el control del país. En efecto, de las declaraciones González, Mónica: “Por qué se decidió eliminar a Frei”, CIPER, 08 de diciembre de 2009. 152 Cavallo, Ascanio; Salazar, Manuel y Sepúlveda, Óscar: Obra citada en (90), pág. 99. 151 147 formuladas por sus más connotados dirigentes podía deducirse inequívocamente que la colectividad falangista tenía dos preocupaciones fundamentales en relación al futuro del régimen que se instalaba: era la primera, lograr que la Junta Militar fijase, a la brevedad, la duración de su estadía al mando de la nación; la segunda, prestar toda la asistencia técnica necesaria para, posteriormente, poder ejercer en plenitud las funciones del gobierno que debería asumir una vez finalizada la intervención militar. Ello explicaría, además, la rápida asunción de cargos con posterioridad al golpe por parte de la militancia demócrata cristiana. En consecuencia, frente a estos dos hechos fundamentales que revelan la verdadera esencia de la participación de esa colectividad en la asonada, las discrepancias internas entre los sectores demócratacristianos producidos en ese entonces y que se acostumbra a señalar en numerosos artículos y estudios, carecen de toda relevancia. Pero si bien lo expresado anteriormente muestra lo que sucedía en el país desde el punto de vista de la DC, no explica lo mismo desde el punto de vista de la asonada. Y era ahí donde se encontraban los desencuentros. Porque al interior de la Junta, el pinochetismo153 ganaba espacios imponiéndose sobre el resto de la colectividad; y esa tendencia era abiertamente anti demócratacristiana. Por eso pudo implementarse una ASEP y, a la vez, aceptarse la colaboración de los técnicos de ese partido. Pero el golpe contra la DC debía producirse en cualquier momento: la muerte de los sectores más democráticos de las Fuerzas Armadas (Lutz, Bonilla) eran índices que mostraban una inequívoca dirección del rumbo que tomaba la Junta. Por eso, el alto mando determinó comenzar su labor atacando al sector más rebelde de la DC; por eso encarceló y expulsó posteriormente del país a Claudio Huepe y a Renán Fuentealba. Por eso realizaría el atentado de Roma. El día 6 de octubre de 1975, a poco de descender del taxi en que viajaban, al llegar a la calle Aurelia en Roma, Bernardo Leighton y 153 Preferimos evitar referirnos a Pinochet como individuo y atribuir a las personalidades el rol de determinar el rumbo de una sociedad; por eso, llamamos ‘pinochetismo’ al conjunto de elementos que se nuclearon en torno al dictador del cual él era genuino representante y que, en definitiva condujeron al conjunto de la nación durante los años que duró la dictadura. 148 su mujer Ana Fresno, exiliados en Italia e impedidos de regresar a Chile, pasaron a un supermercado a comprar algunos víveres que necesitaban y caminaron hacia su hogar ubicado en calle Gregorio VII. Bernardo Leighton Guzmán Un equipo de sicarios contratados por la DINA se encargó de balearlos dejándolos gravemente heridos. El largo brazo de la dictadura comenzaba a extenderse por todas partes. Pero faltaba mucho para que la era demócratacristiana llegara a su fin. Antes de eso vería a la dictadura convocar a un plebiscito cuya finalidad sería, precisamente, derrotarla políticamente: si el 11de septiembre fue el golpe militar la forma de terminar con las posiciones defendidas por el Gobierno Popular y sus organizaciones sociales, el seudo plebiscito de 1980 sería el golpe de Estado de la Junta Militar contra las sustentadas por la ‘Democracia Cristiana’ y lo que algunos analistas denominan ‘reformismo burgués’154. 154 El Comité de Defensa de los Derechos Humanos y Sindicales CODEHS, organismo presidido por Clotario Blest, en conjunto con el FUT y otras organizaciones, formó el llamado ‘Bloque por la Abstención’ que llamó, en la convocatoria hecha por la dictadura para participar en el seudo plebiscito de 149 El destino del general Arellano no fue ser recibido por la comunidad militar, como lo esperaba, en el carácter de ‘salvador de la Patria’ luego de su recorrido por el país, con posterioridad al golpe de 1973. Por el contrario. Una serie de encuentros desafortunados con otros estamentos favorecidos por la autocracia pinochetista comenzó a marcar lo que sería su destino. Había solicitado que se hiciera una investigación sobre el viaje de la llamada ‘Caravana de la Muerte’ a la vez que, simultáneamente, solicitaba se emitiera un informe posterior para darle la razón acerca de lo ocurrido. Pero su requerimiento no había sido escuchado; el escollo era nada menos que el propio Pinochet. “El Lobo, como le decían a Arellano sus compañeros de armas, era un hombre con carisma y don de mando dentro del Ejército. A su alrededor se había creado la mitología del hombre que había forja1980, a abstenerse de votar. Al respecto, en nuestra obra ‘Prolegómenos a las grandes protestas del ‘83’, se puede leer lo siguiente: “Las tesis del Bloque por la Abstención empezaban, como cosa previa, por negar a la dictadura el derecho a convocar a los ciudadanos chilenos a pronunciarse sobre la continuidad de su administración y, mucho menos, a aprobar una constitución en cuya redacción ninguno de ellos había participado. Indicaban, más adelante, que el ‘seudo-plebiscito’ de ese año estaba orientado a aplastar la alternativa demócratacristiana que buscaba el recambio de la dictadura por un Gobierno Cívico-Militar de transición que debería cambiar el rostro del gobierno (no así la forma de acumular impuesta en 1978, más conocida como ‘modelo económico’). Para el Bloque por la Abstención, el ‘seudo-plebiscito de 1980’ no era sino un golpe de estado dirigido esta vez en contra de los sectores social demócratas (en especial, contra la Democracia Cristiana) y, consecuentemente, contra todos los sectores populares que habían decidido subordinarse a la línea política de aquellos. Por eso, sostenía el Bloque, la abstención era la más acertada respuesta a la convocatoria de la dictadura pues la dejaba desprovista de un ‘legítimo contradictor’; en otras palabras, luchando consigo misma o, al menos, con un fantasma. La frase de Frei (‘Me siento profundamente humillado’) pondría de manifiesto la magnitud de la derrota”. 150 do el golpe, y la del oficial implacable que había recorrido el norte y el sur en un helicóptero Puma cuyo rastro fatídico era una cadena de fusilamientos”155. Era evidente que Pinochet no deseaba que se realizara la investígación solicitada por Arellano pues en ella aparecerían las órdenes de actuar con la máxima severidad que había impartido a su inferior, encargo que Arellano se había preocupado de cumplir con la mayor eficiencia. Pero puede suponerse que también con ello Pinochet buscaba hacer recaer la total responsabilidad de los hechos en su subordinado, eludiendo la suya y desprestigiándolo ante sus propios ‘camaradas’. “Pinochet conocía en detalle la situación de Arellano. Lo consideraba proclive a la DC, sabía que su hijo era militante de ese partido, y sospechaba que tenía en él un grado de infiltración política que era preciso cortar. Sus oficiales más cercanos también recomendaban ese corte. Pero debía hacerse con discreción. De lo contrario, el riesgo era despertar recelo y resentimiento entre los oficiales” 156. Todo gobierno toma la medida de separar del cargo que le ha conferido a quien, dentro de sus propias filas, disiente de la política oficial o puede transformarse en un elemento molesto; cuando dicha medida no es posible aplicar, se recurre a enviarlo al exterior. Ya lo había intentado Bernardo O’Higgins con Manuel Rodríguez, en los albores de la república, ofreciéndole ‘una diputación’ en Estados Unidos; ya lo haría, en los regímenes post dictatoriales, la presidenta Michelle Bachelet, primero con Carmen Hertz157 enviándola de 155 Cavallo, Ascanio; Salazar, Manuel y Sepúlveda, Óscar: Obra citada en (90), pág. 93. 156 Cavallo, Ascanio; Salazar, Manuel y Sepúlveda, Óscar: Obra citada en (90), pág. 93. 157 Carmen Hertz era cónyuge de Carlos Berger, periodista asesinado por la dictadura en Antofagasta; antes de ser agraciada con una embajada en Europa, se había destacado como una de las abogadas que más luchaban por las víctimas de los derechos humanos. 151 embajadora a Rumania; luego, con Javiera Parada158, ofreciéndole asumir la agregaduría cultural en Estados Unidos, y, finalmente, con Cristian Cuevas159 al asignarle el cargo de agregado laboral en España. Tal fue la medida que determinó adoptar Pinochet con Arellano al proponerle, en la primera semana de octubre de 1975, la embajada en España, a lo que éste se negó en forma rotunda. Pinochet, profundamente molesto, lo hizo salir de su oficina. No obstante, al cabo de pocos días, volvió a llamarlo, nuevamente, con la misma intención; pero Arellano volvió a negarse. Entonces, Pinochet montó en cólera, —“¡Aquí parece que hay señores oficiales que creen que no hay mando! ¡Parece que creen que las órdenes se discuten, en vez de cumplirse! —Prefiero irme, Augusto— dijo Arellano— ¡Y eso es lo que tú quieres! —¡Quiero tu renuncia aquí en 24 horas! Arellano sacó un sobre de su guerrera. Estaba preparado. —Aquí la tienes. No necesito 24 horas. Me voy de inmediato” 160. Pero hasta los más poderosos les está vedado, en ciertas oportunidades, hacer su entera voluntad. Así le sucedió a Pinochet, que solamente pudo oficializar el alejamiento del general Sergio Arellano Stark el 16 de marzo de 1976 en una ceremonia realizada en la Escuela Militar. 158 Javiera Parada es la hija de José Manuel Parada, funcionario de la Vicaría de la Solidaridad, asesinado junto a Manuel Guerrero y Santiago Nattino en 1985; se había destacado como líder del movimiento por una Asamblea Constituyente. 159 Cristian Cuevas se había desempeñado como dirigente sindical al frente de la Confederación de Trabajadores del Cobre; fue nominado como agregado laboral del Gobierno bacheletista en España. Regreso al país luego del asesinato de un trabajador en el norte, renunciando al cargo para retomar su lugar en las luchas sociales. 160 Cavallo, Ascanio; Salazar, Manuel y Sepúlveda, Óscar: Obra citada en (90), pág. 93. 152 Título IX: Ruptura definitiva: cierre de la Radio Presidente Balmaceda.La muerte de Eduardo Frei. La ruptura definitiva entre la ‘Democracia Cristiana’ y la Junta Militar se produjo con ocasión del cierre de la Radio ‘Presidente Balmaceda’, medio de comunicación de propiedad de ese partido, ubicado en calle Nueva York N° 53, 7° piso, de la Comuna de Santiago Centro. Director de ella era Ignacio González Camus, periodista casado con Marta Caro, anteriormente secretaria de Eduardo Frei Montalva; gerente de la misma era Belisario Velasco. Coincide con nosotros el historiador Rafael Luis Gumucio cuando señala, al efecto: “La directiva de la Democracia Cristiana quebró con la Junta Militar a raíz del cierre de la Radio Balmaceda, luego de un diálogo en que el general Bonilla demostró orgullo y odio cerril para humillar a don Patricio Aylwin. A partir de este hecho se dieron cuenta el tipo de criminales, con sed de poder, a los que habían alabado como ‘salvadores de la patria’”161. El Comité de Defensa de los Derechos Humanos CODEH, organizado por Clotario Blest en 1970, tenía contacto con esa Radio desde 1972 con ocasión de las declaraciones que el líder sindical enviaba en protesta de algunas actuaciones de los servicios policiales en contra de los opositores bajo la ‘Unidad Popular’. Producido el golpe militar, el CODEH siguió enviando sus declaraciones a esa radio porque en los primeros años de la dictadura, el director de Radio ‘Chilena’ (de propiedad del Arzobispado) que era el demócratacristiano Zenón Conejeros, no quería involucrar en demasía a la jerarquía eclesiástica. La ‘Democracia Cristiana’ controlaba el periódico ‘La Prensa’, a cargo del cual estaba Patricio Rojas; pero, por disponerlo la Junta Militar, ese medio había sido clausurado luego de una comunicación enviada por el general Bonilla a su representante legal. La Radio ‘Presidente Balmaceda’ no había sido tocada pues quien aparecía en calidad de propietario era el empresario Jorge Yarur Banna, también hombre de negocios vinculado a la organización falangista. 161 Gumucio Rivas, Rafael Luis: Obra citada en (58). 153 Belisario Velasco Óscar Ortiz nos recuerda que, en marzo de 1976, fue Belisario Velasco, en su calidad de gerente de la radio de la organización falangista, relegado a Putre. En realidad, la radio entregaba información a la ciudadanía que resultaba bastante molesta para la Junta162. Como un dato curioso, nos cuenta Ortiz que, en esos días, recibió Clotario Blest desde Cuba una cantidad de dinero destinada al dirigente demócratacristiano castigado por la dictadura pinochetista. Preocupado acerca de cómo remitirle ese dinero, Blest intentó averiguar en qué iglesia de esa localidad podría estar hospedado Velasco. Cuál no sería su sorpresa al descubrir que el relegado no se encontraba en recinto religioso alguno sino en el Casino de Oficiales del Ejército de esa localidad por disponerlo así el propio dictador163. González Camus, Ignacio: “Radio Balmaceda 73-76: bajo el asedio de los ‘guatones’ y Pinochet”. Versión digital que existe en Internet por gentileza del periódico ‘Le Monde Diplomatique. 163 Este tipo de relaciones, aunque no fue frecuente, se dio en algunas otras oportunidades. Durante los años en que la ‘Democracia Cristiana’ gobernaba Chile y Pinochet era un alto oficial de las Fuerzas Armadas, pasaba éste a buscar en automóvil a su hija Lucía, que trabajaba como secretaria de Be162 154 La crisis, por consiguiente, se desencadenó por la continuidad de la radio. Según el historiador que hemos seguido en esta parte, no encontró Patricio Aylwin, en su calidad de presidente del partido, nada mejor que sacar de su cargo a Ignacio González Camus y colocar, en los más destacados cargos directivos a tres individuos bastante curiosos, pero de su absoluta confianza —Giácomo Marasso Beltrán, Marcelo Rozas López y José Miguel Fritis Pérez—, de los cuales, los dos últimos (Rozas y Fritis) asumieron en el carácter de gerente y director de esa radio, respectivamente. Marcelo Rozas López Marcelo Rozas López había nacido en 1949 y al momento de asumir como gerente de Radio Balmaceda tenía apenas 27 años. A quien pueda sorprender su rápido ascenso en las estructuras de poder dentro de una organización política no está de más recordarle que, tratándose de escalar ese tipo de posiciones, la única cualidad que cuenta es la estrecha vinculación que ha de mantenerse con los detentadores del poder partidario. Según lo revela Víctor Osorio Reyes164, Rozas “[…] vivía al lado de la Facultad y comenzó a tejer una estrecha amistad con su camarada Gutenberg Martínez Ocamica, que por entonces estudiaba Leyes y era novio de una compañera de aulas y también militante del partido de la flecha roja: Soledad Alvear Valenzuela. lisario Velasco en la Empresa de Comercio Agrícola ECA, estableciéndose así un vínculo que iría a servirle más tarde al dirigente demócratacristiano. 164 Actualmente, ministro de Bienes Nacionales del gobierno de ‘Nueva Mayoría’. 155 Por esos días, Martínez ocupaba la primera vicepresidencia de la JDC y Rozas llegaría a ser encargado de relaciones internacionales. Alvear se dedicaba a la capacitación”165. En 1974, la presidencia del partido fue ocupada por Gutenberg Martínez, fiel representante de lo que se conocía como corriente de los ‘guatones’ o ‘aylwinistas’, dentro de la DC. El camino de Rozas, Fritis y Marasso estaba asegurado. Según lo recuerda Hernán Melgarejo, Marcelo Rozas, ya a cargo de la radio, “[…] tuvo sus primeros desencuentros con el sector ‘chascón’ o progresista, que querían una oposición frontal a la dictadura. Pero Rozas, con el fin de que la radio no fuera cerrada por los militares, moderó el contenido que se emitía al aire. Y tal como consigna una publicación de la revista ‘Cosas’, optó incluso por dormir en la estación para que nadie burlara su control”166. Belisario Velasco jamás fue informado de haber sido separado de su cargo de Gerente General. Sólo se enteró de la decisión adoptada por la directiva de su partido, finalmente, leyendo la revista ‘Ercilla’. A pesar de ello, no protestó. Por el contrario, en carta enviada el 11 de agosto de 1976 a Patricio Aylwin manifiesta su pesar por los errores cometidos señalando, entre otras cosas: “Camarada Presidente, quizás la angustia de los sin voz, que es la de miles y miles de chilenos es, en un medio de comunicación, más fácil de palpar y vivir, puede ser la razón que nos haya movido a criticar y a denunciar los hechos que violentaban nuestra conciencia. Tal vez sobrepasamos posibles estrategias […] pero no podíamos contemporizar. Es cierto que ello puso en peligro la supervivencia de la radio, la cual fue objeto de clausuras y un incendio a Osorio Reyes, Víctor: “Un ‘salvadoreño’ en la corte de Soledad Alvear”, ‘Crónica Digital’, 24 de mayo de 2005, versión digital. 166 Melgarejo, Hernán: “Marcelo Rozas, el histórico DC vinculado al “gutismo” que aparece en la nómina de boletas de SQM”, ‘El Dínamo’, 18 de febrero de 2015, versión digital. Con negrita en el original. 165 156 todas luces intencionado, pero créame, Presidente, también arriesgamos nuestra seguridad […] y lo hicimos conscientes”167. El 28 de enero de 1977, la Radio Presidente Balmaceda fue definitivamente clausurada y dejó de funcionar. Todos sus trabajadores se fueron a la calle sin derecho a reclamar por sueldos o regalías. Los periodistas, por su parte, cesantes y sin posibilidades de encontrar trabajo, se organizaron y procedieron a la compra de Radio ‘Cooperativa’, llamando a integrarse al nuevo proyecto a ciertos colegas suyos que resultaron claves ´para la finalidad propuesta, entre otros, a Delia Vergara y a Patricia Politzer. Fueron esas periodistas quienes dieron a conocer el ‘Diario de Cooperativa’, famoso en los años posteriores; la radio jamás perteneció a la ‘Democracia Cristiana’168. Fritis, Marasso y Rozas habían cumplido su rol a cabalidad. José Miguel Fritis pasó a desempeñarse como secretario general de la Juventudes Demócratacristianas de América Latina (JUDCA), organismo dependiente de la Organización Demócratacristiana de América (ODCA), y por sus contactos con el COPEI venezolano se incorporó al comando de la candidatura de Luis Herrera Campins. En el cargo de prosecretario del PDC quedó su amigo Marcelo Rozas López. Luego del retorno del ingeniero Napoleón Duarte a El Salvador presidiendo una Junta Cívico-Militar, Fritis, Rozas y Marasso viajaron a apoyar su trabajo político. Duarte era presidente de la ODCA y vicepresidente de la Unión Mundial Demócrata Cristiana. Según lo indica Melgarejo, fue la organización demócrata cristiana internacional quien solicitó a Fritis la formación de un grupo destinado a asesorar a Duarte, convertido en el candidato que debía ganar las elecciones en El Salvador. Hoy se sabe que la CIA financiaba ese operativo. Existe la suposición que esos tres sujetos —que, en los años posteriores y luego de asumir la Concertación de Partidos por la Democracia el control de la nación, ocuparan cargos de cierta relevancia política (Rozas fue, incluso, Alcalde de Chaitén y embajador en 167 168 González Camus, Ignacio: Obra citada en (158), págs. 248 y 249. Ortiz, Óscar: Obra citada en (93). 157 Checoslovaquia) —, fueron todos ellos agentes de la CIA. Según Víctor Osorio: “Lo concreto es que en El Salvador se instaló la percepción de que estos chilenos trabajaban para la CIA, eventualmente a través de una “triangulación” con el Gobierno de Venezuela. Y la sede que ocupaban en San Salvador sufrió dos atentados con granadas y lanzacohetes. El propio Fritis, mientras tomaba desayuno con Arístides Calvani, sufrió un ataque. Por su visibilidad pública, debió moverse con guardaespaldas armados hasta los dientes”169. De acuerdo a lo que expresa Melgarejo, los atentados contra esos sujetos fueron múltiples: “En El Salvador, Rozas debía ir rodeado de guardaespaldas por su seguridad. Según testigos, el dirigente habría andado incluso con granadas y fusiles y, algunos señalan, habría sido víctima de un fallido atentado de bomba en contra de su vehículo. Fritis por su parte sufrió siete atentados de parte de las milicias de izquierda. En una oportunidad, dispararon lanzacohetes a su departamento, con la suerte de que los guerrilleros erraron en el blanco y apuntaron a la casa de al lado, que estaba vacía”170. Refiriéndose a Marcelo Rozas, sostiene Natalia Saavedra que “De ahí en más fue protagonista de varias polémicas. La más comentada, su apoyo a partir del año 1978 al gobierno demócrata cristiano de Napoleón Duarte en Honduras. Dicen que trabajó con la CIA, que le pagaba la inteligencia gringa, que se hacía pasar por periodista para espiar ciertas situaciones y que andar fuertemente armado era su costumbre en el país centroamericano”171. Y Hernán Melgarejo, refiriéndose al mismo indica que su militancia 169 Osorio Reyes, Víctor: Obra citada en (165). Melgarejo, Hernán: Obra citada en (166). Con negrita en el original. 171 Saavedra M., Natalia: “Marcelo Rozas, el otro hombre de Julio Ponce”, Revista ‘Capital’, 16 de mayo de 2015, versión digital. 170 158 “[…] ha estado marcada principalmente por su abrupta salida del cargo de embajador en República Checa, su rol en Radio Balmaceda, el escándalo del Carmengate y por haber participado en el polémico grupo de ‘Los salvadoreños’, un grupo de jóvenes DC que en los ochenta ayudó al presidente democratacristiano de El Salvador, Napoleón López, con el supuesto apoyo de la CIA”172. Al igual que Federico Willoughby-Mc Donald, también esos militantes demócratacristianos aparecieron desempeñando cargos de cierta relevancia en los gobiernos que se sucedieron luego del término de la dictadura173. Durante la primavera de 1981, el ex presidente Eduardo Frei Montalva empezó a tener algunas complicaciones de salud, molestias luego de ingerir ciertos alimentos. La hernia al hiato que arrastraba le producía alteraciones que se le hacían cada vez más desagradables. Fuera de aquello, y próximo a cumplir los 71 años de edad, el ex mandatario se mantenía en excelente estado físico y mental. “Solamente lo molestaba una esofagitis producida por una hernia al hiato, enfermedad crónica no mortal y ni siquiera grave. Decidió operarse. Hizo consultas con médicos chilenos sobre la conveniencia de hacerlo en el país. Estos le garantizaron que existían condiciones técnicas equivalentes a las de Estados Unidos y altísimas posibilidades de una curación plena” 174. 172 Melgarejo, Hernán: Obra citada en (166). El original está con negrita y contiene un error al nombrar a Napoleón Duarte como Napoleón López. 173 En ese mismo sentido, vale la pena recordar que Jorge Navarrete Martínez, Agregado Cultural de la dictadura en Londres y sindicado por el gobierno laborista de colaborador de la DINA (lo que le valió su renuncia al cargo), fue agraciado por el gobierno de Ricardo Lagos con el cargo de Presidente del directorio de Televisión Nacional TVN; posteriormente, el mismo presidente le nombró como director de la Corporación del Cobre CODELCO en su representación. En 2006 la presidenta Michelle Bachelet lo nombró Presidente del Consejo Nacional de Televisión; su mujer, Patricia Poblete, fue ministra de la Vivienda en el primer gobierno de Michelle Bachelet. 174 López, Federico: Obra citada en (102). 159 Jamás Frei, en el transcurso de su vida, había actuado en forma oculta, subterránea; jamás ocultaba sus dolencias ni alegrías. Hombre público por excelencia, siempre sus actuaciones y movimientos fueron conocidos por quienes tenían interés en saber de aquellos. Pero, si esa conducta transparente era garantía de su actuar, también constituía una circunstancia favorable al éxito de cualquier atentado que estuviese perpetrándose en contra suya. Patricio Rojas Conocedores de esa práctica, determinado el día de su intervención (18 de noviembre de 1981), seleccionada la Clínica en donde se llevaría a cabo (Clínica Santa María) y designado el médico que la llevaría a cabo (el doctor Alejandro Larraín), un grupo de siete militares en retiro enviados por el gobierno pinochetista se apersonó a la mencionada clínica con la misión de realizar ciertos cometidos. La invasión de estos sujetos al recinto hospitalario fue posible porque la 160 gerenta administrativa del mismo era Ana María Benavente, cuñada del general Julio Canessa, hombre de la confianza del dictador. Los efectivos militares habían actuado de acuerdo a un plan específico según el cual uno de ellos oficiaría de ‘mayordomo’ en tanto otro, lo haría de ‘guardia’; por su parte, el sargento (r) José Miguel Ogalde, establecería su centro de operaciones en la bodega de la Clínica mientras el suboficial mayor (r) José Espinoza tendría a su cargo la preparación de la habitación N° 401 que era aquella donde se alojaría Frei el 18 de noviembre de 1981. Intimo amigo del doctor Patricio Silva Garín, sería quien llevaría al paciente el día 6 de diciembre a la sala de rayos cuando fuese menester; y por si eso fuera poco, tenía este uniformado dos hijas, una de las cuales ( Rosa) trabajaba, también, en la Clínica, siendo la otra (Sonia) miembro de la Dirección de Inteligencia del Ejército DINE. La intervención quirúrgica practicada posteriormente al ex mandatario, de todas maneras, no tuvo éxito porque aparecieron algunas complicaciones (obstrucción intestinal por adherencias peritoneales) que obligaron a internarlo nuevamente el 4 de diciembre para una segunda operación realizada el 6 de ese mismo mes. En aquella oportunidad, la misión quedó a cargo de Patricio Silva Garín. Dos nuevas intervenciones, el 8 y el 17 de diciembre tampoco tuvieron éxito. El ex presidente falleció el 22 de enero de 1982. En el proceso seguido en contra de quienes participaron en el asesinato del ex primer mandatario fueron citados a declarar ante el ministro Alejandro Madrid los doctores Patricio Silva Garín, Pedro Valdivia Soto, Helman Rosenberg Gómez y Sergio González Bombardiere. De acuerdo al referido proceso, las posibles causas del deceso se originarían en una aplicación indebida de ciertas sustancias al paciente: “Se ha podido también establecer que al enfermo se le aplicó un producto denominado ‘TRANSFER FACTOR’ (factor de transferencia), el que se encontraba en etapa de experimentación, y que, tal como señala el inmunólogo y doctor en ciencias de la Universidad de Chile, Luis Ferreira Vigouroux a fojas 8.729 y siguientes, dicho producto, no estaba certificado ni autorizado por la Food and Drug Administration (FDA) en Estados Unidos, y aunque se pensaba que podía favorecer la recuperación de un sistema inmunológico 161 deprimido, en definitiva, al agregar más endotoxinas a las ya preexistentes en el organismo, esto induciría al sistema inmunológico a secretar moléculas que median el shock séptico. Todo ello se encuentra corroborado por el texto de un estudio científico…” La constatación de la muerte de Frei fue realizada por el doctor Pedro Valdivia Soto quien, a pesar de no haber participado en la consumación del hecho, tomó sobre sí la misión de acercarse sigilosamente hasta la habitación donde yacía el ex mandatario intentando no ser visto, a fin de dar la noticia a sus superiores. Nunca dio explicación de tan anómala conducta. Poco tiempo después ocurriría otra circunstancia: “Lo extraño de la muerte de Frei había sido que, una hora después de su deceso, dos médicos ―Helmar Rosenberg Gómez y Sergio González Bombardiere175―, escoltados por agentes de seguridad y sin permiso de su familia, procedieron a realizar una autopsia al cadáver cuyo resultado se ocultó por más de 20 años. La autopsia fue realizada en la misma habitación en que falleció el ex presidente y en forma por entero irregular; su cuerpo fue colgado para vaciarlo de los órganos que habían de examinarse y que jamás fueron conservados. De la realización de dicha autopsia y del contenido de su informe tuvo conocimiento el doctor Patricio Rojas, amigo personal de Frei y ministro de Defensa bajo su gobierno; sin embargo, ese individuo también calló y ocultó el hecho a la familia del ex mandatario”176. El doctor Patricio Rojas no sólo tuvo conocimiento de la realización de la autopsia sino fue él quien la solicitó, también de manera irregular, a los facultativos177. También este sujeto fue agraciado con 175 Estos médicos mantenían contactos con la enfermera de la Dirección de Inteligencia Nacional DINA Eliana Borumburu, a través del Hospital Clínico de la Universidad Católica. 176 Acuña, Manuel: Obra citada en (154). 177 Mónica González recuerda que, en 1990, Aylwin nombro a Patricio Rojas ministro de Defensa y éste llamó a Patricio Silva Garín a colaborar con él nombrándolo vicepresidente ejecutivo de CAPREDENA, cargo que desempeñó hasta 1995. De allí regresó al Hospital Militar donde oficiaba, por 162 cargos de importancia durante el período que siguió al término de la dictadura. Rojas no era un sujeto inmaculado. Por el contrario, sus manos estaban manchadas con sangre. Según lo consigna Enrique Durán en su obra “La Casa Blanca contra Salvador Allende”: “A fines de junio (1970), la huelga de los trabajadores del Ministerio de Educación fue apoyada con fuertes demostraciones por los estudiantes secundarios y las escuelas técnicas. El ministro Rojas hizo intervenir al Grupo Móvil de Carabineros. Resultado: 3 muchachos de 16 a 17 años acribillados por balas asesinas del Grupo Móvil en sólo 3 días. Ellos fueron: Claudio Pavéz Hidalgo, en Puente Alto y Miguel Aguilera ‘Zancudito’ en la Plaza Tropezón. El tercer estudiante, Patricio Núñez Palma, también en Puente Alto, fue asesinado a golpes y patadas al interior de un bus del Grupo Móvil. Patricio Núñez y Claudio Pavéz eran militantes de la Juventud Socialista de Puente Alto. Miguel Aguilera ‘Zancudito’ como lo llamaban sus amigos era militante de la base Martin Luther King de las JJCC, en la comuna de Barrancas”178. Mónica González señala, finalmente, a modo de corolario: “Frei Montalva falleció el 22 de enero de 1982, cuando en las calles la miseria y la grave crisis económica hacía estragos. Un mes después, el 25 de febrero de 1982, era degollado el presidente de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) Tucapel Jiménez por un equipo de la DINE y la CNI, coordinadas en función de un decreto secreto de Pinochet en la Unidad Antiterrorista (UAT). Así, el líder político y el dirigente sindical que en esos días lo menos hasta el año 2009, como director de Gestión Clínica, uno de los más altos puestos de esa entidad. ¿Ingenuidad del ex presidente Aylwin en nombrar a sus colaboradores? ¿O, simplemente, una determinada intención? Véase el trabajo de la investigadora “Las huellas que dejó el magnicidio de Eduardo Frei Montalva”, CIPER, 08 de diciembre de 2009, citado más abajo. 178 Duran Bastianini, Enrique: “La Casa Blanca contra Salvador Allende”, Ediciones Taller Estocolmo, Estocolmo, 2013, pág. 39. 163 podían unificar la oposición a la dictadura en la organización de un gran paro nacional en ciernes, eran eliminados”179. González, Mónica: “Las huellas que dejó el magnicidio de Eduardo Frei Montalva”, CIPER, 08 de diciembre de 2009. 179 164 A MANERA DE EPÍLOGO L os hechos consignados en las páginas anteriores nos conducen inequívocamente a una sola y única conclusión: que no fueron los elementos de ‘la derecha’ —como usualmente se acostumbra a llamar a las estructuras políticas que se organizan para representar a las clases y fracciones de clase dominantes—, quienes incitaron a los institutos armados a realizar la asonada, ni tampoco simplemente esa colectividad difusa e inasible que se llama ‘la derecha’. Mucho menos la CIA o el gobierno norteamericano —como piensan otros—, pues ello implicaría desconocer el rol que juegan las clases sociales y sus fracciones al interior de una formación social, tal cual lo señaláramos en un comienzo. Lo cual no implica desconocer en modo alguno la relevante participación de todos esos actores en la catástrofe de 1973. Sostenemos aquí nosotros que tanto la gestación como la consumación y afianzamiento del golpe militar perpetrado el 11 de septiembre de 1973 en contra del Gobierno Popular fue obra fundamentalmente de una organización jamás mencionada en textos de aficionados o de especialistas como autora del mismo sino, apenas, como cómplice o encubridora. Una organización política que, convencida de haber sido elegida para realizar la misión histórica de asumir el gobierno de la nación chilena por un lapso no inferior a 30 años, había sido desplazada del mismo por voluntad popular apenas seis años después de su elección; una organización resentida por aquello, molesta con el auge y crecimiento de las organizaciones populares, con una dirigencia y una militancia tremendamente prejuiciosa y antimarxista: la ‘Democracia Cristiana’ partido que no vaciló en tomar sobre sus hombros la responsabilidad de conducir exitosamente al triunfo a todo el sector golpista. Fue a esa colectividad política, que creyó estar predestinada a dirigir eternamente el gobierno de la nación como si se tratara de realizar una misión divina, que se unieron los elementos más enfebrecidos de la sociedad —como ‘Patria y Libertad, el Movimiento Gremialista y contados miembros de los partidos que representaban naturalmente el interés de las clases y fracciones de clase dominantes subordinados a su dirección— para, en definitiva, terminar consumando el holocausto. 165 No fueron, en consecuencia, ‘sectores’ de esa organización política quienes desencadenaron la asonada; no fue una falange suya ‘de derecha’ quien complotó para llevarla a cabo, sino toda ella, toda su militancia, su institucionalidad por completo. Incluso los que, horrorizados de la fuerza liberada por sus propios actos, manifestaron abiertamente su repudio con una declaración exculpatoria a poco de producida la tragedia. Porque, si aquellos hubieran sentido espanto por lo sucedido y verdadero pesar ante los hechos, la lógica más elemental nos indica que sólo la renuncia a una organización capaz de llegar a tales extremos debió ser la reacción de esos ‘rebeldes’. Sin embargo, contrariamente a esos principios, la generalidad de ellos continuó militando en sus filas, siguió prestándole su apoyo, como si estuviese convencida que, en un futuro no muy lejano, las cosas volverían a ser como antes. Pero el carrete de la historia no retrocede; se estira solamente en una sola dirección, la flecha del tiempo de la cual nos habla, en sus obras, el maestro Ilya Prigogine. Rafael Agustín Gumucio sostiene que la gran responsabilidad de la ‘Democracia Cristiana’, más que en los orígenes del golpe militar, debe descubrirse en la ceguera y pasión que la llevó a entregarse a la dictadura. “A mi juicio, la responsabilidad de la Democracia Cristiana en el golpe de Estado debe determinarse más que en la participación directa de la preparación del golpe mismo, en la ceguera y pasión que puso en su política oposicionista, que la llevó a entregarse a la dirección contrarrevolucionaria de la derecha”180. De si la ‘Democracia Cristiana’ actuó consciente y deliberadamente en esos trajines, no nos cabe la menor duda. La directiva de un partido (como lo fue la dirigida por Renán Fuentealba) no se cambia por otra (la que dirigía Patricio Aylwin), en virtud de un simple capricho sino porque con esa resolución se pretende cambiar el rumbo de la organización. Así, es posible realizar otras tareas. Inclusive, la de ejecutar un golpe militar. 180 Gumucio Vives, Rafael Agustín: Obra citada en (10), pág. 216. 166 ¿Dónde se encuentra, hoy, la ‘Democracia Cristiana’? La mencionada colectividad forma parte de la coalición denominada ‘Nueva Mayoría’ y, fiel a una conducta que ha mantenido desde el retorno a la democracia en 1990 cuando se formó la ‘Concertación de Partidos Para la Democracia’ o simplemente ‘Concertación’, reclama su lugar junto a otras organizaciones que, como ella, se autoproclaman ‘izquierda’. ¿Engaño? ¿Hipocresía? No. De ninguna manera. Los partidos populares no son lo que fueron años atrás. El tiempo no ha corrido en vano. Convertidos hoy en elementos funcionales a la institucionalidad pinochetista, transformados en servicios de empleo para la militancia dócil a los requerimientos de sus directivas, reconocen la majestad de una constitución espuria, se someten a ella e invitan a hacer lo mismo a la comunidad que cree en ellos. La ‘Democracia Cristiana’ es un partido más en esa alianza; pero es quien representa con mayor fidelidad, en materia de clientelismo electoral, lo que fue el partido Radical en el pasado. En cuanto al empleo de utilizar al Estado como fuente de enriquecimiento inmoral (e ilpicito, algunas veces) supera ampliamente a sus congéneres de la alianza dentro de la cual no está de más, en modo alguno; por el contrario: es elemento consustancial a ella, instrumento indispensable para sostener, defender y justificar semejantes ideas. Es, a riesgo de decirlo, el único partido que no puede dejar de estar en esa coalición pues a su forma de ser o conducta se han ido adecuando los otros. La ‘Democracia Cristiana’ enseña cómo deben comportarse quienes luchan por sustituir a la representación natural de las clases y fracciones de clase dominantes y convertirse en los agentes necesarios e indispensables del sector más dinámico del sistema capitalista mundial. Su misión ha sido y es, precisamente, conducir a todo ese conjunto social y transformarlo en el sector más representativo de lo que debe ser dicha estructura social en la región: un sistema dentro del cual el explotado no solamente acepte y consienta en su propia explotación sino lo defienda como el mejor de los sistemas. El ex presidente Ricardo Lagos ya lo intentó en su tiempo con cierto éxito y se prepara para volver a hacerlo. Ignoramos si el partido ‘Demócrata Cristiano’ mantiene hoy vínculos tan estrechos con los institutos armados como los tuvo en el 167 pasado. No nos parece que así lo sea, sin embargo. Como ya hemos dicho, el tiempo no corre en vano. Los llamados ‘partidos de izquierda’, profundamente influidos por la social democracia europea, se han transformado en competidores suyos. Así, pues, en la lucha de clases que reflejan los movimientos al interior de la escena política de la nación la disputa entre los miembros de la coalición gobiernista se reduce a recabar para sí el rol de representante ideal del sector más dinámico del sistema capitalista mundial. En consecuencia, la importancia de la ‘Democracia Cristiana’, otrora representante proverbial de esa corriente, se reduce ostensiblemente. Ya no es lo que fue. Se encuentra en el mismo lugar que ocupan los integrantes del pacto ‘Nueva Mayoría’ quienes, en virtud del fenómeno conocido como ‘alternancia’, disputan con ‘la derecha’ la tarea de administrar con mayor eficiencia el Estado y la explotación consiguiente de los sectores dominados. De si la organización falangista ha tenido la valentía de reconocer su rol en la gestación, consumación y afianzamiento de la dictadura, no nos parece que así haya sido. Por el contrario, su labor parece reducirse a ocultar permanentemente dicha participación, tarea en la que no ha estado sola; también han colaborado en ese sentido las organizaciones que, desde el término de la dictadura, administran con ella la miseria de la nación. El perdón que una vez pidió el ex presidente Patricio Aylwin a la comunidad nacional, con los ojos llenos de lágrimas, no fue a nombre del partido que dirigió, sino lo hizo en representación de todos los ‘vencedores’ de la asonada; tampoco lo ha sido el reciente gesto hecho como flamante nueva presidenta del PDC Carolina Goic en las exequias del extinto mandatario, el 19 de abril, pues sus palabras sólo dijeron relación con el escándalo conocido como ‘Platas políticas’. No parece que el reconocimiento de semejante labor vaya a ser la tónica posible en los meses o años venideros. Para quienes nos hemos marginado de las disputas partidarias y preferimos investigar los hechos e intentar explicarnos el por qué de los mismos, quisiéramos terminar aquí señalando que nos guía solamente el ánimo de construir una historia diferente a la que hasta hoy se nos ha entregado. Permítasenos decirlo: una historia más cercana a la realidad. Es el mejor legado que podemos dejar a las generaciones 168 que nos van a suceder y la mejor forma de honrar la memoria de quienes nos precedieron en la lucha por construir una sociedad mejor y no vacilaron en entregar su sangre en dicho empeño. Santiago, septiembre de 2016 169 170 DOCUMENTOS ANEXOS 171 1. ULTIMA CARTA ENVIADA POR EL PRESIDENTE SALVADOR ALLENDE AL PRESIDENTE DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA PATRICIO AYLWIN Señor Senador Aylwin: La trascendencia que para la seguridad y el progreso de los chilenos tiene un urgente entendimiento entre la mayoría democrática del país, que ponga bajo control de la razón las corrientes profundas que de modo cada vez más alarmante amenazan con arrastrar a nuestra comunidad hacia una catástrofe social, interpretando el sentimiento de la gran mayoría de compatriotas, me llevó a convocar pública y solemnemente al Partido Demócrata Cristiano a entablar un diálogo con el Gobierno que permitiera "ordenar el proceso de cambios y continuarlo”. En las circunstancias presentes por que atraviesa Chile, un diálogo entre el Gobierno y el Partido que usted preside, tiene un sólo sentido: Buscar las coincidencias y convergencias sobre los problemas nacionales más vitales que existen entre la oposición democrática y el Gobierno, con el objeto de encontrar el entendimiento mínimo sobre las materias concretas expresadas en la declaración de la Directiva Demócrata Cristiana el 6 de julio pasado, en sus discursos del 11 y del 26 del mismo mes y en el mío ante el Plenario de Federación de la CUT, el día 25 de julio. Y tanto usted como yo convinimos, en nuestras últimas declaraciones sobre la materia, en que el diálogo quedaba planteado sin imposiciones unilaterales y contemplando los puntos de vista de la otra parte. Por consiguiente, cuando usted, en la carta que ayer me dirigiera, reafirma su deseo de ver promulgada la Reforma Constitucional sobre las Áreas de la economía, ello no puedo interpretarlo como la manifestación de querer imponer los criterios del P.D.C. en torno de esa materia por sobre los del Ejecutivo. Por el contrario, usted se muestra sensible a algunos planteamientos que el Gobierno ha formulado al respecto y hace proposiciones complementarias para obviar los problemas que para mí, como Presidente de la República, encierra la promulgación de la mencionada Reforma. 172 Las tesis jurídicas sustentadas por el Ejecutivo acerca del procedimiento seguido por el Congreso para aprobar la Reforma Constitucional en cuestión, distintas de las defendidas por la mayoría parlamentaria, son ampliamente conocidas. La posición del Gobierno se funda en mi voluntad intransigente de mantener el régimen presidencial. Pero ha estado siempre en mi ánimo que una discrepancia jurídico-constitucional no debía convertirse en obstáculo insalvable para la continuidad institucional del país. Por ello, el Gobierno invocó, en su oportunidad, el arbitraje del Tribunal Constitucional. Hoy, cuando todos nuestros ciudadanos se interrogan por los graves problemas económicos y sociales que enfrentamos y se angustian e inquietan por el destino que espera a nuestra convivencia cívica, no será el Presidente de la República quien anteponga un problema de interpretación jurídica a la discusión y búsqueda de entendimiento sobre los reales problemas materiales que nos preocupan. Llevado por este anhelo en bien del país, quiero proponerle una solución concreta que concilie las posiciones jurídico-constitucionales del P.D.C. y del Gobierno sin que las de ustedes se impongan sobre las nuestras, ni viceversa. En caso de acuerdo estaría dispuesto a promulgar la Reforma Constitucional para que así desaparezca la dificultad formal y entremos a discutir sobre lo substancial que preocupa a los trabajadores y a todos los chilenos, lo que presupone el siguiente procedimiento de instrumentación, basado en la simultaneidad de sus concreciones: 1. Remitir al poder constituyente —formado por el Congreso Nacional y el Presidente de la República— la solución del conflicto de interpretación jurídica pendiente. En este sentido se tramitaría un proyecto de Reforma Constitucional que declara explícitamente, a contar de su vigencia, que el quórum para que el Congreso haga prevalecer su criterio, tratándose de observaciones supresivas o substitutivas a un proyecto de enmienda a la Constitución, es de dos tercios de los miembros presentes, que representen, a lo menos, la mayoría de los diputados y senadores en ejercicio. A la vez, que declare que, para los efectos de la tramitación de los proyectos de Reforma Constitucional referente a las Áreas de la economía y al régimen de tenencia de la tierra, el Congreso no requirió insistencia para que se entendie173 ra aprobado a su propio texto frente a las observaciones del Presidente de la República. 2. Dicho proyecto de enmienda constitucional contendría, también disposiciones encaminadas, tal como usted lo señala, a solucionar los problemas prácticos a que daría lugar la entrada en vigencia de las reformas constitucionales sobre las Áreas de la economía y sobre el régimen de tenencia de la tierra, en trámite. 3. Se despacharán, simultáneamente, los proyectos de ley sobre empresas de autogestión, participación de los trabajadores en la conducción de la economía, garantías a la pequeña y mediana empresa, actividades económicas reservadas al Estado, estatuto de requisiciones e intervenciones y la persecución del delito económico. Estas materias, salvo el estatuto de requisiciones e intervenciones y la persecución del delito económico, están contenidas en los proyectos de ley envíados hace varios meses al Congreso, previo estudio conjunto del Gobierno y del Partido Demócrata Cristiano, los que, sin duda, constituyen una base real de convergencia. Igualmente, se despacharían los proyectos que fueran necesarios derivados de la Reforma Constitucional sobre el régimen de tenencia de la tierra ya referido. 4. Los proyectos de reforma constitucional sobre las áreas de la economía y sobre el régimen de tenencia de la tierra se promulgarían conjuntamente con la enmienda constitucional propuesta en los puntos primero y segundo y con los proyectos de ley a que se alude en el punto tercero. Obviando de esta forma el diferendo jurídico, queda abierto el camino para abordar los reales problemas sobre los cuales Chile espera un entendimiento mínimo: los problemas económicos sociales y políticos que hoy están amenazando la paz interna y la unidad nacional frente a presiones extranjeras. Afirma usted en su carta que hay convergencia formal entre el P.D.C. y el Gobierno en torno de la necesidad de restablecer las bases esenciales de la convivencia democrática. En su discurso del 26 de julio, usted recogió la casi totalidad del plan en ocho puntos que yo propusiera la víspera para centrar el diálogo y que son los siguientes: 1. Afianzamiento del mando y la autoridad de Gobierno. 174 2. Rechazo de las Fuerzas Armadas paralelas. Marginación de las FF.AA. de la pugna política. 3. Desarrollo del poder popular vinculado al Gobierno y sin producir antagonismos con el régimen institucional. 4. Reafirmación del camino político establecido en el programa de la Unidad Popular que, en ningún caso, es insurreccional. 5. Definición y articulación de las competencias, que les corresponden a los poderes del Estado. 6. Plena vigencia del estado de derecho, para lo cual es imprescindible acabar con el bloqueo legislativo y desarrollo el régimen legal. 7. Definición del régimen de propiedad de las empresas, precisando legalmente el área de propiedad social de la economía y teniendo presente la irreversibilidad de las transformaciones realizadas en ella y la necesidad de la participación de los trabajadores en su dirección. 8. Medidas económicas concretas que detengan la inflación aseguren la distribución y permitan el desarrollo económico del país. No es, por consiguiente, en los principios genéricamente formulados donde se han producido las divergencias que tanto preocupan al país, sino en el contenido y concreción de esos principios. Es sobre estos problemas concretos que debemos discutir y buscar el entendimiento mínimo que asegure la paz y el régimen democrático. Tengo el firme convencimiento de que el vigor y el prestigio de nuestras instituciones políticas se demuestran buscando los puntos mínimos de entendimiento democrático sobre los problemas más imperiosos del momento. Llevar a cabo un nuevo cambio de Gabinete, apenas un mes después que asumiera el actual, no aportaría ninguna solución a lo que el país nos exige en la medida de los problemas materiales y tangibles que hoy enfrentan al P.D.C. y al Gobierno no haya sido reemplazados por un acuerdo que, respetando la personalidad propia de cada una de las partes, preserve el consenso fundamental sobre las condiciones que hacen posible la democracia, las libertades, el estado de derecho, la participación popular, el desarrollo económico y como consecuencia de todo ello, la convivencia ciudadana. Mi Gobierno ha sido el único que ha dado pruebas fehacientes y prácticas en múltiples oportunidades y circunstancias de su voluntad de incorporar a la FF. AA. como instituciones a las grandes tareas 175 naciones. En un momento de grave peligro para la paz interna, en octubre de 1972, les asigné altas responsabilidades en el seno del Gabinete. Su participación y contribución al desarrollo económico se manifiesta de diversas maneras. Y es mi propósito continuar sumándolas al esfuerzo nacional por avanzar en el camino que democráticamente ha escogido nuestro pueblo. Pero, es en la robustez de las instituciones políticas donde reposa la fortaleza de nuestro régimen institucional. Y es obligación de los partidos políticos democráticos esforzarse en evitar el desmoronamiento de las instituciones cívicas incapacitándolas para atender las necesidades del país. El estudio detenido de los documentos básicos elaborados por el Partido que usted preside y el Gobierno, para orientar el diálogo, me llevó a proponerle el 30 de julio, que ambas partes discutieran y buscaran coincidencias mínimas en breves plazos pre-establecidos en tomo de las grandes cuestiones nacionales en ellos mencionados y que usted recoge y enumera en su carta. La concreción de todas estas medidas que expresan el decidido propósito de mi Gobierno de elaborar la nueva juridicidad que el país reclama y que yo estimo indispensable en el ordenamiento del proceso, permitirá el desarrollo normal de nuestra vida institucional lo que a su vez, facilita el pleno desarrollo de los cambios sociales dentro de la concepción del estado de derecho. No deseo dramatizar, pero tengo el deber de recordarle las trascendentes responsabilidades que usted y yo tenemos en los difíciles instantes que vive el país y las proyecciones históricas de nuestras decisiones. Por ello y por el interés superior de Chile, debemos continuar el diálogo. Lo invito formalmente para que prosigamos nuestras conversaciones. Cordialmente. SALVADOR ALLENDE GOSSENS PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Santiago, viernes 3 de Agosto de 1973 176 2. CARTA DE EDUARDO FREI MONTALVA AL PRIMER MINISTRO DE ITALIA MARIANO RUMOR Santiago, Noviembre 8 de 1974 Señor Mariano Rumor, Presidente de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana Roma, Italia Muy estimado Presidente y amigo: He creído de mi deber dirigirme a usted, y por su intermedio a la directiva de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana, para que conozcan nuestro pensamiento frente a los hechos ocurridos en Chile y su repercusión exterior. Tiene también por objeto señalar cómo una propaganda muy concertada y dirigida que pretende ensombrecer el nombre de la Democracia Cristiana chilena y en especial el de algunos de sus personeros, sin que hayan faltado quienes le han dado acogida, ignorantes de la verdadera realidad. La Democracia Cristiana nació en Chile justamente para defender la Libertad, el Derecho y la Democracia. En 40 años de existencia este partido nunca ha tenido una vacilación en la defensa de estos principios y en su combate especialmente contra todas las fuerzas fascistas que en la década del 30 al 40 gozaban de tanto prestigio y se extendían en nuestro hemisferio. Combatimos así a la Falange Española, al rexismo belga, al fascismo italiano y al nacismo alemán. Personalmente di testimonio de ello, al igual que todo nuestro partido, en libros, artículos y acciones correspondientes. Fue este partido el que en 1957 contribuyó a la derogación de la Ley de Defensa de la Democracia que existía en Chile, y que colocaba fuera de la ley al Partido Comunista. Por último, llegado este partido al gobierno que tuve el honor de presidir, dirigió al país dentro del más pleno respeto a las normas democráticas. Ningún partido político sufrió, no digamos persecu177 ción, sino ni la más leve molestia, al igual que en cualquier democracia europea. Y fue nuestro gobierno el que arrastrando en esos años muchos ataques reanudó relaciones con Rusia y los demás países socialistas. Los partidos que se han conducido de esa manera no pueden aceptar de nadie, ni de adversarios ni mucho menos de quienes, se dicen amigos, la menor tacha a su limpia trayectoria democrática. Y digo esto porque para asombro nuestro estamos recibiendo ahora lecciones de democracia de los Partidos Comunistas y aun de quienes en su país ocuparon en el pasado cargos de Ministros en gobiernos dictatoriales. Esta campaña de desprestigio de la Democracia Cristiana chilena, ha sido acompañada por una incesante propaganda nacida en los medios de izquierda marxista y acogida por insignificantes grupos demócratacristianos, en el sentido de que la Democracia Cristiana chilena está dividida o a punto de hacerlo, calificando a unos de "Derechistas" y a otros de "Izquierdistas". Si con ese criterio se juzgara a cualquiera de los PDC de Europa y América Latina, seguramente éstos aparecerían con mucho mayores señales de división que las que se pueden suponer en Chile, donde el partido ha dado ejemplo de solidez y unidad en situaciones extremadamente difíciles. Que existan en algunos puntos diferencias de opinión es natural en partidos democráticos pero eso no hiere su unidad fundamental. Esta maniobra de descalificación progresiva a uno o a otros manejada por la prensa marxista o de extrema derecha consideramos que constituye uno de los mayores peligros para el futuro de la Democracia Cristiana en cada país, si no existe un mínimo de solidaridad y respeto entre los distintos partidos, y no caen en la trampa de hacerse eco de tales maniobras. ¿Qué ocurrió en Chile? Este país ha vivido más de 160 años de democracia prácticamente ininterrumpida. Es de preguntarse entonces cuál es la causa y quiénes son los responsables de su quiebre. A nuestro juicio la responsabilidad íntegra de esta situación —y lo decimos sin eufemismo alguno— corresponde al régimen de la Unidad Popular instaurado en el país. 178 ¿En qué basamos esta afirmación? Este régimen fue siempre minoría y nunca quiso reconocerlo. Obtuvo en la elección presidencial el 36 % de los votos. Subió al 50 % a los cuatro meses de elegido, en elecciones municipales, siguiendo una vieja tradición chilena en que el pueblo da su apoyo al gobierno recién elegido. En los comicios parlamentarios del 73 bajó al 43 %, a pesar de haber ejercido una intervención no conocida en la historia de Chile y haber utilizado toda la maquinaria del Estado, enormes recursos financieros y presión sobre las personas y organizaciones, que llegó hasta una violencia desatada, que causó varios muertos y, numerosos heridos a bala. Por último quedó comprobado con posterioridad un fraude de por lo menos un 4 a 5 % de los votos, pues los servicios públicos, entre otras cosas, falsificaron miles de carnets de identidad. Pero no fueron minoría sólo en el Parlamento. Fueron minoría en los Municipios; lo fueron en las organizaciones vecinales, profesionales y campesinas y progresivamente estaban llegando a ser minoría en los principales sindicatos Industriales y Mineros, como el caso del Acero, Petróleo, Cobre, etc. e igualmente, salvo en un solo caso, fueron derrotados en todas las organizaciones universitarias en que votaban los Académicos y los estudiantes y para qué decir en las organizaciones específicamente estudiantiles. En vez de reconocer este hecho y buscar el consenso, trataron de manera implacable de imponer un modelo de sociedad inspirado claramente en el Marxismo Leninismo. Para lograrlo aplicaron torcidamente las leyes o las atropellaron abiertamente, desconociendo a los Tribunales de justicia. Cada vez que perdían una elección en las Organizaciones Sindicales y Campesinas o Estudiantiles desconocían el hecho y creaban una organización paralela afecta al gobierno, la cual recibía la protección oficial, mientras eran perseguidos los organismos que respondían a una elección legítima. Así se trató de dividir a los estudiantes, a la clase obrera y a los campesinos. En esta tentativa de dominación llegaron a plantear la sustitución del Congreso por una Asamblea Popular y la creación de Tribunales Populares, algunos de los cuales llegaron a funcionar, como fue denunciado públicamente. Pretendieron así mismo transformar todo el sistema educacional, basado en un proceso de concientización mar179 xista. Estas tentativas fueron vigorosamente rechazadas no sólo por los partidos políticos democráticos, sino por sindicatos y organizaciones de base de toda índole, y en cuanto a la educación ella significó la protesta de la Iglesia Católica y de todas las confesiones protestantes que hicieron públicamente su oposición. Frente a estos hechos naturalmente la Democracia Cristiana no podía permanecer en silencio. Era su deber —y lo cumplió— denunciar esta tentativa totalitaria que se presentó siempre con una máscara democrática para ganar tiempo y encubrir sus verdaderos objetivos. Eso fue lo que el país resistió. Fueron éstas las razones por las que la Corte Suprema de Justicia, por la unanimidad de sus miembros denunció ante el país, el hecho de que por primera vez en la historia de Chile los Tribunales no eran respetados, se atropellaban las leyes y sus sentencias no se cumplían. La Contraloría General de la República, órgano que en Chile adquiere un verdadero carácter constitucional y que no sólo tiene funciones contables, sino que califica la legalidad de los decretos del Ejecutivo, rechazó innumerables resoluciones del gobierno por estimarlas ilegales. El Parlamento continuamente reclamó durante tres años la violación de las leyes y el atropello al Derecho, sin ser oído. Esto culminó cuando, aprobadas dos Reformas Constitucionales, el Presidente de la República se negó a promulgarlas. Buscando un pretexto para no hacerlo, recurrió primero al Tribunal Constitucional, el cual dio la razón al Congreso. Sin embargo, eso fue inútil. Pretendió después promulgar estas reformas de manera trunca, o sea parte del texto, lo que rechazó la Contraloría General de la República. Por último, se negó lisa y llanamente a respetar la decisión del Congreso Nacional. Esto llevó a la Cámara de Diputados a aprobar un acuerdo destinado a señalar al país que se estaban atropellando abiertamente la Constitución y las Leyes, y mostrar una lista abrumadora de casos concretos de como así ocurría. Por haber ejercido estos derechos la Democracia Cristiana es presentada por la propaganda comunista como fascista o antidemocrática. Esta peregrina teoría parece haber encontrado acogida en algunos. Pero cabe preguntarse ¿qué ocurriría en cualquier país europeo en que la Corte Suprema de Justicia declara que el gobierno ha 180 atropellado la Ley y no ha aceptado las sentencias judiciales? ¿Qué ocurriría si el Congreso aprobara reformas constitucionales y el Ejecutivo se negara a promulgarlas y aun a publicarlas? Lo curioso es que el Partido Comunista y el Partido Socialista durante todos los gobiernos anteriores en que estuvieron en la oposición la ejercieron en forma extrema. Cuando el gobierno de la DC triunfó con el 57 % de los votos del electorado nacional (no con el 36 %), el Partido Socialista oficialmente y el señor Allende, líder de ese Partido, declararon que no reconocían el triunfo de la Democracia Cristiana. Se negaron a concurrir al Congreso Pleno, que en Chile es el trámite correspondiente para la proclamación del Presidente de la República, anunciaron textualmente que le negarían "la sal y el agua" al gobierno de la DC. El Partido Comunista estuvo en una oposición constante y total. Para hacerlo recurrieron a la injuria, a la violencia, y el Partido Socialista una y otra vez manifestó que no respetaba el orden legal y democrático, que no era sino un orden burgués. Cada vez que había una huelga o un conflicto el señor Allende los Partidos Socialistas y Comunista lo promovían o acentuaban para llevar al extremo la situación. En su implacable crítica al gobierno de la Democracia Cristiana, todo lo encontraban mal, y cuando la inflación llegaba al 20 % llamaban al país a la huelga general para derrocarlo. ¡Qué distinta la actitud del Partido Demócrata Cristiano, que concurrió con sus votos a elegir Presidente al señor Allende cuando obtuvo sólo un 36 % de la votación nacional y que no pidió en compensación ni un solo cargo o influencia sino un Estatuto de Garantías Constitucionales que asegurara plenamente la Democracia en Chile! Pues bien, por boca de don Renán Fuentealba primero, y de don Patricio Aylwin después, como presidentes del Partido Demócrata Cristiano, se denunció que este Estatuto que el Presidente juró respetar, fue constantemente atropellado. ¿Cuál era el fondo del problema? El fondo del problema es que este gobierno minoritario, presentándose como una vía legal y pacífica hacia el socialismo —que fue el slogan de su propaganda nacional y mundial— estaba absolutamente decidido a instaurar en el país una dictadura totalitaria y se estaban dando los pasos progresivos para llegar a esta situación, de tal 181 manera que ya en el año 1973 no cabía duda de que estábamos viviendo un régimen absolutamente anormal, y que eran pocos los pasos que quedaban por dar para instaurar en plenitud en Chile una dictadura totalitaria. Así lo señalaron no sólo la Corte Suprema, la Contraloría y el Parlamento. Se agregó la declaración del Colegio de Abogados, que en extenso documento indicó al país que el sistema legal había sido reiterada y manifiestamente atropellado. Por otro lado, el Partido Radical de Izquierda, que apoyó al señor Allende en la elección y que formó parte de su gobierno, se retiró de él denunciando que había llegado a la certeza de que se iba al quiebre de la democracia por la acción del gobierno que integraban. Hombres que habían militado siempre en la izquierda chilena, que dirigían ese partido, señalaron con extrema dureza que el país estaba al borde del caos y que la voluntad del Ejecutivo era instaurar la dictadura totalitaria. A esto se agregó el Colegio Médico, que tradicionalmente apoyó al señor Allende, pues este fue presidente de él; el Colegio de Ingenieros y todos los demás Colegios Profesionales. Fue asimismo evidente un cambio en diversos sindicatos, que se manifestó en huelgas, de las cuales la más prolongada fue la de los obreros del Cobre. Todo, pues, conducía a una situación crítica. Los partidos de gobierno ya no ocultaban sus intenciones. El Secretario General del Partido Socialista llamaba abiertamente a los Soldados y Marineros a desobedecer a sus oficiales y los incitaba a la rebelión. En iguales términos se expresaban otros partidos de gobierno en forma de tal manera insensata que hasta el propio Partido Comunista manifestó su desacuerdo con ellos y en especial con el Partido Socialista "que rechazaba todo acuerdo con la Democracia Cristiana y se unía cada vez más al Movimiento de Izquierda Revolucionario en sus tesis de la Revolución violenta e inmediata". Así lo han declarado numerosos dirigentes comunistas. Reveladora es la entrevista publicada en La Stampa del 26 de octubre de 1973, en la cual se afirma por un alto dirigente que el Partido Comunista buscaba una solución política, pero que en los últimos días se encontraron con el discurso del Secretario General del Partido Socialista contra las Fuerzas Armadas y "con su obstinado máxima182 lismo al igual que el de Enríquez, jefe del MIR, y por eso nos hemos encontrado sin preparación ante el golpe". La posición del Partido Comunista, según la misma entrevista, que coincide con innumerables otros documentos, no difería en cuanto a los objetivos sino sólo ante la táctica a seguir. "Las armas que teníamos —agrega— de las cuales los generales han descubierto una mínima parte, desgraciadamente eran pocos los que las sabían usar porque no había habido tiempo suficiente para adiestrar a la masa popular". O sea, vuelve siempre a lo mismo: ganar tiempo para obtener el Poder total. El Presidente de la República declaraba respetar la Ley, la Constitución y la Democracia, pero todas sus declaraciones eran de inmediato contradichas por los hechos, ya que todos los compromisos fueron violados y todas las afirmaciones desmentidas posteriormente por sus actos. Innumerables documentos de sus asesores y de los dirigentes de los partidos políticos que conformaban la Unidad Popular han demostrado que todo su objetivo era ganar tiempo para consolidarse en el Poder y para afianzar su posición totalitaria, documentos que culminaron con la carta publicada del señor Fidel Castro en la cual le recomendaba al señor Allende tratar con la Democracia Cristiana con el solo objetivo de ganar tiempo. El Partido Demócrata Cristiano, bajo la presidencia del señor Renán Fuentealba, que abarcó parte del año 71, el 72 y hasta después de las elecciones parlamentarias del 73, constantemente denunció este dualismo. Igual ocurrió con la actual directiva. Acompaño a este respecto algunos documentos. A este cuadro político se agregan dos hechos que han sido determinantes en el proceso chileno. El primero, instaurado el gobierno convergieron hacia Chile varios miles de representantes de la extrema izquierda, de la guerrilla y de los movimientos de extrema izquierda revolucionarios de América. Llegaron elementos Tupamaros del Uruguay, miembros de guerrillas o movimientos extremos del Brasil, de Bolivia, de Venezuela y de todos los países, como hay numerosos casos, por delitos graves inexcarcelables. La Embajada de Cuba se transformó en un verdadero 183 ministerio, con un personal tan numeroso que era superior, la sola Embajada de Cuba en Chile, a todo el personal que tenía nuestro país en el Ministerio de Relaciones Exteriores el año 1970. Esto da la medida. Además de ellos, nos vimos invadidos por norcoreanos y otros representantes del mundo socialista. Hombres conocidos en el Continente por sus actividades guerrilleras, eran de inmediato ocupados en Chile con cargos en la administración, pero dedicaban su tiempo muchos de ellos al Adiestramiento Paramilitar e instalaban Escuelas de Guerrillas que incluso ocupaban parte del territorio Nacional, en que no podían penetrar ni siquiera representantes del Cuerpo de Carabineros o de las Fuerzas Armadas. El segundo, fue la acelerada importación de armas. El Partido Demócrata Cristiano denunció continuamente este hecho. Hay más de cincuenta documentos publicados por el partido y dados a conocer en el Parlamento respecto a la internación ilegal de armas. El gobierno siempre desmintió esta aseveración. Llevado de su preocupación el PDC presentó un proyecto de ley para el control de las armas que estaban llegando al país, proyecto de ley que fue aprobado y que sirvió de base para iniciar acciones que revelaron la existencia de fuertes contingentes de armas importadas. Después del pronunciamiento del 11 de Septiembre, estas denuncias de la Democracia Cristiana han quedado plenamente confirmadas. Las armas hasta ahora recogidas (y se estima que no son aún el 40 %) permitirían dotar a más de 15 regimientos eso que una abrumadora proporción aún no ha sido descubierta. Estas armas son todas de procedencia checa o rusa, armas que jamás ha tenido el ejército chileno. Por lo demás, nadie ignora o descarta en Chile la existencia de estas armas. Se trata de armas de todo tipo, no sólo automáticas sino que pesadas, ametralladoras, bombas de alto poder explosivo, morteros, cañones antitanques de avanzados modelos, y todo un aparato logístico de comunicaciones, de telefonía, clínicas médicas, etc., para poder concretar esta acción. Se había establecido así un verdadero ejército paralelo. Nos preguntamos una vez más, y preguntamos a los dirigentes de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana: ¿qué democracia puede resistir esta situación? ¿Acaso la Democracia Cristiana, sin armas en 184 consecuencia inerme frente a esta embestida debía quedar silenciosa? ¿Merece el calificativo de fascista o golpista por el hecho haber denunciado esta realidad? ¿Pretenden acaso que lo democrático era permanecer mudos, amparando la preparación desembozada de una dictadura impuesta por la fuerza de las armas? Es efectivo que como consecuencia de este extremismo armado de la izquierda y sin duda alguna amparado por el gobierno ya que se ha probado que muchos de los bultos que contenían estas armas llegaban consignados a la propia Presidencia de la República, nació inevitablemente un extremismo de derecha también armado. No nos referimos al Partido Nacional, sino a grupos extremistas de derecha, que la Democracia Cristiana nunca dejó de condenar con la misma claridad que a los de extrema izquierda. El otro elemento digno de considerarse fue la conducción económica. El mundo conoce cuál es el resultado de la gestión económica de la Unidad Popular. Recibieron un país floreciente, en pleno desarrollo. El cobre, principal producto de exportación, había sido nacionalizado en un 51 % v se había hecho una inversión v terminada que duplicaba su capacidad de producción. Impulso decisivo existía en la Agricultura, en la Industria y en otras actividades mineras. El país estaba absolutamente al día en sus compromisos internacionales y había podido en los dos últimos años de la Administración anterior prescindir de créditos externos, salvo algunos destinados a la instalación de nuevas industrias básicas, celulosa, petroquímica, etc., y se había acumulado una reserva que por primera vez el país tenía ascendente a 500 millones de dólares. El único hecho negativo era que la inflación había llegado al 30 % en el último año. En estas condiciones la Unidad Popular aseguró que terminaría con la inflación: que nunca más pedirían créditos externos: que aumentaría la producción, independizarían económicamente al país y mejorarían el nivel de vida de la clase trabajadora. ¿Cuál fue el resultado de su gestión? El mundo la conoce. El total de las deudas líquidas contraídas por la DC durante sus 6 años de gobierno no llegaron a 400 millones de dólares, después de pagar todos sus compromisos internacionales y tener su crédito absolutamente limpio. En menos de tres años de go185 bierno de la Unidad Popular que afirmó que no endeudaría al país según su programa, elevó esas deudas en cerca de mil millones de dólares, destinados no a inversión sino exclusivamente a comprar alimentos para paliar su fracaso en la Agricultura. Además de eso dejaron de pagar todas las deudas externas y en dos años se consumieron todas las reservas que les había legado el régimen anterior. Por eso en vez de independencia, llegaron a la mayor dependencia conocida en Chile. La inflación en cifras oficiales del gobierno llegó a 323 % en los últimos doce meses, pero los Institutos Universitarios, teniendo consideración que prácticamente el país vivía del mercado negro, estimaban que ésta superaba el 600 %. El dólar en el Mercado Libre se transaba al término del gobierno de la Democracia Cristiana a 20 escudos por dólar. En el mes de agosto recién pasado llegaba a los 2.500 escudos por dólar, o sea, una devaluación de más o menos el 12.000 %. Todos los índices de productividad habían bajado: industrialmente en más de un 7 %, en la Agricultura cerca del 23 %, en la Minería aproximadamente en un 30 %. Rubros tan fundamentales como el trigo, bajó su producción de 14 millones de quintales término medio en los seis años anteriores, a menos de 8 millones. Muchos institutos de investigación afirman que a menos de 6 millones. La quiebra era total. Ahora cabe preguntar: ¿era la Democracia Cristiana fascista o golpista por el hecho de haber denunciado esta política económica que llevó al país a la inflación desatada, al envilecimiento de la moneda, a la paralización productiva, al mercado negro, a la escasez y al hambre? Los que con tanta ligereza hablan sobre Chile deberían venir y recorrer las poblaciones periféricas, los campos y las ciudades y preguntar cómo era necesario hasta diez horas de colas para conseguir 114 litro de aceite, cuando se conseguía, o un kilo de pan, cuando se conseguía. O medio kilo de azúcar, cuando se conseguía. ¿Hay alguna democracia que resista estas tasas de inflación, la escasez y el mercado negro? ¿Es fascismo y golpismo denunciarlo? ¿Acaso el deber de un partido político es silenciar estos hechos? 186 Ellos eran democráticos cuando atacaban sin tregua un gobierno DC que jamás cometió tales errores. En cambio la Democracia Cristiana, ¿era fascista por el solo hecho de defender el derecho a vivir dentro de nuestra Patria y antidemocrática porque no se hacía cómplice del descalabro, de la corrupción, de la inmoralidad y del desastre comprobado por quien quisiera venir al país y constatar lo que sucedía? Sin embargo, con la misma falsedad con que en el exterior se decía que el ensayo político era una vía legal hacia el socialismo, se daban pretextos para justificar este fracaso, que repetían algunos diarios de renombre universal. Esos fueron los argumentos principales que se esgrimieron para justificar el fracaso. El primero, que las compañías norteamericanas expulsadas del país estaban dificultando las ventas del cobre. Efectivamente, una compañía cometió la torpeza de iniciar un juicio de embargo respecto a una partida de cobre, que la Democracia Cristiana por supuesto condenó. Pero es necesario ver la realidad. El embargo afectó una partida de cobre cuyo valor era de dos millones de dólares en una venta anual de 600 millones de dólares o más. Por otra parte, el embargo no se llevó a efecto, porque los tribunales franceses, no acogieron la demanda de la compañía. ¿Puede decirse que ésta es la razón para explicar el fracaso? La segunda es el bloqueo económico, cuyas características no se precisaron que solo podría traducirse en imposibilidad de vender productos, lo que nunca ocurrió, o la imposibilidad de obtener créditos, lo que tampoco ocurrió, pues con cifras dadas por el propio gobierno anterior ante el Club de París, el Fondo Monetario y otros organismos, se prueba que el gobierno de la Unidad Popular dispuso de mas créditos y endeudó al país más que ningún otro en la historia de Chile en tan breve plazo. El otro argumento es que éste era el costo de la Revolución y del avance social. Esto habría sido verdadero si hubieran recibido un país estancado. No es así. Recibieron un país en pleno proceso de transformación social y en plena marcha de las reformas tributarías, educacional, 187 agraria, la nacionalización de las riquezas básicas al igual que activos planes de salud, construcción de escuelas y viviendas. La Unidad Popular, con el voto unánime del Congreso, nacionalizó el 49% del cobre, ya que el 51 % había sido nacionalizado en el gobierno de la Democracia Cristiana. Inició un acelerado proceso de estatización de Industrias. La Democracia Cristiana no estuvo en contra de este proceso, sólo exigió que se hiciera dentro de la ley, fijando los límites del área social y privada. Nada de eso se obtuvo, pues se siguió el proceso saltándose la ley y muchas veces con atropellos, asaltos y violencia. Pero lo más grave fue el tremendo fracaso del área estatizada. Se dijo que el gobierno financiaría el desarrollo económico con las utilidades de las empresas cuyo control tomaría el estado. El año 1973 estas empresas perdieron más de 150 millones de escudos. Si se considera que el presupuesto nacional era de una cifra equivalente, se medirá la magnitud del fracaso. Es también efectivo que aceleraron al extremo la Reforma Agraria iniciada por la Democracia Cristiana, pero quisieron convertir toda la Agricultura en Haciendas Estatales colectivas, lo que fue resistido por el campesinado. Se eliminó a los técnicos, se desorganizó toda la infraestructura, y en vez de respetar la ley, se asaltaron las propiedades y las ocuparon con gente que muchas veces no eran campesinos. Estas fueron, entre otras cosas, las causas del fracaso agrícola. Ostensiblemente disminuyó la construcción de viviendas y de escuelas. Basta decir que en tres años no se construyeron ni 300 escuelas, mientras el gobierno de la DC construyó 3.600. Estos son hechos. Un último aspecto que creemos necesario destacar, ya que no podemos referirnos a todo, lo constituyó el clima de odio y violencia que reinaba en el país. Toda crítica, toda observación, era contestada con las injurias más violentas para quienes tenían la audacia de señalar los errores. El Partido Socialista y el Partido Comunista crearon organizaciones armadas. Los socialistas la llamaron "Elmo Catalán", Y los comunistas constituyeron la tristemente célebre brigada "Ramona Parra". Se constituyeron asimismo los llamados "Cordones Industriales", que rodeaban las ciudades en forma estratégica; y, como consecuen188 cia de la escasez se organizó el racionamiento sobre la base de organismos políticos que empadronaban a los habitantes para ejercer el control sobre la vida de la población. Como consecuencia de todo esto murieron cerca de cien personas y hubo innumerables heridos. Así murió el ex Vicepresidente de la República; uno de los fundadores del PDC, don Edmundo Pérez Zujovic, vilmente asesinado al salir de su casa por los miembros de una organización extremista. Los tres asesinos habían sido detenidos al final del gobierno de la Democracia Cristiana por haber perpetrado asaltos a mano armada y condenados por los Tribunales de justicia a varios años de prisión. El primer acto del gobierno de la Unidad Popular fue dejar en libertad a estos detenidos por actos ilegales, y, entre ellos los tres que causaron la muerte de ese dirigente demócratacristiano. Al indultarlos el Presidente Allende justificó su acto llamándolos "jóvenes idealistas". También murieron víctimas de esta violencia varios dirigentes juveniles de la DC y quedaron centenares de heridos. Cuando los obreros del Cobre en huelga buscaron refugio en el local central del Partido, fueron atacados y hubo que instalar una posta de auxilios que en el día atendió, según información oficial del PDC, a más de 700 personas con heridas de toda especie, entre ellas 120 de carácter grave. Ese día el presidente Aylwin y otros dirigentes, entre ellos yo mismo, estábamos en el local del partido pudimos ser testigos de lo que ocurría. Estas son las razones por las cuales el Partido Demócrata Cristiano estuvo en la oposición, oposición que progresivamente se hizo más dura por efecto de los abusos cada vez más graves que se cometían. La posición del PDC en esta materia es intachable. Pasando por encima de su interés político inmediato, nunca rehuyó buscar soluciones para el país. Esto es tan claro que incluso se criticó acerbamente al partido por aceptar el diálogo. Cada vez que el Presidente de la República deseó conversar con la directiva, a pesar de las reiteradas veces que ésta fue engañada, no se negó a hacerlo para que no se quebrara el régimen democrático. De eso hay constancia en las declaraciones de los dos presidentes del partido, señores Renán Fuentealba y Patricio Aylwin. 189 Cuando el conjunto de los obispos chilenos hizo un llamado para salvar la paz y evitar el conflicto y pidió un diálogo entre los hombres de buena voluntad, el presidente del PDC aceptó hacerlo, y planteó públicamente algunas bases para ello, que en último término significaban como condición básica volver al respeto de la Constitución y la Ley. Todo esto que afirmo está en documentos públicos aparecidos en la prensa y difundidos por la radio y la TV. El Presidente de la República aceptó en principio nuestro planteamiento, para después rechazarlo. A fines de agosto, a pesar de que estas conversaciones terminaron por la imposibilidad total de que el gobierno aceptara los planteamientos del partido que eran extremadamente moderados vistas las circunstancias, nuevamente hubo una reunión en la cual el Presidente de la República, como lo ha dejado establecido el señor Aylwin, no presentó una sola base de entendimiento, afirmación nunca rebatida. La directiva del partido llegó a la convicción de que exclusivamente se estaba ganando tiempo para preparar el control total del poder por parte de la Unidad Popular y, acelerar su aparato paramilitar y el reparto de armas. Nadie puede, pues, decir que la Democracia Cristiana no agotó los procedimientos para llegar a un acuerdo. Jamás se le hizo una proposición seria. Nunca el Presidente ofreció una fórmula de gobierno. Al revés, señaló que sería imposible el ingreso de la DC al gabinete por la oposición socialista de los partidos integrantes de la Unidad Popular. Las Fuerzas Armadas, llamadas por la propia UP., aceptaron por, tres veces en estos años integrar gabinetes ministeriales. Los partidos de la Unidad Popular, después de hacer profesión durante 40 años de antagonismo hacia las Instituciones Armadas, fueron los que trataron de mezclarlas en política, a pesar de su reiterada voluntad de no aceptar. Su presencia no logró modificar las líneas de acción gubernativa para evitar la catástrofe que se advertía venir. Pocos días antes del 11 de Septiembre advirtiendo la DC la gravedad de la situación, convocó a los jefes Provinciales del partido de todo el país, quienes por unanimidad recomendaron como supremo arbitrio que los senadores y diputados de la DC presentaran las re190 nuncias a sus cargos sobre la base de que el gobierno llamara a un plebiscito y se sometiera a sus consecuencias, para buscar así una salida democrática al poder. Esto fue aceptado por la directiva y los parlamentarios que hicieron pública su decisión de renunciar. La proposición de un plebiscito fue siempre rechazada, pues si obtuvieron el 43 % en marzo del 73, después la situación se degradó con gran rapidez, en especial porque se hizo ya perceptible el caos económico y político. Yo pregunto: ¿puede un partido hacer mayor esfuerzo y un mayor sacrificio, siendo mayoritario en ambas ramas del Congreso en una elección reciente en que tuvo que soportar el embate y la violencia del gobierno, que ofrecer pública y responsablemente la renuncia de sus parlamentarios con el fin de buscar una salida democrática para el país? Esta es la realidad. Por eso la Democracia Cristiana chilena puede decir ante el mundo que una vez más dio un ejemplo de honradez democrática y de lealtad con sus principios. Un análisis objetivo de los hechos revela que la razón fundamental de que esta vieja democracia haya sufrido este embate fue el gobierno de la Unidad Popular, porque llevó al país a una situación que ninguno puede resistir, y aún es admirable la solidez de la democracia chilena que resistió tanto. Surge de todo esto una reflexión básica. ¿Por qué lo ocurrido en Chile ha producido un impacto tan desproporcionado a la importancia del país, su población, ubicación y fuerza? ¿Por qué la reacción de la Unión Soviética ha sido de tal manera violenta y extremada? ¿Por qué el comunismo mundial ha lanzado esta campaña para juzgar lo ocurrido en Chile y para atacar a la Democracia Cristiana? La razón es muy clara. Su caída ha significado un golpe para el comunismo en el mundo. La combinación de Cuba con Chile, con sus 4.500 Kms. de costa en el Pacífico y con su influencia intelectual y política en América Latina era un paso decisivo en el control de este hemisferio. Por eso su reacción ha sido tan violenta y desproporcionada. Este país les servía de base de operación para todo el continente. Pero no es sólo esto. Esta gigantesca campaña publicitaria tiende a 191 esconder un hecho básico: el fracaso de una política que habían presentado como modelo en el mundo. ¿Cómo explicar que esta experiencia que mostraban como camino a otros partidos democráticos y al socialismo europeo haya conducido a un país organizado y libre a tan terrible catástrofe económica política, haya producido tal desesperación en las Fuerzas Armadas y en el pueblo chileno —pues éstas jamás podrían haber actuado sin la aquiescencia de la mayoría— hayan quebrado una tradición tan larga y, tan honrosa que constituía nuestro orgullo? Toneladas de propaganda no borrarán un hecho: llevaron a un país de ejemplar vida democrática al fracaso económico y al derrumbe de sus instituciones. Su esquema doctrinario y práctico era erróneo su conducción desastrosa. Tres días antes del 11 de Septiembre, el Presidente de la República dijo al país: "Nos queda harina para tres, días". Se acababa hasta el pan. No había sucedido jamás. Eso es lo que no se quiere analizar. Mejor dicho, se quiere ocultar. Los socialistas europeos, democráticos y pluralistas, se sienten obligados a respaldar un partido (que proclamaba su desprecio a la legalidad) y, como objetivo la revolución armada y violenta. Si no quieren ver los hechos ni los documentos, al menos podrían leer con atención las críticas que formulara a ese partido por su extremismo el propio Partido Comunista, que varias veces lo llamó a la cordura. El otro hecho que la Democracia Cristiana debe analizar es el problema de las comunicaciones. No hay ninguna duda de que el caso chileno es un buen ejemplo de cómo un inmenso aparataje de propaganda es capaz de presentar las mayores falsedades y convertirlas en realidad. Ya eso venía ocurriendo desde el comienzo del régimen, que como otros similares no se limitaba en cuanto a gastos de propaganda. Pero lo ocurrido después del 11 de Septiembre es algo inverosímil para los chilenos. Fueron miles los que escucharon decir a la Radio de Moscú que habían muerto 700 mil personas, en dos días. Otros hablaban de 30.000 y que corrían ríos de sangre en Santiago. Para nosotros una sola vida humana no tiene precio. No decimos esto por disminuir la tragedia a que el país fue llevado, pero según 192 nuestras informaciones los muertos no llegarían a dos mil, lo que es bien diferente a tan burdas mentiras. Entre los miles de falsedades que se propalaron: Murieron 35 parlamentarios. Falso. Ninguno. Fue asesinado Neruda. Falso y ridículo. Todos los órganos de publicidad le rindieron homenaje como a nadie en muchos años y en el edificio del Congreso Nacional la bandera se izó a media asta en señal de duelo. Se destruyó el Hospital Barros Luco, el mayor de Chile. No hay un solo hospital destruido ni dañado en la más mínima parte. En el Hospital Barros Luco no hay ni un vidrio quebrado. A qué seguir. Son cientos de ejemplos. No ha faltado un programa de televisión en Europa, que presentó como señales de bombardeo vistas del anterior terremoto. Pedimos una sola cosa; vengan a ver lo que decimos. Tenemos derecho a pedirlo a nuestros amigos. Así lo hizo el señor Bruno Heck, dirigente de la DCU, quien pudo comprobar la verdad. Que vengan a ver si hay, alguna casa bombardeada en alguna población. En todo Chile dos por desgracia: La Moneda y la Casa Residencial de los Presidentes, adquirida en el gobierno de la Unidad Popular. Que vengan a ver si hay una Industria o Centro Minero donde haya caído una sola bomba. Nosotros no somos parte del actual gobierno. No defendemos los errores que se cometen, inevitables algunos, en una situación tan terriblemente difícil. Pero tampoco podemos aceptar que la mentira se transforme en un sistema, mientras se ocultan las causas de una situación para encubrir la responsabilidad de quienes arruinaron y destruyeron la democracia chilena. ¿Cómo se explica que quienes invadieron Hungría y Checoslovaquia, que ahora mismo silencian o procesan a científicos, poetas y escritores, que no admiten ninguna crítica, ni la sombra de una libertad de información, pretenden dar lección de Democracia a Chile y a este partido? Además de escandaloso es ridículo. Alaban y mantienen relaciones con Cuba, con miles de muertos, y después de 12 años aún con miles de presos políticos. 193 ¡No son ellos los que pueden enseñarnos a los democratacristianos y a Chile lo que es la democracia! Y lo que es peor. Sectores minoritarios, en la propia Democracia Cristiana o en el mundo democrático se dejan influenciar por esta propaganda o bien le hacen eco para ganar posiciones políticas y recibir el título de "izquierdistas". Pobre destino de esos grupos: serán utilizados, primero, o servirán de puente para debilitar nuestros partidos. La posición popular, de avanzada y de justicia que sustenta la Democracia Cristiana es tan sólida que no puede admitir este verdadero "chantaje " político. Y nadie puede darnos lecciones de amor a la libertad y la democracia. Somos realmente pluralistas y estamos dispuestos a concertar acciones con otras fuerzas políticas, pero no podemos hacerlo bajo un signo de permanente debilidad o sometimiento. Cada partido en esto es soberano. Somos los primeros en respetar sus decisiones y comprender que es imposible juzgar desde fuera los condicionamientos de cada situación. Creemos, sí, que para poder formular una opinión, lo primero que debe existir es respeto mutuo y solidaridad y la confianza necesaria en el testimonio de quienes han estado vinculados durante una vida por comunes ideales y la evidencia de haberlos servido con inquebrantable lealtad. En esto sin duda el comunismo mundial nos da una permanente lección. Señor Presidente, este es a nuestro juicio el proceso de lo ocurrido en Chile. Naturalmente surge ahora la gran interrogante de cuál es el porvenir. A este respecto, es la directiva oficial del partido la que dará una opinión autorizada. Sin embargo, no puedo dejar de dar la mía propia, que he confrontado con un gran número de democratacristianos. A mi entender, Chile afronta un período en extremo difícil y duro. Yo diría tal vez el más difícil de su historia. El desastre económico no se conocía en su verdadera magnitud. Reorganizar desde sus bases todo el aparato productivo, hacer renacer la agricultura, renovar la maquinaria, dete194 ner la hiperinflación, etc., será una tarea que exigirá enormes sacrificios. Por otra parte, más de la mitad de las armas no se encuentran aún, hecho cuya trascendencia es fácil de apreciar. Desde luego nuestro partido no integra el gobierno, como ya lo he dicho. El gobierno está formado enteramente por las Fuerzas Armadas y era difícil, por no decir imposible, que así no fuera. Todos los chilenos o al menos la inmensa mayoría, estamos vitalmente interesados en que se restablezca rápidamente la Democracia en Chile. Y para esto es necesario que el país salga del caos y, en consecuencia, que el gobierno actual tenga éxito. Las Fuerzas Armadas —estamos convencidos— no actuaron por ambición. Más aún, se resistieron largamente a hacerlo. Su fracaso ahora sería el fracaso del país y nos precipitaría en un callejón sin salida. Por eso los chilenos, en su inmensa mayoría, más allá de toda consideración partidista, quieren ayudar porque creen que ésta es la condición para que se restablezca la paz y la libertad en Chile. Cuanto más pronto se destierre el odio; y se recupere económicamente el país, más rápida será la salida. La Democracia Cristiana está haciendo, a mi juicio, lo que está en su mano en esta perspectiva, sin renunciar a ninguno de sus valores y principios, siendo en este instante sus objetivos más fundamentales: — pleno respeto a los derechos humanos. — pleno respeto a las legítimas conquistas de los trabajadores y campesinos. — vuelta a la plenitud democrática. Sabemos que esto no es fácil. La situación entera no es fácil. Y por eso mismo debemos actuar con la mayor responsabilidad. Señor Presidente: Excúseme usted lo extenso de esta comunicación, pero ello se justifica por la importancia del problema que trata Y por la forma como se ha distorsionado la verdad. Por desgracia, los innumerables documentos y actuaciones de la Democracia Cristiana durante estos tres años no fueron dados a conocer en Europa. Esto justifica la extensión de mi carta. Quiero terminar diciéndole en esta ocasión que recuerdo dos hechos de mi viaje a Europa de 1971. En esa oportunidad un gobernante europeo me dijo que nuestro país estaba perdido, y agregó textualmen195 te: "cuando el comunismo agarra, nunca suelta". Poco después un alto representante de la Democracia Cristiana en el gobierno de su país, manifestó que el caso chileno era un caso perdido. A ambos les dije que estaban equivocados, porque si bien Chile quería un avanzado proceso de Transformación Social, jamás aceptaría un régimen totalitario. Los dos me miraron con esa benevolencia con la que se trata a un visitante ingenuo. Con la misma seguridad con que afirmé en ese entonces que Chile saldría adelante, puedo afirmar hoy que, a pesar de lo duro y doloroso que pueda ser el esfuerzo, nuestro país se levantará y volverá a dar una lección de Democracia y de Libertad. Y en esa tarea está empeñado este país, y la Democracia Cristiana una vez más desempeñará un papel conforme a lo que ha sido su historia y es su porvenir. Saluda con la mayor atención al señor Presidente, Eduardo Frei Montalva 196 3. CARTA DE EDUARDO FREI MONTALVA A BERNARDO LEIGHTON Santiago, 22 de Mayo de 1975. Señor Bernardo Leighton Guzmán Roma, Italia Querido Bernardo: Recibí tu carta del 22 de abril y aprovecho el viaje de Angelo Vernasola para enviarte una respuesta. Tú me dices en ella textualmente: "He leído y releído tu carta, meditado con ánimo objetivo y abierto sobre cada una de sus líneas más expresivas". "Otro espíritu no hace grato ni útil un intercambio de correspondencia". "Trataré de seguir el orden de tus argumentaciones y juicios concretos". En vista de la acuciosidad con que sigues mis pasos y argumentos y la forma de tu planteamiento, me parece que lo mejor es atenerse a la misma pauta. Comienzas comentando mi frase "que me desconcertó la interpretación dada por ti acerca de la declaración relativa a la expulsión de Renán Fuentealba", en que tú textualmente dices que "se expresaba confianza en los actuales ocupantes del poder para ser el centro de la reconciliación de los chilenos", cosa que yo jamás he afirmado. Comentando esta parte me dices que tengo razón, pues las palabras transcritas son tuyas y no mías. O sea, dejas estampado que me atribuías algo que se te ocurrió a ti, pero que yo no había escrito, lo que no deja de ser grave. Pero en vez de reconocer ese hecho tratas de justificarlo sobre la base de analizar una serie de actitudes mías para así explicar el que me hayas inventado una frase que no dije. Cualesquiera que hubieren sido mis actuaciones anteriores, ello no te da derecho para suponerme ideas, actitudes o afirmaciones que no he formulado ni he pensado, pero revela cuál es el fondo de tu actitud, que en este caso se transparenta. Cómo tú me hablas con fran197 queza, de igual modo te diré que has adoptado una actitud, de juez o acusador que no acepto; pero al amigo de tantos años le voy a contestar. El origen de donde derivan todas nuestras diferencias reside en una visión fundamentalmente diferente de lo que pasó en Chile en los años de la Unidad Popular. Si yo parto de la base de que el gobierno de la UP no violentó las leyes ni la Constitución, que a ojos vista no estaba preparando un golpe dictatorial marxista-leninista, que no se manifestó reiteradamente un gran desprecio por la democracia "formal" y "burguesa", que no se creó en el país un clima de odios insuperables, y no se llegó a la destrucción de la economía que acarrea inevitablemente el trastorno político, no hay nada que decir. Si por el contrario ocurrió todo eso y mucho más, como lo pienso, no hay manera de entenderse. No me interesa entrar a discutir aquí las intenciones del Presidente de la República, porque los hechos históricos y políticos se juzgan por lo que realmente ocurrió y no por la interpretación de cuál sería el estado de ánimo de personas que se estiman o se quieren. A la luz de una y otra interpretación, todo lo que sigue es distinto y me referiré al capítulo de cargos que con tono admonitorio me formulas. Fui a la ceremonia de la Gratitud Nacional a que invitaba el Cardenal para pedir a Dios por la paz de los chilenos. Invitados los tres ex Presidentes de la República, me pareció mi deber concurrir, deber para mi doloroso, pero deber. Olvidas tú que en esa ocasión fui interrogado por la TV y por la prensa. Mi respuesta fue: "He venido a rogar a Dios para que vuelva la paz a Chile". No hay ahí ni una sola palabra de adhesión ni de excusa a nada. Además hecho que olvidas cuando al término de la ceremonia los otros dos ex mandatarios, el decano del Cuerpo Diplomático y todos los personajes asistentes fueron a saludar a la Junta, fui el único que permaneció sin moverse, lo que fue considerado por ésta como un extremo agravio y ante el hecho de que así se me representara, contesté "que yo era presidente del Congreso Nacional que ellos habían cerrado y que en tales circunstancias no podía adherir al saludo que los otros ex presidentes, autoridades y representantes extranjeros estaban haciendo". Fue notorio a la concurrencia entera 198 de las Fuerzas Armadas que don Gabriel González y don Jorge Alessandri, que habían avanzado a saludarlos, se devolvieron a buscarme y me negué a acompañarlos. No digo esto por excusarme ni para dar explicaciones, sino porque quiero que los hechos también queden claros, ya que hay quienes viven llevando una bitácora de mis actitudes. No acepté la clausura del Parlamento. Hay una declaración de mi parte al respecto. Es posible —y lo he pensado muchas veces— que debieran haber hecho una protesta formal, pero en las circunstancias que vivía Chile en ese momento y que nadie podía suponer, como tú mismo lo reconoces, lo que ocurriría después, me pareció que más que testimonios personales, en que trata de salvarse uno y quedar bien, contribuiría así a la posibilidad de que se restableciera la paz y se abrieran caminos de construcción democrática. Como me gusta reconocer los hechos, hoy tengo graves dudas respecto a que podría haber sido más categórico en mis expresiones. En cuanto a mi entrevista al ABC, me extraña que la cites. Hice una protesta pública por los diarios diciendo que el periodista español había abusado de mi confianza, que no le había dado una entrevista, que había tomado parte de mis palabras y entre otras cosas señalé mi protesta porque se ponía en mi boca una referencia al Presidente Allende que jamás hice. Por lo demás, tú estás acostumbrado a entrevistas que distorsionan palabras o te aprovechan. Testimonio de ello es tu entrevista a L'Expresso, en la cual mañosamente sin que tú lo hubieras dicho, del contexto de ella se desprendían juicios sobre mi persona, que me has afirmado no formulaste, o se hacían afirmaciones muy mentirosas, como el atribuirme encuentros con Pinochet en el mismo momento en que yo estaba en los Estados Unidos. A no otra cosa responde también mi prólogo al libro de Genaro Arriagada. No hay una sola palabra de aprobación al golpe y mucho menos de una dictadura militar. Los elementos marxistas han escrito decenas de libros que contienen las mayores falsedades, incluso las más increíbles fantasías. No te he visto protestar en contra de ellos. Desde el libro del señor Joan Garcés afirmando en conversación con Allende pocos días antes del golpe éste le dijo que jamás se entendería con la Democracia Cristiana, hasta toda clase de truculencias. 199 Yo creo que será difícil que el país se recupere si no se establece la verdad de lo que pasó. Y vuelvo aquí a mi convicción fundamental: nosotros entregamos un país en que durante seis años hubo real y verdadera democracia y nadie mejor que tú lo sabe. Tú sabes muy bien lo amargos que fueron los 60 días entre el 4 de septiembre y el 4 de noviembre de 1970; las enormes presiones de que fui objeto y sin embargo, es un hecho histórico que, cualesquiera que sean mis defectos —que tú con acuciosidad apuntas y te esmeras tanto en destacar— resistí esas presiones y cumplí con mi deber, entregando un país pleno de desarrollo económico, en las mejores condiciones que ningún otro gobierno lo ha entregado. Continuas tú en tu lista de cargos. Citas una frase mía en cuanto no he tenido relación alguna con la preparación o el hecho del golpe militar. No tuve contactos, ni conversaciones, ni conocimiento de su gestación. Tú me dices que no soy exacto. Quiero tomar en la mejor forma posible lo que en su texto es un agravio inaceptable. Recuerdas que una vez que nos reunimos en un departamento de Américo Vespucio (realmente no me acuerdo), yo dije saber que en esa ocasión no había duda de que el golpe se produciría. Me dices que me equivoqué de fecha pero que eso no destruye el hecho, aunque las fechas no coincidan. Me parece fantástica tu afirmación. No había parlamentario ni persona en Chile que durante los últimos meses hablara de que el golpe se iba a producir y que estaba a la vista. No sólo lo dije una vez sino diez veces que veía que en las condiciones en que estaba operando el país el golpe sería inevitable. No había embajador, incluso de los países socialistas, que no expresara sus temores ciertos de que se iba al colapso. Rumores de todo orden corrían el día entero. No conozco un solo senador que alguna vez no dijera que había oído referencias a ello. Invocar esto para dar a entender que yo estaba vinculado con esta situación, me parece que excede a todo lo ponderable. Retienes también en tu memoria me dices que en la comisión política yo informé varias veces de mi insistencia ante militares amigos para que aumentaran al control de parte de las FF.AA. respecto de las armas. Agregas que se ha conocido la intención torcida destinada a extremar la atención pública con que en repetidas ocasiones se aplicó esta ley. Tú me dices que al insistir en 200 esto yo no tenía la intención, pero que prácticamente la servía y que era grave por el alto cargo que ocupaba que no lo advirtiera. Realmente veo que estamos en posiciones más que diametralmente opuestas para interpretar lo ocurrido en Chile. Nunca oculté mi exigencia de que se cumpliera con esa ley, pues estimaba que ella podía impedir un trastorno, ya que ningún país puede admitir impunemente que se internen armas en forma ilegal. Esto no se lo dije a militares amigos. Se lo dije ocasionalmente a uno o dos de mis ex edecanes y sólo de manera formal al señor Carlos Prats. Entre otras cosas le manifesté mi grave preocupación porque él decía que habría una guerra civil con un millón de muertos. Yo le dije que esa guerra civil no sería posible si no hubiera enormes cantidades de armas entregadas al país (cosa que por lo demás fue fehacientemente comprobada después), y que la aplicación severa de la ley despachada por el Congreso daría a la ciudadanía sensación de seguridad y a la vez evitaría la posibilidad de cualquier golpe. Decir que si el Presidente del Senado exigía el cumplimiento de una ley que pedía al país entero ante el hecho gravísimo y provocativo de la internación de armas hacía el juego a la subversión, me da la impresión ya no de la Torre de Babel, sino de una distancia aún mayor para juzgar lo que ocurrió. Por lo demás, en este aspecto las declaraciones de Renán Fuentealba como presidente del Partido, directiva de la cual eras Vicepresidente, son numerosas, públicas y muchísimo más severas que las mías. Sin comparación. De eso nada dices. Tampoco de la actitud de muchos personeros DC que actuaron pública y constantemente. Muchas veces expresé que yo veía inevitable que la democracia se derrumbaría ante tales eventos. Más aún, creí mi deber advertirlo y repetirlo. Para ti eso es un delito. A los seis meses del Gobierno, en la elección municipal, dije un discurso al país a petición expresa de la Directiva, en el cual señalé que se llevaría al país al desastre y a una inflación incontrolada. El señor Vuskovic se rió de mí diciendo que la situación económica era espléndida y que no habría inflación. Según tú piensas, cometí yo una provocación y Vuskovic estuvo muy acertado. Sin embargo, olvidas que tú mismo, de lo cual hoy te la201 mentas, firmaste los acuerdos del partido en que se señalaron taxativamente las distintas violaciones de la Constitución y la ley. Tú me recuerdas que un día al salir del Senado —según tú— te pregunté por qué estabas tan furioso y tú me dijiste que no estabas furioso conmigo sino con mi posición política. Tú me has obligado a escribir esta carta, porque no puedo dejar en pie tus aseveraciones. Yo también recuerdo que un día te dije en el senado: "Bernardo, no te conozco. Te veo lleno de odio y de resentimiento. No soy yo solamente el que piensa así entre muchos amigos tuyos. No eres el Bernardo que yo conocía”. Tú me contestaste que no era así, que yo estaba equivocado. Después dices que yo hice declaraciones frente al Gabinete de Allende que fueron un ariete en contra de la estabilidad del Gobierno y precipité la catástrofe. He repasado esas declaraciones y las hice porque estaba convencido de que la fórmula que se estaba aplicando no tenía por objeto que las FF.AA. entraran al Gobierno a dar garantía a todo el país, sino para ser envueltas en una maniobra política destinada a dar los últimos pasos para la consolidación de una forma de gobierno antidemocrática. Los hechos posteriores me han confirmado la justicia de esa interpretación. Por lo demás, tú pareces olvidar otra cosa. Hubo varias reuniones del comité político a las cuales asististe tú, Tomic y otros personeros y yo también, y con la aprobación unánime de la comisión política se señaló la necesidad de un gabinete en que estuvieran las FF.AA. pero se decía claramente —y yo no era miembro de la comisión— que no con unos dos o tres ministros superpuestos manteniendo toda la estructura administrativa inferior (subsecretarios, etc.), porque eso se consideraba un peligro y un error. Más aún, hubo una declaración oficial de la comisión política al respecto. Yo llevé un borrador de declaración el cual fue aprobado en términos generales, estando tú presente y redactado en definitiva por el presidente del partido con la aprobación de toda la comisión, a la cual tú asististe. Yo también hago memoria y podría citar otra infinidad de hechos, porque resulta que aquí parece que algunos no hubieran cometido pecado alguno y quieren convertir a otros, especialmente a mí, en chivos expiatorios de todos los pecados. Yo estoy dispuesto a cargar con 202 los míos, pero no a que aparezcan como blancas ovejas quienes tienen bastantes salpicones [...] Al final de la página 2 me dices que cometo un error al decir que escogiste el camino del exilio, porque tú no saliste pensando en un alejamiento definitivo y que es la decisión de Pinochet la que te impidió y te impide volver a Chile. La verdad es que en el carácter de proceso que le has dado a mi carta, cometí un error. Podría invocar para él que no me fijé atentamente en su redacción, puesto que comenzaba por decirte que considero una infamia que se te niegue volver a tu Patria, a la que tú siempre has servido con dignidad y con honor. Si siguiera tu hermenéutica diría que del contexto de tu actuación tú decidiste ese camino. Pero si tú estimas que he cometido un error, me apresuro a pedirte excusas por él. En la página 3 hay una afirmación fundamental, que crees uno de los puntos claves de toda nuestra discrepancia. Dices textualmente: "los que creyeron posible la colaboración, nunca recibieron una proposición seria y aceptable. Esto no es verdad, e incluso tengo escrito los hechos que demuestran lo contrario. Que la gran prensa guardara silencio o tergiversara, es cuento aparte." Yo no puedo saber cuáles son los hechos a que tú te refieres mientras no los des a conocer. Desgraciadamente, en los años de la Unidad Popular tampoco tuve ocasión de conocerlos, lo que lamento profundamente, pues creo tenía derecho a estar informado de una materia tan trascendental. Los hechos que yo tengo hasta ahora son otros: 1) nunca en la mesa directiva del partido o en el Consejo se dio cuenta de ninguna proposición concreta o seria. Varias veces lo dije y en tu presencia. Era la ocasión de convencerme que estaba en un error; 2) la proposición de Irureta fue rechazada; 3) una carta que no conocía y que he leído de Tomic al presidente Allende fechada el 3 de Junio de 1971, en la cual textualmente le proponía un acuerdo con la Democracia Cristiana, no tuvo respuesta, lo que se tradujo en el hecho en una negativa; 4) las diversas gestiones que se hicieron respecto a la reforma constitucional; 5) las entrevistas finales públicamente conocidas del presidente del partido, que nadie puede discutir, salvo que ya se quiera discutir que la luz del día ya no la produce el sol, que fueron rechazadas por el presidente; 6) la última conversación del presidente del partido en casa del Cardenal con el Presidente 203 de la de parte del segundo, salvo que le encomendaría el asunto a Carlos Briones, cosa que no hizo. Por lo menos eso es lo que Aylwin ha informado y ratificado el Cardenal. Me parece aún más extraño todo lo que tú me dices porque tú fuiste miembro de la mesa directiva durante todo el período de Fuentealba. Si hubo una proposición, ¿por qué no la tradujeron en hechos? Tampoco la llevaste a la presidencia de Aylwin. Por eso es que tengo verdadera curiosidad por conocer esas proposiciones, que desgraciadamente no llegaron a tiempo. Tú me dices que la gran prensa calló y tergiversó. No hay duda. Pero yo creo que una directiva del partido que hubiera tenido una proposición seria y responsable no podía dejarse manejar por esa gran prensa. Nunca lo fue en las cosas decisivas. Por lo demás, entre esa gran prensa yo coloco también al Clarín, de propiedad del Presidente de la República, que avivara la cueca en una forma horrorosa y que injuriaba y encanallaba a destajo y Ultima Hora, de propiedad de algunos ministros de Estado. Yo fui una víctima constante de esa actitud. Y allí, salvo tratar de dividirnos en buenos y malos, nunca hubo nada serio. Tú has hecho así una larga y detallada enumeración de lo que tú concibes como mis errores políticos. Pero yo quisiera agregarte dos cosas que creo es conveniente se señalen para la Historia. Cuando fui a La Moneda con motivo de la muerte del edecán señor Araya, el Presidente Allende me recibió con extrema cortesía. Para dos días después estaba anunciada su reunión con Patricio Aylwin, que había sido suspendida por esa desgracia. Al despedirme de él le dije: "Presidente, usted va a tener una conversación con Aylwin. Yo he respaldado con todo entusiasmo el que esta conversación se verifique. Creo que es decisivo para el futuro de Chile que usted llegue a un acuerdo con el partido y con su presidente. No trate con personas individuales, trate sólo con él como directiva oficial. Tenga la seguridad de que yo deseo el éxito de esta reunión". El Presidente agradeció mis palabras, pero no agregó una sola frase fuera de sus expresiones de gratitud. Si él tenía algo que decirme, yo le abrí el camino. No se interesó. Para terminar con esta serie de recuerdos, quisiera señalar dos cosas. 204 Tú te encargas de señalar mis errores políticos, de subrayarlos, pero olvidas que durante los seis años de mi presidencia el Partido Socialista y el partido Comunista, pero especialmente el Partido Socialista, mantuvieron una actitud de ruptura con el gobierno legal, que no tiene parangón con la que tuvimos nosotros con el gobierno de la Unidad Popular. Desconocieron la legalidad de mi elección; se negaron incluso en el caso del terremoto a ir a La Moneda cuando los invité oficialmente; me negaron permiso para salir de Chile a Estados Unidos, unidos a la derecha; los senadores socialistas y el propio Salvador Allende no sólo guardaron silencio para el Tacnazo sino que hicieron declaraciones estimulando el golpe. En cambio, la directiva del PDC y algunos prominentes democratacristianos tuvieron continuados contactos con el presidente, perdonaron tramitaciones y engaños. Yo no los critico. Cuando Aylwin consultó si iba a La Moneda voté afirmativamente, y cuando me consultó privadamente si concurría a la comida donde el Cardenal, a pesar del fracaso anterior, le di mi opinión diciéndole que era su deber asistir. También debiera pesar en tu conciencia un hecho: a ti te consta que yo no quería ser candidato a senador por Santiago. Cuando la mesa insistió, estando tú presente como parte de ella, dije la razón que tenía para no aceptar, y que era mi posición frente al gobierno de la Unidad Popular; el juicio que yo tenía de este gobierno, la catástrofe que se preparaba para Chile, y que yo en ese contexto daría la campaña, porque no podía hacerlo de otra manera y que si ustedes no estaban de acuerdo con esa posición no tenía objeto en que insistieran en que fuera candidato. En eso fui extremadamente claro e insistente, y tú que has sido siempre muy honrado para tus cosas no puedes dejar de reconocerlo. Nada, pues, de mis posiciones posteriores pudieron extrañarte, porque fueron debida, explícita y reiteradamente advertidos respecto a cuál era mi posición. Y en esas condiciones me insistieron, designándome. Cuando yo veo la oposición que le hace el comunismo al gobierno DC en Italia, cuando veo lo que ocurre en Portugal, en Grecia y en otras partes, confirmo cada una de mis posiciones. Tú me dices que la Democracia Cristiana de Portugal no era claramente democrática y que ese militar era una persona extraña, que así te informaron los DC españoles. También lo sé. Leo diarios italianos 205 que me llegan con regularidad. Leo Il Popolo, el órgano de la DC, y me di el trabajo de seguir todo el debate del Consiglio nacional de Febrero y las posteriores campañas: la ley para garantizar el orden público y la seguridad y el voto en contra del Partido Comunista, después de haber hecho campaña en contra de la Democracia Cristiana, porque ésta era débil para mantener el orden público; y después cuando quiere intentarlo, la atacan por vinculaciones fascistas. Leo también Le Monde y el New York Times y otras revistas de manera que a pesar de no estar en Europa creo tener una información adecuada y no simplificada de los fenómenos. Lo que es un hecho es que el PC con un 12% del electorado tiene más poder que los sectores democráticos con 60 o 70%. Esta es la misma línea que siguieron en Hungría, cuando con el 17% del electorado se quedaron con el país, la misma línea de Checoslovaquia y la misma que siguen en cualquier parte. Los detalles importan poco frente a una línea de conducta siempre igual y a una estrategia no variada y sólo a tácticas diversificadas. Los DC italianos —he leído sus declaraciones— han dicho una cosa muy razonable "Mientras la adhesión a la democracia del PC sea sólo táctica y mantenga su filosofía y su estrategia muy clara para llegar a una dictadura totalitaria, no hay base para un acuerdo". Yo quisiera ahora también, porque ni me has colocado en esa situación, decirte lo que yo pienso de algunas actuaciones tuyas. Creo, en primer término, que tú cometiste un error político inmensamente grave, sin quererlo, porque nunca he dudado de tu lealtad y de tu rectitud. ¿Cuáles son esos errores? Yo creo que tus actuaciones amistosas y privadas, aunque fueran autorizadas por la directiva o no autorizadas porque tú eras parte de ella muy fundamental, los contactos que tuviste con el propio Presidente Allende, nunca fueron claros. Fueron emocionales, amistosos y dieron pábulo para que él creyera que podía dividir o manejar a la Democracia Cristiana. Si se hubiera sido claro y más rotundo desde el comienzo y él hubiera visto un bloque en esa posición, tal vez se habrían evitado los daños posteriores y quizás llegado a un acuerdo. Y digo tal vez, porque creo que la temática en que estaba él empeñado y las fuerzas políticas que lo acompañaban lo habrían hecho imposible. Ignorar ahora todas las declaraciones del Partido Socialista, el Partido Comunista y el MIR y 206 sus actos es imposible. Creo también que nunca has hecho una valoración exacta de los actos del gobierno de la Unidad Popular que llevaron al país al despeñadero, a la violencia, a los cordones industriales, a las tomas, a los territorios ocupados por el comandante Pepe y otros, al control de las poblaciones, etc. Esa valoración es posible la hayas hecho en las conversaciones privadas, porque te sé muy claro para ello, pero nunca en público. De tal manera que tú apareces, quiéraslo o no, avalando o cohonestando ese gobierno que tú estimabas correcto y aún ejemplarmente democrático. Oscar Waiss, que dirigió el diario La Nación, órgano oficial del Gobierno en el Nº 600 de la revista "Política Internacional", publicada en Belgrado en abril de 1975, hace una serie de afirmaciones que por milésima, no por centésima vez, confirman mi diagnóstico y no el tuyo. Si las hubiera citado en el prólogo del libro de Arriagada diría que era para justificar la dictadura y no para demostrar cuáles fueron las causas de la quiebra de la democracia en Chile, sin cuyo reconocimiento no habrá reconstrucción democrática. Te citaré algunas de ellas. Al señalar las grandes realizaciones del gobierno de Allende termina el párrafo con esta frase: "La reanudación de relaciones diplomáticas y comerciales con los países socialistas, que permitió mejorar con independencia el intercambio mercantil". Grosera mentira, ya muchas veces repetida, pues esta reanudación se hizo en nuestro gobierno. Subrayo nuestro. Igual cosa respecto a la Reforma Agraria. Igual cosa respecto a la nacionalización, etc. Se diría que no hubo gobierno DC. Eso es engañar deliberadamente. Otro párrafo: "Y la brutalidad sin precedentes del golpe se explica por el temor de una guerra civil, muy proclamada por algunos sectores de la Unidad Popular y de la extrema izquierda y muy poco preparada realmente". El hecho político es que se llevaban proclamando la guerra civil. Otro párrafo: "Tememos que un estudio desapasionado y objetivo demuestre el bajísimo nivel de la producción agropecuaria en el período de la Unidad Popular, en todo caso, ella no disminuyó la crecida cuota de importaciones en este rubro, que se convirtió en uno de los factores determinantes del colapso". La verdad es más dura y la dije oportunamente: de 14 de millones de qq. de trigo en 1970, para citar sólo ese ejemplo, bajaron a menos de 8. 207 Naturalmente, eso explica el colapso al cual se refiere el señor Waiss. Otro párrafo: "El revolucionarismo de algunos alentó las tomas indiscriminadas y el Estado debió hacerse cargo de manufacturas insignificantes o de pequeñas fábricas que exigieron, además, un recargo burocrático". Sin comentarios. Otro párrafo: "Entre las palancas que se dejaron en manos de la reacción estuvo la posesión de la mayoría de los medios de comunicación de masas". Olvidan lo que hicieron con la TV Nacional, que nosotros establecimos en Chile, y que convirtieron en un instrumento a su servicio; que además se tomaron el Canal 9. La oposición sólo tenía el Canal 13. Olvida además, que se compraron más de 80 radios y que disponían de un poder de prensa equivalente, al menos, al de sus adversarios. La próxima vez no habrá diarios que estén en desacuerdo con el gobierno. Por lo demás, eso queda explícito en la siguiente frase: "Muy bien pudo permitirse a las masas adueñarse de esos medios y proceder ante los hechos consumados". "Una revolución o un proceso revolucionario que se inclina ante la legalidad burguesa resulta más papista que el Papa". Otro párrafo, que subrayo en forma especial: "Porque en estos errores o sin ellos habríamos desembocado fatalmente en el mismo punto, con la diferencia de que, evitando los errores, la relación de fuerzas nos habría favorecido y hubiéramos sido nosotros los dueños de resolver el cuándo y el dónde”. O sea, ahora el señor Waiss confirma lo que muchos dijeron. Otro párrafo: "Coincido plenamente con el camarada Carlos Altamirano en que es mucho más grave lo que no se hizo que lo que se hizo. Los propios militares golpistas no podían convencerse de que los alardes de una guerra civil no pasaban de ser más que eso: amenazas inconsistentes”. De este párrafo y el contexto se deduce que para otra vez no se van a dejar llevar de alardes inconsistentes. En todo caso, es muy grave que los gobernantes porque eran los gobernantes alardeen de guerra civil. Termina ese párrafo con esta frase: "El MIR, provisto de un armamento bastante sólido, evidenció su debilidad orgánica retirándose sin intentar atrincherarse en los cordones industriales como estaba 208 previsto. La estridencia revolucionaria se derrumbó como un castillo de naipes". Este párrafo al director del Diario Oficial e íntimo amigo del Presidente, revela lo siguiente: 1) que el MIR tenía un armamento bastante sólido. A confesión de parte...; 2) establece que estaba previsto atrincherarse en los cordones industriales. Luego, había planes y cordones. Termina este artículo diciendo lo siguiente: "El choque iba a producirse de todas maneras, fuere cuales fueren las concesiones del gobierno y parecía imposible que el Presidente de la República, militante del Partido Socialista, se desentendiera de la consigna básica de su partido que era la de avanzar sin transar. Había llegado el momento de echar el fetichismo legalista por la borda; el momento de llamar a retiro a los militares conspiradores; de destituir al Contralor General de la República; de intervenir la Corte Suprema de Justicia y el Poder Judicial; de incautarse El Mercurio y toda la jauría periodística contrarrevolucionaria...". "resultaba mejor para dar el golpe, pues el que pega primero pega dos veces". Seguramente tu argumento va a ser: es la opinión de Oscar Waiss. sin embargo, esto confirma todo el libro de Arriagada. Es posible también que se diga que yo estoy justificando el golpe al citar este artículo escrito por un hombre prominente de la Unidad Popular, que está totalmente de acuerdo con lo que dice su secretario general, señor Carlos Altamirano. Tampoco tú has evaluado, a mi juicio, todos los ataques de que fui víctima, el partido y yo, que he sido tu amigo durante toda una vida, al que trataron de asesino, dijeron que me financiaba con el tráfico de drogas, incluso atacaron hasta mi familia. Todo eso fue tolerado. Reconozco que dos veces tú protestaste por ello, pero es muy distinto, Bernardo, protestar y dejar constancia de la protesta, pero seguir en una misma línea de contacto con los infamadores. Tampoco veo nunca una valoración de tu parte de lo que fue nuestro gobierno, de todo lo que hicimos en el terreno económico, político y social. Tampoco recuerdas las locuras ideologistas que se apoderaron del partido, que siendo yo Presidente tuve que soportar, y que el peor ataque que se había hecho de nuestro gobierno partiera desde dentro del partido. Recordarás que te pedí afrontaras esa situa209 ción y fueras candidato, cuando la UP rechazó la proposición unitaria. Me dijiste que no tenías ánimo para ello. Tú vives haciendo el proceso del partido. Tú me dirás que no, pero es así. Tengo a mi vista el N °4 de la revista "Chile-América". Todo esta allí calculado, medido y pesado para distorsionar los hechos y sobre todo —no creas que sufro de delirio de persecución— pero conozco las técnicas modernas para destruir a las personas. Cada vez que se nombra a don Sergio Ossa o a Juan de Dios Carmona se les agrega y subraya el título de "ex ministro de Frei", cuando no se le agrega la frase "íntimo amigo de Frei". No hay duda de que son mis amigos, lo que no quiere decir que esté de acuerdo con ellos. Desde luego, todo el partido en Chile sabe que cuando hicieron su declaración yo estaba fuera del país y que inmediatamente después de llegar les manifesté mi rotundo desacuerdo con tal documento, que consideré un grave error político. Pero yo me preguntaría, ¿por qué cuando se dice don Bernardo Leighton no se pone también "ex ministro y ex Vicepresidente del gobierno de Frei?" ¿Sólo fueron ministros Ossa y Carmona? ¿Por qué no se dice de Radomiro Tomic o de Gabriel Valdés ex ministros de Frei? Tú dirás que fuiste ministro por méritos propios y que nada recibiste por el hecho de ser ministro mío. No lo dudo. Pero es un hecho que formaste parte de ese gobierno y hay otros que no eran nada políticamente y que si hoy tienen una situación es por haber sido ministros de ese gobierno. Pero resulta que dentro de la técnica de la revista que tú oficialmente patrocinas, sólo son ex ministros los que les convienen a sus redactores. Lo demás se ignora y deliberadamente se calla. En una palabra, se trata de presentar mañosamente una imagen que me perjudique. No es casual lo que ocurre en los diarios italianos. No es casual que recientemente Le Monde hizo una relación de lo que sucede en Chile afirmando que las bases DC están cada vez más en contra de la posición del gobierno, pero deja caer la siguiente frase: "a pesar de los reiterados rumores de contactos del ex Presidente Frei con el general Pinochet". No pueden afirmar que esos contactos existen, pero dejan caer la frase con la suficiente insidia y maldad para hacerme aparecer a mí en posición distinta del partido. Resulta que cuando el partido se pone duro, yo estoy en desacuerdo 210 en ese mismo momento. Por ningún motivo conviene que yo aparezca unido al partido en una buena posición. Todo esto es aceptado, es avalado y es aprobado por ti y así como tú dices que con mis actitudes yo había posibilitado el golpe, yo te digo que cada frase tuya contribuye a esto mismo. "Quiero mucho a Frei como amigo, pero no votaré jamás por él para Presidente por los tremendos errores políticos que ha cometido. Votaré por él para senador". Te estoy muy agradecido por considerarme todavía apto para ocupar una senaturía. Pero no te inquietes. Aunque sé que tú no tienes ambiciones, diles a algunos de tus amigos que no se preocupen. A mí me queda poca cuerda y no creo que una candidatura mía sea una solución para el país, ni muy remotamente. Son declaraciones excesivamente inútiles, y dado lo que está viviendo el país, el colocarme como posible candidato es, con buen humor, querer tomarme el pelo o colocarme como un ambicioso, el cual no contaría con tu voto. Toda esa otra historia no se cuenta. En cambio se quiere presentar al partido en la peor posición. ¿Qué dirías tú, por ejemplo, si la gente conociera la carta enviada por Radomiro Tomic al general Gustavo Leigh el 23 de diciembre de 1973? ¿Por qué ella no forma parte también del historial del partido? Vamos a leer algunos párrafos; en su primera parte dice: "Estaba convencido de que la Unidad Popular había malogrado miserablemente la oportunidad que tuvo de abrir una nueva época en la historia de Chile; que estaba literalmente agotada como fórmula de gobierno; y que la desintegración notoria y galopante del régimen llevaría a la renuncia de Allende sin que fuese indispensable el pronunciamiento militar y los inmensos riesgos potenciales del enfrentamiento armado". O sea, éste era un gobierno que malgastó miserablemente la oportunidad, que estaba literalmente agotado y el régimen desintegrado. Según esa opinión, había que esperar sólo que cayera. Pero como es lógico, parece que había otros que pensaban que no iba a caer, sino que en vista de su desintegración habría un autogolpe. Eso piensa el señor Waiss, al menos. En otro párrafo de esa carta subtitulado "La realidad política, social y económica del país" se escribe textualmente: ..."La define Ud. —y es imposible no comprartir este planteamiento— (se refiere al texto del discurso del general 211 que reproduce) como expresión malsana y ya intolerable del deterioro moral, institucional, gestado gradualmente a lo largo de muchos años y gobiernos y del cual la UP no fue el origen sino la expresión final. Todo ello como consecuencia de los vicios que su discurso señala: el efecto corrosivo del apetito del poder a cualquier precio, de grupos o individuos; del partidismo sectario y voraz; del excesivo ideologismo; del desprecio por las virtudes sólidas, como la confíanza en el propio esfuerzo, el trabajo y la disciplina; de la imitación alienadora de modelos extranjeros." Y entonces el autor de la carta dice: "Todo eso es cierto". En consecuencia, según esta carta, la realidad de Chile es que era la expresión malsana y ya intolerable del deterioro moral institucional. Aquí hay un juicio rotundo, más definitivo que todo el libro de Arriagada y que mi prólogo y una concordancia, pues se le dice que "es imposible no compartir sus planteamientos" y que "todo eso es cierto". No quisiera alargarme, pero al final se hacen afirmaciones como éstas. Se le dice al señor Leigh que la Democracia Cristiana, "comprometida desde su fundación a la sustitución del capitalismo; adherente sin ilusiones a la legalidad del viejo orden; participante a desgano del juego partidista tradicional [...] sigue estando dispuesta para un programa revolucionario auténtico". Se dice después que la DC en un esquema revolucionario así, "podría integrarse, y la respuesta dependerá directamente de la autenticidad del esquema al cual se le pide integrarse. La idea de la sociedad democrática y socialista deberá lograrse en un esquema fundamentalmente distinto del que emana de la llamada democracia representativa...", etc., etc., etc. Si yo hubiera escrito eso, seguramente tú lo habrías publicado en tu boletín, en tu revista, con los subrayados, presentándome como un individuo que ofreció el partido a la Junta e incluso planteaba su disolución para un nuevo orden en que desaparecería la democracia representativa. Pero como no fui yo el que escribió esa carta, ella no tiene importancia, porque no contribuye a infamarme a mí. Si yo hiciera uso de esta carta citando estos párrafos cometería un grave daño moral y una injusticia, porque naturalmente esos párrafos 212 están en el contexto de una carta muy extensa, cuyos juicios yo no comparto, pero que contiene los puntos de vista coherentes de una línea de pensamiento que ha seguido el autor. Por eso creo que sería desleal juzgarme a mí hasta por el texto de una conversación telefónica con un hijo mío a propósito de hechos conocidos, o por una reunión en casa de Lagarrigue que no ha existido, etc., etc. Por eso, así como no he negado ningún hecho que me concierne, encuentro extremadamente grave el siguiente párrafo publicado en una revista de tu responsabilidad que comienza así: "Informaciones periodísticas revelan que en Santiago en casa de Javier Lagarrigue, "íntimo amigo de Frei", se produce un encuentro entre el ex Presidente y su antiguo amigo el General de División Oscar Bonilla, etc., etc […] En ese encuentro Frei aseguró que el Partido apoyaría el envío inmediato de una carta informativa a los partidos de Unión Mundial de la Democracia Cristiana. Igualmente se acordó la urgente salida de una delegación del PDC al extranjero...". Al respecto, quiero ser muy preciso. No he asistido a esa reunión. No sabía de ella hasta leerla en tu revista. Fui hoy donde Javier Lagarrigue. Te acompaño una carta de él. Jamás he ofrecido el apoyo del Partido a la Junta. Esa es una grosera mentira y considero un insulto y una canallada el afirmar que mi carta a Rumor fue acordada con un personero del Gobierno Militar. La carta fue escrita por mí sin previa consulta con nadie, porque consideré un deber moral hacerlo para levantar los cargos inicuos que se hacían en contra mía personalmente. La única persona que conoció esa carta en Chile, una vez redactada fue Patricio Aylwin, y fue muy similar a un documento por él mismo elaborado. La carta no se conoció en Chile y la repartí privadamente a dirigentes DC de Europa. Sólo fue publicada aquí a raíz de la protesta de Fuentealba, como una manera de atacarme y eso hace más de un año después. He recibido muchos ataques insidiosos que han querido deshonrarme, pero ninguno me ha herido tanto como esta afirmación que aparece en una revista, repito, patrocinada por ti. Enseguida se refieren a una conversación que tuve con mi hijo Jorge. Tengo que recordar también este hecho. El día 15 de septiembre varias radios del exterior dieron la noticia de que yo había sido muerto. Muchas personas que las oyeron en Chile corrieron a mi casa y a la casa de 213 mis hijos. En ese instante pensé que estando mi hijo Jorge en Roma, se desesperaría al saber la noticia. Por este motivo conseguí se me autorizara una llamada telefónica, para lo cual llamé a mi ex edecán, general Bonilla. Creo que éste no es un delito, como se trata de presentar en tu revista. Le dije que estuviera tranquilo, que nada me había ocurrido y que en general en el país reinaba la tranquilidad y que incluso en las poblaciones habían aparecido banderas chilenas. Jorge le contó esa conversación a un periodista italiano que se pasaba por amigo mío, el cual naturalmente adaptó la información a su entero amaño. No tengo otra explicación, salvo que se hubiera grabado la conversación en el exterior. Ninguno de esos procedimientos es honroso, pero se utiliza en mi contra. A la entrevista del ABC ya me referí. Pero una cosa queda en pie: yo no sé si tú te dedicas a escribir la revista, pero tu nombre es el que le da cobertura, y puedo decirte que además de interpretar mañosamente algunas de mis actuaciones, contiene como ya te dije, infames mentiras. Perdona que hable con la franqueza a que tú me incitas. Pero leer semejantes cosas me han producido no sólo desazón sino que una profunda amargura. Que lo hagan los adversarios, lo comprendo y no me duele. Pero que lo hagan los amigos, me hiere muy adentro. Habría otras cosas que agregar. Yo comprendo que en un partido se haga una autocrítica, que nada se oculta, que todo se analice, que cada uno cargue con las responsabilidades que corresponde y que el partido lo juzgue y lo castigue si es necesario. Eso no sólo me parece conveniente sino indispensable. Pero ningún partido que yo conozca admite que esa autocrítica la haga un prominente miembro del partido en una revista, acompañado de personas que no son miembros del partido, que lo han atacado y lo han criticado o abandonado. Eso no lo acepta ninguna organización política, democrática o no. Todo su contexto aparece dirigido a mostrar que hay dos partidos, el de los buenos, de los rectos que no se equivocaron y el de los malos equivocados, para difundir esta idea entre los DC del mundo y naturalmente entre los que no lo son y presentar debidamente adosada la información. Esa no es una autocrítica. Eso es tratar de destruir un partido. Y eso es absolutamente incomprensible. 214 La presentación de los hechos es parcial. Es cierto que si yo cojo de un párrafo una que otra declaración, y más aún si invento algo como es el caso que he señalado, puedo distorsionar la verdad por completo. Nada se dice, en cambio, del enorme esfuerzo, que nunca será bien apreciado, de la gente que se hizo cargo del partido en esta etapa. De su lucha amarga y silenciosa por sostenerlo; por recibir cada día las tribulaciones de tanto militante que ha perdido su puesto, que pasa hambre, que sufre vejaciones o que es detenido; de las mismas gestiones, a veces dolorosas y hasta humillantes para defenderlos; de esa resistencia sorda, permanente, para defender a las personas, a los derechos humanos; la actuación de tantos abogados y militantes nuestros en ayuda de las víctimas, como es el caso muy honroso de Jaime Castillo, como el alegato ante el Tribunal Militar de Antonio Recabarren en San Fernando; como son los escritos de Orrego; como es la acción de nuestras juventudes. En la parte final de tu carta citas un párrafo mío del prólogo al libro de Genaro Arriagada: "Chile está viviendo una tragedia, nuevos odios no pueden sustituir a los antiguos y nuevos apetitos y sectarismos no pueden reemplazar a los viejos". Y sigues: "por fin un punto de total acuerdo. Esa es la meta que yo busco, ahora que por caminos diferentes, mas no contrapuestos, a los que tú has escogido". En este caso también olvidas que al final de mi carta a Rumor señaló cuáles son los objetivos de la Democracia Cristiana. No digo en ella que los objetivos son debilitar la acción del partido, ni justifico ni apoyo a la Junta. Digo categóricamente que los objetivos del partido son luchar por la vuelta a la democracia, por la defensa de los derechos humanos, etc., pero eso no se aprecia cuando hay un prejuicio y una posición a priori para juzgarme. Hay ahí el deseo de un daño moral que rechazo. Sostengo allí lo mismo que sostuve en la parte del prólogo que tú reproduces, con la que te manifiestas de acuerdo. Escribir esta carta ha sido duro para mí. Desde Nueva York te escribí sólo expresándote mi solidaridad como amigo, mi recuerdo y mi afecto. No había allí ninguna alusión a posiciones políticas. Tú me contesta una carta igualmente afectuosa, pero en la cual hacías una serie de observaciones de carácter político, por lo que yo estimé 215 necesario representarte algunos de mis puntos de vista. Tu respuesta fue muy categórica. Rechazabas algunas de mis afirmaciones, calificabas otras, y hacías una lista de cargos respecto de mis actuaciones. No referirme a ellas habría sido aceptarlas. Al iniciar tu carta me invitas a la franqueza y me dices que es inútil proceder de otra manera. He querido ser bien franco, como tú lo has deseado. Habrá tiempo para debatir nuestros desacuerdos y hacer un juicio sobre nuestro pasado. Lo único que me importa ahora es trabajar con los pocos medios que tengo para que se restablezca alguna vez la normalidad democrática en nuestro país. Estoy profundamente angustiado, porque creo que en la actual situación cada día se ahondan más los odios, los resentimientos, los atropellos, la situación económica es desesperada, la gente está sufriendo mucho y todo eso no conduce a una salida racional y pacífica. Doblo esta página. Habrá alguna vez posibilidad de volver a abrirla. Seguir esta discusión, en este momento, es inútil, cuando lo que el país quiere es una salida. Tú me dirás que si pienso así, por qué te escribo tan largo. Piensa que es, en definitiva una señal de amistad, porque no se borra de una plumada tan gran parte de la vida. Tu amigo, Eduardo Frei Montalva P.S. Te incluyo entrevista reciente a una publicación colombiana. 216 4. CARTA DE BERNARDO LEIGHTON A EDUARDO FREI MONTALVA Roma, 26 de junio de 1975 Señor Eduardo Frei M. Santiago, Chile Querido Eduardo: Mientras preparaba mi nueva carta en contestación a la tuya, de fecha 22 de mayo, me han llegado las informaciones sobre tu espléndida entrevista de "Ercilla", por la que te felicito sinceramente, como también por la que publicaste en "Nuevas Fronteras" y tienes la amabilidad de acompañar a tu carta. En razón de estas entrevistas he estado a punto de no volver a nuestra polémica epistolar a cambio de limitarme a la búsqueda de lo que puedan y deban tener de común nuestras actuaciones presentes y futuras; creo, sin embargo, que es útil prolongar algo más nuestro debate, dentro del espíritu en que lo hemos enmarcado. Pág. 1 - Prs. 1, 2, 3. Tu respuesta frente a la interpretación mía de la declaración sobre la expulsión de Renán revela que no la has entendido, tal vez, porque me faltó precisión. En efecto, yo no te he supuesto ideas, actitudes o afirmaciones. Simplemente sostuve y sostengo que esa declaración (la declaración, no tú) manifiesta, a mi juicio, confianza en que los actuales ocupantes del poder puedan ser el centro de la reconciliación entre los chilenos. Estas palabras nunca las atribuí a ti, puesto que son mías y tal es, obviamente, el sentido con que las aludí en mi carta anterior. La interpretación de la declaración no la deduje pues de estas palabras sino de su texto, varios de cuyos acápites implican la idea de producir reconciliación y concordia internas, en torno a la actual dictadura, y llegan a señalar que la medida contra Renán pudo ser la obra de elementos incrustados en el Gobierno, empeñados en buscar una situación de conflicto irremediable. Fueron estas expresiones y otras de alcances semejantes las que 217 dieron base a mi interpretación. El recuerdo que te hice de anteriores actuaciones y declaraciones tuyas no tendía a fundamentar mi interpretación que se sustentaba, repito, en ella misma; estaba destinado a explicarte el motivo por el cual me parecía que no debía desconcertarte tanto, ya que mi interpretación no se contradecía con lo que tú habías dicho o hecho con anterioridad. Eso fue todo. Pág. 2 - Prs. 2, 3, 4. Siguiendo el orden de tu exposición dices: "El origen de donde derivan todas nuestras diferencias reside en una visión fundamentalmente diferente de lo que pasó en Chile en los años de la Unidad Popular. Si yo parto de la base de que el gobierno de la UP no violentó las leyes ni la Constitución, que a ojos vista no estaba preparando un golpe dictatorial marxista-leninista, que no se manifestó reiteradamente un gran desprecio por la democracia formal y burguesa, que no se creó en el país un clima de odios insuperables, y no se llegó a la destrucción de la economía que acarrea inevitablemente el trastorno político, no hay nada que decir. Si, por el contrario, ocurrió todo eso y mucho más, como lo pienso, no hay manera de entenderse". Planteado el dilema en estos términos tendrías hipotéticamente la razón; pero ocurre que el dilema está mal planteado. Voy a explicarme: a) "Si yo parto de la base de que el gobierno de la UP no violentó las leyes ni la Constitución". No es este mi criterio; por algo concurrí con mi voto a todas las acusaciones constitucionales que presentó el Partido, porque ésta era una de las armas legítimas que teníamos en nuestras manos para obtener la rectificación de la política del gobierno, que en muchos casos se obtuvo. b) "que a ojos vista no estaba preparando un golpe dictatorial marxista-leninista". Efectivamente siempre pensé que el Gobierno no estaba preparando ese golpe, contrariando los fines de la extrema izquierda y de ciertos elementos directivos del Partido Socialista, muchos de los cuales hicieron públicos sus ataques a Salvador Allende por este motivo. c) "que no se manifestó reiteradamente un gran desprecio por la democracia formal y burguesa". Este hecho es evidente; pero no me parece realista ubicarlo exclusivamente en el campo de la Unidad Popular, puesto que, hasta en nuestro Partido, hubo apreciaciones similares (que tú y yo, entre otros, constantemente combatimos), y para 218 qué decir en el Partido Nacional donde se llegó al extremo de plantear oficialmente la desobediencia civil, como si el Gobierno de Allende fuera una dictadura y no un Gobierno Constitucional. d) "que no se creó en el país un clima de odios insuperables". Para no radicar en la UP toda la responsabilidad de la creación de este clima, basta volver la mirada al slogan acumulemos rabia publicitado por "La Segunda", a los comentarios y crónicas de "La Tribuna" y al grito de guerra de la juventud del P. Nacional: ojo por ojo, diente por diente. e) "y no se llegó a la destrucción de la economía que acarrea inevitablemente el trastorno político". ¿Quién puede negarlo aun cuando exageres el juicio? Pero al propio tiempo, ¿quién puede negar a su vez que los grandes intereses de adentro y de afuera del país, del capitalismo imperialista, que es un hecho en el mundo de hoy, aprovecharon y explotaron los errores de la UP, para actuar de una manera insensata, que tú mismo en más de una oportunidad condenaste? En resumen, las dos visiones de lo que pasó en Chile en los años de la Unidad Popular, conforme a tu descripción, no son dilemáticas pues recíprocamente se interfieren, concordando o discordando, entre ellas, lo que, por tanto, no sirve para señalar el sitio de nuestras discrepancias, que debemos buscarlo a través de otras reflexiones. Declaras que no te interesa discutir aquí las intenciones del Presidente de la República, lo que por mi parte tampoco, ahora, voy a discutirte; pero no considero razonable afirmar que lo haces porque los hechos históricos y políticos se juzgan por lo que realmente ocurrió y no por la interpretación de cuál sería el estado de ánimo de personas que se estiman o se quieren, toda vez que el fondo de tu argumentación pretende justamente demostrar que la intención del Gobierno sería llevar el país hacia una dictadura de extrema izquierda para lo cual señalas algunos hechos que la justificarían y callas otros que prueban lo contrario, aparte de que también fue un hecho histórico, no el golpe dictatorial marxista-leninista, sino el golpe dictatorial fascista. Con todo, estimo conveniente analizar el origen de nuestras diferencias que nos han colocado, todavía hoy, en posiciones tan distantes. Creo que ese origen estaba en que para ti el golpe resultaba inevitable, al paso que para mí siempre fue evitable y nos obligaba a 219 hacer lo inhumano por evitarlo. Tú partías, a mi juicio, de un concepto de fatalismo histórico, opuesto a nuestra doctrina, que siempre supone la libertad en los hombres y en los pueblos, y a nuestra política, desde los tiempos de la Falange, contraria a los extremismos de derecha y de izquierda, caracterizados precisamente por sus concepciones fatalistas. Partiendo de esta premisa, tus actuaciones posteriores fueron consecuentes y afectadas de su error conceptual. Yo partía de la premisa contraria, y pienso, a mi vez, haber actuado en consecuencia. Al final los hechos nos dieron a los dos parcialmente la razón: a mí porque no vino el golpe de extrema izquierda, pero no fue evitable el de extrema derecha; a ti porque vino el golpe, pero no como tú lo imaginabas, ni con los horrores que iba a desencadenar. Por eso, es conveniente la reflexión sobre estos acontecimientos, no sea que tú o yo estemos repitiendo o próximos a repetir equivocaciones similares, que de alguna manera puedan contribuir a hacerle mucho daño a Chile. Y al Partido. Pág. 2. Pr. 6, Pág. 3 Prs. 1, 2. Recuerdo perfectamente tu respuesta a la TV con ocasión de la ceremonia en la Gratitud Nacional. Habría preferido, sin embargo, no verte en ese sitio, como por fortuna no volví a verte más en oportunidades semejantes. Precisamente, por tu calidad de ex Presidente, tu presencia valía inmensamente más que tus palabras y que tu actitud posterior al acto, frente a la Junta, que ya empezaba a demostrar sus intenciones. Por todo esto, me produjo mucha pena observar que yo había tenido el honor de ser ministro de dos de los ex Presidentes asistentes y del padre del tercero. A nadie le faltan motivos para sufrir, Eduardo, en las circunstancias que estamos viviendo. Pág. 3. Pr. 3. Me alegra que tengas dudas respecto a tu declaración formulada cuando la dictadura clausuró el Parlamento. A Lucho Pareto, que la firmó junto contigo, como Presidente de la Cámara, le comuniqué verbalmente, en esos días, lo que yo pensaba acerca de esa declaración, expresándole además mi pesar y mi protesta. A propósito de Lucho, debo decirte que estuvo a verme aquí en Roma y, con gran calidad humana, me dejó de recuerdo el pequeño Tricolor que tenía sobre su mesa de trabajo en la oficina de la presidencia. 220 Pág. 3. Prs. 4, 5.Te cité tu entrevista en el ABC porque, con excepción de tu categórico desmentido en cuanto a Salvador Allende, en el resto la entrevista corresponde sustancialmente a lo que yo mismo te oí sostener en Santiago, antes y después del golpe militar. Pg. 4-Prs. 2, 3, 4. Tocante a tu carta a Mariano Rumor y a tu prólogo del libro de Genaro Arriagada, los justificas en tu obligación de defender a la DC chilena, ante la propaganda marxista en el exterior, y a la necesidad de reponer la verdad histórica de lo acontecido en Chile, debo decirte dos cosas. La defensa de la DC chilena también, por cierto, he debido hacerla yo, aquí en Europa, y no exclusivamente en presencia de ataques de la izquierda, sino ante elementos pertenecientes a los PDC europeos, que sólo conocían directamente de la DC de Chile las declaraciones oficiales, después del golpe, la Carta Informativa N° 20, y los informes verbales de Carmona, Hamilton y Krauss. Algunos habían leído la declaración que hice, con otros parlamentarios y dirigentes DC, el 13 de septiembre. Pero, tu carta y tu prólogo, si bien no los destinabas intencionadamente a defender el golpe y la dictadura, una y otro sirvieron, sobre todo el prólogo, publicado en Chile, casi al año del golpe militar, para defender a éste y justificar a aquélla, todo lo cual formará también parte de la realidad del proceso histórico cuando llegue el momento de escribirlo. Entretanto, todas las opiniones que podemos dar, en pro o en contra, tienen igual valor como antecedentes emanados de personas que los hemos vivido, en no escasa medida, en calidad de actores. Y estas apreciaciones te las expreso, como siempre lo hice antes, de acuerdo a mi manera de hablar y de escribir, al margen de un objetivo, que sería inútil y mezquino, de juzgarte, de acusarte, y mucho menos de agraviarte. Dios ha de permitir, por otra parte, que el Partido, en cuyo nacimiento tuvimos algo que ver, se prolongue más allá de nuestras vidas y estos debates nuestros aprovecharán, seguramente, a quienes necesitarán mañana saber qué sucedió en el interior de nuestra experiencia personal y partidista. Nuestros defectos quien mejor que cada uno de nosotros los conoce y ni tú ni yo nos hemos dedicado nunca a apuntarlos con acuciosidad o a destacarlos con esmero. Lo que hemos hecho ha sido y es, en 221 estos instantes, analizar mutuamente nuestras actuaciones políticas, dentro de las cuales cometer errores no es un defecto y, por consiguiente, señalarlos no es un agravio inaceptable; todo lo contrario, es como tú dices una prueba de verdadera amistad. Con este espíritu recojo y contesto los cargos que me formulas en tu carta. Pg. 7 - Prs. 1, 2. Por lo demás, tú pareces olvidar otra cosa. Hubo varias reuniones del comité político a las cuales asististe tú, Tomic y otros personeros y yo también y con la aprobación unánime de la comisión política se señaló la necesidad de un gabinete en que estuvieran las FF.AA., pero se decía claramente y yo no era miembro de la comisión que no con unos dos o tres ministros superpuestos manteniendo toda la estructura administrativa inferior (subsecretarios, etc.), porque eso se consideraba un peligro y un error. Más aún, hubo una declaración oficial de la Comisión Política al respecto. No olvido esa reunión y muchas otras. Pero, justamente, ese acuerdo que yo compartí planteaba la participación de las FF.AA. en el Gabinete con franco respaldo presidencial y reales posibilidades de acción eficaz. Era, no obstante, evidente la necesidad de caminar con cautela (el 11 de septiembre demostró hasta dónde esa necesidad debía estar presente. Tú dices que se trataba de una maniobra de Allende. El hecho es que Pinochet ha confesado que, desde el 20 de marzo, estaba comprometido con otros ocho jefes militares a derrocar al Presidente de la República). No era, en consecuencia, lógico decapitar de inmediato la administración para entregarla a los militares y estoy seguro de que ninguno en el Partido sostuvo ese desacertado criterio. El Presidente habría tenido que estar loco para aceptarlo. Tus críticas, pues, sólo contribuyeron, cualesquiera que fueran tus intenciones, a agravar la tensión existente y a precipitar la catástrofe. Claro que para proceder de otro modo era indispensable no abrigar en la mente la inevitabilidad del golpe militar, elemento clave, en mi concepto, de tu equivocada actitud reflejada en tus declaraciones de esa época. No trato de sacudirme de culpas, buscando en ti un chivo expiatorio. Jamás he negado la responsabilidad que todos los políticos chilenos, yo entre ellos, tuvimos en los hechos que precedieron, no 222 que justificaron, el 11 de septiembre. Así lo he sostenido en repetidas ocasiones públicas y no públicas, de palabra y por escrito. Pg. 7 - Prs. 3, 4. “Es un asunto nimio. Refiriéndote a mi afirmación de mi carta anterior en la que te indicaba el error de suponerme en actual exilio voluntario", escribes: "La verdad es que en el carácter de proceso que le has dado a mi carta, cometí un error. Podría invocar para él el que no me fijé atentamente en su redacción, puesto que comenzaba por decirte que considero una infamia que se te niegue volver a tu Patria". No es cuestión de hermenéutica, tampoco en este caso, porque en ninguna de tus dos cartas primeras aparece que atribuyas a una infamia de la dictadura mi permanencia en Europa. No es, consecuencialmente, el carácter de proceso que concedes a mi carta lo que te presenta cometiendo un error de hecho, por el cual desde luego agradezco tus excusas. Pág. 7 - Prs. 5-/8, íntegra copio: "los que creyeron posible la colaboración, nunca recibieron una proposición seria y aceptable. Esto no es verdad, e incluso tengo escritos los hechos que demuestran lo contrario. Que la gran prensa guardara silencio o tergiversara, es cuento aparte" (tomado todo este párrafo de mi carta anterior, reproducido por ti), y agregas: "yo no puedo saber cuáles son los hechos a que tú te refieres mientras no los des a conocer. Desgraciadamente en los años de la Unidad Popular tampoco tuve ocasión de conocerlos, lo que lamento profundamente, pues creo que tenía derecho a estar informado en una materia tan trascendental". Las cosas no fueron así. Tú estabas informado en algunos casos y en otros debieron informarte. Vas a verlo. La legalización de la Central Unica de Trabajadores y la reforma de la ley fundamental de la Universidad del Estado, fueron hechos públicos y en ambos casos las soluciones encontradas nacieron de proposiciones de Gobierno, que se debatieron en las Comisiones del Senado o fueron ampliamente publicadas. Las conversaciones oficiales del Gobierno con la DC, por iniciativa del primero, en el invierno del año 72, sobre el área de propiedad social, la participación laboral, las intervenciones en las empresas, las empresas de trabajadores, etc., en base a proposiciones del Gobierno y nuestras, llegaron a concretarse en acuerdos que, en opinión de la 223 Comisión que nombramos para el trabajo respectivo, cubrían más del setenta por ciento de las materias en debate. Es cierto que no tuvieron éxito las iniciativas de Radomiro y de Narciso y que fracasaron las conversaciones Allende-Aylwin. Todo aquello fue una gran lástima. Pero la responsabilidad no corresponde íntegra a los actores directos. El clima de sospechas, insidias, flechas lanzadas desde las sombras (en frases de don Rafael Luis Gumucio), inteligentemente fabricadas por la extrema derecha, con la torpe e inconsciente colaboración de la extrema izquierda, dificultaron más allá de lo previsible la salida sensata. A pesar de todo, después del fracaso de las conversaciones AllendeAylwin, se reiniciaron conversaciones privadas, con conocimiento y aceptación de Patricio (quien no puede haber dejado de informarte), entre personeros del Gobierno y de la DC. Renán y yo estuvimos como interlocutores, fuera de dirigentes, universitarios, profesionales y gremiales pertenecientes a la DC. Mediante estas conversaciones, en que participó con singular empeño Carlos Briones, se lograron soluciones en el problema del Mineral del Teniente, en la huelga de los médicos, en el conflicto del Canal 9 de TV, en las dificultades producidas en el escalafón del Ministerio de RR.EE., y se adelantó una fórmula para la promulgación de la reforma constitucional y para la dictación de la ley sobre distribución alimenticia. Como es lógico, de los hechos precedentes tuvieron conocimiento, según el caso, el Consejo Nacional del Partido, y Patricio Aylwin; luego no puedes hacerme el cargo, implícitamente, de no tener ahora autoridad moral para recordarlos en mis cartas. Pág. 9 - Prs. 1, 2. Cuando te pedí que fueras a hablar con Allende, alrededor de unos diez días antes del golpe, yo conocía las condiciones que habías puesto en mayo, para celebrar una entrevista con él. No es el momento de discutir si fueron o no las más adecuadas. Sólo que en septiembre las circunstancias se habían tornado bien diferentes y Allende y tú por las funciones que desempeñaban y el ambiente público que influenciaban, eran las únicas dos personas en el país, capaces de hacer con éxito el supremo esfuerzo para evitar lo peor. Quizás, Allende debió dar el primer paso; pero, yo en lugar tuyo no lo habría esperado. Lo que estuviste de acuerdo que hiciera Aylwin, 224 pudiste haberlo hecho tú, seguramente en condiciones cien veces más cargadas de posibilidades de éxito. Pág. 10- Pr. 2. Recuerdas la reunión de la Directiva del Partido, durante la cual te insistimos en tu candidatura a senador por Santiago y en que tú fuiste muy claro para señalar el contexto en que darías la campaña. Es verdad y dentro de ese contexto diste la campaña. Yo mismo te acompañé en parte de ella. Por favor, Eduardo, no es eso lo que estamos debatiendo. El contexto decía: Vendrán días mejores. Y nuestra controversia recae, en el fondo, sobre el golpe militar, que para ti era inevitable. Reconozco que cometí el grave error de no calcular la repercusión futura que tendría esta equivocada apreciación tuya, en especial debiendo haber advertido la probabilidad de que ocuparas la presidencia del Senado, como sucedió. Confieso que de haber calculado bien, no habría insistido tanto en tu postulación. Tal vez, me habría opuesto. Pág. 11 - Pr. 3. Sin saber detalles, me enrostras mis contactos con el Presidente Allende, "los que nunca fueron claros. Fueron emocionales, amistosos y dieron pábulo para que él creyera que podía dividir o manejar a la Democracia Cristiana". No puedes concebir el límite de la falsedad en que incurres. Te haré una comparación que es válida para este respecto. No pensarás que no fui claro, cuando conversábamos, siendo tú Presidente y durante y después de ser yo tu ministro. Pues bien, igual procedí con Allende. Nunca me faltó ni la claridad ni la franqueza. Por lo menos, para formarte un juicio, debiste averiguar mayores detalles directamente de mí. Pág. 11 - Pr. 4. Copio: "Creo que nunca has hecho una valoración exacta de los actos del gobierno de la Unidad Popular. Esa valoración es posible que la hayas hecho en las conversaciones privadas, porque te sé muy claro para ello, pero nunca en público". Hay entrevistas, discursos en el Partido y en la Cámara (pocos, es verdad), mi propia campaña electoral por radio, que te desmienten; es posible, no obstante, que debí hablar más, mirando ahora las cosas retrospectivamente, para analizar el proceso político y defender a nuestra pobre y vieja democracia, hoy más que nunca vilipendiada y proscrita. 225 Pág. 14 - Pr. 3. "Tampoco tú has evaluado, a mi juicio, los ataques de que fui víctima, el partido y yo, que he sido tu amigo durante toda una vida, al que trataron de asesino, dijeron que me financiaba con el tráfico de drogas, incluso atacaron hasta a mi familia. Todo eso fue tolerado. Reconozco que dos veces tú protestaste por ello". Yo no he llevado la cuenta de las veces que te defendí o dejé de hacerlo, lo que no quita que tus palabras sean de una injusticia atroz. Yo he tolerado que te discutan porque eres hombre público; jamás en mi presencia, que te ofendan. Además, considero que te excedes al escribir: "es muy distinto, Bernardo, protestar y dejar constancia de la protesta, pero seguir en una misma línea de contacto con los infamadores". ¿Qué deseabas? ¿Que cortara relaciones con toda la Unidad Popular? ¿Por los ataques a ti? Ni tú lo hacías. Ese criterio no fue el mío, empezando por no aplicármelo a mí mismo. Siempre he creído, también tú, que hay que situarse por encima de estas miserias; de otro modo no podríamos vivir ni luchar. Pág. 14 - Pr. 5. "Tampoco veo nunca una valoración de tu parte de lo que fue nuestro Gobierno, de todo lo que hicimos en el terreno económico, político y social". La situación es distinta; tú le das preferencia a lo económico; yo a lo social y político, sin desconocer las limitaciones en que incurrimos. Son dos formas de tratar el tema; las dos son correctas. Tienes la memoria en lo que concierne a mi actitud frente a las divisiones internas. Sería bueno que te hicieras asesorar por dirigentes juveniles de la época y por Narciso Irureta. No capté la idea de ser candidato a la P. de la República, en la oportunidad que aludes, porque, primero (o segundo), no me sentía en condiciones anímicas de serlo y segundo (o primero), porque estaba y estoy convencido que Radomiro era mejor candidato que yo. Nada de esto, entiendo, es materia para formularme cargos. Pág. 14 - Pr. 6 - Pág. 15 - Prs. 1, 2, 3. Copio: "Tú vives haciendo el proceso del partido. Tú me dirás que no, pero es así". Pues claro que te digo que no y no es así. Todas las horas de mi vida las entrego a luchar contra la dictadura que oprime a nuestro país. Y estoy de veras feliz de ver a mi Partido en esta lucha y de empezar a verte a ti. 226 Tú me dirás que era una forma diversa de actuar tras el mismo objetivo, la que ustedes aplicaban hasta ahora o hasta hace varios meses. Como sea que fuere, no puedes negarme el derecho a estar ahora feliz. Ninguno de nosotros vive preocupado de destruir la DC o de mortificar tu persona. Sería desleal, aparte de estúpido y sin sentido. En cuanto a mí, he debido muchas veces salir en tu defensa personal y no son pocos, al revés de lo que sostienes, los que procuran que no se vuelva a los ataques de que fuiste objeto. "Chile América" no es perfecta; pero no tiene la intención ni el poder que le atribuyes. Pág. 15 - Pr. 4.: "Quiero mucho a Frei como amigo, no votaré jamás por él como Presidente por los tremendos errores políticos. Votaré por él como senador". La frase es casi textual, me parece que se la dije a Claudio Orrego. Contiene una pequeña alteración: debe decir: voté y no votaré por él como senador, porque en ese momento recordaba la reunión de la Directiva de Renán que comentas en otra parte de tu carta y en la cual te hice una declaración bastante análoga. Pág. 16 - Pr. 1. No tienes para qué decirme que no me inquiete por asuntos de candidaturas ni darme recados para algunos de mis amigos al respecto. Nunca me he contado entre quienes explican tu actitud cerrada frente a la UP y tu aceptación del golpe militar por tu presunta ambición de volver a ocupar la Presidencia de la República. Me he dado y he dado otra explicación. Equivocada, pero no mezquina. La razón de tu posición la he derivado de un verdadero peso de conciencia por el triunfo de la UP, que vi caer sobre tu espíritu, abrumándolo, en los días posteriores a la elección de Salvador Allende. Aquello te produjo, a mi parecer, una especie de trauma psíquico que te nubló poderosamente la mirada sobre el proceso de la Unidad Popular, la confabulación de la extrema derecha y el golpe militar. Recuerdo conversaciones que tuvimos sobre algo de esta materia en la galería de La Moneda y en tu casa, a raíz del asesinato de Edmundo Pérez. Dices que los hechos de Europa te están dando la razón. Habría que verlo. Yo pienso igual que siempre: para poder oponerse a las amenazas de la dictadura de izquierda, hay que estar en contra de todas las dictaduras. 227 Pág. 17 - Pr. 7 / Pág. 18 - Prs. 1, 2. Después del desmentido de Javier Lagarrigue y de tu carta, no hay duda de que la reunión entre Bonilla, Carmona, tú y Lagarrigue no se produjo en casa de éste y que Javier no asistió a ninguna reunión; pero lo curioso es que reaccionas con inusitada violencia para negar la existencia de un hecho que la publicación no contiene. En efecto, si te fijas bien, las propias frases de la revista que transcribes en tu carta, ellas hablan de una carta informativa a los partidos de la "Union Mundial", en parte alguna de una carta personal tuya a Mariano Rumor, presidente de la UMDC. Es decir, te indignas por algo que no aparece en la publicación. Tu ofuscación me impresiona en el sentido de confirmarme en la información que recibí en Santiago acerca de que se celebró, realmente, en otra casa la mencionada reunión. Sin embargo, el propio Javier Lagarrigue lo único que censura de la publicación es precisamente lo que en ella no se pone, o sea, la carta tuya a Mariano Rumor. En la carta que me escribes dices textualmente: "si la reunión hubiera existido, no habría habido nada de deshonroso en ella". Luego, la publicación, que, repito, no habla de tu carta a Rumor, no es deshonrosa para ti ni merece, por tanto, los términos con que la calificas. Pág. 18 - Pr. 4. Si hubiera yo sabido, como ahora lo sé por tu carta, el motivo de angustia paternal que te movió a comunicar a Jorge las noticias publicadas en la revista, tomadas del New York Post, habría pedido que no se hiciera la publicación. El periodista a que te refieres, que es mi amigo, sostiene que Jorge le pidió en tu nombre dar las noticias en Italia; él no consideró bueno para ti ni para nadie, políticamente, acceder a la petición de Jorge. Pág. 19 - Prs. 2, 3. Escribes: "Yo comprendo que en un partido se haga una autocrítica, que nada se oculte, que todo se analice, que cada uno cargue con las responsabilidades que corresponde y que el partido lo juzgue y lo castigue si es necesario. Eso no sólo me parece conveniente, sino indispensable. Pero ningún partido que yo conozca admite que esa autocrítica la haga un prominente miembro del partido en una revista, acompañado de personas que no son miembros del partido, que lo han atacado y lo han criticado o abandonado. Eso no lo acepta ninguna organización política, democrática o no. Todo 228 su contexto aparece dirigido a mostrar que hay dos partidos, el de los buenos, de los rectos que no se equivocaron, y el de los malos equivocados, para difundir esta idea entre los DC del mundo y naturalmente entre los que no lo son y presentar debidamente adosada la información. Esa no es autocrítica. Eso es tratar de destruir un partido. Y eso es absolutamente incomprensible." Lo incomprensible para mí es que tú no hagas el esfuerzo de pensar que la intención de un viejo amigo tuyo y de otros chilenos, que fueron o pueden ser tus amigos, desterrados de su Patria y viviendo en duras condiciones, sea la que tú presumes y no otra, más lógica, más conforme con lo que tu viejo amigo ha sido siempre, más positiva y más noble. No es pedirte demasiado. Te daré elementos para la rectificación de tu juicio. En primer lugar, la monografía de la DC que pretendes convertir en una autocrítica del Partido, está muy lejos de ser eso, por cierto. No tuvo otra finalidad que describir, en líneas muy resumidas, con evidentes fallas e imprecisiones, la evolución interna de los DC chilenos, a partir del 11 de septiembre, haciendo ver cómo las dos posiciones diseñadas en los primeros días fueron paulatinamente desapareciendo en favor de una línea común de crítica contra la dictadura. No se hacen calificaciones, ni exclusiones; al contrario, en el curso del relato, y aún en el mismo número 4 que comentas, encontrarás parte de lo que echas de menos acerca de las actuaciones de numerosos DC (algunos de los que nombras), en la defensa de los presos políticos, en los comentarios e informaciones radiales, en las publicaciones clandestinas, etc., etc. No es una cosa perfecta y completa. No trata de presentar dos partidos, ni de adelantar el juicio final, señalando desde ya a los buenos y a los malos, sino de exponer una etapa de la vida de un partido, compuesto de hombres libres y falibles, que no tuvo la fortuna de contar con una opinión unánime, entre sus dirigentes más antiguos, el día de la gran catástrofe. Este ha sido, por lo demás, el rumbo seguido por mi actuación en Europa, no exenta de mil limitaciones. Es fácil comprender las complejas dificultades con que tropieza este empeño, proveniente ante todo de mi ubicación fuera del país, mientras la Directiva se encuentra en el interior de él sin libertad de acción, ni de expresión. 229 Las circunstancias anotadas nos exigen a todos un grande y perseverante esfuerzo de clarificación en las ideas y en las conductas, de sometimiento objetivo a las insuperables condiciones materiales diferentes y de comprensión recíproca y fraterna. La unidad fundamental del Partido tenemos que alcanzarla tomando en cuenta estas realidades y, hasta cierto punto, aprovechándolas, lo que a su vez resulta inmensamente difícil por el problema de las comunicaciones, sobre todo de la comunicación personal que suele ser insustituible. No hay más camino que confiar los unos en los otros, aunque no estemos en completo y total acuerdo, por encima de discrepancias que, en tiempos normales, serían inaceptables; pero que la penosa actualidad nos impone tolerarlas. La lucha, en definitiva, no es entre nosotros, es contra la dictadura. Consideremos con objetividad y confianza recíproca la conducta de unos y de otros; así como yo no podría pedirte que en tus entrevistas abordaras a fondo el tema político, porque por razones obvias no puedes hacerlo desde el interior del país, no me pidas que, en el sitio en que estoy, me aísle rígidamente, y no suscriba documentos o asista a reuniones con otros políticos chilenos, por la simple razón de que nos han ofendido o con quienes hemos en otros tiempos y sobre otras materias, discrepado y combatido. Proceder con serenidad de juicio, sin precipitación, es razonable y así procuro actuar concretamente; pero llegar más lejos existiendo la dictadura que sufrimos en Chile, te aseguro, mi querido Eduardo, que lo estimaría una traición a mi país y a mi conciencia. Prefiero, con mucho, correr los riesgos que estoy corriendo, incluidas la incomprensión explicable de los amigos y las injurias de los adversarios, antes de cambiar la línea política que abracé en mi juventud y que, a Dios gracias, me siento con fuerzas para no abandonar. Todo lo que me dices tocante a la carta de Radomiro a Leigh (publicada aquí hace tiempo por el Paese Sera) y a un artículo de Oscar Waiss, francamente pudiste suprimirlo. Con Radomiro tuve discrepancias sobre varias de las materias tratadas en esa carta y sobre su oportunidad; pero encuentro absurdas las suposiciones y comparaciones en las que te extiendes largamente; adquieren el carácter de un desahogo bastante odioso de tu parte. 230 Oscar Waiss es un antiguo amigo mío con quien he mantenido innumerables discusiones, pero los conceptos violentistas que transcribes y que tampoco comparto no constituyeron la orientación básica del diario "La Nación" cuando Waiss desempeñó su dirección. Ese habría sido un buen argumento para tu tesis. Me he alargado casi tanto como tú y por tus mismas y cordiales razones. Te abraza tu affmo. amigo, Bernardo Leighton G. PD. Anoche me llamó Nacho Palma desde Milán, espero con ansias que llegue hoy o mañana. 231 FUENTES BIBLIOGRÁFICAS Libros consultados Acuña, Manuel: “Prolegómenos a las grandes protestas del ‘83”, Editorial Senda/Senda Förlag i Stockholm, 2012. Ahumada, Eugenio y otros: “Chile: la memoria prohibida”, Pehuén Editores, Santiago, 1989, Tomo I, pág. 203. Arellano Iturriaga, Sergio: “Más Allá del abismo”, Editorial Proyección, Santiago, 1985. Campero, Guillermo y Valenzuela, José: “El movimiento sindical en el Régimen Militar Chileno (1973-1981”, Estudios ILET, Santiago, 1° Edición. Capra, Fritjof: “El punto crucial” Editorial Troquel S.A., Buenos Aires, 1998. Cavallo, Ascanio; Salazar, Manuel, y Sepúlveda, Óscar: “La historia oculta del Régimen Militar” Editorial Grijalbo S.A., Santiago, 1997. 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Mårten Arwén-Axzell: “Balada para los ciclos de las estaciones” (novela), agosto de 2008. 3. Gabriel Morales Wilson: “Crónicas desde el país de Ys” (cuentos y ensayos), agosto de 2008. 4. Ricardo Pizarro: “Queridas Patrias” (testimonios), mayo 2009. (Redactor Manuel Pizarro). 5. Enrique Durán B.: “Lluvia de abril” (novela), agosto de 2009. 6. José B. Tusach: “Gráficas de un recorrido” (relatos), agosto de 2009. 7. Carlos Foresti, Eva Löfquist y Àlvaro Foresti: “Textos fundacionales de la narrativa chilena”, septiembre de 2009. 8. Héctor Rodríguez Maturana: “Una existencia” (memorias) noviembre de 2009. 9. Juan Cameron: “Beethoven, el yogurt y nuestros años felices” (ensayo), junio de 2010. 10. Nelson Urra: “Sueños… en el Mar Báltico” (relatos), agosto de 2010. 11. Claudio Zamorano: “La última Thulé” (cuentos), septiembre de 2013. 12. Guillermo Martínez Wilson: “Los caballeros de la sirena negra” (novela), noviembre de 2013. 13. Mercedes Mellado: “Con el latir del tiempo” (selección de cuentos y poemas), septiembre de 2014. 14. Mårten Arwén-Axzell: “Cuentos de ayer, hoy y mañana”, abril de 2015. B. Serie Historia: 1. Manuel Acuña Asenjo: “Las luchas sociales poblacionales”, 1988. 238 2. Manuel Acuña Asenjo: “In Memoriam”, primera edición en 2002; segunda edición, agosto de 2010. 3. Manuel Acuña Asenjo: “Escenarios múltiples para una sola ejecución”, 2005. 4. Manuel Acuña Asenjo: “La crisis del día de San Simón”. Primera edición, agosto de 2006; segunda edición, junio de 2009. 5. Manuel Acuña Asenjo: “La rebelión de los trabajadores forestales” junio de 2009. 6. Nicolás Díaz Barril: “Pablo, Eduardo y Rafael, presente”, octubre de 2011. C. Serie Fragua: 1. Fernando Martínez Wilson: “Ajuste de cuentas” (poesía), julio de 1993. 2. Lorenzo González Cabrera: “Reincidencias” (poesía), mayo de 2006. 3. José Tusach Campos: “Malloco, a dos pasos de vino rojo” (poesía), primera edición octubre de 2007, segunda edición abril de 2009. 4. José Tusach Campos: “Declinaciones de una mirada y archivo de un enganche” (Poesía), primera edición noviembre de 2008, segunda edición abril de 2009. 5. Tania Huerto Jarufe: “Mis pasos… Maestra Vida” (Poesía), agosto de 2009. 6. Jácome, Olga: “Hijo del exilio y otros poemas” (Poesía), julio de 2012. 7. Gabriel Morales Wilson: “El poema de Ys” (Poesía), mayo de 2013. D. Serie Ideas: 1. Manuel Acuña Asenjo: “Asilo Político/Asilo Económico: Invitación a un debate a escala ampliada” (debate), primera edición 1992, segunda edición junio de 1993. 239 2. Abel Samir: “Política Internacional y derechos humanos”, 2002. 3. Abel Samir: “Pláticas entre animales racionales”, (ensayo) 2007. 4. Abel Samir: “Al-Kaeda y el volcán del Medio Oriente”, 2008. 5. Luis Alberto Civalero: “Människans Inre Värld”, Den dolda Kontinenten, (ensayo), septiembre de 2009. 6. Mónica Vásquez: “Mandalas”, crónica de un trabajo pedagógico alternativo en un parvulario sueco, abril de 2010. 7. Lionel ‘Kalki’ Glauser: “Ensayos”, selección de cuatro trabajos suyos y una exposición, julio de 2011. E. Serie CODEHS: 1. Nino García Núñez: “Testimonio” (poesía, teatro, ensayo), junio de 2006. 2. Manuel Acuña Asenjo: “Prolegómenos a las grandes protestas del ‘83”, agosto de 2012. 3. Clotario Blest Riffo: “Síntesis del Martirologio de la clase trabajadora chilena”, julio de 2015 4. Patricio Orellana Vargas: “Contra la Dictadura”, agosto 2015. 5. Patricio Orellana Vargas: “La represión en Chile 19731989”, noviembre de 2015. 6. Manuel Acuña Asenjo: “Rol de la Democracia Cristiana en la gestación, consumación y afianzamiento del golpe militar de 1973”, septiembre de 2016. F. Serie Corporación 3 y 4 Álamos: 1. Varios autores: “Yo también estuve en 3 y 4 Álamos”, diciembre de 2015. 240