,,>-*?«-••» IP»"»»""!" © Ayuntamiento de Murcia (A-^) ORACIÓN FÜNEBRE, QUE EN LAS EXEQUIAS CEtEBRAÜAS EL ©lA a? DE MAYO DE ESTE AÑO ©E 1789 POR LA M. N. T M. L. CIUDAD DE LORCA : EN LA INSIGNE IGLESIA COLEGIAL DE S. PATRICIO POR EL ALMA DEL SEÑOR I}o C A M. Hí O S UI9 REY CATÓLICO DE ESPAÑA, DIXO El Licenciado Don Antonio García Xerez^ Catitínigo Magistral de dicha Iglesia. DANLA A LUZ, Y LA DEDICAN A LA MISMA C I U D A ; Los Señores D. Esteban de Artola ,y D. Ji Muso, Regidores , y sus Comisario, dicha función. 4> CON LICENCIA : EN MADRID EN LA O F I C I N A DE BENITO CANO. ASO DE MDCCLXXXIX. ^-^(3:? © Ayuntamiento de Murcia © Ayuntamiento de Murcia NOBILÍSIMA Y FIDELÍSIMA CIUDAD: JUa singular lealtad y Mior de V. S. á sus Soberanos, j> el noble esmero con que siempre ha contribuido á sus mc{yores glorias, son los A2 mo- © Ayuntamiento de Murcia motivos que nos obligan á ofrecerle sin temor de desagradarle esta oración , consagrada á la memoria de nuestro Monarca difunto. Es cierto que se necesitan muchos volúmenes para referir por menor y examinar cada una de las acciones heroycas que formaron en CARLOS III un perfecto modelo de Reyes Cristianos ; pero por el diseño que en breves líneas presenta el Autor de este discurso , se puede concebir alguna idea de lo mucho que hizo este Príncipe incomparable para su propia santificación , y para el bien universal de sus vasallos. Sírvase pues V. S. aceptar este pequeño don que le ofrecemos en prueba del amor y respeto que le profesamos, y de los sinceros deseos que nos animan á ser siempre sus mas humildes servidores D. Esteban Artola. "•' B.Joseph María Muso, ^ © Ayuntamiento de Murcia In- (O Jn omni ore quasi mel inculcahitur eius memoria jpje gubernavit ad Dominum cor ipsius, B in diehus peccatorum corrohoravit petatem. Eccl. c. 49. vers. 2. & 4- ] W o pudo ser mas vivo el dolor con que lá Ciudad de Jerusalen y todo el Reyno de Judá lloraron la muerte de su piadoso Rey Josiasr de aquel Príncipe tan amable, y uno de los mas dignos que ocuparon el trono de David: de aquel Príncipe que consagraba todos sus cuidados al bien universal de sus vasallos, y á la mas recta administración de la justicia: qne por sí mismo examinaba la causa de los pobres y de los afligidos (i) : que enjugaba sus lá"-iimas, y suavizaba sus penas con singular bondad y ternura: de aquel Príncipe religioso , que con zelo infatigable perseguía la impiedad , cortaba la raíz de la superstición, y velaba sin cesar para restablecer la pureza y magestad del culto de su Dios: de aquel Príncipe que se presentaba en el templo del Señor ( I ) lerem. 2?. v, 10. © Ayuntamiento de Murcia {2) ñor lleno de temor y de respeto; que edificaba con su piedad exemplar á su pueblo, y lo contenia en la observancia de la divina ley ( I ) . La perdida de este Príncipe admirable , ólcQ la Santa Escritura, causó un sentimiento universal en todo su Reyno (2), y fué llorada en cada familia como la muerte del propio unigénito (3). Pero al acordarse de su eminente santidad , de los grandes ser-^ vicios hechos á la patria, del total exterminio de la idolatría, y de las preciosas ventajas que procuró á la verdadera Religión, se convertía en gozo la tristeza: y según la expresión enérgica del Escritor Sagrado, era la memoria de aquel Príncipe tan agradable como los conciertos mas armoniosos, y tan dulce como la miel: In omni ore quasi mel inculcabitur eius memoria,.... Ifse,.,. guhernavit ad Dom'mum cor ipsius, ^ in diebus peccatorum corroboravit pistatem. Señores Ilustrísimos , devotísimo pueblo, si el fúnebre aparato que tenéis á la vista, si CO I V . Reg 23. & II. Paral. 34. (2) Ibid. 35. V. 24, (3) Zach. 12. V. 10. & scq. © Ayuntamiento de Murcia (3) si los tristes cánticos que acaban de resonar en vuestros oídos os han inclinado á creer que yo también vengo á entristeceros con el recuerdo de la muerte de nuestro muy amado Rey D. GARIOS III , seguramente han sido vanas vuestras esperanzas. Con justísima razón lloró toda España la pérdida de este nuevo Josias: nuestros corazones quedaron penetrados de dolor y de amargura al ver desaparecer como sombra á aquel Príncipe incomparable , á quien mirábamos como á nuestro bienhechor y padre, como al consuelo de los necesitados, como al amparo de los pobres, como al protector y conservador de la fe y de la piedad. Pero, Señores , el tiempo y las reflexiones cristianas deben haber aliviado ya nuestra justa pena, y cerrado esta herida dolorosa. El Espíritu Santo nos limita los dias de nuestra aflicción y de nuestro llanto por los difuntos (i) : y solo á los infieles que no tienen esperanza puede convenir el dolerse sin consuelo. Con proponeros solamente la idea de las singulares virtudes que adornaron el alma de CARLOS, cocí) EccI. 2 2. V. 13, © Ayuntamiento de Murcia (4) conoceiéís con las luces de la fe que no ha muerto nuestro Rey, sino que duerme el , sueño de la paz ; que aiuique apartado de nuestra vista corporal, no lo hemos perdido , sino que vive para siempre en el Señor. La vista de los. singulares beneficios que hemos recibido de su recta administración , y de los monumentos preciosos que nos quedan de su generosa caridad; la consideración del zelo ardiente con que conservó en sus Estados la pureza de la fe y de las costumbres en unos tiempos tan peligrosos , y de los admirables exemplos con que ha edificado y fortalecido nuestra piedad, hará para nosotros siempre dulce y amable la memoria de CARLOS III : y llenos de una sólida alegría, nos deberemos ocupar continuamente en bendecir al Señor , porque se dignó concedernos en su .misericordia un Príncipe , que dirigido por su divino espíritu consiguió defender la Religión contra las blasfemias de los impíos, y santificar á sus vasallos: In omni ore quasi mel inculcabitur eius memoria.... Ipse . . . . gubernavit ad Dominum tor ipsius, ^ in diehíis peccatorum corroboravit pietatem. Ved, Señores, la materia propia de los cío- © Ayuntamiento de Murcia elogios dignos de la Cátedra del Evangelio. Dichoso yo , que no tengo por objeto de mi oración una de aquellas vidas mundanas, abundantes'en flaquezas y estériles en virtudes» que me obligarían á usar de continuas precauciones y correctivos para no confundirlo sagrado con lo profano , y para no deslizarine en alguna palabra de adulación, tan injuriosa al ministerio de la verdad, y tan indigna de los que hablan delante de Dios en Jesu-Cristo , como decia S. Pablo. El Señor ha permitido que me vea en el honroso empeño de alabar á un Príncipe, cuya vida, por qualquiera parte que se mire, respira virtud y santidad : á un Príncipe que justificó la Relígion con la gloria de su reynado , y edificó i sus pueblos con la piedad de sus exemplos. Este es el elogio que voy á consagrar á la memoria del muy alto y muy poderoso Príncipe D. CARLOS m de Borbon , Rey de España y de las Indias. Quiera el Señor que los cristianos sentimientos que le animaron en todas las acciones de su vida, queden gravados en vuestros corazones para vuestro es* piritual aprovechamiento. B © Ayuntamiento de Murcia I. I. JLíos falsos Filósofos, aquellos sectarios impíos que derraman por todas partes el veneno de la incredulidad 5 aquellos hombres orgullosos y temerarios que prefieren las tinieblas de una razón de'bil y descaminada á las luces de una sabiduría infalible y eterna; que establecen la injusticia, la ambición, la vanagloria por principios de la verdadera grandeza ; aquellos hombres desgraciados, nací-dos en nuestros dias para ser el oprobrio de un siglo , tan digno por otra parte de la admiración y del reconocimiento del género humanó ; estos hombres finalmente empeñados en declarar á nuestra santa Religión una profesión vana, despreciable, y perniciosa; publican con insojencia que la Religión es incompatible con el arte de reynar y con la buena política: que los preceptos del Evangelio conspiran mas bien á la destrucción que á la felicidad de los pueblos: que un Príncipe dirigido por la piedad, no es capaz de concebir sentimientos nobles y magníficos, ni fines sublimes, ni empresas gloriosas: en una pa- © Ayuntamiento de Murcia (7) •palabra, qiie rio puede ser un hombre buen Cristiano y gran Rey al mismo tiempo. Máximas detestables, cuya falsedad se ve tan deniostrada con el exemplo de CARLOS m. El heroísmo de sus grandes acciones, su vigorosa y sabia administración, la felicidad de «US vasallos, la gloria de sus dos reynados, son una sólida apología de la Religión , y pruebas bien sensibles de las ventajas que pueden resultar á un pueblo gobernado según las leyes del Evangelio de Jesu-Cristo, -•'Desde su mas tierna infancia manifestó CARLOS que Dios le habia prevenido con singulares bendiciones. En medio de los terribles escollos que amenazan á los PríncipeSj descubrió siempre en su conducta la pureza y' rectitud de su corazón. Cerró sus ojos al encanto del siglo y al falso resplandor de la grandeza humana. Aborreció desde el principio el engaño y la lisonja, y amó la sinceridad y la buena fe. Su augusto Padre, el inmortal Pelipe V , se aplicó con particular esiiiero á cultivar y perfeccionar las preciosas semillas de virtudes tan raras. No contento con haber comunicado al hifante su hijo aquella ilustre sangre de que él mismo B2 © Ayuntamiento de Murcia es- (8) estaba ariimado, procuró inspirarle aquel can* dor, aquella rectitud, aquella moderación que formaban el carácter de Felipe, é hicieron su nombre tan amado de los Españoles. El profundo conocimiento que tenia este Príncipe del Estado político de toda Europa, y sus incontextables derechos á varías Provincias , ó perdidas por la desgracia de la guerr a , ó por la perfidia, ó cedidas por la necesidad de los tratados , le inclinaban á creer que la divina providencia destinarla tal vez á CARLOS para el gobierno de algunos pueblos. Con miras tan sublimes, se dedica á formar de él un héroe cristiano , un modelo de Príncipes, un protector, un apologista de la Religión. La lectura de los libros santos del Evangelio de Jesu-Cristo, la medit tacion de aquella ley tan elevada, tan pura^ tan capaz de hazer impresiones perdurables en un alma todavía inocente, era su principal estudio y ocupación. En estas fuentes divinas bebió CARLOS aquellos principios de equidad , de gobierno, de sana política, que fueron el origen de tanta felicidad para sus vasallos. En la escuela de un Dios humilde y paciente recibió las justas ideas de la verda-* de- © Ayuntamiento de Murcia - (9) . dera grandeza, que no olvidó jamás.. Y iU verdad, ^ no seríamos injustos si quisiéramos buscar en otra parte y no en esta fuente tan pura, la causa de aquella bondad, de aque­ lla amable afabilidad que tanto distinguió á CARIOS in í Fué este Príncipe bueno y afable, no solo por carácter y por un feliz natu­ ral sino por principios de fe y de razón. No perdía jamas de vista aquella máxima de la Santa Escritura, que la bondad, la dulzura, h afabilidad de los Príncipes es como el ro­ cío que vivifica y fertiliza las plantas: sicut ros super herbam, ita & hilaritas Regís {\). Por ella entendió, que el verdadero trono de los Reyes es el corazón de sus pueblos: que por lo mismo su principal obligación era ga­ narlos con su amor, con su humanidad, y ternura: entendió, que un Príncipe es verda­ deramente el padre de su patria: que todos sus vasallos son sus hijos , confiados á su zelo y á su cuidado por la divina providencia. De aquí nació sin duda aquel amor tierno, eficaz, universal, que constantemente experi^ mentaron los vasallos de CARLOS , y que hizo tan ( I ) ProT, lí^.v. i J . © Ayuntamiento de Murcia (10) tan suave y amable su imperio : aquella bondad , aquel agrado con que siempre recibía á los que buscaban su amparo y protección. Porque < quién podrá decir que halló jamas cerradas las puertas de su benignidad y misericordia ? < Quién oyó janeas de su boca alguna palabra que pudiese contristar al corazón mas sensible y delicado ? i Quién vio alterada la serenidad de su semblante con el mas leve movimiento de la cólera? Y sino, <quál era la causa de aquel amor filial que todos profesábamos á nuestro R.ey> <Por qué le llenábamos de bendiciones así en púr blico como en secreto ? < Por qué le venerábamos como á Padre , sino porque conocíamos que tiernamente nos amaba? <por qué dominaba en nuestros corazones, sino porque vivíamos persuadidos de que nosotros ocupábamos enteramente el suyo ? i, Qué significaba aquella sinceridad con que os interés sabais y pedíais al Señor por su conservación? I aquel temor de perderle; < aquel deseo de emplearos en su defensa ? < Qué significaba todo esto sino una fiel correspondencia á un Príncipe amable, cuyo rostro , cuyas palabras , cuyas operaciones solo respiraban huma- © Ayuntamiento de Murcia (Il) manldad, dulzura, y amor á sus pueblos> já un Príncipe que no usaba jamás de su grandeza sino para llenamos de beneficios, y que por todas partes manifestaba los efectos de su ternura y afabilidad? Pero íqné ideas tan contrarias se ofrecen á mi entendimiento > < qué distinto carácter descubro al parecer en CARLOS? Quando yo me disponía á concluir el retrato de un Príncipe lleno de benignidad y de dulzura, le veo armado con la espada en la mano , llenando de terror Provincias enteras, deshaciendo exe'rcitos poderosos, y rindiendo fortalezas inexpugnables. El noble empeño que tomó la Francia en proteger á un Príncipe desgraciado , á Estanislao , Rey de Polonia, encendió la guerra entre las Potencias de Europa, poco satisfechas ya de sus mismos tratados, y dispuestas á renovar en la primera ocasión sus ..antiguas pretensiones , y hacer valer sus derechos. Felipe V , unido entonces con los Franceses, toma las armas contra el Emperador , y envia para la campaña de Italia al Infante D. CARLOS , ya Duque de Parma y Plasencia, al frente de 3og hombres. ¡ Qué -nuevo teatro se presenta á la religión y huma- © Ayuntamiento de Murcia (12) manidad de GARIOS ! ¡ Qué espacioso campo para su elogio i ¡ Qué espectáculo tan digno de admiración el ver á un Príncipe de diez y siete años dar heróycos exemplos de valor , de actividad , de moderación á los mas experimentados y hábiles Generales de su siglo ! No , no esperéis que para daros una justa idea de las virtudes niilitares de CARLOS, lo compare yo con los Alexandros , ni con los Scip iones, ni con los Marios: yo no advierto en él la extraña conducta de aquellos Conquistadores , que solo supieron pelear y vencer, asolar y destruir : que miraban con ojos indiferentes millones de cadáveres: que se tenian por felices, haciendo miserables á sus semejantes: de aquellos Guerreros, que no conodan mas justicia que la fuerza: que al paso que triunfaban de sus enemigos , se hacían esclavos de su propia ambición, y que solo se proponían por fin de sus empresas una gloria vana, una grandeza imaginaria. No: la Religión pura y sacrosanta por cuyos principios se gobierna én la guerra el joven Duque de Parma , le ofrece otros modelos mas elevados y dignos de su imitación. A mí n^e parece, que en la persona de CARLOS veo á un © Ayuntamiento de Murcia (n) «n verdadero hijo de S. Luis, á un S. Fernando : á un Príncipe, que siendo pacífico por inclinación , se ve precisado á hacer la guerra por ía equidad, por la justicia, y por el amor mismo de la paz ; á un Príncipe que santifica las batallas con la pureza de sus intenciones , y con las leyes de una disciplina cristiana: á un Príncipe , que animado de una viva fe, conoce que toda la prudencia de los hombres, los mas numerosos y bien ordenados esquadrones, toda la experiencia de los Capitanes, son medios inútiles para vencer sin la protección del Dios de los Exércitos: á un Príncipe , que penetrado del temor de aquel Señor que sabe humillar y confundir á los Reyes y Jueces de la tierra, y desvanecer sus mas sabios consejos, desconfia de su espada , y espera únicamente la victoria como David ^ de la bondad y del auxilio de su Dios. No dexa este Señor de atender al mérito d¿ una fe tan pura, y la premia con la prosperidad de los sucesos, con la gloria y felicidad de sus armas. Ni las plazas mas bien fortificadas , ni los exércitos mas formidables pueden resistir al valor de un Prín- C © Ayuntamiento de Murcia cl- (14) cipe á quien tan vivamente animaba la Re^ ligion, ni al ardimiento de unas tropas inflamadas con la eficacia de su exemplo. La célebre Gaeta, el baluarte de los Imperiales, á pesar de la confianza y seguridad que le inspira su valiente guarnición, la abundancia de los alimentos , y la ventaja de sus fortificaciones , observa con sobresalto en la persona de CARLOS un General, que exponiéndose con intrepidez á todos los peligros, y dirigiendo todos los ataques, prepara y alienta á sus soldados para una acción decisiva: mira con asombro forzar sus muros, y se ve obligada á rendirse al esfuerzo de un Príncipe , cuyos primeros ensayos eran prodigios de valor. La victoria sigue del mismo modo á sus Generales. Los felices sucesos de Bitont o , de Mesina , de Siracusa , de Trapani, son •igaalmente fruto de la actividad del Duque de Montemár, y de las acertadas providencias de CARLOS : y con la rendición de Cortona y de Capua, concluye con indecible gloría la conquista de todo el Reyno de Ñápeles y de Sicilia. Pero no penséis, Señores, que entre el sangriento tumulto de la guerra, se olvida CAR- © Ayuntamiento de Murcia (15) CARtos de sii carácter benigno y humano. En aquel tiempo en que la complacencia de las victorias, los deseos de gloria y de inmortalidad, ocupan casi enteramente el alma del Guerrero mas moderado , manifiesta el nuevo Rey de Ñapóles una clemencia , una ternura , una compasión, verdaderamente admirables. El trágico espectáculo de tantas víctimas ensangrentadas, y que hablan perdido la vida en su servicio , enternece su piadoso corazón : y ya que no pudo evitar la funesta suerte de los que perecieron en el combate , se dedica á consolar á los que quedaron heridos, procurándoles con amor de Padre todos los socorros que pudieran hacer mas tolerable su desgracia. Se informa menudamente de las circunstancias del Oficial y del soldado: y de aquella misma mano con que aterraba y deshacía á sus enemigos, se ve correr una fuente copiosa de beneficios y liberalidades, con que recompensa á los que con él se hablan expuesto á los peligros, y participado de la gloria de sus triunfos. El maravilloso conjunto de acciones tan heroycas ganó los corazones de todos aquellos pueblos: los quales reconociendo el esC2 pe- © Ayuntamiento de Murcia (16) pedal don que les hacia el Cielo en la persona de un Rey tan amable y adornado de tan hermosas virtudes, corrieron presurosos á jurarle una inviolable fidelidad, y á manifestarle con las mas sinceras demostraciones de júbilo sus deseos de vivir baxo el suave yugo de su dominación , prometiéndose desde aquella hora una suma paz, la mayor abundancia , general felicidad y gloria. Y en verdad que no flieron vanas tan lisongeras esperanzas. El Señor se dignó bendecir desde el principio el reynado del nuevo Monarca, é inspirarle las mas sabias leyes para la reforma de los abusos y para el bien universal de sus vasallos. Hallábase aquel Reyno á la entrada de CARLOS en un estado lastimoso : perturbado el orden de la justicia , olvidadas y despreciadas las sagradas reglas de la equidad: los Grandes y poderosos exercian sobre loS' pobres y liumildes una cruel y odiosa tiranía : los infelices oprimidos no sabian á quien exponer sus quejas: ni podian esperar un eficaz remedio de Ja autoridad limitada de un Virrey, por lo común poco duradero. A la luz de la Religión que le animaba, descubre CARLOS todas las conseqüencias de unos abusos © Ayuntamiento de Murcia (17) sos tan monstruosos. Ve en la dominación de los Grandes una opresión bárbara, tan con­ traria á los derechos sagrados de la Corona, como á la quietud y felicidad del Estado. Ve estos y otros males, y prepara su remedio» Bien conoce que el golpe que medita ha de excitar grandes clamores: pero ve al mismo tiempo la necesidad: está persuadido de que una benignidad intempestiva trae consigo las mismas conseqüencias que una verdadera crueldad: que para el que se halla armado con la espada de la autoridad, el disimular los males pudiéndolos exterminar, es hacer­ se autor y cómplice de los delitos. Estos mo­ tivos le determinan á dictar las mas sabias providencias, que executadas desde luego destierran todos los abusos , y reforman las ideas de la Nación. Los Magnates aprenden á res­ petar la suprema potestad , y la vigorosa ad­ ministración del nuevo Monarca, y se con­ tienen en los. justos límites de su autori­ dad y prerogativas. Los pobres tanto tiem­ po oprimidos y esclavizados empiezan ya á respirar, y bendicen la mano de su benéfico libertador. ^Y quién podrá referir los Decretos y Ptag- © Ayuntamiento de Murcia (18) Pragmáticas Sanciones que mandó publicar, para establecer con solidez, y eternizar la común felicidad de sus pueblos í Y por no dilatarme demasiado , < quién podrá negar que el Reyno de Ñapóles y de Sicilia mudó enteramente de semblante baxo el gobierno de CARLOS? ¿Quién podrá negar que aquellas Provincias adquirieron un esplendor, una dignidad que jamas hablan tenido, y que en el dia las distingue entre las mas respetables de Europa) {Quién no ve en aquella dichosa época restablecidos todos los órdenes del Estado , restauradas y perfeccionadas todas las Artes, cultivadas y protegidas todas las Ciencias? Y sobre todo <quién no admira el raro talento de un Príncipe jóvenj que en medio de los serios y continuos cuidados que pedia el entero restablecimiento de un Reyno abandonado , supo ennoblecerlo y decorarlo con edificios admirables, y con monumentos sumamente útiles al progreso de toda la literatura? Sí Señores : el costoso y felicísimo descubrimiento de Herculano y Pompeyos , sepultadas por espacio de casi diez y siete siglos j el soberbio edificio , y las innumerables rarísimas preciosidades de Ca- © Ayuntamiento de Murcia (19) Capo di Monte ; el celebrado Hospicio de Ñapóles; los asombrosos y útilísimos arcos de Matalona; el inmenso y magestuoso palacio de Caserta < no serán siempre la admi^ ración de todos los siglos >. < No serán un testimonio inmortal de la generosidad de su autor, de su inclinación á las letras, y del amor á sus vasallos ? 5 No serán siempre una prueba decisiva de que la Religión no solo inspira empresas grandes y gloriosas, sino que las ilustra al mismo tiempo, las ennoblece y santifica con los sublimes y sagrados fines á que las dirige 5 Pero por admirable que os parezca la administración de CARLOS en cl Reyno de Ñápeles , no fué mas que una muestra, un noble ensayo de lo que habia de hacer en beneficio de la dichosa Nación para cuyo gobierno le habia elegido el Señor. Por la sensible muerte sin sucesión del pacífico Fernando VI, ocupó CARLOS III el trono de España. La dominación de dos mundos, el cuidado de los pueblos inmensos que Dios puso de nuevo á su cargo, le obligó á descubrir en toda su extensión aquel maravilloso fondo de prudencia, de sabiduría, de justicia, de © Ayuntamiento de Murcia (20) de humanidad , de religión, que formó uno de los reynados mas felices del mundo. Apenas cesaron los ecos de las aclamaciones y del alegre tumulto con que celebraron los Españoles la exaltación de su nuevo Monarca , empezaron á observar en él con admiración uno de aquellos Príncipes raros , que son propiamente los Ministros de Dios para •d bien universal de sus pueblos: un Príncipe , que olvidado de sí mismo consagraba todos sus talentos, todos sys cuidados, toda svL vida, al bien público, al engrandecimiento de la Monarquía, á la utilidad del Estado. í Que no me sea posible examinar por menor cada una de sus acciones heróycas, para que quedaseis convencidos de que mis expresiones no son una exageración de vana eloqüencia, sino verdades positivas é innegables! Pero no , nq temo que vuestras dudas ni vuestra incredulidad pueda obscurecer ni debilitar la certeza de lo que os digo. Hablo de cosas muy públicas , de hechos que habéis visto , de beneficios que habéis experimentado. Sí : vosotros sabéis la infatigable aplicación de nuestro difunto Monarca i la mas recta administración de la ;usti- © Ayuntamiento de Murcia (21) tícía: vosotros sabéis que este filé uno de sus mas principales cuidados, y todo el mundo ha visto sus saludables efectos. Instruido por las divinas Escrituras, sabia que el Señor lo había establecido Rey sobre su pueblo, para que lo juzgase y le administrase justicia (i): sabia que el Espíritu Santo proponiéndose dar importantes lecciones á los Reyes , casi se contenta con enconiendailes eí amor de la justicia (2): sabia que esta obligación gravísima y de tan serias conseqixencias le era personal, y no podia de ningún modo dispensarse de ella, porque á él y no á otro confió Dios el Estado , y comunicó el poder y la autoridad sobre los bienes, la libertad, y la vida de sus vasallos. Persuadido de todas estas verdades, se apUca sin intermisión al exercicio de esta función augusta y esencial de su ministerio : y la desempeña de un modo qvie puede servir de modelo á todos los Reyes y Jueces de la tierra. Ya me lleno, Señores , de un respetuoso temor, quando me propongo examinar de cerc o n. Paral, p.v. 8. ( 2 ) Sap. I. V. I. D © Ayuntamiento de Murcia (22 ) cerca aquel magestaoso tribunal en que CARLOS III juzga las causas de su Nación: quando contemplo aquel solio respetable, aquel santuario de la justicia, de donde dimanan las leyes que deciden de la felicidad pública. ¡Qué política tan sana! ¡Qué miras tan elevadas y tan nobles! ¡ Qué profitndo respeto á las leyes patrias! ¡Con qué zelo procura conservar inviolable el depósito de los saairados decretos de sus Predecesores : de aquellas máximas antiguas, acendradas, de que ha dependido siempre el orden , la paz , la gloría , la seguridad del Estado! i Qué grave circunspección , qué examen tan prolixo , qué medidas tan premeditadas para alterar alguno de aquellos estatutos por los nuevos inconvenientes, que no pudieron prever aquellos sabios Legisladores! ¡ Con qué Claridad y precisión distingue los caracteres de un poder soberano y de una dominación arbitraria y despótica! Pero i Con qué particular solicitud examina la causa de aquellas personas débiles que viven por lo común expuestas á la opresión! i Con qué benignidad oye las quexas del pobre, de la viuda, del huérfano! Tiene muy presente el especial encar- © Ayuntamiento de Murcia (23) cargo que de estos infelices le hace el Espíritu Santo : que á él le toca enjugar sus lágrimas , consolarlos, y servirles de padre y de tutor; y que el menor de ellos debe seile t^nto mas precioso, quanto se ve mas abandonado , y sin mas amparo y protección que la que puede encontrar al pie de su trono. Este mismo Espíritu procuraba nuestro Monarca que animase á todos los Magistrados y Jueces inferiores , que hablan de juzgar y gobernar en su nombre. Para este fin, i con qué sabias precauciones, con qué delicadeza , con qué pulso procedía, para no engañarse en la elección de unas personas que hablan de ser cooperadores suyos en tan sublime ministerio , y de cuya conducta había de ser responsable en el juicio del Señor! ¡ Con qué eficacia les exhorta para que no abusen con perjuicio de sus amados vasallos del poder y autoridad que les confia! ¡ Con qué fortaleza y resolución cortó la raíz de ciertos abusos, y desterró de sus tribunales el influxo que podrían conservar en ellos el espíritu' de partido y los respetos humanos! ¡Con qué felicidad consiguió dar á la administración de la justicia una forma, una perfección , que Dz no © Ayuntamiento de Murcia (24) no tiene ni tuvo jamas semejante ! Entrad sino en esas augustas asambleas, en donde se pesan los derechos y el interés general de la Nación: observad atentamente á cada uno de los ilustres Magistrados que las componen. ¡ Qué luces, qué capacidad , qué zeio por la justicia , qué entereza, qué desinterés qué amor del público, qué costumbres tan austeras, qué inviolable fidelidad al Príncipe, qué temor de Dios! No parece sino que en cada uno de ellos se multiplica CARLOS m: su espíritu es quien los anima: y las resoluciones ajustadas á los sabios Decretos con que enriqueció nuestra Legislación , son una fuente purísima de innumerables bienes para todos sus vasallos. ¡Gran Dios! ¡Qué felices son los Pueblos que viven baxo la dominación de un Príncipe formado según vuestro espíritu! ^ Qué presente mas rico ni mas precioso podéis hacer á una Nación , que el concederle para que la gobierne un Rey justo , moderado, reKgioso y santo > ^Qué prueba mas clara podéis darle de vuestro amor y del deseo que tenéis de su felicidad > Porque el Señor amaba á Israel (podré yo decir hablando con núes- © Ayuntamiento de Murcia (25) nuestro difunto Monarca), porque el Señor amaba á Israel, y quería salvarlo para siempre , te hizo su Rey para que fueses su Juez, y le administrases justicia: quia diligtt Deus Israel, ó" "vult servare eum in aternum j idcirco posuit te super eum Re^em, ut facías indicia atque iustitiam (i). Pero no resplandece menos en CARLOS otra especie de justicia, que no es menos esencial á los Reyes, ni de menor influencia en la común felicidad : la dispensación equitativa de los honores y de las riquezas. Esta es el alma, la fuerza del gobierno, el fiíndamento de la autoridad suprema. Muchos Soberanos suelen disipar estos bienes, y hay pocos que sepan darlos y distribuirlos como Reyes. CARLOS no mira las gracias y los tesoros que le ha entregado el Padre de Familias , sino como unos talentos que deben fructificar maravillosamente en beneficio de su pueblo. No los reparte con prodigalidad, ni los reserva con avaricia. CARLOS es un bienhechor generoso é ilustrado, que distribuye sus dones con circunspección y discerni( 0 II. Paral. 5). V. 8. © Ayuntamiento de Murcia ( 26 ) nímiento : y no envilece las recompensas, ha­ ciéndolas comunes á los hombres grandes y á los indignos. Desde la elevación de su tro­ no descubre el mérito á qualquiera distancia que se halle , y le prepara sus dones según las circunstancias de las personas. A aquellos genios sublimes , á aquellos hombres supe­ riores y extraordinarios, nacidos para ilumi­ nar y dirigir á sus iguales, los destina á los primeros cargos de h República, los acerca á su persona , se aprovecha de sus luces, los honra con su confianza, y á pesar de la en­ vidia los mira y conserva con admirable cons­ tancia como el mas precioso tesoro del Es­ tado. Se informa cuidadosamente de las per­ sonas que en todos los cuerpos y profesio­ nes se distinguen por su virtud y capacidad: busca los Ciudadanos mas fieles , aplicados y zelosos , y los premia con atención á sus méritos. De este modo se excita en todos lina noble emulación, se acredita la virtud, se aumenta la industria , se enriquece la Mo­ narquía, y se multiplica sin cesar el núme­ ro de ios vasallos útiles, <Y quién podrá re­ ferir y estimar como se merecen , los asom­ brosos efectos de aquella caridad liberal y com- © Ayuntamiento de Murcia (27) compasiva, con que nuestro Rey atiende a todas las necesidades y urgencias de sus pueblos , y las socorre y aun las previene con abundancia) < Quién no admira la condonación de un excesivo número de millones, que al principio de su reynado hizo á los deudores de la Corona S <Ia liberalidad con que en diferentes ocasiones entregó inmensas sumas al Pósito de Madrid , para atender á la subsistencia del público? <la beneficencia con que socorrió abundantísimaniente con dinero, con eficaces medicamentos, con hábiles facultativos á varias Provincias del Reyno afligidas con peligrosas epidemias ? < la generosidad con que aquel astro feliz comunicó sus Influxos hasta el Nuevo Mundo, concediendo libertad de tributos y alcabalas á las harinas y granos de Nueva España, casi desolada por la carestía del año de ochenta y seis? Y no creáis que CARLOS limita sus miras á las necesidades presentes. Su amor paternal y generoso inventa medios para eternizar sus beneficios; y dexa á la posteridad testimonios permanentes , inmortales , de los elevados sentimientos de su corazón. En ese asilo inmenso que erige dentro de su misma Cor- © Ayuntamiento de Murcia ( 2 8 ). Corte ( I ) , encontrarán hasta el fin de los siglos remedio todas las enfermedades, alivio y consuelo todas las miserias. Por el estableció miento de Montes Píos bendecirán siempre á GARIOS ni como á su bienhechor y padre las viudas y los huérfanos de los héroes, que derraman su sangre por la patria , y emplean sus vidas en utilidad dd Estado. La nueva forma y comodidad de los caminos asegurará para siempre á los pasageros contra Io$ precipicios, y contra los peligros de robos y asesinatos. Con las nuevas poblaciones de Andalucía hizo nacer nuestro Monarca la abundancia en el seno de la esterilidad, y utilizó y santificó en favor de sus vasallos aquellas horrorosas breñas, en que antes se consumaban tantos misterios de iniquidad. Yo no contemplo, Señores , que un Príncipe pueda ser en la tierra imagen mas perfecta del Dios de las misericordias, ni que pueda mezclar con mas ternura sus lágrimas con las de sus pueblos afligidos, ni que pueda usar con mas ventajas del privilegio que tiene por su soberanía de hacer felices á los que gobierna. Esta ( I ) El Hospital General. © Ayuntamiento de Murcia (29) Está era, por decirlo así, la pasión do­ minante de nuestro Monarca, éste el cuida­ do que continuamente ocupaba su ánimo. Como vigilante y zeloso Padre de familias, anhelaba sin cesar por descubrir los medios mas oportunos para conseguir y perpetuar en su Reyno la común felicidad de un modo correspondiente á sus deseos. La seria medi­ tación que hizo sobre este punto importan­ te , y su ilustrada política , le hicieron cono­ cer desde luego, que en el fomento y pro­ tección de las Ciencias y Artes útiles, en el exterminio de las antiguas preocupaciones y de la ignorancia, hallaría sin duda el medio mas poderoso para facilitar á todos sus va­ sallos la abundancia , de hacer respetable su Monarquía, y asegurarla de todos modos con­ tra sus enemigos. Desde aquel momento , es indecible el ardor con que procura se nos hiciesen comunes y familiares las buenas ideas y útilísimos descubrimientos , con que se ha­ llaban ilustradas todas las facultades en las Na­ ciones sabias y cultas de Europa. Desde en­ tonces vimos llegar á nuestra Península los mas hábiles y laboriosos Extrangeros, para dirigir los trabajos del Taller, quienes exci- E © Ayuntamiento de Murcia tan- (30) tundo la aplicación y el ingenio felicísimo de los Españoles, consiguieron poner nuestra Marina y Armada en un estado de perfección á que no pudieron llegar en los reynados anteriores. Vimos poblada la Francia, la Inglaterra , la Alemania , todos los paises y mares de ambos mundos , de Españoles de singular talento , pensionados con las rentas de la Corona, para adquirir los mas útiles conocimientos y enriquecer después con ellos á su Nación : vimos introducidas y acreditadas las Ciencias exactas, casi desconocidas generalmente hasta entonces en España , y erigidas Cátedras para su pública y gratuita enseñanza. Con el auxilio de tantas luces, consiguió nuestro sabio Legislador crear de nuevo y mejorar infinitas fábricas y manufacturas de todos géneros , en que se ocupan honradaniente, y con cuyo trabajo se alimentan millones de personas de todas edades y sexos: consiguió el construir , franqueando caudales inmensos, los celebres Canales de navegación y riego de Castilla, de Aragón, y Manzanares : ver en suma libertad nuestro comercio externo , y á sus vasallos libres de la mas dura esclavitud por medio de los tratados amis- © Ayuntamiento de Murcia (31) amistosos y pacíficos con el África y la Tur­ quía. En esta época felicísima se vio prote­ gida especialmente aquella Arte noble, creada y recomendada por el mismo Dios, aquella A r t e , manantial precioso de las verdaderas ri­ quezas, la respetable Agricultura, tan desaten­ dida y abandonada en otros tiempos. CARLOS m comprehende su importancia , y se dedica á promoverla y perfeccionarla por todos los me­ dios posibles. Con sabias leyes, con privilegios honoríficos , con distinguidos premios, con el estímulo de las Sociedades Económicas, procura facilitar ó aumentar con beneficio universal la fecundidad de todo el terreno de sus provincias. Con igual actividad se aplica á desterrar de las Escuelas el espíritu sisteinático , á inspirar el disgusto de una Filosofía estéril, obscura , incomprehensible , é intro­ ducir en su lugar una ciencia sólida, lumi­ nosa , agradable, útilísima. Cierto es que por una desgracia lamentable, cuya causa es bien fácil de comprehender , no vimos en este punto todo el efecto que podia esperarse, y pedia la obediencia debida al Soberano, el amor del bien público , y el zelo por la Re­ ligión , invadida en nuestros dias con nuevas Ez © Ayuntamiento de Murcia y J y peligrosas armas por los falsos Filósofos: pero á pesar de todos los obstáculos, no han sido vanos los continuos desvelos de nuestro benéfico Soberano. Estos han causado en las Ciencias, en las Bellas Letras , en las Artes , en la Industria , en el Comercio, en las costimibres, una revolución feliz , capaz de borrar el oprobrio y la ignominia de que nos cubrían las Naciones vecinas é ilustradas. Con ,el fomento que dio nuestro Monarca á sus Reales Academias, se ha restituido á nuestro idioma su antigua pureza, armonía y magestad : se ha introducido en la eloqüencia Sagrada y Forense el buen orden , la claridad , la elegancia y solidez que hablan desterrado la desaplicación y el mal gusto : se ha conseguido que se vean ilustradas nuestras antigüedades é historias patrias, así ecleslás'' ticas como civiles : que se vea rectificada la Arquitectura por la observancia de las reglas mas exactas, y que se note ya en los edificios augustos dedicados al culto del Señor, el decoro, la decencia y gravedad que les convienen. ' Pero , Señores, sería empresa interminable , si pretendiera yo ponderar el verdadero © Ayuntamiento de Murcia ro mérito de todos los efectos del zelo paternal de nuestro Monarca por la felicidad de sus pueblos. Examinadlos vosotros, si podéis 5 y bendecid mientras duren vuestras vidas , á vuestro ilustre bienhechor. Quede inmortalizada en la posteridad la memoria de Príncipe tan digno por su justicia, por su magnificencia, por su fiberalldad, por el amor á sus vasallos. Sea respetado CARLOS m como el restaurador de las letras , como el autor de la gloria, del esplendor, y de la felicidad de la Monarquía Española: yo admiraré sobre todo en las acciones gloriosas de aquel Príncipe el triunfo de la Religión: admiraré en él el carácter de los Héroes que forma eí Evangelio ; las verdaderas y justas ideas que tiene de su grandeza ; h moderación con que piensa de su dignidad y de su persona. La vista lisongera de acciones tan ilustres, las bendiciones desús pueblos , las aclamaciones y alabanzas de todo el mundo , lejos de excitar en su ánimo los movimientos de una complacencia vana, le sirven- de materia para humillarse. Al mismo tiempo que se hace superior á los demás Príncipes por sus augustas qualidades,. excede á los mas virtuosos © Ayuntamiento de Murcia (34) sos discípulos de Jesu-Ciisto en la humildad de sus sentimientos. Examina k naturaleza de las cosas mas grandes y apreciables para h sabiduría humana, y comparándolas con la idea de los bienes eternos, le parecen pequeñas y frivolas: toda la prudencia de los hombres de estado, que solo se termina á la duración de esta vida, le parece pueril y vanatoda grandeza, que se ha de desvanecer después de algunos momentos, no es para él mas que un sueño y una representación de teatro. Reflexiona que el mas pobre y vil de sus vasallos según el mundo , pero lleno de reh'glon y de virtudes, será infinitamente mas distinguido y honrado que son al presente los mas poderosos Príncipes de la tierra. De estos principios nacían aquellas expresiones de tanta edificación para todos, y especialmente para los grandes y poderosos , que solia decir á uno de sus mas íntimos Privados; „ á mí me ha tocado en este mundo repre„ sentar como en un teatro el papel de Mo„ narca; idichoso si cumplo con las fiíncio„ nes de mi cargo! Fuera de este carácter, „ no soy mas que otro hombre qualquiera. Sí j , el último de mis vasallos tiene mejor alma „que © Ayuntamiento de Murcia (35) j , que y o , me será preferido en la presencia de „Dios." Religión santa, tú sola puedes inspirar á un Héroe sentimientos tan nobles y sublimes: tií sola eres el principio de todas sus virtu­ des 5 no de aquellas virtudes estériles y pa~ ganas , que nacen de la vanidad, y desapa­ recen con la muerte; sino de aquellas ver­ daderas y sólidas , cuya raizi es la fe , y cuya duración la eternidad. T á sola puedes hacer á un Príncipe justo , afable , liberal, magní­ fico , glorioso, sin el vicio de la ostenta­ ción , del orgullo, del amor propio y de la ambición. Tus divinas máximas fueron la re­ gla única que dirigió las acciones heróycas de CARLOS III , aquellas acciones ínniortaTes q u e llenaron de gloria su reynado,, de felicidad á sus pueblos, de oprobrio y confusión á la. impiedad. ir. © Ayuntamiento de Murcia (36) II. si así justificó CARLOS la Religión con la gloria de su reynado , no edificó menos á sus pueblos con la piedad de sus exexnplos. El designio de Dios , dice S. Gregorio M. (i), €u comunicar á los Reyes su autoridad so­ bre los hombres , es el que su piedad y re­ ligión abra el camino del Cielo á mayor nú­ mero de personas; y que su gobierno tem­ poral sirva para conducir á sus vasallos al Reyno de los Cielos , que es el único fiíi de su ministerio. Los Príncipes exercen una es­ pecie de Apostolado, tanto mas eficaz, quanto tienen en su mano dos medios casi In­ falibles para la - reforma de las costumbres, esto es , su autoridad y su exemplo : el uno, MTCÍO para desarraygar los escándalos , y el o t r o , para inspirar el amor de ías virtudes. Así que la conducta de un Príncipe fiel y virtuoso aumenta y .confirma la piedad, la hace ama­ ble á sus pueblos, y les facilita todos Io5 me­ dios para su salud eterna. Sien,(i) l%.-Í2. ad Iirp. Maurit. © Ayuntamiento de Murcia (37) Siendo esto así, < quien podd ponderar dignamente la misericordia singular que el Señor usó con nosotros , concediéndonos un Rey de una vida tan pura , tan exemplar y tan piadosa > ¿ un Rey que fuese perfecto modelo de todas las virtudes cristianas > Y á la verdad, ^ de quánta edifi¿acion , de quánfo consuelo no nos sirvió su fe viva é invariable ? < Quántos bienes y ventajas no procuró á la Religión > Nosotros vimos con admiración el sumo aprecio que siempre hizo CARLOS de aquella luz divina de aquel don singular del Espíritu Santo: nosotros fuimos testigos del cuidado y delicadeza con que procuró conservar inviolable en tiempos tan peligrosos el precioso depósito de la fe que habia recibido de sus mayores: del zelo con que velaba incesantemente por mantenerla pura y entera en todos sus Estados : del vivo ínteres que tomaba en el honor de Dios, de su sensibilidad respecto de todo quanto pertenece á su culto, y de la severidad con que castigaba los atentados contra la Religión. En sus dias vio GARIOS con horror el mas indigno abuso que pueden hacer los hombres de sus luces y de sus talen^ © Ayuntamiento de Murcia tos: (38) tos: vio nacer y propagarse una secta impía , que con mano sacrilega intentaba destruir las leyes, los misterios , los milagros, el Evangelio , la eternidad : veia multiplicarse-unos escritos atrevidos , llenos de máximas sediciosas contra las potestades legítimas, de calumnias y sátiras violentas contra la Iglesia y sus Ministros, de fábulas y pinturas licenciosas é infames, escollo seguro, de la inocencia y de las buenas costumbres. Asustado nuestro Monarca á vista del peligro que tan de cerca amenazaba á la piedad de los Españoles , emplea su autoridad con increíble solicitud para impedir el funesto contagio que cundía en las Provincias vecinas. Con zelo verdaderamente apostólico , exhorta , anima, protege la vigilancia de. los Prelados, y del mas respetable Tribunal. de nuestra Nación; y consigue cerrar todas las puertas al error, y preservar felizmente á su Reyno de las fatar les conseqüencias de una doctrina perniciosa, que con diabólica "sagacidad procuraba introducir en él el interés de unos, la disolución de otros, y la impiedad de sus autores. ¡Gran Dios ! Vos sabéis quán deudora es la España de la pureza de su creencia y de sus © Ayuntamiento de Murcia (39) SUS costumbres á la Religión y zelo de nuestros Reyes. Acaso sin este apoyo llorariamos ya escándalos irremediables : acaso se hubiera debilitado ó apagado en muchos la divina luz -de la fe que les almnbra: acaso hubiéramos visto desaparecer de nuestros Templos el candelero místico, y trasladarse vuestro Santuario á las Naciones extrañas que no os conocen. Bendita sea para siempre ía misericordia infinita, con que á pesar de nuestras culpas os-dignáis conservar la estirpe augusta de unos Príncipes, tan fieles y tan amantes del honor y de los intereses de vuestra santa Religión. Efecto era también de la viva fe de CARLOS aquel profundo respeto que manifestaba sienlpré á los objetos sagrados de nuestro culto , y aquella reverencia y devoción exemplar con que se dexaba ver en nuestros Templos , y asistía á la celebración de los terribles misterios. La permanente himiildad y modestia de sus ojos , la circunspección de su rostro , la postura devota é invariable de su cuerpo, manifestaba los piadosos sentimientos dé un corazón penetrado de admiración y de temor á la vista de su Dios: los sentimienF2 tos © Ayuntamiento de Murcia (4o) tos de un David, que olvidado de su grandeza y de todas las distinciones debidas á su soberanía , se consideraba en la presencia del Señor como un pobre desvalido, á quien todo le falta, y que á nada tiene derecho: cercado de peligros por todas partes, y sin otras fuerzas para defenderse de ellos que las que espera de la bondad de su Dios: ego autem mendicus sum & pauper : Dominus solícitus est mei (i). ¡Qué idea tan clara concebiamos del poder y magestad de Dios, quando veianios tan humillado en su presencia á nuestro Rey! Pero ¡ qué lección tan admirable nos dio quando le vimos deponer la pompa y aparato de la grandeza humana, cederlo todo al Rey de la gloria,, y acompañar al Santísimo Viático con la sumisión y respeto del mas humilde siervo! De este modo era GARÍOS un modelo de verdadera piedad: de este modo edificaba con sus exemplos á toda su Corte, á todo su Reyno , después de haber edificado con ellos á la misma Roma. Sus Templos, aquellos Templos augustos, testigos .d£: tautQs^.pipdigios de fe y de sanX iiOÍ:.r,-íimbx; sf) f r'.: ti- © Ayuntamiento de Murcia (41) tidad, quedaron admirados de la devoción singular con que los visitó nuestro Monarca. El Vicario de Jesu-Cristo , aquel célebre Pon­ tífice , tan respetable por su virtud y pruden­ cia , el oráculo de la Iglesia y de los Sabios, Benedicto XIV , enternecido á vista de tan piadosos exeniplos, apenas pudo contener las lágrimas de su gozo, viendo entre sus bra­ zos á aquel Príncipe , á quien miraba como el mas zeloso protector de la Religión , y eomo casi el único apoyo de la autoridad y sagradas prerogativas de la Santa Sede. Pero todavía fué mas admirable y prove­ choso el zelo de nuestro Monarca: aquel zelo ardiente que le devoraba por la conservación y propagación dd Evangelio y de la mas sana doctrina. Porque ^ de qué otro principio po^ dia nacer su continuo desvelo y sabías pro­ videncias para la mas sólida instrucción del Clero > < aquella fortaleza con que arrancó la raiz de los abusos y de la reiaxacion que ha­ bía desfigurado el moral de Jesu-Crísto> <aqueUos vivos deseos que en varias ocasiones ma­ nifestó de que se adoptase en todos sus Es­ tados un plan uniforme , seguro y sólido para los estudios sagrados? <De dónde podía na­ cer © Ayuntamiento de Murcia (4^) cer el sumo cuidado en proveer todas las Iglesias de Pastores zelosos, ilustrados, irreprehensibles y santosí jen distribuir las rentas y dignidades eclesiásticas , con atención al mérito y laudables circunstancias de los sugetos ? < en multiplicar los Operarios útiles, según lo exigia la necesidad espiritual de los pueblos? 5De dónde pudo nacer la singular complacencia con que alabó la sabia conducta de un ilustre Prelado de nuestra España (i), sobre el legítimo y útilísimo destino que dio á los Beneficios de su Diócesis, y el ardor con que deseaba que tan saludable práctica se hiciese común en todo su Reyno ? ^ De dónde podia nacer esta solicitud universal, sino del zelo por la gloria y dilatación del Evangelio, y por la salud espiritual de suS; vasallos? <de aquel zelo verdaderamente apos-.tólico , que no reconocía otros límites que los del universo? Sí Señores: la erección del Obispado de Mérida de Maracaybo , del de Cuenca en elVirreynato de Sarita Fe, del de Sonora, la división del de Cuba , la creación de un Auxiliar en la Luisiana, un sinnúme, ""• oh!' ro ( i ) EUUmo. Sr. D. Joseph Tormo, Obispo de Orihuela. © Ayuntamiento de Murcia (43) ro de Misiones en las islas y países orientaJes y occidentales , i qué otra cosa fueron, sino unos efectos saludables del zelo de nues­ tro Monarca, y causa feliz de la conversión de muchos desgraciados pueblos, que vivían sepultados en las sombras de la muerte? ^Y qué podré deciros de los continuos cxemplos que nos daba CARLOS con la prác­ tica de las demás virtudes cristianas > ^ Qué amor no inspiraba á la oración , qué idea no daba de su necesidad é importancia un Príncipe, que dedicaba todos los días una parte considerable de tiempo á este piadoso exercicio > < Quién no se creerla obligado á guardar la virtud hermosa de la castidad, vien- do la singular delicadeza y vigilancia con que procuraba conservarla su Monarca? ^viendo la severidad con que prohibía á sus ojos to­ da curiosidad peligrosa , la precaución con que velaba sin cesar sobre todas sus accio­ nes y palabras , derramando en todas ellas cierto ayre de pudor y de modestia , digna de proponerse por modelo á las almas mas puras é inocentes? <Quién no había de con­ solarse en las tribulaciones y trabajos de esta vida, teniendo á su vista la fortaleza heroyca © Ayuntamiento de Murcia (44) ca, la exemplar conformidad de su Soberano en las inevitables desgracias de la guerra, •y en el justo dolor que le causaron las repetidas muertes de los preciosos Infantes? < Quién no había de consolarse, viendo el uso cristiano que hacia el Príncipe de estas aflicciones, besando la mano del Señor que se las enviaba, y recibiéndolas como un remedio saludabJ-e contra las tentaciones del orgullo , y como una señal segura de la bondad y del amor de su Dios? ¡Y quánto nos edificó con su freqüencia de Sacramentos, expiando sus faltas pox la penitencia , y recibiendo con exemplar humildad y respeto la Sagrada Eucaristía dos veces en cada mes! i Quánto contribuyó con su particular devoción , y con el establecimiento de la Real Orden en honor de la inmaculada Concepción de María Santísima, á la veneración y ternura que profesan los Españoles á este misterio admirable! Finalmente, puede decirse con verdad, que no hay virtud alguna de que no nos diese los mas heroycos exemplos 5 y que no omitió medio alguno para alentar y confirmar nuestra piedad. Pero, Señores, de poco servia que nos hu- © Ayuntamiento de Murcia (45) hubiera instruido y edificado nuestro MonírVv**"'* ^,-ca con las acciones de su vida , si no nos^.tó^ •'**?, bíera enseñado también á morir como/tris-'f' tianos. ¡Queme sea preciso para vuestráledi-'' ficacion y provecho renovar la memoridrí^ P^^raquellos tristes dias , que cubrieron de Ima^h á toda España! ¡ de aquellos dias en que aco-^* metido GARIOS ni de una peligrosa enfermedad, se sintió amenazado de una cercana muerte ! Pero contengamos nuestras lágrimas: no consideremos estos objetos como acostumbra el mundo : elevemos nuestros espíritus : abramos los ojos de la fe , y acerquémonos al lecho del augusto enfermo. ¡Dios mió! i qué espectáculo tan maravilloso se ofrece á nuestra vista! < En dónde están lós horrores y las angustias de la muerte ? \ En dónde están sus amarguras? ^En dónde está la turbación , el sobresalto , el temor , la consternación de un xiioribundo > Nada de esto aparece en nuestro Monarca. A pesar de la palidez de su rostro, de la debilidad de sus fuerzas , de la postración de su aierpo^ se descubre la serenidad, la paz , el consuel o , la constancia de su espíritu. En aquella hora no le aflige ni le asusta la memoria . G de © Ayuntamiento de Murcia (46) •de lo pasado: considera la dilatada serie de sus acciones, y encuentra en ellas un tesoro de merecimientos para la eternidad : ve to­ dos los días de su vida llenos de verdaderas virtudes: ve que en sus empresas gloriosas, en sus liberalidades, en los servicios hechos á su patria , no le animaba el deseo de las alabanzas de los hombres , ni de una gloria vana, sino el honor de Dios y el amor de una felicidad eterna. Se acuerda de la pure­ za de su fe , del ardor de su zelo por el bien de la Iglesia , por la propagación del Evan­ gelio , y por la conservación del culto divi­ no , y se alienta su espíritu con la esperan­ za de la recompensa: levanta sus ojos, y se consuela al ver que se acerca su reden­ ción , y el principio de una vida divina é in­ mortal. De este modo , ve sin dolor disol­ verse su habitación terrena , deseoso de vi­ vir coi«iJesu-Cristo , y llega á serle indife­ rente su salud corporal. Y así, quando ola que se hacían votos y rogativas por su sa­ lud , decía: que no pidan la corporal, sino la eterna, que es la única que quiero y espero. Y habiéndose quedado solo con uno de sus mas antiguos y fieles criados, le dixo : „ los Mé:„di- © Ayuntamiento de Murcia (47) , dicos creen que me ha sorprehendido la no„ ticía de mi muerte : pero se engañan , por„que ya muchos días que yo la esperaba. Lo que deseo únicamente es que el Santo Viático , la Extrema-Unción , la Bendición Papal, y todos los auxilios de la Iglesia se me administren estando con cabal conocimiento. Mira tú lo que dexo, todo miseria , infelicidad y aflicción de espíritu; y la „ que voy á ganar." De este modo, nuestro Monarca solo piensa en los remedios del alma en aquella hora en que solo suele atenderse á los del cuerpo; y el terrible aparato de su muerte , solo sirve para aumentar su fe, su piedad y compunción. ¡ Con qué disposiciones de amor , de humildad, de reconocimiento recibe aquel divino Pan del Cielo , de que tantas veces habia participado en su vida, y siempre con nuevo fervor y res-^ peto! ¡Con qué constancia presenta,sus débiles iniembros á las Santas Unciones! ¡ Con qué fe unia su voz moribunda con los ruegos de la Iglesia y de sus Ministros! ¡ Con qué ternura, con qué sentimientos tan cristianos levanta aquel nuevo Jacob sus manos trémulas para bendecir á sus augustos hijos! G2 i Con © Ayuntamiento de Murcia (48) ¡ Con qué piedad tan exemplar se conviertei al Piíncipe heredero , y le dice: Carlos, te „ recomiendo ante todas cosas ía Religión y. „ tus vasallos, especialmente los mas pobres „ y desamparados... No hay motivo para afli„ glrse j pues todos hemos nacido para mo„ rir." Entre estos exempios admirables , y entre los mas tiernos afectos de amor de Dios, de agradecimiento á sus beneficios, y de confianza en su misericordia, abrazado dulcemente con la imagen de un Crucifixo, entrega nuestro Monarca su espíritu al Señor. Así murió CARLOS III , el nuevo Josías, el Defensor de la Religión, el Héroe del Evangelio el consuelo de la Iglesia, el Padre de los pobres. . . . ¡Qué llaga tan cmel y tan profunda vuelve á abrir esta memoria en nuestros corazones! Pero consideremos solamente las grandes virtudes que le habrán merecido la inmortalidad. Consideremos los saludables efectos de su justicia, los beneficios perpetuos de su generosa caridad, la gloria y preciosas ventajas que ha procurado á la Religión , los admirables exempios con que ha edificado y fortalecido nuestra piedad, el perfecto modelo, © Ayuntamiento de Murcia (49) lo , el estímulo poderoso que nos ha dexado oaia todas las virtudes , y se convertirá en "-ozo la tristeza, y será para nosotros siempre dulce y amable la memoria de CARLOS ur. In omni ore quasl mel ¡nculcabhur eius memo-rid...' Ipse.... gubernavlt ad Dominum cor ipsius , & in diebus peccatorum corroboravit pietatem. • iíisiíi«.j.'.«MaÉ>i,¿. Pero si todavía nos aflige el vernos privados de su agradable presencia , volvamos nuestros ojos, y consolémonos al ver en CARLOS IV , en nuestro actual Soberano, una imagen perfectísima de su augusto Padre: la misma bondad , el mismo amor á sus vasallos , la misma generosidad , el mismo zelo por la justicia, por la Religión y por la piedad: consuélenos la vista de su augusta esposa, de nuestra Reyna y Señora, de la amable LUISA, cuya singular afabilidad , cuyas hermosas virtudes son las mas suaves delicias de nuestra Nación : consuélenos la vista de las preciosas bendiciones, que el Señor ha derramado ya, y va á derramar de nuevo sobre este augusto matrimonio. Demos las mas rendidas gracias al Señor por beneñcios tan singulares: pidamos por la conservación y prosperidad de © Ayuntamiento de Murcia (50) de unos Príncipes tan dignos de nuestro amor y de nuestra obediencia, y tan necesarios pa­ ra la permanencia de la fe en nuestro Reyno. Pero en medio de tanta dicha, no nos ol­ videmos de nuestro difunto Monarca: ofrez­ camos nuestras oraciones y sacrificios, para que su alma , purificada de las Imperfeccio­ nes y manchas de que no están libres los hombres mas justos, consiga el eterno des­ canso en la mansión de la paz. Amen, © Ayuntamiento de Murcia © Ayuntamiento de Murcia © Ayuntamiento de Murcia # © Ayuntamiento de Murcia © Ayuntamiento de Murcia VARIOS .;RACÍON£S Ir^timR' A R C H I V O EST; 10 •c TAB N.' 10 1 © Ayuntamiento de Murcia