SUMARIO '^-^^-^— • LAS SUBVENCIONES MUSICALES DEL ESTADO LA MÚSICA DE LAS CANTIGAS.- ROGELIO VILLAR LA PALABRA "LIED".-J. SUBIRÁ SCHUMANIANA. - B. GAL VEZ-BELLIDO RECUERDOS DE WÁGNER. - Por MAURICIO KUFFERATH. Trad. de ED. L- CHAVARRI EFEMÉRIDES MUSICALES. - KHRONOPHILOS MÚSICA Y LIBROS FONOGRAFÍA VIDA MUSICAL NOTICIARIO ;• rjUi M«§Í€«crArÍA • PUBLICACIÓN MENSUAL D E L I N S T I T U T O - E S C U E L A DE MÚSICA AÑO II • MONÓVAR, JULIO, 1934 = = = = = = NÚM. 15 Las Subvenciones Musicales del Estado De ningún modo nos anima el deseo de hacer mal, sino muy al contrario, el de procurar el bien, cuando señalamos, los riesgos de la actual situación española en lo que respecta a la música. La opinión pública nos acompaña con sus aplausos y sus alientos en esta campaña noble, rogándonos que sigamos siendo fieles expositores de esa situación, pues nada tiene tanta fuerza como la presentación escueta de los hechos innegables y de sus no menos innegables derivaciones. Tócanos hoy, pues, hablar de otro asunto que sin ser similar al tratado en esta sección de nuestro anterior número, tiene concomitancias con el mismo por varias razones, a saber: por la entidad que lo ha puesto sobre el tapete, por la solución recaída a la hora del fallo y por las acerbas críticas que la resolución—resolución, mas no solución—ha inspirado a la Prensa madrileña independiente. ¿De qué se trata? Del concurso abierto para subvencionar compañías líricas de teatro. Hizo el concurso la Junta Nacional de la Música, en virtud de sus facultades, tras los reiterados esfuerzos—todos malogrados cuando no contraproducentes—para organizar por sí aquellas temporadas del llamado «Teatro Lírico Nacional», en el Calderón, de Madrid, donde se han consumido centenares de miles de pesetas, sin beneficio ni para el Arte lírico español, ni para el repertorio zarzuelístico, ni para el crédito artístico de la entidad organizadora, que vio acumular los fracasos con inusitada rapidez, como lo prueba, junto al desvío del público y la censura de la crítica, la necesidad de cambiar rumbos, disponiéndose por el Ministerio de Instrucción Pública, a cuyas órdenes parece que está sometida esa Junta autónoma, que dejase de organizar aquellas temporadas costosas, y que en su lugar subvencionase compañías. En virtud de esta disposición—que era un solemne Decreto mi147 M U nisteriáí de 10 de agosto de 1933, publicado en la «Gaceta» el siguiente día—insertó la misma «Gaceta», el 7 de febrero último, las bases para la adjudicación de subvenciones, concediéndose un plazo que expiraría en aquel mismo mes para presentación de instancias. El 27 de marzo insertó la misma «Gaceta» el anuncio de que la Junta acordaba prorrogar hasta el 31 de marzo la admisión de proposiciones. Es curiosa la reiteración con que la referida Junta suele conceder brevísimos plazos para sus concursos, lo cual dificulta la presentación de quienes quisieran concurrir a ellos, máxime si residen o se hallan fuera de Madrid. Y es curiosa, igualmente, la reiteración con que el fallo, lejos de producir interiores satisfacciones, causa enojos y debates. Que es lo que ha sucedido también, una vez más, en el caso a que nos referimos. Porque la Junta ha acordado conceder dos subvenciones: una, de 25.000 pesetas, a la compañía de Balaguer, la cual venía actuando ya, y otra, de 20.000 pesetas, a la compañía de don Pedro Massa, que estaba por constituir a la sazón y que carecía no sólo de personal, sino de local, en vez de otorgar el galardón a otras compañías que venían realizando una labor meritoria. Por eso ha escrito un diario de izquierdas—«Heraldo de Madrid» — que «se concede una subvención de gran importancia a una hipotética Empresa que por no cumplir ninguna de las condiciones del concurso no respeta ni la primera, por cuanto, según nuestros informes, no puede decir a estas horas en qué teatro ha de actuar la compañía que ¡todavía no tiene formada!, toda vez que aún no se sabe con qué elementos artísticos puede contar». Por eso ha escrito un diario de derechas —«Informaciones» —que «el desdichado organismo tiene la virtud de soliviantar los ánimos en cuanto pone mano en cualquier asunto». Derechas e izquierdas suelen estar en desacuerdo casi siempre; sin embargo, al juzgar, por los hechos, la realización práctica de los proyectos más o menos teóricos de ese organismo singular, muestran una unanimidad de criterio que se presta, indudablemente, a dolorosas lamentaciones. La música valenciana en Nueva York José Iturbi, que en Estados Unidos ha juntado a sus grandes triunfos de pianista sus no menos grandes de director de orquesta, ha tenido la plausible idea de asociar a sus éxitos los de la música española y especialmente la valenciana. Y puesto a dar a conocer las obras de autores modernos valencianos, ha comenzado por el maestro Chavarri con sus «Acuarelas» para orquesta de arco. Del éxito puede dar fe el afectuoso telegrama dirigido por el insigne artista a su amigo Chavarri, y que dice así, con fecha 28 del pasado: «Anoche conduje «Acuarelas» en presencia diez mil personas, con la Orquesta «Filarmónica» de Nueva York. Gran éxito. Felicitaciones. Abrazos todo corazón al viejo querido amigo. —Iturbi». El éxito es bien de agradecer a Iturbi, porque se acuerda de ensalzar la música valenciana ilevanaoíd triunfalmente en sus conciertos. Sabemos que ha pedido obras de los maestros jóvenes como Palau, Rodrigo y otros. El arte valenciano está de en horabuena. 148 M U S F La música de las Cantigas Con ocasión del fallecimiento del ¡lustre arabista D. Julián Ribera creemos oportuno publicar el siguiente artículo de nuestro colaborador el maestro Villar. Es imposible, en los cortos límites de una nota bibliográfica, tratar con la extensión que merece el estudio sobre el origen y naturaleza de «La música de las Cantigas», con reproducciones fotográficas del texto y transcripción moderna del docto académico D . Julián Ribera. Esta meritísima obra publicada por la Real Academia de la Lengua, es, en primer término, una historia documentada de la música árabe, de la música andaluza, y, en general, de la música popular española y también europea ( i ) . La autoridad del Sr. Ribera y el orden y método científico que emplea para descifrar la gráfica del texto origina!, hacen de «La música de las Cantigas» un trabajo serio de investigación histórico-crítico del más elevado valor. La tesis del Sr. Ribera—demostrada documentalmente con afirmaciones que echan por tierra una gran parte de lo dicho p o r otros investigadores—es como sigue: que la música de las Cantigas es árabe, y no sólo popularizada en la península, sino p o r otros pueblos de Europa, encontrándose en la obra dg Alfonso X , el Sabio, las melodías originales de casi toda (sino toda) la música que actualmente consideran propia de las distintas regiones de España—jota, zortziko, muñeira, etc—, debido, no a la música indígena popular de la época, sino al ingenio de los moros andaluces, música derivada del arte musical persa, sirio y bizantino, cuyas melodías en parte también griegas y romanas, se ejecutaban al son de laúdes, salterios y arpas. Porque cada pueblo no tiene su música propia, creada como por generación espontánea. El criterio realista está m u y lejos de ser exacto; no tiene cada región su carácter peculiar, sino que el carácter corresponde a cada región. En este sentido, la música nacional, tal como se ha manifestado no existe en realidad; viene a ser una síntesis de toda la música universal popular porque el pueblo no es creador: es repetidor, transmisor, intérprete. « Hace setecientos años—dice R i b e r a — que estamos oyendo la misma música; nos hemos encariñado con ella hasta el punto de asociarla siempre a la expresión de lo más íntimo de nuestras almas. Cada una de las regiones de la península ha escogido de aquella música la parte que le fué más grata; le plugo al aragonés su jota; al gallego su muñeira; al catalán su sardana; al vasco su zortziko; al andaluz sus soleares y sus malagueñas». (i) Las coincidencias que se advierten en una parte de la música popular rusa y española se explican históricamente no por las modalidades antiguas (greco-latinas), sino por descender originariamente de un tronco común único, de la música árabe persa de la Rusia asiática importada a la península por los árabes persas. Los cuadriles artísticos /^a visión de un caucásico Y Una noche entre los zíngaros de Moscou, representados en el teatro de La Comedía, de Madrid, por la compañía el «Pájaro Azul», confirman nuestro aserto. 149 M U «Toda esa variedad regional que tanto entusiasmo nos produce deriva de una escuela de música que se formó en las entrañas de la tradición española, que a todos comprende, y el documento que lo acredita lo inspiró el R e y Sabio». El Cancionero de Palacio de los siglos X V y X V I , transcrito p o r Barbieri, en donde hay una cantidad de melodías árabes, la de las tres morillas me enamoran en Jaén... entre otras muchas, no son originales, sino que sobre ellas armonizaron a varias voces sus glosadores; fué el promotor del trabajo el Sr. Ribera, que será discutido, sin duda, en alguno de sus extremos, pero que es una obra que tendrá que consultar todo aquél que quiera conocer la música árabe, origen de la fuente de la música peninsular como demuestra el Sr. Ribera. En dos errores fundamentales, a juicio del erudito Sr. Ribera, han incurrido los traductores de la música de las cantigas; el de considerar lo que es música profana como música eclesiástica, por haber creído, equivocadamente, que estaba plasmada en los modos de la música de la iglesia y más particularmente el desconocimiento de la métrica, el ritmo de la poesía árabe, elementos indispensables y fidedignos para interpretar y traducir esta música. Y es q u e los músicos eruditos han hecho las traducciones teniendo en cuenta el sistema modal de la Edad Media, sin fijarse en que el pueblo ha cantado siempre en el sistema bimodal, nada incompatible con las modificaciones de los intervalos en los modos menores: sexta menor en unos casos y sexta mayor en otros, y sexta menor en el modo mayor ( i ) . Aplicaban un sis- F í tema modal en el que no está concebida esta música, pues ritmo, armonía, tonalidad y modulación, que los eruditos asignan a la música moderna (siglo X V I ) , aparecen en la música de las cantigas y en los libros de los trovadores franceses, cuyos elementos no conocían los teóricos de aquel tiempo, pues hasta el siglo X V I n o figuran en notación moderna. Porque las melodías traducidas por don Julián Ribera, y los temas populares todavía actuales, están plasmados en el sistema tonal bimodal y no en la modalidad greco-latina (eclesiástica), que es la que han tenido en cuenta los traductores Pierre, A u b r y , Beck, Riemann, Villalba y Collet, fiados en que la tonalidad moderna (bimodal) data teórica y sistemáticamente del siglo X V I . Todo lo que actualmente se conoce como tonalidad moderna, hasta el siglo X V I I , lo practicaban los árabes en los siglos X I I y X I I I , pues la música de las Cantigas (siglo X I I I ) es la misma que la de los siglos X V y X V I que ha llamado la atención de los eruditos por su peculiaridad, creada, no por generación espontánea, sino por una considerable cantidad de músicos moros, españoles y árabes pei'sas, adoptada después p o r los cristianos. £1 Sr. Ribera demuestra cumplidamente que en el siglo X I I I se cantaba en idéntica tonalidad que actualmente; pues a la vez que la música religiosa, plasmada en modos eclesiásticos, convivía la música profana, semejante al sistema modal moderno, con sus elementos técnicos de tonalidad, ritmo, armonía, expresión, que existían antes de que se inventaran los signos para anotarla, de la misma manera que (1) La existencia del modo menor—con la sensible alterada—en los siglos X y XI ha sido demostrado por el investigador francés Gastoune en su reciente obra «Les primitifs de la musique francaise», defensor de la tesis del Sr. Ribera en la «Revista Francesa de Musicología». 150 M í S antes de que apareciera la escritura se hablaba ( i ) . «Elementos técnicos—dice Ribera— que provienen de una escuela artística que la Andalucía irradió a todos los países de Europa en la Edad Med la», como lo comprueba la traducción de las Canciones de Trovadores y Troveros franceses y las de los Minnesinger alemanes. Porque la escala árabe de los eruditos es pura fantasía; no existiendo más que como un elemento decadente. La verdadera escala es nuestra escala diatónica menor; la compuesta por los intervalos aumentados entre los grados segundo y tercero, y sexto y séptimo, de una modalidad menor, es la de los orientalistas de pacotilla, que han tomado por escalas auténticas las corrupciones, desafinaciones y decadentismos de los pueblos, explotados actualmente por un grupo de compositores llamados ultramodernos para sus elucubraciones exóticas. Y como mi opinión es que en la música europea no han existido más que dos modos (mayor y menor), lo demás son combinaciones o disposiciones de los tonos y semitonos de las dos escalas fundamentales, en las que se hallan refundidas las modalidades griegas y eclesiásticas mejor en cuatro escalas; tres menores y una mayor, en cuyas tonalidades han cantado en todos los tiempos los pueblos, estoy de completo acuerdo con la deducción del Sr. Ribera respecto a la tonalidad en que está escrita la música de las Cantigas, «piedra angular—dice Ribera—del arte musical español», cuya música se divulgó y dominó en la península, antes de figurar en las cantigas, introducida en España por músicos árabes con lo que quedó en la península la tradición clásica oriental. Claro que cuando los árabes invadieron la península había en España música popular: un arte indígena greco-latino y un pueblo dispuesto para que en él fructificara la música de los árabes. ROGELIO VILLAR ( Terminará) (1) ¿Cómo no creer en la tonalidad si aparecen una gran cantidad de melodías con los accidentales de la clave? Teórica y sistemáticamente no se formó la tonalidad hasta el siglo XVII, es cierto, pero en la práctica existió mucho antesi «El sentido creador de las melodías— dice Ríemann— obedecía hace mil años a las mismas leyes que en nuestros días». Griegos y árabes está demostrado que conocían el modo menor en la forma que se practica actualmente. Todo esto lo olvidaron los tratadistas medioevales; de ahí sus errores al tratar de traducir la música de épocas anteriores a causa de la imperfección de su notación y sus prejuicios; por esto no pueden servir como elemento de juicio a los investigadores actuales lo hecho por aquellos tratadistas. Es evid.ente que la tonalidad la crea el pueblo cantando antes que la establecen los tratadistas así como el ritmo es anterior a los signos de expresión (música mensuralis, notación proporcional). Porque en notas de duración prolongada no hay ser humano que retenga una canción y menos si esta es amorosa; pues sin ritmo y medida no hay frase musical. Además, el instrumento con que acompañaba, laúd (instrumento de uso común en aquella época tan general como el piano actualmente, o la guitarra antes) no se presta a sostener las notas en la forma en que las transcriben algunos traductores de las Cantigas. Los teóricos de los siglos XV y XVI entendían por música íicta la música de carácter cromático—por las alteraciones que se añadían a la escala diatónica—empleada por el pueblo, pues toda la música la creían basada en los modos eclesiásticos, derivados de los griegos, modos característicos de sistemas musicales no constituidos o constituidos imperfectamente aparte de que en su esencia y formación todos los modos—desde que el hombre canta - son bimodales, como lo comprueba, entre otras combinaciones modales, los modos lidio e hypodorio de los griegos. 15.1 M U r A DEPURANDO EL IDIOMA LA PALABRA "LIED" Todo idioma nace, prospera, decae y muere. Dentro de un mismo idioma las palabras siguen proceso análogo. Basta, en efecto, leer cualquier tratado musical español del siglo XVII o del XVIII para advertir cuantos vocablos han caído en desuso desde entonces. Cuando se trata de expresar tecnicismos, todo idioma se ve obligado imprescindiblemente a usar voces y frases extranjeras, para fijar conceptos con los que se enriquecen de continuo la ciencia y el arte. Unas veces esas expresiones conservan la forma del idioma que las suministró—por lo que a la música respecta, el español posee abundante surtido de expresiones unas latinas y las más italianas—, en tanto que otras veces las adapta a la fisonomía peculiar de la lengua propia. Y esos neologismos, ya transitorios como las modas efímeras que los trajeron, ya permanentes como las ideas a las cuales responden, son absolutamente imprescindibles. Ahora bien, hasta que el uso fija la forma más adecuada de los diversos neologismos, éstos suelen presentar cambiantes más o menos curiosos, según el grado de cultura, de gusto o de intuición que poseen aquellos que los emplean. Un neologismo imprescindible en el lenguaje musical español es el correspondiente al concepto de lo que los alemanes designan «Lied»—con mayúscula, por tratarse de un sustantivo, siguiendo la regla caligráfica del idioma alemán. Tiene un equivalente en la palabra «canción»; pero 158 tal equivalente resulta imperfecto, pues si todo «lied» es una «canción», no toda «canción» es un «lied». Con lo cual aquél envuelve un concepto específico, en tanto que ésta abarca un concepto genérico. Y el equivalente genérico del vocablo español «canción» es «Gesang». Así, pues, ha sido preciso incorporar aquella voz alemana al idioma español. ¿De qué modo? Aceptándola tal como se escribe, es decir con sus cuatro letras, y no como suena: «lid», pero escribiéndola con inicial minúscula, según el uso de las lenguas neolatinas y de otras muchas más. Ahora bien, a partir de aquí, todo son divergencias. Divergencias bien explicables, puesto que el idioma alemán no está muy difundido en nuestro país. Y así se ven frases como estas que he podido recoger, en programas de conciertos, en críticas musicales e incluso en la misma expresión oral de filarmónicos distinguidos: «Un //eo'er moderno», «un líder de Schubert», «un ciclo de liéderes de Schumann», «varios lieders de Wolf»... etc. Es decir que al hablar castellano se introducen las palabras lied y lieders para la forma singular, y las palabras lieders y liéderes, para la forma plural. Aún descontada la forma fonética «leid» que se ha oído por radio; y conviene advertir a tal respecto que «Leid», en alemán, significa «pena» o «agravio». (Añadiremos entre paréntesis, que «leit»—con fonética parecida a «leid»—se usa como prefijo cuya raíz es análoga a la de «leiten», guiar, conducir; hallando frecuente aplicación en la música desde Ips tiempos de Wágner M U en la palabra compuesta «Leitmotif», la cual significa «motivo-guía» o «motivo conductor» designándose así los temas musicales puestos en circulación a través de todo drama lírico construido según el sistema wagneriano). Puede haber contribuido a aquello cierta semejanza fonética de otra palabra inglesa que también ha entrado en nuestro idioma, a saber la palabra «leader» (pronunciación aproximada, «líder»), que significa «jefe, caudillo, director». Sin embargo, conviene distinguir. Sólo así daremos a la lengua de Shakespeare lo que es de los ingleses y a la lengua de Goethe, lo que es de los alemanes, y nos aproximaremos a lo que otros dicen, cuando nos apropiamos su vocabulario para enriquecer, reformar o deformar el nuestro. Asimismo conviene tener en cuenta que «Lied» es la forma singular, y en tanto que «Lieder» es la forma plural con que designan los alemanes a esa canción específica y peculiar de su raza. En consecuencia, quien diga: «Un lieder de Schubert» incurre en error análogo a aquel que en nuestra nación denominamos concordancia vizcaína, pues ello equivale a expresarse diciendo: «Una canciones de Schumann». Y claro, ha de ser «una can- ción» o «unas canciones», mas nunca una canciones» ni «unas cancio'n». Si mi consejo valiese para algo, recomendaría que se dijera siempre «lied», cuando se trate del singular. Cuando se trate de la forma plural, no me atrevo a recomendar una determinada forma entre las varias cristalizaciones que entre sí luchan sin gran discernimiento por parte de quienes las difunden. «Lieder» equivale a «canciones», pero esa terminación «er», propia de ciertos plurales alemanes, es completamente ajena al espíritu de nuestro idioma. «Lieders» y «liéderes» encierran una redundancia bilingüe, pues equivale a algo así como si en nuestro idioma dijéramos «cancidneses». En todo caso esa «s» y esa «es» finales que se adicionan al vocablo alemán—una vez introducido en nuestro idioma—expresan ante los españoles la idea del plural con una claridad inequívoca. Y lo que con ello pierde la pureza del origen, lo gana la claridad del concepto. De modo que la transformación puede ser admisible si se posponen las rigideces filológicas a las conveniencias idiomáticas. JOSÉ SUBIRÁ .155 M U s SCHUMANIANA " H a gustado' o "no ha gustad o ' , dice la gente. |Coino si no hubiese nada más elevado que agradar a la gentel (Schumann) que «se conceda al público». Lo que sucede es que son en mayoría abrumadora y exorbitante los que no tienen sentido del buen guato y escriben cosas abominables, no porque piensen en el público, sino Leftor: habrás leído eáte aforismo o pensamiento de Séhumann en el número 5 de MusiCOGRAFÍA. Lo habrás leído y lo habrás, ¡naturalmente!, aceptado como credo de indiscutible valía. Sin embargo, si no lo conoces, voy a copiarte otro, de un músico nacional cuya celebridad, forjada en el yunque internacional más severo, nos garantiza a tí y a mí la pureza de intención que presidió al emitirlo. Reza así: Hay que trabajar para los demás; sin vdnas ni pretenciosas intenciones. Sólo asf, el Arte podrá cumplir su alta y elevada misión. (Falla) Ya ves; ya compruebas ledlor simpático, cuan diálinto criterio sustentan eátos dos genios. Porque, sí genio fue Séhumann, genio ha sido y es Falla, que ha sabido valorizar la enjundia melódica y rítmica de nueátra música aderezándola con las galas de una técnica cumplida y de una fantasía envolvente. Y observa que la manera de proceder de nueálro compositor no ha cedido un ápice al tópico ese, estúpido, de las concesiones al público; ese manido argumento que esgrimen los pseudo-críticos para menospreciar obras que adolecen de selección. Siempre creí, y sigo creyendo, que es más difícil escribir lo que uno no siente, que traducir lo que a uno le viene. Por donde, no le doy valor al argumento de 154 porque ellos no conciben otra cosa. Evidentemente, la música (el Arte en general) es un produfto espiritual que no puede fingirse. A la vez que constituye manjar (salvo en el caso humanísimo del egolatrismo que entronca con la creación) de expontáneo desarrollo. Por lo tanto, si la música sirve comúnmente para deleitar, no a quien la crea, sino más ampliamente a quien la escu£ha, (el que guate a quien la crea es de por sí un fenómeno de especie casi biológica... el mismo que hace que una madre adore a un hijo suyo jorobado o tonto), tiene que pesar por muého en el ánimo del sensato la complacencia con que sea recibida por los demás. Bien eSlá—y baátante se me alcanza— que se menosprecie a ese señor de público (el más frecuente) que no sabe discernir entre lo bueno y lo malo. Que eftá estragado por la recepción de ingerencias auditivas de especie inferior, y que no capta bien lo que es bueno, regodeándose con lo malo. Bien eStá ello. Es probablemente eso lo que ha querido significar S£humann al eStampar el pensamiento que comento. Realmente, quien se siente animado por un espíritu de superación, y se ha preocupado por desentrañar los coadyuvantes a las consecuciones artísticas de altura, el ¿hoque con la inepcia de un público plebeyo que no está en condiciones de gozar su trabajo, ni de apreciarlo siquiera, le ha de producir reacciones como M í G U esa... ¡Como si no hubiese nada más elevado que agradar a la gente...! No, leótor querido, ledor amado, lector que aprecio, no hay nada más elevado que agradar a la gente. Lo que pasa es que la vida es dura, es ingrata, es poco propicia a las deducciones fáciles y... para que a la gente le agrade lo excelso, cuefta mu£lio, muellísimo, para educarla en lo mismo que se ha educado quien llegó a la excelsitud. Y el amor —cuando no se manifiesta expontáneamente, como resultante de una sensibilidad ingénita (lo mismo a la música, cosa ideal, que a las personas, cosa material)— no es proyefto fácilmente inculcable. Me- nos, para los que, como Séhumann..., como tantos otros pobres luíbadores incompletos, ceden por el lado más necesario: por el cerebral... que se llevan gaftado en propias experiencias y que queda exhausto o poco menos para infiltraciones extrañas. N o hace muého, una persona de apariencia fría y circunspefta me confesaba: — Vd. me ha hecho amar la música. He aquí una forma desagraviante de agradar a la gente. B. GÁLVEZ BELLIDO Madrid. 3 3 3 Es criterio de MUSICOGRAFÍA no poner (rabas de ningún generó a sus colaboradores. A ello confríbu' yen principalmente dos razones: la honradez intelectual y moral de cuantos aquí (irman sus trabajoSf y la libertad de acción que creemos un deber conceder a cuantos piensan y sienten de buena l e . 155 M RECUERDOS DE WAGNER ror M aUricio KuHerath La primera vez que vi a Ricardo W á g n e r fué en W e i m a r el año 1872. Estudiaba yo la carrera dé Derecho en la Universidad de Leipzig, mientras que Franz Serváis estaba en W e i m a r acabando bajo la dirección de Liszt, los estudios que había empezado en Bruselas bajo la dirección de mi padre. U n a matiana de diciembre me escribió Franz Serváis unas letras invitándome a pasar con él las vacaciones de Navidad. Era Serváis un delicado y exquisito temperamento poético y musical; desgraciadamente, mil circunstancias adversas y cierta indolencia soñadora impidieron que diese completa la medida de su talento, formado por simpatía y lirismo sutil. El y yo nos conocíamos desde la niñez; por lo tanto ya puede pensarse si yo me apresuré a aceptar la invitación, tanto más cuanto me anunciaba una representación de «Los Maestros Cantores» dirigidos por Eduardo Lassen, discípulo también de mi padre y que a su vez me invitaba a los ensayos. W e i m a r ei-a entonces todavía una de las «cindadelas» del wagnerismo, aunque Liszt ya no tuviese allí la alta situación de «general en jefe de la música del porvenir», desde que en 1861 había dejado de vivir en la ciudad. Pero volvía todos los años a pasar en ella unos meses y desde todas las partes del m u n d o acudían los jóvenes pianistas a tomar ejemplo y lec- (i) ciones de alta cultura musical. Rusos, alemanes, austríacos, belgas, suizos, ingleses, americanos, todos estos discípulos de Liszt formaban una sacra cohorte vibrante de juventud y de entusiasmo. Dos o tres días por semana reunía Liszt a sus discípulos y ejecutaba para ellos de manera incomparable las grandes sonatas de Beethoven. Se imponía al auditorio por el encanto, por el arte exquisito de matizar el sonido, que por lo grande de la sonoridad. A n t ó n Rubinstein tenía más fuerza que él; pero Liszt dibujaba el canto, y lo conducía y aumentaba con viveza y naturalidad tales, que os conmovían de manera irresistible. Este hombre extraordinario era el más afable y delicioso de los conversadores: era la sencillez y la bondad mismas. N o desdeñaba de ir algunos ratos a la cervecería de «El O s o Negro» para juntarse con los músicos y cantores del teatro que allí se reunían y rodeaban a Eduardo Lassen. U n a noche llegó un hombre de pequeña estatura, de cabellos grises y cara extrañamente enérgica, frente admirablemente amplia, y ojos de una movilidad, de una vivacidad, extraordinarias: era Ricardo W á g n e r . Había venido a W e i m a r , según se decía, para reconciliarse con Liszt. Pocos meses hacía provocó un escándalo en toda Alemania la huida de Wágner, de Munich, llevándose a la esposa de su ami- (1) Mauricio Kufferath, celebrado crítico c historiador belga, fué director del Teatro Real de la Moneda de Bruselas. Germanista entusiasta, tuvo el dolor de ver invadida Y destrozada su patria cuando la gran guerra. Se desterró voluntariamente y a poco murió de sentimiento. Su edad avanzada explica que conociese a Liszt, a Wágner, Y a los grandes artistas de aquella fecunda época musical.—N. del T. 156 M U go y discípulo H a n s Bülow. Liszt había rechazado siempre aceptar la situación así creada en su familia y había roto toda relación con su hija Cósima y con W á g n e r ( I ) . Pero habiéndose pronunciado el divorcio de Cósima y Bülow, W á g n e r p u d o regularizar su situación, las heridas tuvieron tiempo de cicatrizarse y Liszt había concluido por consentir en ver al que ya era su yerno; todo había quedado dentro del orden. Por lo demás la presencia de W á g n e r con Liszt en la cervecería de «El O s o Negro» era la manifestación más clara de que se habían reconciliado los dos artistas. Se esperaba que W á g n e r asistiría al día siguiente al ensayo de «Los Maestros Cantores», pero a primera hora había tomado el tren y se había vuelto a Leipzig. Y o había de verle pocos meses después en Colonia, a donde había sido invitado W á g n e r para dirigir un concierto en la sala Gürzenich. También fué éste un caso impresionante. Era Colonia entonces el centro de resistencia contra las tendencias modernas y allí reinaba como a sup r e m o arbitro Fernando Hiller, director del Conservatorio y de la orquesta sinfónica, así como de los festivales que cada año celebrábanse en el Bajo R h i n (2). Fernando Hiller, artista de grandes méritos, compositor elegante, escritor espiritual y fecundo, por sus relaciones con Berlioz, Mendelssohn y Schumann habíase puesto en el campo de los adversarios de W á g ner. N o es posible formarse idea del efecto que el anuncio del concierto wagnerian o había producido en la vieja ciudad í rhiniana, que hasta entonces viviera entregada al culto de los clásicos más estrictos; en nuestra vida actual no hay nada que pueda dar idea del ardimiento con que, no sólo en las pequeñas ciudades, sin o en todo el mundo, se tomaba partido en p r o o en contra del «revolucionario», del «iconoclasta», como se llamaba a W á g n e r desde el campo de los adversarios. Por causa de W á g n e r h u b o disputas entre las familias más unidas, rupturas entre antiguos amigos, y verdaderas bataHas entre los músicos profesionales. La noche de aquel concierto (24 de abril de 1873) el público de la sala Gürzenich, siempre tan lleno de placidez, parecía u n mar agitado p o r olas embravecidas. D e una parte a otra cruzábanse miradas rebosando electricidad. C u a n d o W á g n e r apareció ante el atril, los músicos de la orquesta le acogieron con verdaderas aclamaciones. La multitud, en la sala, permanecía muda de estupor, excepto los partidarios más convencidos, que hacían coro con la orquesta. N u n c a se había visto a los músicos manifestarse de semejante modo, y aquel frenesí les parecía a los buenos burgueses que era una falta de corrección. Pero los ensayos habían cambiado a los músicos; y W á g n e r , de aquella reunión hostil, había hecho una masa de esclavos locos de entusiasmo. N u n c a olvidaré lo que fué aquel concierto. El programa estaba formado por la «Sinfonía Heroica» de Beethoven, y p o r fragmentos de obras de W á g n e r . La sinfonía la acababa yo de oír en Leipzig eje- (1) Cósima, hija de unos amores juveniles de Liszt. Casada con el célebre director de orquesta, pianista Y compositor Hans de Bülow, luego de su famosa huida se divorció Y casó con Wágner. La vida amorosa de Wágner no aparece muy leal respecto de su primera legítima esposa, Y respecto de otros amigos y favorecedores suyos.—N. del T. (2) Después de la Gran Guerra se han reanudado.—N. del T. 157 M U cutada por la maravillosa orquesta del Gewandhaus dirigida p o r Reinecke ( i ) ; y no hablemos de las veces que la había escuchado en Bruselas bajo la dirección de Adolfo Samuel o del bueno del «padre» Fétis (2). Pero bajo la batuta de W á g n e r no era la misma obra: aquí surgían una extraordinaria intensidad en el ritmo, un vuelo admirable en la frase cantante, y luego, en la marcha fúnebre, un sentimiento indecible de anonadamiento y desolación; en el «scherzo» aparecía una imaginación endiablada, y en el final u n vigor que desencadenó una tempestad de aclamaciones. Fué para W á g n e r aquel concierto un triunfo absoluto, brillante, que aún resultó más intenso después de los fragmentos de sus obras, como fueron el Preludio de «Lohengrin», las oberturas de «Tannhauser» y de «Los Maestros Cantores», el canto a la Primavera de «La Walkyria» y el de W a l t e r en el concurso de «Los Maestros Cantores». En el atril del director acaso le faltase a W á g n e r cierta gallardía. Movíase como un diablo, se encogía para indicar los «piano», desaparecía bajo el atril, luego R í se levantaba con los brazos extendidos haciendo signos cabalísticos en los que era bastante difícil conocer cual fuese el primer tiempo del compás y cual el tercero, pero que en cambio tenían una fuerza rítmica poderosamente sugestiva, arrebatando a los ejecutantes y dándoles diez veces más poder de sonido. Figuraos la flexibilidad acariciadora de Félix Mottl unida con la firmeza rítmica de Hans Richter: W á g n e r era estos dos ilustres directores reunidos en una sola persona. Desde aquel momento me convertí en «wagneriano». La iniciación allí empezada fué continuada en Bruselas bajo la dirección de aquel artista grande y noble cuya influencia fué tan beneficiosa y tan profunda durante varios aiíos para el progreso musical de nuestro público; me refiero al pianista Luis Brassin. El organizó en su casa audiciones de obras de Wágner, y especialmente de las cuatro partituras que constituyen los «Nibclungos» (3), publicadas ya, pero no representadas, y cuya primera representación se iba a verificar en 1876. Cuatro aiios antes había puesto W á g n e r la primera piedra del Teatro de Bayreuth; en seguida se habían fundado (1) «Gewandhaus» significa literalmente «casa de ías telas>. Ers ,m edificio cuadrilongo que servía de depósito al gremio de comerciantes de telas. Cuando resultó insuficiente, el gremio construyó otro edificio, y éste quedó vacío. Lo vio Mendclssohn, que necesitaba una sala para sus conciertos, y notó las asombrosas condiciones acústicas que tenía; por esto se decidió a inaugurar allí sus famosas series de audiciones, y la casa continuó llamándose como antes: Gewandhaus. Posteriormente, amenazando ruina, fué demolida y en su mismo lugar se construyó la sala actual que sigue teniendo su antiguo nombre. Carlos Rcinecbe (1824-1910) famoso pianista y compositor dirigió durante gran parte de su vida los conciertos de aquella sala, así como el Conservatorio de Leipzig.—N. del T. (2) El famoso teórico, compositor, historiador crítico y especialmente autor del célebre diccionario «Biografía universal de los músicos y bibliografía general de la música>, que ha servido de base a los diccionarios modernos. Fué, además, a partir de 1S33 director del Conservatorio de Bruselas durante 39 años (hasta su muerte). Su respetabilidad, sus bondades le valieron entre sus alumnos el sobrenombre de «el papá Fétis», como años más tarde hicieran lo propio los discípulos de César Francfe con su maestro—N. del T(3) Sabido es que Wágner escribió su Tetralogía inspirándose en las antiguas Trilogías griegas. El vasto poema escénico se titula «El Anillo del Nibelungo» y lo constituyen los cuatro dramas «El Oro del Rhin>, «La Walfeyria», «Sigfrido» y «El Ocaso de los dioses».-N. del T. 158 M U 8 las primeras asociaciones wagnerianas en Alemania con objeto de contribuir a la construcción de ese templo del Arte nuevo, y a los gastos de preparación de «El Anillo del Nibelungo». Tres series de representaciones sucediéronse desde fines de julio a fines de agosto de 1876. Yo asistí a la última serie, que no fué la menos interesante, y que se acabó por aquella alocución de Wágner al público al concluir «El Crepúsculo de los dioses». Aún me parece que lo veo gesticulando delante del telón y esforzándose por explicarle al público el significado de aquella jornada que libraba por fin al arte alemán de la larga esclavitud extranjera bajo la cual había vivido hacía siglos. Esta alocución que según parece fué improvisada, fué torcidamente interpretada a causa de que los telegramas y correspondencias que acerca de ella fueron transmitidas, comentaban erróneamente su significado (ya se hiciere de propósito o no). Yo mandé un resumen a «La Ind ependencia Belga», y desde Wahnfried (la casa Wágner) me hicieron el honor de pedirme ejemplares porque, según dijeron, aquel resumen era el que mejor había reflejado el pensamiento del maestro. Al siguiente día hubo gran recepción en Wahnfried. Wágner estaba cerca de la puerta para recibir a los invitados. Cuando el célebre violinista Wilhelmy y Brassin nos introdujeron y nos presentaron al maestro, no pudo éste disimular un movimiento de sorpresa: —¡Cómo! ¡Todavía belgas! ¡Siempre belgas! ¡Salen por todas partes! ¡Llevan trazas de no acabarse! También dijo con volubilidad sonriente y divertida: —Pero ¿qué son estos belgas? ¿Serán tal vez una raza.*^ í Decía todo esto al vuelo, estrechándonos fuertemente la mano, como dedicado a personas que sabía tenían simpatías por su arte y que daban de ello pruebas tanguibles, lo mismo ahora que antes, en 1861, cuando dio Wágner en Bruselas su concierto único luego de los de París. En seguida nos acompañó hasta el salón presentándonos a Madame Cósima Wágner y a Liszt el cual, llevándome aparte, me recordó mi estancia en Weimar y las cordiales relaciones que tuvo en Bruselas con mi padre. Poco a poco fué llenándose el salón por artistas, cantantes, literatos y otras personas de importancia. Wágner se multiplicaba entre tanta concurrencia, yendo de una parte a otra, cordial, con humor de muchacho, sin sombra de la menor afectación ni la menor importancia, gastando bromas con la Lilli Lehman o con la Materna, y marchando enseguida a ofrecer sus respetos a una princesa rusa o una austríaca. Llegó un momento en que Liszt sentose al piano y empezó a improvisar sobre motivos de la Tetralogía. Saint-Saens que también estaba presente fué instado a que tocase su «Danza Macabra», y ¡no hay que decir como la interpretaría!... Luego vi que aparecía Reubsaet con un rollo de papel en la mano: era el canto de la Primavera de «La Walkyria» por primera vez traducido al francés por Mr. Edmundo Michotte. Reubsaet tenía una hermosa voz de tenor y era un elegante cantor de salón. Wágner, intrigado, y creo que un poco inquieto al pronto, acabó por oír todo el fragmento; de pie ante Reubsaet lo escuchaba con visible satisfacción. Cuando hubo concluido se fué al cantor, le estrechó las manos, diole golpecitos familiares en la espalda, expresándole con exuberancia su alegría por oír ya en fran159 M U cés aquel fragmento de su gran obra apenas había sido ésta revelada al mundo. Fué aquel momento el más importante de la sesión. Hacia las diez corrió por la estancia la voz de «¡Zur Sonne!» («¡Al Sol!»). Era este un «restauran!» muy conocido por los habitantes de Bayreuth. Wágner había invitado aquella noche a cenar allí al personal subalterno de su teatro, porque deseaba en aquella noche memorable, luego de haber recibido en su casa a los grandes intérpretes de su obra, ir a darle una prueba de simpatía a aquella buena gente. Dicho y hecho: toda la reunión se trasladó al «Sol». Yo me había adelantado con Wilhelmy, Brassin, Reubsaet, León Lequime y el hermano de Brassin, Gerardo, que era maestro repetidor de la orquesta. Cuando llegamos al «restaurant» estaba la sala vacía. El personal subalterno se había ido a dormir; era lo que mejor había de hacer luego de aquel mes de noches febriles. El patrón del establecimiento, cuando supo que venía Wágner, y mientras llegaban los invitados, empezó a poner un poco de orden en la sala. Al fondo hallábase la tribuna para la orquesta de baile. Reubsaet tuvo una idea humorística, de verdadero hombre de Flandes: subió a la tribuna, en donde no estaban los músicos, ciertamente, pero sí los instrumentos y los papeles de música. Nos hizo una seña, Gerardo y yo le seguimos, Wilhelmy y Brassin cogieron cada uno un violín, Reubsaet se apoderó de un contrabajo (instrumento que había tocado en el Teatro Flamenco de Bruselas, luego Sala Alhambra), un solista de la orquesta tomó una flauta, yo un violonchelo, y en el momento en que Wágner entraba dando el brazo a la Sra. Materna (la inolvidable Brunhilda) nos pusimos a tocar una mag160 nífica contradanza. Estalló una carcajada general cuando Wágner miró y señaló en la tribuna la alta estatura de Wilhelmy, cuya fisonomía recuerda la de Eugenio Ysaye. En seguida se organizó un baile «de cuadro», una «quadrille»; Wágner daba la mano a la Sra. Materna, y enfrente se hallaba Richter con una de las artistas del teatro (no puedo recordar cual era). A los sones de aquella orquesta improvisada el maestro y sus compañeros bailaron, entre los aplausos de la reunión, un «paso a dos» de la más completa gracia cómica. Aquel fué el epílogo inocente y alegre de la serie inolvidable de las representaciones en Bayreuth el año 1876. Siendo entonces yo un novel y muy joven periodista, no tenía otro título para entrar en relaciones más íntimas con el maestro que estaba en el apogeo de su gloria. No he visto, pues, sino a aquel Wágner exterior, bullicioso, gesticulador, pródigo en palabras y de aspecto juvenil. Pero yo conocía la mayor parte de sus escritos y de sus poemas; y por sus fervientes colaboradores y discípulos Hermann Levy, Hans Richter y Félix Mottl, que desde entonces me honraron con su amistad, he sabido muchas cosas acerca de la personalidad de Wágner, las que son poco conocidas y acaso las cuente yo algún día. Mme. Judit Gautier (la hija del gran poeta y también poetisa ella misma) nos debería dar también todos sus recuerdos acerca de Wágner, pues vivió en aquella época en el círculo familiar del maestro, ocupada en traducir el poema de «Parsifal», cuya música no había sido compuesta todavía. Aquella traducción, que Wágner decía ser perfecta era, pues, puramente literaria. Esta es la versión que me h« sido autorizada por Mme. Judit Gautier M U f s en la adaptación musical que ha de cantarse en el Teatro de la Moneda. A ú n vi al maestro en 1882 después de la primera representación de «Parsifal»; lo vi en Wahnfried, y también otra noche en el palco presidencial del Teatro de Bayreuth, cerca de su protector el rey Luis II de Baviera. Las facciones del maestro parecían fatigadas y su mirada era menos brillante. Se decía que la defección de Nietzsche (en Bayreuth decían «la traición») le había afectado profundamente ( I ) , Y Nietzsche estaba allí, en Bayreuth, escondiéndose, huyendo del amigo p o r el cual ardiera su espíritu hasta entonces con tan pura admiración. El triunfo incontestable de «Parsifal» no había podido borrar el dolor de aquella tristeza. Cuando vi a W á g n e r aquella vez, ya era la suya aquella cabeza adrtiirable con su mirada perdida en sueños lejanos, maravillosamente obtenida p o r una fotografía de aficionado: el rostro que vemos en el último retrato del maestro, hecho por el banquero von Gross. Pocos meses después, W á g n e r moría en Venecia. (De L'Eventait) {Trad. de Ed, L. Chavarri), (1) Federico Nietzsche el filósoto autor de la teoría del superhombre, admirador entusiasta de Wágner. En elogio de su héroe escribió el voluminoso libro «El renacer de la Tragedia>. Luego, exasperado por su fracaso como músico, Y sobre todo por la excitación nerviosa, escribió el libelo «El caso Wágner», donde se ataca al artista y sus obras. Sabido es que Nietzsche murió poco tiempo después en un manicomio.—N. del T. 16t M U S I C O G R A F Í A EFEMÉRIDES MUSICALES Mes de Julio Día I, 1784. Fallece en Berlín Guillermo Friedman Baíh, uno de los hijos de Juan Sebaálián, a quien éStc prefería por sus dotes musicales sobre los demás hijos. Fué conocido con la designación «El Ba£h de Halle», y la Biblioteca de Berlín conserva manuscritas muíhas composiciones suyas. Día 2, 1714. Nace en Weidenwang Cristóbal Gluck, el gran reformador de la ópera. Día 3, 1871. Nace en Madrid el compositor Vicente Arregui, autor de la ópera «Yolanda» y de varias producciones sinfónicas. Día 4, 1632. Fallece en Londres William Byrd, el «Paleálrina inglés», a los ochenta años de edad. (Otras fuentes regiSlran su defunción en el año 1623). Día 5, 1880. Nace en las cercanías de Praga el famoso violiniáta Juan Kubelik. Día 6, 1865. Nace en Viena Emilio Jaques-Dalcroze, compositor y pedagogo universalmente conocido por su siátema de gimnasia rítmica. Día 7, 1872. Nace en Barcelona el compositor y direftor de orqucála Juan Lamote de Grignon. Día 8, 1726. Fallece en Módena Marco Antonio Bononcini, reputado autor de óperas, oratorios y cantatas. La Biblioteca Nacional de Berlín conserva munuscritas muéhas obras suyas. Día 9, 1846. Nace en Sorgau (Silesia) el fecundo y reputado pedagogo musical Guillermo Mauricio Vogel, que se distinguió también como organiíla, compositor y profesor de canto. Día 10, 1888. Fallece el compositor español Rafael Hernando, que fué uno de nuestros zarzuelistas más entusiastas. Día I I , 1839. Nació en Campiñas Carlos Antonio Gómez, algunas de cuyas óperas hallaron gran aprobación en Italia. Efte compositor fué nombrado direéior del Conservatorio de Para (Brasil) en 1892 y falleció cuatro años después. Día 13, 1848. Nace en Bassano Osear Chilesotti, uno de los musicólogos más reputados en Europa. Día 13, 1839. Fallece en París el operiíta y guitarrista español Fernando Sor, cuyos méritos le granjeai'on la admiración universal. Día 14, 1810. Nace en Breslau J. J. Seidel, organista a quien se debe una obra imprescindible, titulada «El órgano y su construcción». Día 15, 1857. Fallece en Viena el pianiSta y pedagogo Carlos Czerny, cuyas producciones didádticas siguen imponiéndose hoy en todos los conservatorios. Día 16, 1858. Ysaye. Día 17, 1871. 162 Nace en Lieja el célebre violinista y diredor de conciertos Eugenio Fallece en Berlín el famoso pianista Carlos Tausig. M U S i C O G R A F I A Día 18, 1849. Nace en Grossmehlra Hugo Riemann, el musicólogo universalmente conocido por sus obras de erudición y de vulgarización, muéhas de las cuales eñán vertidas a nueálro idioma. Día 19, 1873. Fallece en KloSters (Suiza) Fernando David, violiniála que se deátacó no sólo como intérprete, sino como pedagogo. Día 20, 1874. Nace en Saint-Félix el compositor Déodat de Sévérac. Día 21, 1835. Nace en París la famosa cantante Margarita Artot. Día 22, 1822. Nace en Crescentino Luis Arditi, autor del famoso vals «II bacio». Día 23, 1878. Fallece en Madrid el compositor y pedagogo don Hilarión Eslava. Como musicólogo publicó los siete volúmenes de «Lira Sacro-Hispana». Día 24, 1686. Nace en Venecia Benedetto Marcello, reputadísimo como compositor de música religiosa y como crítico musical. Fué muy famoso su libro «El teatro a la moda», que no ha mu£ho ha traducido Eduardo L. Chavarri. Día 25, 1866. Fallece en Francfort Alloys S£hmitt, notable compositor, pianiíta y pedagogo musical. Día 26, 1782. Nace en Dublín el diálinguido pianiála Juan Field, reputado especialmente por sus nofturnos. Día 27, 1867. Nace en Lérida el pianiála y compositor espaiíol de reputación internacional Enrique Granados. Día 28, 1894. Nace en Barcelona Eduardo Granados, hijo de Enrique, que habrá de fallecer en plena juventud dejando obras musicales muy aplaudidas. Día 29, 1856. Fallece en Endeni£h, cerca de Bonn, el gran músico romántico Roberto Séhumann. Día 30, 1751. Nace en Salzburgo María Ana Mozart, hermana del insigne maeálro, y muy reputada como pianiála de exquisito arte. Día 31, 1886. Fallece en Bayreuth Franz Liszt, que es uno de los más notables compositores románticos y el más grande pianiála de todos los tiempos. KHRONOI'HILOS 163 M U MÚSICA Y LIBROS Cinco bocetos, por Rogelio Villar. La Editorial Boileau, de Barcelona, acaba de editar «Cinco bocetos» para piano, p o r Rogelio Villar. Son piezas breves, cuidadosamente elaboradas y frescas de inspiración. Ellas sirvieron de lectura en los concursos a premios de piano celebrados en el Conservatorio de M a d r i d los años de 1921, 1922, 1928 y 1933, y merecen tener mayor duración que la efímera a que estaban destinadas en el momento de sus primeras audiciones. C o m o corresponde a composiciones de esa índole y con esa finalidad, no pueden tener amplio desarrollo, sino que, por el contrario, mantienen el carácter del «boceto», lo cual justifica el adecuado título puesto por el autor. La línea melódica, ondulante y graciosa, se adorna con arpegios y otros giros ornamentales que contribuyen a revestirla y aumentar su interés. Recordemos, de pasada, que Rogelio Villar—el director de la revista madrileña «Ritmo»—tiene también una copiosa producción musicográfica, donde se pueden ver, junto a los volúmenes biográficos, los de crítica, y consignemos que una de sus últimas producciones literario-musicales es la conferencia que, con el título «Falla y su «Concierto de Cámara», leyó el 21 de diciembre de 1931 en el Teatro María G u e r r e r o , de Madrid, con motivo del Centenario de la fundación del Conservatorio. Esta obra musical de Falla, como otras suyas, no fué estrenada en Madrid, pues nuestro gran músico andaluz vive apartado de la capital, tal vez para esquivar las intrigas que harían presa sobre él; y fué en Barcelona—la ciudad donde con 164 tantos amigos cuenta y de donde recibe tan consecuentes muestras de admiración efectiva—el lugar donde se celebró su primera audición. Ello acaecía en 1926 y la parte de clave se confió a W a n d a Landowska. Es oportuno el recuerdo al considerar que, por estos mismos días, se prepara en Madrid una audición de la misma obra, siendo sustituido el clave por un piano. Porque ni a compositores, ni a intérpretes, ni a investigadores, les suele ofrecer M a d r i d aquellas facilidades que se podrían esperar de una urbe adonde parece que afluye lo más selecto del país y en donde también parece que el apoyo oficial habría de ser útil en grado sumo..., aunque si lo es a veces, no recae en beneficio de los más, sino de los menos, ni suelen ser los merecedores de mayor estimación aquellos a quienes alcanza el provecho, por desgracia. Volviendo al punto d'^ partida tras esta dilatada digresión, justificada por la actualidad, nos complace dar cuenta de la publicación de «Cinco bocetos». Con ello prosigue la Editorial Boileau sus propósitos de estampar música variadísima ateniéndose a un criterio caracterizado por el eclecticismo. J.S. BIBLIOGRAFÍA PIANO DONOVAN (R.) Suite. Ed. New Musíc, Nueva York. FRRED (I.) Sonata. Ed. Max Eschig, París. FITELBERG (J.) So?iata nwn. i. Ed. Max Es. chig, París. H'M.FFTER (K.) Sonata.Y.A.Ví&yí. Eschig, París. ^P^VK^KO (y\) Estampas infantiles. I, Preluludio. II, Mamijrú. III, Tocatina. Ed. Max Eschig, París. PILLONEL(R.)i5«/í!:w/2nM.Ed.M.Senart,París. CUARTETO MORTARI(V.) Quartetto in sol. Ed. Ricordi, .Milán. I'AUEI-S (H.) Sti-eichquartett in einem Satz. Ed. Bote & Bock, Berlín. PIZZETTI (I.) Quartetto in Re. Ed. Ricordi, M U FONOS RAFIA sido confiada al insigne maestro Millet, y excusado está decir que es una maravilla de precisión y brillantez, mantenida en todo momento por el Orfeón y su acompañamiento orquestal. Concierto de Brandemburgo número 2 en "fa" mayor.—J. S. Bach.—Discos AB 677 a 79. Las innovaciones introducidas por J. S. Bach en el arte musical fueron de suma trascendencia. Este excepcional composiSonata en "la" ma/or. — Beethoven. tor adoptó todas las formas musicales de su época para darles nueva vida, mayor —Discos DB 1417 a 19. grandiosidad y substancia expresiva. BlanEsta Sonata es posterior a la Sexta Sin- ca Selva dice de su obra: «Bach parece un fonía, cuando el inmortal genio creador manantial de música del cual fluye la coavanza decidido por el camino de la per- rriente armoniosa de sus admirables y fección. Toda la expresiva dulzura de su f)rofundas melodías y de su opulenta polialma doliente, apasionada y serena, se reonía, cuyas armonías son suntuosas y grafleja en esta composición, brillantísima. ves, cuyos ritmos son valientes y variados, Beethoven confía a la música sus senti- y el alma magnífica y buena y el corazón mientos más tiernos, sus esperanzas, su fe doliente y confiado del venerable Maestro en el destino. Esta clara y bella sonata ha florece en confidencias misteriosas o en sido magistralmente interpretada por el proclamaciones sublimes que son para tovioloncbelista Pablo Casáis, con acompa- dos nosotros como la palabra más sagrada iíamiento pianístico a cargo de Otto ScKul- de la expresión humana dicha por la múhof. El solo nombre de este gran artista sica». En los conciertos, como en todas español del violoncbelo excusa todo elo- sus composiciones, Bach patentizó su origio, pues su firmísimo prestigio es el pre- ginalidad y sus profundos conocimientos gón más eficaz de su acierto. Únicamente técnicos. Buena prueba de su genio es el nos permitimos resaltar el becho de que «Concierto de Brandemburgo n.° 2» en la impresión, meticulosamente estudiada, donde se aprecia toda la grandiosidad de es perfecta y complacerá a los más exi- concepción y la riqueza de desarrollo de gentes. este inmortal compositor. La Orquesta Sinfónica de Filadelfia, bajo la dirección Cantata número 4.—J. S. Bach.—Dis- del célebre Leopoldo Stokowski, interprecos AB 690 a 92. ta maravillosamente esta interesante y beEl glorioso «Orfeó Caíala» ha interpre- lla composición. tado la «Cantata n.° 4» de Juan Sebastián Bach, alcanzando un éxito de público y Ultimas Publicaciones crítica absolutamente unánime. Las bellezas de esta obra del inmortal Bach, real- Cuarteto en "Fa" menor de Beethoven.—Inzadas por la fiel interpretación del «Orfeó terpretado por el cuarteto de cuerda "Busch". —Discos DB 1799 y 80. Cátala»,pueden apreciarse magníficamente en los tres discos que contienen completa El mar, poema sinfónigo de Claudio Debussy. —Interpretado por la orquesta de la Soesta obra imperecedera. La «Cantata n.° ciedad de Conciertos del Conservatorio 4» ha sido traducida al catalán por brande París, dirigida por el maestro Coppola. cisco Pujol, y la dirección de la obra ha Discos DB 4874 a 76. Impresiones -LA VOZ DE SU AMO" 165 M VIDA MUSICAL ESPAÑA M A D R I D . — Celebró el penúltimo concierto de la anunciada serie, en el Español, la Orquesta Filarmónica. España estuvo allí representada por la evocación sinfónica «Sierra de Gredos», de Facundo de la Viña. Las novedades fueron un «Preludio para un cuento de Andersen», p o r Ernst Toch, número agradable y bien construido, y una «Serenata», de Darius Milhaud, integrada por tres tiempos que años atrás nos habrían parecido desagradables y mal construidos, pero que con lo mucho que ha llovido—y las muchísimas aguas pluviales q u e nuestros vanguardistas han tomado del pantano común—parece algo, si no caduco precisamente, p o r lo menos envejecido, sin que sus gestos burlescos y sus asperezas sonoras le asusten ya a nadie. El postrer concierto de esta serie quedó suspendido indefinidamente. M a n e n , el violinista y compositor que viaja p o r todo el m u n d o triunfalmente, ha renovado sus laureles aquí, en un programa discretamente acompañado por el pianista Gerardo G o m b a u , donde había obras de hondura y de virtuosismo, tanto nacionales como extranjeras. La más sustanciosa, descontada la «Chacona» de Bach, fué el «Concierto» del propio Manen, con un fondo folklórico aderezado magistralmente. La O r q u e s t a de la Asociación de Estudiantes del Conservatorio tocó varias obras bajo la dirección de Ataúlfo Argenta. En la Sociedad Filarmónica actuó con gran éxito el violinista polaco Simón Goldgerg, acompañado por el pianista H a n s N e u m a r k . La cantante Sofía Malssalska cantó con verdadero gusto Heder españoles, franceses, italianos, alemanes, polacos y rusos en el Círculo de Bellas Artes, acompañada por la pianista Victoria Pinto M u ñ o z . Las alumnas de guitarra del Ateneo y del Círculo de Bellas Artes que estudian bajo la dirección del maestro Portea, dieron una gratísima sesión en el Ateneo, tocando en conjunto un variadí166 simo programa. U n joven compositor italiano, radicado en España siendo niño, ha presentado dos obras de gran envergadura en el Círculo de Bellas Artes. El compositor se llama O r e s t e Camarca. Las obras se titulan «Cuarteto en «fa» menor» y «Sexteto en «si» menor». Escritas ambas para instrumentos de arco, requieren además el concurso de un grupo coral. Camarca acusa en estas obras un temperamento musical atento a la verdadera belleza artística. La Asociación de Cultura Musical presentó a la joven arpista Rosa Balcells, con un programa cuya variedad permite apreciar cumplidamente las excelentes dotes de la actuante. Esta misma entidad ha cerrado el curso con un bellísimo concierto, donde la O r q u e s t a Filarmónica y su director, el maestro Pérez Casas, cosecharon aplausos entusiastas. En el Auditorium de la Residencia de Estudiantes, la Sociedad de Cursos y Conferencias dio dos sesiones de música moderna, con una veintena de profesores de la O r q u e s t a Filarmónica, y bajo la dirección del joven músico Gustavo Pittaluga. Francis Poulenc, con su concierto para piano y dieciocho instrumentos, titulado «Aubade», y K u r t Weill con la suite de « L ' O p e r a de Quat-Sous», que es una «Beggar's O p e r » para orquestado «jazz», dieron las notas culminantes en la primera sesión. En un plano inferior se halla la «suite del ballet» titulado «Barabau», por Vittorio Rieti. Y en un plano super i o r — n o sabemos si el autor se hallaba en las nubes o andaba por los tejados buscando acentos de maullidos para llevarlos al pentagrama con realismo insuperable—, es la «suite lírica» de Alban Berg. En la segunda sesión se destacó por varias razones el «concierto» de clave o piano e instrumentos diversos, de nuestro gran Falla, distinguiéndose en su interpretación doña Rosa García Ascot de Bal, que es pianista de altísimas dotes y no menor comprensión musical. El octeto de Strawinsky, para instrumentos de metal y madera, sonó M U 8 a cosa algo caduca y cascada, no obstante su relativa mocedad. La «Sinfonía de cámara», de Adolfo Schonberg, apunta los aspectos atonalistas que han adquirido máxima expansión en sus obras ulteriores. Por ía lectura de algunos diarios he sabido que se celebró un homenaje oficial a la Banda Municipal y a su director, el maestro Villa, con motivo del XXV aniversario de la creación del mencionado organismo. El acontecimiento, por su importancia, de ninguna manera se debe soslayar. Y ya que no me es dable describirlo, por haber dejado de recibir la invitación para ese acto, quede consignada, cuando menos, mi adhesión más cordial a ese homenaje. JESÚS A. RIBO BARCELONA.—La Asociación de Música «Da Camera» ha cerrado el carso con la presentación del violinista Fritz Kreisler, acompañado por una orquesta dirigida por Casáis, y los conciertos sinfónicos de la Orquesta de Arbós. Como homenaje al maestro Arbós, actuó en el segundo concierto el violonchelista Pablo Casáis interpretando el «Concierto» en «si» menor, de Dvorak, acompañado por la Orquesta Sinfónica de Madrid. La Asociación Cultural ha terminado su curso, también, con los conciertos del violonchelista francés Mauricio Marechal, acompañado por Alejandro Vilalta, Coro de Cosacos del Don, y el pianista suizo Walter Frey, colaborando en este último concierto la Orquesta Clásica que dii-ige el maestro Sabater. La Asociación de Música Antigua ha dedicado un concieito a la música de cámara de fines del siglo XVL Tras un documentado estudio de la referida música, hecho por la artista María Carratalá, se ejecutó un programa de obras para espineta, laúd, viola «da gamba», y canto. María Amat, Gibert Camíns, Graciano Tarrago y Pérez-Prió, fueron los aplaudidos intérpretes del programa. En el «Casal del Metge» ofreció un interesante concierto el pianista Alejandro Vilalta, interpretando un programa con obras de Bach, Beethoven, Albéniz, Granados y Falla. En la Sala Mozart, organizado por la Asociación de Estudiantes de la Escuela Municipal de Música, dio una magnífica sesión el «Quartet Iberic», con la cooperación de la pianista Isabel Martí-Colin. En la sala del «Orfeó Gracienc», dio su anunciado concierto Leopoldo Cardona, joven pianista de preciadas facultades. Organizado por la Asociación Musical del distrito noveno, tuvo lugar un concierto de música antigua a cargo del pianista Gibert Camíns y del flautista Narciso Carbonell, con un programa que contenía diversas obras de compositores catalanes de los siglos XVII y XVIII. En el Círculo Artístico dio un recital de violín la señora Elisabeth Coemans, acompañada por la pianista Martí-Colín, quien interpretó, como solista, obras de Schumann, Albéniz y Liszt. La Sección de Música del Ateneo Enciclopédico Popular organizó, formando parte de sus sesiones culturales, una importante conferencia que sobre el «Cuarteto» desarrolló el distinguido maestro Juan Llongueras, sirviendo los ejemplos musicales el «Quartet Lyceum», interpretando composiciones de Mozart, Mendelssohn y Debussy, en cuyas obras pudo observarse la compenetración rítmica y sonora de sus componentes señores Benejam, Domingo, J. Casáis y Torres. La Asociación Obrera de Conciertos, unida al Ateneo Politécnico, ha dado un curso de Historia general de la Música, a cargo de don Enrique Roig, ilustrándolo con seis sesiones que abarcaron música oriental, gregoriana, trovadoresca, arte vocal madrigalesco del Renacimiento, música instnimental de los siglos XVII y XVIII, etc. En el Palacio de la Música Catalana actuó el violinista Juan Manen, ejecutando un programa en el que estaban incluidas composiciones propias con acompañamiento de orquesta de cámara. Destaquemos, sobre todo, los actos de homenaje a Pablo Casáis, a quien recientemente ha nombrado doctor «honoris causa» la Universidad de Edimburgo; y a quien Barcelona acaba de otorgar la medalla de la ciudad y de nombrar hijo adoptivo, dando además su nombre a una calle; y en cuyo honor se celebró un concierto, 167 M S R al que coadyuvaron con sus obras y su batuta los más eminentes compositores catalanes, y en el cual, además de dirigir Casáis varias composiciones con su propia orquesta, actuando también como solista, incluyó en el programa su «Sardana para 32 violonchelos», interpretada por los mejores instrumentistas catalanes, entre ellos Gaspar Cassadó. TRISTÁN VALENCIA.—Música de Cámara. Esta entidad filarmónica que mantiene un prestigio musical en nuestra ciudad, nos ha ofrecido la nota simpática de celebrar su tercer aniversario con la celebración de un concierto a cargo de la «Or3uestra Valenciana de Cambra» con obras e compositores valencianos. El programa, que en su totalidad se ejecutaba por vez primera, estuvo compuesto por «Escenes infantívoles», de Ricardo Olmos; «Pantomima» y «Can90 Amorosida», de Vicente Garcés; «Bolba de Neu» y «Com un minuet»,de Manuel Palau; «Canqo de Mar9» y «Triptic», de Emilio Valdés; «Impresions», de Vicente Asencio. Nuestra más entusiasta felicitación al maestro Francisco Gil, en su triple aspecto de fundador, director y orientador. Y nuestro aplauso, también, a la Srta. Manolita Saval, que cooperó en varias obras con su nueva modalidad de cantante. Párrafo aparte merece el eminente y batallador maestro Palau, al que por su fecundísima labor hay que separarlo, por el cargo oficial que desempeña, de esa «especie» que pudiéramos denominar «parásitos de Conservatorio». Que no es de los compositores que no componen, lo demuestran sus obras que figuran en los programas españoles y extranjeros; y que tampoco es de los que no enseñan, lo evidencian sus discípulos Olmos, Garcés y Valdés, entre otros, cuyas producciones siempre son bien acogidas por el público y la crítica. De lo que se deduce que el Sr. Palau, además de compositor eminente, resulta ser el fundador y creador de una dinastía y de una escuela llamada a constituir una época en la historia de la música valenciana. 168 Orfeó Valencia.— Esta notabilísima agrupación coral, nos ofreció una nueva audición con un programa compuesto por «Can9o de renaixen9a», de Palau, que ha quedado como himno de esta masa coral; «Ascensió al Micalet», de Asensi, que obtuvo un mayor éxito, si cabe, que en su primera audición; «Amor en la Nit», de Tito; «Arre bué» y «La vi llorando», de Manzanares; «Can9o estiuenca», de Goma; «Cant de Iliberació», de Marschner; «La sesta», de Noguera; «Madrigal», «Madrigal de l'horta» y «Les Folies», de Chavarri. Tan interesante concierto constituyó un nuevo éxito para los orfeonistas y su director, el maestro Sansaloni, que fueron muy aplaudidos por un numeroso auditorio. , )OPECOR ORENSE.—Se celebró un Concurso de Orfeones que resultó muy animado por la calidad de los asistentes y por la cantidad de público que presenció el Certamen. El jurado, compuesto por la profesora de música de la Normal doña Araceli Ancochea, por el Músico Mayor don Félix Molina, y el Director de la Banda Municipal Sr. Iglesias Bragado, concedieron los premios siguientes: Primer premio a la «Coral de S. Lorenzo» que dirige el maestro don José A. Veiga. Segundo premio a la coral «Airiños d'a Mar», dirigida por don José Alvarez. A la «Agrupación Artística» se le concedió un accésit que no admitió por estimar que el jurado les había negado el primer premio de que, a juicio de ellos, eran merecedores. Los cuatro Orfeones que tomaron parte en este Concurso radican en Vigo y, por lo tanto, llegaron con un considerable número de simpatizantes que les acompañaban en la excursión. Especialmente se distinguió la «Coral de S. Lorenzo», entidad orfeónica fundada hace tres años, que organizó un tren especial para poder trasladar a sus numerosos admiradores que alientan sus esperanzas de jóvenes artistas. c. M U Z A R A G O Z A — La Sopiedad Filarmónica celebró un concierto sinfónico que fué interpretado por la Orquesta de Cámara, dirigida por el maestro aragonés Andrés Aráiz, con la cooperación del eminente violinista valenciano Pascual Camps. La Orquesta interpretó obras de Mozart, Gretry y Beethoven, que fueron ejecutadas con limpia e insuperable justeza, y en ellas puso de relieve el maestro Aráiz un depurado concepto de la estética de cada obra, dando galanura a sus perfectas actitudes de director serio que interpreta sintieindo a fondo la página musical. En la tercera parte actuó el violinista Camps como solista del «Concierto» de Beethoven, un-á de las obras más delicadas y difíciles de vencer por su técnica y especial estilo clasicista que no todos los buenos violinistas pueden asimilar. Pascual Camps dio una versión maravillosa de esta obra. Su mecanismo es perfecto y vence las dificultades técnicas con suma facilidad; pero donde verdaderamente nos cautivó fué en aquellos momentos en los que la delicadeza de la frase requiere una sutil comprensión de la belleza melódica, tan bien entendida y realizada por Camps. Terminado el programa del concierto y ante los insistentes aplausos del público, el violinista Camps interpretó la «Romanza» en «fa» de Beethoven, «Leyenda Mora» de Abelardo Mus y «Ave María» de Schubert. . FILARMÓNICO EXTRANJERO P A R Í S . — A r t u r o Toscanini ha dirigido dos sesiones en los Campos Elíseos que le han valido nuevos éxitos artísticos. En el primer programa incluyó obras de César Franck, Albert Roussel, Ducasse y Debussy. El segundo estuvo formado con obras de Cherubini, Beethoven, Wágner y Bach-Respighi. El arte de Toscanini se manifiesta cada vez más en su técnica perfecta y dinamismo extraordinario que se realiza de una manera especial y con una elegancia suprema. La Orquesta Nacional ha dado un interesante concierto colonial bajo la direc- ción de M. Tomasi. El programa contenía las obras siguientes: Rapsodie cambodgienne de Bourgault-Docoudray, Steles d'Annam de G. Migot, Fantasie sur des themes indochinois de H. Busser, Chants íaotiens de Tomasi, Chansons madécasses de Ravel, Guyanes de M.-F. Gaillard, Esquisses du Moghreb de M.-E. Mény de Marangue, Danse du Tchad de J. Rivier, Danse arabe.de Mariotte, Nuit mauresqueáe L. Aubert, Devant la Mosquee de J. Clergue, y África, poema sinfónico de Saint-Saens. La «Sociedad de Estudios Mozartianos» celebró una sesión que, como de costumbre, tuvo lugar en la sala del Conservatorio. En el salón Jena dio un concierto el pianista español Javier Alfonso que obtuvo un franco éxito que compartió con el compositor, español también. Moreno Gans, de quien interpretó una composición recientemente acabada. Apesar de estar terminada la temporada de conciertos, continúan celebrándose éstos en gran cantidad. Destacaremos, entre otros tantos de mérito y éxito, los dé Wanda Landowska, Orloff, Grassi, Bronstein, Casadesus, Athos Vassilakis, en el piano. Waclaw Niemczyk, Kreisler y Makanowitzky, con la cooperación, con este último, del pianista español Corma, como violinistas. Cuartetos Calvet y Pascal. Cantantes Richard Tauber, Nadia Kamenka, Frieda Dierolt y Alice Viardot-García. ALEMANIA.—El Estado alemán se ha hecho cargo de la dirección y administración de la Opera Municipal de Berlín, que en lo sucesivo se llamará Opera Alemana. En el teatro berlinés se realizarán grandes reformas, a fin de que las obras puedan ser puestas en escena con una perfección que antes no era fácil lograr. En Leipzig se ha dado un concierto en cuyo programa figuraban «lieder», hasta ahora inéditos, de Federico Nietzsche, autor de la letra y de la música. El profesor Ad. Sandberger, que descubrió, hace dos años, numerosas sinfonías inéditas de Haydn, acaba de encontrar en Estocolmo una nueva obra para instrumentos de cuerda del mismo compositor. . 169 M U NOTICIARIO Ha sido nombrado Profesor numerario de Violín del Conservatorio Nacional de Música y Declamación de Madrid, don Carlos Rodríguez Sedaño. Han sido nombrados Catedráticos numerarios del Conservatorio de Música de Sevilla los señores siguientes: D. Eduardo Torres Pérez, de Composición; don Norberto Almandor Mendizábal, de Contrapunto y Fuga, y don Telmo de la Fuente, de Música de cámara. Ha sido nombrado Director interino de este mismo Centro don Ernesto Halffter y Escriche. El Ayuntamiento de Jaén anuncia la oposición para cubrir las plazas de profesores de primera categoría de Saxofón alto en «mi» bemol y Bombardino de la Banda Municipal, dotadas con el haber anual de mil novecientas ochenta pesetas. El plazo de admisión de instancias termina el día 27 del actual mes de Julio. Para informes diríjanse al Director de la Banda Municipal, D. Emilio Cebrián Ruiz. En Varsovia tendrá lugar un concurso internacional de violín para el mes de marzo de 1935. Los violinistas que deseen tomar parte deben dirigirse en demanda de noticias, antes del 31 de diciembre del año actual, a la Escuela Superior de Música Chopin, de Varsovia (Polonia). El célebre artista Pablo Casáis ha sido nombrado doctor «honoris causa» de la Universidad de Edimburgo. Ha sido nombrado miembro del Jurado que ha de intervenir los exámenes superiores de piano para la obtención de la «Licencia de Concierto» en la Escuela A R TES G R Á F I C A S Normal de Música de París, el eminente profesor y pianista Frank Marshall. Los músicos profesionales de Valencia han emprendido una campaña encaminada a aminorar la aguda crisis porque atraviesa el arte musical español. Es de desear que tan laudable iniciativa encuentre imitadores en las demás regiones españolas para que conjuntamente puedan estudiarse aquellas fórmulas o posibilidades que puedan paliar la triste situación en que tan abnegada clase se encuentra. El notable músico catalán José Ardevol, ha obtenido grandes éxitos en la Habana, dirigiendo varios conciertos sinfónicos. Además ha sido nombrado miembro de la Sociedad de Compositores Panamericanos, y delegado en Cuba de la Sociedad Internacional de Compositores. La famosa canción «¡Ay, ay, ay!», de la que el tenor Tito Schipa fué uno de los primeros intérpretes, y que luego se popularizó de modo extraordinario, tenía, hasta hace unas semanas, una paternidad muy discutida. Ahora, el Tribunal del Sena se la ha asignado diíínítivamente al compositor chileno Pérez Freiré, cuya viuda será la única que entrará en posesión de la nada despreciable herencia que representa la divulgada canción. Ricardo Strauss se halla en la Costa Azul escribiendo un drama lírico, cuyo asunto está inspirado en «La mujer silenciosa», de Ben Johson. Ha fallecido en Montevideo, donde residía desde joven, el maestro Felipe Larrimbe, músico de origen vasco. M A N U E L V I D A L . — M O N Ó V A R NTRE LAS NUEVAS ASPIRACIONES culturales que se despiertan en los pueblos civiliBados, destaca una marcada tendencia a lograr que el goce de las obras artísticas alcance el mayor radio de acción. La revista que ofrecemos al público, viene a colmar los anhelos de aquellos amantes del divino arte, conscientes de que solamente puede lograrse el goce y comprensión de las obras que se escuchan o interpretan, mediante una sólida educación musical. En sus páginas hallarán una base histórica, firme, con la exposición de las diversas manifestaciones de la cultura musical en los pueblos, variedad de épocas, escuelas y estilos. Jlbusícografía R E V I S T A M U S I C A L Jlbonóvar • PRINCIPALES COLABORADORES Antonio M. Abellán - Antonio losé - Andrés Araiz - Regino ArÍE - Ángel M.^ Castell - Henri Collet - Ed. L. Chavarri - Félix Antonio - Ferrándiz Torremocha - Font Palmarola - Gálvez Bellido - lulio Gómez - Vicente M.^ de Gibert - Federico Llíurat luán Llongueras - Luis Millet loaquín Nín - Manuel Palau - Pérez Corredor - Francisco Pujol Antonio Ribera - R. Sáinz de la Maza - luán Salvat - losé Subirá I. M. Thomas - Eduardo M. Torner - loaquín Turína - Emilio Vega - I. A. Veíga Paradís Rogelio Villar • Suscripción anual Por semestres 10 pesetas 6 „ BKSBÍÍilKKA AllliSICAL por correspondencia, desde los primeGoyo, ÍTS ros elementos: Métrica, Rítmica, Acús- MADRID tica, etc., hasta los formas más elevadas de composición, historia y estética - - Altro. AK rOKIfIKIKEKA állétoilo lie iiiiliso piaiiísslíco deG.deBOLADERES Obra inleresante para ludio d e la fécnica d e l ei es- Texto español, piano inglés y francés _de B A R C E L O N A Billcióii Koilesiii Y Beriiascoiii La toiíaililla esscéniea I ' » " Por JOSÉ SUBIRÁ Tomo primero. «Concepto, fuentes Y juicios. Origeti e Historia». 468 páginas en 4." 1928. Precio, 15 ptas. j^ Tomo segundo. «Morfología literaria. Morfología ^^ musical*. 536 páginas en 4,* 1929. Precio, 15ptas. - Publicación de la Tomo tercero. «Transcripciones musicales y libretos. Noticias biográficas y apéndices». 532 páginas en Academia Españolo 4," (324 páginas de música y 208 de texto |if-fYí?ío\ 1930. Precio, 20 pesetas. Tomo cuarto. «Tonadillas teatrales inéditas. Libretos y partituras». 350 pái^inas más 36 de música, en 4." 1932. Precio, 20 pesetas.