Q' ANO IV NÚM. 33 ENERO 1936 IÍT$ÍC«€riHI OJ OVfl A i ^ O © AÑO NUEVO... WAGNER Y FRANCIA. - jEAN BOYER UN ÉXITO DE LA MUSICOLOGÍA ESPAÑOLA EN EL EXTRANJERO MEMORIA. - M. DELTELL SAMPER MÚSICA Y LIBROS VIDA MUSICAL NOTICIARIO y iii # ji i 111 s I I 4 IIP i A O PUBLICACIÓN •••r "W AÑO IV MENSUAL DEL I N S T I T U T O - E S C U E L A DE MÚSICA ^ = MONOVAR, ENERO, 193fe ^'V = = NÚM. 33 Año Nuevo... Dicese Je antiguo «Aito nuevo, vida nuena». iQué hay dentro de esta frase? ^Una esperanza o un deseo? (Un propósito o una realidad? Por lo que respecta a la armonia musical-—a la armonía en las relaciones personales entre músicos—tal vez ni lo primero siquiera. Por doquier—y España difícilmente podría ser una excepción ¡atidable—los dimes y diretes de toda índole aumentan las distanciaciones cuanto tnds se impone la fraternización bajo el signo de un anhelo común, para mayor prosperidad del Arte que debiera tmir y del cual se vive o a cuya costa se medra. Oyendo las frases de unos y otros cuando hablan de sus colegas, adviéi-tese al punto que en el mundo filarmónico no suele reinar la mayor armonia. La música, esa gran domesticadora de las fieras según el secular dicho, no logra ser domesticadora de músicos. Los desacuerdos—tío siempre nobles, pues con frecuencia los proiuceii los recelos y las envidias—fácilmente se traducen ett agravios; los agravios, en rencillas; y las rencillas, en odios. Es una escala ascendente, ett suma, cuyas notas stienan tanto tnd'; agudas, cuando más se remontan todos por ese camino vitando. Cuanto más agudas, tanto más estridentes; cuanto más estridentes, tanto más dañinas para los intereses de la colectividad filar ttiónica. \Y ctiánlas veces los rencores adquieren tma tnagnitud superior al voluttien de la causa que los produjo, e inchiso al volutnen intelectual de quienes los provocan o los sufren! Ta! fehómeno liene tma difusión universal, como lo acreditan por doqtiier las ásperas acritudes de ciertas conversaciones o el tono corrosivo de ciertas críticas, con Jactancias y altatterias de un lado, con ayes y lamentos de otro, con recelos mal insimulados de tma y otra parte. Para tma persona qtie sepa conservar la entereza de ánimo ante ciertos ataqties presididos por la malevolencia o la injusticia, ¡cuántas, cuantísimas, se desmandan y stiblevatt! Y lo más lametttable es qtie, las más de las veces, ni el que se creía superior ocupa tal preeminencia, ni aquel a qtiien se tenia por inferior se halla en ese /. M grado de jerarquía, ya que, en el fondo, lo único existente es una sarta de mutuas incomprensiones, de mutuas desconfianzas y de mutuos recelos. Porque la convivencia podría venir de una doble práctica: la que aconseja el «conócete a ti misnioy> —es decir, el clásico 'ínosce te ipsum-» recordado con barata erudición casi siempre que vie7ie a cuento—y el «conoce a los otros». Que ese mal no es de hoy tan sólo, ni de los países mediterráneos exclusivamente, halla testimonios variadísimos, como éste, nacido de la incomprensión . mutua, que hemos leído en Eduardo Hanslick, el famoso crítico vienes, y que nos ha inspirado las presentes líneas. En i8^^ había estrenado Wágner «Tannhauser» y Hanslick devoraba con pasión los juicios acerca de esta obra, a la vez que tocaba con entusiasmo la reducción para piano de la misma. Por entonces el mismo Hanslick sentía gran admiración por Roberto Schumann. Muy poco tiempo después, tuvo Hanslick ocasión de hablar con esos dos grandes artistas. Y cada uno de ellos trazó comentarios no muy satisfactorios sobre el otro colega. En opinión de Schumann, era Wágner un hombre cultísimo y espiritual, pero tan hablador, que no había quien lo resistiese al poco rato de estar con él. En opinión de Wágner, era Schumann un hombre inteligentísimo y admirablemente dotado, pero imposible de aguantar por lo silencioso, pues por más que le habló Wágner de una porción de cosas—de su vida en París, de la música francesa, de literatura y de política—no logró arrancarle una palabra durante una hora. Claro que los Schumann no abundan ni los Wágner se dan todos los años. Pero, en todo caso, los pequeños Wágner es o Anti-wágneres, como los pequeños Schumanns o Antischumanns que se agitan en este siglo—caracterizado durante los últimos lustros por su odio a toda inclinación romántica—se mantienen a distancia unos de otros, en muchas ocasiones, por esa mutua incomprensión que los desune en vez de asociarlos, y que los aleja en vez de aproximarlos, con evidente perjuicio del Arte, que sería tanto más próspero cuanto más aunaran sus esfuerzos quienes lo cultivan. Año nuevo, vida nueva. ^Lo será igjó para la música? ¿Lo será para los músicos? ¿Lo será para la armonía que debiera imperar entre éstos, con su javorabie repercusión en los frutos de aquélla? M Wagner y Francia El profesor de la Universidad de Toulouse Mr. Jean Boyer, colaborador de impor{:antes diarios, remite con destino a «Musícograíía» este artículo que traducimos y publicamos con el mayor gusto. Decididamente Ricardo Wágner es inagotable. No obstante las numerosas publicaciones emprendidas con los innumerables papeles que él escribió, aún siguen otros inéiiitos. Y si los rasgos esenciales de su personalidad y las grandes líneas de su biografía han quedado fijados de un modo seguro y sin duda definitivo desde hace tiempo, subsisten en el detalle bastantes puntos oscuros, que es de esperar se aclaren un día u otro, mediante la divulgación de documentos que hasta ahora se han sustraído a la curiosidad de los investigadores. Los wagnerianos de todos los países acogerán con sumo interés la publicación reciente de las «Cartas francesas de Wágner» (l-ettres frangaises de Wagner) recopiladas por M. Julien Tiersot y editadas por R. Grasset, de París. En este volumen, repleto rie indicaciones precisas, se han reunido todos los textos epistolares hasta hoy accesibles sobre las relaciones que Wágner había tenido con Francia y con franceses. El primer mérito de Id obra es poner al alcance de toóos una colección de documentos muy variados; y si bien muchos eran conocidos ya, su dispersión dificultaba la difusión que bien merecía, pues habían aparecido en estudios o revistas de Francia, Bélgica, Alemania o Italia. Pero además hay otros documentos inéditos, siendo el principal de todos el constituido por la famosa colección de carias que Wágner había dirigido a Judiih Gau- tier, y que ahora se publican por primera vez reunidas. Nadie se quejará de ello. Y los resúmenes biográficos que unen entre sí las cartas incluidas en el volumen de M. Tiersot, permitirán que los novicios puedan penetrar más fácilmente en este espeso bosque epistolar, y que los iniciados refresquen la memoria. Como esas páginas no estaban destinadas a la publicación, nadie debe esperar que habrán de presentarle al Wágner legendario cuyo culto se mantiene cuidadosamente en Bayreuih, al Titán romántico, al superhombre moldeador de mitos, ni al profeta del arte gemánico que, desde su colina, vaticinaba y forjaba la gloria del pueblo alemán. El autor de esas cartas es un personaje humano, muy humano; es un artista enérgico, consciente de la grandeza de la obra que a toda costa quiere realizar. Se le ve soportar con paciencia—o con impaciencia—el adverso destino; discutir con sus amigos o sus rivales; esforzarse en explicar sus ideas, sus tendencias y también sus teorías.En esas cartas muestra su temperamento ardiente y apasionado, su alma fogosa y al mismo tiempo atrayente y devoradora, sin que la edad lograse apagar la llama que la iluminó. Asimismo nos recuerda esta lectura al hombre minucioso, que organizaba lo más ventajosamente posible los detalles de su existencia, que precisaba con claridad inequívoca para el destinatario el color del dibujo de una tapicería o de la M U tela que pretendía adquirir con destino a un mueble, la calidad de la tela que se proponía ofrecer a su ct nsorte o la marca de perfumería que desea obtener. Es el Wágner atento al confort e incluso al lujo, tal como ya se había revelado,tiempo ha, en las famosas «Cartas a una costurera de Viena»; es el Wágner convencido de que a cambio de sus obras, la humanidad le debía una existencia material adecuada a sus propias concepciones y satisfactoria para sus propias necesidades. Desde cierto punto de vista, este epistolario ofrece particular interés para los franceses; aunque también obtendrán provecho de la lectura todos los vv^agnerianos dispersos por el mundo. Paso a paso sigúese ahí la evolución de Wágner ante Francia. Se le ve miserable durante su primer estancia en París, corriendo por doquier para intentar adquirir algunas relaciones útiles, cambiando varias veces de morada, reducido a vender al director de la Opera, por la suma de quinientos francos, el libreto de «El Buque fantasma», para que otro le pusiese música. ¡Y en el acta de esa cesión, reproducido en facsímil por M. Tiersot, se especificaba que la suma convenida debería percibirse sobre los derechos de autor de las representaciones eventuales! Se ve, pues, la tenaz lucha de Wágner, y súbitamente, la suerte que le permitirá edificar su gloria. Porque «Tannhauser» va a ser representado en la Opera de París. Mas, al mismo tiempo, se puede seguir, de igual modo, al autor entre el dédalo de dificultades o bajo el peso de los estudios preliminares de su obra; y tras el hundimiento de la misma como consecuencia del escándalo organizado por el Jockey-Club; y la molesta actitud del artista ulcerado cuando París sufre el asedio, años después. Reproduce M. Tiersot la curiosa tentativa de justificación expuesta en una carta que Wágner dirigió a Gabirel Monod el iño 1876, Aunque habilidosa, y aunque presenta el asunto bajo una luz que seduce, tal tentativa podría ser objeto de una crítica penetrante, si valiese la pena de hacer esta crítica. Pues si la famosa «Capitulación» había producido penosísima impresión a los pocos franceses que la han leído, de ninguna manera debemos exagerar la importancia de su pesada ironía, ni menos pretender que ese escrito debe pesar tanto como «Tristán» o «Parsifal». También permiten estas cartas seguir la carrera material de Wágner, con las dificultades de toda índole que había logrado vencer y con su ascensión a partir del momento en que Luis II le concedió su poderosa protección. Se ve, a través de la lectura, la edificación del teatro de Bayreuth; se percibe el eco de las primeras representaciones; se advierte el reflejo de la gloria y de la apoteosis del artista. También se pueden recojer las vicisitudes de su vida sentimental en algunos de sus principales episodios. La sombra de Minna, mujer casera de menguada inteligencia, que había sido su compañera en los malos días, aparece eclipsada por la silueta dominadora de Cósima, sacerdotisa exigente del dios a quien ella misma ayudó en la edificación del templo que él estaba alzándose. No eran franceses todos los destinatarios de esas cartas escritas por Wágner, si bien la mayor parte de ellos habían nacido entre el Rhin y los Pirineos. Entre los amigos y partidarios que desde el primer instante logró Wágner conseguir en Francia, figuran M S Baudelaire, Champfleury y Teófilo Gautier. Berlioz, artista de silueta intranquila y atormentada, tan pronto se siente atraído como repelido por la música de Wágner. Este, a su vez, tan sólo se preocupa de imponer sus concepciones artísticas revolucionarias, y no hace a Berlioz la justicia que fuera de desear. También hay cartas de Gustavo Doré, Paulina Viardot, Villiers de 1' Isle-Adam, de Eduardo Dijardin, el fundador de la «Revue Wagnérienne» y de otros más. Allí están, en efecto, cuantos de cerca o a distancia, se interesaban por ia música de Wágner y procuraban que se la difundiese en tierras francesas. Sin duda la parte más interesante del libro es la que presenta numerosas cartas que seguían inéditas hasta hoy; y muy especialmente, la correspondencia dirigida por el maestro alemán a Catulo Alendes y a Judith Gautier. Reprodúcense aquí íntegramente las cartas dirigidas a estos dos escritores, tanto durante la época en que todavía seguían unidos, como en la que siguió a su divorcio, y esas cartas van desde 1865 hasta 1878. Sígueiise ahí las vicisitudes de las relaciones del músico con Catulo Mendés, entusiasta al comienzo, súbitamente helado por la actitud de Wágner durante la guerra franco-prusiana, y que a partir de este momento, continuó admirando al artista, pero guardó un silencio completo ante el hombre. Ahora bien, los curiosos concentrarán su interés en las cartas dirigidas por Wágner a Judith. Estas cartas, la mayor parte de las cuales datan del periodo en que Wágner concluía su «Parsifal», tienen un tono sorprendente por lo apasionado. ^Qué sucedió entre Wágner y Judith durante los períodos en que se encon- R traban reunidos? Las frases empleadas por el músico autorizarían a hacer numerosas suposiciones, si, por otra parte, no entrara en consideración la diferencia de edad (pues el artista entonces tenía más de sesenta años) y la facilidad con que este compositor ha empleado siempre expresiones excesivas para pintar sus sentimientos. Las respuestas de Judith quizás darían la solución a ese problema; mas hasta ahora no han podido ser publicadas. Tal vez se conserven aún en los archivos de Wahnfrid, suponiendo que no las hayan destruido manos piadosas. Esto último sería lamentable, pues no se trata de satisfacer malsanas curiosidades. La acción de Judith sobre aquel músico es innegable; él experimentó por esa mujer una amistad apasionada y entusiasta, testimonial,do la lozanía del sentimiento que hubo de conservar hasta el fin de su existencia. Cuando se publique—si llega a publicarse—la mitad hoy inédita de ese intercambio epistolar, es decir, las cartas de Judith a Wágner, será posible abordar el estudio de un problema psicológico verdaderamente interesante. No está definitivamente juzgado aún el «caso Wágner». Si cabe estimar que las principales piezas del proceso ya se conocen, subsisten en su vida algunos rincones sombríos, sobre los cuales podría arrojar alguna luz, en el porvenir, el descubrimiento de otros detalles. El asunto de las relaciones que aquel artista mantuvo con Francia, actualmente ya está resuelto, por cuanto las obras wagnerianas se representan con éxito en todos los grandes teatros franceses. Esas obras hoy sólo tienen una importancia histórica para los músicos franceses, que, en avance sobre la evolución del auditorio, han cesado de someterse, des- M U I de hace tiempo, a la imperiosa influencia del arte wagneriano. Desde Debussy, todo ello quedó zanjado. Aun durante la guerra, si el antiwagnerismo alzó la voz teniendo por cabeza a Camilo SaintSaens, Vincent d'Indi liquidó el asunto en algunas conversaciones llenas de energía, a la vez que de buen sentido. El espectador francés puede, por tanto, asistir sin inquietudes a la representación de las obras wagnerianas, entregándose al encanto musical. Encanto que no va solo, porque si la poesía profunda del arte wagneriano atrae a los franceses, su afirmación de ciertos caracteres germánicos,—inquietud, impulso hacia la acción, tozudez, energía y volundad de I poder—le producen más bien un efecto contrario. Su actitud, en conjunto, es análoga a la de Berlioz, que se sentía atraído y repelido simultáneamente por Wágner. Con algún retraso, pero de un modo indiscutible, Wágner conquistó a Francia. La historia de sus relaciones con este país constituye una importante parte de su biografía y ayuda a comprender ciertos aspectos de su carácter. Todos los wagnerianos saludarán con placer publicaciones que, como ésta de M. Tiersot, completan poco a poco los matices necesarios para completar la imagen que nos formamos de ese artista alemán. JEAN BOYER M ANTE UNA ÓPERA DE CALDERÓN.HIDALGO Un éxito de la Musicología Española en el Extranjero El bibliotecario del Conservatorio de Música de Bruselas y eminente musicólogo Mr. Charles van den Borren, ha publicado en LA REVUE MUSICALE de París (Noviembre, 1935) un extenso artículo titulado «Una Opera española del siglo XVII. «Celos aun del Aire matan» (l), que constituye un elogio de gran magnitud para la música española pretérita y para la musicología española de hoy. No pudiendo darle acogida nuestra revista, dada su gran extensión, nos limitaremos a traducir o reducir lo más saliente del mismo. Mr. van den Borren comienza diciendo estas palabras enaltecedoras: «España, desde varios años atrás, viene siendo una tierra bendita para los musicólogos. Allí abundan, en efecto, los tesoros desconocidos que seguían sin explorar hasta ahora, por faltar un personal competente y . lo bastante numeroso. Pero después de la guerra (1918) las cosas han cambiado mucho. Tras los iniciadores—Barbieri, Pedrell y Mitjana—se ha alzado una nueva generación, compuesta de sabios provistos con los más seguros métodos científicos, trabajadores infatigables a quienes no acobarda ninguna dificultad, investigadores entusiastas, sin que su entusiasmo les conduzca al extremo de dar a sus tiabajos un color demasiado subjetivo ni excesivamente nacional. He nombrado a los Higinio Anglés, los José Subirá y los David Pujol. Sin ser aún legión, compensan ampliamente, por su valor personal, la insuficiencia del número. Así, pues, ¡qué alegría para ellos es poder trabajar sobre la primera materia y explorar teiTenos vírgenes en donde a cada paso se encuentran yacimientos de oro y diamantes! Cosa curiosa; la musicología internacional todavía no ha hecho el honor debido a estos descubrimientos, algunos de los cuales son sensacionales para hablar en puridad». Señala minuciosamente el autor, las publicaciones debidas a don Higinio Anglés y al P. David Pujol, y con referencia a las de don José Subirá declara: «Exceptuándose su obra La música en la Casa de Alba, (Madrid, 1927) se ha especializado por completo en el estudio del teatro musical español, y más particularmente en el de este género nacional, de carácter ligero y espiritual, la «tonadilla» que floreció principalmente durante la segunda mitad del siglo XVIII, y del cual conserva la Biblioteca Municipal de Madrid unas dos mil obras». Entrando de lleno en el tema de su artículo, señala van den Borren «la introducción muy instructiva» que puso a la publicación de aquella ópera José Subirá. Y añade: «La partitura rie Juan Hidalgo encontrada en el Palacio de Liria no tiene más que una simple línea melódica, provista de un bajo continuo no cifrado: a parte de ésto, algunos bre- (1) «Muiicoffrafia» se ocupó de esta ópera, con letra de Calderún T música del maestro Juaa Hidalgo, en sus números 12731, cuya lectura recomendamos como antecedente obligado de la información que sigue. M U I vísimos trozos corales, en estilo puramente homofónico. A primera vista, esto parece vacío y seco. Sin embargo, cuando se piensa que, con excepción de breves sinfonías y ritornelos, no se han presentado sino en versiones completamente desnudas obras maestras como «II Ritorno d' Ulises in Patria» (1641) y la «Incoronazione di Poppea» (1642) de Monteverdi, no hay que desalentarse ante esta aparente desnudez. En suma, lo esencial se encuentra ahí; el resto es tan sólo un sencillo arreglo cuyos datos aparecen implícitos en las únicas partes anotadas. Arreglo delicado, en verdad, que requiere una mano experta, al mismo tiempo que un espíritu totalmente desgajado de prejuicios modernos». Deduce van den Borren, como consecuencia de su análisis, que «Celos aun del aire matan» es una «opereta superior», cuyo aspecto paródico no tiene nada de vulgar ni grosero, y que incluso no está exenta de cierta poesía, aunque fuera de desear que ésta, por lo menos en ciertos momentos, fuese más aérea y de mayor franqueza dramática. «Pero no se encuentran todos los días—añade —un Monteverdi o un Cavalli; y es una ganga poco común para Calderón haber encontrado, en la misma España, un artista de segunda fila, capaz de dar vida musical, como él lo hizo, a la fantasía mitológico-realista que constituye «Celos aun del aire matan». Recoge finalmente las sugestiones expuestas por Subirá en su introducción para fijar las posibles influencias, especialmente las romanas, aunque no tanto las venecianas, que pesaron sobre Hidalgo cuando compuso esa ópera en 1660. Y recuerda que precisamente las óperas romanas fueron el prototipo de la «ópera buffa», lamentando que los historiadores olviden esto con demasiada frecuencia. * * Esa ópera de Calderón-Hidalgo, que Subirá ha lanzado al mundo, viene obteniendo iguales muestras de aprecio por parte de otros musicólogos. En la citada revista la comentó Henri Pruniéres, su director, expresándose así: «El texto musical presenta un vivo interés. Es evidente que Hidalgo tomó a los italianos por modelo, pero no es menos evidente que se mantuvo muy español. Si el italianismo aparece en el recitado y en algunos giros melódicos, se percibe muy bien que el autor de estas progresiones, de estas melodías con estribillo obligado, estas disposiciones rítmicas, no se nutrió en una Academia de Italia». Y por los mismos meses comentó dicha obra M. Maurice Cauchie en «Revue de Musicologie» (Boletín de la Sociedad Francesa de Musicología), recordando que «Celos aun del aire matan» había antecedido en once años a la «Pomone» de Cambert, por lo cual España, en materia de teatro lírico, figuraba a la sazón entre los países más adelantados. «Poco a poco, merced a las publicaciones del Sr. Subirá y de otros—dice Mr. Cauchie—se advertirá, un poco tarde, que la influencia de España sobre los destinos artísticos de Europa tuvo tanta importancia en música como en literatura y en pintura». M R F I INSTITUTO-ESCUELA DE MÚSICA MEMORIA El fin de curso de nuestra Academia siempre ha sido laborioso, y además alegre, por el característico bullicio y movimiento que acompañan a la preparación para el examen general, en el que toma parte un grupo más o menos numeroso de alumnos. Llegada esta época, ios profesores y alumnos del L-E. de M. realizan el último esfuerzo personal para perfeccionar hasta lo indecible los conocimientos adquiridos durante el curso, pues hay que conquistar en buena lid ios primeros puestos en las asignaturas correspondientes, logrando así el triunfo de las más nobles aspiraciones. Y esto sucede un año y otro, creando nuevos estímulos, o renovando los que ya existían. Antes de entrar de lleno a explicar la labor realizada por el L-E. de M. y los resultados obtenidos de su enseñanza desde su fundación, dedicaré breves palabras en homenaje a su fundador y protector, Don Francisco Corbí Martínez. Sirvan estas palabras—dictadas por la fervorosa gratitud y sincera admiraciónt—no sólo de elogio para realzar más unos méritos y cualidades personales, de todos sobradamente conocidos y suficientes por demás para que su poseedor figure como un ser dotado de la rara virtud del amor y protección a la juventud, sino también para expresarle al Sr. Corbí, por mi conducto, el gran afecto e inextinguible gratitud que le profesan todos cuantos alumnos han re- cibido los beneficios de la educación artística llevada a cabo con tanto acierto por el L-E. de M. de Monóvar. La labor que realiza este Centro, en todo lo relacionado con la educación musical, ha sido completa y al mismo tiempo muy extensa. Si su finalidad práctica no ha sido tan grande como pudiera suponerse al recordar la cifra total de alumnos que han desfilaoo por esas clases, hay que buscar la causa en la falta de sentimientos espirituales propicios a estos estudios, ya que las corrientes materialistas de esta generación apenas dedican la atención debida al desarrollo moral de estas entidades y al perfeccionamiento del sentido artístico de la juventud. No obstante ésto, las enseñanzas del L-E. de M. han sido sumamente fructíferas si se piensa en el período relativamente corto que se las viene dando. A continuación presento algunos datos estadísticos sobre la marcha del L-E. de M. Ellos pueden servir de guía a nuestros compañeros, de orientación p:ira la opinión musical en general, y de acicate para aquellos que habiendo terminado ya sus estudios, son hoy miembros activos de nuestra Banda de Música «LA ARTÍSTICA» y sin duda seguirán prestando su ayuda con el mismo entusiasmo y franca cooperación que hasta ahora. Fundóse nuestro L-E. de M. en el mes de Agosto de I932. Sus libros registran los siguientes resultados en la GRUPO DE ALUMNOS CONCURRENTES A LAS CLASES DE SOLFEO DEL I..E. de M. M enseñanza del Solfeo. Total de alumnos matriculadoshasta la fecha Total de alumnos aprobados • 344 lOl Casi todos los alumnos aprobados durante este período de tiempo pa^aron después a las clases de instrumento preparatorias, con miras al ingreso en las filas de la Banda de Música. Muchos de ellos son ya sus principales elementos en la actualidad, y otros, pocos afortunadamente, no pudieron ingresar en la Banda por falta de condiciones naturales para el desempeño de un instrumento de viento. Esta Banda, compuesta exclusivamente por alumnos del I.-E. de M., efectuó su primera actuación el día 18 de Julio del año 1934. Desde esta fecha, la Banda ha continuado sus esfuerzos por elevar su condición artística. Aunque ha de interpretar preferentemente composiciones apropiadas al ambiente popular en que han de moverse por lo común sus actuaciones, no por ello olvida a los grandes maestros de la sinfonía, dedicándoles especial atención para conseguir que el público popular se interese por obra de capital importancia artística. Y aunque los progresos realizados en cuanto a técnica, afinación e interpretación musical son actualmente muchos y muy dignos de aplauso, no creo oportuno detallarlos aquí, por con- siderar que hasta ahora no se ha logrado aún el nivel a que aspiramos conseguir de la Banda. Podrá advertirse que el número de alumnos matriculados no corresponde en proporción satisfactoria a los aprobados. Ello es debido, ante todo, a la selección escrupulosa que se realiza con anterioridad a la celebración de los exámenes, pues siempre quedan excluidos todos aquellos que no se consideraron aptos; y es debido, en segundo lugar, a la menguadíi afición de la juventud a unos estudios puramente culturales, en los que resalta en todo momento la idoneidad de los más capacitados. Sin embargo, nos complace resaltar un hecho plausible y francamente satisfactorio, a saber, que en una población relativamente pequeña como lo es Monóvar, se haya obtenido, merced a los esfuerzos y desvelos de la Directiva y Profesorado del I.-E. de M., una cifra tan elevada de alumnos aprobados. Es de esperar, en consecuencia, que al continuar con el mismo tesón y energía la labor emprendida por la cultura, se logre elevar esta bella población alicantina al nivel artístico de las poblaciones de aquellos países que hoy van a la cabeza de la civilización. SI Secretario, M. DELTELL SAMPEK M MÚSICA y LIBROS Un cancionero caballeresco Juan Amades, el prestigioso autor de variadas obres folklóricas, ha aumentado la lista de las mismas con un volumen, que lleva el título «Cangons populars amoroses i cavalleresques» y que ha sido impreso con gran esmero tipográfico en Tárrega. Esta colección de canciones populares catalanas, amoios;is y caballerescas, está integrada por cincuenta y cuatro melodías, con sus correspondientes textos literarios que había cosechado Amades entre los años 1918 y 1922, en colaboración con el profesor del Orfeó Cátala don Juan Tomás, y que seleccionó entre el gran caudal cosechado, teniendo siempre en cuenta que se tratase de canciones hasta e ronces inéditas, ya en su letra, ya en su melodía. Y antes de recogerlas en este volumen, las publicó en la revista «Excursions», de la sección excursionista del Ateneo Enciclopédico Popular. Presentabas por grupos, no pocas de ellas, a diversos concursos—los organizados por la fiesta de la Música Catalana y por la Obra del Cancionero Popular de Cataluña—obtuvieron varios premios, lo cual acredita el interés folklórico del actual volumen. Pero éste no limita a dicho aspecto la atención que despertará entre los lectores, pues aparte el valor artístico de los documentos folklóricos escogidos,—cada uno de los cuales, por cierto, lleva un grabado alusivo al asunto correspondiente—debemos destacar el M prólogo que le antecede y las notas que lo sellan. El prólogo lleva por título «De la canción popular», y constituye un estudio que había sido premiado en los Juegos F"loraIes de Mallorca el año 1925. Entre sus párrafos hallamos el siguiente, que fija el carácter del volumen: «La canción incluye todos los aspectos de la vida humana, y en todo momento psicológico el pueblo tiene aquella que le conviene y retrata. Las canciones populares se dividen de vaiias maneras. Merecen ocupar el primer lugar por su gran belleza de forma, así en la melodía como en eí texto, y también en la perfección de los argumentos, las canciones caballerescat^, las cuales tienen un origen trovadoresco y todas versan sobre amores mu}' dichosos o muy adverso.^, raptos de doncellas, pérdida de enamoriidos a los cuales buscan sus amadas, episodios de batallas y otros temas de carácter romancesco, siendo también siempie los protagoi istas personas de noble y elevada alcurnia». Las notas fin;iles del volumen, señalan los antecedentes, concomitai cias e influencias de cada canción, sus rasgos característicos, sus fuentes y sus orígenes. Si las camiones mismas satisfacían los gustos del pueblo, estas notas deleitaran a los eruditos. La *Incomp}etaf Je Schuhert La Editorial Boileau, de Barcelona, ha publicado la Sinfonía en si menor (Inacabada) de F"ranz Schubert en una excelente transcripción paia piano revisada y digitada por el maestro Juan Salvat. Josií SUBIRÁ S M VIDA MUSICAL MADRID En materia de interpretación musical, el mes de Diciembre ha sido un mes de pontífices y de ases. Pontífice del violonchelo, Pablo Casáis; pontífice o as del violín, Menuhin, y sino pontífice, al menos as y cardenal del sacro colegio pisnístico, Hoffman. A las actuaciones de estos artistas las han rodeado otras muchas y muy variadas. Todos los sábados, la Orquesta Filarmónica proseguía sus conciertos en el Español por las tardes, y todos lüs domingos la Sinfónica hacía otro tanto en el Monumental por las maiíanas. ¿Para bien del arte? Sí; para bien del arte, lo cual no cabe decir siempre, dada la mediocre calidad de algunos concertistas más o menos adventicios que pululan por el orbe. La Orquesta Filarmónica siguió con la audición de obras compuestas por Beethoven para piano con acompañamiento, orquestal, siendo siempre el solista José Cubiles. Oyéronse el cuarto y quinto concierto beethovenianos. A ellos se sumó el concierto para violín y orquesta no menos beethoveniano—y quizás más beethoveniano aún, puesto que alguno de los de piano tienen marcadísimas huellas mozartianas como obra de juventud—siendo el solista Luis Antón. Entre los autores ya consagrados, de tierras no españolas, se destacaron en esas sesiones Mendeissohn, \^'ágne^, Franck y Raví 1. La novedad «internacional» fué el «Scherzo fantástico» escrito por el aún escolar Igor Stravi'insky, donde a lo sumo se presiente la trayectoria de este originalísimo compositor; y aun la novedad sólo lo fué a medias, pues ya había tocado tal obra, hace no pocos años, la veterana de nuestras orquestas, aunque ahora la Filarmónica la incluía por primera vez. No hubo novedades «nacionales»; mas sí alguna reprise, como la de «Corrida de feria», de Bacarisse, con su originalidad dé segunda mano. La Orquesta Sinfónica presentó al violinista Soetens, que estrenó—y no solo en Madrid o en España, sino en todo el orbe, pues se trataba de la «piimera audición mundial», según expresión del programa—un «concierto en sol menor» para violín y orquesta, cuyo autor, Sergio ProkofieíT, hallábase presente en la sala, por lo cual compartió con aquel intérprete los aplausos de un público a quien complació, sin duda, esta obra novísima, no obstante una complejidad que la hace poco asequible en su primera audición, y a quien complació no menos la presencia de Prokofieff. Este mismo compositor recibió la batuta de Arbós para dirigir en dicha sesión una «Sinfonía clásica», suya, que Arbós había dado a conocer años atrás, y que tiene esa movilidad característica, un poco ruda y tajante, de las composiciones escritas por tan excelente músico. Otra sesión de la misma entidad, con el concurso de la Masa Coral que dirige el maestro Benedito. no tenía más que dos obras .¡Pero oué dos obras, Santo Orfeo! La Cantata número 140 para orquesta y coros, de Juan Sebastián, todo unción mística y elevación solemne. Tras ella, la pastoral en dos actos «Acis y Galatea», de Haendel, todo gracia y finura, incluso en los momentos más trágicos. Cantóse esta última obra por la soprano Srta. Alicia Ochsner, el tenor Saulo Giménez, y el bajo Enrique Valenzuela, más la Masa Coral, con letra española, pues el propio Benedito, realizando un esfuerzo no pequeño, había efectuado la adaptación rítmica a nuestro idioma del texto original. Después, se anunciaron dos sesiones con el concurso de Pablo Casáis. El día 15, este gran músico actúa como violonchelista, tocando sendos conciertos para violonchelo y orquesta de Haydn y de Dvorak. Siete días después. Casáis ya no será ante su auditorio el violonchelista 13 M U insigne, sino el excelente director de Orquesta, y también, el compositor distinguido. El programa encomendado a su batuta incluye, entre otras obras, la primera sinfonía de Rrahms y unos fragmentos de la ópera «Goyescas», de Granados, esto último en primera audición. Además da a conocer en Madrid varias composiciones suyas que ya han sido sancionadas con aolauso, a saber: su «Sardana» para 32 violonchelos y su «Ciclo de melodías», en los que obtendrá la colaboración de una eminente liederista: Conchita Badía de Agustí. Ante acontecimientos magnos, como éste, el cronista no necesita engarzar elogios. El ditirambo lo entona «in menie» cada lector, con la lectura de tan fausta noticia. No ha detenido aquí sus actividades la Orquesta Sinfónica. Bajo la dirección de su titular, el maestro Arbós, da en el Teatro Español un «Concierto de Música romántica»—de esa música que los turiferarios del modernismo a ultianza de hace diez años tiraban por los suelos, y que ahora ensalzan con calor impropio de la estación en que vivimos. Aunque, musicalmente, el acontecimiento tiene un retraso de cinco años, si se ajusta la cuenta con escrupulosidad, hay, sin embargo, un aliciente que lo justifique. El Ateneo de Madrid celebra por estos meses el centenario de su natalicio, y la Sección de Música de esa asociación, tras una inactividad absoluta durante no sé cuánto tiempo, sacude su mutismo y da por fin señales de vida. Las da para acreditar el celo de sus elementos componentes, como ha declarado parte de la Prensa madrileña con regocijo, pues a veces es tan benévola la amistad si la preside un afecto cordial, como esquinada la intención si la preside la mala fe. Esa misma Orquesta, dirigida por el maestro lonel S. Patin, dio un concierto a base del «concertó» en mi bemol mayor para piano y orquesta de Liszt—con el concurso, obtenido («a petición del público») de la pianista Srta. Isabel Martí Colin—, y la adición de dos estrenos; a saber: «Divertimento rústico» en cuatro tiempos (Pastoral, 14 Lamento fúnebre, danza y canto nupcial) de S a b i n ' V . Dragoi, y la «sinfonía en do mayor» (en otros cuatro tiempos, naturalmente) de Jorge Bizet. Dos B y una W completaban el programa: la W era Wágner; pero las dos 13 no eran ni Beethoven ni Brahms, sino el francés Berlioz y el ruso Borodin (o Borodine, como dice el programa, adoptando una forma ortográfica francesa, absolutamente innecesaria en nuestro idioma, donde no se hallan «n» nasales ni «e» mudas). La Asociación de Cultura Musical presentó a una cantante húngara, cuya reputación deriva de aquellos años en que aún existía un imperio austro-húngaro, eliminado con la paz de Versalles, hace no poco tiempo. Se llama Rosette Anday y se defendió lo mejor posible, en un extenso programa que iba desde Gluck a Strauss, y desde Schubert a Hubay. La misma Asociación presentará al pianista Alfredo Cortot dentro de muy breves días. Stephan Askenase, artista sobrio, firme y correcto, actuó con el violinista Henry Temianka, de fina sensibilidad, en el concierto con que ha inaugurado sus tareas la Sociedad Filaimónica. La segunda sesión se confió íntegramente al mismo Askenase. Y la tercera se ha reservado al joven Cuarteto A. M. L S. (constituido por nuestros compatriotas Antón, Meroño, Iglesias y Santos) que se presenta por primera vez al público en nicho concierto—tras otro, íntimo, donde lució sus primores con un programa constituido por cuartetos de cuerda de Haydn, Beethoven y Gretchaninoff. Avezados todos esos artistas a tal ciase de lides, pues algunos de ellos habían pertenecido a aquel Cuarteto Rafael digno de mejor fortuna, pone pasión y pulcritud en alianza tan incisiva como prometedora. Arturo Rubistein dio su segundo concierto, con un programa donde sólo figuraban dos autores: el polaco Chopín y el español Albéniz. Adamadísimo por un público que llenaba el Calderón, locó fuera de programa una danza de Falla con la que acabó de entusiasmar a la M U concurrencia. Varias semanas después ha sido otro pianista, el famoso José Hoffman, quien ha actuado en el mismo local con amplísimo programa y escasísima concurrencia, como si su antecesor Menuhin hubiese dado fin al dinero y al entusiasmo de los auditorios madrileños. Casáis, homenajeado y en plena gloria, ha celebrado una sesión íntima en la Academia de Bellas Artes y otra de carácter benéfico, con el concurso de la Orquesta Sinfónica, en el Teatro Español. Entre las fiestas a Lope de Vega se destaca la organizada por el Centro de Estudios Históricos, donde habló don Eduardo Martínez Torner del «Arte español en la época de Vega», y se tocaron y cantaron diversas composiciones de la época (unas polifónicas y otras instrumentales) por los Cantores Clásicos Españoles y por el Cuarteto de Instrumentos Españoles. Otro homenaje, y éste con obras modernas, es el organizado por el Conservatorio, en el Teatro Español, pues el programa se nutrió con canciones del maestro Cuervos y Turina, sobre poesías de Vega y un retablo en verso de la vida de Lope, escrito por Diego San Tose con música del maestro Conrado del Campo. Actuaron Fleta, la Srta. Hermosilla y coros de alumnos del mismo centro docente. Nota final. La GACETA DE MADRID, en sus números de 6 y 7 del actual, ha publicado, en el apéndice de sentencias, una que ocupa veinticuatro columnas— ¡nada menos que 24!—y que es la dictada por el Tribunal Suoremo en un asunto de la primitiva Junta Nacional de Música, la auténtica, «según» repiten con morboso tesón algunos que se beneficiaron de la misma, sin advertir que la «auténtica» fué la de las torpezas, fracasos y derroches inolvidables. Allí se puede leer un capítulo histórico de su gestión como organizadora del llamado Teatro Lírico Nacional, y en particular de sus relaciones con el tenor Fleta, quien, como resultado de aquella gestión, percibirá como indemnización, por incumplimiento del contrato, cerca de cincuenta mil pesetas. El Campeador húrgales obtenía victorias después de muerto. La «auténtica», después de fenecida, ve reverdecer sus fracasos. ¡¡Verdad que la sentencia del Supremo bien merece registrarse, como recordatorio inolvidable? JESÚS A. RIB6 BARCELONA El «Orfeó Cátala» dio un interesante concierto en el que dio a conocer obras nuevas: «Font de pastor» y «La barca vella» de Marimón, y «De bon matí», «La barca de nacre», «Roses de tardor» y «Ram d'or», de Lambert. Otro concierto que había despertado también particular interés fué el que dio en el teatro Studium, la Orquesta de Cámara de Barcelona bajo la dirección del maestro lonel S. Patin. En el programa del concierto con que iniciaba sus actividades la nueva Orquesta, rindió culto a lo clásico y a lo moderno. Son dos las sesiones que ha dado la Asociación de Música Antigua, en el presente curso. La inaugural estuvo consagrada a compositores españoles e italianos de los siglos XVI y XVII (Salinas, Enriquez de Valderrábano, Luis de Milán, Monteverdi, Casti y Buononcini). El maestro Roberto Gerhard disertó sobre la materia y comentó las diversas obras del programa, las cuales fueron cantadas exquisitamente por la liederista Conchita Badía y acompañadas al piano por el mismo disertante. La segunda sesión de esta entidad presentó el ambiente musical de la corte de Francia en el siglo XVIII. Graciosas y elegantes páginas de Marc, Rameau, Barriere, Hagard, Milandre, F. de la Torre y Corrette fueron interpretadas en la viola de amor, arpa y piano, por M. Mauricio Reuchsel, fuerte personalidad de la Francia musical contemporánea; Luisa Bosch Pagés, la arpista de profunda sensibilidad, y Juan Salvat, uno de nuestros más emotivos pianistas. M. Reuchsel, en un erudito parlamento preliminar, puso de relieve sus conocimientos acerca de la música interpretada y de los instrumentos de arco, sobre todo la viola de amor. TRIST.4N 15 M U S NOTICIARIO El Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes ha creado, por orden ministerial de 4 de diciembre último, (Gaceta del día 5) la cátedra de Guitarra en el Conservatorio de Madrid. El brevísimo preámbulo que precede a la parte dispositiva enaltece la tradición musical española bajo este aspecto. Por la misma orden ministerial ha sido designado para el desempeño interino de la nueva cátedra—y de un modo gratuito en tanto no exista la correspondiente asignación en los Presupuestos del estado — el aplaudido guitarrista don Regino Sáinz de la Maza. En unas declaraciones que el artista designado para dicho puesto hizo a cierto redactor de un diario madrileño, expresaba su convencimiento de que la decisión ministerial había sido espontánea, en vista de las reiteradas indicaciones del director del Conservatorio. «Parece ser-—añadió—que a este organismo oficial llegaban constantemente peticiones de España y del Extranjero, especialmente de Norteamérica, en solicitud de informes acerca de la cátedra de Guitarra. Gentes que querían aprender este instrumento y no concebían que en España, precisamente en España, no se enseñase de un modo oficial». El Sr. Sáinz de la Maza calcula que las nuevas enseñanzas abarcarán de seis a ocho cursos cuando más, y pretende que en los cursos superiores aprendan los alumnos las enseñanzas de nuestros vihuelistas del siglo XVI. Con fecha I.° de diciembre, el «Orfeó Cátala», de Barcelona, ha publicado el cartel del VIII Concurso de los «Premits Musicals Eusebi Patxot i Llagustera». Se ofrece un premio de 2000 pesetas a la mejor «Suite» en tres o más parces para gran orquesta, y otro premio de 2000 pesetas, que no pudo ad- INDUSTRIAS judicarse en el Concurso anterior, a la mejor obra lírica para la escena (drama, comedia, etc.) en tres o más actos, sobre texto catalán totalmente musicado. Cada partitura de la «Suite» debe acompañarse de una reducción para piano, y cada partitura de la obra lírica irá acompañada de una reducción para canto y piano y una copia del libreto. Los compositores que concurran al referido Concurso deben ser de tierras de lengua catalana (Cataluña, Baleares, Valencia, Roselión, etc.,) o han de tener, a lo menos, diez años de residencia en alguna de dichas comarcas. Las composiciones, rigurosamente inéditas, se remitirán al «Orfeó Cátala» (calle Alta de San Pedro, 13), a nombre de Juan Saivat, secretario de los Concursos «Eusebi Patxot i Llagustera», y cada una de ellas llevará un lema. El término de admisión para la «Suite» finalizará el día 30 de Junio del año actual, y para la obra escénica el día 30 de Junio de 1939. El 16 de noviembre último falleció el director honorario del Conservatorio de Bruselas—después de haber sido su director efectivo desde 1912 a 1925 — Mr. León Du Bois. Era este artista un pedagogo notable y un compositor talentudo. Había obtenido su primer éxito bajo tal aspecto con el mimodrama «El muerto», inspirado en una novela de Camilo Lemonnier. Siendo muy joven, había obtenido el segundo premio de Roma, y poco después logró el primero. Ha escrito diversas obras teatrales y no pocas de concierto. Entre estas últimas figuran, como las mas conocidas, «Canto de amor», «Relicario de amor», &\'A destino», «El carillón», el oratorio «El ciego de nacimiento» y un «An(iante, scherzo y final» para ocho trompas. GRÁFICAS ORTÍN. - ELDA El Yill ancieo i la tañíala Jel Segle XYIII a Val encía Por N AN^A DVOIÜSOCAIL por correspondencia, desde los instituí D'estudis Catalans: primeros elementos: Métrica, BIBLIOTECA Rítmica, Acústica, etc., hasta DE CATALUNYA las formas más elevadas de composición, historia y estética: BARCELONA Mansfir» AllltoilIO l l l l L iKira fioya, 1[1I5 ii» ESTUDIO sobre la sonata CLARO D E L U N A —:: " ^ de Beethoven Para Piano, por GUILLERMO DE BOLADERES Edición A . Boileau y Bernasconi = Barcelona S l'if!••••••••••*•••••••••••••••••••*••••••••••••••*!••**•••••••••••••••••••••••••••••••>••••••••••••••••••••*•§•••••••••••*!••*•• BaiiiBaaaBBaaaaaaBBaaaBaBaBBiBBBBBaiBBBBaBaBaBaaaaaiaaaaaaBaaBBBBBaaaaBaaaaBaBBBaBaaBBBBaBBaaBaaaBaBBaBBBBaaiaBBBBBBaBBaBisBaBa •••••a«BBBBBBaBflaaBBBBÍBBBaBÍaÍBBBaBBBBBBBaB8BBBafla«aBaBBBBBa88B««BBBBBBB«ÍBaBBBBBaaBBBaaBBBBBBaBBBBaaBBaaBB«BBaBBBB«BBBBaBBBBB III4IS aiitaii**. Poemas de JUAN l A C O M B A Música de MANUEL PALAU aaBaBBBaaaaaBaBBBBaaBBaataaBBBiaaaBBBBBaBBBaaBaaaBaBBaBBaaBSBaBBaBBaaBaaBBaaaaBaBaBaBaBaBBBBaBaaaaaBaaBBaaBaaBBaaaaaBaaBaBaaaaaa aBÍBBaBBaBa8BsaaBBBBBBBaaBaBaBBBaBaBBBBaBBBaaaBaBBBaBBBBBBBBBaaaaBBBBBBBaaBaaaaBBBB»Ba8Ía88aaBasB8aBB8aaBaBaBBBaaBBaBa8BBiBBBBB SaBÍBBBaBBBBaBBBBaBaBaBBaBBBBB«BaaaaBaaBBBBaaBBBBBBBaaaBBBaBffaBBBBBBBBBBBBaBBBB8BBBBIIBaBaBBBBBBBBaBBaaBBBBBBaaÍaBBBBBBBBBaaBBBBB Ediciones JAIME PILES ACABA DE APARECER; VALENCIA PABOONAIRIA Ballet de VICENTE GARCÉS 'Danza de una noche de plenilunio", para Piano yiiiiiiiiiiii^^